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Karma y Renacimiento

Este documento introduce el concepto de karma y renacimiento en el budismo. Explica que el karma se refiere a que las acciones pasadas influyen en las experiencias presentes y futuras, aunque hay diferentes interpretaciones sobre cómo funciona exactamente. También analiza algunas ideas comunes sobre el karma y plantea objeciones a ciertas visiones misteriosas o mecánicas.

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Karma y Renacimiento

Este documento introduce el concepto de karma y renacimiento en el budismo. Explica que el karma se refiere a que las acciones pasadas influyen en las experiencias presentes y futuras, aunque hay diferentes interpretaciones sobre cómo funciona exactamente. También analiza algunas ideas comunes sobre el karma y plantea objeciones a ciertas visiones misteriosas o mecánicas.

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1

INTRODUCCIÓN
AL KARMA Y EL RENACIMIENTO

L a existencia humana es algo extraño. Parece ser milagrosa,


maravillosa, rara y aterradora, todo a la vez. Al despertar
nos encontramos con que hemos sido arrojados a un mundo que
no entendemos y queremos (incluso necesitamos) una explica-
ción, un mapa con el cual podamos navegar por este territorio
raro. ¿Por qué estamos aquí? ¿De dónde venimos? ¿Qué es este
lugar? ¿Qué sucederá cuando muramos? El hecho de que poda-
mos hacer preguntas sobre nuestra vida y tratar de averiguar
hacia dónde nos dirigimos es en sí algo profundamente extraño
e inquietante. Como alienígenas que caminan en un planeta des-
conocido y sufren amnesia, tratamos de armar una historia a la
que llamamos nuestra vida y un escenario al que llamamos mun-
do. Seguimos pistas, anotamos cosas y tratamos de recordar
quiénes somos y qué es lo que supuestamente tendríamos que
estar haciendo. Como el personaje principal en la película
Memento,9 quien ha perdido la memoria a corto plazo, reunimos
pedazos que aparentemente tienen importancia, solo para en-
contrarnos con que la frágil historia que hemos tejido se puede
desbaratar en un segundo. En un esfuerzo por darle sentido al
misterio que nos confronta, no nos tatuamos notas en el cuerpo,

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Karma y Renacimiento

como lo hace el personaje de la película, pero sí las grabamos en


nuestras mentes y formamos una historia que le da cierto senti-
do a ese misterio que es nuestra vida.
Durante el transcurso de nuestro viaje por este planeta
extraño nos encontramos con otros seres. Muy pronto nos damos
cuenta de que la mayoría de ellos no son como nosotros. La
gente se distingue entre sí por muchas cosas: el color de su piel,
su idioma, su cultura, su inteligencia, su riqueza, etc. Descubri-
mos que algunos niños nacen sin tener algo que llevarse a la
boca mientras que otros comen con cuchara de plata. Nuestros
televisores y periódicos nos muestran cómo algunos nacen en
tierras devastadas por la guerra y en lugares donde predominan
la hambruna, las inundaciones y los terremotos, mientras que
otros gozan de una vida llena de tranquilidad en la que sobra la
comida y rara vez presencian un desastre. Al escuchar sobre las
últimas inundaciones en Mozambique o el último terremoto en
la India es difícil dejar de pensar en que algunas personas están
destinadas a vivir desgracias. La vida de algunos está llena de
tragedias mientras que otros construyen éxito tras éxito y todo
les llega con facilidad. Unos están inmersos en desastres y, al
parecer, a otros les sonríe la fortuna. Si somos aunque sea un
poco curiosos nos preguntaremos por qué esto es así. ¿Quién o
qué es el responsable de que así sean las cosas? Debe de haber,
seguramente, un método que rija estas brutales desigualdades
que dividen a los ricos y los pobres, a los bendecidos y los des-
graciados. Debe de haber una manera de explicar por qué el
mundo es tan injusto.
¿Es Dios? ¿Es el destino? ¿Estamos destinados a algo des-
de el principio? ¿Deben seguir nuestras vidas un rumbo prede-
terminado? ¿Existe algún principio divino que interviene en
nuestra vida para darle forma a nuestro destino? ¿O es simple-
mente la suerte, la oportunidad, una distribución azarosa de
destinos buenos y malos? ¿O es que estamos obteniendo lo que

