Resumen La Iliada Alessandro Baricco
Resumen La Iliada Alessandro Baricco
ALESSANDO BARICCO
CRISEIDA
Los aqueos asediaban Troya. Saqueaban las ciudades llevándose comida, animales y mujeres.
Fue así como raptaron a Criseida, una mujer hermosa, de vivaces ojos, que los aqueos se
repartieron como botín. Agamenón, rey de reyes, jefe de los aqueos, la quería para él. Un día
llegó al campamento su padre Crises, un anciano sacerdote de Apolo, y llevó regalos para que
a cambio de éstos le devolvieran a su hija. Agamenón se negó y lo echó del lugar. Derrepente
muerte y dolor se apoderó de los aqueos. Por nueve días muchas flechas mataron a hombres y
animales. Al décimo día Aquiles habló con el sabio adivino Calcante para que le explicara por
qué estaba sucediendo tanta desgracia. Éste le respondió que la desgracia era porque
Agamenón rechazó liberar a Criseida y el dios Apolo se enojó. La única manera de para con
todo era devolvérsela a su padre. Agamenón molesto por lo que había dicho el adivino, dijo
que la devolvería sólo a cambio de recibir otra mujer que podría ser la de Aquiles. Ulises toma
las naves y lleva a Criseida al encuentro con su padre. A Aquiles le molestó que Agamenón
amenazara con robar a su mujer así es que decidió marcharse a su casa y no seguir a
Agamenón en la batalla. Agamenón libera a Criseida y manda a buscar a Briseida, la mujer de
Aquiles. Los vió marcharse, fue a sentarse solo en la ribera del mar y se puso a llorar e invocó a
su madre Tises. Aquiles le preguntó cómo podía salvarse y ella respondió que no fuera al
campo de batalla, que guarde su rabia contra los aqueos por la ofensa que había sufrido.
TERSITES
Tersites era un hombre muy feo: patizambo, cojo, hombros encorvados y contraídos sobre el
pecho, cabeza picuda. Le gustaba hablar mal de todos los reyes. Los aqueos lo escuchaban y se
reían, y por eso los reyes lo odiaban.
Néstor, el más sabio, anciano, respetado y escuchado por todos, le habló a Agamenón
mientras dormía. Le dijo que tenía un mensaje de Zeus que decía que sentía piedad y pena por
él, y que le ordenaba armar un ejército y asediar Troya. Los dioses estarían de su parte y la
desgracia caería sobre sus enemigos. Citó a reunión pero quiso poner a prueba a su ejército:
diría que renunciaba a la guerra y que volverían a casa para ver qué hacían los soldados. Se los
dijo y la gente se fue a las naves saltando de alegría, excepto Ulises, el astuto, que permaneció
inmóvil. Fue donde Agamenón, le quitó el cetro y le gritó a los otros que eran unos cobardes,
que Agamenón les había puesto una prueba pero luego los castigará, y consiguió detenerlos.
Tersites habló enfrentando a Agamenón, diciéndole que no era justo que ellos fueran a la
batalla para conseguir cosas sólo para él. Les dijo a los soldados que volvieran a casa y dejaran
solo a Agamenón por la ofensa que tuvo contra Aquiles. Agamenón no dijo nada, pero sí Ulises
que lo trató de estúpido por ofender al jefe y lo golpeó con el cetro en los hombros y en la
espalda. Tersites lloró por el dolor y la humillación. Cayó al suelo y todos se reían de él. Ulises
habló a Agamenón diciendo que sería un deshonor abandonar la batalla después de tanto
tiempo y sin haber conseguido nada. Les dijo a los soldados que se quedaran y siguieran
conquistando los lugares de Troya y los convenció. Eran millares que llegaron al frente de
Troya, quedando los unos frente a los otros. Aparece Paris armado con un escudo y una
espada, sujetando 2 lanzas con la mano desafiando un duelo. Cuando Menelao lo vio se lanzó
contra él para vengarse del hombre que le había robado a su esposa. París lo vio, tembló, y
empezó a huir hasta que Héctor lo detuvo diciéndole que sólo era un hombre hermoso, que no
servía para pelear, que era un cobarde. París le responde que haga que se sienten todos los
aqueos y troyanos y que hagan un duelo sólo Menelao y él y así pelear por el amor de Helena.
