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Evolución de las Pasiones y Emociones

El documento compara las perspectivas de Descartes, Hume y Darwin sobre los procesos mentales superiores y el origen de la psicología. Descartes veía las pasiones como algo que podía engañar y la razón como la forma de dominarlas. Hume rechazaba las ideas innatas y veía el conocimiento como derivado de la experiencia a través de la asociación. Darwin propuso que las emociones evolucionaron para facilitar la comunicación y supervivencia.

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Evolución de las Pasiones y Emociones

El documento compara las perspectivas de Descartes, Hume y Darwin sobre los procesos mentales superiores y el origen de la psicología. Descartes veía las pasiones como algo que podía engañar y la razón como la forma de dominarlas. Hume rechazaba las ideas innatas y veía el conocimiento como derivado de la experiencia a través de la asociación. Darwin propuso que las emociones evolucionaron para facilitar la comunicación y supervivencia.

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Historia de la Psicología

Lavalle Dolores
DNI 41.586.446
Comisión 26, Prof. Otero, Sebastián
Fecha de entrega: Primer cuatrimestre, año 2023

Consigna
1. “Los movimientos expresivos del rostro y del cuerpo (…) son los primeros medios de
comunicación entre la madre y el niño. Aquella sonríe en señal de aprobación ya niña
de igual modo a su hijo a caminar por la buena senda; frunce las cejas en señal de
desaprobación (…). Los movimientos de la expresión dan vida y energía a las palabras,
revelan a veces los pensamientos y las intenciones de una manera más real que las
frases que pueden ser engañosas” (Darwin, 1872: 416)
Describa como se manifiesta lo engañoso en las pasiones del alma según Descartes y
qué relaciones establece Descartes entre las pasiones y lo engañoso y entre las
pasiones y la voluntad. Explique la frase de Darwin dando cuenta de las rupturas
operadas en el siglo XIX y compare el abordaje del fenómeno del amor en Darwin,
Descartes y Hume, el rol que juegan los otros, si lo hay, considerando al ambiente y/o
sociedad

Introducción
Abordaremos en este informe tres autores que representan el pensamiento de tres
momentos históricos diferentes, para dar cuenta del abordaje de los procesos
superiores del ser humano lo cual los ubica como pioneros en el nacimiento de la
psicología humana.

Desarrollo
R. Descartes fue un filósofo racionalista francés que elaboró sus desarrollos en el siglo
XVII bajo el marco de la modernidad. Reinaban las monarquías absolutas y el poder
escolástico. El saber era únicamente accedido por la iglesia, y el conocimiento divino lo
daba Dios.
Considerando el contexto, desarrolló que las ideas innatas eran provistas por Dios y
que a través de ellas es que se puede pensar, coloca como guía a la razón. Buscó
separar a la fe de la razón para poder continuar con sus desarrollos y no caer bajo las
penas del clero y la corona.
En la búsqueda por cómo acceder al conocimiento verdadero, Descartes busca un
método para llegar a la verdad en la ciencia. Utiliza el método analítico matemático
para la producción de nuevos saberes. Es así que introduce la doble sustancia: la res
cogitans (el alma) y la res extensa (el cuerpo). Lo propio del alma son los pensamientos
y existen dos tipos: las acciones del alma (voluntades) y las pasiones del alma
(percepciones, sentimientos, emociones). El principal efecto de las pasiones es incitar y
disponer el alma a querer cosas y preparar al cuerpo para lograrlas. No pueden ser
excitadas ni suprimidas por la voluntad, solo pueden ser modificadas indirectamente
por ella. Como por ej.: analizando la dimensión real de lo que nos asusta, podemos
aplacar el miedo o impulsar el valor para enfrentarlo. Sin embargo, esta modificación
puede ser difícil. Porque las pasiones están acompañadas por emociones, que se
producen a nivel corporal haciendo que estas persistan y permanezcan en nuestros
pensamientos, lo cual puede generar confusión y engañarnos. La voluntad no podrá
dominar la pasión hasta que la emoción se calme, lo único que puede lograr es impedir
sus efectos y contener los movimientos que el cuerpo está dispuesto a realizar como
respuesta. En definitiva, es la razón la garantía del dominio de las pasiones pero solo se
pondrá en juego cuando el tiempo calme la excitación de la sangre.
Esta suerte de lucha entre la voluntad y las pasiones da cuenta de la fuerza o debilidad
del alma, esta fuerza del alma se incrementa con la práctica por la cual la voluntad
procura dominar las pasiones. También señala que la fortaleza del alma puede
aprenderse o propiciarse separando los pensamientos de las emociones que están
unidas a ellos, sustituyéndolas por otras y posibilitando el dominio sobre las pasiones.

