Módulo XIX Las Reinas y Reyes, Sensibilidad y Dominio
Módulo XIX Las Reinas y Reyes, Sensibilidad y Dominio
Introducción
Descripción de la figura
Reina de Bastos
Reina de Copas
Reina de Espadas
Reina de Oros
Descripción de la figura
Rey de Bastos
Rey de Copas
Rey de Espadas
Rey de Oros
Ejercicios de aplicación
En este módulo terminaremos de ver las Figuras de la Corte, específicamente las Reinas y
Reyes. De manera análoga a como los Pajes más bien viven en su mundo subjetivo y los
Caballeros son extravertidos y buscan hacerse un lugar en la sociedad, las Reinas viven en
su riquísimo y vasto mundo interno, focalizándose en la experiencia subjetiva –tanto propia
como la de quienes comparten su reino– en los sentimientos, en las sensaciones; por su
parte, los Reyes también buscan mantener el estatus logrado porque lo que era una
búsqueda para el Caballero, es una realidad para el Rey –por eso su objetivo es mantener
lo logrado–. Siempre me ha gustado pensar a las figuras como una estructura dinámica tipo
“cuadro de doble entrada”: por un lado está la cualidad de la figura (docilidad, inocencia
–Pajes– movimiento, cambio –Caballeros–, nutrición, introspección –Reinas– y dominio
–Reyes–) y por el otro está el elemento, entendido como un temperamento (extrovertido,
iniciador, volátil –Fuego– , sensitivo, fijo, lento –Tierra–, introvertido, plástico, acomodaticio
–Agua– y extravertido, flexible, racional –Aire–). De un modo profundo, las 16 Figuras de la
Corte representan un vínculo entre los misterios de la vida (los 22 Arcanos Mayores) y los
hechos cotidianos (las 40 Cartas Numeradas), entre los arquetipos universales y su
expresión mundana. De un modo más práctico, las Figuras serían concretamente los
personajes –cada uno con su forma de reaccionar ante los hechos– viviendo una historia
particular –las Cartas Numeradas– dentro de una trama universal –Arcanos Mayores–. En
esta analogía, los Reyes y Reinas mostrarían las formas más maduras y conscientes de
encarar la vida. Y dónde cada Paje y Caballero señalaba un rol concreto en la sociedad
medieval, los Reyes y Reinas muestran distintas cualidades o modelos de mando.
Descripción de la figura
Rey y Reina forman un par indisoluble: no se puede pensar el uno sin el otro. Sus
funciones son interdependientes. Son la cara mundana de La Emperatriz y El Emperador: el
Rey representa en su esencia el que gobierna, manda, dirige y tiene el poder; es el principio
masculino, el padre, la autoridad. Por su parte, la Reina es la representación de lo
femenino, la madre, la esposa, la hermana, la que influencia sobre el Rey de forma sutil y
femenina. Y como las jerarquías en el Tarot son simétricas, el orden de las Figuras es
análogo al de los Arcanos Mayores: primero vienen las Reinas y luego los Reyes, así como
primero viene La Emperatriz (Arcano III) y después El Emperador (Arcano IV). Su nombre la
define como la esposa del rey o como la mujer que ejerce la potestad real por derecho
propio. Su rol principal era el de ser madre del heredero del trono, y de gobernar junto al
monarca, y las formas en que aparece en otros idiomas la muestra como equivalente al
Rey: en francés “Reine” o “Reyne”, en el Tarot de Marsella; Queen, en el Tarot de Rider
original, son todas formas femeninas de la palabra Rey (“Roy” o “Roi” en francés, y “King”
en inglés). Es curiosa, no obstante, la desaparición de esta figura en la baraja española, que
sólo conserva las Sotas (fusionadas con el Diez), los Caballos y los Reyes. Se podrían
hacer muchas conjeturas al respecto, pero no hay datos históricos concretos de cómo o por
qué fueron suprimidas en la baraja de juego o de adivinación española. Cabría preguntarse:
¿la Reina es sólo la esposa del rey? ¿Su función deviene únicamente de esta condición
marital? ¿Ha sido siempre el papel de esta figura, o tal solo se la conoce así en la Edad
Media en la cual el Tarot se conoce por primera vez? Responder a estas preguntas excede
las pretensiones de este curso, pero valga sembrar la curiosidad para pensar esta figura en
otros contextos. Sin embargo, la Reina que ha quedado plasmada en el Tarot es la de la
Edad Media y Moderna; no quedan dudas sobre el rol de la reina, que consistía
básicamente en dar a luz al heredero del trono, y de gobernar si el rey estaba fuera o si
había muerto, hasta que el heredero legítimo pudiera hacerse cargo. Esto hace de la Reina,
y de las situaciones y personas que representa, una figura dadora y sostenedora. Esposa y
madre, dos atributos claramente femeninos, indican que las Reinas simbolizan figuras
maduras, con gran estabilidad emocional, receptividad, y capacidad para enfocar objetivos,
representando el lado femenino de determinado elemento y acentuando características
sensitivas. La indumentaria de las Reinas se caracterizaba por ropas finas, que las leyes
suntuarias no permitían a los campesinos y a las clases bajas. La vestimenta de los reyes y
las reinas medievales se elaboraba sólo con las mejores telas y los colores más brillantes.
