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Las Esquinas de Caracas

Este documento describe el origen y las historias detrás de los nombres de varias esquinas importantes en Caracas, Venezuela. Algunas esquinas toman sus nombres de eventos históricos ocurridos allí, mientras que otros nombres se derivan de leyendas o personajes importantes asociados con el lugar.
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Las Esquinas de Caracas

Este documento describe el origen y las historias detrás de los nombres de varias esquinas importantes en Caracas, Venezuela. Algunas esquinas toman sus nombres de eventos históricos ocurridos allí, mientras que otros nombres se derivan de leyendas o personajes importantes asociados con el lugar.
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LAS ESQUINAS DE CARACAS

Escrito por la Prof. Mariana Arguinzones.

A finales del siglo XVII, las calles y esquinas de Caracas no poseían

nombres. Sólo se conocían aquellas que tenían como referencia una iglesia

cercana, alguna casa de alguien importante, o que hacían alusión a anécdotas

en el cruce de sus calles.

Para esos años, fue el Obispo Diego Antonio Díaz Madroñero quien

decide bautizar las calles y esquinas de Caracas, bajo el proyecto “Plan de la

Ciudad Mariana de Caracas, dedicado a Dios, su santísimo Hijo, santísima

madre, y Santos protectores de sus casas y vecinos”.

Antes, se referían a los linderos aledaños a la Catedral de Caracas, con

nombres recordatorios de Jesucristo y de santos. Así como colocar en las

esquinas más importantes nichos con imágenes de algún santo o virgen.

Sin embargo, desde que La Candelaria fue erigida como parroquia

eclesiástica en 1750, la denominación de sus esquinas no obedeció

estrictamente a nombres de su santoral. Los nombres de la gran mayoría de

ellas han sido producto de algún acontecimiento o anécdota en algún momento

de la historia.

Historia y Origen de los nombres de las Esquinas de Caracas

Esquina de Socorro

En esta esquina fijaron una imagen de Nuestra Señora del Socorro para que

se orientasen los aborígenes y otras personas de la entendedera. Pero

andando los años cuando la población se extendió hacia esa parte y se formó

una barriada comenzaron las riñas y peleas. Para mantener los buenos caminos

se puso en práctica celebrar el día de su patrona.


Fue entonces cuando hubo los regocijos populares denominados piñatas.

Centenares de niños de todas las parroquias se desbordaban hacia ese lugar.

Las piñatas de El Socorro adquirieron cierta celebridad hasta que alguien

descubrió que la finalidad perseguida por el organizador Mariano Flores, era

llevarse en volandas alguna chica de la vecindad, en cuyo honor había sido

celebrada la fiesta.

Sin embargo, existe otro cuento que dice que en esta esquina había un puesto

de socorro para brindar auxilio. ¿Cuál crees tú sea la verdadera?

Esquinas de Caracas

Esquina de Angelitos

La leyenda cuenta que el presidente José Antonio Páez se encontraba con una

amante en esta zona, quien ya estaba comprometida. Por eso ordenó a sus

guardias que vigilaran por si pasaba alguna persona mientras el visitaba a la

dama. Es aquí cuando a los guardias los llamaban “Angelitos”, tomando el

nombre por ser el lugar donde ellos guardaban al presidente.

Conoce más la ciudad con 54 Cosas que no sabías de Caracas

Esquina de Padre Sierra

Es una de las pocas esquinas de Caracas que conserva su nombre desde la

época de la colonia, ya que allí tenía su casa Don Joseph de Sierra, capellán

de las monjas Concepciones, quien vivió en este lugar en 1766.

Las crónicas, refieren que el capellán ejerció labores humanitarias en el sitio.

El padre Sierra fue un hombre muy humanitario, que hizo un gran trabajo

durante la epidemia de 1766 al ayudar a curar a los enfermos poniendo en

riesgo su propia vida. Igualmente, el 21 de octubre de ese año, ayudó a

socorrer a las víctimas del terremoto que sacudió a Caracas. El Padre Sierra

murió víctima de esta enfermedad que contrajo cuando se dedicaba a curar y

proteger a los enfermos.


