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Las locuras de Cardenio: Pichou y su obra

«Las locuras de Cardenio» (1630-1629) es una tragicomedia gala en cinco actos de Pichou (1595-1631). Va dedicada al potente privado de Luis XIII, el Señor de Sainct Simon. Se supone que el dramaturgo francés, además de la traducción de Oudin de 1614 ,«L’Ingénieux Dom Quixote de la Manche composé par Michel de Cervantes», también leyó directamente una de las numerosas versiones del Quijote en español que circulaban en Francia por aquel entonces. Pichou se centra aquí en los capítulos XXIII a XLVII del hipotexto cervantino, que tratan de los amores entre Cardenio, don Fernando, Dorotea y Luscinda. El paso del género novelístico español al teatral francés presupone adaptaciones culturales, concentración, condensación, elipsis, reescritura diegética y resumen. Inserta incluso el dramaturgo francés, entre otros textos, pasajes de «Orlando enamorado» (1640) de Boiardo y de «Orlando furioso» (1551) de Ariosto. «Las locuras de Cardenio», jamás traducidas al español desde el siglo XVII, son pues un ejemplo de reescritura muy origi-nal por ser recreación transgenérica —de novela a teatro—, translingüística —del español al francés— y transcultural —de la España del conde-duque de Olivares a la Francia del cardenal de Richelieu —.

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Las locuras de Cardenio: Pichou y su obra

«Las locuras de Cardenio» (1630-1629) es una tragicomedia gala en cinco actos de Pichou (1595-1631). Va dedicada al potente privado de Luis XIII, el Señor de Sainct Simon. Se supone que el dramaturgo francés, además de la traducción de Oudin de 1614 ,«L’Ingénieux Dom Quixote de la Manche composé par Michel de Cervantes», también leyó directamente una de las numerosas versiones del Quijote en español que circulaban en Francia por aquel entonces. Pichou se centra aquí en los capítulos XXIII a XLVII del hipotexto cervantino, que tratan de los amores entre Cardenio, don Fernando, Dorotea y Luscinda. El paso del género novelístico español al teatral francés presupone adaptaciones culturales, concentración, condensación, elipsis, reescritura diegética y resumen. Inserta incluso el dramaturgo francés, entre otros textos, pasajes de «Orlando enamorado» (1640) de Boiardo y de «Orlando furioso» (1551) de Ariosto. «Las locuras de Cardenio», jamás traducidas al español desde el siglo XVII, son pues un ejemplo de reescritura muy origi-nal por ser recreación transgenérica —de novela a teatro—, translingüística —del español al francés— y transcultural —de la España del conde-duque de Olivares a la Francia del cardenal de Richelieu —.

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PICHOU

Las locuras
de Cardenio
Introducción, traducción y notas
Emmanuel Marigno

EL QUIJOTE Y SUS INTERPRETACIONES


La producción teatral de Pichou consta
de cuatro obras. Empieza, de hecho, la
carrera del dramaturgo galo con Las locuras
de Cardenio (1630-1629) y se concluye con
La Filis de Scire (1630-1631), contando
por medio con Les Avantures de Rosileon
(1628-1629) y L’Infidele Confidente (1629). Se
le conoce también una creación poética de
seis textos: cuatro «Stances», un soneto y
una «Plainte».
Aunque breve, la producción de Pichou
permanece en la historia de la literatura
francesa como muy original y prometedora.
Nacido en Dijón, el joven Pichou, cuyo
verdadero nombre se desconoce, se muda
a París para satisfacer su ambición artística.
Consigue de pronto fama en los círculos
literarios de la capital, e incluso relaciones
políticas de las más encumbradas, llegando
hasta el propio rey Luis XIII.
En plena ascensión artística, cultural y
social, se encuentra a Pichou misteriosa-
mente asesinado, con treinta y cinco años
de edad, en un sombrío callejón parisiense.
PICHOU

Las locuras de Cardenio


Tragicomedia (1630-1629)

Introducción, traducción y notas


Emmanuel Marigno

Con los consejos y sugerencias en traducción,


las correcciones y las relecturas de
Christine Husson Marigno

El Quijote y sus
interpretaciones

oviedo 2023
Colección El Quijote y sus
interpretaciones, n.o 12

directores:
Emilio Martínez Mata
y María Fernández Ferreiro
http://grec.grupos.uniovi.es/

© de la introducción,
traducción y notas:
Emmanuel Marigno

título original:
Les Folies de Cardenio

edita:
Luna de Abajo
https://www.lunadeabajo.com/
diseño:
Pandiella y Ocio

1.a edición: septiembre 2023

edición digital pdf:


Gratuit0 para lectura online
y descarga

edición en papel:
isbn: 978-84-86375-71-3

Todos los derechos reservados.