Respecto de los colores, vale la pena mencionar que los tintes para colorear la ropa en la
época medieval eran caros y sólo los nobles podían pagarlos. Los reyes y las reinas tendían
a usar siempre colores brillantes como el rojo y el azul reales. El tinte rojo se obtenía a partir
de un insecto que habitaba el Mediterráneo; el verde se creó a partir de los líquenes y la
planta glastum se usaba para obtener el azul. Esto explica, a mi juicio, por qué las Figuras
de la Corte –sin mencionar los Arcanos Mayores– llevan los colores primarios y
ocasionalmente el verde, en especial en el Tarot Marsellés. Este dato es importante porque
la presencia de determinados colores en el Tarot no solo se explica por el argumento de
algunos autores, referido a las limitaciones de colores para la edición de textos, limitación
que alcanzó, obviamente, al Tarot, sino también por las propias costumbres de la época y la
organización social. Las Reinas en particular –mujeres, al fin y al cabo– vestían varias
capas de telas sujetadas por fíbulas (broches) y diversos accesorios. Por lo general, las
telas que usaba la realeza, como el terciopelo y la seda, se importaban, y solo los reyes
tenían permitido usar seda púrpura o dorada. Las Cruzadas tuvieron un gran impacto en la
moda gracias a la cantidad de telas exóticas que pudieron ingresar en Europa, como el
raso, por ejemplo. Las pieles de animales también eran populares, sobre todo las de zorro y
armiño. La vestimenta para las mujeres nobles consistía en la acumulación de varias capas
de prendas. Como ropa interior usaban calzones, calzas y camisas cubiertas con una
enagua de seda o lino. Por encima de la enagua usaban un vestido largo con una pequeña
cola y estaba cubierto por una túnica lujosa. Dentro del castillo usaban un par de zapatos
especiales y, para realizar excursiones al aire libre, tenían otro par de madera y cuero que
usaban por encima de los zapatos para el castillo. En un principio, las mujeres de la realeza
usaban un cobertor de seda en el cabello (velos), pero luego surgieron los sombreros y se
convirtieron en el estilo preferido de finales de la Edad Media; con el tiempo el diseño de los
sombreros fue cada vez más estridente y, con frecuencia, terminaban en punta. Estas
vestimentas las podemos ver con claridad en las distintas Reinas de los mazos que venimos
trabajando: las cuatro llevan vestidos cuyo largo les cubre los pies; y una suerte de capa
protectora sujetada por un distintivo broche, distinto en cada caso y que se relaciona con el
dominio de cada reina: una cabeza felina en el caso de la Reina de Bastos, un caracol de
mar en el caso de la Reina de Copas y una mariposa para la de Espadas. La Reina de Oros
tiene un velo, en lugar de lucir una capa sujetada desde el cuello. Además de la vestimenta,
los elementos que las cuatro reinas tienen en común es que están sentadas en su trono, lo
que indica receptividad, pasividad; sostienen amorosamente el símbolo de su palo y están
rodeadas por algún símbolo de su Elemento. En el caso del Rider, veremos que se repetirán
determinados elementos que aparecieron ya en los Pajes y Caballeros. El mismo juego de
continuidad se observa en el caso del Marsellés, como en seguida veremos.
