Liderando el
Desarrollo
Sostenible de las
Ciudades
Unidad Temática
Espacios públicos
Documento Extenso
Liderando el Desarrollo Sostenible de las Ciudades
Gerente del Sector de Conocimiento y Aprendizaje:
Federico Basañes
Jefe del Instituto Interamericano para el Desarrollo Económico y Social – INDES:
Juan Cristóbal Bonnefoy
Coordinador General del Programa:
José E. Yitani
Equipo del programa:
Ana Haro
Alison Elías
Andrea Dusso
Autor:
Santiago Bonifatti
Corrección de estilo y maquetación:
Manthra Comunicación
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del Banco Interamericano de Desarrollo, de su Directorio Ejecutivo ni de los países que representa.
Contenido
1. Objetivos y estructura de la unidad������������������������������������� 3
2. Importancia del espacio público������������������������������������������ 3
2.1 La necesidad de contar con más y mejores
espacios públicos......................................................................... 3
2.2 Urbanismo y espacio público. Planificación urbana.
La ciudad y su contexto................................................. 5
2.3 ¿Quiénes y qué áreas trabajan
sobre el espacio público?................................................ 7
3. Evolución histórica del urbanismo de las ciudades
y su relación con el uso del espacio público.
Conceptos de ciudad����������������������������������������������������������� 8
3.1 Definición de espacio público...................................... 13
4. Una mirada al interior del espacio público������������������������ 16
4.1 ¿Cómo perciben las personas el espacio público?
Los sentidos, un factor necesario ................................ 16
4.2 ¿Cómo se utiliza el espacio público?
La vida en estos lugares............................................... 21
5. Elementos clave para la implementación y consolidación
de espacios públicos: tipologías, quiénes intervienen,
atributos, usos y beneficiarios������������������������������������������� 25
5.1 Tipologías de espacios públicos.................................. 25
5.2 Atributos de los espacios públicos.............................. 27
5.3 Elementos específicos de los espacios públicos........... 29
1
6. Los espacios públicos de la ciudad. Ejemplos prácticos
de la región latinoamericana���������������������������������������������� 31
6.1 La ciudad y su ambiente: espacios verdes y áreas
de recreación. Caso de las plazas centrales
de San José de Costa Rica........................................... 31
6.2 Recuperación y consolidación de espacios
públicos........................................................................ 34
6.2.1 Recuperación de centros históricos.
Caso de Quito, Ecuador............................................... 34
6.2.2 Recuperación de espacios públicos en
territorios de alta vulnerabilidad. Caso de los
Parques Biblioteca en Medellín, Colombia.................. 41
6.3 Espacios públicos de baja utilización o no utilizados.
Caso de Brasilia, Brasil................................................. 42
6.3.1 Brasilia: culminación del
movimiento moderno.................................................. 44
7. ¿Qué es un espacio público sostenible?���������������������������� 46
8. Conclusiones���������������������������������������������������������������������� 46
9. Bibliografía������������������������������������������������������������������������� 47
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Espacios públicos
Unidad temática
Espacios públicos
1. Objetivos y estructura de la unidad
Los objetivos de esta unidad son:
•• Concientizar sobre la importancia de los espacios públicos ur-
banos.
•• Brindar herramientas para estudiar dichos espacios, desde una
mirada intersectorial y tomando en cuenta al ser humano como
usuario fundamental.
•• Comprender las ciudades a partir del estudio del ambiente ur-
bano, y a los seres humanos como usuarios.
•• Brindar elementos para implementar y consolidar espacios pú-
blicos sostenibles.
En este documento se describirá, en un primer momento, la im-
portancia del espacio público, su evolución histórica, las nociones
básicas del concepto y sus diferentes tipos. Posteriormente, se tra-
tará sobre las áreas que los planifican, desarrollan y mantienen,
el ambiente en donde están emplazados, las actividades que en
ellos se llevan a cabo así como sobre sus usuarios. Finalmente, se
desarrollarán los elementos clave para su implementación y se pre-
sentarán casos latinoamericanos.
2. Importancia del espacio público
2.1 La necesidad de contar con más y mejores espacios públicos
Sin grandes espacios públicos, no hay grandes ciudades.
How to turn a place around, Project for Public Spaces
Hoy en día, muchas ciudades del mundo concentran gran parte
de sus recursos económicos en mejorar la calidad de vida de sus
habitantes. De una manera u otra, todos estos esfuerzos están re-
lacionados con los espacios públicos, ya que es evidente que estos
influyen de manera significativa en las actividades económicas, so-
ciales y culturales de la ciudad.
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Liderando el Desarrollo Sostenible de las Ciudades
¿Por qué tener más y mejores espacios públicos?
•• Identidad. En algunas ciudades alrededor del mundo, la cali-
dad de los espacios públicos los convierte en íconos que dan
identidad a dichas urbes y las diferencian de otras, como el Cen-
tral Park en Nueva York, la Torre Eiffel en París o la Plaza San
Marcos en Venecia. Estos son, además, los lugares más visitados
y los favoritos de muchas personas. La Torre Eiffel, por ejemplo,
recibe siete millones de visitantes por año.
•• Actividad económica. Los espacios públicos generan actividad
económica a favor de las ciudades. Por ejemplo, en las urbes
mencionadas, estos representan un atractivo turístico que atrae
visitantes y, por tanto, fomenta la economía urbana. Además,
incrementan el valor de las propiedades que los rodean, debido
a los beneficios que implican.
•• Calidad de vida. La calidad de vida de la ciudad se relaciona di-
rectamente con la de los espacios públicos. El Dr. Enrique Peña-
losa (2006), ex-Alcalde de Bogotá, manifestó en una conferencia
presentada en San Juan de Puerto Rico que “la calidad de vida
de la ciudad y sus vecindarios aumenta a medida que la gente
se siente segura en sus calles y plazas. Los espacios públicos son
ese motor que la gente necesita para ser incentivada a caminar
por las calles de la ciudad”.
•• Igualdad y seguridad. Peñalosa (2006), sobre el trato a las di-
ferentes clases sociales y su impacto en la criminalidad: “si la
gente siente que es bien tratada y que hay más igualdad y le-
gitimidad en la organización social, cumple más las leyes y de-
nuncia a quienes las violan”. En su ponencia explicó cómo la
tasa de crímenes disminuyó desde que comenzaron a crear más
parques en la ciudad. Por otro lado, William Whyte, en Ciudad,
redescubriendo el centro (1988), indica que los vendedores de
droga, las prostitutas, los criminales y vagabundos tienden a
arrinconarse en los lugares desiertos y oscuros de las ciudades,
por lo que la mejor estrategia para combatir este problema es
mejorar la calidad de los espacios públicos y hacerlos más atrac-
tivos.
•• Valor ecológico. Los parques, plazas y jardines contribuyen a
mejorar la calidad del aire de la ciudad ya que proporcionan
oxígeno a la biodiversidad y otros aspectos ecológicos pues al-
bergan diferentes especies de animales y pájaros y, muchos, se
convierten en pequeños ecosistemas. Además las plantas filtran
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Espacios públicos
los contaminantes del aire y el agua, protegen y fertilizan el sue-
lo, regulan la temperatura, aminoran el calentamiento del pla-
neta y son la base de la cadena alimenticia.
•• Valor cultural y social. Los espacios públicos representan un
valor cultural y social ya que posibilitan diferentes expresiones
artísticas, como festivales, conciertos, exhibiciones. Además,
constituyen lugares de encuentro o reunión para ejercer los de-
rechos ciudadanos, como el de la protesta.
2.2 Urbanismo y espacio público. Planificación urbana.
La ciudad y su contexto
Para comprender el diseño de los espacios públicos, es importante
conocer, por lo menos nociones básicas y los factores urbanísticos
que se consideran en la planificación de las ciudades.
El ambiente de una ciudad se constituye por factores naturales, es
decir, las características del medio natural, y por factores culturales,
es decir, aquellos producidos por el hombre. Ambos deben ser
analizados para la planificación.
Factores naturales
•• Clima. Es uno de los factores básicos por analizar. La temperatu-
ra, la humedad, las precipitaciones, los vientos y los fenómenos
meteorológicos frecuentes influyen, tanto en el tipo de edifica-
ción, como en el diseño de los elementos urbanos.
•• Geología y geomorfología. Permite conocer el tipo de rocas
que conforman el territorio de la ciudad y los riesgos sísmicos
que esta presenta. Asimismo, determina si es posible usar las
rocas como material de construcción (grava, arena, arcilla, etc.).
•• Hidrografía .Además de posibilitar la obtención de agua en la
zona, permite identificar las zonas con peligro de inundación.
•• Topografía. Se refiere al análisis de las pendientes del lugar. Es
importante estudiarlas ya que el valor de los servicios públicos
incrementa cuando se debe atravesarlas.
•• Suelos. La clasificación por tipos determina sus posibilidades
de uso.
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Liderando el Desarrollo Sostenible de las Ciudades
•• Vegetación. Determina las zonas ecológicas que deben pre-
servarse, las posibilidades de fomentar ciertos tipos de vege-
tación para la zona urbana, la relación entre la vegetación y el
medioambiente, etc.
•• Fauna. Puede llegar a formar parte del espacio, sobre todo
cuando existen grupos de animales o especies característicos.
Factores culturales
•• Uso del suelo y estructura urbana. Todo asentamiento urbano
utiliza el suelo de distintos modos (habitacional, industrial, co-
mercial, recreativo o de circulación), estos suelos, en conjunto,
conforman la estructura urbana.
•• Vialidad. Es uno de los elementos de la estructura urbana, pero
debido a su importancia, se analiza por separado para clasificar
las vías de circulación primarias, secundarias y terciarias o veci-
nales, cada una de las cuales cumple una función diferente.
•• Infraestructura urbana. Corresponde a las redes de agua potable,
los desagües pluviales y la red de cloacas, gas y electricidad.
•• Equipamiento urbano. Está formado por el conjunto de es-
pacios y edificios que brindan servicios a la población, como
educación, salud, comercio, cultura, recreación y administración
pública.
•• Densidad de población. Se refiere a la cantidad de personas
que habitan en una unidad de superficie. Si se analiza gráfica-
mente se puede ver cómo se organiza una ciudad, y de allí se
desprenden las áreas que se pueden densificar para absorber el
crecimiento.
•• Tenencia o propiedad de la tierra. Es un factor cultural impor-
tante para definir el desarrollo futuro de una ciudad, y un gran
insumo en el momento de la planificación, debido a la diferen-
cia que existe para el Estado entre ser propietario de la tierra y
tener que dictar normas para tierras en manos privadas.
•• Calidad de la vivienda. Persigue localizar qué zonas presentan
problemas y determinar qué tipo de acción se requiere para
mejorar la situación habitacional.
•• Patrimonio cultural. Corresponde al conjunto de edificios y es-
pacios que poseen valor artístico y/o histórico, cuyo rescate y
conservación llegan a ser básicos para la ciudad.
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Espacios públicos
•• Imagen urbana. Cada ciudad tiene elementos que se pueden
destacar y valorar para definir mejor su imagen, lo cual es una
de las tareas importantes del diseño urbano.
2.3 ¿Quiénes y qué áreas trabajan sobre el espacio público?
El urbanismo ha existido desde que el hombre empieza a vivir en
ciudades y a organizar conscientemente sus espacios, aunque el
concepto como tal surgió a principios del siglo XX. Etimológica-
mente, el término proviene de urbe (ciudad), derivado del latín
urbanus. Por tanto se refiere a todo lo relacionado con la ciudad. En la
actualidad, esta concepción del urbanismo ha sido ampliada y se
refiere al estudio y planeación de las ciudades y las regiones donde
estas se asientan. Su objetivo es la modelación y remodelación de
las ciudades, por lo que es en el estudio de las ciudades enfocado
a lograr el diseño del ámbito espacial, donde se desenvuelven las
actividades sociales del hombre. El urbanismo reúne una serie de
disciplinas que se concentran en el estudio de la ciudad.
Disciplinas que conforman el urbanismo:
Geografía
Climatología
Geología
Ciencias de la tierra Edafología
Topografía
Biología y zoología
Agronomía
Economía
Sociología
Ciencias sociales Demografía
Antropología
Psicología
Ciencias Políticas
Derecho
Disciplinas Ingeniería
instrumentales Arquitectura
Administración
Si el urbanismo es interdisciplinario por definición, más aun lo
será el trabajo en el espacio público. Es a través de la conjunción
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Liderando el Desarrollo Sostenible de las Ciudades
de diferentes disciplinas como se obtendrán los mejores resulta-
dos. Si dejáramos la planificación de las ciudades o de los espa-
cios solo a los arquitectos e ingenieros, seguramente las formas
serían simétricas, cada cosa encajaría en su sitio, al igual que en
las maquetas, pero tal vez esos espacios no pertenecerían a la
ciudad en la que fueron implantados; o si solo planificaran las ciu-
dades los economistas estaríamos en presencia de espacios con
un sustento o razones económicamente sostenibles pero sin per-
sonas en ellos; al igual que si solo intervinieran sociólogos o an-
tropólogos, tal vez los espacios tendrían estructuras que cederían
ante las circunstancias climáticas, morfológicas, o simplemente
no podrían ser construidos.
