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TOC, TOC

Introducción

en ,la recepción una enfermera desinteresada

*Padre*: ¿D-d-dónde e-e-está l-la c-consulta del d-d-d-d-d-doctor?

*Enfermero*: Oh, si sigue derecho, no tiene pérdida

*Padre*: N-n-n-necesito v-v-ver al d-d-d-d-doctor.

*Enfermero*: Claro, y yo necesito vacaciones. .

*Padre*: N-n-no es g-g-gracioso.

*Enfermero*: Ah, ¿no? Debe ser mi sentido del humor en pausa... como su habla.

Padre*: Me-me - me voy..

Fred llega y se cruza con el padre al momento de llegar

FRED: Buen día.

Enfermera: lo estábamos esperando.

Acto 1

aurent Baffie, 2005

Se abre el telón, dejando ver una sala de espera. En ella, seis sillas y una mesa baja de
gran tamaño con revistas y algún que otro libro. Al fondo, una gran estantería llena de
libros y objetos decorativos. Muy cerca, una chimenea. En la única silla ocupada se
encuentra FRED, que está ordenando varios documentos en un maletín de cuero situado
a sus pies. Tras guardarlos, Fred extrae del maletín un cuadernillo de crucigramas.

De repente, con un espectacular espasmo, Fred mira al público y lanza un gesto obsceno
sacando el dedo prohibido.

FRED.- «¡A tomar por tonto!» Fred relaja el gesto y se concentra en su crucigrama. En
ese momento entra

CAMILO, un cincuentón en chándal y zapatillas de deporte, preso de una agitada


respiración.

CAMILO.- (recuperando el aliento) … Buenas tardes (le dice a la enfermera y se pasa a


la sala y al pasar a la sala saluda a Fred) Buenos días .

Fred le saluda con un gesto de la cabeza.


CAMILO.- Perdone que llegue sin aliento, pero es que he subido por las escaleras. ¡4
pisos! 88 escalones con exactitud y un desnivel de 22-23 metros, grosso modo, que he
conseguido hacerme en 28 segundos y 73 centésimas. A mi edad no está tan mal,!

FRED.- (con un gesto obsceno) «¡Hijo de sola!».

CAMILO.- ¿Perdone? (Pausa) ¿Podría repetir? (Pausa) ¿Me lo imagino o acaba de


insultar a mi santa madre?

FRED.- No, no. Le ruego que me disculpe. No lo hago adrede.

CAMILO.- (acercándose a Fred, amenazante) ¿Cómo que no, si me acabas de pedir


perdón por llamar puta a mi madre? ¿A ti nunca te han cruzado la cara, verdad?

FRED.- Por favor, le pido de nuevo que me disculpe. Soy una simple víctima de lo que los
especialistas llaman el «Síndrome de Tourette». Sí, sí. Lanzo insultos y gestos obscenos a
la gente sin querer. La culpa no es del todo mía. Se me escapan por la boca sin control.

CAMILO.- (incrédulo) ¿Me está bromeando?

FRED.- No, no, le juro que es la pura verdad.

FRED.- Por esto es por lo que he pedido cita con el Doctor Cooper. Parece que es uno de
los mejores especialistas del mundo.

CAMILO.- Uno de los mejores no, ¡el mejor!, según mi médico. Trece meses y medio
esperando para que me diera cita. ¡Trece y medio!, ¿se da cuenta? 410 días, 9.840 horas,
.

FRED.- Y además nunca ve a un mismo paciente dos veces.

CAMILO.- Me lo ha dicho también mi médico. Que con su técnica, en una sola sesión, te
desbloquea lo desbloqueable.

FRED.- En mi caso solo espero que consiga rebajarme las convulsiones, porque lo que es
curarme… (acaba la frase lanzando un suspiro).

CAMILO.- ¿No se ha hecho usted ni un promedio?

FRED.- Pues no, nunca lo he contado

CAMILO.- ¡Pues eso se lo hago yo ahora mismo! Mire: en 5 minutos ha tenido 6


espasmos, lo que hacen 72 veces la hora, que multiplicado por 16, porque no cuento las 8
horas de sueño, nos salen 1152 insultos al día, grosso modo. .

FRED.- ¿Grosso modo?

CAMILO.- Y… sin ser indiscreto… ¿a qué se dedica usted? Porque no me lo imagino


trabajando en atención al público, ni en nada por el estilo.

FRED.- Cuando era joven siempre quise ser «¡gilipollas!». Perdone, lo siento. CAMILO.-
No pasa nada.
FRED.- ¡Siempre quise ser abogado! (Camilo se ríe) Abogado… ¡ah! Me hubiera
encantado emplear frases y gestos grandilocuentes, para defender a todo inocente
injustamente condenado. Pero con mi problema… ya se puede imaginar la cara del juez,
dándome el ataque en pleno alegato.

Llega blanca y saluda a la enfermera

BLANCA: Buen día, tengo cita con el doctor Cooper

Enfermera: pues que bueno ñ, pase ahí. (Semana la sala donde están los demás
compañeros)

Pasa blanca con asco de no tocar nada para evitar contaminarse

BLANCA.- Buenastardes.

CAMILO.- Buenastardes.

Blanca entra cautelosamente en la sala de espera, saludando a Fred y a Camilo. Ambos


le responden con un gesto de la cabeza.

FRED.- Buenas tardes. (Dirigiéndose a Camilo con discreción) -Creo que sería
conveniente cambiar de tema…

(Blanca, armada con unas toallitas, limpia el respaldo de una de las sillas con mucho
ajetreo. Camilo se le queda mirando)

CAMILO.- ¿Hay algún problema?

BLANCA.- No, nada. Es para los microbios.

