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El documento describe los eventos de la Semana Santa, incluyendo la entrada de Jesús a Jerusalén el Domingo de Ramos, la institución de la Eucaristía el Jueves Santo, y la crucifixión y muerte de Jesús el Viernes Santo.

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Apuntes sobre la Semana Santa

Con aportes del Catecismo de San Pio X

¿Por qué la última semana de Cuaresma se llama SANTA? – La última semana de Cuaresma se llama Santa porque en
ella se, celebra la memoria de los más grandes misterios que Jesucristo obró por nuestra redención.

¿Qué hemos de hacer para pasar la Semana Santa según la mente de la Iglesia? – Para pasar la Semana Santa según
la mente de la Iglesia hemos de hacer, tres cosas: 1ª, juntar al ayuno y abstinencia mayor recogimiento interior y mayor
fervor en la oración; 2ª, meditar asiduamente y con espíritu de compunción las padecimientos de Jesucristo; 3ª, asistir si
podemos a los divinos oficios con este mismo espíritu.

Domingo de Ramos
Evangelio (Mateo 21, 1-9)

Jesús va a Jerusalén, en donde sabe que ha de morir dentro de pocos días y hace su entrada solemne en la ciudad. Solemne,
sí. Más sin embargo, humilde y sencilla. En medio de la tristeza se que respira en toda la Semana Santa se oyen los cánticos
de alegría. Las personas de corazón recto salieron a recibir a Jesús con himnos y alabanzas. Pero no faltaban en medio de la
multitud los orgullosos fariseos que se consumían de envidia al presenciar el triunfo del Redentor.

Los Evangelios describen cómo Jesús entró a Jerusalén y cómo la gente alfombraba su camino y también cómo dejaba a un
lado pequeñas ramas de árbol. La gente también cantaba una parte del Libro de los Salmos, específicamente los versículos
25-26 del capítulo 118. …»Bendito es el que viene en el nombre del Señor». «Bendito es el enviado del Reino de Nuestro
Padre David»… El lugar de esta entrada no está especificado, pero se supone que tuvo lugar en la Puerta Dorada, desde
donde se creía que el Mesías entraría a Jerusalén, otros estudiosos piensan que el lugar fue hacia el sur, pues tenía entrada
directa hacia el templo.

48. ¿Qué misterio se conmemora el Domingo de Ramos? – se conmemora la entrada triunfante de Jesucristo en Jerusalén
seis días antes de su Pasión.

49. ¿Por qué causa quiso Jesucristo entrar triunfante en Jerusalén, antes de su Pasión? – Jesucristo, antes de su Pasión,
quiso entrar triunfante en Jerusalén, como , estaba profetizado 1°, para alentar a sus discípulos, dándoles con ello una prueba
manifiesta de que iba a padecer espontáneamente; 2°, para enseñarnos que con su muerte triunfaría del demonio, mundo y
carne y nos abriría la entrada del cielo.

54. ¿Por qué el domingo de Semana Santa se llama Domingo de Ramos? – El domingo de Semana Santa se llama
Domingo de Ramos por la procesión que en este día se celebra, en la cual los fieles llevan en la mano un ramo de oliva o
de palma.
55. ¿Por qué el Domingo de Ramos se hace la procesión llevando ramos de oliva o de palma? – El Domingo de Ramos
se hace la procesión llevando ramos de oliva o de palma para recordar la entrada triunfante de Jesucristo en Jerusalén,
cuando las turbas le salieron al encuentro con ramos de palma en las manos.

Jueves Santo

El Jueves Santo ha llegado, y con él, se abre Triduo Pascual. Con su llegada, conmemoramos también la Institución de la
Eucaristía como el regalo de Amor, la Institución del Sacramento de La Orden Sacerdotal y la vida de servicio a los demás.
En el Jueves Santo, acontecen 5 eventos importantes previos a la pasión de Nuestro Señor Jesucristo y que todo cristiano
ha de meditar.