Inclusive, en esta esquina viviría en su infancia y juventud (antes de partir a

España) el Generalísimo Francisco de Miranda. Posteriormente, en 1759 en

esa casa vivía don Fernando Mejía hasta 1762, cuando la adquiere don

Sebastián de Miranda. Éste fijó aquí su residencia en ese lugar y acondicionó

espacios para establecer allí su tienda de amasijo y mercería.

Esquina de Sociedad

Lugar donde se ubicaba a principios del siglo XIX, una casona con la sede de

la Sociedad Patriótica en 1811. Esta casona contaba con puertas de madera

oscura claveteada, zaguán de huesitos, corredor de ladrillos y un gran jardín

rodeado de elegantes pilares.

Al ser sede de la Sociedad Patriótica en 1811, se escuchó por primera vez a

Simón Bolívar motivar al pueblo a buscar la Independencia de España. Otros

personajes como Francisco de Miranda, Miguel Peña, Antonio Muñoz Tébar,

Francisco Espejo, los hermanos Salias y Vicente Tejera se reunieron en este

sitio para buscarle una solución a la opresión en la que vivía Venezuela en aquél

momento.

Esquina de El Chorro

Ubicada en la avenida universidad en Caracas, cuenta con dos explicaciones

para el origen de su nombre.

La primera viene de la época de los obispos, donde los padres de la parroquia

junto con el Obispo Antonio González de Acuña (propulsor del acueducto de

Caracas), participaron en la construcción de una plazoleta. Dicho lugar

contaba con una abundante pila de agua para servir a los vecinos de la zona,

luego el conducto atravesaba el convento, después desembocaba en la parte

sur de la edificación, en un grueso chorro que caía de cierta altura a la calle,

donde se encauzaba de nuevo en un cauce descubierto.

Dicen que esta caída de agua sirvió de punto de referencia y dio el nombre

esquina del Chorro.


La segunda explicación está dada con la historia de la familia Agustín Pérez,

quienes tenían un negocio donde preparaban la mejor bebida de piña y papelón

de la ciudad. Juan y medio y Agustinillo, como eran conocidos en la Caracas

de 1812, eran canarios. El primero era el encargado de encender los faroles

públicos, y estaba con los que intentaban derrocar cualquier gobierno

patriótico que tomara el poder. Agustín, por su parte, tenía fama de ser el

rey de los “guaraperos”.

El negocio se encontraba en el ángulo suroeste de la esquina del mercado de

la Plaza de Armas. Destacaban por el diseño de un aparato giratorio y con una

llave hacia la calle. Agustín podía despachar a sus clientes sin abrir la puerta,

con tan sólo soltar la llave al momento de escuchar el sonido que hacía el

centavo al caer en una alcancía. Como aparentemente el jugo salía solo y

brotaba como un chorro, la esquina tomó ese nombre.

Esquina El Peligro

«¡No te acerques allí muy de noche!» Para el siglo XIX estas esquinas era un

campo abierto con algunas chozas, donde por la noche los delincuentes

robaban a los inocentes transeúntes.

Esquina Pele el Ojo

En 1856 dicha esquina era conocida como Juego de Pelota, dado que para esos

tiempos este terreno aún baldío era utilizado para actividades de recreación,

o como otros autores han señalados, sirvió de refugio a individuos

acostumbrados a los asaltos nocturnos, tan frecuentes en aquellos tiempos,

cuando la ciudad prácticamente permanecía en tinieblas.

Un bodeguero instaló su negocio en el lugar y lo llamó “Pele el ojo al

peligro” para advertir a los transeúntes que se mantuvieran alerta ante las

asechanzas de los delincuentes.

De la esquina El Peligro y Pele el Ojo no hay muchas historias, pero les

prometemos investigar más para su ampliación.


Esquina de Las Ánimas

Surge la leyenda para el siglo XIX, que cuando la oscuridad llegaba al sitio se

podía escuchar un coro de voces fúnebres, llantos y Ave Marías. Entonces,

unos curiosos salieron a la calle para descubrir quiénes eran los cantores y se

encontraron con sombras con túnicas blancas, y dijeron que eran ánimas del

Purgatorio.