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Introducción al karma y el renacimiento

nos merecemos? No parece que la vida sea imparcial con respec-


to a nadie. Esto nos queda muy claro. Sin embargo, ¿cómo de-
bemos entender esta realidad que parece tan voluble e injusta y
cómo explicárnosla?
Al parecer el corazón humano tiene una profunda necesi-
dad de respuestas para esas preguntas. Podríamos, incluso, su-
gerir que proporcionar explicaciones satisfactorias para esas
inquietudes es una función esencial de la religión. La pregunta
sobre por qué la fortuna no favorece a todos ha preocupado a
los pensadores religiosos durante siglos. En las primeras escri-
turas budistas, Subha, el hijo de un eminente brahmán, le hace
esta pregunta al Buda.10 Subha quiere saber por qué algunas
personas son ricas y otras son pobres, por qué unas tienen largas
vidas y otras cortas, por qué algunos son feos y otros hermosos,
por qué algunos son tontos y otros sabios. En resumen, quiere
una explicación para esa desigualdad. La respuesta que le da el
Buda es muy sucinta:

Alumno, los seres son dueños de sus acciones (karmas), herederos


de sus acciones. Su origen proviene de sus acciones, están vincu-
lados a sus acciones, sus acciones son su refugio. Es la acción lo
que distingue a los seres como inferiores y superiores.11

Esta famosa máxima introduce la enseñanza del budismo


acerca del Karma pero, ¿qué sentido le podemos encontrar a
esto? Aunque la palabra karma (literalmente, “acción”) forma
ya parte de nuestro idioma cotidiano, su significado a menudo
no queda claro. En términos generales, Karma es un principio
moral que rige la conducta humana. Declara que nuestra expe-
riencia actual se encuentra condicionada por nuestra conducta
pasada y que nuestra conducta actual condicionará nuestra ex-
periencia futura. Lo anterior puede sonar muy obvio pero la
mayor parte de las interpretaciones sobre el Karma profundizan

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Karma y Renacimiento

un poco más. Antes de presentar mi propia definición práctica


de Karma ofreceré un breve resumen de algunas de las ideas
más prevalecientes, para exponer con mayor claridad este tema.
En primer lugar, el Karma suele equiparse con el principio
general del budismo conocido como surgimiento interdepen-
diente o producción condicionada (pratītya-samutpāda). Se con-
sidera que esta es “la Ley que rige al Universo”,12 la ley de la
causalidad. En el capítulo 3 veremos cómo esta interpretación
combina un ejemplo de la enseñanza budista del surgimiento
interdependiente con el principio general en sí. Esta confusión
da como resultado un entendimiento confuso de cómo y por qué
las cosas suceden como suceden, lo cual ha dado pie a que se
piense engañosamente que las fuerzas morales determinan todos
los resultados.
En segundo lugar, el Karma es a menudo presentado como
un principio de equilibro moral que restaura el balance y la
armonía en el universo.13 Así que si actúo mal de alguna mane-
ra, entonces tarde o temprano algo malo inevitablemente me
sucederá, ya que esto es necesario para “volver a equilibrar” al
universo. Bajo esta óptica nuestras acciones deben verse como
transacciones casi mecánicas con valores definitivos que tienen
retribuciones iguales e incluso acordes a nuestras acciones.
Al Karma también se le ha descrito como un principio “re-
tributivo”, una “ley de hierro” que subyace bajo un universo
“justo” que castiga a los que actúan mal y recompensa a los
virtuosos. Así que si algo malo nos sucede debe de ser porque
nosotros mismos hemos hecho algo para “merecerlo”, ya sea en
esta vida o en alguna vida pasada. De la misma manera, si reci-
bimos una recompensa o tenemos buena fortuna debe de ser
porque actuamos bien en el pasado. Aunque describir al Karma
como un principio retributivo no está del todo mal puede ser
engañoso, ya que implica que el Karma es un tipo de juicio cós-
mico, incluso tal vez una fuerza inteligente, que reparte desapa-