3. Evolución histórica del urbanismo de las ciudades y su re-
lación con el uso del espacio público. Conceptos de ciudad
En la actualidad hay dos tradiciones de concepciones de ciudad y
una tercera concepción mixta.
•• La de tradición latina, que se inspira en la ciudad clásica (del
latín polis o civitas). La plaza se convierte en el espacio público
fundamental en este tipo de ciudades (ágora), como lugar de
encuentro de ciudadanos, como sala de reunión donde se con-
versa, negocia y decide políticamente, con todas las consecuen-
cias sociales y económicas que de ello se derivan.
•• Ciudades de tradición anglosajona o nórdica, más domésticas y
menos públicas, definidas más por el recinto de construcciones
que la integran que por las otras funciones, integrando entre los
edificios espacios más o menos campestres.
•• Entre la ciudad doméstica y la ciudad civil queda la ciudad islá-
mica, que defiende mucho lo privado pero a la vez practica la
vida exterior. Es una vida dividida entre el harén (donde reina lo
íntimo, lo privado) y la vida pública (donde domina lo político y
lo social). En la ciudad islámica no existe la plaza, pero este pa-
pel lo cumple el patio; con carácter más global, el patio de las
mezquitas. Y en medio quedan otros lugares de relación como
el zoco, el bazar o la alcaicería.
En cualquiera de las concepciones hay una serie de elementos co-
munes (casas, calles, etc.), con una organización funcional deter-
minada, aunque los significados son distintos. Así, por ejemplo, la
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Espacios públicos
ciudad musulmana se organiza desde adentro hacia afuera, desde
la casa hacia la calle, que debe acomodarse a la prevalencia de la
casa, adaptándose al espacio que esta le deja: tortuoso, laberínti-
co, etc. En la ciudad europea, en cambio, predomina la exigencia
de la cosa pública; la calle representa el orden o ley general a la
que se supedita la voluntad individual.
El espacio público en la ciudad histórica
Las ciudades históricas tuvieron como elemento urbano más des-
tacado la fortificación y sus trazados irregulares. El surgimiento del
espacio público en la ciudad histórica puede remontarse a las si-
tuaciones que se generaban en el patio de los palacios reales en
la antigua Grecia, donde se reunían los ciudadanos para tratar te-
mas de interés para la comunidad (cultivos, justicia, guerras, etc).
Se desarrollaron espacios como el ágora (comercial o política), la
acrópolis (religiosa) o el foro romano, los antecedentes más claros
de los espacios públicos que caracterizan a la ciudad como tal.
La calle y la plaza son los dos tipos principales de espacio público
en la historia. Por su conformación a partir de límites claros y defini-
dos, y por la vitalidad social y su función como ámbito de contacto
y comunicación de los ciudadanos, se ha dicho (Louis Khan) que
una plaza o una calle es un “salón cuyo techo es el cielo” (Napo-
león dijo de la Piazza San Marco, en Venecia, que era “el salón más
bello de Europa”).
La combinación de calles y plazas constituye la esencia del paisaje
urbano, que en la ciudad histórica, en general, se define por la con-
tinuidad y alineamiento de las fachadas, con algunos puntos focales
distintivos constituidos por los edificios monumentales o representa-
tivos de la comunidad: la iglesia, los ayuntamientos, los palacios, etc.
Hay diferencias, obviamente, entre la plaza medieval (en general irre-
gular y producto de un “agujero” en el tejido denso de la ciudad, rea-
lizado para dar espacio a los accesos a iglesias y edificios importantes)
y la plaza renacentista y barroca (de formas regulares y con una dispo-
sición de pantallas y ejes monumentales basada en la exploración de
la perspectiva). También puede distinguirse la plaza latina, en general
seca (sin césped, ni pasto, sin vegetación) y con mucho contenido
simbólico y representativo, con la plaza anglosajona, más concebida
como lugar de paseo individual y espacio verde. La plaza de las
Leyes de Indias en las ciudades latinoamericanas se obtiene a par-
tir del quite de una manzana construida del damero fundacional,
alrededor de la cual se establecen los edificios más importantes.
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Liderando el Desarrollo Sostenible de las Ciudades
Y por supuesto, es importante la distinción entre plazas y calles
comerciales, políticas, religiosas, ceremoniales, etc.
Otra característica de la ciudad histórica es la interacción entre es-
pacio público y privado a través de transiciones, como el atrio,
el zaguán, los patios de acceso, entre otros. El plano de Roma
realizado a fines del siglo XVIII por Gianbatista Nolli representa, a
partir de la distinción entre el espacio público tratado como forma
básica de la ciudad, y el espacio privado como fondo (dibujado en
negro), esa particular relación entre uno y otro tipo de espacio que
conforman la ciudad.
El espacio público en la ciudad industrial
Con la revolución industrial y la oleada de inmigración a las ciuda-
des, surgen nuevas tipologías y variedades de espacio público:
•• El parque. Aparición y representación de la naturaleza en la ciu-
dad, sustancialmente distinto a la plaza como “salón cuyo techo
es el cielo”. Ver los bosques de Boulogne y Vincennes en París,
el Central Park de New York, y el Parque de Palermo en Buenos
Aires. Cumplen funciones sanitarias, higienistas, e incluso didác-
ticas.
•• El bulevar y la avenida. Una variante de la calle tradicional don-
de se incorpora la diferenciación de tránsitos, la especialización,
la inclusión de las infraestructuras en los espacios subterráneos, la
aparición de equipamientos como los cafés y el arbolado, etc. Ver
los bulevares de Haussmann en París y las avenidas del Ensanche
de Barcelona, en especial el Paseo de Gracia.
El concepto de espacio público sufre dos grandes ataques en esta
época: por un lado, el avance incontrolado del automóvil como
invasor del espacio público (llegando a su punto máximo en la
destrucción de barrios y áreas de fuerte significado urbano por la
irrupción de autopistas urbanas). Por el otro lado, la ideología de la
tabla rasa del movimiento moderno, que tiende a considerar el es-
pacio público como un mero vacío con usos de parque y circulación,
sobre las que se levantan los edificios como objetos aislados.
La realización de algunos proyectos urbanos y partes de ciudad con
este concepto, que se acentúa con la reconstrucción europea después
de la Segunda Guerra Mundial y con los proyectos para Chandigarh
y Brasilia, lleva progresivamente a la destrucción de la plaza y la calle.
Esta idea de recuperación del concepto de espacio público tradicional
se expresa con especial énfasis en las políticas llevadas a cabo en Bar-
celona en la década de los ochenta (Oriol Bohigas).
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Espacios públicos
Urbanismo moderno
Los principios en los que se basa la planificación de la ciudad ac-
tual todavía son los del urbanismo moderno recogidos en la Carta
de Atenas, redactada en uno de los congresos internacionales
de arquitectura moderna (CIAM) y escrito básicamente por el ar-
quitecto y urbanista Le Corbusier. En ella se plantea la oposición
entre la ciudad tradicional, caracterizada por la mezcla y falta de
diferenciación de usos urbanos, y la ciudad moderna, racional
y funcional, que se rige por un principio fundamental: la zonifi-
cación —concepto central del urbanismo moderno e idea clave
de la planificación urbana actual—. Frente a la mezcla de usos
de la ciudad tradicional, con todos los problemas que plantea el
desarrollo (de salubridad, higiene, densificación, etc.), la división
del trabajo a escala general en el proceso de industrialización,
cuando fábricas y viviendas comparten el mismo espacio, el ur-
banismo moderno plantea que hay que construir ciudades donde
los diferentes usos, las diferentes funciones urbanas, estén sepa-
radas en espacios distintos.
Le Corbusier afirmaba que a cada función urbana le debe corres-
ponder un espacio distinto, que la ciudad debe estar segregada
según los usos y las funciones urbanas, y caracterizada por una es-
tricta separación entre habitar y trabajar. Los espacios residenciales
deben estar separados de los espacios del empleo y las activida-
des económicas, aunque, eso sí, deben estar conectados a través
de la función circular.
De los nuevos postulados surge “un método racional” para las ciu-
dades. La propuesta se basa en una ciudad funcional, donde exista
una clara zonificación y un emplazamiento consecuentemente ra-
cionalizado en ella de las cuatro funciones colectivas.
Se destaca el Plan, como una nueva metodología para trabajar la
ciudad en general; la importancia de la vista, el asoleamiento y las
áreas verdes; las autopistas clasificadas; y los bloques regulares
de edificios, que constituyan líneas paralelas. Además, se propone
un nuevo método de análisis comparado de ciudades, a través de
normas de presentación y elementos similares para todos los paí-
ses: la grilla CIAM.
Una de las principales aportaciones de Le Corbusier fue la idea de
liberar el territorio, al construir una ciudad en bloques de cierta
altura ubicados en grandes espacios libres y conectados por vías
eficientes. Sus propuestas más radicales se recogen en la llamada
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Liderando el Desarrollo Sostenible de las Ciudades
Ville Radieuse, una especie de ciudad teórica que se fue concre-
tando en varias propuestas: el Plan Voisin para París, el Plan Obus
para Argel, y Chandigarh. Esta tuvo una enorme influencia en el
urbanismo posterior a la Segunda Guerra Mundial. El tráfico en la
ciudad era lo que más preocupaba a Le Corbusier, porque amena-
zaba con estrangular los centros de las urbes.
Conceptos básicos de la ciudad funcional del CIAM
•• El privilegio de la circulación vehicular
•• La búsqueda de mejores condiciones de higiene
•• La especialización de cuatro funciones básicas de la ciudad: vi-
vienda, trabajo, ocio y circulación
La cultura moderna enfrenta la concepción del espacio público de
la ciudad con el diseño de la ciudad clásica. La ruptura epistemoló-
gica entre vieja y nueva civilización es también formal y, por ello, la
contraposición de geometrías en el proyecto de Le Corbusier apa-
rece como la imposibilidad de reunir algo que, en ese momento,
todavía era un intento desesperado: la unidad del mundo clásico,
representado por la regularidad de la geometría de las formas, con
la aleatoriedad del mundo moderno, que representa un repertorio
pintoresco.
El espacio público en la metrópolis globalizada contemporánea
La actual oleada de crecimiento metropolitano origina algunas contra-
dicciones muy fuertes en la concepción del espacio público. La más
evidente surge en los grandes objetos urbanos, como el shopping,
el parque temático y el barrio cerrado. Por un lado, estos objetos se
cierran a la ciudad existente; y por otro, sus malls, calles y plazas in-
ternas se inspiran en el espacio público de la ciudad tradicional. Gran
parte de las funciones que en otras etapas de la historia se desarro-
llaban en las calles, plazas y parques, hoy se desenvuelven en lugares
privados (privatización del espacio público).
Otra tendencia contradictoria es la banalización turística de los es-
pacios públicos tradicionales, que los priva de su esencia cotidiana
significativa y los reduce a meros escenarios de falsas representa-
ciones pensadas para el turismo de masas.
Por otra parte, asistimos a una revalorización del espacio público
en las políticas públicas, en el debate cultural e inclusive en las
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Espacios públicos
propias estrategias de mercado inmobiliario. En la actualidad se
considera que hasta las grandes infraestructuras pueden construir-
se como generadoras de espacio público, y la creación de espacio
público es un criterio de evaluación de las políticas públicas sobre
la ciudad.
Por último, merece un estudio especial la gran diversidad de usos
contemporáneos del espacio público, que incluyen los tradiciona-
les (comunicación, paseo, comercio, debate político, etc.) pero in-
corporan usos deportivos, recreativos, culturales, entre otros.
Algunos ejemplos y proyectos a estudiar son: los parques Bercy y
La Villette, en París; el proyecto de reconstrucción del Ground Zero
de New York; la Villa Olímpica y el Forum 2004, en Barcelona; y la
Favela Bairro, en Río de Janeiro.
3.1 Definición de espacio público
Podemos encontrar definiciones de espacio público de lo más di-
versas. En una revisión histórica de este concepto se reconoce a
Aristóteles como el responsable de iniciar su reconocimiento como
ese espacio vital y humanizante donde la sociedad se reunía para
compartir sus opiniones, evaluar propuestas y tomar la mejor deci-
sión; se vislumbraba, así, un espacio público político.
El concepto ha ido evolucionando. Para Isaac Joseph (1988) se tra-
ta de aquellos espacios donde se desarrolla una faceta de lo social
que hace posible observarnos a nosotros mismos como sociedad
y cultura.