El lavado de los pies


El lavatorio o lavado de pies del Jueves Santo es el evento en el cual Jesús, en un acto que demuestra su gran humildad,
lava los pies a sus doce apóstoles. Así, de esta manera, Cristo se pone así mismo como ejemplo de caridad, servicio y amor
al prójimo.
Jesús nos recuerda nuevamente la importancia de vivir el amor y entregar amor al prójimo y lo reafirma entregándonos un
mandamiento nuevo:
«Un mandamiento nuevo os doy, que os améis los unos a los otros como Yo os he amado».

La institución de la Eucaristía
El evento principal de entre ellos, es sin lugar a dudas la institución de la Eucaristía.
La última cena es la comida que, en celebración de la pascua, compartió Jesús con sus discípulos. En ella instituyó la
eucaristía, en la cual Cristo nos deja su cuerpo y sangre transubstanciados en pan y vino.

La traición de Judas
«Habiendo dicho Jesús esto, se angustió en espíritu, y testificó y dijo: En verdad, en verdad os digo que uno de vosotros me
entregará. Los discípulos se miraban unos a otros, y estaban perplejos sin saber de quién hablaba. Uno de sus discípulos, el
que Jesús amaba, estaba a la mesa reclinado en el pecho de Jesús.
Por eso Simón Pedro le hizo señas, y le dijo: Dinos de quién habla. El, recostándose de nuevo sobre el pecho de Jesús, le
dijo: Señor, ¿quién es? Entonces Jesús respondió: Es aquel a quien yo daré el bocado que voy a mojar. Y después de mojar
el bocado, lo tomó y se lo dio a Judas, hijo de Simón Iscariote. Y después del bocado, Satanás entró en él. Entonces Jesús
le dijo: Lo que vas a hacer, hazlo pronto».

La agonía de Nuestro Señor en el huerto de Getsemaní

El prendimiento de Jesús
Judas hace su entrada y no llega sólo. Acompañado por un gentío armado de palos y espadas se aproxima hasta el Señor y
le besa en una mejilla.
«En aquel momento dijo Jesús a las turbas: ¿Como contra un ladrón habéis salido con espadas y palos a prenderme? Todos
los días me sentaba a enseñar en el Templo, y no me prendisteis.
Todo esto sucedió para que se cumplieran las escrituras de los Profetas». Era de noche, muy entrada la madrugada. No
quieren los conspiradores la luz del día, quieren la sorpresa, como si pudiesen sorprender a Jesús, que les espera consciente
del peligro y entregándose a él.
«Entonces todos los discípulos, abandonándole, huyeron». De poco les han servido sus promesas de dar la vida. Eran capaces
de morir matando, pero no de sufrir la injusticia con paciencia y humildad.
Permanecía oculto a sus ojos que se trataba de un sacrificio, del sacrificio de la nueva Ley, esa que han aprendido en teoría
y ahora están aprendiendo en la práctica. Es la lógica del amor sin límites, del amor puro, y ellos no la entienden. Jesús está
solo. Judas huye.
La Pasión de nuestro Señor había comenzado.