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Introducción al karma y el renacimiento

sionadamente las recompensas y los castigos apropiados. Tam-


bién implica que toda fortuna y todo infortunio pueden tener
una mejor explicación mediante las fortalezas y las fallas mora-
les. Así que, bajo esta óptica, ningún sufrimiento es injustificado
y ninguna bendición es inmerecida. Esta es una opinión que
pongo en tela de juicio.
Finalmente, el Karma es visto por algunos como un prin-
cipio de inevitabilidad semejante al destino, que sugiere que
las cosas están simplemente “destinadas” a suceder. De tal for-
ma que si, por ejemplo, roban mi coche, ese es mi karma; si
gano la lotería, ese es mi karma y si me secuestran los extrate-
rrestres, entonces ese es mi karma también. Sin embargo, ¿qué
significa decir que algo es mi karma? Esto no queda claro en
absoluto. De hecho, puede parecer una respuesta fácil ante un
desagradable evento inesperado. En qué sentido esos aconte-
cimientos “se supone que deben pasar” y son adecuados es
menos que obvio y rara vez se ofrecen explicaciones. Una de
las limitaciones de estos juicios es que siempre se hacen des-
pués de que sucedió el evento. No hay medios para verificarlos
o desaprobarlos. En retrospectiva siempre podemos ver que
“lo teníamos merecido”.
El resultado de esas interpretaciones es que muchas veces
el Karma se entiende como una ley mística cuya forma de operar
es insondable pero que, misteriosamente, guía el curso de los
sucesos. Si hay objeciones se puede apelar a la inefable natura-
leza. Esto significa que la creencia en el Karma se convierte en
un artículo de fe, en lugar de algo que hay que comprender a
través de la experiencia. Esto da como resultado dos dificultades.
La primera, si uno está convencido de que el Karma es verdad
de la manera en que fue descrito con anterioridad, es que nin-
guna cantidad de objeciones razonables o de aparentes contra-
dicciones podrían hacer que uno dude sobre él. La segunda es
que si uno no tiene fe entonces se vuelve algo difícil de aceptar,

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Karma y Renacimiento

ya que es posible que uno no admita que una causa moral se


encuentre detrás de un acontecimiento (tal como la caída de un
meteorito) que puede ser explicada fácilmente sin ella. Mi pro-
puesta es que el Karma no es misterioso en lo absoluto, sino
parte integrante de la vida común de cada día. No necesitamos
poderes místicos especiales para entender cómo funciona, úni-
camente un poco de reflexión con sentido común. Es una ley
humana cuya influencia se verá reflejada en las decisiones que
tomamos día a día sobre nuestra vida.
En este libro entenderemos el Karma como un principio
que nos muestra que la conducta que se guía por medio de la
moral (y eso incluye a los pensamientos) impacta en uno mismo,
en otras personas y en el mundo. Antes que nada, mediante la
intención de nuestra conducta transformamos lo que somos. Nos
convertimos en lo que hacemos, decimos y pensamos. En segun-
do lugar, esta conducta influye en la manera en que otros piensan
y actúan con relación a nosotros, mas no la determina. En tercer
lugar, da como resultado nuestra propia experiencia del mundo,
muy particular. De cierta manera crea nuestro mundo. Por ejem-
plo, si percibimos el mundo de un modo agradable o si nos da
miedo es debido a nuestro karma. Esta manera de entender el
Karma es principalmente psicológica, al contrario de lo que po-
dría describirse como explicaciones cosmológicas, como las que
se detallaron con anterioridad.
Sin embargo, quizás estemos precipitándonos al ofrecer
esta definición. Tal como veremos, existen diferentes doctrinas
sobre el Karma que pertenecen a diferentes tradiciones religiosas
indias, aunque incluso dentro del budismo mismo no existe un
entendimiento definitivo y obvio sobre él. A pesar de esto pien-
so que, cuando menos, nuestro punto de partida hace un poco
de justicia al modo en que se concibe y entiende el Karma tradi-
cionalmente. Además toma en cuenta las formas modernas de
comprender el mundo.

