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Lenguaje

1) Se discuten los argumentos a favor y en contra del uso de animales en experimentación. 2) Una experta argumenta que se necesita una regulación estricta a nivel mundial para el bienestar animal en experimentación. 3) Otro experto se opone a cualquier uso de animales para beneficio humano por considerarlo especismo. 4) El director de un centro de experimentación animal defiende su uso para la investigación biomédica y en beneficio de otras especies, aunque reconoce que aún se necesitan 50 años para reemplazarlos totalmente.

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1) Se discuten los argumentos a favor y en contra del uso de animales en experimentación. 2) Una experta argumenta que se necesita una regulación estricta a nivel mundial para el bienestar animal en experimentación. 3) Otro experto se opone a cualquier uso de animales para beneficio humano por considerarlo especismo. 4) El director de un centro de experimentación animal defiende su uso para la investigación biomédica y en beneficio de otras especies, aunque reconoce que aún se necesitan 50 años para reemplazarlos totalmente.

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En contra

Fabiola Leyton, Observatori de Bioètica de la UB


Fabiola Leyton, del Observatori de Bioètica i Dret de la UB, explicó la necesidad de
que haya una regulación y un control estrictos de la experimentación animal a nivel de
todo el planeta. Así, afirmó, en Europa hay unos buenos estándares de bienestar animal,
basados en el conocimiento científico actual sobre el sufrimiento animal; pero no es así
en otros países. Además, para poder conseguir el objetivo final, reclamó un apoyo
activo al reemplazo, algo que “el avance moral de la sociedad está pidiendo”.

Eze Paez, Centre for Animal Ethics de la UPF


Eze Paez, del Centre for Animal Ethics de la UPF, expuso sus argumentos éticos en
contra de cualquier uso de los animales para nuestro beneficio, ya que esto consiste
en especismo – considerar los intereses de los otros animales inferiores a los de los
humanos simplemente por ser de otra especie. Aquí podéis leer un artículo que resume
los argumentos del filósofo.

El especismo consiste en considerar los intereses de los otros animales inferiores a los

de los humanos simplemente por ser de otra especie.


A favor

Juan Martín Caballero, director del animalario del PRBB


Juan Martín Caballero, director del animalario del Parque de Investigación
Biomédica de Barcelona (PRBB) y veterinario de formación y vocación con 37 años de
experiencia con animales de experimentación, empezó diciendo que los veterinarios
están, justamente, para dar voz a los animales que no pueden hablar. “Me apasiona el
mundo animal, desde la hormiga que uno puede pisar al ir por el monte hasta el perro
que vive en un pequeño apartamento y no lo sacan a pasear”, empezó diciendo. Pese a
ello, Caballero no imagina un futuro sin experimentación animal por lo menos en
50 años, a pesar de los muchos avances que se están haciendo hacia el reemplazo por
técnicas alternativas. Además, añadió, las investigaciones que se hacen con los
animales de laboratorio en biomedicina y biotecnología también benefician a otras
especies animales además de los humanos. Ejemplos claros son las vacunas que hoy en
día podemos poner a nuestros perros y gatos, o los antibióticos, analgésicos y
anestésicos de los que se benefician todos los animales. El director del animalario del
PRBB se lamentó, sin embargo, de la demagogia que existe en algunos casos; por
ejemplo, hace seis años que está prohibido usar animales para testar cosméticos, y sin
embargo todavía hay farmacias que usan el reclamo de “aquí no se usan”.
¿Son los estereotipos siempre
malos? Prejuicios y estereotipos
ABRIL 17, 2015 POR IRIA REGUERA VIGO 9 COMENTARIOS






Si nos preguntaran nuestra opinión sobre los estereotipos y los prejuicios casi por
principios todos diríamos que son negativos y mostraríamos rechazo. Estos
términos no suelen tener muy buena prensa, pero ¿son realmente siempre
negativos? ¿Cumplen los estereotipos y los prejuicios algún tipo de función
adaptativa? ¿Qué mecanismos los crean y mantienen? Para poder responder a
estas preguntas, el primer paso es definir a qué nos referimos con cada uno de
estos términos y en qué se diferencian entre sí.

Los estereotipos son creencias sobre otros grupos. Estas creencias pueden ser
ciertas, equivocadas o exageradas. Estereotipar no es más que generalizar. Este
mecanismo, como veremos más adelante, es utilizado para simplificar el mundo
y dirigir nuestra atención hacia información relevante (Cañadas, 2013).

Estereotipar no es más que generalizar.


Existen muchos tipos de estereotipos. Conocidos por todos son, por ejemplo, los
estereotipos relativos a las nacionalidades. En Koomen y Bahler (1996) se indica
que, según las encuestas de opinión, los europeos consideraban que los alemanes
eran trabajadores, los italianos románticos, los ingleses fríos, los franceses
hedonistas y los holandeses fiables.

