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Cuando Orar Es Una Lucha

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cuando

orar
es una
lucha
U NA G U Í A P R ÁC T I C A
PA R A S U P E R A R LO S
O B STÁCU LO S E N L A OR AC I ÓN

kevin p. halloran

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© 2023 de P&R Publishing

Traducido del libro When Prayer Is a Struggle: A Practical Guide for Overcoming Obstacles
in Prayer © 2021 por Kevin P. Halloran, publicado por P&R Publishing.

Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida, alma-
cenada en un sistema portátil o transmitida de ninguna manera ni por ningún medio
—electrónico, mecánico, fotocopiado, grabado o de cualquier otra índole—, a excepción
de citas breves con el propósito de reseñar o comentar, sin el permiso previo de la edi-
torial P&R Publishing Company, P.O. Box 817, Phillipsburg, New Jersey 08865-0817.

A menos que se indique lo contrario, las citas bíblicas son tomadas de la Nueva Biblia
de las Américas (NBLA), Copyright © 2005 de The Lockman Foundation. Usadas con
permiso. www.NuevaBiblia.com.

Las citas de las Escrituras marcadas como (NVI) están tomadas de la Santa Biblia,
NUEVA VERSIÓN INTERNACIONAL® NVI® © 1999, 2015 de Biblica, Inc.® Usado
con permiso de Biblica, Inc.® Reservados todos los derechos en todo el mundo.

Las itálicas incluidas en las citas bíblicas indican que se ha añadido el énfasis.

Traducción: Rodrigo Hinojosa, Querétaro, México

Impreso en los Estados Unidos de América

Library of Congress Cataloging-in-Publication Data

Names: Halloran, Kevin P., author. | Hinojosa, Rodrigo, translator. |


Halloran, Kevin P. When prayer is a struggle.
Title: Cuando orar es una lucha : una guía práctica para superar los
obstáculos en la oración / Kevin P. Halloran.
Other titles: When prayer is a struggle. Spanish
Description: Phillipsburg, New Jersey : P&R Publishing, [2023] | Summary:
«Si te cuesta orar, ¡anímate! La lucha revela un deseo de orar, y
Halloran muestra cómo abordar los obstáculos para la oración
enfrentándolos de frente»-- Provided by publisher.
Identifiers: LCCN 2022029917 | ISBN 9781629958026 (paperback) | ISBN
9781629958033 (epub)
Subjects: LCSH: Prayer--Christianity.
Classification: LCC BV215 .H338518 2023 | DDC 248.3/2--dc23/eng/20220906
LC record available at https://lccn.loc.gov/2022029917

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Para el pueblo de oración de Dios

“La oración de los rectos es Su deleite”


(Proverbios 15:8).

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Contenido

Prólogo por Colin S. Smith 9


Introducción: La lucha es real 11

1. Olvido por qué orar importa 19


2. No sé qué orar 35
3. Me siento demasiado culpable como para orar 53
4. No estoy seguro de que Dios me escuche 65
5. Tengo motivaciones encontradas 79
6. No me puedo enfocar 93
7. Soy tan desorganizado 107
8. Estoy demasiado estresado 121
9. Estoy demasiado ocupado 137

Conclusión: La lucha vale la pena 153


Reconocimientos 157
Apéndice: Oraciones selectas de las Escrituras 159
Recursos sugeridos para profundizar
en la oración 163

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Prólogo

En una escala del 1 al 10, ¿cómo calificarías tu vida de oración?


Si es un 10, probablemente no necesitas este libro. En ese caso,
ya estarás buscando a Dios con pasión, persistencia y persuasión
en favor de tu familia, tu iglesia y tu mundo.
Este libro es para el resto de nosotros.
Ya que abriste este libro, supongo que no tienes un 10 y que estás
interesado en obtener ayuda para tu vida de oración. No estás solo.
Uno de los privilegios y responsabilidades que tiene un pastor
es reunirse con miembros de su congregación para ofrecerles ayuda
práctica y aliento. Pero esto es lo que he descubierto al hacerlo: a
veces, cuando las personas se reúnen con un pastor, no saben qué
decir y terminan llenando el tiempo con conversaciones generales.
¿Cómo podría yo, como pastor, abrirles las puertas a una interac-
ción que tenga un valor espiritual duradero?
Hace algunos años, diseñé una lista de temas que pensé que
la gente querría platicar con su pastor. Escribí preguntas al frente
de unos sobres y después los llené con tarjetas que ofrecían varias
respuestas posibles.
Ahora, cuando me reúno con un miembro de mi congregación,
a veces comienzo diciendo: “Tenemos una hora juntos, así que
aprovechemos bien nuestro tiempo. Si tienes algo de lo que te
gustaría hablar, podemos hacerlo. Si no, tengo algunas sugerencias
escritas en estos sobres. Podrías escoger una que te interese”.

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Prólogo

La mayoría de las veces, las personas piden ver los sobres.


Los asuntos que están escritos en el frente de ellos incluyen
doctrina, evangelización personal efectiva, crecimiento en madurez
cristiana, relaciones con otros creyentes y ministerio cristiano. Pero
hay otro sobre que ha sido, sin duda, el más popular. Estimo que,
a lo largo de los años, el 80% de la gente que ha visto los sobres
ha escogido el que dice: “¿Cómo describirías tu vida de oración?”.
Cuando abren este sobre y sacan las tarjetas, cada una contiene
una palabra o dos que podrían describir la vida de oración de una
persona: Placentera, Trabajo duro, Valiosa, Irregular, Poco estructu-
rada, Sin objetivo, Un fracaso.
Es fascinante ver cómo las personas procesan estas tarjetas. Al
ponerlas sobre la mesa, la mayoría de las personas pasan por un
proceso de eliminación. “Bueno, no es un fracaso. Pero tampoco
diría que es placentera...”. Lo más común es que escojan dos de las
tarjetas: “Irregular” y “Sin objetivo”.
Las personas están buscando ayuda; y si tú eres una de ellas,
este libro es para ti. Kevin Halloran ha reunido un tesoro de consejos
sabios y prácticos que le añadirán profundidad a tus oraciones.
Kevin te ayudará a darle estructura y propósito a tu vida de
oración. Te mostrará cómo utilizar cualquier sentimiento de fracaso
que tengas para motivar, en lugar de limitar, tus oraciones. Este
libro expandirá tus horizontes y te dará una nueva visión de cómo
practicar la oración de manera más efectiva.
Que Dios lo utilice para bendecirte y animarte.