También decían que, justo cuando alguien moría, se oían las voces femeninas

que se lamentaban. Así se difundió el rumor de que los sonidos que emitía la

esquina eran las ánimas del purgatorio cantando y que venían a buscar el alma

del fallecido. Se relata que aquellas voces les pertenecían a un grupo de viudas

que pedían por las almas de sus esposos, quienes salían en procesión con velas

para pedir por el descanso eterno.

Esquina el Muerto

Durante la guerra de los cinco, en las calles de Caracas, la mayoría de los

heridos morían por falta de atención y medicinas. Al terminar las batallas, los

camilleros pasaban para recoger los muertos. Una vez recogiendo los cuerpos

de repente se levantó uno y les dijo: «no me lleven a la tumba, que todavía

estoy vivo». Después de esto, los vecinos del lugar decían; «esta es la esquina

donde se levantó el muerto».

¿Interesante verdad? Seguimos contando más historias

Esquina de San Francisco

Esta historia es más sencilla, toma su nombre gracias a la iglesia de San

Francisco, que se edificó en 1593. El nombre deriva del Convento Máximo de

la Inmaculada Concepción, fundado por una comunidad franciscana en el año

1575. Posteriormente se elaboró en 1593 la iglesia de San Francisco

convirtiéndose en el lugar religioso de preferencia de los habitantes de la

zona.
A parte de llevar el nombre colocado por los franciscanos, en este lugar

ocurrió un importante hecho para la historia de Venezuela. Al término de la

Campaña Admirable de Simón Bolívar para 1813, fue consagrado en este

templo con el título de Capitán General de los ejércitos de Venezuela y con el

nombre de Libertador. Posteriormente recibió sus restos el 17 de diciembre

de 1842, cuando se celebraron los funerales con el Réquiem de Mozart antes

de ser trasladados a la Catedral de Caracas.

En esta importante esquina, también donde se llevó a cabo la proclamación del

Libertador, creció un árbol de ceiba que se convirtió en uno de los hitos más

llamativos de la ciudad. La ceiba fue declarada Patrimonio Natural en el 2001.

Hoy tiene cerca de 35 metros de altura, ha sufrido podas con el tiempo y

está dentro de un separador vial construido en la Avenida Universidad.

Esquina de la Bolsa

Debemos aclarar que existe discrepancia entre los cronistas en relación con

el origen del nombre de la esquina. Pero, se piensa que La Bolsa sirvió para

dar impulso al desarrollo financiero de la capital, indicios que fue uno de los

puntos concurridos de la ciudad.

En esta esquina tenía su casa la bisnieta de Don Diego de Boiza, que según la

leyenda el nombre proviene de la descomposición del apellido Boiza. Dicen los

cronistas que Diego Boiza era hombre de “malos instintos” y que se aprovechó

de que los jirajaras, estando alzados mataron a algunos españoles, para

esclavizar, en su provecho, gran número de ellos, con los cuales se fugó a

Honduras, temiendo el merecido castigo de sus muchos delitos (Luis A Sucre:

Gobernadores y Capitanes generales de Venezuela).

También se dice que fue mansión de Garcí-González de Silva, donde descubrió

el gobierno la acuñación de monedas de plata, denominadas “Fable”, esa habría

sido la primera casa de la moneda que tuvo Venezuela.

Esquina del Conde


Se debe su nombre, a las historias relacionas a las viviendas de la aristocracia

criolla que obtuvo sus títulos nobiliarios, gracias a las numerosas haciendas

que poseían, trabajadas por mano esclava.

Principalmente, porque vivían dos condes con título nobiliario. Ellos fueron

Don Fernando Ignacio de Ascanio (Conde de La Granja) y Don Antonio Pacheco

(Conde San Javier). Sin embargo, los cronistas dicen con justa razón que la

«Esquina del Conde» debía llamarse en propiedad de «Los Condes», pues

frente a la casa solariega del Conde de San Javier, estaba situada la del

Conde de La Granja. Hacia el norte estuvo situada la casa de los Condes de

Tovar, cuyo título les fuera concedido el año 1771.

