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El concepto de resiliencia familiar: crisis y desafío *

Froma Walsh **

El concepto de resiliencia. la capacidad de soportar las crisis y adversidades y recobrarse, ofrece valiosas
posibilidades a los enfoques de investigación, intervención y prevención que procuran fortalecer a las parejas y
familias. Se suele considerar que la resiliencia reside en cada individuo y se descarta a la familia por entender
que en este sentido es disfuncional. En este artículo se propone una concepción sistémica de la resiliencia,
enmarcada en un contexto ecológico y evolutivo, y se presenta el concepto de resiliencia familiar atendiendo a
los procesos interactivos que fortalecen con el transcurso del tiempo tanto al individuo como a la familia. Al
ampliar nuestra comprensión del funcionamiento normal de la familia, este concepto brinda un marco útil para
identificar y apuntalar ciertos procesos claves que permiten a las familias superar las crisis o los estados
persistentes de estrés. La resiliencia relaciona¡ puede seguir muchos caminos, variando a fin de amoldarse a
las diversas formas, recursos y limitaciones de las familias Y a los desafíos psicosociales que se les plantean.
Un conjunto de creencias y narrativas compartidas, que fomenten sentimientos de coherencia, colaboración,
eficacia y confianza, son esenciales para la superación y el dominio de los problemas. Las intervenciones
destinadas a robustecerla resiliencia familiar tienen particular relevancia para sortear los rápidos cambios
sociales y la incertidumbre que hoy enfrentan las familias.

En una época en que existe una generalizada preocupación por la desaparición de la familia. las herramientas
conceptuales son tan necesarias como las técnicas para brindar apoyo y fortalecer a las parejas y familias. En
este artículo se expone el concepto de "resiliencia familiar" [family resiliencel *** considerándolo un marco de
referencia útil para orientar las investigaciones, intervenciones e intentos de prevención. Mientras que una crisis
o un estado persistente de estrés puede derrumbar a algunas familias, otras emergen de ellos fortalecidas y con
mayores recursos. El enfoque centrado a resiliencia procura identificar y apuntalar estos procesos interactivos
fundamentales que permiten a las familias soportar los desafíos disociadores y recobrarse. Al adoptar la perpes-
tiva de la resiliencia, se deja de ver a las familias como entidades dañadas y se las empieza a ver como grupos
capaces de enfrentar desafíos, reafirmando sus posibilidades de reparación . Este enfoque se funda en la
convicción de que tanto el crecimiento de¡ individuo o el de la familia pueden alcanzarse a través de la
colaboración ante la adversidad.
El concepto de resiliencia ha pasado a dar un lugar importante en la teoría y las investigaciones sobre el
desarrollo del niño y la salud mental. No obstante, el hecho de centrar la resiliencia de¡ individuo, a menudo o
sobreviviente de una familia disfuncional, cegado a los clínicos y estudiosos frente a la ciencia que es dable
hallar en las familias y puede estimularse mediante el tratamiento de parejas y familias. En este artículo
comenzaremos por pasar revista a lo que se sabe acerca de la resiliencia individual, destacando la influencia
decisiva de las relaciones y de apoyo social, para luego proponer una concepción sistémica de la resiliencia,
desplazar el foco de los rasgos individuales a los procesos de interacción, que deben ser comprendidos en su
contexto ecológico y evolutivo.

* Publicado en Family Process, vol. 35, ng 3, setiembre de 1996, págs. 261281. La traducción es de Leandro

Wolfson. Profesora y codirectora de¡ Center for Family Health, The University of Chicago, 969 E. 60th Street,
Chicago IL 60637, USA.
*** Hemos adoptado este término, tomado de la física (la "resiliencia" es la elasticidad de un material, su
tendencia a oponerse a la rotura por choque), en coincidencia con algunas publicaciones anteriores sobre esta
materia en castellano. Señalemos que el concepto inglés se corresponde con lo que en nuestra lengua se suele
denominar "entereza". [N. del E.]

.A partir de ese punto de vista, se expone el concepto de resiliencia familiar, el cual involucra procesos que
fomentan la resiliencia relacional como unidad funciona1 Al ampliar nuestra comprensión del funcionamiento
familiar normal –al que típicamente se lo ve fue de contexto, en aquí y ahora, y en condiciones ajenas a los de
estrés, el enfoque basado en la resiliencia examina a cada familia teniendo en la sus particulares recursos y
limitaciones desafíos que se le plantean. Éstos pueden ir desde las tensiones previsibles en las épocas
normativas de transición en el ciclo vital ( jubilación, el divorcio o un nuevo matrimonio) pasando por la
pérdida súbita del empleo o la te imprevista de un miembro fundamental familia, hasta las prolongadas
tensiones que impone la migración o la violencia urbana. La forma en que una familia hace frente a tales
desafíos es decisiva para su recuperación o la de los individuos que la integran. La resiliencia abarca numerosos
y variados procesos recursivos a lo largo del tiempo, desde el modo en que una familia se prepara ante una crisis
hasta las disociaciones causadas por sus secuelas inmediatas y adaptaciones mediatas. Procesos muy eficaces
para abordar ciertos desafíos pueden no servir para otros. La resiliencia relaciona] incluye los esquemas
organizativos, los procesos de comunicación y de resolución de problemas, los recursos comunitarios y la
reafirmación de los sistemas de creencias. Tiene especial importancia una coherencia narrativa que ayude a los
miembros de la familia a conferir sentido a sus experiencias de crisis y genere colaboración, eficacia y
confianza en la superación de los retos que sufre la familia. Se evaluará la utilidad de un marco conceptual
fundado en la resiliencia para la investigación y las intervenciones en la familia, señalando la posible
prevención mediante una 1noculación psicosocial" que vigorice la resiliencia familiar en situaciones de alto
riesgo. Se sugiere reencauzar las indagaciones y reacciones, centrándolas no en los problemas y fracasos de las
familias sino en la manera en que pueden superar con éxito los desafíos con que se topan.
En suma, pensamos que dada ¡acreciente diversidad de las familias y las tensiones propias de los disturbios
sociales y económicos, los enfoques basados en la resiliencia familiar son particularmente pertinentes para
nuestra época, pues preparan a las familias para enfrentar la incertidumbre y los desafíos futuros con el apoyo
mutuo, la flexibilidad y la innovación indispensables si se pretende contar con una fortaleza evolutiva frente a
un mundo que cambia muy rápidamente.

El concepto de resillencia

Como reflejo del mito cultural del individuo autosuficiente, el interés por la resiliencia se ha canalizado
hacia las virtudes de los individuos que lograron derrotar a la adversidad. Normalmente esta resiliencia se
atribuyo a rasgos de personalidad y estrategias de superación que posibilitan a un niño o adulto superar ciertas
experiencias vitales afligentes. Suele pensarse que la resiliencia es innata, como si las personas dotadas de
resiliencia nacieran con ella: se considera que, o bien fueron poseedoras todo el tiempo de una "rnateria
apropiada" una suerte de fortaleza biológica o bien la adquirieron gracias a su propia iniciativa y buena suerte.
El empleo de la frase "niño invulnerable" (5) contribuyó a que se viera a estos arriesgados sobrevivientes de
medios familiares destructivos como impermeables al estrés merced a su fortaleza interior o su coraza
caracterológica.
Si bien se advierte cada vez más que la resiliencia es el fruto de una interacción entre lo innato y lo
adquirido, pocos han pensado que la familia es una fuente potencia¡ de resiliencia, o sea, un recurso (51). Esto
se debió, en primer lugar, a que la perspectiva clínica tradicional sobre las influencias familiares partió de los
defectos de las familias y no de sus virtudes (99). En segundo lugar, la mayoría de los estudios sobre la
resiliencia giraron en torno de sobrevivientes de padres mentalmente enfermos y de familias disfuncionales, sin
reconocer la fortaleza y cualidades potenciales que pueden encontrarse y fomentarse aun en las familias
perturbadas. La mayoría de los clínicos e investigadores buscaron las fuentes de resiliencia fuera de la familia,
hallándolas en posibles relaciones "sustitutivas" (con maestros, mentores o terapeutas) que pueden contrarrestar
las presuntas influencias nocivas de la familia.
A diferencia del conjunto de teorías clínicas e investigaciones que se centraron en la resiliencia individual
de los sobrevivientes de familias disfuncionales, en este artículo nos apoyamos en el concepto de resiliencia
aplicándolo a la familia como sistema. El foco puesto en la resiliencia familiar tiende a identificar y fomentar
ciertos procesos fundamentales que permiten a las familias hacer frente con más eficacia a las crisis o estados
persistentes de estrés, sean internos o externos a la familia, y emerger fortalecidas de ellos. Al consolidar la
resiliencia familiar, robustecemos a la familia como unidad funciona¡ y posibilitamos que inculque esa
capacidad en todos sus miembros.