En la actualidad el espacio público tiene un carácter polifacético
que incluye desde los andenes, donde la socialización es aparen-
temente simple, hasta los escenarios que concuerdan con lo que
Marc Augé (1992) define como “lugares”: de identidad (en el sen-
tido de que cierto número de individuos pueden reconocerse en
estos y definirse en virtud de los mismos), de relación (en el sentido
de que cierto número de individuos, siempre los mismos, pueden
entender en el lugar la relación que los une a los otros), y de histo-
ria (en el sentido de que los ocupantes del lugar pueden encontrar
en este los diversos trazos de antiguos edificios y establecimientos,
como signo de una afiliación).
Jürgen Habermas define la esfera pública como un área en la vida
social donde los individuos pueden reunirse para discutir libremente
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Liderando el Desarrollo Sostenible de las Ciudades
e identificar problemas sociales; y a través de esa discusión influir
en la acción política. Es un espacio discursivo en el cual se reúnen
individuos y grupos para discutir asuntos de interés mutuo y, cuan-
do sea posible, llegar a una opinión común.
Un espacio público también se puede definir como un lugar abier-
to, de carácter urbano, marcado por fronteras naturales o artificia-
les, donde una o varias personas se pueden congregar para rea-
lizar diferentes tipos de actividades. Mayormente, estos espacios
son de carácter urbano y en muchos casos pueden llegar a ser los
lugares más importantes del pueblo o la ciudad donde se encuen-
tran. Estos espacios son de dominio público y se distinguen de los
espacios privados por ser de fácil acceso y no tener un programa
definido. Entre los espacios públicos más comúnmente utilizados
se encuentran las calles, los paseos, las plazas, los parques, los jar-
dines, las escalinatas y las esquinas.
Los espacios públicos pueden generar un sinnúmero de activida-
des sociales, culturales, económicas, religiosas, políticas y de ocio
personal en provecho de los ciudadanos, por lo que constituyen
una parte esencial de la urbe.
Asimismo, se llama espacio público al lugar donde cualquier per-
sona tiene el derecho de circular, en oposición a los espacios pri-
vados, donde el paso puede ser restringido, generalmente por
criterios de propiedad privada, reserva gubernamental u otros.
Por tanto, el espacio público es aquel de propiedad, “dominio”
y uso público.
En el aspecto legal, puede decirse que el espacio público moder-
no proviene de la separación formal entre la propiedad privada
urbana y la propiedad pública. Tal disociación normalmente impli-
ca reservar, desde el planeamiento, suelo libre de construcciones
(excepto equipamientos colectivos y servicios públicos) para usos
sociales característicos de la vida urbana (esparcimiento, actos co-
lectivos, transporte, actividades culturales y, a veces, comerciales,
etc.). Desde una aproximación jurídica, podemos definirlo como
un espacio sometido a una regulación específica por parte de la
administración pública, propietaria o que posee la facultad de do-
minio sobre el suelo, que garantiza su accesibilidad a todos los
ciudadanos y fija las condiciones de su utilización y de instalación
de actividades.
En cuanto al uso, el espacio público es el escenario de la interac-
ción social cotidiana, cumple funciones materiales y tangibles: es el
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Espacios públicos
soporte físico de las actividades cuyo fin es satisfacer las necesida-
des urbanas colectivas que trascienden los límites de los intereses
individuales.
El espacio público abarca, por regla general, las vías de circulación
abiertas (calles, plazas, carreteras, parques), así como ciertos edi-
ficios públicos, como estaciones, bibliotecas, escuelas, hospitales,
ayuntamientos u otros, cuyo suelo es de propiedad pública.
Según la antropóloga Setha Low, un aspecto de la construcción
social del espacio público es dialógico, esto es, como un proceso
en curso, interactivo, al modo de una conversación, que cambia
a través del tiempo creando nuevas ideas, estructuras sociales y
lugares significativos. Además define las plazas tradicionales lati-
noamericanas como un escenario para encuentros donde diversos
grupos y clases sociales aparecen juntos en una forma altamente
estructurada, segmentada por espacio y tiempo, y, sin embargo,
entremezclándose e interactuando en el mismo sitio.
Dadas estas múltiples definiciones, creo que primero debemos
desagregar la frase y explicar a qué espacios nos referimos y cuán-
do los consideramos verdaderamente públicos.
Se define como espacios públicos aquellos comprendidos entre
que dejamos algún espacio privado e ingresamos al siguiente. Para
poner un ejemplo, uno podría denominar espacio público a la ve-
reda de su casa, las calles por donde camina hacia el trabajo o la
escuela, hasta que ingresa a otro espacio privado o semipúblico.
Los espacios son verdaderamente públicos cuando las personas se
apropian de ellos y los utilizan en todo su potencial. Entiendo que
me acerco más a la expresión de un espacio popular—más que pú-
blico— pero creo que es allí donde apuntamos la idea de trabajar
en la sostenibilidad de los espacios públicos. Estos conforman un
conjunto de lugares muy utilizados, accesibles, disfrutables que se
encuentran en la esfera de lo público.
Por último, la mejor definición de espacio público la da Rosario
Palacios, directora de Asuntos Públicos de la Universidad Católica
de Chile, quien conceptualiza el espacio público como aquellos
lugares materiales de libre acceso, donde es posible reunirse con
otros y desarrollar diversas actividades sin otras prohibiciones que
las establecidas por la ley en cuanto a atentar contra los derechos
de otras personas. Asimismo, hace referencia a que las ciencias
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Liderando el Desarrollo Sostenible de las Ciudades
sociales, particularmente la Sociología y la Filosofía, entienden el
espacio público como la esfera donde las personas, distintas entre
sí, concurren y comparten sus diferencias. También hace un análisis
del preconcepto que existe en relación a asociar espacio público
con espacios al aire libre, y limitarnos a las plazas o paseos, de-
jando de lado las calles, que de tanto ser utilizadas son olvidadas
dentro de esta categoría.
4. Una mirada al interior del espacio público
4.1 ¿Cómo perciben las personas el espacio público?
Los sentidos, un factor necesario
“El hombre es, primero, después y siempre, como los demás miembros del reino
animal, prisionero de su organismo biológico”, dice Edward T. Hall (1972)
en el prefacio de su libro La dimensión oculta.
Percepción del espacio. Receptores de distancia: ojos, oídos y nariz
Si queremos diseñar y dimensionar todas las formas de espacios
exteriores, es importante familiarizarnos con los sentidos del ser
humano y el modo en que funcionan, con lo cual, tenemos que sa-
ber algo de la naturaleza de sus sistemas de recepción y de cómo
la información recibida se ve modificada por la cultura. El aparato
sensorial del hombre se divide en dos categorías que pueden cla-
sificarse más o menos así:
•• Los receptores de distancia, relacionados con el examen de los
objetos distantes, o sea los ojos, los oídos y la nariz.
•• Los receptores de inmediación, empleados para examinar lo
que está contiguo o pegado a nosotros; es decir, lo relativo al
tacto, las sensaciones que recibimos de la piel, las mucosas y los
músculos.
Espacio visual y auditivo
La cantidad de información recogida por la vista no ha sido calcu-
lada con precisión en comparación con la del oído. El espacio que
el oído puede abarcar con eficacia, sin ayuda, en la vida cotidiana
es en extremo limitado. Hasta una distancia de aproximadamente
seis metros, el oído es muy eficiente; a unos treinta metros es posible
16
Espacios públicos
la comunicación vocal en una sola dirección; más allá de esa dis-
tancia, las indicaciones auditivas que ponen sobre la pista al que
escucha empiezan a desbaratarse rápidamente. Por otra parte, el
ojo, sin ayuda, recoge una extraordinaria cantidad de información
dentro de un radio de cerca de cien metros, y todavía es muy efi-
ciente para la interacción humana a 1,5 kilómetros.
Por naturaleza, el movimiento del ser humano está limitado predo-
minantemente al desplazamiento horizontal a una velocidad apro-
ximada de cinco kilómetros por hora, y el aparato sensorial está
adaptado de modo preciso a esta condición. Los sentidos están
orientados fundamentalmente hacia el frente, y uno de los más
desarrollados y útiles, la vista, es claramente horizontal. El campo
de visión hacia abajo es mucho más estrecho, y hacia arriba lo es
más aún. El campo de visión hacia arriba es más reducido porque,
cuando vamos andando, el eje se dirige aproximadamente diez
grados hacia abajo, para ver por donde caminaremos. Una persona
que circula por la calle prácticamente no ve más que la planta baja
de los edificios, el pavimento y lo que pasa en el propio espacio
de la calle. Por lo tanto, para que un hecho se perciba debe tener
lugar delante del espectador y aproximadamente al mismo nivel,
algo que se refleja en el diseño de todos los tipos de espacios para
espectadores: teatros, cines y auditorios.
En cuanto a la experiencia del contacto con otras personas, el
sentido de la vista tiene, como los demás sentidos, limitaciones
perfectamente definidas. Podemos ver a otros y percibir que son
personas a una distancia de entre medio y un kilómetro; a cien
metros, aproximadamente, las figuras que se pueden ver a distan-
cias mayores se convierten en seres humanos; entre los setenta
y cien metros empieza a ser posible determinar con una certeza
razonable el sexo de la persona, su edad aproximada y lo que esta
está haciendo; llegando a los treinta metros, ya se pueden ver los
rasgos faciales, el corte de pelo y la edad; y cuando la distancia se
reduce a veinte metros, la mayoría de las personas pueden percibir
con relativa claridad los sentimientos y el estado de ánimo de los
demás. En este punto, el encuentro empieza a resultar verdadera-
mente interesante y relevante en un contexto social. A distancias
aún más cortas, la cantidad e intensidad de información se incre-
menta enormemente porque, entonces, los demás sentidos em-
piezan a complementar al de la vista.
17
Liderando el Desarrollo Sostenible de las Ciudades
Espacio olfativo
Según dice Hall (1972), en la cultura norteamericana el uso del olfato
está subdesarrollado, por eso es pertinente preguntarse qué papel
desempeña y si algún aspecto del mismo todavía no es de importan-
cia, pese a estar desdeñado e incluso suprimido por nuestra cultura.
Cabe destacar que en nuestras ciudades falta variedad olfativa o
que hay un monopolio de olores por aquellos que provienen de las
emisiones de los automóviles, las aguas servidas, o los desodoran-
tes artificiales. En cambio, hay algunos poblados, más pequeños,
donde uno puede caminar por las calles e identificar que está cerca
de una panadería, por el olor del pan recién horneado, o que está
por llegar a una cafetería, por el olor que proviene del café, o que
se acerca a un espacio verde, por el olor de sus árboles y flores. Los
olores de este tipo pueden dar una sensación de vida; los cambios
y las transiciones no solo contribuyen a localizarse en el espacio,
sino que añaden un aliciente encantador a la cotidianidad.
Espacio táctil
Las experiencias espaciales, visuales y táctiles están tan entrelaza-
das que no es posible separarlas. Basta recordar cómo alcanzan
y se llevan a la boca los niños pequeños todo lo que encuentran
y cuántos años se requieren para acostumbrarlos a subordinar el
mundo del tacto al visual.
La relación del hombre con su ambiente es una función de su apara-
to sensorial más el modo en que está condicionado para responder.
Actualmente, el cuadro inconsciente que uno se hace de sí mismo,
la vida que lleva, el proceso de la existencia minuto a minuto, se
compone trozo a trozo con la retroactividad sensorial, en un am-
biente, en gran parte, fabricado. Dice Edward Hall (1972) que un
examen de los receptores inmediatos revela que, primeramente, los
norteamericanos que viven en las urbes y los suburbios tienen cada
vez menos oportunidades de experiencias activas de su cuerpo y de
los espacios que ocupan. Nuestros espacios urbanos proporcionan
pocas emociones o variaciones visuales y virtualmente no ofrecen
ninguna oportunidad de hacerse un repertorio cenestésico de ex-
periencias espaciales. Además, el automóvil está alejando el cuerpo
del medioambiente. Tenemos la sensación de que el automóvil está
en guerra con la ciudad y posiblemente con la misma humanidad.
Puede considerarse que el hombre tiene aspectos visuales, cenes-
tésicos, táctiles y térmicos de su propia persona, que pueden ser
inhibidos o favorecidos en su desarrollo por el medio.
18
Espacios públicos
Territorialidad y espaciado
Nos parece importante definir la territorialidad como ese compor-
tamiento mediante el cual un ser vivo declara característicamente
sus pretensiones en una extensión de espacio, que defiende contra
los miembros de su propia especie. La territorialidad garantiza la
propagación de la especie, al regular la densidad de población y
proporcionar el marco dentro del cual se realizan las actividades: lu-
gares para aprender, lugares para jugar, lugares para ocultarse. Así,
coordina las actividades colectivas y mantiene unidos a los grupos.
El hombre es territorial y ha inventado muchos modos de defen-
der lo que considera su tierra, su campo, su espacio. Se distingue
claramente entre propiedad privada—territorio del individuo— y
propiedad pública—territorio del grupo.