Cabe destacar, que la casa fue reconstruida en 1785, y hoy está transformada

en Edificio de Correos. La casa del Conde de La Granja fue luego mansión de

Oviedo y Baños, el autor de la primera «Historia de la Provincia de

Venezuela». Luego fue destruida y en sus terrenos se construyó el «Pasaje

del Capitolio», que toma su nombre del teatro del mismo nombre allí situado.

La del Conde de San Javier, antes de su total destrucción estuvo en ella «La

Imprenta Nacional», después «El Eco Venezolano» y por último «El Nuevo

Diario», órgano de la dictadura gomecista.

En esa casona se instaló la Junta Suprema de Caracas, conservadora de los

Derechos de Fernando VII, el 20 de abril de 1810; y un año más tarde, -1.811-

se congregaron en sus salones los Diputados del Primer Congreso de

Venezuela.

Esquina El Guanabano

Su nombre se debe al árbol de guanábana que en aquel sitio prestaba su

acogedora sombra.

Esquina del Carmen

Todas las familias deberían aceptar un patrón o abogado de la casa, por tal

razón empezaron a poner sobre las puertas de los zaguanes, retablos y bustos
religiosos con el patrón de la casa. Una de las pocas que se conserva en

Caracas, es en la esquina del Carmen, con su mismo nicho con la imagen de la

virgencita de los escapularios.

Esquina Las Gradillas

Su nombre se debe a que allí existían unas gradillas o gradas, para bajar a la

Plaza de Armas o Plaza Mayor de la Colonia.

Esquina de Las Madrices

Fue llamada así en recuerdo de las bellas hijas del Capitán Domingo Rodríguez

de la Madriz. Esta casona de Las Madrices fue destinada a usos diversos

ocupándola la Orquesta Caracas, funcionó como hotel y hasta como teatro. En

esta histórica mansión se festejó el Decreto del 29 de abril de 1856, por el

cual se ratifica a Caracas sede de la capital de la República de Venezuela.

Esquina de San Jacinto

Su nombre lo da El Convento de San Jacinto, construido el siglo XVI.

Esquina Las Monjas

En el siglo XVII, hubo una viuda rica que dedicó su vida y fortuna a la Iglesia.

En lo que hoy es el Capitolio, había una casa de dos pisos la cual convirtió en

el Convento de Santa Clara, la viuda, sus cuatro hijas, tres sobrinas y dos

jóvenes, tomaron los votos como monjas.

Candilito

En la Caracas del siglo XIX, la iluminación de las calles se hacía con candiles

o faroles colocados en la parte más conspicua de las esquinas. Para 1897, esta

esquina ya tenía esa denominación. En Santa Rosalía hay una esquina

homónima.

Esquina de Veroes

Era el lugar donde tenían su hogar los hermanos vascos Francisco y Pedro

“de Verois” por los días de la Compañía Guipuzcoana. El uso de este apellido

vasco se modificó con el tiempo para transformarse en Veroes.


Esquina Platanal

Al oeste de la Plaza de Candelaria se extendía antiguamente una ciénaga,

razón por la cual ese lugar tardó mucho tiempo en desarrollarse.

Respecto al nombre del plátano, citado Alvarado a José de Acosta, dice que

debieron hallar semejanza entre estos plátanos de Indias y los plátanos que

celebran los antiguos.

Otras esquinas de Caracas conocidas son: Esquina La Gorda, Esquina de

Curamichate y Esquina La Cruz,

Una Caracas antigua… Esquinas de Caracas no tan conocidas

Esquina de La Romualda: Cerca del puente Catuche para el año 1824, existía

la pulpería de la Sra. Romualda Rubí, quien todos conocían por Ña Romualda.

El puente sobre el río Catuche, es uno de los primeros puentes construídos

en la ciudad, esta obra data de 1735 y su construcción obedeció a la necesidad

de garantizar el paso a La Candelaria cuando el río crecía y dificultaba el paso.