Colin S. Smith
Pastor principal, The Orchard
Presidente, Abre la Biblia

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Introducción:
La lucha es real

“Todos luchan con orar. ¿Es posible siquiera una buena vida de oración?”.
Me arrepentí de esas palabras en cuanto salieron de mi boca.
Yo sabía que tal pensamiento reflejaba una visión poco profunda
de Dios, de Su evangelio y de la oración. Y, sin embargo, ¡acababa
de soltarlas en frente de todo nuestro grupo de estudio bíblico!
Evité el contacto visual con los demás por varios minutos, y
reflexioné en lo que había dicho. Aunque sabía que mis palabras
estaban mal, reflejaban lo que había sentido por mucho tiempo. Yo
había tenido muchos altibajos en mi búsqueda de Dios por medio
de la oración. Estaba frustrado. Un buen sermón o libro me animaba
durante días o semanas, pero después regresaba al punto de partida y
me sentía derrotado por obstáculos aparentemente insuperables. Yo
había pensado que asistir al seminario o tener puestos de liderazgo
lo solucionarían, pero fue en vano. ¿Por qué mi crecimiento en la
disciplina de la oración siempre se terminaba apagando?
¿Alguna vez te has sentido como yo? Sospecho que tú también
luchas con la oración si escogiste un libro con este título. Tal vez
has seguido a Cristo durante años; amas Su Palabra y Su Iglesia.
Pero cuando se trata de la oración, te sientes como un auto atra-
pado en el lodo. Haces un esfuerzo, pero tus ruedas giran y no
avanzas. Sabes que Dios y la vida cristiana significan algo más,

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Introducción: La lucha es real

pero no estás seguro de cómo crecer en la oración. Sabes que la


lucha por orar es real.
Pero ¿sabías que la lucha también es buena?

L A LU CH A E S . . . B U E N A

Me escuchaste bien. Piénsalo: no luchas por hacer algo que quieres


evitar. Por ejemplo, yo no lucho con el impulso ni de prenderles
fuego a fajos de billetes que he ganado por mi duro trabajo ni de
golpear a mi auto con un mazo. A veces, sí lucho con hacer ejercicio,
aunque deseo estar sano. Sí lucho con administrar mi dinero con
sabiduría, aunque quiero ser fiel a lo que Dios me ha confiado. De
manera similar, todos luchamos con la oración porque tenemos un
deseo por orar. Si no tuviéramos el deseo, no lucharíamos.
El deseo por orar no debe darse por sentado. Cuando el hom-
bre se rebeló en el huerto del Edén, su pecado lo separó de la
comunión con Dios (ver Génesis 3:8, 22-24). “Las iniquidades de
ustedes han hecho separación entre ustedes y su Dios —escribe
el profeta Isaías—, y los pecados le han hecho esconder Su rostro
para no escucharlos” (Isaías 59:2). El apóstol Pablo dice algo
similar: “Como está escrito: ‘No hay justo, ni aun uno; no hay
quien entienda, no hay quien busque a Dios’” (Romanos 3:10-11;
ver también Salmo 14:1-3). En términos espirituales, existe un
abismo infinito entre la humanidad pecadora y un Dios santo. Su
rostro está escondido de los pecadores. Él no tiene que responder
a tu oración así como tú no tienes que hacerle un favor a alguien
que te ha traicionado.
Gracias a Dios, Él envió a Su Hijo Jesús para ser el puente entre
la humanidad pecadora y Él mismo. La muerte de Jesucristo en la
cruz ha hecho expiación por nuestros pecados (ver Romanos 5:8-10;
Hebreos 10:12). Su resurrección nos justifica ante Dios el Padre
(ver Romanos 4:25). Su ascensión garantiza que Él intercede por
nosotros a la diestra de Dios (Romanos 8:34). Gracias a la obra

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Introducción: La lucha es real

de Jesús, Dios ha llenado a Sus hijos con Su Espíritu, haciendo


que nuestros corazones clamen “¡Abba! ¡Padre!” cuando oramos
(Gálatas 4:6) y dándonos el deseo de buscarlo y de honrarlo. Para
aquellos que confían en Jesús y que se arrepienten de sus pecados,
Dios el Padre ya no es inalcanzable; ahora, no solo somos capaces
de orarle a Él, sino que, de hecho, Él es quien nos invita a hacerlo.
Gracias a la invitación misericordiosa que Dios da a través del evan-
gelio de Su Hijo, la oración es posible.
Esas son todas buenas noticias. Nuestra lucha por orar es
buena porque revela que el Espíritu nos ha dado un deseo de
orar. El problema surge cuando deseos rivales nos distraen de
buscar a Dios. (También nos enfrentamos a un enemigo que odia
cuando los hijos de Dios oran y que hará lo que sea por evitar
que participemos en ese poderoso acto). A veces, estas luchas
resultan de una falta de conocimiento: ¿De qué se trata la oración?
Y ¿por qué debemos realizarla? A veces, son asuntos del corazón:
nuestro pecado o nuestro dolor nos hacen tropezar. Otras veces,
simplemente necesitamos aprender maneras prácticas para poner
por obra lo que ya sabemos.

EL F U NDA M E N TO D E L A VE RDADER A O R AC IÓ N

Veamos dos actitudes del corazón que son esenciales para una vida
de oración genuina y creciente.

Fe en Dios
El obstáculo número uno para la oración es la falta de fe.
Santiago 4:2 dice: “No tienen, porque no piden”. Y no pedimos
porque no creemos, ya sea en Dios o en la oración. “Sin fe es
imposible agradar a Dios —escribe el escritor a los hebreos—.
Porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que Él existe,
y que recompensa a los que lo buscan” (Hebreos 11:6). Mientras
más participemos en actividades que fortalezcan nuestra fe, como

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Introducción: La lucha es real

leer la Palabra de Dios y tener comunión con el pueblo de Dios,


más fácil se volverá la oración. La oración es el rebose natural de
una fe creciente.

Amor por Dios


No cualquier tipo de fe agrada a Dios; incluso los demonios
creen... ¡y tiemblan (ver Santiago 2:19)! La verdadera fe fluye de
un amor por Dios. Cuando Dios el Padre nos invita a Sí mismo a
través del evangelio de Su Hijo, nos convertimos en Sus hijos (ver
Efesios 1:3-6). A medida que vivimos en obediencia amorosa a
nuestro Padre celestial, experimentamos más de Él (ver Juan 14:21).
Y a medida que experimentamos más de Él, crecemos en nuestro
amor por Él, deseamos más de Él y, por lo tanto, oramos más. Por
esta razón, Cuando orar es una lucha es un libro sobre la oración,
pero también es un libro sobre toda la vida cristiana porque fuimos
diseñados para amar y adorar a nuestro Creador, y la oración es una
expresión esencial de devoción a nuestro Señor.