Las distancias en el hombre
Las aves y los mamíferos tienen territorios que ocupan y defienden
contra los animales de su misma especie; pero también tienen una
serie de distancias uniformes que mantienen entre uno y otro. Hei-
degger las ha llamado distancia de fuga, distancia crítica y distancia
personal y social. El hombre también trata de un modo uniforme la
distancia que lo separa de sus congéneres. Con muy pocas excep-
ciones, la distancia de fuga y la distancia crítica han sido eliminadas
de las reacciones humanas. Pero la distancia personal y la distancia
social se mantienen patentemente presentes todavía.
Edward Hall ha resumido estas distancias de los seres humanos, y
las ha clasificado en cuatro: íntima, personal, social y pública.
A la distancia íntima la presencia de otras personas es inconfun-
dible y a veces puede ser muy molesta por la gran afluencia de
datos sensorios. Es la distancia del acto de amor y de la lucha, de
la protección y del confortamiento.
La distancia personal es la que marca constantemente el no con-
tacto entre los miembros de las especies. Puede considerarse una
esfera protectora que mantiene un animal entre sí y los demás. Un
ejemplo es la distancia entre las personas sentadas en torno a la
mesa del comedor familiar.
La distancia social es, según algunos, el límite de dominación, es la
línea que pasa entre la fase lejana de la distancia personal y la fase
cercana de la pública. Es la distancia de conversación normal entre
amigos, conocidos o compañeros de trabajo.
19
Liderando el Desarrollo Sostenible de las Ciudades
La distancia pública es aquella que está totalmente fuera del cam-
po de participación o de relación con otros, por ejemplo, cuando
alguien quiere oír o ver un acto pero no participar de él.
¿Por qué es importante estudiar todo esto antes de pensar un
espacio público?
Las poblaciones mundiales se amontonan en las ciudades y los
constructores y especuladores meten gente en grandes casilleros
verticales, tanto para oficinas como para viviendas. Si uno consi-
dera a los seres humanos del mismo modo que los consideraban
los viejos tratantes de esclavos, y concibe sus necesidades de es-
pacio sencillamente en función de los límites de su cuerpo, poco
importan los efectos del hacinamiento. Pero si uno ve al hombre
rodeado de una serie de burbujas invisibles pero mensurables, la
arquitectura aparece de otro modo. Entonces es posible imagi-
nar que la gente se sienta apretada en los espacios donde tiene
que vivir y trabajar. Es posible, incluso, que se sienta obligada a
comportamientos, relaciones o descargas emocionales en extre-
mo estresantes, con lo cual todas estas herramientas nos permiten
arrojar más luz sobre nuestras normas no conscientes y, por este
medio, contribuir a mejorar el diseño de las estructuras en las que
habitamos, y aun de las ciudades y sus espacios.
Dimensión y tiempo
La relación ente la distancia y la intensidad, entre la proximidad y
el afecto, en diversas situ aciones de contacto tiene un paralelo im-
portante en la percepción habitual de las dimensiones arquitectó-
nicas. En las ciudades y los conjuntos edificatorios de dimensiones
modestas, calles estrechas y espacios pequeños, los edificios, los
detalles constructivos y la gente que deambula por los espacios
se experimentan a corta distancia y con una intensidad conside-
rable. Estas ciudades y estos espacios se perciben análogamente
como íntimos, cálidos y personales. Por el contrario, los conjuntos
edificatorios con espacios grandes, calles anchas y edificios altos a
menudo se consideran fríos e impersonales. Un ejemplo de la im-
portancia de la dimensión puede ser la coincidencia de todos los
visitantes de Venecia en que la perciben cálida, amable e íntima,
contraria a la percepción que se tiene, por sus dimensiones, de
algunas ciudades chinas o de los grandes espacios de Brasilia.
Además del requisito de que los objetos y los acontecimientos,
para percibirlos, estén próximos a la altura de los ojos, y de las
20
Espacios públicos
condiciones que impone el alcance limitado de la visión humana,
otro factor importante de la experiencia de estar con otras perso-
nas es que debe haber una cantidad razonable de tiempo en el
cual captar y procesar las impresiones visuales. Los órganos de los
sentidos están diseñados, en su mayor parte, para percibir y proce-
sar los detalles y las impresiones que se reciban a la velocidad que
caminamos o corremos, es decir, entre cinco y 15 kilómetros por
hora. Si la velocidad de desplazamiento aumenta, la posibilidad de
distinguir detalles y procesar información disminuye bruscamente.
Hay un artefacto implantado en nuestra cultura que ha alterado
por completo nuestro modo de vida, y que atenta claramente con
nuestra capacidad de distinguir detalles: el automóvil. Esta incor-
poración a nuestras vidas, cada vez más aisladas y automatizadas,
ha generado la revalorización de otras prácticas que nos devuel-
ven la percepción de nuestros sentidos en plenitud, es por lo que
andar en bicicleta es valorado por la acción recíproca de las expe-
riencias visuales, cenestésicas y táctiles. El automóvil es, además,
el máximo consumidor de espacio personal y público creado por
el hombre hasta ahora.
4.2 ¿Cómo se utiliza el espacio público? La vida en estos lugares
Si uno se detuviera a mirar el desenvolvimiento de una ciudad,
en un día normal, en cualquiera de sus espacios públicos podría
describir una serie de actividades que se llevan a cabo en simul-
tánea y en perfecta armonía (aunque no siempre), tales como: los
chicos que van de camino a la escuela, un jubilado sentado en una
plaza que mira a la gente pasar, los vehículos que circulan con des-
tinos inciertos, un mensajero que lleva algún pedido, un camión
que descarga mercadería en algún comercio, dos amigos que se
encuentran casualmente en la calle y se saludan, una chica que
se sienta en el cordón de la vereda a descansar, etc. Todas estas,
actividades que no tienen ninguna particularidad en sí y que, sin
embargo, constituyen la vida en los espacios públicos.
Actividades exteriores
No obstante, estas actividades son, por lo menos, clasificables en tres
grandes categorías, como lo establece Jan Gehl en su libro La vida
entre los edificios:
•• Actividades necesarias (u obligatorias)
21
Liderando el Desarrollo Sostenible de las Ciudades
•• Actividades opcionales
•• Actividades sociales
Las actividades necesarias son las más o menos obligatorias, ya
que son aquellas que se desarrollan como consecuencia de con-
seguir algún otro objetivo como, por ejemplo, ir al colegio, espe-
rar el colectivo, salir de compras, cruzar la calle, etc. Como estas
actividades son necesarias son las menos influenciadas por el am-
biente físico, ya que se llevarán a cabo todo el año, bajo cualquier
clima y en casi todas las condiciones. Por tanto, son más o menos
independientes del entorno externo, los participantes no tienen
elección más allá de que un buen ambiente físico puede estimular
o fomentar formas de traslado más saludables (por ejemplo, si la
calle es insegura o presenta barreras arquitectónicas, voy en auto
al trabajo, en vez de ir caminando).
Las actividades opcionales son aquellas que uno realiza si tiene el
deseo de hacerlo, si nuestro tiempo libre nos lo permite, o si el
lugar nos resulta apropiado. Entre estas podemos encontrar aque-
llas relacionadas con salir a pasear, sentarse en una plaza a tomar
sol o caminar por la costa, y solo se realizan cuando las condicio-
nes exteriores son favorables, porque el clima o el ambiente son
propicios. En esta categoría entran la mayoría de las actividades
recreativas que se desarrollan en el exterior.
Las actividades sociales son todas las que dependen de la pre-
sencia de otras personas en los espacios públicos. Este tipo de
actividades incluye los contactos de carácter pasivo, como ver y
oír a otras personas, así como los juegos infantiles, los saludos, las
conversaciones y las actividades comunitarias más diversas.
A estas actividades también se les podría denominar resultantes,
ya que derivan o son consecuencia de actividades ligadas a las
otras dos categorías, pues las personas se hallan en el mismo es-
pacio, se encuentran, se cruzan o simplemente están al alcance de
la vista del otro.
Las actividades sociales se refuerzan indirectamente cuando a las
necesarias y optativas se les proporciona mejores condiciones en
los espacios públicos.
En una interpretación muy libre, una actividad social se produce
cada vez que dos personas están juntas en el mismo espacio; verse
y oírse mutuamente, encontrarse, es en sí una forma de contacto,
de actividad social.
22
Espacios públicos
¿Por qué la gente utiliza los espacios públicos?
Existe una necesidad en las personas de establecer contactos. Las
oportunidades para reunirnos y realizar actividades cotidianas en
los espacios públicos nos permiten estar entre más gente,.
Hay diversos grados de intensidad de estos contactos:
Intensidad alta Amigos íntimos
Amigos
Conocidos
Contactos casuales
Intensidad baja Contactos pasivos
La vida en el espacio público ofrece la oportunidad de estar con
otros de un modo relajado y cómodo. Estar con otras personas,
verlas, oírlas, y recibir estímulos de ellas constituyen experiencias
positivas, alternativas a estar solos.
Los contactos de baja intensidad también son una oportunidad
para que surjan relaciones de otro tipo, es un medio para lo impre-
decible, lo espontáneo, lo imprevisto. Un buen ejemplo de esto
son los juegos de los chicos, donde normalmente hay uno jugando
con algo y otros se acercan para acompañarlo en el juego, pero el
requisito indispensable es estar en el mismo sitio, sin esa condición
la integración sería imposible. Es, también, una buena oportunidad
para mantener contactos ya establecidos y hacerlo de manera cómo-
da y tranquila, como, por ejemplo, con vecinos. Con los encuentros
frecuentes la amistad y la red de contactos se mantienen de manera
sencilla y menos exigente que por teléfono o mediante invitaciones.
La actividad es, asimismo, una atracción, dondequiera que haya gen-
te. Por lo general las personas y las actividades humanas atraen a otras
personas. La gente se siente atraída por la gente. Las nuevas activi-
dades empiezan en las proximidades de lo que ya está sucediendo.
En las casas podemos observar cómo los chicos prefieren estar
donde haya otros chicos o donde estén los adultos a los espacios
donde solo hay juguetes. Se pueden encontrar tendencias pare-
cidas al observar dónde elige sentarse la gente en los espacios
23
Liderando el Desarrollo Sostenible de las Ciudades
públicos. Los bancos que ofrecen una buena visión de las activida-
des que se llevan a cabo alrededor se usan más que los bancos con
poca o ninguna visión de otras personas.
La importancia de la calidad de los espacios públicos
El alcance y el carácter de las actividades en el espacio público
están muy influidos por su configuración física. Un extremo es la
ciudad con edificios de muchos pisos, estacionamientos subterrá-
neos, mucho tráfico de automóviles y largas distancias entre edifi-
caciones y funciones (por ejemplo, las ciudades norteamericanas).
El otro extremo es la ciudad con edificios razonablemente bajos y
poco separados, con lugar para el tráfico peatonal, y buenas zonas
para estar en la calle y en relación directa con las viviendas, los
edificios públicos, los lugares de trabajo, etc.
La relación entre la calidad de los espacios públicos
y las actividades que se desarrollan en estos
Cuando los ambientes exteriores son de poca calidad, aquí solo se
llevan a cabo las actividades necesarias, durante el tiempo reque-
rido, la gente hace lo que está obligada a hacer y se retira lo más
rápido posible.
Normalmente, las personas eligen espacios de calidad. Cuando los
ambientes exteriores son óptimos, las actividades necesarias que
se desarrollan tienden a prolongarse, y la cantidad de actividades
optativas aumenta, ya que estar en un espacio público de calidad
invita a detenerse, sentarse, tomar un café, comer, jugar, charlar
con alguien, observar a otros, etc.
En el caso de las actividades sociales, es importante destacar que
aunque el marco físico no tiene una influencia directa sobre la ca-
lidad, el contenido y la intensidad de los contactos sociales, los
arquitectos y los urbanistas pueden tener un impacto sobre las posi-
bilidades de encontrar, ver y oír a la gente, y llegan a ser importantes
como telón de fondo y punto de partida de otras formas de con-
tacto. De aquí la importancia de la conformación de los espacios
como generadores de encuentros.
La incidencia de los avances cualitativos en las actividades cotidia-
nas y sociales de las ciudades se puede observar allí donde se han
establecido calles peatonales o zonas libres de tránsito. La mejora
de las condiciones físicas ha generado un considerable aumento
del número de peatones, una prolongación del tiempo promedio
24
Espacios públicos
de estos en el espacio público y una ampliación del abanico de
actividades que allí se desarrollan. Un buen ejemplo de esto es la
ciudad de Copenhague, donde, a través de un plan que triplicó la
cantidad de espacios peatonales y para sentarse, se logró un au-
mento del triple de las personas que por allí circulan y se sientan.