Aquel que gane se quedaría con ella y con todas las riquezas, y troyanos y aqueos firmarían un
acuerdo de paz. Héctor se acercó a Agamenón y dijo la propuesta de Paris. Menelao estuvo de
acuerdo y dijo a aqueos y troyanos que hagan las paces lo antes posible. Por un momento los
dos ejércitos se unían por la esperanza de poner fin a la guerra.
HELENA
Laódica le avisa a Helena que Paris y Menelao (troyanos y aqueos) se iban a enfrentar por ella,
que ella sería el premio mayor. Menelao era su primer esposo y Paris sería su nuevo esposo.
Comenzaron a pelear con lanzas y espadas hasta que Paris se escapó. Una mujer lo ayudó y lo
dejó en una habitación. Helena lo fue a ver y le reclamó el por qué había abandonado la
batalla, que debería haber seguido luchando. París le dijo que Menelao tenía ayuda de los
dioses entonces no podría vencer. Le dice que la próxima vez lo vencería.
PANDARO Y ENEAS
Pándaro estaba en la batalla con su arco y flecha. Después de que Paris se arrancó, Laódoco le
dice que le lance una flecha a Menelao para matarlo y así él sería el héroe. Pándaro le hizo
caso y le lanzó la flecha clavándosela en el abdomen. Agamenón, hermano de Menelao,
lloraba porque pensaba que moriría, pero sólo había sido una herida. Lo llevaron a curarse y
Agamenón ordenó atacar a los troyanos. Así los ejércitos empezaron a atacarse unos a otros.
Los aqueos comenzaron a ganar. Los troyanos intentaban huir pero los aqueos los iban
matando. Pándaro lanza una flecha sobre Diómedes, príncipe aqueo, y le da en el hombro
derecho. Él furioso va en su búsqueda matando a todo el que se cruzaba. Eneas se acercó a
Pándaro y le dijo que juntos mataran a Diómedes. Se subieron al carro de Eneas y lanzaron los
caballos contra Diómedes. Él no se asustó y con una lanza mató a Pándaro. A Eneas le lanzó
una piedra que le llegó en la cadera. Escuchó la voz de Sarpedón, jefe de los licios, que
alentaba a los troyanos a seguir luchando, especialmente a Héctor. Éste le hizo caso y llamó a
los troyanos a la batalla y se lanzaron en contra de los aqueos. Eneas herido también siguió
peleando y así siguieron muriendo unos y otros. Héctor les provocaba miedo a los aqueos y
cuando él se acercaba retrocedían y dejaban de pelear, pero Diómedes era poderoso y los
obligaba a seguir. Así los troyanos comenzaron a escapar derrotados por el miedo. Llegó
Heleno, hijo de Príamo, y le dijo a Eneas y a Héctor que siguieran batallando, que le pidieran
ayuda a la diosa Atenea. Héctor le hizo caso y fue a la ciudad a buscar a su madre para que le
lleve el manto más bello a la diosa. Enea y los troyanos siguieron luchando.
LA NODRIZA
Llegó Héctor al palacio de Príamo y se encontró con su madre. Le pidió que reuniera a las
mujeres más ancianas, que tome el manto más hermoso y lo ponga en las rodillas de Atenea.