50. ¿Qué misterios se celebran el Jueves Santo? – El Jueves Santo se celebra la institución del Santísimo Sacramento de
la Eucaristía y del Sacerdocio, se recuerda el lavatorio de los pies y el precepto del amor cristiano.
58. ¿Por qué se guarda el Jueves Santo un copón con hostias consagradas en el monumento? – El Jueves Santo se
guarda en el monumento un copón con hostias consagradas 1°, para que se tributen especiales adoraciones al Sacramento
de la Eucaristía el día en que se instituyó; 2°, para que se pueda comulgar el Viernes Santo en que el sacerdote no consagra.
59. ¿Por qué el Jueves Santo después de la Misa se desnudan los altares? – El Jueves Santo, después de la Misa, se
desnudan los altares, a fin de representarnos a Jesucristo despojado de sus vestidos para ser azotado y puesto en Cruz y
enseñarnos que para celebrar dignamente la Pasión hemos de despojarnos del hombre viejo, que son todos los afectos
mundanos.
60. ¿Por qué se hace el Lavatorio de los pies el Jueves Santo? – El Jueves Santo se hace el Lavatorio de los pies: 1°, para
renovar la memoria de aquella humillación con que Jesucristo se rebajó a lavar los pies a sus Apóstoles; 2°, porque Él mismo
exhortó a los Apóstoles, y en ellos a los fieles, a imitar su ejemplo; 3°, para enseñarnos que hemos de limpiar nuestro
corazón de toda mancha y ejercitar unos con otros los oficios de la caridad y humildad cristiana.
61. ¿Por qué el Jueves y Viernes Santos van los fieles a visitar el Santísimo Sacramento en muchas Iglesias, en pública
procesión o en particular? – El Jueves y Viernes Santo van los fieles a visitar el Santísimo Sacramento en muchas Iglesias
en memoria de los dolores que sufrió Jesucristo en muchos lugares, como en el Huerto, en las casas de Caifás, Pilatos y
Herodes y en el Calvario.
62. ¿Con qué espíritu han de hacerse las visitas a los monumentos? – Las visitas a los monumentos han de hacerse no
por curiosidad, costumbre o pasatiempo, sino con sincera contrición de nuestros pecados, que son la verdadera causa de la
pasión y muerte de nuestro Redentor; y con verdadero espíritu de compasión de sus penas, mediante los diversos
padecimientos que sufrió; por ejemplo: en la primera visita, lo que padeció en el Huerto; en Ia segunda, lo que sufrió en el
pretorio de Pilatos, y así en las demás.
Viernes Santo

Todas las profecías se han cumplido, así lo ha confirmado Jesús poco antes de morir en la cruz: «Todo se ha consumado».
Pero para poder dar pleno cumplimiento a las escrituras, el hijo de Dios ha debido padecer primero a manos de aquellos a
quienes ha venido a salvar.
Mientras los corderos pascuales sangran en el templo, muere un hombre fuera de la ciudad, muere el Hijo de Dios, asesinado
por los que creen honrar a Dios en el templo. Dios muere como hombre; se entrega a sí mismo a los hombres, que no pueden
dársele, sustituyendo así los cultos infructuosos con la realidad de su inmenso amor.
¡Jesús es condenado a muerte y crucificado! Pilato, representante del poder de Roma, presenta a Jesús a los judíos como su
Rey; pero el pueblo lo rechaza y renuncia hoy, Viernes Santo, a la dominación de Dios, para abrazar la dominación del
César romano: “No tenemos otro rey que el César.”
Con esta renuncia, el pobre pueblo, sella para siempre su fatal destino. Nadie puede despreciar a Jesús sin despreciarse y
perderse a sí mismo al mismo tiempo.
Jesús, es el Rey despreciado por su pueblo. En el relato del Evangelista San Juan, al describirnos la condenación de Jesús,
se advierte un marcado empeño por subrayar la regia actitud con que el Señor comienza y termina su Pasión: «Yo soy Rey.
A eso he venido al mundo: a dar testimonio de la Verdad».
Los soldados ponen sobre su cabeza una corona de espinas y le saludan: “¡Salve, Rey de los Judíos!”. Pilato se sienta en su
tribunal, y pregunta a los judíos: “¿Queréis que crucifique a vuestro Rey?” Ellos respondieron: “Nosotros no tenemos más
rey que el César.”
Jesús sube a la Cruz como Rey. Así lo prueba la inscripción que se coloca sobre ella: “Jesús Nazareno, Rey de los judíos.”
Este día se centra en la inmolación del Cordero que quita el pecado y en la señal de su muerte gloriosa: la cruz.
Pero el centro de la liturgia del día lo ocupa la celebración de la pasión. La acción litúrgica debe comenzar después del
mediodía, hacia las tres de la tarde, á no ser que por razones pastorales se prefiera una hora «más tardía». Los ornamentos
sagrados que se usan son de color rojo, el color propio de los mártires en señal de victoria. Por eso el Viernes Santo no es
un día de luto, sino de amorosa contemplación de la muerte del Señor, fuente de nuestra salvación.
La estructura de la celebración es muy simple y muy expresiva: la liturgia de la Palabra, la adoración de la cruz y la
comunión. No hay más rito inicial que la postración, rostro a tierra, del sacerdote y los ministros, y una oración que pide al
Señor que se acuerde de su misericordia.
Finalmente, el evangelio es el relato tradicional de la pasión según San Juan. La liturgia ha reservado este pasaje conociendo
la intencionalidad y el punto de vista del cuarto evangelio. Para Juan, la cruz es la suprema revelación del amor de Dios y
de la completa libertad de Jesús.
Después de las lecturas y de la homilía, la liturgia de la Palabra se cierra con la solemne oración universal de los fieles.
La participación eucarística con las especies consagradas la tarde anterior completa la celebración. Esta termina con la
oración sobre el pueblo, invocando la bendición divina sobre él.
El Viernes Santo es dio de ayuno; pero de un ayuno no penitencial, como el de la Cuaresma, sino pascual, porque nos hace
vivir el tránsito de la pasión a la resurrección. Este ayuno no es un elemento secundario del Triduo pascual. Por eso, la
Iglesia recomienda que se guarde también durante todo el Sábado Santo.
51. ¿Qué misterio se recuerda el Viernes Santo? – El viernes Santo se recuerda la pasión y muerte del Salvador.
63. ¿Por qué el Viernes Santo, de un modo particular, ruega la Iglesia al Señor por toda suerte de personas, aun por
los paganos y judíos? – La Iglesia, el Viernes Santo, ruega de un moceo particular al Señor por toda suerte de personas
para demostrar que Jesucristo murió por todos los hombres, y para implorar en beneficio de todos el fruto de su Pasión.
64. ¿Por qué el Viernes Santo se adora solemnemente la Cruz? – El Viernes Santo se adora solemnemente la Cruz
porque, habiendo sido Jesucristo clavado y muerto en ella en este día, la santificó con su sangre.
65. Si la adoración se debe a sola Dios, ¿cómo se adora también la Cruz? – La adoración se debe a solo Dios, y por esto,
cuando se adora la Cruz, nuestra adoración se refiere a Jesucristo, que murió en ella.

