Mecanismos de defensa según Sigmund Freud
Estos mecanismos se manifiestan frecuentemente durante el proceso
psicoterapéutico, dificultando y/o ayudando en la evolución del tratamiento, y se
manifiestan como resistencias para no hacer conscientes el contenido que el
Yo ha mantenido inconsciente para mantener el equilibrio mental, pero cuando
se logra identificar estas resistencias y los mecanismos de defensa que las
sustentan, se logra abrir una ventana que permitirá avanzar en la terapia y por
lo tanto, ayudar con el sufrimiento por la cual el paciente ha consultado. Es
importante recordar que Sigmund Freud reconoce al aparato físico fue
concebido a partir de 3 registros. El primero las tópicas, que hacen referencia a
los diferentes lugares de la psiquis; el segundo es el registro dinámico que trata
sobre la existencia de un conflicto psíquico y finalmente el registro económico
que se refiere a la energía psíquica que se moviliza en la psiquis de la persona
constituida por el consciente, preconsciente e inconsciente. Sigmund Freud
detalla a continuación los siguientes mecanismos:
Estas expresiones son:
1. Transferencia, es el proceso mediante el cual se transfiere o adhiere hacia
una persona del presente, sentimientos o carga emocional que se
encuentra adherido a una persona de nuestro pasado. Este mecanismo se
manifiesta de manera común en psicoterapia cuando el paciente transfiere
la carga emocional adherida a uno de sus progenitores hacia la figura actual
del terapeuta.
2. La fobia, es un sustituto inofensivo y consciente, al cual se le adhiere la
ansiedad que estuvo a determinada fuente inconsciente. Un ejemplo muy
común en psicoanálisis es cuando un niño manifiesta un fuerte temor hacia
los perros sin haber sido atacado antes, ya que le adhirió la ansiedad que
había fijado en el padre por el temor a ser castrado por este (Fase Edípica
del Desarrollo Psicosexual del niño, según Sigmund Freud). De esta
manera, el inconsciente expresa su ansiedad contenida en el Ello, el Yo
expresa la ansiedad en la consciencia de una manera aceptable y el niño
puede establecer una relación más armoniosa con el padre ya que no
mantiene la ansiedad de manera consciente hacia éste en la actualidad.
Mecanismos de Defensa según Anna Freud
En la teoría psicoanalítica, Anna Freud sostiene que “Son la
comparación de los resultados logrados por diferentes mecanismos en casos
individuales” (Freud, 1965), es decir que cada persona desarrolla distintos
mecanismos para afianzar su propia naturaleza con la sociedad, lo cual es
interesante ya que genera una duda: ¿Qué elementos definen o ayudan a
definir esa particular condición en cada persona? ¿Tiene la sociedad
repercusión en la personalidad de los individuos?
La primera teoría sobre mecanismos de defensa fue propuesta por Anna
Freud en su libro de 1963, El Yo y los mecanismos de defensa. En este libro se
explican numerosos mecanismos de defensa diferentes, reconcilia varias ideas
de Sigmund Freud, indicando que las defensas contra sentimientos y afectos
dolorosos y las defensas contra las pulsiones se basan en los mismos motivos
y sirven al mismo propósito. En ambos casos, los mecanismos de defensa
protegen al yo “rechazando” sentimientos de ansiedad y culpa.
Por otro lado, Anna Freud manifiesta que “Los mecanismos de defensa
más primitivos: transformación en lo contrario y vuelta contra sí mismo. Posible
conveniencia de abandonar el ensayo de clasificación de los mecanismos”
(Freud, 1965)
Mecanismos de Defensa
Mecanismos neuróticos:
Sublimación: Un instinto es derivado hacia un fin diferente, y cuando un
individuo sublima un instinto, sustituye su motivación y la redirige hacia una
actividad más aceptada socialmente.
Dentro de los mecanismos de defensa más positivos para la descarga de
las tensiones podemos considerar la "sublimación". La sublimación viene a
ser como un medio de alcanzar satisfacción en forma sustitutiva o
imaginaria a las dos tendencias básicas de nuestros instintos: la sexualidad
y la agresividad. Se trata de un tipo de comportamiento o conducta en el
que tendencias, impulsos instintivos, deseos, etc. que son moral y
culturalmente rechazables por la conciencia y por la convivencia social se
descargan canalizando su energía en torno a comportamientos socialmente
aceptables. Todas las actividades científicas, artísticas, intelectuales,
religiosas y culturales, en general, son -según Freud-consecuencia de la
sublimación. Así, por ejemplo, ciertas tendencias sádicas se descargan en
actividades como las de cirujano, dentista, escultor, grabador, matarife,
luchador, cazador, etc., profesiones donde la agresividad sádica está
justificada por su beneficio a la colectividad. Socialmente, no podemos dar
satisfacción directa a estos dos instintos más que en determinadas
condiciones favorables a estos impulsos.
