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Memorias Marina

El documento presenta el inicio de las memorias de Oscar Drai. En 1980, Oscar es encontrado por la policía después de desaparecer por una semana. Su desaparición está relacionada con un secreto del pasado involucrando a una mujer llamada Marina. El relato luego retrocede a 1979 cuando Oscar conoce a Marina y a su padre Germán después de encontrar un reloj de bolsillo en su casa. Marina y Oscar comienzan a explorar misterios juntos, incluyendo seguir a una mujer de negro en un cementerio y descubrir un invernadero abandon

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Memorias Marina

El documento presenta el inicio de las memorias de Oscar Drai. En 1980, Oscar es encontrado por la policía después de desaparecer por una semana. Su desaparición está relacionada con un secreto del pasado involucrando a una mujer llamada Marina. El relato luego retrocede a 1979 cuando Oscar conoce a Marina y a su padre Germán después de encontrar un reloj de bolsillo en su casa. Marina y Oscar comienzan a explorar misterios juntos, incluyendo seguir a una mujer de negro en un cementerio y descubrir un invernadero abandon

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Memorias Marina

1º Capítulo
Allí estaba yo en una tarde del 1980 en la estación de tren de Barcelona, desaparecido
durante una semana y en busca de todos mis conocidos. Vagando sin rumbo fijo hasta
que un policía me encontró. ¿Eres Oscar Drai? Me preguntó, yo le afirmé asintiendo
con la cabeza. Me dijo que había muchas personas que querían hacerme preguntas
sobre mi desaparición y mi secreto. Un secreto que jamás revelé y que lo guardaría en
mis memorias, pero pasado el tiempo, ese secreto volvería a relucir entre mis
recuerdos como una vieja bombilla. Era inevitable que el nombre Marina no resonara
en mi cabeza. Después de tanto tiempo callado, he decido que a llegado la hora de
sacar a la luz aquellos momentos que habían sido guardados en la oscuridad del olvido.
En 1979, yo era un chico normal que residía en un internado de Barcelona que después
de las clases, solía dar un paseo por aquellas calles desconocidas que siempre me
resultaban interesantes. Un día, visité una zona muy apartada de la vista y decidí
aventurarme porque me resultaba llamativo el área tan misteriosa en el que me estaba
adentrando. De pronto, unos ojos amarillos se clavan en mi de forma inquietante, los
ojos de un gato de pelaje grisáceo que me impedía la entrada a aquel caserón
separado por una verja. Decidí entrar, ya que aquel gato había escapado entrando por
la ventana. No veía si había alguien dentro, solo podía escuchar una melodía angelical
proveniente de un gramófono. Nada más entrar, un retrato de una mujer vestida de
blanco se podía observar y pasos más allá encontré encima de una mesa un antiguo
reloj de oro de bolsillo. Lo cogí. Lo examiné hasta que me di cuenta de que una figura
se alzó y extendió sus enormes manos blancas hacía mí. Asustado, salí corriendo lo más
rápido que pude y volví al internado. Al entrar a la habitación me di cuenta de que
seguía portando el reloj.

2º Capítulo
Con un sentimiento de culpa muy intenso, quería devolver el reloj a su legítimo dueño,
deduje que se llama Germán, debido a la dedicatoria que hay detrás del reloj.
De pronto una chica con un vestido blanco y montada en una bicicleta aparece para
preguntarme si era yo el chico que tenía el reloj. Si, yo tenía el reloj de bolsillo. Me dijo
que tenía que devolverlo a su dueño, Germán. Entonces, la chica me acompaño a la
casa donde yo había fisgoneado el otro día. Allí, apareció el gato del pelaje gris,
resultando que le pertenecía a aquella chica. El gato se llama Kafka, según me dijo.
Dentro de la casa, un señor grande y bien vestido, se presentó ante mí para recibirme.
Era el padre de aquella chica, Germán.
Le dije que la curiosidad me hizo entrar en su morada y a coger su reloj, pero que no lo
hice con mala intención. Germán me creyó y me agradeció las molestias por devolver
el reloj. Luego, decidí irme ya que Germán se encuentra débil por su avanzada edad,
donde la chica me acompaña a la salida y al despedirse me revela su nombre, Marina.