No puedes superar ninguna lucha en cuanto a la oración sin


ambas cosas: fe en Dios y amor por Él. La fe es el aire en los pulmo-
nes de la vida de oración, y el amor es el palpitar de su corazón. No
podemos avanzar en el camino de conocer a Dios orando sin aire
en nuestros pulmones o sin sangre que corra por nuestras venas.
Mantén en mente a la fe y al amor mientras caminamos por las nueve
luchas que se presentan en este libro.

U N EN FO QU E D E M E N T E , COR A ZÓ N Y
M A NOS PA R A S U PE R AR LOS O BSTÁC ULO S

Hace un par de años, mi hermano Kenny me convenció de participar


en una carrera de obstáculos. La idea era sencilla: corre cinco kiló-
metros y conquista un par de docenas de obstáculos en el camino.
Mi hermano era un atleta consumado que había ganado muchas de

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Introducción: La lucha es real

estas carreras antes; yo era un novato cuyo objetivo principal era no


morir. Él terminó la carrera como una hora antes de que yo empezara
la mía, lo cual me permitió investigar lo que sabía sobre la pista y
escuchar sus consejos antes de correrla yo mismo. La sabiduría que
me compartió hizo que la carrera fuera más fácil y divertida para
mí; evité errores de novato y enfrenté obstáculos retadores con la
sabiduría de un veterano. (¡También me mantuve vivo!).
Espero poder orientarte para superar los obstáculos en la
oración como mi hermano me orientó para superar los obstáculos
en aquella carrera. No soy un sabio de cabello cano con todas las
respuestas. Soy un hombre normal quien se dio cuenta de que
luchaba con orar y emprendió un viaje en busca de una vida de
oración más fiel y gozosa, rogándole a Dios por ayuda en el camino.
También es cierto que soy solo un individuo, así que he incluido
citas e historias de otros creyentes, tanto pasados como presentes,
para mostrarte cómo han vencido sus luchas y crecido en su propio
amor por Dios.
Mi motivación principal para escribir este libro ha sido mi
creencia en que una vida de oración fiel, fructífera y gozosa está
al alcance de todo cristiano. Dios me ha ayudado de maneras
espectaculares, y sé que te ayudará a ti también. ¿Lo crees? Si sí,
¿me acompañas en este trayecto para considerar con atención y
cuidado por qué que luchamos y cómo podemos encarar de frente
esas luchas?
Juntos, seguiremos un enfoque de mente, corazón y manos a
medida que

1. vemos cómo las verdades del evangelio abordan las luchas


que enfrentamos en la oración (ya que la verdad bíblica es
el fundamento sólido para una vida de oración);
2. diagnosticamos los problemas del corazón que nos impi-
den una oración verdadera (ya que nuestros corazones le
importan a Dios); y

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Introducción: La lucha es real

3. aprendemos cómo avanzar en la oración (ya que las mentes


informadas y los corazones transformados aún requieren
de ayuda práctica).

Creo firmemente que no se aprende a orar leyendo libros, así


como no se aprende a andar en bicicleta escuchando clases en un
salón; se aprende con la práctica.1 Eso significa que, si te encuentras
con el deseo de orar mientras lees este libro, ponlo a un lado y ora...
¡de eso se trata el libro! Por esta razón, cada capítulo también incluye
una oración y preguntas para reflexionar.
Dios puede transformarte mientras lees este libro, y lo hará.
No es porque este libro sea tan bueno, sino porque Él es tan bueno.
Él es “poderoso para hacer todo mucho más abundantemente de
lo que pedimos o entendemos” (Efesios 3:20). Lee este libro con
oración. Léelo con humildad. Léelo con expectativa. Quizás te
sorprenda cómo un poco de ayuda puede tener un gran impacto
cuando es Dios quien la bendice.

OR AC IÓ N

Padre Dios, gracias por haberme llamado a ser parte de Tu familia


en Jesús. Tú conoces mis luchas con la oración, mi falta de fe y mi
falta de amor por Ti y por otros. ¡Ayúdame en mi incredulidad!
Incrementa mi amor. Muéveme a ver el mundo como Tú lo ves
y a ver la oración como un regalo de gracia de Tu mano. Dame
convicción de pecado y guíame a atesorar la cruz cada vez más.
Gracias por todo lo que has hecho por nosotros al hacer la oración
posible y poderosa. En el nombre de Jesús, amén.

1. Tomé esta ilustración del Rev. Dick Lucas. Ver “Interview with Dick Lucas: Your
Favorite Preacher’s Favorite Preacher”, WordPartners, 30 de noviembre de 2020, www
.wordpartners.org/resources/interview-with-dick-lucas-on-expository-preaching
-and-proclamation-trust/.

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Introducción: La lucha es real

P R EG U N TA S PAR A R E FLE X I ONAR

1. ¿Alguna vez te has sentido atorado en tus intentos por orar,


como un auto en el lodo con las ruedas que giran? Si es así,
¿por qué?
2. Explica en tus propias palabras por qué luchar con orar es en
sí algo bueno.
3. Mira la tabla de contenidos de este libro. ¿Cuál de los nueve
capítulos del libro piensas que necesitas más? ¿Cuál menos?
4. ¿Por qué son cruciales tanto la fe como el amor para crecer
en la oración? ¿Qué sucedería si te faltara uno o el otro?

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Olvido por qué orar importa

“Oro porque anhelo compañerismo con mi Padre. Oro porque me


reduce a mí, a mis problemas y a otras personas a nuestro tamaño
apropiado. Oro porque es la mejor manera de llevar el evangelio a
lo profundo de mi corazón”.
—Jack Miller, citado por Scotty Smith.

