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Ventanas Todas 1981 0

El documento habla sobre la comercialización del regionalismo extremeño por parte de Cataluña. Afirma que aunque los extremeños inventaron símbolos como la bandera de Extremadura, son los catalanes quienes los fabrican y venden, sacando provecho económico. También critica que históricamente los catalanes se han apropiado de industrias extremeñas como los lavaderos de lana.

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El documento habla sobre la comercialización del regionalismo extremeño por parte de Cataluña. Afirma que aunque los extremeños inventaron símbolos como la bandera de Extremadura, son los catalanes quienes los fabrican y venden, sacando provecho económico. También critica que históricamente los catalanes se han apropiado de industrias extremeñas como los lavaderos de lana.

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69

“Las cabañuelas” humanas

Uno de estos jekes árabes que tanto petróleo tienen, al par que tanto lío, se ha
dirigido a los jefes de estado cristianos para decirles, poco más o menos, que cómo
quieren que el mundo prospere y sea mejor si en las fiestas donde desean paz y
prosperidad a todo el mundo no hacen más que emborracharse.

Ya se sabe que los mahometanos tienen prohibido tomar alcohol, por el Corán,
aunque me creo yo —dicho sea con todos los respetos— que los hispanoárabes
andaluces, cuando aquello del Califato de Córdoba, y hasta cuando lo del reino moro
de Badajoz, más de una y más de dos veces bebían lo suyo y se saltaban a la torera las
normas religiosas, que en esto de beber vino debían ser bastante más elásticas de lo
que se dice.

Mi sospecha parte porque de los muchos romances y poesías conservados de


aquella época de los árabes españoles, la mayoría de ellas se refieren a las muchas
“juergas” sociales que se corrían, con dedicaciones al escanciador, que sospecho no
era precisamente “coca – cola” lo que escanciaba sino vinos finos jerezanos o caldos
con los que posteriormente se hicieron las bodegas cristianas que ahora son famosas.
Y hasta llego a pensar que aquellos vinos moros, al no estar “bautizados” eran
bastante más puros que los de ahora.

En lo que sí estoy de acuerdo con el jeke es en lo del recibimiento del año, con la
enorme resaca que nos deja a la mayoría de los “cristianos” que no vemos mejor
modo de recibirlo que entre vapores de alcohol. Pienso yo que en esto debía hacerse
una especie de “cabañuelas” humanas. Ya saben ustedes que entre los agricultores de
Castilla existe la tradición de las “cabañuelas” que es vaticinar, por el estado de los
doce primeros días del año, el de los doce meses de él. El primer día correspondería a
enero, el segundo a febrero, y así hasta doce. Pues bien, entre los humanos, debíamos
hacer una especie de “cabañuelas” referidas a las doce primeras horas del nuevo año,
para ver cómo nos iba a ir a cada cual en el 1981. Si la primea hora del año, nos coge
“ajumados” —como es lógico en estas fechas— quiere decir que el primer mes vamos
a andar obnubilados; y si el resto de las horas nos toman con la “resaca” de la fiesta de
recepción, ustedes nos dirán con qué cuerpo vamos a estar en el resto del año…
Porque mucho: “¡Año nuevo, vida nueva!” y resulta que la mayoría hemos recibido al
año igual de bebidos que el año pasado… ¡vamos como para que el deseo se cumpla,
cuando predicamos sin el ejemplo!... Por lo demás, quiera Dios que las uvas que
tomamos no se nos atraganten.

Diario HOY, 2 de enero de 1981


70

Un vaticinio “ibérico y de pata negra”

Catorce mil duros me he gastado yo en buscar para ustedes un vaticinio como es


debido Entre tanto vaticinador de desgracias para el recién nacido 1981, me he
buscado un adivino, un pitoniso, que sea un poquitín más alegre que esos que sólo
predican terremotos, guerras y catástrofes.

Así, me fui a ver a mi buen amigo el mago-adivino doctor Karim, primo hermano
de uno de los Reyes Magos y que vive en el Oriente según se entra a mano derecha.

— Oye, Karim —le dije–, ¿Es que no hay más que desgracias para el nuevo año?
— Verás —me respondió—. Con esto pasa como con el jamón, que lo hay
corriente y lo hay de “pata negra, ibérico”.
— Pues dame un vaticinio ibérico de pata negra.
— Catorce mil duros te va a importar la broma.
— No importa, adelante.
Mi buen amigo Karim dejó la bola de cristal que sólo desgracias predice, tomó
una pandereta, le puso una luz debajo y comenzó a puntear con los dedos un ritmo así
como de pasodoble… Sobre la pandereta, como en la “tele”, comenzaron a salir
escenas —yo temía que hasta saliera la Lola Flores— y mi amigo comenzó:

— Veo que en 1981 el canon que cobrará la Diputación va a ser algo así como un
cañón de lanzamiento de la provincia hacia el futuro, que la hará salir del
subdesarrollo. Se acabará el paro. Le tocarán las quinielas a todos y cada uno de los
cacereños, y al que no, le tocará la lotería. Vendrán las lluvias. Vaticino siete años de
vacas gordas. No caerá ni una sola desgracia en la provincia. Los niños cacereños que
nazcan en el 81 serán más guapos, más rubios y tendrán los ojos más azules; cada
niña ganará un concurso de belleza, si llega a presentarse… Veo que los pajaritos
cantan y las nubes se levantan, que los partidos políticos estarán a partir un piñón, y
no a partirse la boca. No habrá envidia, sino paz y cordialidad entre los cacereños… y
seréis todos muy felices y comeréis perdices, sin dar con los huesos en las narices a
nadie, porque eso está muy feo.
— Bueno, pero todo eso, ¿va a ser verdad?
— Mira hijo, la verdad es siempre muy relativa… ¿Por qué no va a ser verdad
esto y sí lo van a ser las desgracias?
Yo no sé si mi amigo Karim cruzó o no los dedos al contarme todo esto, porque
pienso yo que quizás todas estas venturas no lleguen a realizarse… ¿Pero a que son
bonitas? Pues vamos a pensar en ellas, que será la forma de vivir con el corazón
ilusionado y no encogido, que al fin y al cabo es lo que importa.

Diario HOY, 3 de enero de 1981


71

Carta a los Reyes Magos

Queridos Reyes Magos: Como he sido bueno, os escribo esta carta para pedir
una serie de juguetes y regalos para mi gente de aquí, que también ha sido buena y
espera mucho de vosotros.
Para el presidente de la Junta de Extremadura, don Manuel Bermejo, os pido una
brújula, para que se oriente. Como no quiero dejar de regalar algo a mi buen amigo
Luis Ramallo, os ruego le enviéis una silla de anea de Casar de Cáceres, para que no
eche de menos el sillón presidencia.
Para el Club Polideportivo Cacereños, un caballo de cartón, por si no llega el Jaco
Zafrani ese.
Para el señor Machuca, concejal de Tráfico, un pito con sonómetro incluido.
Para Teófilo González Porras, delegado de Cultura, la nueva biblioteca, pero que
tenga muchas estanterías para coches y muchos aparcamientos para libros o
viceversa.
Para Jaime Velázquez, presidente de la Diputación, que ya tiene el “canon”,
mandarle al “Kojac” y a “Banaché”, para que los coleccione.
A la Comisión de Monumentos del Ayuntamiento, un “exin-castillo”, y al Colegio
de Arquitectos de Extremadura, una “arquitectura”, para que jueguen juntos y sean
amigos.
A nuestro alcalde, Manolo Domínguez, una bola del mundo, para que siga
haciendo “jumelajes” o hermanamientos —como se dice en cristiano—.
Al concejal de Festejos, Pepe Blanco, una plaza de toros, con toreros y ganado
incluido.
A los jugadores del Cacereño y a nuestro compañero Tomás Pérez, un par de
“karabineros”, para que se los coman con mahonesa, cuando vuelvan de jugar de
Ceuta y les quiten el “alijo”.
A Juan Bazaga, presidente de la Hacienda Municipal, una calculadora de las que
tocan himnos, por si las “perras” no llegan y quiere poner música.
Y vamos con los Felipes; a los concejales: Felipe Vivas, una caja de pastillas para
la tos; a Felipe Sarró, un “Drácula”, por aquello de los donantes de sangre, y a Felipe
Romero Morcillo, un “pernapeque para cazar ratones” o un muñequito de los
llamados “Felipitos Tacatúm”.
A nuestro gobernador, don Luis —dicho sea con todos los respetos— un juego
de jardinería, con placa incluida.
Al secretario del Ayuntamiento, mi buen amigo don Roberto, el “Aranzadi”
corregido y aumentado.
Para Pedro Cañada, aunque está casado, un buen partido.
Para “La Chicuela” una casa, porque la que tenía se está viniendo abajo.
Espero que me hagáis caso y no nos traigáis carbón, porque hemos sido buenos,
y caso de que no lo estiméis así, traernos butano en vez de carbón, que es más caro y
más limpio.
Finalmente, para mí lo que queráis, aunque no pienso dejar los zapatos en el
balcón, porque el año pasado lo hice y me los quitaron.
Diario HOY, 4 de enero de 1981
72