3º Capítulo
Un día que quise visitar a Marina, ella me propuso ir a un lugar donde un misterio se
apoderó de su interés. El cementerio de Sarriá. No me dijo que íbamos ni que
hacíamos allí, esperamos durante una eternidad hasta que apareció una figura de lo
que parecía una dama vestida de negro de pies a cabeza cubierta con un velo negro.
Portando una rosa, ella se quedó de pie en una tumba sin nombre cuya parte de
delante tenía una mariposa negra con las alas desplegadas.
Marina me dijo que esa mujer venía todos los domingos de cada mes, con la misma
ropa y la rosa. Marina sugería que la siguiésemos a ver hasta donde nos llevaba, no me
parecía una buena idea hasta que Marina me persuadió para acceder.
La perseguimos hasta que en un callejón la perdimos de vista, se esfumo sin dejar
rastro, al intentar buscarla encontramos una verja de madera que daba paso a un
antiguo jardín, que por las malas yerbas se había convertido en una jungla de ramas y
abundantes plantas. Al adentrarnos en aquella espesura, avistamos un antiguo edificio,
un invernadero abandonado. Nada más entrar, un olor fétido nos alcanzó que provenía
del interior del invernadero, a pesar de ello seguimos avanzando hasta que unas
siluetas colgadas sobre el vacío se balanceaban a nuestro alrededor.
Observamos aterrados aquellos títeres infernales incompletos, con la ausencia de
extremidades, partes de la cara, entre otras cosas. Nos calmamos un poco al descubrir
que son solo muñecos con partes de metal, madera y cerámica. En un rincón se podía
ver un escritorio lleno de polvo y encima un antiguo álbum de fotos, fotos donde
aparecían personas cuyas características corporales eran de lo más inusual.
Aquellas personas estaban desfiguradas y con varias mal formaciones.
Después de terminar de ver aquellas aterradoras ilustraciones, decidimos volver a casa
para intentar olvidar lo que hemos visto.

4º Capítulo
Días después de lo sucedido, recuerdo que Marina me contó la historia sobre su padre
Germán Blau, nacido en una familia adinerada, su madre Diana casada con su padre y
maestro, Quim Salvat. Su padre estaba decepcionado con Germán, por que Salvat creía
que ser pintor, no era un trabajo digno y que debía buscar un trabajo de verdad.
A pesar de la notable decepción que tenía Salvat, accedió a ser el maestro de su hijo,
aunque ya no lo consideraba como tal.
Salvat le enseño a Germán todos los secretos del arte y como ser un buen pintor, lo
que desencadenó una fuerte amistad entre ambos. Aunque la inevitable muerte se
llevaría consigo a Quim Salvat en 1938, donde este le dedicaba sus ultimas palabras a
Germán en una carta, donde le agradecía esos años compartidos juntos y donde
elogiaba en el hombre que se había convertido Germán, en alguien que estaba muy
orgulloso de a ver enseñado.
Pasado un tiempo, Germán se hizo profesor de artes y conoció a una hermosa chica de
19 años en una Opera, que más adelante se convertiría en su esposa, Kirsten
Auermann.
Tras seis años de muchos momentos compartidos juntos, Germán y Kirsten se casarían
en el verano de 1946, donde al cabo de un tiempo se instalarían en Sarriá.
Una era de esplendor le aguardaba a la pareja de los Blau, donde crearon un vínculo
maravilloso. Germán vendió muchos cuadros y su mujer también disfrutaba de un éxito
rotundo, hasta dos noticias cambiarían sus vidas por completo.
Una enfermedad de la sangre estaba a punto de quitarle la vida a Kirsten, y también se
anunció su embarazo. Ella le regaló un reloj de oro de bolsillo donde le escribió una
dedicatoria.
Para Germán, en quien habla la luz.
K.A.
Durante el periodo de embarazo, Germán pintó varios retratos de su esposa, hasta que,
en 1964, nació una niña con la imagen y semejanza de su madre, Marina.
Tras seis meses del nacimiento de Marina, la madre murió, lo que dejo echo trizas a
Germán, que no volvió a coger un pincel después de lo ocurrido.