Represión: Es el proceso por el que un impulso o idea inaceptable se torna
inconsciente y la persona rechaza recuerdos, pensamientos e ideas para
mantenerlos en el inconsciente.
Según Sigmund Freud, es el Mecanismo de Defensa principal del Yo y es el
usado principalmente por la mayoría de las personas de estructura
neurótica de la personalidad o por personas con personalidad histérica de
nivel superior. La Represión consiste en expulsar de la conciencia toda
expresión de deseos, sentimientos o fantasías inaceptables impulsadas
principalmente por el Ello. Sin embargo, debido a que la carga energética
de estos deseos y fantasías inaceptables puede ser muy elevada, el
aparato psíquico necesitará implementar otras estrategias a fin de expresar
el contenido del Ello, por lo cual, el Yo implementará sus estrategias
defensivas alternas para evitarlo. “Implica que un elemento es rechazado de
la conciencia y permanece inconsciente. Desde el inconsciente pugnara por
expresarse, por ganarse acceso a la conciencia” (Campbell, 2013). La
represión vendría a ser el principal mecanismo de defensa pues los demás
están ligados en cierta manera a este, “La esencia del proceso de la
represión no consiste en suprimir y destruir una idea que representa al
instinto sino en impedirle hacerse consciente” (Freud, 1923)
Racionalización: Es una forma de negación en la que, para evitar el conflicto
o la frustración, se dan razones o se expresan argumentos que ocultan,
justifican o encubren los fallos o contrariedades. Mediante este mecanismo,
el sujeto se defiende del efecto frustrante y trata de convencerse que, en el
fondo, no deseaba aquello que no ha conseguido. Un ejemplo es el de la
zorra que después de varios saltos no logra alcanzar las uvas de la parra y
exclama: "¡Vah, están verdes!". Otro ejemplo es el del joven que se siente
frustrado por la indiferencia que le ha dado una muchacha de la que está
enamorado y dice para sí mismo: "Es estúpida, no sabe lo que se pierde,
¡con la gran cantidad de chicas que hay, incluso mejor que ella!". O el del
empleado que aspira a un cargo que la empresa ha dado a otro compañero
de su departamento. Cuando el empleado ascendido le dice: "Siento que
me hayan elegido a mí pues, por antigüedad, te tocaba a ti ascender", el
aludido contesta: "No te preocupes, mis aspiraciones son más altas".
Intelectualización: Intelectualización: exceso en la aplicación de la lógica y
del pensamiento abstracto como forma de evadir la experiencia de las
emociones. El resultado es la separación de la experiencia afectiva respecto
de la situación dolorosa. Las emociones son pensadas en lugar de sentidas.
Al suprimir los sentimientos, el individuo intenta recuperar el control sus
peligrosos y amenazantes impulsos (Conte & Plutchik, 1995; Conte, Plutchik
& Draguns, 2004).
Expresión discursiva abstracta (impersonal, analítica, fría) de los conflictos y
emociones, acompañada de la duda (“quizá, es posible, puede ser”), que
evita (controla) el afecto al asociar las pulsiones a ideas que se pueden
manejar conscientemente, típica de la adolescencia. En psicoterapia, es
una forma de resistencia que a veces no es fácil distinguir de la asimilación
de descubrimientos e interpretaciones, propios del trabajo elaborativo.
Puede presentarse como rasgo en trastornos de personalidad como el
esquizoide o el obsesivo, entre otros. El cuerpo no intelectualiza..., por lo
que las personas con esta tendencia defensiva es posible que presenten
diversos síntomas psicosomáticos.
Ejemplos:
Un cliente de psicoterapia sólo presenta sus problemas en términos
racionales y generales (ante una elección amorosa, disertará sobre las
ventajas relativas del matrimonio y del amor libre).
Otro cliente evoca bien su historia, su carácter, sus propios conflictos, pero
los formula desde un principio en términos de una reconstrucción coherente
que incluso puede tomar del lenguaje psicoanalítico (por ejemplo, hablando
de su “oposición a la autoridad” en lugar de referirse a las relaciones con su
padre).
Un tipo más sutil de intelectualización debe relacionarse con lo que K.
Abraham describió en 1919 en “Una forma particular de resistencia
neurótica al método psicoanalítico”: algunos pacientes parecen efectuar un
“buen trabajo” analítico y aplicar la regla, comunicando recuerdos, sueños,
incluso experiencias afectivas; pero todo sucede como si hablasen según
un programa e intentasen comportarse como modelo de un analizado,
dando ellos mismos sus interpretaciones y evitando así toda irrupción del
inconsciente o toda intervención del analista.
