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Urb2B - 2023 - Dossier de Lecturas - Obligatorias y Complementarias

Este documento presenta un dossier de lecturas para apoyar la enseñanza del urbanismo en la FAUD UNC. Se divide en dos partes, la primera con 15 lecturas obligatorias para la evaluación teórica, y la segunda con lecturas organizadas en 7 ejes temáticos para apoyar los trabajos prácticos y la formación teórica. Cada eje incluye entre 3 y 5 lecturas sobre temas como enfoques urbanos, ambiente y ecología, paisaje, movilidad y transporte, urbanización, gestión urbana y proyecto de ciudad
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Urb2B - 2023 - Dossier de Lecturas - Obligatorias y Complementarias

Este documento presenta un dossier de lecturas para apoyar la enseñanza del urbanismo en la FAUD UNC. Se divide en dos partes, la primera con 15 lecturas obligatorias para la evaluación teórica, y la segunda con lecturas organizadas en 7 ejes temáticos para apoyar los trabajos prácticos y la formación teórica. Cada eje incluye entre 3 y 5 lecturas sobre temas como enfoques urbanos, ambiente y ecología, paisaje, movilidad y transporte, urbanización, gestión urbana y proyecto de ciudad
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Dossier de Lecturas

INSUMOS TEÓRICOS DE APOYO / 2023


FAUD UNC
Equipo de Cátedra 2023

Profesor Titular:
Dr. Arq. Fernando Díaz Terreno

Profesor Adjunto:
Mg. Arq. Román Caracciolo Vera

Profesores Asistentes:
Dra. Arq. Mariana Debat
Arq. María Elisa Pulido
Arq. Héctor Nazario Páez Ferreyra
El presente Dossier de Lecturas tiene por objetivo introducir al
estudiante en el conocimiento de ciertos autores y textos del
Urbanismo -clásicos y actuales-, así como proveer de insumos
teórico-conceptuales, tanto como apoyo a los Trabajos
Prácticos como para el coloquio de evaluación teórica.

El Dossier se organiza en dos partes:

La primera consiste en 15 lecturas de carácter general y


obligatorio que, junto con el texto del libro de cátedra,
constituyen el material que será objeto de la evaluación teórica.
La segunda parte se organiza por ejes temáticos que incluyen
diversas lecturas que pretenden servir de apoyo a la realización
del TP como para la formación de un conocimiento teórico que
todo buen arquitecto debería manejar.

Ejes temáticos.
 Eje 1. Enfoques
 Eje 2. Ambiente y Ecología
 Eje 3. Paisaje
 Eje 4. Movilidad y Transporte
 Eje 5. Urbanización
 Eje 6. Gestión urbana (apoyo al seminario de gestión)
 Eje 7. Proyecto de ciudad y espacio público
INDICE DE LECTURAS

OBLIGATORIAS….………………………………………………………………………………… .9

01_ASCHER, François (2005). Los nuevos principios del urbanismo. Madrid: Alianza. (Capítulo
3: La tercera revolución urbana moderna, pp. 55 a 69).

02_FONT, Antonio (2005). “Problemas urbanos y paradigmas disciplinares en los territorios


de la urbanística actual”. En FONT, A et al, edits. Los territorios del urbanista. Barcelona: UPC.

03_INDOVINA, Francesco (2009) “Ciudad difusa y archipiélago metropolitano”. En Ciudades-


Comunidades e Territórios. Lisboa. N°18, junio. (pp. 13-28)

04_SABATÉ, Joaquín; ESTEBAN, Juli (2016). “Una experiencia intensa y ambiciosa: proyectar
el territorio (Cataluña 2003-2010). En JANCHES, F., AMETTE, R., JAIMES, C., CORTI, M. (comp.).
Del conocimiento al desarrollo. Nuevos desafíos de la universidad en la gestión del desarrollo urbano
contemporáneo. EXTRACTO

05_JACOBS, Jane (2011). Muerte y vida de las grandes ciudades. Madrid: Entrelíneas. [1961]
(Capítulo 7: Los generadores de diversidad, pp. 175-183).

06_MARTÍNEZ TORO, Pedro Martín (2014). “La producción del espacio en la ciudad
latinoamericana. El modelo del impacto del capitalismo global en la metropolización”. En
Hallazgos. Bogotá, D. C.: Universidad Santo Tomás. Año 12, N.° 23. (pp. 212-229)

07_MC HARG, Ian. Proyectar con la naturaleza, GG, Barcelona, 2000 [1969]. (Capítulo 4: Un paso
adelante)

08_FOLCH, Ramón (2003). “Los conceptos socioecológicos de partida”. En FOLCH, R., coord.
El territorio como sistema. Conceptos y herramientas de ordenación. Barcelona: Diputación. (pp. 19
a 38).

09_FOLCH, Ramón (2011). "Territorio y paisaje en el ámbito mediterráneo". En Quaderns de la


mediterrània (Barcelona) Nº 16, pp. 213 a 217.

10_RUEDA PALENZUELA, Salvador (2011). “El urbanismo ecológico”. En Urban-e, Rrevista


digital - Territorio, Urbanismo, Sostenibilidad, Paisaje, Diseño Urbano. Madrid: Universidad
Politécnica de Madrid. Nº 002. EXTRACTO

11_CORBOZ, André (2004). “El territorio como palimpsesto”. En MARTÍN RAMOS, A. edit. Lo
urbano en 20 autores contemporáneos. Barcelona: UPC. [1983].

12_HERCE, Manuel (2009). Sobre la movilidad en la ciudad. Propuestas para recuperar un


derecho ciudadano. Barcelona: Reverté (Capítulo III: La planificación del transporte urbano:
enfoques conceptuales, pp. 51 a 64).

13_MIRALLES GUASCH. Carme. “Ciudad y transporte, una perspectiva desde la geografía”.


En Documentos Nº 2, IESA (Andalucía).

14_VALDIVIA, Blanca (2018). “Del urbanismo androcéntrico a la ciudad cuidadora”. En Hábitat


y Sociedad. Sevilla: Universidad de Sevilla. Nº 11, noviembre. (pp. 65-84)

15_SOLÀ-MORALES, Manuel (1987) “La segunda historia del proyecto urbano”. En Revista UR
(Barcelona, LUB, UPC) Nº 5.
POR EJES TEMÁTICOS

EJE TEMÁTICO 1. ENFOQUES …………………………………………………………………………184

16_SASSEN, Saskia (1999). “La ciudad global. Nueva York, Londres, Tokio”. Buenos Aires:
Eudeba.
(Capítulo 1: Introducción, pp. 29 a 42).

17_SABATÉ, Joaquín. “De la cartografía urbana al proyecto territorial”, en Revista Digital Café
de las Ciudades, Nº 93, Buenos Aires, 2010.

18_SABATÉ, Joaquín; PESOA MARCILLA, Melisa; y NOVICK, Alicia (2016). “Algunos retos en la
representación del territorio: el dibujo como instrumento interpretativo, narrativo y de
proyecto”. Revista Estudios del Hábitat (UNLP, La Plata), Vol 2, 1-18.

19_NEL·LO, Oriol (2019). “Los retos de la ciudad contemporánea”. En Actas del III Congreso
Internacional de Geografía Urbana (III CIGU). Buenos Aires: Universidad de Lujan. (pp. 1 a 10)

EJE TEMÁTICO 2. AMBIENTE Y ECOLOGÍA …………………………………………………….……252

20_GEDDES, Patrick (1968). “La sección del valle”. En LEWIS, D. La ciudad: problemas de diseño
y estructura. Barcelona: GG [1925]

21_MC HARG, Ian (2000). Proyectar con la naturaleza. Barcelona: Gustavo Gili (Capítulo: La
región metropolitana, pp. 153 a 161).

22_TARROJA, Alex (2006) “Transformaciones territoriales y valoración social del paisaje”. En


MATA, R.; TARROJA; R.; (coords.) El paisaje y la gestión del territorio. Criterios paisajísticos en la
ordenación del territorio y el urbanismo. Barcelona: Diputació.

23_NEL·LO, Oriol (2003). “Sostenibilidad, política y lugar”. En FONT, A. (coord.). Planeamiento


urbanístico. De la controversia a la renovación. Barcelona: Diputació.

EJE TEMÁTICO 3. PAISAJE …………………………………………………………..…………………291

24_DESVIGNE, Michel (2006) “El paisaje como condición previa”. En Revista Paisea (Barcelona)
Nº 23, pp. 8 a 17.

25_BATLLE, Enric (2008). “Los nuevos paisajes de la metrópoli”. En MADERUELO, J. (edir.)


Paisaje y territorio. Madrid: Abada Editores

26_SABATÉ, Joaquín (2008) “Paisajes culturales y proyecto territorial”. En NOGUÉ, J. (ed). El


paisaje en la cultura contemporánea, Madrid: Biblioteca Nueva.

27_MARTÍNEZ DE SAN VICENTE, Isabel (2010). “Los paisajes culturales en contextos


institucionales débiles”. En BERTUZZI, M. L. (comp.) Vivir en el paisaje. Reflexiones sobre la
problemática urbana de la costa. Santa Fe: UNL.

EJE TEMÁTICO 4. MOVILIDAD Y TRANSPORTE …………………………………..………….……345

28_HERCE, Manuel; MAGRINYÁ, Francesc. (2013) El espacio público de la movilidad urbana.


Buenos Aires: Editorial Café de las Ciudades (I. La calle y la movilidad).

29_HERCE, Manuel; MAGRINYÁ, Francesc. (2013) El espacio público de la movilidad urbana.


Buenos Aires: Editorial Café de las Ciudades (II. Funciones que solicitan el espacio público urbano).
EJE TEMÁTICO 5. URBANIZACIÓN ……………………………………………….…………..………366

30_SASSEN, Saskia (2015) Expulsiones. Brutalidad y complejidad en la economía global.


Buenos Aires: Katz (Introducción, pp 11 a 21 – Capítulo 1: Economía en contracción, expulsiones en
expansión, pp 23 a 94)

31_ESPAÑOL, Joaquín (2001). “Nuevas dinámicas del territorio”. En Eizaguirre, X. La


construcción del territorio disperso. Barcelona: UPC. [1997]

32_FISHMAN, Robert (2004). “Más allá del suburbio: el nacimiento del tecnoburbio”. En
MARTÍN RAMOS, A., edit. Lo urbano en 20 autores contemporáneos. Barcelona: UPC. [1987]

33_GARAY, Alfredo (2010). “La construcción de la disciplina urbanística y el desarrollo de las


áreas metropolitanas”.
En ABBA, A. P. Metrópolis argentinas. Agenda política, institucionalidad y gestión de las
aglomeraciones urbanas interjurisdiccionales. Buenos Aires: Café de las Ciudades.

34_CICCOLELLA, Pablo (2014). “Reestructuración económica, transformaciones territoriales


y metropolitanas”. En CICCOLELLA, P. Metrópolis latinoamericanas. Más allá de la globalización.
Buenos Aires: Editorial Café de las Ciudades.

EJE TEMÁTICO 6. GESTIÓN URBANA (Apoyo al Taller de gestión) ……………………………..464

35_BORJA, Jordi (2010). “Ciudades metropolitanas: una herencia en cuestión”. En ABBA, A. P.


Metrópolis argentinas. Agenda política, institucionalidad y gestión de las aglomeraciones urbanas
interjurisdiccionales. Buenos Aires: Café de las Ciudades.

36_CORTI, M. (2015). “Paso a paso de una intervención urbana”. En CORTI, M. La ciudad


posible. Guía para la actuación urbana. Buenos Aires: Editorial Café de las ciudades.

37_REESE, Eduardo (2011). “Instrumentos de gestión urbana, fortalecimiento del rol del
municipio y desarrollo con equidad”. En Revista Carajillo de las ciudades (UOC, Barcelona), Año
3, octubre. (http://cafedelasciudades.com.ar/carajillo/10_art4.htm)

EJE TEMÁTICO 7. PROYECTO DE CIUDAD Y ESPACIO PÚBLICO ……………..............………492

38_PORTAS, Nuno (2003). “El surgimiento del proyecto urbano”. En Perspectivas Urbanas
(Barcelona, UPC) Nº 3.

39_SERRA, Enric (1999). “Centro reinventados”. En SERRA, E.; ESPAÑOL, J.; QUINTANA, M.
(edits.) El centro reinventado. Exploraciones proyectuales para un nuevo centro urbano. Barcelona:
UPC.

40_FONT, Antonio (1999). “Proyectar el lugar”. En SERRA, E.; ESPAÑOL, J.; QUINTANA, M.
(edits.) El centro reinventado. Exploraciones proyectuales para un nuevo centro urbano. Barcelona:
UPC.

41_GANDELSONAS, Mario (2004). “La ciudad como objeto de la arquitectura”. En MARTÍN


RAMOS, A., edit. Lo urbano en 20 autores contemporáneos. Barcelona: UPC. [1999]
Lectura 1
ASCHER, François (2005)
Los nuevos principios del urbanismo
(Capítulo 3: La tercera revolución urbana moderna)
Lectura 2
FONT, Antonio (2005)
“Problemas urbanos y paradigmas disciplinares
en los territorios de la urbanística actual”
Lectura 3
INDOVINA, Francesco (2009)
Ciudad difusa y archipiélago metropolitano
Cidades- Comunidades e Territórios
Jun. 2009, n.0 18, pp. 13-28

Ciudad Difusa y Archipiélago Metropolitano

Francesco Indovina *

Resumo: O texto que aqui se publica constitui a Introdução e as Conclusões do livro publi­
cado pelo autor, Francesco lndovina (ed.) (2004), La Ciudad de Baja Densidad, editado pela
Deputació de Barcelona. A obra é constituída por um conjunto de materiais, aprofundados e
revistos, que foram apresentados num curso para quadros de administração e investigadores
em 2004 com o mesmo título. O curso foi dirigido por J ordi Bertran e Francesco lndovina.
Deste modo, é necessário situar o texto, que se apresenta sem modificações nem reelabo­
rações, no momento e no contexto em que foi produzido, permitindo igualmente que se com­
preendam algumas das referências nele contidas.

Palavras-chave: Urbanização difusa; Cidade de cidades; Arquipélago metropolitano.

Presentación: que tras ser presentado fue sometido a un deba­

Antes de la ciudad difusa te crítico. Del interés y riqueza de dicho material


da fe la presente publicación, que esperamos sea

El curso organizado por la Diputación de apreciada por los lectores.

Barcelona y coordinado por Jordi Bertran y por A continuación intentaremos esbozar el telón

mí mismo, La ciudad de baja densidad: lógicas, de fondo del fenómeno, una especie de esquema

gestión y contención, abordó un fenómeno de or­ dentro del que debería ser más fácil situar las dis­

ganización territorial cada vez más generalizado tintas cuestiones. Esbozar este marco de referen­

y que plantea importantes problemas de gestión. cia servirá asimismo para sacar a la luz algunas

Los materiales elaborados para dicho curso, que cuestiones teóricas y metodológicas, divergencias

aquí se publican, tenían que responder básica­ interpretativas y las que podríamos definir como

mente a la siguiente pregunta: cuál es el coste carencias disciplinarias. No haremos, pues, una

económico, social y medioambiental de esta nueva exposición sintética del material que contiene el

organización territorial, que definíamos - sin que volumen, sino que intentaremos ofrecer un cuadro

hubiera un consenso general entre los participan­ general que ay ude a entender mejor el fenómeno.

tes - como ciudad pero de baja densidad, es decir, El fenómeno sobre el que trató el curso re­

donde la haja densidad se conjugaba con el con­ sulta importante desde varios puntos de vista: su

cepto de ciudad. Había además que poner sobre la consistencia, sus motivaciones, sus consecuen­

mesa las "políticas de contención", cuestión ésta cias, su relación con la planificación, sus políti­

que revelaba que nos hallábamos ante una confi­ cas de control. Aspectos todos ellos importantes,

guración espacial que planteaba problemas y me­ pero la verdadera trascendencia del fenómeno
recía ser corregida mediante políticas específicas. radica en su impacto sobre la ciudad: la que,
El ámbito territorial de referencia fue preferente­ por tradición, se sigue considerando la "forma"
mente Espana y, sobre todo, Catalufia, pero en te­ ciudad objeto de conflicto en tanto en cuanto los
mas concretos se remitió también a casos de otros que durante mucho tiempo han sido considerados
países y regiones europeas. "fragmentos", improcedentes ocupaciones del te­
Para cumplir con las finalidades del curso, rritorio (del campo), han terminado por adquirir
se optó por encargar la preparación de un dossier una fisionomía urbana aun careciendo de todos los
sobre cada tema con abundante documentación, rasgos fisicos y morfológicos de la ciudad, es de-

'Istituto Universitario di Architettura Di Venezia.

0
Cidades • Comunidades e Territórios, n. 18, 2009, pp. 13- 28 13
CIDADES Comunidades e Territórios

cir, aun careciendo de intensidad, densidad y falta ferentemente, de ser edificada. A su vez,
de solución de continuidad. Por supuesto, ahora y la posibilidad de que una zona tenga pers-
siempre cada ciudad ha sido distinta de las otras: pectivas de utilizarse para la edificación
no es esta la cuestión, porque cada una dentro de puede determinar su pérdida de potencial
sus diferencias tenía en común con todas las de- agrícola (no se hacen inversiones, no se
más unos rasgos generales fisico-morfológicos y buscan productos que puedan aumentar
sobre todo un “limite”, y el fenómeno que aquí la rentabilidad, etc.). No estamos diciendo
nos incumbe rompe con esta tradición afirmando que dicha “espera” sea la causa de la ur-
al mismo tiempo un perfil urbano. Es algo que banización difusa, sino más bien que esta
altera materialmente la organización y el orden posibilidad ha facilitado el proceso;
espacial, da una configuración distinta a intereses • no se debe olvidar que los grandes pro-
y modelos de vida, obliga a enfocar de otra manera cesos migratorios, especialmente la emi-
la política territorial y afecta de lleno a la cultura gración interior, que han caracterizado a
urbanística. numerosos países europeos, sobre todo del
Es preciso puntualizar que el fenómeno ob- sur de Europa, han determinado una fuer-
jeto de nuestro interés, la creación de una condi- te presión sobre el mercado inmobiliario,
ción urbana distinta a la de la tradicional ciudad causa – entre otros aspectos – de la diná-
compacta, la que siempre hemos conocido, con- mica creciente de los precios de viviendas
cierne al escenario europeo, a sus grandes países, y terrenos, así como una apreciable densi-
y constituye una tendencia que se halla en un es- ficación y crecimiento de las ciudades;
tadio más o menos avanzado, que avanza a mayor • los asentamientos de cierta consistencia
o menor velocidad, en función de las condiciones fuera de la ciudad, caracterizados por la
específicas – de desarrollo y de tipo de desarrollo, baja densidad (un conjunto de casas uni-
entre otras – de cada país en concreto y de cada familiares con jardín, garaje, etc.), son el
una de sus regiones. La tendencia, en cualquier resultado de una promoción inmobiliaria
caso, está delineada, tal como lo ha documentado especulativa que, por un lado, aprovecha
la exposición Explosión de la Ciudad; tendencia, los bajos precios de los terrenos agríco-
debemos recalcar, que no puede asimilarse a otros las y, por otro, satisface y explota el de-
casos, aparentemente similares, como el de Nor- seo de las familias, por lo común de clase
teamérica, que ofrecen causas y resultados total- media-alta, de hacer realidad su ideal de
mente diferentes. vivienda: un chalé independiente, en me-
Para ir aclarando algunas de estas cuestio- dio de la naturaleza, con piscina, etc. (si
nes, será útil empezar por presentar y especificar bien después la realidad no se correspon-
el fenómeno, su evolución y por determinar las de con ese ideal). La “ciudad jardín”, ya
causas generales que pueden explicarlo. de por sí discutible, se transforma en el
El fenómeno de la urbanización del campo, asentamiento, aislado en el campo, de una
en esta segunda posguerra, se presenta poco ho- serie de casitas individuales poco distan-
mogéneo: distintos han sido a lo largo de los anos, tes entre sí, promocionadas con el slogan
los tipos de asentamientos, cuyas fases de desar- “a pocos minutos del centro de la ciudad”
rollo no han coincidido en los distintos países. Si (en coche, evidentemente), viaje que la
hacemos un desglose del fenómeno se pueden dis- congestión viaria convierte en cansancio,
tinguir por lo menos los siguientes aspectos: stress y tiempo;
• hay que vincular estrechamente la urba- • la diseminación de casas individuales en
nización del campo con la devaluación de el territorio es el resultado de dos fenó-
la actividad agrícola. Donde la actividad menos distintos pero convergentes. Por un
agrícola sigue produciendo un rendimien- lado, es consecuencia de la mejora de las
to, el campo, por decirlo así, resiste. Es la condiciones de vida de los miembros más
pérdida de rentabilidad lo que transforma jóvenes de las familias campesinas, que,
el territorio agrícola en una zona a la es- tras encontrar empleo en distintos sectores
pera de ser utilizada de otra forma y, pre- (industria, sobre todo) y ver aumentados

14
Ciudad Difusa y Archipiélago Metropolitano

sus recursos económicos levantan, en el alejarse, o por lo menos alejar la produc-


terreno propiedad de la familia (el viejo ción, elimina estos inconvenientes dando
campo en parte abandonado), una nueva a la vez la posibilidad de sacar partido del
vivienda, muy a menudo autoconstruida precio a menudo alto de las áreas aban-
con la ayuda de parientes y amigos. Por donadas. Además, ¿por qué no decirlo?,
otro lado, familias cansadas de vivir en la la diseminación por el territorio ofrece la
ciudad concentrada y reacias a abrazar las ventaja adicional de “menores controles”
ofertas de los grandes asentamientos es- (por ejemplo medioambientales);
peculativos, entre otras cosas por dispo- • el desarrollo de la pequeña y mediana em-
ner de recursos económicos insuficientes, presa, fruto tanto del uso inteligente de
se hacen empresarios autónomos y cons- nuevas tecnologías como de una notable
truyen en el campo, allí donde resulta po- capacidad empresarial (a menudo de la
sible. unión de ambos), junto con la difusión
de los «distritos industriales», constitu-
En definitiva, éste es el circuito: desarrollo ye una de las principales novedades del
económico (industrial) de la ciudad, emigración desarrollo productivo de la posguerra. La
del campo a la ciudad, crecimiento de la densi- pequeña y mediana empresa, con frecuen-
dad, aumento de los precios inmobiliarios y pre- cia ensalzada como el standard de dimen-
disposición, por decirlo así, del campo a dejarse siones ideales para el desarrollo futuro, o
urbanizar, constituyen los ingredientes que dieron bien vituperada por su escasa capacidad
inicio a una transformación del territorio que ya no de investigación y de medirse con los nue-
se ha detenido. Pero son otros, y no menos podero- vos fenómenos del mercado internacional,
sos, los factores que han acentuado este proceso. constituye uno de los «sujetos» que en
De forma sucinta los podemos resumir en: mayor grado han tendido a ocupar el terri-
• el éxito de la ciudad (concentrada), es de- torio extra-urbano. La explicación reside
cir, su desarrollo produce un incremento en varios factores, que van desde el bajo
de la renta y por consiguiente un aumento coste de los terrenos hasta el origen no
en el coste de la vida La ciudad (concen- urbano de muchos de estos empresarios,
trada) es cada vez más incompatible con desde la evolución que han sufrido las
las actividades económicas que tienen actividades de trabajo a domicilio locali-
bajo añadido y con las familias de renta zadas principalmente en el campo hasta
baja o media-baja. Unas y otras son em- la utilización de edificios de uso agrícola
pujadas a marcharse, la situación las lleva como primer asentamiento, etc. Sea cual
a buscarse una colocación diferente en el fuere la motivación, el dato que importa,
espacio; es su destacada presencia dentro del cam-
• el efecto de la tecnología sobre las activi- po urbanizado;
dades productiva que genera la desarticu- • los nuevos estilos de vida, el incremento
lación de la producción en unidades más del tiempo disponible, el incremento del
pequeñas y separadas pero integradas en bienestar, una motorización enormemen-
un único proceso productivo, la posibili- te extendida, etc., determinan, como he-
dad de controlar y gestionar la producción mos dicho, la realización del deseo de un
a distancia y la facilidad para externalizar nuevo modelo de vivienda (la casa unifa-
segmentos de producción y de servicios, miliar), pero también determinan nuevas
ha reducido considerablemente el valor demandas de servicios;
positivo y el interés por la aglomeración. • la demanda de más y nuevos servicios se
Estar en la ciudad termina por dejar de presenta amplia en su magnitud y articu-
ser una ventaja para convertirse en un in- lación (comerciales, de ocio, vida social,
conveniente (mayores costes, congestión, deportes, espectáculos, etc.) pero dispersa
retrasos, posibles dificultades para am- sobre el territorio, de modo que no sería
pliar las instalaciones, etc); en cambio, posible satisfacerla sin la alta motorización

15
CIDADES Comunidades e Territórios

y la propensión a la movilidad de familias forma totalmente indebida, se viene llamando ciu-


e individuos. Precisamente para respon- dad difusa a todo tipo de urbanización del campo
der a estas nuevas demandas el territorio de dimensión consistente. Reiteradamente ha sido
se equipa cada vez más con complejos preciso aclarar que la dimensión de la difusión no
de servicios integrados: hipermercados tiene nada de calificación de ciudad. La ciudad
junto a centros comerciales y grandes difusa, fórmula que como es obvio constituye una
tiendas especializadas, cines multisala contradicción en términos, se da cuando una de-
junto a pizzerías y salas de juegos, bole- terminada y amplia porción de territorio urbaniza-
ras junto a discotecas y gimnasios, etc. La do ofrece gran abundancia y variedad de funcio-
ubicación de dichos complejos obedece nes, caracterizándose por un amplia dotación de
a una estrategia de accesibilidad: lo que servicios pese a que estén esparcidos por el terri-
importa no es que estén cerca del cliente torio, y cuando – éste es el principal requisito – es
– algo por lo demás imposible –, sino que utilizada por la población allí asentada como si de
se pueda llegar a ellos con facilidad. Estos una ciudad se tratara. Es la característica de los
episodios constructivos, con los amplios equipamientos y de su uso lo que justifica dicha
espacios para aparcar que las acompañan, denominación.
dibujan un paisaje nuevo; Con este breve paréntesis pretendemos asi-
• observando la transformación del territorio mismo combatir el uso igualmente desviado que se
no se puede evitar la alusión a los procesos hace de la locución ciudad de baja densidad con
de fuerte especialización con fines recrea- referencia a todo asentamiento caracterizado por
tivos de la costa y en parte de la montaña. una baja densidad. La ciudad de baja densidad tie-
ne que ser a la vez ciudad y caracterizarse por ser
En definitiva, tensiones, oportunidades, de- de baja densidad; se define por la presencia de la
mandas, ocasiones y necesidades han provocado complejidad urbana (funciones y equipamientos)
una profunda transformación del territorio, tanto en un área extensa y por un uso urbano de dicha
del que se halla bajo el dominio de una gran ciu- área por parte de los ciudadanos. En el resto de
dad – un área metropolitana, para entendernos – casos tenemos distintos niveles de urbanización.
como de aquellos con poca o ninguna supeditación Podríamos afirmar que ciudad de baja densidad y
a la metrópoli. ciudad difusa vienen a ser las fórmulas utilizadas
La simple polaridad ciudad-campo, vigente en dos lenguas distintas para nombrar un mismo
hasta el término de la Segunda Guerra Mundial, fenómeno, si bien una tiende a destacar un ele-
es hoy sustituida por una variedad de escenarios mento propio de la arquitectura y la construcción,
que reciben distintas denominaciones, pero que la baja densidad, y la otra un elemento relativo a la
podemos resumir en: campo, campo urbanizado, organización de lo espacio, la difusión.
urbanización difusa, ciudad, metrópoli. Cada uno El escollo metodólogico radica precisamente
de estos escenarios se caracteriza por una mayor o en el hecho de que no toda la cultura urbanística,
menor urbanización, por la mayor o menor presen- la que se ocupa de la ciudad y el territorio a dis-
cia – podríamos decir – de “objetos”, por tener un tintos niveles, considera que pueda atribuirse al
funcionamiento propio, por proyectar una imagen fenómeno, del que aquí tratamos, el rango de ciu-
propia. Una variedad de escenarios que por un dad, mientras que hay quien, aun reconociéndole
lado enriquece las experiencias individuales, pero por lo menos en parte tal rango, considera que el
por otro provoca impactos no siempre positivos so- fenómeno es errado y se debe corregir volviendo a
bre el medio ambiente, sobre el paisaje, sobre la meter la ciudad dentro de las murallas. El punto
organización de los servicios, sobre la funcionali- de vista predominante en estas actitudes es, por
dad de la administración. un lado, “morfológico”, y hace referencia, por otro
En este punto de nuestra descripción del lado, a la “intensidad de la vida urbana”, a la vita-
telón de fondo, tropezamos con el primer escollo lidad de sus calles y plazas, a lo imprevisible, etc.,
metodológico: ¿cómo identificamos o a cuál de los elementos que remiten a experiencias del pasado
posibles escenarios urbanísticos llamamos ciudad ya inexistentes, o que existen de otra manera, en
de baja densidad? Desde la década de 1990, y de la ciudad concentrada de hoy en día. Tales puntos

16
Ciudad Difusa y Archipiélago Metropolitano

de vista plantean unos problemas que tienen re- El primero de los posicionamientos considera
levancia únicamente si pueden revelarse operati- el caso de la urbanización que – para simplificar
vos en el marco de las transformaciones que están – llamamos “difusa”, un fenómeno que hay que
en curso. Ciudad y territorio están y han estado extirpar, pues ve en él una negación de la ciudad
en continua y permanente transformación, y con y, no cree lícito un asentamiento difuso en el terri-
esa transformación habrá que medirse para corre- torio que no esté asociado a la actividad agrícola.
gir, mejorar, dar calidad. La solución al problema consiste en volver a meter
El proceso que estamos analizando tiende la ciudad dentro de las murallas, lo que se consi-
a afianzar una demanda de ciudad (si bien, por gue con varios medios: vínculos y prohibiciones;
decirlo así, “fuera de las murallas”) en un ámbi- creando “nuevas ciudades”; mejorando, evidente-
to territorial. No se trata de un rechazo ni de una mente, las condiciones de la vida urbana. A quie-
tendencia anti-urbana: esta nueva demanda de nes defienden este planteamiento se les escapan
ciudad más bien hace frente, en el plano de las – o cuando menos así lo parece – las motivaciones
vivencias individuales, a la fragmentación, que sociales, económicos y culturales que generan el
ha sido facilitada por las posibilidades surgidas fenómeno, o en todo caso tales motivaciones no les
con el aumento de la movilidad y ha venido de- parecen muy relevantes ni, por consiguiente, sus-
terminada por las modificaciones de los procesos ceptibles de algún tipo de modificación.
productivos, por las innovaciones tecnológicas y Según el segundo posicionamiento, la reali-
los cambios en los estilos de vida. Pero a dicha dad es que resulta imposible poner freno alguno
demanda hay que dar respuestas que estén a la a esta dinámica: se da por hecho, en cierto modo,
altura de la situación. que el “mercado” esta destinado a ganar, asumién-
Esta situación que genera un nuevo escollo, dose la inexorabilidad de la transferencia a nues-
– digámoslo así – disciplinario: la ciudad difusa; tros países de modelos pertenecientes a otras cul-
esta fórmula que en cierto modo constituye un oxí- turas urbanas caracterizadas, precisamente, por
moron, desde un punto de vista disciplinario no la difusión. Son imputables a este planteamiento
es algo comprensible, no pertenece a las “figu- la falta de una interpretación original del fenóme-
ras” que la disciplina se ha dado como modelos, no y la no diferenciación incluso terminológica
no existen instrumentos de estudio que permitan entre situaciones diferentes, diferentes en la sus-
explorarla e interpretarla. En definitiva, el fenó- tancia y en la motivación, como ocurre cuando la
“difusión” europea es asimilada al sprawl norte-
meno concreto plantea la necesidad de revisiones
americano. A partir de aquí, dentro de este marco,
disciplinarias, a no ser que se comparta la opinión se plantea el problema, por un lado, de limitar los
de que, si la realidad no se ajusta a la teoría, la daños y, por otro, precisamente para evitar los da-
primera está equivocada o no existe. ños, de ayudar al fenómeno (por ejemplo con las
Partiendo de esta problemática, es posible oportunas infraestructuras).
distinguir por lo menos tres posiciones que son a Finalmente, una última línea de opinión, por
la vez teóricas y operativas, y que coinciden las una parte, considera las motivaciones “fuertes”
tres, en que abusar del territorio debe considerar- de dicho proceso no sólo relevantes, sino causa y
se algo negativo, porque da lugar a fenómenos de efecto de las cambiadas condiciones económicas,
degradación y no permite un uso sostenible del tecnológicas y culturales; por otra parte, ve con
mismo. A continuación procuraremos delinear el interés la creación auto-organizada de una “con-
dición urbana” y la asume como expresión de una
perfil de estas distintas posiciones. Evidentemen-
demanda de ciudad. De tales consideraciones de-
te, la exposición de tales planteamientos no podrá riva un planteamiento de corrección: merecería la
ser sino muy esquemática y sumaria, sin que deba pena trabajar para dar cada vez más calidad a estos
descartarse la posibilidad de distinguir otras va- asentamientos, activando una política de densifi-
rias posiciones que ocuparían lugares intermedios cación, corrigiendo los fallos, imponiendo reglas
entre las aquí establecidas. Habida cuenta de la y tendiendo a hacer de la ciudad de baja densi-
finalidad de estas páginas introductorias creemos dad, con mayor determinación si cabe, una ciu-
poder permitirnos, en cualquier caso, la esquema- dad que responda a las novedades pero no acepte
tización. pasivamente sus consecuencias. En especial esta

17
CIDADES Comunidades e Territórios

posición estima necesario pasar de la ciudad auto- ciudad acarrea costes muy elevados, tanto indivi-
organizada a una ciudad determinada por una vo- duales como sociales. Y, por ultimo, resulta menos
luntad colectiva, que cuide del interés general y sostenible que la ciudad concentrada.
sea gestionada con respetabilidad política. Mirando las cosas desde el punto de vista de
Los tres verbos que hemos utilizado, extirpar, los individuos, se puede afirmar que la huida, por
ayudar y corregir, bien pueden expresar de forma motivos económicos, medioambientales, sociales
sintética, aunque esquematizada, la esencia de las y psicológicos, de la insostenibilidad de la con-
tres posiciones. dición urbana concentrada hacia un escenario de
La que nosotros defendemos con convicción campo urbanizado no soluciona el problema por-
es la tercera. Habida cuenta de la necesidad de ciu- que emergen nuevas situaciones negativas: movi-
dad que ponen de relieve estos fenómenos, como lidad en aumento, aislamiento, falta de servicios,
la afirmación, en las condiciones actuales, de la etc. Precisamente para resolver en parte algunos
dialéctica entre “individuo” y “sociedad” que ha de estos aspectos la auto-organización tiende ha-
encontrado su máxima expresión en la condición cia la ciudad difusa. Querer aumentar los rasgos
urbana, resulta necesario satisfacer dicha nece- urbanos de la ciudad difusa debería constituir hoy
sidad tomando en consideración los peculiares el compromiso del urbanismo, lo que implica mo-
escenarios que se han creado en estos territorios. dificar el procedimiento analítico y la interpreta-
Repárese en el hecho de que, si la fragmentación, ción de los fenómenos, dar sentido a una nueva
y por lo tanto la dispersión urbana, implica una condición urbana.
afirmación de individualismo (a menudo exaspe- En los territorios difusos, incluida la ciudad
rado), la necesidad de ciudad y la creación, en de baja densidad, lo costes medioambientales en
muchos aspectos auto-organizada, de condiciones términos de consumo de suelo y energía, conta-
y funcionalidad urbanas, puede interpretarle como minación, etc., son superiores a los de la ciudad
la expresión de una necesidad (implícita y puede concentrada, del mismo modo que los costes que
que incluso inconsciente) de sociedad. las administraciones públicas deben soportar para
Es preciso destacar cómo, en efecto, los pro- ofrecer a estos asentamientos los servicios colecti-
cesos de los que estamos hablando son preferen- vos mínimos resultan hasta cuatro veces superio-
temente el resultado de actividades de auto-orga- res a los consumos y costes correspondientes de
nización, en el sentido de que no obedecen a un la ciudad concentrada. Eso sin contar con que el
diseño global, no persiguen ninguna función u ob- ámbito difuso propicia estilos de vida disipados
jetivo general, sino que responden a opciones in- (basta pensar en el consumo de agua netamente
dividuales, generadas por las propias necesidades superior, en proporción de 3 a 1). Estos aspectos
y por la interacción independiente entre las opcio- están bien documentados y analizados en los textos
nes de los sujetos individuales. No es la ejecución editados dentro del presente volumen.
de un proyecto común, sino más bien el afirmar Estas consideraciones llevarían, casi natu-
de intereses individuales. Cuestión ésta que trae ralmente a afirmar la oportunidad de un retorno
a colación un tercer escollo: que se implanto la a la ciudad concentrada. Solución tan obvia como
condición urbana sin un diseño común y de con- difícil y probablemente negativa. En cuanto a la
junto, por un lado, resulta contradictorio (la ciu- obviedad no hay más que añadir: la ciudad difusa
dad, desde siempre, es el resultado, más o meno no ofrece del todo las peculiares condiciones ur-
satisfactorio, de un diseño) y, por otro, demuestra banas, es disipadora e insostenible. En cuanto a la
que la necesidad de ciudad es tan fuerte que se da dificultad, un proyecto que pretenda volver a me-
de algún modo por satisfecha incluso con el des- terlo todo “dentro de las murallas” no encara los
orden de la auto-organización. Este fenómeno no fenómenos y las fuerzas que han determinado la
está desprovisto de consecuencias: ante todo, lo difusión: modificación de las fuerzas productivas,
que está muy claro es que la condición y funciona- implantación de nuevos medios y posibilidades
lidad urbana que se lleva a cabo es parcial y cu- tecnológicas, una nueva estructura de los costes
bre principalmente las funciones que pueden ser de producción y, no menos relevante, los cambios
puestas en marcha por los particulares. Es como si de los estilos de vida. (Véase lo que los materiales
la ciudad estuviera manca. Además, el uso de esta documentan sobre la producción de tipologías de

18
Ciudad Difusa y Archipiélago Metropolitano

baja densidad). Se trata de factores que se hallan en curso y proponer una solución donde pueda
muy condicionados entre sí y modifican a su vez hacer factible, justamente, un objetivo de mejor
las condiciones organizativas de los individuos y habitabilidad. Los puntos de partida sobre los que
de la sociedad. La solución resulta además nega- no se puede dejar de estar de acuerdo son por lo
tiva porque somete a una coerción voluntarista un menos dos, y sobre ellos vale la pena que nos de-
complejo proceso material y una articulada volun- tengamos brevemente.
tad individual, con resultados seguramente distin- El primero establece que, como ya hemos
tos a lo esperados. No se trata de abandonarse a argumentado en la Introducción, los fenómenos
la inexorabilidad de los acontecimientos, sino más de difusión o explosión urbana que se están pro-
bien de incidir sobre ellos de un modo que se re- duciendo no conllevan una aversión o rechazo de
vele eficaz. la condición urbana, sino más bien la materializa-
Resultan evidentes dos cosas: por un lado, la ción de una ciudad distinta que procura conservar
modalidad organizativa de la urbanización difusa de la tradicional la vida social y de relación, la
no parece aceptable, pues presenta, como se ha multiplicidad de estímulos y la riqueza cultural,
dicho, aspectos negativos en distintos ámbitos, si pero no la estructura física. No un movimiento
bien responde a exigencias y condiciones específi- antiurbano, sino la demanda de una necesidad
cas tanto en el ámbito de los procesos económicos de más ciudad y de otro tipo de ciudad. A esta
como en el de los estilos de vida, por otro lado, es- necesidad dan una respuesta parcial los procesos
tos fenómenos deben afrontarse, no pueden ser ni de auto-organización, que erigen una ciudad man-
borrados, ni conjurados. El reto que la disciplina, ca, con una parte «privada» híper desarrollada y
por una parte, y la administraciones públicas, por una parte «pública» llena de carencias o, en algún
otra, tienen ante si es el de ofrecer condiciones caso, ausente. Son precisamente estas carencias
y funcionalidad urbanas, es decir, ciudad, dentro en la parte pública, sea en su vertiente activa de
de las nuevas condiciones y sin dejar de tener en creación de servicios, espacios e infraestructuras,
cuenta las tendencias en curso. sea en su vertiente más administrativa, de control
Afrontar con éxito este reto significa no solo y regulación, sea en su vertiente proyectual y po-
responder positivamente a la demanda de ciudad lítica de planificación y ayuda a la construcción
que los individuos, necesitados de ciudad, expre- de un futuro mejor, que determina el manifestarse
san (las formas de la ciudad difusa son una res- de todos aquellos perjuicios a los que hemos hecho
puesta auto-organizada), sino también crear con- referencia y que documentan las páginas anterio-
diciones favorables al crecimiento económico, la res, y las que frustran – esto es lo principal – la
equidad social y el desarrollo cultural. realización de aquella necesidad de ciudad que
expresan los procesos de auto-organización.
El segundo punto sobre el que hay que es-
Conclusión: Después de la ciudad de tar de acuerdo es que las tendencias económicas
baja densidad y sociales que subyacen a la difusión no se han
atenuado sino, al contrario, se han acentuado. El
En la Introducción del presente volumen he- desarrollo de la tecnología y los procesos de mun-
mos expuesto las condiciones y causas principales dialización provocan una continua reestructura-
que han determinado la tendencia a la difusión; ción de las actividades productivas, las grandes
los textos siguientes han ilustrado las conse- ciudades se hacen cada vez más caras, los estilos
cuencias de la urbanización difusa, los aspectos de vida cambian y los nuevos – los que subyacen a
negativos relativos al medio ambiente, los costes la difusión – se consolidan. La aglomeración pier-
sociales, la movilidad, etc. En esta Conclusión de cada vez más fuerza, las jerarquías territoriales
queremos intentar responder a estas dos pregun- se debilitan.
tas: ¿qué puede venir después?, ¿cómo alcanzar Pero no todo es como antes; hay algo que cam-
objetivos encaminados a una mejor habitabili- bia: no sólo las tendencias del pasado se acentúan,
dad? Al intentar responder a estos interrogantes, sino que se manifiesta algún fenómeno nuevo y la
evidentemente, no pretendemos leer el futuro en misma demanda de ciudad da pie a algunas mo-
una bola de cristal, sino explorar las tendencias dificaciones en los procesos de auto-organización

19
CIDADES Comunidades e Territórios

– fenómenos y modificaciones que revisten gran la que ha sido definida como tendencia a la metro-
interés, entre otras cosas, por las perspectivas en polización: lo “nuevo” a que nos referíamos ante-
principio positivas que generar. riormente.
Determinados estudiosos sostienen que las En general es posible distinguir en el fe-
tendencias en curso, las preferencias de los indi- nómeno metropolitano un aspecto cuantitativo y
viduos y las familias empujan hacia una estructura uno cualitativo El primero es fácil de definir: una
territorial basada en el policentrismo; las “grandes relevante masa de personal y de actividades eco-
ciudades” ya no representan ni un polo de atrac- nómicas y de servicios sita en un único territorio
ción, ni de desarrollo, ni de eficacia; la estructura fuertemente jerarquizado. El aspecto cualitativo
territorial evoluciona, en cierto modo espontánea- resulta más complejo, simplificando un poco, se
mente, hacia una multiplicidad de ciudades de puede afirmar que la cantidad, en este caso, gene-
tamaño medio. Situación juzgada positiva, que ra la calidad: en efecto, los servicios específicos
bastaría con secundar mediante las políticas opor- (públicos y privados, destinados a las familias y
tunas. La objeción que se puede formular a esta te- a las empresas), para ser proporcionados conve-
sis concierne precisamente a la interpretación de niente y eficazmente requieren una demanda de
las tendencias actuales; en concreto, por decirlo unas dimensiones que sólo la “masa” metropoli-
de forma muy sintética, no parece que las grandes tana puede garantizar. Pero no es sólo eso: los ser-
ciudades hayan perdido su papel: éste sin duda ha vicios fuertemente especializados (no destinados
cambiado, pero la idea según la cual se está pa- a la masa) necesitan también unas dimensiones
sando de un territorio fuertemente jerarquizado a metropolitanas dentro de las que les sea posible
un territorio de ciudades medianas sin jerarquías encontrar su segmento (cuantitativamente modes-
no parece ajustarse a la realidad. to) de demanda.
En la fase actual de desarrollo del mercado En definitiva, un escenario metropolitano
mundial, alcanzar una posición económica signifi- posee tanto cantidad como calidad, además de
cativa sólo es posible, al parecer, a partir de una aglomeración y concentración. Esta estructura
“masa critica” mínima; el proceso de difusión se fuertemente jerarquizada y sujeta a un rígido en-
está modificando, pero sólo en parte, en la direc- tramado de relaciones funcionales ha sido rota por
ción señalada por una hipótesis policéntrica. En los procesos de difusión, analizados en la Intro-
efecto, el policentrismo se caracteriza fundamen- ducción, pero con ello ha surgido el riesgo por un
talmente, por la autonomía de cada centro, mien- lado, de “perder” las funciones metropolitanas y,
tras que las nuevas condiciones, en cambio, llevan por otro, para los escenarios de fuerte difusión, de
hacia procesos de integración difusa (procesos de no adquirir nunca funciones metropolitanas. Estos
integración que no precisan de proximidad). dos peligros parecen exorcizados del proceso de
Además, a menudo parece que no reflexio- metropolización del territorio.
na en que individuos y familias, empresas y ac- Estos procesos tienen su origen en estructu-
tividades económicas expresan cada vez más una ras territoriales de “área metropolitana”, que en
demanda de servicios de nivel metropolitano, que parte se desarticulan mediante una reducción de
para ser implantados y progresivamente diferen- las jerarquías. En otros casos, encierra un intento
ciados, dadas las demandas cada vez más especí- por romper con la situación de escenarios pobres
ficas, requieren un potencial de usuarios (o clien- en equipamientos, fragmentados o incluso policén-
tes, según los casos) de dimensión (cuantitativa) tricos, es decir por romper con la apariencia mo-
metropolitana. derada (no sólo en sentido político, sino también
Añádase a esto que las ciudades medianas cultural, social y económico). La metropolización
aparecen cada vez más como realidades organiza- del territorio se presenta como un factor de creci-
tivas de la vida urbana que reproducen muchos de miento, una respuesta a los estímulos que ofrecen
los defectos de las grandes ciudades sin presentar las nuevas tecnologías, una adecuación a las con-
sus ventajas; a la vez que presentan algunos de diciones económicas determinadas por la amplia-
los defectos de toda comunidad pequeña sin las ción de los mercados, una búsqueda de soluciones
virtudes correspondientes. No es casual, pues, que para las nuevas y más conscientes exigencias de-
los procesos de auto-organización apunten hacia terminadas por los cambios en los estilos de vida,