Sábado Santo

Es el segundo día del Triduo pascual. La rúbrica del Misal explica su significado:
«Durante el Sábado Santo, la Iglesia permanece junto al sepulcro del Señor, meditando su pasión y muerte, y se abstiene
del sacrificio de la misa, quedando por ello desnudo el altar hasta que, después de la solemne vigilia o expectación nocturna
de la resurrección, se inauguren los gozos de la Pascua, cuya exuberancia inundará los cincuenta días pascuales.
Es el día del silencio: la comunidad cristiana vela junto al sepulcro. Es día para profundizar. Para contemplar. El altar está
despojado. El sagrario, abierto y vacío.
Es el día de la ausencia. El Esposo nos ha sido arrebatado. Día de dolor, de reposo, de esperanza, de soledad. El mismo
Cristo está callado. Él, que es el Verbo, la Palabra, está callado. Después de su último grito de la cruz "¿por qué me has
abandonado"?- ahora él calla en el sepulcro. Descansa: "todo se ha cumplido".
El Sábado es el día en que experimentamos el vacío. Si la fe, ungida de esperanza, no viera el horizonte último de esta
realidad, caeríamos en el desaliento: "nosotros esperábamos... ", decían los discípulos de Emaús.
Eso sí, no es un día vacío en el que "no pasa nada". Ni un duplicado del Viernes. La gran lección es ésta: Cristo está en el
sepulcro, ha bajado al lugar de los muertos, a lo más profundo a donde puede bajar una persona. Y junto a Él, como su
Madre María, está la Iglesia, la esposa. Callada, como él.
El Sábado está en el corazón mismo del Triduo Pascual. Entre la muerte del Viernes y la resurrección del Domingo nos
detenemos en el sepulcro. Un día puente, pero con personalidad. Son tres aspectos - no tanto momentos cronológicos - de
un mismo y único misterio, el misterio de la Pascua de Jesús: muerto, sepultado, resucitado.

