Historia de Entre Ríos - Capitulo 3 - Alfredo Poenitz
Historia de Entre Ríos - Capitulo 3 - Alfredo Poenitz
CréditosSergio Urribarri
Pedro Báez
Francisco Senegaglia
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TOMO I
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Historia de Entre Ríos
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TOMO I
Primera edición
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Historia de Entre Ríos
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TOMO I
6
Historia de Entre Ríos
Indice
Capítulo Uno
Estructura geológica de Entre Ríos.
Por Juan Carlos Bertolini. 00
Capítulo Dos
Los pueblos originarios del litoral en tiempos de la invasión.
Por Francisco Senegaglia. 00
Dossiers
Los minuanes. Por Fermín Uzin Olleros.
Los Chanaes. Por Gladis Balbi. 00
Capitulo Tres
Entre Ríos su tardío poblamiento.
Por Alfredo Poenitz. 00
Capitulo Cuatro
El desarrollo de los primeros núcleos urbanos.
Por Rubén Bourlot. 00
Dossiers
La Villa de Nuestra Señora del Rosario de la Baxada del Paraná. Por José Carlos Carmiño Castagno. 00
Las primeras capellanías en Entre Ríos. Por Jorge Allois. 00
Capitulo Cinco
La organización político - administrativa en el período colonial.
Por Julio Rondina. 00
Dossiers
La esclavitud en Entre Ríos. Por Laura Bolli. 00
El canto de los entrerrianos. Por Mario Alarcón Muñiz. 00
Anexo
Los primeros pasos de la humanidad en Entre ríos. Análisis histórico filosófico. Por Juan José Rossi. 00
El revisionismo histórico como herramienta para repensar la memoria colectiva. Por Norberto Galasso. 00
Subjetividad y multietnicidad. Aproximaciones para un ethos del Río Uruguay. Por Francisco Senegaglia. 00
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TOMO I
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Historia de Entre Ríos
Capítulo 3
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Historia de Entre Ríos
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TOMO I
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Historia de Entre Ríos
El espacio que hoy ocupa la provincia entrerriana fue uno de los primeros que avistaron
los conquistadores hispánicos. Sin embargo, prácticamente fue una de las últimas pro-
curso del río Paraná como simple vía de acceso a las profundidades continentales, adonde
los atraían los asentamientos indígenas con milenaria presencia. Allí podrían extraer la
Enormes extensiones en la baja cuenca del Plata, por otra parte, estaban pobladas por
estima en varias decenas de miles los integrantes de los grupos indígenas de esta región.
zos del Bajo Paraná, el elemento humano aborigen de estos lares no practicaba la vida
del poblamiento blanco en dicha región. En cambio, en el Paraguay durante el siglo XVI
y en la alta cuenca platina durante el siglo XVII, fue posible la instalación hispánica de
tupí-guaraníes, por obra de los misioneros, en el segundo. Portaban estos pueblos tupí-
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TOMO I
ción colectiva de los bienes de producción, por medio de grupos sociales relativamente
social. Desde 1000 años antes de Cristo señoreaban en la alta cuenca del Plata, a partir
dos importantes centros urbanos en el bajo litoral fluvial: Santa Fe (1573) y Buenos Ai-
res (1580). En ambos casos, la política fundacional consistió en instalar dichas ciudades
como centros de comunicación: Santa Fe, como enlace entre el Paraguay y el Tucumán, y
Ambas ciudades, instaladas con aquellos específicos fines en tierras prácticamente bal-
días, carecieron, por mucho tiempo, de suficientes brazos para ejercer una explotación
real de los extensos territorios que comprendían las amplísimas e indefinidas jurisdic-
ciones que inicialmente se les había adjudicado. bEn los albores del siglo XVII nuevos
hechos vinieron a frustrar más aún la instalación hispánica en la cuenca sur del Río de la
política de auto-bloqueo que la pérdida del poder naval hispánico obligó a las tierras del
rio: Buenos Aires cayó en vida aletargada, mientras Santa Fe se consolidaba como centro
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Historia de Entre Ríos
actitud belicosa de indios del Chaco que, a medida que avanzaba el siglo XVII, se hicieron
emplazamiento, entre 1640 y 1660. Debieron los santafesinos escudarse tras vallas natu-
rales que permitiesen vigilar mejor los audaces golpes de mano de los indios chaqueños.
tación ganadera por aquellas depredaciones, los santafesinos se vieron obligados a bus-
car al otro lado del Paraná los alimentos, especialmente la carne, que el abastecimiento
depósito de ganado cimarrón, comenzó a ser transitada con frecuencia por los españoles
los españoles debieron introducirlos de Europa, con las dificultades propias que ello
océano en frágiles embarcaciones a muy altos costos. Pero la adaptación al nuevo medio
resultó extraordinariamente fácil y rápida. Más aún, en muchas partes algunos ejem-
plares diseminados por los campos proliferaron con gran celeridad. Así ocurrió en la
baja cuenca del Plata, donde yeguarizos y vacunos hallaron un hábitat formidable para
su multiplicación. Cuando Juan de Garay fundó Santa Fe, distribuyó chacras a los po-
2 - César B. Pérez Colman; Historia de Entre Ríos. Época colonial 1520-1810, T I, Cap. VII, Paraná, 1937.
