CONCEPCIÓN DEL HOMBRE Y CIENCIAS SOCIALES
“El hombre es un ser de necesidades que sólo se satisfacen socialmente, en relaciones
que lo determinan. Nada hay en él que no sea resultante de la interacción entre
individuo, grupos y clases”
“El sujeto es sano en tanto aprehende la realidad en una perspectiva
integradora y tiene capacidad para transformar esa realidad, transformándose a
su vez él mismo.
Está activamente adaptado en la medida en que mantiene un interjuego dialéctico con
el medio”
ANA
QUIROGA
EN RESUMEN : El hombre es un ser de necesidades que solo se satisfacen
socialmente, en relaciones que lo determinan. Nada hay en él que no sea resultante de
la interacción entre individuos, grupos y clases.
Entiende al hombre como configurándose en una actividad transformadora, en una
relación dialéctica, mutuamente modificante con el mundo, que se da siempre a su
experiencia como mundo social, es decir, entretejido de vínculos y relaciones sociales.
Esa relación dialéctica tiene su motor en la necesidad.
La elaboración de un criterio de salud, al que Pichón y Quiroga llaman de adaptación
activa o aprendizaje significa el análisis de las formas que reviste la relación del sujeto
con el mundo.
El sujeto es sano en tanto aprehende la realidad en una perspectiva integradora y tiene
capacidad para transformar esa realidad, transformándose a su vez él mismo. Está
activamente adaptado en la medida en que mantiene un interjuego dialéctico con el
medio.
PICHON RIVIERE ( OPERACION PSICOLOGICA)
CONCEPCION DELHOMBRE CRITERIO DE SALUD
ORDEN HISTÓRICO SOCIAL( lugar teórico)- ADAPTACIÓN ACTIVA Y DE APRENDIZAJE
donde se plantea el problema del sujeto y su
comportamiento
ORDEN DE LA CULTURA RELACIÓN DEL SUJETO CON EL MUNDO
ORDEN SIMBÓLICO (HUMANO)
“Quien investiga en el campo de los procesos psíquicos indaga sus leyes a partir de su
práctica concreta, pero se sitúa en ella y la interpreta desde su concepción de los órdenes
natural, social e histórico que convergen en el hombre . Esta concepción de los órdenes
natural, social, e histórico que convergen en el hombre .Esta concepción opera como óptica,
como perspectiva de abordaje y comprensión . Esta concepción del sujeto emerge como
hipótesis acerca de qué determina, en última instancia , la existencia y la forma de los procesos
investigados” . ANA QUIROGA.
Así ha introducido Quiroga a través de frases de Pichón Riviere, dos elementos teóricos
ligados entre sí, ya que uno se elabora a partir del otro. Uno es una concepción del
hombre, el otro un criterio de salud desde el cual se orienta y da sentido a la operación
psicológica.
A toda reflexión en el campo de las ciencias sociales, subyace una concepción del
hombre, una hipótesis acerca de la esencia y el origen de ese conjunto de procesos que
instituyen más allá del orden animal, una nueva instancia: el orden histórico social, el
orden de la cultura, orden simbólico, específicamente humano. Esta concepción del
hombre nos remite a una concepción del mundo o sistema social de representaciones y
que da cuenta de las distintas prácticas de los hombres. Decimos subyace porque
hablamos de su condición no necesariamente explícita.
Esta fundamenta y determina la problemática de esa ciencia. La práctica en el campo
de la psicología, la concepción del hombre, de la naturaleza, del orden social histórico y
sus interrelaciones, se constituye como lugar teórico, desde donde se plantea el
problema del sujeto y su comportamiento.
La pregunta por las condiciones de producción de los procesos psíquicos no tiene
como punto de partida la teoría, sino que surge de la práctica. Es la práctica la que
interroga a los hechos y en el procesamiento de esa práctica emerge la teoría como
respuesta abarcativa y sistemática que intenta dar cuenta de los fenómenos en la
complejidad de sus relaciones y determinaciones. Pero el investigador, en tanto ser
social, se sitúa en su práctica desde el interior de un sistema social de
representaciones que tiene sus condiciones de producción en el complejo de relaciones
sociales que constituyen el contexto de su tarea.
•Relaciones entre ciencia e ideología
Pichón y Quiroga rescatan la presencia de un tercer factor, fundante y muchas veces
escamoteado: la base social, los intereses sociales objetivos que expresa cada
concepción del mundo, como reflejo de las prácticas de los hombres articulados en una
sociedad determinada.