Investigaciones sobre la resiliencia individual

En el afán de estimularla resiliencia familiar, hay mucho que aprender de los estudios sobre la resiliencia
individual llevados a cabo en las dos últimas décadas, fundamentalmente en el campo del desarrollo del niño.
La teoría clínica y las investigaciones sobre este tema se han basado preponderantemente en la patología,
ocupándose de los factores de riesgo que contribuyen a la formación de síntomas y a su perduración en los
trastornos de niños y adultos. Interesados en una intervención y prevencion precoces, un cierto número de
especialistas en salud mental empezaron a estudiar los factores de protección que fortalecen los recursos de los
niños y les permiten desarrollar su resiliencia (25, 60,61,82,83,85). En su mayoría, estas indagaciones
procuraron comprender de qué manera algunos hijos de padres mentalmente enfermos o de familias
disfuncionales son capaces de superar sus tempranas experiencias de abuso o negligencia y llevar una vida
fructífera (4, 5, 35, 36). En el campo de la familia, Wolin y Wolin (108) describieron un conjunto de cualidades
propias de los adultos sanos que mostraban resiliencia individual pese a haber crecido en el seno de familias
alcohólicas disfuncionales que a menudo los sometían a maltratos.
Unos pocos estudios ampliaron la perspectiva a fin de incluir el contexto social global, examinando el
riesgo y la resiliencia de los individuos que padecen situaciones sociales devastadoras, en especial la pobreza
(37) y la violencia comunitaria (34). FeIsman y Vaillant (30) estudiaron la vida de 75 hombres de alto riesgo
que se habían criado en zonas urbanas pobres y en medio de familias socialmente desfavorecidas y azotadas por
la pobreza. La vida familiar de estos sujetos con frecuencia se veía aun más complicada por el abuso de drogas
enfermedad mental, el delito y la violencia de ellos, pese a quedar marcados en forma indeleble por su pasado,
mostraron coraje y llegaron a poseer dominio y competencia; pese a sufrir ocasionales retrocesos y múltiples
factores que obraban contra ellos participaban activamente en iniciativas ; permitían dar forma a su vida. Según
concluyen estos autores, su resiliencia puso de manifiesto que los sucesos desgraciados de nuestra vida no nos
dañan para siempre" en sus estudios interculturales de villas brasileñas y de campamentos de emigrantes
sudafricanos instalados en barrios pobres de Estados Unidos, Robert Coles (25) comprobó asimismo que,
contra las predicciones de sus colegas de¡ campo de la salud muchos niños lograban soportar esas penurias sin
que sus efectos quedasen en ellos como una bomba de tiempo. A partir de otra línea de investigación que se
ocupó del estrés y las conductas de superación, surgió el concepto similar de fortaleza En su examen de la
influencia ciertos acontecimientos estresantes en la aparición de toda una gama de enfermedades y mentales,
una serie de investigadores en de discernir los rasgos de personalidad median en los procesos Psicológicos y les
permiten a algunos individuos muy estresados hacerles frente en forma adaptativa y permanecer sanos (6,24,49,
57, 58). Partiendo de las as teorías sobre la competencia, Kobasa y sus colaboradores (54, 55) propusieron que
las personas que experimentan un alto nivel de sin enfermarse poseen una estructura de personalidad
caracterizada por la fortaleza partir del estudio pionero de Grinker y fl (41) sobre los sujetos que padecieron
estrés en situaciones de guerra, así como de los que se llevaron a cabo sobre la repercusión ciertos sucesos
traumáticos catastróficos de las pérdidas (109), se ha arrojado luz la variable reacción y capacidad de los uos
para recuperarse y seguir adelante.

En su libro Against AY Odds, Helirrireich (44) brinda notables relatos acerca de la resiliencia de muchos
sobrevivientes del Holocausto nazi. La resiliencia es la capacidad potencia] de un ser humano de salir herido
pero fortalecido de una experiencia aniquiladora.
Uno de los estudios más ambiciosos sobre la resiliencia fue el que realizaron Werner y Smith (105, 106),
quienes siguieron hasta su vida adulta a casi setecientos niños nacidos en medio de la pobreza en la isla de
Kauai. Todos pasaron penurias; una tercera parte sufrió además experiencias de estrés y/o había sido criado en
familias desgarradas por las peleas, el alcoholismo, el divorcio o la enfermedad mental. Sin embargo, muchos
llegaron a ser "bellos seres humanos", dotados de la capacidad de Irabajar, jugar y amar como corresponde",
según se los calificó luego de aplicarles una variedad de mediciones corrientes. Su éxito se atribuyó tanto a sus
rasgos personales como a los f actores de protección presentes en la familia o el contexto social. Análogamente,
otro estudio vinculó la gestación de la resiliencia en niños vulnerables con la existencia de influencias decisivas
en estos tres ámbitos interrelacionados: el individual, el familiar y el contexto social global.

Rasgos individuales: Varias investigaciones hallaron que un temperamento despreocupado y alegre y un alto
grado de inteligencia contribuían a forjar la resiliencia, aunque no eran esenciales. Tales cualidades suelen pro-
vocar en los demás reacciones más positivas y facilitan la adquisición de la capacidad para resolver problemas y
de estrategias de superación. Más significativo aún es el hecho de que estos individuos tienen una gran au-
toestima, caracterizada por un sentido realista de la esperanza y del autocontrol. Rutter (82) señaló que la
autoestima y la creencia en la propia eficacia torna más probable la superación de las dificultades, en tanto que
el sentimiento de impotencia aumenta la probabilidad de que un suceso adverso lleve a otro. De modo similar,
Kobasa y sus colaboradores presentaron datos en favor de su hipótesis de que las personas fuertes poseen tres
rasgos generales: a) creen que son capaces de controlar los sucesos de su experiencia o de gravitar en ellos; b)
se sienten profundamente involucradas o comprometidas con lo que hacen; c) ven el cambio como un desafío
apasionante, que los puede conducir a un mayor desarrollo (54). En sus observaciones interculturales, Coles
advirtió el poder que tienen las fuentes morales y espirituales de coraje como fuerza sustentadora capaz de dar
al individuo una convicción que lo eleve por encima de las penurias (25). Werner (105) señaló igualmente que
entre los elementos que contribuyen a una superación eficaz uno esencial es la confianza en que es posible
superar la adversidad.
Murphy (68) describió la Inclinación optimista de los niños resilientes. Esta autora apuntó que muchos
apelan "a cualquier excusa para tener esperanza y fe en que pueden recobrarse", y movilizan activamente todos
los pensamientos y recursos capaces de contribuir a dicha recuperación (págs. 10304). Basándose en una amplia
investigación epidemiológica, Taylor (93) sostuvo que a las personas que poseen Ilusiones positivas" o sea, que
asumen selectivamente posturas positivas frente a situaciones amenazadoras, como una enfermedad grave
tiende a irles mejor que a las que se aferran a la realidad en toda su dureza, pues tales creencias les permiten
conservar la esperanza ante una situación sombría. La capacidad sanadora de las emociones positivas, como la
risa y el buen humor, ya fue documentada por Norman Cousins (22) al relatar cómo sobrevivió a una
enfermedad fatal de¡ colágeno mediante grandes dosis de antiguas películas cómicas de los Hermanos Marx.
Seligman (84) introdujo el concepto de optimismo aprendido", que gravita en la resiliencia. Su trabajo
anterior sobre la Impotencia aprendida" había demostrado que las personas pueden ser condicionadas de modo
tal de tornarse pasivas y renunciar a resolver problemas, en particular cuando las recompensas y castigos no
dependen de lo que hagan sino que son imprevisibles. Seligman propuso que si la impotencia podía aprenderse,
también era posible desaprenderla mediante experiencias de dominio que convencieran al sujeto de que sus
acciones y esfuerzos eran fructíferos. Sugirió que, a través de un proceso de "inmunización", el hecho de saber
en una época temprana de la vida que la propia capacidad de respuesta importa puede impedir que surja más
tarde la impotencia aprendida. En su libro cuenta que Jonas Saik le dijo en cierta oportunidad que si tuviera que
volver a desarrollar su obra desde el comienzo, la dedicaría nuevamente a la inmunización de los niños... pero a
una inmunización psicológica, La idea de la "inoculación" ha sido utilizada con frecuencia en la bibliografía
sobre la resiliencia para describir intervenciones psicosociales preventivas que tienden a aumentar la fortaleza y
resistencia frente a los efectos potencialmente dañinos de las experiencias de estrés.