También el “café extremeño” lo inventaron en Cataluña

Yo no dudo del origen fenicio de los catalanes cuando veo que entre los
españoles, en plan comercial, no hay “quien les eche la pata” —como suele decirse— y
sacan tajada de cada situación por nimia que sea. No me voy a remontar a la
“operación” montada desde hace casi un siglo para llevarse de Extremadura los
lavaderos de lanas y las manufacturas del corcho, ni tampoco la sistemática
obstrucción a que paños como los de Torrejoncillo o Béjar le puedan hacer la
competencia, haciendo desaparecer unos y haciendo la vida casi imposible a otros. La
cosa es más de ahora. Cuando nuestros emigrantes en Cataluña se inventaron la
bandera de Extremadura, uniendo los colores de los equipos de fútbol de las dos
capitales, los primeros que comenzaron a fabricar banderas extremeñas fueron los
catalanes (que las siguen fabricando y vendiéndolas sacándose sus buenas pesetas)
igual que fabrican y venden llaveros con la bellota extremeña tricolor, insignias para
solapa y coche y otros muchos símbolos, no sólo de nuestro regionalismo, sino de
todo el regionalismo de España. O sea, que el regionalismo nos lo inventamos los
demás, pero ellos lo comercializan, porque estoy seguro que muy pocas banderas,
distintivos e insignias de Extremadura se fabrican en nuestra región —por no decir
ninguno— sino en Cataluña, como sospecho que pase con el resto de los
regionalismos del país.

Listos que son los tíos y buscadores de una pasta donde la haya. Pero son
también ingeniosos, y por ello tengo que decir que a mí no me caen mal.

Prueba de lo que digo, puede ser lo que ahora voy a contarles, que lo he
aprendido de un extremeño que es emigrante en Cataluña, y en estas vacaciones me
lo ha contado. Ustedes saben a lo que se llama “café irlandés”, se trata de una bebida
compuesta de café, nata o helado de nata y whisky, que suele tomarse ahora mucho.
Pues bien, un “barman” catalán se ha sacado de la manga lo que él llama “café
extremeño”, que está siendo muy aceptado entre nuestros emigrantes y que acabará
siendo aceptado por todos nosotros. El “café extremeño” lleva una mezcla de bebidas
que implica los colores de nuestra bandera. Se hace de la siguiente forma —tomen
nota—: café, negro; nata o helado de nata, blanco y “pipermín”, verde… Todo ello
mezclado tiene un sabor así como de dentífrico, pero no está malo… Para que vean
ustedes que hasta en Cataluña tienen que levantarnos nuestras bebidas regionales,
porque estamos seguros que el invento va a pegar… y si no al tiempo.

Diario HOY, 6 de enero de 1981


73

Preferimos el “ciento volando”

Ahora que los profesores de la Universidad, o sus alumnos, han comenzado a


hacer sus tesis o tesinas sobre el pasado inmediato de Cáceres, nos enteramos —de
una forma científica, claro— de que las minas de fosfatos de Aldea Moret y el
establecimiento en ellas de una compañía que las explotaba dio un gran impulso a
Cáceres, y que si Cáceres es lo que es hoy día se lo debe a aquella compañía y al
presidente de la misma, don Segismundo Moret y Prendergast, al que se le agradeció
ya entonces poniendo a su nombre la calle que llevaba el nombre de calle de las
Cortes, que es lo que conocemos hoy día por calle Moret. Aldea Moret, con su
explotación de minas de fosfatos y derivados, fue la primera gran industria que hubo
en Cáceres, que proporcionó, además, muchos puestos de trajo a los cacereños
durante más de un siglo. Cuando aquí se creaba un polígono industrial para abrir
apetencias a las empresas que quisieran venir, paradójicamente se marchaba de
nuestra ciudad la compañía, y se fue sin pena ni gloria, porque las minas no se
explotaban y, al parecer, los beneficios que había pedido para alguna otra explotación
en sus instalaciones (que se daban a manos llenas en el polígono) aquí se le negaron.
Sucedía esto no hace mucho, cuando aún era gobernador de Cáceres nuestro paisano
Valentín Gutiérrez Durán. Yo por mi parte pienso que en aquella ocasión olvidamos lo
de “vale más pájaro en mano que ciento volando”, y por los “ciento volando” (que
luego no se posaron, o se posaron en menor cuantía) abrimos la mano al único
“pájaro” (léase industria) que llevaba ya entre nosotros casi un siglo de rodaje y
sufragando el pan a muchas familias cacereñas. Y es que aquí lo hemos ensayado todo
y, por ser nuestro, lo hemos abandonado sin darle importancia ninguna. Pensaba yo
todas estas cosas viendo esa “meca” del juguete que es Ibi (Alicante), donde —según
me dijeron— el más del centenar de fábricas de juguetería que hoy tiene surgió por la
inquietud de unos hojalateros. Pensaba yo —repito— qué hubiera pasado si esa
misma mentalidad la hubiéramos tenido aquí, en aquella industria de muñequería y
caballos de cartón que estuvo en la Plaza de San José u otras muchas de juguetes de
madera que aquí hubo, y que por no tener canales comerciales tuvieron que cerrar No
porque hicieran malos juguetes (que esto es importante saberlo). Esta es una lección,
una recordación si quieres, en la que debemos meditar los cacereños, al filo de estas
fiestas de los Reyes Magos.

Diario HOY, 7 de enero de 1981


74

Una sociedad “pasota” que se encoge de hombros

Desde luego, el vaticinio sobre la lluvia, al decir de los meteorólogos queda muy
lejano. No sabemos si la meteorología nos ha puesto cerco, porque al lado de la
sequedad que se viene padeciendo en nuestra península, resulta que hay hasta
inundaciones y lluvias torrenciales en el resto de Europa. Alguno ha llegado a
preguntarse: “¿Y no será que nos quieren hacer la cusqui los del Mercado Común?”
Pero yo no pienso que en dicha institución tengan también potestad sobre las nubes,
porque hasta ahí podríamos llegar. Aparte de eso, y ya hablando en serio del asunto, a
mi lo que me preocupa es el “encogimiento de hombros” general que hay alrededor
de esta sequía, y estoy por decir que de casi todo. Nos hemos hecho pasotas, y parece
que nos tiene sin cuidado lo que pueda suceder. Pero lo malo es que el síntoma es a
todas las escalas.

Uno recuerda cuando la sequía de los años cuarenta a los cincuenta que la
preocupación era general, que los que tenían fe en algo, lo ponían en práctica; unos
eran partidarios de sacar los santos en rogativas, aunque se dieran casos como aquel
del mayordomo de una cofradía que cuando fueron los agricultores a sacar el santo,
les decía, muy lleno de razón: “Si queréis lo sacamos, pero el tiempo no está muy
lloveor”. Otros buscaban una serie de redes de instrumentos alemanes, que al parecer
provocaban la lluvia… En fin, se hacía algo, Ahora lo más que hacemos todos, aun los
propios agricultores y ganaderos —que son los que más la padecen—, es encogernos
de hombros, y eso que muchas de nuestras ciudades no saben ni de dónde van a
beber sus vecinos.

