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Monarquias Europeas Siglos Xvi-Xvii

Este documento describe las monarquías absolutas en Europa durante los siglos XVI y XVII. Explica el concepto de monarquía absoluta, los factores que favorecieron el absolutismo, los elementos clave del absolutismo y los principales teóricos que defendieron esta forma de gobierno como Jean Bodino y Thomas Hobbes.
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Monarquias Europeas Siglos Xvi-Xvii

Este documento describe las monarquías absolutas en Europa durante los siglos XVI y XVII. Explica el concepto de monarquía absoluta, los factores que favorecieron el absolutismo, los elementos clave del absolutismo y los principales teóricos que defendieron esta forma de gobierno como Jean Bodino y Thomas Hobbes.
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MONARQUÍAS EUROPEAS: SIGLOS XVI-XVII

EL RÉGIMEN DE LAS MONARQUÍAS ABSOLUTAS


Concepto: En un ambiente de guerras internas entre señores feudales y de constante
anarquía y desorden, característica de los últimos años de la Edad Media, los reyes se
situaron como garantes de la estabilidad y del orden. Mientras los monarcas lucharon
por centralizar el poder, la nobleza feudal buscó mantenerlo disgregado, es decir,
disperso en manos de los señores feudales quienes se aferraban a mantener sus
beneficios de siglos (los castillos, las tierras, los vasallos y los siervos). Pues en esta
pugna vencieron los monarcas y el viento sopló a favor para que el poder de éstos se
haga absoluto, o sea, indiscutido y sin límites. Desde aquí hasta nuestros días, vas a
ver cómo la tiranía o a la dictadura será usualmente empleada, en casi todos los
pueblos, como “remedio” del desorden (“remedio” o justificación, como quieras
llamarlo). La monarquía absoluta es una clase de sistema político en el cual el rey
concentra todo el poder. Los señores feudales son aplacados y subordinados al
monarca. El rey puede dictar o reformar una ley, ordenar el arresto de cualquiera de
sus súbditos o apropiarse de sus bienes a nombre del Estado. Sus máximas principales
fueron: El Estado es el rey, La palabra del rey es ley y El rey solo da cuenta de sus actos
a Dios

FACTORES A FAVOR DEL ABSOLUTISMO.


a) La conciencia nacional, que influyó para que las personas estuvieran dispuestas a
ceder derechos y jurar sumisión, con tal de que el soberano unifique y pacifique
sus territorios.
b) b) La Reforma religiosa, que dividió la cristiandad (en católicos y protestantes) y
que, por un lado, debilitó la capacidad de control que los papas tenían sobre los
reyes y, por otro, creó un clima de luchas religiosas que produjo gran inestabilidad
y anarquía, propiciando la necesidad de orden aun a costa de autoritarismos

Elementos del Absolutismo:


1 Eliminación o reducción del poder feudal (de naturaleza fragmentada), que da paso
al poder unitario y centralizado, concentrado en el monarca.
2 Territorio con fronteras delimitadas que unifican sus regiones y se diferencian de
otros estados. Como consecuencia, surgen las relaciones internacionales, los
funcionarios “embajadores”, las alianzas y los tratados, etc.
3 Aparato de gobierno, con órganos, funcionarios y burócratas, que exige el pago de
impuestos, y se apoya en un sistema legal único (Derecho) y en el accionar de un
ejército sólido y permanente.
4 El rey legitimó su poder aludiendo el “derecho divino de los reyes”, según el cual el
poder monárquico emana de la voluntad de Dios y se trasmite por herencia.
TEÓRICOS DEL ABSOLUTISMO
• El jurista francés Jean Bodino (1530-1596), que escribió “Los seis libros de la república”
alarmado por las guerras religiosas que desangraban su país. En él concibió a la
“soberanía” como el poder único, perpetuo e indivisible que posee el monarca, a fin de
imponer orden y evitar la guerra entre sus súbditos. Sostuvo que era preferible la tiranía a
la anarquía, pero estableció que el rey debía cumplir con las leyes divinas y naturales.
• El inglés Thomas Hobbes (1588-1679), que es sin duda el más importante filósofo del
absolutismo. En su obra “Leviatán” difundió sus conocidas premisas como aquella de que
“el hombre es lobo del hombre” para explicar que la perversidad y el egoísmo eran parte
de la naturaleza humana. Por cuya razón no se debía ejercer los derechos individuales, ya
que esto provocaba la guerra de todos contra todos. Lo correcto era, justamente, ceder
tales derechos a un soberano, cuyo poder absoluto, actuando de “árbitro” y “garante”,
aseguraría orden y paz. Hobbes inició la moderna teoría contractualista que observa al
Estado como resultado de un contrato social: el rey (o Estado) se apropia de los derechos
individuales, con la condición de asegurar la conservación de sus súbditos.
• El clérigo francés Jacques Bossuet (1627-1704), Planteó que el absolutismo estaba
sustentado en la Biblia o Sagradas Escrituras y, por ello, no cabía rebelión contra él. Situó a
los reyes como “ministros” o “lugartenientes” de Dios, a quienes se les debía respetar
como parte del mandato divino. Según este teórico, Dios se reservaba el derecho exclusivo
de examinar la conducta de los reyes; por tanto, la autoridad real era sagrada, paternal,
absoluta; aunque sometida a la razón.
Las sociedades estamentales: Los estamentos o estados eran grupos cerrados y separados,
cada cual con derechos, obligaciones y leyes propias. A los estamentos más privilegiados se
ingresaba por nacimiento (honor). La posibilidad de ascender socialmente por mérito o
talento (movilización social) era casi imposible. Estas sociedades se componían de tres
estamentos básicos:
- El clero, que vivía de los diezmos y ofrendas, y de la explotación agrícola de sus tierras.
Entre sus privilegios, estaba el no pagar impuestos, el estar sujeto a tribunales de
justicia especiales y el monopolizar los cargos eclesiásticos. Se dividía en alto y bajo
clero; el primero (cardenales, obispos, abades, etc.) vivía como una aristocracia y los
cargos eran hereditarios; el segundo (curas, frailes, monjes, etc.) estaba en contacto
con el pueblo y vivía en condición precaria. En general, el clero atendía la labor
educativa, religiosa y de asistencia social.
- La nobleza, poseedora de grandes extensiones agrícolas; percibía rentas de los
campesinos por el uso de la tierra (rezago feudal llamado “derecho señorial”), pagaba
impuestos solo en ciertos casos, disfrutaba de un preferente trato judicial y tenía
acceso exclusivo a los cargos políticos y militares. Descendiente de la nobleza feudal,
tuvo que jurar total subordinación al rey para asegurarse estos privilegios,
integrándose a la corte real como “nobleza cortesana”
- El tercer estado (o “estado llano”), estaba constituido por la gran mayoría de la
población, la cual no tenía privilegios, pero sí obligaciones, como pagar impuestos o
integrar los ejércitos en calidad de tropa, así como serias restricciones, como el
impedimento de ocupar cargos políticos o eclesiásticos. El tercer estado contaba con
varios subgrupos, a la cabeza de los cuales se situaba la burguesía que vivía en las
ciudades, integrada por prósperos comerciantes, empresarios, industriales y
prestamistas, por profesionales (abogados, médicos) y maestros artesanos, los mismos
que habían logrado una alta o mediana solvencia económica. Luego de los burgueses
se situaban las personas de menores recursos (obreros, mercaderes, servidores), en
medio de una gran masa de estudiantes, gente muy pobre y mendigos. Al estado llano
también pertenecían los campesinos que, pese a sostener con su trabajo al resto de la
sociedad (y ser ¡el 90 % de ella!), vivían en una condición precaria sino miserable,
trabajando la tierra de terceros (de la nobleza y el clero) y expuestos a las cargas
tributarias de la monarquía y la Iglesia.
¿PRIVILEGIOS O RIQUEZA? La sociedad era vista como el cuerpo humano. El primer
estado era el espíritu y permitía la salvación del alma; el segundo, era como la cabeza,
facilitando el gobierno, la seguridad y el orden; y el tercer estado, era como los brazos,