Un ejemplo de argumentos sería: “No me importa no tener amigos, yo no
necesito tener amigos: los amigos sólo te causan problemas, estoy mejor
solo”.
Un hombre, al enamorarse de una mujer, trata de entender el porqué de sus
sentimientos, así como analizar las cualidades de ella que le han provocado
dicho enamoramiento, con lo que logra poner distancia entre él y sus
deseos.
Proyección: Se conoce como el proceso por el que la persona coloca fuera
de sí, en otra persona o cosa, sentimientos, deseos o características
propias. Al atribuirle los rasgos “negativos” a los otros, el yo se protege de
una amenaza (Baumeister et al., 1998). Al observar rasgos negativos en los
otros, los ponemos en una luz negativa y desfavorable, lo cual pone
indirectamente una luz más positiva sobre uno mismo. El self es percibido
como superior, ya que no posee esos rasgos intolerables. Regresión:
retracción a una etapa previa del desarrollo que involucra una conducta que
ha sido dejada atrás o superada. Involucra comportamientos inmaduros
(Conte et al., 2004). La regresión permite evitar ansiedades u hostilidades
correspondientes a una posterior etapa del desarrollo (Vaillant, 1992).
La proyección es un mecanismo de defensa mediante el cual "escupimos"
sobre el mundo o sobre los demás aquellas emociones, vivencias o rasgos
de carácter que deseamos desalojar de nosotros mismos por inaceptables.
Todo lo que resulta placentero es aceptado como algo perteneciente al
propio yo. Todo cuanto resulta desagradable, molesto o doloroso es sentido
como ajeno al yo. La frustración desaparece cuando creemos que nuestros
defectos, nuestras deficiencias y nuestros fracasos también los tienen los
demás, o son los demás los causantes de esos fracasos, de esas
deficiencias o de algo que nos deseamos tener. Por ejemplo, las personas
que piensan mal creen que los demás también piensan del mismo modo. El
pequeño comerciante que roba 50 gramos en cada kilo, cuando compra en
otra tienda será el cliente más desconfiado.
Aislamiento Afectivo: Este mecanismo de defensa consiste en separar los
pensamientos de las emociones. Es decir, posible ser consciente y
pueden pensar sobre un hecho en concreto, pero se separa el significado
emocional, por lo que este nunca llega a afectar al individuo. Este
mecanismo puede resultar muy útiles para aquellas personas cuyas
profesiones no pueden verse afectadas por sus emociones, como en el
caso de los médicos, jueces, militares.
Aislar un pensamiento o un comportamiento (amenazantes en algún sentido
para el sujeto) del sentimiento originalmente asociado. La persona pierde
contacto con los sentimientos asociados a una vivencia (por ejemplo, un
acontecimiento traumático), a la vez que permanece consciente de los
elementos cognitivos de la misma (por ejemplo, detalles descriptivos). Un
hecho penoso puede ser considerado desde un punto de vista puramente
intelectual, sin dar cabida a la emoción, lo que puede causar sorpresa, e
incluso admiración, por la “entereza” de la persona. Ocurre que “la energía
no se crea ni se destruye, sólo se transforma”, y es verdad, tanto que el
afecto (que implica una energía pulsional) tiene que tener algún destino (ver
más adelante, en Represión, Afecto), como que los mecanismos de defensa
suponen un gasto de energía (no disponible para las actividades
cotidianas).
Es frecuente en el trastorno obsesivo-compulsivo.
Ejemplos:
En una psicoterapia psicoanalítica se dan casos de sujetos que separan
radicalmente su análisis de su vida, una determinada sucesión de ideas del
conjunto de la sesión, cierta representación de su contexto ideo-afectivo.
Un aislamiento típico se da entre el deseo sexual y el afecto, lo que hace
que una persona sólo pueda desear sexualmente a quien no ama.
Un hombre al que se le acaba de morir su madre narra los detalles del
fallecimiento con una falta completa de emoción (que podría recordar al
hombre del tiempo de la televisión...).
Formación Reactiva: Según Freud, significa adoptar un carácter totalmente
opuesto al deseo o impulso inaceptable del cual se pretende alejar, por
ejemplo, el Trastorno Obsesivo Compulsivo. Se puede hablar del hijo que
siente odio por su padre, pero al no ser algo aceptado socialmente y al
tener que convivir diariamente con él, este sentimiento podría generar un
malestar muy fuerte por lo que lo reprimirá y en su 22 intento de salir, al
utilizar la formación reactiva el Yo transformará este sentimiento en lo
contrario, mostrando así un amor exagerado, incluso dependiente hacia la
figura paterna.