William Randolph Hearst, un fallecido editor de periódicos,


coleccionaba grandes obras de arte. Un día, se enteró de unos
tesoros artísticos de gran valor que quiso para su colección, así
que envió a su agente a rastrear las obras. Pasaron meses sin éxito.
Entonces, un día, el agente por fin encontró información sobre
el dueño de las obras. Tras meses de espera, Hearst se sorpren-
dió al descubrir que el dueño era nada más y nada menos que...
¡William Randolph Hearst! Él había hecho un gran esfuerzo por
obtener aquello a lo que ya tenía acceso. Se había olvidado de lo
que ya tenía.1
1. Warren W. Wiersbe, Be Rich: Gaining the Things That Money Can’t Buy [Sé rico:
Obtener las cosas que el dinero no puede comprar], NT Commentary (Ephesians),
2nd ed. (Colorado Springs: David C. Cook, 2009), cap. 3, Kindle.

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Olvido por qué orar importa

En nuestra vida espiritual, a menudo nos vemos plagados por


una falta de memoria similar. A tantos creyentes se les olvidan las
riquezas del evangelio que nos pertenecen en Cristo. Anhelamos
algo que pueda satisfacernos de inmediato, pero nos olvidamos
de Dios y de la oración y buscamos esa satisfacción en otros
lugares. Esta amnesia espiritual nos hace vulnerables a muchas
deficiencias espirituales.
Antes de que nos comprometamos demasiado con cualquier
actividad, primero debemos entender el porqué detrás de lo que
estamos haciendo. Los líderes empresarios se han dado cuenta
de que los consumidores no comprarán un producto o servicio
a menos que entiendan el porqué detrás él.2 Cuando no tenemos
claro por qué oramos, el qué (el contenido de nuestras oraciones)
y el cómo (la manera en la que oramos) sufrirán.

N OT IC IA S A S OM B ROS A S Y CO R A ZO NE S
OLV IDA DI ZOS

Por medio de nuestra redención en Cristo, tenemos una línea


directa al cielo. Dios nunca envía a Sus hijos al buzón de voz ni
rechaza sus llamadas. Y, sin embargo, ninguno de nosotros ora como
deberíamos. Seguimos olvidándonos de orar y de por qué importa
orar. Nos preguntamos si la oración funciona. No sentimos ganas
de orar a menos que una prueba o una necesidad mayor nos fuerce
de rodillas, y una vez que la prueba ha pasado o que la necesidad
ha sido cubierta, regresamos a nuestro estilo de vida olvidadizo.
La oración a veces nos parece un punto molesto en nuestra lista
de tareas, algo similar a pagar nuestras cuentas o usar hilo dental.
2. Ver la enseñanza de Simon Sinek en Start with Why: How Great Leaders Inspire
Everyone to Take Action (Nueva York: Portfolio, 2009), publicado en español como
Empieza con el porqué: Cómo los grandes líderes motivan a actuar, y su Charla TED
titulada “How Great Leaders Inspire Action” [“Cómo los grandes líderes motivan a
actuar”], filmada en Puget Sound, Washington, septiembre [2009], video, 18:34, 4 de
mayo, de 2010, www.youtube.com/watch?v=qp0HIF3Sf I4.

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Olvido por qué orar importa

Nos vemos tentados a pensar en la oración en términos legalistas,


como si nuestra aceptación ante Dios se basara solo en la calidad
o en la frecuencia de nuestras oraciones. Otras veces, la oración
nos parece aburrida y lenta en un mundo veloz de sonidos y de
entretenimiento que ofrece gratificación instantánea. A veces, es
el ritmo frenético de nuestras vidas lo que nos impide orar.
Estoy convencido de que toda razón por la cual nos vemos
incitados a olvidar el porqué de la oración es el resultado de un
asunto fundamental: nuestra falta de fe. Como dije en la introducción
de este libro, no podemos agradar a Dios, ni orar de verdad, sin fe
(ver Hebreos 11:6). Podemos pensar que estamos orando, pero, sin
fe, recitar muchas palabras o balbucear frases familiares sin pensar
no significa nada para Dios (ver Mateo 6:7).
Ahora que hemos hablado de por qué nos olvidamos de orar,
avancemos hacia una de las preguntas más importantes que podemos
hacer: ¿por qué debemos orar en absoluto?

¿ P O R QU É OR AR?

Cuando Jesús les enseñó a Sus discípulos a orar con lo que se


conoce como el padrenuestro (ver Mateo 6:9-13; Lucas 11:2-4),3
Él les dio a ellos y a nosotros la cuadrícula básica para el qué debe-
mos orar.4 Lo que tal vez no sepamos es que, en esta oración, Él
también nos da siete razones de por qué debemos orar.

3. Estoy en deuda con diversos recursos por el material en esta sección: con la serie de
sermones de mi pastor, Colin S. Smith, titulada “Six Things to Ask of God” [“Seis cosas
que pedirle a Dios”] (The Orchard Evangelical Free Church, Arlington Heights, IL, 3
de mayo-7 de junio de 2020), disponible en línea en www.openthebible.org/series/six
-things-to-ask-of-god/; con el enfoque de Juan Calvino del padrenuestro en sus Institutes
of the Christian Religion, 3.20.34-49, publicado en español como Institución de la religión
cristiana; y con la exposición de J. I. Packer de esta oración en “Learning to Pray: The
Lord’s Prayer” [“Aprendiendo a orar: El padrenuestro”], tercera parte, dentro de Growing
in Christ [Creciendo en Cristo] (Wheaton, IL: Crossway, 1994).
4. En el capítulo 2, consideraremos con más detalle el contenido de nuestras
oraciones.

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Olvido por qué orar importa

En la traducción de la Nueva Biblia de las Américas en español de


Mateo 6:9-13, el padrenuestro tiene tan solo cincuenta y seis palabras
(cincuenta y siete en griego).5 ¡Si viera una reseña de cincuenta y
seis palabras de un producto que estoy considerando comprar, pro-
bablemente buscaría una más larga y de más ayuda! Y, sin embargo,
estas sencillas palabras de Jesús proveen una perspectiva completa
tanto de la oración como de la vida cristiana. El fallecido teólogo
J. I. Packer nos dice: “El padrenuestro en particular es una maravi-
lla de compresión y está lleno de significado. Es un compendio del
evangelio (Tertuliano), un cuerpo de divinidad (Thomas Watson),
un estándar tanto de propósito como de peticiones y, como tal, una
clave para todo este asunto de la vida. Lo que significa ser cristiano
en ningún lugar es más claro que aquí”6.
Debemos ver la oración desde la perspectiva de Dios; Él es a
quien oramos, y Su perspectiva es la única que importa. A medida
que avancemos por las peticiones del padrenuestro, no solo vere-
mos las razones de Dios para que oremos, sino que también le
echaremos un vistazo al corazón que Él tiene por el mundo...
y por nosotros. Él quiere utilizar esta oración para moldear tu
corazón. ¿Se lo permitirás?

