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Fantasías Inconscientes y producciones grupales
Lic. Juana Acuña
En el lenguaje cotidiano el término fantasía aparece como opuesto a realidad,
desde niños nos han enseñado que hay un mundo de la realidad y el mundo de
la fantasía, no obstante esta diferenciación en psicoanálisis no nos es útil, muy
por el contrario.
¿Acaso, nuestras fantasías no nos develan las realidades más personales,
no son acaso la esencia de nuestra singularidad?
Esto, que parecería una paradoja fue uno de los obstáculos que Freud
necesitó resolver; en el desarrollo de su obra distingue entre una realidad
material (la de los hechos) y una realidad psíquica.
En 1914 escribe “debemos concluir que, sin duda la realidad psíquica es una
particular forma de existencia que no debe ser confundida con la realidad de
los hechos”, en 1919 modifica la frase y reemplaza “realidad de los hechos” por
“realidad material”.
Estas dos categorías suponen la existencia de dos realidades:
Realidad material “hechos”
Realidad psíquica fantasía.
La particularidad es que, para el sujeto esto que denominamos fantasía en su
psiquismo opera con categoría de realidad.
El concepto de realidad psíquica nos instala por lo tanto en el ámbito de los
procesos inconscientes.
Veamos entonces qué es la fantasía.
Laplanche y Pontalís en su Diccionario definen a la fantasía como:
“guión imaginario en el que se halla presente el sujeto y que representa, en
forma más o menos deformada por los procesos defensivos, la realización de
un deseo inconsciente”
En la fantasía encontramos un guión, argumento o trama, esta trama
imaginaria que se va a desarrollar a lo largo de una serie encadenada de
escenas, está representada por algunos personajes; cada personaje del guión
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será el resultado de una o varias identificaciones con personas reales
importantes de su entorno y a través de los cuales el sujeto productor de la
fantasía se encontrará presente.
Que se halle presente no significa necesariamente que se encuentre en la
escena; el sujeto puede identificarse en el conjunto de la fantasía, en algunos
de los elementos o ubicarse como espectador.
Otro elemento importante referido al argumento, guión es que la “acción” que
dicho argumento narra es el resultado del encuentro de dos vectores:
Un vector es el deseo, deseo que busca su cumplimiento, su realización.
El otro vector está representado por los mecanismos del orden de la
censura, la represión, condensación, etc., mecanismos defensivos que se
oponen al deseo y a su cumplimiento, por lo tanto permiten su expresión
sólo de una forma distorsionada, esta forma distorsionada es lo que
denominamos fantasías.
Es necesario aclarar que la fantasía, no es la realización del deseo, sino que
éste está expresado, hablado, representado en su argumento; en este sentido
la fantasía como proceso psíquico es una categoría similar a la formación de
compromiso.
¿Cuál es el material utilizado para el armado de la trama fantasmática?
Los recuerdos. Si bien estos recuerdos también aparecen deformados o
reordenados de un modo particular.
En el manuscrito L, Freud señala que las fantasías “combinan lo vivenciado
con lo oído, el pasado (de la historia de los padres) con lo presenciado por el
propio sujeto”.
Podríamos decir que la fantasía es una re-escritura de la historia del sujeto,
particularmente de la historia infantil; en la fantasía los recuerdos están
reorganizados con un fin determinado, este fin es permitir la realización del
deseo sin que éste sea notado. El deseo tiene que “realizarse” pero debido a
los procesos defensivos (represión) aparece como disfrazado (similar al
proceso onírico)
Origen de la fantasía
El origen (inicio) de la fantasía debemos pensarlo desde el concepto de
apuntalamiento. Este concepto que había quedado casi olvidado en la teoría
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freudiana ha sido “redescubierto” por Laplanche y Pontalís en su obra:
Fantasías originaria, Fantasía de los orígenes, Orígenes de la Fantasía, texto
que por su riqueza investigativa es preciso consultar.
Vemos entonces las conceptualizaciones teóricas acerca del origen de la
fantasía.
El nacimiento rompe la fusión intrauterina, hasta ese momento el bebé es
sostenido en sus necesidades por el cuerpo de la madre, el nacimiento instaura
en el recién nacido la necesidad, el estado de prematurez del infans humano
exige desde el inicio de un “otro” que funcione como soporte y sostén.
La brecha rota por el nacimiento es reemplazada entonces, por el vínculo con
la madre, si bien vale aclarar que la simbiosis perdida nunca será totalmente
recuperada.
Este primer vínculo es lo que vemos reflejado en la primera fantasía.