20
Ciudad Difusa y Archipiélago Metropolitano

así como por nuevas demandas culturales (en el localizarse en ciudades, de menor tamaño que las
sentido lato). de origen, pero ciudades, como si expresaran una
Para describir sintéticamente el proceso de necesidad de localización urbana. Se mueven en
metropolización hay que empezar por subrayar la esta dirección, por ejemplo, los institutos de for-
relevancia menor de la aglomeración y, por con- mación superior, las sedes de los grandes bancos o
siguiente, de la concentración. Hemos observado, compañías de seguros, los grandes hospitales, las
en la Introducción, cómo en el paso de la urbani- propias oficinas administrativas, los centros de in-
zación difusa a la ciudad difusa ha sido determi- vestigación, etc. Obviamente, no estamos diciendo
nante la localización en el territorio de funciones que todos los polos de excelencia y centros de go-
urbanas comerciales (centros comerciales, pero bierno se trasladen, pero sin duda no son ni po-
no únicamente éstos), recreativas (las multi-salas, cos, ni poco significativos aquellos que lo hacen.
por ejemplo), deportivas (gimnasios, boleras y si- Tampoco aquí las experiencias que se registran en
milares) etc., cada una de ellas integrada con otros los distintos países son homogéneas, pero no cabe
servicios (bares, restaurantes etc.) Según lo dicho duda de que la tendencia exista.
anteriormente esta localización (caracterizada por Se trata de un hecho muy importante desde
la difusión en el territorio y por la elección de varios puntos de vista: modifica las jerarquías, or-
áreas de asentamiento de máxima accesibilidad) ganiza el territorio en la dirección de un policen-
constituye, de hecho, el primer núcleo del proceso trismo integrado, modifica los flujos de movilidad,
de metropolización, en la medida en que aparecen enriquece el territorio con funciones metropolita-
como los primeros elementos que responden a una nas cada vez mayores.
demanda cuantitativa. La metropolización (una tendencia que se
Aun así, las nuevas localizaciones de los ser- manifiesta con velocidades e intensidades dis-
vicios mencionados no resultan suficientes para tintas en cada contexto) da lugar, más que a un
determinar el proceso de metropolización (sin duda nuevo territorio, a una nueva “metrópolis”, quizá
así marcan el paso de la urbanización difusa a la el modelo de la ciudad futura, que queda bien re-
ciudad difusa). Es preciso observar otro fenóme- presentado por la imagen del archipiélago metro-
no. En la fase conocida como de la ciudad difusa, politano.
mientras que los servicios banales, los que acaba- Las islas de este archipiélago, cada una de
mos de enumerar, se difundían por el territorio, los las cuales posee su características propias y po-
servicios de “gobierno” (político, administrativo, dríamos decir que su propia personalidad, consti-
económico, de las comunicaciones, etc.), junto con tuyen en su conjunto una unidad determinada no
los polos de excelencia (de la investigación, de la ya por una “descripción geográfica”, sino más bien
formación, etc.), permanecían concentrados en las por sus relaciones recíprocas (históricas y geológicas,
mayores o principales ciudades. Se puede obser- naturales y medioambientales, pero también fun-
var ahora como, en consecuencia, por un lado, de cionales, económicas y sociales). En el archipié-
la propia difusión y, por otro, de la subida de pre- lago metropolitano cada una de las unidades (que
cios en la gran ciudad concentrada, también estos alternativamente pueden estar constituidas por
últimos servicios tienden a trasladarse fuera de las ciudades, pueblos, núcleos, polos especializados,
grandes ciudades. etc.) presenta unos rasgos propios, cuya valencia
Se advierte, sin embargo, una diferencia social y operatividad están estrechamente ligadas
fundamental, diferencia que para el tema que nos a las relaciones que mantiene con todas las demás
ocupa reviste cierta importancia. Mientras que los unidades. A la nueva estructura territorial se la co-
llamados “servicios banales” localizados en el noce también con el apelativo de “ciudad de ciu-
territorio tienden a crear un simulacro de ciudad dades”, concepto que puede identificarse con el
(baste el ejemplo de los centros comerciales, que de archipiélago metropolitano: pero si esta última
en su arquitectura, en su organización de los espa- denominación subraya la dimensión metropolita-
cio comunes, en la misma toponimia de sus “pla- na, la primera exalta la relación entre ciudades.
zas” y “calles”, etc. procuran aludir a la ciudad) Emerge una tendencia que se puede definir
por lo general los polos de excelencia y las funcio- como especia1ización territorialmente articulada:
nes de gobierno tienen propensión, en cambio, a el territorio se organiza a través de “micro” po-

21
CIDADES Comunidades e Territórios

los especializados (por ejemplo, en comercio, en especialización articulada, multipolaridad de la


tiempo libre, en sanidad, en enseñanza superior, exce1encia, integración, cada uno de los cuales
etc.), cuyo disfrute no es “local” (de la población varía y ofrece particularidades propias en función
que vive en el espacio inmediatamente circundan- del contexto específico y del escenario territorial
te), sino territorial, es decir, de “área extensa”. de origen.
Cada uno de los “micro” polos sirve a la pobla- Se pone así de manifiesto lo que constituye
ción de todo ese territorio. Obsérvese, pues, que un importante cambio estructural en la organiza-
la jerarquización del territorio metropolitano o los ción del espacio: ya no es la ciudad concentrada el
territorios de urbanización difusa convergen hacia polo de atracción, sino que es más bien el territo-
una polaridad multiplicada, que por un lado debi- rio el que lo contiene todo. En su interior conviven
lita las jerarquías y por otro integra los territorios. varias formas de asentamiento: ciudades concen-
Relaciones estrechamente funcionales o preferen- tradas de medio y gran tamaño; centros urbanos de
ciales terminan extendiendo por el territorio una pequeño tamaño; urbanizaciones residenciales sin
espesa trama de conexiones. centro; viviendas diseminadas y aisladas; zonas
A este proceso contribuyen de forma rele- de asentamientos productivos; fábricas y labora-
vante las redes informáticas: en cierto sentido, torios aislados y dispersos; distritos productivos;
esta infraestructura tiene más relevancia para el grandes instalaciones para servicios; polos para la
archipiélago metropolitano que a nivel mundial “diversión” y el tiempo libre; polos de excelencia;
(las famosas “redes mundiales de ciudades”). En centros de logística; almacenes, etc.; todo ello in-
el archipiélago metropolitano cada una de las fun- tegrado en áreas de la funcionalidad y del uso que
ciones repartidas por el territorio y cada una de las le dan los habitantes.
ciudades y núcleos de población logran desempe- Relevantes los flujos de movilidad de las per-
ñar tareas superiores a sus dimensiones en virtud sonas. Tanto los flujos obligatorios (trabajo y estu-
de las relaciones que facilita la red informática. Se dio) como los opcionales (por múltiples motivos:
produce así una intensificación de las relaciones, deporte, compras, espectáculos, relaciones socia-
una integración operativa y una estructuración de les, baile, cine, etc.), todos pluridireccionales. No
los territorios que dan relieve a las individualida- solo eso: mientras que los obligatorios tienden a
des específicas al mismo tiempo que despliegan disminuir en lo que a distancia se refiere, los vo-
relaciones funcionales y de integración (incluso luntarios aumentan en cantidad y se hacen cada
para intentar conquistar un protagonismo interna- vez más largos.
cional como “conjunto”). Para confirmar la importancia de las redes
Causa y efecto del proceso de metropoliza- informáticas, es preciso destacar la multiplicación
ción es la infraestructuración, no únicamente tele- de flujos inmateriales: flujos de órdenes y de rela-
mática, del territorio. Es preciso observar que, por ciones (administrativos, políticos, financieros, de
lo general, cuando la transformación de la orga- investigación, científicos, culturales, de informa-
nización territorial es impulsada por los procesos ción, sociales. etc.). En el archipiélago metropo-
de auto-organización, la infraestructuración del litano asistimos tanto a flujos físicos en aumento
territorio viene detrás, habiendo desempeñado, en (personas y mercancías), que se adaptan al nuevo
cambio, un papel secundario en la dirección del contexto, como a flujos inmateriales, también éstos
proceso en sí mismo. En otras palabras, han falta- muy en alza, que se suman a los primeros. La jerar-
do estrategias capaces de corregir, mejorar y poner quía articulada del territorio se ve puesta a prueba
orden en los procesos de auto-organización (es sin por los cambios que afectan a los flujos de masas
duda el caso de la región italiana del Véneto, pero (personas y mercancías) y por el relieve creciente
no el único). El escenario es sin duda más hala- de los flujos de potencia (informaciones).
güeño en aquellos casos donde el proceso ha sido Es el territorio en su unidad el que es va-
apoyado por una política adecuada de movilidad lorado por los procesos señalados, mientras que,
colectiva (como en Barcelona). como es lógico, la distribución de los precios en
Ahora ya estamos en condiciones, pues, de su interior tiene un carácter diferenciado. Las
enumerar los rasgos específicos de esta nueva or- oportunidades de localización y asentamiento se
ganización del territorio: difusión, densificación, multiplican en función de los distintos precios de

22
Ciudad Difusa y Archipiélago Metropolitano

los suelos: haciendo un mapa de los mismos en del territorio, que cree las condiciones para que
una maqueta tridimensional, la superficie por la los individuos puedan alcanzar (más fácilmente si
cual pasaríamos la mano se presentaría rugosa cabe) sus objetivos personales y, al mismo tiempo,
pero no homogénea, pudiéndose notar múltiples brinde nuevas oportunidades. La planificación ter-
picos y depresiones. En definitiva, estamos ante ritorial puede garantizar el crecimiento económi-
un escenario con una jerarquía muy articulada, co, la innovación tecnológica y cultural, y el equi-
tanto en su conjunto como analizándola por secto- librio social con más eficacia y efectividad que un
res específicos y funciones. Lo que parece predo- proceso de auto-organización.
minar es la aparición de territorios organizados de El nivel de planificación apropiado para el
forma integrada y condicionados por una jerarquía archipiélago metropolitano es el de la planifica-
soft. Los distintos lugares de ese territorio, con la ción de área extensa, reinterpretada a la luz del
variedad que les es propia, constituyen las piezas nuevo fenómeno. Aunque pueden indicarse varias
de un mosaico o, mejor dicho, las islas y escollos experiencias de planificación de área extensa, no
de un archipiélago. parece que exista, ni en el ámbito teórico, ni en
La tendencia a la metropolización del territo- el disciplinario, ni en el práctico, un escenario
rio, como hemos venido reiterando, y a semejanza consolidado. Además, las experiencias de plani-
de la ciudad difusa y de la ciudad de baja den- ficación de área extensa no han recogido (quizá
sidad, es el resultado de un proceso de auto-or- con alguna excepción) la dimensión territorial del
ganización. No es, pues, un territorio planificado archipiélago metropolitano como un objeto especí-
a fin de hacer efectiva una optima organización fico en sí mismo.
espacial, sino el que emana de los esfuerzos, de- La planificación de área extensa, dentro del
cisiones y actuaciones no coordinadas de sujetos nuevo contexto, debería actuar como una planifi-
en singular (no sólo particulares, sino también en- cación urbana del “nuevo” modelo de ciudad. Su
tidades e instituciones públicas) interesados cada contenido tendrá gran importancia estratégica en
uno en la realización de sus objetivos. la creación de un contexto urbano ampliado; debe
Este resultado sólo en apariencia constituye ayudar a definir las polaridades articuladas de
una victoria, por decirlo así, de los intereses de los la totalidad del territorio; debe “contener” todas
individuos sobre posibles y peligrosas intromisio- las políticas públicas (en términos de definición
nes políticas. En realidad, los frutos negativos de y activación) necesarias para llevar a cabo los
un proceso de auto-organización no son únicamen- objetivos.
te de carácter “general”, sino que terminan por Una planificación seria de área extensa po-
obstaculizar, hacer ineficaces y más costosas las drá determinar un dimensión (masa) eficaz para
opciones individuales concretas. Es precisamen- el posicionamiento del área dentro del contex-
te la ausencia de un diseño general y común y la to internacional globalizado; alcanzar niveles de
falta de coordinación entre dichas opciones lo que integración eficientes, facilitando las relaciones
genera efectos negativos en el conjunto (desorbita- dentro del área y entre el área y el exterior; per-
do consumo de suelo; contaminación en aumento; mitirá valorar potenciales y recursos locales, algo
conflictos entre usos alternativos o contiguos del muy importante teniendo en cuenta que la valora-
territorio; crisis del “espacio público”; congestión; ción de las especificidades locales constituye una
alto consumo energético, etc.). Simultáneamente, posible línea de resistencia a la homologación de
salen a la luz ineficiencias y obstáculos para la la globalización; promover y realizar una organi-
realización de las opciones individuales (de fami- zación del territorio efectiva y eficaz (usos correctos
lias y empresas), lo que significa que estos sujetos del suelo, protección medioambiental, reducción
ven reducidas sus “oportunidades”. de la contaminación y la congestión, etc.), lo que
Lo que resulta evidente es la necesidad de constituye la premisa para el desarrollo económico
gobernar las transformaciones desde una óptica y la mejora de la calidad de vida.
de gobierno púb1ico. Hay que tomar en considera- No siempre ni en todos los lugares se hallan
ción las expectativas, innovaciones y resistencias instituciones de gobierno directo del área del ar-
a fin de elaborar un proyecto de interés general chipiélago metropolitano. En estos casos la plani-
que garantice una eficaz y efectiva organización ficación de áreas extensas debe fundamentarse en

23
CIDADES Comunidades e Territórios

la colaboración inter-institucional, que debe poner gía solar y derivada de biomasas (lo que
de relieve los intereses comunes y las ventajas que es mucho más fácil en un contexto de di-
pueden derivar de ellos. La delimitación del área fusión) y fomenten procesos de edificación
a la que aplicar esta planificación no puede ser en los que se adopten criterios eficaces de
administrativa, sino que más bien debe basarse en exposición y se empleen materiales apro-
la integración de los territorios, del mismo modo piados (también eso resulta más fácil en
que la colaboración inter-institucional puede ser un escenario difuso);
“voluntaria”, una especie de proceso de auto- • desarrollo local: el capital social y los re-
-organización institucional, o en algunos casos cursos locales pueden, si es preciso, ser-
“promovida” por órganos de gobierno superiores. vir de base para proyectos de desarrollo
En la realidad europea se pueden observar tanto local. Se trata de un aspecto del objetivo
formas de gobierno institucional directo como for- que antes hemos indicado bajo el epígrafe
mas de auto-organización institucionales o procesos de equidad: al fin y al cabo, dicho obje-
de promoción. En todos los casos, se trata de en- tivo resulta irrealizable si no se fomenta
contrar el consenso sobre una línea estratégica el desarrollo económico de todas las zonas
para todo el territorio, tanto para su desarrollo comprendidas dentro del área. Cada vez
como para su organización. más la elaboración de proyectos de “desa-
Tal línea estratégica debería ir dirigida a rrollo local” da buenos resultados, sobre
una serie de objetivos, integrados entre si, que, de todo en los países desarrollados; menos,
forma extremadamente simplificada, pueden resu- en cambio, cuando se trata de proyectos
mirse, como mínimo, en los siguientes: relativos a áreas tradicionalmente depri-
• equidad: se trata de prestar atención a los midas. El éxito parece estar asegurado
desequilibrios económicos entre las dis- cuando las iniciativas afectan a áreas de
tintas zonas del área, tanto a los ya exis- crisis industrial, donde el patrimonio con-
tentes como a los que puedan manifestar- solidado de experiencias, profesionalidad,
se durante el proceso de metropolización, etc. parece ser una buena oportunidad;
planteando objetivos de reequilibrio. No • difusión de la innovación: el proceso de
deben descuidarse tampoco las diferen- desarrollo económico y social está condi-
cias sociales que, obviamente, no pueden cionado cada vez en mayor grado por la in-
ser erradicadas con este instrumento, pero vestigación científica y la innovación tec-
sin duda pueden ser mitigadas intervi- nológica. En este campo la planificación
niendo en la localización, por ejemplo, de de área extensa no puede más que crear
servicios sociales; – que no es poco – las condiciones para
• densificación: hay que establecer los ins- que surjan estructuras y marcos de
trumentos activos (infraestructuras) y interrelación oportunos entre la produc-
pasivos (normas, limitaciones, etc.) opor- ción científica, su traducción tecnológica
tunos para evitar y reducir procesos que y la utilización de esta última en la pro-
puedan dañar el territorio, así como, al ducción y la vida social (téngase en cuen-
contrario, promover donde sea necesario ta que se trata de proyectos complejos, no
y posible, instrumentos de compactación meramente arquitectónicos);
de los asentamientos, de recomposición • progreso cultural: el desarrollo local, la
morfológica (que sean de baja densidad no difusión de la innovación y el uso contro-
quiere decir que no tengan que ser com- lado de los recursos deben apoyarse nece-
pactos), y todo tipo de políticas orientadas sariamente en un progreso cultural de la
a reducir las especulaciones que incenti- población. No se trata tanto de la prepa-
van una difusión sin criterio; ración profesional, a todos los niveles, de
• control de los recursos: hay que activar po- los individuos, como de aumentar el nivel
líticas que estimulen un uso racional de cultural de la población en su conjunto. La
los recursos (sobre todo de los no renova- “mala” televisión debe tener su contrape-
bles), que faciliten la producción de ener- so en estructuras de formación cultural, de

24
Ciudad Difusa y Archipiélago Metropolitano

consumo cultural, de consulta, etc. Dotar distintas modalidades con las que satisfa-
el área extensa de adecuadas estructuras cer los intereses generales de toda el área,
culturales será un objetivo de la planifi- puede constituir un instrumento para cla-
cación, mientras que su utilización, las rificar las opciones, un medio para mitigar
iniciativas activas y demás procesos serán los conflictos o bien el lugar donde alcan-
competencia de las comunidades locales; zar un entendimiento activando, si es pre-
• recuperación del patrimonio: allí donde ciso, procesos de compensación;
sea preciso, el patrimonio histórico y cul- • infraestructuración: hacer realidad un
tural del área extensa deberá ser recupe- territorio bien organizado y cumplir los
rado para que desempeñe una función ac- objetivos hasta aquí descritos exige una
tiva (ya sea económica o solamente cultu- infraestructura amplia y diversificada. La
ral). Deberá ponerse especial atención en planificación de áreas extensas reviste en
el patrimonio “natural”: la tendencia del este aspecto una importancia de primer
territorio agrícola con rentabilidad modes- orden, al tiempo que evita que la infraes-
ta a transformarse en áreas a la espera de tructura sea la mera respuesta a una “de-
ser edificadas debe contrarrestarse con manda”, o que su creación siga una lógica
la creación de amplias zonas verdes, sectorial propia prescindiendo de las mo-
con la constitución de parques agrícolas, y, si dalidades de organización del territorio.
resulta oportuno, con la reforestación, etc. Confiere a la infraestructuración del terri-
El territorio del área extensa no es todo ter- torio (transportes, movilidad, redes, etc.)
ritorio para edificar; la planificación de un papel estratégico e instrumental preci-
área extensa puede fijar las condiciones samente en áreas de la consecución de un
para una integración equilibrada entre territorio bien organizado y funcional.
áreas edificadas y áreas no edificadas y
áreas verdes desde una óptica de recu- De lo dicho hasta aquí se deduce con claridad
peración medioambiental. Las áreas “no” que la planificación está formada por un conjunto
edificadas no tienen por qué ser vistas, ni de políticas, algunas de las cuales se han indicado
por los particulares ni por las instituciones indirectamente en los puntos anteriores, mientras
públicas, como si estuvieran a la espera que otras más deberán ser elaboradas de acuerdo
de que se borrase aquel “no”: pueden de- con necesidades específicas. En cualquier caso,
sempeñar una función positiva dentro del su objetivo general, dentro del marco del archi-
contexto general precisamente en cuanto pié1ago metropolitano, es el de afirmar una condi-
no edificadas; ción urbana extensible a todo el territorio y dotar
• solución de los conflictos: cada vez más a el área de servicios de nivel metropolitano.
menudo obras de interés general son obje- La planificación no es el instrumento me-
to de protesta por parte de grupos de ciu- diante el cual una voluntad ciega. encarnada por
dadanos o comunidades enteras. De entre el poder político, se impone sobre la colectividad y
estos conflictos, aquellos que contraponen los individuos. Está regida por una opción política
intereses particulares a intereses públicos elaborada con los ojos bien abiertos a la realidad
y colectivos no pueden resolverse sino y relativa al futuro de la comunidad en cuestión.
dentro del derecho que regula y ampara Las modalidades a través de las cuales se alcanza
tanto al particular como a la actuación pú- a definir dicho futuro no pueden ser sino las de-
blica. Más compleja resulta la situación mocráticas del debate basado en el conocimiento,
en la que surge una confrontación entre la cuanto más preciso mejor, de la realidad pasada
defensa de un interés general local y un in- y presente y de las tendencias en curso. A menu-
terés general de nivel superior. La solución do se utiliza, a estos efectos, la fórmula “objeti-
a la contraposición de dos intereses gene- vos compartidos” o “futuro compartido” donde el
rales no es fácil de encontrar. No obstante, énfasis que se pone en el término “compartido”
la planificación de área extensa, precisa- no puede indicar una hipotética unanimidad, sino
mente en la medida en que establece las que debe interpretarse como la activación de un

25
CIDADES Comunidades e Territórios

procedimiento adecuado de debate que permita al objetivos no puedan modificarse, es decir, que se
poder político adoptar responsablemente decisio- pueda dibujar un futuro posible nuevo y distinto,
nes sabias. Privar al poder político, mediante la pero ésta es una operación política y no afecta a la
participación decisional, de la obligación de esco- operatividad de los distintos instrumentos.
ger y decidir no determina un mejor tono democrá- La planificación de área extensa, como toda
tico ni del poder ni de la sociedad, ni es garantía planificación que atañe a la ciudad, cuando se
de decisiones mejor sopesadas; con ello más bien efectúa con los procedimientos y objetivos que in-
se da pie a iniciativas ocasionales, no coordina- dicábamos antes sucintamente, ofrece unos resul-
das, y muy a menudo a la afirmación de intereses tados que son de gran utilidad precisamente para
parciales fuertes (con capacidad de “voz”) contra mejorar la convivencia. Si en la fase actual el em-
los intereses más débiles. El equilibrio entre la puje de un individualismo desenfrenado hace que
necesidad de la participación y el debate y la toma el sujeto se sienta “solo contra todos”, como si tu-
de decisiones sensibles pero autónomas por parte viera que encontrar él la solución a cada problema,
de los poderes institucionales debería constituir el la organización de la ciudad y del territorio pone
compromiso máximo de la política. en evidencia la falacia de toda hipótesis individua-
La planificación se plantea el objetivo de lista ante un abanico importante de problemas que
mejorar la situación de la colectividad. Si dicho los individuos se ven en la circunstancia de tener
objetivo conlleva el sacrificio de algún interés que afrontar. Resulta evidente, a nivel urbano y de
“particular”, esto será un mal menor siempre que organización del territorio, que precisamente ese
la planificación no sea autorreferencial y, sobre abanico de problemas no podrá encontrar solución
todo, siempre que ofrezca nuevas oportunidades sino en el ámbito colectivo, ya sea en cuanto a las
también para los individuos. El conflicto que po- opciones, a la organización de estructuras especí-
dría surgir, y que de hecho se manifiesta, entre los ficas o a la formalización (y el respeto) de reglas y
objetivos de la planificación y los de los intereses normas también específicas, Los comportamientos
individuales, no debería tener relevancia alguna individuales serán llamados a tener en cuenta la
si se considera que todo el mundo debería contri- existencia de otros individuos cuyas opciones es-
buir a la realización del interés general y común tán condicionadas por relaciones de reciprocidad.
que constituye la condición necesaria para que Afrontar los temas relativos al funcionamiento de
el individuo pueda realizar sus propios objetivos. la ciudad y, en este caso concreto, del archipiélago
Las “nuevas oportunidades”, reguladas pero no metropolitano, no puede sino empujar a la colecti-
coartadas, de desarrollo económico, de amplia- vidad a expresar un “individualismo bien tempe-
ción cultural y de mejora de la calidad de vida que rado”, a la búsqueda, por parte del sujeto, de su
la planificación logra activar son precisamente el propia y específica individualidad en relación con
terreno para el afirmar de los objetivos y aspiracio- la de los demás miembros de la sociedad. El tema
nes de los individuos. del funcionamiento de la ciudad, confrontado con
La planificación no tiene que entenderse información, participación y realismo puede cons-
come un instrumento, sino sobre todo como una tituir un fuerte instrumento para que emerja como
estrategia articulada que se sirve de distintos me- una necesidad, también para los individuos en sin-
dios (que van de las normas a los premios, de la gular, la consecución del interés general y la cola-
comunicación a la organización, de la intervención boración colectiva; casi un proceso educativo cuya
directa al apoyo parcial de iniciativas individua- necesidad es muy sentida en el frente de la acción
les, etc.) para alcanzar objetivos explicitados que política y de la manifestación de las voluntades
dibujan un futuro posible. La flexibilidad que tan individuales.
a menudo se pide no debe aplicarse a los objetivos, Para cerrar esta Conclusión quisiéramos po-
ese futuro posible, sino más bien a los instrumen- ner de relieve un aspecto del proceso de metropo-
tos destinados a llevar a cabo dichos objetivos, lo lización y constitución del archipié1ago metropoli-
que conlleva un seguimiento continuo de la si- tano que reviste cierto interés precisamente desde
tuación y de los resultados de las actuaciones, a la perspectiva de la mejoría de la calidad de vida.
fin de corregir, reforzar o variar, si es preciso, las Tradicionalmente se ha contrapuesto siem-
formas de intervención. Esto no significa que los pre la “comunidad” a la ciudad y aún más a la

26
Ciudad Difusa y Archipiélago Metropolitano

metrópolis, por considerarse estas últimas como cuentros e intercambios, pero el tiempo “consu-
expresión de la “sociedad”. A la experiencia “co- mido” en desplazamientos crece. El primer dato
munitaria” (ya se refiera a las ciudades pequeñas que conviene recordar es, por lo tanto, el de una
o a los núcleos dispersos) se atribuye una gran utilización metropolitana de todo el territorio por
fuerza involucradora: todos los habitantes compar- parte de la población, entendiéndose con ello que
ten la misma experiencia (social y territorial), to- en el plano dimensional estamos ante una metró-
dos están implicados y son participes de la misma polis ampliada, si bien con una densidad e inten-
realidad social; las relaciones acostumbran a tener sidad no comparables a las de las tradicionales,
un cariz afectivo y personal. La experiencia de co- mientras que en el plano cualitativo la dotación de
munidad exalta la solidaridad entre sus miembros, servicios y funciones disponibles en el territorio
pero causa a su vez un importante control social; ampliado sí es perfectamente comparable a la de
la repetitividad de la experiencia cotidiana y limi- una metrópoli (concentrada).
tados estímulos culturales y sociales, pero también El asentamiento residencial de esta población
crea un fuerte sentido de pertenencia e identidad. tiene un carácter articulado, pero con porcentajes
La experiencia de la metrópolis (sociedad), al importantes en pequeños núcleos, corpúsculos,
contrario, fomenta la libertad individual, la multi- o en pequeñas ciudades, es decir, en situaciones
plicidad de oportunidades, el lado imprevisible de que podrían calificarse de “comunidad”. A su vez,
la experiencia cotidiana, pero también propicia la la parte de población establecida en la dispersión
soledad, el anonimato, la segmentación social, en sentido estricto tiende a agregarse funcional,
la falta de sentido de pertenencia. A su vez, las cultural y socialmente a la “comunidad” más cer-
relaciones y las opciones no son afectivas, sino de cana. El segundo dato a recordar es pues, el hecho
tipo racional. de que la población participa en la “vida de comu-
En suma, y esquematizando mucho, ambas nidad” (servicios básicos, cafeterías, relaciones de
situaciones presentan aspectos positivos y negati- vecindario, contactos de la vida diaria, etc.).
vos, y terminan por encerrar dentro de un cascarón Si se juntan el uso metropolitano del terri-
más o menos definido a quien se ve constreñido torio y el asentamiento residencial en comunidad
a vivir en una comunidad (una pequeña ciudad, sale a la luz una experiencia de algún modo nueva,
por ejemplo) o una metrópoli. No hace falta decir que hace suyos los elementos positivos, mientras
que un análisis detallado obligaría a destacar el que se anulan – o por lo menos se ven fuertemente
peso que tiene en una y otra experiencia la condi- reducidos – los aspectos negativos de uno y otro
ción social de sus protagonistas individuales. Sin tipo de asentamiento.
embargo, para los fines que aquí nos proponemos, Hay que juzgar, además, en modo muy favo-
este aspecto puede tenerse presente sin necesidad rable el debilitamiento de la identidad ligada al
de ser analizado al detalle. lugar. La tendencia a marchitarse en una “identi-
La descripción del archipiélago metropoli- dad local”, típica de la experiencia de las comu-
tano que hemos realizado resulta muy interesante nidades pequeñas, es “corregida”, por un lado,
precisamente bajo este prisma. La hipótesis que por la simultanea experiencia metropolitana y, por
lanzamos es que ésta es una “forma” de organiza- otro, por el hecho de que la comunidad local no
ción del territorio que quizá permita conjugar los es, en la mayoría de casos, enteramente autócto-
aspectos positivos tanto de la condición comunita- na, sino que está formada por personas de distinta
ria como de la metrópoli. procedencia (incluidos porcentajes más o menos
Como hemos visto, la escasa atracción por la altos de inmigrantes extranjeros). En definitiva,
aglomeración conduce a una articulación de polos estamos ante una distinta tipología de experien-
diferenciados y a especializaciones parciales. La cias que tiende a exaltar los elementos positivos
población asentada se ve obligada por sus necesi- de ambos modelos.
dades (de trabajo, estudio, abastecimiento, diver- Se trata de un efecto nada insignificante o
sión, cultura, etc.) a multiplicar su movilidad y a despreciable de los procesos en curso, los cuales
hacer uso de todo el territorio. La movilidad ha requieren cada vez más, para producir sus poten-
aumentado y se desarrolla sobre distancias cada ciales resultados positivos, ser gobernados desde
vez mayores, al tiempo que permite experiencias una perspectiva colectiva con instrumentos espe-
nuevas: se incrementan las oportunidades de en- cíficos, tal como hemos intentado demostrar.

27
CIDADES Comunidades e Territórios

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@ Pedro Corte-Real

28
Lectura 4

Joaquín SABATÉ y Juli ESTEBAN (2016)


Una experiencia intensa y ambiciosa: proyectar el
territorio (Cataluña 2003-2010)
Lectura 5

Jane JACOBS (1961)


Muerte y Vida de las Grandes Ciudades
Lectura 34.
Lectura 6

MARTÍNEZ TORO, Pedro Martín (2014)


La producción del espacio en la ciudad latinoamericana
La producción del espacio en la ciudad
latinoamericana. El modelo del impacto del
capitalismo global en la metropolización*
Pedro Martín Martínez Toro**

Resumen
Recibido: 6 de agosto de 2014 En los últimos treinta años las ciudades en Latinoamérica han
Evaluado: 22 de septiembre de 2014 presentado cambios significativos en sus rasgos territoriales (so-
Aceptado: 10 de noviembre de 2014 cioespaciales), lo cual hace pertinente actualizar las reflexiones
en torno a las características de las posibles transformaciones
que se han ocurrido en este periodo reciente.

Este artículo retoma las propuestas de modelación de la ciudad


latinoamericana, especialmente las que describen la fase contem-
poránea del modelo denominada por los estudiosos del tema
como ciudad fragmentada, estadio donde se evidencia la irrupción
del capital global desde los años ochenta del siglo xx y se mues-
tran, sobre la base de estudios de casos de algunas ciudades la-
tinoamericanas, los rasgos territoriales representativos de estos
cambios urbanos.

La hipótesis central del artículo postula que las ciudades de


carácter metropolitano de América Latina son escenario privi-
legiado en los procesos de globalización y que esto ha traído

*
Este artículo de reflexión hace parte del procesos de investigación del autor en la formulación de su proyecto de investigación doctoral dirigido por
el doctor Luis Mauricio Cuervo, en el marco del Doctorado en Estudios Territoriales de la Universidad de Caldas (Colombia). Cómo citar este artículo:
Martínez Toro, P.M. (2014). La producción del espacio en la ciudad latinoamericana. El modelo del impacto del capitalismo global en la metropoliza-
ción. Hallazgos, 12 (23), 211-229. (doi:10.15332/s1794-3841.2015.0023.010)
**
Arquitecto (Universidad del Valle – Cali), Máster en Política territorial y urbanística (Universidad Carlos III de Madrid – España), Estudios doctorales
en geografía urbana (Universidad Autónoma de Madrid – España). Actualmente es Doctorando en estudios territoriales (Universidad de Caldas –
Manizales). Es profesor nombrado del Departamento de Geografía de la Universidad del Valle (Colombia). Correo electrónico: pedro.martinez@
correounivalle.edu.co

HALLAZGOS / ISSN: 1794-3841 / Año 12, N.° 23 / Bogotá, D. C. / Universidad Santo Tomás / pp. 211-229 211
La producción del espacio en la ciudad latinoamericana. El modelo del impacto del capitalismo global en la metropolización

consecuencias en las mutaciones territoriales recientes. Fenóme-


no que sin ser replicado exactamente ―guarda sus particulari-
dades entre una ciudad y otra―, sí presenta rasgos comunes que
pueden ser modelados para su comprensión.

La metodología utilizada es la revisión ―no exhaustiva― de


algunos estudios que proponen modelaciones de la ciudad la-
tinoamericana para identificar las características de los cambios
percibidos que definen estadios del modelo, al tiempo que reto-
ma estudios de casos concretos de las ciudades de Bogotá (Co-
lombia), Buenos Aires (Argentina), Santiago de Chile (Chile) y
Sao Paulo (Brasil) donde se evidencia la pertinencia del modelo.

Palabras clave: modelo urbano, globalización, producción del


espacio, metropolización.

212
Pedro Martín Martínez Toro

The production of space in the Latin American city; the model of the
impact of global capitalism metropolization

Abstract
Received: August 6, 2014 In the last thirty years, cities in Latin America have undergone
Evaluated: September 22, 2014 significant changes in its territorial characteristics (socio-spatial),
Accepted: November 10, 2014 which makes updating relevant reflections on the characteristics
of the possible changes that have occurred in this recent period.
This article takes up the proposed modeling of the Latin Ame-
rican city, especially those describing the contemporary phase
model called by scholars as fragmented city, stadium where the
emergence of global capital is evident from the eighties of the
twentieth century and displayed, based on studies of some Latin
American cities, representative territorial features of these urban
changes.
The central hypothesis of the article suggests that the cities of
metropolitan character of Latin America are privileged stage in
the processes of globalization and this has brought consequences
in the recent territorial mutations. Phenomenon without being
replicated exactly -saves their particularities from one city to
another-itself presents common features that can be modeled for
your understanding.
The methodology used is -not exhaustive review of some studies
that propose modeling of the Latin American city to identify the
characteristics of perceived changes that define the model sta-
ges, while retakes case studies from the cities of Bogotá (Colom-
bia), Buenos Aires (Argentina), Santiago (Chile) and Sao Paulo
(Brazil) where the relevance of the model is demonstrated.
Keywords: Urban model, globalization, production of space,
metropolization.

HALLAZGOS / ISSN: 1794-3841 / Año 12, N.° 23 / Bogotá, D. C. / Universidad Santo Tomás / pp. 211-229 213
La producción del espacio en la ciudad latinoamericana. El modelo del impacto del capitalismo global en la metropolización

A produção do espaço na cidade latino-americana. O modelo do


impacto do capitalismo global na metropolização

Resumo
Nos últimos trinta anos, as cidades na América Latina passaram Recebido: 6 de agosto de 2014
por mudanças significativas em suas características territoriais Avaliado: 22 de setembro de 2014
(sócio espaciais), o que se torna pertinentes à atualização das re- Aceito: 10 de novembro de 2014
flexões ao redor das características das possíveis mudanças que
tem ocorrido no período recente.

Este artigo retoma as propostas de modelagem da cidade da


América Latina, especialmente as que descrevem a fase contem-
porânea do modelo chamado pelos estudiosos do tema como
cidade fragmentada, estádio onde é evidenciada a irrupção do
capital global desde os anos oitenta do século XX e mostram-se,
sob a base de estudos de casos de algumas cidades latino-ame-
ricanas, as características territoriais representativos dessas mu-
danças urbanas.

A hipótese central do artigo postula que as cidades de caráter


metropolitano da América Latina são palco privilegiado nos
processos de globalização e que isso trouxe consequências nas
mutações territoriais recentes. Fenômeno que sem ser replicado
exatamente - salva suas particularidades de uma cidade para ou-
tra-, sim apresenta traços comuns que podem ser modelados por
sua compreensão.

A metodologia utilizada é a revisão –não exaustiva- de alguns


estudos que propõem modelagens da cidade da América Latina
para identificar as características das mudanças percebidas que
definem fases do modelo, ao tempo que retoma estudos concre-
tos de casos das cidades de Bogotá (Colômbia), Buenos Aires
(Argentina), Santiago de Chile (Chile) e São Paulo (Brasil), onde
a relevância do modelo é evidenciada.

Palavras-chave: Modelo urbano, globalização, produção do es-


paço, metropolização.

214
Pedro Martín Martínez Toro

El “código” en la se propuso buscar una teoría unitaria del


producción del espacio espacio que articulara lo físico, lo mental y
lo social. A este espacio integrado él deno-
El concepto de producción social del espacio minó “el espacio real”. El “espacio real” es
en Henri Lefebvre (1974) propone pasar de el de las prácticas sociales, el que reconoce
concebir la producción en el espacio a la un salto del espacio ideal de las categorías
producción del espacio. Allí el espacio es el mentales, abstracto e incompleto al espacio
resultado de la acción social, de las prácti- que se identifica como íntegro y completo
cas, las relaciones, las experiencias sociales en el conjunto de los hechos sociales y físi-
—cada sociedad produce su espacio—. El cos, sumados a la percepción de los sujetos.
espacio es considerado como un producto Es pasar de una teoría de los productos a
que se consume, que se utiliza, pero que no una teoría de la producción del espacio. Es
es como los demás objetos producidos, ya el espacio como totalidad, ya que no se pue-
que él mismo interviene en la producción; de analizar por separado el proceso de pro-
además, organiza la propiedad, el trabajo, ducción y el producto mismo, es decir, se
las redes de cambio, los flujos de materias requiere descifrar la práctica social de una
primas y energías que lo configuran y que a sociedad por medio de la producción y de
su vez quedan determinados por él. los productos, de forma simultánea.

Fue Henri Lefebvre (1974) quien introdujo Una sociedad genera prácticas que produ-
en el concepto de producción social del espa- cen espacios singulares, diferentes prácticas
cio y en la comprensión de la existencia de y espacios a los generadas y producidos por
un código mediante el cual se produce di- otras sociedades. Para entender la práctica
cho espacio, que debe conducir al convenci- social de una sociedad se debe descifrar su
miento que el trabajo crítico y analítico del espacio (práctica del espacio). Las represen-
investigador de la ciudad y de sus procesos taciones del espacio subyacen en las prác-
de configuración territorial debe pasar irre- ticas y forman parte de la representación
mediablemente por incorporar el concepto ideal del mismo, aunque no expresada en
de “código de la producción del espacio” para la práctica. Estas representaciones son con-
poder comprender lo que se produce, como cepciones en las cuales entran las ideologías
se produce y quienes lo producen, superan- y los saberes del espacio.
do el carácter descriptivo-morfológico en el
Al hablar de proceso de producción, Lefeb-
que se suele caer. Al decir de Lefebvre:
vre introduce la dimensión temporal: no hay
¿Cuantos mapas, en el sentido descriptivo proceso sin historia. Comprender tal proce-
geográfico, serían necesarios para agotar un so es descifrar un código. El código implica-
espacio social, para codificar y descodificar ría no solo identificar los objetos (edificios,
todos sus sentidos y contenidos? No es monumentos, etc.) de los espacios de repre-
seguro que se puedan calcular” (1974, p. 103). sentación, sino también el difícil acceso a las
prácticas del espacio: el espacio percibido.
Un primer aspecto que retomo es la consi-
deración del espacio social como un “espa- Esto es bien importante en las investiga-
cio transformado”. Efectivamente Lefebvre ciones que se proponen como problema

HALLAZGOS / ISSN: 1794-3841 / Año 12, N.° 23 / Bogotá, D. C. / Universidad Santo Tomás / pp. 211-229 215
La producción del espacio en la ciudad latinoamericana. El modelo del impacto del capitalismo global en la metropolización

las circunstancias que los procesos de me- de globalización, situando y posicionando


tropolización o configuración territorial de agentes y procesos de dicha configuración.
todas las ciudades no dan por generación Este postulado es complementado, aunque
espontánea y como el desenvolvimiento de con matices, por Harvey (2005, 2007), Bos-
un destino único, sino que es el resultado dorf (2003), De Mattos (2010), Cuervo (2002,
de la puesta en escena de unas prácticas 2011) y Abramo (2012) al relacionar la me-
sociales ―implica el juego del poder y las trópolis con la estrategia de acumulación
relaciones de fuerza de los distintos actores capitalista y la manera como de esta estrate-
sociales―. Esas prácticas sociales singula- gia se desprenden algunas de las mutacio-
res, según las particulares características de nes de la forma, de la función y en general
sujetos, tiempo y espacio del periodo y área del modelo de crecimiento urbano de la me-
de estudio, conllevan un “código” a manera trópoli latinoamericana de nuestros días.
de causas (sujetos, factores y variables) que
han determinado la forma, la intensidad y El código en la
el sentido del proceso de metropolización configuración
por estudiar. metropolitana impactada
por la globalización
El postulado de Lefebvre lleva a justificar
la importancia que tiene evidenciar y escla- A partir de la postulación de que el territo-
recer sobre el estudio de caso de la ciudad rio se configura socialmente, donde la pro-
contemporánea las causas, tensiones socia- ducción del espacio está directamente rela-
les, repercusiones socioespaciales y econó- cionada con los procesos acumulativos del
micas, y las tendencias de la configuración capital y que las inercias geográficas, cultu-
metropolitana de “concentración-descon- rales, económicas y políticas de cada lugar
centrada”. Se justifica también en el hecho entran a jugar un papel en la asimilación de
de que parece pertinente la presunción que los procesos de globalización, se establecen
solo a partir de la comprensión de las lógi- las relaciones entre globalización y metró-
cas ―en su origen y evolución― de la me- polis, y se evidencias así los indicadores y
tropolización, en cuanto a su espacialidad, variables que pueden expresar tal relación
estructura funcional, impactos económicos, y que puedan hallarse empíricamente. El
sociales, ambientales o políticos, el papel ejercicio requiere más que una par de bue-
de los agentes y actores del sector público o nas definiciones como lo mencionara Cuer-
privado o como ciudadanos, se puede avan- vo (2002) ante una reflexión similar sobre
zar hacia la conducción sosteniblemente de Bogotá:
la metropolización a través de la gestión y
planificación que coloque el interés general Comprender las relaciones entre globa-
por encima del particular. lización y dinámica metropolitana exige
poner en evidencia la naturaleza específica
Una manera de tomar el testigo concep- de cada uno de estos dos procesos y reco-
tual aportado por Lefebvre es profundizar nocer las peculiaridades de la relación en
en la configuración territorial de las áreas sí misma. Por consiguiente, no basta con
metropolitanas en su relación con procesos dotarse de unas adecuadas definiciones de

216
Pedro Martín Martínez Toro

globalización y ciudad, sino que resulta in- superficies comerciales con participación
dispensable reconocer la existencia de unas de capitales transnacionales, soporte de los
muy peculiares reglas rectoras la relación desarrollos residenciales en las periferias
entre las partes (Cuervo, 2002). metropolitanas.