Recursos familiares: Dentro de la bibliografía sobre la resiliencia, pocos han sido los estudios que
examinaran el aporte de la familia a la resiliencia de¡ individuo sometido a estrés (43, 73, 82,105, 110).
Centrándose en el clima emocional que se vive en la familia, los investigadores han señalado la importancia del
cariño, el afecto, el apoyo emocional y la existencia de una estructura d¿ límites claros y razonables. Asimismo,
apuntaron que en caso de que los padres no sean capaces de brindar este clima, pueden cumplir la misma
función las relaciones con otros miembros de la familia, como los hermanos mayores, los abuelos u otros
parientes cercanos.

Apoyo social. El apoyo a la resiliencia también puede provenir de amigos, vecinos, maestros, instructores
particulares, mentores o clérigos (17, 83, 105). A menudo, en las familias perturbadas, los niños resilientes
recurren activamente a algún adulto con influencia en su medio social y establecen con él un vínculo especial.
Aprenden a elegir con prudencia sus relaciones y tienden a escoger a su futuro conyuge entre los miembros de
familias sanas . la transcendencia del apoyo de las redes sociales en situaciones de crisis y adversidad ha sido
ampliamente documentada, se ha señalado que si bien pueden constituir una fuente de tensiones, también son
capaces de generar recursos positivos para la superación. Se ha demostrado el valor de la intervención grupal en
el caso de individuos que enfrentan desafíos semejantes. Por ejemplo, Spiegal señalo que las mujeres a las que
se les diagnostico un cáncer muestran una mejor adaptación a su situación y con frecuencia viven mas, si
participan en grupos de apoyo.

Una concepción sistémica de la resiliencia.


En su conjunto, las investigaciones sobre individuos resilientes han puesto el acento la vez más en la
importancia de una visión sistémica En primer término, un hallazgo permanente de estos estudios es el de la
significación que tienen las relaciones personales echas para cultivarla resiliencia. En segundo lugar se
mostrado que para dar cuenta de procesos de mediación en el contexto social largo del tiempo es menester
adoptar una visión ecológica y evolutiva. Estas múltiples influencias recursivas subrayan la necesidad de una
evaluación sistémica en momentos de crisis, con el fin de : a) identificar los recursos potenciales en materia de
relaciones humanas existentes dentro y fuera del hogar en la red de parentesco y la comunidad, b) atender a la
confluencia temporal de las experiencias vividas en distintas etapas del ciclo vital y sucesivas generaciones.
El contesto relacional de la resiliencia individual

La resiliencia de los niños frente a los padecimientos es mayor cuando tienen acceso al menos a un
progenitor que los cuide y atienda o a algún otro adulto que les brinde apoyo en su familia extensa o su entorno
social. Hasta el surgimiento de rasgos individuales genéticamente determinados se da en un contexto relacional.
Según el destacado Werner la autoestima y la convicción en la propia eficacia son promovidas, sobre todo, por
las relaciones personales de apoyo. En el estudio de la isla de Kauai, todos los niños resilientes tenían “por lo
menos una persona que los aceptaba en forma incondicional, independientemente de su temperamento, su
atractivo fisco o su inteligencia”. Necesitaban contar con alguien, y al mismo tiempo, sentir que sus esfuerzos,
su competencia y su autovaloración eran alimentados y fomentados. Dice Werner que todos los estudios
realizados en el mundo acerca de los niños desagraciados comprobaron que la influencia mas positiva para ellos
es una relación cariñosa y estrecha con un adulto significativo, que les tenga confianza y con quien puedan
identificarse, que los defienda y sea una fuente de fortaleza para superar sus dificultades.
Por otra parte, en la adaptación gravita también el significado de la experiencia para el niño, que es construido
socialmente., Kagan(50), por ejemplo, halló que el efecto de una experiencia emocional significativa, como la
simplemente de un único estímulo inmediato, Cohler (21) destaca la importancia de la cohe
prolongada ausencia de¡ padre de] hogar o un divorcio áspero, depende en gran medida de la forma en que el
niño interprete tales sucesos. Este autor fue uno de los primeros en atribuir a la familia una influencia
mediadora positiva a través de la transmisión de sus percepciones y la comprensión de lo que sucede al niño.
de fortaleza para superar sus dificultades. sino más bien de una serie de condiciones
rencia narrativa para conferir sentido a las ex

Una perspectiva ecológica y evolutiva

Para tomar en cuenta las influencias que operan sobre el niño y el adulto en casos de riesgo y como surge la
resiliencia debe adoptarse una perspectiva ecológica. Cabe considerar a la familia, el grupo de pares, la escuela,
el lugar de trabajo o los sistemas sociales mas amplios como nichos contextuales para la competencia social.
Según reconoce Seligman, cualquier perspectiva positiva debe ser nutrida por un contexto alentador, las
condiciones de vida tienen que presentar recompensas accesibles y predecibles. Experiencias tales como
padecer imprevistamente hechos de violencia, o la perdida del empleo a pasar del buen desempeño, generan
escepticismo y desesperanza. Rutter advierte que a fin de comprender y alentar la resiliencia psicosocial y los
mecanismos de protección tenemos que prestar atención a al interacción entre lo que pasa en la familia y lo que
pasa en los ambientes políticos, económicos, sociales y raciales en los que el individuo puede prosperar o
perecer.

Además se precisa una concepción evolutiva. Los mecanismos de adaptación y superación no son un
conjunto de rasgos o atributos fijos, cada vez mas se los ve como procesos que se extienden en el tiempo y son
determinados por múltiples factores. La mayoría de la formas de estrés psicosocial no derivan simplemente de
un único estimulo inmediato sino mas bien de una serie de condiciones cambiantes, que tienen una historia y un
devenir futuro. Dada esta complejidad vinculada con el tiempo, no hay una solo a reacción de superación que
sea invariablemente la mas exitosa, es mejor contar con una variedad de estrategias de superación para enfrentar
distintos desafíos a medida que se presentan.
Los estudios muestran que los factores de riesgo no conducen de modo inevitable a una adaptación
deficiente, ni la vida de un ser humano es tan ordenada y predecible como suele suponerse. Garmezy ha sido un
tenaz propugnador de que, para conceptualizar la adaptación al estrés en situaciones de propensión a este, se
lleven a cabo investigaciones longitudinales evolutivas sobre los grupos de alto riesgo a fin de comprender tres
series de factores biológicos y psicosociales interrelacionados : 1) la vulnerabilidad o predisposición, 2) los
sucesos desencadenantes o potenciadotes del estrés, 3) la resiliencia protectora frente al estrés, que permite
mantener la competencia en circunstancias angustiantes. En cada individuo familia y ambiente social mas
amplio operan numerosas procesos recursivos en curso, cuya interacción decide si la vulnerabilidad cederá paso
a la resiliencia y a una vida provechosa, o si se intensificara y desembocara en la disfunción y la desesperación.
Es raro que un suceso único o un conjunto particular de condiciones familiares por traumáticas que sean, den
origen a una consecuencia prestablecida. En cada etapa del desarrollo habrá un equilibrio que incrementa la
vulnerabilidad y los mecanismos de protección que realzan la resiliencia. La gravitación relativa de la familia,
los pares y las fuerzas sociales generales también cambia en cada etapa.

El hecho de centrarse en la estabilidad y el orden, en lugar de hacerlo en la discontinuidad y las fases de


transición a lo alrgo de la vida, tal vez hizo que los investigadores dejaran de plantearse algunos de los
interrogantes mas interesantes sobre la vida humana. Cohler desataca la importancia de la coherencia narrativa
para conferir sentido a las experiencias disociadoras. Las crisis y el desafio se convierten en un principio que
crea tensión y organización en una historia de vida cohrente. Ya se trate de una catastrofe natural o de una
tragedia personal, la adaversidda representa un ahecho imprevisto e infortunado que da lugar a una crisis de
sentido y a una posible desintegración personal. Esta tensión promueve la construcción o reorganización de la
prioia historia de vida. Con el correr del tiempo- sobre todo en psicoterapia- las narraciones ligadas a los
monetos de adversidad y resiliencia son desarrolladas y revisadas con el objeto de alcanzar o mantener un
sentido de coherencia y dignidad.