Le dijo que le pida tenga piedad por las esposas e hijos troyanos, y le suplique aleje a
Diómedes porque era demasiado fuerte. La mamá encontró el manto más bello y subió al
templo de Atenea. Héctor entró a una habitación del palacio y vio a Paris con Helena. Le
reclamó por estar ahí y no luchando en la batalla. París le dice que luego iría pero no se notaba
tan seguro. Héctor fue a su casa para ver a su esposa Andrómaca y su hijo. La nodriza estaba
con ellos. Su esposa llorando le pedía que no siguiera batallando, que tuviera piedad por ella
porque ella no tenía más familia que él, pero Héctor era un guerrero y no podía dejar de pelear
contra los Aqueos. Tomó a su hijo en brazos y pidió a Zeus que su hijo sea el más fuerte de los
troyanos. Le pidió a su esposa que volviera a su casa con las sirvientas y él volvió a la batalla.
NESTOR
Héctor ordena bajar las armas de su ejército troyano y lo mismo hace Agamenón con los
Aqueos. Héctor habla y dice que no quiere que sigan todos batallando, que los dioses los
engañan con sus promesas y luego sólo los condenan al sufrimiento, así es que pide a que un
príncipe aqueo se enfrente solo contra él en un duelo directo. Ningún aqueo hablaba porque
Héctor era muy fuerte y le temían. Luego se adelantaron 9 de ellos dispuestos a combatir.
Néstor hubiera querido pelear pero decía que ya no era joven para eso. Él colocó una fichas en
el yelmo de Agamenón, lo movió y sacó una… el elegido fue Ayante de Telamón. Él se sentía
fuerte y aceptó enfrentar a Héctor. Pelearon con sus lanzas, espadas y escudos hasta que
anocheció. Con la oscuridad las batallas se detienen. Decidieron terminar la pelea en paz y se
intercambiaron regalos. En la noche los aqueos celebraban y Néstor que era el más sabio y
anciano habló. Propuso pedir a los troyanos un día de tregua para retirar a los muertos y para
construir un muro alto para protegerse de los ataques. A nadie le gustó la idea pero Néstor
creía que la guerra se ganaría con estrategia y no batallando como lo hacían ahora.
Al día siguiente se acercó a los aqueos el troyano Ideo. Fue a devolver las riquezas que Paris se
había llevado junto con Helena y les llevó regalos para compensar la traición. Tenían miedo de
que los dioses no los perdonaran por su falta de lealtad. Diómedes y Agamenón rechazaron
todo y acordaron un día de tregua para retirar a los muertos. Así lo hicieron aqueos y troyanos,
que con dolor buscaba y apilaban a los suyos. Néstor envió a algunos a construir el muro
aunque no estuvieran de acuerdo e hizo excavar una fosa frente a el para mantener lejos a los
carros troyanos. En la noche Zeus lanzó terribles truenos que los hizo temblar de miedo.
Al día siguiente siguieron la batalla muriendo unos y otros pero los troyanos iban ganando.
París lanzó una flecha que le dio al caballo de Néstor y éste vió como Héctor se iba contra él.
Los aqueos arrancaban. Néstor pidió ayuda a Ulises pero no lo escuchó y Diómedes se acercó a
salvarlo. Lo subió a su carro y juntos fueron contra Héctor. Diómedes le tiró una lanza que no
le dio y Néstor le dijo que mejor huyeran sino morirían. Diómedes no quería, su honor no le
dejaría darse por vencido, pero Néstor tiró los caballos y arrancaron hacia la fosa. En ese lugar
siguieron atacando los troyanos e iban lanzando uno a uno a los aqueos a la fosa y contra el
muro construido. Los aqueos luchaban pero Héctor era muy fuerte y no lograban frenarlo.
Hasta que la noche los hizo parar pero Héctor no se retiró. Ordenó a sus tropas acampar al pie
del muro, prendieron fogatas y así esperaron el amanecer.