Las dos categorías ―globalización y metro- De tal manera que las principales metrópo-
polización― se encuentran de tal manera lis del mundo se han ido configurando como
que la primera transforma a la segunda al los puntos de interrelación de los mercados
tiempo que la primera es soportada y poten- en un mundo globalizado. Las metrópolis
ciada por la segunda. Tal imbricación pue- globales acuñadas por Friedmann (1986)
de ser leída desde diversos enfoques, esca- no son más que puntos de distribución y
las y entradas. En este ensayo proponemos comercialización entre economías a escala
aproximarnos a esta relación desde la pers- mundial, entendiéndolas como efecto de
pectiva de los impactos que surte la globa- la globalización de la misma manera que
lización en la configuración metropolitana, las planteo Sassen (1991), mencionando ya
pero también la manera como el fenómeno el conjunto de servicios, infraestructuras y
de globalización encuentra en las ciudades funciones de dirección con las que conta-
metropolitanas un soporte fundamental, ban ciudades metropolitanas como Nueva
identificando indicadores y variables en las York, Tokio y Londres para ser considera-
que pueden leerse tales relaciones, centra- das “ciudades globales”; una nueva cate-
dos en la vivienda y la producción de suelo goría de ciudades que reflejaban un nuevo
residencial, como entrada concreta que per- mundo globalizado. Con el mismo enfoque
mite describir y analizar esta coyuntura. de efecto, pero desde otra perspectiva, Cas-
tells (1997) manifestaba que no era necesa-
La ciudad siempre ha reflejado el mundo
rio considerar solo estas cuatro ciudades
en el que se desarrolla, por ello no es extra-
para hablar de funciones urbanas globales,
ño identificar impactos de fenómenos con-
puesto que en muchas ciudades, incluso del
temporáneos como el de la globalización.
denominado tercer mundo, era posible en-
La nueva función de la ciudad-región y las
contrar en determinados enclaves funciones
áreas metropolitanas en la economía global
y equipamientos globales al servicio de la
se expresan en múltiples indicadores de di-
globalización.
verso tipo (espaciales, funcionales, tamaño,
estructura o sociales) como la segregación Hoy en día, las ciudades constituyen las
socioespacial; la expansión dispersa y difu- mayores concentraciones espaciales de ac-
sa; la participación del capital transnacional tividades productivas, donde se perciben
en las empresas constructoras; flujos de di- y se producen los cambios efectivos del
nero transnacional para soportar la deman- sistema económico y social. Las grandes
da de vivienda (remesas), localización de ciudades contemporáneas ejercen funcio-
parques industriales y logísticos, infraes- nes de elevada complejidad: proporcionar
tructuras para el transporte y las comuni- economías de aglomeración y proximidad,
caciones (terminales terrestres, portuarios y estimular la creatividad y la innovación, fa-
aéreos), arquitectura emblemática de arqui- cilitar la accesibilidad e interacción social,
tectos famosos y la localización de grandes integrarse en red con el mundo exterior y

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La producción del espacio en la ciudad latinoamericana. El modelo del impacto del capitalismo global en la metropolización

alcanzar un máximo bienestar colectivo. (1981-1989) y el denominado Consenso de


Más aún, en una situación de creciente pro- Washington formulado originalmente por
fundización de la globalización, las ciuda- John Williamson en un documento en no-
des desempeñan un papel clave a partir de viembre de 1989.
un determinado nivel o dimensión, ya que
La globalización según Garay (1998, p. 9) in-
son el espacio donde se localizan las funcio-
volucra varias dimensiones de la sociedad,
nes, actividades y servicios que estructuran
siendo un fenómeno contemporáneo que se
el sistema económico internacional. Esto
trae evidentes impactos a la morfología y reproduce en tres esferas sociales: la econó-
funciones metropolitanas. mica, la política y la cultural; la económica
es de corte neoliberal, basada en un mer-
cado en competencia abierta mediante la
Metropolización y liberación de la movilidad de bienes, capi-
globalización
tales y servicios. Según Cuervo (2006, p. 5),
La metrópolis se identifica como una mane- la globalización es entendida como la fase
ra de expresarse la urbanización contempo- más reciente de un proceso secular de in-
ránea en la evolución de algunas ciudades a ternacionalización económica iniciada en la
través de procesos crecientes de concentra- década de los setenta, presentándose gran-
ción-difusión y algunas veces de primacía des rupturas planetarias a nivel monetario,
urbana a escala nacional y regional. Con- cambiario, energético, comercial y tecnoló-
centración de población, como también de gico, que puso en marcha nuevas institu-
funciones urbanas especializadas, equipa- ciones económicas, nuevas normas, reglas
mientos e infraestructuras. del juego y acuerdos, tanto formales como
informales. Definición que se complementa
Hay una coincidencia en un buen número con lo expuesto por Therborn (2000 p.154)
de autores en colocar la década de los se- como proceso referido a las tendencias de
tentas del siglo xx como el periodo en el que los fenómenos sociales a poseer un alcance,
el denominado “mundo desarrollado” vive un impacto, una interconexión mundial, o
una crisis sistémica (crisis del petróleo de acompañadas de una conciencia planetaria
1973), que da lugar a la búsqueda de sali- de los actores sociales”.
das como la internacionalización econó-
mica y cómo a partir de la década de los La necesidad de comprender la manera
ochenta y noventa del siglo xx se comien- como se expresa la globalización ha llevado
za a implementar una nueva política ma- a varios autores a plantearse la dimensión
croeconómica en América Latina. Cuervo espacial del fenómeno, contrariando las
(2011, p. 4) cifraba sus inicios en la década perspectivas de un eje de definiciones que
de los ochenta y como una fase contem- se planteaba una globalización cuyo prin-
poránea del capitalismo. Son hitos de esta cipal atributo parecía ser el desplegarse en
década los triunfos emblemáticos de Mar- un mundo homogéneo y sin fronteras. Veltz
garet Thatcher en el Reino Unido (primera (1999) introduce la particularidad geográfi-
ministra desde 1979 hasta 1990) y Ronald ca como factor de las múltiples formas que
Reagan, presidente de los Estados Unidos adquiere la globalización:

218
Pedro Martín Martínez Toro

Desde un punto de vista geográfico, la glo- Las áreas metropolitanas y


balización no es la puesta en marcha de una la economía global
red de unidades perfectamente interdepen-
dientes, sustituibles ―entre las que se pue- Una primera puerta de entrada a la relación
de practicar el global switching (conmutación de las categorías globalización y metropoli-
global) ― y sin vinculaciones con los terri- zación es el papel de las metrópolis y su en-
torios en los que se implantan. El proceso de torno metropolitano en la economía global.
globalización adquiere formas geográficas Autores como Borsdorf (2003) o Abramo
muy variadas y puede apoyarse en una di- (2012) reconocen el papel del neoliberalis-
visión del trabajo amplia en el seno de una mo como política económica dominante en
red muy extendida (Veltz 1999, p. 109) América Latina y su reflejo en la estructura
y la forma de la ciudad. Borsdorf identifica
En línea similar, Cuervo (2011) relaciona la la ciudad fragmentaria como generada por
metrópolis con la estrategia del capital por estas políticas desde 1970, en donde sobre-
ampliar la acumulación al preguntarse cuál salen como indicadores la aparición de los
ha sido el corazón de este proyecto estraté- conjuntos residenciales cerrados de carácter
gico llamado globalización. A la salida de celular en las periferias urbanas. Abramo
una larga crisis, y como medios preferidos relaciona la aparición de lo que denomina
para la recuperación de la rentabilidad y de la ciudad híbrida “com-fusa” (compacta y
la productividad, resultaba indispensable, dispersa) con el papel del mercado formal
por una parte, aumentar la movilidad del e informal que despliega al mismo tiempo
capital y por la otra desvalorizar el salario. procesos de expansión periférica difusa y
En este marco, la ciudad resultaba funcional dispersa y procesos de gentrificación (re-
a este proyecto estratégico en la medida en novación urbana capitalista) en los centros
que contribuyera: 1) a la libertad de movi- urbanos consolidados.
miento de las inversiones y de los capitales;
David Harvey (2005), geógrafo neomarxis-
2) al adecuado manejo y operación del cada
ta, es enfático en afirmar como el capitalis-
vez más voluminoso flujo financiero indis-
mo contemporáneo encontró en las áreas
pensable para garantizar el buen funciona- metropolitanas su salvación para “mover”
miento de la economía mundial, y 3) a debi- el capital estático o con bajas tasas de ganan-
litar y hacer cada vez más frágil el contrato cia. Propiciar el crecimiento metropolitano
salarial (Cuervo, 2011, p. 4). “La metrópolis (a partir de políticas públicas urbanas flexi-
latinoamericana operó de manera relati- bles de “dejar hacer”) le permitió encontrar
vamente eficiente como soporte funcional contratos para sus firmas transnacionales
y moral a la globalización, entendida ella en obras de infraestructuras de vías, servi-
como estrategia para contribuir a dotar al cios públicos, construcción de conjuntos re-
capital de los países desarrollados de occi- sidenciales que replicaban modelos de vida
dente de la movilidad y la flexibilidad ne- ajenos a las culturas locales que llevaban im-
cesarias para desplazar sus fronteras y ex- plícitas la idea de “Estatus” social, al tiempo
tender sus áreas de acumulación” (Cuervo, que vende más vehículos, seguros, gasolina
2011, p. 8). y por supuesto genera las condiciones para

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La producción del espacio en la ciudad latinoamericana. El modelo del impacto del capitalismo global en la metropolización

la aparición de las grandes plataformas co- penetración de las nuevas tecnologías de la


merciales de capital transnacional. información contribuyó a afirmar y gene-
ralizar una nueva arquitectura productiva
Según Scott (2001), en Latinoamérica desde
estructurada con base en empresas confi-
mediados de la década de los ochenta apro-
guradas en red, cuya cristalización terri-
ximadamente se operan cambios macroeco-
torial incidió en la conformación de lo que
nómicos. Como consecuencia del impacto
Saskia Sassen (1991) ha caracterizado como
de estos procesos de reestructuración eco-
la ciudad global ―un tipo particular de ciu-
nómica, la ciudad-región (otro eufemismo
dad de la era de la globalización―. No to-
para metrópolis) y las áreas metropolitanas
das las metrópolis contemporáneas poseen
han asumido un número, cada vez mayor,
la cualidad de ser “ciudades globales” ni,
de nuevos desafíos en el ámbito del desa-
complementariamente para Borja y Castells
rrollo económico regional y de la competiti-
(1997), una gran red global de ciudades que
vidad territorial. Esta nueva función de las
funcionan como sitios estratégicos para las
áreas metropolitanas no surgió de súbito.
operaciones económicas globales. Siguien-
De Mattos (2001) expone que durante las úl-
do a De Mattos (2001), independientemente
timas décadas, bajo los efectos combinados
de su nivel de desarrollo, diversas ciudades
y simultáneos de las nuevas tecnologías de
pasaron a desempeñar un número creciente
la información, de la reestructuración eco-
de funciones globales, por lo que ―como
nómica y de la globalización, se han estado
afirman Marcuse y van Kempen (2000) ―
procesando un conjunto de radicales trans-
pasaron a ser ciudades en vías de globali-
formaciones que han terminado afectando
zación, aun cuando no todas ellas puedan
prácticamente a todos los rincones de la
ser calificadas stricto-sensu como ciudades
economía mundial. Estas transformaciones,
globales.
que comenzaron a materializarse a partir de
la crisis capitalista de mediados de la déca- De esta forma, a medida que se fueron des-
da de los años setenta, alteraron profunda- plegando a escala planetaria las diversas ac-
mente el escenario de la acción social, tanto tividades productivas organizadas en red,
en sus dimensiones económicas, sociales, con capital multinacional, las áreas metro-
políticas y culturales, como en su expresión politanas fueron los lugares privilegiados
territorial. para la localización de los eslabones princi-
pales de las cadenas respectivas. Con ello se
Las ciudades metropolitanas se han con-
fue desarrollando una nueva base económi-
solidado como “centros neurálgicos” (De
ca urbana, estructurada en torno a las acti-
Mattos, 2001) en torno a lo que se ha ido
vidades más dinámicas del aparato produc-
articulando la dinámica de acumulación,
tivo globalizado y a los mercados internos
crecimiento y modernización de los dis-
que desde allí comenzaron a expandirse.
tintos componentes de una economía en
acelerado proceso de globalización. En ello Las miradas sobre la relación entre urba-
ha incidido decisivamente el hecho de que nización metropolitana y globalización no
bajo el impulso de las políticas de liberali- son homogéneas. Hay perspectiva gene-
zación económica y de desregulación, la ralizada sobre la utilidad de las ciudades

220
Pedro Martín Martínez Toro

metropolitanas en el desarrollo (teoría de expandida, en la que progresivamente van


los polos de desarrollo de François Perroux ocupando los pueblos y áreas rurales que
adaptada) y en el crecimiento económico, encuentran a su paso, desbordando una y
pero también hay enfoques que cuestionan otra vez sus límites anteriores. De estos in-
el entregar estas ciudades al capital global y controlables procesos de suburbanización,
si debemos poner límites a la concentración en cuya dinámica el automóvil tiene una
urbana. David Harvey (2007, p. 329) enca- incidencia decisiva, emergen ciudades de
beza una perspectiva de la geografía crítica cobertura y alcance regional, de estructura
que plantea que las metrópolis y sus áreas policéntrica y fronteras difusas.
de influencia son funcionales al proyecto
capitalista y que ello no hace sino ampliar Denominaciones como ciudad informacional
brechas entre pobres y ricos y aumentar (Castells 1989), ciudad global (Sassen, 1991),
la “ciudad dual” (Castells, 1995 y Sassen, metápolis (Ascher 1995), ciudad postmoderna
2000). Es decir que la ciudad es utilizada ― (Amendola, 1997), ciudad postfordista (De-
una vez más― para apuntalar las riquezas matteis, 1998), postmetrópolis (Soja, 2000),
de unos pocos. ciudades en globalización (Marcuse y van
Kempen, 2000), entre muchas otras, docu-
mentan los esfuerzos que se vienen desarro-
La nueva morfología
llando en pos de la identificación de las ten-
metropolitana
dencias que estarían marcando el tránsito
Un aspecto relevante del análisis de la rela- hacia la ciudad del futuro y de aprehender
ción entre el fenómeno de la globalización y los rasgos y la conformación morfológica
los procesos de metropolización es la trans- que la caracterizarían.
formación morfológica y funcional de las
A través de su rol para articular la econo-
metrópolis y sus áreas metropolitanas. La
mía local, regional, nacional y global, mu-
globalización ha consolidado lo que algunos
chas ciudades con funciones globales se han
autores han popularizado como “ciudad
convertido en enormes regiones urbanas
dispersa y difusa”, que no es otra cosa que
policéntricas, las que son mejor descritas en
la expansión de la metropolización en nuevo
términos de la noción de Gottmann (1961)
suelo urbano tomado del suelo rural para la
como megalópolis.
construcción de un patrón de espacios resi-
denciales de vivienda aislada en condómi-
nos cerrados asociadas a grandes platafor- Nuevos centros y dispersión
mas comerciales en los nuevos suburbios. urbana (urbansprawl) en
el modelo de la ciudad
Todo ello ―concentración de la riqueza, la latinoamericana
innovación tecnológica, localización indus-
trial y plataformas comerciales multinacio- La estructura interna de las grandes ciu-
nales―, según De Mattos (2001), ha redun- dades latinoamericanas ―vistas grosso
dado en que en su crecimiento las respectivas modo― ha experimentado cambios signifi-
manchas urbanas tiendan a encaminarse cativos, entre los que destacan el desplaza-
hacia una dinámica de metropolización miento de población, industrias y servicios

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La producción del espacio en la ciudad latinoamericana. El modelo del impacto del capitalismo global en la metropolización

desde la ciudad central a la periferia, así o de recreo de los grupos sociales de mayo-
como la creación de nuevos centros con di- res ingresos. Estos conjuntos urbanísticos de
námica económica y social propias en diver- producción, consumo, residencia y recreo se
sos puntos del vasto territorio urbanizado. conectan entre sí por vías, usualmente con-
El crecimiento periférico suburbano de baja gestionadas, que carecen de la continuidad
densidad y, muchas veces, discontinuo ex- espacial que presentaba la ciudad compacta,
tiende el área urbanizada más allá de los predominante hasta finales de la segunda
límites de los términos municipales, lo cual mitad del siglo xx. Según Janoschka (2002)
genera un vasto espacio urbano que se ca- estas características subrayan la tendencia
racteriza por una escasa densidad, que obli- hacia una ciudad extremadamente segrega-
ga a extender las redes de infraestructura, da y dividida. La metrópoli latinoamericana
aumenta los costos del desplazamiento de la actual se desarrolla hacia una “ciudad de is-
población y mercaderías, y los costos de pro- las”, lo que en términos de Améndola (2000)
ducción y mantenimiento de los servicios de es la ciudad posmoderna un “archipiélago”.
utilidad pública. A la dinámica de los nue-
Resulta claro que las metrópolis y sus áreas
vos centros que constituyen la estructura de
metropolitanas cumplen nuevas funciones
estos grandes espacios urbanos de más de
en el mundo globalizado (Scott, 2001; Borja
un núcleo, se opone el vaciamiento de las
y Castells, 1997; Klink, 2001 y 2005) y estas
antiguas áreas residenciales, industriales y
nuevas funciones a escala global tienen re-
de servicios, y el abandono de los centros
percusiones en la estructura interna de las
tradicionales de acopio e intercambio.
ciudades y sus áreas de influencia metro-
De acuerdo con las tipologías urbanas que politana, regional y en sus relaciones con el
de América Latina (hipótesis de trabajo en sistema nacional y mundial de ciudades.
discusión) han realizado autores como Mer-
La idea de modelar la ciudad latinoameri-
tins (1980, 1991) y Borsdorf (2003), la ruptu-
cana no postula que exista coincidencia al
ra de la estructura espacial tradicional de la
100 % en los periodos, factores, los rasgos y
ciudad latinoamericana compacta y con un
las consecuencias de las mutaciones territo-
centro único, y su reemplazo por una or-
riales en todas las ciudades de América La-
ganización espacial difusa y con más de un
tina, sabiendo que incluso en el interior de
núcleo, ha estado acompañada por el sur-
un mismo país estos aspectos pueden variar
gimiento de nuevos “artefactos” urbanos.
significativamente entre dos ciudades de ta-
Entre estos se destacan los grandes centros
maños poblaciones similares. Sin embargo,
comerciales localizados en la periferia y liga-
se reconoce la utilidad de un modelo que
dos a las grandes avenidas o carreteras ur-
abstraiga y sintetice aproximadamente las
banas; los parques tecnológicos o logísticos
similitudes de tales rasgos territoriales.
ubicados en las afueras, que reúnen una se-
rie de empresas atraídas por las facilidades Los primeros modelos de la ciudad latinoa-
y modernidades que aquellos ofrecen y por mericana fueron publicados en la década de
el fácil acceso a las rutas de transporte in- los setenta por los geógrafos alemanes Bähr
terregionales, y barrios cerrados destinados (1976), Borsdorf (1976) y Mertins (1980), época
a cumplir la función de zona de residencia en los que aún América Latina se encontraba

222
Pedro Martín Martínez Toro

desarrollando la estrategia de sustitución de de funcional y socioespacial. Donde activi-


importaciones y no entraba aún en las polí- dades económicas y barrios residenciales se
ticas influenciadas por el denominado neo- dispersan y mezclan en áreas pequeñas: ur-
liberalismo y sus fórmulas desregulatorias banizaciones de lujo se localizan en barrios
y privatizadoras recorrerían el continente muy pobres; centros de comercio se empla-
desde mediados de la década de los ochenta, zan en todas las partes de la ciudad; barrios
pero solo hasta finales del siglo xx empeza- marginales entran en los sectores de la clase
ríamos a ver consolidados rasgos territoriales alta. Estos desarrollos se posibilitan gracias
que sintetizados configurarían lo que autores a la modalidad de los nuevos muros urba-
como Bähr y Borsdorf denominarían la ciu- nos, permitiendo separar y “proteger” con-
dad fragmentada, en un intento por actualizar tra la pobreza las islas de riqueza. Estas islas
dar continuidad discursiva y analítica a los o fragmentos urbanos separados funcional
modelos anteriormente desarrollados. y espacialmente se encuentran, en cambio,
muy bien conectados con el mundo globali-
La ciudad fragmentada: zado a través de las nuevas Tecnologías de
semejanzas y la Información y Comunicación (TIC).
particularidades en la
Un patrón funcional y arquitectónico “exi-
ciudad latinoamericana
toso” que marca este modelo vigente en los
Desde las fundaciones españolas y portu- casos estudiados de ciudades en América
guesas en el siglo xvi en suelo americano se Latina es el de los barrios cerrados (gated
consolidó la ciudad colonial cuya caracterís- communuties), donde comunidades com-
tica esencial es el de ser una ciudad compac- parten infraestructura y servicios, y mallas
ta y con un crecimiento lento que perduró electrificadas que expresan claramente el
hasta mediados del siglo xix con estos atribu- concepto de fragmentación.
tos. A la ciudad colonial le siguió el modelo
A pesar de la velocidad de los cambios,
de la ciudad sectorial (1820-1950) que pre-
desde mediados de la década de los ochen-
sentó como rasgo característico la formación
ta del siglo xx se ha constituido un conjunto
de sectores lineales con diferenciaciones so-
de estudios que han generado conocimien-
cioespaciales, donde se rompe la estructura
tos sobre las transformaciones metropolita-
circular de la ciudad colonial y el centro se
nas en América Latina, en el marco de la
expande sectorialmente por algunos de sus
globalización. Se mantienen muchas dudas,
ejes urbanos. Bähr y Borsdorf (2009) identi-
pero es posible ir a la búsqueda de algunas
fican como tercer estadio de la evolución de
conclusiones muy generales y prelimina-
la ciudad latinoamericana a la ciudad pola-
res. Tal producción permite la posibilidad
rizada (1950-1990) cuyos rasgos empiezan
de realizar comparaciones entre los distin-
a mostrar tendencias de suburbanización.
tos casos estudiados, indagando sobre los
Finalmente expone la etapa vigente del mo-
rasgos comunes y particulares. Los casos
delo como es la ciudad fragmentada (1990).
revisados son los de Bogotá, Buenos Ai-
Por fragmentación entienden Bähr y Bors- res, Sao Paulo y Santiago de Chile. En sín-
dorf (2009) una nueva forma de separación tesis, se mencionan los aspectos clave que

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La producción del espacio en la ciudad latinoamericana. El modelo del impacto del capitalismo global en la metropolización

permiten situar la metrópoli frente a las de Buenos Aires a partir de la difusión del
características del modelo propuesto por terciario:
Bähr y Borsdorf (2009).
El proceso de crecimiento y difusión te-
Bogotá rritorial de estas actividades (centros de
negocios, hotelería, grandes superficies
La metrópoli de Bogotá presenta clara ten- del ocio y el consumo) en la región ur-
dencia a la dispersión metropolitana de bana de Buenos Aires durante las dos
forma “tentacular”. Cuervo (1999) descri- últimas décadas se relaciona con las
be el reciente crecimiento de Bogotá así: diferentes modalidades de reestructu-
La estructura del área metropolitana asume ración de las centralidades y subcentra-
la forma de pulpo y su extensión no es con- lidades metropolitanas, verificándose
tinua hacia el área inmediata sino a través tendencias tanto hacia la continuidad
de corredores que corresponden con los ejes
de dinámicas, morfologías y localiza-
viales de intercomunicación interregional.
ciones tradicionales, como a la consoli-
Cada uno de los corredores analizados asu-
dación de una red de distritos de locali-
me características propias, determinadas
zación del terciario, compatible con los
por el tipo de relación establecida con Bogo-
nuevos patrones metropolitanos mun-
tá en conjugación con sus peculiares rasgos
diales de configuración más dispersa y
regionales (1999, p. 53).
funcionamiento en red (p. 63)
Luego concluye Cuervo que:
Vecslir y Ciccolella apuntan a la configura-
si se mira la estructura interna de la ción de nuevas centralidades metropolita-
ciudad y se la interpreta a la luz de las nas apalancadas por los desarrollos de in-
tendencias prevalecientes en los veinte fraestructuras y de las TIC, así: “Se trata del
años previos al comienzo de los 90, la paso del aglomerado a la red, según el cual
globalización parece haber dejado una tienden a definirse nuevas centralidades o
marca indeleble y haber contribuido a subcentralidades metropolitanas de estruc-
la consolidación de una nueva estruc- tura compleja, donde el crecimiento ya no se
tura socioespacial. No solo se cons- produce en continuidad con el tejido urbano
truyeron edificaciones comerciales, existente sino que se implanta a lo largo de
financieras y hoteleras representativas los grandes ejes de circulación” (2011, p. 67).
de una nueva época económica y de
un auge económico menos duradero Sao Paulo
que lo esperado, sino se consolidaron
nuevos ejes y sub-centros de actividad El efecto de la globalización en Sao Paulo ha
económica novedosos respecto de la profundizado y acelerado procesos de se-
estructura previa (1999, p. 58). gregación socio-espacial, Carlos (2001, 2003
y 2009) lo señala como:
Buenos Aires
Essa lógica da reprodução do espaço
Vecslir y Ciccolella (2011) resaltan la dis- metropolitano paulistano está no fun-
persión y el policentrismo metropolitano damento da degradação da natureza.

224
Pedro Martín Martínez Toro

Trata-se, como afirmamos, de umapro- Hidalgo, Borsdorf y Sánchez (2005) señalan


dução do espaço urbano definida pela en el mismo sentido lo siguiente:
própria lógica do proceso de produção
da sociedade capitalista emsuaespe- La construcción de grandes conjuntos
cificidade de metrópole de um país de barrios cerrados o megaproyectos
periféricocomo o nosso, historicamen- justificaría e incentivaría la llegada de
te desigual, cuja desigualdadesó faz inversiones internacionales. En Chile
aprofundar. Portanto, a dialética espa- ello ocurrió desde la segunda mitad de
cial integração/desintegração das dife- los años 1990 y se manifestaron a través
rentes áreas da metrópoleao proceso de la fusión de empresas estadouniden-
de globalização revela contradições- ses, mexicanas y españolas con algunas
sociais do proceso de reprodução do nacionales vinculadas al rubro de la
espaço urbano. Esse proceso revelade construcción. La edificación de condo-
formapotencializadaacontradição fun- minios y urbanizaciones cerradas des-
dante da produçãodo espaço urbano tinadas a los grupos medios fue rápida
entreproduçãosocial eapropriaçãopri- presa de estas asociaciones (p. 6913).
vada – gênese da segregação.Talvezse-
ja o caso de seafirmarquenãoé a falta de Los autores citados anteriormente enfatizan
planejamento que está por trás da crise la relación entre la proliferación reciente se
ecológica e do que seconvencionoucha- los condominios cerrados y las mutaciones
mar de “caos urbano”, mas a própria urbanas del área metropolitana de Santiago
lógica do planejamentonumasociedade de Chile:
capitalista, dependente, como a brasi-
El aumento de las formas descritas de
leira (2009, p. 313)
agrupar viviendas en torno a espacios
Estas desigualdades sociales en una metró- de uso común y controlados, empieza
poli como Sao Paulo explican la fragmen- a cobrar en los primeros años del si-
tación espacial de la estructura urbana y la glo XXI aún mayor impulso, lo que se
dispersión del tejido urbano. traduce en la aparición de una nueva
tipología de espacio residencial cerra-
Santiago de Chile do: la ciudad vallada, que correspon-

Las áreas metropolitanas de las ciudades den a megaproyectos inmobiliarios


de América Latina son el escenario actual de barrios cerrados que se ubican en
de una serie de cambios que representan comunas periurbanas del AMS. Las
un particular momento de la historia de los agrupaciones basadas en la tipología
países de la región. Según De Mattos (2002), de la ciudad vallada marcan un pun-
son precisamente los espacios metropolita- to de inflexión en el diseño del espacio
nos los que mejor expresan las transforma- residencial cerrado y en la forma con
ciones territoriales asociadas al proceso de que el modo de vida urbana coloniza
globalización de la economía e implementa- las áreas rurales y en definitiva en las
ción de las políticas de desarrollo neoliberal. formas de crecimiento de la ciudad
Entre ellas Santiago de Chile es elocuente. (2005, p. 6914).

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La producción del espacio en la ciudad latinoamericana. El modelo del impacto del capitalismo global en la metropolización

Claramente este fenómeno creciente de • Reestructuración neoliberal (desre­


barrios cerrados en las periferias metropo- gulación-privatizaciones) como fac­
tor explicativo de estos procesos
litanas fomenta la contra-urbanización o
territoriales.
traslado de poblaciones del casco urbano
consolidado hacia municipios rurales del Así mismo, en varias de las ciudades consi-
entorno metropolitano y demandando, al deradas, en general las más complejas, tam-
tiempo, nuevas centralidades urbanas en bién se han verificado otros procesos coin-
estos nuevos bordes. cidentes, menos acusados entre las demás
metrópolis latinoamericanas:

Rasgos territoriales • Localización de actividades globa-


recurrentes entre las lizadas (Buenos Aires, México, San-
tiago, San Pablo).
ciudades revisadas
• Capital inmobiliario como factor
preponderante de la expansión me-
Como señala Ciccolella (2009), existen ras-
tropolitana (Buenos Aires, Lima, Río
gos territoriales que se aproximan a la cons- de Janeiro, Santiago de Chile, San
titución de un modelo de configuración Pablo).
metropolitana a partir del influjo de la glo- • Gentrification, es decir, reapropia-
balización, aunque siempre existan particu- ción de áreas centrales por parte
laridades. Los estudios muestran que en la de sectores sociales de ingresos
medios altos y altos (Buenos Aires,
mayoría de las ciudades, se encuentran los Santiago).
siguientes fenómenos que en su conjunto se
• Suburbanización de tipo “ameri-
enmarcan en el modelo de la ciudad frag- canizante” (Buenos Aires, Caracas,
mentada propuesta por Bähr: San Pablo, Santiago).
• Dualización (Buenos Aires, Lima,
• Expansión de la mancha urbana.
Río de Janeiro, San Pablo).
• Policentrismo o, al menos, tenden-
cias al mismo.
Conclusiones
• Tendencias a la ciudad-región y al
crecimiento reticular.
Gracias a los postulados de Henri Lefebvre
• Expansión de la base económica, es-
sobre la producción del espacio, es posible
pecialmente basada en servicios.
aproximarnos mejor al conocimiento de los
• Difusión o proliferación de nuevos
objetos urbanos (shoppings, hiper- procesos de configuración territorial reco-
mercados, urbanizaciones cerradas, nociendo que hay agentes con sus intereses
edificios inteligentes, etc.). y sus poderes detrás de la forma y caracte-
• Suburbanización difusa, tanto de rísticas de la ciudad contemporánea. Igual-
élites como de sectores pobres o mente, merced a las propuestas de modelos
populares.
de las transformaciones metropolitanas
• Incremento de la polarización social.
recientes en América Latina y su contraste
• Incremento o consolidación de la se-
con los estudios de caso, se puede eviden-
gregación residencial.
ciar cómo la producción del espacio en estas
• Aparición de nuevos distritos de ne-
gocios o formación de redes de dis- metrópolis está directamente relacionada
tritos corporativos. con los procesos acumulativos del capital

226
Pedro Martín Martínez Toro

contemporáneo y que las inercias geográ- una metrópoli emergente (pp. 27-46). Qui-
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Proyectar con la naturaleza
(Capítulo 4: Un paso adelante)
Lectura 8

FOLCH, Ramón (2003)


Los conceptos socioecológicos de partida
Lectura 9

FOLCH, Ramón (2011)


Territorio y paisaje en el ámbito mediterráneo
Quaderns de la Mediterrània 16, 2011 213

Dossier

Territorio y paisaje en el ámbito mediterráneo

Ramon Folch. Socioecólogo, presidente de Estudi Ramon Folch – Gestió i Comunicació Ambiental

El territorio es el resultado de transformar la matriz biofísica del suelo. Los territorios socioeconómicamente
avanzados, también llamados desarrollados, son siempre territorios que han sufrido una gran transforma-
ción. Pero por intensa que sea esta transformación antrópica, es decir, originada por el ser humano, no se
puede obviar la realidad previa de la matriz de base. Esto constituye una evidencia elemental olvidada con
demasiada frecuencia. El conocimiento y reconocimiento de las posibilidades y limitaciones de la matriz
biofísica, así como de la matriz ambiental que de ella se deriva, es un componente capital de la gestión
territorial sostenibilista. Los territorios mediterráneos se ven especialmente afectados por este principio.

¿Territorio o paisaje? agrícola y ganadera. En este proceso de construcción


del paisaje se ha llegado modernamente a niveles
El paisaje es el aspecto del territorio.1 Durante mu- muy avanzados mediante la presencia dominante de
cho tiempo, el término «paisaje» ha tenido un sig- edificios e infraestructuras. La construcción del pai-
nificado meramente escenográfico, sin apenas otro saje edificado es un elemento capital de la reflexión
contenido que sus referentes estéticos. El término socioecológica moderna, pero no debe llevarnos a
«paisaje» era utilizado en el sentido latino de locus perder de vista el secular proceso de construcción
amœnus, más que en el de prospectus. Sin embargo, paisajística no edificativa llevado a cabo por el mun-
las modernas ciencias del paisaje han cambiado ra- do rural tradicional y, actualmente, por la actividad
dicalmente esta percepción. En efecto, actualmente agropecuaria de carácter industrial.
decimos que cualquier fragmento de territorio, na- Hablamos de paisaje tropical o bien de paisaje
tural o intervenido por el ser humano, configura un medioeuropeo sabiendo que detrás de estas locu-
paisaje, es decir, un conjunto de referentes físicos y ciones se compendia mucha información climática,
funcionales, susceptible de ser considerado como un edáfica –relativa al suelo– o geológica, biológica y
fenómeno en sí mismo. El paisaje refleja la realidad antropológica; es decir, histórica, agronómica, ur-
ambiental de cada lugar, a la vez que compendia la banística, social y política. Por ello, una expresión
historia del proceso antrópico –es decir, originado como «paisaje inglés» resulta menos frívola de lo
por el hombre– que en él se ha podido desarrollar. que pueda parecer, porque detrás se parapetan el
Por todo ello, el concepto «paisaje» es, en realidad, clima medioeuropeo y atlántico, los bosques plano-
un algoritmo socioecológico. caducifolios, los relieves suaves y la continuidad
Los paisajes contemporáneos de la mayoría del tapiz vegetal, lo que significa escaso riesgo de
de los países –en todo caso, de la totalidad de los erosión hídrica indeseada y productividad forestal
países industrializados– son paisajes construidos. El y agropecuaria elevadas. Es decir, nos hallamos ante
proceso se inició muchos siglos atrás, de la mano de una agricultura extensiva de vegetales herbáceos
las transformaciones introducidas por la actividad no irrigados, prados cerrados con setos, carreteras

1. Este artículo recoge reflexiones previas del autor recopiladas en su libro La quimera del crecimiento, Barcelona,
RBA, 2011.
214 Versión en español

angostas encajadas, casitas con tejados a dos aguas y La matriz biofísica y la transformación
toda la filosofía socioeconómica que se deriva de una antrópica
forma ancestral de explotación de este espacio, con
manors y cacería del zorro incluidos. Sin embargo, Espacialmente hablando, el territorio debe ser en-
las actuales ciencias del paisaje van más allá de esta tendido como una malla de fenómenos, como una
relectura de la terminología literaria para construir matriz de puntos y contrapuntos interconectados
todo un edificio cognitivo que permite interpretar entre sí. Las mallas usadas en el dibujo informa-
mejor la realidad territorial. tizado para hacer simulaciones o construcciones
La percepción que la población en general tie- tridimensionales expresan muy bien esta situación
ne de todo ello es más bien confusa y depende en porque, en definitiva, ellas mismas no son más que
buena medida de las modas mediáticas. En efecto, una simplificación formal de la realidad arquitec-
los medios de comunicación de masas actúan como tónica o territorial que representan. Ello resulta
prescriptores de opinión también en este dominio. particularmente cierto en la cuenca mediterránea
Un trabajo aparte merecería estudiar qué paisajes en general, después de tres milenios de fuerte an-
presentan como ejemplares y cuáles como lamenta- tropización.
bles. La opinión pública se configura a partir de estos Pocos territorios son isotrópicos, esto es, poseen
estándares mediáticos, así como en otros tiempos las mismas características en todas las direcciones.
eran los estándares literarios los grandes conforma- Los mediterráneos no lo son en absoluto. El relieve,
dores del imaginario colectivo. El desierto ha pasado la hidrografía y las zonas climáticas establecen un
de espantoso a fascinante gracias al cine, mientras mapa de partida con asimetrías que las transfor-
que los hielos hiperbóreos, de los que se huía como maciones antrópicas suelen exaltar. Para empezar,
de la peste, cautivan cada vez a más gente desde que deben considerarse la orografía y la hidrografía,
se los asocia a rutilantes ropas y a acogedoras veladas que son conceptos correlativos. Las aguas fluyen
cabe el chisporroteo de la chimenea. Para muchos, la por las líneas de máxima pendiente y generan ríos
valoración del paisaje depende de los documentales, que excavan valles, los cuales consolidan y exaltan
las películas y los anuncios. Un palpitante film sobre estas pendientes de máxima significación. La acción
el épico proceso constructivo de una línea de alta fluvial, con arreglo a pluviometrías más o menos
tensión a través de bosques impenetrables y hostiles considerables y más o menos irregulares, incrementa
cambiaría la percepción sobre la red eléctrica y su la contundencia orográfica, tanto más cuanto más
impacto paisajístico. Podríamos decir lo propio de fácilmente erosionables sean los substratos. En luga-
los parques eólicos, si fuesen mostrados en contra- res escasamente montañosos, las aguas tienen poca
picados sobrecogedores o girando wagnerianamente energía potencial y excavan valles relativamente
en una dorada atmósfera crepuscular. Todo esto ya modestos, mientras que en lugares de orografía
sucedió con las películas que, en los años cincuenta poderosa, la acción fluvial potencia aún más los
y sesenta, exaltaban las perforaciones petroleras, los accidentes del relieve.
derricks eruptivos y las plataformas off-shore. El substrato geológico tiene también un papel
Detrás del paisaje está el territorio. Para los capital a la hora de configurar la matriz física de un
ecólogos tradicionales, y de rechazo también para territorio. La geología de base, así como las llamadas
muchos ambientalistas, conservacionistas y ecolo- formaciones superficiales –los materiales aflorantes,
gistas, los humanos hemos alterado el territorio y transformados por la acción meteorizadora de la at-
por eso hemos deteriorado el paisaje. Confunden mósfera y por los fenómenos erosivos–, condicionan
territorio con matriz territorial, con matriz biofísica el comportamiento mecánico del substrato y los
previa a la construcción del territorio propiamente procesos de formación de los suelos. Una hipotética
dicho. El territorio de los ecólogos suele ser la ma- heterogeneidad en la disposición de este substrato
teria prima territorial de los ingenieros y los urba- y estas formaciones incrementa la anisotropía de
nistas. Por ello, el ecologismo ve la destrucción de la matriz. Es cabalmente el caso del ámbito me-
la naturaleza donde otros ven la construcción del diterráneo, donde afloran materiales geológicos de
espacio territorial. características muy diversas.
Quaderns de la Mediterrània 16, 2011 215

La anisotropía geológica y geomorfológica suele de los territorios mediterráneos, tan antropizados, no


propiciar la anisotropía bioclimática. En efecto, la debe impedirnos la percepción de la matriz biofísica
zonación climática latitudinal se ve interferida por subyacente, siempre condicionante de las opciones
las variaciones altitudinales. Así, subir montaña de transformación que se quieran tomar ulterior-
arriba equivale, en cierta forma, a ascender hacia mente. De esta manera, en las áreas mediterráneas
el norte. Los saltos hipsométricos son muy impor- humanizadas –que son la mayoría–, sobre la aniso-
tantes en la cuenca mediterránea, con diferencias tropía de la matriz se superpone un segundo estadio
de cota de miles de metros entre la línea de costa y igualmente anisotrópico. La intersección de las dos
algunas cumbres situadas muy cerca del litoral, y capas configura el paisaje territorial mediterráneo
por eso las variaciones bioclimáticas son acentuadas tal como lo vemos hoy en día.
en esta zona. La acción templadora del mar tampoco Esta malla anisotrópica consta de nudos y seg-
es ajena a estas variaciones, a causa de su enorme mentos internodales, de forma comparable a una red
inercia térmica y de la generación de fenómenos de pesca. Los nudos vendrían a ser los puntos con
meteorológicos específicos (neblinas, marinadas, una mayor concentración de diversidad, es decir, los
vientos ábregos, etc.) de gran importancia local. lugares donde los fenómenos de cada capa se exaltan
En definitiva, el ámbito mediterráneo presenta al coincidir en el espacio. Son las zonas con más
una acusada anisotropía territorial. En buena lógi- significación territorial y más interés paisajístico,
ca, esto exigiría una gestión territorial diferenciada, y a menudo también de mayor valor escenográfico.
es decir, adecuada a cada conjunto concreto de cir- La alternancia de puntos y segmentos confiere una
cunstancias. Desgraciadamente, éste no acostumbra gran variedad al territorio, a la vez que atesora po-
a ser el caso. tencialidades latentes para rehacer la malla llegado
Las transformaciones afectan de forma espe- el caso.
cialmente evidente a las áreas construidas, pero La conservación de la malla de intersección en-
los espacios libres también se han visto influidos tre la matriz biofísica y la capa de intervenciones
por aquellas. El espacio agrícola por entero es antrópicas es una garantía de estabilidad territorial,
un ejemplo de ello, tanto por las rectificaciones ya que todos los elementos en juego y el resultado
morfológicas (aterrazamientos, bancales, caminos, de combinarlos están presentes en espacios relati-
canales de irrigación, etc.) como por las propiamen- vamente pequeños. Así se establecen interfaces y
te agronómicas (roturación y ulterior extensión de pequeñas soluciones de continuidad locales muy
las especies cultivadas). Pero el espacio forestal y interesantes en términos de sostenibilidad territo-
pecuario también ha resultado muy transformado, rial. Velar para que esta riqueza de origen antrópico
hasta el punto de que la mayoría de pastos o bos- no se pierda es un objetivo no menor, en términos
ques mediterráneos son actualmente formaciones sostenibilistas.
secundarias, es decir, comunidades integradas por La visión sistémica del territorio implica
especies más o menos espontáneas, pero mantenidas abandonar los procesos de mera yuxtaposición de
–en términos de estructura y composición florística, los sistemas (urbano, productivo, de comunicacio-
y con el objeto de propiciar una productividad ma- nes, energético…), lo que comporta una nueva
yor– en estadios alejados de la potencialidad final visión estratégica y planificadora de los flujos, las
de la matriz biofísica. relaciones, los bordes y las superposiciones. Las
El resultado final es un paisaje mediterráneo redes son discontinuas, mientras que la matriz es
de estructura puntillista, una especie de mosaico continua; al mismo tiempo, cada uno de los sub-
más o menos pixelado que desdibuja la lógica de la sistemas territoriales no genera efectos neutrales,
matriz inicial e impide que la sucesión latitudinal ni sobre el resto de subsistemas, ni sobre la matriz
en principio correspondiente por razones macrocli- ambiental. En definitiva, la sectorialización de las
máticas se desarrolle. Llegados aquí, la tentación de estrategias y la planificación, aunque se trate de
creer que la transformación antrópica ha permitido una necesidad metodológica posiblemente irreso-
prescindir de los condicionantes biofísicos asedia al luble, debe abordarse desde una óptica relacional
observador poco atento. Pero este aspecto pixelado para ser efectiva.
216 Versión en español

La ignorancia de todo ello nos ha conducido a La proyectación del paisaje


lamentables procesos urbanísticos que, en las últi-
mas décadas, han deteriorado de forma importante De todo ello se deriva la conveniencia de proyectar la
el paisaje y el territorio mediterráneos, particular- matriz ambiental, es decir, conformarla deliberada-
mente en las zonas litorales, llenas de artefactos mente, en vez de esperar a que vaya tomando forma
inurbanos. Éstas son el polo opuesto de territorios aleatoriamente. Los condicionantes bioclimáticos,
lejanos, poco o nada antropizados, que se ofrecen geomorfológicos, hidrogeológicos y ecosistémicos
como matriz biofísica prácticamente pura. Sería el que constituyen los elementos esenciales de esta
caso del litoral patagónico, por ejemplo, que no es matriz no se pueden ignorar. Hay aspectos de
que esté bien conservado, está sencillamente into- difícil modificación, como el clima, las caracterís-
cado. Sí está bien conservado el litoral inglés, en ticas del substrato o, incluso, los principales rasgos
parte porque está poco tocado si se compara con el geomorfológicos del relieve. Pero también es cierto
mediterráneo, es cierto, pero sobre todo porque su que esta matriz no es inmutable y puede ser modi-
parcial transformación ha obedecido a estrategias ficada por la intervención humana. El problema no
urbanísticas razonablemente inteligentes. Podría es la propia modificación, sino la falta de criterio a
decirse algo parecido del territorio toscano o del que pueda responder. Cuando la matriz ambiental
holandés, pongamos por caso. Ambos son espacios se construye de cualquier manera y sin tener en
muy transformados pero fisiológicamente sólidos, cuenta la matriz biofísica, aparecen las disfuncio-
sin grandes disfunciones. El holandés no solamente nes ambientales: inundaciones de áreas no desea-
es un territorio prácticamente inventado,2 sino que das, pérdida o contaminación de recursos hídricos,
contraría su matriz biofísica de raíz; sin embargo, pérdida de suelos y aparición de procesos erosivos,
es paradigma de buenas maneras ambientales, dificultades para la conectividad ecológica, etc. Ello
simplemente porque éstas responden a planes resulta especialmente dramático en el anisotrópico
agropecuarios y urbanísticos muy meditados y territorio mediterráneo.
habilidosos. Durante siglos, la matriz biofísica, que parecía
Urbanizar el territorio no es llenarlo de construc- infinita y todopoderosa, se impuso a los humanos.
ciones, sino casi lo contrario. El urbanismo consiste Hoy día, en líneas generales, la mayoría de matrices
en determinar qué va dónde y para qué, siempre están sometidas, «soterradas» bajo territorios trans-
que este «dónde» lo consienta, este «para qué» res- formadísimos, hasta el punto de que los accidentes
ponda a una intención civil de interés general y este geográficos se perciben como simples estorbos cons-
«qué» tenga calidad y sentido. De hecho, el espacio tructivos que hay que remover o salvar mediante
–matriz biofísica– no se convierte en territorio hasta puentes, túneles o desmontes correctivos. Lo que
que es urbanizado, es decir, hasta que es objeto de empezó siendo la tímida transformación de una
apropiación civil. Todo ello queda muy lejos de ese inconmensurable matriz compleja se ha conver-
miserable pseudourbanismo de campanario que tido en una actividad rutinaria y aparentemente
tiene como único objetivo calificar suelo a efectos autónoma. Asimismo, las concepciones económicas
especulativos. El urbanismo planifica y proyecta el de los siglos XIX y XX consideraban que la matriz
territorio y construye la matriz ambiental. La de- biofísica era ajena a los procesos económicos, de
sestructuración territorial y la deterioración am- manera que algunos de sus componentes producti-
biental resultan de la ocupación espacial sin direc- vamente esenciales (el agua, el suelo, el clima, etc.)
trices urbanísticas serias. eran considerados bienes libres irrelevantes. Sin
embargo, y hoy más que nunca, estos factores pre-

2. Me refiero, claro está, a Holanda propiamente dicha (Holanda Septentrional y Holanda Meridional), Zelanda, Flevolanda
y Frisia, es decir, la mitad oriental de los Países Bajos (Nederland) que se halla por debajo del nivel del mar, construida a
base de diques, pólders y constantes avenamientos y bombeos (la mayoría de los molinos de viento holandeses no eran
sino bombas de achique).
Quaderns de la Mediterrània 16, 2011 217

tendidamente secundarios tienen un valor enorme matriz precedente, pero no hacia un objetivo delibe-
(cambio climático, recursos menguantes, incendios rado. Llegar a disponer de una determinada matriz
forestales, inundaciones…). ambiental, configurada de esta o aquella manera,
El caso es que el resultado de las interrelaciones no es todavía un objetivo proyectual. Determinadas
entre la matriz biofísica y las transformaciones de la escuelas lo propugnan y avanzan en esta línea, pero
actividad humana constituye la matriz ambiental, son aún la excepción.
que se expresa en forma de paisaje. La secuencia El territorio mediterráneo, complejo, frágil y
correcta sería: matriz biofísica primigenia (paisaje fuertemente antropizado, está muy necesitado de
preantrópico), transformación discreta de la matriz esta actitud proyectativa. Deberíamos ser capaces
biofísica en matriz ambiental o espacio territorial de proyectar el ambiente, en la cuenca mediterrá-
(paisaje antropizado), transformación profunda e nea más que en otros lugares. Hay que proyectar la
incluso deletérea de la matriz en territorio vaci- matriz ambiental, o sea, el proceso transformador
lante (paisaje degradado), compromiso prudente de las preexistencias biofísicas. La matriz ambiental
de transformación y gestión (paisaje sabiamente no puede ser una mera consecuencia, con frecuencia
humanizado). Habría que situarse en la superación indeseada de tan negativa. La matriz ambiental debe
de la penúltima fase, para entrar con decisión en ser un objetivo proyectado y ejecutado, de la misma
la última. manera que proyectamos y ejecutamos los artefactos
El diálogo constante entre los condicionantes infraestructurales o urbanísticos que construimos
biofísicos y las estrategias de transformación del encima de ésta.
territorio hacen que la matriz ambiental no sea La matriz ambiental no es una cuestión de ecó-
permanente ni inmutable. Los cambios en los usos logos, sino de proyectistas territoriales que, eso sí,
dominantes del territorio, la yuxtaposición de redes debe ser analizada desde una óptica ecológica. La
o las modificaciones ambientales profundas (desde ecología nos ha enseñado a comprender mejor el
un trasvase hasta la regeneración forzada de un mundo mediterráneo, pero no lo ha construido. Se
acuífero) generan una nueva matriz ambiental ha indignado con quienes ahora lo destruyen, pero
que interacciona de forma distinta con las nuevas no tiene herramientas propias para reconducir el
propuestas de ordenación. La matriz ambiental, proceso. La reconducción de la matriz ambiental
por tanto, presenta preexistencias variables con mediterránea es un objetivo sostenibilista que sólo
diferentes niveles de consolidación, lo cual genera se podrá alcanzar mediante la implementación de
un sistema complejo, no inmutable, con diferentes proyectos adecuados. La sostenibilidad territorial
grados de libertad, que hay que conocer e integrar mediterránea debe ser más que un deseo naturalista:
en el origen de las decisiones espaciales. Hasta ahora, ha de ser un proyecto tecnocientífico que supere las
sin embargo, y con contadas excepciones, la matriz disfunciones generadas por las externalizaciones del
ambiental ha sido una mera consecuencia. Se pro- modelo industrialista neoliberal. Un proyecto res-
yecta la transformación, pero no los resultados am- petuoso con la anisotropía espacial, históricamente
bientales de la transformación. La matriz ambiental informado, económicamente viable y socialmente
era –y sigue siendo– el resultado de transformar la sensible.
Lectura 10

RUEDA PALENZUELA, Salvador (2011)


El urbanismo ecológico (Extracto)
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(
Lectura 11

CORBÓZ, André (1983)


El territorio como palimpsesto
Lectura 1.
Lectura 12

HERCE, Manuel (2009)


Sobre la movilidad en la ciudad.
Propuestas para recuperar un derecho ciudadano
(Capítulo III: La planificación del transporte urbano:
enfoques conceptuales
Lectura 21.
Lectura 13

MIRALLES GUASCH. Carme (2008)


Ciudad y transporte, una perspectiva desde la
geografía
IESA, Documento Nº 2

Ciudad y transporte, una perspectiva desde la


geografía
Carme Miralles Guasch,

Hoy ya no se puede abordar la movilidad urbana y la accesibilidad si no se


incluye, también, el modelo de ciudad, donde se desarrollan los desplazamientos
y la capacidad de acceso de los ciudadanos a las actividades urbanas. Un acceso
que, como bien argumentaba Lefebvre, forma parte del derecho a la ciudad, puesto
que sin esta capacidad física de llegar no se puede desarrollar una ciudadanía
plena; una accesiblidad que viene estructurada y dimensionada por la morfología y
la funcionalidad urbanas y, también, por la oferta de transportes.

