Ventanas Todas 1981 0
Ventanas Todas 1981 0
Uno de estos jekes árabes que tanto petróleo tienen, al par que tanto lío, se ha
dirigido a los jefes de estado cristianos para decirles, poco más o menos, que cómo
quieren que el mundo prospere y sea mejor si en las fiestas donde desean paz y
prosperidad a todo el mundo no hacen más que emborracharse.
Ya se sabe que los mahometanos tienen prohibido tomar alcohol, por el Corán,
aunque me creo yo —dicho sea con todos los respetos— que los hispanoárabes
andaluces, cuando aquello del Califato de Córdoba, y hasta cuando lo del reino moro
de Badajoz, más de una y más de dos veces bebían lo suyo y se saltaban a la torera las
normas religiosas, que en esto de beber vino debían ser bastante más elásticas de lo
que se dice.
En lo que sí estoy de acuerdo con el jeke es en lo del recibimiento del año, con la
enorme resaca que nos deja a la mayoría de los “cristianos” que no vemos mejor
modo de recibirlo que entre vapores de alcohol. Pienso yo que en esto debía hacerse
una especie de “cabañuelas” humanas. Ya saben ustedes que entre los agricultores de
Castilla existe la tradición de las “cabañuelas” que es vaticinar, por el estado de los
doce primeros días del año, el de los doce meses de él. El primer día correspondería a
enero, el segundo a febrero, y así hasta doce. Pues bien, entre los humanos, debíamos
hacer una especie de “cabañuelas” referidas a las doce primeras horas del nuevo año,
para ver cómo nos iba a ir a cada cual en el 1981. Si la primea hora del año, nos coge
“ajumados” —como es lógico en estas fechas— quiere decir que el primer mes vamos
a andar obnubilados; y si el resto de las horas nos toman con la “resaca” de la fiesta de
recepción, ustedes nos dirán con qué cuerpo vamos a estar en el resto del año…
Porque mucho: “¡Año nuevo, vida nueva!” y resulta que la mayoría hemos recibido al
año igual de bebidos que el año pasado… ¡vamos como para que el deseo se cumpla,
cuando predicamos sin el ejemplo!... Por lo demás, quiera Dios que las uvas que
tomamos no se nos atraganten.
Así, me fui a ver a mi buen amigo el mago-adivino doctor Karim, primo hermano
de uno de los Reyes Magos y que vive en el Oriente según se entra a mano derecha.
— Oye, Karim —le dije–, ¿Es que no hay más que desgracias para el nuevo año?
— Verás —me respondió—. Con esto pasa como con el jamón, que lo hay
corriente y lo hay de “pata negra, ibérico”.
— Pues dame un vaticinio ibérico de pata negra.
— Catorce mil duros te va a importar la broma.
— No importa, adelante.
Mi buen amigo Karim dejó la bola de cristal que sólo desgracias predice, tomó
una pandereta, le puso una luz debajo y comenzó a puntear con los dedos un ritmo así
como de pasodoble… Sobre la pandereta, como en la “tele”, comenzaron a salir
escenas —yo temía que hasta saliera la Lola Flores— y mi amigo comenzó:
— Veo que en 1981 el canon que cobrará la Diputación va a ser algo así como un
cañón de lanzamiento de la provincia hacia el futuro, que la hará salir del
subdesarrollo. Se acabará el paro. Le tocarán las quinielas a todos y cada uno de los
cacereños, y al que no, le tocará la lotería. Vendrán las lluvias. Vaticino siete años de
vacas gordas. No caerá ni una sola desgracia en la provincia. Los niños cacereños que
nazcan en el 81 serán más guapos, más rubios y tendrán los ojos más azules; cada
niña ganará un concurso de belleza, si llega a presentarse… Veo que los pajaritos
cantan y las nubes se levantan, que los partidos políticos estarán a partir un piñón, y
no a partirse la boca. No habrá envidia, sino paz y cordialidad entre los cacereños… y
seréis todos muy felices y comeréis perdices, sin dar con los huesos en las narices a
nadie, porque eso está muy feo.
— Bueno, pero todo eso, ¿va a ser verdad?
— Mira hijo, la verdad es siempre muy relativa… ¿Por qué no va a ser verdad
esto y sí lo van a ser las desgracias?
Yo no sé si mi amigo Karim cruzó o no los dedos al contarme todo esto, porque
pienso yo que quizás todas estas venturas no lleguen a realizarse… ¿Pero a que son
bonitas? Pues vamos a pensar en ellas, que será la forma de vivir con el corazón
ilusionado y no encogido, que al fin y al cabo es lo que importa.