Según A. Freud este mecanismo de defensa sirve “Como garantía contra el
retorno de lo reprimido desde adentro” (Freud, 1923). Al asegurar la
represión mediante la formación reactiva el Yo se vale de la capacidad del
instinto para la conversión en lo contrario.
Complementado por Anna Freud, la formación reactiva es proceso por el
que un impulso o deseo inaceptable es controlado por la exageración de la
tendencia opuesta. Este proceso de conversión de deseos o impulsos,
percibidos como amenazantes, en sus opuestos y con ello, la prevención de
su peligrosa expresión (Moore, & Fine, 1995). La formación reactiva
involucra la conversión de un impulse indeseable e inaceptable en una
forma más positiva y aceptable. La transformación protege la autoestima del
individuo, proporcionándole y aumentando la autoimagen (Baumeister et al.,
1998). Los mecanismos de defensa inconscientes tales como la formación
reactiva ayudarán a un hombre agresivo, por ejemplo, a protegerse de sus
propios impulsos agresivos al motivarlo a actuar lo opuesto. Este proceso
puede convertirse en una parte del carácter del individuo.
Así, por ejemplo, la excesiva tendencia a la limpieza oculta la tendencia
inconsciente al erotismo anal. La mujer que trata a sus hijos con excesiva
dedicación y ternura en el fondo los odia. "El juez que lleva al extremo y de
forma escrupulosa su ansia de equidad -dice Laplanche-puede mostrarse,
por esto mismo, sistemáticamente indiferente a los problemas reales que
plantea la defensa de quienes recurren a él, satisfaciendo así, bajo la
máscara de la virtud, sus tendencias sádicas..." La conducta reactiva es
propia de los sujetos de carácter "anal" y "obsesivo", aunque puede darse
también en ciertos histéricos.
Negación: El Yo al luchar contra los impulsos del Ello por el intento de fuga
de lo reprimido, en algunas ocasiones activará el mecanismo de defensa de
la negación, así el Yo según Freud (1954) “Se capacita para eludir los
estímulos displacenteros y en lugar de percibir la impresión dolorosa y
subsecuentemente anular sus erectos, sustrayendo sus cargas o catexias,
el yo usa la libertad de preservarse, esquivando abordar la peligrosa
situación externa” (Freud, 1923).
Se rechaza de manera certera aquello que está ocurriendo con la
convicción de que, si no se reconoce como real, es que no ocurre de
verdad. Lo que el sujeto hace es bloquear aquellos eventos inaceptables
para que de esta manera no pasen a formar parte de la consciencia.
Disociación (funcional): Se crea una representación diferente de uno
mismo para, de este modo, desconectar con la experiencia actual. Si los
individuos recurren muchas veces a este mecanismo, pueden llegar a
considerar que dentro de ellos existen distintos si-mismos.
Mecanismos Primitivos
Escisión: Percepción y vivencia afectiva polarizada del sí mismo o de los
demás, que implica una incapacidad de integración cognitiva:
Las imágenes del sí mismo y de los objetos tienden a alternar entre polos
opuestos, entre la idealización y la denigración: exclusivamente amoroso,
fuerte, digno, nutricio y bondadoso, o exclusivamente malo, odioso,
amenazador, destructivo, rechazable o indigno (sin valor). En lo social se
puede expresar en los fanatismos (por ejemplo, en las rivalidades de los
equipos de fútbol o en peleas de partidos políticos). El individuo tiende a
verse a sí mismo o a los demás como totalmente buenos o malos sin
conseguir integrar las cualidades positivas y negativas de cada uno.
Los sentimientos alternan entre extremos, entre el amor y el odio, con una
incapacidad para integrar la ambivalencia afectiva.
Melanie Klein considera la escisión del objeto el mecanismo de defensa
más primitivo contra la angustia: el objeto al que tienden las pulsiones
eróticas y destructivas es escindido en un objeto bueno y un objeto malo. La
escisión del objeto interviene especialmente en la posición
esquizoparanoide, en la que afecta a objetos parciales (pecho bueno/pecho
malo, pene bueno/pene malo), y vuelve a encontrarse en la posición
depresiva, afectando entonces al objeto total (madre buena/madre mala, yo
bueno/yo malo).
La escisión de los objetos se acompaña de una escisión correspondiente
del yo, porque éste está constituido esencialmente por la introyección de los
objetos (Melanie Klein).
Freud utiliza el término “escisión del yo” para designar un fenómeno muy
particular cuya intervención observó especialmente en el fetichismo y en las
psicosis (también en la histeria y en la hipnosis): la coexistencia, dentro del
yo (sin influirse recíprocamente), de dos actitudes psíquicas respecto a una
realidad exterior que contraría una exigencia pulsional.