En otro estudio, realizado por Pennebaker, Rimé y Sproul en 1996, muestran que
en 20 países del Hemisferio norte, se consideraba que las personas del Sur de
cada país eran más expresivas que las del Norte. Todos conocemos, y tenemos
ejemplos, de estereotipos relacionados con las distintas zonas de nuestro país, a
saber: “los vascos son muy cerrados”, “los andaluces son graciosos”, “los
catalanes son agarrados” o “los gallegos responden a todo con otra pregunta”.

Del mismo modo que existen estereotipos sobre nacionalidades, encontramos


multitud de estereotipos relativos a todo tipo de grupo social. Estos estereotipos
no tienen por qué ser siempre negativos, y pueden ser más o menos veraces. El
problema viene cuando se extienden demasiado o se toman como verdades
absolutas. Es decir, continuando con el ejemplo sobre las nacionalidades, dar por
supuesto que, sin excepción, todos los andaluces son graciosos y más expresivos
que las personas del Norte es generalizar en exceso. Los estereotipos nos
influyen y afectan incluso aunque no seamos conscientes de ello. En un estudio
realizado por Boucher, Rydell y Murphy (2015) encontraron que los estereotipos
referidos a la menor capacidad de las mujeres con relación a las matemáticas
provocaba que estas sintieran más ansiedad a la hora de enfrentarse a ejercicios
matemáticos. No sólo eso, las participantes y los observadores esperaban la
aparición de esta ansiedad, pero no creían que afectara al desempeño de las
mujeres participantes. Sin embargo, la realidad fue que el efecto negativo de
dicho estereotipo conllevó un peor desempeño de éstas.

El efecto negativo de dicho estereotipo conllevó un peor desempeño


Los estereotipos no sólo nos influyen cuando somos parte del colectivo que lo
sufre, sino que lo hace cuando, sin ser parte de dicho colectivo, interactuamos
con él. Los estereotipos que sufren las personas con obesidad y los prejuicios
derivados de ellos pueden afectar incluso al tipo de cuidados que reciben por
parte de sus médicos y/u otros miembros del personal sanitario. Estos pueden, de
manera no intencionada, explícita o implícitamente, hacer sentir a los pacientes
poco respetados, o incluso poco bienvenidos, viéndose perjudicada la calidad de
la visita médica, o incluso provocando que los pacientes con obesidad reduzcan
sus visitas a la consulta. (Phelan, et. al, 2015).

Los prejuicios, por su parte, provienen de los estereotipos. Son la actitud que
adoptamos en base a los estereotipos de que disponemos (Crandall, 2011).
Pinillos (1982) indica que “prejuzgar consiste en establecer conclusiones antes de
poseer un conocimiento cabal o fundado del asunto que se juzga, y en
mantenerlas además obstinadamente frente a posibles pruebas en contra (…)
consiste en un juicio precipitado y parcial, a la vez que pertinaz, comúnmente de
signo desfavorable a lo juzgado” (pág. 15). En la literatura encontramos otras
definiciones de este término, como la de Tajfel, “una predisposición favorable o
desfavorable hacia cualquier miembro de la categoría en cuestión” (p.3, 1982) o
“actitudes negativas hacia grupos sociales definidos” (Stephan, 1983, p.417).
Casi todos los usos que se dan a dicho término se refieren a las tendencias
negativas. Gordon Allport (1954, p. 91) se refiere a ellos como “una antipatía
basada en una generalización incorrecta o inflexible”.

Los prejuicios nos sesgan contra (o a favor) las personas únicamente porque las
identificamos con un grupo particular. Son una actitud y, como tal, comprenden
sentimientos, predisposiciones y cogniciones o creencias. En definitiva, los
estereotipos son las creencias que tenemos sobre un grupo, y los prejuicios son
las actitudes, en la mayoría de los casos negativas, que adoptamos hacía ese
grupo social en concreto debido a dichos estereotipos. Por ejemplo, un jurado
puede declarar culpable más fácilmente a una persona si esta lleva tatuajes
faciales (Funk, 2013).

Al ser preguntados por nuestros prejuicios, casi nadie afirma verse especialmente
influenciado por los ellos. La realidad parece ser bastante distinta. Vanman, Paul,
Kaplan y Miller (1990) llevaron a cabo un experimento en el que expusieron a
participantes blancos a la visión de diapositivas de personas blancas y negras.
Tenían que imaginarse relacionándose con estas personas y calificar la posible
simpatía que sentirían por cada una de ellas. La mayoría de los sujetos dijeron
simpatizar más con las personas negras. Sin embargo, su expresión facial
indicaba lo contrario. Los instrumentos utilizados por los investigadores
demostraron que, cuando aparecía la imagen de una persona negra, se activaban
más los músculos del ceño y menos los de la sonrisa. Es decir, incluso en los
casos en que creemos no tener prejuicios, nos vemos afectados por ellos, aunque
no seamos del todo conscientes.

