NOS HACEMOS PEDAZOS CON GRAN FACILIDAD.
Todos bajo el mismo cielo azul.
Catorce: Antes del colapso, ¿cuántas veces colapsamos?
Dos: Antes del fin, ¿cuántas veces nos derrumbamos?
Quince: ¿Cuántas veces pensamos que ya habíamos pasado el límite?
Diez: Que peor no podíamos estar.
Doce: Que este extremo nunca lo habíamos tocado.
Nueve: Una vez más, no tenemos a donde ir.
Siete: Una vez más, la esperanza recae en nosotros como si realmente pudiéramos salvar
el mundo.
Una: El estado de emergencia se volvió un estado de permanencia.
Ocho: Somos lo opuesto a lo hermoso.
Comienza la melodía de “Soy un fantasma”
Una: Decidimos encontrarnos a las afueras de la ciudad para mirar todo desde lejos.
Establecimos diálogos para encontrar la forma. Compartimos nuestros mapas y los hicimos
colaborativos. Unimos con flechas todas las desgracias que vivimos en el último tiempo.
Destapamos botellas, abrimos paquetes y tomamos remedios.
Dos: Jugamos como nunca: nos desnudamos y nada nos importó. Nadamos en aguas
profundas, expandimos nuestras formas corporales y nos reímos de ellas. Impartimos
métodos de aprendizaje para no ahogarnos, para no volver a derrumbarnos.
Siete: Escupimos al cielo una y otra vez lo llenamos de colores. Contemplamos la noche
como si todo fuera a cambiar a partir de ahora y para siempre. Secamos nuestros cuerpos
humedecidos arrugados por la reacción automática del sistema nervioso. Prolongamos el
tiempo lo más que pudimos, aprovechamos cada segundo lo fabuloso del momento que nos
encontraba y acunaba como bebés en brazos conocidos.
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Tres: Somos fantasmas que elegimos no escuchar nuestros nombres, no los escribimos,
no los decimos. Tenemos las pantallas sucias y las baterías quemadas. Nos enfrentamos a
la eterna incomprensión por no poder nombrarnos. La gente que está bien no encuentra
nada para criticarle al mundo.
Todos: Nosotros no somos gente, somos fantasmas que nos hacemos pedazos con gran
facilidad.
Canción “Soy un fantasma”
Ocho: Me encantaría que esté todo dicho como en una obra clásica: las frases, los
discursos, las acciones de los personajes, sus comportamientos, sus conflictos. Pero no sé
cómo hacerlo porque soy una exiliada de las estructuras. Vivo en el abandono y en la
imposibilidad de tener un lugar. Soy una lúmpen esparcida por todo el territorio. Camino
como zombie en busca de dar algún mordisco.
Nueve: Batallamos una prueba imposible, pero no sabemos qué hacer. Tenemos los
cuerpos llenos de nostalgia, derrochamos demasiada energía esquivando las balas que
igual nos golpearon y dejaron cicatriz.
Diez: Hicimos un inventario con todos nuestros fracasos, los detallamos ordenadamente en
las listas del celular. Mientras esperamos emails con buenas noticias:
Todos:
Scroileamos
Scroileamos
Scroileamos
y nada.
Dos: La ruta nos duerme como niños.
Once: La lluvia cancela los fuegos artificiales.
Siete: Se apagan todas las luces y ya no tenemos señal. Somos esclavos de las empresas
que nos dan conexión.
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Doce: La matrix nos domina. No somos tan inteligentes. Al menos, no todos. Nos faltan
doctorados y muchísimo entusiasmo.
Cuatro, cinco y seis: Abrazamos a nuestras madres para tomar envión. Para recordar que
aún estamos a salvo. Que todavía en ciertos lugares somos lo mejor.
Trece (irrumpiendo): Es la hora de la revancha. Volvimos para tomar el terreno. La gente se
quiere ir no sabe a donde. Nosotros queremos llegar para estar acá, ocupar nuestros
lugares y hacer la repartija.
Once: Prendimos fuego todo. No matamos a nadie, pero los dejamos sin nada.
Catorce: Bajamos los hombros, tomamos agua, hicimos promesas.
Quince: Fuimos más fatales que los demás.