La Reina de Bastos representa el lado yin del elemento Fuego: una apreciación receptiva de
las cualidades de este elemento, una mirada positiva y alegre de la vida, una disposición al
juego, a entusiasmar y a dejarse entusiasmar por otros. Como Reina, vigila su vida interior y
cuida a aquellos que viven bajo su potestad; se preocupa porque la vida tenga sentido,
porque lo que ella hace exprese siempre su identidad. Su carácter es espontáneo,
vivificante y honesto: detesta la mentira y el engaño. Está inmersa en su propio deseo, el
cual el Paje apenas comenzaba a descubrir y el Caballero alimentaba incesantemente.
Aquí, en el trono de la reina, el fuego del deseo arde en forma tranquila y estable.
Como atributo, la Reina de Bastos señala que el consultante está profundamente conectado
con la energía del deseo, que rebosa de entusiasmo, alegría por la vida o que está
fortaleciendo su autoestima. Se siente apasionado por el asunto preguntado. Indica
confianza en uno mismo, “inteligencia felina”, voluntad firme, creativa y emprendedora;
puede ser, en ocasiones, muy sensible a la crítica, a la falta de reconocimiento, o puede
volverse dominante.
Como persona, esta reina señalaría una mujer que exhibe estas características: es
dinámica, confiada, resuelta, tiene encanto y estilo. A veces puede ser algo mandona, pero
no duda en proteger a los suyos si los siente en peligro. Puede simbolizar a la madre del
consultante, y a veces, a la suegra.
Como evento, este arcano puede anunciar que ha llegado la hora nutrir, de dejarse
entusiasmar por algún proyecto, de sostenerlo en el tiempo con dedicación, esmero y buena
onda. A veces, coincide con una propuesta que viene de afuera y que insta al consultante a
sacar a relucir sus cualidades de motivación, en especial, en temas laborales.
Reina de Copas
Es la representante yin del Elemento Agua, y como tal, expresa las cualidades de
sensibilidad, percepción, empatía, acomodamiento a las necesidades de los demás,
curación, preocupación por los sentimientos de quienes quiere. Como la Reina, es
propiamente, una figura femenina, receptiva, maternal, y la combinación de esta función con
el elemento Agua redobla la cualidad introspectiva y receptiva de este personaje. Estamos
en frente de una reina que es profundamente emocional, que tiene un riquísimo mundo
interno, pero que lo resguarda de los demás, a veces por miedo a ser herida; otras veces,
por voluntad propia. En este sentido, se puede comparar esta figura con La Suma
Sacerdotisa, su vínculo con el agua, con la intuición y la capacidad de dar ayuda. El Tarot
de Rider nos muestra una mujer morena de cabellos castaños, sentada en su trono en una
playa. El trono está adornado con bebés sirenas, que resultan ser uno de los elementales
del Agua. Lleva un vestido blanco, indicando parte de su pureza, y una túnica blanca y
fondo rojo, adornada con ondas que semejan las olas del mar. Es curioso notar como parte
de esta túnica se funde con el mismo océano, sugiriendo que la verdadera naturaleza de
esta Reina es el agua.
Reina de Espadas
Como persona, la Reina de Espadas simboliza a una mujer que ha tenido una vida difícil y
que, sin embargo, ha sabido sobreponerse al dolor y sacar sabiduría de ello. Puede indicar,
a veces, un carácter algo irónico o mordaz, como consecuencia de esto, pero en su lado
positivo indica a quien saca buen partido de las circunstancias.
Como atributo, si esta reina aparece en una lectura indica que el consultante tiene una gran
fuerza mental de la cual echar mano: analizar las situaciones y sacar conclusiones lógicas,
extraer sabiduría de sus experiencias.
Como evento, la Reina de Espadas indica que ha llegado el momento de atender la
nutrición de las ideas, tomar contacto con nuevas fuentes de información, realizar algún tipo
de terapia o bien esforzarse por tener las cosas claras, por cerrar ciclos.