La relación se plantea entonces entre: 1. concepción del mundo, del hombre y la
historia, 2. base social objetiva, intereses que esa concepción expresa, 3. conocimiento
objetivo.
El conocimiento humano tiene su fundamento en necesidades materiales que los
hombres resuelven a partir del establecimiento de relaciones sociales.
La práctica social, compleja y contradictoria opera como factor determinante en el
desarrollo del conocimiento.
Lo complejo y lo contradictorio de esas relaciones sociales, la diversidad de intereses,
determinan a su vez formas del pensamiento, de la representación, del conocimiento.
Emergen desde allí diversas modalidades de interpretación de lo real.
Todas las formas de ideología son reflejo de la existencia social. En una sociedad
dividida en clases, las ideologías tiene también carácter de clase. La ideología de los
sectores dominantes será consecuentemente encubridora y distorsionadora de la
realidad, en tanto tiende a legitimar, desde las formas de conciencia social, esa
dominación negando o manteniendo ocultos hechos y relaciones.
Su discurso se caracteriza por naturalizar lo social, eternizar lo histórico y universalizar
lo particular.
De esto se desprende que la posibilidad de que la concesión del hombre opere como
obstáculo epistemológico en la elaboración de una psicología científica no depende de
su relación con el nivel ideológico, sino de las características de los intereses sociales
que expresa y del momento del desarrollo histórico social en que ha sido elaborada. Así
quedaría invalidado el falso dilema de ciencia o ideología, concepción del mundo o
conocimiento objetivo.
•Concepción del hombre y psicología social
La intención de Quiroga es mostrar cómo el autor Pichon-Riviére fundamenta una
psicología y la define como social, a partir de una concepción del sujeto como social e
históricamente determinado, configurándose en un interjuego con un contexto que se
da a su experiencia siempre interpenetrado de vínculos y relaciones sociales.
Este interjuego tiene como fundamento una contradicción inherente al sujeto en tanto
organismo vivo: la contradicción entre necesidad y satisfacción. Es la necesidad la que
promueve la relación activa con el mundo externo, con el otro, en la búsqueda de la
fuente de gratificación.
Esa contradicción intrínseca es la que remite a la dialéctica sujeto-contexto, en la que el
sujeto se configura.
En la elaboración de esta concepción del sujeto se articularon, una práctica clínica y
concepción del mundo que se constituye como conocimiento objetivo en tanto da
cuenta de la estructura de lo real, al esclarecer las relaciones entre naturaleza, hombre y
sociedad.
Según esta concepción el hombre en función de su particular organización biológica, es
producto de su vida material en una doble relación: con la naturaleza y con los otros
hombres.
“ Es productor de su vida material en una doble relación: con la naturaleza y con los otros
hombres” ANA QUIROGA.
El hombre es naturaleza pero emerge de ella transformándola y transformándose a
partir del trabajo y en la producción de bienes necesarios para su subsistencia, en la
que se apropia de la naturaleza modificándola en vista de sus necesidades. Este
proceso sólo puede cumplirse en relaciones necesarias con otros hombres.
En esta doble relación, el hombre no es solo producto, protagonista de la praxis, de la
historia, es también producido, determinado. Se constituye en el desarrollo de esas
relaciones materiales y necesarias.
Las relaciones de producción instauran y sostienen el orden social e histórico
específicamente humano. En el seno de estas relaciones emerge el psiquismo como
interiorización de las mismas, como instancia y función representación que dará luego
lugar al surgimiento del pensamiento, lenguaje, y las distintas formas de simbolización.
Ellas fundamentan las formas de conciencia social, las significaciones sociales. De allí
la afirmación de que la naturaleza humana es social e históricamente determinada. Las
relaciones sociales al organizar y determinar la experiencia de los sujetos que las
establecen, determinan en forma y contenido los vínculos interpersonales, la
organización familiar, las instituciones. Gobiernan el proceso de constitución de la
subjetividad ya que todo sistema social gesta el o de sujeto que desde sus formas de
sensibilidad, pensamiento y acción, desde sus modelos internos de aprendizaje y
vínculo, pueda mantenerlas y desarrollarlas.
