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Resumen

Este documento discute los diferentes niveles de conocimiento jurídico, incluyendo las relaciones entre derecho, ciencia y filosofía del derecho. Explica que el derecho puede ser estudiado por diversas ciencias sociales pero no es una ciencia en sí mismo.
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Este documento discute los diferentes niveles de conocimiento jurídico, incluyendo las relaciones entre derecho, ciencia y filosofía del derecho. Explica que el derecho puede ser estudiado por diversas ciencias sociales pero no es una ciencia en sí mismo.
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UNIVERSIDAD DE CELAYA

FACULTAD DE LICENCIATURA EN DERECHO

Niveles de conocimiento
jurídico

Docente: Sergio Martín Tapia Argüello

Nombre: Sergio Giovanni Montenegro Jiménez

Matrícula: 19011107

Materia: Filosofía del Derecho

Fecha de entrega: 24/04/2024


En el tiempos anteriores, considerando los orígenes de la Filosofía en Grecia con
el racionalismo absoluto1 nos señala lo que hoy se maneja dentro del discurso que
enmarca la palabra “ciencia”.

La propia concepción de la palabra ciencia sostiene dos situaciones claras. Por


una parte, los sujetos que la estudian investigan, experimentan, analizan o
describen algo; y en donde ese algo tiene una materia o campo específico; y en la
otra, que existe un conjunto de principios y enunciados que son resultado de la
labor de los sujetos que estudian la ciencia, donde esos principios y enunciados
describen ese algo, donde ese algo es una materia o campo específico2.

Como se mencionó, para que denomine ciencia debe de tener características


particulares como la objetividad y esta idea puede descomponerse de dos formas.
Primeramente la objetividad como comunicabilidad, es decir, el estudio en
cuestión debe ser objetivo y comunicable, esto último refiere a que pueda ser
comunicado con otros científicos miembros de la comunidad; en esto refiere a un
código de desciframiento3, que compone el lenguaje y los procedimientos que
permiten que cualquier científico de la comunidad pueda desarrollarlos en caso de
querer conocerlos; y la objetividad refiere a la posibilidad de ser entendibles y
comprobables los enunciados que componen el discurso. En segundo lugar, la
objetividad, significa también en la no manipulación del objeto de estudio, para
ello, cuando un enunciado es objetivo, es cuando el mismo tiene características
descriptivas.

Por tanto, la idea de “ciencia” trasciende más allá, no solo de los beneficios que ha
traído sino además de las potenciales ventajas que trae consigo. Para ello, existe
un uso legitimizador de la ciencia para establecer ciertas interpretaciones de
derecho positivo, se señala así, que una norma, mandato, decisión o iniciativa, se
encuentra sustentada en estudios científicos4, y que por tanto, no acatarla o
aceptarla, es ser anticientífico. Esta relación causal, pretende simplificar el objeto
que se analiza. En esto resulta importante citar al Dr. Sergio Martín Tapia Argüello
en su artículo “Derecho, Ciencia y Crítica Jurídica” publicado en la Revista de
Investigación Interdisciplinaria y Crítica Jurídica; conforme al ejemplo que nos da:
“Una forma de ejemplificar este tipo de posturas, la encontramos en las posiciones anti-derechos
de quienes se asumen “a favor de la vida”, “la familia” o “las tradiciones”. Al intentar establecer
desde “lo científico” algunas supuestas verdades indiscutibles; por ejemplo, que el “feto es un ser
humano”; que “la heterosexualidad es biológicamente la norma” o que “sólo existen dos sexos”,
estas posturas pretenden, en primer lugar, reducir discusiones amplias de temas sociales y
culturales, a un debate mínimo técnico de una de las áreas involucradas en ella, obviando a otras,
que, como la antropología, la sociología o la psicología, tienen también que ser consultadas para
observar lo que “la ciencia dice”.5

Con esto resulta complejo considerar la supuesta verdad, esto es debido a la


legitimación sesgada de inicio que se le da a concepciones básicas. Por tanto
existen positivistas que buscan descalificar estudios que conducen a resultados de
los cuales ellos no quieren llegar. Bajo esto se considera que no existen los
“hechos” sino más bien, existen formas de mirar el mundo. Con lo anterior, el
hecho tendría una concepción relacionada con nuestra cultura. Sin embargo, el
estudio moderno nos ha indicado que el hecho requiere de tiempo y espacio, y
que puede conectarse con una clase de sensación para ser concebido así. En el
derecho, las normas son el sentido de un acto de voluntad, y dicho acto puede ser
objeto de experiencia sensible. Se distingue así la norma del acto, la norma existe
incluso posterior a la culminación del acto que la produce. Tomando en cuenta lo
anterior, el cumplimiento de la norma se vuelve un punto decisivo de su propia
existencia, y el cumplimiento de esta sí es o no un hecho.