La experiencia de necesidad (hambre) pone en funcionamiento mecanismos
de orden autoconservativos tendientes a reducirla; en un sentido biológico el
objeto que satisface esa falta es la leche, no el pecho; pero conjuntamente con
la nutrición comienza a constituirse el placer sexual (gratificación oral). Si bien
es este momento no hay todavía diferenciación entre sexualidad y
autoconservación.
Lo que llevará a esta separación serán las sucesivas: presencia y ausencia
del objeto y aquí el proceso comienza a complejizarse: puede ser que la
necesidad haya sido satisfecha (hambre) pero la gratificación oral como plus no
vinculado con la autoconservación llevará a la búsqueda de repetición de “esa”
satisfacción.
Ante la ausencia del alimento aparecerá la “alucinación” del mismo, esta
alucinación primitiva no nutre, no reemplaza al alimento real, produciéndose un
desplazamiento de la leche al pecho, esta primera alucinación es el nacimiento
de la fantasía, aparece el primer desear y el deseo está organizado alrededor
de un esquema fusional: hay una parte del cuerpo de uno que se introduce en
el cuerpo del otro. El deseo de fusión.
Es necesario aclarar que esto no es percibido de este modo por el bebé ya
que aún no hay discriminación yo-no yo.
Este sería el momento de separación entre el apaciguamiento de la
necesidad y la realización del deseo, momento de separación de la experiencia
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real y de la revivencia alucinatoria, momento de surgimiento del deseo y de
instauración del psiquismo.
Sexualidad
Autoconservación
“Cuando el pecho aparece en el registro de lo psíquico, como un
desplazamiento de la leche, es ya un símbolo” (J. Laplanche)
Este momento que Freud hace coincidir con el autoerotismo está relacionado
con la pérdida del objeto de satisfacción. Sin embargo como ya señalamos “ el
objeto a reencontrar no es el objeto perdido sino su sustituto, el objeto perdido
es el de autoconservación y el que se busca en la sexualidad está desplazado,
de ahí la imposibilidad de recuperar jamás el objeto”. (Marcos Bernard).
Autoconservación leche
Sexualidad pecho
El apuntalamiento que mencionáramos anteriormente se basará entonces:
Apoyo de la pulsión (sexualidad); en lo biológico (autoconservación).
El psiquismo del niño estará apuntalado en el psiquismo de sus objetos: el
aparato psíquico de la madre, ésta desde el inicio propone a su hijo
significantes verbales, no verbales impregnados de significaciones
inconscientes.
“El encuentro boca-pecho implica tener en cuenta qué es el pecho para
esa madre, el bebé alucina lo que representa el pecho para esa madre.
Esta representación la remite a su propia historia (inconsciente reprimida)
remite a su propio yo lo que ella anhela en relación a ese bebé) y también
remite al campo de los ideales” (Luis Hornstein. Introducción al
Psicoanálisis).
En 1938 Freud escribía este pasaje que condensa la génesis: apoyo de la
sexualidad en la necesidad, producción del deseo, la sexualidad materna como
generadora de la sexualidad del bebé.
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“El primer objeto del niño es el pecho materno que lo nutre: el amor
aparece en análisis con la satisfacción de las necesidades nutricias. Al
principio, ser separado de éste, desplazado hacia afuera por sustraerse
tan frecuentemente al anhelo del niño, se lleva consigo en calidad de
objeto, una parte de la catexia narcisista. Este primer objeto se completa,
más tarde, hasta formar la persona total de la madre, que no sólo alimenta
sino también cuida al niño y le despierta muchas otras sensaciones
corporales, tanto placenteras como displacenteras. En el curso de la
puericultura la madre se convierte en la primera seductora del niño. En
estas dos relaciones arranca la singular, incomparable y definitivamente
establecida importancia de la madre como primero y más poderoso objeto
sexual, como prototipo de todas las vinculaciones amorosas ulteriores,
tanto en uno como en otro sexo”.
En síntesis:
Origen de la fantasía:
El psiquismo se instaura a partir de la deflexión entre el instinto de
autoconservación y la pulsión sexual.
El deseo tiene su origen y modelo en la satisfacción alucinatoria producida
luego de la primera falta-ausencia-frustración.
Cuando el pecho aparece en el registro de lo psíquico es ya un símbolo
fantasía .
La alucinación marca el inicio del yo como instancia psíquica = la pulsión se
vuelve autoerótica narcisimo primario.
Fantasías originales y secundarias:
Partiendo del momento de la deflexión del instinto, la constitución de la
pulsión ligada a la primera experiencia de satisfacción el plus de placer dado en
el chupeteo y la alucinación que indica una inscripción en el inconsciente, había
de desarrollarse un continuo entre lo originario y lo secundario en lo pertinente
a las inscripciones psíquicas.