Queridos Reyes Magos: Como he sido bueno, os escribo esta carta para pedir
una serie de juguetes y regalos para mi gente de aquí, que también ha sido buena y
espera mucho de vosotros.
Para el presidente de la Junta de Extremadura, don Manuel Bermejo, os pido una
brújula, para que se oriente. Como no quiero dejar de regalar algo a mi buen amigo
Luis Ramallo, os ruego le enviéis una silla de anea de Casar de Cáceres, para que no
eche de menos el sillón presidencia.
Para el Club Polideportivo Cacereños, un caballo de cartón, por si no llega el Jaco
Zafrani ese.
Para el señor Machuca, concejal de Tráfico, un pito con sonómetro incluido.
Para Teófilo González Porras, delegado de Cultura, la nueva biblioteca, pero que
tenga muchas estanterías para coches y muchos aparcamientos para libros o
viceversa.
Para Jaime Velázquez, presidente de la Diputación, que ya tiene el “canon”,
mandarle al “Kojac” y a “Banaché”, para que los coleccione.
A la Comisión de Monumentos del Ayuntamiento, un “exin-castillo”, y al Colegio
de Arquitectos de Extremadura, una “arquitectura”, para que jueguen juntos y sean
amigos.
A nuestro alcalde, Manolo Domínguez, una bola del mundo, para que siga
haciendo “jumelajes” o hermanamientos —como se dice en cristiano—.
Al concejal de Festejos, Pepe Blanco, una plaza de toros, con toreros y ganado
incluido.
A los jugadores del Cacereño y a nuestro compañero Tomás Pérez, un par de
“karabineros”, para que se los coman con mahonesa, cuando vuelvan de jugar de
Ceuta y les quiten el “alijo”.
A Juan Bazaga, presidente de la Hacienda Municipal, una calculadora de las que
tocan himnos, por si las “perras” no llegan y quiere poner música.
Y vamos con los Felipes; a los concejales: Felipe Vivas, una caja de pastillas para
la tos; a Felipe Sarró, un “Drácula”, por aquello de los donantes de sangre, y a Felipe
Romero Morcillo, un “pernapeque para cazar ratones” o un muñequito de los
llamados “Felipitos Tacatúm”.
A nuestro gobernador, don Luis —dicho sea con todos los respetos— un juego
de jardinería, con placa incluida.
Al secretario del Ayuntamiento, mi buen amigo don Roberto, el “Aranzadi”
corregido y aumentado.
Para Pedro Cañada, aunque está casado, un buen partido.
Para “La Chicuela” una casa, porque la que tenía se está viniendo abajo.
Espero que me hagáis caso y no nos traigáis carbón, porque hemos sido buenos,
y caso de que no lo estiméis así, traernos butano en vez de carbón, que es más caro y
más limpio.
Finalmente, para mí lo que queráis, aunque no pienso dejar los zapatos en el
balcón, porque el año pasado lo hice y me los quitaron.
Diario HOY, 4 de enero de 1981
72
Yo no dudo del origen fenicio de los catalanes cuando veo que entre los
españoles, en plan comercial, no hay “quien les eche la pata” —como suele decirse— y
sacan tajada de cada situación por nimia que sea. No me voy a remontar a la
“operación” montada desde hace casi un siglo para llevarse de Extremadura los
lavaderos de lanas y las manufacturas del corcho, ni tampoco la sistemática
obstrucción a que paños como los de Torrejoncillo o Béjar le puedan hacer la
competencia, haciendo desaparecer unos y haciendo la vida casi imposible a otros. La
cosa es más de ahora. Cuando nuestros emigrantes en Cataluña se inventaron la
bandera de Extremadura, uniendo los colores de los equipos de fútbol de las dos
capitales, los primeros que comenzaron a fabricar banderas extremeñas fueron los
catalanes (que las siguen fabricando y vendiéndolas sacándose sus buenas pesetas)
igual que fabrican y venden llaveros con la bellota extremeña tricolor, insignias para
solapa y coche y otros muchos símbolos, no sólo de nuestro regionalismo, sino de
todo el regionalismo de España. O sea, que el regionalismo nos lo inventamos los
demás, pero ellos lo comercializan, porque estoy seguro que muy pocas banderas,
distintivos e insignias de Extremadura se fabrican en nuestra región —por no decir
ninguno— sino en Cataluña, como sospecho que pase con el resto de los
regionalismos del país.