La verdad es que el campo está tan abandonado, que aun a pesar de las
campañas que se llevaron a efecto para subvencionar las “charcas” o “laguettis”, de
tierra compactada, son todavía pocas las explotaciones ganaderas que recurrieron a
esta solución de emergencia, bien por comodidad o por la dejadez que es
denominador común en nuestra gente de campo, que ahora, en muchos casos, están
pagando a precio de oro el agua que beben sus ganados… Y también en esto: ¿No
podría haberse montado un servicio oficial para allegar gratuitamente agua a los
ganados que la necesiten?... En fin, que nos importa un comino del prójimo, y nos
estamos convirtiendo en una sociedad pasota, que nos importa que el mundo se
desmorone a nuestro alrededor. Un mal síntoma, porque los cascotes nos caerán
encima.

Diario HOY, 8 de enero de 1981


75

Las entendederas de un presidente

Cuando el presidente francés, Valery Giscard d’Estaing, ha declarado a un


corresponsal de prensa español: “No comprendo por qué las relaciones franco-
españolas revisten a veces ese tono de excesiva emotividad. Espero que durante este
año todo vaya mejor entre ambos países”… Parte de la prensa española —que sí
desea que todo vaya mejor con Francia— se ha apresurado a titular con algo así
como: “Giscard quiere mejorar sus relaciones con España”, pero a mi juicio no es eso
lo que ha dicho el presidente francés, sino más bien, que no comprende por qué las
relaciones de ambos países tienen a veces excesiva emotividad, que no es lo mismo.

Habría que decir que monsieur Valeriano (que creo es la traducción de Valery)
es duro de entendederas, si no comprende que aquí nos moleste el que a nuestro país
(país ya tan demócrata como Francia, dicho sea de paso, para evitar agarraderas),
desde el que él preside se nos haga: asalto a camiones y trenes españoles de verduras
y frutas; se nos quemen furgones por el hecho de llevar matrícula española y
productos de paso a otros países; se nos apresen nuestros pesqueros; se hagan
negativas —acaudilladas por él mismo— para la entrada en el Mercado Común y se
preste asilo a terroristas de la ETA que están asolando provincias españolas… entre
otros muchos más botones de muestra que pudiéramos presentar. Si monsieur
Valeriano no entiende esto, es que es muy duro de entendederas… máxima si después
de ello hay, no ya como él dice una “excesiva emotividad”, sino más bien un recelo a
ese mal vecino que es el país que él preside, y yo diría que hasta una lógica
indignación hacia esa secular actitud anti-española de una gran parte de Francia.

Me recuerda esto lo del chiste en el que denunciaron a un obrero por blasfemo,


ya que otro compañero —por broma— le había echado en el cuello un chorro de
estaño fundido, declarando el perjudicado ante el juez que él no había blasfemado
sino había dicho sólo: “Paco, no seas bruto, hombre”… Si al chiste le agregamos unas
declaraciones del tal Paco, diciendo algo así como: “No comprendo cómo mi
compañero se indigna por una broma”… tendríamos un cuadro similar a lo que
Francia nos viene haciendo y las declaraciones de su presidente monsieur Valeriano
Si además, el tan don Valeriano no lo entiende díganme ustedes si no puede
calificarse con justicia y sin exageración como: un poco duro de entendederas o como
“un cachondo” de tomo y lomo al tal don Valery…

Diario HOY, 9 de enero de 1981


76

A caballo regalado…

La urbanidad, que no es lo mismo que el urbanismo, nos hace abrir los brazos a
quien nos visita los fines de semana porque aquí todavía no pasa lo que en Inglaterra,
donde el fin de semana es “sagrado” y particular de cada quien. En nuestro caso —
somos de sesión continua, como los cines, y como eran los médicos antiguos— no nos
importa, porque tenemos que seguir firmes en la brecha y buscar la noticia como el
resto de los días de la semana. Hay, sin embargo, mucha gente, de otras profesiones,
que cuando un ministro anuncia su venida no pueden evitar el exclamar: “¡Vaya,
hombre, otro fin de semana que nos chafan!” Y hasta agregan —porque se han dado
casos anteriores: “Total, para venir de cacería o comilona (no está tan lejana la de
Martín Villa con los vascos, aunque no nos tocara a nosotros), bien podría venir de
incógnito…”

No es este el caso del ministro de Justicia, Francisco Fernández Ordóñez, quien


viene hoy en visita de trabajo tanto a la provincia hermana de Badajoz como a la
nuestra, y de paso a traernos los “Reyes”. El regalito consiste en dos cárceles: una
para Badajoz, en proyecto, y la nueva de Cáceres, casi acabada.

Cierto que nosotros —me refiero a los extremeños de a pie— no pedimos ese
presente en nuestra carta de Reyes, y hay hasta quien dice que nos lo traen por no
echarnos carbón, ya que no hemos sido buenos del todo. Yo no pienso tal cosa
(aunque algunos paisanos difieran de mi criterio) por aquello de que a caballo
regalado no se le debe mirar el diente, que en este caso sería “a cárcel regalada no le
mires la reja”. Algo trae el ministro, aunque no nos guste, y nadie puede criticar el
obsequio, ya que el que regala suele hacerlo con buena intención, aunque podía
habérnoslo aderezado con algún otro presente que nos lo hiciera más apetecible
Tragárnoslo nos lo tragamos, pero va a ser sin mucho apetito.

Por lo demás, y por la urbanidad de que en principio hablábamos, le damos la


bienvenida al ministro de Justicia y le deseamos una feliz estancia entre nosotros… Y
como precisamente él ostenta la cartera de Justicia, le pedimos que se acuerde
también de nosotros cuando haya que repartir entre las provincias españolas regalos
más gratos que el que ahora nos trae.

Diario HOY, 10 de enero de 1981


77

¿Y qué me dicen de los educandos?

Al fin parece que se atisba un poco de sensatez por parte de los enseñantes, que
ya han anunciado su entrada a clase. A pesar de todo, nos preocupa el que en la
actualidad, cuando se organizan huelgas, no se tenga sumo cuidado en hacer la
reclamación de lo que cada cual crea le corresponda en justicia sin perjudicar a nadie
y menos a un tercero que en realidad es un sujeto paciente que va a recoger los
trastos rotos, sin sacar ningún beneficio del pronunciamiento.

Cuando se han hecho otro tipo de huelgas, por ejemplo las de médicos, se suele
dejar un retén o un compromiso de atender lo que pudiéramos llamar casos de
urgencia, por lo que pensamos que en el caso de los enseñantes, no sabemos de qué
modo, pero debió pensarse en el daño irreparable que se ocasionaba a la formación
de los niños, y organizar la protesta de modo que este perjuicio no se hubiera llevado
a efecto. No se nos alcanza cómo podría haberse montado esa atención a las
urgencias, porque estimamos que aprender es urgente para todos los pequeños,
máxime en la edad en que están que suele responder más al ejemplo de sus
profesores que a las recomendaciones que se le puedan hacer. En este sentido el daño
es irreparable, porque el tiempo perdido no habrá forma de recuperarlo más que
cargando a los pequeños con más clases que lógicamente han de llevar cuesta arriba,
porque ellos no han sacado nada de la huelga de sus maestros; queremos decir nada
positivo. Sus maestros sí —y si no lo han sacado piensan sacarlo— por lo que es
lógico que ellos sean los que tengan que recuperar el tiempo perdido, pero no los
niños que de propia intención no perdieron tiempo alguno… Yo no sé cómo
expresarlo, pero en toda esta huelga de profesores hay una cierta injusticia con los
educandos que no debieron nunca padecer.

Podría argumentarse que la huelga es justa en cuanto a reivindicaciones


salariales —y probablemente lo sea— pero lo que no es justo que en una discusión
entre administración y profesores, haya un tercero perjudicado —que ni protestó ni
se benefició de nada—… ¿A quién culpamos de esta injusticia, al Ministerio por no
atender a sus profesores o a los profesores?

No sé, pero pienso —sin tratar de ofender a nadie— que debería haber otros
caminos de protesta en los que no hubiera daños a tercero… o como pasa con el
seguro del automóvil, indemnizar a esos terceros por el perjuicio que se les ha
causado sin que ellos hayan tenido culpa de nada.