Incluso en los casos en que creemos no tener prejuicios, nos vemos


afectados por ellos, aunque no seamos del todo conscientes.
Existen diversas fuentes sociales que facilitan, e incluso, provocan el
mantenimiento de estos estereotipos y prejuicios:
– Ayudan a justificar la desigualdad: facilitan la justificación de la superioridad
económica y social de quienes tienen la riqueza y el poder. Las personas que
ostentan esta superioridad lo justifican basándose en las supuestas cualidades y
capacidades inferiores de los grupos menos favorecidos. (Guimond, Dambrun,
Michinov y Duarte, 2003; Richeson y Ambady, 2003).
– Están relacionados con nuestros valores y actitudes: la manera de pensar hacia
los que son diferentes, la tendencia a actitudes autoritarias, nuestras reacciones
ante el miedo, los sentimientos de superioridad moral, etc. (Altemeyer, 1992;
Doty, Peterson y Winter, 1991)
– Aceptación social: si los prejuicios están socialmente aceptados, en muchas
ocasiones, se mantienen por inercia, ya que muchas personas optan por el camino
de la menor resistencia y se adaptan al uso de la mayoría.
– Apoyo institucional: las instituciones sociales fomentan los prejuicios mediante
la segregación. En muchas ocasiones el apoyo institucional a los prejuicios puede
pasar inadvertido, pareciendo que reflejan, más bien, premisas culturales. A
modo de ejemplo, cuando aparecen fotografías de personas en los medios, éstas
se enfocan en los rostros cuando se trata de la imagen de un hombre y en el
cuerpo cuando se trata de la imagen de una mujer. (Archer, Iritani, Kimes y
Barrios, 1983; Szillis y Stahlberg, 2007). Los medios de comunicación también
tienen gran influencia en este aspecto. El modo en el que utilizan la información
de la que disponen es clave. Dar una noticia haciendo especial hincapié, por
ejemplo, en la nacionalidad, raza, o salud mental de una persona cuando se trata
de un extranjero o de alguien con algún tipo de patología y omitir información de
este tipo cuando se trata de una persona nacional, o sin ningún tipo de trastorno
puede facilitar la perpetuación de estereotipos y prejuicios relacionados con
población inmigrante, salud mental, etc. (Jiwani, 2012).

En cualquier caso, debemos tener en cuenta que los prejuicios y los estereotipos
no solo existen y se mantienen por la influencia de las fuentes sociales
anteriormente mencionadas, sino que también se ven influenciados por las
necesidades cognitivas. Pueden darse como resultado del modo en el que
simplificamos nuestro entorno para hacerlo más sencillo.

Vivimos en un mundo complejo, en el que cada día recibimos grandes cantidades


de información de muy diversas fuentes, y a partir de ésta debemos tomar
decisiones. Las decisiones, normalmente, hay que tomarlas sin tiempo suficiente
para ser capaces de analizar toda la información recibida y almacenada. Es por
esto que necesitamos mecanismos para simplificar la realidad de nuestro
ambiente. Una manera de hacer esto es la categorización, es decir, organizar el
mundo clasificando objetos en grupos. Este mecanismo nos es útil también con
las personas. Si clasificamos a las personas en grupos, podemos conseguir
información relevante y útil sin que suponga demasiado esfuerzo. Sherman, Lee,
Bessenoff y Frost (1998) indican que los estereotipos suponen una “proporción
benéfica de información ganada por esfuerzo empeñado”.

Esto supone una ventaja, hasta cierto punto adaptativa y eficiente en ciertas
ocasiones (Biernat, 1991
; Bondenhausen, 1990; Gilbert e Hixon, 1991; Kaplan, Wanshula, y Zanna,
1993):
– Cuando estamos cansados.
– Cuando no tenemos tiempo suficiente para analizar todas las opciones y/o
información.
– Si nos sentimos preocupados.
– En el caso de ser demasiado jóvenes para ser capaces de apreciar la diversidad.

Si, como acabamos de ver, los estereotipos pueden ser eficientes y adaptativos,
¿en qué momento empiezan a ser perjudiciales? El problema lo encontramos
cuando estos prejuicios y estereotipos nos sirven, no solo como método rápido de
obtener información, sino cuando usamos esta información de manera perniciosa
e injusta contra otras personas. En ocasiones este prejuicio puede afectar incluso
en el rendimiento de grupos sometidos a presión social (Clark, 2015)
Ickes, Patterson, Rajecki y Tanford (1982) realizaron un experimento en el que
dividían a los participantes, desconocidos entre sí, en parejas. Antes de
presentarlos, en uno de los grupos, explicaban a uno de los miembros de la pareja
que el otro era una persona muy poco cordial. En el otro grupo explicaban a uno
de los miembros de la pareja justo lo contrario, que la persona a la que iban a
conocer era realmente cordial y agradable. En ambos casos, las personas sobre
las que se había advertido fueron cordiales con su compañero. En particular, los
participantes sobre los que se había advertido negativamente, trataron de ser
especialmente cordiales. A pesar de esto, los participantes que esperaban una
persona antipática indicaron sentir desconfianza y desagrado por su compañero,
cosa que no ocurrió con los participantes que esperaban encontrar un compañero
agradable. Su prejuicio negativo les insto a ver la actitud de su compañero como
hostil y falsa, indicando que habían detectado “sonrisas forzadas” y sentido que
ocultaban cierta hostilidad bajo la apariencia de cordialidad. Dicho de otra forma,
cuando alguien actúa como esperamos, lo aceptamos como lo normal, ya que
confirma nuestro juicio previo; sin embargo, cuando una persona actúa de
manera incongruente con nuestra idea previa, asumimos que hay algún motivo
especial y que se debe a razones extraordinarias.