De esta complejidad de relaciones, el sujeto es síntesis activa. Esta complejidad
constituye sus condiciones concretas de existencia en las que la reflexión psicológica
debe abordarlo para comprenderlo en forma multilateral, en la riqueza de sus múltiples
determinaciones.
La práctica, siguiendo el triple movimiento de experiencias, conceptualización,
transformación, que hace a la esencia del conocimiento, dio lugar a un sistema de
conceptos: ECRO, que hace referencia a un sector de lo real e instrumenta, en tanto da
cuenta de sus leyes internas, para operar sobre él.
Es desde la concepción de la naturaleza humana, social e históricamente determinada,
desde el hombre entendido en el aquí y ahora como el punto de llegada de un proceso
histórico, síntesis o centro de anudamiento de una complejísima red de relaciones
sociales y a partir de una práctica clínica que remite a una dialéctica entre mundo
interno y externo, entre el sujeto y su contexto vincular, que el problema del sujeto
puede ser planteado en sus justos términos.
A partir de la concepción del hombre y el mundo y de la tarea terapéutica que revela la
estructura dialéctica de la subjetividad, es que Pichon-Riviére plantea una nueva
problemática.
Desde esta problemática nos referimos a la temática de la interacción, vínculo, grupo,
en la investigación de la dialéctica fundante de la subjetividad.
•La constitución de lo subjetivo, rol de las necesidades
La concepción pichoniana del sujeto lo define como emergente, configurado en un
sistema vincular-social a partir del interjuego fundante entre necesidad y satisfacción,
interjuego que remite a su vez a una dialéctica intersubjetiva. Es decir que la dialéctica
esencial, constitutiva de los subjetivo, tiene como sustancia la interpenetración de dos
pares contradictorios: 1. necesidad y satisfacción, 2. sujeto y contexto vincular-social,
en el que emerge y se resuelve en una relación con otro esa contradicción básica entre
necesidad y satisfacción.
La necesidad sería en principio aunque no exclusivamente un elemento de orden
biológico, el que con mayor claridad remite a la base material, orgánica del
comportamiento del sujeto. Esa necesidad a su vez tiene su fundamento en otra
contradicción, ya que emerge del intercambio de materia de ese organismo con su
medio. La necesidad es inherente al ser vivo.
La contradicción entre la necesidad y su opuesto: la satisfacción, se da en el interior del
sujeto, pero en tanto la fuente de gratificación le es exterior, esta contradicción
promueve la relación con el mundo externo, en la búsqueda de la fuente de
gratificación. La necesidad aparece así como fundamento motivacional de toda
experiencia de contacto, de todo aprendizaje, de todo vínculo.
La satisfacción, a la que solo se accede en la experiencia con el otro, es eminentemente
social, vincular.
Desde las primeras experiencias las necesidades del sujeto se transforman y en
consecuencia también lo transforman (al sujeto).
En esa experiencia en la que se resuelve la contradicción necesidad-satisfacción, el
objeto se inscribe en el sujeto, configurando su interioridad. El objeto se inscribe en el
sujeto a partir de la experiencia y desde la necesidad, configurándolo. En la experiencia
de satisfacción el objeto se transforma en un referente interno interpenetrando la
necesidad, conformandola.
Lo que operaba hasta entonces como condición externa cambia de carácter, para
transformarse en un elemento de causalidad interna.
El abordaje interaccional-vincular que plantea Riviére al conceptualizar en términos de
interjuego entre necesidad y satisfacción, sujeto y contexto vincular-social, la dialéctica
de la subjetividad, permite un acercamiento más totalizador a la multiplicidad de
determinaciones que operan en esa unidad biopsicosocial que es el sujeto.
Es en el escenario vincular, en la relación con el otro, donde el sujeto de la necesidad, en
la acción de satisfacerla en una experiencia social, se transforma en sujeto de la
representación, de las significaciones sociales, sujeto humano. Es en el interjuego
necesidad-satisfacción donde tiene su anclaje, toda representación, toda norma,
ideología, toda acción.
•El mundo interno. Génesis de los conceptos.
El análisis del proceso transferencial, al que caracterizamos como la adjudicación de
roles inscriptos en el mundo interno, actualización en el aquí y ahora de la relación de
modelos vinculares internalizados revela la estructura de una dimensión intrasubjetiva
en la que se articulan objetos y relaciones en una mutua realimentación.
