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Cultura y Propaganda en el Tercer Reich

En la Alemania nazi, el gobierno buscó alinear todas las facetas de la cultura con la ideología nazi. Joseph Goebbels fue responsable de la sincronización cultural y supervisó la creación de la Cámara de Cultura del Reich en 1933 para regular las artes. El arte nazi enfatizó temas propagandísticos como la vida rural aria y el heroísmo militar en contraste con el arte moderno, considerado degenerado.

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Cultura y Propaganda en el Tercer Reich

En la Alemania nazi, el gobierno buscó alinear todas las facetas de la cultura con la ideología nazi. Joseph Goebbels fue responsable de la sincronización cultural y supervisó la creación de la Cámara de Cultura del Reich en 1933 para regular las artes. El arte nazi enfatizó temas propagandísticos como la vida rural aria y el heroísmo militar en contraste con el arte moderno, considerado degenerado.

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CULTURA EN EL TERCER REICH: DIFUSIÓN DE LA COSMOVISIÓN NAZI

El nacionalsocialismo era mucho más que un movimiento político. Los líderes nazis que llegaron
al poder en enero de 1933 deseaban algo más que obtener autoridad política, revisar el Tratado
de Versalles, y recuperar y expandir las tierras perdidas después de la humillante derrota en la
Primera Guerra Mundial. También querían cambiar el panorama cultural: devolver al país los
tradicionales valores “alemanes” y “nórdicos”; suprimir o restringir las influencias judías,
“extranjeras” y “degeneradas”; y formar una comunidad racial (“Volksgemeinschaft”) alineada con
los ideales nazis.

Estos ideales a veces tenían contradicciones: el nacionalsocialismo era moderno, pero


antimoderno a la vez; era dinámico y utópico, pero a menudo anhelaba un pasado alemán idílico
e idealizado. Sin embargo, en ciertos elementos, los principios culturales nazis tenían su
coherencia: priorizaban la familia, la raza y el Volk (pueblo) como las representaciones más altas
de los valores alemanes. Rechazaban el materialismo, el cosmopolitismo y el “intelectualismo
burgués” y fomentaban las virtudes “alemanas” de lealtad, lucha, abnegación y disciplina. Los
valores culturales nazis también consideraban de gran importancia la armonía de los alemanes
con su tierra natal (Heimat) y con la naturaleza, y enfatizaban la elevación del Volk y la nación
por encima de sus miembros individuales.

En la Alemania nazi, un papel importante de la cultura era la difusión de la cosmovisión nazi. Una
de las primeras tareas que realizaron sus líderes cuando llegaron al poder a principios de 1933
fue una sincronización (Gleichschaltung) de todas las organizaciones profesionales y sociales
con la ideología y la política nazis. Ello también incluía a las organizaciones culturales y artísticas.
Joseph Goebbels, el ministro de Propaganda e Información, se esforzó de inmediato por que las
comunidades artística y cultural estuvieran alineadas con los objetivos nazis. El gobierno excluyó
organizaciones culturales de judíos y de otros grupos supuestamente sospechosos para la
política o el arte.

El 10 de mayo de 1933, los activistas nazis y los miembros de la Asociación Nacionalsocialista


de Estudiantes Alemanes (Nationalsozialistischer Deutscher Studentenbund, o NSDStB)
organizaron ceremonias de quema de libros en todo el país en las que arrojaron a las llamas las
obras de escritores “no alemanes” como Bertolt Brecht, Thomas Mann, Erich Maria Remarque, y
los textos de autores judíos, incluidos escritores alemanes famosos como Franz Werfel, Lion
Feuchtwanger y Heinrich Heine.

A partir de septiembre de 1933, una nueva Cámara de Cultura del Reich (Reichskulturkammer),
organización formada por las Cámaras de Cine, Música, Teatro, Prensa, Literatura, Bellas Artes
y Radio del Reich, se dedicó a supervisar y regular todas las facetas de la cultura alemana.

La nueva estética nazi adoptó el género del realismo clásico. Las artes visuales y otros modos
de “alta” cultura utilizaron esta forma para glorificar la comunidad, la familia y la vida rural, y el
heroísmo en el campo de batalla. Además intentaron dar ejemplos de “virtudes alemanas” como
la laboriosidad, la abnegación y la pureza racial “aria”. En la Alemania nazi, el arte no era “el arte
por el arte mismo”, sino que tenía un calculado trasfondo propagandista: guardaba un marcado
contraste con las tendencias del arte moderno en las décadas de 1920 y 1930, que empleaba
principios abstractos, expresionistas o surrealistas. En julio de 1937, en la Casa del Arte Alemán
en Munich se estrenó una “Gran Exposición de Arte Alemán” que mostraba la inclinación cultural
del gusto artístico nacionalsocialista.