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TOMO I
Mapa I. Las corrientes pobladores del territorio rioplatense en el siglo XVI. En: www.chrismielost.blogspot.com
estancias” (fracciones, según la terminología de la época) a ambos lados del Paraná, con
frente al río. Algunos pobladores habitaron sus terrenos con animales arriados desde
Asunción; pero las dificultades propias del traslado en aquellas difíciles épocas impi-
dieron una continua atención a sus incipientes rodeos. Al cabo de pocos años, con gran
rodeos. Un documento del gran gobernante criollo Hernando Arias de Saavedra, Her-
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Historia de Entre Ríos
nandarias, testimonia el hecho. Habiendo partido desde Santa Fe con una expedición
la Banda Oriental del Plata para asegurar la efectiva dominación hispánica al otro lado
del estuario-, informaba al Rey Felipe III, en 1607: “estas tierras son muy buenas para
labores, que con haberlas muy buenas en esta Gobernación, ninguna como aquellas, por-
que se da todo con grande abundancia y fertilidad y buena para todo género de ganado
madera y para hacer molinos que es los que falta aquí y sirviéndose V. Majestad decidir
se pueble esta tierra en pocos años vendría a ser muy próspera y de mucho provecho” 3
cimarrona, que hacía innecesaria su crianza y, por ende, la instalación de estancias, en-
interesa y vale, y no la tierra donde ella pastorea. La tierra, por excesivamente abundante
y por no reclamar instalación permanente, perdería valor durante mucho tiempo. Las
sin marcación alguna. La solución al problema consistió en considerar a las haciendas ci-
3 - Erich L. W. Edgar Poenitz; “La cuenca del río Uruguay: su función geopolítica”, Separata de La geografía y la historia
en la identidad nacional, Buenos Aires, OIKOS, 1981, tomo II, p. 105.
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TOMO I
aledañas a su ciudad, algunas pocas familias e instituciones, por su educación de tipo eu-
“suertes” de una legua de frente por tres de fondo resultaban excesivamente estrechas
tener dentro de límites más o menos precisos. Por eso se aseguraron, especialmente a lo
largo del Paraná, sobre la costa entrerriana, y con lindes determinados por arroyos cau-
dalosos y montes tupidos, la propiedad de campos que cubrían varias decenas de leguas
cuadradas de superficie. El casi nulo valor de la tierra y la falta de interés por poseerla por
parte del resto del vecindario facilitaron ese acaparamiento, que recién apareció como tal
Ya en el espacio entrerriano, estos pioneros entablaron relaciones con los charrúas, an-
cestrales ocupantes de estos lares. Con ellos consiguieron mano de obra barata y eficaz.
Lo afirma el P. Juan F. Salaberry: “ los grandes estancieros que tenían sus estancias al
otro lado del Paraná, algo entreverados con las tolderías charrúas, con las cuales hacían
4 - Emilio Coni; Historia de las vaquerías del Río de la Plata, 1555-1750, Buenos Aires, 1979, p. 63.
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Historia de Entre Ríos
de esclavitud del indio para el servicio doméstico y también rural de los primeros.5 Esa
amistad favoreció el tránsito español por Entre Ríos y la explotación de sus ganados,
pues los indómitos charrúas, tan temibles para los pueblos misioneros (en especial por su
eterna enemistad con los indios guaraníes) y aun para los blancos de la Banda Oriental y
Corrientes, guardaron generalmente los períodos de paz con Santa Fe, salvo momentos
excepcionales. Entre 1632 y 1715, por ejemplo, se produjo una larga relación pacífica
denominada “la paz de los 80 años”, que facilitó la profunda penetración santafesina
en el territorio entrerriano, desde una a otra margen de los ríos que la circundan. Pero
la presencia charrúa siguió siendo una molestia para la efectiva ocupación del territo-
rio, pasado ese período de paz. Hacia 1741, entre el arroyo Feliciano y las cabeceras del
Gualeguay, plantaba sus toldos una parcialidad charrúa al mando del cacique Campuza-
no. Enemigos irreconciliables de los correntinos, llegaban hasta las costas del río Santa
Lucía, entonces frontera interior de Corrientes, impidiendo el avance hacia las ricas tie-
rras del sur de esa provincia, a las que consideraban como propias. Recién después de
1760, Corrientes pudo ampliar sus fronteras interiores hacia los límites actuales, una
las escasas sociedades españolas existentes hizo que las autoridades hispánicas tomaran
6 - El estado correntino planificó a partir de 1760, una vez alejado el problema de los charrúas, una eficaz política de am-
pliación de sus fronteras interiores. Esto le trajo enojosos conflictos con los estados vecinos de Santa Fe, en la zona del río
Guayquiraró, con Paraguay, en los esteros del Ñeembucú y especialmente con las Misiones de guaraníes, que veían ame-
nazada su frontera meridional sobre el río Miriñay. Ver: Alfredo Poenitz; “Proceso de ocupación espacial y poblamiento
misionero al sur del río Miriñay (1769-1869)”, IIGHI, Folia Histórica del Nordeste, Nº 5, Resistencia, Chaco, 1986.