Es posible evitar la generalización excesiva de los estereotipos: el tener


información y recuerdos reales, claros y fuertes sobre un sujeto puede
contrarrestar el efecto del estereotipo sobre su grupo. Es decir, los estereotipos
tienen menos impacto, en tanto en cuanto, tenemos más información directa
sobre una persona. Las personas ignoramos con más facilidad los estereotipos
sobre un grupo si tenemos información de primera mano.

En cuanto a los prejuicios, como nos indicaban las definiciones, se tratan de


juicios negativos, rápidos, precipitados y basados en generalizaciones excesivas.
Esto puede resultar adaptativo en ciertas ocasiones (falta de tiempo para un
análisis profundo, cansancio, etc.), pero se convierten en problemáticos, y en
muchas ocasiones discriminadores, cuando se mantienen incluso después de
recopilar información que los confronten o rebatan, se enraízan, y como hemos
dicho anteriormente, se convierten en información que creemos realista.

Que esto ocurra no es inevitable. El deseo evitar estas actitudes, bien por no
querer que los demás piensen que somos prejuiciosos, bien por sentimiento de
culpa, etc., puede ser motivación suficiente para modificar nuestros pensamientos
y actos. Como resultado, incluso los prejuicios automáticos se pueden ver
reducidos (Crandall y Eshelman, 2003

En resumen, los estereotipos por sí mismos, no tienen necesariamente que ser


negativos. Incluso los prejuicios pueden ser adaptativos según el contexto, pero
debemos ser conscientes de en qué modo nos afectan e influyen, y de hasta qué
punto pueden ser discriminadores y perjudiciales para la sociedad y nuestras
relaciones interpersonales. Hasta el momento, la psicología social ha sido más
exitosa explicando los prejuicios y estereotipos que ofreciendo herramientas para
reducirlos. En cualquier caso, sabemos que el disponer de experiencias e
información real, clara y directa sobre un individuo perteneciente a un
determinado grupo puede reducir los estereotipos que tengamos sobre dicho
grupo (Kaufman, 2012). Además, el propio deseo de no dejarse llevar por los
prejuicios puede reducir el efecto de los mismos. En definitiva, verse afectado
por los prejuicios es un proceso completamente normal, que cumple un papel útil
para el individuo. Pero el ser conscientes de las limitaciones que estereotipos y
prejuicios tienen, y la necesidad de hacernos con información directa y objetiva,
nos permitirá no caer en conductas discriminatorias que perjudiquen a la
sociedad.

Argumentos a favor de la participación de los médicos en la MMA

La posición tradicional de las agrupaciones médicas, que sostienen que existe una
moral interna, propia de la profesión, e independiente de las influencias externas y
variaciones normativas que ocurren en la sociedad en que se desenvuelve, está
siendo desafiada 24 . Para algunos bioeticistas, las multas de la medicina deben
responder a un contrato social que atienda a los intereses de los pacientes y no a
una supuesta moralidad propia de aquella, que se vería refutada por la variabilidad
existente entre sus códigos deontológicos, en diferentes épocas y
culturas 20 . Concordante con esto, se ha observado un cambio de opinión de los
médicos que las conforman, como ha ocurrido al interior de la Asociación Médica
Británica 25 y en el COLMED. Un sondeo de opinión realizado el 2019 en Chile, el
cual fue enviado a 24.013 médicos colegiados (22% de respuestas) mostró que el
59% estaba dispuesto a administrar una droga letal a un paciente adulto
competente que lo solicitare, si cumplía con requisitos bien estrictos. 26 . La razón
fundamental detrás de esta tendencia en la sociedad occidental es el
reconocimiento de la autonomía de los individuos como un valor en sí
mismo 27 . Según defensores de la eutanasia, esta cumpliría un rol benéfico en
aquellos casos en que el sufrimiento ocasionado por la enfermedad se torne
intolerable, incluso contando con acceso a los mejores cuidados paliativos. Para
algunos filósofos morales, no existiría diferencia ética entre matar a un paciente
que lo solicita o dejarlo morir luego de adecuar los esfuerzos terapéuticos. Esto
último es hoy aceptado por la praxis médica, puesto que se reconoce la necesidad
de suspender tratamientos considerados como fútiles, aun cuando de esta
suspensión se siga la muerte del paciente 28 , 29 . En la mayoría de estos escenarios,
los pacientes esperan la asistencia de un médico profesional, generando una
tensión entre las expectativas de la comunidad respecto de la disposición del
médico a atender aquella solicitud y la postura de las asociaciones médicas 30 . En
aquellos países donde es legal la MMA, se han establecido criterios específicos y
una serie de procedimientos para garantizar una buena práctica. En Holanda se
exige que se incluya el criterio de proporcionar el “cuidado debido”, lo que significa
que la petición sea voluntaria, esté bien informada, sea reiterada en el tiempo, que
el paciente se encuentre con un sufrimiento intratable e insoportable, que no haya
otro medio de solucionar su situación, que esté atestiguado al menos por otro
médico independiente y que el procedimiento de poner fin a la vida sea
médicamente adecuado 31 . En Bélgica, la eutanasia se contempla dentro de las
prestaciones que el equipo de cuidados paliativos puede otorgar. 32 , 33 .