Si bien el aumento de las actividades exteriores por las mejoras
cualitativas ha sido notable ,prevalece la necesidad de espacios
públicos y actividades exteriores. El establecimiento de un marco
físico adecuado para las actividades sociales y recreativas ha reve-
lado, una y otra vez, una necesidad humana reprimida que se ha
dejado de lado desde el principio.
Si volvemos a la escena inicial donde observábamos las actividades
que se desarrollaban en un espacio público, podemos ver cómo
las necesarias, opcionales y sociales se entrecruzan en todas las
combinaciones imaginables. Por ello la vida en el espacio público
no se limita a la circulación peatonal o a las actividades recreativas
o sociales, sino que abarca todo un espectro que hace de los espa-
cios comunitarios de las ciudades y las zonas residenciales lugares
significativos y atractivos.
5. Elementos clave para la implementación y
consolidación de espacios públicos: tipologías,
quiénes intervienen, atributos, usos y beneficiarios
5.1 Tipologías de espacios públicos
Es posible generar una clasificación de los espacios públicos por
tipos, y agruparlos en diferentes categorías aplicables a cualquier
ciudad del mundo. Esta organización nos sirve para identificar las
características que les son propias e intervenir acorde a ellas.
•• Calles y veredas. El trazado de las calles define el crecimien-
to de las ciudades con respecto a su forma. La estructura de
las calles ha cambiado con el pasar de los siglos, debido a los
cambios tecnológicos y a las necesidades de la urbe. Origi-
nalmente se pensaron como espacios peatonales, con lo cual
eran estrechas y de poca distancia, pero con la llegada del au-
tomóvil a principios del siglo pasado, las calles pasaron a ser
casi exclusivamente de su dominio, trasladando a los peatones
a las veredas. Es aquí donde se producen principalmente los
25
Liderando el Desarrollo Sostenible de las Ciudades
intercambios sociales entre ciudadanos en una ciudad, por esta
razón, su diseño es muy importante, para que las personas se
sientan a gusto al caminar por ellas, que esta sea una experien-
cia placentera, y que se sientan motivadas a utilizarlas.
•• Paseos. Los paseos son otra forma de calles, que generan mu-
cha actividad peatonal dentro de un distrito turístico o comer-
cial. La forma más común de estos espacios se puede apreciar
en los paseos comerciales y peatonales dentro de los centros
urbanos, siendo una de sus características la alta densidad de
comercios, los cuales generan una alta densidad peatonal. Esta
cualidad obstaculiza el tráfico vehicular, ya que la circulación
peatonal desborda los espacios asignados para ello. Por estas
razones, muchas ciudades optan por cerrar estas calles. Existen
varios ejemplos de estos paseos alrededor del mundo, uno de
ellos es la ciudad de Copenhague, que desde la década de los
sesenta comenzó un proceso de peatonalización de su centro
histórico para convertir las calles en paseos peatonales. El cam-
bio de esta política generó una red de paseos peatonales, pla-
zas y parques que hicieron de Copenhague una de las ciudades
más peatonales del mundo, generando beneficios turísticos,
económicos y para la sociedad.
•• Plazas. Las plazas son el espacio público más popular dentro de
todas las tipologías. Son estrictamente urbanas, abiertas y tie-
nen una forma definida, ya sea por las calles o los edificios que
las rodean. Son el centro de las actividades políticas, culturales,
sociales y religiosas de las ciudades, pues son el escenario para
que estas puedan ocurrir en un espacio común. En las grandes
ciudades las plazas se han convertido en espacios de recreo,
descanso y paseo para sus habitantes.
•• Parques. Los parques son de los espacios urbanos más grandes
de la ciudad y se diferencian de las plazas por tener un enfoque
más natural.. Generalmente cuentan con una gran extensión
territorial, llena de vegetación, veredas y cuerpos de agua. Su
utilización es habitualmente de recreo, paseo o áreas de retiro.
Debido a su extensión y escala, los parques proveen un ambien-
te natural y rural dentro de la ciudad.
•• Jardines. Los jardines son otra forma de espacio público marca-
do por la vegetación. El elemento que diferencia este espacio
de los parques es la expresión de este elemento, que forma
parte del diseño y del programa del espacio. La mayoría de jar-
dines se convierten en lugares de exhibición de plantas y flores
26
Espacios públicos
para los residentes de la ciudad y sus visitantes. Dentro de estos
se encuentran los jardines botánicos, los cuales gozan de gran
popularidad por su gran colorido y variedad de plantas y flores.
•• Escalinatas. Las escalinatas son un tipo de escaleras pero con
una mayor extensión. Sirven de accesos a edificios públicos o
conectan dos espacios con diferencia de nivel. Son un espacio
abierto y más allá de que son un tipo de espacio menos común,
para las ciudades que las poseen, suelen ser de gran importan-
cia. Debido a su diferencia de altura, algunas escalinatas son uti-
lizadas como podio para mensajes y protestas. Son un espacio
elegido para la expresión popular.
•• Esquinas. William Whyte (1988) dice que “los espacios urba-
nos más increíbles son las esquinas”. Estas podrían considerarse
como parte de las calles, ya que son parte de las veredas, pero
tienen un elemento que las distingue, y es que son puntos de
convergencia de las calles y los peatones. Debido a que son el
sitio de encuentro de los flujos peatonales, tienden a ser lugares
de aglomeración de personas. El autor identifica las esquinas
como los lugares más importantes de las ciudades, ya que la
mayoría de las conversaciones suceden en estos espacios.
•• Arcadas. Las arcadas pueden considerarse como parte de las
veredas y son pasajes cubiertos por una sucesión de arcos o
bóvedas que descansan en columnas. Este espacio pertene-
ce a un edificio, pero por ser de libre acceso se puede consi-
derar público.
5.2 Atributos de los espacios públicos
En todas las ciudades existen espacios públicos de agrado para
sus habitantes, pero no todos los espacios públicos funcionan de
la misma manera. Para que un espacio público funcione debe tener
ciertas características y rasgos que atraigan visitantes a sus alrede-
dores. Debido a la importancia que estos espacios han adquirido
dentro de los nuevos movimientos urbanos alrededor del mundo,
el estudio sociológico del comportamiento de las personas que
los utilizan se ha convertido en una importante herramienta para
su diseño.
Hoy en día existen organizaciones e individuos que se dedican a
estudiar el comportamiento humano de los espacios, y han creado
importantes guías de diseño para los arquitectos y planificadores.
27
Liderando el Desarrollo Sostenible de las Ciudades
William Whyte, Suzanne Crowhurst y Jan Gehl son algunas de las
personas más respetadas en esta área.
La organización Project for Public Spaces se dedica a la consultoría
y a entrenar a profesionales en técnicas de creación de espacios
públicos efectivos, para lo que ha producido una serie de paráme-
tros de evaluación de la efectividad de los espacios públicos. Estos
están basados en cuatro atributos principales, necesarios para el
éxito de un espacio: acceso y conexión, sociabilidad, usos y activi-
dades, y comodidad e imagen.
•• Acceso y conexión. A diferencia de los otros atributos, el ac-
ceso y la conexión pueden estar fuera de las manos del dise-
ñador del espacio, debido a que el potencial de acceso está
relacionado con la ubicación. Para atraer personas, los espacios
deben ser de fácil acceso y deben tener una fuerte conexión
con otros espacios y con medios de transporte de la ciudad.
También, los espacios públicos deben ser visibles los peatones
deberían llegar a ellos sin ningún tipo de problema e inconve-
niente, además de ser atractivos y persuasivos. La accesibilidad
está relacionada con la densidad que existe en estos espacios.
En la medida que exista una mayor densidad de usos mixtos,
residenciales y comerciales, en las periferias de estos espacios,
serán más propensos a ser frecuentados.
•• Sociabilidad. El mayor objetivo de los espacios públicos es el
potencial de sociabilidad que estos puedan brindar a sus visi-
tantes. Los espacios públicos más famosos del mundo se ca-
racterizan por ser sociables. En la medida que la gente pueda
utilizar estos lugares para congregarse, socializar y divertirse, el
espacio cumple con su objetivo de ser atractivo para la gente.
Dentro de los parámetros que Project for Public Spaces utiliza
para evaluar la sociabilidad de los espacios urbanos se encuen-
tran: el número de mujeres, niños y ancianos que frecuentan el
espacio, el uso en las tardes y la vida en las calles (medida en
términos de la cantidad de actividades que se desarrollan en
estas). Todos estos son sinónimos de la seguridad que pueda
brindar el espacio, la densidad que existe a sus alrededores y lo
atractivo que pueda ser.
•• Usos y actividades. Un espacio público idóneo podría ser aquel
que no tiene un programa de uso específico, lo que daría a las
comunidades la libertad de escoger el uso que se le pudiera dar.
28
Espacios públicos
Un buen espacio público sería aquel que aunque no tuviera un
uso programado, siempre estaría abarrotado de personas. Aun-
que los usos y actividades son un parámetro para la evaluación
de los espacios, estos no se concentran en prácticas específicas.
Hay plazas que permiten a los visitantes y a la comunidad plan-
tear el tipo de uso que se les quiera dar.
•• Comodidad e imagen. El último de los parámetros está estre-
chamente relacionado con la percepción que los visitantes tie-
nen del espacio. La seguridad, limpieza y lo encantador que
pueda ser un lugar son algunos factores que contribuyen a me-
jorar la imagen del espacio público. Es en esta categoría donde
el diseño arquitectónico juega un papel importante. La imagen
es un elemento muy utilizado para mercadear cosas. Crear un
espacio público con una buena imagen sería una buena manera
de atraer más usuarios a este.
5.3 Elementos específicos de los espacios públicos
•• Conexión peatonal. Para que un espacio público sea efectivo
debe tener un buen acceso para peatones. Muchos de estos
espacios se encuentran dentro de los distritos peatonales de las
ciudades. Su éxito está ligado a la seguridad que puedan brin-
dar a los usuarios, esencialmente a los niños y ancianos.
•• Localización. Las ubicaciones céntricas dentro de los distritos
residenciales son un buen ejemplo de espacios para atraer a los
usuarios. La idea general dentro de la localización es la cantidad
de personas que pueden acceder si se tiene una buena ubica-
ción dentro del entorno.
•• Tamaño o escala. El tamaño o la escala de un espacio público
pueden influenciar en el éxito del mismo. No existen paráme-
tros que definan el tamaño de los espacios públicos, ya que
depende del contexto y la ciudad en que estén situados.
•• Envoltura. Algunos espacios públicos ubicados en centros urba-
nos densos están rodeados por edificios que les brindan sombra
y definen sus bordes, manteniendo así un sentido de envoltura
en el espacio designado. Suzanne Crowhurst (1987), en su libro
Livable cities, explica que el encerramiento que puede causar la
envoltura del espacio por los edificios que lo rodean hace que
el enfoque visual se dirija hacia los usuarios de los espacios y las
actividades que ocurren al interior.
29
Liderando el Desarrollo Sostenible de las Ciudades
•• Variedad. La variedad visual que puedan tener las fachadas de
los edificios que rodean al espacio público es un elemento que
influye mucho sobre este. Las plazas en los centros urbanos eu-
ropeos están, por lo general, rodeadas de edificios históricos de
valor cultural y social para la ciudad y despiertan la curiosidad
visual de los visitantes.
•• Naturaleza. No todos los espacios públicos exitosos contienen
áreas de sombra, árboles, fuentes, cascadas y jardines, pero no
cabe duda de que estos ayudan a mejorar la experiencia de
sus visitantes. Los árboles pueden servir para varios propósi-
tos, pues proveen sombra, actúan como barreras de sonidos y
pueden albergar varias especies animales. Por otro lado, en los
lugares subtropicales, las áreas de siembra sirven como escena-
rios en las estaciones de otoño, invierno y primavera.
En resumen, este recorrido por las tipologías de los espacios públi-
cos nos indica que al pensar en un espacio público debemos tener
en cuenta: i) su diversidad; ii) sus atributos, que son una forma de
medir su efectividad y/o éxito, los cuales están íntimamente rela-
cionados con el uso que le den las personas; y iii) sus elementos,
que lo configuran como tal. Por lo tanto, los espacios públicos en
las ciudades podrán perdurar en el tiempo en la medida en que se
combinen estas condiciones o factores durante las etapas de dise-
ño, implementación y mantenimiento.
Para ello es necesario conformar una metodología de abordaje de
los mismos, sobre la cual podemos encontrar muchas variantes,
pero, a la vez, tendrán una característica común: poner a las perso-
nas en primer lugar. Mediante el estudio del comportamiento hu-
mano en los espacios, a través de las metodologías que propone
el arquitecto Jan Gehl (2009; 2010), se obtendrá información que
podrá ser utilizada para crear guías de diseño para los arquitec-
tos y planificadores, que más tarde podrán aplicar en sus diseños,
ideas, edificios, jardines, escalinatas, mobiliario urbano, etc., para
construir espacios públicos de calidad y utilidad para la sociedad.