Como contraste, un salón de exposiciones cercano presentaba una “Exposición de Arte


Degenerado” (“Entartete Kunst”) con el fin de demostrar al público alemán las influencias
“inmorales” y “corruptas” del arte moderno. Muchos de los artistas presentados en esta última
exposición, como Max Ernst, Franz Marc, Marc Chagall, Paul Klee y Wassily Kandinsky, se
cuentan hoy entre los grandes artistas del siglo veinte. Ese mismo año, Goebbels ordenó la
confiscación de miles de obras de arte “degenerado” de museos y colecciones de toda Alemania.
Muchas de esas piezas se destruyeron o se vendieron en subastas públicas.

En arquitectura, artistas como Paul Troost y Albert Speer construyeron edificios monumentales
en una forma clásica y estéril con el fin de expresar la “grandeza duradera” del movimiento
nacionalsocialista. En literatura, las autoridades de la cultura nazi promovieron las obras de
escritores como Adolf Bartels y el poeta Hans Baumann, de la Juventud Hitleriana. La literatura
que glorificaba la cultura rural como base de la comunidad alemana y las novelas históricas que
respaldaban la centralidad del Volk eran las obras de ficción preferidas, al igual que los relatos
de la guerra que estaban destinados a preparar o sostener a la población para una era de
conflicto. La censura fue la otra cara de esta ecuación: la Cámara Literaria confeccionó
rápidamente “listas negras” para facilitar la eliminación de libros “inaceptables” de las bibliotecas
públicas.

El “cultivo del arte” nazi también se extendió al moderno campo del cine. La industria
cinematográfica recibió grandes subsidios del estado y demostró ser una importante herramienta
para la propaganda. Películas como Triumph des Willens (El triunfo de la voluntad) y Der
Hitlerjunge Quex (El joven hitlerista Quex), del pionero Leni Riefenstahl, glorificaban al partido
nazi y a sus organizaciones auxiliares. Otras películas, como Ich klage an (Yo acuso), tenían la
intención de conseguir la aceptación tácita del público del Programa de Eutanasia, aún
clandestino, mientras queJud Süss (El judío Sus) y Der ewige Jude (El judío errante) pusieron de
manifiesto los elementos antisemitas de la ideología nazi.

Las compañías de teatro siguieron el ejemplo del cine alemán, al organizar obras de teatro con
la ideología nacionalsocialista, además de funciones tradicionales y clásicas de obras de autores
como Johann Wolfgang von Goethe y Johann Friedrich Christoph von Schiller.

En música, las autoridades de la cultura nazi promovieron las obras de gigantes del panteón
musical alemán como Johann Sebastian Bach, Ludwig van Beethoven, Anton Bruckner y Richard
Wagner, mientras que prohibieron obras clásicas de autores “no arios” como Felix Mendelssohn
y Gustav Mahler, y funciones de música jazz y swing, asociadas en la mentalidad nazi a la cultura
afroamericana.
El mismísimo Adolf Hitler fue durante mucho tiempo admirador de las óperas de Richard Wagner,
un artista relacionado con el antisemitismo y la tradición völkisch de la cual los nazis obtuvieron
gran parte de su ideología. Asistía con regularidad al Festival de Bayreuth que se celebraba
anualmente en honor de Wagner. Pero la música “nazi” no se limitó únicamente a la “alta” cultura:
“Das Horst-Wessel-Lied” (“Canción de Horst Wessel”) y “Deutschland, Erwache!” (“Alemania,
despierta”) eran algunas de las muchas canciones y marchas que hacían circular los activistas
nazis con el fin de fomentar el compromiso con su partido y sus principios ideológicos.

Los esfuerzos de las autoridades nazis para regular, dirigir y censurar el arte y la literatura
alemana correspondieron a lo que el historiador alemán George Mosse llamó un esfuerzo “hacia
una cultura total”. Este esfuerzo también alcanzó los niveles inferiores de cultura que salpicaban
la vida cotidiana de los alemanes comunes. El liderazgo nazi, que esperaba dominar Alemania a
través de poder político y terror, pero también ganándose “el corazón y la mente” del pueblo,
utilizó esta coordinación de la cultura alta y baja para influir en el nivel más básico en las vidas y
los actos de sus ciudadanos.