El espacio urbano actual tiene una de sus raíces teóricas más consolidadas en los
congresos internacionales de arquitectura moderna de los años veinte y treinta del
siglo XX, cuando los racionalistas se plantearon un modelo de ciudad basado en
cuatro funciones básicas: trabajo, residencia, ocio y circulación, especializando cada
área urbana en una de esas funciones. Ante lo que consideraban un reparto del
suelo producto de las parcelaciones, la venta y la especulación, se proponía un
“sistema racional” de especulación del suelo.

Sin embargo los orígenes teóricos de la organización de nuestro espacio urbano no


están completos si no se introduce la importancia que tiene el modelo de suburbio
norteamericano, basado en las bajas densidades de los grandes suburbios, en un
crecimiento sin límite del espacio urbanizado y en la expulsión continuada de la
población y de la industria hacia las periferias. Este modelo ha originado,
condicionado por el high-way lobby, la construcción de vías rápidas urbanas que
conecten de forma rápida el centro y las crecientes periferias, lo que ha obligado a
la ciudad a adaptarse al automóvil.

De este modo se introducen las técnicas de planeamiento americano caracterizadas


no sólo por el funcionalismo del espacio construido y por la baja densidad, sino
también por una lógica simple pero implacable: el incremento de la motorización
privada. Uno de los trabajos más celebres, dentro de este paradigma, fue el que
realizó Colin Buchanan en 1963, donde sugería el método de los esténdares, que
significa que a un aumento del tránsito le corresponde automáticamente un
incremento de las infraestructuras viarias. Todo ello guió la planificación y la
construcción de las autopistas urbanas que se diseñaron a partir de unos modelos
de tránsito derivados de una cadena causal entre generación, distribución y reparto
modal.

En Europa confluyen pues dos modelos de ciudad, con unas raíces teóricas bien
estructuradas y un punto común: el papel central del vehículo privado y las
infraestructuras necesarias para su uso. La movilidad y la accesibilidad vienen
modeladas por estas premisas teóricas a partir de las cuales se asumen dos
hipótesis, sin apenas discusión: toda la población adulta es usuaria potencial de los
transportes privados sin excepciones ni exclusiones y sin que el modelo basado en
el automóvil afecte a los índices ni a las capacidades de accesibilidad de la
población. Y todo ello sin que existan costes de desplazamiento más allá de los
relacionados con los que hacen referencia a la operación, ni a los efectos
medioambientales ni sociales tienen en este modelo urbano ninguna consideración.
La ciudad produce más desplazamientos pero no más accesibilidad

La ciudad funcional se caracteriza por una localización diferenciada, fragmentada y


desigual de las actividades urbanas y por la segregación social, todo ello dentro de
una ocupación extensiva del territorio, lo que da lugar a una separación espacial y
temporal de las diversas actividades cotidianas. La consecuencia es que el ámbito
urbano vital de los ciudadanos, el lugar donde éstos desarrollan sus actividades
cotidianas, es cada vez más amplio y distante. Amplificado por unos medios de
transporte que incrementan la velocidad y cambian los tiempos conectivos y con
ellos sus espacios. La distancia deja de ser una consecuencia directa de la necesaria
distribución de las actividades sobre el territorio urbano y pasa a ser una derivada
de los avances tecnológicos que han aumentado la velocidad. Aunque un
incremento de ésta no haya significado un ahorro de tiempo sino un aumento de la
distancia. Por muy paradójico que parezca.

Bajo premisas urbanísticas, económicas y sociológicas, se han redimensionado las


distancias y los tiempos urbanos con relación a las actividades cotidianas, lo que ha
provocado la sustitución gradual, pero inexorable, de los recorridos cortos a favor
de los largos, que al mismo tiempo alejan las diferentes partes funcionales de la
ciudad. El uso de esta, y con ella, de la calle se hace cada vez más en sentido
longitudinal, abandonando el tradicional sentido transversal en los espacios públicos
en los movimientos urbanos. Lo que intensifica la disminución de la densidad
urbana y los desplazamientos en transporte público y andando, los más
generalizables y menos contaminantes.

Los costes de los transportes y la organización de la ciudad

El incremento de la movilidad no implica sólo un aumento de la distancia y del


tiempo sino también, y especialmente, de los costes de desplazamiento. Hoy la
gran mayoría de las personas que se mueven contabilizan el coste de la movilidad a
partir sólo de los gastos de operación y algunos (aunque pocos) del tiempo utilizado
para ello.

Para integrar el conjunto de los costes que la movilidad genera es preciso imputar
todas aquellas variables que se relacionan con el sistema de transporte de una
manera global y no sólo aquellas variables derivadas del desplazamiento. En el
análisis se incluyen los conceptos que permiten la movilidad y aquellos elementos
definidos como externalidades (desde un punto de vista económico) o impactos
(des de un punto de vista ambiental). Así emergen la totalidad de los gastos (o
costes globales) derivados de la movilidad, independientemente de quien los
asuma, de cuándo se generan y de cómo se contabilicen.

Esta voluntad integradora de todos los costes es importante porque, al no ser igual
para todos los medios de transporte y en todos los modelos urbanos, permite
comparar transportes y ciudades, a la vez que permite favorecer aquellas opciones
más sostenibles a nivel económico, social y medioambiental. Así pues, el medio
más eficaz no será aquél que tenga una velocidad tecnológica más elevada sino
aquél que presente unos costes globales más bajos. En otras palabras: el medio
más eficaz será aquél que tenga unos costes monetarios y temporales menores y
que a la vez sea respetuoso con el medio natural y social.

Los costes globales incluyen los distintos ámbitos afectados por el sistema de
transporte y pueden desglosarse en económicos, temporales, ambientales y
sociales. Éstos, a su vez, pueden dividirse en costes asumidos por los usuarios o
por el conjunto de la colectividad, directos o indirectos, o según sean más o menos
cuantificables.
El modelo de movilidad, generador de procesos de exclusión social

En el escenario urbano actual, y en el modo de producción flexible caracterizado


por la temporalidad de los contratos de trabajo, los mecanismos de conexión entre
las áreas urbanas de residencia y de trabajo son fundamentales, especialmente
entre aquellos ciudadanos que no disponen de vehículo privado para su uso
cotidiano.

La exclusión de ciertos colectivos del modelo de movilidad hegemónico se refleja


claramente en los medios utilizados para acceder a los lugares de trabajo. En un
análisis por géneros puede observarse que las mujeres son quienes ofrecen
mayores tasas de utilización de los medios de transporte alternativos al vehículo
privado en los desplazamientos laborales. En el Área Metropolitana de Barcelona los
hombres que utilizan el vehículo propio para ir al trabajo superan el 60%, frente a
las mujeres que representan el 30%. Pero este reparto modal se matiza según el
área urbana donde estos vivan: en las áreas urbanas compactas, donde existe una
buena red de transporte público, la participación de este tipo de transporte en el
reparto modal aumenta; por el contrario, en las áreas periféricas de baja densidad
es el vehículo privado el que tiene un papel central en el uso de los distintos modos
de transporte.

La dinámica de exclusión social que se genera a partir de los déficits de transportes


de uso colectivo se acentúa a medida que se profundiza en la especialización
funcional del territorio urbano, separando usos, actividades y colectivos, y a medida
que la necesidad de uso cotidiano del coche privado aumenta. A pesar de que en
las últimas décadas el índice de motorización de las sociedades occidentales y el
parque de automóviles ha crecido de forma considerable (en España circulan por
nuestras calles y carreteras unos 20 millones de turismos, casi uno para cada dos
habitantes) también se ha acentuado el grado de exclusión de aquéllos que quedan
fuera de las posibilidades de uso de este instrumento, en especial para los
residentes en áreas urbanas altamente monofuncionales y sin ofertas alternativas
de transporte.
Lectura 14

VALDIVIA, Blanca (2018)


Del urbanismo androcéntrico a la ciudad cuidadora
Del urbanismo androcéntrico a la ciudad
cuidadora
From the androcentric urbanism to the caring city
Blanca Valdivia1
Fecha de recepción: 08-04-2018 – Fecha de aceptación: 07-08-2018
Hábitat y Sociedad (issn 2173-125X), n.º 11, noviembre de 2018, pp. 65-84.
http://dx.doi.org/10.12795/HabitatySociedad.2018.i11.05

Summary Resumen
The urban configuration is not neutral. In urban plan- La configuración urbana no es neutra. En la planifica-
ning and design, the development of certain activities is ción y el diseño urbano se prioriza el desarrollo de de-
prioritized while others are marginal and are expected terminadas actividades mientras que otras son margina-
to be solved by themselves. les y se espera que se resuelvan por sí solas.
From the Industrial Revolution begins to specialize A partir de la Revolución Industrial comienza a dar-
spaces according to the activities that were developed se una especialización de los espacios según las activida-
in them. The public sphere was associated with the pro- des que se desarrollaban en ellos. Se asociaba el ámbito
ductive and the private sphere with the reproductive público con lo productivo y el ámbito privado con la es-
sphere, cementing this separation from the sexual divi- fera reproductiva, cimentando esta separación a partir
sion of labor that also leads to a segregation of spaces de la división sexual del trabajo que lleva también a una
according to the sexes. segregación de los espacios según los sexos.
The allocation of reproductive activities to the do- La asignación de las actividades reproductivas al es-
mestic space has led to our current cities are not de- pacio doméstico ha llevado a que nuestras ciudades ac-
signed to meet the care, which negatively affects the tuales no estén pensadas para satisfacer los cuidados,
quality of life and the daily lives of people who develop lo que incide negativamente en la calidad de vida y en
these activities, which remain mostly women, la vida cotidiana de las personas que desarrollan estas
In order to have a fairer and more equitable society, actividades, que siguen siendo mayoritariamente mu-
it is necessary to make a change in the urban paradigm jeres.
and begin to build the caretaker city, in which the sus- Para tener una sociedad más justa y equitativa es ne-
tainability of life is at the center of urban decisions. cesario hacer un cambio de paradigma urbano y co-
menzar a construir la ciudad cuidadora, en la que la
sostenibilidad de la vida está en el centro de las decisio-
Key words nes urbanas.
Caring city; Feminist Urban Planning; Gender

Palabras clave
Ciudad cuidadora; Urbanismo Feminista; Género

1 Socióloga y doctoranda en la ETSAB (Barcelona); desde 2009 es socia colaboradora de la cooperativa Col.lectiu Punt 6. E-mail:
[email protected].

Hábitat y Sociedad (issn 2173-125X), n.º 11, noviembre de 2018, Universidad de Sevilla, pp. 65-84 65
http://dx.doi.org/10.12795/HabitatySociedad.2018.i11.05
Blanca Valdivia

Introducción
El sistema patriarcal como conjunto de normas y valores dominantes
en la sociedad influye en todas las esferas y ámbitos de la sociedad y
también en la producción del espacio. Jane Darke (1998a) señala que
el patriarcado adopta muchas formas y cambia con el tiempo. Coexis-
te con la mayoría de los sistemas económicos, incluido el capitalismo,
y en muchos escenarios: en la familia, en el lugar de trabajo, en el go-
bierno, etc. Está tan profundamente arraigado en las relaciones socia-
les que mucha gente no lo identifica y considera la dominación mascu-
lina como algo natural (ob. cit.).
La configuración espacial reproduce la dicotomía público y privado
y la división sexual del trabajo, pero, al mismo tiempo, el espacio repro-
duce y contribuye a la propagación de dichos dualismos. El desarrollo
de la ciudad moderna se sustenta en este dualismo según el cual a cada
espacio se le atribuyen unas funciones y actividades concretas y donde
las actividades productivas son priorizadas en el diseño urbano, invisi-
bilizando las necesidades de la esfera reproductiva.

La división sexual del espacio


El dualismo público-privado configura el espacio segregándolo según
estas dos esferas y le asigna funciones específicas (productivo-repro-
ductivo), a las que también se le atribuyen categorías genéricas (mascu-
lino-femenino). Sin embargo, esta dicotomía no ha sido una constante
histórica, sino que tiene su origen en los inicios del sistema capitalista
y es una consecuencia de la división sexual del trabajo.
Esta división llevó a una delimitación de ámbitos espaciales mascu-
linos y femeninos sobre los cuales se proyectó una serie de valores e
ideologías que han reforzado la construcción cultural de las categorías
hombre y mujer (Fernández, 1995).
Esta división sexual del trabajo iría acompañada de unos determina-
dos roles asignados a cada sexo. Según Mª Ángeles Durán (1998), con
la división sexual del trabajo, enmarcada en el seno de la familia, los
hombres se encargan de las tareas productivas, las relacionadas con el
mercado, que se dan en el ámbito de lo público, mientras que las mu-
jeres son las encargadas de las tareas reproductivas, que se dan en el
ámbito de lo domestico. Bourdieu (2000) señala que la dominación
masculina se apoya en la división sexual de trabajo que asigna tareas
concretas a cada uno de los sexos y establece una oposición entre el
lugar de reunión o mercado, reservado a los hombres, y la casa, reser-
vada a las mujeres. La diferencia biológica se utiliza como justificación
natural de la diferencia construida socialmente entre los sexos y de la
división sexual del trabajo (ob. cit.).
Carrasco, Borderias y Torns (2011) señalan que los hogares prein-
dustriales aunaban funciones productivas y reproductivas y que la di-
visión sexual del trabajo mercantil y doméstico y de cuidados variaba
bastante según los contextos económicos. La comunidad doméstica al-
bergaba en el mismo espacio la producción artesanal y la habitabilidad
del hogar, es decir, los trabajos realizados dentro de la unidad familiar
más los salarios aportados por sus miembros (Murillo, 1996).
Las sociedades preindustriales europeas se caracterizaban por la
unión de la esfera productiva y reproductiva en una forma de vida en
las aldeas comunales. Con el surgir del capitalismo la esfera reproduc-

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tiva fue sacada de la esfera comunitaria y relegada a lo privado, aislán-


dola a la esfera del hogar, mientras que la producción de mercancías
aumentó y se trasladó a las fábricas para una producción a mayor escala
en el marco del sistema de trabajo asalariado (England, 1991).
Con el progreso de la Revolución industrial surge la figura del tra-
bajador fabril que sale de casa para desplazarse hasta un centro de pro-
ducción. El espacio doméstico se vuelve un espacio secundario y deja de
tener la capacidad de generar productos de subsistencia (que pasan a ad-
quirirse en el mercado), perdiendo valor y control sobre el nuevo con-
cepto de trabajo, que se vuelve indisociable del salario (Murillo, 1996).
El proceso de desarrollo del capitalismo industrial que acarreó la
separación entre hogar y trabajo y basado en las distinciones funcio-
nales y biológicas entre mujeres y hombres, promovía la división de ta-
reas como fórmula más eficiente y productiva para organizar el trabajo,
los negocios y la vida social (Grupo de Ecofeminismo -Ecologistas en
Acción, 2011). La idea liberal y burguesa de familia que sitúa al padre
como sustentador económico y a la madre como ama de casa se fue ins-
tituyendo como el modelo en el discurso dominante (Brullet, 2010).
La construcción y consolidación de la sociedad industrial que situó
a las mujeres en el espacio privado, con la función principal de cuidar
de los otros en la vida diaria en una situación de subordinación social,
política y económica, se apoyó no sólo en la institución de la familia
moderna sino también del resto de estructuras institucionales moder-
nas (sistema jurídico, organización de los espacios y del tiempo social,
relaciones laborales, escuela, empresas, sindicatos, gobiernos políticos,
etc.) (ob. cit.).
El inició de la Revolución industrial no solo llevó a la separación del
espacio público-privado y a la identificación de lo masculino-femenino
y lo productivo-reproductivo con cada uno de los espacios, sino que
también derivó en lo que Carrasco, Borderias y Torns (2011) señalan
como la construcción social de la desvalorización de los trabajos do-
mésticos y de cuidados que acompañó al desarrollo de la producción
mercantil.
La reproducción implica permitirle al otro subsistir, física y afecti-
vamente. Sin embargo, mientras que en lo productivo recaen el pres-
tigio, la autonomía y el poder de decisión, la reproducción y su prác-
tica diaria le ha rebajado a la categoría de rutina, y por definición, no
reporta nada extraordinario. Lo productivo va unido a las actividades
públicas mientras que lo reproductivo queda imbuido en el ámbito do-
méstico y se conforma el dominio de lo productivo sobre el reproduc-
tivo (Murillo, 1996).
Carrasco, Borderias y Torns (2011) identifican durante la industria-
lización un cambio radical en el modelo de división sexual del trabajo
y nuevas identidades de género, habiendo un desplazamiento de los
cuidados desde el servicio doméstico o la comunidad al ámbito priva-
do y de la familia, y de las redes femeninas de cuidados, asalariados o
no, a la madre, y cómo este fue un proceso lento y difícil especialmente
entre las clases trabajadoras debido a las altas tasas de actividad feme-
nina de la época. También se dieron profundos y complejos cambios
en las características y condiciones del trabajo familiar doméstico entre
los que se encuentran la transformación en la concepción de la mater-
nidad, el nuevo valor dado a la infancia y a los trabajos de cuidados de
niños y niñas, personas ancianas y enfermas, y también los cuidados a
los hombres sustentadores económicos, quienes tenían una dedicación
completa al trabajo de mercado (que a mediados del siglo XIX podía

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llegar a las setenta y dos horas semanales) siendo esta dedicación sos-
tenida por el trabajo de reproducción cotidiana de las mujeres de sus
familias (ob. cit.).
¿Pero qué repercusión tuvo la división sexual del trabajo sobre la
construcción urbana durante esta época? Según McDowell (1996) el
modelo de ciudad del siglo XX es la concreción urbana de la sepa-
ración del puesto de trabajo y la casa, la ciudad y la periferia, la vida
pública y la vida privada y familiar que supuso la Revolución Indus-
trial en occidente. Esta segregación espacial se basaba en dos esferas
excluyentes de actividades, la productiva y la reproductiva. La esfera
productiva se identificaba con el espacio público, y es el espacio asig-
nado a los hombres y donde se desarrollaban las actividades econó-
micas, políticas, culturales, etc., mientras que la esfera reproductiva
se situaba en el espacio privado o doméstico, al que eran relegadas
las mujeres.
En las sociedades capitalistas del Norte global, el modelo de repar-
to de los cuidados, que asigna a las mujeres las tareas de cuidadoras y
a los hombres el trabajo asalariado, ha atravesado no sólo la estructura
de hogares y del mercado laboral, sino también las políticas públicas y
la propia construcción de las identidades (Agenjo, 2013).
El dividir los espacios en público y privado y asignarle a cada uno
una responsabilidad masculina o femenina tiene consecuencias discri-
minadoras y atenta contra la igualdad de oportunidades, ya que la libe-
ración de un tiempo doméstico es fundamental para tener un tiempo
en el que dedicarse a lo que uno desee y la posibilidad de construir una
individualidad. Esta falta de privacidad provoca una posición deficita-
ria en el espacio público (Murillo, 1996).
La Revolución Industrial es el momento en que comienza a identifi-
carse a las mujeres con el espacio doméstico y también cuando comien-
za a construirse la concepción social del espacio público como espacio
ajeno e inapropiado para las mujeres.
Los espacios surgen de las relaciones de poder, las relaciones de po-
der establecen las normas; y las normas definen los límites tanto socia-
les como espaciales, determinan quién pertenece a un lugar y quien
queda excluido y dónde se localiza una determinada experiencia (Mc-
Dowell, 1999).
La exclusión de las mujeres del ámbito público se apoya en la divi-
sión sexual de los trabajos y de los espacios y se materializa en una con-
figuración de los espacios centrada en las experiencias y necesidades
masculinas.
Sandercorck y Forsyth (1992) señalan que en planificación urbana
la línea establecida entre lo público y lo privado, o la vida doméstica, se
ha configurado poniendo en una situación de ventaja a los hombres.
Por tanto, la dimensión pública es una construcción física que por de-
finición representa toda una serie de cuestiones políticas y económicas
disputadas en el marco de la planificación.
La conceptualización de los espacios a partir de las exclusiones de
actividades y sexos continua en la actualidad. Sin embargo es impor-
tante romper con este enfoque dualista de los espacios privados y pú-
blicos, ya que por una parte sitúa determinadas experiencias y activida-
des en un espacio mientras que las excluye del otro y, por otra parte,
perpetúa la idea de que las cosas públicas son de responsabilidad co-
mún, pública, comunitaria, mientras que las cosas que pasan en el ám-
bito doméstico se quedan en el ámbito de lo privado y por lo tanto se
siguen reproduciendo jerarquías y desigualdades basadas en el género.

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Continuar pensando los espacios desde la dicotomía público-priva-


do invisibiliza la contribución de las mujeres en la actividad económi-
ca, política y cultural, así como su participación en el espacio y la esfera
pública. A pesar de que ha habido una invisibilización histórica de las
mujeres en la esfera pública, las mujeres participaron activamente de
la Revolución Industrial como trabajadoras ya que, como nos recuer-
da Isabel Segura (2006), el proceso de industrialización se hace con la
mano de obra de las mujeres tanto en el papel de trabajadora asalaria-
da como de trabajadora en el espacio doméstico, siendo la responsa-
ble del cuidado de las personas de la familia, pero sin ningún tipo de
retribución. Las mujeres siempre han estado presentes en los espacios
públicos de las ciudades, comprando y vendiendo mercancías, cami-
nando por las calles para ir a trabajar y participando en celebraciones
religiosas y civiles (Ryan, 1990).
La concepción de las mujeres aisladas de la esfera pública es una vi-
sión muy reduccionista, ya que como señala Agenjo (2013) comienza
a cuestionarse la existencia del modelo de actividades y espacios asig-
nados de manera exclusiva a los géneros más allá de los hogares bur-
gueses y se considera como una visión mitificada de tinte burgués. Esta
visión además de tener principalmente en cuenta a las mujeres burgue-
sas es profundamente eurocéntrica, ya que responde a los patrones so-
ciales de un momento histórico, a partir de la Revolución Industrial,
de clases sociales determinadas y de un contexto geográfico específico,
Europa y EEUU.
Por último, es imprescindible recoger también el legado de las mu-
jeres en la configuración del espacio urbano. La ciudad industrial ante-
pone los criterios productivistas en su configuración, pero mujeres de
todo tipo intervinieron activamente en la demanda de mejores condi-
ciones de salubridad e higiene en las ciudades, enfrentándose o cola-
borando con las autoridades municipales (Velázquez, 2006).
La naturalización del trabajo de cuidados y la identificación de estas
tareas con lo femenino, llevó a una desvalorización de las mismas y a re-
legar estas actividades (conceptualmente) al espacio doméstico, a pesar
de que hay un gran número de actividades de cuidados que se desarro-
llan en el espacio público (hacer la compra, cuidar a la infancia, acom-
pañar personas mayores a centros de salud…). Esto ha provocado que
los espacios urbanos se hayan pensado desde las necesidades de la esfera
productiva pero que no se haya tenido en cuenta en el diseño de los es-
pacios la satisfacción de las necesidades vinculadas con la esfera repro-
ductiva. Es decir, la ciudad no se ha pensado como el soporte físico para
poder desarrollar las actividades de cuidados, ya que desde la Revolución
Industrial se ha considerado que las actividades de cuidados se llevaban a
cabo exclusivamente en el espacio doméstico y por las mujeres.

La ciudad capitalista y patriarcal


La división del trabajo en el marco del sistema social patriarcal fue la
base a partir de la cual comienzan a conformarse las ciudades. La con-
figuración espacial sirvió al mismo tiempo como reproductora de las
estructuras del sistema. Los diferentes paradigmas urbanísticos de los
que son herederas nuestras ciudades actuales se basan en esta concep-
ción socio-espacial.
El discurso social delimita los distintos usos de los espacios y la dis-
tribución de los lugares, y asigna protagonismos, dependiendo del gé-

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nero de sus habitantes. El espacio público será gestionado mayorita-


riamente por hombres mientras que el espacio doméstico tendrá a las
mujeres como máximas responsables (Murillo, 1996).
Jane Darke (1998a) defiende que en todo asentamiento las relacio-
nes sociales de la sociedad que lo ha construido se inscriben en el es-
pacio, quedando las funciones y el lugar apropiado para las diferen-
tes categorías de personas (de género, grupos de edad, castas, clases o
grupos étnicos) incorporados a pueblos y ciudades. Nuestras ciudades
están embebidas de patriarcado, presente en la piedra, el ladrillo, el
vidrio y el hormigón. Existe toda una serie de normas implícitas y ex-
plícitas que establecen cuáles son los cuerpos que pueden acceder a
ciertos espacios y cómo se relacionan entre sí. La normatividad andro-
céntrica se plasma y transmite no solo en la configuración urbana sino
también en la forma de los edificios, tanto en sus divisiones interiores
como en los espacios que los separan (McDowell, 1999).
La configuración de las ciudades responde a una concepción de la
vida cotidiana cimentada en la división sexual del trabajo y que se basa
en una dicotomía artificial de lo público/privado y masculino/femeni-
no (Murillo, 1996; McDowell, 1999; Durán, 2000; Sánchez de Madaria-
ga, 2004; Muxí Martínez, 2009). Estas formas convencionales del dise-
ño, legado de los principios del movimiento moderno y basadas en la
división sexual del trabajo, asumen la existencia en cada hogar de una
persona que se ocupa a nivel individual del cuidado de las personas de-
pendientes y de las múltiples tareas necesarias para el mantenimiento
de la vida cotidiana. De esta concepción dicotómica de la esfera públi-
ca y la esfera privada y del trabajo productivo frente al trabajo repro-
ductivo derivan las decisiones sobre la forma de la ciudad, la distribu-
ción de usos en el espacio, las inversiones públicas en infraestructuras
y transporte, la concepción de los espacios domésticos, etc., que contri-
buyen a potenciar el funcionamiento del sistema productivo más que a
facilitar las tareas necesarias para la reproducción social y la organiza-
ción de la vida cotidiana (Sánchez de Madariaga, 2004). Muxí Martínez
(2009) relaciona la existencia de dos esferas de trabajo, una remunera-
da y reconocida y otra no remunerada e invisible -que se corresponden
con una división sexual del trabajo- con la ciudad por partes, la ciudad
de las funciones segregadas que ha degenerado en una ciudad triple-
mente segregada por funciones, clase y género. Frente a esta realidad
las mujeres reclaman una ciudad compleja y de proximidad, con buen
transporte público y espacios públicos seguros que permitan elegir el
uso que se hace de la ciudad.
Según Darke (1998b) en la ciudad siempre ha habido espacios di-
ferenciados pero este fenómeno se agudiza con la ciudad zonificada
a partir del s. XIX, con la industrialización y la urbanización acelera-
da que cambiaron radicalmente la sociedad. En el siglo XIX los roles
de género estuvieron mucho más diferenciados y simultáneamente las
ciudades adquirieron mayor complejidad espacial, con la separación
de funciones y el inicio de la suburbanización a gran escala.
La polarización de los espacios público y privado a partir de la divi-
sión sexual del trabajo continúa con la expansión del modelo de subur-
bio americano, que además ha sido extendido y replicado en todo el
mundo hasta nuestros días. Dolores Hayden (1982) critica este modelo
de crecimiento urbano que se sustenta en la división sexual del trabajo
y que convierte el espacio residencial en una jaula de oro para las amas
de casa, apartándolas de nuevo de la esfera productiva donde habían
tenido un papel protagonista durante la Segunda Guerra Mundial.

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El discurso dominante de la posguerra reconvierte el hogar y el cui-


dado familiar en la única aspiración posible para las mujeres: la cocina
como fábrica, la casa amplia y moderna, unos hijos sanos y felices y un
marido exitoso que trabajara en las corporaciones situadas en la ciu-
dad. El éxito para las mujeres consistía en ser una feliz ama de casa. La
mística de la feminidad, de Betty Friedan de 1963, es una crítica a par-
tir de su propia experiencia de este sentimiento de insatisfacción com-
partido con otras mujeres que condujo a una depresión generalizada
entre las mujeres en la década de 1950-1960 y que los médicos denomi-
naron la enfermedad sin nombre (Muxí Martínez, 2013).
Las ciudades de posguerra priorizaron el empleo masculino, cons-
truidas a partir de la separación de ámbitos y basada en los roles tradi-
cionales, pero sin tener en cuenta la combinación de roles de esposa,
madre y trabajadora de muchas mujeres. El empleo de las mujeres a
tiempo parcial (permitiendo la conciliación con las responsabilidades
familiares) era difícil debido al escaso transporte público a las zonas in-
dustriales fuera de las horas punta. Las zonas residenciales fueron di-
señadas sobre la concepción tradicional según la cual el hombre traba-
ja fuera de casa para ganar un dinero que cubra el sustento familiar, y
la esposa cumple el papel de ama de casa sin ocupación remunerada.
Elementos de la configuración de este modelo urbano, como la falta
de equipamientos para el cuidado de las criaturas y de redes familiares
locales, la ausencia de comercios en las proximidades y los recorridos
largos y caros hasta el centro de trabajo, impedían prácticamente el
desempeño de otros papeles por parte de las mujeres (Darke, 1998b).
Decenios dominados por un enfoque sectorial en la planificación
urbanística nos han conducido a entornos urbanos segregados don-
de los ambientes residenciales, de trabajo, compras y ocio constituyen
esferas independientes unidas por extensos sistemas de transportes
(Jaeckel y Van Geldermalsen, 2006). Este modelo territorial dificulta el
desarrollo de la vida cotidiana e impide que exista una conciliación en-
tre las diferentes actividades que se desarrollan en el día a día.
La ciudad zonificada segrega actividades cotidianas como el trabajo,
el ocio, la movilidad y la vida familiar, pero la mayoría de las mujeres
no separan de esa manera la realización de estas actividades (Darke,
1998b). De hecho, según Carrasco Bengoa (2007) el feminismo, que
se basa en la experiencia de las mujeres, pone en evidencia que en la
vida humana no existen compartimentos estancos porque la realidad
es mucho más fluida y se caracteriza por un conjunto de espacios inte-
rrelacionados (privado, personal, doméstico, público...). La vida de las
mujeres es un constante transitar entre los diversos espacios privados y
los diversos espacios públicos en un continuo de experiencias que con-
firma la permeabilidad de los espacios, y todavía más allá, cuestiona
que se trate de espacios delimitados, independientes el uno del otro.
(ob. cit.).
Pero si en el marco de la ciudad capitalista se construyó una ciudad
hecha a la medida del hombre no ocurrió algo muy diferente en la
conformación de las ciudades comunistas. En la construcción de la ciu-
dad socialista tuvieron mucha relevancia los 16 principios del urbanis-
mo de la RDA, denominada la “Anti-Carta de Atenas”, presentada en la
CIAM de Bérgamo en 1949. En estos principios se decía que la ciudad
no puede ser construida como suma casual de barrios y que el objetivo
del urbanismo es la satisfacción de los derechos humanos al trabajo, la
vivienda, la cultura y el ocio (Sáinz Guerra, 2004). Además, en el terce-
ro de estos principios se establece la industria como esencia de las acti-

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vidades urbanas (ob. cit.). Tal como pasa en la Carta de Atenas con las
funciones urbanas, se olvidan de las respuestas que tiene que dar la ciu-
dad a las necesidades derivadas de la esfera reproductiva y los cuidados.
Además de los diferentes paradigmas urbanos que han dejado su
impronta sobre la conformación de la ciudad actual, las políticas neo-
liberales, y los recortes en épocas más recientes, han provocado gran-
des desequilibrios sociales que se concretan territorialmente en fenó-
menos como la mercantilización del espacio público, la especulación,
la gentrificación y/o la turistificación.
En esta ciudad social y económicamente injusta las características
sociales como el género, la clase social, el ser una persona racializada,
la identidad sexual, la diversidad funcional o la edad, entre otros aspec-
tos, determinan los privilegios y las opresiones que experimentamos en
nuestro día a día en el espacio urbano.
Como respuesta a las dificultades para el desarrollo de la vida coti-
diana y analizando los diferentes usos que mujeres y hombres hacen
del espacio urbano, según las tareas que desarrollan en su día a día, las
geógrafas feministas comenzaron a estudiar en los años 70 el entorno
urbano desde una perspectiva de género (García Ramón, 1989, 2005;
Sabaté el al., 1995; McDowell 1999; Bondi y Rose, 2003) estableciendo
una relación entre los roles de género y las divisiones espaciales. Las
geógrafas feministas se plantean hasta qué punto los hombres y las mu-
jeres viven de manera diferenciada los espacios y los lugares, y preten-
den demostrar que estas diferencias forman parte tanto de la constitu-
ción social del espacio como del género.
Muchas autoras desde la perspectiva de género han remarcado la
existencia de pluralidad de necesidades y los problemas que conlle-
va no tener en cuenta esta diversidad. Siguiendo esta argumentación,
muchas autoras que han hecho una lectura desde el territorio, han de-
nunciado el carácter androcéntrico de las ciudades al invisibilizarse las
necesidades relacionadas con las tareas reproductivas y diseñarse los
espacios sin tener en cuenta la vida cotidiana de las mujeres (Moser y
Levy, 1986; Moser, 1989; Campos, 1996; Levy, 1996, 2003; Walker et al.,
2013).
Para Beall (2010) mujeres y hombres tienen diferentes intereses y
necesidades en las distintas etapas de sus vidas y estas van variando tam-
bién según los diversos contextos familiares y comunitarios. Las ciuda-
des como expresión espacial de las relaciones sociales están basadas en
el poder y el conflicto y también en la cooperación y el consenso, lo
que ha significado que muchas veces las necesidades de las mujeres ha-
yan sido ignoradas.
A partir de la diversidad de experiencias, la vida cotidiana de muje-
res y hombres es diferente. Las actividades desarrolladas en el día a día
y la gestión del tiempo están marcados por los roles de género y el he-
cho de tener (o no) un cuerpo sexuado. Por otro lado, las personas de-
sarrollan su vida cotidiana en una estructura urbana que se ha diseña-
do desde una perspectiva androcéntrica. Determinadas actividades son
consideradas socialmente más importantes y esto se materializa en una
configuración urbana que prioriza unas actividades y jerarquiza unos
usos frente a otros, dedicándoles más espacio, mejores localizaciones,
conectividad… Estos factores afectan al desarrollo de unas y otras ac-
tividades.
Según Clara Greed (1997) las mujeres hacen un uso diferente de
la ciudad a los hombres, y que esto se debe a que tienen responsabili-
dades y roles distintos. Además, se toma a los hombres como modelo,

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como el “ser humano medio” y el urbanismo se enfoca en satisfacer es-


tas necesidades. La autora también defiende que “la planificación ur-
banística puede ser cualquier cosa que queramos, no es algo que está
prefijado, no es un don de Dios, es una creación de realidades para
mujeres y para hombres” (ob. cit., p. 2).
Soto Villagrán (2007) señala que desde el feminismo se cuestiona la
distribución desigual de los espacios y la asignación diferencial de las
esferas doméstica y pública, ya que en los espacios donde se lleva a cabo
la vida cotidiana, la movilidad y las actividades de las mujeres respon-
den a estereotipos femeninos, influidos por una perspectiva masculina
tanto de la planificación como de la cultura dominante.
Derivados del tipo de tareas que desempeñan en su día a día, muje-
res y hombres hacen un uso diferente del espacio urbano. Como cues-
tiones generales se podría señalar que las mujeres utilizan más el trans-
porte público y hacen más recorridos a pie (Miralles-Guasch, 2010). El
problema con el que se enfrentan las mujeres en cuanto a la movilidad
es que los sistemas de transporte han sido diseñados a partir de la jor-
nada laboral masculina y por eso el foco sobre la planificación en trans-
porte se ha puesto sobre la movilidad en lugar de en la accesibilidad
(Beall,1996). Sánchez de Madariaga (2004) afirma que, a pesar de las
diferencias entre barrios, ciudades y países, existen determinadas ca-
racterísticas generales sobre la movilidad femenina, como patrones de
movilidad más complejos fruto de sus múltiples responsabilidades y un
menor acceso al vehículo privado. Además, realizan movimientos po-
ligonales (a diferencia de los hombres que los hacen pendulares), son
las principales usuarias del transporte público, encadenan más viajes,
viajan por mayor variedad de motivos, hacen recorridos más cortos -y
gran parte de los desplazamientos son en el entorno residencial- y ha-
cen muchos viajes acompañando a otras personas que carecen de au-
tonomía personal. Aunque se mueven más, su movilidad está limitada
por la dependencia de las necesidades de otras personas y de los hora-
rios de los servicios públicos. Esta reducción de su movilidad afecta a su
capacidad de acceso al empleo y a otras actividades como el ocio. Tam-
bién utilizan más ciertos equipamientos o servicios, al asumir en mayor
medida tareas relacionadas con los cuidados y la esfera reproductiva,
como servicios médicos, espacios públicos (como acompañantes y cui-
dadoras de niños y niñas) y mercados o tiendas (Llop, 1996).
Pascuala Campos (1996) alerta de que en múltiples ocasiones las ne-
cesidades que conllevan los trabajos de la vida cotidiana son olvidadas,
por eso es importante visibilizar estas tareas y evidenciar el rol impres-
cindible que desempeñan para el mantenimiento de cualquier socie-
dad. Las actividades relacionadas con la atención y el cuidado de los ni-
ños y niñas, de las personas mayores y enfermas, y de todos los trabajos
relativos a la higiene, alimentación y atención afectiva son considera-
dos resolubles de una manera “natural”, es decir resueltos en la mayo-
ría de los casos por mujeres (ob. cit.). A efectos prácticos esto implica
que en la mayoría de las ocasiones no son tenidos en cuenta a la hora
de planificar el territorio y de hacer políticas públicas.
Clara Greed (1997) recoge algunos temas que afectan negativamen-
te a las mujeres, en relación a las actividades que hacen en su día a día
y por cómo se materializa su vida cotidiana en el espacio físico, y clasifi-
ca estos problemas según las diferentes escalas del territorio. En la esca-
la de lo “macro” y de la planificación urbanística los problemas que se
encuentran están vinculados con la zonificación segregada, escasez de
transporte público y descentralización del comercio; en la escala de lo

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“meso”, del distrito, la falta de equipamientos, tiendas y oportunidades


de empleo; y en la escala local, de lo “micro”, los temas de seguridad
y los problemas derivados de la accesibilidad y el cuidado de los hijos.
Según Teresa del Valle (1996) la construcción del espacio urbano
está más orientada a mantener a las mujeres en los espacios destinados
a los roles familiares que a promover su incorporación a la sociedad en
general.
Larsson (2006) argumenta que el lento avance de la perspectiva de
género dentro de la planificación es debido en parte a que la mayoría
de los trabajos de ordenación urbana se basan en un género neutro,
centrándose en el interés público en general, sin cuestionar el signifi-
cado de interés público. La autora identifica diferentes factores como
causantes de las desigualdades que sigue promoviendo la planificación
urbana. Por una parte, la existencia de relaciones de poder y la subor-
dinación de las experiencias de las mujeres en la praxis de la planifica-
ción. La manera en que se maneja lo que se considera “ser mujer”. El
uso de dicotomías como público-privado, reproducción-producción y
trabajo remunerado-trabajo no remunerado en relación con los diver-
sos niveles de la planificación. Una comprensión poco clara del con-
cepto de “interés público” y una falta de conocimiento de las activida-
des de planificación desde la perspectiva de género.
Según Alejandra Massolo (2005), “la perspectiva de género no re-
presenta una visión apocalíptica de la ciudad, ni sostiene una concep-
ción “victimista” de las mujeres en la vida urbana, pero sí es una mira-
da que por su mismo origen en las luchas y los derechos de las mujeres,
señala las injustas situaciones existentes, cuestiona que la ciudad sea
pensada y organizada a la medida del hombre y pretende cambios que
permitan una buena vida de las mujeres, en una ciudad y sociedad más
justa y equitativa” (pp. 8-9).
Por su parte Rainero y Rodigou (2001) señalan que existen nuevos
patrones en la sociedad que cuestionan esta dicotomía entre lo públi-
co y lo privado (nuevas tipologías de trabajo remunerado, flexibles, en
el propio hogar; altas tasas de desempleo masculino; mayor protago-
nismo público de las mujeres; etc.). Estos cambios no se han materia-
lizado en una transformación de la organización física de la ciudad y
los tiempos de la misma, que acompañe a estas nuevas necesidades, lo
que impacta en la calidad de vida de las mujeres que encuentran serias
dificultades para la conciliación entre las diferentes esferas (ob. cit.).
Las feministas en las últimas décadas han luchado para aumentar la
presencia de mujeres en la vida pública. Durante estos años las feminis-
tas han reivindicado los derechos de las mujeres como actores activos en
la esfera pública y han reclamado participar plenamente en la vida de la
ciudad, crear y proteger espacios para las mujeres y redefinir y extender
la definición de esfera pública. Las feministas han argumentado la nece-
sidad de cambios radicales en las estructuras espaciales metropolitanas
y cambios en las políticas sociales y de transporte para mejorar las opor-
tunidades de participación en la vida política y económica de la ciudad
de las mujeres que además son cuidadoras (Sandercock y Forsyth, 1992).
Werkele (1980) señala que muchos de los trabajos en urbanismo con
perspectiva de género apuntan a la necesidad de cambios fundamenta-
les en algunos de los más básicos elementos de la ciudad moderna, como
los patrones de zonificación, la planificación de barrios, los sistemas de
transporte, la industria de la vivienda y la estructura de servicios sociales.
Greed (1997) apunta a que en el nivel micro, de las viviendas y el entor-
no próximo, las mujeres han expresado durante años su preocupación

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por el tipo de trazado de las calles, las densidades, el diseño de las vivien-
das y por temas sociales como la delincuencia, la seguridad, el cuidado
de niños y niñas, los problemas de tráfico y la accesibilidad.
Jane Darke (1998b) apunta a los diversos trabajos que han analizado
cómo el modelo de zonificación se basa en papeles estereotipados según
el género, en los cuales las unidades familiares están compuestas por
un hombre encargado del sustento económico y con un horario laboral
convencional, y una mujer, ama de casa, que utiliza la ciudad de mane-
ra diferente, lleva a niñas y niños al colegio, hace las compras… y pasa
la mayor parte de su tiempo atendiendo al hogar y a otros miembros de
la familia.
Las relaciones y los roles de género son centrales en la localización
de recursos, equipamientos y oportunidades en la ciudad, que es esen-
cial en la estructura del espacio urbano. La localización de áreas resi-
denciales, lugares de trabajo, redes de transporte y todas las capas que
conforman la ciudad, reflejan las expectativas de una sociedad capita-
lista y patriarcal sobre qué tipos de actividad tienen lugar dónde, cuán-
do y por quién. La naturaleza de las relaciones de género se refleja en
la estructura espacial de las ciudades, pero igual que las formas de las
relaciones de género no son constantes en el tiempo ni en el espacio, la
estructura de las ciudades también varía en el tiempo (England, 1991).
Cristina Carrasco (2007) señala algunos factores de planificación
urbana que han aumentado las diferencias entre mujeres y hombres,
como el desarrollo de un uso funcional del territorio que ha causado
un incremento de los desplazamientos en vehículo privado por la ex-
tensión de la red viaria interurbana y urbana -además la planificación
de la movilidad se ha hecho fundamentalmente para cubrir unas de-
mandas a gran escala y para desplazamientos relacionados con el traba-
jo o con los estudios, de forma que no se han cubierto necesidades en
espacios de menor densidad de población ni para desplazamientos co-
tidianos no relacionados con el estudio o el trabajo-; el fomento de pro-
mociones urbanísticas con viviendas de baja densidad de edificación y
pocos servicios de uso cotidiano cerca; el diseño del espacio público
desde la perspectiva del coche que ha provocado una pérdida progre-
siva del espacio destinado a los peatones, y ha creado unas calles inse-
guras, congestionadas y ruidosas. La vida cotidiana en las calles, por lo
tanto, ha ido perdiendo relevancia y ha contribuido a reducir el dina-
mismo comercial urbano, la localización de equipamientos y servicios
públicos, los espacios de juego y de ocio, etc.
Picchio (2009) señala la importancia de incorporar la perspectiva
de género para analizar las diferentes experiencias que tienen mujeres
y hombres de las condiciones de sostenibilidad de la vida individual y
colectiva, ya que podría permitir aclarar mejor las prioridades y los as-
pectos funcionales de algunos servicios. Este reconocimiento de la di-
versidad intrínseca en cuanto a la experiencia vital de hombres y mu-
jeres no pretende fijar los roles sexuales, sino abrir un debate público
y de negociación social sobre la complejidad del proceso de reproduc-
ción y sobre su función en la estructura social (ob. cit.).