Vigilia Pascual

La vigilia pascual es esencialmente una larga celebración de la Palabra de Dios y de oración, que culmina con la eucaristía.
No es, por tanto, una misa vespertina en víspera de un día festivo, ni siquiera es una celebración más del año litúrgico, sino
la acción litúrgica más importante, el vértice de todas las conmemoraciones tanto del Triduo pascual como de todo el año.
Todos los momentos de la vigilia están cargados de simbolismo y de belleza, empezando por la propia hora de la celebración,
para que se advierta el contraste entre las tinieblas y la luz, el pecado y Cristo resucitando glorioso. La acción se desarrolla
en cuatro partes bien definidas.
Primero el lucernario o rito del juego y de la luz, cuyo origen hay que buscar en la antiquísima práctica judía y cristiana de
encender la lámpara pronunciando una bendición al Señor. La preparación del cirio pascual, que se enciende con el fuego
nuevo y es llevado en procesión hacia el interior del templo, constituye la evocación simbólica de la resurrección de Cristo.
La liturgia de la Palabra, o segunda parte, tiene un dinamismo propio, que se va mostrando en el ritmo, tan significativo, de
lectura, canto y oración. El conjunto de los textos proclamados es un repaso a toda la historia de la salvación -la creación,
Abrahán, el éxodo, los profetas, Cristo-, que gravita sobre la Pascua del Señor. En efecto, todos los momentos evocados de
la historia representan otras tantas victorias de la vida sobre la muerte hasta llegar a la resurrección de Jesús.
Al término de la liturgia de la Palabra, en el canto del Gloria se encienden todas las luces de la iglesia. El canto del Aleluya
hace también su aparición de una manera solemne. Todo esto son signos de la fiesta grande de la Pascua.
Después de la homilía que da paso al rito viene la liturgia de los sacramentos del bautismo y de la eucaristía. El rito bautismal
se reduce a lo esencial: letanías, bendición del agua, promesas y ablución. Debe recordarse el rito bautismal mediante la
renovación de las promesas por todos los presentes y la aspersión con el agua a toda la asamblea.
La eucaristía de la noche santa de la Pascua tiene un encanto especial como anuncio eficaz de la muerte del Señor y
proclamación gozosa de su resurrección en la espera de su venida.

66. ¿Qué hay que considerar de un modo especial en los ritos del Sábado Santo por la noche? – En los ritos del Sábado
Santo por la noche llamados la vigilia pascual, hay que considerar de un modo especial la bendición del cirio pascual y de
la fuente bautismal.
67. ¿Qué significa el cirio pascual? – El cirio pascual significa el resplandor y la gloria que Jesucristo trajo al mundo.
68. ¿Por qué se bendice en la vigilia pascual la fuente bautismal? – En la vigilia pascual se bendice la fuente bautismal
porque antiguamente en este día, como también la víspera de Pentecostés, se administraba solemnemente el Bautismo.
69. ¿Qué hemos de hacer mientras se bendice la fuente bautismal? – Mientras se bendice la fuente bautismal hemos de
dar gracias al Señor por habernos admitido al Bautismo, y renovar las promesas que entonces hicimos.

La Resurrección de Cristo en el Catecismo de la Iglesia Católica

AL TERCER DÍA RESUCITÓ DE ENTRE LOS MUERTOS


638 "Os anunciamos la Buena Nueva de que la Promesa hecha a los padres Dios la ha cumplido en nosotros, los hijos, al
resucitar a Jesús (Hch 13, 32-33). La Resurrección de Jesús es la verdad culminante de nuestra fe en Cristo, creída y vivida
por la primera comunidad cristiana como verdad central, transmitida como fundamental por la Tradición, establecida en los
documentos del Nuevo Testamento, predicada como parte esencial del Misterio Pascual al mismo tiempo que la Cruz:

Cristo ha resucitado de los muertos, con su muerte ha vencido a la muerte. Y a los muertos ha dado la vida.