Diario HOY, 11 de enero de 1981


78

Martes y trece

Con “La venganza de Don Mendo” podríamos comenzar hoy el comentario con
aquellos versos de: “Hoy es martes, gran Dios, martes y trece… ¿por qué el temor
invade el alma mía?, ¿por qué me causa un miedo extraordinario esa cifra —¡ay de
mí!— del calendario…” Porque da la casualidad que hoy es precisamente martes y 13
y, quiérase o no, esa superstición está tan arraigada, que muchas son las personas que
hoy temen la “getatura” o “el gafismo” de la fecha y, si pudieran, ni saldrían de casa. Ya
se sabe aquello de: “en martes ni te cases ni te embarques”, y máxime si a ello
agregamos el “mal ojismo” del 13, tendremos que hoy es un mal día para los
supersticiosos. Quiérase o no, la superstición la tenemos tan arraigada los hombres
modernos, que compramos la lotería porque suma 13, miramos el “horóscopo”
diciendo que no creemos en ello pero por si acaso en fin, que hay más arraigo del que
se confiesa en eso de la superstición.

Por ello no nos debe extrañar que hoy haya quienes tengan miedo a echarse a la
calle, y hasta el que pasen cosas que tienen su gracia, pero que son totalmente reales.
Ya saben que los gitanos es una raza supersticiosa y no sólo por falta de preparación o
de cultura, porque hemos conocido gitanos cultos que continúan creyendo en el
“gafismo” y la “jettatura” de las fechas y los números. Por no ir más lejos sabemos de
una escuela de gitanillos en la que se le planteó un grave problema a la profesora (o
maestra, para decirlo tradicionalmente) porque cuando a alguno de los alumnos le
encargaba copiar una plana, éste le decía:

“Mire, señorita, no la copio, porque si la acabo se me muere mi pelón”.

“Pelón” es el nombre que dan al hermano pequeño; por lo que la maestra —que
es más lista que el hambre… recurrió al mismo sistema, y antes de que los alumnos
hablaran, era ella la que decía:

“Para mañana la lección tal, y al que no se la sepa se le pondrá malo su “pelón”.

Con lo que los alumnos trabajaban lo suyo para saberse la lección de punta a
cabo. Para que vean que de la superstición también pueden sacarse cosas positivas.

Diario HOY, 13 de enero de 1981


79

Pruebas de psicofonía

Me ha llamado a mí la atención eso de la “psicofonía” que explicaron en la “tele”,


en el espacio de meter miedo llamado “Más allá”. Resulta que usted coge un
magnetófono, se lo lleva a un caserón viejo, hace unas preguntas en él y deja abierto el
micrófono —rodando la cinta, claro—, espera unos minutos, rebobina y escucha y
resulta que, algunas veces, los “trasgos”, “los gnomos” o “los fantasmas” —que aquí
llamaríamos “marimantas”— le responden en la cinta, o tocan música de órgano, o
hacen ruido que tienen su interpretación. Yo sabía que existe una teoría por la que los
ruidos o voces pronunciadas, aun hace siglos, siguen pululando en el aire y sólo hay
que buscar un instrumento que sepa captarlas y así oiríamos, pongo por caso, a
Trajano pronunciando un discurso en un foro emeritense; o a Julio Cayo Lacer —el
constructor del puente de Alcántara— dando órdenes a los obreros de aquel
entonces. Por si acaso, tomé mi magnetofón y en una de estas noches frías y solitarias,
me fui al lado de la estatua de “Ceres”, grabé la pregunta “¿Hay algún romano por
ahí?”, dejé correr la cinta, rebobino, y me respondieron con una oración en latín de la
que no entendí una palabra.

Por variar, me fui al antiguo capo de “Cabezarrubia” pensando que algo habría
quedado en el aire de aquellos célebres partidos de rivalidad entre el Badajoz y
Cacereño, y tras rebobinar oí una sarta de tacos, de los que sólo puedo reproducir la
palabra “arbitrucho”, dicho por una voz femenina que se conocía no se atrevía a decir
algo más gordo. Hecha la prueba en el salón de sesiones del Ayuntamiento, logré
entender, muy lejano: “Me opongo”, y algo así como la canción aquella de “María
Cristina nos quiere gobernar”, pero también muy difusa. En lo grabado en el caserón
de la Junta Pre Autonómica sólo logré captar como unos ronquidos plácidos que no
sabía de donde salían. Finalmente pregunté a la cinta: “¿Y cómo se nos presenta para
Cáceres el 1981?”, y, tras rebobinar, logré oír como una especie de voz que decía:
“Tururú”, seguida de una carcajada y una especie de ruido de los que llaman
“pedorreta”… En fin, que la verdad es que no sé qué pensar de esto de la “psicofonía”.

Diario HOY, 14 de enero de 1981


80

Nada nuevo bajo el sol

Nada hay nuevo bajo el sol, aunque cada generación crea que ha inventado cosas
tan permanentes en cada una de ellas como el amor, la poesía, las dudas, el mismo
“rock” que es de generaciones anteriores, o el mismo “Canto de la alegría” que lo
inventó Beethoven, aunque las actuales generaciones crean que es una canción
actual… Tan es así, que ni el “pasotismo” es un invento de ahora, lo que pasa es que
esa manera de hablar o conducirse se ha llamado antes de modo distinto, como:
chulesco, lumfardo, “mataburro-lumía” —en Argentina—, barriobajero, atorrante,
etc., pero en definitiva era un “hablar protesta” con el que generaciones anteriores
quisieron distinguirse de la sociedad que entonces les rodeaba.

Esa forma chulesca de pedir un vaso de vino diciendo: “pásame un vidrio” no es


nueva, como no lo es la forma de pedir lumbre con la frase: “incinérame el cilindrín”, o
recordar refranes chulescamente como “a montura donada no le mires el incisivo” o
“en mui fechada no entran dípteros”, etc., etc., formas de hablar que fueron de
“pasotas” anteriores aunque entonces no se llamaran así, porque lo que sí es cierto es
que cada joven generación se cree inventora del amor, de una nueva forma de ser o de
decir, y en el fondo no hay nada de eso, sino el engaño de encontrar un estímulo
diferencial de la vida que, aunque sea un espejismo, ayuda a seguir viviendo.

Y freno aquí, porque “no quiero enrollarme, tío, aunque lo que digo es la fetén.
Te lo prometo”.

Diario HOY, 15 de enero de 1981


81

“Daros por abrazados”

Me extraño yo de lo mal informados que están, de los bolsillos ajenos, los


organizadores de homenajes. Digo esto porque, coincidiendo con la cuesta de enero
—que no sabemos si económicamente llegaremos a coronar— se han organizado
cuatro o cinco homenajes a diversas personalidades a los que, de algún modo, muchos
estamos obligados a asistir, y esto escasamente en el transcurso de dos semanas y sin
que el mes haya concluido para que podemos reponer fondos. Desde luego, esta falta
de coordinación o de vista expone al fracaso de asistencia de público a algunos de
ellos, porque se entiende que los homenajes han de ser abiertos a cualquier
ciudadano de a pie y no sólo para políticos que cobran sus buenos sueldos, y los
ciudadanos de a pie, a cuenta de las pasadas fiestas estamos sin un duro. Dice un viejo
refrán castellano que me acabo de inventar ahora que “En enero, un homenaje si
acaso pues si no será un fracaso”, y estos organizadores nos proporcionan nada
menos que tres o cuatro casi seguidos y, como quien dice, “de obligada asistencia”.
Una cosa son los buenos deseos y otra cosa el bolsillo cuando es uno el que tiene que
costeárselos. Pero echemos cuentas: Vamos a poner un menú muy popular y barato,
por ejemplo, unos huevos con chorizo. Si a lo que el menú cuesta sumamos el cubierto
del homenajeado y el de algún familiar que le acompañe, importe que habrá que
cargar a los demás menús, más el de los organizadores, que por aquello de haberlo
hecho todo tampoco pagan, los sueldos de los camareros, el vino a consumir, etc., etc.,
nos habremos puestos en las 2.000 pesetas por comensal. Si a ello sumamos el que
algunos han de venir de fuera y costearse el viaje de ida y el de vuelta, no podemos
contar con menos de las 5.000 pesetas. Si esto lo multiplicamos por cuatro o cinco
homenajes, tendremos que nos da alrededor del “salario mínimo interprofesional”
que en un mes como enero no nos podemos gastar en demostrar cariño a un amigo.
Hablando de esto, uno de mis contertulios tuvo una idea genial: “¿Y por qué no
hacer un homenaje de tipo inglés?, o sea, subir al homenajeado en un pódium,
ponernos todos alrededor y decir: ¡Tres hurras por don fulano!”
Yo, para agregar unas “gotas de sabor español”, consentiría unos discursos de
dedicación, la respuesta del homenajeado y hasta al final pasar todos a darle la mano,
como suele hacerse en los duelos, aunque con más alegría.
Otro sugería: “Con un telegrama se cumple”, pero alguien terció: “Con lo caro
que se ha puesto el telégrafo, y si tienes que poner cinco telegramas, prácticamente te
has pagado la cena.”
En fin, que a los organizadores, por su poca visión popular y económica de las
circunstancias, les tenemos que poner un cero.
Puestas así las cosas, yo por mi cuenta pienso decir, aunque sea por carta:
“Estoy muy conforme con vuestros homenajes. Daros por abrazados, pero enero no
da para más, perdonarme la ausencia.” Y punto.
Diario HOY, 16 de enero de 1981
82