Si bien hay diferentes niveles de fantasías, ya sea por su contenido, carácter
consciente o inconsciente, esto no significa que las más complejas desplacen a
las primitivas.
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La secuencia de fantasías que van de lo fusional a la discriminación la que da
en la superación de la conflictiva edípica sería; he aquí el conocido esquema
de Laplanche y Pontalís:
URPHANTASIEN PHANTASIEN (Secundaria)
Fantasías originarias INCONSCIENTE CONSCIENTE
(de origen inconsciente) (reprimida) (ensueño diurno)
Las fantasías de los orígenes surgen ante las preguntas que se formula el
niño, acerca de su origen.
¿Cuáles son esas preguntas básicas?
1- ¿De dónde venimos?
2- ¿Por qué hay diferencia de sexos (niño-niña)?
3- ¿Cuál es el origen de la sexualidad?
El contenido fantasmático que surge como respuesta a estas preguntas son
más o menos universales:
En relación al origen del sujeto: Fantasía de escena primaria.
En relación al origen de la sexualidad: Fantasía de seducción.
En relación a la diferencia sexual anatómica: Fantasía de Castración.
Las fantasías de escena primitiva son interpretaciones de las relaciones
sexuales entre los padres en el sentido de que éstas constituyen un enigma
para el niño. Es elaborada a partir de ciertos indicios (ruidos, voces) y
fantaseada generalmente como un acto de violencia por parte del padre o una
incorporación de la madre del pene paterno.
Fantasía de Seducción
Se refiere a la escenificación de los deseos sexuales deseados y temidos por
el niño, los componentes sexuales de la seducción son las pulsiones parciales
exhibicionistas y escopófilas.
Su contenido en la escenificación está referido al “ataque” de índole sexual
por parte de un adulto y sufrido pasivamente por el niño.
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Fantasía de Castración:
Se constituyen como representación ante la angustia de amenaza de pérdida
del pene, se construyen de un modo particular según el fantaseante sea varón
o mujer.
El varón teme la castración como realización de una amenaza paterna en
respuesta a sus impulsos sexuales, en la niña la ausencia de pene es sentida
como una pérdida sufrida (atribuyendo generalmente esta “sustracción” a la
madre).
Importa destacar que la fantasía de escena primaria es el prototipo de toda
organización fantaseada: ya que en su estructura encontramos:
Alguien que es deseado
Alguien que desea Alguien que se interpone
Piera Aulagnier en la Violencia de la interpretación señala:
“Todo fantaseo implica una escena de tres elementos: la mirada que
contempla un argumento en el que están presentes dos objetos. Las
relaciones observador-visto y la relación presente entre los dos objetos
del argumento son complementarias.... se instaura así la infraestructura
de toda organización fantaseada. Una mirada que experimenta un afecto
de placer o displacer cuya causa se imputa a la relación puesta en escena
entre el representante del otro y este otro lugar”.
Cabe señalar que el modo de relación fantaseada entre los dos objetos de la
escena (madre que seduce a un niño, padre que pega a un niño, etc.) que es
contemplada por la mirada, dependerá del predominio de una u otra pulsión
parcial.
Lo que diferencia a las fantasías de los orígenes de otras más evolucionadas
es el monto de indiscriminación que se da entre los elementos presentes en la
estructura fantasmática. Se caracterizan por la ausencia de subjetivación, el
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sujeto está incluido pero no como un YO que protagoniza la escena (Un padre
que seduce a una hija).
Esto se debe a que el proceso de individuación aún no se ha producido.
Este carácter desubjetivado es lo que a su vez permite que el fantaseante
ocupe cualquier lugar o posición en la escena: puede ser el niño, una parte de
la madre, el que seduce, el que es excluido, etc. .
Freud les otorgaba un carácter filogenético:
“Es posible que todos los fantaseos que hoy escuchamos en el análisis...
hayan sido antaño, en las épocas originales del género humano realidad, y que
al crear fantasías el niño no haga más que llenar con ayuda de la Verdad
prehistórica, las lagunas de la verdad individual”.
Al respecto es interesante el estudio que hace J. Laplanche en Nuevos
Fundamentos para el psicoanálisis; por nuestra parte diremos que su carácter
transindividual, proviene de la transmisión cultural y particularmente de la
inserción del sujeto niño en un vínculo intersubjetivo. Así, los padres desde el
inicio son enunciantes de un discurso cultural que le trasmiten; al decir Piera
Aulagnier “la instancia parental hace de “portavoz” de las exigencias culturales
y en mayor medida por el hecho de que ellos mismos están atravesados por
esa cultura”.