Listos que son los tíos y buscadores de una pasta donde la haya. Pero son
también ingeniosos, y por ello tengo que decir que a mí no me caen mal.
Prueba de lo que digo, puede ser lo que ahora voy a contarles, que lo he
aprendido de un extremeño que es emigrante en Cataluña, y en estas vacaciones me
lo ha contado. Ustedes saben a lo que se llama “café irlandés”, se trata de una bebida
compuesta de café, nata o helado de nata y whisky, que suele tomarse ahora mucho.
Pues bien, un “barman” catalán se ha sacado de la manga lo que él llama “café
extremeño”, que está siendo muy aceptado entre nuestros emigrantes y que acabará
siendo aceptado por todos nosotros. El “café extremeño” lleva una mezcla de bebidas
que implica los colores de nuestra bandera. Se hace de la siguiente forma —tomen
nota—: café, negro; nata o helado de nata, blanco y “pipermín”, verde… Todo ello
mezclado tiene un sabor así como de dentífrico, pero no está malo… Para que vean
ustedes que hasta en Cataluña tienen que levantarnos nuestras bebidas regionales,
porque estamos seguros que el invento va a pegar… y si no al tiempo.
Desde luego, el vaticinio sobre la lluvia, al decir de los meteorólogos queda muy
lejano. No sabemos si la meteorología nos ha puesto cerco, porque al lado de la
sequedad que se viene padeciendo en nuestra península, resulta que hay hasta
inundaciones y lluvias torrenciales en el resto de Europa. Alguno ha llegado a
preguntarse: “¿Y no será que nos quieren hacer la cusqui los del Mercado Común?”
Pero yo no pienso que en dicha institución tengan también potestad sobre las nubes,
porque hasta ahí podríamos llegar. Aparte de eso, y ya hablando en serio del asunto, a
mi lo que me preocupa es el “encogimiento de hombros” general que hay alrededor
de esta sequía, y estoy por decir que de casi todo. Nos hemos hecho pasotas, y parece
que nos tiene sin cuidado lo que pueda suceder. Pero lo malo es que el síntoma es a
todas las escalas.
Uno recuerda cuando la sequía de los años cuarenta a los cincuenta que la
preocupación era general, que los que tenían fe en algo, lo ponían en práctica; unos
eran partidarios de sacar los santos en rogativas, aunque se dieran casos como aquel
del mayordomo de una cofradía que cuando fueron los agricultores a sacar el santo,
les decía, muy lleno de razón: “Si queréis lo sacamos, pero el tiempo no está muy
lloveor”. Otros buscaban una serie de redes de instrumentos alemanes, que al parecer
provocaban la lluvia… En fin, se hacía algo, Ahora lo más que hacemos todos, aun los
propios agricultores y ganaderos —que son los que más la padecen—, es encogernos
de hombros, y eso que muchas de nuestras ciudades no saben ni de dónde van a
beber sus vecinos.
La verdad es que el campo está tan abandonado, que aun a pesar de las
campañas que se llevaron a efecto para subvencionar las “charcas” o “laguettis”, de
tierra compactada, son todavía pocas las explotaciones ganaderas que recurrieron a
esta solución de emergencia, bien por comodidad o por la dejadez que es
denominador común en nuestra gente de campo, que ahora, en muchos casos, están
pagando a precio de oro el agua que beben sus ganados… Y también en esto: ¿No
podría haberse montado un servicio oficial para allegar gratuitamente agua a los
ganados que la necesiten?... En fin, que nos importa un comino del prójimo, y nos
estamos convirtiendo en una sociedad pasota, que nos importa que el mundo se
desmorone a nuestro alrededor. Un mal síntoma, porque los cascotes nos caerán
encima.
Habría que decir que monsieur Valeriano (que creo es la traducción de Valery)
es duro de entendederas, si no comprende que aquí nos moleste el que a nuestro país
(país ya tan demócrata como Francia, dicho sea de paso, para evitar agarraderas),
desde el que él preside se nos haga: asalto a camiones y trenes españoles de verduras
y frutas; se nos quemen furgones por el hecho de llevar matrícula española y
productos de paso a otros países; se nos apresen nuestros pesqueros; se hagan
negativas —acaudilladas por él mismo— para la entrada en el Mercado Común y se
preste asilo a terroristas de la ETA que están asolando provincias españolas… entre
otros muchos más botones de muestra que pudiéramos presentar. Si monsieur
Valeriano no entiende esto, es que es muy duro de entendederas… máxima si después
de ello hay, no ya como él dice una “excesiva emotividad”, sino más bien un recelo a
ese mal vecino que es el país que él preside, y yo diría que hasta una lógica
indignación hacia esa secular actitud anti-española de una gran parte de Francia.