Una: Nos refugiamos en la oscuridad de la noche. Nos fortalecimos. Hablamos de los
presupuestos que determinan la existencia de las desigualdades. Nos logueamos en una
cuenta parecida a la muerte. Para hacer nuestra falsa revolución.
Doce: Inventamos un premio y ganamos los sorteos. Conseguimos trabajo. Nos dimos el
derecho de imponer nuestros gustos. De ser parte de un nomos.
Quince: Nos favorecimos. Hackeamos a Dios y al estado. Abrimos los debates,
consensuamos en la ganas de cambiarlo todo.
Once: Extendimos al máximo la difusión al acceso. Hicimos una obra de arte.
Cuatro, cinco y seis: Salimos por cadena nacional.
Catorce: Compartimos nuestro discurso pero a nadie le importó.
Todos: Entendimos que ni siquiera somos fantasmas, somos invisibles.
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II
TALK SHOW
Siete: Un deseo me trajo hasta aquí y aquí me quedo. Bienvenidos ahora sí, a la primera
edición de “Nos hacemos pedazos con gran facilidad”. Una transmisión llena de
explosiones, bombazos, detonaciones, estallidos, estruendos y disparos.
Hoy nos preguntamos… Escuchen bien. Hoy nos preguntamos… Escuchen bien. Hoy nos
preguntamos… Escuchen bien (se toma un largo silencio) ¿CÓMO LLEGA LO NUEVO AL
MUNDO? Y para ello nos dirigimos al encuentro de tres personas diferentes, distintas,
diversas, desiguales…
En el living esperan un bombero, una conferencista y ……………….
Siete: Bienvenida y bienvenidos ustedes y todos los que están por llegar. Ahora sí…
¿Cómo llega lo nuevo al mundo? (Lo mira al Bombero que intenta responder pero no lo
deja). Que difícil pienso.. ¡menuda tarea, responder esta pregunta!, ¿no?( mientras se ríe El
Bombero intenta responder). Convertir la dificultad en oportunidad resultó muy conveniente
para preguntar cómo llega lo nuevo al mundo… En una coyuntura donde lo nuevo y lo viejo
se difuminan en un panorama incierto, vertiginoso, presuroso, galopante, precipitado,
incontenible… ¿Cómo llega lo nuevo al mundo? Es claro que las preguntas más
sustanciales suelen ser las más difíciles de responder, y si Google no tuvo respuesta,
¿cómo podría tenerla yo? (se ríe)... Pero para eso vinieron ustedes, ¿no es cierto?
Ocho: Me tomé varios días, varios minutos y varios momentos, en la medida que pude y
que mi déficit de atención lo permitió, para poder elaborar algún tipo de hipótesis o de
reflexión.... Entonces sin expectativa decidí dar una vuelta por lo opuesto y allí un universo
de sensaciones habitaron en mi. La referencia inmediata a lo viejo me llevó a un terreno de
nostalgia inaudita dónde la pregunta siguió tomando un valor significativo en cuanto al orden
personal y a mi vínculo con “las cosas”.
Siete: Ajá… Te escucho atentamente.
Ocho: Es verdad que muchas veces las urgencias de la modernidad y las presiones
cotidianas, me corren de la posibilidad de ser contemplativa frente a los cambios, aunque de
todas formas eso no quita algún instante de posible observación. Pensar en lo nuevo desde
una experiencia estética me sirve de nexo para pensarme a mí en relación al mundo, sobre
todo hoy. Lo nuevo reside en mí como una constante que tiene la contradicción de ser
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hermosamente perturbador. Y con esto intento arraigarme a la idea de descubrir
activamente cómo llega lo desconocido, que puede ser, además de una gatita amorosa, un
gobierno, un poema, un camino, unos zapatos, un edificio, una receta, un celular, un vicio…
Tres: Una costumbre.
Diez: Un error.
Una: una corriente.
Trece: Un gol.
Quince: Un animal.
Catorce: Una doctrina.
Once: Un sacrificio.
Cuatro, cinco y seis: Una promesa.
Nueve: Un sistema.
Siete: Una acción.
Dos: Un corte de pelo.
Doce: Una llave.