Reina de Oros
La Reina de Oros encarna el lado yin del elemento Tierra: es fértil, abundante, hace crecer
las cosas; es laboriosa, realista, práctica y disfruta de los pequeños momentos, del cuidado
del hogar y las labores cotidianas. Simboliza, además, solidez, bondad de espíritu, gran
sensorialidad y capacidad de nutrición y disfrute. Se relaciona estrechamente con La
Emperatriz, dado su vínculo con la tierra y los procesos naturales. En este sentido, la Reina
de Oros sería la cara mundana del Arcano Mayor que representa un arquetipo colectivo. El
Rider Waite la retrata como una reina campesina, sentada en su trono en un fastuoso jardín.
Viste una túnica blanca con mangas largas y un delantal rojo, indicando que su acción es
constante aunque no apresurada. De su corona dorada sale un largo velo verde, que sella
su vínculo con la naturaleza, y se confunde con el pasto. El trono, de color gris, está
adornado con diversas frutas, mientras que los apoyabrazos terminan en forma de carnero.
El jardín está repleto de rosas rojas (como el jardín de El Mago), y en el suelo rojizo se
confunde un conejo –en el ángulo inferior derecho– que simboliza la abundancia y la
fertilidad. Es interesante notar que la reina sostiene su pentáculo como si fuera su hijo,
como si lo acunara y lo observa con ternura; esto identifica su función: la de asistir a los
procesos nacimiento y cambio, la de ayudar a que las cosas crezcan, se desarrollen y
puedan volver a la tierra de la que vinieron, cumpliendo así el ciclo natural. La postura de la
reina hacia la izquierda indica que su quehacer se apoya, en parte, en lo que ha construido
en el pasado.
Las Reinas invertidas indican un bloqueo emocional, falta de conexión con el lado sensible
de la vida, necesidades desatendidas o bien sobreprotección que impide el crecimiento
correcto de los asuntos por los que se pregunta. La exuberancia de la Reina de Bastos
puede exagerarse, salirse de control cuando la carta aparece invertida, indicando una
persona que es demasiado dominante, que quiere controlar todo, que es exageradamente
sensible a lo que los demás piensan de él o ella, y que a veces puede sentir envidia de lo
que otros tienen o hacen. Puede ser destructiva, celosa, posesiva, o limitar de alguna
manera la libertad de los demás. Si se refiere al consultante, puede indicar un bloqueo de
deseo o un mal uso de la voluntad, por ejemplo, queriendo manipular a alguien para
conseguir sus fines. La Reina de Copas invertida puede sugerir que el consultante se
siente herido emocionalmente y que busca encerrarse en sí mismo. Los poderes curativos
de la reina no fluyen, hay dificultad para vincularse con los sentimientos, por un exceso de
dolor, y se los niegan. Podría indicar también la presencia de una persona dependiente,
manipulable, deprimida a la que es difícil hacer feliz. El vínculo entre visión y acción se
rompe, y entonces la persona tiene ilusiones infundadas con crudo realismo, es decir, o se
vive una exageración o mala expresión del elemento agua, o su bloqueo. Cuando aparece
invertida, la Reina de Espadas señala a una persona amargada, irónica, cínica, que carga
con el dolor del pasado sin poderlo procesar adecuadamente. Indica la presencia de una
mujer tan enérgica, que pretende que los demás hagan siempre lo que ella quiere. Si se
trata del consultante, será él o ella quien utiliza mal su mente o intenta imponerse a los
demás. Puede ser testimonio también de excesivo dolor o egoísmo. Una Reina de Oros
invertida es como una abeja sin panal: tiene un gran caudal energético que no tiene salida
creativa ni productiva. A nivel interno, puede indicar que el consultante ha perdido la fe y la
confianza en sí mismo. Ha perdido la integración con el hilo natural de las estaciones y los
ciclos. En otro sentido de cosas, puede indicar una persona demasiada materialista, terca,
avara, poco generosa; o todo lo contrario, muy descuidada en sus finanzas, derrochadora,
improductiva. Los bloqueos de las reinas invertidas requieren un trabajo emocional por parte
del consultante.