5º Capítulo
Marina me dijo que tenía que ir con su padre a Madrid debido a que Germán recibiría
un tratamiento experimental para su enfermedad. Viajaron a Madrid en tren, Marina
se despidió de mi en la estación, diciéndome que volverían al cabo de una semana.
Antes de irme, un mozo se me acercó para entregarme un sobre de color ocre, es para
ti me dijo.
Pensé que era una equivocación, pero el mozo insistió que era para mí el sobre, lo abrí
y en el había una carta donde una dirección estaba apuntada.
Mijail Kolvenik, Calle Princesa, 33, 4º 2ª
Fui en aquella dirección donde me llevó a casa de un tal Benjamín Sentís, le pregunté
sobre quien era Mijail Kolvenik, y me contó que era un señor que ya había muerto años
atrás en 1948, protagonizo un de los mayores misterios de Barcelona.
Primero, me contó que Kolvenik vino a Barcelona parar escapar de una Europa en
guerra, donde le capturaron prisionero y sus compañeros de celda le apalizaron.
A pesar de ello, salió a delante ya que conoció a un médico llamado Joan Shelley que lo
curaría y le daría un empleo en la empresa Velo Granell, donde cosecharía una fortuna
gracias a su invención de partes del cuerpo ortopédicas. Un accidente con los
engranajes de la fabrica le arrebato sus manos, pero él creo sus propias manos de
madera, metal y porcelana. Se hizo dueño de la empresa y adoptó una mariposa negra
con las alas desplegadas como imagen de la empresa. Tras muchas invenciones y éxito,
en Teatro Real conoció a Eva Irinova, una estrella del espectáculo que estaba tutelada
por dos individuos cuyos nombres eran Sergei y Tatiana Glazunow, que eran hermanos
entre sí. Kolvenik quería comprar los derechos del teatro y luego casarse con Eva, pero
sus representantes Sergei y Tatiana se oponían al matrimonio entre los dos.
Kolvenik intentó convencerlos de que se fueran de Barcelona, que dejasen a Eva y no la
volvieran a ver nunca más mediante un contrato que les daría mucho dinero, pero
estos lo rechazaron. Entonces, una ráfaga de disparos fue efectuado a ellos tras salir de
un portal de un edificio, y una semana después firmarían el contrato.
En 1935, se celebra la boda entre Mijail Kolvenik y Eva Irinova, donde una tragedia
ocurrió, Sergei se presentó a la boda y arrojó un frasco con ácido a la cara de Eva,
derritiéndola.
El suceso obligo a los Kolvenik resguardarse en su mansión mientras que un montón de
rumores rodeaban sus nombres. Los años siguientes, perdieron su fortuna, su mansión
quedo en ruinas y sus amigos abandonaron a los Kolvenik, todos excepto su chofer.
En diciembre de 1948, las cosas empeorarían cuando un incendio arraso con la
mansión de los Kolvenik, se convirtió en noticia bomba durante ese tiempo en
Barcelona. Se encontraron dos cuerpos, que se creyeron que pertenecía a los Kolvenik,
y en 1949 la gente empezó a olvidar lo ocurrido, quedándose en una leyenda
legendaria.