En toda psicosis, por profunda que sea, se comprueba la existencia de dos
actitudes psíquicas:
Una de ellas tiene en cuenta la realidad, la actitud normal.
La otra, por influencia de las pulsiones, reniega la realidad (separa al yo de
la realidad) y la substituye por una producción del deseo. Esta segunda
actitud es la que se traduce en la producción de una nueva realidad
delirante.
En el fetichismo Freud encuentra la coexistencia de dos actitudes
contradictorias dentro del yo, frente a la “realidad” de la castración, que
persisten conjuntamente durante toda la vida sin influirse entre sí:
Por una parte, el fetichista reconoce la falta de pene en la mujer, de lo que
extrae las consecuencias correctas.
Por otra parte, reniega el hecho de la percepción de falta de pene en el
órgano sexual femenino, lo que se traduce en la creación del fetiche,
substitutivo del pene de la mujer.
• Identificación Proyectiva: La identificación proyectiva consiste no sólo en la
proyección de aspectos negativos de uno mismo (con la distorsión
concomitante) sino también en la presión ejercida sobre el otro para que se
comporte de manera congruente a aquello que se proyecta. Por ejemplo, se
proyecta un aspecto crítico de uno mismo y luego uno se comporta de tal
manera que se provocará la crítica en el otro.
Adopción de una actitud agresiva, posesiva o controladora, reactiva a una
atribución externa (a otras personas, animales, cosas, etc.) de
pensamientos, conceptos (especialmente defectos), motivaciones, deseos,
sentimientos, impulsos, o del sí mismo global, que permite justificar la
manifestación consciente de lo que es rechazado como propio en ausencia
de aquella atribución. De esta forma, la percepción de los demás queda
deformada, y el individuo no integra como propios los aspectos cuya
manifestación reconoce, pero interpreta como reactiva y justificada por la
actitud del otro. No es raro que resulte a veces difícil esclarecer quién hizo
algo a quién en primer lugar...
Si bien puede estar presente en todos los sujetos (forma parte de los
mecanismos de defensa de la posición esquizoparanoide puede verse más
claramente en la esquizofrenia y en trastornos de personalidad del grupo B
(antisocial, límite, histriónico y narcisista), en los que se establezca una
relación de objeto agresiva, con presencia de reacciones de ira o agresión
injustificadas, que no son otra cosa que la conversión de sus propios
impulsos hostiles. Las fantasías de identificación proyectiva podrían actuar
también en estados patológicos como la despersonalización y la
claustrofobia (Melanie Klein y Joan Riviere).
• Idealización –Devaluación: En la idealización, el sujeto que emplea este
mecanismo muestra un estado de dependencia hacia otra persona a la
cual otorga un valor o poder especial. Consideran que estos van a poder
resolver siempre sus dificultades.
Por el contrario, el mecanismo de desvalorización aparece cuando el sujeto
se topa con la realidad y deja de idealizar al individuo dándose cuenta de
que estos no tienen ningún poder.
• Control Omnipotente: Parte de la base fantasiosa de que el sujeto cree que
la fuente de lo que nos sucede es uno mismo. No se considera que los
demás pueden influir en nuestra vida según su voluntad. Este es un buen
método motivador para alcanzar los objetivos que el sujeto se proponga, sin
embargo, a largo plazo no podrá crear relaciones causales lógicas y reales
que le ayuden a alcanzar sus objetivos.
• Disociación: La disociación es una manera de desconectarse de la
experiencia actual, a veces creando otra representación de uno mismo,
para poder continuar existiendo en un momento excesivamente doloroso o
estimulante. El uso frecuente de este mecanismo resultará en una visión
discontinua de uno mismo, del tiempo y del mundo que estará llena de
huecos llamativos. En sus casos más severos puede llevar la persona a
sentir que tiene varios sí-mismos. En sus formas más benignas puede ser
una manera pasajera de atenuar un exceso de estimulación.
Ruptura en la integración de la identidad, memoria o conciencia, en la que
ideas inaceptables (que producen angustia) son eliminadas de la
autoimagen o percepción del entorno (especialmente social/interpersonal), o
las funciones corporales (sensorio motoras) dejan de operar o se ven
seriamente impedidas, y donde no se presentan ni daño somático ni
trastorno facticio (producción intencional, pero compulsiva - el individuo no
puede controlar su conducta -, de síntomas físicos o psicológicos por una
necesidad psicológica de asumir el papel de enfermo).
La disociación es una respuesta defensiva evasiva (huida psicológica)
consecuente a ciertos traumas o situaciones de estrés (orgánicos o
psicológicos, o ambos) individualmente intolerables.