Ocho: Un puente, una resistencia, un sonido, una sensación, un silencio, una canción, un
televisor, una bicicleta, una flor, un auto, una guerra, un amor, una enfermedad, un incendio,
una responsabilidad, un hallazgo, una muerte.
Siete comienza a llorar. El Bombero se muestra empático, ……………… no dice ni hace
nada.
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Ocho: Tal vez lo nuevo llegue como una catástrofe que luego de una gran explosión se
expande hacia todas las direcciones dando origen a nuevos universos. Y este nuevo
universo que hoy nos convoca, es el comienzo de algo inminente que nos pertenece.
III
LIMPIEZA
Una: Llevo mucho tiempo moviendo la basura de un lado a otro. ¿Cuántos escombros
puede sacar un cuerpo que pesa tan poco?
Dos: Estoy sumergida en un sin fin, es como si siempre me faltara algo para poder nivelar el
terreno: yuyos, arbustos, restos de otras construcciones, porque claro, alguien más que yo,
estuvo acá, ocupando este mismo lugar. Supongo que por eso hay tantas raíces. ¿Cómo
descifrar cuáles son las mías?
Tres: El proceso de demolición de las estructuras que se encuentran dentro de esta área,
fue una tarea dolorosa que no terminó con los problemas ni tampoco con el acontecimiento
más devastador de mi vida.
Cuatro, cinco y seis: Después del acarreo y el traspaso de materiales, pusimos en una lista
todos aquellos que podíamos recuperar.
Siete: Los desmonté cuidadosamente y los coloqué de manera conveniente para que los
pueda transportar o bien, buscarles algún lugar de almacenamiento.
Ocho: Camino sobre un suelo lleno de vestigios, que me lastiman los pies una y otra vez.
No van a cicatrizar, no hay producto que resista a tantos vidrios rotos.
Cuatro, cinco y seis: Movimos las tierras a cielo abierto, no tenemos máquinas. Usamos
nuestras propias manos.
Nueve: Tengo el plano de arranque de la edificación por debajo del terreno.
Diez: Volver a vaciar.
Cuatro, cinco y seis: Volver a vaciar.
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Siete: Volver a vaciar.
Once: Los materiales no recuperables prefiero no alistarlos y prenderlos fuego.
Doce: ¿Cuáles son sus raíces? Las de sus árboles.
Cuatro, Cinco y Seis: Pico, pala, pico, pala, pico, pala.
Tres: Es imposible volver a involucrarse en un proceso de construcción cuando todo está
destruído.
Cuatro, cinco y seis: Pico, pala, pico, pala, pico, pala.
Trece: Por la escala del universo, invisible para nuestros ojos, se propaga un misterio cuya
verdadera magnitud desconocemos.
Cuatro, cinco y seis: Pico, pala, pico, pala, pico, pala.
Catorce: Nuestras raíces están entrelazadas como manos y pies que no pueden soltarse
por más que crezcan, por más que decidan tomar otros caminos.
Quince: Bienvenidos sean, los nuevos que estén por llegar.
Todos miran hacia lo lejos.
Tres: Nadie sabe cuántas somos ni cuantas moriremos.
Dos: La limpieza es fundamental, para tener una mejor visual. Sobre todo para cuando
tenga que hacer el movimiento. Ya no quiero más accidentes.
Cuatro, cinco y seis: Dejamos la pala, y cerramos el pico. Necesitamos descansar.
Una: Las rocas, las ramas caídas y la basura por ahora las tengo escondidas. Estoy
buscando cadenas bien fuertes para poder sacarlas del sendero.
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Cuatro, cinco y seis: Mientras tanto, colocamos unas vallas alrededor de los árboles que
queremos mantener con vida. Lo mismo hicimos con las plantas más pequeñas.
Siete: Le doy a mis cabras las hiedras venenosas, no les hacen daño.
Seis: Meeee, meee, meee.
Ocho: Relleno los agujeros creados por quitar palos y escombros con tierra suelta.
Cuatro cinco y seis: Usamos cinta forestal de colores brillantes para marcar claramente
toda la vegetación deseada.
Nueve: Aprieto la tierra en los agujeros hasta que quede compacta.
Diez: Sigo perdida.