Abriendo su maletín, Blanca saca una toallita y limpia el asiento de la silla antes de
sentarse.

BLANCA.- (a Fred) Perdone, ¿sabe usted dónde está el baño?

CAMILO.- (señalando hacia el baño) Creo que es, en el pasillo, la primera puerta a la
derecha.

BLANCA.- (cogiendo un dispensador de jabón de su maletín) Gracias.

Blanca echa a andar hacía el baño.

FRED.- «¡Cagona de mierda!» (A Camilo)

CAMILO- SIN DISCULPARSE FREDD

BLANCA.- (se sienta en su silla toda impactada de lo que paso y guarda el jabón en su
maletín) Disculpen, ¿no está el doctor?
FRED.- No lo sé, señora, estamos esperando.

CAMILO.- Y llevamos ya 750 segundos, dicho así grosso modo

Maria llega a la recepción saluda de manera propia a la enfermera

Maria: buen día querida ve go a mi cita

La enfermera solo señala la entrada mientras sigue arreglándose, Maria entra a la sala
con los demás compañeros

MARÍA.- (con timidez) Buenas tardes.

BLANCA.- Buenas tardes.

CAMILO.- Buenas tardes.

FRED.- Buenas tardes.

María atraviesa la sala de espera y se sienta, sin decir nada, en una de las sillas.

FRED.- «¡Qué olor a gata!»

MARÍA.- (santiguándose tres veces con rapidez) ¡Ahhh! Jesús, María y José, ¿pero esto
qué es?

Maria se pone a rezar un padrenuestro.

FRED.- Perdone señora, le ruego que me disculpe.

MARÍA.- ¿Está usted mal de la cabeza? ¿Va bebido o qué?

CAMILO.- Espere, no se ofenda, mujer. Fred es buena gente, pero tiene un problemilla.

BLANCA.- Ah, sí. Eso es el ‘Síndrome de Tourette’.

FRED.- Exacto

MARÍA.- No, nunca.

FRED.- «¡Cómemela!»

MARÍA.- (santiguándose tres veces con rapidez y rezando) ¡Ahhh!

FRED.- Perdone, lo siento.

MARÍA.- ¡Jesús, María y José!

CAMILO.- ¡No Fred, las disculpas otra vez, no! (a María) Y usted, lo de rezar el Rosario lo
puede pausar

MARÍA.- (a Blanca) ¿Pero es que no está el doctor?


BLANCA.- Que yo sepa no. Aunque solo llevo aquí dos minutos.

Maria se tranquiliza y ve hacia lo que hay en la mesa

MARÍA.- (a Blanca) Perdone, pero ¿eso de ahí es un evangelio?

BLANCA.- (con angustia) ¿El qué?

MARÍA.- Ese librito, el evangelio.

BLANCA.- Ah, pues sí. ¿Lo quiere?

María asiente.

Blanca coge el librito con un gesto de repulsión y se lo da a María sosteniéndolo con la


punta de los dedos.

MARÍA.- Gracias.

María se pone a leer el evangelio. Blanca se mira las manos, coge su dispensador de
jabón y se levanta puede ser.

En ese momento, entra Lili>.

LILÍ.- (saludando con la cabeza tímidamente) Buenas tardes. Buenas tardes.

TODOS.- Buenas tardes.

MARÍA.- (a Lilí) ¿Usted también tiene cita con el Doctor?

LILÍ.- Sí. Sí.

MARÍA.- ¿Pero este hombre a cuánta gente le dio cita hoy?

CAMILO.- Habrá que apagar las luces para no atraer más bichos raros.

MARÍA.- ¡Oh, Dios mío, la luz! Me he dejado las luces encendidas en casa. Maldita sea,
qué tonta. (Pausa) ¡Ahhhh! ¡¡¡El gas!!!

CAMILO.- ¡¿También el gas?!

MARÍA.- Quizá, sí, puede… ay, ya no sé. Señor-señor, ayúdame… ¿Hay tres personas
delante de mí, verdad?

FRED.- «¡Tócamela!»

MARÍA.- ¡Jesús, María y José!

LILÍ.- (a Camilo) Ya. Ya.

Pep llega con desequilibrio para no pisar ninguna línea en el piso y la enfermera solo se le
queda viendo sorprendida de tan personaje que ve
PEP.- Buenas tardes.

CAMILO.- Aquí está, ¡la sexta silla!

Todos se giran para mirar a Pep

TODOS.- Buenas tardes.

LILÍ.- Buenas tardes. Buenas tardes.

CAMILO.- Pase, pase sin miedo, que no mordemos ninguno.

PEP.- Eso espero.. ¿O no?

MARÍA.- ¿Y usted también tiene cita con el Doctor Cooper?

PEP.- Sí, claro.

MARÍA.- Pues lo de dar tanta cita no tiene sentido.

BLANCA.- (a Lilí) ¿A usted le dijeron que sería una terapia de grupo?

LILÍ.- No. No.

FRED.- (con fuerza) «¡A tomar por tonto!»

CAMILO.- (A Pep) Chaval, ¿no quieres entrar?

PEP.- Sí, me encantaría.

CAMILO.- Pues venga, pasa.

PEP.- Ya, pero… con estas líneas.

CAMILO.- ¿Qué líneas?

PEP.- El dibujo del suelo. Yo nunca piso una línea cuando camino, nunca. Y aquí está
todo lleno.

CAMILO.- Pues sáltatelas. Solo tienes 172.

PEP.- Ya, pero… me da miedo que se burlen de mí.

CAMILO.- ¿Y te burlarías de mí si hago algo que no veas normal?

PEP.- No, claro que no

Todos se miran, con gesto se duda.

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