I. El acontecimiento histórico y transcendente

639 El misterio de la resurrección de Cristo es un acontecimiento real que tuvo manifestaciones históricamente comprobadas
como lo atestigua el Nuevo Testamento. Ya san Pablo, hacia el año 56, puede escribir a los Corintios: "Porque os transmití,
en primer lugar, lo que a mi vez recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras; que fue sepultado y
que resucitó al tercer día, según las Escrituras; que se apareció a Cefas y luego a los Doce: "(1 Co 15, 3-4). El apóstol habla
aquí de la tradición viva de la Resurrección que recibió después de su conversión a las puertas de Damasco (cf. Hch 9, 3-
18).

El sepulcro vacío

640 "¿Por qué buscar entre los muertos al que vive? No está aquí, ha resucitado" (Lc 24, 5-6). En el marco de los
acontecimientos de Pascua, el primer elemento que se encuentra es el sepulcro vacío. No es en sí una prueba directa. La
ausencia del cuerpo de Cristo en el sepulcro podría explicarse de otro modo (cf. Jn 20,13; Mt 28, 11-15). A pesar de eso, el
sepulcro vacío ha constituido para todos un signo esencial. Su descubrimiento por los discípulos fue el primer paso para el
reconocimiento del hecho de la Resurrección. Es el caso, en primer lugar, de las santas mujeres (cf. Lc 24, 3. 22- 23),
después de Pedro (cf. Lc 24, 12). "El discípulo que Jesús amaba" (Jn 20, 2) afirma que, al entrar en el sepulcro vacío y al
descubrir "las vendas en el suelo"(Jn 20, 6) "vio y creyó" (Jn 20, 8). Eso supone que constató en el estado del sepulcro vacío
(cf. Jn 20, 5-7) que la ausencia del cuerpo de Jesús no había podido ser obra humana y que Jesús no había vuelto
simplemente a una vida terrenal como había sido el caso de Lázaro (cf. Jn 11, 44).

Las apariciones del Resucitado

641 María Magdalena y las santas mujeres, que iban a embalsamar el cuerpo de Jesús (cf. Mc 16,1; Lc 24, 1) enterrado a
prisa en la tarde del Viernes Santo por la llegada del Sábado (cf. Jn 19, 31. 42) fueron las primeras en encontrar al Resucitado
(cf. Mt 28, 9-10; Jn 20, 11-18). Así las mujeres fueron las primeras mensajeras de la Resurrección de Cristo para los propios
Apóstoles (cf. Lc 24, 9-10). Jesús se apareció en seguida a ellos, primero a Pedro, después a los Doce (cf. 1 Co 15, 5). Pedro,
llamado a confirmar en la fe a sus hermanos (cf. Lc 22, 31-32), ve por tanto al Resucitado antes que los demás y sobre su
testimonio es sobre el que la comunidad exclama: "¡Es verdad! ¡El Señor ha resucitado y se ha aparecido a Simón!" (Lc 24,
34).

642 Todo lo que sucedió en estas jornadas pascuales compromete a cada uno de los Apóstoles —y a Pedro en particular—
en la construcción de la era nueva que comenzó en la mañana de Pascua. Como testigos del Resucitado, los Apóstoles son
las piedras de fundación de su Iglesia. La fe de la primera comunidad de creyentes se funda en el testimonio de hombres
concretos, conocidos de los cristianos y de los que la mayor parte aún vivían entre ellos. Estos "testigos de la Resurrección
de Cristo" (cf. Hch 1, 22) son ante todo Pedro y los Doce, pero no solamente ellos: Pablo habla claramente de más de
quinientas personas a las que se apareció Jesús en una sola vez, además de Santiago y de todos los Apóstoles (cf. 1 Co 15,
4-8).