6º Capítulo
Tiempo más tarde, recibí a Marina y a Germán en la estación. Marina me dijo que
había ido bien, pero que a Germán no le quedaba mucho tiempo, volvimos a casa
todos juntos. Días después, llego una notica que Benjamín Sentis había sido
encontrado muerto en las alcantarillas.
Sabemos que el misterio de Kolvenik todavía no había sido resuelto entonces, decimos
investigar hasta que llegamos con la conclusión, Joan Shelley era la persona que podía
aclarar todas nuestras dudas.
Al visitarlo en su casa, nos atendió su hija, María Shelley, quien nos dijo que no
forcemos mucho a su padre, porque ya estaba muy mayor y débil.
Cuando intentamos hablar con él, no quiso hasta que le enseñamos una foto del álbum
del invernadero que cogí, en la foto aparecía él operando a un paciente.
Al verla, Shelley nos empezó a contar de nuevo la historia de Kolvenik.
Primero, mencionó que el motivo del interés de Kolvenik con las deformaciones
humanas es debido a que su hermano murió a los pocos días de nacer a causa de estas.
Y desde entonces siempre estuvo investigando sobre cómo combatirlas creando partes
del cuerpo artificiales.
También, nos contó que había un inspector que quería hundirle, el Inspector Florián,
Después de contarnos todo, nos hecho, entonces después de a ver obtenido suficiente
información, decidimos volver a casa.

7º Capítulo
Caminaba hacia al internado cuando se puso a llover, cuando entré y me dirigía a mi
habitación pude percibir un olor horrible que parecía roña o algo podrido, el mismo
olor que desprendía el invernadero. Un ser vestido de negro, con cabellos
enmarañados y con una sonrisa que dejaba ver sus enromes colmillos se abalanzaba
sobre mi rectando como una araña. Intenté escapar de aquella criatura corriendo hacía
a la cocina, donde la criatura me persiguió para matarme, pero blandiendo un cuchillo,
apuñalé a la criatura para conseguir tiempo parar escapar. La criatura me alcanzó y me
atrapó, pero se espanto por el fuego del mechero que encendí. Cogió el álbum de fotos
del invernadero que yo me había llevado y saltó por la ventana. Fui a la casa de Marina
para que me ayudara con las heridas. Tras curarme, le dije que deberíamos encontrar
más información sobre Kolvenik a través de Florián, el inspector del que nos habló
Shelley. Marina me dijo que era una locura, y más en mi estado, pero la logré
convencer.
Visitamos al inspector Florián, que nos recibía con muy poca amabilidad y hostilidad.
Le dijimos que queríamos saber sobre Mijail Kolvenik y sobre la investigación que el
realizó en el pasado. A pesar de que se resistió, nos contó lo que sabía.
Habló sobre que él manejaba el caso de Kolvenik, un hombre acusado de varios
crímenes sin pruebas, solo eran rumores. El inspector lo investigó por mucho tiempo,
hasta le dieron los permisos para arrestarle, pero entonces sucedió, el incendio de la
mansión de los Kolvenik. El caso jamás se pudo cerrar, y según Florián, ese caso fue su
mayor fracaso. Marina y yo le intentamos consolar, pero el remordimiento y dolor de
muchos años que arrastraba Florián eran muy grandes. Víctor Florián nos pidió que
dejásemos el caso y que lo olvidemos, este caso ya ha destrozado muchas vidas, nos
dijo. Le dijimos que lo haríamos, pero en el fondo sabíamos que no nos rendiríamos
hasta saber la verdad. Nos dijo que le avisáramos si pasaba algo, entonces nos
acompaño a la estación y nos fuimos. Al llegar a casa, puede percibir que algo no iba
bien, Marina estaba pálida y muy mareada, me dijo que no era nada, pero estoy seguro
de que Marina no se encuentra bien. Decidí confiar en ella y dejarla descansar en su
cama.