La corona, por lo general de oro y pedrería con ocho florones (adorno, a manera de flor), y
cerrada con diademas y cruz encima, era no sólo un símbolo de soberanía, sino también de
sabiduría, de superioridad y grandeza. Se compara de alguna manera a la aureola de los
santos; y curiosamente, el séptimo chakra o centro de energía se denomina coronilla, que
justamente indica una conexión con la energía universal, nuestra “antena cósmica”. Los
faraones egipcios solían llevar una larga corona que tenía siete niveles, o bien tres
secciones que indicaban su dominio sobre distintos territorios del Nilo.
El rol del rey es el de gobernar, y así lo indican estas figuras cuando se presentan en la vida
del consultante a través de una tirada. Su presencia indicará situaciones ligadas a la
capacidad de dominar la vocación, la pasión, el impulso y de aportar optimismo al área del
palo al que pertenezcan. Se especializan en brindar voluntad, pasión y dinamismo, aunque
tienden a ser figuras estables, y la brindan al área de la vida que se trate. Los reyes son
dignos y responsables: usan la energía de manera dinámica y extrovertida para lograr lo
que se proponen, por eso tienden a ser más activos, representando el lado masculino del
elemento correspondiente y acentuando su fuerza y solidez. El símbolo de la corona indica
un alto nivel de conciencia –comparable al séptimo chakra, a la aureola de los santos–,
sabiduría, capacidad de auto-dominio, seguridad y reconocimiento social. Dominan todas
las situaciones de su Palo: ya que no quedan atrapados por el hechizo del inicio tímido de
los Pajes, por el alboroto y arrogancia de los Caballeros, ni su gobierno se limita
exclusivamente al mundo interno. Su quehacer está en el mundo externo, en lo social, con
las personas, pero deviene de un profundo trabajo personal, de haber pasado muchas
vicisitudes. Refiriéndose a personas, cuando aparecen en una lectura indican la presencia
de un hombre de igual o mayor edad que el consultante, o como en el caso de las Reinas,
puede tratarse también de una mujer que reúna esas características de dominio, estabilidad
y poder. En cuanto a atributos, las cualidades que aporta un Rey a la lectura son similares a
las de El Emperador: realismo, orden, legalidad, justicia, equilibrio, sobriedad, posibilidad de
concreción, ambición, consciencia moral. Y de cierta manera, estos atributos son los que
posibilitan los eventos que vienen de la mano de un Rey: concreción, dominio de las
situaciones que atraviesa el consultante, cierre de un ciclo de aprendizaje –es la última
figura–, vuelta de espiral completa en cuanto al aprendizaje emocional, material, mental o
energético. Cada rey está sentado en su trono, sosteniendo el elemento de su Palo; la
mayoría porta una corona (salvo el Rey de Oros en el Marsellés, que lleva sombrero), y
visten de manera muy similar, con la indumentaria característica. Vayamos por última vez al
significado de cada Rey en los tres Tarots que estamos analizando, destacando los
elementos que se repiten en cada uno, tratando de captar su esencia.
Rey de Bastos
Los cuatro reyes del Tarot de Rider llevan el estilo real de la corona inglesa: túnica larga
hasta los pies, capa del mismo largo, una gola que le cubría el pecho –salvo el de espadas,
por supuesto corona y lo que Waite denomina el gorro de mantenimiento: un gorro
ceremonial de terciopelo carmesí forrado de armiño, que los nobles británicos usaban en
eventos especiales de la corona. En rigor, este gorro no es el mismo que se ve en las
imágenes de los cuatro reyes, pero en la literatura que existe sobre el Rider, así se lo
denomina. Y lo que importa es su significado: que su función es la de mantener su pueblo,
lo que habla de su responsabilidad social. El Rey de Bastos en particular representa el lado
yang del elemento Fuego: una apreciación activa de las cualidades de este elemento, una
rebosante confianza en sí mismo, seguridad y orgullo. Mentalidad fuerte, capaz de dominar
a otros mediante su fuerza de voluntad. En palabras de Rachel Pollack, él sabe la verdad,
sabe que su método es el mejor, y considera natural que otros lo sigan. Al igual que la reina,
es sincero, honesto, no contempla la mentira como un medio para alcanzar sus fines.
Aborrece el dolor, las emociones demasiado tormentosas, y no comprende a las personas
deprimidas; si él puede, los demás también, piensa él. Esto hace del rey algo intolerante a
veces (lo cual se vería más en la carta invertida), pero la mayoría de las veces destaca su
lado positivo y sus ganas de ayudar a los demás.
