0% encontró este documento útil (0 votos)
63 vistas6 páginas

Crisis Educativa y Modernidad

El documento analiza la crisis de la modernidad y cómo ha llevado a una educación instrumental y tecnocrática que deshumaniza al estudiante. También explora propuestas de una educación humanista para contrarrestar esto.

Cargado por

medalitrojas2002
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Nos tomamos en serio los derechos de los contenidos. Si sospechas que se trata de tu contenido, reclámalo aquí.
Formatos disponibles
Descarga como DOCX, PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
0% encontró este documento útil (0 votos)
63 vistas6 páginas

Crisis Educativa y Modernidad

El documento analiza la crisis de la modernidad y cómo ha llevado a una educación instrumental y tecnocrática que deshumaniza al estudiante. También explora propuestas de una educación humanista para contrarrestar esto.

Cargado por

medalitrojas2002
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Nos tomamos en serio los derechos de los contenidos. Si sospechas que se trata de tu contenido, reclámalo aquí.
Formatos disponibles
Descarga como DOCX, PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
Está en la página 1/ 6

SISTEMAS PEDAGÓGICOS CONTEMPARÁNEOS

Semana 14(26-06-23) VI Ciclo Inicial

Tema: Teorías de las Educación en la Crisis de la Modernidad.


Video:

La humanidad se enfrenta hoy a graves problemas generados por el


llamado proceso “civilizatorio”, propio de la racionalidad moderna y
cuya solución es de gran trascendencia para el presente y las venideras
generaciones. La situación descrita, denunciada desde distintas
perspectivas, remite a un punto en común: El paradigma racionalista
de la modernidad nos ha sumido en una profunda crisis y por tanto, es
preciso su cuestionamiento o la crítica a la racionalidad moderna.
Aquel sueño en el poder de la razón de organizar un mundo humano,
pleno de libertad y progreso no se ha realizado; por el contrario, lo que
se constata es un mundo deshumanizado. Los ideales o los grandes
relatos modernos: el proyecto emancipador, el progresista, el
innovador y el democrático, quedaron en promesas y utopías.

En el momento de pasar a los hechos, la Modernidad acusa grandes


contradicciones. Si bien es cierto que la razón, elevada a suprema
fuerza emancipadora, ha permitido secularizar la cultura y la sociedad,
liberando al hombre del oscurantismo opresor, también es verdad que
el conocimiento científico técnico se ha venido convirtiendo en la razón
instrumental, guiada por los únicos criterios de eficacia y éxito,
entregando al hombre al imperio de poderes burocráticos y
económicos.

Es por ello que todo análisis que aspire a abordar la crisis social,
humana o educativa del mundo contemporáneo no puede hacerlo sin
la referencia obligada al predominio de la racionalidad instrumental
entendida como una de las patologías del proyecto de la Modernidad y,
de igual manera, al contexto actual de su crisis. Y es que no solo
estamos en presencia de una crisis de los fundamentos de la ciencia,
sino también de la filosofía y, en general, ante una crisis de los
fundamentos del pensamiento.
Dentro de este escenario de la crisis del paradigma de la racionalidad
occidental y, concretamente, de las repercusiones de esta crisis en la
educación, tratamos de resaltar en este trabajo la importancia de las
propuestas actuales acerca de la educación humanista para el siglo XXI
que emergen a partir de la crítica al modelo educativo tecnocrático
instrumental, que ha llevado a la educación hacia un proceso de
deshumanización y donde el papel del docente se reduce a un técnico
especializado en la aplicación de un conjunto de reglas para orientar la
conducta de los alumnos.

En la medida en que esta orientación humanista aspira a superar los


riesgos de una visión instrumental y, en consecuencia, a humanizar las
prácticas y los enfoques en clara actitud crítica frente a la tendencia
deshumanizante y antihumanista en la que desembocó el positivismo y
el racionalismo dominante, esta educación humanista bien puede ser
llamada humanizadora. Desde esta perspectiva, utilizamos en este
trabajo ambos términos (educación humanista y educación
humanizadora) indistintamente

Crisis de la modernidad y educación instrumental-tecnocrática.

En el momento histórico presente, las numerosas crisis de orden


económico, social, educativo, político, ambiental, ideológico
interactuando unas sobre otras, han dado lugar a una crisis global del
sistema mundial surgido tras la segunda guerra mundial y, por tanto, de
la sociedad occidental. Sin duda que, como afirma Reyes (1988), se
trata de una crisis global que concierne a la crisis de la civilización
occidental moderna que encuentra parangón con la que atravesó
Occidente entre los siglos XIV y XVI, y dio origen al nacimiento de la
Modernidad.

La amplitud y la urgencia de la situación no tiene precedentes en la


historia de la humanidad: por primera vez el hombre ha de enfrentarse
a la posibilidad amenazadora y real de extinguirse de la haz de la tierra
junto con la vida vegetal y la animal (Capra, 1996). Como etapa
histórica, en la cual era posible concebir grandes revoluciones para
instaurar sociedades justas guiadas por los valores universales de
libertad, igualdad y fraternidad, la Modernidad entra en crisis dejando
sin contenido las utopías colectivas que la orientaban. Por ello es una
opinión generalizada que estamos en presencia de una crisis del
fundamento axiológico del mundo occidental.

A través del proceso de racionalización llevado a cabo por la


Modernidad, la razón emancipadora se ha escindido en la razón
científico-técnica, convertida en razón instrumental que coloniza y
domina el mundo material y el individual, y la razón práctica que hace
del hombre un sujeto moral, libre y responsable, se ha cambiado en un
pragmatismo universal entregado al éxito inmediato que convierte al
hombre en un ser frívolo y superficial: “El positivismo científico es quien
repotencia la “dicotomía” entre razón técnica y razón práctica, con lo
cual no solo se agudiza una lógica del absurdo sino que se termina
depredando al género humano de sus significaciones morales y
valoraciones ontológicas más vitales” (Márquez, 1995:5).