8º Capítulo
Marina y Germán han ido al hospital, entonces yo he estado en el internado, como un
día normal y aburrido. Doy un paseo por las calles que me lleva al cementerio de
Sarriá, donde al adéntrame, veo una figura portando una pala. Aquella figura de un
hombre se dispuso a cavar y desenterrar una tumba, tras hacerlo, con una palanca de
metal abrió el ataúd. Me asomé por curiosidad para ver cuál eran sus intenciones,
pude ver que el ataúd estaba vació, y la tumba era la que la señora de negro visitaba.
Un movimiento brusco mío, hizo que una roca se cayera en el hoyo que alertó mi
presencia a aquel hombre. El hombre me observaba con un revolver en la mano, corrí
desesperado hacía alguna salida, el cochero iba detrás de mí, cuando estaba a punto
de atraparme, llegué a esconderme dentro del maletero del vehículo donde aquel
cochero al no encontrarme decide ponerse en marcha.
El carruaje me condujo hasta el antiguo Teatro Real donde me dispuse a entrar, y
donde se podía ver todo en ruinas y unos buzones donde solo uno se puede distinguir
el nombre Luis Claret, el nombre del cochero de Kolvenik, según me había contado
Shelley. Vi un hombre caminando por el lugar, era Luis Claret, se dirigía a la casa Joan
Shelley con su revolver en mano. Subí hasta una cornisa que me dio acceso a una
ventana entreabierta, que me permitió ver a Joan Shelley donde lo vi por ultima vez, en
su sofá. Detrás de él, las puertas de su estudio se abrieron de golpe, apareció Claret
diciendo a Shelley que roto su juramento. Dijiste que habías destruido el ultimo frasco,
dijo Claret. Los dos se pusieron a hablar sobre algo terrible iba a suceder, no entendía a
que se debía. Claret estaba apuntando a Shelley con su revolver hasta que comprendió
que eso no iba a resolver nada. María entra al estudio al oír a alguien con su padre,
Shelley ordena a su hija a volver a la cama, que todo está en orden. Luego, cuando
Claret estaba a punto de irse Shelley le detiene, abre un armario con una llave que le
colgaba del pecho y del armario saca lo que me pareció ver, un estuche con balas
plateadas. Al recibirlas, Claret se va, yo me bajo de la ventana y le sigo, quería llamar a
Florián para avisarle, pero si lo hacía, perdería la pista de Claret.
9º Capítulo
Cuando Claret se había ido hasta a una alcantarilla y se había metido dentro, decidí
telefonear a Florián, entrando a un local que todavía no había abierto. Después de
insistir mucho al dueño, me deja llamar a Florián para explicarle todo. Me dijo que
esperara ahí sin hacer nada, cuando termino la llamada, salí rápido del local para que el
dueño no me cobrara la llamada.
De pronto, cuando veo una silueta Viena hacía mí pensando que era Florián, se me
revela que era María, estaba confuso y más cuando me murmura que me vaya.
Después de aquellas palabras, se precipitó por la alcantarilla, fui a revisar si se
encontraba dentro, no estaba, a pesar de las palabras de Florián, entro en la
alcantarilla. Al entrar a la alcantarilla, avancé hasta encontrar el álbum de fotos del
invernadero destrozado, prendo una cerilla, cuando decido recoger el álbum unas
criaturas se acercan como arañas hacía mí, al intentar escapar asustado, un destello fue
a las criaturas. Era Florián que disparo. Al estar a salvos recorremos la alcantarilla,
Florián me regaña por no hacerlo caso, pero luego simplemente hablamos sobre lo que
estaba pasando. Llegamos a una compuerta que da a un estudio, el taller de Kolvenik,
donde se podía observar muchos cuerpos inertes, incompletos, cadáveres.
Cuando una figura de ellas nos oye, se gira para mirarnos fijamente, salimos de ahí
asustados. Cuando pensamos que ya estábamos seguros, de repente me empiezan a
caer gotas rojas, sangre del techo. Florián pálido, dice que salga de aquí, ya, una figura
se abalanzó sobre él, yo salí corriendo, dejándolo atrás. Sonó un disparo, luego vi a
Florián salir despedido contra la pared, supuse que había muerto. Tras lo sucedido,
unas siluetas se acercan a mí, me atacan y pierdo el conocimiento, gracias a Dios
despierto vivo en casa de Marina.