AQUILES
Ulises, Ayante, Fenix, Odio y Eríbates fueron a ver a Aquiles a su tienda. Le fueron a pedir que
vuelva la batalla porque troyanos los matarían. Ulises le dice que Agamenón prometió distintas
cosas si él deja su ira y orgullo y vuelve a pelear. Le prometía preciosos regalos, vigorosos
caballos, mujeres hermosas, que le devolverá a Briseida, que le dará a una de sus hijas para
que se case, le dará 7 ciudades con los hombres más ricos que lo honrarán como si fuera un
Dios. Ulises le dijo que si no quería todo lo que Agamenón ofrecía, que vuelva a la batalla por
piedad a ellos, porque Héctor era muy fuerte y no podían contra él. Aquiles dijo que no dejaría
su ira y no quería batallar porque sentía que no valía la pena; él ya había batallado y ganado
muchas cosas pero todo le había sido arrebatado por Agamenón, incluyendo la mujer que
amaba. No quería que lo volvieran a engañar y no tenía ganas de enfrentarse a Héctor. No iría
en ayuda de Agamenón ni combatiendo ni aconsejándolo. Lo que quería era volver a su casa
en paz. Les dijo que llevaran su mensaje a Agamenón e invitó a Fénix a quedarse con él y partir
a su tierra. Fénix era como su padre y también intenta convencerlo de que los ayude a
sobrevivir pero tampoco lo logra y todos se van de ahí.
DIÓMEDES, ULISES
Agamenón no lograba dormir pensando en un plan para salvar a los aqueos. Fue donde Néstor
a buscar ayuda porque era el más sabio y le dijo que tenía miedo. Néstor los llamó a todos a
reunión para decidir si huían o seguían combatiendo. Preguntó si alguien se atrevía a capturar
a un troyano o escuchar a alguien para enterarse de su plan. Diómedes se ofreció y pidió ir con
Ulises. Iban caminando en la oscuridad y se encuentran con un hombre troyano que Héctor
había enviado para espiarlos. Lo interrogaron y éste por miedo les contó todo: dónde estaba
Héctor, cómo estaban reunidos, qué tenían planeado y dónde ubicarse para infiltrarse y poder
atacar. Le dan las gracias y Diómedes le corta la cabeza con su espada. Luego van juntos con
Ulises al lugar donde les había dicho el espía y se encontraron a los troyanos durmiendo y los
comienzan a matar. Tomaron los carros con los caballos y volvieron con los aqueos.
PATROCLO
Al amanecer Agamenón desplegó su ejército para seguir la batalla y fueron cayendo unos y
otros. Los aqueos se veían más fuertes y hacían retroceder a los troyanos. Agamenón como un
león se lanzaba contra uno y otro dándole muerte, pero fue herido y tuvo que abandonar.
Diómedes y Ulises siguieron combatiendo contra Héctor, pero Diómedes fue herido en un pie
por una flecha que lanza Paris y también debe abandonar. Ulises se da cuenta que había
quedado sin sus amigos y sin los aqueos que habían huido por el miedo. A su alrededor sólo
habían troyanos, tuvo miedo, pero no abandonó y siguió peleando hasta que salió herido.
Pidió ayuda y Ayante junto a Menelao lo sacaron de ahí. Ayante siguió luchando y Héctor se
fue contra él. Aquiles miraba la batalla y le habló a Patroclo. Lo mandó donde Héctor a ver si
Macaón, uno de los aqueos, seguía o no vivo. Para Aquiles, Macaón era muy valioso. Néstor le
dice a Patroclo que hable con Aquiles y que lo convenza de dejar su enojo de lado y pelee, y
que si no logra convencerlo, que le pida sus armas, que las tome y vaya al campo de batalla
para que los troyanos piensen que él es Aquiles y así abandonen la lucha.
Héctor seguía atacando y nuevamente Polidamante se acerca a él furioso y le dice que vea que
sus soldados se están dispersando por todos lados por lo que necesitan detenerse y elaborar
un plan. Héctor le hizo caso y reunió a su ejército pero se da cuenta que muchos habían
muerto y con Paris se lanzaron denuevo al ataque. Ayante los esperaba y le lanza una piedra a
Héctor que le da justo debajo del cuello y cae desplomado. Sarpedón lo logra sacar del lugar.