La sra Romualda Rubí, era una particular cocinera y además gran admiradora

de El Libertador.

Avilanes: Hacia el año 1875, cerca de esta esquina vivieron cuatro hermanos

músicos de apellido Avilán, quienes eran muy solicitados para amenizar

retretas y fiestas.

Alcabala: En esta transitada esquina existió una estación de control y pago

de peaje que daba entrada y salida a la ciudad. En 1772 existieron en Caracas

5 de estas alcabalas: del Camini del Valle, del Camino de La Vega, del Camino

de Catia, del Camino de La Guaira, y La Candelaria naciente. A principio del

siglo XX, allí estuvo una de las estaciones del tranvía de la que actualmente

se puede apreciar parte de los rieles por donde se desplazó.

Miguelacho: En esta esquina funcionó la pulpería de Ño Miguelacho, una de

las más populares de la ciudad. Este personaje fue un defensor de niños y

desamparados. En 1813 fue señalado de tener simpatías contrarias al partido


oficial, ante lo cual una congregación de niños salió en su defensa, vociferando

por su libertad en la Plaza Mayor. La petición fue aceptada por el gobernador.

Otras Esquinas de Caracas

Socarrás: En esta popular esquina de La Candelaria vivió y murió el Dr.

Socarrás, médico nacido en Puerto Príncipe, Haití. Llegó a Venezuela en 1757.

Su casa fue sede de la Botica de Socarrás, donde expedían medicinas. En

1900, en esta esquina sufrió un atentado el entonces Presidente Cipriano

Castro.

Puente Yanes: Esta esquina debe su nombre al Dr. Francisco Xavier Yanes,

originario de La Habana, Cuba, que llegó a Venezuela a principios del siglo XIX.

Se destacó por su participación en los hechos de emancipación y por realizar

escritor sobre nuestra historia nacional.

Estuvo casado con la hija del Dr. Socarrás y estableció su casa de habitación

en la esquina siguiente a la de su suegro. Cerca de esta esquina, a finales del

siglo XIX, el arquitecto Hurtado construyó un puente que oficialmente se

llamó Puente Antonio Guzmán Blanco. Sin embargo, teniendo el pueblo la

referencia del Dr. Yanes, siempre lo llamó Puente Yanes, tal como se le

conoce.

Más Esquinas de Caracas

Plaza España: En 1954, esta esquina fue conocida como Cerrito del Diablo,

porque cerca de allí murió una niña maldecida por su madre y como

consecuencia, según narración popular, el Diablo se la llevó antes de ser

sepultada. Posteriormente, un franciscano le da el nombre Cerrito de los

Claveles. Para 1905 se erige allí un monumento en conmemoración a Colón y el

lugar pasó a llamarse Macuro. No es sino hasta 1946 cuando cambia su nombre

por el de Plaza España, colocándole un busto de Miguel de Cervantes, del que

en la actualidad solo queda el pedestal.


San Lázaro: En 1752 funcionó en esta esquina el Real Hospital de San Lázaro,

lugar de reclusión de enfermos de lepra, padecimiento también conocido como

mal de Lázaro. Frente a él se extendía la plazoleta de los lázaros, donde los

enfermos solían pasear en las tardes soleadas.

El hospital fue destruido por el terremoto de 1812.

Ferrenquín: A principios del siglo XVIII vivió en esta esquina un popular

personaje de apellido Ferrenquín que poseía un circo en el que se realizaban

corridas de toros y actividades relacionadas con la fiesta brava. Para ese

momento ese sector fue conocido como circo Ño Ferrenquín, nombre que le

quedó.

La Cruz: Por muchos años existió en esta esquina una cruz. Allí mismo entre

La Cruz y Candilito se celebraron ´por mucho tiempo las fiestas de Cruz de

Mayo, corridas de toros, desfiles de Carnaval, incluso después de la

Independencia, también en 1827 en la última visita de El Libertador a

Caracas, se hizo un templete donde el pueblo le rindió homenaje.

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