643 Ante estos testimonios es imposible interpretar la Resurrección de Cristo fuera del orden físico, y no reconocerlo como
un hecho histórico. Sabemos por los hechos que la fe de los discípulos fue sometida a la prueba radical de la pasión y de la
muerte en cruz de su Maestro, anunciada por Él de antemano (cf. Lc 22, 31-32). La sacudida provocada por la pasión fue
tan grande que los discípulos (por lo menos, algunos de ellos) no creyeron tan pronto en la noticia de la resurrección. Los
evangelios, lejos de mostrarnos una comunidad arrobada por una exaltación mística, nos presentan a los discípulos abatidos
("la cara sombría": Lc 24, 17) y asustados (cf. Jn 20, 19). Por eso no creyeron a las santas mujeres que regresaban del
sepulcro y "sus palabras les parecían como desatinos" (Lc 24, 11; cf. Mc 16, 11. 13). Cuando Jesús se manifiesta a los once
en la tarde de Pascua "les echó en cara su incredulidad y su dureza de cabeza por no haber creído a quienes le habían visto
resucitado" (Mc 16, 14).

644 Tan imposible les parece la cosa que, incluso puestos ante la realidad de Jesús resucitado, los discípulos dudan todavía
(cf. Lc 24, 38): creen ver un espíritu (cf. Lc 24, 39). "No acaban de creerlo a causa de la alegría y estaban asombrados"
(Lc 24, 41). Tomás conocerá la misma prueba de la duda (cf. Jn 20, 24-27) y, en su última aparición en Galilea referida por
Mateo, "algunos sin embargo dudaron" (Mt 28, 17). Por esto la hipótesis según la cual la resurrección habría sido un
"producto" de la fe (o de la credulidad) de los apóstoles no tiene consistencia. Muy al contrario, su fe en la Resurrección
nació —bajo la acción de la gracia divina— de la experiencia directa de la realidad de Jesús resucitado.

El estado de la humanidad resucitada de Cristo

645 Jesús resucitado establece con sus discípulos relaciones directas mediante el tacto (cf. Lc 24, 39; Jn 20, 27) y el
compartir la comida (cf. Lc 24, 30. 41-43; Jn 21, 9. 13-15). Les invita así a reconocer que él no es un espíritu (cf. Lc 24,
39), pero sobre todo a que comprueben que el cuerpo resucitado con el que se presenta ante ellos es el mismo que ha sido
martirizado y crucificado, ya que sigue llevando las huellas de su pasión (cf Lc 24, 40; Jn 20, 20. 27). Este cuerpo auténtico
y real posee sin embargo al mismo tiempo, las propiedades nuevas de un cuerpo glorioso: no está situado en el espacio ni
en el tiempo, pero puede hacerse presente a su voluntad donde quiere y cuando quiere (cf. Mt 28, 9. 16-17; Lc 24, 15.
36; Jn 20, 14. 19. 26; 21, 4) porque su humanidad ya no puede ser retenida en la tierra y no pertenece ya más que al dominio
divino del Padre (cf. Jn 20, 17). Por esta razón también Jesús resucitado es soberanamente libre de aparecer como quiere:
bajo la apariencia de un jardinero (cf. Jn 20, 14-15) o "bajo otra figura" (Mc 16, 12) distinta de la que les era familiar a los
discípulos, y eso para suscitar su fe (cf. Jn 20, 14. 16; 21, 4. 7).

646 La Resurrección de Cristo no fue un retorno a la vida terrena como en el caso de las resurrecciones que él había realizado
antes de Pascua: la hija de Jairo, el joven de Naím, Lázaro. Estos hechos eran acontecimientos milagrosos, pero las personas
afectadas por el milagro volvían a tener, por el poder de Jesús, una vida terrena "ordinaria". En cierto momento, volverán a
morir. La Resurrección de Cristo es esencialmente diferente. En su cuerpo resucitado, pasa del estado de muerte a otra vida
más allá del tiempo y del espacio. En la Resurrección, el cuerpo de Jesús se llena del poder del Espíritu Santo; participa de
la vida divina en el estado de su gloria, tanto que san Pablo puede decir de Cristo que es "el hombre celestial" (cf. 1 Co 15,
35-50).