A través del estudio del contexto urbano, lo que antes se podía
considerar un condicionante, hoy son oportunidades. Debido a la
diversidad en los espacios públicos, incluso se pueden tomar ele-
mentos que a primera vista son negativos como importantes posi-
bilidades de intervención que nos permitirán revitalizar un espacio,
jerarquizarlo, y aun constituir, tal vez, ese elemento como el icono
del espacio.
30
Espacios públicos
La diversidad de usos es otro elemento importante debido a que
si comprendemos la diversidad de públicos, gustos, usos y cos-
tumbres que existen, entenderemos que no se puede diseñar un
tipo de espacio público en un atril de un estudio de arquitectura y
replicarlo en todos los espacios públicos de la ciudad.
Siempre que abordemos el estudio de los espacios públicos ten-
dremos que recorrer previamente las características de la ciudad,
quiénes son sus habitantes, e ir disminuyendo la escala hasta co-
nocer las características de ese barrio, cómo son sus vecinos, para
luego conocer esa cuadra, sus frentistas, y quiénes y cómo acce-
den a ese espacio público.
6. Los espacios públicos de la ciudad. Ejemplos prácticos
de la región latinoamericana
6.1 La ciudad y su ambiente: espacios verdes y áreas de
recreación. Caso de las plazas centrales de San José
de Costa Rica
Para comprender los conflictos que se han expresado en los dise-
ños urbanos es necesario revisar el contexto y el desarrollo histó-
rico de San José. A raíz de una crisis económica que comenzó a
mediados del siglo XX se produjo una creciente segregación es-
pacial y una modificación de la estructura de clases. Antes de esta
crisis, los barrios céntricos de la ciudad habían sido relativamente
heterogéneos, pero con los cambios subsecuentes, los residentes
más acomodados se movieron lejos del núcleo central.
La plaza principal de San José fue mencionada por primera vez
en 1761 y su función era de mercado municipal, escenario de la
guerra de independencia con España, fuente de agua para los re-
sidentes y el lugar donde se sorteaba la lotería mensual. En 1825
San José estaba compuesta por seis cuadras que rodeaban lo que
años más tarde sería el Parque Central, en dirección de los cuatro
puntos cardinales. En 1890, las zonas comerciales y de oficinas se
expandieron considerablemente y la oligarquía se estableció en las
mejores fracciones de tierra alrededor de la Plaza Central, forman-
do una verdadera élite urbana.
31
Liderando el Desarrollo Sostenible de las Ciudades
La industrialización posterior a 1940 fue intensiva en capital, y no
pudo absorber la abrumadora migración interna a la ciudad. Luego
de la crisis del precio del petróleo, la intervención de los orga-
nismos internacionales y otras variables de ajuste que azotaron la
economía de Costa Rica, se produjo un fuerte incremento de las
ocupaciones ilegales de tierras en los barrios, bajo los puentes,
junto a las vías del ferrocarril y en zonas industriales.
El impacto de la crisis económica sobre los sistemas urbanos de
San José ha sido catastrófico. Dado que no hubo un plan maestro,
han sido los intereses comerciales e industriales privados los que
han conducido el desarrollo urbano.
Otros factores importantes a tener en cuenta a la hora de compren-
der la situación actual son el fuerte centralismo en materia de or-
ganización gubernamental, con casi ningún presupuesto municipal
para mantener los espacios públicos, y la idea de que la estructura
física de la ciudad estaba completa y no se necesitaba nada más.
Parque Central
La plaza hispanoamericana estaba habitualmente situada en el
centro geométrico del pueblo o ciudad, con excepción de las ciu-
dades costeras. En las localidades pequeñas había una plaza, pero
a medida que el pueblo se expandía, se agregaban barrios adicio-
nales o plazas de mercado.
Diseñadas originalmente para procesiones religiosas, hazañas
ecuestres y/o como lugares para el mercado, las plazas a menudo
comenzaban como un espacio abierto rudimentario, un cuadrado
o rectángulo limpio de árboles o cubierto de hierba.
Con el tiempo la plaza tomó funciones especiales, transformándose
en el lugar del mercado donde se intercambiaba bienes agrícolas y
mercancías, o en un centro ceremonial de significado religioso, gu-
bernamental o militar. Pero, a pesar de sus otras funciones, la plaza
central permaneció como el espacio preeminente de interacción
social, y es en este ámbito de convergencia social en donde las
plazas se transformaron en parques y jardines con césped, árboles,
flores y paseos escénicos.
En San José no fue hasta 1885 cuando la plaza principal se con-
virtió en un jardín y el mercado municipal se relocalizó. En 1890
emergió el rebautizado Parque Central con senderos bordeados
de árboles y césped, una glorieta de madera, una fuente inglesa,
32
Espacios públicos
una reja y puertas de hierro forjado. En 1940 fue rediseñado y se
colocó una estructura de cemento, un quiosco, lo suficientemente
grande para albergar una orquesta completa, el mismo que fue
donado por Anastasio Somoza, presidente de Nicaragua entonces.
El interés en este caso radica en cuáles fueron los objetivos que se
trazaron para encarar la remodelación, si esos objetivos se cum-
plieron y qué consecuencias generaron.
Proceso de remodelación
El 1 de diciembre de 1991, un plan para remodelar el Parque Cen-
tral fue anunciado como parte de un programa conjunto de la Mu-
nicipalidad y el Ministerio de Cultura para renovar las plazas y par-
ques de la capital. Para empezar, los actores involucrados no se
ponían de acuerdo en qué había que hacer con el quiosco, con lo
cual se resolvió convocar un cabildo para que el público pudiera
participar de esta difícil decisión. La votación, en la que se espe-
raba la participación de siete mil personas, se llevó a cabo el 4 de
abril de 1992, pero solamente participaron 1 153 personas. Con
base en los resultados, se determinó la opción de demoler la es-
tructura; sin embargo, y pese a la decisión de la Municipalidad de
avanzar con la demolición, el Ministerio de Cultura desaprobó la
destrucción respaldándose en la Ley de Patrimonio Histórico.
Los ciudadanos que intentaron reconstruir el Parque Central en su
imagen elitista del siglo XIX, removiendo el quiosco, no eran sus
usuarios cotidianos, sino profesionales y personas de clase media
que ya no vivían en el centro de la ciudad. El conflicto por la forma
arquitectónica del quiosco fue una lucha por el control del estilo ar-
tístico del Parque Central, en el cual el mobiliario tenía significados
sociales y de clase más amplios. La resolución final fue un compro-
miso en virtud del cual el quiosco fue remodelado y se agregó una
réplica de la fuente; al mismo tiempo, los espacios verdes, muchos
de los árboles, la pérgola, los espacios de trabajo y los genero-
sos escaños de piedra fueron removidos, en respuesta a la imagen
de civilidad y urbanidad contemporánea de la clase media, y para
desalentar las actividades de sus residentes tradicionales.
Los objetivos de la Municipalidad fueron: i) crear un sentido de
escala y proporción más balanceado, al mejorar la monumentali-
dad del quiosco; ii) reducir la cantidad de asientos y escaños, con
lo que la plaza se transformaba en un centro ceremonial más que
en un parque residencial; y iii) agregar pavimento y superficies du-
ras, para así convertir el parque en un lugar donde hablaran los
33
Liderando el Desarrollo Sostenible de las Ciudades
presidentes antes que un parque donde reunirse. Estos, por otro
lado, han creado un nuevo tipo de espacio público, que excluye
a muchos usuarios tradicionales debido a la falta de lugares som-
breados para sentarse, y a regulaciones que restringen las activida-
des comerciales. El nuevo diseño se ve más seguro con sus vistas
abiertas y resulta más moderno.
Los resultados obtenidos fueron que los jubilados costarricenses se
han ido a un área varias cuadras al norte del Parque Central, donde
se han agregado árboles y escaños; los tradicionales lustrabotas
lamentablemente fueron relocalizados y con esto han desaparecido
como atractivo del espacio; y los lugares de encuentro se han despla-
zado a otros sitios de la ciudad. Con el rediseño se tomó un espacio
urbano vibrante y vivo y se lo transformó en un centro ceremonial más
limpio y ordenado, pero lleno de pandillas y extranjeros.
6.2 Recuperación y consolidación de espacios públicos
6.2.1 Recuperación de centros históricos. Caso de Quito, Ecuador
No hay forma de abordar el patrimonio histórico sin afrontar di-
rectamente el tema de su conservación. Eduardo Rojas (2002), en
su publicación La preservación del patrimonio histórico urbano en
América Latina y el Caribe. Una tarea de todos los actores sociales,
asevera que la preservación del patrimonio urbano es más sosteni-
ble cando se dan tres condiciones: i) todos los actores sociales se
involucran simultáneamente en el proceso, lo que garantiza un am-
plio apoyo social para las acciones de preservación; ii) los bienes
patrimoniales se destinan a usos rentables o con probada deman-
da social; y iii) se adopta un enfoque integral de preservación que
incluye tanto los monumentos como sus entornos.
Asimismo, el autor señala dos grandes formas de financiar la pre-
servación del patrimonio, ya sea con intervenciones privadas o con
intervenciones públicas; en este último caso, siguiendo el esquema
propuesto por Schuster, De Monchaux y Riley (1997), el Gobierno
puede intervenir de cinco maneras principales:
•• Adquirir inmuebles para asegurar su preservación.
•• Intervenir con la regulación del uso de los bienes patrimoniales
para evitar su destrucción o daño.
34
Espacios públicos
•• Otorgar subsidios e incentivos para inducir a los propietarios o
inversionistas a preservar los bienes patrimoniales o para com-
pensarlos por los gastos realizados.
•• El Gobierno tiene la potestad legal de actuar a través de la defi-
nición, asignación y control de los derechos de propiedad, para
alinear mejor los intereses de los diversos actores.
•• Educar sobre el valor patrimonial para así promover la correcta
valoración del patrimonio.
Pareciera que, por sí sola, ninguna opción se impone a las demás,
sino que pueden conformar una política conjunta de preservación.
Sin embargo, el éxito de la empresa residirá en que los bienes que
están en manos privadas puedan conservarse, pero también tener
usos rentables o con probada demanda social; ya que en el primer
caso el dinero de adquisición no garantiza su preservación, en el
segundo caso la regulación puede inutilizar e inmovilizar inmue-
bles y no preservarlos, en el tercer caso el dinero puede agotarse,
y en el cuarto y quinto se trata de políticas a largo plazo.
La sustentabilidad de la preservación del patrimonio
histórico de la ciudad de Quito
El Distrito Metropolitano de Quito, una ciudad de 2,2 millones de
habitantes, se caracteriza por la presencia del Centro Histórico, de-
clarado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO en
1978. Este se define por la presencia de iglesias, plazas, museos y
monumentos patrimoniales, que constituyen un pilar fundamental
de la identidad de la ciudad. Este espacio ha sido ampliamente
estudiado y ha tenido diferentes aproximaciones y delimitaciones,
la primera referencia se remonta a 1934 y la última se convalida
en 2003. En estos setenta años han surgido distintos proyectos de
intervención, así como se han generado instancias administrativas
de gestión y control.
A partir de los años sesenta, el abandono del área central por parte
de los residentes, instituciones y comercios de prestigio se inten-
sificó, por lo que esta se convirtió en una zona degradada y en
continuo proceso de deterioro, con altos índices de delincuencia,
viviendas en estado precario, edificios y áreas públicas descuida-
das y ocupación de espacios públicos por comerciantes.
Las edificaciones patrimoniales abandonadas se redistribuyeron
para residencia y comercio de bajo nivel y los espacios públicos
35
Liderando el Desarrollo Sostenible de las Ciudades
se ocuparon para actividades comerciales, produciéndose así una
sobre-ocupación del área y, por ende, un deterioro generalizado
que incidió en el surgimiento de problemas sociales profundos.
A partir de la declaratoria de la UNESCO, Quito emprendió un
serio proceso de rehabilitación del centro, cuyo momento signifi-
cativo y de partida fue la formulación del Plan Maestro del Centro
Histórico, con el que se emprendió un diagnóstico arquitectónico,
urbano y socioeconómico para establecer planes de intervención.
Al inventario de bienes patrimoniales le sucedieron, en los últimos
treinta años, esfuerzos continuos de rehabilitación de iglesias y
plazas, regeneración de calles y aceras, reubicación del comercio
minorista, construcción de parqueaderos, centros culturales y de-
sarrollo de vivienda, comercio y hotelería, con una moderada par-
ticipación de inversionistas privados.
La continua e intensa inversión pública en la rehabilitación del Cen-
tro Histórico de Quito ha logrado preservar el patrimonio cultu-
ral de la ciudad y atraer inversiones privadas, aunque en menor
cuantía. Por otro lado, la gestión pública realizada a lo largo de
estos últimos veinte años en el núcleo del área central, y la decisión
política de varios gobiernos locales ha sido claramente efectiva des-
de el punto de vista urbano y arquitectónico, aunque no ha logrado
dinamizar la economía del área de manera competitiva con el resto
de la ciudad. Adicionalmente, el proceso de rehabilitación ha traído
beneficios para la ciudad y el país desde la perspectiva cultural y de
preservación de la identidad, factor que justifica el proceso seguido.