Otro argumento que fundamenta la participación de los médicos en la MMA es que


estos deben verificar que se cumplan los requisitos legales y también integrar las
comisiones que revisen el cumplimiento de dicha normativa. En estos casos,
aunque el profesional médico no participe directamente en el procedimiento,
contribuye a que pueda realizarse según lo dispuesto por la legislación. Asimismo,
las sustancias que se administran o recetan deben asegurar que la muerte se
produzca de una manera adecuada, sin ocasionar dolor ni otros síntomas, siendo el
médico quien puede enfrentar de manera más competente eventuales
complicaciones. Otras personas defensoras de la participación de la profesión
médica aluden al principio de “no abandono” 34 , 35 , pues el médico, que ha seguido
de cerca a su paciente durante el transcurso de su enfermedad, debe atender a su
solicitud en caso de sufrimiento. , entendiendo la muerte como un alivio y parte del
cuidado integral al fin de la vida 36 . Una eutanasia que sigue fielmente los
requisitos considerados por la ley, y que respeta los deseos y valores de las
personas, es considerada como un acto profesional y compasivo.

Para quienes sostienen posturas favorables a la participación del médico en las


MMA, esta no constituye relativismo moral o mera respuesta al cambio legislativo,
sino que se origina de la constatación de diferencias en las valoraciones de la
sociedad, las que finalmente motivan dichos cambios. En aquellos países en que se
ha legalizado la MMA, nunca un médico es obligado a realizar el procedimiento,
respetando así su derecho a invocar objeción de conciencia. El reconocimiento del
derecho fundamental a la libertad de conciencia es expresión del pluralismo ético,
tal como lo señalamos en nuestro artículo sobre el tema de la objeción de
conciencia 37 .

Más allá de posturas favorables o contrarias a la MMA, existe discusión respecto de


cuáles serán las tareas exclusivas que corresponden a la profesión médica. A modo
de ejemplo, temas relacionados con diagnóstico, pronósticos y alternativas
terapéuticas son claramente de recurso médico 38 . En cambio, temas espirituales y
de manejo del sufrimiento, pueden ser mejor abordados por otras profesiones. Es
así como en Suiza, la participación del médico se limita a la prescripción de la droga
y certificación de que se cumple con los requisitos legales para acceder al
procedimiento 34 . Al respecto, la Sociedad Europea de Cuidados Paliativos afirma
que es responsabilidad de los profesionales de cuidados paliativos escuchar y
explorar las solicitudes implícitas o explícitas para eutanasia, abordando el
sufrimiento subyacente 5 .

El concepto de “dolor total” permite entender el proceso al final de la vida como


una experiencia de enfermedad, padecimiento y disfunción social, para lo cual se
requiere de una atención integral 39 . Sería reduccionista considerar que el
profesional médico sólo se centra en el manejo de los síntomas físicos que aquejan
a su paciente y no le procura, mediante este cuidado integral, la mejor calidad de
vida posible. Esto es concordante con una visión más inclusiva de los fines de la
medicina que considera como responsabilidad de los médicos acompañar a sus
pacientes en esta última etapa, en que deciden terminar voluntariamente con sus
vidas, sin abandonarlos y proveyendo los medios necesarios para que esta decisión
sea tomada cumpliendo todos los requisitos que la validan ética y legalmente 10 , 34 ,
a la vez que asegurando que el desenlace ocurre con el menor sufrimiento posible y
la menor posibilidad de error 40 .

CONCLUSIONES

Es imposible para la profesión médica eludir la responsabilidad que le cabe en la


discusión acerca de la MMA y sobre la legitimidad o no de su participación en
esta. Pese a la oposición de la mayor parte de las asociaciones médicas para
participar de la MMA, legislaciones de diferentes tradiciones y latitudes siguen
avanzando en el debate acerca del derecho a la muerte asistida. La mayoría de
estas leyes consideran al médico como el agente principal en la administración de
estos medios, por considerar que se encuentra mejor calificado para garantizar que
tengan la menor posibilidad de error, y validar que hayan sido satisfechos con los
requisitos acordados y sancionados legalmente. Una posición informada sobre esta
materia requiere acceder, de modo equilibrado, a las diversas opiniones existentes,
sin perder de vista que los intereses primarios del acto médico siguen siendo el
bienestar del paciente y el alivio de su sufrimiento.