y debía trabajar para mantener el cuerpo social. Dios lo había dispuesto así y no se
podía quebrar este orden. Por eso los privilegios, que solo se obtenían por nacimiento,
eran más importantes que la riqueza. Un noble pobre y hambriento podía ser hombre
de Estado o tratarse de “tú a tú” con el aristócrata más rico; mientras el burgués más
opulento jamás podía ser ni siquiera conserje del palacio real, ni mejor considerado
que el más humilde cura de parroquia. Sin embargo, el ascenso de la burguesía
demostraría luego la primacía de la riqueza y el debilitamiento de la noción de
privilegio.
El ascenso de la burguesía: Los burgueses eran individuos de distinto origen y quehacer,
pero que tenían en común la solvencia económica o, al menos, un acomodado nivel de
vida. Promovieron el desarrollo de las ciudades y la intensificación del comercio por
Europa, tomando conciencia de sí como clase importante, que producía riqueza, que se
hizo próspera con esfuerzo (sin privilegios ni ayuda de nadie) y que, por ello, debía ser
mejor considerada (los burgueses no podían participar del poder político). Pero la
burguesía fue ascendiendo, diluyendo la rigidez de las sociedades estamentales y
provocando una cierta movilidad social, que antes era impensable. El dinero permitió a
los burgueses la compra de títulos nobiliarios (duque, marqués, conde, etc.)
convirtiéndose en nobles. Ganarse favores de los reyes y lograr matrimonios con
miembros de la nobleza fueron otras formas de ennoblecerse, surgiendo una “burguesía
cortesana” que gustaba de la vida palaciega y del estilo refinado de la monarquía. A
pesar de esto último, la mayor parte de la burguesía no dejó de sentirse excluida y
marginada, siendo la primera clase social que, con el paso de los años, cultivaría las ideas
de cambio en contra de la monarquía absoluta y a favor de la igualdad y la libertad, ideas
estas que surgirían en el siglo XVIII.
La Economía del Mercantilismo: La intensificación del comercio durante la Edad
Moderna, por el accionar de poderosas burguesías mercantiles, dinamizó
profundamente la economía, repercutiendo sobre la agricultura y la artesanía.
Europa se abrió al exterior (sobre todo luego del descubrimiento de América),
surgiendo el interés por vender, por comercializar. La agricultura acogió otros
cultivos más rentables: la vid, los frutales, las hortalizas; la artesanía se volcó a la
fabricación de telas (paños, lanas, hilados, terciopelos y sedas), a un ritmo
industrial con fines de exportación.
¿Qué es el mercantilismo? Es el conjunto de principios económicos que las
monarquías absolutas pusieron en práctica entre los siglos XVI y XVIII, cuando el
comercio ya era visto como decisivo para el desarrollo de un país.
El francés, Jean-Baptiste Colbert (1619-1683), lo nutrió de sus principales
postulados, entre los cuales figuran:
a) Para ser próspero un país debe vender más productos que aquellos que
compra (debe haber “superávit comercial”)
b) La riqueza de una nación depende de la acumulación de oro y plata.
c) El Estado debe intervenir con todo su poder a fin de alcanzar los dos
objetivos anteriores.
El mercantilismo se tradujo en políticas económicas de intervencionismo estatal y
proteccionismo comercial, donde no cabía ningún tipo de libertad económica. Las
autoritarias monarquías absolutas anularon la influencia de los gremios,
prohibieron las importaciones, incentivaron la industria y el comercio a través de
complicadas regulaciones, forzaron las exportaciones, promovieron la expansión
colonial a fin de conseguir mercados adonde vender, establecieron monopolios
estatales y privados, etc.
¿Tenía límites el Absolutismo? «Absolutismo, quería decir poder real indiscutido.
No quería decir poder arbitrario. Esta distinción era vital, y tenía sus raíces en los
sucesos de mediados del siglo [XVII]. Dicho en otras palabras, el rey podía prescindir
de la consulta a un parlamento, pero no le estaba permitido poner en peligro la
propiedad o la seguridad de sus súbditos. Esto es cuanto quiere decir “absolutismo”,
y bajo ningún concepto es lícito identificarlo con despotismo o tiranía. Cuando Le
Bret declaraba ilimitada la soberanía, especificaba empero más adelante que el
monarca estaba obligado a respetar la propiedad privada y no podía alterar la
sucesión en el trono ni dictar una ley contraria a la ley divina. Bossuet, conocido
expositor del absolutismo de Luis XIV [rey francés], pese a ello hacía constar que la
soberanía absoluta debía someterse a las leyes del reino.
Las distinciones trazadas por Le Bret y otros resultaban sumamente importantes en
la práctica. El absolutismo podía significar el gobierno de una sola persona, pero esa
persona únicamente podía mantenerse con el apoyo de ciertas fuerzas sociales. En
la Europa de finales del siglo XVII, esas fuerzas eran las clases propietarias. La hora
de la aristocracia [descendiente de la nobleza terrateniente] había pasado, y todos
los estados europeos (con la posible excepción de España) tenían conciencia de
ello... Dondequiera que se implantase, el absolutismo dependía del apoyo de la
clase dirigente, sin la cual no podía gobernar». De “El siglo del hierro”. Henry Kame
FRANCIA
INGLATERRA
PORTUGAL
ESPAÑA

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