El Jabonolof Ariete

No se si existe relación directa entre ciertos extremismos y la mugre. Hay quien


dice que uno de esos eternos protestones bien lavado, afeitado y vestido con ropa
limpia cambia rápidamente sus ideas por otras más centradas (no queremos decir de
UCD, sino menos extremas). Y no hablo sólo de los ácratas, que como saben no
admiten ninguna clase de autoridad, sino también otros que no llegan a tales
extremos pero los rondan a ambos lados de lo que podrías llamar “regla de las ideas”.
En estos casos, al parecer, el “habito hace al monje” y si uno no se deja la barba, no se
abandona en el aseo personal, no viste ropas desgalichadas, etc., etc., no es buen
extremista. Al parecer se han hecho pruebas y hay alguna relación entre el aseo y las
ideas, y se da el caso de que, como en la hidrofobia, los hay que rechazan el agua, lo
cual no deja de ser un inconveniente, porque en algunas concentraciones es
insoportable el olor a sobaquina. Vamos, como dice Forges, que “les canta el alerón”,
pero les canta por lo grande y por lo “jondo”.

Hablando de esto con nuestro buen amigo Juan Tapia, que como alguna vez
hemos dicho es hombre de gran fantasía, nos presentó un producto que al parecer
han inventado en Rusia que se llama algo así como “Jabonolof Ariete”, cuyo prospecto
dice —según nos traduce mi amigo, que sabe algo de ruso— que “no destiñe las
ideas”. Como el prospecto viene en caracteres cirílicos no podemos garantizar más
que lo que Juan Tapia traduce, pues dice que conoce el ruso a la perfección, ya que él
estuvo, según creo, en la División Azul. Al parecer, allí se han hecho pruebas con el
producto que es una especie de jabón; se ha lavado, afeitado y hecho la colada con la
ropa de más de mil extremistas que abandonaron el aseo personal y las ideas no
“destiñeron”, siguiendo éstos —aún a pesar de haberlos puesto hasta corbata— tan
extremistas como antes. Al parecer aquí en España —y siempre según la versión de
Tapia— se han hecho algunas pruebas con el PSUC de Cataluña que han dado
resultado óptimo, sin entrañar el producto peligro ni rechazo de clase alguna.

Yo, al conocer todo esto, no he podido menos que exclamar: “¡Lo que es la
ciencia!” Conste que no garantizo nada, por la fuente de donde me llega, pero el
invento podría dar resultados positivos. Como me lo contaron, se lo cuento.

Diario HOY, 17 de enero de 1981

NOTA.- Se ofrece aquí el texto original tal como lo escribió Fernando, incluyendo alguna
frase que, en la versión publicada, había sido censurada.
83

Oposiciones con psicoquinesis

Lo he leído en “Supermente”, una revista de parapsicología que cuenta muchos


casos curiosos de lo que podríamos llamar nueva brujería, basados en los poderes de
la mente que todavía el hombre desconoce. Ustedes saben que en la actualidad los
hombres utilizamos sólo un 10 por 100 de nuestro cerebro y se piensa que cuando
seamos capaces de utilizar un tanto por ciento mayor llegaremos a ser algo de lo que
ahora se llama “superhombres”, que siguen siendo casos inexplicables como el de Uri
Geller, que doblaba cucharas a través de la televisión, arreglaba relojes, etc., etc.
Todavía un amigo nuestro nos hablaba de que conoce un frigorífico cuyo motor está
técnicamente averiado, pero que desde que Uri Geller hizo su prueba por televisión,
funciona de maravilla sin que nadie se explique cómo.

En fin, no vamos a hablar de eso, sino de un caso que con todo detalle, fechas y
testigos, inserta la tal revista: Un niño de doce años que vive en la localidad argentina
de Covunco Abajo es capaz de levantar, sin contacto físico, hasta piedras de 50 kilos
de peso. Esto es l o que se llama “psicoquinesis”, que es el levantamiento de objetos
pesados sólo con el pensamiento. Pues bien, Ladimir Gonzalo Barrera, que este es el
nombre de este “Sansón psicológico”, vivía allí con sus abuelos que comenzaron a
asustarse porque los muebles, solos, cambiaban de sitio, quedaban en el aire o se
desplazaban como si estuvieran colgados de invisibles globos. Lo más curioso del caso
es que el pequeño Ladimir también desconocía su poder y era el primero que se
asustaba con todo ello, hasta que gente mas impuesta le ha hecho ver que este “don”
es suyo y puede emplearlo.

No sabemos si se habrá hecho “mozo de cuerda” sin cuerda, porque resulta que
el pequeño Gonzalo Barrera es analfabeto, y según se dice puede hasta descargar un
camión de cemento sólo mirándole la caja desde cierta distancia. Hablábamos de todo
esto con uno de los aspirantes a la oposición a guardias municipales de Cáceres, que
ha sido suspendido por no levantar la pesa de 50 kilos, aunque en lo demás —según
él dice— estaba preparadísimo. Este amigo, cuyo fallo es que no es muy fuerte
físicamente, nos decía: “Le voy a escribir a Ladimir para que me enseñe el truco.
Verán como apruebo las próximas oposiciones”. A ver si lo consigue.

Diario HOY, 18 de enero de 1981


84

Joaquín Terio y “Los Mártires”

(Incluida en el libro “Ventanas a la Ciudad”)

Es deseo del párroco de San Blas, de quien depende ahora la ermita de los
Mártires, resucitar la vieja y ya perdida romería a dicha ermita, pero no el día de los
Mártires, que suele caer en invierno con el lógico peligro de tiempo desapacible, sino
trasladándola a mayo, mes en el que el tiempo puede ser más apacible. No sabemos si
D. José Reveriego va a conseguir el recuperar dicha tradición que, desgraciadamente,
está perdida, pero no está de más -como prueba- ponerle ese balón de oxígeno del
cambio de fechas a ver si la tradición resucita.

Pero aparte de ello, lo que quizás importe es hacer un poco de historia próxima
de por qué se mantuvo la costumbre, más que devoción, de acudir a dicha ermita el
día de los Mártires (que este año se trasladó a domingo); lo primero que habría que
decir es que en la reanudación de la tradición, aunque no fuera con el esplendor
pasado, tuvo que ver mucho la antigua Delegación de Auxilio Social, que convertida
después en INAS (Instituto Nacional de Asistencia Social), por la proximidad que
dicha ermita tiene a su guardería del Paseo Alto, se encargó de organizar la fiesta,
dando un desayuno a las personas que asistían a la misa de los Mártires; pero de
todos modos, la tradición se hubiera perdido si no se cruza al medio el cacereñismo
de un primer teniente de alcalde de nuestro Ayuntamiento de hace unos lustros, como
fue nuestro buen amigo D. Joaquín Sánchez Terio.

Como las cosas hay que reconocerlas, aunque sea para aportar datos de la
pequeña historia próxima de Cáceres, diremos que la ermita estaba a punto de
venirse abajo por ruina y fue precisamente el mencionado concejal y el Ayuntamiento
del que él formaba parte, el que tomó sobre sí que aquello no desapareciera,
corriendo a cargo del Ayuntamiento la reconstrucción de la ermita y aun el resucitar
la tradición de acudir a la misa de los Mártires que allí se hacía anualmente.