Los aqueos pensaban que Héctor había muerto pero lo ven que vuelve nuevamente con su
ejército a seguir atacando con fuerza y empiezan a huir y retroceder. Héctor logra llegar a las
naves aqueas y prende fuego.
FENIX
Patroclo llegó llorando donde Aquiles como una niña. Tenía rabia con Aquiles por no estar ahí
peleando, defendiendo a su gente, y le pide le de sus armas y su ejército para ir él en su
nombre y así los troyanos retrocederían. Aquiles accede a la petición pero le indica que cuando
vea que los troyanos retroceden deje de combatir y de la vuelta. Patroclo se puso las
armaduras de Aquiles y partió con 5 filas de soldados, entre ellos Fénix el viejo. Aquiles pidió a
Zeus que Patroclo pudiera luchar, vencer y regresar.
Los troyanos pensaron que era Aquiles quien llegaba a la batalla. Retrocedían pero no se
alejaban de las naves. Uno tras otro caían los troyanos a manos de Patroclo, incluyendo
Sarpedón a quien le atravesó el corazón con una lanza. Esto provocó la ira de los troyanos y
fueron con Héctor a defender sus armas. Comenzaron a pelear alrededor de su cadáver y luego
Héctor ordenó huir y corrieron todos hacia la ciudad. Patroclo y todos salieron tras ellos, sin
parar de matar. Llegaron a la torre y siguieron luchando cuando derrepente Héctor aparece en
su carro y queda frente a Patroclo y comienzan a luchar. Lo hicieron por mucho rato hasta que
el troyano Euforbo le clava una lanza en la espalda a Patroclo y luego Héctor le atraviesa otra
en el vientre. Fénix murió dos años después durante un viaje en que intentaba regresar a casa
desde troya.
ANTÍLOCO
Menelao llegó a ver el cadáver de Patroclo. Llegó Euforbo, y Menelao saltó sobre él y le clavó
una lanza en la garganta y lo mató. Menelao pide ayuda a Ayante para ir contra Héctor porque
éste le había robado las armas a Patroclo y quería cortarle la cabeza al cadáver. Ayante lo
impidió y Héctor retrocedió. Los troyanos tratan de cobarde a Héctor por no haberse
enfrentado a Ayante. Héctor se quitó sus armas y se puso las armas inmortales de Aquiles,
aquellas que llevaba Patroclo al morir, y brilló con toda su fuerza y vigor. Gritó a sus hombres y
se fueron todos en contra Ayante. Él los vió venir y entendió que ni él ni Menelao podrían
detenerlos así es que pidió ayuda a otros aqueos. Se peleaban el cuerpo de Patroclo que
pasaba de un bando a otro pareciendo el pellejo de un animal, y alrededor de él los guerreros
se seguían matando.
Los caballos que eran de Aquiles fueron llevados por Automedonte lejos de la contienda
cuando Patroclo cayó. La leyenda cuenta que se quedaban inmóviles y lloraban con los hocicos
rozando el suelo. Pero derrepente se fueron galopando fuerte hacia la batalla, correteando en
medio del tumulto sin que Automedonte los pudiera controlar.
Antíloco era uno de los hijos de Néstor. Fue enviado a dar la noticia a Aquiles de la muerte de
Patroclo, y de avisarle que los troyanos peleaban su cuerpo desnudo porque habían robado
sus armas. Aquiles sintió un gran dolor y tirado en el suelo, con un grito invocó a su madre.
Dijo que debía olvidar el rencor y encontrar al hombre que había matado a su compañero,
aunque después él también muriera. Antíloco lo levantó y lo convenció de ir a defender el
cuerpo de Patroclo. Llego al campo de batalla sin armas, pero sólo con un grito hizo quedar
petrificados a los troyanos y muchos huyeron. Dejaron el cuerpo en un lugar seguro, Aquiles se
acercó y empezó a llorar.