Resiliencia relacional.

El concepto de resiliencia trasciende la visión contextual de la resiliencia del individuo, pasando al nivel de la
evaluación del sistema familiar ya la intervención en este. La resiliencia relacional de la familia es tomada como
una unidad funcional. La perspectiva sistémica nos permite comprender la forma en que los procesos familiares
median en la superación de una crisis o de prolongadas penuria. La manera en que el grupo familiar afronta y
maneja las experiencias disociadoras. mitiga el estrés, se reorganiza con eficacia y sigue adelante en su vida
gravita en la adaptación inmediata y mediata de todos los miembros de la familia y de ésta como unidad.

Del perjuicio al desafío

Durante mucho tiempo el campo clínico ha sido dominado por una visión unilateral de ¡a patología familiar,
pero en la última década se llegó a un equilibrio gracias a que los investigadores y terapeutas familiares
sistémicos desplazaron el foco a un paradigma basado en la competencia y orientado a la fortaleza (99, 100,
104). El enfoque de la resiliencia familiar se funda en estos avances, y deja de ver a la familia como una entidad
perjudicada para verla como una entidad desafiada. Además, corrige la tendencia a suponer que una familia es
sana cuando está, míticamente, libre de problemas; más bien procura comprender en qué forma las familias
pueden sobrevivir y regenerarse en medio de un estrés abrumador. La perspectiva de la resiliencia familiar
reafirma la capacidad de autorreparación de la familia.
El concepto de resiliencia familiar amplía los enfoques basados en la fortaleza de una manera útil para la
clínica y la investigación. En primer lugar, relaciona el proceso de la familia con los desafíos que se le plantean;
evalúa el funcionamiento familiar en su contexto social y según se ajuste a las diversas exigencias. En segundo
lugar, incorpora una visión evolutiva, y no transversal, de los desafíos que enfrenta la familia y sus reacciones a
lo largo de¡ tiempo, examinando cómo varían los procesos de resiliencia relacional en las distintas fases de
adaptación y etapas de¡ ciclo vital.

Investigaciones sobre los procesos familiares normales

Los primeros trabajos teóricos e investigaciones sobre el funcionamiento de la familia en las ciencias
sociales y la psiquiatría procuraron definir la "familia normal" en términos de un conjunto universal de rasgos o
de una forma singular de familia, de acuerdo con el modelo de la familia nuclear intacta en laque rigen los roles
de género tradicionales (72). Las observaciones realizadas a mediados de la década del cincuenta con típicas
familias blancas de clase media residentes en los suburbios de las grandes ciudades pasaron a ser el patrón
fundamental para medir el desarrollo sano del niño, presumiendo que las pautas vigentes en las familias
"desviadas" eran patógenas (59).
En las dos últimas décadas, un cuerpo creciente de investigaciones sistémicas ha mostrado que para evaluar
el funcionamiento individual y familiar sano importan más los procesos que la forma de la familia. Una canti-
dad de modelos de evaluación precursores han hecho avanzar nuestro conocimiento de los procesos
multidimensionales que distinguen a las familias que funcionan bien de las disfuncionales (11, 12, 26, 27, 67,
70, 71, 86). Pese a algunas diferencias en sus construcciones teóricas y metodología, estos estudios presentan
notable congruencia en sus hallazgos, en cuanto a que los procesos interactivos como la cohesión, la
flexibilidad, la comunicación franca y la capacidad para resolver problemas son esenciales cuando se trata de
facilitar un buen funcionamiento básico de la familia y el bienestar de sus integrantes (99).
No obstante, en la definición y evaluación del funcionamiento familiar sano se han planteado algunos
dilemas, a raíz de la creciente conciencia de que la visión de la normalidad es construida socialmente (48) así
como del reconocimiento cada vez mayor de la diversidad de las familias y la variedad y complejidad de la vida
contemporánea. Un problema fundamental es el del grado de generalidad y relevancia de las categorías y
escalas elaboradas y estandarizadas a partir de muestras normativas que sólo representan a un segmento
estrecho del amplio espectro de las familias. Estudios recientes han ampliado la base de datos para abarcar
varias cohortes, pese a lo cual familias distintas entre sí tienden a ser evaluadas por comparación con un solo
patrón de medida (100).
Suele ocurrir que las familias que se apartan de la norma, sobre todo ¡as situadas en los puntos extremos, se
consideren patológicas y disfuncionales, aunque sus procesos pueden ser típicos y aun funcionales dentro de la
particular situación que les toca vivir (99). Por ejemplo, si hay en la familia un alto grado de cohesión, los
clínicos e investigadores rápidamente la tipifican como una familia aglutinada, aunque esa cohesión puede ser
culturalmente normativa, viable y hasta necesaria para capear un temporal, como una crisis inicial o fase
termina¡ de una enfermedad grave (80, 81). Zacks, Green y Marrow (111) comprobaron que las parejas de
lesbianas eran evaluadas con un puntaje extremo en la escala de cohesión del Modelo Circumplejo;* empero, en
lugar de tratarse de una fusión patológica, su conducta tendía a ser funcional y mutuamente satisfactoria para
fortalecer la relación de la pareja dentro de un medio social homofóbico.
Distintos tipos de organizaciones familiares, como los casos en que los dos cónyuges trabajan fuera del
hogar o uno solo de ellos queda a cargo de los hijos, o los de las familias ensambladas, difieren entre sí en
cuanto a sus recursos organizativos y limitaciones, y por ende los desafíos que enfrentan son diferentes. Por
ejemplo, un segundo matrimonio impondrá la necesidad de entretejer las relaciones con los padres biológicos y
ensamblados, y de establecer conexiones entre los hogares de unos y otros para la crianza de los hijos (94). El
marco de la resiliencia familiar es útil para evaluar el funcionamiento de la familia tomando en cuenta su
estructura, sus demandas psicosociales, sus recursos y limitaciones. Los procesos necesarios para un
funcionamiento eficaz pueden variar en distintos marcos socioculturales y ante distintos desafíos evolutivos.
En consonancia con la perspectiva de la resiliencia familiar, Falicov (28) aboga por u concepción
ecológica multidimensional, admitiendo que en cada familia se combinan y superponen rasgos derivados de
múltiples contextos culturales, basados en la singular configuración que han tenido en la vida de s miembros
muchas variables, como la etnicida la posición socioeconómica, la religión, la estructura de su familia de origen,
los roles as ciados al género, la tendencia sexual y la etapa del ciclo vital que están atravesando. El conflicto y
el cambio forman parte de la vida familiar no menos que la tradición y la continuidad, como se aprecia en los
retos planteados por el procesos migratorio, con su profunda disociación ecológica y el inevitable desarraigo.
De acuerdo con el enfoque de la cultura que adopta Falicov, una postura fundada en 1a resiliencia
considera que cada familia posee u complejo nicho ecológico, al compartir terreno comunes y fronteras con
otras familias y a la vez tener distintas visiones y posiciones respecto de la cultura dominante. Una evaluación
holística ha de incluir todos los contextos en que 1 familia habita simultáneamente, con el fin d comprender los
desafíos, recursos y limitaciones de esa posición. Para hacer justicia a esta complejidades, es imperativo dejar
atrás lo modelos del funcionamiento familiar que s apoyan en la hipótesis de que una sola norma vale en todos
los casos. No obstante, teniendo en cuenta el particular nicho ecológico de cada familia, sería imposible (y tal
vez poco sensato pretender construir modelos de salud familia ajustados a cada situación. Puede alcanzarse un
equilibrio que nos permita identificar los elementos comunes del funcionamiento familia básico al par que se
toma debida cuenta de las diferencias. El concepto de resiliencia familia ofrece esta postura f flexible, al abarcar
múltiples variables, tanto las similitudes como las diferencias y tanto la continuidad como el cambio en el
tiempo.

Este marco de referencia presenta la siguiente ventaja: examina el funcionamiento, familiar en contexto y
vincula los procesos cor s desafíos. A diferencia de los modelos textuales, atemporales y que abordan si-
tuaciones carentes de estrés, este enfoque alúa a cada familia según sus recursos y desafíos. Procesos familiares
que pueden ser muy eficaces para abordar una serie de desafiós tal vez deban modificarse para abordar os. En
lugar de brindar un esquema para cualquier modelo singular de la familia resiliente", nuestra indagación acerca
de la resiliencia presente en cada familia trata de entender ciertos procesos claves, capaces de fortalecer al grupo
familiar para soportar las crisis o estados prolongados de estrés. Toda familia tiene la capacidad potencial de
actuar con resiliencia. Por otro lado, hay muchas maneras de hacerlo.