Cuatro, cinco y seis: Continuamos echándole agua a las plantas según sea necesario.
Una: Tengo que agregar más tierra.
Tres: El cielo brilla por fuera, mientras yo por dentro me hundo en la oscuridad.
Dos: Giro la tierra con un arado para asegurarme de que el terreno esté nivelado. Prometo
aprender a estar verdaderamente presente. Repito. Prometo aprender a estar
verdaderamente presente.
Cinco: Somos bichos mortales entretejidos aquietando las aguas turbulentas.
Cuatro: Vivimos y seguiremos viviendo en la tierra.
Seis: Bzzzz, bzzzz, bzzz.
Siete: Somos frágiles.
Quince: Somos mortales.
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Cuatro, Cinco y Seis: Cuando ya se encuentra el terreno limpio y libre, se efectúa el
replanteo y se comienza con la excavación.
III
EXCAVACIÓN
Cuatro, Cinco y Seis: Pico, pala, pico, pala, pico, pala.
Once: La excavación de las zanjas se realiza de acuerdo al trazo, respetando los anchos y
profundidades indicados en los planos.
Una: Pico, pala, pico, pala, pico, pala.
Cuatro, cinco y seis: Las paredes de las zanjas, en todas las excavaciones, deben ser
verticales y el fondo de la zanja debe quedar limpio y nivelado.
Doce: Pico, pala, pico, pala, pico, pala.
Cuatro, cinco y seis: El fondo de la zanja es el que soporta todo el peso de la edificación,
por lo tanto hay que procurar que quede plano y compacto.
Doce: Para esto, el fondo de la zanja debe ser humedecido y después compactado con la
ayuda de un pisón. Si existiera demasiado desnivel, se podrá nivelar con mezcla pobre.
Tres (ladra): Guau, guau, guau.
Cuatro, cinco y seis: Pico, pala, pico, pala, pico, pala.
Trece: El material excavado se ubicará a una distancia mínima de sesenta centímetros del
borde de la zanja. De esta manera, no causamos presiones sobre las paredes, las cuales
podrían causar derrumbamientos.
Catorce: ¡Otra vez no por favor!
Cuatro, cinco y seis: Pico, pala, pico, pala, pico, pala.
Diez: La profundidad de excavación nunca debe ser menor a ochenta centímetros.
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Siete: Los anchos generalmente varían entre cuarenta y cincuenta centímetros en suelos
duros y entre cincuenta y sesenta centímetros en suelos sueltos o blandos.
Cuatro, cinco y seis: Pico, pala, pico, pala, pico, pala.
Tres (gritando bien fuerte): ¡Alto!
Cuatro, cinco y seis: Pico, pala, pico, pala, pico, pala.
Tres (gritando más fuerte): Dije alto.
Nueve (maulla como un lobo): Auuuuuuuuuuuuuuuu.
Todos frenan, se miran los que pueden. Vuelven a su actividad. Siete se acerca a tres.
Tres: ¿Si es terminal?
Siete: Empezaremos.
Dos: Otra vez.
Una: De nuevo.
Ocho: ¿Para qué? El cielo pronto caerá de nuevo sobre nosotros, y nos va a partir la
cabeza en mil pedazos.
Once: ¿Y qué tiene de malo morir?
Catorce: No lo sé, pero ya no quiero excavar más.
Se acerca quince extenuada.
Quince: Necesitamos más fuerza.
Trece (gritando desde su lugar): Y una gran oportunidad.
Quince: Cambiemos el plan.
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Cuatro, cinco y seis (desde lejos): ¿Para qué?
Catorce: Tenemos que celebrar el esfuerzo, nuestras pequeñas victorias.
Diez: Para nosotros las cosas nunca están bien.
IV
UNA FIESTA
Una: Estoy en una fiesta. Me bailan al lado con mucha diversión y botellas de alcohol que
se pasan de mano en mano. Yo estoy como en pausa. Sintiendo algo que aún no puedo
ponerle nombre. Estoy vestida muy elegante, la combinación de mi traje es perfecta.