En síntesis, la participación del médico en la muerte de su paciente ha sido


considerada por algunos como un acto fuera de los fines de la medicina, por lo que
sería un acto no médico. Otros la consideran como parte del quehacer clínico. En el
presente documento, hemos querido representar las distintas miradas que existen
al interior del Departamento de Ética del COLMED, para entregar así herramientas
de reflexión a los colegas y estimular su participación en este debate

12 argumentos contra la
eutanasia
Cuidados paliativos y eutanasia

por ABIMAD






En 2012, 2015 y 2017, distintos intentos de legalizar la eutanasia en Nueva Zelanda
quedaron en nada a través de varios procedimientos parlamentarios. Ahora, por impulso
del gobierno laborista (socialista) este 17 de octubre, junto con las elecciones al
Parlamento, se votará un referéndum para legalizar la eutanasia y el suicidio asistido en
este país.

No está claro que gane. En mayo de 2018, el Parlamento portugués votó


contra la eutanasia: incluso los comunistas votaron contra ella. También en el
parlamento de Finlandia en verano de 2018 se rechazaba la eutanasia. La
Asociación Médica Mundial reiteraba en 2019 que «no es ética” y «debe ser
condenada por la profesión médica». Durante los últimos años de debate social, los
defensores de la vida han ido usando distintos argumentos: algunos, contra todo tipo de
eutanasia o suicidio asistido; otros contra la propuesta concreta sometida a referéndum y
su falta de controles (que son, esencialmente, imposibles).
Buena parte de estos argumentos, resumidos en Nueva Zelanda en el Centro de Bioética
Nathaniel, son aplicables a la realidad de la eutanasia en cualquier país, y se basan en lo
que conocemos por sus aplicaciones ya estudiadas en Bélgica, Holanda, Oregón y más
recientemente Canadá y Victoria (Australia).

Las normas supuestamente llenas de controles para escasos supuestos muy extremos de
pacientes terminales, enseguida se amplían para prácticamente cualquiera que lo pida y
algunos que no lo piden (niños, incapacitados, enfermos eliminados porque algún
pariente suyo dice que «él lo preferiría así», etc…)

1. El tema no es cómo ser compasivos, sino cómo proteger a los vulnerables

Tanto los pro-eutanasia como los anti-eutanasia dicen que están contra el sufrimiento
extremo, todos se declaran «compasivos». Todos están de acuerdo en combatir el
sufrimiento. Pero una ley de eutanasia consiste en matar personas (o ayudar a que se
maten ellas en el suicidio asistido). ¿De verdad esta ley de eutanasia protege a los
vulnerables e impide que se los dañe y mate? También hay que ser compasivo con ellos,
con los que casi nadie protege. Es un tema que afecta a toda la sociedad. No hay que
mirar sólo el efecto en uno o dos años, sino el efecto a largo plazo contra multitud de
vulnerables.

2. Con la eutanasia legal, el Estado dice que hay vidas eliminables… y que
matándose nos ayudan a todos

La eutanasia legal dice a la sociedad (y a los enfermos y vulnerables) que hay vidas que
valen menos, las de los eutanasiables, que hay vidas, en general, que no valen. Más aún:
mantenerlos vivos cuesta dinero y esfuerzo y atención. Si se eutanasian, ahorran costes
al Estado y a sus familias. Muertos son mejores para todos, quieren que entendamos.
Así, el «derecho a morir» se convierte enseguida en «el deber de morir». No hay ningún
tipo de ley de eutanasia que pueda evitar este deber («es mejor que me mate, para
ayudar a mi familia y la sociedad»), no hay control que lo evite… excepto la total
prohibición de esta práctica.

3. Muchos piden morir por dolor y soledad: ¡pero eso se arregla con cuidados
paliativos, no matando!
En Nueva Zelanda la Asociación Médica NZ, la Asociación de Médicos de Cuidados
Paliativos y la Asociación de Enfermeras de Cuidados Paliativos se han declarado
contra la eutanasia. La Asociación Médica Mundial dijo en 2019 que «no es ética” y «y
debe ser condenada por la profesión médica».

La Asociación Médica de EEUU se reafirmó en 2019 en que «es incompatible con el


papel del médico como persona que cura» y que la eutanasia legal es «difícil o
imposible de controlar». Todos dicen que casi siempre se pide la eutanasia por miedo al
sufrimiento, por dolor mal atendido, por soledad y dolor psíquico… todo eso se puede
tratar con eficacia con la medicina actual.