* El "Circumplex Model"de Olson suministró un marco teórico para analizarlas dimensiones de la cohesión y la
adaptabilidad en parejas y familias. [N. del E.]
Estrés familiar, superación y adaptación

El concepto que nos ocupa se basa, ademas en las teorías e investigaciones de la ciencia social acerca del
estrés y de los mecanismos de superación y adaptación. El modelo evaluación cognitiva del estrés y la
superación propuesto por Lazarus y Folkinrian (57, 58), un modelo de adaptación de múltiples niveles y :esos,
ha tenido gran influencia, pese a que foco está puesto en el individuo. En él el estrés es tratado como un
concepto transaccional que describe las conductas adaptativas ~ las personas y de cada una con su medio, yendo
la valoración de las demandas y oportunidades. Las intervenciones apuntan a reducir los niveles de estrés y a
discernir cuál es mejor adaptación posible para un individuo particular en un medio particular. Los desafíos
adaptativos se ven, pues, en su contexto, como ocurre con la noción de nicho ecológico. Aún no se ha hecho uso
de todas las posibilidades que brinda este modelo para comprender la adaptación familiar.
En el nivel de análisis del sistema familiar, precursor Modelo ABCX de Hill (47) sobre el estrés familiar
en tiempos de guerra llevó a avances conceptuales y de investigación en el campo de la superación y adaptación
de la familia (13). McCubbin y Patterson (62), por su parte, crearon un marco de referencia para el estudio de la
crisis familiar, postulando los conceptos de vulnerabilidad y capacidad regeneradora de la familia para entender
por qué motivo algunos núcleos familiares pueden soportar el estrés y recuperarse de una crisis, en tanto que
otros no lo consiguen. El concepto de resiliencia familiar aquí propuesto abarca tanto la vulnerabilidad como la
capacidad regeneradora, puesto que se ocupa de la aptitud para minimizar el impacto disociador de una
situación estresante modificando las exigencias o desarrollando recursos para hacerles frente.
McCubbin y Patterson (62) destacaron la importancia del ajuste y el equilibrio adaptativos para lograr un
nivel de funcionamiento que promueva el desarrollo no sólo de la unidad familiar en su conjunto sino de sus
miembros por separado. Las familias tienen que alcanzar un ajuste funciona¡ entre sus desafíos y recursos, entre
las prioridades de los individuos y las del sistema, y entre distintas dimensiones de la vida familiar. El ajuste en
un nivel puede desencadenar tensiones en otros puntos del sistema, como sucede en las familias en que trabajan
ambos cónyuges, donde los esfuerzos por satisfacer las demandas laborales y de crianza de los hijos agotan a la
pareja y la privan de energía para su vida íntima. Las tensiones pueden complicarse si los esfuerzos de
superación no son adaptativos o si se producen otros cambios vitales simultáneos e independientes (97). Ade-
más, la capacidad de adaptación de una familia se complica cuando hay ambigüedad en cuanto a los límites y
roles, según ocurre en las familias que han perdido a alguno de sus miembros en la guerra o que han sufrido su
pérdida gradual, como en los casos de la enfermedad de Alzheimer (13,14). Con el tiempo, el cúmulo de
factores estresantes, las pérdidas sucesivas y el disloque de la vida de la familia puede abrumarla a ésta,
impedirle superar la situación y contribuir a generar hechos de violencia o la ruptura de la familia. Una buena
adaptación exige apelar a recursos tanto intrafamiliares como ambientales. Si se abren diversos caminos
posibles para la adaptación, tendrán que sopesarse y balancearse los variables costos y beneficios de cada uno
para el grupo y sus integrantes.

Resiliencia familiar frente a las crisis y desafíos

La noción de resiliencia familiar comenzó a cobrar forma en el marco de mis primeras investigaciones con
familias de adultos internados en hospitales psiquiátricos y de adultos jóvenes normales (96). El examen de los
acontecimientos estresantes en la familia llevó a comprobar que, significativamente, los pacientes con
perturbaciones serias habían nacido en muchos casos en un momento próximo al fallecimiento de un abuelo o
abuela. Aparentemente, la concurrencia de esos intensos e incompatibles desafíos del ciclo vital complicaba
tanto el proceso de duelo como el de la crianza. Un hecho notable era que las pocas familias del grupo de
control normal que también habían vivido esta concurrenciade muerte y nacimiento presentaban, como unidad
familiar, modalidades más sanas de enfrentamiento de esos desafíos.
La vitalidad y variedad observada en las familias del grupo de control normal se contraponía a la imagen de
las familias normales como apáticas y monótonas. Lo más llamativo era que entre los progenitores, varios
habían sufrido graves traumas infantiles, pese a lo cual habían logrado formar y mantener familias sanas y criar
a sus hijos hasta que fueron adultos. Junto con otras recientes investigaciones, estos casos ponen en duda las
tradicionales suposiciones clínicas de que las personas que han padecido traumas infantiles quedan heridas de
por vida. Ciertos estudios han documentado, verbigracia, que la mayoría de los individuos que sobrevivieron a
maltratos Infantiles no maltratan a sus hijos (52).

Ejemplo 1
Particularmente notoria era la res de una familia normal del grupo de integrada por Marcy y Tom y sus
cinco hijos, la resiliencia individual y familiar de esta venía forjándose desde hacía varias generaciones. Marcy
fue en su familia de origen tres hijos; relató el grave problema de alcoholismo de su padre, sus reiteradas
pérdidas de empleo y su abandono de la familia cuan tenía apenas siete años. A despecho penurias económicas
que padecieron estigma social del "hogar destruido", mantuvo una excelente salud. Marcy atribuía su resiliencia
a la vigorosa unidad familiar por su madre, los estrechos lazos entre hermanos y el apoyo de su familia extensa.
Basándose en su experiencia infantil, había desarrollado sólidas convicción cuanto al matrimonio y a la
necesidad de una familia propia sana. Cuando se le pregunto qué la había atraído de su marido, Tom , su
respuesta fue clarísima: "Primero, sabía quería un marido que no bebiese. Segundo quería que mis hijos
tuvieran un padre que estuviese siempre junto a ellos". Así pues, buscó a conciencia el tipo de familia quede y
se casó teniendo presente ese propósito Eligió bien: Tom era hijo de un pastor protestante y uno de los seis
hijos de una familia sólida y estable. Por su parle, Tomse había s atraído por la "tenacidad" de Marcy y
admiraba la capacidad de la familia de ésta para enfrentar las vicisitudes. En la crianza de sus hijo ambos
mantuvieron estrecho contacto y conexión con sus respectivas familias extensas, 1as que de distinto modo les
brindaron fuertes modelos de crianza y redes de apoyo.
Marcy ponía de relieve las numerosas cualidades que, según otros investigadores son características de los
individuos resilientes como la airosa superación de los tempranos traumas de su vida, la capacidad de aprender
de la experiencia y adoptar decisiones concientes, y el resuelto empeño de construir un hogar sólido. Pero lo
más notable fue el central que tuvo su sistema familiar luego del divorcio de los padres en lo tocante a fomentar
tal resiliencia

Fue la aptitud de su familia para ir las crisis y los persistentes desafíos abrumaron a lo largo del tiempo lo
que le permitió a Marcy sobrevivir y prosperar. Además, los vigorosos lazos que mantenía con sus hermanos
ante la ordalía compartida constituyeron un recurso mutuo duradero. Siendo una pareja sólida y un equipo
parental, Marcy y Tom edificaron una unidad familiar que funcionó bien, con éxito a sus cinco hijos hasta la
edad siguieron valorando y conservando sus conexiones con las respectivas familias extensas.
La resiliencia se forja a través de la adversidad, no a pesar de ésta. El ideograma chino designa la
palabra "crisis" se compone de dos figuras, que son los símbolos de peligro y de "oportunidad". Wolin y Wolin
(108) ) señalaron esta paradoja de la resiliencia: las peores épocas pueden ser las mejores. En el estudio quw
emprendieron Stinnet y sus colaboradores (91, 92) sobre familias sólidas se halló momentos de crisis, el 75 %
de ellas había atravesado circunstancias positivas en ,su dolor y desesperación, y creían que no había surgido de
todo eso. Muchas declararon que, tras capear juntos temporal, sus relaciones recíprocas se tornaron más
cariñosas y preciadas que nunca.
La capacidad, inherente a la resiliencia, de recobrarse de los golpes no reside meramente en pasar la
crisis" como si ésta a uno no lo tocara, al precio de librarse de una experiencia El ethos del individuo
"fuerte" (y otras imágenes conexas sobre la masculinidad) nos hacen creer erróneamente que esa invulnerabili-
dad aparente es fortaleza, y estimula a las personas , sobre todo a los hombres, a dejar atrás dificultades lo más
rápido posible y a desembarazarse de los sentimientos dolorosos. Por e1 contrario, la resiliencia implica
integrar la totalidad de la experiencia en la trama de : la identidad individual y familiar y en la forma que los
miembros de la familia continúan viviendo