Vestirse fino no solo tiene que ver con el diseño, sino con la elección de colores. Algo que
logré con los años: me volví experta en cómo simular ser alguien que no soy, alguien que
me gustaría ser, y que tal vez lo termino siendo por default. Mientras ellos bailan divertidos,
yo prefiero quedarme acá, tratando de adivinar las especies de los árboles que se
encuentran frente mi. Esto también me convierte en alguien que nunca fuí, no suelo mirar
tanto para arriba. Todo es tan vehemente en esta celebración. Yo sigo congelada con la
mirada afuera. Ellos bailan al compás de la música, música fina también, como mi traje. Yo
pienso que es muy difícil dejarse llevar por estos ritmos tan poco populares, pero ellos lo
logran y lo disfrutan.
Ellos bailan y ríen.
Una: Este salón en el medio del bosque me hace tener ganas de que me coma un lobo. O
tal vez de que la naturaleza me rapte y me salve del mundo de los algoritmos en el cual me
encuentro sumergida. No puedo pensar con claridad. Estoy absorta en un bola de datos que
me lleva de acá para allá. (Observando a su alrededor).
Ellos ríen y comen.
Una: De repente explotan unos fuegos artificiales, imponentes, hermosos. Y ellos
comienzan a gritar y algunos a sacarse la ropa. A mi, me agarran unas ganas inmensas de
provocar un incendio. De llevármelo todo.
Ellos comen y bailan.
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Una: Agarro un bocado de chocolate picante y me lo como, mi paladar no entiende, pero
experimenta una nueva sensación. Bebo, bebo y bebo. Así desenfrenada, enloquecida.
Pienso en como debe ser morir. En como debe ser matar. Me imagino sacando una
tremenda escopeta en modo yanqui, disparando a cada uno de los invitados. Primero bajo
al Managing Director y sigo por el Chief Strategy Officer que lo detesto. Mientras divago, se
me acerca la Community Manager y me saca una foto. En mi imaginación la cago a
escopetazos, pero en verdad estoy sonriendo. Soy condescendiente y le digo que me
gustan sus zapatos. Le pregunto en dónde se los compró y si había otros colores por
supuesto. La música es penetrante, el volumen es cada vez más fuerte, más entrometido.
Comienzo a odiarla. Cada acorde, cada melodía, cada estrofa. Me desespero y grito. Grito,
pero nadie me escucha, porque todos bailan felices, están persuadidos por la ley de la
estupidez. Se sienten seguros, y eso me da una bronca bárbara, me llena cada vez más de
furia. Estoy hecha de emociones violentas, no hay nada más adentro mío que eso,
violencia.
Doce: ¿Estás sola?
Yo: ¿Sola?... ¿Si estoy sola acá?... ¿O si estoy con alguien?... ¿De novia, casada? ¿A eso
te referís? Que te importa.
Una: Le digo enojada todo esto. Pero me doy cuenta que me desubiqué, y le pido perdón.
Le digo que le estaba haciendo un chiste. Charlamos un rato, tenía cara de boludo pero no
era tan boludo finalmente. Nunca lo había visto, no trabaja en esta sede. Me pregunto por
qué siempre lo mejor está en otro lugar. Hablamos de cosas interesantes. Me sentí a gusto.
Durante algunos minutos sentí que no estaba nadando contra la corriente, que estaba
siendo de una manera que me gustaba ser, menos dramática, más sostenida. ¿Pero cuánto
puede durar esta sensación? Solo unos minutos. Que angustia mortal ser yo misma. Es
como si nunca tuviera un punto de llegada, una sensación de descanso. No siento
satisfacción por ningún logro. Lo que cunde en mí, es una moratoria sin límites, una deuda
entera, un sentimiento de falta constante. Salgo afuera para airearme, está realmente
fresco. Veo una estrella fugaz en el cielo. No pido deseos. Pero me siento esperanzada.
El muchacho también sale y se acerca a mí.
Doce: ¿Esperanzada?
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Una: ¿Me escuchaste? ¿Por qué me escuchaste? Él ya no me responde pero nos besamos
intensamente frente al bosque. Se escuchan los sonidos de la naturaleza que cruje junto a
nosotros. Pasa una pobre cañita voladora que quedó perdida de las explosiones anteriores.