Ora porque Dios es tu Padre (“Padre nuestro que estás en


los cielos”)
La oración está flagrantemente centrada en Dios. La primera
mitad del padrenuestro se centra en Él, lo cual es de vital importancia
5. Esto omite las líneas finales de Mateo 6:13, comenzando con las palabras “Porque
Tuyo”, ya que estas no aparecen en los manuscritos más antiguos.
6. Packer, Growing in Christ [Creciendo en Cristo], 136. Aprecio también las palabras de
Martín Lutero en A Simple Way to Pray (Louisville: Westminster John Knox Press, 2000;
reimp., St. Louis: Concordia Publishing House, 2012), 15, publicado en español como
Una manera sencilla de orar: “Hasta este día, me alimento del Padrenuestro como un niño
pequeño y, ahora que soy viejo, como y bebo de él, pero nunca me lleno”. Incluiré otra
ilustración: El Padrenuestro puede servir de manera simultánea como un chapoteadero
para aprender las bases de la oración pero este cuenta con un extremo tan profundo que
hasta los creyentes más maduros jamás terminarán de sondear sus profundidades.

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Olvido por qué orar importa

para personas egoístas por naturaleza en una era individualista.


Aunque la segunda parte se enfoca en nuestras necesidades, tam-
bién lo exalta, porque solo un Dios soberano podría cumplir lo que
ofrece, y solo un Dios amoroso podría ofrecerlo.
Las primeras dos palabras de la oración, “Padre nuestro”,
indican una relación. Una manera segura para desviarte durante
la oración es olvidar la naturaleza de esta relación. Algunos ven
a Dios como un jefe que estará contento con nosotros siempre y
cuando trabajemos suficiente en la labor espiritual de la oración y
obtengamos resultados. (Podrías llamarlo un enfoque contractual
de la oración). Otros lo ven como un cajero automático o como
una figura tipo Santa Claus, quien de manera automática nos dará
lo que queremos sin tener el menor interés en una relación real.
O quizás Dios sea como la Fuerza en La guerra de las galaxias, y la
oración a esta “fuerza” impersonal no es más que hacerse ilusiones
y confiar en que los vientos del universo soplarán a nuestro favor.
Pero para aquellos en Cristo, Dios es Padre.
Si hay algo que quiero que todo lector de este libro se lleve con-
sigo, es que Dios te ama de manera incondicional como un Padre.
Antes de que tuviéramos fe salvadora en Cristo, las Escrituras dicen
que éramos enemigos de Dios (ver Romanos 5:6-10), hijos de la
desobediencia (ver Efesios 2:2) e hijos de la ira (ver Efesios 2:3) y
estábamos muertos en nuestro pecado (ver Efesios 2:1). La gloriosa
verdad del evangelio es que, a pesar de nuestra maldad y oposición
a Dios, Él envió a Su Hijo a la cruz por pecadores como nosotros
(ver Romanos 5:8) y ahora nos adopta para ser parte de Su familia
como hijos amados. Él nos llena con Su Espíritu para testificar de
Su amor por nosotros (ver Romanos 5:5) y nos da la habilidad de
clamar “¡Abba, Padre!” a Él en oración (ver Romanos 8:15-16).
Un buen padre terrenal cuida de sus hijos, quiere que vengan a él
cuando padecen dolor y desea proveer para cada necesidad que
tengan. ¡Cuánto más nuestro Padre perfecto en los cielos cuida de
nosotros y quiere saber de nosotros, Sus hijos amados!

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Olvido por qué orar importa

Conocí recientemente a una mujer cristiana de Irlanda y escu-


ché su testimonio. Por muchos años, vivió como una incrédula
contenta que había indagado en la religión en el pasado. Una amiga
la invitó a un estudio bíblico, y ella decidió ir. “No tenía ni idea de
lo que sucedía cuando estudiaban la Biblia. Pero cuando oraban
(vaya, ¡cómo oraban!), ¡lo hacían como si en verdad conocieran a
Dios! Y eso me reveló que necesitaba lo que ellos tenían”. Ella
reconoció que una relación verdadera con Dios el Padre es posible
y tan, tan buena.
Cuando ores el padrenuestro, no te saltes “Padre nuestro”.
Medita en el carácter de Dios y Su relación contigo. Recuerda Su
obra redentora a lo largo de la historia humana. Regocíjate en Su
gracia extravagante, porque “entender [a Dios como Padre] es
conocerse a uno mismo como rico y privilegiado más que cual-
quier monarca o millonario”7.

Ora porque quieres que Su nombre sea alabado


(“Santificado sea Tu nombre”)
Santificar significa tratar algo como santo o reverenciarlo.
Santificar el nombre de Dios significa no tomarlo a ligera. Dios ama
la gloria de Su nombre lo suficiente como para incluirlo en los Diez
Mandamientos: “No tomarás el nombre del Señor tu Dios en vano”
(Éxodo 20:7). La raíz de la palabra hebrea que se traduce como
vano tiene la connotación de “vacío” o “nada”8. Tomar el nombre de
Dios de manera vacía no expresa el honor y la gloria que Él merece.
El cielo es el máximo estándar para demostrar la manera apro-
piada en que el nombre de Dios debe ser exaltado. El libro del
Apocalipsis en repetidas ocasiones quita el telón para revelar cómo
el nombre de Dios es exaltado en la adoración celestial de los ángeles
y de los santos. He aquí un ejemplo:
7. Packer, Growing in Christ, 146.
8. The Enhanced Brown-Driver-Briggs Hebrew and English Lexicon, ed. Francis Brown
con S. R. Driver y Charles A. Briggs (Oxford: Clarendon Press, 1977), s.v. ‫שָ ׁוְ א‬.