El mundo interno, en función de la interdependencia de sus elementos constitutivos, de
las múltiples imagos que en él interactúan, puede ser definido como sistema. Pero ese
sistema reviste la forma de una dramática, de una trama argumental desde la cual el
sujeto interpreta la realidad y orienta su acción en el mundo externo.
Si planteamos la cuestión desde una práctica en el campo de la urgencia psiquiátrica
que permite el contacto con un paciente en crisis y su contexto grupal, las
circunstancias mismas de esa práctica adelantan respuestas. En ese grupo la situación
de crisis, de emergencia de la enfermedad ponen de manifiesto con toda transparencia,
los mecanismos de interacción.
El discurso de los integrantes, el juego de roles, las alternativas de presencia - ausencia,
las formas comunicacionales, revelan una semántica familia, la conducta, y el discurso
del paciente se muestran como un intento de respuesta coherente dentro del sistema
interaccional, en el que adquiere intencionalidad y significatividad.
La conducta revela su carácter esencialmente relacional. La conducta aparece como
comprensible, decodificable y transformable en tanto se la aborde en la interioridad de
la complejísima trama de vínculos y relaciones sociales que operan como el conjunto
de sus condiciones de producción.
El descubrimiento de esas relaciones de causalidad, la calidad de emergente que
reviste el acontecer del paciente, echa luz sobre el carácter determinante, eficaz, de los
procesos de interacción.
Estos se muestran así como dialéctica entre sujetos, es decir, un proceso de
determinación y transformación recíproca.
Se patentiza en él, el carácter configurador, estructurante de la experiencia con el otro.
Otro que no sólo opera por presencia, sino que tiene una acción significante de esa
experiencia, ya que se mueve en ella hacia la gratificación o la frustración. Otro que no
permanece trascendente a esa relación sino que desde su propia necesidad reconoce o
desconoce la necesidad del sujeto, la gratifica o la descalifica y la frustra.
El otro desde su acción y sus significaciones, que no son sólo individuales sino también
sociales, significa a su vez la experiencia del sujeto, contribuyendo a determinar
calidades de los objetos internos y formas de interpretación de la realidad.
Esta función constitutiva de la subjetividad que cumple la presencia y la acción
significante del otro, tiene su paradigma en el protovínculo. Desde esta función
portadora del orden social se sostiene la estructuración del psiquismo.
A partir de la comprensión de la eficacia de la interacción, de los procesos
comunicacionales, se redimensiona el rol de las relaciones reales, son entendidas como
elemento configuracional, dentro de la articulación de factores que rigen la constitución
de la subjetividad.
La indagación de la estructura vincular transferida y el abordaje grupal familiar de la
enfermedad hecha luz sobre la estructura dramática, escénica, interaccional del mundo
o grupo interno. A partir de estos hechos adquiere una particular pertinencia la
pregunta por la génesis de ese mundo interno, por sus principios organizadores.
Desde el descubrimiento de la edificación de la interacción, del carácter instituyente de
las relaciones reales, de la acción concreta y significante del otro, el mundo interno es
entendido como reconstrucción de la trama relacional, del sistema vincular en el que el
sujeto emerge y en el que como horizonte de su experiencia, cumplen sus necesidades,
su destino social de gratificación o frustración.
El mundo interno se constituye por internalización, pasaje fantaseado de un sistema de
relaciones externo a una dimensión interna, y como una reinterpretación de la
experiencia del sujeto como inscripción y procesamiento de una trayectoria vincular.
El mundo o grupo interno es un sistema abierto sobre la realidad, sobre el mundo
externo, con el que mantener una relación dialéctica.
El sujeto interpreta su experiencia desde su necesidad, escenificada en una fantasía icc,
que implica una estrategia, también de satisfacción. En el contacto con el otro, incluido
en la relación desde sus necesidades y fantasías recibe el sujeto el impacto de una
presencia y acción significante.
A la vez ese sistema interaccional está sostenido en un orden social y recorrido por
determinaciones y representaciones emergentes de las relaciones sociales, de las que
el sujeto es portador.
Cada organización social, organiza materialmente la experiencia de los sujetos. Esto
implica que edifica sus necesidades reconociendo algunas, descalificando a otras,
ofreciendo metas socialmente disponibles y determinando formas de acceso a la
gratificación.