El concepto de resiliencia familiar es más útil que el de crisis o ajuste familiar, centrado apenas en la reacción
inmediata. La resiliencia abarca numerosos procesos recursivos que se dan con el tiempo, desde la manera en
que la familia aborda la amenaza de una crisis o una situación de crisis inminente, hasta su adaptación a las
secuelas en el corto y largo plazo. La adaptación al divorcio, por ejemplo, comienza ya en medio del clima
previo, cuando se toma la decisión de separarse, y prosigue a través de los procesos legales, la reorganización de
los hogares, los roles y las relaciones, ya sea que la custodia quede a cargo de un solo progenitor o de ambos, y
para la mayoría, también se extiende más allá, a los nuevos matrimonios y las configuraciones de las familias
ensambladas (98,102). Las ideas deterministas sobre el daño ineludible que provoca el divorcio en los niños
(95) no toman en cuenta las variables de esos procesos y pasan por alto la gran diversidad de formas de
adaptación a lo largo del tiempo (1, 32, 46). El funcionamiento y el bienestar de los miembros de una familia
luego de un divorcio no es influido solamente por el divorcio en sí, sino, más aún, por la forma en que la familia
maneja cada uno de los múltiples desafíos que se despliegan ante ella y el sentido que le da a esa experiencia.
Las demandas psicosociales que se imponen a la familia cambian con el tiempo, en las sucesivas fases del
proceso de adaptación, tal como ocurre con el curso variable de una enfermedad grave, en conjunción con el
tránsito de individuos y familia por su ciclo vital (81). Casi nunca ese tránsito es una trayectoria suave y
uniforme: en cada etapa de transición, la familia debe recalibrarse y reamoldarse. Una enfermedad crónica que
requiera reunir fuerzas para un largo período por venir planteará problemas diferentes que una crisis repentina,
en la cual la familia tiene que movilizarse velozmente pero luego puede volver a su vida cotidiana normal. La
respuesta terapéutica debe sintonizarse con esas cambiantes demandas y activar los recursos con que cuenta la
familia para enfrentarlas.
El enfoque sistémico de las pérdidas desarrollado por la autora en colaboración con Monica McGoldrick
(98) desplazó el interés de¡ duelo individual a los procesos de adaptación de la familia tendientes a la
recuperación y la resiliencia. Entre todas las experiencias humanas, la muerte es la que le plantea a la familia los
retos más profundos. Incluso los individuos que no son tocados directamente por la pérdida pueden verse
afectados por la reacción de la familia; el suceso causa reverberaciones en todos los miembros y en todas sus
demás relaciones (15). Nosotras partimos de concebir la pérdida como una etapa de transición normativa en el
ciclo vital de la familia (63) y examinamos su efecto disociador en el funcionamiento de la pareja y la familia,
así como las complicaciones que entrañan el peligro de una disfunción inmediata o mediata. Por ejemplo, la
muerte de un hijo suele conducir al divorcio de los padres, pero en otros casos consolida a la pareja, sobre todo
si se alienta la empatía mutua (74). En el afán de comprender estas diferencias, identificamos ciertas tareas
familiares esencial es para una adaptación sana a la pérdida; si no se las encara, aumenta la vulnerabilidad
individual y familiar (103). Esos procesos fundamentales son: 1) el reconocimiento común de la realidad de la
pérdida; 2) una comunicación franca para compartir la experiencia; 3) la reorganización del sistema familiar; y
4) la dedicación a otras relaciones y objetivos de vida. Ante la amenaza de una pérdida, una muerte inminente o
sus secuelas, un enfoque sistémico de la intervención ha de fortalecer los procesos interactivos claves que
estimulan la curación, recuperación y resiliencia, permitiendo a la familia en su conjunto y a cada miembro
integrar la experiencia dolorosa y seguir adelante.
Los sucesos catastróficos que ocurren de pronto sin previo aviso pueden ser especialmente traumáticos (31).
Como consecuencia de ellos, algunas familias quedan devastadas, con un mayor grado de conflictos,
drogadicción y otros problemas graves, en tanto que otras son capaces de sacar fuerza de flaqueza y aprovechar
los recursos con que cuentan.

Ejemplo 2
La señora Ramírez solicitó ayuda en una clínica de orientación infantil a raíz de los problemas escolares de
su hija, que ya habían sido advertidos por las autoridades de la escuela desde algún tiempo atrás, pero que
habían empeorado en las últimas semanas. La pregunta crítica "¿por qué ahora?" llevó a interrogar por los
acontecimientos recientes y sus efectos en la familia. Varias semanas antes el mayor, de 17 años, se había visto
envuelto un episodio de violencia callejera con una pandilla y resultó muerto. La bala que lo mato hizo trizas
también la unidad familiar. El padre se dio a la bebida para tratar de calmar su dolor aislándose de la familia.
Otro hijo, de 16 años manifestó la furia de su familia buscando revancha ante esa muerte insensata. Otros dos
hijos no mostraron reacción alguna y se guardaron su dolor para no cargar más aún problernas a sus padres. La
señora Ramírez sola en su sufrimiento, se dedicó a los problemas escolares de su hija, que la hacían olvidarse
de su pérdida intolerable. Se estimuló resiliencia familiar reparando la fragmentación y promoviendo la
formación de una red mas cohesiva con la familia extensa, en busca apoyo mutuo y sanación. Al compartir el
dolor de la pérdidá y reconfortarse mutuamente disminuyeron el alcoholismo del padre y 1as dificultades
escolares de la hija. Los miembros de la familia, más cercanos uno al otro, comenzaron a abordar con mayor
eficacia otros problemas de su vida, en la seguridad de que ahora eran capaces de enfrentar juntos cualquier
cosa.

Claves de la resiliencia familiar

Las investigaciones que se han realiza hasta la fecha sobre el funcionamiento familiar han sido útiles para
identificar los elementos básicos de la resiliencia, incluidos procesos tales como la cohesión, la flexibilidad, la
comunicación franca, la resolución de problemas y la reafirmación del sistema de creencias. También han sido
importantes para el examen de los procesos de transición ante cualquier situación de crisis (23, 56). La obra
germinal de Davia Reiss (78,79) sobre los paradigmas familiares ha tenido particular significación, en la
comprensión de la resiliencia familiar. Las creencias comunes conforman y refuerzan las pautas de interaccción,
determinando el modo en que la familia enfoca una nueva situación y responde a ésta. El trabajo de Reiss
mostró que un suceso o momento de transición crítico y disociador puede catalizar un gran cambio en el sistema
de creencias de la familia, con repercusiones en su reorganización inmediata y su adaptación a largo plazo. Por
otra parte. las percepciones que tiene la familia sobre la situación o transición estresante se suman a la herencia
de experiencias previas en el sistema multigeneracional para forjar el sentido que asigna la familia al desafío y
sus pautas de reacción (19). Los valores espirituales y el legado cultural confieren un sentido y propósito que
trasciende a la unidad familiar (1 l). La forma en que la familia da sentido a la situación crítica es esencial en lo
que atañe a la resiliencia familiar.
Pero también lo es la existencia de recursos comunitarios y el hecho de que la familia se disponga utilizados,
ya que a través de ellos puede obtener seguridad económica, asistencia práctica, apoyo social y un sentimiento
básico de conexión con las redes de parentesco y amistad, así como con los grupos religiosos afines y otros. En
la comunidad homosexual, la formación de vigorosas redes denominadas familias efectivas" ha sido inestimable
en la superación de crisis ligadas al Sida (107). A medida que los desafíos familiares se tornan más complejos,
pueden requerirse cambios en e1 sistema social y esfuerzos colectivos para usar recursos y elaborar soluciones
de manera orgánica, como la búsqueda de una buena atención de la salud para los ancianos o del cuidado diario
en guarderías para los niños. Si se carece de esta reacción comunitaria ante las penurias de la familia, ésta puede
disociarse inevitablemente, por más que haya en su seno capacidad para la resiliencia. Quienes culpan a las
familias de bajos ingresos o pertenecientes a grupos minoritarios, carentes de¡ apoyo suficiente, por los
problemas personales y sociales que atraviesan no saben justipreciar el poder aniquilador de¡ racismo, la
pobreza y condiciones de vida peligrosas o deshumanizadoras. En BreadandSpirit, Aponte (8) sostiene que en
las comunidades pobres los desafíos que enfrenta la familia no se relacionan únicamente con la comida o los
recursos básicos sino también con lo espiritual: la edificación de un sentimiento de dignidad y de futuro en
grupos familiares que, debido a su desesperación, han renunciado a su sentido de la vida y a su autovaloración.
En estos casos, el optimismo y la esperanza factores claves de la resiliencia exigen sensibilidad social para
poder mejorar la situación y las perspectivas de la familia.