Una aclaración que no está de más hacer es que la petición de esta reforma,
como la de todo el Paseo Alto, al que se dotó de nuevas plantas y hasta de una verja,
fue petición de los vecinos de las barriadas próximas, pero afirmamos que de no
haber estado Terio de primer teniente de alcalde en aquel entonces, nada se hubiera
conseguido. Joaquín Terio no está ahora en la política, por lo que nadie podrá suponer
que lo dicho sea “jabón” al político que, además de no necesitarlo porque él mismo lo
vende y de olor, tiene el derecho a que el resto de los cacereños le reconozcamos lo
que de bueno hizo en su antigua gestión por nuestra comunidad. Creemos que esto es
cosa de justicia, como lo será el reconocer lo bueno que hagan los que ahora están en
ella.

Diario HOY, 20 de enero de 1981


85

Excavar en Cáceres “El Viejo”

(Incluida en el libro “Ventanas a la Ciudad”)

Ahora que Carlos Callejo, cronista de la ciudad e investigador fidedigno de su


historia, acaba de publicar un libro sobre los orígenes de Cáceres, vuelve a estar sobre
el tapete de los que se preocupan de estas cosas, que mucha parte de esos orígenes
están enterrados en la dehesa de “Cáceres el Viejo”, donde el alemán Schulten, entre
los años 1920 al 30, hizo excavaciones sacando a la luz un campamento romano que
él identificó como la Castra Cecilia, que dio nombre a nuestra ciudad. Aquellas
excavaciones no fueron completas porque faltó dinero y el permiso para seguir
excavando, ya que, según el alemán, la parte más importante de dicho campamento
debía estar bajo lo que hoy es la casa de la finca y, como es lógico, no se le dejó hurgar
bajo ella, ni en el entorno, además que —como decimos— se terminó el dinero y hubo
que volver a enterrar los murallones del campamento, aunque se sacaran las
principales piezas, muchas de ellas llevadas a Alemania, y una minoría depositada en
el Museo de las Veletas, de Cáceres, donde continúan.

Las circunstancias ahora han variado, ya que nuestro Ayuntamiento —según


creemos— compró la referida dehesa de “Cáceres el Viejo”, y siendo ésta de
propiedad municipal, pensamos que es el propio Ayuntamiento el más interesado en
investigar los orígenes de la ciudad que rige. Decimos esto porque es costumbre el
que el Ayuntamiento vaya desglosando parte de sus propiedades que suele ceder —al
menos esto ha hecho con otras fincas— para diversas instalaciones, con lo que se
corre el peligro de que aquello vaya pasando de manos sin haber intentado una
investigación a fondo.

Ahora tenemos en Cáceres especialistas en arqueología de la propia


Universidad, o de instituciones culturales, que están haciendo excavaciones en otros
diversos lugares. ¿No podría orientarse esa investigación hacia “Cáceres el Viejo”? ya
que se dan todas esas circunstancias positivas y tratar de continuar lo que por los
años veinte iniciara un alemán, que prácticamente fue lo único hecho sobre el terreno,
en cuanto a los orígenes de Cáceres. La insinuación queda hecha y aunque algunos
piensen que todo ello es una tontería, para la mayoría de los cacereños no lo es en
absoluto.

Diario HOY, 21 de enero de 1981


86

“Footing” municipal

Desde aquellos piconeros o vendedores de Sandías “colorás”, que venían a


Cáceres con un burrillo, desde Malpartida, andando —porque al burro no se le podía
cargar más—, a los actuales vendedores del mercado franco, que vienen con sus
furgonetas motorizadas con calefacción, radio y hasta litera para dormir, hay un
verdadero abismo de progreso, una indudable evolución positiva que no podemos
por menos de aplaudir En lo que hemos evolucionado poco es en la forma de
alimentación de unos y otros, que también debió variar. Qué duda cabe que aquellos
carboneros y sandieros andarines necesitaban comerse un cocido, con su buen
condumio, o al menos bien cargado de tocino, porque en la ida y venida quemaban la
grasa que toda esa comida les producía; pero lo absurdo es que el vendedor —y el
hombre actual en general— siga comiendo lo mismo porque al no andar, esa grasa
acabará poniéndoles kilos encima, y atentando contra su salud.
Esto mismo podríamos decir del hombre de la ciudad en general, que con el
automóvil, los transportes urbanos, etc., etc., ha cambiado su vida andarina por la
sedentaria, y como las comidas clásicas están tan ricas (y si no que se lo pregunten a
mi buen amigo Paramio) no ha sido capaz de cambiar su dieta. Tengo yo unos
matrimonios amigos que cada sábado o domingo se regalaban con una buena comida
de restaurante y, como engordan, hacen cada noche la promesa de ponerse a régimen
el próximo lunes…, aunque no se sabe qué lunes del año va a ser.
Todo esto, y el conocimiento del hombre actual de que tiene que hacer más
ejercicio, han puesto de moda el “footing”, que es correrse diariamente unos
kilómetros para poder estar en forma y perder kilos. En nuestra ciudad ya hay mucha
gente que lo hace y con muy buen acuerdo el concejal delegado de jardines, nuestro
buen amigo Esteban Moretón, ha dotado al Parque del Príncipe de unas pistas de
“footing” que están a punto de ser inauguradas y que llevarán hasta indicaciones de
los kilómetros recorridos en cada vuelta.
Ayer mismo, el amigo Esteban nos dijo: “Quiero darle cierta solemnidad a la
inauguración y ya se lo he dicho al alcalde”, invitándome al acto que piensa hacerse.
Creo yo que la solemnidad radicará en que tanto el alcalde como los concejales que
asistan se vestirán el “chándal” y recorrerán unos kilómetros a paso gimnástico. El
alcalde, que es hombre joven, puede que lo haga, y aun el mismo concejal de Jardines,
por aquello de la vergüenza torera de ser él el “inventor”, también…, pero dudo yo de
otros miembros del pleno, como el buen amigo Jacinto Lucas y algunos más. En fin,
como el cargo obliga, ya veremos que pasa… Yo, por si me invita, ya tengo hasta
preparado el “chándal” que me ha prestado mi buen amigo y compañero Tomás Pérez
que hasta creo tiene música pulsando no sé qué letra del “jersey”, que pone “Los
Leones de Ceuta”.
Diario HOY, 22 de enero de 1981
87

Rabia, rabiña

Aquí, en nuestra región, tenemos “arrancadas de caballo andaluz y paradas de


borrico manchego”, por eso me complace a mí que alguna vez seamos los primeros en
algo positivo, porque en lo negativo estamos hartos de serlo. Somos los primeros —
empezando por la cola— en renta per cápita, en industrialización y en tantas cosas
negativas que a uno no puede por menos que llenarle de gozo el que lo seamos en
algo positivo, como es en las cartas geográficas —vulgo mapas— en lo que
Extremadura es la primera región española que tiene un mapa común de su territorio
realizado por el Instituto Geográfico Nacional, y editado ya, a la escala de 1/300.000.

Regionalmente no podemos presumir de autonomía, porque por delante van


Cataluña, Vasconia, Galicia y tantas otras regiones, pero somos los primeros que
geográficamente han logrado un mapa común de su territorio regional y podemos
muy bien el darles el “rabia, rabiña” a catalanes y a vascos que, si han logrado unas
autonomías sustanciosas, no tienen aún un mapa tan bonito y acabado de sus
respectivas regiones como lo tenemos nosotros… No, si cuando nos ponemos a algo…

Recuerdo que la necesidad de tener un mapa común surgió en aquellas jornadas


anuales que se hacían de “Extremadura en la escuela” y fueron los propios escolares y
sus maestros los que vieron la necesidad de tener un mapa común de las dos
provincias para explicar muchas cosas de ella, y poderla estudiar conjuntamente.
Recordamos también que en aquel entonces hubo algunos maestros que recabaron
los dos mapas provinciales editados por Cáceres y Badajoz, que dicho sea de paso
fueron el primer trabajo serio y actualizado cartográficamente de ambas provincias,
para recortarlos, unirlos y formar un improvisado mapa regional sobre el que vienen
trabajando ya muchas escuelas de la región. También en entrevistas que se hicieron
entonces, estos maestros y escolares expresaron la necesidad de que se editara el
mapa regional, necesidad que ahora ha sido atendida por el Instituto Geográfico.