Un siglo después y con un pensamiento opuesto al de Descartes, ubicamos al filósofo


escocés D. Humes, quien elaboró sus desarrollos con una matiz empírico analítica.
El siglo XVIII, fue caracterizado por ser uno de revoluciones bélicas (Primera revolución
burguesa de Cromwell, la revolución americana y la francesa) y científicas, ya que se
produce un viraje del sujeto, que hasta ahora estaba dibujado sobre la inteligencia y la
razón, hacia el sujeto gnoseológico direccionado hacia lo empírico.
El empirismo de Hume en tanto teoría gnoseológica, apuesta a que el sujeto conoce y
que todo ese conocimiento que está en la mente, alguna vez ha entrado por los
sentidos.
Utiliza para esto el método inductivo, de búsqueda y recolección de datos. El
empirismo se sostiene en la probabilidad, no en la certeza. Sustenta el conocimiento
en la creencia. Su lógica es inductiva. La lógica inductiva implica que se llega a la
conclusión a partir de casos particulares. Hume concibe a la mente como un papel en
blanco, una tabula rasa. De esta manera argumenta en contra de la existencia de ideas
innatas, postulando que todo el conocimiento humano se deriva únicamente de la
experiencia. No hay nada en la mente que no haya pasado por los sentidos. De esta
manera la percepción se vuelve el elemento fundante de la construcción del
conocimiento.
En tanto lo innato queda fuera de circulación, se ve el viraje hacia lo humano, que abre
el campo hacia lo psicológico, pues entra por la percepción, se sostiene en la impresión
por el recuerdo y nos indica que un conjunto de imágenes agrupadas formaran una
idea.
El concepto fundamental en Hume es el de asociación que es el aprendizaje mismo.
Hay tres leyes de asociación: por semejanza, por contigüidad y por causa-efecto. La
asociación se construye por repetición, por hábitos. Estos saltos asociativos son
automáticos. El conocimiento se caracteriza por ser un conjunto de rasgos que se
anudan por asociación y de ahí se desprenden los conceptos.