10º Capítulo
Cuando desperté, le expliqué a Marina todo, luego le dije que teníamos que ver a Luis
Claret, ella se negó rotundamente, pero aceptó.
Al visitar a Claret, le agradecí por salvarme la vida, y él nos invitó a pasar, mientras
tanto nos contó como conoció a Kolvenik, el era solo un niño cuando Kolvenik le ayudo
compartiéndole comida, desde entonces Claret estuvo siempre con él.
Luego, Claret nos lleva al Teatro Real, en ruinas, donde ahí esperaba la dama de negro,
que se nos revela que era una mujer con la cara deforme, así es era Eva Irinova, en
carne y hueso.
Eva se dispone a contarnos toda la verdad sobre Kolvenik, nos cuenta que sus dos
representantes la maltrataban, y que Kolvenik quería salvarla, ella dijo que Kolvenik era
el hombre más maravilloso que había conocido, y a pesar de todo lo que no debería a
ver visto de él, lo vio, Eva seguía enamorada de Kolvenik.
Tras el accidente de la boda, pasaron muchos sucesos, relataba Eva, fue un infierno y
Kolvenik se corrompía cada vez más hasta que la locura lo consumió. Cuando ya nada
podía salir peor, aparecieron Sentis, y Sergei con Tatiana, y provocaron el incendio en la
mansión, como forma de venganza. Según Eva, ella sobrevivió gracias a Claret, pero
dejaron atrás a Kolvenik, quien, convertido en un monstruo, se abalanza sobre Sergei y
Tatiana para dejarlos en atrapados en el incendio, los cuerpos encontrados no eran de
Eva y Kolvenik, sino de Sergei y Tatiana.
Tiempo después, Shelley descubrió mediante los escritos de Kolvenik, que él había
creado un suero mediante la esencia de las mariposas negras que el poseía, un suero
que lo devolvería a la vida como una bestia.
Eva y Claret encontraron un día el cuerpo de Kolvenik en las alcantarillas, lo enterraron
en Sarriá. Él descansaba en paz, hasta que María Shelley, hizo que la historia se
repitiera. Claret visitó aquella tumba para saber si Kolvenik había revivido, y así era.
Ahora Kolvenik iba ir tras ellos, ya que Eva poseía el ultimo frasco con el suero.

11º Capítulo
Se podía escuchar como Kolvenik y sus secuaces se acercaban donde estábamos,
Marina y yo nos escapamos por una trampilla, mientras Claret trataba de hacer tiempo
con su revolver de balas de plata, cuando estábamos corriendo por la alcantarilla, el
cuerpo sin vida de Claret se presenta delante de nosotros, Kolvenik lo había matado.
Kolvenik capturó a Marina, yo les seguí con la pistola en mano, Eva provoco un
incendio en Teatro para que todo se destruyese. Cuando quise detenerla, un muñeco
se abalanza sobre mí, era María, cuando la recuerdo quien soy, se pone a llorar de
arrepentimiento y se tira al fuego. Arriba encontré a Eva, le ordené que me diera el
frasco, ella me dijo que dejase morir a Marina, pero yo la demostré cuanto significaba
ella para mí. Conmovida, Eva me da el frasco y se lleva el revolver que se me había
caído. Fui hasta Kolvenik, donde me amenazó que si no le daba el frasco iba a matar a
Marina, yo se lo tire al vacío donde aproveche para salvar a Marina.
Cuando parecía que nos iba a matar a los dos, aparece Eva con el revolver matando a
su marido, los últimos suyos lo pasa al lado de su marido, ardiendo en el fuego con él.

12º Capítulo
En los días siguiente, Marina me confesó que estaba muy enferma, que me mintió, que
se iba a morir. Pasé los últimos días que la quedaban a su lado, fuimos a su lugar
favorito, la playa, le hice la catedral que prometí y terminé la historia que prometí
terminar. Mi mundo se vino abajo cuando Marina se despidió de mi con abrazo que me
partió el alma, y días después muere.
Estaba muy feliz de haberla conocido, Germán me acompaño a la estación donde fue la
ultima que vez que lo vi. Después, desaparecí durante una semana hasta que un policía
me encontró y me preguntó si era Oscar Drai.

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