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TOMO I
Mapa Nº 2. Expediciones hacia las grandes vaquerías desde las sociedades hispánicas existentes en la primera década
del siglo XVII. Mapa tomado de http://historiaciclobasicolacoronilla.webnode.es/segundo/colonizacion-rio-de-la-
plata/
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Historia de Entre Ríos
minio de este pueblo. Ese año, dos expediciones -una desde Santa Fe y otra desde Santo
y matanza indiscriminada debilitaron la presencia charrúa en las ricas praderas del sur
de la cuenca platina. Muy poco se sabe de tales campañas. Pérez Colman, clásico histo-
riador entrerriano, asegura que hacia 1750 el territorio quedó “pacificado”, siendo los
levantiscos charrúas contenidos. Incluso, con algunos de ellos, que según Pérez Colman
sumaban 332 individuos de distinto sexo y edad, se formó la reducción de Concepción del
Con el advenimiento de los Borbones al trono español, a partir de las primeras décadas
del siglo XVIII se produjo paulatinamente una reapertura de los canales de comunica-
para un tráfico regular entre ambos continentes y abandonando el rígido sistema legal de
introducir manufacturas europeas a cambio del oro y plata de estas tierras. La misma
to en 1680, facilitó más dicho tráfico ilegal. Pero ese contrabando beneficiaba solo a unos
pocos, ya que, salvo los metales preciosos, no hubo mayor interés en productos riopla-
7 - Pérez Colman, César B., Entre Ríos. Historia (1520-1810), T. I, Cap. VII, Paraná, 1936.
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TOMO I
marítimo con la Metrópoli, las bodegas vacías en el viaje de retorno se fueron llenando
con un producto de bajísimo precio en el Plata pero que algún rédito producía en España:
entre España y Portugal, los portugueses pudieron empinarse sobre las fronteras natura-
les de la cuenca del Uruguay e iniciaron su penetración desde la provincia de Sao Pedro
de Rio Grande hacia las Misiones Orientales y la Banda Oriental. Desde ese momento,
que se criaban en la cuenca media e inferior del Uruguay. Comenzó a desarrollarse, así,
la ilegal conducción de tales ganados al Brasil, siempre prohibida pero también siempre
1768, produjo un colapso económico de los 30 pueblos guaraníes que hasta entonces
habían tutelado. Además de los yerros de una administración civil poco idónea y poco
región antiguamente jesuítica, que tenían buen mercado en el resto del país. Todo incidió
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Historia de Entre Ríos
haciendas cimarronas, y las vaquerías se practicaron con excesos tales que determina-
ron una alarmante disminución de sus existencias. La creación del Virreinato del Río de
cueros para exportación, al tiempo que se diezmaron las haciendas alzadas. Todo ello
tuable la crianza de ganado bajo control directo del hombre; nacería la estancia criolla,
con sus modestos corrales y ranchadas y, sobre todo, con la instalación permanente en
ella del personal destinado a la faena creadora y sus respectivas familias; comenzaría
entonces desiertas campañas. Entre Ríos dejaría de ser tierra de tránsito para convertirse
inició en las cercanías de Santa Fe, en el punto conocido como La Bajada de Santa Fe o
la Bajada del Paraná, donde se sedentarizó una población destinada a consolidar una
cabeza de puente para las operaciones destinadas a las profundidades de los campos en-
trerrianos. Esto ocurrió desde principios del siglo XVIII y la población recibió un mínimo
de estructuración jurídico-religiosa con la creación de la Parroquia de Nuestra Señora del
Rosario del Paraná en 1730. Pero todavía habría que esperar casi medio siglo para que en
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TOMO I
centro administrativo y portuario que demandaba cada vez mayores productos para su
subsistencia y crecimiento edilicio: entre estos sobresalieron la cal, la madera para leña,
acceso fluvial para extraer de los montes ribereños leña, carbón y maderas para cercos,
corrales y otras aplicaciones. De esa manera, los “changadores” de ganado cimarrón, los
pero sobrevivían los agrestes elementos de una naturaleza montaraz. Muchos de esos
producción. Y desde Santa Fe, Buenos Aires, Montevideo, las Misiones, Corrientes -y
aun desde Paraguay- habrían de arribar espontáneamente los futuros formadores del
laboriosos esclavos, algunos empresarios supieron advertir con tiempo la existencia del
8 - Erich L. W. Edgar Poenitz; “Poblamiento y urbanización en el área oriental del Virreinato del Plata”, Separata del VI
Congreso de Historia de América, Buenos Aires, Academia Nacional de la Historia, 1982, p. 118.