AGAMENON
Le llevaron a Aquiles las mejores armas que los mejores artesanos aqueos habían fabricado
para él. Parecían armas hechas por un dios para un dios. Aquiles dejó el cuerpo de Patroclo y
gritando llamó a los guerreros a asamblea. Le habló a Agamenón diciéndole que olvidaba el
pasado, abandonaba su ira y volvería a luchar. Le dijo que él reuniera a los aqueos que lo
acompañarían. Ulises le dijo a Aquiles que hiciera que Agamenón jure no haberse unido a
Briseida para que su corazón esté más sereno al momento de combatir. Aquiles no quería
hablar de eso y tampoco aceptó el consejo de comer, sólo quería ir contra Héctor, pero Ulises
insistió que los guerreros debían recuperar fuerzas con vino y comida, y ordenó que así fuera.
Agamenón juró ante Zeus nunca haber tocado a Briseida. Aquiles no tocó la comida, se puso
las armas, subió al carro y gritó a sus caballos inmortales que lo llevaran a la batalla. Aquiles
insultaba a los caballos culpándolos de no haber protegido a Patroclo.
EL RÍO
Aquiles fue a la pelea y se encontró de frente con Eneas, el hijo de Anquises. Con lanza y
espada comenzaron a luchar, pero Aquiles era más fuerte y Eneas arrancó. Siguió luchando y
matando troyanos, entre ellos el hermano de Héctor, quien al ver el cuerpo atravesado por la
lanza, se va con furia contra Aquiles y empiezan a pelear. Pero derrepente a Aquiles se le nubla
la vista y la mente, como si dentro de su cabeza algo le estuviera pasando, y cuando vuelve a
ver, Héctor había desaparecido entre los troyanos. Aquiles seguía matando y muchos huían
aterrorizados por los campos hasta llegar al río, se lanzaron buscando salvarse y Aquiles
también se lanzó. Mataba a cuanto troyano se le cruzaba, tiñiendo el río de sangre. Mataba
con furia para vengar la muerte de Patroclo hasta que el río habló y le pidió que saliera de él,
que no siguiera tirando cadáveres a sus aguas, que se detuviera o se marchara. Aquiles le
responde que se irá cuando termine de matar a todos los troyanos, entonces el río enojado
provoca una gran ola y remolinos. Aquiles arranca por las llanuras pero la ola seguía tras él
echándosele encima. No podía mantenerse en pie y gritando comienza a llamar a su madre y
pedir ayuda a los dioses. Él quería morir como un héroe luchando y no ahogado en un río, y
éste seguía contra él. Hasta que derrepente, de una manera mágica, una muralla de fuego
aparece y puso el rio en llamas. El agua hirvió y derrotado volvió a su corriente normal.
ANDRÓMACA
Los troyanos huyeron hacia la ciudad. Príamo abrió las puertas pero fuera quedó Héctor.
Príamo, el gran rey, lloraba al ver la furia de Aquiles e imaginando el destino de su hijo y de su
gente. Le pedía a Héctor que entrara, que no se enfrentara al gran Aquiles pero él no lo
escuchaba. Estaba quieto esperando a Aquiles quien llegó furioso y empezó a perseguirlo.
Héctor corrió por mucho rato hasta que su hermano salió y le dice que pare y juntos enfrenten
a Aquiles, y así Héctor comenzó a pelear. El hermano no aguantó el miedo y se escondió en el
interior de la ciudad. Héctor y Aquiles se enfrentaron como leones hasta que Aquiles mata a
Héctor. Ato su cuerpo al carro desde los tobillos y lo arrastró. Andrómaca, su esposa, sintió un
gran dolor.