Los cuidados en la ciudad


Las diferencias de género entre mujeres y hombres se manifiestan en
las actividades que desarrollan, cómo actúan, cómo utilizan la ciudad,
cómo interpretan sus propias vidas y cómo son percibidas socialmente.

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De esta manera, las actividades desarrolladas en el día a día y la gestión


del tiempo están marcados por los roles de género y el hecho de tener
(o no) un cuerpo sexuado. Teresa Torns señala que la perspectiva de
género ha resultado imprescindible para visibilizar dos dimensiones
clave de la vida cotidiana: el tiempo y las tareas de reproducción de la
vida humana y la relación de estas dimensiones con el bienestar coti-
diano (Torns et al., 2006).
La principal diferencia en la vida cotidiana de mujeres y hombres
estaría en el tiempo y el grado de responsabilidad dedicado a las ta-
reas de cuidados. En Cataluña, según datos de la Encuesta de usos del
tiempo de 2011, las mujeres dedican semanalmente el doble de horas
que los hombres a las tareas del hogar y la familia, con un total de 28
horas con 21 minutos, mientras que los hombres dedican 14 horas con
35 minutos.
El cuidado es “una actividad de especie que incluye todo aquello
que hacemos para mantener, continuar y reparar nuestro ‘mundo’ de
tal forma que podamos vivir en él lo mejor posible. Ese mundo in-
cluye nuestros cuerpos, nuestros seres y nuestro entorno, todo lo cual
buscamos para entretejerlo en una red compleja que sustenta la vida”
(Fisher y Tronto 1990, en Tronto 2005, p. 234). Amaia Pérez Oroz-
co (2014) contrapone las actividades de cuidados, que se mueven por
una preocupación por la vida ajena a la lógica del capital. Se refiere al
conjunto de actividades que, en última instancia, aseguran la vida (hu-
mana) y que adquieren sentido en el marco de relaciones interperso-
nales, gestionando una realidad de interdependencia (ob. cit.). Las
personas dependemos física y emocionalmente del tiempo que otras
personas nos dan. Durante toda la vida, pero especialmente en ciertos
momentos del ciclo vital, sería imposible sobrevivir si no fuese porque
otras personas, principalmente mujeres por la división sexual del traba-
jo, dedican tiempo y energía a cuidarnos. Somos seres encarnados en
cuerpos vulnerables que enferman y envejecen y que son contingentes
y finitos (Herrero, 2017).
El trabajo de cuidados engloba una notable carga de subjetividad:
emociones, sentimientos, afectos-desafectos, amores-desamores. El pe-
ligro es que a partir de esta subjetividad se ha construido una identi-
dad femenina en la mística del cuidado basada en los cuidados y en la
maternidad. Esto conlleva a que en situaciones duras de cuidados no
se cumplan los requisitos de amor que se presuponen y se realizan por
la obligación moral socialmente construida que presiona a las mujeres
(Carrasco, Borderías y Torns, 2011).
Los trabajos de cuidados producen bienes y servicios para el auto-
consumo, no para el intercambio mercantil, generando valores de uso.
No persiguen un aumento de la productividad ni fomentan valores de
competitividad. Conllevan una fuerte carga emocional (que no siem-
pre tiene por qué ser positiva) y, a diferencia del mercado, responden a
una ética que se centra en las relaciones y en las necesidades humanas
(Grupo de Ecofeminismo - Ecologistas en Acción, 2011)
El trabajo familiar doméstico que incluye la actividad de cuidados
se presenta como un conjunto de necesidades que hay que satisfacer,
incluyendo los bienes y servicios directos y las necesidades de afectos,
relaciones y cuidados emocionales que se concretan en actividades par-
ticulares que, por su carácter subjetivo, pueden ser diferentes para las
distintas personas (Bosch, Carrasco y Grau, 2005).
Se pueden clasificar los cuidados en directos e indirectos. Los direc-
tos se refieren a actividades realizadas directamente con las personas

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a quien se dirigen los cuidados: dar comida a un bebé, atender a una


persona enferma, charlar con una adolescente. Los cuidados indirec-
tos abarcan lo que tradicionalmente se conocía como trabajo domés-
tico: limpiar la casa, la ropa, cocinar, hacer la compra y también todas
las tareas de gestión y organización de los trabajos del hogar (Carrasco,
Borderías y Torns, 2011).
Según Amaia Pérez Orozco (2014) es necesario poner la sostenibi-
lidad de la vida en el centro. La posibilidad de alcanzar una vida digna
de ser vivida, generando un bien-estar encarnado y cotidiano. La auto-
ra critica que la noción hegemónica de vida, que separa vida humana
y naturaleza, identifica los valores asociados a la masculinidad con lo
humano, impone la irrealidad de la autosuficiencia y asimila bien-estar
con consumo mercantil en crecimiento y progreso.
Aunque es imprescindible poner la sostenibilidad de la vida en el
centro, es fundamental repensar las connotaciones y significados que
tienen los cuidados, por lo que hay que hacer algunas puntualizacio-
nes. Hay que romper con los esencialismos que otorgan a las mujeres
unas cualidades especiales para los cuidados a partir de las diferencias
biológicas. Situando los cuidados como una actividad social que va más
allá de los lazos familiares sanguíneos y superando el modelo de fami-
lia nuclear heteronormativa, ya que existen diversidad de modelos fa-
miliares que sostienen relaciones afectivas y de cuidados. Visibilizando
que, además de los cuidados para la sostenibilidad de la vida, hay par-
te de los cuidados que suponen un acompañamiento y soporte físico
y emocional para la muerte. Poniendo de relieve que frente a las retó-
ricas capitalistas que abogan por un ideal de autosuficiencia todas las
personas somos interdependientes de otras personas y además somos
dependientes del entorno y del medio ambiente en el que estamos in-
mersas. Es fundamental también hablar del tiempo y los espacios ne-
cesarios para el autocuidado de cada individuo ya que es imposible te-
ner una vida saludable y poder cuidar a otras personas si no podemos
cuidarnos a nosotras mismas. Por último, recalcar que tiene que exis-
tir una responsabilidad social de los cuidados y que esto pasa por que
los cuidados tengan un lugar central en nuestra sociedad y no un lugar
marginal como hasta ahora. Como señalan Carrasco, Borderias y Torns
(2011) la organización social de los trabajos de cuidados y el lugar que
ocupan en la sociedad actual son producto de un largo proceso históri-
co que comenzó a gestarse durante la transición al capitalismo liberal.
Es fundamental revertir la posición que tienen socialmente y para ello
es imprescindible reconfigurar los espacios y los tiempos de la ciudad,
pensándolos para poder desarrollar todas las actividades de cuidados.
La dependencia es un concepto construido socialmente, que identi-
fica como tales a grupos de población por razones de edad o de salud;
sin embargo, es algo inherente a la condición humana. Todas las perso-
nas son social y humanamente interdependientes y requieren distintos
cuidados a lo largo del ciclo vital, y el tipo de las dependencias también
van variando y pueden ser biológicas, económicas o emocionales. Al ser
la dependencia algo universal, los cuidados son inevitables, por lo que
su responsabilidad no debería ser individual y privada, sino social y polí-
tica. (Carrasco, Borderías y Torns, 2011). Cada sociedad debería organi-
zar los cuidados para dar respuesta a las dependencias y necesidades hu-
manas, y a la vez, mantener el respeto por las personas que lo necesitan
y no explotar a las que están actuando de cuidadoras (Nussbaum, 2006).
La perspectiva feminista pone en valor las tareas reproductivas y de
cuidados, reconoce su impacto cuantitativo y cualitativo en la sociedad

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y visibiliza que actualmente siguen siendo las mujeres quienes desem-


peñan mayoritariamente las tareas asociadas con lo reproductivo. Sin
embargo, cuando se reivindica incorporar las necesidades derivadas de
la esfera reproductiva a la planificación urbana no se trata en ningún
caso de hacer una “naturalización” de la división sexual del trabajo.
Atender a las necesidades relacionadas con lo reproductivo no se tra-
duce en una sectorización sexuada de los espacios sino en preparar el
espacio para una sociedad más justa y equitativa en donde las obliga-
ciones que hoy siguen asumiendo mayoritariamente las mujeres sean
compartidas (Campos, 1996).
El planificar la ciudad desde una supuesta perspectiva neutra en
realidad se basa en las necesidades masculinas priorizando las activi-
dades vinculadas con lo productivo y lo monetario, frente a una in-
visibilización de las actividades vinculadas con la reproducción y los
cuidados. Esto se materializa en las ciudades en aspectos como la lo-
calización de los espacios, su diseño, la planificación de la movilidad,
la gestión y el mantenimiento de los espacios o cómo se estructuran
los horarios.
El objetivo del urbanismo feminista es conseguir cambiar los pará-
metros sociales que actualmente valoran más las actividades producti-
vas que las reproductivas, para que cada persona pueda elegir qué acti-
vidades desarrollar sin que éstas sean definidas por su género, y que la
planificación urbana responda a las necesidades derivadas de la esfera
reproductiva y los cuidados a través de la configuración urbana.
Abordar la gestión de la vida cotidiana y de los cuidados desde el ur-
banismo permite obtener una perspectiva más integral de los procesos
y la dinámica de la ciudad, considerando las necesidades de la vida dia-
ria de la mayoría de mujeres en relación con la planificación urbana en
sus diferentes escalas: desde las grandes intervenciones a nivel central
hasta los barrios o conjuntos de viviendas situados en la periferia (Se-
govia y Rico, 2017).

Un nuevo paradigma urbano: la ciudad cuidadora


Los entornos urbanos son el escenario en el que desarrollamos nues-
tras vidas cotidianas, en una estructura urbana que está definida sobre
la base de los valores de una sociedad capitalista y patriarcal y en la
que ambos sistemas se retroalimentan. Como consecuencia de la do-
minación patriarcal y de su influencia en la producción del espacio,
determinadas actividades son consideradas socialmente más importan-
tes. Esto se materializa en una configuración urbana que jerarquiza ac-
tividades y usos, haciendo prevalecer unos frente a otros dedicándoles
más espacio, mejores localizaciones y conectividad. El espacio urbano
no se ha concebido como espacio donde se desarrollan los cuidados y
esto ha llevado a que no se piense la ciudad como soporte físico que fa-
cilite la realización de las tareas de cuidados.
Como señala Campos (1996), dar respuesta a las necesidades rela-
cionadas con lo reproductivo no se traduce en una sectorización sexua-
da de los espacios sino en preparar el espacio para una sociedad más
justa y equitativa donde las obligaciones, que hoy siguen asumiendo
mayoritariamente las mujeres, sean compartidas.
En esta ciudad social y económicamente injusta las características
sociales como el género, la clase social, el ser una persona racializada,
la identidad sexual, la diversidad funcional o la edad, entre otros aspec-

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tos, determinan los privilegios y las opresiones que experimentamos en


nuestro día a día en el espacio urbano.
La ciudad que tenemos es la materialización territorial de un mode-
lo social y económicamente injusto, por lo que para acabar con las des-
igualdades sociales y económicas es imprescindible un cambio estruc-
tural de paradigma.
Olga Segovia y María Nieves Rico (2017) señalan que aproximarse
a un nuevo paradigma urbano implica reconocer la diversidad y dar
cuenta de la multiplicidad de caras y habitantes que tiene la ciudad, in-
corporando a la producción social del hábitat todas las realidades ur-
banas, incluyendo en particular los derechos de las mujeres en relación
con la ciudad y desde una mirada interseccional.
El urbanismo feminista reivindica la importancia social de los cuida-
dos sin que esto signifique encasillar a las mujeres en el rol de cuidado-
ras, sino asumiendo que todas las personas somos dependientes unas
de otras y del entorno y que, por lo tanto, los cuidados deben ser una
responsabilidad colectiva. Repensar la ciudad desde una perspectiva
feminista es dejar de generar espacios desde una lógica productivista,
social y políticamente restrictiva, y empezar a pensar en entornos que
prioricen a las personas que los van a utilizar. Para ello se propone un
cambio radical de prioridades a la hora de concebir los espacios y los
tiempos en la ciudad y construir un nuevo paradigma urbano.
Este nuevo modelo urbano sitúa a las personas en el centro de las de-
cisiones, teniendo en cuenta la diversidad de experiencias y rompiendo
con la estandarización de sujetos, cuerpos, vivencias y deseos. Los espa-
cios deben ser flexibles y adaptarse a las diferentes necesidades de las
personas y no que las personas se adapten a las condiciones del espacio.
Este nuevo paradigma urbano se concreta en el modelo de la ciudad cui-
dadora, pensando ciudades que nos cuiden, que cuiden nuestro entor-
no, nos dejen cuidarnos y nos permitan cuidar a otras personas.
En una ciudad que cuida los espacios públicos, las personas perci-
ben seguridad de los espacios, porque están bien señalizados e ilumina-
dos; hay gente alrededor que pueda ayudarte; son visibles sin elemen-
tos que obstruyan el paso o la visión de las personas; vitales, porque
permiten el uso y desarrollo de diferentes actividades y promueven el
apoyo mutuo. Cada espacio está pensado desde la vivencia de las per-
sonas que lo van a utilizar y cuidando las condiciones físicas y el man-
tenimiento y gestión del espacio para que cualquier persona puede ca-
minar tranquila a cualquier hora del día sin temor a que la acosen o la
agredan.
En este modelo urbano no existe un dominio de los vehículos mo-
torizados que hacen un uso abusivo de los espacios públicos y que pro-
ducen altos índices de contaminación, accidentes e inseguridad vial,
especialmente para las personas mayores y los niños y niñas. Además,
Carme Valls-Llobet (2018) nos indica que los efectos de la contamina-
ción ambiental son más negativos en el cuerpo de las mujeres porque
muchos contaminantes ambientales actúan como disruptores endocri-
nos en su organismo. La ciudad que cuida prioriza y fomenta una red
de transporte público accesible, física y económicamente, tanto en las
estaciones de transporte como en los vehículos y está conectada con
una amplia red peatonal y con diferentes espacios (productivos, repro-
ductivos, espacios de ocio, deporte…). Debería haber una variedad de
franjas horarias para facilitar los distintos desplazamientos en la vida
cotidiana de las personas y sin obligar a invertir una parte considerable
de la jornada en desplazamientos.

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Una ciudad que cuida no expulsa a las vecinas de sus barrios por
contratos de alquiler abusivos, por la especulación y por regulaciones
que solo velan por la propiedad, sino que permite acceder a una vi-
vienda digna en condiciones económicas justas y promueve diferentes
modelos de habitar más allá de la convivencia de la familia nuclear he-
teropatriarcal.
Un paradigma urbano que tiene en cuenta la diversidad y los cuida-
dos asume que las personas somos funcionalmente diversas, que a ve-
ces estamos enfermas, tenemos dolores crónicos y que pasamos por di-
ferentes etapas en el ciclo vital que hacen que no encajemos con unos
ritmos y niveles de productividad impuestos y que generan frustracio-
nes, miedos y merman nuestra autonomía a la hora de disfrutar de la
ciudad.
La ciudad que cuida nuestro entorno no consume recursos territo-
riales, energéticos y ambientales sin límite. Intenta minimizar los resi-
duos que produce y promueve acciones para limpiar el aire que nos
contamina y el agua. Impulsa estrategias para el aprovechamiento de
los recursos existentes, por ejemplo, utilizando equipamientos y espa-
cios infrautilizados y priorizando la rehabilitación de edificios y espa-
cios frente a la práctica de la tabula rasa, tan frecuente en urbanismo.
Fomenta la distribución equitativa de servicios, equipamientos y co-
mercios de proximidad en los diferentes barrios, lo que da lugar a re-
corridos funcionales y minimiza el uso del vehículo privado. La ciudad
que se preocupa por el entorno construye corredores verdes y desarro-
lla estrategias para recuperar la flora y la fauna autóctonas.
Una ciudad que permite a las personas cuidarse proporciona espa-
cios equipados para el ocio y la diversidad de prácticas deportivas, y fa-
vorece las relaciones interpersonales en espacios públicos exteriores o
a salvo de las inclemencias meteorológicas, donde estar, sentarse, char-
lar y relacionarse, todo ello sin necesidad de mediación de ninguna ac-
tividad comercial. Esta ciudad también ofrece espacios para la partici-
pación política, libres de la instrumentalización de los entes políticos.
Una ciudad cuidadora también te permite cuidar porque te propor-
ciona el soporte físico necesario para el desarrollo de las tareas corres-
pondientes, como hacer la compra, llevar a niños y niñas al colegio,
acompañar a personas enfermas al centro de salud… Este soporte físi-
co se concreta en espacios públicos con juegos infantiles para diferen-
tes edades, con fuentes, baños públicos, vegetación, sombra, bancos y
mesas y otros elementos, así como con equipamientos y servicios próxi-
mos que facilitan las actividades. La ciudad cuidadora favorece la au-
tonomía de las personas dependientes y, además, permite conciliar las
diferentes esferas de la vida cotidiana.

Conclusiones
Tenemos una sociedad socialmente heterogénea y cada vez más críti-
ca con los modelos de vida a los que nos aboca la ciudad. Sin tiempo
para el ocio y para disfrutar de las cosas que nos gustan; envueltas en
elementos contaminantes; con espacios que dificultan la conciliación
de tareas y donde los cuidados están invisibilizados en el espacio urba-
no; donde las personas que no se adaptan a los ritmos productivos del
capitalismo salvaje son excluidas sistemáticamente y se les niega el de-
recho a la ciudad; donde las mujeres somos acosadas y agredidas en los
espacios urbanos como algo cotidiano; con modelos de movilidad que

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siguen priorizando el uso del vehículo privado y con redes viarias que
priorizan el desarrollo de las actividades productivas…
Ante esta realidad es urgente un cambio de paradigma urbano para
que todas las personas podamos satisfacer nuestras necesidades en la
ciudad y donde los cuidados y la sostenibilidad de la vida estén en el
centro de las decisiones urbanas.

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Lectura 15

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La segunda historia del proyecto urbano
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Lectura 16

SASSEN, Saskia (1999).


La ciudad global. Nueva York, Londres, Tokio
Lectura 25.
Lectura 17

SABATÉ, Joaquín.
De la cartografía urbana al proyecto territorial
De la cartografía urbana al proyecto territorial / Joaquín Sabaté Bel

Café de las ciudades / Número 93, julio 2003.

De la cartografía urbana al proyecto territorial.


Respuestas a Alicia Novick
Joaquín Sabaté Bel

Presentación por Alicia Novick

Desde hace varios años, los trabajos de Joaquin Sabaté Bel (JSB) se presentan como una
fuente obligada de consulta para quienes tratamos cuestiones de territorio. Su formación
intelectual se inició en ese increíble laboratorio urbanístico que fuera la Barcelona del post-
franquismo, cuando un importante grupo de especialistas descubrió la importancia de la
cuidadosa lectura del espacio como una primera etapa para su comprensión y para su
transformación. En ese clima, paulatinamente, se fue desplazando el foco desde las
problemáticas del espacio urbano hacia los dilemas de mayor escala, en un momento de
profundas transformaciones territoriales. Como corolario de un largo proceso de sedimentación
de experiencias académicas y de planificación, de investigaciones teóricas y aplicadas se fue
gestando la noción de “proyecto territorial”. ¿Cómo y cuando se gestó la noción? ¿Cuáles son
sus alcances?

JSB es, indudablemente, la persona indicada para dar cuenta de esos interrogantes, pues no
solo conoce esas problemáticas sino que es alguien que contribuyó a que podamos pensar el
territorio en tanto objeto de estudio y de acción. Sus trabajos muestran que la noción, a su vez
herramienta conceptual y operativa, es capaz de restituir su rol al territorio en momentos de
incertidumbre, cuando la tradicional secuencia de objetivos-programas- proyectos no se
verifica. Pues si las nuevas configuraciones territoriales exigen nuevas miradas, el rol que le
cabe al proyecto es formidable, pues en su formulación ilumina nuevas problemáticas,
dejando a la vista aristas no exploradas de los problemas a resolver y de las soluciones
posibles. Muchas de esas perspectivas de análisis fueron presentadas por Sabaté en varios
Cursos de postgrado y muchísimas de las Conferencias que se organizaron en Argentina
(Córdoba, Rosario, Tucumán, Buenos Aires, etc.). En septiembre de 2009, volvimos a revisar
con estudiantes, graduados y especialistas muchos de los dilemas que atraviesan nuestros
territorios. El Taller-Seminario Miradas sobre el Territorio -organizado en la FADU-UBA con el
apoyo de las Universidades Nacionales de Córdoba, Rosario, Tucumán y General Sarmiento y
con el auspicio de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica y de varios
proyectos UBACYT- fue una insoslayable ocasión para revisar los varios trabajos en marcha -
sobre la Quebrada de Humahuaca y el Camino de las Estancias en Córdoba, sobre Santa Fe,
sobre el conurbano- así como los renovados interrogantes que resultan de ellos.

En ese proceso no faltaron las preguntas acerca de la naturaleza de los instrumentos


conceptuales y operativos que se ponen en juego y que listamos con el objetivo de organizar
una entrevista. La idea era revisitar al mismo tiempo los instrumentos de análisis e intervención
sobre el territorio así como la propia trayectoria de JSB pues pensamos -y no nos
equivocamos- que se trata de dos hilos de una misma trama. Con su acostumbrada
generosidad intelectual, nos respondió con un escrito donde precisa sus experiencias
profesionales y académicas y sus lecturas pasadas y presentes. El resultado resultó ser una
magnifica lección acerca del pasaje de la “cartografía urbana” -ese re-dibujo interpretativo que
otorgó a los arquitectos un dominio especializado para efectuar aportes al urbanismo- a las
alternativas de un “proyecto territorial” que, a diferencia de los planes regionales, pondera la
historia y las particularidades del sitio.

AN

1
De la cartografía urbana al proyecto territorial / Joaquín Sabaté Bel

¿De qué hablamos cuando hablamos de proyecto territorial?

Hace unos meses Alicia Novick me solicitó una reflexión, casi autobiográfica, sobre el origen de
lo que en varias charlas y artículos he denominado el proyecto territorial, y, en concreto, sobre
mi trayectoria en dicho campo. Las cuestiones que me planteó son bien diversas y exigen una
reflexión detenida: ¿Cuándo surge este concepto? ¿Tiene un claro punto de partida o es
resultado de un proceso? ¿Cuáles son sus referentes conceptuales? ¿Cuál su especificidad?
¿Cómo se ha llegado hasta él? ¿Cómo se refleja en mis trabajos? Alicia me pidió, en definitiva,
que realice un ejercicio de introspección destinado a un reportaje-entrevista, en la confianza
-por su parte- de que dicha reflexión pueda tener utilidad para “iluminar” algunos problemas
que se plantean en la ordenación del territorio en Argentina, o mostrar modelos, métodos e
instrumentos que puedan resultar interesantes en el debate académico o profesional.

No comparto su desmedida confianza, seguramente fruto de un aprecio personal y profesional,


que es recíproco. Ni siquiera estoy convencido del interés, más allá de a nivel personal, que
pueda reportar esta mirada retrospectiva. Pero he de confesar que, una vez realizada, la
reflexión solicitada, al menos a mí ha resultado muy útil para comprender el mucho camino que
nos resta por recorrer frente a los retos entre ingenuos y ambiciosos que en diferentes
momentos nos hemos planteado.

Tres décadas atrás: tres orígenes, tres aproximaciones y tres enfoques

Si me remonto tres décadas atrás, puedo reconocer un triple origen en la preocupación que ha
marcado nuestra trayectoria en el campo del proyecto territorial (el primer Congreso de Cultura
Catalana en el que participamos; los planes municipales que abordamos y las primeras
investigaciones, que se convierten pocos años después en tesis doctorales de un grupo de
jóvenes investigadores).

Nuestra preocupación arranca pues desde tres aproximaciones, que con frecuencia se
retroalimentan (desde la investigación y el análisis de experiencias; desde la enseñanza,
que en esencia es aprendizaje; y desde la práctica profesional, que vuelve a ser reflexión y
formación continua) Y además en nuestros trabajos más recientes puedo reconocer finalmente
tres enfoques, a los que luego me referiré: uno de raíz urbanístico-estructural; otro de raíz
ambiental-paisajístico-productiva y un tercero que se articula en torno a la puesta en valor del
patrimonio a favor del desarrollo local.

Un triple origen

1. Empecemos por ese triple origen al que me he referido. El curso académico 1976-77 resulta
muy intenso en el Laboratorio de Urbanismo. Además de las actividades docentes habituales,
se plantea, como contribución al denominado Congreso de Cultura Catalana, que se celebra
durante todo el año, una amplia reflexión colectiva por parte de profesores y jóvenes
investigadores. Durante todo un curso se analizan las transformaciones del territorio y las
ciudades catalanas, las huellas de su construcción histórica, sus dinámicas o la lógica soporte
de las carreteras y trenes.

Lo tarea esencial consiste en dibujar un atlas comarcal, una expresión entonces inédita de la
estructura territorial. En unas láminas de 250 por 100 centímetros y a escala 1:10.000 se
proponen quince visiones arquitectónicas del territorio, donde las oscilaciones topográficas, el
parcelario, las obras de comunicación y los canales, la fábrica urbana, las terrazas y campos
de cultivo... ofrecen una visión del territorio más intencionada y catastral que enciclopédica,
confiando firmemente en la componente creativa de la descripción. Mejorar la descripción es
proponer, ésa es la convicción que alimenta este esfuerzo colectivo.

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De la cartografía urbana al proyecto territorial / Joaquín Sabaté Bel

Figura 1: Exposición de los trabajos de interpretación del territorio de Torroella de Montgrí.

No se plantea un único código común, sino que el dibujo de cada mapa se asocia a la identidad
de cada pieza del territorio. El dibujo se convierte así en herramienta de interpretación y
construcción de nuevo conocimiento.

Dibujar es seleccionar, seleccionar es interpretar, interpretar es proponer. La caligrafía


fisiocrática de estos mapas nos descubre, tantos años después, una considerable carga
propositiva. En todos ellos late la necesidad de encontrar un orden propio, una vocación del
territorio, que se quiere identificar como patrón de su proyecto.

2. El Laboratorio de Urbanismo constituye durante esos años un magnífico centro de formación


a partir de clases e investigaciones compartidas por una docena de jóvenes profesores.
Algunos de estos estudios, tanto propios, como ajenos, marcan decisivamente nuestra
orientación en el campo del proyecto territorial, aunque aún ni lo llamamos así, ni lo
reconocemos como objeto de reflexión propio, ni tan siquiera como concepto específico. Sin
ánimo de ser exhaustivo recuerdo las investigaciones de Ricard Pié sobre la evolución de la
cartografía; la de Xavier Eizaguirre, y otras que dirijo más adelante, como la de Antonio Aguilar,
sobre los modelos de orden en el suelo rural. O las que comparto con Miquel Corominas sobre
el Ensanche Cerdá y sus reglas, en su caso dibujando el parcelario agrícola que le da soporte,
o más adelante la de Enric Serra encajando el puzzle parcelario en la construcción de la trama
suburbana del pueblo de Gracia, o la de Rosa Barba, sobre un campo entonces aún poco
definido, el del paisaje.

3. Llegamos ya a inicios de la década de los ochenta, cuando el Gobierno catalán confía el


diseño de un plan municipal a un grupo de profesores relativamente jóvenes. Se trata del
municipio de Torroella de Montgri, que cuenta con un pueblo de pescadores, diversos enclaves
turísticos y un núcleo histórico de notable valor. Pero asimismo con un territorio riquísimo
resultado de la fertilización histórica de un río viajero y de la labor secular de agricultores
desecando terrenos de marismas.

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De la cartografía urbana al proyecto territorial / Joaquín Sabaté Bel

Como no podría ser de otra manera, nuestro trabajo arranca con un esforzado trabajo de
interpretación, leyendo y dibujando el territorio comarcal, sus principales hitos geográficos
(macizos, río, delta y golfo), viendo como se distribuye ese poblamiento en la llanura más
extensa de Cataluña, relacionándolo con la infraestructura soporte. El detenido análisis
territorial nos sirve esencialmente para encuadrar las lógicas de formación y los posibles
temas de proyecto, para situar el cometido que aquel municipio ha jugado y puede asumir en
el futuro. Para medir su estabilidad y su permanencia como capital comarcal, se evalúan las
dinámicas del conjunto de núcleos de la comarca. Pero a su vez calcar y calcar, interpretar
dibujando, nos sirve para valorar el significado de aquel territorio como gran reserva
agrícola de la comarca; el papel del macizo del Montgrí que lo cierra al Norte, como un hito
más que municipal; o del Delta de un río viajero, o de las islas Medas, o las especificidades de
sus playas...

Para el estudio del territorio municipal confeccionamos, una vez más, unos planos a escala
1:10.000. La escala 1:10.00 no resulta en absoluto casual. En el Atlas de las comarcas lo
habíamos comprobado, es una verdadera opción de conocimiento. Nos permite poner en
relación la parcelación agrícola y la urbana sin recurrir a abstracciones, manteniendo con
precisión las proporciones, aunque seleccionando aquello que se representa, es decir con una
voluntad de descripción más literaria que literal. Permite intuir las tipologías arquitectónicas,
reconocer plazas y paseos; caminos que se cruzan y cascos de estancia; carreteras y canales.

En dicho plano podemos leer los aspectos más relevantes del territorio, su rica configuración
geográfica (el macizo del Montgrí; los pequeños promontorios y montañas; una duna elevada,
límite de aquellos promontorios; la Montaña Grande, una plataforma a cota constante recortada
con calas; las Rocas Mauras, que cierran el altiplano). Podemos distinguir en el plano la
fertilización histórica de un río viajero, que describe un abanico que deja tras de sí ricas tierras
de aluvión; el parcelario menudo del delta, su rica red de caminos y construcciones aisladas.
Pero asimismo la inteligente disposición del trazado de la carretera entre los dos núcleos
principales, con condición de charnela, frontera entre las laderas del Montgrí y el delta del Ter,
entre la llanura agrícola y las terrazas de olivos.

Figura 2. Lecturas del territorio de Torroella de Montgrí. Fuente: JSB

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De la cartografía urbana al proyecto territorial / Joaquín Sabaté Bel

Figura 3. Lecturas del territorio de Torroella de Montgrí. Fuente: JSB

Los planos elaborados nos permiten la interpretación del municipio en tres franjas:

a) Parcelario agrícola del Delta + edificación aislada / caminos + parcelas + torres fortificadas
>>> urbanización agrícola del Delta

b) Macizo: repoblación y usos singulares (bases militares), altiplano, reserva natural

c) Eje de urbanización intermedio: concentra la edificación; precario rendimiento agrícola pero a


cota fácilmente accesible.

Vemos como la acción urbanizadora resulta acorde con la vocación geográfica; como el río es
el gran protagonista de la forma del territorio. Ha dado forma a la urbanización agrícola del
Delta.

La lectura del territorio avanza criterios de tratamiento que nos permiten leer el impacto
territorial de ciertas actuaciones derivadas del planeamiento y claramente desajustadas. Si
comparamos un fragmento central del plano de interpretación del territorio municipal con la
propuesta de estructura general y clasificación suelo veremos como:

• el reconocimiento menudo de la forma y usos de este territorio...


• del troceamiento, del dibujo del suelo agrícola
• de la estructura de caminos soporte
• de la posición de las masías fortificadas
• de la manera de colocarse las grandes infraestructuras
• de las formas más relevantes de la topografía
• del emplazamiento de los núcleos
• en definitiva... de las vocaciones y desajustes del territorio.

Supone a la vez interpretación y propuesta.

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De la cartografía urbana al proyecto territorial / Joaquín Sabaté Bel

El reconocimiento menudo diluye los límites entre estudio urbanístico y el proyecto operativo.
La diversidad y riqueza de matices del tratamiento propuesto para el conjunto del territorio, muy
especialmente del suelo rural, donde se distinguen hasta catorce zonas bien diferenciadas... La
podemos leer ya en el plano de reconocimiento del territorio. En definitiva nos permite
apreciar como en la identidad del territorio empieza a sintetizarse su propia alternativa.

Reconocer la estructura física de un territorio es una hipótesis metodológica para su


ordenación. Y dicha lectura se puede afrontar desde interpretaciones más literarias,
enfatizando en el dibujo los componentes esenciales de un territorio, que a mi modo de ver,
son mucho más ricos que la neutra y literal reproducción abstracta y precisa de los planos
fotogramétricos. Me refiero a dibujos donde seleccionamos unos pocos elementos
relevantes, las más de las veces realizados a mano, planteados como una verdadera tesis
acerca de la naturaleza de un territorio, y apuntando en buena medida a su tratamiento.
Completar y mejorar la descripción se convierte así en tantas ocasiones en un primer
acto de proyecto.

Este Plan de Torroella recibirá después de muchos avatares el Premio Nacional de Urbanismo
por su contribución innovadora a la lectura-propuesta urbanística. Y constituye el arranque de
un camino de reflexión y proyecto en el que seguimos aprendiendo hasta hoy. Lo hemos ido
depurando a través de sucesivos planes municipales, como el de Arona (Canarias), a mitad de
los años ochenta, donde asimismo avanzamos desde un análisis comarcal hacia el
reconocimiento menudo de cada fragmento del territorio y de las actividades sobre el mismo,
siempre fieles a aquel principio de que una buena descripción es ya una tesis sobre el territorio.

Pero sobre todo lo profundizamos en los planes territoriales, desde el primero, el Plan Insular
de Tenerife en el año 90, hasta los posteriores en Cataluña, Andalucía, Canarias y Brasil,
procediendo a depurar una lectura, ordenación, normativa y proyecto por capas, a la que
luego me referiré, y a insistir en el dibujo del territorio, como verdadero instrumento de
proyecto.

Figura 4. Las formas del relieve en Arona. Fuente: JSB

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De la cartografía urbana al proyecto territorial / Joaquín Sabaté Bel

Una triple aproximación

Antes hablaba de una triple aproximación. Defender en la Universidad una estrecha relación
entre investigación y docencia parece un objetivo básico e irrenunciable. Extender esta
imbricación a la actividad profesional; entendiéndola como una continuación lógica de la labor
docente e investigadora y plantearse dicho ejercicio como una inexcusable oportunidad para
reflexionar sobre cuestiones teóricas relevantes, supone, a mi modo de ver, una exigencia
razonable.

Constituye una actitud que caracteriza la trayectoria de mis maestros y que he querido ir
aprendiendo, y he intentado aplicar, en la medida de mis posibilidades. Desde que me inicié
como profesor de urbanismo, puedo reconocer en el desempeño de mis actividades tres
campos de atención prioritaria y recurrente.

Su enunciado, aunque por fuerza, excesivamente genérico, sería:

1. Las reglas de la forma urbana; el cometido de ordenanzas y herramientas de composición


urbana en la definición de la arquitectura de la ciudad.

2. La proyectación del territorio, los criterios, instrumentos y métodos en la intervención a


escala territorial.

3. Los recursos patrimoniales (culturales y naturales) como fundamento del desarrollo


local.

En cada uno de estos campos los trabajos que he desarrollado han tenido un origen diferente;
han surgido a partir de los debates sobre programas docentes, en trabajos de investigación o
desde encargos profesionales. Pero creo que todos ellos han acabado teniendo un claro reflejo
en las tres dimensiones de mi actividad.

Me detendré brevemente en el comentario de los dos últimos, claramente relacionados con el


tema que presento en esta serie de charlas.

El segundo campo de atención, la preocupación por las cuestiones relativas al proyecto del
territorio, arranca como vimos de la práctica docente y profesional.

Se inicia a principios de los ochenta, con el Atlas de las comarcas y un primer estudio territorial
con motivo del Plan de Tenerife. Pero de hecho toma cuerpo unos años después. El encargo
del Plan de Ordenación de la Isla de Tenerife es la razón que despierta en mí un especial
interés por las cuestiones relativas a la ordenación territorial y, asimismo por el reto que implica
el proyecto del suelo rural. Esto me lleva al estudio de diversas figuras de planeamiento
territorial con la voluntad de valorar adecuadamente el enfoque de nuestro trabajo e intentar
desarrollar una nueva metodología de análisis y propuesta (estudios sobre planeamiento
territorial en Holanda e Italia).

En el largo e intenso proceso de redacción del Plan de Ordenación de la Isla de Tenerife


pretendemos abordar un reto que aún hoy nos sigue pareciendo pertinente, aunque quizás
ingenuamente ambicioso. Buscamos una cierta renovación del arsenal disciplinar para la
descripción e interpretación de una realidad territorial compleja. Perseguimos una
intervención que preste especial atención a la dimensión física del territorio, frente a un
dominio de las abstracciones economicistas, de la pretensión de equilibrios funcionales y
demográficos, o de las acostumbradas vocaciones territoriales de épocas anteriores.

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De la cartografía urbana al proyecto territorial / Joaquín Sabaté Bel

Figura 5. Estudios “en capas” para el Plan de Tenerife. Fuente: JSB

Los criterios y metodología desarrollados en aquella ocasión encuentran su aplicación y


profundización en trabajos posteriores, como el Plan del Llano de Mallorca o el Plan Especial
del Parque Agrario del Baix Llobregat, o mucho más recientemente, en diversos planes
directores urbanísticos en Cataluña (Plan Director Urbanístico del Bages, Planes Directores
Urbanísticos de las colonias industriales de los ríos Llobregat, Ter y Freser; Plan Director
Urbanístico de las áreas residenciales estratégicas de las Comarcas Centrales) o planes
territoriales y estudios en Andalucía, Canarias y Brasil (Estudio comarcal en Cortegana, Plan
Insular de la Isla de la Palma, Plan Territorial Especial del Paisaje de la isla de Tenerife,
Propuestas territoriales en Pernambuco y Minas Gerais).

Por ejemplo, para afrontar el proyecto del Parque Agrario y disponer de referencias
consistentes para su diseño y gestión, analizamos diversas iniciativas de parques rurales, de
escalas y peso agrícola bien diversos. En dicha ocasión nos planteamos un reto interesante
desde el punto de vista disciplinar: fundamentar en la identidad del territorio su alternativa,
actualizar las claves de lectura y los instrumentos de proyecto, querer hacer al territorio
resistente a los procesos de transformación, dotándolo de estructura, de manera que sea
capaz de encajar las nuevas y cambiantes solicitaciones a que está sometido. Al objeto de
proyectar la estructura del Parque Agrario llegamos a la conclusión de que leer
cuidadosamente su proceso de construcción podría tener gran valor para alimentar unos
fundamentos útiles al afrontar aquel reto. La identidad física y la formación histórica de este
territorio nos desvelaron valores estructurales, que inciden directamente en la comprensión de
las operaciones de transformación y en los elementos de propuesta.

Nuestro Plan para el Parque Agrario pretende esencialmente proyectar su estructura,


descubriendo y actualizando aquella que informa la construcción de dicho territorio: el dibujo
del suelo, la manipulación del relieve, la organización de los caminos de tierra y de agua y el
establecimiento de las construcciones. Queremos reconocer así en el suelo rural el
equivalente de los sistemas de espacios libres, dotaciones, redes de accesos y servicios
que sustentan los tejidos urbanos.

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De la cartografía urbana al proyecto territorial / Joaquín Sabaté Bel

Este tipo de actividades ha dado lugar a varias publicaciones y a dirigir diversas tesis
doctorales. Asimismo dentro de este campo cabe hacer referencia a diversas conferencias y
cursos, desarrollados dentro del Doctorado y Máster de nuestro Departamento, así como en
otras Escuelas de Arquitectura españolas y extranjeras.

En concreto quisiera hacer mención de una asignatura de doctorado que he venido impartiendo
junto con Miquel Corominas, a lo largo de los últimos veinte años. En ella, y en una veintena de
sesiones que hemos ido actualizando, pretendemos, a partir de la selección y discusión
detallada de un conjunto de planes y estudios significativos, ofrecer una lectura en clave
proyectual del origen y evolución de la experiencia de ordenación del territorio, así como
una valoración de la situación actual en nuestro contexto.

Asimismo queda enmarcada en este ámbito la asignatura del Taller Proyectar el territorio,
dentro de nuestro Máster en Proyectación Urbanística, de la que me he responsabilizado
siempre desde 1995.

Si mis dos primeros campos de preocupación nacen esencialmente de trabajos docentes o


profesionales, el último, el de los recursos patrimoniales como base de desarrollo local, tiene su
origen en dos trabajos de investigación. El primero es una tesis doctoral, que dirigí entre 1993 y
1997, y el segundo una propuesta que elaboramos junto a algunos profesores del Instituto
Tecnológico de Massachusetts (MIT), con los que había mantenido ya una estrecha
colaboración en algunos cursos y seminarios celebrados en aquella Universidad.

Dicha tesis y el trabajo desarrollado posteriormente suponen unos primeros esfuerzos para
reactivar el sistema de colonias textiles de una comarca fluvial de vieja industrialización, junto a
otras experiencias de planeamiento centradas en la puesta en valor del patrimonio cultural.

En el proyecto de investigación elaborado junto a un grupo de profesores del MIT se trató de


valorar, a través de un análisis comparativo de iniciativas europeas y americanas, la relevancia
de los recursos patrimoniales para estimular el desarrollo local. La investigación, recogida en
un libro, se basó en el análisis de un centenar de casos europeos y americanos, y en la
aplicación de las “lecciones” de los mismos a una propuesta de eje patrimonial a lo largo del río
Llobregat.

De aquel análisis podríamos destacar como conclusión fundamental, que la gestión


inteligente del patrimonio esta suponiendo en diferentes territorios uno de los factores clave
para su desarrollo, porque atrae turismo e inversiones, genera actividades y lugares de
trabajo y, fundamentalmente, refuerza la autoestima de la comunidad.

Algunas de las iniciativas más recientes y exitosas de ordenación territorial evidencian el


interés de esta nueva aproximación. Al tiempo la eclosión de parques patrimoniales, de
carácter cultural o natural, muestran la trascendencia de esta exploración, tanto como los retos
de una experiencia aún incipiente.

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De la cartografía urbana al proyecto territorial / Joaquín Sabaté Bel

Figura 6. Planes y realizaciones en el Delta del Llobregat. Fuente: JSB

La investigación que desarrollamos entre el M.I.T. y la U.P.C. encuentra pronto una vía de
aplicación, de ensayo de las “lecciones” aprendidas. Un encargo de la Diputación de Barcelona
da pie a un trabajo sobre la cuenca del río Llobregat. Dicho trabajo parte de una hipótesis
interpretativa: la cuenca del río atraviesa y vertebra la provincia de Barcelona, y su curso ha
sido fiel testimonio de los principales episodios de la industrialización catalana.

Proponemos una estructura territorial e interpretativa de estos episodios a lo largo de la


cuenca, e identificamos ocho potenciales áreas patrimoniales, la mitad de las cuales están hoy
en fase avanzada de implementación. Este trabajo ha sido recogido en varias publicaciones. A
aquel primer encargo siguen otros de valoración de los recursos patrimoniales, de la estructura
y ordenación de los ríos Anoia y Cardener.

Y este campo de actividad ha tenido asimismo otra traducción docente en talleres del
Postgrado Proyectar el territorio. El primero aborda en el curso 1999-2000 el diseño de tres
ámbitos característicos del eje fluvial del Llobregat con el reto de reproyectar su estructura, de
verificarla desde ensayos propositivos, y, en el límite, de avanzar criterios para la ordenación
conjunta de la cuenca fluvial, para la gestión coherente de aquellos recursos. El último
concluye con un proyecto para la Serra de Tramuntana en Menorca y nuestra contribución a su
nominación como Paisaje Cultural Patrimonio de la Humanidad.