A caballo regalado…
La urbanidad, que no es lo mismo que el urbanismo, nos hace abrir los brazos a
quien nos visita los fines de semana porque aquí todavía no pasa lo que en Inglaterra,
donde el fin de semana es “sagrado” y particular de cada quien. En nuestro caso —
somos de sesión continua, como los cines, y como eran los médicos antiguos— no nos
importa, porque tenemos que seguir firmes en la brecha y buscar la noticia como el
resto de los días de la semana. Hay, sin embargo, mucha gente, de otras profesiones,
que cuando un ministro anuncia su venida no pueden evitar el exclamar: “¡Vaya,
hombre, otro fin de semana que nos chafan!” Y hasta agregan —porque se han dado
casos anteriores: “Total, para venir de cacería o comilona (no está tan lejana la de
Martín Villa con los vascos, aunque no nos tocara a nosotros), bien podría venir de
incógnito…”
Cierto que nosotros —me refiero a los extremeños de a pie— no pedimos ese
presente en nuestra carta de Reyes, y hay hasta quien dice que nos lo traen por no
echarnos carbón, ya que no hemos sido buenos del todo. Yo no pienso tal cosa
(aunque algunos paisanos difieran de mi criterio) por aquello de que a caballo
regalado no se le debe mirar el diente, que en este caso sería “a cárcel regalada no le
mires la reja”. Algo trae el ministro, aunque no nos guste, y nadie puede criticar el
obsequio, ya que el que regala suele hacerlo con buena intención, aunque podía
habérnoslo aderezado con algún otro presente que nos lo hiciera más apetecible
Tragárnoslo nos lo tragamos, pero va a ser sin mucho apetito.
Al fin parece que se atisba un poco de sensatez por parte de los enseñantes, que
ya han anunciado su entrada a clase. A pesar de todo, nos preocupa el que en la
actualidad, cuando se organizan huelgas, no se tenga sumo cuidado en hacer la
reclamación de lo que cada cual crea le corresponda en justicia sin perjudicar a nadie
y menos a un tercero que en realidad es un sujeto paciente que va a recoger los
trastos rotos, sin sacar ningún beneficio del pronunciamiento.
Cuando se han hecho otro tipo de huelgas, por ejemplo las de médicos, se suele
dejar un retén o un compromiso de atender lo que pudiéramos llamar casos de
urgencia, por lo que pensamos que en el caso de los enseñantes, no sabemos de qué
modo, pero debió pensarse en el daño irreparable que se ocasionaba a la formación
de los niños, y organizar la protesta de modo que este perjuicio no se hubiera llevado
a efecto. No se nos alcanza cómo podría haberse montado esa atención a las
urgencias, porque estimamos que aprender es urgente para todos los pequeños,
máxime en la edad en que están que suele responder más al ejemplo de sus
profesores que a las recomendaciones que se le puedan hacer. En este sentido el daño
es irreparable, porque el tiempo perdido no habrá forma de recuperarlo más que
cargando a los pequeños con más clases que lógicamente han de llevar cuesta arriba,
porque ellos no han sacado nada de la huelga de sus maestros; queremos decir nada
positivo. Sus maestros sí —y si no lo han sacado piensan sacarlo— por lo que es
lógico que ellos sean los que tengan que recuperar el tiempo perdido, pero no los
niños que de propia intención no perdieron tiempo alguno… Yo no sé cómo
expresarlo, pero en toda esta huelga de profesores hay una cierta injusticia con los
educandos que no debieron nunca padecer.
No sé, pero pienso —sin tratar de ofender a nadie— que debería haber otros
caminos de protesta en los que no hubiera daños a tercero… o como pasa con el
seguro del automóvil, indemnizar a esos terceros por el perjuicio que se les ha
causado sin que ellos hayan tenido culpa de nada.
Martes y trece
Con “La venganza de Don Mendo” podríamos comenzar hoy el comentario con
aquellos versos de: “Hoy es martes, gran Dios, martes y trece… ¿por qué el temor
invade el alma mía?, ¿por qué me causa un miedo extraordinario esa cifra —¡ay de
mí!— del calendario…” Porque da la casualidad que hoy es precisamente martes y 13
y, quiérase o no, esa superstición está tan arraigada, que muchas son las personas que
hoy temen la “getatura” o “el gafismo” de la fecha y, si pudieran, ni saldrían de casa. Ya
se sabe aquello de: “en martes ni te cases ni te embarques”, y máxime si a ello
agregamos el “mal ojismo” del 13, tendremos que hoy es un mal día para los
supersticiosos. Quiérase o no, la superstición la tenemos tan arraigada los hombres
modernos, que compramos la lotería porque suma 13, miramos el “horóscopo”
diciendo que no creemos en ello pero por si acaso en fin, que hay más arraigo del que
se confiesa en eso de la superstición.