A la fecha, casi la totalidad de los bienes patrimoniales ha sido
sujeto de intervención, lo que no sucede con los bienes de propie-
dad privada. A no ser que los propietarios encuentren una motiva-
ción para hacer una intervención, como fuentes de financiamiento
fáciles y de largo plazo, agilidad en los procesos administrativos,
un mercado inmobiliario dinámico y creativo, una política de incen-
tivos tributarios reales y efectivos, o una política de vivienda social,
la posibilidad de intervenir, entonces, está claramente cuestiona-
da. Ante esto, es inminente la necesidad de un proceso de reac-
tivación de la inversión pública y privada en bienes patrimoniales.
Se puede decir que, a pesar de la inversión realizada, poco se ha
incidido en el mejoramiento social de la población residente. Si no
existe un avance en las condiciones de pobreza de los residentes,
será muy difícil conseguir sostenibilidad en el proceso. Es impres-
cindible apuntar a políticas de generación de empleo e incorpo-
ración de la población a las actividades productivas propias del
desarrollo del centro.
36
Espacios públicos
Entre los habitantes del centro, las percepciones sobre la sosteni-
bilidad del proceso de preservación son variadas. Las coinciden-
cias entre los actores giran en torno a que si la inversión pública
se vuelve indispensable, entonces, el distrito patrimonial no sería
sostenible, debido a los cambios de políticas públicas fruto de las
transiciones.
Otra visión común entre los actores está relacionada con la necesi-
dad de provocar emprendimientos ciudadanos: privados y comuni-
tarios, respetando las características culturales e históricas de cada
barrio, haciendo énfasis en la diversidad del distrito patrimonial,
de modo que los planes no homogenicen todos los sectores del
centro sino que mantengan el carácter de cada uno. Los residentes
requieren procesos de consulta y participación de los barrios, con
el fin de que se pueda particularizar los planes que generen soste-
nibilidad y, a la vez, responder a los intereses de todos los actores.
Durante los veinte años de esfuerzos en la preservación del centro
se han dedicado pocos recursos a la gestión comunitaria. La ne-
cesidad de incrementar la participación de múltiples actores para
garantizar la sostenibilidad del proceso es evidente.
La conservación autosustentable no se alcanza cuando las áreas
históricas son atractivas para distintas actividades de gobierno,
económicas y residenciales. En el caso de Quito, este atractivo
puede convertirse en una desventaja, al convertirlo en un espacio
temático de la ciudad que depende básicamente de flujos exter-
nos, sin incorporar componentes importantes de mejoramiento so-
cial para la población residente. A pesar de que el Centro Histórico
de Quito ha recibido financiamiento público y privado, cuenta con
un complejo sistema administrativo de control, y se han desarrolla-
do políticas de mejoramiento del transporte y el medio ambiente,
los datos analizados reflejan un espacio público donde:
•• Se pierde población residente debido a las malas condiciones
del entorno para la construcción de viviendas de calidad y la
falta de vida en las calles.
•• Los usos no se desarrollan equilibradamente, predominan el co-
mercio y los servicios, sobre la vivienda.
•• A pesar de que la inversión privada ha aumentado, esta sigue
siendo inferior a la del sector público.
•• Los índices de pobreza de la población residente se mantienen,
siendo comparables a los de las zonas más pobres de la ciudad.
37
Liderando el Desarrollo Sostenible de las Ciudades
•• Su sostenibilidad depende más de flujos poblacionales externos
que de su propia población.
•• En el núcleo central se sigue el fenómeno de “museo”, es un
sector que a partir de las 19 horas se vacía, queda solo para vi-
sitas turísticas, y esto da pie a la inseguridad.
•• Muchos de los mecanismos de control que existen en el día—
Policía metropolitana, Policía nacional—desaparecen a partir de
esa hora. Los pocos turistas que pasean en la noche son frecuen-
temente molestados por la mendicidad, la población alcohólica
y la delincuencia. Los sectores identificados con esta problemá-
tica son: La Marín, la Plaza de San Francisco, la Plaza de Santo
Domingo y la Plaza del Teatro. Muchos negocios privados de
restaurantes y cafeterías han tenido que incorporar servicios de
seguridad privada para que acompañen a sus clientes a las zo-
nas de parqueo, lo cual indica un cierto descontrol con respecto
al ambiente que se busca para una inversión segura.
•• Impulsados por la Municipalidad, ciertos barrios se han conver-
tido, prioritariamente, en zonas de cafés y museos, lo que les
da una alta afluencia en ciertos días de la semana (viernes y
sábados), pero estos corren el riesgo de convertirse en modas
temporales que no aseguren la sostenibilidad de la animación
del sector. Tal es el caso de La Ronda, recientemente interveni-
da, donde la inversión pública ha sido muy importante pero ha
tenido poca incidencia en el fortalecimiento de otros usos como
la vivienda. La Ronda, que antes de la conquista fuera parte
del camino de los Incas para obtener agua, y luego —desde
el inicio hasta mediados del siglo XX— el lugar elegido por los
bohemios y los artistas, hoy alberga una serie de restaurantes
de comida típica ecuatoriana, cafeterías literarias y bohemias,
variedad de comidas y música.
•• Esto nos lleva a concluir que, en el caso de Quito, el mayor
motivador para la preservación es el Gobierno, que busca la pro-
moción y recuperación del centro para flujos externos: de turistas y
eventos masivos con poca incidencia en la promoción del sector
privado. La poquísima inversión en usos como la vivienda es re-
veladora, pues compromete seriamente su sustentabilidad en el
mediano y largo plazos.
Los resultados obtenidos nos indican que:
•• Las intervenciones públicas sí han precedido las inversiones pri-
vadas, han mejorado los espacios públicos, mejorado la calidad
de vida de los usuarios y alentado la inversión.
38
Espacios públicos
•• Las mejoras en la calidad y funcionalidad del espacio público,
así como también en la infraestructura urbana, han incentivado
la inversión privada.
•• La rehabilitación de edificios patrimoniales con fondos públicos
o filantrópicos ha ayudado a cambiar la imagen de deterioro y
decaimiento de las áreas patrimoniales, pero con poca respues-
ta por parte del sector privado.
También es necesario remarcar que:
•• Para alcanzar mayor impacto en el territorio, las acciones deben ser
conjuntas y coordinadas entre sectores, además de estar sustenta-
das en políticas de corto, mediano y largo plazos.
•• No es el tamaño de las intervenciones lo que puede revertir el pro-
ceso, sino, más bien, todas las acciones que tienen que ver con
políticas urbanas que incluyan a las áreas patrimoniales como com-
ponentes dinámicos de la urbe.
•• Las inversiones privadas de magnitud son percibidas más como
amenazas que como fortalezas para los residentes, aun cuando a
los propietarios vecinos a estas inversiones se les presentan como
oportunidades para especular con sus bienes.
•• La escala de las intervenciones no garantiza reversión en un pro-
ceso de deterioro. Los edificios patrimoniales que representan ,en
tamaño, un número importante de rehabilitaciones, si bien han
desacelerado el desgaste, no han logrado el efecto necesario para
que el proceso sea autosustentable. En este sentido, afianzar la
presencia del sector público en la intervención sigue siendo muy
importante, así como la necesidad de ejecutar acciones visibles
(limpieza de fachadas, arreglo de aceras, refuerzo de la seguridad,
mejora del alumbrado público, etc.), a fin de garantizar una presen-
cia pública que acompañe a la inversión privada.
Se pueden hacer ciertas recomendaciones:
•• Es muy importante tomar en cuenta que si el sector público deja
de participar activamente en la inversión, el proceso corre el
riesgo de sufrir una paralización importante, con los consecuen-
tes impactos en el resto de inversiones.
•• Es fundamental que se implementen políticas y planes operati-
vos que busquen superar la noción inmobiliaria de la recupera-
ción de las áreas patrimoniales y que incorporen estrategias y
39
Liderando el Desarrollo Sostenible de las Ciudades
programas de mejoramiento social, para elevar el nivel econó-
mico de la población residente y para que las políticas destina-
das a alentar la inversión estén más orientadas a evitar la venta
de bienes a sectores foráneos y a buscar asociaciones y oportu-
nidades de negocios para que los propietarios encuentren ren-
tabilidad en la rehabilitación.
•• Se necesitan reformas importantes en el complejo proceso de
control ya que en muchos casos las corrientes conservacionistas
retardan la aprobación de proyectos y, por lo tanto, desalientan
la inversión. Por lo que un buen sistema de control para ga-
rantizar la preservación no ayuda necesariamente al proceso de
rehabilitación.
•• Es fundamental concebir las áreas patrimoniales como partes
integrantes de la ciudad, no como un sector especializado. Su
integración debería considerar las fuerzas económicas que gra-
vitan en toda la ciudad y las mismas políticas urbanas, con sus
diferentes especificidades.
El análisis permite concluir que la sostenibilidad del Centro Histó-
rico de Quito ha dado pasos adelante, pues ya se han alcanzado
algunos logros y otros están en camino; resulta particularmente
importante reforzar aquellos relativos al incremento del uso para
vivienda, el sentido de pertenencia, el mejoramiento de la calidad
de vida de la población, y la disminución de los índices de pobre-
za. Todo esto con políticas de mediano y largo plazos que contem-
plan las acciones necesarias para garantizar la sostenibilidad del
proceso apoyándose en un trabajo conjunto entre el sector público
y el privado.
6.2.2 Recuperación de espacios públicos en territorios de alta vulne-
rabilidad. Caso de los Parques Biblioteca en Medellín, Colombia
Medellín pasó de ser capital mundial de homicidios a ser conside-
rada, en la actualidad, como una ciudad inspiradora y ganadora
de premios internacionales. Los resultados de esta transformación
incluyen varias mejoras en el entorno construido, con un especial
enfoque en las poblaciones de escasos recursos y en la unificación
de la ciudad y sus ciudadanos. Las mejoras incluyen teleféricos que
conectan el metro con las comunidades situadas en las laderas, el
sistema de los Parques Biblioteca, la construcción de escuelas, la
mejora de los espacios públicos, y nuevos carriles para bicicle-
tas. Todos estos proyectos surgen del plan estratégico llevado
40
Espacios públicos
adelante en 2004, en el cual una de sus líneas estratégicas fue
“Medellín, un espacio para el encuentro ciudadano”, donde se di-
buja la actuación sobre los espacios públicos a partir de valores de
equidad, democracia e inclusión social.
Los objetivos principales del Plan municipal de Parques Biblioteca
son contribuir al mejoramiento de la calidad de vida de la ciudada-
nía, crear condiciones para el desarrollo urbano de la ciudad, pro-
piciar la convivencia ciudadana, mejorar el acceso a la información
y a la educación de la ciudadanía; a través de la creación de espa-
cios culturales, recreativos y educativos de calidad, llamados Par-
ques Biblioteca, en diferentes zonas periféricas y posteriormente
dotarlos de contenidos, así como de actividades comunitarias que
ayuden a fortalecer la convivencia y el sentimiento de identidad.
Los cinco Parques Biblioteca, abiertos en 2006 y 2007, son equipa-
mientos urbanos de usos múltiples que integran servicios para el
ciudadano, tales como las funciones tradicionales de una bibliote-
ca, información local, fomento a la lectura, oferta lúdico-recreativa,
oferta cultural, y espacios para el encuentro, la participación comu-
nitaria y el emprendimiento. Estos equipamientos fueron pensados
como edificios emblemáticos, hermosos, de gran calidad, diseña-
dos por grandes arquitectos, situados en espacios muy visibles con
la clara intención de que se conviertan en símbolos.
Los Parques Biblioteca son una representación física que recuerda
a los residentes que el gobierno local se convirtió en el líder del
desarrollo humano de sus ciudadanos. Los barrios también han no-
tado los cambios generados gracias a los Parques Biblioteca, como
la mejora de la vivacidad y la participación pública, el aumento de
la ley y el orden en las calles, y una mayor calidad de vida. Estos
espacios públicos son lugares donde se genera la convivencia de
la comunidad: se puede encontrar personas leyendo, charlando,
haciendo ejercicios, tocando música para todos los gustos y gente
que asiste a proyecciones de películas.
Este proyecto se llevó a cabo en tres etapas: una etapa previa, lla-
mada de ambientación y sensibilización, que tuvo como objetivo
conseguir la adhesión de la comunidad al proyecto, haciendo que
esta se apropie de la obra; la etapa de construcción, cuyo objetivo
fue mantener informados a los agentes que se habían conseguido
implicar en el proyecto para que no se desvincularan del mismo,
con información constante del avance de la obra; y la etapa de
apertura, la cual se trabajó con la generación de programas y pro-
yectos, y la búsqueda de la sostenibilidad.
