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TALLERFILOSOFIAGRADO102

El documento habla sobre la filosofía moral y conceptos como el acto moral, la moralidad genérica, la responsabilidad y el mérito. Explica que los actos humanos pueden ser moralmente buenos o malos dependiendo de su objeto, intención y circunstancias. También discute las fuentes de la obligatoriedad moral y el origen del imperativo categórico.

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TALLERFILOSOFIAGRADO102

El documento habla sobre la filosofía moral y conceptos como el acto moral, la moralidad genérica, la responsabilidad y el mérito. Explica que los actos humanos pueden ser moralmente buenos o malos dependiendo de su objeto, intención y circunstancias. También discute las fuentes de la obligatoriedad moral y el origen del imperativo categórico.

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REPASO 4TO PERIODO

Año Lectivo 2023 - 2024


ÁREA/ASIGNATURA: FILOSOFIA GRADO: °10
FECHA APLICACIÓN: 02 de Mayo de 2024
FECHA ENTREGA: 09 de mayo de 2024

NOTA: Argumente bien a las preguntas dadas.

DOCENTE: Steven Espinosa Herrera. CALIFICACIÓN:

FILOSOFIA MORAL

El obrar es moralmente bueno cuando las elecciones libres están conformes con el
verdadero bien del hombre.

1. ACTO MORAL

Es el acto que hace al hombre que lo ejecuta bueno o malo, digno de alabanza o
de vituperio, en cuanto hombre. En el primer caso es moralmente bueno, y en el
segundo caso es moralmente malo. Hay, pues, dos especies de actos morales.

Se discute si hay algún acto humano que no sea ni moralmente bueno, ni malo,
sino moralmente indiferente. La opinión más admitida es que, aunque en
abstracto se pueda pensar en un acto moral indiferente, pero en concreto, todo
acto moral o es bueno, o es malo.

2. ¿EN QUE CONSISTE LA MORALIDAD GENERICA, ES DECIR, EN QUE EL


ACTO HUMANO SEA MORAL?
Si existen actos morales buenos y actos morales malos, ¿Podemos determinar la
moralidad genérica, es decir, lo que hay de común en esas dos especies de
moralidad?

Difícil es la respuesta. Pero podemos decir, que lo que hay de común en los actos
moralmente buenos y malos es:

- La libertad.

- La voluntariedad que tiene por objeto, no el bien útil o deleitable, sino el honesto
o inhonesto.

No se puede precisar más, o se hace de una manera negativa, o se hace de una


manera positiva, entonces hay que definir el género, enumerando las especies.

El primer elemento que forma la moralidad genérica, a saber, la libertad, es


extrínseco al acto moral, pues la libertad intrínsecamente está en la voluntad. El
segundo elemento, a saber, la voluntariedad del acto que tiende a un bien
honesto o deshonesto, es intrínseco al acto, y consiste en una relación
trascendental del acto a su objeto, como sucede en toda acción intencional.

1. Moralidad de los actos humanos

«Los actos humanos, es decir, libremente realizados tras un juicio de conciencia, son
calificables moralmente: son buenos o malos» (Catecismo, 1749). «El obrar es
moralmente bueno cuando las elecciones de la libertad están conformes con el
verdadero bien del hombre y expresan así la ordenación voluntaria de la persona hacia
su fin último, es decir, Dios mismo» [1]. «La moralidad de los actos humanos depende:

— del objeto elegido;

— del fin que se busca o la intención;

— de las circunstancias de la acción.

El objeto, la intención y las circunstancias son las “fuentes” o elementos constitutivos de


la moralidad de los actos humanos» (Catecismo, 1750).

2. El objeto moral
El objeto moral «es el fin próximo de una elección deliberada que determina el acto de
querer de la persona que actúa» [2]. El valor moral de los actos humanos (el que sean
buenos o malos) depende ante todo de la conformidad del objeto o del acto querido con
el bien de la persona, según el juicio de la recta razón [3]. Sólo si el acto humano es
bueno por su objeto, es “ordenable” al fin último [4].
Hay actos que son intrínsecamente malos porque son malos «siempre y por sí mismos,
es decir, por su objeto, independientemente de las ulteriores intenciones de quien actúa
y de las circunstancias» [5] .
El proporcionalismo y el consecuencialismo son teorías erróneas sobre la noción y la
formación del objeto moral de una acción, según las cuales hay que determinarlo en
base a la “proporción” entre los bienes y males que se persiguen, o a las
“consecuencias” que pueden derivarse [6].