4. La eutanasia legal dificulta invertir en cuidados paliativos y contra el


dolor

Aunque el arsenal médico contra el dolor, la angustia emocional y el miedo es


increíblemente grande, aún debe crecer y mejorar, y, sobre todo, debe llegar a más
personas. Con la eutanasia legalizada, no se invertirá dinero ni recursos en cuidados
paliativos ni en otros muchos campos que afectan al final de la vida. En cambio,
mientras está ilegalizada, la sociedad se ve forzada a invertir y esforzarse en estos
campos, haciendo avanzar la ciencia y la cobertura médica. Un ejemplo está en la
eutanasia en Canadá (informe oficial del Gobierno): sólo un 28% de los técnicos de
eutanasia consultó a un experto en paliativos respecto a un caso, sólo un 6% se molestó
en hablar con un psicólogo. Con eutanasia legal, hay prisas por matar, no por cuidar o
explorar mejores cuidados y tratamientos.

5. La eutanasia daña al oficio médico

Los médicos son personas que decidieron dedicar su vida a cuidar y sanar y
acompañar… o al menos era así antes de la eutanasia legal. Con la eutanasia legalizada,
¿seguiremos llamando médicos o medicina al siniestro «arte» de matar enfermos o
ayudarles a suicidarse? ¿Qué pensarán los nuevos médicos de sí mismos? ¿Cuántos
pensarán que tienen no sólo la capacidad técnica de matar, sino la capacidad de decidir,
sugerir, impulsar, animar, conducir a sus pacientes, hacia la eutanasia? ¿Cuántos lo
harán si reciben primas de aseguradoras o de empresas sanitarias que buscan siempre
una gestión más eficaz, ahorrando costes? Ningún control evitará eso, sólo la total
ilegalización.

6. Lo hemos visto en todos los países: la eutanasia nunca se queda en casos


extremos, enseguida se amplía

En Canadá, en apenas 3 años de eutanasia legal, se ha doblado el número de víctimas a


la que se aplica. En Holanda, donde empezó siendo para casos «extremos», ahora se
quiere aplicar a cualquiera que considere «acabado su ciclo vital», o quien,
simplemente, declare estar triste y que ya no quiere la vida. Una reciente propuesta
holandesa quiere poder matar a mayores de 75 años sanos (que «lo pidan», se supone) y
a menores de 12 años «terminales» (aunque no lo pidan, basta que lo pida un adulto
«responsable»).

En Bélgica casi se ha triplicado en 10 años (de 954 eutanasias en 2010 a 2.655 en 2019,
y creciendo). En Bélgica se sabe que en 2019 al menos unos 450 eliminados (un 17%)
no eran personas en estado terminal, es decir, no tenían enfermedades que les estuvieran
acercando rápidamente a la muerte.

En Canadá se aprobó para pacientes terminales, pero en apenas 2 años el Tribunal


Supremo de Quebec dijo que, para no «discriminar», debía aplicarse también a
enfermos no terminales, como discapacitados. A veces se aprueba insistiendo en que la
pida el enfermo, pero pronto se amplía a que la pida un pariente, o un juez que
considera que es «el mejor interés del enfermo» (caso Charlie Evans) o alguien que dice
que el enfermo hace años le comentó que estaba a favor de la eutanasia. Y si la pide tu
compañero de habitación en el hospital, ¿por qué no tú? El Nathaniel Center resume:
«una vez legalizado, no es posible ni racional limitarlo a grupos de personas con
condiciones específicas». Si es un derecho, cualquiera puede pedirlo.

7. La eutanasia legalizada favorece el suicidio

Si no podemos enfadarnos porque nuestra abuela pidió la eutanasia, mis padres (o mis
hijos) tampoco tienen por qué enfadarse o sentirse dañados si yo me suicido pese a estar
sano. Simplemente, entenderé que «algunos suicidios están bien». Tan bien, que hasta
los médicos lo apoyan y los políticos lo alaban. Ese es el mensaje que transmite la
eutanasia, especialmente a muchos jóvenes y personas que piensan en el suicidio.

En muchos casos, quizá la mayoría, quien pide la eutanasia en realidad está pidiendo
ayuda contra su depresión, a menudo ligada al miedo o la soledad; las tendencias
suicidas se pueden y deben tratar desde la ciencia médica y psíquica
8. La eutanasia no es una opción «libre», casi siempre va ligada a
depresión… y la depresión puede tratarse

La eutanasia se basa en el deseo de morir, un deseo suicida, y a menudo -quizá casi


siempre- va ligado a la depresión, que causa pensamientos suicidas. La solución no es
matar al enfermo -aunque lo pida- sino tratar la depresión. Hay numerosos estudios que
muestran que cuando se trata la depresión de los que piden eutanasia en países donde es
legal, la inmensa mayoría cambia de opinión y deja de pedirla… suponiendo que no le
hayan matado antes, porque como vemos no hay ninguna obligación de que un
psiquiatra examine el caso.

9. En un país donde ya se abusa de los ancianos ¿quién los protegerá si hay


eutanasia legal?