He tenido la oportunidad de participar en otros talleres o seminarios con temática similar.


Algunos se llevaron a cabo en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de
Córdoba (en Argentina) en los años 1999 y 2000. En el año 2001 participamos en otro en el
Department of Urban Studies and Planning del MIT. Posteriormente lo hemos hecho en Brasil,
Chile; Canarias o Mallorca. A su vez los resultados de estas investigaciones se han podido
debatir con estudiosos de esta misma temática en Seminarios celebrados en Holanda, Italia y
Portugal.

Seguimos en este momento con la investigación de la experiencia de los parques


patrimoniales, objeto de otros varios proyectos de tesis doctoral en nuestro Departamento.
Los debatimos igualmente en nuestros cursos de doctorado y talleres del Master, y

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De la cartografía urbana al proyecto territorial / Joaquín Sabaté Bel

afortunadamente hemos tenido oportunidades reciente de contrastar lo estudiado con


intervenciones en Brasil, Argentina y Chile.

Figuras 7 y 8. Publicaciones de JSB y del Master de Proyectación Urbanística.

Algunos textos de referencia

Cuando Alicia me pregunta cuales son los referentes conceptuales de nuestra preocupación y
de los proyectos que hemos desarrollado, me obliga a reconocer asimismo aquellos estudios y
lecturas que han ido alimentando progresivamente nuestra actividad. A instancias suyas realicé

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De la cartografía urbana al proyecto territorial / Joaquín Sabaté Bel

asimismo un ejercicio similar hace un año en la Universidad de Buenos Aires, en una charla
dirigida a jóvenes arquitectos e investigadores, donde desarrollé diez claves que caracterizan el
debate en torno al proyecto territorial y las acompañé de algunas referencias bibliográficas para
ilustrar dichos principios. Se trata de aquellos textos que, en definitiva, más me han interesado
durante estos años. Entonces empecé, y ahora vuelvo a hacerlo, con una confesión personal:
mi extraordinario interés por la geografía. Trabajo continuamente con geógrafos e intento
aprender día a día de ellos, de su pasión por el territorio, de su mirada atenta y rigurosa a sus
trazas. Quizás todo urbanista responsable encierra un geógrafo aficionado, o, al menos, un
apasionado admirador de la geografía.

Pero además en mi caso mis primeras lecturas urbanísticas, las que acompañan a unos pocos
textos arquitectónicos (Saber ver la arquitectura, de Bruno Zevi; El futuro de la arquitectura, de
Frank Lloyd Wright y algunos otros de Le Corbusier; todos ellos de las añoradas editoriales
Poseidon, Infinito o Nueva Visión, por aquel entonces las únicas que nutrían nuestras librerías
de textos disciplinares en lengua castellana), son diversos, ricos y emocionantes libros de
grandes geógrafos. En Chabot, Smailes, Beaujeu-Garnier empiezo, aún como joven estudiante,
a creer descubrir el urbanismo. Pero asimismo en Pierre George, David Harvey y Harold Carter.
Y también en un delicioso texto de un entonces joven geógrafo, Ramón Pérez, que abre mi
pasión por los análisis morfotipológicos, mucho antes que los clásicos textos de Rossi,
Aymonino o Caniggia.

Mucho más tarde descubro que los avances en una disciplina se producen tantas veces al
explorar los límites con otras disciplinas, en esos territorios de frontera; al compartir y
aprender a valorar las aportaciones de profesionales desde otra mirada o formación. Los
aportes a nuestra vocación y trabajos en el campo del proyecto territorial se alimentan en
buena medida de lo aprendido en territorios de frontera, de interfase, como gustan de decir mis
amigos biólogos. Ahí nace asimismo el convencimiento de la imprescindible renovación de las
herramientas con las que abordamos dicho proyecto del territorio.

No me refiero a numerosos textos del campo de la Economía urbana o regional (Isard,


Christaller, Von Thünen, Derycke), ya que al pertenecer a mi segundo campo de formación no
me resultan territorios fronterizos. En todo caso creo que han incidido más en la sistemática
canónica y estructural de nuestros trabajos, que no en la voluntad de avanzar más allá de los
conocimientos (modelos, métodos e instrumentos) consolidados. Aquí recupero los diez
principios que organizan estas ideas, sin un desarrollo exhaustivo, pero que ilustran los
modos de argumentación que se sustentan en múltiples experiencias y lecturas.

En relación al aprendizaje en los territorios de frontera,

1. En la identidad del territorio esta su alternativa,


2. De la preservación del patrimonio a la ordenación del paisaje
3. El manto de Penélope: destejer y tejer el territorio
4. De la evaluación ex-post a la matriz ambiental
5. Proyectar los riesgos como oportunidades

En relación a la necesaria renovación de las herramientas de la disciplina

6. De la ordenación a la coordinación; de normas a directrices


7. Proyectar el territorio aún en tiempos de incertidumbre
8. La necesidad de miradas inter-escalares
9. El diseño de los procesos y la gestión
10. Trabajar con el código genético del territorio

Desde nuestros primeros trabajos partimos de la convicción de que en la identidad del


territorio esta su alternativa. Vengo insistiendo en ello desde hace muchos años, desde el
ejercicio profesional, en artículos y libros, o en la reflexión compartida con mis estudiantes de
doctorado. En todas las oportunidades en que nos enfrentamos a una nueva realidad territorial,

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De la cartografía urbana al proyecto territorial / Joaquín Sabaté Bel

lo primero que perseguimos es desvelar sus trazas, sus características fundamentales, o


como yo prefiero decir su “código genético”. Y esto los urbanistas lo pretendemos hacer,
como hemos visto, desde una lectura profunda y detenida del territorio, desde análisis bien
diversos, pero asimismo, y de manera preferente, desde el dibujo minucioso y entretenido,
desde la construcción de una cartografía fisiocrática, como los magníficos profesionales de la
escuela francesa del siglo XIX.

Además de los ya citados, entre los diferentes libros que me han influenciado, y que, desde
diferentes ópticas enriquecen este principio, citaré unos pocos más. En primer lugar el clásico
Ciudades en evolución del biólogo Patrick Geddes, que tanto marca la trayectoria de Bergson,
Kropotkin y Lewis Mumford, o de toda una generación de estudiosos de la ciudad y del
territorio. Sus referencias a la civilización y el territorio que construyen el minero, el
leñador, el cazador, el pastor, el agricultor, el granjero y el pescador, constituyen un breve,
pero estimulante análisis histórico y antropológico. Desde otra óptica totalmente diferente
Alberto Magnaghi en The Urban Village nos habla de nuevas formas de territorialidad, del
estatuto de los lugares, de redes de ciudades, de la carta de un nuevo municipio, pero
esencialmente aboga por el desarrollo local auto sustentable, basado en la identidad de cada
territorio.

Otra extraordinaria obra, Design with Nature de Ian L. McHarg, nos enseña como Penélope con
su manto en la Odisea, a destejer para volver a tejer el territorio, a descomponerlo en capas
para comprenderlo mejor, antes de volver a componerlo, a intervenir en él, a proyectarlo.

Mc Harg se apoya en la modelística y en la teoría de sistemas, para sentar de forma muy


amena las bases del análisis multicapas, equivalente a lo que hoy denominamos sistema de
información geográfica. Mc Harg pretende, con un análisis que descompone las características
de cualquier territorio en capas diversas y con la valoración matricial de sus características,
asegurar su mayor o menor adecuación a diferentes usos alternativos.

Pero tiene la virtud además, de adelantar conceptos tan actuales como el de mosaico
territorial. La aproximación multicapas se convierte con Mc Harg en un rico mecanismo para
comprender y reproponer el territorio; el territorio como matriz. Aún con las limitaciones de
quedarse en un mero análisis de valores y aptitudes, tiene el mérito añadido de inspirar
muchos otros trabajos académicos y profesionales punteros, incluso bien recientes, como los
del profesor Carl Steinitz.

O contribuciones como el libro de Oswald y Baccini: Netzstadt, Designing the Urban, que
utilizan dicho enfoque sistémico para plantearnos una aproximación bien interesante al
proyecto del territorio, remitiéndonos a diversos atributos de los sistemas urbanos (coherencia,
límites, escala, funciones, grano y resistencia).

En otros casos se refieren a indicadores morfológicos (contorno, campo, tamaño, estructura,


figura, jerarquía, fragmentación, granulado y accesibilidad). Oswald y Baccini descomponen el
territorio según usos característicos, atendiendo a la escala de observación. Creo que
Netzstadt, Designing the Urban constituye una de las obras recientes más sugerentes en
cuanto al abordaje del proyecto territorial, con su pretensión de llegar a definir indicadores
morfológicos y criterios de calidad urbana (identidad, diversidad, flexibilidad, eficiencia,
autosuficiencia).

No puedo dejar de incluir a Richard T.T. Forman en esta suma de referencias y principios.
Entre sus muchos libros quizás los fundamentales serían Pine Barrens, aportación seminal;
Landscape Ecology y Land Mosaics. Uno los adquiere como textos de culto, aunque son
escritos por un biólogo, para especialistas en ecología. En cambio otra obra menor, un librito
denominado Landscape Ecology Principles in Landscape Architecture and Land-Use Planning,
ha tenido la enorme virtud de divulgar un rico caudal de conocimientos.

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De la cartografía urbana al proyecto territorial / Joaquín Sabaté Bel

Ha servido para poner al alcance de los estudiosos de otras disciplinas conceptos ricos y
sofisticados (tales como mosaico territorial, entropía, biodiversidad, teselas, corredores,
stepping stones… y sus características, de forma, tamaño, espesor, fragmentación…), al
servicio en definitiva de un proyecto de territorio más sensible y responsable.

Refiriéndome a otro principio que orienta nuestros trabajos y muy particularmente aquellos
centrados en los denominados paisajes culturales -la preservación a través de la
transformación-, debo hacer mención de otra obra seminal, Morphology of Landscape. En ella
Carl Sauer fundamenta la geografía cultural y el propio concepto de paisaje cultural como el
resultado de la acción de un grupo social sobre un paisaje natural. En esencia nos viene a decir
que paisaje cultural es una relación cambiante entre hábitat y hábitos, el registro del
hombre sobre el territorio; un texto que se puede escribir e interpretar; entendiendo el
territorio como construcción humana.

John Brinkerhoff Jackson profundiza en este campo en bien diversas obras, y en concreto en A
sense of place, a sense of time, donde reivindica el paisaje americano cotidiano. Otras muchas
aportaciones recientes desde nuestro Laboratorio Internacional de Paisajes Culturales, a través
de su revista Identidades, insisten en la importancia de atender a la dimensión cultural en las
intervenciones urbanísticas.

En esta misma línea trabaja la Belvedere Nota holandesa, un plan-guía para intervenir en los
principales paisajes culturales holandeses. Propone incorporar la identidad histórico-
cultural en los procesos de planeamiento; utilizar los recursos culturales para mejorar la
calidad de los ambientes urbanos y rurales y vincular patrimonio cultural y redes de espacios
naturales. Lo hace sugiriendo la utilización del patrimonio cultural como material de trabajo en
todos los planes urbanísticos.

Dos últimas referencias, y como antes no me refiero a libros de arquitectos y urbanistas, sino a
textos de otras disciplinas, como el utilísimo Los nuevos principios del urbanismo del apreciado
sociólogo François Ascher, una de sus grandes aportaciones, aunque desgraciadamente la
última. O cualesquiera de los libros de un físico bien singular, Jorge Wagensberg, director del
museo de la Ciencia en Barcelona. Pongamos por ejemplo La rebelión de las formas, textos
llenos de inspiración en momentos, como el actual, en que nos movemos en territorios tan
plagados de incertidumbres.

Una triple dimensión en el abordaje del proyecto territorial

Para acabar de responder las preguntas, debo reconocer una triple dimensión en nuestros
trabajos recientes. En un universo tan reducido y limitado como mi propia experiencia, la
manera de abordar los proyectos y planes territoriales que hemos planteado en Cataluña,
Andalucía, Tenerife, Chile y Brasil pertenece a una determinada aproximación, bien diferente a
una segunda, la de nuestros Planes de Paisaje en Tenerife o en el AMB, o productivos como
el Parque Agrario; y a su vez es diferente de una tercera, la de los planes en torno al
patrimonio cultural (Eje del Llobregat, Colonias del Ter, Cardener, fachada de Manlleu, Minas
Gerais, Patagonia...).Y estoy hablando de una experiencia muy, muy acotada, pero donde
referencias, modelos, métodos e instrumentos difieren notablemente. En términos muy
agregados, y por ello seguramente simplificadores e inexactos, los tres tipos de proyectos que
nos ocupan en estos últimos años se caracterizan por una preocupación más urbanístico-
estructural el primero, más ambiental-paisajístico-productiva el segundo o más centrada en la
estructura narrativa y en los recursos culturales, el tercero.

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De la cartografía urbana al proyecto territorial / Joaquín Sabaté Bel

Figura 9. Tres enfoques en Proyectos territoriales. Fuente JSB

Cada nuevo encargo se ha convertido en una magnífica oportunidad de investigar acerca


de modelos, técnicas e instrumentos, buscando en esencia, una necesaria renovación del
arsenal disciplinar. Y ello se ha traducido nuevamente en clases y actividades de difusión.

1. Dentro del primer grupo de proyectos, el Plan Director Urbanístico del Bages, premio
Cataluña de Urbanismo, supone un paso adelante en un largo recorrido que arranca en el
estudio de las comarcas de Cataluña y sigue en el Plan Insular de Tenerife y en planes
territoriales en Cataluña, Baleares, Canarias, Andalucía y Brasil. La aportación más destacada
de este proyecto es que ha consolidado una metodología basada en la superposición de varias
capas de análisis, proyecto y regulación interdependientes, que ensayamos por vez primera en
el Plan de Tenerife, y que se aplica hoy a los planes territoriales holandeses y catalanes.

Poco a poco hemos ido ajustando una primera lectura basada en el reconocimiento atento
de la forma del territorio, en la definición de los elementos que conforman su estructura, su
matriz ambiental y el sistema de espacios abiertos. El análisis de las aptitudes del territorio
nos lleva al reconocimiento de áreas de regulación homogénea, con un régimen común de
usos, objetivos perseguidos y definición de la función de cada pieza en el modelo de
ordenación territorial. Pero asimismo, traduce urbanísticamente los requerimientos de la matriz
ambiental e incluye la propuesta de un sistema de espacios abiertos de escala territorial.

Una segunda capa la centramos en el diseño de las redes de infraestructura soporte


(esencialmente de movilidad, trazados viarios y ferroviarios, pero también de
telecomunicaciones, de abastecimiento, de tratamiento de residuos...). En este caso se diseña
el soporte estructural necesario en diferentes escenarios de crecimiento; pauta las condiciones
de las redes de movilidad y de los servicios necesarios según las características de cada
territorio y los futuros desarrollos urbanísticos sobre los mismos; y atiende a los requerimientos

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De la cartografía urbana al proyecto territorial / Joaquín Sabaté Bel

funcionales de dichas infraestructuras, pero asimismo a sus implicaciones sobre aquellos


escenarios.

En una tercera se plantea la ordenación de los principales asentamientos y actividades


económicas (residenciales, industriales, terciarias, logísticas, mineras o agrícolas);
especialmente las propuestas de reestructuración, crecimiento o remodelación de áreas
urbanizadas. Se proponen en definitiva las reglas de ordenación física de asentamientos y
actividades económicas, además de diseñar algunos elementos básicos de los denominados
proyectos territoriales estratégicos.

Y recientemente hemos añadido una cuarta capa relativa a la estructura de recursos


culturales. Lo fundamental es que ninguna de estas tres capas determina ya por si sola el
destino de un fragmento del territorio, sino que toda intervención es pautada
simultáneamente por las tres y desde diferentes escalas de aproximación.

En síntesis todo esto supone diversos avances, como por ejemplo:

- La definición de una estructura de ordenación y normativa multiescalar y de diversas capas,


frente a la zonificación biunívoca.

- La incorporación al acervo urbanístico de conceptos como la matriz ambiental (teselas,


conectores, buffers...).

- La formulación de escenarios diversos frente al blue print, a la tradicional definición de


imágenes finalistas.

- La atención a las redes de infraestructuras no solo desde su lógica económica, funcional o


ambiental, sino a su vez, desde su contribución a la estructura urbanística de los
asentamientos.

Figura 10. Plan Director urbanístico del Bages. Estructura de Espacios libres territoriales. Fuente: JSB

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De la cartografía urbana al proyecto territorial / Joaquín Sabaté Bel

Figura 11. Plan Director urbanístico del Bages. Alternativas ferroviarias. Fuente: JSB

Figura 12. Manresa "Sector Este". Propuesta de ordenación (Fuente BAMMP arquitectos).

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De la cartografía urbana al proyecto territorial / Joaquín Sabaté Bel

Figura 13. Plan Director urbanístico del Bages. Valoración patrimonial. Fuente: JSB

2. Los proyectos caracterizados por la preocupación más ambiental-paisajístico-productiva


incluyen los Planes del Parque Agrario, pero asimismo los Planes Especiales y Catálogos del
Paisaje de la isla de Tenerife y de toda la Región Metropolitana de Barcelona.

En ellos, más allá de utilizar asimismo la superposición de capas de análisis, proyecto y


regulación interdependientes, hemos desarrollado, como veremos, una curiosa metodología
de identificación y caracterización del paisaje (que denominamos ABC, por Abiótico,
Biótico y Cultural); de evaluación del mismo; de definición ampliamente participada de los
objetivos de calidad paisajística; de establecimiento de medidas y propuestas de actuación, así
como de indicadores de seguimiento.

Pero en esencia lo que hemos intentado es incorporar al acervo urbanístico conceptos,


métodos e instrumentos que provienen del campo de las ciencias ambientales o de la
agronomía.

18
De la cartografía urbana al proyecto territorial / Joaquín Sabaté Bel

Figura 14. Parque agrario del Llobregat. Intinerarios y elementos de interpretación. Fuente: JSB

Figura 15. Parque Agrario del Llobregat: caminos de agua. Fuente: JSB

3. Finalmente los proyectos vinculados al patrimonio cultural incluyen diversos Planes


Directores de Colonias industriales a lo largo de los ríos Llobregat, Ter i Fresser; o planes y
estudios en paisajes culturales de Mallorca, Brasil, Argentina y Chile. Con ellos hemos
descubierto que un adecuado proyecto y gestión de los recursos patrimoniales redunda al final
en promoción del desarrollo local.

De nuevo la preocupación disciplinar nos ha llevado a intentar construir una serie de lecciones
o “buenas prácticas” a tener siempre bien presentes en este tipo de proyectos; e incluso a

19
De la cartografía urbana al proyecto territorial / Joaquín Sabaté Bel

atrevernos a plantear unas pautas metodológicas para abordarlos. En todo caso lo más
relevante, a mi modo de ver, es la incorporación de una estructura narrativa en los proyectos
en áreas patrimoniales.

Figura 16. Las colonias del Llobregat. Fuente: JSB

Figura 17. Seminario Rutas culturales en Tierra del Fuego (dirección E. Garcés). Fuente: JSB

20
De la cartografía urbana al proyecto territorial / Joaquín Sabaté Bel

Figura 18. Formas de ocupación en Tierra del Fuego (E. Garcés). Fuente: JSB

Son apenas treinta años de investigaciones y proyectos, con una voluntad continuada de
seguir aprendiendo al afrontar los retos que supone proyectar el territorio. Y espero que
Alicia no se olvide de recordarme a menudo nuestro compromiso.

JSB

Alicia Novick es Arquitecta (FADU-UBA), Master en Planeamiento Urbano y Regional (Instituto de Urbanismo de
Paris, Universidad de Paris XII), Master y Doctorado en Historia (UDESA). docente de grado y post-grado,
coordinadora del CIHaM (Centro de Estudios de Habitat y Municipios), responsable por Argentina de dos Programas
internacionales (el Alfa "Paisajes culturales y Desarrollo Local" y el MOST-UNESCO "Las Palabras de la ciudad"). En el
marco de la historia de la ciudad y el urbanismo, ha publicado libros y artículos en varios idiomas.

Joaquin Sabaté Bel, “además de ser una persona increíble y un excelente amigo” (AN), es Catedrático de Urbanismo,
profesor en la Universidad Politécnica de Catalunya (UPC). Es Doctor Arquitecto (UPC) y licenciado en Ciencias
Económicas por la Universidad de Barcelona. Actuó como coordinador del Doctorado en Urbanismo y del Máster de
Investigación en Urbanismo de la UPC; del Programa de Postgrado Proyectar el Territorio y del Programa ALFA de la
Comunidad Europea, fue Chairman del European Postgraduate Masters of Urbanism, etc. En su práctica disciplinar,
sus trabajos de planeamiento urbanístico y territorial en Brasil, Italia, y España han merecido varios premios nacionales
e internacionales. Su tarea de investigación se centra en el estudio de los instrumentos, los métodos y las teorías de la
proyectación urbanística y territorial, tal como se manifiesta en más de un centenar de publicaciones entre los que cabe
mencionar “Paisajes culturales: “Una pregunta, dos definiciones, tres escenarios y una alternativa”, en Paisajes en
transformación, “De la preservación del patrimonio a la ordenación del paisaje” en El paisaje y la gestión del territorio.
Criterios paisajísticos en la ordenación del territorio y el urbanismo (2006), Event Places, publicadas por la Universidad
Politécnica de Cataluña y el Massachusetts Institute of Technology (2004), Designing the Llobregat Corridor. Cultural
Landscape and Regional Development.(2001). Es también miembro fundador del Laboratorio Internacional de
Paisajes Culturales y director de la revista ID Identidades: Territorio, Cultura, Patrimonio.

21
Lectura 18

SABATÉ, Joaquín; PESOA MARCILLA, Melisa; y


NOVICK, Alicia (2016).
Algunos retos en la representación del territorio: el
dibujo como instrumento interpretativo, narrativo y
de proyecto
ENSAYO: ALGUNOS RETOS EN LA REPRESENTACIÓN DEL TERRITORIO: EL DIBUJO COMO INSTRUMENTO INTERPRETATIVO, NARRATIVO Y DE PROYECTO
JOAQUÍN SABATE Y MELISA PESOA MARCILLA
estudios del hábitat | Vol. 14 (2) e012 | diciembre 2016 | ISSN 2422-6483 | url: revistas.unlp.edu.ar/habitat
FACULTAD DE ARQUITECTURA Y URBANISMO | UNIVERSIDAD NACIONAL DE LA PLATA

Lectura 9.
Algunos retos en la representación del territorio:
el dibujo como instrumento interpretativo,
narrativo y de proyecto

Some challenges about the representation


of the territory: drawing as an interpretative,
narrative and project tool

Dossier: Ciudades, Territorios, Dibujos

JOAQUÍN SABATÈ*
Departamento de Urbanismo y Ordenación del Territorio. Universitat
Politécnica de Cataluña
[email protected]

MELISA PESOA MARCILLA**


Departamento de Urbanismo y Ordenación del Territorio. Universitat
Politécnica de Cataluña
[email protected]

ALICIA NOVICK***
Universidad Nacional de General Sarmiento (UNGS) /
Instituto de Arte Americano, Facultad de Arquitectura,
Diseño y Urbanismo, Universidad
de Buenos Aires (IAA-FADU-UBA)
[email protected]

FECHA DE RECEPCIÓN: 24-08-2016 | FECHA DE APROBACIÓN: 24-09-2016 | FECHA DE PUBLICACIÓN: DICIEMBRE 2016
ESTA OBRA ESTÁ BAJO LICENCIA: LICENCIA CREATIVE COMMONS ATRIBUCIÓN-NOCOMERCIAL-COMPARTIRIGUAL 4.0 INTERNACIONAL
*
Licenciado en Ciencias Económicas, Doctor Arquitecto y Catedrático de Urbanismo; profesor e investigador en la Universidad
Politécnica de Catalunya desde 1976. Coordinador del Doctorado y del Máster de Investigación en Urbanismo (UPC) y del Postgrado
Proyectar el Territorio. Es Fundador del Laboratorio Internacional de Paisajes Culturales y director de la revista ID Identidades: Territo-
rio, Cultura, Patrimonio. ha dictado numerosas conferencias y cursos en universidades europeas, americanas y asiáticas. Actividad
investigadora centrada en el estudio de los instrumentos, métodos y teorías del proyecto urbanístico y territorial, y en la relación entre
recursos patrimoniales y desarrollo local. Todo ello se ha traducido en más de un centenar de ponencias en seminarios, otros tantos
libros o capítulos de libros y asimismo de artículos en revistas especializadas. Autor de numerosos trabajos de planeamiento urba-
nístico y territorial en Argentina, Brasil, Italia, Chile y España. En tres ocasiones distinguido en las convocatorias del Premio Nacional
de Urbanismo de España (investigación, planeamiento y rehabilitación); en 2007 con el Premio de Urbanismo de Cataluña y en 2011
con el Premio Especial de Patrimonio de Cataluña.
**
Arquitecta por la Universidad Nacional de La Plata, Master en Urbanismo por la Universitat Politècnica de Cataluña y candidata al
doctorado en la misma universidad con beca de la Generalitat de Catalunya. Es investigadora en el Departamento de Urbanismo y
Ordenación del Territorio, dentro del Grup de Recerca en Urbanisme (GRU). Ha publicado artículos en revistas especializadas en la
temática urbanística y de paisajes culturales. Es co-editora de la revista QRU (Quaderns de Recerca en Urbanisme) e ID (Identidades)
y co-organizadora del Seminario Internacional de Investigación en Urbanismo. Es docente en Urbanística V y VI en la ETSAB y en el
Master en Urbanismo (UPC) y ha participado como docente en diferentes workshops internacionales.
*** Arquitecta (UBA), Doctora en Historia (Universidad de San Andrés). Profesora Titular de Urbanismo y Directora del Doctorado en

Estudios Urbanos (UNGS). Directora Adjunta del Instituto de Arte Americano (FADU, UBA). Su especialidad es la historia del
urbanismo y de la ciudad.
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estudios del hábitat | Vol. 14 (2) e012| diciembre 2016 | ISSN 2422-6483

Resumen

Las intervenciones territoriales, en general, y en paisajes culturales, en particular, nos reclaman un


esfuerzo de renovación disciplinar. Y esto implica una creativa labor de representación. En muchas oca-
siones el ámbito de proyecto es muy extenso, los vestigios que queremos reconocer sobre el terreno
sumamente débiles y dispersos, o los territorios están alejados del universo habitualmente cartogra-
fiado. Frente a estas dificultades, estudios, tesis y proyectos, despliegan precisión y creatividad en la
construcción de relevamientos territoriales que se presentan como una suerte de epopeyas técnicas,
cuyos alcances nos interesa revisar en este texto.

Palabras clave: representación, territorio, paisajes culturales.

Abstract

Interventions in the territory in general and in cultural landscapes in particular require a disciplinary
renovation effort and this implies a creative work on representation. In several occasions the area of the
project is vast, the traces that we want to recognize are weak or disperse, sometimes these territories
are far away from the regularly represented universe. To face these difficulties, some investigations and
projects develop precision and creativity in the construction of territorial surveys. These works are close
to technical epic accomplishments whose scopes we would like to analyse in this text.

Key words: representation, territory, cultural landscapes.

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Introducción Los esfuerzos por medir y representar la ciu-


dad y el territorio han dado lugar a algunas de las
Al enfrentarnos al estudio y proyecto de un más hermosas páginas de la historia de la carto-
paisaje cultural desde la disciplina urbanística, el grafía y del urbanismo. Y aunque hoy parece que
dibujo se convierte en una herramienta fundamen- los adelantos técnicos permiten disponer de le-
tal. En textos anteriores nos hemos referido a esta vantamientos exhaustivos y precisos para encarar
importancia crucial de la representación como he- cualquier estudio o proyecto, la información que
rramienta de proyecto, no sólo desde el punto de atesora un territorio no es tan fácil de aprehender.
vista de la comunicación, sino fundamentalmente No todos los territorios disponen de carto-
de la interpretación (Sabaté, 2004 y 2009). grafía actualizada, ni la ilusión de conocimiento
En los últimos años hemos tenido la oportuni- total, propia de Google Earth y de los sistemas
dad de acompañar diversas tesis doctorales y de de información geográfica, resulta pertinente.
trabajar en proyectos territoriales y paisajes cul- Cabe incluso pensar que, en muchas ocasiones,
turales en Europa y América. Estos últimos son la precisa literalidad de los planos digitales pue-
territorios con notables recursos patrimoniales, de ir en detrimento de la rica caligrafía de nues-
que Carl Sauer define como el resultado de la ac- tros territorios y de la compleja sintaxis de los
ción de un grupo social sobre un paisaje natural mejores proyectos. Aun si la cartografía urbana
(Sauer, 1925), y que nosotros denominamos ám- disponible es algo más completa y actualizada,
bitos geográficos asociados a un evento, a una a medida que nos alejamos de las ciudades, la
actividad o a un personaje histórico, que contie- cantidad, calidad y actualidad de las representa-
nen además valores estéticos y culturales; o di- ciones se va diluyendo.
cho de una manera menos ortodoxa, pero más La escasez de cartografía histórica y actual, a
sencilla y hermosa, un paisaje cultural es la huella la que usualmente se enfrentan tantos estudios
del trabajo sobre el territorio, algo así como un de territorios y ciudades, la falta de un plano fo-
memorial a un trabajador desconocido. togramétrico común, cómodo y neutro, pero pre-
Uno de los retos comunes en todos estos ciso; lleva en ocasiones a abordar manualmente,
proyectos es el de afrontar la representación de como lo hacían los cartógrafos de la Ilustración,
las huellas que deja sobre el territorio el aprove- el esfuerzo de dibujar minuciosamente el territo-
chamiento de los recursos naturales y los diver- rio. Y cuando dicho laborioso e imprescindible
sos modos de producción. Estos proyectos te- levantamiento se realiza con precisa intención y
rritoriales requieren de estudios en profundidad, rigor, resulta un extraordinario generador de co-
pues el principal desafío consiste en identificar nocimiento. El conocimiento directo de muchas
sus valores, para proponer así transformaciones de estas situaciones nos permite discutir las al-
bien fundamentadas. ternativas que ofrece la representación, para el
Proyectos e investigaciones nos permiten va- reconocimiento y la intervención en el territorio,
lorar la trascendencia de un renovado esfuerzo de es decir, cómo abordar la construcción de lectu-
representación, y descubrir a su vez, rasgos comu- ras interpretativas.
nes en proyectos bien diferentes y alejados en el Por todo ello nos gustaría en este texto desa-
tiempo y el espacio. Por citar algunos de los más rrollar brevemente tres ideas:
reconocibles, podemos referirnos a la recupera- En primer lugar, queremos poner de manifies-
ción de un cierto espíritu de inventario, tan propio to que las intervenciones territoriales, y particu-
de la fisiocracia, en el reconocimiento de las hue- larmente aquellas en paisajes culturales, juegan
llas del trabajo sobre el territorio; a la utilización del un cometido cada vez más relevante en el campo
dibujo como fundamento de una estructura narra- del urbanismo. Esto obliga a un esfuerzo de reno-
tiva; a la descomposición de la lectura en capas de vación disciplinar, porque no pueden afrontarse
información, que a su vez ordenan las intervencio- desde la base teórica, el marco administrativo,
nes; o a la firme voluntad de descubrir el código o los instrumentos de intervención del planea-
genético de cada territorio. Se trata de modos de miento tradicional. La rica complejidad de los
trabajo que no se limitan a la utilización de técnicas territorios exige un nuevo marco conceptual y el
específicas, pues lo que está en juego es restituir la desarrollo de nuevos métodos e instrumentos,
complejidad del territorio para comprenderlo, inter- una renovada y creativa labor de representación.
pretarlo u operar sobre él. Ahora bien, ¿cómo dar cuenta de los territorios?

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¿Cómo registrar los datos para operar sobre di- como el lugar de la memoria. Deja por ello de re-
chos paisajes culturales? cluirse en recintos y ciudades privilegiadas y exige
En segundo lugar, los territorios que se es- un reconocimiento vinculado al ámbito donde se
tudian, en particular en Latinoamérica, son muy ha producido, que refuerce su identidad. Se em-
amplios y suelen estar alejados del universo habi- pieza a tomar conciencia de su valor como heren-
tualmente cartografiado. Asimismo, a los efectos cia de una sociedad y de su carácter indisoluble,
de restituir la geografía o la historia de un territo- por tanto, de la misma y de su territorio. Surgen
rio, la información no siempre es fácilmente dis- con ello nuevas instituciones, instrumentos y con-
ponible. Cuando el ámbito de la representación ceptos, como los paisajes culturales.
es extenso, cuando los vestigios que queremos La contribución de sociólogos y geógrafos re-
reconocer son débiles y dispersos, muchos pro- levantes a finales del siglo XIX e inicios del XX,
yectos y “tesis dibujadas” han abordado verdade- tales como Friedrich Ratzel, Otto Schlütter, Vidal
ras epopeyas, equiparables a las que caracteriza- de la Blache, Emile Durkheim, Frédéric Le Play,
ron la evolución de la cartografía. La revisión de y muy fundamentalmente, los textos de Carl
algunas tesis doctorales ilustra las modalidades Sauer, construyen el concepto de paisaje cultu-
de construir conocimiento mediante sugerentes ral y proponen unas primeras herramientas para
herramientas gráficas. comprender y poner en valor territorios históricos
En tercer lugar, también la experiencia acu- (recopilación de datos, mapas antiguos, relatos
mulada en propuestas de intervención nos per- de viajeros, títulos de propiedad, encuestas…).
mite valorar la trascendencia de dicho renovado Pero el extenso legado de Sauer acerca de los
esfuerzo en la representación, capaz de iluminar paisajes culturales deriva hacia visiones más des-
a su vez, rasgos comunes en proyectos bien dis- criptivas del paisaje, hasta que es retomado en la
tintos y distantes en relación a los procedimientos UNESCO casi a finales del siglo XX, desde una
a utilizar. A partir de los estudios de morfología ur- preocupación más administrativa, preservadora y
bana de los años sesenta y setenta, en diferentes política, que académica y proyectual.
proyectos e investigaciones en las Escuelas de En todo caso, cabe destacar que los esfuer-
Arquitectura de la Universidad Politécnica de Ca- zos por acotar nociones y conceptos nacen de
taluña (UPC), se ha impulsado una reformulación una creciente preocupación por el patrimonio.
de los métodos de relevamiento y análisis territo- En las últimas tres décadas han surgido, impul-
rial, concebidos como un aporte indispensable sadas frecuentemente por comunidades locales,
para la tarea proyectual. numerosas iniciativas que plantean el tratamiento
de amplios territorios llenos de vestigios patrimo-
niales. Bajo de esta preocupación se desarrolla
1. La rica complejidad del territorio la arqueología industrial en Inglaterra, Francia y
y de los paisajes culturales exige Alemania, que se inicia con los “palacios de la in-
un nuevo marco conceptual dustria”, pero bien pronto se extiende a manifes-
y métodos e instrumentos taciones menos grandiosas o singulares, como
de intervención específicos los espacios de la producción o las ciudades vin-
culadas a la misma.
Hemos insistido anteriormente en la importan- Y muy pronto estas iniciativas se fijan en áreas
cia de poner en valor el paisaje y el territorio, y en de vieja industrialización venidas a menos, con
su abordaje desde la disciplina urbanística (Saba- una marcada voluntad de reactivarlas, de promo-
té, 1999 y 2001). Interesa recordar que no es hasta ver no sólo la preservación del patrimonio, la pro-
bien avanzado el siglo XX, al calor de las crisis in- moción de la educación y actividades recreativas,
dustriales y del creciente turismo cultural, cuando sino asimismo de favorecer un nuevo desarrollo
se manifiesta un progresivo aprecio por una con- económico. Surgen los denominados parques
cepción amplia de patrimonio, como el legado de patrimoniales como estrategia de desarrollo terri-
la experiencia y el esfuerzo de una comunidad, ya torial, y encontramos cada vez más proyectos en
sea material o inmaterial. Del enfoque desde una áreas industriales, mineras, agrícolas, fluviales,
concepción restringida en tantos casos a monu- recorridos históricos, paisajes bélicos, parques
mentos arquitectónicos, el patrimonio pasa a in- arqueológicos o eco-museos (AA.VV. 2004a, Sa-
terpretarse de una manera mucho más general, baté y Schuster, 2001; Sabaté, 2004).

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Se va acumulando experiencia en planes de tienen un papel protagonista en la era de la


impulso regional o desarrollo local basados en el información, dichos espacios asumen un co-
patrimonio, entendido el patrimonio en su más am- metido cada vez más relevante como lugares
plia acepción, natural y construido. Algunas de las comunicativos, lugares donde se vinculan his-
iniciativas más recientes y exitosas de ordenación torias y mensajes con espacios y formas. De ahí
territorial evidencian el interés de esta nueva aproxi- el interés por profundizar en el estudio de los
mación. Todas ellas contemplan algunas premisas ejemplos pioneros, de aprender algunas leccio-
básicas: identificar los recursos de mayor interés y nes de una experiencia aún bien reciente, y de
ofrecer una interpretación estructurada y atractiva dotarnos de referencias, métodos e instrumen-
de los mismos, narrar una historia, capaz de atraer tos de intervención específicos. No deben sos-
visitas e inversiones, de descubrir oportunidades layarse los problemas que resultan siempre de
de actividad y áreas de proyecto, de situar el terri- la “selección” de objetos o temas a recuperar,
torio en condiciones de iniciar un nuevo impulso o de la multiplicidad de valoraciones posibles,
de desarrollo económico. Los amplios alcances del pues las “delimitaciones patrimoniales” siem-
paisaje movilizan miradas diversas y comprensivas pre son problemáticas. Lo que parece estar en
que articulan múltiples dimensiones. juego es una ponderación de las característi-
Paisajes culturales y parques patrimoniales cas, matices y pliegues de los territorios, que la
juegan un cometido cada vez más importante zonificación de la planificación territorial de la
en el desarrollo territorial. Se trata de espacios segunda posguerra había dejado de lado.
comunicativos, que atesoran y transmiten infor- En el marco de estos estudios, y desde la ne-
mación. Y del mismo modo que las ciudades cesidad de recuperar las determinaciones mate-

Figura1:“A true and exact plan of all the old & new fortifications of Barcelona”, realizado por David Mortier (1705).

Fuente 1: Instituto Cartográfico y Geológico de Catalunya. En línea: http://cartotecadigital.icc.cat/cdm/singlei-


tem/collection/catalunya/id/2377/rec/12

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riales que no siempre se registran en la cartogra- representación en planta, con levantamientos


fía existente, la representación gráfica asume un cada vez más precisos, hasta generalizarse, ya
rol central, tanto en la delimitación de las áreas en el siglo XIX, la curva de nivel en los planos
como en su caracterización o en el análisis de de ciudades. Estos cambios técnicos se diri-
sus alternativas. men junto con una profunda transformación de
las formas de pensar el espacio construido en
relación con el estado de los saberes y de los
2. La representación del territorio, instrumentos disponibles, como lo muestran las
estudios y tesis dibujadas historias de la cartografía,
Interesa fijarse en otro aspecto que salta a
Los planos de las ciudades se levantan en la vista al comparar, por ejemplo, plantas ur-
momentos muy característicos de su historia: en banas de las tradiciones cartográficas inglesa
su fundación, con motivo de una batalla, o más (Figura 1) y francesa (Figura 2). Observando
adelante al proponer un ensanche, con la llega- diversos planos de Barcelona correspondientes
da del tren, o la construcción de los paseos. a la primera escuela, previos al proceso de re-
Pero la reflexión que acompaña al levan- novación, llama la atención como se dibuja la
tamiento del plano de una ciudad no ha sido contraposición ciudad-campo. La muralla apa-
siempre la misma. En el siglo XVIII se produ- rece como precisa definición de la diferencia,
ce una notable renovación, cuando se pasa de como elemento estratégico y límite de que lo
las vistas elevadas, al dominio creciente de la que se pretende representar. Todo lo que que-

Figura 2: “Plan de Barcelone, du fort de Mont Iouy, et leurs environs”, realizado por Jean Chevalier de
Beaurain (1725).

Fuente 2: Instituto Cartográfico y Geológico de Catalunya. En línea: http://cartotecadigital.icc.cat/cdm/singlei-


tem/collection/catalunya/id/2975/rec/22

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da extramuros no tiene otro interés, que el que levamiento/dibujo para poner de manifiesto lo
puede derivarse en tanto que información para que se juega en el territorio y que los registros
hacer la guerra. cartográficos ignoran.
En contraste, años después, la escuela fran- En las referencias históricas, cabe destacar
cesa del Iluminismo nos ofrece una descripción el esfuerzo por medir y dibujar el territorio que
exhaustiva y rica de un territorio, donde la to- se lleva a cabo en Argentina durante buena par-
pografía, las construcciones y los jardines, la te del siglo XIX. Hay momentos singulares en
forma de los ríos, los cultivos y los caminos, que algunos países se embarcan en apasionan-
se convierten en verdaderos protagonistas, y tes aventuras de ordenación territorial. Hacia el
recuperan, en la más pura tradición de la fisio- Sur de la Provincia de Buenos Aires se produce
cracia, la forma de la tierra y de los paisajes uno de estos episodios a lo largo del siglo XIX.
rústicos o urbanos como elemento fundamen- Siguiendo ideas como la de Alberdi de “Gober-
tal a representar. La tarea napoleónica, a cargo nar es poblar”, se produce la incorporación de
de los nuevos ingenieros politécnicos, resulta, un extensísimo ámbito (casi 300.000 km2) al
como en tantas otras ramas de conocimiento, territorio nacional. Y lo que es más importan-
inmensa, y en Cataluña estas técnicas invaden te, se asegura progresivamente su dominio y
el mundo de la cartografía en la segunda mitad la organización de un impresionante aparato
del siglo XIX (ver “La construcción de una car- productivo, mediante el trazado de más de cien
tografía”, en Ferrer y Sabaté, 1989). ciudades capitales de departamento (denomi-
Tras esos relevamientos, hay una preocupa- nadas partidos).
ción por dominar y conocer, tal como muestran Este episodio de verdadera construcción de
los autores que dan cuenta del rol de los ma- la base productiva de un Estado moderno, de la
pas como instrumento de colonización. Nue- mano de quienes desde la política promueven
vos instrumentos técnicos permiten mostrar un proyecto modernizador, con la inestimable
cuestiones que antes no se veían. Es desde colaboración técnica de los ingenieros y agri-
esa perspectiva que muchos trabajos recientes, mensores, a través del Departamento Topográ-
también recurren a nuevas modalidades de re- fico (creado en 1824), configura ese territorio

Figura 3: Registro gráfico de las propiedades rurales de la Provincia de Buenos Aires del año 1890.

Fuente 3: Archivo Histórico de la Dirección de Geodesia, Ministerio de Obras Públicas de la Provincia de


Buenos Aires.

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atravesado, desde mediados de siglo XIX, por indígenas, o por la falta de medios materiales
la red ferroviaria (Figura 3). para dibujar el territorio y con ello dar sentido y
Los dibujos minuciosos del relevamiento estructura a un territorio.
se vinculan estrechamente con las propues- Pocos países en el mundo pueden presumir
tas ideológicas que se formulan, pues lectura de disponer en aquella época de un levanta-
interpretativa y proyecto tienen fronteras dé- miento catastral semejante. Francia, que es la
biles (Aliata, 2005; Favelukes, 2008; Cacopar- pionera, durante el reinado de Luis XV encar-
do, 2007). Es realmente sobrecogedor leer las ga a César François Cassini medir el Estado,
descripciones que hacen muchos agrimenso- no mucho mayor que la Provincia de Buenos
res, conocer las situaciones de penuria que Aires, trabajo que acaba, tres generaciones
les acompañan en esta epopeya fundacional, después, la misma familia. Medio siglo más tar-
su impronta saintsimoniana, sus aventuras en de, el trabajo de los ingenieros agrimensores
tierras lejanas, dificultadas por el asedio de los argentinos tiene el valor de un levantamiento

Figura 4. Tensiones en el territorio del bajo rio Uruguay, territorio de frontera entre Argentina y Uruguay

Fuente 4: Medina, 2013.

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Figura 5. Análisis secuencial de la formación del límite difuso y componentes del territorio de canteras de
piedra de marés

Fuente 5: Salvà, 2013.

realizado casi sin bases previas y con medios Uruguay), que carece de una visión conjunta
y personal muy limitado. Y en el camino, no de un mismo sistema territorial (Medina, 2013).
debemos olvidar que fundan ciudades, que no Su visión desde ambos lados del río le permi-
son simplemente herederas de los criterios y te defender la hipótesis de que dos naciones
trazados de las ciudades fundacionales del im- comparten un solo territorio, mediante elemen-
perio español, sino que introducen elementos tos que se vinculan y se asocian en ambos már-
de modernización notables. Lo remarcable de genes y que poseen patrones muy similares a
esta epopeya, lo que nos emociona como urba- pesar de las fronteras nacionales (Figura 4).
nistas, es pensar que el dibujo, base de la orde- Catalina Salvà construye una rica cartogra-
nación del territorio de esas ciudades nuevas, fía para estudiar la localización de las canteras
es la base de la construcción de un país, que de piedra de marés en su isla natal, Mallorca
llega a ser, al final de ese período, una verda- (Salvà, 2013). La representación de los rastros
dera potencia mundial y donde el urbanismo ha de explotación de un recurso natural que ha
jugado un papel protagonista. vestido tantas construcciones a lo largo de si-
Pero más allá de estas epopeyas históricas, glos, le permite hablar de un “territorio de can-
el trabajo de restitución de esas huellas impli- teras”, descubrirnos la existencia de un paisaje
ca también una serie de pequeñas proezas, cargado de identidad y apostar por ponerlo en
con muchos puntos en común con la historia valor, por pasar en definitiva de un recurso a un
de la cartografía. Así, por ejemplo Melisa Pe- producto cultural (Figura 5).
soa (2016) redibuja el territorio y las ciudades Toni Gironès nos descubre la singular artifi-
con detalle mostrando el tipo y sus variantes, cialización de un extenso paraje aparentemente
contrastando la “letra” de las instrucciones a natural, el del Cap de Creus (11.000 ha), y pone
los agrimensores con las realidades sociales y en valor el interesante proceso de antropización
territoriales que deben enfrentar. que se da, a partir de la construcción de muros
Mercedes Medina se enfrenta en su tesis de contención y refugios, mediante el recuento
doctoral al reto de analizar un territorio escasa- casi literal de las piedras que componen este
mente atendido y se ve forzada a elaborar una singular paisaje (Gironès, 2016) (Figura 6).
nueva cartografía del bajo Rio Uruguay, en una Stefano Cortellaro logra descifrar, a través
zona compartida entre dos países (Argentina y de sus representaciones del territorio de la isla

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Figura 6. Las construcciones agrícolas del Cap de Creus y su relación con los prados y las corrientes de agua.