Arte y cultura en el nazismo (en EcuRed)

Joseph Goebbels, Ministro de Propaganda Nazi, habla en la noche de la quema de libros.


Al llegar los nazis al poder en Alemania el nuevo gobierno decidió comenzar la
sincronización de la cultura, a través de la cual se alinearon las artes con los objetivos
nazis, tal tarea le fue dada, a comienzos del año 1933, a Joseph Goebbels, Ministro de
Propaganda e Información del régimen. El gobierno excluyó organizaciones culturales
de judíos y de otros grupos supuestamente sospechosos para la política o el arte. Las
obras de escritores alemanes líderes como Bertolt Brecht, Lion Feuchtwanger y Alfred
Kerr fueron arrojadas a las llamas en una ceremonia de quema de libros en Berlín.
A partir de septiembre de 1933, se crea la Cámara de Cultura del Reich (formada por las
Cámaras de Cine, Música, Teatro, Prensa, Literatura, Bellas Artes y Radio del Reich)
dedicada a a supervisar y regular todas las facetas de la cultura alemana. La estética
nazi enfatizó el valor propagandista del arte y glorificó la vida rural, la raza aria y el
heroísmo de la guerra. Esta ideología guardaba un marcado contraste con el arte
innovador y moderno, como la pintura abstracta, denunciada como arte degenerado,
bolchevismo artístico y bolchevismo cultural.
El cultivo del arte alemán fue el término empleado para referirse a todas las medidas
destinadas a la promoción de artistas y del arte. La promoción de la cultura aria y la
represión de otras formas de producción artística fue otro esfuerzo de los nazis para
transformar la vieja Alemania a una nueva nación cultural que respondiera a los intereses
del régimen Nazi.

Arquitectura
En arquitectura, los nazis construyeron edificios monumentales en una forma clásica y
estéril con el fin de expresar la grandeza de su movimiento político. Entre los artistas más
destacados están Paul Troost y Albert Speer .

Literatura
En literatura, promovieron las obras de escritores como Adolf Bartels y el poeta Hans
Baumann, de la Juventud Hitleriana. La literatura que glorificaba la cultura rural como
base de la comunidad alemana y las novelas históricas que respaldaban la centralidad
del Volk eran las obras de ficción preferidas, al igual que los relatos de la guerra que
estaban destinados a preparar o sostener a la población para una era de conflicto. La
censura fue la otra cara de esta ecuación: la Cámara Literaria confeccionó rápidamente
listas negras para facilitar la eliminación de libros inaceptables de las bibliotecas públicas.

Cine
La industria cinematográfica recibió importantes subsidios del estado y fue una
importante herramienta para la propaganda. Películas como Triumph des Willens (El
triunfo de la voluntad) y Der Hitlerjunge Quex (El joven hitlerista Quex) de Leni
Riefenstahl, glorificaban al partido nazi y la Juventud Hitleriana. Otras películas, como
Ich klage an (Yo acuso), tenían la intención de conseguir la aceptación tácita del público
del Programa de Eutanasia, aún clandestino, mientras que Jud Süss (El judío Sus) y Der
ewige Jude (El judío errante) pusieron de manifiesto los elementos antisemitas de la
ideología nazi.
Música
En música, los nazis promovieron las obras de gigantes del panteón musical alemán
como Johann Sebastian Bach, Ludwig van Beethoven, Anton Bruckner y Richard
Wagner, mientras que prohibieron las funciones de piezas de autores no arios como Felix
Mendelssohn y Gustav Mahler, y funciones de música jazz y swing, asociadas en la
mentalidad nazi a la cultura afroamericana.
Adolf Hitler fue durante mucho tiempo admirador de las óperas de Richard Wagner, un
artista relacionado con el antisemitismo y la tradición völkisch de la cual los nazis
obtuvieron gran parte de su ideología. Asistía con regularidad al Festival de Bayreuth
que se celebraba anualmente en honor de Wagner. Pero la música nazi no se limitó
únicamente a la alta cultura: Das Horst-Wessel-Lied (Canción de Horst Wessel) y
Deutschland, Erwache! (Alemania, despierta) eran algunas de las muchas canciones y
marchas que hacían circular los activistas nazis con el fin de fomentar el compromiso
con su partido y sus principios ideológicos.

Teatro
Las compañías de teatro produjeron obras de grandes autores alemanes como Goethe
y Schiller, además de obras de teatro con la ideología nacionalsocialista. Para crear un
sentido mayor del Volk o la comunidad nacional (Volksgemeinschaft), los nazis
ordenaron la construcción de grandes anfiteatros al aire libre.

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