Esa organización material de la experiencia, esa significación social del sujeto y sus
necesidades, esas formas socialmente propuestas de satisfacerlas se actualizan en
cada vínculo, en cada sistema interaccional, dando forma dialéctica entre sujetos, ya
que en ella tiende a reproducirse las formas dominantes en las relaciones sociales. La
integración de estos factores mencionados configuran el vínculo en su doble
dimensión: intersubjetividad e intrasubjetividad.
La psicología social consiste en el desarrollo sistemático de una respuesta a la
pregunta por el sujeto, y se plantea el análisis de las relaciones entre estructura social y
configuración del psiquismo, lo que implica focalizar como unidad de indagación la
dialéctica entre sujetos, investigar en su estructura y función las distintas unidades
interaccionales que operan como mediaciones entre las relaciones sociales fundantes
del psiquismo y la subjetividad.
El estudio de estas mediaciones, escenarios de la experiencia del sujeto, echa luz sobre
la organización material de la experiencia y sus efectos en la constitución de lo
subjetivo. Desde allí la psicología social se define como una crítica de la vida cotidiana.
•El sujeto en el proceso de conocimiento (modelos internos o matrices de aprendizaje)
La psicología social planteada por Enrique Pichon-Riviere implica y se fundamenta en
una concepción del sujeto que es entendido como ser esencialmente social. Es decir,
emergente, configurado en una complejísima trama de vínculos y relaciones sociales.
Para este autor, el hombre se configura en una praxis, en una actividad trasformadora,
en una relación dialéctica, mutuamente modificante con el mundo. Relación destinada
a satisfacer sus necesidades.
El carácter fundante de esta relación de transformación recíproca define al sujeto de la
praxis como sujeto esencialmente cognoscente y sitúa en primer plano el análisis de
los procesos de aprendizaje. Estos son caracterizados por Riviére como apropiación
instrumental de la realidad para transformarla y son identificados (en tanto forma de la
relación sujeto-mundo) con la salud mental.
Si el aprendizaje es función esencial, constitutiva de lo que juega en su grupo familiar
actual. Nadie rompe esa modalidad de interacción hasta la emergencia de la
enfermedad, que puede permitir una redistribución de ansiedad o un refuerzo de la
focalización en el portavoz.
El portavoz no abandona el rol porque lo asume por su propia conflictiva a veces por
culpa, o por omnipotencia, o porque su identidad está íntimamente ligada a ese rol que
no puede tolerar una situación de incertidumbre, de construcción de una identidad
nueva a partir de un nuevo rol.
¿Qué sucede cuando a partir de una intervención psicológica ayudamos a los
integrantes del grupo a centrarse en una tarea común de cambio, de crecimiento, de
aprendizaje, de comunicación?
Los integrantes de ese grupo van reestructurando sus vínculos, van escuchandose y
desde allí redefiniendo sus recíprocas imágenes, logrando un mayor ajuste entre
representación y realidad. El grupo es entonces, el instrumento de cura. Sus integrantes
son protagonistas del proceso terapéutico, son ellos los que van a redistribuir y elaborar
ansiedades, que dejan de concentrarse en el portavoz. Este grupo recupera su
operatividad, la eficacia de la interacción, se redefine necesidad-satisfacción.
Es ese trabajo terapéutico de los integrantes, apoyados en el aporte del terapeuta, el
que permite la transformación de la estructura grupal, el reaprendizaje de la realidad,
que consiste en la modificación de la relación mundo interno- mundo externo.
Esto es la instrumentalidad grupal, la interacción centrada en las necesidades de los
integrantes
Concepción de sujeto. Criterio de salud.
El hombre es ser-en-el-mudo, en relación dialéctica con él. Y su psiquismo se
caracteriza como un sistema abierto al mundo.
La elaboración de un criterio de salud requiere el análisis de las formas concretas que
toma la relación fundamental sujeto-mundo (material, social, vincular). Todo esto
significa que implícitamente se formula una hipótesis a cerca de salud-enfermedad.
En el marco de la elaboración de un criterio de salud mental y de la promoción de la
misma, Quiroga reflexiona acerca de la organización material y social de la experiencia
personal y colectiva en un orden socio histórico concreto.
Profundiza en las significaciones, en el universo de sentido que condensa el sistema de
representaciones que legitima a esa cotidianidad como el orden válido, natural, humano
La psicología social se inscribe así en una crítica de la vida cotidiana. Esto es, en el
análisis científico de los hombres concreto en sus condiciones concretas de existencia,
lo que abarca la
complejidad de su praxis, su experiencia, su acontecer interno.