3. La intención

En el obrar humano «el fin es el término primero de la intención y designa el objetivo


buscado en una acción. La intención es un movimiento de la voluntad hacia un fin; mira
al término del obrar» (Catecismo, 1752) [7]. Un acto que, por su objeto, es “ordenable” a
Dios, «alcanza su perfección última y decisiva cuando la voluntad lo ordena
efectivamente a Dios» [8]. La intención del sujeto que actúa «es un elemento esencial en
la calificación moral de la acción» (Catecismo, 1752).
La intención «no se limita a la dirección de cada una de nuestras acciones tomadas
aisladamente, sino que puede también ordenar varias acciones hacia un mismo objetivo;
puede orientar toda la vida hacia el fin último» (Catecismo, 1752) [9]. «Una misma acción
puede estar, pues, inspirada por varias intenciones» (ibidem).
«Una intención buena no hace ni bueno ni justo un comportamiento en sí mismo
desordenado. El fin no justifica los medios» (Catecismo, 1753) [10]. «Por el contrario,
una intención mala sobreañadida (como la vanagloria) convierte en malo un acto que, de
suyo, puede ser bueno (como la limosna; cfr. Mt 6, 2-4)» (Catecismo, 1753).

4. Las circunstancias

Las circunstancias «son los elementos secundarios de un acto moral. Contribuyen a


agravar o a disminuir la bondad o la malicia moral de los actos humanos (por ejemplo, la
cantidad de dinero robado). Pueden también atenuar o aumentar la responsabilidad del
que obra (como actuar por miedo a la muerte)» (Catecismo, 1754). Las circunstancias
«no pueden hacer ni buena ni justa una acción que de suyo es mala» (ibidem).
«El acto moralmente bueno supone a la vez la bondad del objeto, del fin y de las
circunstancias» (Catecismo, 1755) [11].

5. Las acciones indirectamente voluntarias

«Una acción puede ser indirectamente voluntaria cuando resulta de una negligencia
respecto a lo que se habría debido conocer o hacer» (Catecismo, 1736) [12].
«Un efecto puede ser tolerado sin ser querido por el que actúa, por ejemplo, el
agotamiento de una madre a la cabecera de su hijo enfermo. El efecto malo no es
imputable si no ha sido querido ni como fin ni como medio de la acción, como la muerte
acontecida al auxiliar a una persona en peligro. Para que el efecto malo sea imputable,
es preciso que sea previsible y que el que actúa tenga la posibilidad de evitarlo, por
ejemplo, en el caso de un homicidio cometido por un conductor en estado de
embriaguez» ( Catecismo, 1737).
También se dice que un efecto ha sido realizado con “voluntad indirecta” cuando no se
deseaba ni como fin ni como medio para otra cosa, pero se sabe que acompaña de
modo necesario a aquello que se quiere realizar [13]. Esto tiene importancia en la vida
moral, porque sucede a veces que hay acciones que tienen dos efectos, uno bueno y
otro malo, y puede ser lícito realizarlas para obtener el efecto bueno (querido
directamente), aunque no se pueda evitar el malo (que, por tanto, se quiere sólo
indirectamente). Se trata a veces de situaciones muy delicadas, en las que lo prudente
es pedir consejo a quien puede darlo.
Un acto es voluntario (y, por tanto, imputable) in causa cuando no se elige por sí mismo,
pero se sigue frecuentemente (in multis) de una conducta directamente querida. Por
ejemplo, quien no guarda convenientemente la vista ante imágenes obscenas es
responsable (porque lo ha querido in causa) del desorden (no directamente elegido) de
su imaginación; y quien lucha por vivir la presencia de Dios quiere in causa los actos de
amor que realiza sin, aparentemente, proponérselo.