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Historia de Entre Ríos
Sin lugar a dudas, la nueva figura de “virreinato” (y sobre todo la habilitación de los puer-
tos de Montevideo y Buenos Aires para el comercio exterior en 1778) trajeron inmediatos
hasta el Cuyo y el Alto Perú, y de allí se extrajo fundamentalmente la plata: así se inició
un circuito comercial entre esas regiones y Buenos Aires, que promovió un explosivo cre-
cimiento demográfico de la región central del Plata, en cuyo eje comercial comenzaron a
del Libre Comercio de 1778 significó fundamentalmente un salto para el conjunto de las
relaciones económicas de la región. Entre 1772 y 1776, por ejemplo, entraron a Montevi-
deo y Buenos Aires 35 embarcaciones; solo en 1796 llegaron 77. La exportación de cueros,
que antes de 1778 era de 150.000 unidades anuales, entre 1779 y 1795 sumó 13.000.000 9.
para las regiones ganaderas y sus principales puertos, en desmedro de las regiones del
interior del virreinato, productoras de artesanías y vinos (no así el ya mentado comercio
con las minas de plata). La apetencia de cueros, por las nuevas condiciones de la indus-
9 - Ricardo Levene; Historia de la Nación Argentina, Buenos Aires, 1940, Vol. IV, p. 290.
10 - AGN (Montevideo), Interior, Legajo 24, Exp. 7, Informe de Francisco de Ortega y Monroy.
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TOMO I
tria europea, permitió un interés desconocido hasta entonces por la actividad ganadera11.
veces. Corrientes, en tanto, quintuplicó su población rural 12. Las Misiones de guaraníes,
nueva sociedad virreinal. Los datos de declinación demográfica de las Misiones mues-
población se dispersó hacia las campañas litorales, donde florecía la actividad ganadera,
que las inmensas vaquerías de las dilatadas campañas fueran atrayendo pobladores a
sus áreas más cercanas. Por eso al campo entrerriano y, para servir a los afincados, se
trasladaron los comerciantes con sus pulperías, como así también la atención espiritual
11 - Al comercio de cueros se le sumó desde 1785 el de las carnes saladas, industria que comenzó a experimentar
notable impulso. Los únicos saladeros en la época hispánica se localizaban en la Banda Oriental. El primer envío de
este tipo de carnes se realizó a La Habana, en 1785. Lucía Sala de Touron y otros; Evolución económica de la Banda
Oriental, Montevideo, Edit. Pueblos Unidos, 1967, p. 52
12 - Ibídem.
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Historia de Entre Ríos
los Jueces Comisionados. También se trasladaron algunos molineros con sus tahonas e
incluso plateros con sus talleres. Y la ocupación efectiva del espacio entrerriano se fue
completando con la aparición de pequeños núcleos urbanos, raíces de las actuales ciu-
económica. Los ríos eran medios de comunicación más ágiles y más rápidos, por lo que
mencionado arriba al primero de ellos, la Bajada del Paraná, que sirvió para el acceso de
los santafesinos a los campos “del Entre Ríos”. Un Informe oficial, de carácter geográfico
y político, del año 1760 da cuenta exacta del número de familias que habitaban efectiva-
mente el espacio al otro lado del Paraná: publicado por Ernesto Maeder, indica que Santa
Fe poseía 872 familias, pero la ciudad contenía sólo 300, de los demás 170 habitan en las
estancias de la venda oriental del Paraná, que llaman Bajada”. Estos fueron los pioneros
ción del distrito de La Bajada en 700 familias con unos 3000 habitantes. Félix de Azara,
1798, los vecinos que solicitaron a Santa Fe la erección de un cabildo propio adjudicaron
barcaban allí. Estos y otros vecinos progresistas del lugar intentaron infructuosamente,
13 - Ernesto Maeder; “La población del litoral argentino según la breve relación geográfica y política de la Goberna-
ción del Río de la Plata (1760)”. En Folia Histórica del Nordeste, Nº 2, 129-176, Resistencia, 1976.
14 - ibídem.