Que las fantasías acerca de los orígenes, sean compartidas por todos los
seres humanos, debemos atribuirlas más que a una herencia filogenética, al
hecho que se construyen ante circunstancias y preguntas similares que
atraviesan todos los hombres.
No obstante ser universales es decir transubjetivas es necesario para su
creación la participación del aparato perceptual individual (recordemos que se
“arman” con fragmentos de lo visto, oído, etc..) por lo tanto la escena
fantaseada es siempre individual.
La universalidad está referida a un esquema básico común pero para su
construcción es necesario que el fantaseante cuente con un sistema ideativo, a
través de éste se apropiará para su elaboración de sistemas de creencias
aportados por la cultura.
Si bien Freud nunca hizo una distinción entre fantasías originarias (o primeras
fantasías) y fantasías de los orígenes es preciso discriminarlas:
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Las fantasías originarias fundan el psiquismo y la actividad de fantasear,
metapsicológicamente su nivel está en lo originario: predominio de
representación de cosa, dependen de la represión originaria, cualitativamente
pertenecen al Sistema Inconsciente y por lo tanto no son posibles de hacerse
conscientes. No son reductibles a recuerdos.
En este sentido convendría otorgarles el sentido de protofantasías.
Las fantasías de los orígenes (escena primaria, seducción y castración) son
inconscientes por haber caído bajo el efecto de la represión, pero en algún
momento fueron conscientes.
Esto indica que han tenido acceso a la representación de palabra, sabemos
que para Freud la representación de palabra no está en absoluto en el origen
del inconsciente, el lenguaje es secundario; caracteriza al preconciente y al yo
“en el sentido de que es él quien provee el esclarecimiento de representaciones
de palabra que permiten a las cadenas de pensamientos devenir conscientes”
(J. Laplanche “Nuevos fundamentos para el Psicoanálisis).
En cuanto a las fantasías secundarias, éstas pueden ser conscientes (en
sueños diurnos) o inconscientes (por acción de la represión y atraídas hacia
este sistema por acción de las fantasías originarias).
Las fantasías secundarias tienen que ver con la unión de representación de
cosa con la representación de palabra, tienen la impronta del leguaje y cuando
se hacen inconscientes pierden la cualidad discriminativa que el lenguaje
otorga. Están ligados a la historia individual del sujeto, en este sentido son
expresiones de un fenómeno narcisista, es la lectura o traducción subjetiva de
una situación determinada, es siempre individual y opera en el proceso
individuación.
Se instauran a partir del ingreso del niño en la conflictiva edípica, su
contenido correlativamente tendrán un mayor nivel de discriminación.
Este proceso será paulatino, así las fantasías irán también de la fusión a la
discriminación.
Lo que dará un signo distintivo a estas fantasías será el monto de sincretismo
que contienen.
Esto está vinculado con el grado (mayor o menor) de discriminación que el
sujeto haya logrado en sus vínculos intersubjetivos.
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Las fantasías secundarias inconscientes presentan un alto grado de
organización, se hallan exentas de contradicciones ya que utilizan todas las
adquisiciones del sistema consciente.
En cuanto a la escena fantasmática secundaria el sujeto ocupa un lugar, está
presente como protagonista y actor de la fantasía (Recordemos que en las
fantasías de los orígenes no hay subjetivación).
Las fantasías secundarias en algún momento fueron ensoñaciones diurnas
que por un exceso de catexia pasaron al inconsciente atraídos por lo reprimido
originario.
En el argumento el sujeto está presente ocupando un lugar, ya no
intercambiable, desempeña un rol, rol con el que se identifica; entre los
personajes se va a desarrollar una trama, un guión como decíamos
anteriormente; este guión es el que intentamos realizar en las conductas,
síntomas, sueños, transferencia.
Las fantasías inconscientes organizan nuestra experiencia, son las que nos
otorgan nuestra mismidad, la identidad personal está formada así por una
constelación de fantasías.
Por la capacidad de proyección del aparato psíquico, esa dramática
constitutiva de la fantasía, será la que el sujeto tratará de poner en acción en el
espacio grupal. Dramatizará ese argumento, procurando que los otros
desempeñen los roles complementarios de la escena; por supuesto que esto es
inconsciente para el protagonista de la fantasía.
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concepto de Fantasía. Revista APA.
Anzieu, D. El grupo y el inconsciente. Biblioteca Nueva, Madrid 1986.
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Publicación de la Asociación Argentina de Psicología y Psicoterapia de
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Freud, Sigmund (1917) Conferencias de Introducción al Psicoanálisis,
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Laplanche, J. Nuevos Fundamentos para el psicoanálisis. La seducción
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Laplanche, J. y Pontalis, J.B. Fantasía originaria, Fantasía de los orígenes,
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