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Introducción al karma y el renacimiento

Dentro del budismo, el principio del Karma ha estado in-


trínsecamente relacionado con la noción del renacimiento o del
volver a ser (punarbhava). Esta doctrina establece que cuando
muramos naceremos nuevamente, no en el cielo o en el infierno
eterno, sino en un nuevo cuerpo físico que tenga coherencia con
el grado de bondad moral que expresamos en nuestra vida actual
(y a veces en vidas pasadas). La tradición budista ha elaborado
una cosmología detallada para explicar qué tipo de renacimien-
to podemos esperar, dadas las fortalezas o fallas morales espe-
cíficas. Algo relevante que hay que señalar es que se dice que el
proceso del nacimiento, la muerte y el renacimiento (samsara)
continúa por tiempo indefinido hasta que nos convertimos en
seres espiritualmente liberados. Conoceremos más acerca
de ello posteriormente.
No obstante, ¿qué sentido le podemos encontrar a esta no-
ción de renacimiento? A muchos occidentales, educados con el
paradigma del materialismo de la ciencia moderna, el renaci-
miento les puede parecer una creencia ingenua, incluso primi-
tiva (lo cual, por supuesto, no significa que sea errónea o inútil).
¿Bajo qué fundamentos el budismo clama que el renacimiento
es una realidad? ¿Cómo sucede el renacimiento? ¿Se debe tomar
literalmente o es mejor entenderlo como un mito, cuyo signifi-
cado es más simbólico? ¿Puede el concepto de Karma tener algún
significado sin una noción asociada con el renacimiento? Estas
son algunas de las preguntas que intentaré abordar.
En las siguientes páginas abordaremos críticamente algu-
nas de las explicaciones tradicionales de las doctrinas del Karma
y el renacimiento. Exploraremos de qué manera evolucionó la
forma en que el budismo ha entendido estas doctrinas desde el
punto de partida de los inicios de la religión india y cómo eso
condujo a un cierto grado de confusión e inconsistencia dentro
del budismo mismo. Mi objetivo versa no tanto en probar si
estas son verdaderas o falsas sino en si pueden funcionar como

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Karma y Renacimiento

creencias admisibles que desempeñen un papel espiritual útil y


cómo lograr eso. Sugiero que para llevar una vida espiritual
efectiva necesitamos un conjunto de creencias y prácticas que
nos motiven a transformarnos de manera positiva. El punto no
es, entonces, si debemos creer o no. Al contrario, es ¿cómo aque-
llo en lo que creemos tiene influencia en la manera en que vivi-
mos? Este tipo de auditoría aplicada a nosotros mismos puede
extenderse todavía más: ¿cómo todas nuestras creencias y pers-
pectivas influyen en nuestras acciones? ¿Lo que creemos sobre
el mundo nos permite vivir más creativamente? Si no es así,
¿deberíamos cambiar algo? Al seguir este enfoque sugiero que
es necesario no olvidar medir nuestra integridad espiritual o
“santidad” en términos de qué tanto somos capaces de estar de
acuerdo con la doctrina tradicional.
La meta de la vida espiritual es la transformación de uno
mismo, no la conformidad con las doctrinas religiosas. El budismo
efectivo es aquel que asimila conscientemente las creencias espi-
rituales para determinar cómo podrían promover la consciencia,
la sensibilidad ética y el compromiso creativo con la vida.

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