El rey de Copas encarna el lado masculino del elemento Agua. Al ser rey, su actitud a las
emociones, la sensibilidad y los sentimientos es activa, no receptiva como la reina. Mientras
que la reina se concentra en su mundo interno, el rey trata de darle una salida creativa a su
mundo emocional.
El mazo Rider Waite muestra a un hombre, de aspecto sereno y bonachón, sentado en un
trono de piedra que flota en el océano. La Reina de Copas tenía su trono en la playa y a sus
pies en el mar, mostrando su profundo contacto con el mundo emocional; este rey vive en
permanente contacto con las emociones: su trono flota en el agua, es decir que es llevado
de un lado para el otro por las olas, aunque no se hunde en él. Esto habla de su pericia y
dominio de las emociones, las imágenes del alma. Es curioso que el pececito que se
asomaba por la copa del Paje, aquí parece libre: se lo ve saltando por el océano. Lo que el
Paje capturó para conocer de cerca, ahora es libre porque ya se conocen las emociones. En
rey viste una túnica celeste –color del agua–, una capa amarilla y una gola con adornos
rojos. Lleva, además, un colgante como forma de pez, que es como un símbolo de su
conquista. En su mano derecha sostiene la copa (pero ya no la observa, sino que su mirada
se dirige al horizonte) y en su mano izquierda un cetro. (El Rey de Oros también porta un
cetro, lo que hace un juego similar al del Marsellés: los dos reyes de elementos femeninos
tienen barba, y aquí cetro). Su gorro de mantenimiento es gris, como su trono y el fondo de
la carta, lo que indica que en algún punto es sensible pero moderado.
El Rey de Espadas encarna el lado masculino del elemento Aire. Tanto la cualidad yang del
rey como del elemento combinan bien. Así, tenemos al pensador, al erudito, al rey de
carácter fuerte y aguerrido pero en el ámbito intelectual.
El Tarot de Rider muestra a un rey serio, solemne, de mirada cruda y penetrante y hacia el
frente: vive en el pleno presente. Su postura recuerda a La Justicia pero su espada está
ligeramente inclinada hacia la derecha –lado de la acción–. Lleva una túnica celeste, una
capa violeta –sabiduría– y una gola y gorro de mantenimiento rojo –acción–. Su corona lleva
el rostro de un ángel con las alas desplegadas. Su trono, de color gris piedra, está
ornamentado con mariposas y es curioso que sobre su hombro izquierdo hay dibujada una
pareja alada bailando. Son dos los pájaros que vuelan, indicando la dualidad de su mente, o
su enfoque pragmático. Los elementos repetidos en las cuatro cartas son las nubes, los
árboles, los pájaros. Las nubes se forman y se deshacen fácilmente, como a veces sucede
con los pensamientos. Los pájaros son símbolo de las ideas concretas, más estables, que
las nubes que son temporales. Por otro lado, es interesante ver cómo, por ejemplo, en la
Sota se está formando una tormenta, que en el Caballo estalla como un vendaval. En la
Reina, las nubes no tapan su cabeza; y en el Rey, que es el que domina, las nubes se ven
mucho menos.
Otro detalle que también se repite es la mariposa: en los adornos del caballo, en la corona
de la reina y en el trono del rey. La mariposa es un símbolo que tiene muchos significados,
por ejemplo: la metamorfosis (oruga --> crisálida --> mariposa); también, en griego se le
decía “psique”, que también significa “alma”. La postura del rey es como la de un juez:
analítico, desafiante, fundamenta sus decisiones y acciones en ideas claras.
La última figura de la corte y el cuarto rey es el de Oros. Como sus compañeros, encarna el
lado yang de su elemento, en este caso, la Tierra. Este elemento en su faceta activa es la
solidificación de todo un proceso de crecimiento que se inició en el As y que fue cobrando
mayor forma, estructura y densidad a través de las cartas Numeradas y que cobra su forma
final en este rey. El Rey de Oros muestra la conexión, el disfrute, el conocimiento y el
aprovechamiento más grande que se puede tener de la Tierra, en todos sus aspectos. Ya no
queda hechizado ni maravillado por la materia que comienza a descubrir, como el Paje; ni
queda demorado o estancado en el trabajo diario, perdiendo a menudo su objetivo, como el
Caballero; y va un paso más allá de la Reina, quien sólo vivía para los demás, para
colaborar en el proceso de nacimiento y crecimiento. El Rey domina todas esas situaciones
y vive también para disfrutarlas, por ello es el rey más mundano de los cuatros, comparable
incluso a un campesino.