Por ello no nos debe extrañar que hoy haya quienes tengan miedo a echarse a la
calle, y hasta el que pasen cosas que tienen su gracia, pero que son totalmente reales.
Ya saben que los gitanos es una raza supersticiosa y no sólo por falta de preparación o
de cultura, porque hemos conocido gitanos cultos que continúan creyendo en el
“gafismo” y la “jettatura” de las fechas y los números. Por no ir más lejos sabemos de
una escuela de gitanillos en la que se le planteó un grave problema a la profesora (o
maestra, para decirlo tradicionalmente) porque cuando a alguno de los alumnos le
encargaba copiar una plana, éste le decía:
“Pelón” es el nombre que dan al hermano pequeño; por lo que la maestra —que
es más lista que el hambre… recurrió al mismo sistema, y antes de que los alumnos
hablaran, era ella la que decía:
Con lo que los alumnos trabajaban lo suyo para saberse la lección de punta a
cabo. Para que vean que de la superstición también pueden sacarse cosas positivas.
Pruebas de psicofonía
Por variar, me fui al antiguo capo de “Cabezarrubia” pensando que algo habría
quedado en el aire de aquellos célebres partidos de rivalidad entre el Badajoz y
Cacereño, y tras rebobinar oí una sarta de tacos, de los que sólo puedo reproducir la
palabra “arbitrucho”, dicho por una voz femenina que se conocía no se atrevía a decir
algo más gordo. Hecha la prueba en el salón de sesiones del Ayuntamiento, logré
entender, muy lejano: “Me opongo”, y algo así como la canción aquella de “María
Cristina nos quiere gobernar”, pero también muy difusa. En lo grabado en el caserón
de la Junta Pre Autonómica sólo logré captar como unos ronquidos plácidos que no
sabía de donde salían. Finalmente pregunté a la cinta: “¿Y cómo se nos presenta para
Cáceres el 1981?”, y, tras rebobinar, logré oír como una especie de voz que decía:
“Tururú”, seguida de una carcajada y una especie de ruido de los que llaman
“pedorreta”… En fin, que la verdad es que no sé qué pensar de esto de la “psicofonía”.
Nada hay nuevo bajo el sol, aunque cada generación crea que ha inventado cosas
tan permanentes en cada una de ellas como el amor, la poesía, las dudas, el mismo
“rock” que es de generaciones anteriores, o el mismo “Canto de la alegría” que lo
inventó Beethoven, aunque las actuales generaciones crean que es una canción
actual… Tan es así, que ni el “pasotismo” es un invento de ahora, lo que pasa es que
esa manera de hablar o conducirse se ha llamado antes de modo distinto, como:
chulesco, lumfardo, “mataburro-lumía” —en Argentina—, barriobajero, atorrante,
etc., pero en definitiva era un “hablar protesta” con el que generaciones anteriores
quisieron distinguirse de la sociedad que entonces les rodeaba.
Y freno aquí, porque “no quiero enrollarme, tío, aunque lo que digo es la fetén.
Te lo prometo”.
El Jabonolof Ariete
Hablando de esto con nuestro buen amigo Juan Tapia, que como alguna vez
hemos dicho es hombre de gran fantasía, nos presentó un producto que al parecer
han inventado en Rusia que se llama algo así como “Jabonolof Ariete”, cuyo prospecto
dice —según nos traduce mi amigo, que sabe algo de ruso— que “no destiñe las
ideas”. Como el prospecto viene en caracteres cirílicos no podemos garantizar más
que lo que Juan Tapia traduce, pues dice que conoce el ruso a la perfección, ya que él
estuvo, según creo, en la División Azul. Al parecer, allí se han hecho pruebas con el
producto que es una especie de jabón; se ha lavado, afeitado y hecho la colada con la
ropa de más de mil extremistas que abandonaron el aseo personal y las ideas no
“destiñeron”, siguiendo éstos —aún a pesar de haberlos puesto hasta corbata— tan
extremistas como antes. Al parecer aquí en España —y siempre según la versión de
Tapia— se han hecho algunas pruebas con el PSUC de Cataluña que han dado
resultado óptimo, sin entrañar el producto peligro ni rechazo de clase alguna.