La escala de aquellos mapas regionales era distinta: recordamos que se hacían


en 1/250.000, y la actual del actual conjunto es de 1/300.000, pero los primeros,
estamos seguros, han servido de base para el que se traza actualmente.

¿Qué para qué sirve el mapa? Pues, entre otras cosas, para que los escolares
sientan esa unión en la que los mayores andamos reacios.

Diario HOY, 23 de enero de 1981


88

Los “Reagan” cacereños

Igual que el apellido sajón Luchensky se españolizó en el de Lucenqui (hubo en


Cáceres un profesor y pintor de este nombre), estas castellanizaciones las han sufrido
otros muchos apellidos extranjeros, como por ejemplo “Caxuxa”, que aquí se convirtió
en Cachucha. Ahora, por ejemplo, se afirma que el apellido Reagan —que lleva el
actual presidente de los Estados Unidos— se castellanizó en Rega, apellido que
llevaron algunos cacereños. No soy genealogista y no sé si los Rega cacereños —de
ser verdad lo dicho— tienen algún tronco común con el Reagan estadounidense, pero
lo que sí puedo contarles es cierta historia de los Rega cacereños, que puede entrañar
alguna curiosidad.

El primer Rega cacereño, con apellido transformado o no, llegó a nuestra ciudad
en 1795. Se llamaba don Andrés Rega, era abogado y se hizo comerciante ganando
bastante fortuna. Su casa y establecimiento lo tuvo en el número 7 de la calle
Barrionuevo (hoy José Antonio) y aunque fue bastante faldero no tuvo descendencia
conocida, más que la de una sobrina que le heredó a principios de siglo, llamada doña
Mónica Rega que, al decir de don Publio Hurtado, fue muy simple y pacata, y acabó
con extravío mental. Tan es así que a la tal doña Mónica se le metió en la cabeza ser
bruja y comenzó a tomar lecciones de la última bruja conocida que hubo en Cáceres:
María “La Aragonesa”, esposa de un revendedor de frutas conocido por “El Lagaña”.
La aprendiza de bruja se empeñó en volar en la escoba, y ante ello su “maestra” —que
le sacaba buenos cuartos— una noche la ungió el cuerpo con grasas especiales y le
dijo que cuando dieran las doce podría salir volando. Sola ya la discípula, nada más
oír la primera campanada se lanzó por una ventana diciendo:

—“¡A Estremoz!”, que al parecer era el lugar donde hacían el aquelarre las
brujas extremeñas.

Pero el “invento” no resultó y la aprendiza se dio un tremendo costalazo,


rompiéndose una pierna y quedando curada de momento de su afán de brujería,
aparte de ser la comidilla de todo el Cáceres de aquel entonces…

¿Tenían estos Rega algún parentesco con los Reagan anglosajones? No puedo
afirmarlo, pero ello ha servido de motivo para contarles una historia cacereña que
muchos lectores no conocerían.

Diario HOY, 24 de enero de 1981


89

Nuestra manca ley

Nuestro colega “Ya”, con foto en primera plana, comentaba hace unos días el
robo que le habían hecho a Neptuno de su tridente. No es la primera vez, al parecer,
que a la estatua de Neptuno, de Madrid, le quitan el tridente que, según comenta “Ya”,
en alguna ocasión hubo que poner de madera, porque los “ladrones tridentinos”,
cuando era de hierro, lo pignoraban y se gastaban los cuartos así conseguidos. Lo
malo, al parecer, es que el dios de los mares quedó malherido de pies y manos en el
atentado, y habrá que repararlo, aunque se da el caso positivo de que la Policía logró
alcanzar a los dos gamberros autores del atentado estatuario, que al parecer
quedaron a buen recaudo y pasarán a manos de la justicia, que de ser la del dios de
los mares consistiría en estar en remojo —como los bacalaos— un año y un día.

Todo esto nos ha recordado los reiterados y feroces atentados que las escasas
estatuas que tenemos en Cáceres están sucediendo, mucho más sangrantes que el del
dios Neptuno, porque él tiene el socorro de una Policía que logra detener a los
gamberros pero nuestras estatuas parece que no tienen el mismo amparo y hasta
puede servir de mofa y befa la serie de sufrimientos a que las someten los gamberros
locales que son mucho más gamberros (en algo teníamos que ganar) que los de
Madrid

Si ustedes no lo creen, vean las fuentes de Cánovas, con sus cisnes descabezados
y sus tritones rotos; vean la de Gabriel y Galán —aparte de la pleitesía que le
rendimos—, con los símbolos que figuraban en sus esquinas desaparecidos, y vean,
finalmente, la estatua de la Ley y la Libertad que figura en el monumento a Muñoz
Chaves, en el mismo paseo de Cánovas, descabezada un montón de veces, y con su
brazo derecho y parte del libro de la Ley no sólo roto sino robado y desaparecido.
¿Quién robó y rompió el brazo de la Ley? Nadie ha logrado saberlo. Neptuno ha tenido
mejor suerte, porque su tridente ha sido recuperado, pero nuestra Ley ha perdido
definitivamente su brazo. Posiblemente los gamberros que se lo robaron se lo hayan
comido en un festín orgiástico como si fuera un brazo de gitano. Todo esto es hasta
simbólico, pero merecería volverle a suturar sus brazos a nuestra manca Ley.

Diario HOY, 25 de enero de 1981


90

Vamos a decantar ideas

Decía el párroco de Sierra de Fuentes el domingo en su homilía que le


asombraban las declaraciones de un ministro —creo que de Defensa— de Estados
Unidos, que dijo algo así como que la paz no era lo más importante o, al menos, tan
importante como otras cosas. El bueno del cura tomaba pie de ello y con palabra
sencilla y entendible para todos vino a decir que a nivel nacional y a nivel local no
acabamos de entender la convivencia en democracia y estamos más por anular al que
no piensa como nosotros que por escucharle y respetarle, como él mismo debe
respetar nuestras ideas, porque lo importante era la convivencia y la paz entre todos
para construir entre todos las cosas que tenemos entre manos como puede ser el bien
general de un pueblo, el trabajar y el convivir en paz tratando de resolver los
problemas del vecino, aunque su forma de pensar sea totalmente distinta de la
nuestra. No quiso entrar, y de hecho no entró, el cura en aspectos políticos, sino más
bien su llamada fue al respeto mutuo entre todos, sin que aflorara aquello de “me
opongo a lo de fulano, y voy a cargármelo, porque no piensa como yo”.

Creo que el curita tocó precisamente algo que a niveles superiores nos viene
faltando y es la preparación para la convivencia y el respeto mutuo donde reside, no
sólo un talante cristiano —que era al que se refería—, sino un talante democrático
que es al que queremos referirnos nosotros.

No hace muchos días, a un senador representante de Cáceres —cuyo nombre no


importa de momento— le decíamos que oyéndole hablar se le abría a uno, sola, la
navaja en el bolsillo…, porque hay que ver la sarta de acusaciones que hizo a
estamentos y personas que no eran de su grupo y que no pensaban como él…; sólo le
faltó decir que “había que llevar al paredón a los tales”, y cuando esto sucede —
aunque se tome a broma— es cuando uno se pregunta: “Y cómo puede este hombre,
que no ve más que sus razones, representarnos democráticamente?” Es, si ustedes
quieren, un punto de meditación aplicable a muchos de nuestros políticos de uno y
otro lado que hablan de dictaduras, siendo ellos más dictadores que lo que critican.

Diario HOY, 27 de enero de 1981


91

El “desencanto” de la princesa

Ya conocen ustedes la leyenda cacereña de la toma de la ciudad por los


cristianos allá por el siglo trece. Se debió a la traición que a los suyos hizo la hija del
kaid que mandaba la villa, dándole las llaves de un pasadizo a un capitán cristiano del
que estaba enamorada. Pero éste, aparte de “pelar la pava” con la mora, entró con
tropas y logró que desde entonces Cáceres dejara la media luna para apuntarse a la
cruz. Como todos los cacereños conocen, el padre la maldijo y la convirtió en gallina
de oro diciendo que así seguiría mientras la ciudad no volviera a ser mora.