El sujeto convive con fuertes incongruencias, sin lograr conciencia de esta
falta de integración de la personalidad. Es un mecanismo psicótico que se
encuentra también en la neurosis histérica (tipo disociativo) o en
personalidades “borderline” (casos límite entre neurosis y psicosis).
Ejemplos:
Amnesia respecto a un abuso sexual en la infancia.
Desrealización (percibir el mundo exterior como extraño o irreal) o
despersonalización (sentirse "separado" de los procesos mentales o cuerpo,
como si uno fuese un observador externo de los mismos).
• Regresión: La regresión sería un retorno al "yo infantil" a consecuencia de
un enturbiamiento del "yo adulto". Ese enturbiamiento podemos
considerarlo como una especie de fracaso del Yo frente al "Objeto". El
sujeto, o bien no ha recogido informaciones para actuar eficazmente sobre
su realidad circundante, o no es lo suficientemente activo y emprendedor
para informarse y "asegurar" la acción adecuada para dominar los hechos,
circunstancias o acontecimientos. En cualquiera de los casos (impotencia,
fracaso, fatiga, pereza, deterioro mental, etc.), el sujeto opta como solución
a su problema el volver a un estadio anterior de desarrollo de su vida
afectiva y mental en donde se sintió más cómodo, seguro y protegido. De
este modo, se convierte en un niño interior reactivo, sea adoptando la fase
de docilidad (dependencia-sumisión), sea adoptando un rol de rebeldía,
negativismo, oposición o tozudez. Toda regresión supone una vuelta atrás
del proceso de maduración psicológico, tanto afectivo como mental. Por
tanto, es un claro síntoma de neurosis, de desadaptación. El "Ello" domina
sobre el "Yo", lo que tiende a crear un disturbio de la personalidad, pues,
así como la "progresión" es la tendencia a mejorar, a superarse para
alcanzar una mayor adaptabilidad a los cambios y evoluciones de la vida, el
sujeto con una libido "en regresión" huye de situaciones insoportables
refugiándose en pensamientos, sentimientos y modos de conducta
primitivos, aunque cree que con su modo de pensar, sentir y actuar no
elude las dificultades y problemas que tiene delante. El pensamiento
regresivo es frecuente en sujetos que, a falta de adecuados estímulos de
aprendizaje y de superación, quedan arrinconados y obsoletos en su
profesión, viendo como otros compañeros, estudiosos y con ambición,
alcanzan puestos elevados y mejor remunerados. La única solución
compensadora de tales sujetos es la de refugiarse en otras etapas
anteriores, es decir, volver la mente hacia el pasado muerto en donde se
sintieron "seguros" e "importantes".
Es una intensa adhesión a algo o a alguien, como la fijación de la madre en
el complejo de Edipo, o al padre en el de Electra. La fijación se refiere,
mayormente, a adherencias desarrolladas en la infancia que persisten de
una manera inmadura o neurótica en el adulto. Su consecuencia es la
inaptitud para desarrollar otras adhesiones normales desplazando la libido
hacia otras personas u objetos. Es estos casos, el sujeto conserva las
mismas ideas y la misma manera de hacer las cosas. La fijación conduce a
la rigidez mental. El apego exagerado a personas u objetos puede volverse
ambivalente, es decir, el sujeto odia y ama a la vez el "objeto" de su fijación.
La fijación a la madre, por ejemplo, puede llevar a un apego al estado "oral"
en aquellos sujetos que la madre les prolongó el pecho demasiado, o se
mostró excesivamente protectora en la infancia, lo que entraña más tarde
en el adulto un comportamiento infantil tiránico y absorbente. En algunos
casos, la fijación puede provocar una transformación de la libido en
perversiones. Según Freud, las fijaciones en las etapas oral, anal y genital
primarias pueden provocar neurosis, psicosis y criminalidad. La fijación no
sólo es un estado de estancamiento o regresión a cualquiera de las fases
de evolución infantil (oral, anal, genital, etc.), sino que puede referirse
también a ciertos contenidos representativos (experiencias, imagos,
fantasías, etc.) que persisten de manera fija e inalterada en el inconsciente
y a las cuales se ligan cargas energéticas (pulsiones, impulsos) que tienden
a alcanzar un fin. Así, por ejemplo, la esposa que no ha recibido suficientes
muestras de comprensión, afecto e interés por parte del marido puede
desarrollar una fijación impropia a los padres y al antiguo hogar. Evocando
satisfacciones de su vida de soltera y del trato que recibió de sus padres,
evita la carga de ansiedad que le proporciona la frustración matrimonial.