Yo, al conocer todo esto, no he podido menos que exclamar: “¡Lo que es la
ciencia!” Conste que no garantizo nada, por la fuente de donde me llega, pero el
invento podría dar resultados positivos. Como me lo contaron, se lo cuento.
NOTA.- Se ofrece aquí el texto original tal como lo escribió Fernando, incluyendo alguna
frase que, en la versión publicada, había sido censurada.
83
En fin, no vamos a hablar de eso, sino de un caso que con todo detalle, fechas y
testigos, inserta la tal revista: Un niño de doce años que vive en la localidad argentina
de Covunco Abajo es capaz de levantar, sin contacto físico, hasta piedras de 50 kilos
de peso. Esto es l o que se llama “psicoquinesis”, que es el levantamiento de objetos
pesados sólo con el pensamiento. Pues bien, Ladimir Gonzalo Barrera, que este es el
nombre de este “Sansón psicológico”, vivía allí con sus abuelos que comenzaron a
asustarse porque los muebles, solos, cambiaban de sitio, quedaban en el aire o se
desplazaban como si estuvieran colgados de invisibles globos. Lo más curioso del caso
es que el pequeño Ladimir también desconocía su poder y era el primero que se
asustaba con todo ello, hasta que gente mas impuesta le ha hecho ver que este “don”
es suyo y puede emplearlo.
No sabemos si se habrá hecho “mozo de cuerda” sin cuerda, porque resulta que
el pequeño Gonzalo Barrera es analfabeto, y según se dice puede hasta descargar un
camión de cemento sólo mirándole la caja desde cierta distancia. Hablábamos de todo
esto con uno de los aspirantes a la oposición a guardias municipales de Cáceres, que
ha sido suspendido por no levantar la pesa de 50 kilos, aunque en lo demás —según
él dice— estaba preparadísimo. Este amigo, cuyo fallo es que no es muy fuerte
físicamente, nos decía: “Le voy a escribir a Ladimir para que me enseñe el truco.
Verán como apruebo las próximas oposiciones”. A ver si lo consigue.
Es deseo del párroco de San Blas, de quien depende ahora la ermita de los
Mártires, resucitar la vieja y ya perdida romería a dicha ermita, pero no el día de los
Mártires, que suele caer en invierno con el lógico peligro de tiempo desapacible, sino
trasladándola a mayo, mes en el que el tiempo puede ser más apacible. No sabemos si
D. José Reveriego va a conseguir el recuperar dicha tradición que, desgraciadamente,
está perdida, pero no está de más -como prueba- ponerle ese balón de oxígeno del
cambio de fechas a ver si la tradición resucita.
Pero aparte de ello, lo que quizás importe es hacer un poco de historia próxima
de por qué se mantuvo la costumbre, más que devoción, de acudir a dicha ermita el
día de los Mártires (que este año se trasladó a domingo); lo primero que habría que
decir es que en la reanudación de la tradición, aunque no fuera con el esplendor
pasado, tuvo que ver mucho la antigua Delegación de Auxilio Social, que convertida
después en INAS (Instituto Nacional de Asistencia Social), por la proximidad que
dicha ermita tiene a su guardería del Paseo Alto, se encargó de organizar la fiesta,
dando un desayuno a las personas que asistían a la misa de los Mártires; pero de
todos modos, la tradición se hubiera perdido si no se cruza al medio el cacereñismo
de un primer teniente de alcalde de nuestro Ayuntamiento de hace unos lustros, como
fue nuestro buen amigo D. Joaquín Sánchez Terio.
Como las cosas hay que reconocerlas, aunque sea para aportar datos de la
pequeña historia próxima de Cáceres, diremos que la ermita estaba a punto de
venirse abajo por ruina y fue precisamente el mencionado concejal y el Ayuntamiento
del que él formaba parte, el que tomó sobre sí que aquello no desapareciera,
corriendo a cargo del Ayuntamiento la reconstrucción de la ermita y aun el resucitar
la tradición de acudir a la misa de los Mártires que allí se hacía anualmente.