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TOMO I
a lo largo de todo el período virreinal, independizarse del cabildo de Santa Fe, al que
no le convenía que se separase un distrito tan importante para su economía. Esto trajo
la era independiente. También como puerto, pero planificado previamente, nació San
Antonio del Salto Chico, actual ciudad de Concordia, a fines de 1769. Como consecuencia
del nuevo ordenamiento económico al que fueron sometidas las Misiones después de la
expulsión de los Jesuitas en 1768 (como veremos más abajo), se buscó incrementar el
rubro era la yerba mate. La vía comercial se centralizaba en el pueblo de Yapeyú, el más
meridional de las Misiones de Guaraníes. Allí se reunían los cargamentos para enviar-
los en carreta hasta el Salto Chico. Para el embarque de los productos, se levantaron
unas dos docenas de ranchos para las familias de los operarios guaraníes, junto con un
almacén y capilla, todo a costa del Cabildo de Yapeyú, de donde dependía administra-
este comercio, entre Yapeyú y Salto Chico, dieron lugar a nuevos pueblos que aún hoy
perviven. Además, se extendió el límite meridional de las Misiones, que dejó de ser el río
Miriñay, para transformarse el arroyo Yeruá como nueva frontera sur. También como
embarcadero surgió la ciudad oriental de Paysandú, por obra de las autoridades misio-
15 - Este tema ha sido suficientemente tratado por Edgar y Alfredo Poenitz en “Misiones. Provincia guaranítica. De-
fensa y disolución (1768-1830), Posadas, Editorial Universitaria de Misiones, 1993.
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Historia de Entre Ríos
res que explotaron maderas, cales y ganado, especialmente para el mercado porteño.
Pronto aprovecharon las baldías tierras aledañas para producir pequeñas existencias de
ganado y labranza para el consumo familiar. La mayoría de sus pobladores eran criollos
portugueses y luso-brasileños. Más tarde llegaron los hacendados, con títulos legalizados
por su vinculación con la administración porteña (como hemos explicado más arriba).
El militar Juan Broin de Osuna encontró en 1771, en campaña para aumentar el número
1779, el Obispo Malvar y Pintos halló suficiente población en los tres partidos, como para
recomendar la erección allí de capillas y sus consecuentes parroquias 17. En 1882, Tomás
distritos. Los cruces de caminos también significaron estratégicos puntos para la erec-
ción de incipientes núcleos urbanos. Por lo general, las primeras ranchadas se edificaban
alrededor de una inicial capilla, instalada en ese punto por el tránsito permanente que
ese punto suscitaba. La capilla del Carmen de Nogoyá, sobre el paso del río homónimo
de ese nombre, y la del Rosario del Tala, sobre el Gualeguay, fueron núcleos pioneros
16 - Erich L. W. Edgar Poenitz; “Poblamiento y urbanización en el área oriental del Virreinato del Plata”, Separata del
VI Congreso de Historia de América, Buenos Aires, Academia Nacional de la Historia, 1982, p. 118.
17 - Ibídem, p. 119.
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TOMO I
de poblamiento en la época virreinal. En el camino del Salto Chico a las Misiones, como
veremos más adelante, se formó otro poblado que con el tiempo se convertiría en un
los pueblos quedaron arruinados y destruidos; los campos, otrora rebosantes de ganados
parte de su población, especialmente los más jóvenes, se dispersaron por todo el Litoral
fluvial rioplatense, atraídos por el desarrollo que experimentaban las nuevas estancias de
la Banda Oriental, de Entre Ríos, de Corrientes, de Rio Grande do Sul, a partir del merca-
do de cueros y de carnes saladas. La población guaraní, experta en las labores rurales, fue
en el aspecto social del Litoral: el mestizaje del guaraní con el criollo, cuyos descendien-
tes pueblan hoy la región litoral platina.18 La región de la actual provincia de Entre Ríos
fue una de las más beneficiadas por las migraciones guaraníes pos jesuíticas. Y de estas
18 - Este ha sido el principal tema de análisis en mi tesis doctoral en Antropología Social, que ha dado lugar a su pu-
blicación con el título de Mestizo del Litoral, Corrientes, 2012. Desde el aspecto histórico, el tema de las Misiones Pos
jesuíticas fue elaborado junto con mi padre, Edgar Poenitz, en, Misiones. Provincia guaranítica. Defensa y disolución..
cit y con Ernesto Maeder en 2006, en la obra Corrientes Jesuítica. Historia de las Misiones de Yapeyú, La Cruz, Santo
Tomé y San Carlos en la etapa jesuítica y en el período posterior hasta su disolución, Corrientes, Ed. Al Margen, 2006.
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Historia de Entre Ríos
permite percibir su magnitud y concluir que esta provincia fue inicialmente poblada en
su mayor parte por población guaraní fugada de sus pueblos de origen. Como se ha visto,
hasta las últimas décadas del siglo XVIII Entre Ríos no había sido ocupada efectivamente
Fe, de cuyo cabildo dependía. En las épocas en que las actividades ganaderas comenza-
ron a ser redituables -tres últimas décadas del siglo XVIII-, los conflictos jurisdiccionales
y los grandes litigios por la posesión de las tierras fueron creando enconadas situaciones
que las autoridades locales no pudieron manejar. Por ello, el virrey Vértiz inició un plan
En lo que luego fue la provincia de Entre Ríos, el veedor y programador de esa organiza-
ción fue el sargento mayor de dragones don Tomás de Rocamora, quien propuso fundar
cinco villas para reunificar la población dispersa por el territorio. Ellas servirían como se-
gunda línea de defensa ante las posibles expansiones portuguesas sobre el territorio. En
1783 fundó las villas de Gualeguaychú, Gualeguay y Concepción del Uruguay. Aunque su
proyecto final quedó trunco, pues no logró fundar las dos restantes, ni precisar jurisdic-
ciones, ni distribuir legalmente las tierras, tales villas sobrevivieron y fueron ocupadas
A los pocos años de fundadas estas villas, y mientras las autoridades de Buenos Aires se
desesperaban por encontrar remedio a la decadencia de las Misiones, Vértiz ordenó a los
19 - Se denominó así al plan organizado por las autoridades virreinales de Buenos Aires para ordenar y legalizar el
sistema de distribución de la tierra, que alentaba la explotación ganadera que tanto rédito comenzaba a tener para la
economía rioplatense. Consistía en la normalización de la tenencia de las tierras, especialmente de aquellas que habían
pertenecido a la Compañía de Jesús.