Para mí tengo que, tal como van las cosas, poco nos falta para que volvamos a
apuntarnos a los moros y se produzca el desencanto de la princesa agarena. Sólo hay
que pulsar la “tontorronez” general que nos está invadiendo a los españoles, que
regalan mezquitas que costaron ocho siglos hacer templos cristianos, en un deshacer
la historia pasada como el velo de Penélope, o las pretensiones de los moros
marroquíes para darnos unas simples licencias de pesca, cuyo precio nos lo ponen tan
caro que sería más barato hacerles un seguro de desempleo cuantioso a los
pescadores y hasta nos sobraría dinero. Entre lo que se ha dado a conocer de esas
pretensiones figuran el paso por España de los cítricos marroquíes al Mercado
Común; un canon de 120 dólares para los barcos pequeños y otro de 150, cada tres
meses, para los mayores; que los barcos españoles lleven el 20 por 100 de tripulación
marroquí; concesión de un importante crédito —cuya cifra no se ha revelado— y
colaboración técnica para reestructurar el sector pesquero moro; hacer el enlace del
Estrecho y hasta creo que la obligación de ponernos turbantes los españoles todos los
domingos y fiestas de guardar, y proporcionarles no sé cuántos frascos del anís del
mono para agregarlo al té moruno y endulzarles la vida.

No, si cuando Hassan se pone pedigüeño parece que le ha hecho la boca un


fraile. Lo malo es que por un “quítame allá esa babucha” nos sigue apresando cuantos
barcos le parece, y como se le ocurra pedirnos las torres almohades de nuestra
muralla habrá que dárselas… Por eso digo que lo del desencanto de la princesa está
próximo, porque el nuestro ya hace algunos años que ha llegado.

Diario HOY, 28 de enero de 1981


92

La eficacia, el sillón y “las perras”

Yo no sé si Jaime Velázquez lo dijo “off the record” o para que todo el mundo se
enterara, porque nuestro presidente de la Diputación es hombre de fácil palabra y en
la última “rueda” que con él tuvimos, tras de hablarnos de un tema pasaba a otros y
en unos pedía no se contara lo dicho y en otros no. Yo por eso pienso que en este que
voy a abordar no pidió tal silencio. Se trataba simplemente que, justificando el porqué
los presidentes accidentales de los plenos, o los propios diputados, no están tan al día
como el propio presidente efectivo de la Diputación, dijo más o menos que ello era
debido a los tan debatidos “sueldos”, para agregar que eso hay que decírselo al pueblo
—razón por lo que nosotros lo contamos— aunque no estemos en acuerdo total con
el presidente. Su teoría es que los asuntos de las diputaciones han tomado tal
envergadura que los encargados de ellos tienen que tener dedicación exclusiva, y por
tanto cobrar lo suficiente para no dedicarse a otra cosa. Vino a decir que de no tener
un sueldo de 100.000 pesetas para poder dedicar atención a los temas, y tenerlo sólo
de 30.000 (como los diputados) es donde radica la diferencia. Razón por la que con un
“sueldo” de ese tipo el diputado no puede estar tan al día como el presidente que se
ha convertido en algo así como en un “especialista” que cobra sus servicios, dejando a
un lado lo que se hacía antes que era trabajar “por amor al arte”.

De ser verdad lo dicho, nos hacemos el razonamiento de: ¿Y si todo es en


función del dinero que se cobra, qué hacían las corporaciones anteriores que no
cobraban un duro? Según esa regla de don Jaime, poco o nada deberían hacer, y hasta
lo que hicieran —si es que se demuestra que hicieron algo— es bastante más de
agradecer porque lo hicieron por ese “amor al arte” o “al sillón”, si ustedes quieren
que entonces era menos apetecible que lo es ahora porque ya se sabía que, al menos
en teoría, lo hacían por el bien de la comunidad y sin embolsarse una sola peseta… No
sé yo si don Jaime tendrá razón, porque el sistema actual también puede tener el fallo
de un desmedido afán a lo que se cobra, sin dar mucho golpe…, que de todo hay en la
viña del Señor.

Diario HOY, 29 de enero de 1981


93

De Manolo Galiche a la “patrulla buscarruidos”

Algunos no quieren darse cuenta de que el tiempo no ha pasado en balde para


Cáceres y sobre todo para sus noches. De las noches aquellas del Cáceres de no hace
tanto, que se las manejaba sólo Manolo “Galiche” y dos guardias más, a las noches de
ahora en las que el alcalde y Machuca han tenido que crear una “patrulla anti-ruidos”
(“buscarruidos”, los llamaría yo), ha llovido lo suyo —aunque ahora haya sequía—. Y
conste que no quiero remontarme a la época en la que en Cáceres a los policías
municipales se les llamaba por el bonito nombre de “celadores”, en las que el señor
Sevilla era una entidad, o los “bimbas” eran el terror —cariñoso terror— de los
muchachos que jugábamos en las calles con pelotas de trapo.

Cáceres se nos ha ido de las manos, aunque a mi particularmente me alegra el


que la ciudad crezca y en ese crecimiento tenga cosas buenas y malas, que son las que
tienen que “barajar” los que ahora la dirigen, para separar el grano de la paja.

En el Cáceres de “Galiche”, había el cierre de los bares a una determinada hora,


aunque a alguno —no sé por qué— se le permitía estar abierto toda la noche, como
era el “Bar Europa”, que estaba donde ahora “La Perdiz”, y en el que recalaban todos
los trasnochadores, ya cargados desde las doce en adelante. Se daba el caso curioso de
que el dueño, para hacerlos beber (porque si no se estaban horas enteras con la
misma copa), cada cuarto de hora decía “Beber, que nos vamos”, y todos,
automáticamente, apuraban su “chato” y pedían la espuela, a la que daban coba hasta
que el dueño volvía a decir la misma frase. Así los hacía beber, porque en realidad
aquel bar no solía cerrarse. “Galiche” y los suyos asomaban de vez en cuando por allí y
si alguno se había pasado, lo llevaban a que le dieran el amoniaco y después a su casa,
con toda amabilidad.

Hoy día no suceden las mismas cosas, y el porro y las circunstancias han hecho
que las noches cacereñas sean un poco más peligrosas y ruidosas, por lo que nos
parece de perlas el que se haya creado la “patrulla buscarruidos”, aunque esperamos
que en ella no metan a los guardias sordos, porque entonces —como con el
sonómetro— poco habríamos conseguido.

Diario HOY, 30 de enero de 1981


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Ya nos lo dirán de balde

Ayer la comidilla de la calle era la dimisión del Presidente Suárez, lo que


muestra su popularidad, porque no se trataba de opiniones dadas por los políticos y
las personas más o menos relacionadas de algún modo con el presidente o los
partidos, sino las gentes más sencillas que en la vida se han ocupado de políticas, pero
que en las conversaciones de ayer, con cualquiera, indagaban o preguntaban motivos
de esa dimisión y quién sería el sustituto y proporcionaban las propias opiniones o las
que ellos creían más lógicas, algunas de las cuales tenían sin duda su gracia.

—“Pa mi —decía un viejo cacereño— ya le habían puesto en la “resfalaera” ¿y


qué iba a hacer el hombre?”…

Otros, más entendidos, como mi buen amigo Antonio Belvedere, explicaban con
todo lujo de detalles y como en cátedra pública callejera, que la culpa la tenían los
americanos y la llegada de Reagan al poder, que suponía para los pueblos que
podríamos llamar de la facción americana, un giro a la derecha, relacionándolo
además con la posible entrada de España en la OTAN, las bases americanas y hasta el
chicle.

Algún otro, por buscar motivaciones raras, hasta llegó a decir: “¿No será por el
nombramiento del nuevo Nuncio?”… En fin que cada cual echó la imaginación a volar
y daba las razones que se le ocurrían, lo que demuestra una sana preocupación del
pueblo por las cosas de gobierno y de política y la indudable popularidad de Adolfo
Suárez, en cuya explicación televisada suponemos que está la clave, sin tratar de
buscarle “tres pies al gato”. Porque, entre bromas y veras, oímos decir a alguien: “Yo
creo que la dimisión puede ser por la jubilación del cabo Piris, porque ¿qué iba a
hacer el presidente sin Piris?”

Yo, en este caso, creo que lo más sensato fue lo de otro hombre del pueblo que
permanecía callado: ¿Pepe, y tú no opinas?

—¿Y para qué voy a opinar si al fin y al cabo ya no lo dirán de balde?

Diario HOY, 31 de enero de 1981

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