41
Liderando el Desarrollo Sostenible de las Ciudades
Los Parques Biblioteca de Medellín tuvieron y tienen éxito porque
resolvieron el desafío de unir a la ciudad y reconstruir la confianza
mediante una solución que era únicamente local y que respondió
a las necesidades de los ciudadanos.
6.3 Espacios públicos de baja utilización o no utilizados.
Caso de Brasilia, Brasil
Los términos “racional” y “ordenado” asociados a la ciudad nunca
han sido grandes aciertos. Brasilia, la capital de Brasil, es uno de
los mejores ejemplos de ciudad racional y ordenada, y, sin duda,
es una de las ciudades más aburridas e inhóspitas del mundo. Bra-
silia se inauguró en 1960, tras cuatro años de trabajo dirigidos por
el arquitecto Oscar Niemeyer y el urbanista Lucio Costa, dos de
los mayores representantes de la arquitectura modernista y racio-
nal de mediados del siglo pasado. Brasilia es una utopía urbana
de hormigón con bloques de apartamentos equidistantes entre sí,
donde las viviendas fueron concebidas como “máquinas para vi-
vir” y los espacios públicos se reservaron para autopistas y parques
geométricos. El espacio público de Brasilia, fundamentado en la
idea de orden y racionalidad, poco aporta a la persona que ob-
serva la ciudad desde la calle y no desde el mapa. Tras una breve
visita a la capital brasileña, la filósofa y escritora francesa Simone
de Beauvoir escribió de Brasilia que más que una ciudad parecía
una maqueta a tamaño real, una ciudad que nunca tendría alma ni
carne y a la que le faltaba la espontaneidad y mezcla caprichosa de
calles que dan vida a otras urbes.
El espacio público tiene dos aspectos inseparables entre sí: la dimen-
sión física —calles, plazas y/o mobiliario urbano— y la dimensión so-
cial o, dicho de otra manera, el uso que los ciudadanos hacen de
él. Es por ello que la calidad del espacio público urbano no puede
medirse solo en términos físicos, de diseño urbano o de orden apa-
rente. La calidad del espacio público de una ciudad se mide también
por la cantidad, intensidad y calidad de las relaciones sociales que es
capaz de promover, así como por su capacidad de acoger y mezclar
distintos grupos y comportamientos ciudadanos que de otra manera
nunca se encontrarían en espacios privados. En otras palabras, el es-
pacio público no es un elemento pasivo diseñado para su admiración,
conservación e idolatría, sino uno de los elementos más importantes
con los que cuenta la ciudad para promover de manera activa la inte-
gración social y cultural de sus ciudadanos, y para la identificación y
construcción de identidades colectivas.
42
Espacios públicos
La realidad del diseño del espacio público de Brasilia atenta precisa-
mente contra este aspecto social e integrador del espacio público.
Como ya afirmó en su época la urbanista y activista Jane Jacobs,
en una de las obras más influyentes en la práctica del urbanismo
contemporáneo, The death and life of great american cities, las
políticas de planificación racionalistas del espacio urbano repre-
sentan la mayor amenaza a la vida y al día a día de comunidades y
vecindarios urbanos. En su lugar, estas políticas producen espacios
estériles, aislados y antinaturales porque rechazan al ser humano
y la complejidad y caos aparente que nos caracteriza. Solo hay
que echar un vistazo a la historia y a la geografía mundial para
observar que las ciudades y barrios más emblemáticos son preci-
samente aquéllos que han surgido de manera endógena y no por
decisiones racionales impuestas desde arriba. El Greenwich Village
de Nueva York, que Jane Jacobs defendió hasta la muerte frente a
la planificación racionalista del entonces alcalde Robert Moses, es
un buen ejemplo de ello, así como Montmartre, en París, el Bairro
Alto lisboeta o el Albayzín, en Granada. La historia y la geografía
muestran que las utopías urbanas basadas en el orden y el racio-
nalismo nunca han funcionado ¿Quién preferiría vivir en Brasilia
teniendo el privilegio de escoger cualquier otra ciudad de Brasil?
Probablemente prefiera escuchar los ruidos de Río de Janeiro y la
música de su Carnaval antes que disfrutar del silencio y orden de
las calles de Brasilia.
6.3.1 Brasilia: culminación del movimiento moderno
El concepto
Brasilia es el paradigma de los conceptos urbanísticos del movi-
miento moderno. Es el ejemplo perfecto de transición desde un
modelo teórico utópico hacia un ejercicio proyectual real aplican-
do unas ideas específicas y adaptándolas posteriormente a una
realidad como la de Brasil. Es la conclusión del entendimiento de
un modelo formal, funcional y social muy claro (las ideas urbanís-
ticas de Le Corbusier, teorizadas en varios de sus trabajos, como
La ville radieuse, son trasladadas a Brasilia; cuando uno pasea por
la explanada de los ministerios puede sentirse como en su ciudad
para tres millones de habitantes) y combinarlas con un clima muy
específico, con el orgullo brasileño por su país y con la pintoresca
forma de vida de sus habitantes.
43
Liderando el Desarrollo Sostenible de las Ciudades
Brasilia es un prototipo, un experimento de cómo debía ser la ciu-
dad del futuro, pero, paradójicamente, es el final de una forma
de vida y de pensamiento, la culminación del modelo urbano del
movimiento moderno: su mayor logro y a la vez su mayor fracaso.
El pasado
En 1956,Juscelino Kubitschek comienza a llevar a cabo su promesa
electoral de construir una nueva capital para Brasil en el centro del
país. Esta promesa, que creó estupor y espasmo en los habitantes
brasileños, se dio debido al intento de colonizar esa región del país
y repartir el peso político y económico del mismo, situado hasta
ese momento en la costa oeste. Nadie creía que esta ciudad, esta
utopía, llegaría a ser verdad.
Para la adjudicación del proyecto se convocó un concurso que
ganó el urbanista Lucio Costa. Su idea destacó por el diseño en
planta con forma de cruz (más adelante modificado hasta alcanzar
una forma semejante a la de un avión). En el ala este-oeste de
esta cruz (denominado El Eje Monumental) se situaban todos los
edificios gubernamentales y representativos de la capital; mien-
tras el ala norte-sur quedaría disponible para viviendas, hoteles y
edificios empresariales. El punto de encuentro de estas dos alas sería
el centro de conexión de toda la ciudad. Este gran catalizador de la
ciudad actuaría como punto de distribución de personas y vehículos,
pues consta del principal intercambiador de autobuses de la ciudad y
de dos importantes centros comerciales al más puro estilo occidental.
La ciudad fue planeada para la vida de 500 000 personas, siendo
planificada para que los movimientos urbanos fueran de la manera
más funcional posible. Esta hipótesis marca el sentido en cruz de
la planta. Lucio Costa intentó solucionar a priori todos los proble-
mas que comenzaban a destacar en las nuevas metrópolis (tráfico,
tiempo excesivo en el transporte urbano, una ciudad higiénica y lu-
minosa, etc.), sin embargo, como hablaremos más adelante, estos
problemas no han conseguido solucionarse por completo y otros
más contemporáneos vienen a sumarse a los anteriores.
Tras casi cuatro años de trabajo intensivo, en 1960, Brasilia comenzó
a ser una realidad física. Fue inaugurada por el presidente J. K. y
poco a poco se fue transfiriendo los principales órganos del gobier-
no federal desde Río de Janeiro hacia la nueva capital.
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Espacios públicos
Además, desde este momento se comenzó la construcción de los edi-
ficios más emblemáticos de la ciudad, como la Catedral de Brasilia, los
ministerios del Eje Monumental, los palacios presidenciales, entre otros.
El presente
En la actualidad Brasilia es una ciudad diferente. Nada más llegar
a ella, normalmente por avión, la percibimos de un modo contrario
a cualquier otra metrópolis, no solo europea sino también dentro
del propio Brasil. Es una ciudad artificial, creada de la nada y, por
tanto, todo parece simulado y ficticio. Da igual que hablemos de
vegetación, de arquitectura o del Lago Paranoa. Todo proviene de
la mente humana; su concepto formal, por más que quiera adoptar
una apariencia natural, no es verdadero, y esto, al mismo tiempo,
lo convierte en algo fantástico; un auténtico laboratorio de ideas
en tiempo real, físico y con habitantes viviendo en él.
Con solo tener una mañana libre para caminar desde la zona de
hoteles, con la intención de conocer la catedral o el nuevo estadio
de fútbol y de allí encontrar algún restaurante para comer algo o
algún comercio para hacer algunas compras, nos damos cuenta
de lo imposible que es desplazarse por esta ciudad a pie. Apare-
cen senderos que no conducen a nada o falta de senderos, o sea
espacios importantes a los que solo se accede en auto, y que, en
principio, tampoco tienen espacio donde estacionar. A todo esto
hay que sumar la falta total de árboles para resguardarse del in-
tenso sol o la lluvia, según la época del año en la que uno visite
la ciudad. El espacio público no es utilizable para las personas, es
contemplable desde un auto o desde un mapa, es admirable ver
su grandilocuencia, pero no es vivible.
La zonificación segregó unos usos de otros y generó una ciudad de
fragmentos conectados por autopista. El fervor monumental olvidó
que entre los objetos circularían, no solo vehículos, sino también
ciudadanos. Por eso, cuando uno recorre Brasilia a pie no puede
dejar de sentirse dentro de una obra de De Chirico o una fotografía
de Gabriele Basilico, porque Brasilia convirtió el espacio público
en desierto y petrificó a los usuarios.
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Liderando el Desarrollo Sostenible de las Ciudades
7. ¿Qué es un espacio público sostenible?
La palabra sostenibilidad tiene su base en la palabra sostenimien-
to, la cual, a su vez, viene de la palabra sostener, conceptos que,
según el diccionario de la Real Academia de la Lengua, signifi-
can: acción y efecto de sostener (sostenimiento), es decir, acción y
efecto de mantener firme una cosa (sostener). Con fundamento en
estas definiciones básicas, se ha creado socialmente el concepto
de sostenibilidad, el cual es definido como el aseguramiento de la
continuidad, preservación y disfrute de un bien o servicio, sin de-
mandar costos mayores a los necesarios para su producción o gene-
ración. Los factores que generan que un bien o servicio sea sostenible
son la suma del número de beneficiarios, los costos de operación del
mismo, su vida útil y su capacidad de autosostenerse.
Cuando se hace referencia a la sostenibilidad del espacio público, se
está haciendo alusión al uso adecuado del mismo por parte de los ciu-
dadanos, el desarrollo de un sistema de mantenimiento, adecuación
física y equilibrio ambiental, así como a la implementación de meca-
nismos de control y administración que incluyan la participación de la
comunidad como actor fundamental en estos procesos.
8. Conclusiones
No existe un espacio público modelo y reproducible, un espacio
público prediseñado que se adapte a todas las necesidades; cada
ciudad o, a menor escala, cada barrio, o, aún en una escala más pe-
queña, cada esquina tiene una idiosincrasia propia. Esta se compone
por una serie de elementos, algunos bien visibles, fácilmente detecta-
bles —como la infraestructura, el mobiliario, su accesibilidad, su loca-
lización, el patrimonio histórico—, y otros que van a salir rápidamente
a la superficie a través de algunos estudios de base —como sus usos
y actividades, su comodidad, variedad y naturaleza.
Otro elemento fundamental es conocer qué rol cumple ese espa-
cio público en una comunidad y su entorno, no es lo mismo tra-
bajar sobre la plaza central, sobre un espacio de ferias, sobre una
galería o sobre escalinatas cerca de los edificios de administración
pública, que en pequeños pasajes o en esquinas céntricas.
Pero además de estos elementos que los hacen propios, hay que
tener en cuenta quiénes son los destinatarios de estos espacios
públicos, y allí es donde su sostenibilidad se pone a prueba. Un es-
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Espacios públicos
pacio, aunque esté perfectamente diseñado y muy bien ubicado,
si no es utilizado, no es sostenible; un espacio que es muy utilizado
pero que demanda del Estado una gran inversión para su funcio-
namiento, tampoco lo es.
Por ello son tan importantes los estudios sociológicos y de la vida
en el espacio público, trabajar con la comunidad, lograr una parti-
cipación activa de los futuros usuarios, y trabajar en función de las
capacidades de percepción que tenemos los seres humanos, para
acertar en materia de propuestas.
Fundamentalmente, hay que comprender que el trabajo sobre
los espacios públicos es dinámico, porque las personas cambian
y las propuestas cambian con ellas. Las ciudades cambian, están
en constante evolución, crecen, se expanden, generan nuevos ba-
rrios, nuevos espacios, se alejan o se acercan de los llamados cen-
tros urbanos o crean nuevas centralidades.
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