20 - Erich L.W. Edgar Poenitz; “La cuenca del río Uruguay, su función geopolítica”, Buenos Aires, Boletín de la Aca-
demia Nacional de la Historia, p. 110.
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TOMO I
funcionarios locales de los pueblos existentes en el Litoral que se hicieran los esfuerzos
necesarios para hacer retornar a sus pueblos de origen a los guaraníes que habitasen
las sociedades españolas. En respuesta a esa orden, el Alcalde del nuevo pueblo de Con-
cepción del Uruguay -conocido también como Arroyo de la China- don Julián Colman
corto el número de Vecinos de esta villa (de Arroyo de la China), pues poco más serán de
ciento (se refiere a población española)....se hallan imposibilitados para darles el auxilio
que pide para conducir los trescientos nueve indios, inclusas las mujeres, sin sus hijos
Explica a continuación: “....los graves perjuicios que ocasionará a toda ella (la Villa de
Arroyo de la China) la expulsión total de los indios, pues para los trabajos de Estancias,
y tal cual mulato, no hay otros peones más que indios... y en otros tiempos vinieron de
ron llegar aquí con algunos, pues por el camino se le huían...algunos han regresado con
otros muchos que traían consigo...por donde infiero será dificultoso el poder sujetarlos
ya en sus pueblos”.21 Este documento de 1790 en su parte final detalla los nombres de
las cabezas de familia de cada uno de los vecinos guaraníes que habitaban la Villa de
Arroyo de la China, así como el pueblo del que provenían. Según tal informe, 21 familias
San Juan; 3 de San Miguel; 5 de San Luis; 5 de San Nicolás; 4 de Santa María Mayor; 3
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Historia de Entre Ríos
Listas semejantes existen para los pueblos de Gualeguaychú y Gualeguay. En total, entre
las tres villas existían 273 cabezas de familia, lo que hipotéticamente, si contabilizamos
cinco miembros por familia, nos daría un total aproximado de 1300 residentes guaraníes
en esos pueblos recién fundados22. Venían de todas las comunidades, incluso de aquellas
más lejanas del Paraguay, que tenían más contacto con Asunción. La lista presentada
es elocuente: fueron estas familias las fundadoras de los primeros pueblos entrerrianos,
como así el principal recurso de fuerza laboral en los orígenes de nuestra rica provincia
creación de las villas por parte de Rocamora, lo que indica la temprana salida de mu-
Concepción del Uruguay, de 1781, figuran como fallecidos “104 indios misioneros, 111
Santiago de Liniers, a cargo del Gobierno de Misiones en 1803, propuso una solución al
era el cobro de los tributos al Rey. Por ello, en 1803, citando las entonces polvorientas
Leyes de Indias donde se indicaba que a los indios ausentes de sus pueblos se les exigiese
tributo arbitrario, Liniers estableció que a tal estipulación se la pusiese en práctica entre
22 - AGN, IX-7-3-6. “Lista de los indios Guaraníes, procedentes de los Pueblos de Misiones que se hallan en las Villas
de la Concepción del Uruguay, San Joseph de Gualeguaychú y San Antonio del Gualeguay y sus Partidos”.
23 - Libro de defunciones de Concepción del Uruguay, T. I, 1781. Parroquia Catedral de Concepción del Uruguay.
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TOMO I
los indios de Arroyo de la China. “Me han asegurado –indica Liniers- que en todo su
distrito existen empleados en las islas del Uruguay y estancias adyacentes, cerca de 3000
indios fugitivos de todos los Pueblos. Se les podría exigir 4 pesos y ½ al año a razón de 3
reales por mes que ganan de 8 a 10 pesos. Lo cobraría el Director de Correo de Arroyo de
la China, Dr. José Miguel Díaz Vélez, el principal hacendado de este Distrito y por consi-
guiente el que emplea el mayor número de naturales, ...y una vez cobrado remitir todo lo
A tal fin, ampliaba su propuesta “... a todas las Estancias de Españoles comprendidas en-
tre el Uruguay, Paraná y Mocoretá...” 24. Un censo de 1804 indica que en la Villa entonces
existían 1987 habitantes y en el área rural, 2224, lo que hace un total de 4211 personas,
de las cuales, según el informe de Liniers, 3000 eran guaraníes. Ello habla por sí solo
del valor que cobraba la fuerza laboral de los indios guaraníes dispersos por los campos
entrerrianos.