Ellos siguen bailando, pero ahora la música es más lenta. El cielo está estrellado, desde acá
se puede ver toda la galaxia. Me siento una loba en celo aullandole a la luna.
Diez (chica con onda extrema, cómplice y con la mirada desencajada): Parece que estaba
rico el bombocito de chocolate, ¿no?
Una: No entiendo lo que me dice, ni siquiera por qué me habla. No nos conocemos.
Yo: Riquísimo, muy salado. ¿De dónde son tus zapatos?
Diez (se ríe agrandada, saca una tarjeta de su bolsillo y se la da): Autoría propia.
Una: Nunca vi algo así. Eran realmente hermosos, perfectos, únicos. Me cierra la idea de
que sean de su autoría. Me obsesiona el calzado. Es difícil imaginar la vida sin la prenda
que nos protege los pies. YA SE QUE LA VIDA SIN ZAPATOS AÚN EXISTE POR
DIVERSAS REALIDADES. Pero no quiero pensar en eso. Estoy en una fiesta. En las fiestas
no se piensa en la realidad del mundo.
Diez:: Si querés me escribís por privado y te hago un descuento.
Una: Me lo dice sugerente. Pero no entiendo si lo hace porque le doy pena o porque me
quiere cojer. Las mujeres no suelen gustar de mi. Menos cuando se enteran que voy a ser
mamá. No se si por respeto o por rechazo. Cualquiera de las dos opciones me deprime.
Le sonríe pero no le responde.
Diez: ¿Vamos a tomar algo?
Una: Tampoco le respondo, pero la acompaño. Comienzan a titilar las luces. Como si
hubiera una baja de tensión eléctrica. Todos gritan excitados.
Una (le habla diez): Qué raro, ¿no?
Diez: ¿Qué cosa?
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Una: Como que bajó la tensión.
Diez: ¿Te sentís mal?
Una: No, no a mi. Bajó la tensión del lugar, del salón. ¿Se cortará la luz?
Diez: Ojalá.
Una: ¿Ojalá?
Diez: Si ojalá… Tal vez se pone más divertido.
Una: Nos miramos cómplices. Las dos cómplices. Como si la misma pulsión de deseo nos
atravesara. Pero ni idea en qué estaba pensando ella. Vuelve a bajar la tensión. Las tenues
luces que estaban encendidas comenzaron a parpadear. Una fuerte sensación me empieza
a invadir el cuerpo y me gusta, pero decido alejarme sin entender realmente lo que me está
pasando. Los botones de mi camisa se desprenden de repente, yo intento taparme y corro
hacia los balcones de afuera. Se corta luz. El cielo se pone negro. Un fuerte viento
comienza a sacudir el lugar. Me agarro de las barandas. Escucho gritos confusos, algunos
de miedo y otros de éxtasis. La música sigue encendida. Rarísimo. Pero la música sigue
encendida. Miro hacia lo profundo del bosque y noto que hay animales que están ahí,
presentes. Observando. No entiendo si esto es parte de una rebelión natural, de una
venganza divina y legendaria. Pero me siento a salvo.
V
CIMENTACIÓN
Once: Compusimos una rapsodia, la infiltramos en el sistema y salió por alta voz de todos
los dispositivos del territorio.
Doce: Fuimos poderosos, penetrantes, les tocamos el alma.
Trece: Buscamos protagonismo, halagos. Nos dimos muchos besos.
Cuatro y Cinco se besan. Seis corre con los brazos abiertos como si fuera un ave, mientras
tanto, marca el trazo de cimentación con una tiza sobre el escenario vacío.
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Catorce: El trazo de las cimentaciones nos sirve de guía para poder excavar sobre el
terreno...
Una: ¿Hace falta un sótano?
Quince: Siempre hace falta un sótano.
Nueve: Además de ubicar el encofrado, las columnas y levantar los muros.
Ocho: Hay que chequear los alineamientos de las casas vecinas para tomarlos como
referencia.
Dos: Nadie quiere tener problemas.
Cuatro, cinco y seis: Tenemos que construir y colocar las balizas.
Ocho: Amarrar los cordeles.
Nueve: Bajar los ejes sobre el terreno.
Todos bajan sus hombros.
Diez: Voy a matarme.
Todos: Noooooooooooooooo.
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