Una aclaración que no está de más hacer es que la petición de esta reforma,
como la de todo el Paseo Alto, al que se dotó de nuevas plantas y hasta de una verja,
fue petición de los vecinos de las barriadas próximas, pero afirmamos que de no
haber estado Terio de primer teniente de alcalde en aquel entonces, nada se hubiera
conseguido. Joaquín Terio no está ahora en la política, por lo que nadie podrá suponer
que lo dicho sea “jabón” al político que, además de no necesitarlo porque él mismo lo
vende y de olor, tiene el derecho a que el resto de los cacereños le reconozcamos lo
que de bueno hizo en su antigua gestión por nuestra comunidad. Creemos que esto es
cosa de justicia, como lo será el reconocer lo bueno que hagan los que ahora están en
ella.
“Footing” municipal
Rabia, rabiña
¿Qué para qué sirve el mapa? Pues, entre otras cosas, para que los escolares
sientan esa unión en la que los mayores andamos reacios.
El primer Rega cacereño, con apellido transformado o no, llegó a nuestra ciudad
en 1795. Se llamaba don Andrés Rega, era abogado y se hizo comerciante ganando
bastante fortuna. Su casa y establecimiento lo tuvo en el número 7 de la calle
Barrionuevo (hoy José Antonio) y aunque fue bastante faldero no tuvo descendencia
conocida, más que la de una sobrina que le heredó a principios de siglo, llamada doña
Mónica Rega que, al decir de don Publio Hurtado, fue muy simple y pacata, y acabó
con extravío mental. Tan es así que a la tal doña Mónica se le metió en la cabeza ser
bruja y comenzó a tomar lecciones de la última bruja conocida que hubo en Cáceres:
María “La Aragonesa”, esposa de un revendedor de frutas conocido por “El Lagaña”.
La aprendiza de bruja se empeñó en volar en la escoba, y ante ello su “maestra” —que
le sacaba buenos cuartos— una noche la ungió el cuerpo con grasas especiales y le
dijo que cuando dieran las doce podría salir volando. Sola ya la discípula, nada más
oír la primera campanada se lanzó por una ventana diciendo:
—“¡A Estremoz!”, que al parecer era el lugar donde hacían el aquelarre las
brujas extremeñas.
¿Tenían estos Rega algún parentesco con los Reagan anglosajones? No puedo
afirmarlo, pero ello ha servido de motivo para contarles una historia cacereña que
muchos lectores no conocerían.
Nuestro colega “Ya”, con foto en primera plana, comentaba hace unos días el
robo que le habían hecho a Neptuno de su tridente. No es la primera vez, al parecer,
que a la estatua de Neptuno, de Madrid, le quitan el tridente que, según comenta “Ya”,
en alguna ocasión hubo que poner de madera, porque los “ladrones tridentinos”,
cuando era de hierro, lo pignoraban y se gastaban los cuartos así conseguidos. Lo
malo, al parecer, es que el dios de los mares quedó malherido de pies y manos en el
atentado, y habrá que repararlo, aunque se da el caso positivo de que la Policía logró
alcanzar a los dos gamberros autores del atentado estatuario, que al parecer
quedaron a buen recaudo y pasarán a manos de la justicia, que de ser la del dios de
los mares consistiría en estar en remojo —como los bacalaos— un año y un día.
Todo esto nos ha recordado los reiterados y feroces atentados que las escasas
estatuas que tenemos en Cáceres están sucediendo, mucho más sangrantes que el del
dios Neptuno, porque él tiene el socorro de una Policía que logra detener a los
gamberros pero nuestras estatuas parece que no tienen el mismo amparo y hasta
puede servir de mofa y befa la serie de sufrimientos a que las someten los gamberros
locales que son mucho más gamberros (en algo teníamos que ganar) que los de
Madrid
Si ustedes no lo creen, vean las fuentes de Cánovas, con sus cisnes descabezados
y sus tritones rotos; vean la de Gabriel y Galán —aparte de la pleitesía que le
rendimos—, con los símbolos que figuraban en sus esquinas desaparecidos, y vean,
finalmente, la estatua de la Ley y la Libertad que figura en el monumento a Muñoz
Chaves, en el mismo paseo de Cánovas, descabezada un montón de veces, y con su
brazo derecho y parte del libro de la Ley no sólo roto sino robado y desaparecido.
¿Quién robó y rompió el brazo de la Ley? Nadie ha logrado saberlo. Neptuno ha tenido
mejor suerte, porque su tridente ha sido recuperado, pero nuestra Ley ha perdido
definitivamente su brazo. Posiblemente los gamberros que se lo robaron se lo hayan
comido en un festín orgiástico como si fuera un brazo de gitano. Todo esto es hasta
simbólico, pero merecería volverle a suturar sus brazos a nuestra manca Ley.