La “ruta al Salto”.
los campos entrerrianos, existió una ocupación efectiva del espacio nordeste de la pro-
vincia, promovida por el Teniente de Gobernador de Yapeyú, don Juan de San Martín,
padre del Libertador de América. Motivó este poblamiento el nuevo esquema socioeco-
24 - AGN, IX-18-8-8. “Copiador de Correspondencia del Gobernador de Misiones don Santiago de Liniers al Virrey
del Rio de la Plata, 1803-1804”.
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Historia de Entre Ríos
suitas por parte del rey español Carlos III), se concretó la secularización de la Provincia
Jesuítica del Paraguay, creada en 1609. El gobernador del Río de la Plata Francisco de
Bucarelli organizó una expedición militar muy costosa para proceder a la expulsión de
hizo restaurar como base de operaciones un fuerte sobre el Salto Chico, poco al norte
de la actual ciudad de Salto, en territorio oriental, que había ordenado levantar su an-
centro de detención de los jesuitas que fueron enviados allí, para remitirlos luego, todos
La expedición de Bucarelli permitió abrir un camino entre el Salto Chico y Yapeyú, el que
alta y baja cuenca del Uruguay, incomunicadas entre sí durante los tiempos jesuíticos.
Para la reorganización de las Misiones, Bucarelli dictó sus Ordenanzas de 1769, que pro-
la imposibilidad de los guaraníes para afrontar por sí solos las actividades mercantiles.
Además, organizó una Administración central en Buenos Aires y ordenó que todos los
los pueblos. Una vez monetizadas las ventas, se abonarían los tributos al Rey. En cada
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TOMO I
dad del tráfico comercial recién creado hizo que los administradores particulares de los
pueblos buscasen asegurar una ruta y un sistema de transporte lo más barato y rápido
posible. Así, en 1769 se decidió adoptar la ruta del Uruguay como la más cómoda y direc-
ta a Buenos Aires, quedando como complementaria la del Paraná. A principios de ese año
había sido enviado don Francisco Sánchez Franco como encargado de organizar el nuevo
ción Central de Buenos Aires. La intención era trasladarlas por tierra hasta el Salto Chico
y desde allí embarcarlas con destino a Buenos Aires. Se intentó restaurar el ya existente
puerto del Salto Chico, pero una gran creciente obligó a rearmar el embarcadero en su
Constituye este el primer antecedente urbano de Concordia. San Antonio del Salto Chico,
además de cumplir un rol fundamental en el nuevo orden comercial establecido para las
Asimismo significó una ampliación de las fronteras misioneras hacia tierras hoy entre-
rrianas. Sin embargo el entusiasmo inicial se vio opacado por una gravísima epidemia de
viruela que azotó la comunidad de Yapeyú, por lo que se demoró el poblamiento men-
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Historia de Entre Ríos
cionado hasta 1777, cuando, siendo teniente de Gobernador de Yapeyú don Juan de San
Martín, dio enorme impulso a esta “ruta al Salto”, como se denominaba la vía comercial
La primera idea del Padre del Libertador de América, entusiasta y diligente gobernante,
fue transportar reses desde las lejanas “vaquerías” de la Banda Oriental, que sacaran
arreo de tropas para su faenamiento en las Misiones resultaba tarea cada vez más difícil y
de organizar estancias para cría de ganado de rodeo, y para ello se prestaban perfecta-
mente los baldíos campos aledaños al “camino al Salto”. Como en el río Uruguay entre
ambas localidades existía una ruptura de pendiente sobre piso rocoso (basalto, areniscas
y calizas solidificadas) que provocaba sucesivas correderas, con arrecifes y pequeñas caí-
das como el Salto Grande y el Salto Chico, la navegación era imposible. En consecuen-
cia se recurrió a la utilización de una ruta terrestre, paralela al Uruguay, que partía de
la Banda Oriental. Sobraban aguadas permanentes, buenos pastos, y los cursos de agua,
con densa vegetación arbórea, constituirían vallados naturales para las haciendas que allí
se criasen. Entre el arroyo Timbo y el río Mocoretá, en enero de 1777 creó San Martín la
“Estancia Grande del Mocoretá”, denominada después “San Gregorio”. El caserío que se
formó alrededor del casco de esta estancia comunitaria, como las propiedades particula-
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TOMO I
hoy la ciudad de Mocoretá, en la frontera entre Corrientes y Entre Ríos. En julio de ese
mismo año, inició San Martín la “Estancia Nueva del Mandisoví”, que dio lugar luego a la
ciudad de Federación. Poco después ubicó entre el río Miriñay y el arroyo Timbo la estan-
San Antonio de Salto Chico se creó entre los arroyos Yuquerí chico y el Yeruá la Estancia
“Jesús del Yeruá”. Cada establecimiento contó inicialmente con una docena de familias
chasques y comerciantes, tropas y viajeros, que transitaban la ruta al Salto. Esto otorgaba
a esas estancias una función de postas que promovió el desarrollo de la vía comercial del
Don Juan de San Martín era hombre ducho en tareas agropecuarias. Durante los prime-
ros dieciocho años de su vida, en su natal villa de Cervatos de la Cueza, en España, había
eficacia la Estancia y Calera de Las Vacas, entre 1768 y 1774, importante unidad de pro-
ducción, cercana a la actual Carmelo, que había sido secularizada después de la expulsión
de los Jesuitas. Sus cales se utilizaron para levantar los muros de Montevideo.