Esta ideología científica a partir de la cual se desarrolla la razón


mecánica prevaleciente en el mundo moderno, va a crear un orden
propio de objetividad (el mercado y sus leyes) que lleva a la
aniquilación del individuo, tan fundamental al principio del mundo
moderno (en tanto sujeto capaz de organizar su vida de acuerdos a sus
normas racionales, emanadas de sus propias decisiones).

En su intento de encontrar una racionalidad alternativa a la meramente


instrumental, Habermas en su libro Teoría de la Acción Comunicativa
(1992), realiza un análisis de la teoría social moderna y los fundamentos
racionales que la sustentan, y que se expresan principalmente en la
función comunicativa del lenguaje.

Sin embargo, estos propósitos buscan alcanzar una meta de mayor


alcance como es la posibilidad de construir una nueva teoría de la
racionalidad que sustente una nueva visión de la sociedad y del
hombre, a fin de reconstruir el proyecto inacabado de la modernidad a
la luz de una nueva perspectiva racional: la acción comunicativa. Su
propósito ha sido introducir una teoría de la acción comunicativa que
de razón de los fundamentos normativos de una teoría crítica de la
sociedad.

Los pensadores de la Escuela de Frankfurt, a partir de la tercera década


del siglo XX, se unieron en el proyecto de adelantar una teoría crítica de
las sociedades contemporáneas (Max Horkheimer, Adorno y Marcuse).
Las tesis centrales están expuestas en La Dialéctica de la Ilustración
(1969) donde se somete a crítica implacable el proyecto moderno de
instaurar a la razón como fundamento único de conocimiento y de la
práctica humana; denuncian las contradicciones inherentes a la
modernidad que habiendo prometido emancipar al hombre por medio
de la razón, en realidad lo ha convertido en instrumento de explotación
sin medida de la naturaleza.

Los patéticos resultados están a la vista en el desastre ecológico, en la


persistencia de la guerra y la violencia. Para los autores de la teoría
crítica, el proceso mediante el cual la razón occidental ha desembocado
en la sinrazón o irracionalidad es el producto de la dialéctica misma de
la razón occidental en su programa de racionalización instrumental del
mundo; el ámbito de la objetividad instaura un sentido determinado de
racionalidad que consiste en el sometimiento del hombre al orden
objetivo y se excluye de la esfera de la cientificidad el campo de la
moralidad, privando al hombre de una racionalidad encaminada a
orientar su praxis humana.

Como consecuencia de esta visión, la Modernidad lleva a cabo la


conformación de las instituciones educativas como empresas con la
inevitable transformación del profesor en operario; de la jerarquía de
autoridades en agentes de relaciones públicas, supervisores o gerentes
y de la educación en un servicio o mercancía que se produce y que se
vende en función de las condiciones relativas y cambiantes del
mercado. Es decir, la escuela se proyecta como el escenario apropiado
“para la reproducción de las pautas culturales de la sociedad capitalista.
Esto significa que el proceso de dominación político-ideológico se
traslada al espacio educativo como cultura escolar, predominando la
ida de que la producción mercantil es el fundamento de la educación
del hombre”. (Arend, 1998: 32). Este escenario representa el paraíso de
los tecnócratas, donde lo que importa son los resultados
independientemente de los fines o los medios; el hombre llega por aquí
a la condición de técnico en aras de la razón operativo-tecnocrática.

El paradigma de la racionalidad instrumental conlleva la imposición de


un modelo tecnocrático de educación basado en los principios de la
filosofía empirista y positivista que hace extensiva a las ciencias
humanas la metodología de las ciencias naturales con sus postulados
de objetividad, neutralidad y la supremacía de la razón instrumental
frente a lo valorativo. El ser humano es concebido como objeto de la
educación y la educación como el adecuado proceso dirigido hacia la
mayor productividad mediante el dominio de la técnica; estos
postulados se han convertido en el fundamento de la ideología
economicista actual que mutila al hombre, aislándolo de su
compromiso con lo social y convirtiéndolo en un autómata, sin
capacidad crítica, al servicio de la reproducción del capital humano para
el desarrollo económico.

Desde esta perspectiva, la crisis actual de la educación es una crisis


fundamentalmente humana, pues conlleva un proceso paulatino de
deshumanización. En este sentido, afirma Delgado (2001:34) que el
grado de disminución de la condición humana del educando en la
educación tecnocrática, se observa cuando se aplican procedimientos
científicos para optimizar el aprendizaje y lograr una mayor eficiencia
en lo instrumental. Los métodos y técnicas de investigación y las
prácticas educativas se “fundamentan en el “condicionamiento” con la
aplicación de los principios de la teoría conductista y neoconductista de
carácter instrumental por medio del refuerzo, sin la participación
consciente y crítica del sujeto involucrado”.
Desde el punto de vista humano, se ha venido presenciando un proceso
de deshumanización. La ausencia de una actuación consciente y
reflexiva que atenta contra la educación como proceso humano y
humanizante, se hace evidente en la planificación de la educación
meramente tecnocrática y este reduccionismo de toda acción conciente
y reflexiva, es uno de los más graves problemas de la educación
contemporánea. Si sólo se conoce para hacer algo, la pérdida del
sentido ético en la cultura y las humanidades en la educación, son
consecuencias lógicas e inevitables.

También podría gustarte