PRÍAMO
Príamo, el padre de Héctor, sentía mucho dolor por su muerte porque Héctor era su mejor
hijo. El anciano le dijo a su esposa que quería ir donde Aquiles a llevarle regalos para suavizar
los ánimos y abrazar el cuerpo de Héctor. Ella no estaba de acuerdo, pero él gritando pedía
que prepararan los carros y cargaran los regalos. Con una copa de vino le pidió a Zeus que
tuviera piedad y que le permitiera encontrar amistad y compasión adonde se dirigía. Cuando
llegaron al río se encontraron con un hombre que le ofreció protección. Era un seguidor de
Aquiles que venía del campamento de los Aqueos. Le cuenta que el cuerpo de Héctor aún
permanece intacto, que Aquiles lo arrastra y ultraja todos los días pero las heridas sanan y la
sangre desaparece. El hombre lo acompañó hasta la tienda de Aquiles. El viejo se puso delante
de él, se arrodilló besando sus manos y le pide que tenga piedad por su vejez y que lo deje
llevarse el cuerpo de Héctor a cambio de los regalos. A Aquiles se le llenaron los ojos de
lágrimas y con dulzura lo alejó de él. Tomó el cuerpo de Héctor en sus brazos y lo puso en el
lecho fúnebre. Le dijo a Príamo que al amanecer se lo podría llevar, lo invitó a comer, le dio un
lugar para descansar y le dijo que pararían la guerra por un momento para que él pudiera
honrar a su hijo. Aquiles trató tan bien a Príamo que él ya no le tuvo miedo. Príamo no esperó
que amaneciera y se llevó el cuerpo de Héctor. Los hombres y mujeres de Troya lloraban junto
a él. Se despidieron su esposa, su madre y Helena. Al día siguiente quemaron su cuerpo y los
huesos fueron enterrados.
DEMÓDOCO
Mucho tiempo después a la corte de los feacios llegó un náufrago sin nombre que se emocionó
al escuchar cantar a Demódoco las historias de los héroes aqueos. Habían pasado 10 años y
todavía duraba la guerra entre troyanos y aqueos. Aquiles y Antíloco ya estaban bajo tierra.
Ayante vagaba en el Hades después de haberse matado. París había muerto y Helena vivía con
su nuevo esposo. Los troyanos seguían llorando por Héctor. Ulises fue él quien hizo que la
guerra terminara, con inteligencia y no con la fuerza. Construyeron un caballo de madera y
varios se escondieron en su interior. Hicieron creer a los troyanos que habían huido y éstos
tomaron el caballo y se lo llevaron a su ciudad como un trofeo y un regalo para la diosa
Atenea. Todos lo recibieron felices con cánticos y comida pero Casandra, hija de Príamo que
veía el futuro, les dijo que ése era el caballo de la desgracia, pero no le creyeron. Helena llegó
a ver el caballo, daba vueltas observándolo, incluso el vientre donde existía una pequeña
puerta para que los aqueos pudieran salir, pero ella no dijo nada. No se sabe si ella se dio
cuenta o no. Al llegar la noche, salen desde el vientre del caballo Ulises, Menelao, Diómedes y
Neoptólemo. Estaba también Anticlo, pero éste murió ahogado por Ulises cuando él pretendía
gritar y echar a perder el plan. El ejército aqueo entra a la ciudad y empieza la masacre. Morían
mujeres, hombres, niños, ancianos, animales y aves. Príamo fue asesinado a los pies de Zeus,
el hijo de Héctor fue arrojado por Ulises desde lo alto de las murallas, Andrómaca y la madre
de Héctor fueron tomadas como esclavas, Casandra fue violada por Ayante sobre el altar de
Atenea. Ulises y Menelao van a buscar a Helena.
Demódoco cantaba toda esta historia de dolor y el hombre sin nombre no paraba de llorar. A
Demódoco le pareció raro y preguntó quien era, y él respondió que era Ulises y que algún día
regresaría a ese lugar.