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Olvido por qué orar importa

¡Grandes y maravillosas son Tus obras, oh Señor Dios,


Todopoderoso!
¡ Justos y verdaderos son Tus caminos, oh Rey de las naciones!
¡Oh Señor! ¿Quién no temerá y glorificará Tu nombre?
Pues solo Tú eres santo;
Porque todas las naciones vendrán
Y adorarán en Tu presencia,
Pues Tus justos juicios han sido revelados. (Apocalipsis 15:3-4)9

Desafortunadamente, nuestro mundo no alcanza el estándar


del cielo. El nombre de Dios es utilizado como grosería o como
el remate de un chiste o, incluso, es abiertamente ridiculizado. “El
nombre de Dios es blasfemado entre los gentiles”, escribe Pablo
en Romanos 2:24 en referencia al profeta Isaías. Y, sin embargo, no
son solo los gentiles quienes blasfeman con el nombre de Dios; las
siguientes palabras, “por causa de ustedes”, indican que incluso el
pueblo de Dios puede deshonrar Su santo nombre si vive una vida
de pecado. Por eso es que Jesús quiere que comencemos nuestras
oraciones con adoración, diciendo: “Santificado sea Tu nombre”.
Cuando oramos “Santificado sea Tu nombre”, pedimos que
Dios exalte Su nombre en toda la tierra. Pedimos que todas las
personas honren y glorifiquen Su nombre. Y le pedimos Su ayuda
para vivir de manera que lo honre. Le pedimos que nos ayude
a glorificarlo en todo lo que hagamos (ver 1 Corintios 10:31).
¡Él es digno!

Ora porque deseas que Su gobierno se extienda (“Venga


a nosotros Tu reino”)
Hace varios años, mientras estaba en un viaje para entrenar
pastores en Latinoamérica, estaba sentado en la oficina de un
pastor en una de las ciudades más grandes de Ecuador mientras

9. Ver también Apocalipsis 4:8-11; 5:9-14; 7:9-12; 11:17-19; 16:5-6; 19:1-9.

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Olvido por qué orar importa

preparaba mi corazón para predicar dentro de treinta minutos. El


pastor Jaime me ofreció un café y comenzó a contarme la historia
del edificio de su iglesia. Al principio, yo estaba un poco confundido
(normalmente, no disfruto escuchar anécdotas de transacciones de
inmuebles extranjeros antes de predicar), pero pronto la historia
de Jaime me atrapó.
Él y su esposa, Lirio, habían estado lamentando el impacto
destructivo que un club nocturno local estaba teniendo en su
comunidad: los jóvenes se estaban desviando, se estaban destru-
yendo hogares y los índices de criminalidad iban en aumento.
Así que Jaime y Lirio comenzaron a orar que se cerrara el club
nocturno. Se mantuvieron orando unos cinco años... hasta que, un
día, por la gracia de Dios, se cerró. El edificio donde había estado
quedó abandonado por dos años.
Mientras tanto, Dios estaba alcanzando personas por medio de
la iglesia que Jaime pastoreaba, así que la iglesia envió a Jaime y a su
familia a plantar una nueva rama de la congregación. Pero ¿dónde
se reunirían? Jaime y su familia en Cristo oraron por un lugar que
los ayudara a alcanzar a más personas con el evangelio. Y la mejor
opción resultó ser el antiguo club nocturno que seguía vacío. Tras
hablar sobre la posibilidad con el dueño del edificio y compartirle el
evangelio, Jaime compró el lugar por la mitad del precio al público.
Ahora, la iglesia se reúne en el antiguo club nocturno, proclamando
el evangelio en la comunidad, fortaleciendo familias y alcanzando a
jóvenes en el proceso. Hasta disminuyó la criminalidad en la zona.
Dios convirtió una guarida de oscuridad en una embajada para el
reino de Dios. Al orar por el cierre del club nocturno y para que
el evangelio se extendiera a través de su ministerio, Jaime y Lirio
estaban orando que viniera el reino de Dios.
Dios trabaja a lo largo de toda la historia humana para edificar
un pueblo para Sí mismo. Aunque hasta las más grandes nacio-
nes terrenales van y vienen, el reino de Dios es eterno. Aunque las
naciones terrenales tienen fronteras establecidas, el reino de Dios

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abarca gente de toda tribu, lengua y nación. Jesús está edificando


Su Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella (ver
Mateo 16:18). Esto es verdad ya sea que estés en Quito, Quebec
o Queensland.
Orar “Venga a nosotros Tu reino” es expresar nuestro anhelo
por el gobierno perfecto de Dios en la tierra. Es postrarnos ante el
Rey Jesús y renunciar a nuestros reinos personales. Es reconocer
la transitoriedad de los reinos terrenales y su verdadero lugar en
la historia (ver Salmo 2; Daniel 2). Es pedirle a Dios que traiga
salvación a los perdidos y juicio a Sus enemigos. Con estas pala-
bras, oramos que paralice el dominio de las tinieblas y apresure el
avance del reino de luz. Le pedimos que nos ayude a vivir con Su
reino en mente mientras educamos a nuestros hijos y hablamos
con nuestros vecinos.
Orar “Venga a nosotros Tu reino” también nos ayuda a mirar
hacia el futuro: al establecimiento definitivo de Su reino —lo cual
está más cerca de ti que cuando comenzaste a leer este capítulo—,
cuando “el tabernáculo de Dios [estará] entre los hombres” y “Él
enjugará toda lágrima de [nuestros] ojos” (Apocalipsis 21:3-4).
¡Ven, Señor Jesús!

Ora porque quieres que se haga Su perfecta voluntad


(“Hágase Tu voluntad, así en la tierra como en el cielo”)
Aún recuerdo cuando escuché la noticia: Mamá tenía cáncer
y necesitaba cirugía de inmediato. Pero una cirugía exitosa no eli-
minó el cáncer por completo. Nuestra familia oró por sanidad y
perseveró junto a mi madre durante tres años y medio, en medio de
tratamientos de quimioterapia, visitas al hospital, pronósticos alen-
tadores y desalentadores y una gran cantidad de lágrimas derrama-
das en el camino. Cuando más negro se veía el panorama, oramos
por un poco más de tiempo, y Dios en Su misericordia le concedió
salud para asistir tanto a mi boda como a la de mi hermano cinco
semanas más tarde. Pero el 22 de marzo de 2016, con toda nuestra