Fuente 6: Gironès, 2016.

de Ibiza, cómo modestos accidentes geográfi- occidental de la provincia de Córdoba en Ar-


cos determinan la geometría rural, y ésta a su gentina (Díaz, 2013). Se trata de un área que
vez los trazados y estructuras primarias que apenas ha sido atendida, de la que no existen
pautan la organización de este espacio (Cor- retratos ni crónicas. Y sin embargo la singular
tellaro, 2013). Pone el énfasis en la relación a representación se empeña en desvelarnos los
diversas escalas donde la arquitectónica parti- recursos culturales y paisajísticos que informan
cipa de la definición de la territorial y viceversa. la construcción del territorio, mediante la iden-
El estudio del soporte físico, del parcelario ru- tificación de diferentes unidades paisajísticas y
ral, de la disposición y forma de las viviendas, elementos que pueden aportar luz a futuros cri-
de los trazados de los caminos, entre otros, le terios de ordenación. Y se hace con un dibujo
permite definir unidades de paisaje, de enorme exquisito, construyendo caligrafías e historias
interés para proyectarlos (Figura 7). de un territorio hasta la fecha huérfano de ellas,
Son también emocionantes los esfuerzos de vistas a vuelo de pájaro que recuerdan aquellas
Fernando Díaz para mostrarnos las lógicas de que mencionábamos para las ciudades del si-
ocupación del territorio de Traslasierra, extremo glo XVII-XVIII (Figura 8).

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Imagen 7. La vivienda rural, dentro del sistema de muros de los bancales agrícolas, Can Toni Sa Font

Fuente 7: (Cortellaro, 2013).

Figura 8. Croquis de la situación entre ríos y caminos, y ocupación de meandros de San Carlos Minas.

Fuente 8: Díaz Terreno, 2013.

Desde muy diferentes perspectivas, las tesis culturales en todo el mundo, y nos gustaría refe-
dibujadas muestran que las representaciones rirnos brevemente a algunos de ellos.
no acompañan simplemente las argumenta- Esta voluntad de descripción, menos enciclo-
ciones o interpretaciones, sino que son, en sí pédica que interpretativa, caracteriza asimismo
mismas, un recurso para la construcción de co- algunos trabajos recientes en el campo de los
nocimiento, pues logran poner de manifiesto in- paisajes culturales. La encontramos en la volun-
formaciones y cuestiones que los documentos tad de relevar los vestigios que la naturaleza se
tradicionales ignoran. empeña en borrar en Tierra del Fuego, al Sur del
Sur, en la Patagonia chilena (AA.VV., 2013).
Allí donde los Andes se desmoronan y sus
3. Algunos rasgos de un renovado restos emergen del agua repartidos en cientos de
esfuerzo de representación fragmentos, cuesta reconocer como tierra firme el
extremo más austral del continente, ese conjunto
Estas tesis dibujadas se suman a la amplia de manchas tan irregulares de ocres y blancos en
gama de propuestas de intervención en paisajes las cumbres, recortadas caprichosamente por el

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Figura 9:Tierra del Fuego: espacios ganadero y petrolero.

Fuente 9: AA.VV. 2013

mar. Y al Sur, separado de cuajo por la impresio- descubrir esta tierra incógnita, “cerrar” el recorri-
nante herida del Estrecho de Magallanes, todo son do alrededor del mundo.
islas, aunque algunas tan grandes y espectacula- Y aunque a primera vista no resulta evidente,
res como Tierra del Fuego. En ella, un espectador en este territorio se superponen sucesivas culturas
no preparado solo percibe un vacío infinito, que ya y vestigios de indígenas, exploradores, naturalis-
es en si un valor importante. tas, cartógrafos, ganaderos, buscadores de oro o
Es un paisaje extremo por la singularidad del de petróleo. El Gobierno de Chile solicita una pro-
clima; por la percepción de inmensidad; por la puesta sobre este territorio, un proyecto territorial a
rotundidad de la geografía; por su situación en partir de su condición de paisaje cultural extremo y
el confín del continente; por la atracción sobre éste se construye desvelando mediante la investi-
tantos viajeros de allende los mares, que querían gación y el dibujo, esas historias que atesora.

Figura10. Levantamiento de los valores territoriales en los Meandros del río Ter.

Fuente 10 : CCRS Arquitectos 2006

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Frente a ese desafío, se trata de relevar cuida- do las trazas de molinos, colonias textiles y fábricas
dosamente las huellas que la nieve, el viento y el de río, pero asimismo de azudas, canales y cami-
paso de los años se empeñan en borrar, y de recu- nos de sirga, a lo largo de los cursos fluviales del Ter
perar con todas las precauciones, su historicidad (Figura 10), Cardener y Llobregat (Sabaté, 2006 y
(Figura 9). En primer lugar, restituir las huellas de 2009; Sabaté y Schuster, 2001, Sabaté y Vall, 2009);
los primeros pobladores (los onas), las de los ga- o de las trazas agrícolas, caminos de tierra y agua y
naderos, o los más recientes buscadores de oro retazos de vegetación en el Delta de este último río
negro. En todos los casos se buscan los vestigios (AA.VV: 2004 y Sabaté, 2000 y 2009).
que permitan narrar las historias, y se intenta poner El caso de la Quebrada de Humahuaca pre-
en valor equilibradamente el conjunto del territorio. senta dificultades similares. En torno de este
El esfuerzo en documentar caligráficamente, en territorio “patrimonializado” y “turistificado”, de-
inventariar minuciosamente las huellas del trabajo signado como patrimonio de la humanidad por
sobre el territorio en el levantamiento de todas las la UNESCO en 2003, se formulan interrogantes
estancias, y poblados, de los débiles vestigios de desde varias perspectivas de análisis, conside-
las tribus nómadas o de los buscadores de oro en rando un trabajo intensivo sobre la cartografía y
Tierra del Fuego, es común al que se hace dibujan- la elaboración de dibujos y esquemas (Novick,

Figura 11: Comunicaciones (ferrocarril, ruta, caminos) en 1936 y 2004; los departamentos de la provincia de
Jujuy y delimitación área patrimonializada

Fuente 11: Tommei, 2016.

Figura 12: Purmamarca y las nuevas poblaciones de Coquena y Chalala.

Fuente 12: Tommei, 2016.

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Favelukes y otros, 2011). Varias tesis de docto- Muchos de los planes territoriales de mayor
rado, basadas en un trabajo gráfico a varias es- interés muestran una estructura de ordenación
calas, tienen la capacidad de construir nuevo co- y normativa basada en diversas capas, frente
nocimiento. A nivel de las ciudades, se muestra a la zonificación biunívoca. Generalmente son
como se transforman los “centros históricos”, en tres los estratos de análisis. Una primera lectura
el pasaje de residencia a equipamiento turístico se basa en el reconocimiento atento de la forma
y el cambio de paisaje que resulta de los nue- del territorio, en la definición de los elementos
vos equipamientos del turismo (Tommei, 2016). que conforman su estructura, su matriz ambien-
En relación al territorio más amplio, se identifi- tal y el sistema de espacios abiertos. Una se-
can las poblaciones de nueva generación, que gunda en el diseño de las redes de infraestruc-
son construidas y ocupadas por aquellos que tura soporte y una tercera dibuja la ordenación
fueron desplazados por las operaciones en los de los principales asentamientos y actividades
“centros” (Potocko, 2015; Tommei, 2016). Y, sobre el territorio.
más ampliamente, se revisan los criterios de la La referencia a “Design with Nature” de Ian
delimitación patrimonial y los conflictos de se- McHarg resulta inmediata al observar dicha
lección y valoración que se dirimen en torno de estructura de reconocimiento del territorio por
la designación de la UNESCO en 2003. Como capas. Pero lo que en aquel trabajo seminal
insumo, esa serie de mapas muestra algunas de se utilizaba con la finalidad exclusiva de medir
las lógicas que están en juego entre las obras la capacidad de cada fragmento del territorio
de infraestructura, la topografía y los recursos para soportar determinadas actividades o, a lo
patrimoniales del ámbito (imágenes 11, 12 y 13). sumo, al objeto de valorar el adecuado encaje
Otro aspecto común en las propuestas de de una determinada intervención física (como
intervención en paisajes culturales, es la utili- el trazado de una carretera), se pretende utilizar
zación del dibujo para construir una estructura ahora como herramienta no tan solo de análisis,
narrativa, recurso implícito en las investigacio- o de medida de las “vocaciones” del territorio,
nes y estudios que intentan dar cuenta de las sino de representación, proyecto y regulación
transformaciones, y explicito cuando se trata (McHarg, 1969).
de ponderar las dimensiones de un territorio. Así el proyecto a lo largo de la Waterlinie, lí-
Si aceptamos que un espacio es una forma, y nea defensiva que desde Ámsterdam cruza todo
un lugar una forma con información añadida, el país, jalonándolo de una rica diversidad de
un paisaje cultural podría ser entendido como infraestructuras, cinco hermosas ciudades forti-
la combinación, de una forma y una narración ficadas y un riquísimo paisaje, se nos presenta
documentadas y de las tensiones que de esa como un dibujo de tres capas: azul, verde y roja
relación resultan. (Figura 14). El Programa azul incluye nuevos sis-
En muchos proyectos, desde los pioneros temas de almacenamiento de agua y herramien-
en Lowell y Blackstone, a los más recientes, tas de control de las periódicas inundaciones.
Tierra del Fuego, Camino del Gaucho, eje patri- El verde propone siete grandes parques; áreas
monial del Llobregat o Plan Director Urbanístico de conservación natural y otras agrícolas. El rojo
del patrimonio de los ríos Ter y Freser, se dibu- establece medidas sobre el crecimiento de los
jan circuitos narrativos como uno de los instru- núcleos ribereños; proyecta nodos turísticos y
mentos más potentes para explicar un territorio refuerza la significación de los cruces de la Wa-
y poner en valor sus recursos. terlinie con autopistas y trenes.

Figura 13: El proceso de construcción de Sumay Pacha. 2003-2013.

Fuente 13: Potocko, 2015.

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Figura 14: Capas de interpretación y proyectos a lo largo de la Waterlinie

Fuente 14: AA.VV. 2004b

También en el proyecto elaborado en Sierra para explicar el territorio y para poner en valor
de Tramontana para dar soporte a su nomina- las posesiones, unidades de producción agríco-
ción como Patrimonio de la Humanidad se afron- la. Estos itinerarios se reparten equilibradamente
ta la ordenación desde el proyecto del territorio en el territorio y nos explican su historia, desde
en capas de lectura, proyecto y regulación, que los ataques piratas, hasta el ingenio de la cultura
se van entrecruzando continuamente (Figura árabe para dominar el agua, levantar bancales
15). Éstas se refieren a la forma del territorio, al fértiles en terrenos áridos y magníficos jardines.
soporte estructural de la movilidad, a los patro- La importancia de un relato no se limita a su
nes de los asentamientos y a los recursos cultu- interés a efectos del análisis e interpretación,
rales (AA.VV., 2014). sino a su utilidad para quienes intervienen en
Profundizando en el análisis del territorio se el territorio. Para construirlo resulta necesario
determinan áreas de regulación homogénea, elaborar una cuidadosa descripción. Ésta no es
un sistema de espacios libres territoriales y se sólo una representación de lo que existe o exis-
delimitan unidades de paisaje y de gestión di- tió, sino que sirve también para construir y trans-
ferenciadas. En la segunda capa se proponen mitir ideas o interpretaciones, dado que ninguna
medidas para reestructurar el sistema de reco- representación es totalmente objetiva. “Dibujar
rridos, para hacerlo a una velocidad adecuada, es seleccionar, seleccionar es interpretar, inter-
localizando puertas de acceso e incentivos para pretar es proponer” (Solà-Morales, 1981) y la
el cambio de sistema de locomoción, y se plan- componente creativa caracteriza cada uno de
tean mejoras en el funcionamiento del transporte estos tres procesos. Los estudios culturales nos
público y medidas para diversificar y enriquecer muestran también que el procedimiento interpre-
la movilidad en la Sierra. En la tercera capa se tativo es un recurso que se dirime en la construc-
presta especial atención a las características ción de las historias.
de los diferentes asentamientos. Finalmente se Por ello defendemos el acto de representar
organizan un conjunto de itinerarios narrativos o dibujar el territorio no tan solo para poder ex-

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Figura 15: relevamientos en Sierra de Tramontana (Patrimonio de la Humanidad).

Fuente 15: AA.VV. 2014

plicar su construcción, sino con la confianza asi- la manera de los antiguos geógrafos, como las
mismo, de que narrar y estudiar gráficamente los huellas del trabajo sobre el territorio.
procesos de construcción del mismo permitirá, En segundo lugar, mostramos su potenciali-
no tan sólo comprenderlos, sino también que dad en investigaciones y en “tesis dibujadas”,
otros puedan pensar su futuro. Dicho de otro que no sólo registran lo que existió o lo que exis-
modo, formular proyectos. te, sino que emprenden tareas de interpretación
que construyen conocimiento nuevo.
Finalmente, identificamos algunos proce-
A modo de cierre dimientos y denominadores comunes para un
análisis capaz de organizar la lógica de las in-
¿Cómo dar cuenta de los territorios? ¿Cómo tervenciones.
registrar los datos para construir los paisajes La relación de rasgos comunes y de proyec-
culturales? Estos fueron algunos de los interro- tos podría ser mucho más extensa. Pero creemos
gantes que estuvieron por detrás de las expe- que resulta suficientemente explícita para descu-
riencias, los estudios y las tesis dibujadas que brir que lo que caracteriza estos y tantos otros
intentaron recurrir a los instrumentos propios de proyectos en paisajes culturales, es la voluntad
arquitectos y urbanistas para construir conoci- de construir nuevas representaciones, de des-
miento que permita transformarlo. cubrir el código genético de cada territorio, en la
En primer lugar tratamos de mostrar estas confianza de que hoy más que nunca, frente a la
representaciones como parte del nuevo arsenal tematización y banalización de tantos paisajes,
de herramientas necesario para dar cuenta de debemos intervenir en ellos valorando dicho có-
los territorios en un contexto de cambios profun- digo genético y su memoria, porque en el código
dos y de paisajes culturales que visualizamos, a genético de cada paisaje esta su alternativa.

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Lectura 19

NEL·LO, Oriol (2019).


Los retos de la ciudad contemporánea
Conferencia

Los retos de la ciudad contemporánea


Oriol Nel·lo1*
1 Departamento de Geografía, Universidad Autónoma de Barcelona
* Correspondencia: [email protected]

Texto de la conferencia magistral inaugural desarrollada en el III Congreso Internacional de


Geografía Urbana (III-CIGU) en la Universidad Nacional de Luján, sede Ciudad Autónoma de
Buenos Aires, 12 de septiembre de 2019.

Es para mí un placer estar aquí y poder compartir con ustedes algunas reflexiones sobre las ciudades
contemporáneas y su proceso de transformación. Gracias pues a la organización del III Congreso
Internacional de Geografía y a la Universidad Nacional de Luján por su amable invitación a
pronunciar esta conferencia inaugural.

1. Cambio global y el proceso de urbanización

Como todos sabemos, nuestra sociedad atraviesa un período de transformaciones extraordinarias,


tanto es así que se ha podido afirmar que nos encontramos ante un proceso de cambio global. ¿Cuáles
son los vectores principales de este cambio?

En primer lugar, el crecimiento de la población que ha alcanzado, en las últimas décadas, magnitudes
sin precedentes. Cuando nació quien les habla, a finales de los años cincuenta del siglo pasado, había
en la Tierra unos 3.000 millones de habitantes. Hoy la humanidad ha alcanzado la cifra de 7.500
millones de personas. En el corto período de una vida, la cifra de los humanos se ha doblado y, aun
cuando el crecimiento parece remansarse, todo indica que seguirá siendo muy importante a lo largo
de las próximas décadas.

La segunda transformación es, sin duda, el proceso de calentamiento global, resultado en buena
medida de la emisión, por agencia humana, de gases que comportan un efecto invernadero. Como
sabemos, este proceso está teniendo como efecto un incremento de la temperatura media del planeta,
la fusión de las grandes masas de hielos polares, la elevación del nivel de los océanos y la alteración
de las condiciones climáticas de las que las sociedades humanas dependen.

El tercer gran cambio es la extensión de la economía capitalista hasta integrar la práctica totalidad del
planeta. Así, las relaciones de la humanidad con la naturaleza han pasado a regirse sobre todo por
criterios de carácter mercantil, la producción y distribución de bienes y servicios es guiada por el
designio del beneficio privado, una pequeña parte de la humanidad acumula la mayor parte de la
riqueza y los bienes comunes –como el agua, el suelo, las fuentes de energía e incluso el saber y la
información- tienden a ser apropiados y mercantilizados

Finalmente, estrechamente conectado a las tres grandes mutaciones más arriba enunciadas, se
encuentra el fenómeno objeto principal de nuestra reflexión de hoy: el proceso de urbanización. Un
proceso que ha comportado la concentración de una parte muy importante de la población mundial
sobre una porción muy reducida de la superficie del planeta. Este proceso ha conocido en los últimos
siglos dos grandes fases: aquella que podríamos denominar la implosión urbana, es decir la
concentración y actividad sobre el territorio, y la subsiguiente explosión urbana a través de la cual

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las redes urbanas se han ido expandiendo hasta integrar la totalidad del planeta, dejando obsoleta la
vieja distinción entre campo y ciudad.

En sus orígenes y por un largo período, la geografía académica, reusó ocuparse demasiado de la
temática urbana. En el siglo XIX la ciudad era, como continúa siendo, el lugar del conflicto, de los
enfrentamientos entre grupos sociales, y la Geografía académica, ocupada en buena medida en
facilitar la consolidación de los estados nacionales, así como en justificar su expansión y consolidación
imperial, evitaba en buena medida estudiar estos espacios complejos y mal famados. Unos espacios
que, si bien eran necesarios para la generación de riqueza podían ser también el foco de las
transformaciones que destruyeran el orden social y político en los que las sociedades se asentaban.
Así, por un largo período la geografía académica se comportaba en cierta medida como la reina Isabel
de Inglaterra, quien, según cuenta la leyenda, cuando cruzaba en ferrocarril los paisajes devastados
por la revolución industrial en la que se asentaba su imperio, hacía bajar las cortinillas de las ventanas
para no tener que contemplarlos.

Hoy afortunadamente esto ha cambiado y la geografía urbana es una de las ramas más fecundas y
florecientes de nuestra disciplina. Así, desde nuestro campo se trata de contribuir a comprender y
actuar sobre los principales retos que el proceso de cambio global entraña para nuestras ciudades y
para nuestras sociedades. Es precisamente de estos retos sobre lo que les propongo discurrir en
nuestra conversación de hoy. Nos referiremos esencialmente los cinco siguientes:

1. Forma. En primer lugar, debemos hacer frente, no solo como geógrafos sino también como
ciudadanos, al reto que supone definir hoy qué es la ciudad. La extensión de la red y las
formas de vidas urbanas, el debilitamiento de la diferenciación del campo y la ciudad hace
extraordinariamente difícil definir la ciudad. De hecho, algunos autores han llegado a afirmar
que tal definición resulta hoy imposible en términos científicos. La cuestión, lejos de
constituir solo una preocupación geográfica, es ante todo, una problemática política, porque
a efectos políticos resulta esencial poder definir los ámbitos espaciales sobre el que queremos
intervenir.
2. Función. El segundo reto se deriva de la integración de la ciudad en redes cada vez más
vastas. Esta integración comporta que las ciudades desempeñen un papel cambiante en unas
redes mundiales sometidas a continuos procesos de cambio y de alteración de las jerarquías.
De aquí que las ciudades se vean expuestas a un permanente replantemiento de su función
de en las redes regionales, estatales, continentales y globales.
3. Metabolismo. El tercer reto es el referente al metabolismo de las áreas urbanas. Como bien
sabemos, desde el punto de vista ecológico las ciudades son por definición sistema
heterotróficos, es decir que precisan de importar recursos y energía para sobrevivir. La
capacidad de las ciudades de obtener y gestionar dichos recursos, así como las consecuencias
de su actividad en un contexto de cambio climático es, sin duda, uno de los problemas más
acuciantes que tenemos planteados.
4. Cohesión. Las desigualdades sociales y su plasmación en las ciudades constituyen otro gran
reto urbano. Las formas que adopta el proceso de urbanización son, a un tiempo, causa y
efecto de las desigualdades. En el contexto de la globalización, las desigualdades entre países,
en términos medios, pueden conocer una cierta redución, pero en el interior de cada uno de
ellos, y especialmente en las ciudades, estas tienden a agravarse, con los consiguientes
problemas de privación material y pérdida de cohesión social.
5. Gobierno. El último, aunque en modo alguno el menos importante de los retos a los que nos
enfrentamos, es el gobierno de la ciudad, Es decir, la capacidad de dotar nuestras áreas
urbanas de sistemas democráticos y eficaces de gobierno que permitan planificar y gestionar
los espacios urbanos –y por ende las sociedades- de forma equitativa, sostenible y
democrática.

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Forma, función, metabolismo, cohesión y gobiernos son los cinco grandes retos a los que nuestras
ciudades deben enfrenarse. No debe extrañar pues que, en buena medida, podamos considerar que
estas se hallan en crisis, si queremos utilizar este término en su sentido primigenio: una fase de
transformación profunda y decisiva. Desgranemos a continuación con algún detalle las implicaciones
de los cinco grandes retos que acabamos de enunciar.

2. El reto de la forma

Nosotros, en Europa, procedemos de una historia en la cual la ciudad era una forma perfectamente
circunscrita, delimitada, separada de su entorno tanto por barreras físicas como por el estatuto
jurídico de sus habitantes. En efecto, la población urbana era minoritaria respecto a la del resto del
país y su hábitat estaba físicamente segregado del campo o las áreas forestales a través de una serie
de barreras físicas, como murallas y fosos. Por otra parte, debido a la diversidad de jurisdicciones
propia del antiguo régimen, el estatuto jurídico de la minoría de que vivía en la ciudad solía ser
diverso del de quienes vivían fuera de ella.

Como ustedes saben, esta situación empiezó a cambiar a partir de finales del XVIII y principios del
XIX cuando dos grandes fenómenos empiezan a alterar la realidad urbana. Por un lado, las
revoluciones liberales comportaron el progresivo fin de la diversidad de jurisdicciones, la aparición
del municipio constitucional y la paulatina remoción de los obstáculos jurídicos para el
desplazamiento de personas y mercancías sobre el territorio. Por otro lado, la industrialización
impulsó la concentración de actividades y población en el interior de las ciudades hasta el punto de
hacer imposible su mantenimiento dentro de los estrechos límites definidos por las murallas. De este
modo, después de no pocas dudas y conflictos estas irán siendo demolidas en la mayoría de los casos.

Se empieza a producir entonces la expansión de la ciudad sobre el territorio. La ciudad, liberada en


buena parte de los vínculos jurídicos y de las barreras físicas que la habían atenazado durante siglos
colmata las áreas no construidas en su interior y emprende su extensión sobre los espacios rurales
del entorno. En primer lugar, esta se producirá sobre todo en continuidad con las tramas urbanas
previamente existentes, en forma de ensanches urbanos. Posteriormente, a medida que las redes
viaria y ferroviaria se vayan extendiendo y los medios de transporte perfeccionando, aparecerán los
suburbios o subcentros urbanos, es decir, asentamientos estrechamente vinculados a la ciudad pre-
existente pero cuyo desarrollo tiene lugar sin continuidad física con la misma.

Ahora bien, por un largo periodo, que en Europa se prolongó aproximadamente desde los tiempos
napoleónicos hasta el final de la Segunda Guerra Mundial, la expansión de la ciudad no la privó
todavía de una característica esencial: era como un coágulo de actividades secundarias y terciarias,
como un escollo en un mar de ruralidad para decirlo en la feliz expresión de Lucio Gambi.

Pues bien, esta diferenciación se ha diluido también. Las redes de comunicación y telecomunicación,
la movilidad personal, los servicios y el comercio, las formas de vida urbana se han extendido de tal
forma sobre el territorio que resulta hoy extraordinariamente difícil discernir entre espacios rurales
y urbanos. Así, los entornos que solían identificarse como rurales son hoy, en buena medida, áreas
de servicios, donde predomina el empleo terciario, donde las actividades agropecuarias han
adquirido un acentuado carácter mercantil y cuyas formas de vida, parentesco y relación se asemejan
en mucho a las de las áreas urbanas tradicionales. Así, más allá de la cuestión, hasta cierto punto
banal, de la densidad, la vieja oposición entre campo y ciudad se nos hace cada vez más difícil de
aprehender. Tanto es así que, para seguir con los autores italianos, un historiador urbano de tanto
renombre como Leonardo Benevolo ha hablado de “la fine della città” para referirse al momento actual
del proceso de urbanización.

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De este modo, la delimitación de cada una de las áreas urbanas que componen la red urbana mundial
resulta controvertida. Hace un momento, una colega me comentaba que un familiar suyo vive en
Madrid. Al preguntarle en qué lugar, me respondió que en Toledo. Convendrán conmigo que residir
en Toledo es una curiosa forma de vivir en Madrid, una circunstancia que no ya nuestros abuelos,
sino nuestros padres hubieran considerado un completo absurdo. Pues bien, esta situación responde
perfectamente a la realidad actual. Un joven geógrafo madrileño, Eloy Solís, mostró recientemente en
su tesis doctoral como la realidad urbana de Madrid no solo supera los límites de su municipio, sino
también los de su región y se extiende sobre siete provincias y tres comunidades autónomas por lo
menos. Creo que no me desmentirán si afirmo que la realidad de la metrópolis de Buenos Aires, como
la de la mayor parte de las grandes metrópolis mundiales, resulta en muchos aspectos parecida.

La cuestión de la forma urbana plantea así dos tipos de retos. En primer lugar, para nosotros,
geógrafos, que habíamos basado en gran medida la conceptualización de nuestra disciplina en la vieja
oposición de campo-ciudad, la evolución de las dinámicas urbanas nos obliga a analizar e interpretar
el territorio de forma distinta. Es decir, nos fuerza a abandonar la quimérica ambición de definir la
ciudad como un objeto perfectamente circunscrito, delimitable y tangible y tratar más bien, como ha
propuesto David Harvey, de comprender el proceso de urbanización: el permanente proceso de
cambio de los usos del suelo y las formas de los asentamientos asociados a las relaciones y las
prácticas sociales contemporáneas.

Pero la disolución de la forma urbana tradicional supone todavía otro reto, quizás más contingente
pero no por ello menos crucial. A la hora de definir las formas de gestionar el territorio y la ciudad,
la delimitación de los ámbitos en los que se debe intervenir no constituye ya un punto de partida
inmutable, sino parte misma de la definición de las políticas a aplicar. La imposibilidad de delimitar
los ámbitos urbanos de manera taxativa a partir de criterios científicos obliga a definirlos de manera
normativa. La delimitación de la ciudad como ámbito de gestión deviene así una cuestión política de
primer orden. No en vano, en la práctica totalidad de las metrópolis del mundo es un tema sujeto a
inacabables controversias y conflictos.

Las transformaciones en la forma urbana entrañan pues notables retos de conceptualización y de


gestión. Por una parte, la urbanización se dispersa sobre el territorio, integra espacios siempre más
vastos y esto genera problemas muy notables de artificialización del suelo, movilidad urbana, gestión
de los servicios. Y esta ciudad que parece haber perdido los confines requiere, para su gobierno, la
delimitación de ámbitos que permitan planificarla, gestionarla y gobernarla democráticamente.
Ahora bien, resulta innegable también que la extensión de las formas y las condiciones de vida
urbanas sobre el territorio han supuesto en muchos casos una mejora de las posibilidades de acceso
a los servicios para el conjunto de la población y la reducción de las fracturas asociadas a la vieja
oposición entre campo y ciudad.

3. El reto de la función

El segundo reto derivado de las dinámicas urbanas contemporáneas tiene que ver con la integración
de las ciudades en las redes globales. En efecto, hemos descrito como las áreas urbanas tienden a
expandirse para abarcar territorios siempre más amplios, que convergen a menudo con la totalidad
del espacio regional. En estos espacios la urbanización tiende a dispersarse y cada una de las
localidades que en ellos se encuentra tiende hacerse interdependiente con el resto. Pues bien, al
mismo tiempo que esta expansión de las áreas urbanas de producía, cada una de ellas se ha visto
integrada de manera creciente en las redes urbanas nacionales, continentales y mundiales.

En efecto, las sociedades contemporáneas han experimentado en las últimas décadas dos
transformaciones decisivas. Por un lado, los avances tecnológicos en el campo de las comunicaciones

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y las telecomunicaciones han permitido una reducción notabilísima de los costes de la movilidad y
el transporte. Por otro, una serie de acuerdos y tratados internacionales han removido las barreras
administrativas y arancelarias que habían limitado tradicionalmente el movimiento de mercancías,
información y capital. La conjunción de estos dos factores ha comportado una facilidad sin
precedentes en la movilidad de los factores a escala mundial. Así, las redes creadas por los flujos de
capital, mercancías, información y personas integran cada vez de forma más estrecha la totalidad del
espacio mundial.

Pues bien, las áreas urbanas constituyen, sin duda alguna, los nodos de estas redes. De hecho, la
integración de las ciudades en redes es el corolario lógico de la concentración de la población y las
actividades en las áreas urbanas y la posterior expansión de la urbanización. De la misma manera
que la urbanización ha sometido el campo al dominio de la ciudad, hasta el punto de hacer
difícilmente distinguibles una de otro, las sociedades más urbanizadas han acabado dominando las
menos urbanizadas, como ya predecía el Manifiesto de 1848.

Ahora bien, la jerarquía de la red urbana mundial se ha transformado de manera radical en las
últimas décadas, de tal forma que los focos primigenios del proceso de urbanización capitalista en
Europa y América se ven ahora acompañados de potentes mega-metrópolis en Asia y África, que se
encuentran ya entre las mayores del mundo. Para poner un ejemplo: el área metropolitana de
Barcelona era en 1950, con sus 1,5 millones de habitantes, la 30ª área urbana del planeta por lo que al
volumen de población se refiere; pues bien, hoy la Barcelona metropolitana ha crecido hasta los 5
millones de habitantes, pero no es más que la 80ª área urbana del mundo.

La integración de las áreas urbanas en unas redes mundiales que conocen continuos cambios de
jerarquía suponen un reto de gran entidad. Las corrientes dominantes del pensamiento económico
indican que la forma de afrontar dicho reto consiste en aumentar la competitividad de cada ciudad.
Así, se nos dice, si la mayor facilidad de movilidad de los factores (mercancías, trabajo, capital,
información) hace más importante la ventaja comparativa que cada lugar puede ofrecer respecto a
otros, las ciudades deben adaptarse y competir para atraer inversión y actividad. Para ello, resulta
clave la “oferta urbana” de infraestructuras, fuerza de trabajo, amenidades y servicios, así como la
imagen que la ciudad transmite a través de su patrimonio, actividad cultural, eventos e incluso
slogans.

Ahora bien, la retórica (y la práctica) de la competitividad urbana ha suscitado también no pocas


críticas. En primer lugar, no resulta claro que el aumento de la competitividad de la ciudad redunde
siempre en un incremento del bienestar para el conjunto de su población. Así, por ejemplo, tratar de
atraer o retener inversión a través de la reducción de los costes laborales y la disminución de
impuestos a las empresas puede comportar, como es obvio, la reducción de la capacidad adquisitiva
de los asalariados y la dificultad de financiación de los servicios públicos. La lógica de la
competitividad supone la existencia de vencedores y vencidos y no resulta claro que toda la población
resulte favorecida por ella, ni tan siquiera en las ciudades que pueden considerarse “vencedoras”.
Por otra parte, la reducción de las ciudades a productos de “marca” que se ofrecen al mejor postor
entraña el riesgo de propiciar procesos de privatización de su espacio público, dualización de su
comercio y mercantilización de su patrimonio y sus bienes comunes.

Pero los retos que comportan la inserción de las ciudades en las redes no son solo de índole política
y social. Esta dinámica tiene también profundas implicaciones en el ámbito cultural y político. En
efecto, en un mundo gobernado por flujos que no comprendemos y ciertamente no controlamos, el
lugar donde residimos parece ofrecer un refugio y una fuente de sentido. Este sentimiento comporta,
en principio, efectos positivos, puesto que puede impulsar la población a combatir la degradación de
las condiciones de vida y la mercantilización de la ciudad. Pero de la visión de la ciudad como refugio

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pueden derivarse también pulsiones localistas, nacionalistas y xenófobas como las que, por desgracia,
campan hoy con fuerza en muchos países de Europa, y no solo de Europa

4. El reto del metabolismo

Las dinámicas urbanas comportan hoy un tercer reto crucial: el que se deriva de la relación de la
sociedad con la naturaleza y los recursos que de esta pueden recabarse. Ya en los Grundisse, Marx
había advertido que, en el sistema económico capitalista, la naturaleza se convierte puramente en un
objeto para el hombre, algo simplemente útil, al que no se reconoce la condición de un poder que
funciona por sí mismo. De esta forma, la sociedad humana condiciona la naturaleza a los
requerimientos de sus necesidades, ya sea como un objeto de consumo o como un medio de
producción. Toda la retórica de “la lucha contra las fuerzas de la naturaleza” o del “sometimiento de
la naturaleza”, tan frecuente a lo largo de los dos últimos siglos, rezuma esta visión.

Este paradigma de relación entre sociedad y naturaleza ha comportado, como bien sabemos, el uso y
abuso de los recursos y la privatización de los mismos. Esta ha alcanzado incluso aquellos que habían
sido tradicionalmente considerados bienes comunes, como el agua, las masas forestales o las fuentes
de energía. El ejemplo más palmario de este sobreuso y privatización han sido los combustibles
fósiles: la materia engendrada a través de procesos geológicos de millones de años habrá sido
dilapidada, como en una gigantesca fiesta, en poco más de un par de siglos, con las consecuencias de
todos conocidas.

La evolución de la urbanización contemporánea constituye en buena medida el epítome de esta


relación entre sociedad y recursos. Según las estimaciones de Naciones Unidas algo más del 50% de
la población vive hoy en áreas urbanas que cubren apenas el 2% de la superficie de las tierras
emergidas. Mucho se podría decir sobre los criterios a partir de los cuales se han construido estas
estadísticas. Aceptémoslas, sin embargo, ni que sea a efectos operativos. Si lo hacemos constataremos
como estas áreas generan cerca del 80% del producto mundial, consumen el 70% de la energía y
emiten el 75% del CO2. Para ello, las áreas urbanas, como sistemas heterotróficos que son, deben
importar ingentes flujos de energía, agua y recursos, al tiempo que generan residuos y emiten los
gases ya mencionados.

La paradoja principal de esta realidad es que las áreas urbanas resultan particularmente vulnerables
a los efectos del cambio climático y a las dificultades para proveerse de recursos. Un solo ejemplo, de
entre los múltiples posibles, servirá para ilustrarlo: según los datos del informe C40, Staying Afloat,
si se produjera la elevación media del nivel de los océanos de 50 centímetros que algunos expertos
predicen para mediados del presente siglo, más de 570 ciudades costeras y 800 millones de personas
se verían directamente afectadas en su residencia y actividades. Los riesgos, como ustedes saben, se
extienden a muchos otros campos: desde el aumento de la frecuencia de noches tropicales en las
regiones templadas a la irregularidad de las precipitaciones o a la recurrencia de episodios
meteorológicos de efectos catastróficos.

Ahora bien, los expertos nos indican también que el poblamiento urbano presenta ventajas a la hora
de adaptarse y mitigar los procesos del cambio climático en curso. Por ejemplo, la compacidad de los
asentamientos y su densidad razonablemente elevada permite reducir las necesidades de la
movilidad, el consumo energético e hídrico por habitante. Es también en las ciudades donde se están
produciendo avances importantes en el tratamiento de residuos y el proceso de transición energética.

Desde el punto de vista ambiental, el proceso de urbanización comporta pues problemas muy agudos
y contiene parte de la solución a los retos que la humanidad tiene planteados en este ámbito. Su
solución, sin embargo, dista mucho de ser simple y no se derivará, en modo alguno, de la aplicación

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de fórmulas milagrosas o recetas sencillas. Para poner otro ejemplo: hay un consenso generalizado
acerca de la necesidad de la transición energética, consistente en transitar de fuentes no renovables a
renovables y en acercar la producción al consumo. Para las áreas urbanas, dicha transición debería
suponer cambios extraordinarios que afectan, entre otros aspectos, a los usos del suelo, que no
siempre se tienen en cuenta. Karen Pradenas, una investigadora chilena, ha mostrado por ejemplo
como si se quisieran cumplir en la región de Santiago de Chile los objetivos de producir a partir de
fuentes renovables una parte sustantiva de la energía que la metrópolis consume, se debería dedicar
a ello, con las tecnologías disponibles hoy en día, una superficie superior a los cien km2, un espacio
equivalente al que cubre la ciudad de París, para poner un parangón.

5. El reto de la cohesión

La desigualdad es un rasgo consubstanciale de la urbanización capitalista. La desigualdad en el


acceso a la renta y el patrimonio, características del sistema económico, se refleja, mantiene y
reproduce a través de la manera como los diversos grupos sociales viven y usan la ciudad. Pues bien,
el incremento de las desigualdades es precisamente uno de los fenómenos más relevantes de la
evolución de las sociedades contemporáneas en las últimas décadas y constituye el cuarto de los retos
urbanos a los que vamos a referirnos.

Una de las formas a través de las cuales la desigualdad se plasma en el espacio urbano es la
segregación urbana. Esta tiene su principal expresión en la segregación residencial, es decir, la
separación de la residencia de los grupos sociales en diversos barrios o localidades dentro de una
misma área urbana. Como sabemos, la segregación es el resultado de la distinta capacidad de elegir
lugar de residencia de las personas y las familias. Esta, a su vez, se deriva de dos factores: por una
parte, la renta de las familias y, por otra, los precios del suelo y de la vivienda. Como es obvio, las
familias o individuos con menor nivel de ingresos y patrimonio tienen una capacidad de elección
notablemente más limitada que aquellas que disponen de recursos más elevados. Así, los grupos
sociales subalternos tienden a verse confinados a aquellos barrios donde -debido a la escasez de
servicios, la peor accesibilidad y/o la menor calidad del parque de vivienda- los precios son más bajos.
Por su parte, los grupos sociales más acomodados tienden también a separarse del resto,
concentrándose en áreas que, si bien desde el punto de vista de los precios inmobiliarios son más
caras, les otorgan el privilegio de residir entre sus pares, disponer de más y mejores servicios y no
deber compartirlos con población de menores recursos.

De hecho, el urbanismo contemporáneo nació, en buena medida, como respuesta a los efectos de la
desigualdad asociada a la ciudad industrial. La preocupación principal de urbanistas como Gustave-
Eugène Haussmann, en el París del Segundo Imperio, fue asegurar el control de una ciudad
caracterizada por enormes contrastes sociales, en la cual la revuelta de los desfavorecidos era una
posibilidad permanente. En el mismo sentido, se procuró organizar la ciudad de tal forma que
resultara funcional a las necesidades de la producción y el comercio, así como para mostrar el poderío
de la burguesía ascendente. Asimismo, se trató de disponer los ejes de comunicación de tal forma que
los diversos grupos sociales pudieran coexistir en la ciudad sin necesidad de interactuar directamente
entre sí, como si en esferas diversas vivieran, tal como ya explicó Friedrich Engels en su análisis del
Manchester de mediados del siglo XIX.

Bien es verdad que otras corrientes del urbanismo tuvieron como principal objetivo mejorar las
condiciones de vida de los pobres en la ciudad, a través de políticas de vivienda, de espacio público,
de transporte, de saneamiento. Se trata de la tradición que en Europa va desde la Barcelona de
Ildefons Cerdà a la “Viena Roja” de los años veinte, de la rehabilitación del centro de Bologna a las
políticas de vivienda pública de los países escandinavos. Es esta tradición la que, para decirlo en los
términos de Bernardo Secchi, ha tratado de conseguir que la distancia que separa la forma como los

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ricos y los pobres que viven en la ciudad sea menor que aquella que les separa en términos de renta
y patrimonio. Es decir, aquellas políticas urbanas que, con mayor o menor fortuna, han tratado de
convertir la ciudad en un mecanismo de redistribución social, en vez de un instrumento de
mantenimiento y reproducción de las desigualdades.

Hoy, estas corrientes de urbanismo reformista –que si ustedes quieren podemos denominar social-
demócrata- se hallan en una crisis profunda. Desde finales de los años setenta, el predominio de las
doctrinas neo-liberales se ha dejado sentir también en las ciudades y ha comportado una tendencia
hacia la desregulación de los usos del suelo, la reducción o desaparición de las políticas de vivienda
social, la mercantilización de los servicios y la privatización del espacio público. Así, al tiempo que
las desigualdades sociales en el interior de cada país tendían a incrementarse por razón de la
desregulación del mercado laboral, la reducción del Estado del Bienestar y las amenazas de
deslocalización del capital, las ciudades han ido perdiendo capacidad de amortiguar esta dinámica a
través de las políticas urbanas.

Así, el incremento de las desigualdades y la reducción de las políticas capaces de enfrentarse a ellas
han comportado en la ciudad una profundización de la segregación residencial. Debe subrayarse que
esta es el resultado no solo, ni tan siquiera en primer lugar, del confinamiento de quienes menos
tienen allí donde los precios son más bajos, sino también de la tendencia de los grupos más
acomodados a aislarse. La segregación afecta pues a todos los grupos sociales y es el resultado tanto
del confinamiento de los sectores más vulnerables como de la secesión de los ricos.

Se ha debatido mucho sobre si la segregación debe ser considerada solo el reflejo de la desigualdad
social o si, por el contrario, constituye un mecanismo a través del cual la desigualdad se mantiene y
se perpetua. Hoy buena parte de la literatura coincide en afirmar que los factores espaciales –aquello
que ha venido a denominarse el “efecto barrio”- son un factor coadyuvante en la reproducción de las
desigualdades. Así lo muestran las diferencias en el rendimiento escolar, las condiciones de salud, el
consumo de energía, el tiempo destinado a los desplazamientos o el acceso a los servicios, para citar
solo algunas de las múltiples facetas posibles.

La segregación debe considerarse pues como un rasgo estructural en la evolución de nuestras


ciudades, que tiende a profundizarse y afecta todo el cuerpo social y comporta importantes efectos.
Una de las peculiaridades del período en el que nos encontramos, es que el fenómeno ha saltado de
escala, de tal forma que la segregación no opone solo los barrios de una misma ciudad, sino las
diversas localidades que integran una región metropolitana. Así, municipios enteros se ven
especializados en población de determinado nivel de renta, con las consiguientes dificultades a la
hora de llevar a cabo políticas redistributivas. Barcelona, si me permiten retornar un momento a mi
ciudad, alcanzó notoriedad internacional en los años ochenta del siglo pasado por las políticas de
rehabilitación urbana impulsadas bajo el mandato del alcalde Pasqual Maragall. Estas fueron posibles
porque la ciudad disponía de recursos procedentes de los distritos más acomodados y los revertía,
en forma de inversiones y servicios, en los más vulnerables. Hoy, cuando la segregación ha tomado
escala metropolitana, los mayores índices de desigualdad no tienen lugar en el interior de la ciudad
sino entre los diversos municipios del área metropolitana barcelonesa. En esta circunstancia, el
alcalde o alcaldesa de un municipio que ha devenido un área residencial de población de baja renta
¿de dónde sacará los recursos para mejorar su condición? Esta cuestión nos remite directamente al
quinto de los retos que tenemos planteados: el gobierno urbano.

6. El reto del gobierno

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Los cambios relativos a la forma, la función, el metabolismo y la cohesión urbana plantean de manera
acuciante la cuestión de la gestión y el gobierno de las áreas urbanas. Cabe decir que se trata de un
reto crucial y particularmente dificultoso de afrontar en las condiciones actuales.

La primera limitación para la capacidad de actuación de los gobiernos urbanos procede precisamente
de la inserción de las ciudades en las redes globales. Como bien sabemos, los agentes económicos y
sociales tienen diversas capacidades de actuar en estas redes. Así, mientras el capital goza de una
movilidad extremadamente fácil, los trabajadores se hallan, en buena medida vinculados al territorio
donde residen. Esta asimetría en la movilidad se halla, de hecho, en la base de la ruptura del equilibrio
entre capital y trabajo que había permitido construir el Estado del Bienestar en buena parte de los
países europeos en las décadas siguientes a la Segunda Guerra Mundial. Hoy los pactos en que este
se basaba se han roto, en buena medida merced a la capacidad de retorsión que su facilidad de
deslocalizarse confiere al capital. Pues bien, los gobiernos locales comparten, en buena medida, el
sino de los trabajadores: se hallan, por definición, anclados a un territorio concreto y limitado. Esto,
en un contexto mundial caracterizado precisamente por la movilidad de los factores, supone una
gravísima cortapisa para sus capacidades de regular las actividades que se desarrollan en las
ciudades que gobiernan. Si las regulaciones –fiscales, laborales, ambientales- impulsadas por un
gobierno local no son del agrado de los inversores internacionales estos siempre pueden amenazar u
optar con desplazarse a otra ciudad.