Como atributo, si sale esta carta en una lectura, estaría indicando que el consultante debe
echar mano de su carácter práctico, materialista, objetivo y concreto; debe enfocar el asunto
desde su costado más simple, sin vueltas, sin atajos. Y que si no tiene estas cualidades,
que bien le harían despertarlas o generarlas dentro de sí.
Como persona, este rey hablaría de un personaje en la vida del consultante que es
materialista, que adora el dinero y sabe cómo generarlo. Puede ser un negociante, un
vendedor, un contador, o bien un trabajador de campo. Dado su vínculo con Tauro, también
podría tener alguna afición artística, como por ejemplo la escultura, la pintura.
Como evento, bajo el liderazgo de este Rey tan concreto las situaciones se solidifican, se
concretan, se formalizan. Si el asunto preguntado tiene que ver con dinero, la respuesta
sería positiva; si fuera por trabajo, la propuesta es fiable. Y si fuera por amor, pues la
relación se está construyendo sobre bases fiables y puede tener futuro.
Hemos llegado así al final de nuestro recorrido por los Arcanos Menores. Hemos dado una
primera vuelta de espiral, descubierto los símbolos por primera vez pero el viaje puede
recomenzarse siempre que uno quiera. Los símbolos son inagotables en su significado y
siempre se pueden descubrir matices nuevos. ¡Felicitaciones por haber llegado este
momento! No es poca cosa el mérito. Muchos comienzan a estudiar y quedan por el
camino, pero vos has logrado ascender los 78 escalones del Tarot. Ahora, lo que queda por
delante es pura práctica y experimentación.
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Ejercicios de aplicación Ejercicio 1: jugando con las Reinas y Reyes
Te propongo repetir el ejercicio del módulo anterior, esta vez con las Reinas y los Reyes,
sabiendo de antemano que ambas figuras representan niveles de mayor madurez que las
figuras previas. Al extraer cada carta, estaríamos respondiendo a la pregunta “¿cuál es el
mejor enfoque para este asunto?”. El Tarot te dirá qué actitud es más propicia: si nutrir,
interiorizar, sostener, cuidar, proteger (Reina) o poner límites, dominar, accionar, juzgar
(Rey) el asunto. La carta que extraigas deberás leerla no como una persona o evento, sino
como un atributo que deberás incorporar o una actitud que deberás asumir. Así, por
ejemplo: si ante una disyuntiva amorosa sobre continuar con una pareja o no, sale la Reina
de Espadas, estaría indicando que sería más propicio cortar el vínculo o por lo menos tomar
cierta distancia; si uno quiere saber cómo comportarse en un nuevo trabajo y sale el Rey de
Bastos, estaría sugiriendo que sería provechoso mostrarse entusiasta, animoso, cálido. Si
querés ir un paso más allá podés extraer una segunda carta y preguntar “¿cuál es enfoque
o actitud que me puede traer problemas?”. De esta manera, abarcamos aquello que quizás
estamos muy tentados de hacer pero que no conviene. En los ejemplos anteriores podría
haber salido el Rey de Copas, que sugiere que no hay que apelas a las emociones, ni
hacerse la víctima. Tenemos una polaridad opuesta: donde la Reina de Espadas aplica la
mente y la razón, el Rey de Copas abre su corazón. En el segundo ejemplo, la carta
complementaria podría haber sido: Rey de Espadas, que habla de alguien que parece un
sabelotodo, alguien demasiado rígido, cerrado a los aprendizajes. Si bien ambos elementos
son extravertidos, la diferencia está en la actitud: el Rey de Bastos es más animoso y
comprometido con lo que sucede mientras que el Rey de Espadas tomaría distancia
excesiva en un momento que requiere de máxima presencia.