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Olvido por qué orar importa

familia reunida alrededor de su cama, Denise Halloran exhaló su


último aliento. Momentos después de que vimos a mi mamá pasar
a la presencia del Señor, mi papá citó Job 1:21: “El Señor dio y el
Señor quitó; bendito sea el nombre del Señor”.
Dios quiere que oremos “Hágase Tu voluntad”, así como Cristo
lo hizo en el huerto (Mateo 26:42), para ayudarnos a reconocer
que Sus caminos, su sabiduría y sus propósitos son más elevados
que los nuestros. Para recordarnos de nuestro estado como cria-
turas y de Su omnipotencia. Para hacernos humildes.
Cuando no oramos con una actitud que dice: “Hágase tu volun-
tad”, estamos levantando nuestro puño contra Dios y diciendo: “¡Mi
voluntad es mejor!”. Tal orgullo hace que la oración sea ineficiente
porque “Dios resiste a los soberbios, pero da gracia a los humildes”
(Santiago 4:6). Eso no significa que no podamos luchar con Dios en
la oración, pero, a final de cuentas, debemos someternos en humil-
dad a nuestro Hacedor dada nuestra confianza en Sus propósitos
buenos y eternos para nosotros (ver Romanos 8:28-29). Solamente
cuando nos sometemos a la voluntad de Dios podemos adorar en
medio de un tremendo dolor.
“La oración es sometimiento —escribe E. Stanley Jones—,
sometimiento a la voluntad de Dios y cooperación con esa voluntad.
Si lanzo un gancho desde un bote, alcanzo la orilla y tiro de la cuerda,
¿estoy jalando la orilla hacia mí, o me estoy jalando a mí mismo hacia
ella? La oración no se trata de jalar a Dios hacia mi voluntad, sino
de alinear mi voluntad con la de Él”10. A veces, nuestra adoración
más genuina viene tras las malas noticias, cuando podemos decir
desde lo profundo de nuestros corazones: “Bendito sea el nombre
del Señor” y “Hágase Tu voluntad”.

10. E. Stanley Jones, A Song of Ascents [Una canción de ascensos] (Nashville: Abing-
don, 1968), 383, citado en Kent Hughes y Barbara Hughes, Liberating Ministry from the
Success Syndrome [Liberar al ministerio del síndrome del éxito] (Wheaton, IL: Tyndale
House, 1988), 73.

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Olvido por qué orar importa

Ora porque necesitas de Su provisión (“Danos hoy el pan


nuestro de cada día”)
Ya que “del Señor es la tierra y todo lo que hay en ella”
(Salmo 24:1), con confianza podemos pedirle a nuestro omnipotente
Creador que supla nuestras necesidades; a final de cuentas, ¡Suyas
son todas las cosas! Cuando le pedimos Su provisión para cualquier
necesidad (pan, un trabajo, finanzas, sabiduría, ánimo, fe, fortaleza
para soportar la persecución, seguridad o dirección en una situación
cotidiana), reconocemos tanto Su poder para proveer como nuestra
dependencia de Él. Cuando recitamos esta petición del padrenuestro
y pensamos en todo lo que Él ha provisto durante las décadas de
nuestras vidas, crecemos en gratitud a nuestro Proveedor. Cuando
oramos por nuestro pan diario, también expandimos nuestros hori-
zontes al ser guiados a pensar en otros que padecen necesidad y en
cómo Dios podría usarnos en proveer para ellos.
Aunque esta petición se enfoca en las necesidades temporales,
también nos recuerda la provisión espiritual más grande de Dios.
Sí, necesitamos pan físico y otros bienes materiales. Pero en un
nivel más fundamental, necesitamos pan espiritual. “Yo soy el pan
de la vida —dijo Jesús—; el que viene a Mí no tendrá hambre, y el
que cree en Mí nunca tendrá sed” ( Juan 6:35). En otra parte, Él dijo
que “no solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale
de la boca de Dios” (Mateo 4:4; ver también Deuteronomio 8:3).
Nuestro apetito espiritual es satisfecho sólo por la Palabra de Dios,
escrita y encarnada.
En este mundo, tenemos grandes necesidades, tanto físicas
como espirituales. Y nuestro gran Dios y Rey “proveerá a todas
sus necesidades, conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús”
(Filipenses 4:19). La provisión de Dios no siempre se verá como
lo esperamos ni vendrá según nuestros tiempos, pero podemos
confiar en que Él no nos habría enseñado a orar por provisión si
no estuviera dispuesto a proveer exactamente lo que necesitamos
y fuera capaz de hacerlo.

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Olvido por qué orar importa

Ora porque necesitas Su perdón (“Perdónanos nuestras


deudas, como también nosotros hemos perdonado a
nuestros deudores”)
Esta siguiente petición nos recuerda lo importantes que son
las relaciones para Dios. Necesitamos el perdón de Dios cuando
pecamos, y necesitamos extenderles ese perdón a otros cuando
pecan contra nosotros. Si no lo hiciéramos, ¿cómo podríamos obe-
decer los primeros dos más grandes mandamientos, amar a Dios y
a nuestro prójimo (ver Mateo 22:37-40)?
Primero le pedimos a Dios que perdone nuestras “deudas”, las
cuales incurrimos cuando nos quedamos cortos de nuestro deber
y que son conocidas simplemente como pecado (ver la redacción
del pasaje paralelo en Lucas 11:4). Aunque los creyentes pueden
descansar y estar confiados porque Cristo ha pagado por sus pecados
en la cruz (ver Romanos 8:1), nuestro pecado entristece al Espíritu
Santo de Dios (ver Efesios 4:30) y, por lo tanto, limita nuestra capa-
cidad para tener comunión con Dios mediante el Espíritu. Cuando le
pedimos perdón, reconocemos tanto nuestra pecaminosidad como
nuestra incapacidad de hacer algo al respecto por cuenta propia.
Nuestra única esperanza es clamar en desesperación por ayuda con
un corazón quebrantado a un Padre fiel que nos escucha. Su amoroso
corazón es conmovido a perdonar porque la suficiencia del sacrificio
de Cristo en la cruz cubre nuestros pecados y hace posible el perdón.
Vincular nuestro perdón (al decir: “perdona nuestras deudas”)
con el perdón que les otorgamos a otros (cuando decimos: “como
también nosotros hemos perdonado a nuestros deudores”) nos
recuerda que las personas perdonadas perdonan (ver Mateo 18:21-35;
Efesios 4:32). Otras personas nos decepcionan de muchas maneras
y no nos pagan lo que nos deben, ya sea respeto, tiempo, energía u
algo más. Pero no podemos dejar que su error nos prohíba amarlos
como Dios quiere. Si lo hacemos, la mala hierba de la amargura, la
ira, los celos y el odio crecerá en nuestros corazones. Dios quiere
que Sus hijos anden en amor con Él y el uno con el otro. Nuestro

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pecado pasado limita esto, y es por eso que la siguiente petición


pide protección del pecado futuro.