Mecanismos Psicóticos
• Fragmentación (Splitting): Siguiendo a Melanie Klein y Herbert Rosenfeld,
Bion describió un proceso de fragmentación mediante el cual el individuo
psicótico descompone en partes más pequeñas y manejables un
pensamiento, percepción o sentimiento que siente como amenazante. Las
partes fragmentadas se proyectan al exterior y se concretizan. La
fragmentación es típica de la posición esquizo-paranoide y contiene los
deseos sádicos y destructivos del individuo, así como la angustia asociada
con el objeto amenazante. La fragmentación se logra mediante la escisión
reiterada del self y el otro, dando lugar a una desintegración del yo y a la
existencia independiente e incontrolada, fuera del self, de aquellas partes
proyectadas sobre otros (por ej. el analista) o sobre objetos inanimados
dentro del campo perceptual. El discurso desorganizado puede ser
resultado de la fragmentación excesiva.
Bion propuso otro modo de conceptualizar la fragmentación cuando
introdujo la noción de impresiones sensoriales no mentalizadas (elementos
beta). Éstas constituyen el material bruto de la experiencia y son
metabolizadas por una función alfa materna (contenedora) y transformadas
en elementos alfa que, pueden utilizarse para pensar, recordar y soñar
(Jackson, 2002). De forma similar, Aireti se refirió al proceso de
fragmentación cuando discutía cómo algunos pacientes psicóticos son
incapaces de percibir los "todos" y cómo sus intentos de reconstruirlos son
parcialmente exitosos. Según él, es como si estos pacientes regresaran a la
posición esquizoparanoide, donde las asociaciones poco precisas son
resultado de fragmentaciones a nivel cognitivo.
De acuerdo con Bion y Arieti, Resnik (1999) cree que la ruptura psicótica se
caracteriza por una pérdida de la característica de ser único, y de la
identidad personal durante la cual existe una desconexión entre las partes
proyectadas del self, haciendo que el yo se fragmente y se reduzca. En
otras palabras, esta incapacidad para conceptualizarse a uno mismo como
un todo integrado es una función de las proyecciones masivas de partes
fragmentadas y polarizadas del self. Según Renik, el individuo psicótico
teme esta amenaza constante de desintegración y a menudo moviliza
mecanismos obsesivos para proteger su yo debilitado y dispersado (p. ej.
"me estoy dispersando, como el vapor que sale de una botella hasta que
desaparece totalmente" [p. 40]).
Desde un punto de vista conceptual, no está claro si la fragmentación es
una defensa autónoma o un proceso mediante el cual una secuencia de
defensas específicas, tales como la escisión, proyección e identificación
proyectiva, se movilizan reiteradamente contra la amenaza de aniquilación
psíquica, creando así un estado de fragmentación.
• Encapsulamiento Autista: Fantasías conscientes (sueños diurnos), o
preconscientes (ensueños subliminales), excesivas, que sustituyen la
búsqueda de relaciones interpersonales o la resolución eficaz de conflictos
o problemas. Presente, por ejemplo, en los trastornos de personalidad del
grupo A (paranoide, esquizoide y esquizotípico) y en la esquizofrenia.
El sujeto afronta el conflicto y los factores estresantes internos o externos
evitando cualquier contacto con el mundo externo. Lo logra retirándose de
los demás, evitando cualquier percepción potencialmente amenazante, o
evitando cualquier acto voluntario que pueda tener una consecuencia
devastadora tal como la disolución mental. El sujeto puede volverse mudo,
"vivir en su burbuja" o parecer insensible o no receptivo a los estímulos
externos. El mutismo en sí mismo puede considerarse un síntoma psicótico.
Pero en este caso representa el resultado de un proceso defensivo (retirada
autista) que comienza con una percepción, seguido de un estado mental
concreto (el temor de una acción deliberada) dando lugar al síntoma
resultante (formación de compromiso). La retirada autista también puede
resultar en un estupor o posturas catatónicas, o en acciones repetitivas sin
propósito (excitación catatónica).
Ejemplo. Una mujer presenta una postura catatónica y parece impermeable
a los estímulos externos. No responde a las preguntas del entrevistador
acerca de los factores estresantes y dificultades recientes, y parece
"ausente". En una conversación posterior, la paciente revela al terapeuta
que le parecía que alguien podía dejar de existir si hablaba sobre el
conflicto reciente con su hermana acerca de su capacidad de cuidar de sí
misma. Temía que revelando sus pensamientos pudiera perder el control
sobre su vida.
• Negación Psicótica: En su estudio de Schreber, Freud prestó atención al
desconcertante fenómeno de la negación o Verlegnung (Freud, 1925,
1927). Lo describió como el punto de partida de la psicosis en los adultos.