La experiencia adquirida en las Vacas le sirvió a San Martín para aplicarla en Yapeyú,
habían sido educados, en general, para la vida urbana. Salían por turnos para realizar
las tareas rurales y regresar después a la reducción. Los arreos de ganado, la explotación
de los yerbales, las faenas en chacras y estancias, se realizaban teniendo como punto de
partida y de llegada el pueblo donde permanecían las familias de los operarios. Pero tan-
to los establecimientos de Paysandú y San Antonio del Salto Chico, nuevas entidades del
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Historia de Entre Ríos
Mapa Nº 3. Croquis de
la “ruta al Salto”. Toma-
do de: Edgar y Alfredo
Poenitz, Misiones. Pro-
vincia guaranítica, p. 45.
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TOMO I
departamento de Yapeyú, como las estancias fundadas más al sur del Miriñay, iniciaron
neras de la comunidad yapeyuana. Por eso debe reconocerse en el Padre del Libertador al
iniciador del efectivo poblamiento y organización del nordeste entrerriano y del sudeste y
occidente uruguayos, como también de Yapeyú, ciudad madre del proceso iniciado poco
pesar de traslados y reubicaciones desde aquellos lejanos años de la década de 1770 hasta
nuestros días.
Aquellos cinco establecimientos -San Antonio del Salto Chico, La Merced, San Gregorio,
Mandisoví y “Jesús del Yeruá”- sirvieron de postas en el camino a las Misiones y pronto
atrajeron a guaraníes y blancos que poblaron estancias al amparo de las estancias comu-
pueblos de cierta consideración, destacándose Mandisoví: por decreto del general Ma-
San Antonio del Salto Chico permitió la instalación de una carrera regular de navegación
yapeyuana, con patrón español y tripulantes guaraníes surcaron regularmente el bajo río
Uruguay.26 Pero el comercio tan bien organizado y administrado personalmente por don
26 - Erich L. W. Edgar Poenitz;”La ruta oriental de la yerba. Navegación y comercio en el alto Uruguay”, Cuadernos de
Estudios Regionales Nº 1, Instituto Regional de Investigaciones Científico-Culturales (IRICC), Concordia, 1981, p. 35.
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Historia de Entre Ríos
Tanto es así que, en 1799, no consta la llegada de ningún cargamento comunitario hasta
ante tal evidencia, la forma ilegal en que muchos comerciantes que utilizaban el puerto
de Arroyo de la China (Concepción del Uruguay) evitaban el control oficial del Salto Chi-
co. Ese mismo año, 150 carretas habían transportado mercaderías de Yapeyú en aquel
puerto, muchas de los cuales fueron embargados a partir de esta denuncia.27 De cual-
quier modo, y, como consecuencia del mismo proceso de dispersión de los guaraníes de
sus pueblos originales, Mandisoví fue receptor de numerosas familias que se instalaron
En 1806, debido a la visita pastoral del Obispo don Benito Lue y Riega, Mandisoví fue
erigida en matriz de una nueva Parroquia que comprendía, además, a Salto Chico, La
fechado en Mandisoví, permite observar que este era ya un pueblo de considerable im-
que implica una suma aproximada de 650 habitantes, guarismo destacado para la épo-
especialidades, labradores y hacendados. En 1810 era Juez Comisionado don Luis Pon-
dal, comerciante; y Comandante Militar del pueblo don Francisco González, nativo de
Pablo Areguatí, quien 10 años después llegaría a ser Comandante Militar de las Islas
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TOMO I
Malvinas.30 San Antonio del Salto Chico era una población menor que Mandisoví, y, a
diferencia de esta, el grueso de su población era de raza guaraní. Algunos de ellos po-
seían estancias, como Domingo Manduré y Perú Cutí, quienes se destacarían como fieles
nal y económica que llevaría una década después a la disolución total de la Provincia
Guaranítica de Misiones, una importante masa de sus habitantes había decidido residir
na, el poblamiento de gran parte de la provincia de Entre Ríos por naturales guaraníes
emigrados de las Misiones. Con ello nuestra provincia incorpora un interesante capítulo
30 - Ibídem, p. 49.
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