Creo que el curita tocó precisamente algo que a niveles superiores nos viene
faltando y es la preparación para la convivencia y el respeto mutuo donde reside, no
sólo un talante cristiano —que era al que se refería—, sino un talante democrático
que es al que queremos referirnos nosotros.
El “desencanto” de la princesa
Para mí tengo que, tal como van las cosas, poco nos falta para que volvamos a
apuntarnos a los moros y se produzca el desencanto de la princesa agarena. Sólo hay
que pulsar la “tontorronez” general que nos está invadiendo a los españoles, que
regalan mezquitas que costaron ocho siglos hacer templos cristianos, en un deshacer
la historia pasada como el velo de Penélope, o las pretensiones de los moros
marroquíes para darnos unas simples licencias de pesca, cuyo precio nos lo ponen tan
caro que sería más barato hacerles un seguro de desempleo cuantioso a los
pescadores y hasta nos sobraría dinero. Entre lo que se ha dado a conocer de esas
pretensiones figuran el paso por España de los cítricos marroquíes al Mercado
Común; un canon de 120 dólares para los barcos pequeños y otro de 150, cada tres
meses, para los mayores; que los barcos españoles lleven el 20 por 100 de tripulación
marroquí; concesión de un importante crédito —cuya cifra no se ha revelado— y
colaboración técnica para reestructurar el sector pesquero moro; hacer el enlace del
Estrecho y hasta creo que la obligación de ponernos turbantes los españoles todos los
domingos y fiestas de guardar, y proporcionarles no sé cuántos frascos del anís del
mono para agregarlo al té moruno y endulzarles la vida.
Yo no sé si Jaime Velázquez lo dijo “off the record” o para que todo el mundo se
enterara, porque nuestro presidente de la Diputación es hombre de fácil palabra y en
la última “rueda” que con él tuvimos, tras de hablarnos de un tema pasaba a otros y
en unos pedía no se contara lo dicho y en otros no. Yo por eso pienso que en este que
voy a abordar no pidió tal silencio. Se trataba simplemente que, justificando el porqué
los presidentes accidentales de los plenos, o los propios diputados, no están tan al día
como el propio presidente efectivo de la Diputación, dijo más o menos que ello era
debido a los tan debatidos “sueldos”, para agregar que eso hay que decírselo al pueblo
—razón por lo que nosotros lo contamos— aunque no estemos en acuerdo total con
el presidente. Su teoría es que los asuntos de las diputaciones han tomado tal
envergadura que los encargados de ellos tienen que tener dedicación exclusiva, y por
tanto cobrar lo suficiente para no dedicarse a otra cosa. Vino a decir que de no tener
un sueldo de 100.000 pesetas para poder dedicar atención a los temas, y tenerlo sólo
de 30.000 (como los diputados) es donde radica la diferencia. Razón por la que con un
“sueldo” de ese tipo el diputado no puede estar tan al día como el presidente que se
ha convertido en algo así como en un “especialista” que cobra sus servicios, dejando a
un lado lo que se hacía antes que era trabajar “por amor al arte”.
Hoy día no suceden las mismas cosas, y el porro y las circunstancias han hecho
que las noches cacereñas sean un poco más peligrosas y ruidosas, por lo que nos
parece de perlas el que se haya creado la “patrulla buscarruidos”, aunque esperamos
que en ella no metan a los guardias sordos, porque entonces —como con el
sonómetro— poco habríamos conseguido.
Otros, más entendidos, como mi buen amigo Antonio Belvedere, explicaban con
todo lujo de detalles y como en cátedra pública callejera, que la culpa la tenían los
americanos y la llegada de Reagan al poder, que suponía para los pueblos que
podríamos llamar de la facción americana, un giro a la derecha, relacionándolo
además con la posible entrada de España en la OTAN, las bases americanas y hasta el
chicle.
Algún otro, por buscar motivaciones raras, hasta llegó a decir: “¿No será por el
nombramiento del nuevo Nuncio?”… En fin que cada cual echó la imaginación a volar
y daba las razones que se le ocurrían, lo que demuestra una sana preocupación del
pueblo por las cosas de gobierno y de política y la indudable popularidad de Adolfo
Suárez, en cuya explicación televisada suponemos que está la clave, sin tratar de
buscarle “tres pies al gato”. Porque, entre bromas y veras, oímos decir a alguien: “Yo
creo que la dimisión puede ser por la jubilación del cabo Piris, porque ¿qué iba a
hacer el presidente sin Piris?”
Yo, en este caso, creo que lo más sensato fue lo de otro hombre del pueblo que
permanecía callado: ¿Pepe, y tú no opinas?