En esencia, definía la negación con el rechazo a reconocer las
percepciones traumáticas. Freud también elaboró el mecanismo primitivo de
la proyección, en el que las pulsiones, afectos y representaciones mentales
intolerables se externalizan y atribuyen a otros. Freud descubrió que la
negación a menudo precedía a la proyección de éstos fuera de la psique
(Laplanche y Pontalis, 1967). También mencionaba que en la psicosis el
contenido real que se niega a menudo es sustituido por una neorrealidad
distorsionada que realiza los deseos. Esta reconstrucción era entendida por
Freud como un intento de curarse a uno mismo. De hecho, en el caso de
Schreber, la catástrofe psíquica (la crisis propiamente dicha) era negada
antes de que tuviera lugar su reconstrucción, permitiendo así la creación de
un mundo de delirio y alucinación que sostenía su autoestima elevándolo a
una posición de importancia suprema. El propio Schreber sería el
engendrador del nuevo mundo creado tras la catástrofe (Freud, 1924;
Hinshelwood, 2004).
El concepto de negación en la psicosis y las condiciones de humor
patológicas fue enfatizado por Jacobson en su clásico artículo "Negación y
represión" (1957). Ella explica cómo la negación desempeña un papel
prominente, en la psicosis mucho más que en la neurosis, debido al fracaso
de la barrera represora como función primaria del yo. Sigue faltando definir
claramente cómo la negación psicótica se diferencia de la negación
neurótica; esto se discutirá más adelante.
En la negación psicótica, las percepciones tanto internas como externas de
la realidad están significativamente alteradas. En la distorsión, la realidad
externa está extremadamente remodelada para encajar mejor con las
necesidades internas. Ello implica la actuación de creencias poco realistas,
megalomaniacas, delirios realizadores de deseos o alucinaciones. En el uso
de la distorsión, se sustituyen los sentimientos desagradables por sus
opuestos. Vaillant (1992) ilustra estas defensas psicóticas en una viñeta
clínica.
Tras un aborto, una mujer casada de treinta años intentó durante siete años
tener hijos. Una biopsia cervical reveló un cáncer en sus primeras etapas, y
a los 38 años se sometió a una histerectomía completa. Nunca se había
sentido a la altura de su hermana pequeña, que ya tenía tres hijos y era
alabada y reconocida por su familia de origen como “buena con los niños”.
Negación. Tras la cirugía, la mujer pidió a las enfermeras que la subieran a
la planta de maternidad. Dio vueltas por el hospital buscando a su bebé.
Compró un moisés muy caro y ropas de bebé y pidió que se lo llevaran a
casa. No tenía dolor postoperatorio.
Generalmente, la negación masiva se utiliza para "alejar de forma
alucinatoria" los complejos estímulos tanto de procesos internos como de
percepciones sensoriales externas que demandan respuestas sociales y
emocionales. El niño prepsicótico o psicótico percibirá lo que está vivo como
muerto y él mismo se volverá parecido a la muerte al retirarse a un estado
autista. Los preceptos internos, libidinalmente cargados y saturados de
agresión, ascienden inevitablemente y alcanzan lo sensorio. Si la
desanimación tiene éxito, el niño presentará apatía e insensibilidad. Si
fracasa, prevalecen los estados de agresión extrema intercalados con
sentimientos de pánico. Mahler describió a una paciente de Sechehaye,
Renée, que al principio percibía a su madre como fría, apartada y distante,
como una estatua. Concomitantemente, los objetos inanimados, tales como
una silla y una jarra, de repente eran traídos a la vida y sentidos como
persecutorios.
En contraste con la negación neurótica (negación menor), que evita que el
sujeto se dé cuenta o reconozca diversos aspectos de la experiencia interna
(p. ej. sentimientos o intenciones), la negación psicótica es más extensiva,
en tanto que evita que el sujeto reconozca un acontecimiento u objeto
externo del cual él puede ser responsable. Es más, la negación psicótica
parece estar asociada con amenazas que se perciben como mucho más
intensas que las que dan lugar a la negación neurótica (p. ej.
autodestrucción, fragmentación o disolución del self y el yo). La negación
psicótica evita la amenaza y por tanto atenúa y simplifica la respuesta
cuando la mente está abrumada por la angustia, y cuando el procesamiento
cognitivo está debilitado. En resumen, la negación psicótica protege contra
la conciencia de la propia vulnerabilidad.
El uso de la negación psicótica puede observarse tanto en el déficit (p. ej. el
delirio) como en las psicosis funcionales primarias (psicosis breves).
Ejemplo: un sujeto afligido actúa como si los difuntos siguieran vivos. El
sujeto puede continuar hablando con el difunto a pesar de su ausencia, o
incluso buscándolo o comprándole regalos.