Tendencias de la investigación

Es necesario reencauzar la temática y el financiamiento de las investigaciones, apartándolos de¡ estudio de


las familias disfuncionales y de lo que lleva al fracaso familiar y encaminándolo al estudio de las familias que
funcionan adecuadamente, a fin de identificarlo que las capacita para el éxito. Hasta el presente, las
investigaciones sobre el proceso normal de la familia se han centrado primordialmente en los elementos
interactivos de familias no sometidas a estrés. Una mejor comprensión de las virtudes de la familia en medio de
la crisis o de un sufrimiento prolongado puede plasmar esfuerzos que apoyen y estimulen el examen de
procesos claves, como en los estudios emprendidos por Beavers y sus colaboradores (10) y por Kazak (53)
acerca de la superación de discapacidades evolutivas de los niños.
Mucho es lo que tenemos que aprender de las familias dotadas de resiliencia para nuestras intervenciones en
grupos familiares que sufren. En particular, debe dirigirse la atención ni a las familias que logran atravesar las
disociaciones y reorganizaciones ocasionadas por grandes pérdidas y etapas de transición, como la muerte, la
separación, el divorcio y el nuevo matrimonio. Por ejemplo, Ganong y Coleman (33) señalan que la tasa actual
de 60 % de divorcios en los segundos matrimonios subraya la importancia de averiguar por qué ciertas familias
ensambladas tienen éxito allí donde la mayoría faifa.
A nuestro mejor entendimiento de la resiliencia familiar pueden contribuir tanto los métodos cuantitativos
como los cualitativos. La mayoría de los estudios sobre el funcionamiento familiar han recurrido a métodos
cuantitativos para examinar las pautas de organización y comunicación, según se las mide por medio de la
observación, las escalas de calificación y los cuestionarios de autoevaluación. El concepto de resiliencia
familiar tiene especial relevancia por comprender la influencia de la familia en la salud y en el curso de las
enfermedades (2,18, 90), tema que atrae un creciente interés. Dado que el estrés ha sido ligado a toda una gama
de problemas de salud, sería útil saber de qué modo la resiliencia familiar contribuye a un Mejor
funcionamiento biológico, por ejemplo en el caso de los procesos fisiológicos inmunitarios.
Puesto que se ha comprobado que la reafirmación de las creencias (v.gr., una visión confiada, esperanzada y
potenciadora) es decisiva en la resiliencia de¡ individuo, debería indagarse cómo es posible reafirmar las
creencias en las familias, sobre todo en cuanto al sentido de una situación de crisis o a las opiniones
compartidas acerca W control y el dominio. Los métodos cualitativos, que actualmente se están usando cada vez
más en las investigaciones sobre los procesos familiares (39), ofrecen muy buenas posibilidades para explorar
los sistemas de creencias de la familia y los procesos narrativos que gravitan en su adaptación y superación. Los
métodos etnográficos y las descripciones narrativas de las experiencias estresantes y su significado tienen
especial valor para comprender la continuidad y el cambio en la evolución de la familia, así como en aquellos
grupos familiares que han soportado diversos embates.
Los empeños por conceptualizar e investigar los procesos familiares normales (típicos) y sanos (óptimos) nos
están aclarando ciertos interrogantes sobre el funcionamiento familiar. Por lo común, la definición de la salud de
la familia se ha basado en la capacidad de ésta para cumplir con ciertas tareas cotidianas esenciales, pero dado
que todas las familias tienen problemas, lo que las distingue es lo que hacen con ellos. ¿Cómo enfrentan las
familias corrientes sus desafíos vitales? ¿Cuáles son los procesos y variables intermedias claves que favorecen
una adecuada adaptación? El planteo es doble: por un lado, se trata de identificar los procesos sistémicos
básicos que estimulan la resiliencia familiar; a la vez, se debe tener presente la diversidad de los desafíos y la
multiplicidad de caminos para llegar a un funcionamiento sano. Tanto en la teoría clínica como en la
investigación y en la práctica, es menester adoptar una pos,. ira abarcadora, sin exclusiones.

Rumbos clínicos

Una concepción sistémica de la resiliencia es fundamental en todos los esfuerzos por ayudar a individuos,
parejas y familias a adaptarse a la crisis y la adversidad y superarlas. Las intervenciones que apuntaron a
fomentar la resiliencia de niños y adultos descuidaron a la familia como recurso. El estrecho énfasis en la
resiliencia individual llevó a los clínicos a tratar de salvar a los "sobrevivientes" en forma individual sin analizar
las potencialidades de su familia, o incluso a expensas de dar por perdida a ésta o considerarla impotente. Wolin
y Wolin (108) subrayan que sólo unos pocos adultos resilientes en familias disfuncionales se reconcilian con
éstas; la mayoría pone distancia y las ve en forma negativa, lo cual se ve reforzado a veces por la psicoterapia.
Se necesita una actitud clínica que fomente una comprensión compasiva de los desafíos que enfrentaron los pa-
dres, inste a la reconciliación y explore la resiliencia no reconocida pero presente en la red de relaciones
familiares.
En el campo de la terapia familiar, hemos llegado a admitir que, para tener éxito, una intervención
depende tanto de los recursos de la familia como de la capacidad del terapeuta (51, 65). Más que nuevas
técnicas, lo que se precisa para orientar las intervenciones son herramientas conceptuales que apunten a
examinar la fortaleza. El concepto de resiliencia familiar brinda una herramienta de esa índole, y se caracteriza
porque el foco está puesto en superar la crisis y el desafío. Los síntomas se evalúan en el marco de los sucesos
del pasado, los actuales y la amenaza de crisis futura, así como de su significado y de las reacciones de
superación de la familia. Los empeños terapéuticos se adecuan a los desafíos que enfrenta ada familia y los
recursos que moviliza para resolverlos.
El sustento teórico de una terapia familiar )asada en la resiliencia parte de una serie de convicciones sobre la
potencialidad de la familia, convicciones que impregnan cualquier intervención, aun en familias con múltiples
problemas cuya vida está colmada de situaciones críticas. Se estimula la colaboración entre los miembros de la
familia, permitiéndoles crear nuevas o renovadas competencias, apoyo mutuo y la común confianza en que son
capaces de soportar los malos momentos. Este enfoque fomenta la creación de un clima potenciador, reforzando
la idea de que si obran e consuno los miembros de la familia pueden ¡lanar obstáculos en apariencia
insuperables, vivenciarán que el éxito es en gran medida un producto de sus esfuerzos, recursos y habilidades.
Las experiencias de éxito aumentan el orgullo y la eficacia de la familia, permitiéndole su vez enfrentar con
mayor eficacia aún las adaptaciones subsiguientes. El enfoque de la resiliencia familiar brinda un marco
pragmático positivo, que orienta las intervenciones destinadas a fortalecer a la familia a través de la solución de
su problema actual.
La noción occidental de "dominio" necesita ir reconsiderada. No todas las crisis de la vida tiene que ser
"dominadas"; la familia puede no estar en condiciones de controlar una situación desgarradora o de impedir sus
trágicas consecuencias. Por ejemplo, por más que se esfuerce al máximo, cuente con la atención médica in-
dispensable y actúe con optimismo, tal vez no esté en sus manos revertir el avance progresivo de una
enfermedad invalidante; tampoco puede nadie derrotar a la muerte. El desafío que debe dominarse entraña
compartir los esfuerzos de superación con resiliencia relaciona¡, y no la recuperación. Al afrontar juntos una
crisis , los miembros de la familia experimentan un ahondamiento de sus lazos y una mayor confianza de que
serán capaces de sortear los escollos futuros.
A fin de hacer que las familias manejen mejor las situaciones estresantes, conviene que los esfuerzos en
favor del cambio no sólo incluyan a la familia sino además a las redes de apoyo y a sistemas más amplios, con
el objeto de estimular vínculos comunitarios que la mayoría de las familias han perdido. A este fin, son
particularmente adecuados los grupos psicopedagógicos multifamiliares y los de autoayuda, que cobraron
impulso al demostrar su utilidad para ayudar a las familias a enfrentar las persistentes tensiones provocadas por
el cuidado de un miembro afectado de una grave enfermedad mental o física (3, 40, 42). Los grupos
multifamiliares ofrecen muchas posibilidades para aportar información útil, estrategias de superación y apoyo
social a las familias en crisis, ya se trate de la pérdida del empleo por parte de quien sustenta económicamente a
la familia o del duelo que sufre una pareja por el fallecimiento de su bebé. Al tomar contacto con otras familias
que afrontan problemas similares se gana resiliencia, y cada familia puede aprender de la otra. Las familias
reaccionan positivamente cuando se despatologiza su angustia reencuadrándola como un desafío para el grupo,
y cuando se proponen para éste objetivos que apunten al aumento de la resiliencia.
El enfoque de la resiliencia familiar va más allá de la resolución de los problemas, ocupándose de su
prevención, no sólo mediante la reparación actual de la familia sino también preparándola para retos futuros.
Desde el punto de vista de la prevención, no basta con resolver un problema actual si la familia no gana
resiliencia para abordar mejor otros que probablemente habrán de presentársele. Así, es dable aplicar a este
enfoque la idea de una Inoculación psicosocial". En mayor medida de lo que ocurre con el modelo de
intervención en la crisis (que en el caso típico se limita a dar un apoyo breve e intensivo en la fase inmediata de
la crisis), el de la prevención ayuda a la familia a anticiparse a las dificultades futuras, aprender de lo vivido y
planear estrategias de superación mas eficaces. Además, se promueve la resiliencia normalizando y contextual
izando las tensiones, así como ofreciendo una orientación útil para la adaptación y superación basada en
principios psicopedagógicos. Si los desafíos que se enfrentan son duraderos, el contrato terapéutico común de
sesiones semanales regulares hasta completar el tratamiento puede flexibilizarse y tornarse menos oneroso si se
trabaja en forma intensiva en torno de la crisis, la transición o el punto de estrés previsible, como puede ser un
aniversario o una perdida traumática. En períodos más estables, los logros pueden consolidarse mediante
controles periódicos o sesiones "de refuerzo", según las necesidades y circunstancias cambiantes de la familia
(81). Al dar a la intervención una orientación futura (76) se potencia a la familia, ayudándola a vislumbrar
posibilidades y a participar activamente en el derrotero que se ha fijado. Una solución determinada para un
problema actual puede no ser significativa para los problemas futuros; en cambio, al estimular los procesos de
generación de resiliencia preparamos a las familias para que sepan sortear dificultades imprevistas y eludir las
crisis. Así, toda intervención se transforma en una medida de prevención.