La ciencia moderna propone que todo lo que se diga debe ser probado
empíricamente, los enunciados comprobados de forma empírica se les denomina
como verdaderos; partiendo con esto que la verdad es la propiedad de un
enunciado y no de una cosa. Por esto los hechos no se consideran verdaderos o
falsos, simplemente si son o no son. De ahí que se toman dos puntos para la
consideración de la verdad, en uno, se toma la relación existente entre la verdad y
la realidad, es decir, corresponde la verdad con la experiencia percibida. Por otro
lado, la verdad se convierte en propiedad de las condiciones que se producen en
los enunciados; significa que, la verdad supondría la aceptación de un enunciado
en cuestión por parte de los participantes de la actividad científica.
En el derecho romano arcaico, los jurisconsultos estudiaban el derecho y lo
describían, y eran estos quienes determinaban el derecho y los alcances de este.
Por tanto, en Roma existió una actividad específica, denominada “iurisprudentia”,
cuya función era la interpretación del derecho.

La idea subyace que la jurisprudencia es la actividad que consiste en encontrar y


aplicar las reglas de interpretación del lenguaje del derecho. Con ello se entiende
que un conocimiento no era únicamente para el manejo del derecho, sino más
bien, para prevenir las consecuencias en caso de su aplicación. Para el derecho
moderno, una característica relevante es la predictibilidad, no significando la tarea
del derecho sobre predecir una actividad humana, Para esto, uno de los primeros
elementos distintivos de las normas jurídicas es que no regulan aquello que es
inevitable o imposible5, sino que, limitan posibilidades de acción futuras, mediante
promesas de sanción. Siguiendo así un orden lógico que permita a entender que,
si realizas algo, entonces el derecho hará esto otro en su lugar.

Se rescata así, que las ciencias se practican con un objetivo específico, en esto la
distinción entre los objetivos de una ciencia y el objeto resulta importante; los
objetivos de una ciencia determinan el objeto de esta, significa así, que la teoría se
preocupa por la concepción de conceptos que más adelante serán el objeto
científico. El objetivo de toda ciencia que pretenda el estudio del derecho es
político, y el objetivo es lo que resulta determinante para proposición de nuevos
estudios al respecto.

Se debe tomar en consideración que la ciencia contemporánea se hace en


instituciones creadas por el propio poder político, y son controladas por él, esto
puede implicar, en que la ciencia no sea imparcial y apolítica.

La interpretación que se supone de todo esto es la aplicación del derecho, mismo


que forma parte del fenómeno jurídico. Por esto, queda claro que el derecho no es
una ciencia, más puede ser un objeto de estudio para la ciencia, con esto se
refleja en aquellos conceptos que no son ciencia, y que como se ha comentado la
ciencia es capaz de estudiar esos conceptos, más no se compone únicamente por
eso.

El derecho como la actividad enseñada y aprendida en las universidades, no es


por tanto, una ciencia, sino una forma de técnica particular, sistematizada y
aprendida para su práctica social; sin embargo, esa técnica aplicada en el mundo
y los resultados que de su aplicación deriven si pueden ser estudiados por la
ciencia.

Ahora, las ciencias sociales pueden tomar como objeto de estudio al derecho, más
esto no significa que lo hagan. Para esto es relevante analizar dos posturas
contrarias, de un lado la concepción de que la ciencia especifica el estudio
sistemático del derecho; y por otro lado, que el derecho no puede reducirse a su
elemento normativo de relación de mando y obediencia. Resulta de esto, hablar de
la pluralidad de diversas ciencias jurídicas, de las que compone la ciencia del
derecho, así como, la sociología del derecho, la psicología legal o la antropología
jurídica, de este modo estas disciplinas como la sociología, la psicología o
antropología se relacionan con el derecho y que de cuya observación se genera
un análisis jurídico.

La ciencia jurídica destaca que del vocablo derecho se aplica para diversas cosas
muy diversas entre sí, a esto se explica que el derecho puede abarcar que a
través de normas jurídicas “el legislador” quiere que una acción humana se haga o
se omita, y que a través de dichas normas se desea que los hombres la hagan o
se abstengan. Sin embargo, en la doctrina que envuelve la norma se limita a
describir y explicar lo que ella comprende.

Por tanto, la ciencia jurídica permite conocer el objeto de estudio, describirlo,


catalogarlo, así como verdadero o falso. Si bien los códigos o las normas no
pueden ser catalogados como falsificados ni verificados, esto es porque en sí
mismo no son discursos descriptivos sino prescriptivos; por ello el derecho en la
norma ordena, permite o autoriza, pero ciertamente no enseña. Para esto la
ciencia jurídica designa la actividad realizada por los juristas cuando estos
describen el derecho positivo, es decir, permite describir y determinar el material
reconocido como derecho sin cuestionar su validez. Del mismo modo, existe la
filosofía del derecho, comprendida como una actividad intelectual sobre la cual, se
plantean cuestiones fundamentales de la explicación jurídica, en pocas palabras,
se dedica al examen de aquello que los juristas hacen.

1 Correas, Oscar, Metodología Jurídica I. Los saberes y las prácticas de los abogados, México,
Fontamara, 2006, capítulo II: La ciencia y su objeto, pp. 59-91

2 Tamayo y Salmorán, Rolando, Introducción analítica al estudio del derecho, México, Themis,
2011, capítulos XVII, XVIII y XIX

3 Tapia Argüello, Sergio Martín, "Derecho, ciencia y crítica jurídica",

4 Correas, Oscar, Metodología Jurídica I. Los saberes y las prácticas de los abogados, México,
Fontamara, 2006, capítulo II: La ciencia y su objeto, pp. 59-91

5 Tapia Argüello, Sergio Martín, "Derecho, ciencia y crítica jurídica",

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