6. La responsabilidad

«La libertad hace al hombre responsable de sus actos en la medida en que éstos son
voluntarios» (Catecismo, 1734). El ejercicio de la libertad comporta siempre una
responsabilidad ante Dios: en todo acto libre de alguna manera aceptamos o
rechazamos la voluntad de Dios. «El progreso en la virtud, el conocimiento del bien, y
la ascesis acrecientan el dominio de la voluntad sobre los propios actos» (Catecismo,
1734).
«La imputabilidad y la responsabilidad de una acción pueden quedar disminuidas e
incluso suprimidas a causa de la ignorancia, la inadvertencia, la violencia, el temor, los
hábitos, las afecciones desordenadas y otros factores psíquicos o sociales» (Catecismo,
1735).

7. El mérito

«El término “mérito” designa en general la retribución debida por parte de una comunidad
o una sociedad a la acción de uno de sus miembros, considerada como obra buena u
obra mala, digna de recompensa o de sanción. El mérito corresponde a la virtud de la
justicia conforme al principio de igualdad que la rige» (Catecismo, 2006) [14].
El hombre no tiene, por sí mismo, mérito ante Dios, por sus buenas obras
(cfr. Catecismo , 2007). Sin embargo, «la adopción filial, haciéndonos partícipes por la
gracia de la naturaleza divina, puede conferirnos, según la justicia gratuita de Dios, un
verdadero mérito. Se trata de un derecho por gracia, el pleno derecho del amor, que nos
hace “coherederos” de Cristo y dignos de obtener la herencia prometida de la vida
eterna» ( Catecismo, 2009) [15].
«El mérito del hombre ante Dios en la vida cristiana proviene de que Dios ha dispuesto
libremente asociar al hombre a la obra de su gracia » (Catecismo, 2008) [16].
Francisco Díaz
Más ahora se pregunta ¿De dónde le viene esta necesidad u obligatoriedad al acto
moral?, ¿Cuál es el fundamente para formar el imperativo categórico?, ¿De dónde
nace?.

Tres respuestas, o soluciones, se han dado a este problema:

1.1 Primera solución, de Kant.

La autonomía de la razón práctica. En efecto, el imperativo categórico no tiene


otro origen ni otro fundamente, que la voluntad pura, o razón práctica o pura.
Pues por ser universa y necesario, no puede tener otro origen que "a priori". Y se
forma "a priori" no de la razón especulativa, o razón pura, sino de la razón
práctica o voluntad, porque se trata de un juicio no especulativo, sino práctico.

Además, como el imperativo categórico es un juicio sobre la moralidad de nuestra


acciones, solo puede provenir de la voluntad, que es la única fuente de la bondad
o de la malicia. Lo único, en efecto, que hay, o es, bueno o malo, es la voluntad.

Ahora bien, la voluntad es buena precisamente cuando actúa por imperativos


categóricos, es decir, cuando actúa simplemente por el deber. Actuar por
cualquier otra consideración o motivo no sería actuar moralmente bien. Tal
sucede cuando actúa por un imperativo hipotético. El imperativo categórico
procede, pues, de la voluntad buena, y viceversa, una voluntad es buena
moralmente, cuando su acción está regida por imperativos categóricos, es decir,
cuando hace el deber por el deber.

El imperativo categórico procede de la voluntad, pero de la propia voluntad. Es


decir, el imperativo categórico es autónomo. , y la razón es porque los
imperativos que proceden de otra voluntad, los imperativos heterónomos, son por
una parte empíricos, y por otra parte hipotéticos. Por consiguiente, no sirven para
explicar la obligación que tiene carácter universal y absoluto. Los imperativos
heterónomos son empíricos porque tiene la forma de "haz esto", es decir,
presentan un contenido concreto y determinado "esto", y por lo tanto no son
universalmente ni formales o aprióricos. Son hipotéticos, porque necesariamente
tienen la forma de "haz esto, si quieres agradar a Dios o al legislador que te lo
impone". Así pues, el imperativo categórico ha de tener un origen autónomo, que
el la propia voluntad.

Como el contenido del imperativo categórico no puede ser empírico, según


hemos visto, pues por el mismo hecho dejaría de ser universal y necesario, como
se requiere para la ciencia moral, resulta que el imperativo categórico no puede
revestir la forma de "haz esto", sino esta otra que propone Kant como una de las
formas del imperativo categórico: "lo que quiera que hagas (universal), hazlo por
respeto al deber, porque debes hacerlo". Y así la primera fórmula del imperativo
que propone kant es la siguiente: "Obra de tal manera, que tu obrar pueda ser
norma universal".