La Resurrección como acontecimiento transcendente

647 "¡Qué noche tan dichosa —canta el Exultet de Pascua—, sólo ella conoció el momento en que Cristo resucitó de entre
los muertos!". En efecto, nadie fue testigo ocular del acontecimiento mismo de la Resurrección y ningún evangelista lo
describe. Nadie puede decir cómo sucedió físicamente. Menos aún, su esencia más íntima, el paso a otra vida, fue perceptible
a los sentidos. Acontecimiento histórico demostrable por la señal del sepulcro vacío y por la realidad de los encuentros de
los Apóstoles con Cristo resucitado, no por ello la Resurrección pertenece menos al centro del Misterio de la fe en aquello
que transciende y sobrepasa a la historia. Por eso, Cristo resucitado no se manifiesta al mundo (cf. Jn 14, 22) sino a sus
discípulos, "a los que habían subido con él desde Galilea a Jerusalén y que ahora son testigos suyos ante el pueblo" (Hch 13,
31).

III. Sentido y alcance salvífico de la Resurrección

651 "Si no resucitó Cristo, vana es nuestra predicación, vana también vuestra fe"(1 Co 15, 14). La Resurrección constituye
ante todo la confirmación de todo lo que Cristo hizo y enseñó. Todas las verdades, incluso las más inaccesibles al espíritu
humano, encuentran su justificación si Cristo, al resucitar, ha dado la prueba definitiva de su autoridad divina según lo había
prometido.

652 La Resurrección de Cristo es cumplimiento de las promesas del Antiguo Testamento (cf. Lc 24, 26-27. 44-48) y del
mismo Jesús durante su vida terrenal (cf. Mt 28, 6; Mc 16, 7; Lc 24, 6-7). La expresión "según las Escrituras" (cf. 1 Co 15,
3-4 y el Símbolo Niceno-Constantinopolitano. DS 150) indica que la Resurrección de Cristo cumplió estas predicciones.

653 La verdad de la divinidad de Jesús es confirmada por su Resurrección. Él había dicho: "Cuando hayáis levantado al
Hijo del hombre, entonces sabréis que Yo Soy" (Jn 8, 28). La Resurrección del Crucificado demostró que verdaderamente,
él era "Yo Soy", el Hijo de Dios y Dios mismo. San Pablo pudo decir a los judíos: «La Promesa hecha a los padres Dios la
ha cumplido en nosotros [...] al resucitar a Jesús, como está escrito en el salmo primero: "Hijo mío eres tú; yo te he
engendrado hoy"» (Hch 13, 32-33; cf. Sal 2, 7). La Resurrección de Cristo está estrechamente unida al misterio de la
Encarnación del Hijo de Dios: es su plenitud según el designio eterno de Dios.

654 Hay un doble aspecto en el misterio pascual: por su muerte nos libera del pecado, por su Resurrección nos abre el acceso
a una nueva vida. Esta es, en primer lugar, la justificación que nos devuelve a la gracia de Dios (cf. Rm 4, 25) "a fin de que,
al igual que Cristo fue resucitado de entre los muertos [...] así también nosotros vivamos una nueva vida" (Rm 6, 4). Consiste
en la victoria sobre la muerte y el pecado y en la nueva participación en la gracia (cf. Ef 2, 4-5; 1 P 1, 3). Realiza la adopción
filial porque los hombres se convierten en hermanos de Cristo, como Jesús mismo llama a sus discípulos después de su
Resurrección: "Id, avisad a mis hermanos" (Mt 28, 10; Jn 20, 17). Hermanos no por naturaleza, sino por don de la gracia,
porque esta filiación adoptiva confiere una participación real en la vida del Hijo único, la que ha revelado plenamente en su
Resurrección.
655 Por último, la Resurrección de Cristo —y el propio Cristo resucitado— es principio y fuente de nuestra resurrección
futura: "Cristo resucitó de entre los muertos como primicias de los que durmieron [...] del mismo modo que en Adán mueren
todos, así también todos revivirán en Cristo" (1 Co 15, 20-22). En la espera de que esto se realice, Cristo resucitado vive en
el corazón de sus fieles. En Él los cristianos "saborean [...] los prodigios del mundo futuro" (Hb 6,5) y su vida es arrastrada
por Cristo al seno de la vida divina (cf. Col 3, 1-3) para que ya no vivan para sí los que viven, sino para aquel que murió y
resucitó por ellos" (2 Co 5, 15).

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