Finalizado el siglo XVIII, nos adentramos hacia el siglo XIX, denominado como “de
transición” ya que hay un cambio de paradigma sobre el conocimiento. Este ya no será
abordado desde la filosofía sino desde el modelo de las Cs. Naturales. En este marco
aparecen nuevos conceptos tales como organismo, ambiente, especie, adaptación y
transformación.
Antes de Darwin el hombre era alguien creado a imagen y semejanza de Dios, a partir
de él, el hombre queda definitivamente excluido de Dios y disuelto en la naturaleza. Las
especies no tienen asegurada su existencia indefinidamente, sino que hay un
dinamismo entre lo natural, el ambiente y la vida. El hombre es una especie más
dentro de la naturaleza. El autor localiza un origen y una historia para las especies
naturales. Surge entonces la idea de evolución, un proceso que no es estático, sino que
se da en el tiempo. El hombre no proviene de Dios, sino que ha evolucionado desde un
ancestro común con los primates. Entonces quién sobrevive y desaparece depende de
cómo se da el juego con el ambiente. Para sobrevivir hay que actuar. Ya no se trata del
cuerpo interior de las pasiones, sino que del cuerpo que hace, que actúa y se mueve en
respuesta a algo. Es una reacción, imprescindible para la lucha por la supervivencia.
Hasta ahora el tema era la inteligencia, ahora va a ser el instinto, las pulsiones, las
tendencias, los reflejos, la conducta. Hay un doble juego individuo (ontogénesis) y
especie (filogénesis).
En esta nueva escena la palabra pasión desaparece y surge la palabra emoción. La
emoción va a ser una categoría que se refiere al individuo, mientras que el instinto se
refiere a la especie. La emoción para Darwin va ser el equivalente individual de los
instintos. El instinto, es un comportamiento no aprendido, hereditario. La emoción es
un referente subjetivo del individuo, pero a Darwin no le interesa el aspecto subjetivo
de la emoción, sino su manera de manifestarse, es decir, su expresión. Al autor le
interesa la dimensión observable de la emoción. Por eso, enfatiza en lo gestual, lo
expresivo.
En la cita, los movimientos expresivos de la madre facilitan la comunicación entre
ambos. La expresión de aprobación materna produce placer, a través de ella, el placer
de la madre se convierte en el placer del hijo, o sea la emoción en la madre suscita la
misma emoción en el hijo. En este sentido es que Darwin menciona a Shakespeare
diciendo que: “El simple acto de simular una emoción, tiende a hacerla nacer en el
espíritu” (Darwin, 1872, p. 417. “La expresión de las emociones”) o sea que la expresión
misma de la emoción incrementa su fuerza.
La libre expresión de la emoción la intensifica y es compartida vía imitación. En la
expresión hay un refuerzo de la emoción que es lo que capta, siente e imita el niño.
El autor enuncia: “Estos resultados provienen en parte de la relación íntima que existe
entre casi todas las emociones y su manifestación exterior en parte de la influencia
directa del esfuerzo muscular sobre el corazón y por consiguiente, sobre el cerebro”
(Darwin, 1872, p. 417. “La expresión de las emociones”). Encuentro en este aspecto,
similitudes con lo que refiere Descartes en tanto que las emociones al producirse a
nivel corporal hacen que las pasiones persistan. En un mismo sentido, la expresión de
la emoción, intensifica la emoción misma y esto tiene que ver con los disparadores
corporales que se ponen en juego con la emoción en sí, según Darwin.
Este último dirá también que la imitación se evidencia también en los animales y hace
pensar que es una cuestión filogenética; que tal vez apareció fortuitamente en un
individuo o un grupo, pero que luego por la fuerza de la costumbre y de la imitación, se
hizo universal. Darwin apunta a lo filogenético mientras que Descartes se queda en el
sujeto individual (Ontogénesis).

En cuanto al amor, Descartes distingue diferencias en función del objeto amado.


Distingue entre el deseo de posesión del objeto y el amor desinteresado y puro. En el
caso del amor de pareja se comparten ambas características. Enuncia que se
manifiestan cambios fisiológicos cuando adviene la pasión del amor.
Darwin por su parte, abordaría el amor como una emoción asociada al instinto de
supervivencia y continuidad de la especie, posee componentes fisiológicos traducidos
en expresiones del sistema nervioso. Pero también está mediatizado por cuestiones
culturales afincadas en repeticiones de hábitos y costumbres.
Finalmente, desde la perspectiva de Humes, aborda el amor como una pasión asociada
a una impresión de complacencia hacia otro por sus talentos o favores. El objeto sería
otra persona y su causa la excelencia. Las causas son lo que excita la emoción y el
objeto aquello a la que la mente dirige su mirada. Sintetiza que la pasión amorosa está
compuesta por una “complacencia en la belleza, un apetito corporal y amistad o
afecto”. (Hume, 1757, p. 130 “Disertación sobre las Pasiones”)

Conclusión
La mirada de cada autor debe comprenderse en el contexto de su época y muestran
una progresión en la comprensión del ser humano. En Descartes observamos un sujeto
que trata de dominar sus pasiones sometiéndolas a la voluntad. En Hume, un análisis
minucioso de la complejidad de las pasiones del sujeto como resultado de impresiones
e ideas mediatizadas por la influencia social y en Darwin un sujeto que evoluciona y
combina lo hereditario, ajeno a la voluntad del individuo, con las respuestas que va
logrando como fruto de su adaptación al ambiente y la cultura.

Bibliografía:
Descartes, R.: (1649) “Tratado de las pasiones del Alma” Barcelona, Planeta, 1994.
Hume, D.: (1757) “Disertación sobre las pasiones y otros ensayos morales” sección I a
V, España, editorial Del Hombre, Ministerio de Educación y Ciencia, 1990.
Darwin, C.: (1872) Conclusiones y resumen (Cap. 14). En, “La expresión de las
emociones en el hombre y en los animales”. Buenos Aires: Intermundo. 1946.

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