Tal es la explicación Kantiana de la obligación, y de la moralidad. De esta


estructuración del Ser moral, deduce en beneficio del Ser de la metafísica, la
existencia de la libertad, de la inmortalidad del alma, y de Dios. Al conocimiento
de estas tres entidades metafísicas se llega, según Kant, no por la razón
especulativa, incapaz de llegar a la Metafísica, sino por la razón práctica que
postula esos entes noumenales, como necesario para la fundamentación del
imperativo categórico y con él del ser moral.

1.2 Segunda solución, de Velázquez, Mercier, etc.

El imperativo categórico, según estos autores, se funda últimamente en la


naturaleza humana, en cuanto que lo bueno o lo melo se presenta de tal manera
conforme o disconforme con la naturaleza racional, adecuadamente considerada,
que en virtud de esta conformidad o disconformidad la voluntad se siente
absolutamente necesitada a hacerlo o evitarlo. El imperativo categórico
expresaría esta relación de conformidad o disconformidad con la naturaleza
humana, como "un bien de la persona", de tal manera digno de estima, que su
desprecio fuera totalmente ininteligible y completamente inexcusable. (Alegría)
Cfr. Velázquez, I, II, d. 58, 90, 96, 100; d. 107, 144.

Así Mercier: "Ce mot de loi, en efect, est susceptible d´un doble sens. Ou bien c
´est l´ordenance d´un superieur prescrivant telles moyens pour arriver a telle fin;
ou bien c´est la tendence naturelle d´un étre vers sa fin. Ainsi parle-t-on des lois
physiques et chimiques... Que nous le voulions ou non, nous sentons que nous
manquons á ce veeu intime de notre nature humanie en tant qu´humawinw,
lorsque nous faisons le mal. Il y a lá une explication suffisante, semble-t-il, d´une
reelle obligation..." (Theodicee, t. II, p. 55) Cfr. Merckelbach, I, n. 246 y 247.

1.3 Tercera solución, Santo Tomás, Suárez y la generalidad de los escolásticos.

El imperativo categórico se funda en la voluntad de Dios, que lo impone. Nosotros


lo interpretamos así. Esta voluntad es la voluntad creativa de Dios, que proyectó y
planeó nuestra naturaleza con una finalidad determinada, y al crearla quiso, por el
mismo hecho, que esa finalidad y ese proyecto se llevase acabo, es decir, quiso
que nuestra naturaleza actuase como tal naturaleza. Por consiguiente, el actuar
conforme a nuestra naturaleza humana, o sea, moralmente, es algo que no
queda a nuestro arbitrio, sino que se nos impone en virtud de la voluntad creativa
de Dios, que para eso nos puso en la existencia. Así como nuestra naturaleza y
nuestra misma existencia son algo que se nos impone de modo absoluto e
independientemente de nuestro querer, pues independientemente de nuestro
querer tenemos esta naturaleza con tal finalidad intrínseca, y estamos en la
existencia, de la misma manera el actuar moralmente, o sea, en conformidad con
nuestra naturaleza y su finalidad intrínseca, es algo que se nos impone
independientemente de nuestro querer, y que depende de la voluntad de Dios,
que para eso nos proyectó así y nos puso en la existencia, para que actuemos
como somos. De la misma manera Dios planeó y creó la naturaleza irracional,
para que actuase conforme a su naturaleza no libre. Y la criatura irracional actúa
así, no solo en virtud del determinismo de su naturaleza, sino también de la
voluntad de Dios que así la creo y así quiso que actuase.

TALLER

1. ¿Qué es un acto moral?


2. Pero podemos decir, que lo que hay de común en los actos moralmente
buenos y malos es _____________________________
3. ¿La moralidad de los actos humanos de que depende?
4. Explica a qué se refiere el texto por el objeto de la moral
5. Que son las acciones indirectamente voluntarias
6. ¿cuál es la primera solución (Kant) a la obligatoriedad al acto moral?
7. Hable sobre la tercera solución, Santo Tomás, Suárez y la generalidad de los
escolásticos.

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