Ora porque necesitas Su liberación (“No nos dejes caer en


tentación, sino líbranos del mal”)
Después de que Dios firma nuestros papeles de adopción y
nos da la bienvenida a Su familia, Él firma nuestros papeles de
reclutamiento para una batalla espiritual. Es una batalla en la que
hemos participado desde que nacimos, pero no la vemos hasta que
el Espíritu abre nuestros ojos espirituales.
“No nos dejes caer en tentación” es una súplica por la ayuda
de Dios para luchar en nuestra batalla interna contra “las pasiones
carnales que combaten contra el alma” (1 Pedro 2:11). Esta peti-
ción reconoce la debilidad de nuestra carne y de nuestra fuerza de
voluntad ante la tentación. Es un recordatorio de que el pecado es
engañoso y de que nuestra única esperanza es fortalecernos “en el
Señor y en el poder de su fuerza” (Efesios 6:10). A medida que han
pasado los años, he visto surgir pecados horribles en la vida de per-
sonas donde menos se esperaba, lo cual me ha hecho darme cuenta
de cuán débiles y vulnerables somos todos. “El que cree que está
firme, tenga cuidado, no sea que caiga”, advierte el apóstol Pablo
(1 Corintios 10:12). Orar por la ayuda de Dios nos recuerda que Él
no nos dejará ser “tentados más allá de lo que [podemos] soportar”
y que Él promete una “vía de escape” (ver 1 Corintios 10:13).
Orar “líbranos del mal” nos recuerda la batalla que también
peleamos contra un enemigo externo. Algunas traducciones dicen:
“Líbranos del maligno”, refiriéndose a Satanás. Satanás odia al pue-
blo de Dios y a sus oraciones, y hará lo que sea necesario para evitar
que oremos.11 Cuando oramos ser librados del mal, reconocemos el
poder de Dios para librarnos dada Su supremacía sobre todo ser
11. Como dice el antiguo himno: “Satanás se estremece cuando mira al más débil
pecador de rodillas”. William Cowper, “What Various Hindrances We Meet” [“Los
varios obstáculos que enfrentamos”], 1779.

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Olvido por qué orar importa

espiritual (ver Efesios 1:20-21; Colosenses 1:16). Expresamos


nuestro deseo de que las “multiplicaciones de la gracia de Dios sean
derramadas sobre nosotros continuamente hasta que, completa-
mente llenos de estas, triunfemos sobre todo mal”12. Necesitamos
la liberación de Dios de los poderes espirituales de maldad y de los
peones humanos del enemigo que buscan devorarnos como el león
a su presa (ver 1 Pedro 5:8). Las oraciones por libertad de los ene-
migos permean los Salmos (ver Salmos 35; 59; 140; 143), y el após-
tol Pablo en repetidas ocasiones les pidió a sus hermanos creyentes
que oraran por que fuera librado de sus enemigos humanos (ver
Romanos 15:30-33; 2 Corintios 1:8-11; 2 Tesalonicenses 3:1-5).
¿Por qué pensaríamos nosotros que somos inmunes?

R EC U ERDA POR QU É L A OR AC IÓ N IMP O RTA

Oramos para glorificar a Dios. Oramos para unificar nuestros cora-


zones con la visión de Su reino para el mundo y para alinearnos con
Su voluntad. Oramos por provisión, por relaciones restauradas y
por protección del mal que viene tanto de nuestro interior como
del exterior.
Si a veces te das cuenta de que has pasado casi un día entero
(o varios días) sin siquiera pensar en Dios o en la oración, ten
ánimo. Yo también he pasado por eso, al igual que muchos otros
creyentes. Pero no puedes quedarte allí. No olvides que la oración
fluye de la fe; y, por eso, quizás la acción más efectiva que puedas
tomar para recordar el propósito de la oración sea orar por fe que
se exprese a sí misma en oración.
¿Cómo puedes cultivar tu fe? ¿Cómo puedes recordarte a ti
mismo la importancia de la oración? Yo intento siempre tener
recordatorios delante de mí: una nota en el espejo del baño, un
12. Calvin: Institutes of the Christian Religion, vol. 2, Books III.XX to IV.XX, ed. John
T. McNeill, trad. Ford Lewis Battles (Philadelphia: The Westminster Press, 1960),
3.20.46. Publicado en español como Institución de la religión cristiana.

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Olvido por qué orar importa

cuadro con el padrenuestro en la cocina, una notificación diaria


en mi celular que me pregunta si es “Hora de orar”. Intento con
todas mis fuerzas incluir a la oración en mis relaciones, para tener
un poco más de rendición de cuentas, así como en mis rutinas, para
que se vuelva un hábito. A medida que tengo compañerismo más
regular con la Iglesia, la oración se vuelve más natural.
Como con todas las luchas que examinaremos en este libro, la
clave para el crecimiento en esta área no es una perfección inme-
diata; es lograr progresos pequeños y fieles mientras te mantienes
confiado en quien es Dios y en la invitación que, en Su gracia, nos
ha extendido para orar. Seguirá faltándote fe. Seguirás olvidando a
veces por qué importa la oración. Pero, con el tiempo, recordarás
mejor el porqué de la oración.
En el siguiente capítulo, observaremos más de cerca cuál debe
ser el contenido de nuestras oraciones.

OR AC IÓ N

Amado Padre celestial, gracias por adoptarme a Tu familia y por


entregar a Tu Hijo por mí. Gracias por la gloriosa e inmerecida
invitación que me has ofrecido para estar ante Tu presencia en
oración. Admito que a menudo me olvido de orar y que, en lo
profundo de mi ser, me falta fe. Crea en mí un corazón de oración,
por Tu Espíritu, y ayúdame a crecer como persona de humilde y
constante dependencia de Ti. Por favor, usa este pequeño libro
para mostrarme cómo puedo experimentar más de Tu grandeza y
gloria mediante la oración. En el nombre de Jesús, amén.

P R EG U N TA S PAR A R E FLE X I ONAR

1. ¿Qué es lo que más te ha ayudado a crecer en oración?


2. ¿Alguna vez te has visto tentado a ver a Dios como un jefe,
como un cajero automático o como una fuerza impersonal

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Olvido por qué orar importa

como en La guerra de las galaxias? ¿Cómo debería cambiar


tu perspectiva el ver a Dios como un Padre?
3. De las siete razones para orar que nos da el padrenuestro, ¿en
cuál crees que necesitas enfocarte más?
4. ¿Qué cambios puedes hacer en tu vida para ayudarte a recordar
mejor la invitación de Dios para orar?

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