La segunda dificultad para el gobierno urbano no se deriva tanto de la asimetría en poder y recursos,
como de la hegemonía ideológica de determinados postulados relativos al papel de los poderes
públicos. Así, las doctrinas neoliberales hoy prevalentes indican que el mercado es el mejor
mecanismo para garantizar el funcionamiento eficiente y equitativo de la sociedad y de la ciudad. En
consecuencia, debe evitarse tanto como sea posible la interferencia de los poderes públicos, incluidos
los locales, en el mercado, puesto que las formas privadas de gestión resultan siempre, por definición,
más eficientes y socialmente más rentables que las públicas. Aunque la evidencia desmiente a diario
estos postulados ideológicos, su preeminencia cultural y en las instituciones financieras nacionales e
internacionales resulta evidente. De aquí, que tanto los Estados como el mercado ejerzan una
extraordinaria presión sobre los gobiernos locales para privatizar servicios, crear aquello que se
denomina “a good business climate” y reducir su implicación en sectores clave como la energía, la
vivienda y el transporte. Ante estos impedimentos, la posibilidad de los gobiernos locales de
emprender y ejecutar políticas adecuadas y ambiciosas en el campo de la regulación de los usos del
suelo, el medio ambiente y la cohesión social resulta cada vez más limitada.

Un tercer factor incide en las dificultades para el gobierno urbano: la propia dificultad para definir la
ciudad a la que nos hemos referido más arriba. En efecto, como hemos explicado tantas veces, la
ciudad, que aparentemente parece haber roto todos sus confines, contiene en su interior una gran
cantidad de confines administrativos. Esto es así porqué en la gran mayoría de los casos, la expansión
de las áreas urbanas y la integración del territorio no ha sido seguida de una remodelación
administrativa. Así, cada área urbana ha incorporado en su interior un gran número de gobiernos
locales y su fragmentación administrativa la convierte en una realidad barroca y extraordinariamente
compleja desde el punto de vista institucional. Esta fragmentación supone un reto añadido de
extraordinaria entidad a la hora de impulsar políticas públicas que conciernan a la metrópolis en su
conjunto. Esto es especialmente cierto en el campo de las políticas sociales. Como hemos visto, uno
de los rasgos principales de la segregación urbana en la ciudad contemporánea es que esta alcanza
una dimensión metropolitana. Se da así la paradoja que quienes más necesidades tienen acaban
viviendo en municipios con menor base fiscal y menor capacidad de prestar servicios. En cambio, los
más acomodados pueden disfrutar de mejores servicios sin necesidad de compartirlos con los más
necesitados. Así, la combinación de segregación residencial y fragmentación administrativa supone
una barrera difícilmente franqueable a la hora de emprender políticas redistributivas.

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Sin embargo, también es cierto que las dinámicas urbanas abren nuevas posibilidades para el
gobierno y las políticas urbanas. Una de las más interesantes es la posibilidad de construir redes y
alianzas de ciudades para defender intereses comunes. Mientras cada ciudad, por separado, tiene
notables dificultades para hacer frente a empresas, agentes económicos e institucionales globales, las
alianzas de ciudades disponen de un muy notable potencial de influencia e, incluso, de regulación.
Son muestra de ello los acuerdos entre ciudades para introducir políticas y regulaciones ambientales
por encima de las reticencias o la renuencia a hacerlo por parte de gobiernos estatales. Interesantes
resultan asimismo las alianzas de ciudades para afrontar los efectos de los cambios tecnológicos,
como la irrupción de las denominadas economías de plataforma (en sectores como el alquiler turístico
o el transporte público). Las alianzas entre gobiernos locales podrían suponer, incluso, un
contrapunto a los intereses geopolíticos de los estados en materias como la acogida de personas
refugiadas y en la mediación de conflictos.

Si las redes solidarias de ciudades pueden ser una contrapartida a las dificultades de las ciudades de
hacer frente a las imposiciones agentes económicos internacionales, el nuevo municipalismo
constituye una alternativa al predominio de las políticas neoliberales. En efecto, en los últimos años
se ha podido constatar como en diversas ciudades han surgido gobiernos locales que han tratado de
escapar de las recetas neoliberales al uso y, al mismo tiempo, revisar las viejas fórmulas del Estado
del Bienestar socialdemócrata. Se trata de un fenómeno que ha tenido especial fuerza en España,
donde durante uno años las mayores ciudades del país, la cabecera entera del sistema urbano, han
sido gobernadas por fuerzas políticas de este cuño. No es cuestión de entrar aquí en el análisis de las
realizaciones y las limitaciones de estos gobiernos, nacidos bajo el impulso de los movimientos
urbanos. Resulta muy interesante, en cambio, recordar cuales son los aspectos que han tratado de
introducir en la agenda urbana: el acceso a la vivienda, la rehabilitación de los barrios desfavorecidos,
la pacificación del tráfico, la recuperación del control de la gestión del agua y la energía, la
potenciación del transporte público y la democratización de los procesos de toma de decisión se
encuentran entre los más destacados.

Finalmente, hay un tercer elemento de esperanza en lo que concierne al gobierno de nuestras


ciudades y nuestras sociedades: el impulso que están alcanzando las prácticas ciudadanas y los
movimientos urbanos. En efecto, ante la incapacidad del mercado y el estado de proveer bienes y
servicios a parte importante de la población, están surgiendo en muchas ciudades nuevas formas de
organización ciudadana. Se trata de las prácticas que se han denominado de “innovación social” y
que han tratado, por una parte, de paliar los efectos de las privaciones sobre la población y, por otra,
de ensayar formas alternativas de organización económica de tipo cooperativo y comunitario. En
parte, estas iniciativas entroncan con el renacer de los movimientos urbanos, es decir con la
movilización de sectores de la población para defender sus derechos sociales y su derecho a la ciudad,
es decir, a la vivienda, al espacio público, al transporte, a los servicios. Pese a todas las incertidumbres
y limitaciones, pese a los fracasos y las contradicciones, la extensión de estos movimientos en tantas
ciudades de Europa y de América Latina expresa bien a las claras la posibilidad y la necesidad de
impulsar nuevas políticas sociales y urbanas: nuevas formas de gobierno capaces de hacer frente a
los retos económicos, ambientales y sociales que nuestras ciudades tienen planteados.

Universidad Nacional de Luján


Buenos Aires, 12.09.2019

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Lectura 20

GEDDES, Patrick (1968).


La sección del valle
Lectura 21

MC HARG, Ian (2000).


Proyectar con la naturaleza. (Capítulo: La región
metropolitana)
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Lectura 22

TARROJA, Alex (2006)


Transformaciones territoriales y valoración social
del paisaje
Lectura 23

NEL·LO, Oriol (2003).


Sostenibilidad, política y lugar
Lectura 24

DESVIGNE, Michel (2006)


El paisaje como condición previa
Lectura 15.
Lectura 25

BATLLE, Enric (2008).


Los nuevos paisajes de la metrópoli
Lectura 26

SABATÉ, Joaquín (2008)


Paisajes culturales y proyecto territorial
Lectura 19.
.
Lectura 27

MARTÍNEZ DE SAN VICENTE, Isabel (2010)


Los paisajes culturales en contextos institucionales
débiles
Lectura 28

HERCE, Manuel; MAGRINYÁ, Francesc. (2013)


El espacio público de la movilidad urbana. (I. La
calle y la movilidad).
Lectura 29

HERCE, Manuel; MAGRINYÁ, Francesc. (2013)


El espacio público de la movilidad urbana. (II.
Funciones que solicitan el espacio público urbano).
Lectura 30

SASSEN, Saskia (2015)


Expulsiones. Brutalidad y complejidad en la
economía global.
Lectura 31

ESPAÑOL, Joaquín (2001).


Nuevas dinámicas del territorio
Lectura 32

FISHMAN, Robert (2004).


Más allá del suburbio: el nacimiento del
tecnoburbio
Lectura 33

GARAY, Alfredo (2010).


La construcción de la disciplina urbanística y el
desarrollo de las áreas metropolitanas.
Lectura 34

CICCOLELLA, Pablo (2014).


Reestructuración económica, transformaciones
territoriales y metropolitanas
Lectura 35

BORJA, Jordi (2010).


Ciudades metropolitanas: una herencia en cuestión
Lectura 36

CORTI, M. (2015).
Paso a paso de una intervención urbana
Lectura 37

REESE, Eduardo (2011).


Instrumentos de gestión urbana, fortalecimiento del
rol del municipio y desarrollo con equidad
Lectura 32.
Lectura 38

PORTAS, Nuno (2003).


El surgimiento del proyecto urbano
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www.etsav.upc.es/urbpersp El surgimiento del proyecto urbano

Nuno Portas (*)


EL SURGIMIENTO DEL PROYECTO URBANO (**)

El artículo apunta algunos de los rasgos sustantivos sobre La expresión proyecto urbano no es nueva. De hecho,
las recientes nociones del proyecto urbano, focalizándose ya fue utilizada para referirse a aquellos proyectos
en las formas de actuación de las estrategias locales unitarios de arquitectura, de dimensión apreciable, que
mediante los correspondientes proyectos. La hipótesis pretendían representar, a pesar de los propios límites
fundamental es que el proyecto urbano está muy físicos, la forma ejemplar de la ciudad moderna. Pienso
vinculado a los aspectos de imagen de los mega-proyectos que esta visión, que aparece en los años ‘60 con el
metropolitanos de prestigio o de carácter excepcional, Team X y las intervenciones propuestas entonces cuya
promovidos por la iniciativa pública o mediante nueva dimensión demostraría claramente el rechazo,
incentivos que generalmente se concentran en transporte
entre los más conocidos arquitectos, al urbanismo
avanzado, tecnología, negocios o equipamientos lúdicos.
ambicioso aunque gris de los estados asistenciales de la
El objetivo sería extender dicha noción para incluir un
amplio tipo de proyectos de diversa dimensión y
segunda posguerra. Al mismo tiempo, esta visión daba
complejidad, para lo cual los poderes públicos deberían a entender la imposibilidad de extender una lógica de
disponer no sólo de la iniciativa estratégica sino también arquitectura de autor a todos los frentes de
de la capacidad operativa para mejorar o transformar las transformación de las ciudades europeas. Esta doble
cuestiones más problemáticas de cara a la creación de limitación inducía la intervención proyectual a la
una ordenación equilibrada. El cuadro sinóptico que se búsqueda de intensidad en ejemplos limitados, con una
acompaña es un intento de establecer referencias dimensión decididamente visible, más que a la
cruzadas sobre los diferentes objetivos, las ocasiones y tentativa de definir una reforma planficada dirigida
las situaciones territoriales de cada proyecto urbano hacia la continuidad entre la ciudad y sus periferias. De
(dicho marco ha sido utilizado por el equipo de la Escuela esta manera era posible integrar, en concepciónes
de Arquitectura de Oporto para clasificar conocidos tridimensionales, todos los elementos estructurales
ejemplos de regeneración de "waterfronts" en una serie normalmente separados en la ciudad genérica (Bakema,
de ciudades europeas). Smithsons, Candilis, Hodgkinson, Womersley, Tange,
Aunque el programa de intervención establece el objetivo los metabolistas, Gregotti).
y alcance del proyecto, es la manifestación de una
oportunidad anticipada e inesperada lo que hace posible La segunda generación del proyecto urbano empieza
la elección del método operativo adoptado para su con la crisis de los años ‘70 que lleva a optar por
realización, con la programación temporal y los recursos
intervenciones puntuales, de naturaleza municipal y
más claramente definidos. La combinación entre esos dos
normalmente no estatal. Estos proyectos mantienen la
niveles de toma de decisiones permite el desarrollo y la
configuración formal de los proyectos, por lo que resulta
arquitectura de autor como señal de identificación, pero
de creciente importancia la tercera dimensión relativa a se inscriben en tejidos preexistentes (Rossi, De Carlo,
la cultura y la transformación mediática de las políticas Solà-Morales, Bohigas, Portzamparc, Ungers, Siza y,
urbanísticas. El proyecto urbano entendido de esta como modelo general, el IBA de Berlín). El proyecto
manera no sería extraño a los procesos de adaptación del no invierte en la extensión del capital fijo urbano sino
planeamiento, cuando se reformulan "desde abajo" los en la tipología y en el lenguaje de lo edificado y, al
instrumentos de ordenación sobre las bases de un proceso mismo tiempo, en la creación de un espacio colectivo,
de compromiso y acuerdos. Mientras tanto, los proyectos articulado con la morfología que lo delimita. En este
recientes han representado, cada vez más, una caso, está aún viva la esperanza de contribuir
concentración relativa de recursos en un espacio indirectamente a la recalificación de los entornos
limitado, por lo que necesitan ser valorados en relación a correspondientes. La insuficiencia de esas diferentes
sus efectos sinérgicos y catalízadores de las políticas estrategias de intervención conjuntamente con los
relativas a la redistribución regional de los recursos. nuevos ambientes con los que se enfrentan las ciudades
(determinados por la competición, cohesión y
sustentabilidad), obliga a la teoría urbanística y a las
políticas urbanas a investigar y definir tanto el sistema
de planificación, como los procesos y los tipos de
intervención, así como, finalmente, las relaciones entre
estos dos aspectos.

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La tercera generación de los proyectos urbanos no se Por otra parte, el actual déficit de la intervención
distingue de las precedentes ni por la dimensión ni por pública, en el mercado del suelo y en el capital fijo
la composición funcional de la intervención. El propio urbano, determina que las decisiones que denominamos
protagonismo del arquitecto es, aún, una nota activas sean cada vez menos la regla y cada vez más la
dominante. Es más, estos proyectos se diferencian, bajo excepción. Así, las tomas públicas de posición son
nuestro punto de vista, sobre todo por el programa y las ahora mucho más selectivas e interactivas, habiéndose
nuevas oportunidades ofrecidas a las intervenciones; consumado la prioridad de la extensión física, ahora
asimismo, por los procesos, o mecanismos, de sustituida por el intento de alcanzar determinados
organización de las realizaciones; finalmente, y efectos, especialmente cualitativos (catalizadores,
subordinadamente, por la relación biunívoca y no sinergias, etc.). La solución procesual consiste, en los
jerárquica, que el proyecto tiende a establecer con el casos más ortodoxos, en las formas típicas de las
plan, es decir, por el estilo de planificación que candidaturas-convenios o de los contratos enmarcados
caracteriza al nuevo proyecto. en el proceso de planificación estratégica; o en los
casos más arriesgados, en partnership o sociedades
mixtas.
El estilo de la planificación
La diferencia más evidente entre una intervención
Es fácil entender que los gobiernos locales más generada por un plan regulador y una generada por un
innovadores hayan intentado, durante los dos últimos proceso de planificación estratégica, consiste en el
decenios, ejercer sus propias funciones de planificación diverso margen de elección de la posición geográfica o
territorial y de desarrollo urbano según un régimen de la configuración espacial del área. En particular, en
dualista. Es decir, según la articulación de decisiones el primer caso la localización está previamente definida
pasivas (autorización de iniciativas de terceros) y por la zonificación, pudiendo sin embargo comprobarse
activas (determinadas por el aprovechamiento de que, en el momento de la decisión, el programa no
ocasiones imprevistas). El objetivo consistía, encuentre en el suelo disponible las características
evidentemente, en intentar encontrar una respuesta para consideradas necesarias o aceptables. En el segundo
las áreas problemáticas. En algunos casos, la caso (quizá el más frecuente) se concede prioridad a las
delimitación y la naturaleza de las transformaciones condiciones de viabilidad y a los impactos, positivos o
estarían previstas en un documento regulador general negativos, siendo la localización y el terreno
y, por lo tanto, el proyecto urbano encontraría en las únicamente una de las variables a tener en
previsiones del plan, deductivamente, su justificación. consideración y con frecuencia en forma de
En otros casos, la posibilidad de realización de una alternativas. Además, en el primer caso el método es
determinada intervención sería fruto de hechos o determinista, deduciendo las partes desde el todo,
decisiones exógenas, no dependientes de la entidad mientras que en el segundo es iterativo y considera la
política local, ni previsible en el momento de la previsión normativa del plan como una de las hipótesis,
elaboración del plan y, ni siquiera, con frecuencia, sujeta a la posibilidad de anulación en el momento en
conformes a sus disposiciones. Por estas y otras que el programa es definido y se pueden, por
razones, que en el fondo no dependen de los proyectos consiguiente, comparar las alternativas de localización.
urbanos, los instrumentos de planificación del territorio Ambos modelos de decisión están dentro de un campo
han llegado a adaptarse al nuevo contexto político de planificación que cuenta con instrumentos de plan
operante. Esto exige del plan mecanismos de de diversa naturaleza temporal y jurídico-
regulación variable que sustituyan el habitual administrativa. El método estratégico es más contínuo
determinismo de las reglas sobre lo que se puede hacer y menos definido espacialmente: esto se puede
(división en zonas del uso de los suelos) por reglas comprobar en los magníficos ejemplos de articulación
sobre cómo y con qué criterio debe ser tomada la de las variables económico-sociales con las acciones de
decisión administrativa, cuando intervienen input o naturaleza territorial (Barcelona y Lyon, por ejemplo).
iniciativas que no dependen exclusivamente de los El problema está en la resistencia, ideológica o
agentes tradicionales. burocrática, a aceptar la legitimidad del proceso
estratégico. Éste, inevitablemente, no puede sino

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OCASIONES A B C D
Decisión Eventos Iniziative Programa
PUBLICA UNICOS / INVERSIÓN Integral
SECTORIAL CATÁSTROFES PRIVADA COMUN

OBJETIVOS Negociaciones Candidatura Contratación Candidatura


Institucionales Convención Partnership Contratos

1 Puerto APL Villa Olímpica Harbor Place Port Vell


Renovación / Extensión Lisboa Barcelona Baltimore Barcelona
ESPACIO
COLECTIVO
Infraestructura +
Equipamiento

2 Ferry Terminal Estación de LD Railway Erasmusbrug


Transformaciones Hamburgo Santa Justa Londres Rotterdam
CONEXIÓN Sevilla
Retícula, Interfase

3 Puerto Antiguo Chiado Nestlé Knsm


Revitalizaciones Génova Lisboa Noisiel-sur-Marne Amsterdam
ACTIVIDAD
URBANA

4 Guggenheim Expo ´98 Docklands Kop van Zuid


Fundación de nueva Bilbao Lisboa Londres Rotterdam
CENTRALIDAD

5 Parque de la Parque del Tajo Teleportown Post-Expo ´92


Institución Villette y de Trancäo Tokio Sevilla
PARQUE TEMÁTICO Paris Lisboa
+
SISTEMA AMBIENTAL

Ciudad Histórica: Ciudad Consolidada, Intraurbano.


Ciudad Emergente: Transición; Periferia en continuidad; Extensiones difusas fuera de la Ciudad; Espacio Natural , no urbano.

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levantar sospechas, dado que puede implicar moviliza y cataliza) y, finalmente, a la prueba de
derogaciones que permitan, en una determinada visibilidad o adecuación de la imagen en el contexto,
circunstancia, un programa no previsto por el plan urbano o territorial, seleccionado.
general; aún así, con frecuencia, la razón de esta
incongruencia está en la simple ausencia de esta - El programa así entendido es algo más que una vulgar
información en el momento de la redacción del plan. lista de objetivos genéricos o de indicaciones sobre la
La oportunidad es así el factor perturbador de la ordenación preliminar de los volúmenes a construir:
tradicional lógica sistémica (y también estática) que deberá ser considerado como un programa urbanístico
esconde, bajo la apariencia de la propia forma jurídica, (para poder ser evaluado en relación a los planos
las evidentes diferencias de aquellos grados de certeza formales de previsión) que considere los problemas de
o incertidumbre, de aquellas razones políticas o viabilidad, de las insfraestructuras, del
técnicas, que en el momento de elaboración y aprovechamiento de los stocks de edificación y de los
aprobación de un plan, habían conducido a una valores patrimoniales en su capacidad de regeneración.
determinada configuración. La noción de regulación Last not least, deben ser examinados los intereses de
variable, que defiendo y que se aproxima a las grupos sociales afectados o destinatarios de la
consideraciones de Mazza, Faludi y otros, reduciría en operación, como segmentos de demanda y sobre todo,
la práctica los casos de conflicto entre previsión y como agentes de transformación a movilizar. La
oportunidades. Por consiguiente, veremos reducirse la coherencia urbanística de la intervención impone,
frecuencia de las peticiones de revisión de los planes o, desde el inicio, un ejercicio de simulación, de impactos
como alternativa, los lastres burocráticos que hacen socio-económicos y ambientales, sobre el contexto
perder estas oportunidades cuando la racionalidad territorial de la intervención, reproduciendo “desde
sistémica del momento de la intervención no coincide abajo”, la misma lógica sistémica que habrá justificado
con la previsión global u holística. el plan con el que ahora se contrapone.

El programa - La prueba de viabilidad es indisociable de la


precedente y está ligada a la característica esencial del
La posibilidad de que en una intervención destinada a proyecto urbano, su carácter inmediato, con frecuencia
un proyecto urbano no proceda de planes formales sino impuesta por razones exógenas. Probablemente existirá
más bien del aprovechamiento de oportunidades un timing preestablecido (eventos, catástrofes, duración
(especialmente cuando éstas no son previsibles), de programas financieros o de mandatos
comporta que el momento del programa (de gubernamentales, articulaciones con grandes
intervención) aparezca como una característica infraestructuras, etc.). Así, el tratamiento de urgencia
específica de este proceso. De hecho, es el programa, y deberá ser justificado a través de la solidez de su
no tanto el proyecto en sentido estricto, el que concepción en términos de coste-beneficio, de
interpreta la decisión política o el que es sometido a la mecanismo institucional y financiero, de disponibilidad
correspondiente evaluación. Es en la misma fase del inmediata de suelo y de infraestructura, etc. El
programa donde se definen las condiciones financieras, momento del programa, generalmente, es también la
de organización, de márketing y, con frecuencia, la ocasión para las negociaciones entre partner
elección de los técnicos consultores, así como la institucional y/o privado, conducidas en algunos casos
búsqueda del consenso que reconfirmará por lo menos por los organismos municipales, en otros por
la viabilidad de la intervención. En función del sociedades mixtas y en otros por consorcios privados.
programa se definen las candidaturas (a fondos, La importancia de este mecanismo institucional es
organizaciones tutelares o internacionales) en forma de responsable de la aparición en la escena urbana de un
concurso, es decir, en competencia con otros nuevo tipo de experto: el gestor de grandes proyectos
programas de otras ciudades, de acuerdo con términos (amenageur, en Francia) que, siendo independientes de
de referencia preestablecidos. El programa del proyecto propietarios, inversores y proyectistas, y disponiendo
urbano debe responder por un lado a la prueba de de una autonomía suficiente en relación a la autoridad
eficacia (en relación a los objetivos), por otro a la pública, tiene como función la preparación del
prueba de viabilidad (en relación a los medios que programa, la elección de los actores, de los autores y de

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las condiciones de viabilidad, para, a continuación, plan-proyecto (o proyecto de suelo). Esto se debe a que
conducir el proyecto y, fase a fase, comercializar o el proyecto urbano es sobre todo un concepto (o modo
poner en funcionamiento las nuevas estructuras. de intervención) que utiliza instrumentos de
planificación y/o de proyecto de acuerdo con el
- Sucede, al mismo tiempo, que la importancia de la contexto; que contamina las soluciones, los grados de
imagen (arquitectónica, mediática) traducida en los certeza y de incertidumbre, esto es, cuanto debe ser
conceptos de espacio público y de tipología desarrollado o, mejor, cuanto debe inducir o regular
arquitectónica, justifica, generalmente, una todo lo que se irá ejecutando sucesivamente.
previsualización del resultado esperado que no sirve
únicamente para el márketing de la intervención sino, Mientras la form-appeal es un vector determinante del
sobre todo, para la evaluación de las autoridades proyecto, el process-condicioning será su aspecto
públicas y de otros actores, relacionados con los complementario, decidido en el momento de redacción
impactos positivos o negativos. Las conclusiones se del programa. Esta estrategia de adecuación al contexto
transmiten posteriormente, como hipótesis, al momento debe ser aclarada por el propio programa.
siguiente del proyecto propiamente dicho. El gran proyecto urbano de la modernidad podía

Puerto de Lisboa, vista aérea (Archivo Alcino Soutinho) El viejo Puerto de Génova, vista aérea (Publifoto)

El programa, con esta triple constitución, puede ignorar condicionantes tales como los vínculos de la
prescindir de la intervención de los proyectistas que propiedad, la diversidad de los actores contrapuestos, la
coordinarán las fases sucesivas. Hay que tener presente composición del capital y las incertidumbres de los
que la capacidad y la autonomía, en las fases de mercados o, incluso, la indeterminación de ciertas
programa y de proyecto, no serán las mismas, incluso partes del proyecto que, por definición, era global y
en el caso de que el número y el nombre de los definitivo. Es decir, el tiempo no era un factor
arquitectos permanezcan inalterados. Y como estas relevante en el proyecto sino, más bien un virus...
fases no siempre son linealmente dependientes, sino Tampoco sería admitida una geometría variable para
que pueden superponerse, se puede considerar las diferentes componentes de una operación: el
ventajoso disponer de grupos diferentes con diferentes “proyecto del suelo”, distinto de la forma edificada, las
cualificaciones. Obviamente, el proyecto requiere el “acciones inmateriales” y los “efectos sinérgicos o
máximo nivel de certidumbre posible para ser viable, catalizadores” (simulables pero no determinables) o las
incluso cuando esta conquista de la certeza se dé por “alteraciones de programa” dictadas por la oportunidad
etapas o por partes. Por el contrario, las posibilidades o por la crisis...
dependientes de respuestas exógenas o de los efectos
catalizadores de las primeras fases del mismo proyecto Por el contrario, las condiciones presentes son en
se definirán gradualmente. En este sentido, el proyecto muchos casos ineluctables e influyen desde el inicio en
urbano adquiere características de proyecto-plan o, la concepción de las soluciones y por lo tanto de sus
cuando actúa a través de transformaciones de suelo, de formas. Cuando estas condiciones no son asumidas por

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los proyectistas o no fueron superados en el momento grandes eventos internacionales (juegos, expos,
de la redacción del programa, el proyecto urbano se capitales de la cultura) valora los efectos económico-
vuelve factor de rigidez o está sujeto a alteraciones o sociales o culturales, obligando a explicitar las
amputaciones que lo privan del carácter originario. relaciones directas e inducidas entre “acciones físicas”

Guggenheim, Bilbao, foto del museo en construcción (fuente: Vila Olimpica, Barcelona, vista aérea parcial de la Vila
Arquitectura Viva 55) Olímpica (fuente: Caputo,P. Le architetture dello spazio
pubblico)
Para resistir mejor los imprevistos, el proyecto urbano
deberá, entonces, superar la concepción holística de (las piedras) y las no físicas (las personas). El momento
integración en el espacio y en el tiempo, o sea, programático es también, en este sentido, central y
conservar grados de libertad entre sus partes sin perder decisivo, por lo menos tanto como aquel en que es más
elementos de continuidad e de legibilidad: fuerte la expresión formal.
precisamente en sintonía con la capacidad,
característica en los proyectos urbanos de la segunda
mitad del siglo XIX, de transformar las incertidumbres Tipologías del proyecto urbano
en un nuevo arte urbano o, como se dice ahora, en un
meta-proyecto (aunque de grado cero). Este sistema La gran variedad temática y territorial de las
aseguraría que la integración de las formas y el mix de intervenciones consideradas como proyectos urbanos
las actividades puedan resistir incluso aunque se no facilita ni la percepción de las características más
compruebe la (relativa) desintegración, y consiguiente significativas ni la comprensión de los papeles que
autonomía, de las partes. Una vez más, esta no será una juegan en las políticas urbanas. Como intervienen
opción del proyecto sino del programa y condicionará, variables de naturaleza muy diferente, experimentamos
sin sorpresas, el propio proyecto. un marco definido por el cruce de dos coordenadas
iniciales: la primera explica el objetivo o el problema
Aunque en este artículo se hable de proyectos urbanos que se quiere resolver con un cierto proyecto (su
que se materializan en intervenciones arquitectónicas programa principal) mientras que la segunda define la
articuladas a través de elementos urbanísticos (sistemas situación exógena que lo desencadena o lo hace posible
generales, infraestructuras, espacio público, etc.), los (el tipo de ocasión). Comprobamos después que podía
proyectos más complejos de la última generación, ser interesante confrontar los ejemplos resultantes de
especialmente los de iniciativa pública, llegaron a las dos cuestiones iniciales con una tercera, que
explicitar y a reforzar los componentes considerados permitiría saber en que contexto territorial serían
inmateriales para explorar las lógicas de sinergia o de colocados los proyectos. Este ejercicio didáctico sirve
catálisis. también para poner en evidencia las dificultades de
clasificación en los casos de los proyectos que puedan
Con frecuencia el análisis de las candidaturas a fondos responder a más de una característica elegida, además
supra-locales (nacionales, de la Unión Europea) o a de la posibilidad de aclarar las deficiencias de las

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propias formulaciones. Así, para desagregar los tipos régimen de contratos-programa o en la secuencia de
de objetivos programáticos, escogemos como carácter candidaturas o de subvenciones temporales.
dominante del proyecto urbano:
La tercera dimensión de esta matriz define el tipo de
1. El espacio colectivo como objeto de localización de los proyectos urbanos. Han sido
recalificación complemento o extensión de tomadas en consideración dos grandes categorías (la
infraestructuras, equipamientos y medio ambiente; ciudad consolidada o histórica y la ciudad emergente)
2. Las articulaciones como objeto de en las cuales los sistemas estructuradores son
transformación de las redes, sistemas modales e insuficientes y los tejidos construidos fragmentarios o
interconexiones; inexistentes. En la primera indicamos los proyectos que
3. Las actividades como objeto de implican áreas centrales, del centro histórico o
revitalización o nueva localización; moderno, y espacios vacíos incluidos en la red urbana,
4. La centralidad como objeto de o áreas obsoletas, y también edificios degradados
recentralización o formación de sistemas policéntricos vinculados a infraestructuras existentes. En la segunda
para superar, por ejemplo, una condición más categoría encontramos proyectos tanto en tejidos
periférica; periféricos o no urbanos, como en extensiones
5. El parque temático como recinto de incompletas o antiguas del límite urbano, o bien en
revitalización e innovación funcional o de valorización forma de urbanizaciones difusas entre centros;
de corredores o áreas naturales. finalmente, espacios naturales o privados de
infraestructura. Aquí se encuentran terrenos cuyos usos
En cuanto a las ocasiones, imprevisibles o programadas se transforman por acción de nuevas infraestructuras
en el proceso de planificación y que marcan el inicio, la que crean otras ocasiones y áreas con características
temporalización, la localización y los recursos morfológicas o paisajísticas elegidas para nuevas
movilizados para un proyecto, definimos: actividades.

A. Decisiones sectoriales, en general públicas Obviamente, se podría proceder a una mayor


y supra-locales que, obedeciendo a lógicas de sistema discriminación de situaciones tipo, referentes tanto a
especializadas, crean ocasiones de mejora del contexto los objetivos como a las ocasiones y a los lugares.
cuando es objeto de aquella negociación institucional
que pocura la articulación de decisiones sectoriales y
locales; El proyecto urbano en la práctica reciente
B. Ocasiones excepcionales, de eventos El PU y la política territorial.
especiales y también de catástrofes, que permiten en el
primer caso la organización de candidaturas y en el La nueva generación de proyectos urbanos refleja un
segundo programas de emergencia con financiación dinamismo municipal al cual no son ajenas dos
especial, siempre objeto de protocolos, regímenes tendencias, de origen diferente, que en algunos casos se
legales de excepción, etc.; oponen y en otros se refuerzan: la competitividad entre
ciudades próximas o del mismo espacio globalizado y
C. Iniciativas de inversión privada que pueden las nuevas estrategias del capital privado. Éste cada vez
coincidir con objetivos estratégicos y que tienen con más frecuencia manifiesta interés por programas
condiciones de escala o rentabilidad que permiten más complejos que justifican consorcios de agentes
negociaciones de partnership o contrapartidas de promotores con intereses diferentes pero
interés general; complementarios, cooperaciones con la iniciativa
pública bajo forma de convenios o de sociedades
D. Programas de intervención municipal, mixtas, o bien con la definición de una organización
previstas por el plan local o desencadenadas por única y global pero interesada en la promoción de
concursos a fondos comunitarios o nacionales, en acciones diferenciadas (parques temáticos, centralidad,
infraestructuras).

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El estímulo a la competitividad se materializa, Una familia importante de proyectos urbanos se


frecuentemente, con perjuicio de la complementaridad reduce, por estrategia o por táctica, a la
“en red” que podría reforzar la competitividad de (re)construcción de la infraestructura y del espacio
territorios más amplios: piénsese en los casos de las público, realizando o recalificando los encuentros o la
ciudades capitales, dotadas de lobbies potentes o de relación entre las distintas áreas. Este tipo de proyecto
una mejor organización que, sin embargo, han perdido urbano, de “grado cero”, no puede ser, sin embargo,
la ocasión de reducir las inadmisibles diferencias de tomado en consideración como un simple proyecto
sus periferias. Por otra parte, el surgimiento de las sectorial (de ingeniería municipal o paisajístico), no
grandes empresas privadas de prestigio, que los sólo porque es en sí mismo complejo, sino también
organismos municipales ven con interés porque porque está pensado para producir efectos sobre los
soportan problemas externos de otra forma irresolubles, “espacios servidos”. Considérese una favela de Río de
se ha traducido en la oferta a la ciudad de recintos Janeiro o un sector periférico de Lyon y se verá que el
relativamente cerrados en sí mismos, que hacen difícil papel del espacio público es similar, a pesar de los
la difusión de los efectos de recalificación extensiva del “diferentes medios” utilizados, en el sentido de que
espacio público urbano.

Nueva Estación de Ferrocarriles de Santa Justa, Sevilla Expo ´98, Lisboa, vista aérea del área (Parque Expo ´98)
(fuente: Architécti n.10)

En todo caso, la falta de estrategias amplias y solidarias supone una relativa autonomía, desde la consideración
del poder local, o la falta de poder contractual en la temporal, con respecto a lo edificado.
confrontación de grupos de gran fuerza económica,
pueden conducir a la pérdida de la oportunidad de En consecuencia, el proyecto urbano será elaborado
diseminar o de compensar los efectos de sobredosis de como proyecto de ejecución para el espacio público y
la inversión concentrada en áreas restringidas, como un conjunto de reglas procesuales o formales
afectando frecuentemente a importantes fracciones de para los elementos urbanos que se espera que ahí
la inversión pública que faltarán en otras partes más puedan ser inducidos por la intervención. Y también
deficitarias del territorio urbanizado. este mismo elemento infraestructural, cuando implica y
conjuga sistemas de transporte diferentes (nudos o
El “grado cero” del PU. interconexiones complejas, que contienen actividades
diferenciadas directamente ligadas a las conexiones que
Se podría afirmar que la infraestructura urbana, sea de esos sistemas permiten), justifica la existencia de
nueva realización sea dependiente de la reconversión o proyectos urbanos (como Euralille o Paris, Rive
de la conclusión de la existente, es el elemento base Gauche) en las cuales la tridimensionalidad se impone
que hace las funciones de soporte de los objetivos de la a través del tratamiento proyectual, no sólo del sistema
intervención y también a la articulación con los de soporte, como ocurre en el caso precedente, sino
elementos urbanos externos. también (generalmente o en parte y en simultáneo o

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secuencialmente) de las estructuras edificadas para los ambiental que pretende construir soluciones
espacios servidos. En otros casos la intervención paisajísticas para la sustentabilidad del desarrollo de la
infraestructural alcanza una escala territorial amplia, construcción, como pueden ser los corredores verdes,
completa redes entre aglomerados y crea nodos que los waterfront, sistemas de dunas o, como se quiere
puedan inducir la transformación de elementos de realizar en el Rhur, verdaderos sistemas lineales
centralidad (las edge periféricas, los ejemplos de ramificados que unen ciudades, áreas industriales y
Barnett). También en estos casos, el proyecto puede ser grandes equipamientos, prevalentemente
sectorial en su ejecución mientras que no lo será su infraestructurales, y que son frecuentemente lineales o
programa, que implicará acciones articuladas con la reticulares; podemos introducir también aquellos que
construcción de infraestructuras, de naturaleza agrícola, intervienen a través de áreas delimitadas o recintos y
paisajística, o referentes al trazado de redes que han llevado a generalizar la definición de parques,
complementarias de nodos, para integrar a veces seguidos de adjetivación, temáticos, por
urbanizaciones preexistentes. Por extensión del término corresponder a equipamientos públicos y/o privados
que tienden a instalar sobre el territorio,
inmediatamente, valores funcionales (de educación y
ciencia en forma de campus, de difusión tecnológica,
de tiempo libre o de pura valoración ambiental) de los
cuales se espera un atractivo para usuarios o visitantes
(y empleos), la regeneración de áreas obsoletas o
simplemente la protección de ecosistemas.

Las realizaciones por “recintos”, además de la


tendencia a la clausura, por razones y pretextos varios
suscitan, con frecuencia, el problema de la escasa
difusión de aquellos efectos regeneradores que
impulsaron a los programas estratégicos de las
ciudades a apostar por la atracción de este tipo de
inversiones. La conjunción de las dos formas
dominantes (infraestructuras y recintos) podría superar
los límites ya referidos, afrontando los problemas
externos que aseguran la absorción o la permeabilidad
de las inversiones concentradas.

Lo dicho refuerza la idea del “proyecto urbano de


alcance variable”, en función de los diferentes valores
y dimensiones que, desde la redacción del programa, y
de acuerdo con la estrategia, podrán serle atribuidos.

El PU de definición variable.

La distinción de grados de (in)certidumbre en la propia


organización del proyecto urbano es, de todos modos,
como ya se ha dicho, su principal característica, si la
comparamos con otros instrumentos de planificación,
como los planes reguladores o los proyectos sectoriales
Puerto de Baltimore, vista aérea del Inner Harbor (fuente:
A.Breen, D. Rigby, The New Waterfront)
destinados a la ejecución. En realidad, se busca un
proyecto urbano tan integrado como exigido por la
infraestructura, podemos hacer referencia a otra familia estrategia y definido por el programa y este grado de
de proyectos urbanos, de contenido preferentemente integración (o por el contrario, el grado de autonomía

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de sus componentes) se refleja en la misma contenidos, presentada por los proyectos urbanos, pone
representación proyectual. No es necesariamente mejor en evidencia la importancia decisiva del mecanismo
el proyecto que define todo al mismo tiempo y al operativo de las transformaciones que se quieren
mismo nivel (visión tradicional del arquitecto, que realizar a través del proyecto y constituye una
subestima los procesos y el factor tiempo), de igual componente del programa a cuyas indicaciones
manera que no es mejor su opuesto, que se limitaría a explícitas debe someterse el proyecto. El mecanismo
definir intenciones programáticas o coordenadas de guía las elaboraciones del proyecto, sobreviviéndoles
referencia para proyectos parciales (visión simplista del (a ellas), en la medida en que éste será parte o etapa de
gestor que subestima la importancia de la las soluciones programadas.
configuración y de la continuidad espacial).
PU y participación.

Algunos grandes proyectos urbanos recientes se han


encontrado con obstáculos en su desarrollo, por la
oportuna oposición de movimientos promovidos por
las poblaciones locales directamente afectadas, o por
grupos de opinión preocupados con los posibles
impactos negativos (piénsese en los acontecimientos
del King’s Cross en Londres). Independientemente de
la discusión de fondo sobre condiciones según las
cuales un movimiento local se puede oponer con éxito
a un proyecto de ámbito urbano o regional aprobado
Diseño para el distrito de negocios Canary Warf (fuente: por los órganos democráticos, la frecuencia de estas
Lotus International n.67) situaciones levanta preocupaciones en el momento de
programación de un nuevo proyecto. En estas
Por lo tanto, el proyecto urbano, variable por definición circunstancias no bastan las condiciones de viabilidad
y geometría, responde a la naturaleza de la actuación y financiera y la presunción del interés colectivo si,
al desarrollo temporal previsto o, en otras palabras, los contemporáneamente, no se alcanza el nivel de
diversos grados de certidumbre de cada componente, transparencia y de consenso necesario para la
aproximándose, de vez en cuando, al proyecto global o, aprobación. O sea, cuestiones controvertidas como la
por el contrario, al metaproyecto. Por consiguiente, es de la “sustentabilidad” o la de los “mix” de la
necesario definir un conjunto de reglas sintácticas (y composición social o de las actividades pretendidas, y
semánticas) para articular proyectos de ejecución en los también las derivadas de la integración de la nueva
cuales cliente y proyectista no son aún conocidos o, intervención con los valores patrimoniales próximos
siéndolo, no están en condiciones de establecer un (para citar apenas aquellas que provocan los conflictos
programa ni de definir la propia contribución para el más frecuentes) deberán clarificarse a través de los
conjunto. De este modo, el denominado “proyecto de canales formales e informales de la participación, antes
suelo” puede ser simultáneamente entendido como del inicio de los proyectos de ejecución. La formación
proyecto de ejecución del soporte, y también como del consenso y de los consecuentes compromisos
metaproyecto para los componentes con respecto a los necesarios son condiciones de viabilidad a las cuales el
cuales este soporte constituye el elemento irrenunciable programa debe ser sometido hasta consentir el
de referencia espacial. proyecto.
En caso de que la entidad que dirige la intervención no Otra consideración recurrente en los juicios que se
esté interesada en la ejecución inmediata, el proyecto elaboran sobre los proyectos urbanos de mayor impacto
urbano adquirirá semejanzas de plan sea en términos de visual o funcional se refiere a la excesiva cercanía,
gestión, consecuente con la operación inicial, sea en la cuando no directamente sumisión, al márketing político
definición de reglas perdeterminadas por terceros. En y a los calendarios electorales. Resulta obvio que el
estos casos, será aprobado y dirigido como tal por las riesgo de perversión coyuntural de las iniciativas de
autoridades correspondientes. Esta variación de fuerte impacto sobre el perfil urbano, reforzado por la

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relación con eventos de gran magnitud o de innovación del “territorio problemático”, es aún posible en la
tecnológica o arquitectónica, estará siempre latente en medida en que se demuestre la eficacia de estos
la actuación por grandes proyectos. Por lo demás, la proyectos en la multiplicación y dispersión de
historia urbana presenta está condición como norma, contaminaciones positivas, tanto si son territoriales
independientemente de los sistemas o de las como si son sectoriales. Urge, por esta razón, ampliar
personalidades implicadas. la investigación sobre los impactos, la evaluación de la
productividad económica y social de los recursos
Lo cierto es que, por sus mismas cualidades, estas movilizados y siempre concentrados, como también
“intervenciones de magnitud” sirven también a la sobre la capacidad de apropiación más generalizada de
democracia local o supra-local, consolidándolas gracias las cualidades ambientales, arquitectónicas, en los
al prestigio que puedan producir en la ciudad y/o por espacios vacíos entre las intervenciones de magnitud,
los problemas que resuelven. Al mismo tiempo, sirven en ocasiones transformadas en “cadáveres exquisitos”.
para confirmar los juicios del electorado sobre partidos
y personalidades que los hayan propuesto y
desarrollado. Se trata de una ambigüedad inevitable, Referencias bibliográficas
tanto más discutible cuanto más exploren los proyectos - BARNETT, J. (1995), The Fractured Metropolis, Harper
en cuestión las señales o se alejen de criterios de Collins, Nueva York
eficiencia/costes razonables. - BORJA, J., CASTELLS, M. (1997), Local y Global. La
gestión de las ciudades en la era de la información, Taurus,
Madrid
La actuación a través de grandes proyectos siempre - BOSMA, K., HELLINGA, H. (eds.), (1997), Mastering the
podrá ser contrastada con una alternativa producida por City. North European City Planning 1900-2000, Nai
la dispersión de sistemas de acciones discretas, estando Publishers, Rotterdam.Efl Publications, La Haya
así quizá más cerca de las deficiencias que afectan a la - CLEMENTI, A., PEREGO, F. (1990), Eupolis: la
mayoría. En cualquier caso, este segundo tipo de riqualificacione delle città in Europa, Laterza, Bari
estrategia se efectuará igualmente a través de proyectos - DUBOIS-TAINE, G. (1996), L´amenageur urbain face a la
urbanos, a pesar de que el nuevo término está más crise de la ville, Editions de l´Aube, París
connotado con intervenciones mediáticas, siendo - ELEB, N. (1995), Le rapport plan-projet (Madrid, Lisbonne,
Bâle, Siena), Ipraus, París
menos horizontales o dispersas en el territorio en - FALINI, P. (1997), I territori della riqualificazione urbana,
función de que lo sean los problemas aludidos. Officina, Roma
- MACCHI CASSIA, C. (1991), Il grande progetto urbano.
Este será el espacio de validación de la intervención a La forma della città e i desideri dei cittadini, La Nouva Italia
través de proyectos urbanos. En los casos mejor Scientifica, Roma
considerados (recuerdo Lyon y Nantes, Barcelona, - MORANDI, C., PUCCI, P. (1998), Prodotti notevoli.
Glasgow o Curitiba y Río de Janeiro) coexisten Ricerca sui fattori di sucesso dei progetti di trasformazione
inteligentemente proyectos urbanos de dos tipos y por urbana, Angeli, Milán
eso habrá tenido un papel decisivo la explicitación de - NEWMAN, P., THORNLEY, A. (1996), Urban Planning in
Europe: international competition, national systems and
estrategias a medio plazo, con el recurso a pacientes
planning project, Routledge, Londres
negociaciones inter-institucionales y de partnership - PUCCI, P. (1997), I nodi infrastructurali: luoghi e non
público-privado, con la implicación más o menos luoghi metropolitani, Angeli, Milán
explícita de la sociedad civil. También en estos casos - SERAGELLIDIN, I. (1997), The architecture of
son todavía excepción aquellos que han implicado en la empowerment : people, shelter and liveable cities, Academy,
misma estrategia de cohesión ciudades fuertes y Londres
ciudades débiles, inductoras e inducidas, con prestigio
y “sin calidad”. En este sentido, los proyectos urbanos (*)Nuno Portas, profesor de urbanismo, Universidade
recientes constituyen, todavía, un tipo de intervención do Porto.
privilegiado y de algún modo deformador. La (**)Una versión inicial de este artículo fue publicada -
legitimación de la intensidad del capital invertido, en italiano- en la revista Urbanística, n.110, 1998
sobre todo público, que es difícil en puntos concretos (traducción F.J.Monclús)

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Lectura 39

SERRA, Enric (1999).


Centro reinventados
Lectura 40

FONT, Antonio (1999).


Proyectar el lugar
Lectura 41

GANDELSONAS, Mario (2004).


La ciudad como objeto de la arquitectura

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