En Nueva Zelanda calculan que 1 de cada 10 ancianos sufre abusos físicos o psíquicos,
son maltratados. Muchos más sufren soledad. A esta población tan frágil y vulnerable,
¿quién les protege de ser conducidos a la muerte por eutanasia? Y cuanto más cueste
mantener a los ancianos, mayores serán las presiones.
Con la eutanasia ilegal, estas presiones al suicidio, simplemente, no existen o son tan
burdas que enseguida se detectan y castigan. Con la eutanasia legal, serían cotidianas y
extendidas. En Bélgica y Holanda, después de 15 años de práctica eutanásica y decenas
de miles de casos, apenas 2 personas han sido llevadas a juicio por eutanasia mal
aplicada y al final nadie ha sido condenado: eso demuestra que el control es escaso, un
paripé.

10. ¿Y si se mata con eutanasia a alguien que no quería, aunque sea sólo a uno?
Muchos países, como Nueva Zelanda, abolieron la pena de muerte para evitar que se
matase a nadie por crímenes que no cometió, por errores de distinto tipo
(identificaciones, burocracia, etc…) La muerte es tan grave e irreversible que el mero
riesgo de matar a un inocente se vio suficiente para abolir este castigo. Por el mismo
principio, para estar seguro que no haya ni una eutanasia injusta y no pedida, sólo hay
un método: prohibir toda eutanasia

ABORTO

Un aborto es la interrupción prematura del embarazo , antes de que el


feto pueda sobrevivir fuera del útero. El aborto puede producirse de
forma espontánea (aborto natural) o provocada.

La interrupción voluntaria del embarazo (IVE) es un procedimiento


médico que se lleva a cabo para detener el embarazo. Se realiza cuando la
mujer decide que no quiere o está preparada para tener un hijo, o bien si el
equipo médico considera que es necesario para proteger su salud.

Las leyes para regular esta práctica son diferentes en cada país y tienen en
cuenta diferentes supuestos. Algunos países permiten el aborto
libre (sin tener que alegar ningún motivo), generalmente hasta la semana
12 de gestación.

En otros países, el aborto solo está permitido si existe un riesgo para la


salud de la madre, en caso de malformación fetal grave o bien si es
producto de una violación. En estos casos, el período para abortar puede
ampliarse hasta las 24 semanas.

Las diferencias entre leyes se deben a la ideología del gobierno, pero


también a la historia de cada país y cómo evolucionan
las reivindicaciones sociales sobre la mujer.

A favor del aborto


Los partidarios del aborto libre (sin tener que alegar motivo médico)
defienden que la mujer tiene derecho a decidir sobre su maternidad y
su cuerpo. Por eso es una de las principales reivindicaciones de la lucha
feminista.

Las organizaciones abortistas señalan que también se trata de


una cuestión de salud pública, sobre todo en regiones con altos índices
de pobreza. En estos países, el aborto suele producirse en la
clandestinidad y sin garantías, poniendo en riesgo la salud de las mujeres.

También es una forma de prevenir las consecuencias de los embarazos


de menores, que tienen efectos sobre la salud física y mental de las
niñas y adolescentes. Convertirse en madres a una edad tan temprana
puede perjudicar su futuro porque muchas se ven obligadas a abandonar
los estudios y eso las empuja a la pobreza.

Para los abortistas, durante las primeras semanas del embarazo


el embrión o feto no está lo suficientemente desarrollado para
equipararlo a una persona. El embrión es la etapa inicial del desarrollo y
pasa a ser un feto a partir de la octava semana.

En contra del aborto


Los argumentos antiabortistas tienen una base religiosa, considerando
que todas las vidas son sagradas y deben ser protegidas. Por eso suelen
definirse como un movimiento “provida”.
Los antiabortistas defienden que el embrión o feto es una vida
humana y priorizan su derecho a nacer antes que el derecho de la mujer
a decidir sobre su cuerpo y su maternidad.

Por ese motivo reclaman leyes más estrictas y apoyan la prohibición del
aborto libre, que permite a las mujeres de algunos países abortar durante
las primeras semanas del embarazo sin necesidad de aportar ningún
motivo médico.

Para el movimiento provida, solo estaría permitido abortar si el embarazo


supusiera un riesgo de muerte para la madre, pero no en caso de
malformación o enfermedad del futuro bebé, ni tampoco en caso de
violación.

Por otro lado, los antiabortistas señalan que el aborto provocado puede
tener efectos sobre la salud mental de la mujer, como depresión,
ansiedad o un trauma psicológico.

Manifestantes en París convocados por la asociación "Juntos por la vida" en contra del
aborto.
En los países confesionales, la doctrina religiosa influye en las políticas.
Sin embargo, las religiones son tan amplias que pueden incluir diferentes
corrientes de opinión.

Así, dentro de la religión católica, algunos movimientos como Católicas


por el Derecho a Decidir, consideran el aborto compatible con la doctrina
cristiana; mientras que dentro del islam existen corrientes más estrictas y
otras más laxas, que permitirían abortar en caso de malformación

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