La resiliencia en un mundo cambiante

El concepto de resiliencia familiar resulta especialmente oportuno en un mundo que se ha vuelto cada vez
más complejo e impredecible, y en el que las familias enfrentan desafíos sin precedentes. Los medios de
comunicación están saturados de imágenes que nos presentan a la familia abrumada por los conflictos, el abuso,
la negligencia, la desunión. Aunque se predican por doquier las "virtudes de la familia", poco apoyo se le brinda
a ésta para apuntalar su vitalidad. En una época de generalizada preocupación por la desaparición de la familia,
es más importante que nunca comprender los procesos que pueden permitirle resistir los desafíos y recobrarse
de ellos fortalecida en su unidad.
La pérdida de rumbo puede vivirse como alarmante y abrumadora. No obstante, según sostiene Mary
Catherine Bateson (9), la adaptación es el fruto del encontronazo con una realidad que tal vez parezca caótica.
Para las familias que afrontan cambios tumultuosos puede ser indispensable una intensa multiplicidad de
visiones, y una mayor comprensión y creatividad. Aunque nunca estaremos totalmente preparados para las
demandas del momento, podemos fortalecernos para hacer frente a la incertidumbre:

"Hoy la vida humana se caracteriza cada vez más por la improvisación, la incertidumbre y la proliferación
de alternativas. En un mundo velozmente cambiante e interdependiente, es menos probable que sean viables los
modelos únicos y más probable que los planes fracasen. Con el empeño por combinar múltiples modelos se
corre el riesgo de producir situaciones de conflicto o incomprensión catastróficas, pero el afán de adherir
ciegamente a algún modelo de vida tradicional no sólo amenaza con la catástrofe a la persona que lo sigue sino
a todo el sistema en que esa persona está inserta, y aun a todos los demás sistemas vivientes con la que se
conecta su vida" (9, pág. 8).

Si conociéramos el porvenir de una familia en particular, sabríamos dotarla de todas las actitudes y
habilidades imprescindibles, sin embargo, como han establecido los estudiosos de la sociología familiar, es
dudoso que alguna vez haya existido ese grado de estabilidad o de certidumbre. En lugar de ello, la trama de la
vida esta constituida por una ambigüedad ineludible. Los terapeutas debemos ayudar a las familias a encontrar
la coherencia dentro de la complejidad._ De acuerdo con las sagaz metáfora Batenson “somos llamados a
sumarnos a una danza cuyos pasos debemos aprender marcha. Y aun en medio de la incertidumbre somos
responsables de dar esos pasos.
Entre el torbellino de confusiones y trastrueques podemos ayudar a que las familias prevalezcan armando para
sí una parte de su vida que sean capaces de controlar y dominar. En esa sucesión de pequeñas victorias las
familias cobran confianza y aumenta su competencia; al mismo tiempo, Bateson nos insta alentemos a las
familias a que sigan aprendiendo a lo largo de todo su ciclo vital, en todo lo que hacen, "... como una madre que
lleva a su bebé sujeto a la cadera mientras va a trabajar la otra mano abre la puerta de lo desconocido" (pág. 9).
La capacidad de combinar numerosos roles y de enfrentar nuevos puede aprenderse, y el estímulo a esta actitud
es un elemento nuclear del enfoque de familiar basado en la resiliencia.
Muchas familias han dado muestras de una notable resiliencia al inventar para sí nuevos modelos de conexión
humana tendientes a amoldarse a las cambiantes estructuras y roles de genero de las familias actuales. En su
libro brave new Families, que es un estudio etnografico de las familias de clase obrera. Judith Stacey (89)
describió la reelaboración creativa de la vida familiar en una variedad de medios hogareños y relaciones de
parentesco.

Lo impresionaron particularmente las iniciativas que tendían a reformular una experiencia de divorcio,
convirtiendo un cisma amargo y penoso, y la pérdida de recursos que ello implicaba, en una red viable de
parientes que incluía a los antiguos y nuevos cónyuges, los distintos grupos de hijos, los parientes ensamblados
y los amigos comunes, en un hogar donde privaba la colaboración para sobrevivir y prosperar. Aunque a éstas se
las suele llamar familias no tradicionales", su flexibilidad, diversidad y actitud comunitaria muestra el mismo
tipo de resiliencia presente en diversos hogares o clanes emparentados de¡ pasado. Una familia puede ser
funciona¡ aunque adopte muy distintas configuraciones y valores. Lo que importa para su fortaleza evolutiva no
es tanto la forma de la familia sino más bien los procesos que la caracterizan y la calidad de sus relaciones.
Ninguna familia está libre de problemas. La tensión es parte de la vida y las piedras o flechas arrojadas por
la mala fortuna sacuden a todas las familias a lo largo de su derrotero. El concepto de resiliencia familiar
destaca la capacidad reparadora presente en toda familia y ofrece un marco útil para la investigación y la
práctica clínica. Así como las distintas familias enfrentan diferentes desafíos, la resiliencia familiar puede seguir
muchos caminos. Si los psicoterapeutas comprenden los procesos fundamentales que aquí están en juego, serán
capaces de movilizar los recursos latentes de la familia que sufre, contribuyendo a que supere con mayor
eficacia la adversidad y se recupere fortalecida gracias al apoyo y la colaboración mutuos.

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