Cualquier forma de reproducción,
distribución, comunicación
pública o transformación de
esta obra solo puede ser realizada
con la autorización del autor
y del editor, salvo excepción
prevista por la ley.
índice

Prefacio de la empresa colaboradora 9

Introducción 11
Presentación 11
La recepción de Don Quijote de la Mancha
por el público francés. El papel de las traducciones 14
La recepción de Don Quijote de la Mancha
por Pichou: los modos de adaptación 17
Cuestiones de género 17
Cuestiones de horizonte de expectativas 19
Cuestiones ideológicas 21
La herencia de Pichou 27
Criterios editoriales 28
Consideraciones previas acerca de la traducción
transcultural, transgenérica y transhistórica 28
Modernizar en la traducción la versión francesa
de Jean-Pierre Leroy 29
Acompañar la lectura: aparato hermenéutico
y traductológico 30
Bibliografía citada 31

Las locuras de Cardenio. Tragicomedia 33


Al señor Señor de Sainct Simon... 35
Argumento 37
Con privilegio 39
Los actores 41
Acto primero 43
Acto segundo 59
Acto tercero 75
Acto cuarto 95
Acto quinto 121
Lista de imágenes 145
las locuras de cardenio

prefacio de la empresa
colabor ador a

Mi vínculo con El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha


viene de lejos. Era pequeño cuando me regalaron una versión
infantil y cuando leímos varios capítulos en el colegio, poste-
riormente. Su compañero en algunas andanzas, Sancho Panza,
el supuesto yelmo de Mambrino y el episodio de los gigantes
marcaron mi imaginación durante años, hasta que con más
edad pude deleitarme con una versión ilustrada por Gustavo
Doré y disfrutar con el placer de su lectura íntegra.
Cuatro siglos después de su primera edición, el Quijote
sigue teniendo relevancia y sigue siendo de actualidad, pues
en su texto se encuentran multitud de referencias útiles para
entender muchas situaciones relacionadas con la vida cotidia-
na hoy en día. La universalidad de la obra de Cervantes tiene
ahora una especial importancia dada la globalización de la
economía y del conocimiento. Y, en particular, la globalización
de las empresas que, con la contribución de los últimos avances
científicos, en muchos casos, han conseguido que su actividad y
sus proyectos puedan alcanzar un impacto tan universal como
la propia novela cervantina.
Cuando desde E2IN2 tuve conocimiento de los trabajos que
desarrolla el Grupo de Estudios Cervantinos de la Universidad
de Oviedo, no dudé ni un momento en ponerme en contacto
con las personas que lideraban la iniciativa para ofrecer nuestra
colaboración con el fin de aumentar el alcance de su labor y la
difusión del talento creativo e investigador en torno a la obra
de Cervantes, haciéndola accesible de manera más global.
Es justamente esta dimensión global de E2IN2 y de su
proyecto Civie el hecho que justifica el patrocinio de parte
de la edición de los ejemplares de la colección «El Quijote y

—9—
pichou

sus interpretaciones». Apoyar el talento creativo, académico


y emprendedor está en nuestro ADN y es por ello por lo que
E2IN2 desea contribuir a que el conocimiento del Ingenioso
hidalgo y de su autor, así como las interpretaciones que se han
hecho por parte de múltiples autoras y autores —y, por ende,
esta colección—, pueda ser accesible a quienes deseen cono-
cerla y profundizar desde países lejanos. Para llevar nuestra
colaboración a la práctica haremos esfuerzos para hacerla llegar
a diferentes bibliotecas e instituciones.
Con esta iniciativa de patrocinio, E2IN2 desea contribuir
a la difusión del conocimiento sobre la mejor novela de todos
los tiempos y a la excelente tarea que lleva a cabo el Grupo de
Estudios Cervantinos de la Universidad de Oviedo, además de,
por supuesto, a la difusión de nuestra lengua.
Espero que disfruten de esta colección tanto como he dis-
frutado cada vez que me he acercado a la lectura del Quijote.

Valentín E. de Torres-Solanot del Pino

— 10 —
las locuras de cardenio

introducción

Presentación
Nada se sabe, o muy poco, acerca del autor de Les folies de Car-
denio (Pichou 1630-1629). Los escasos datos biográficos de que
disponemos se ubican en las veintitrés páginas sin numerar del
prefacio que le dedica Isnard a La Filis de Scire (Pichou 1631),
una publicación póstuma de Pichou, editada en la ciudad de
Dijon, en una fecha desconocida. Según pretende Isnard, parece
que Pichou falleció «a la edad de unos treinta y cinco años» («à
l’âge d’environ trente-cinq ans»), lo cual permite deducir que
Pichou habría nacido en 1595, aunque Louis-C de La Vallière
parece optar por 1596 o, incluso, 1597 (La Vallière 1768).
Dando muestras muy tempranas de su interés por la lite-
ratura, según el propósito de Isnard, se matricula en el colegio
jesuita de Dijon en el que sobresale en francés y latín. Poeta
obvio, y excelente, le dedica a su protector Enrique II de Borbón,
príncipe de Condé, un poemario del que no se ha conservado
desdichadamente el menor verso. Con todo, sabemos gracias
a la Réponse aux calomnies du Sieur Pichou, poète prétendu,
escrita por Gabriel Magdelenet, que Pichou provoca polémicas
mayores. En efecto, Magdelenet da cuenta de criticas feroces
dirigidas por Pichou a poetas tan encumbrados como son Ber-
taut o Ronsard, entre otros. Además, Pichou lleva una vida
relativamente desenvuelta, libre y, en todo caso, transgresiva
respecto a los cánones morales de la época, por lo menos, según
lo pinta Magdelenet en sus versos:

La naturaleza te ha dado para hacerte aún más infame,


Entregando tu corazón al vino, poco amor por la Mujer [...]
Enemigo de Venus, amigo de la taberna [...]

— 11 —
pichou | las locuras de cardenio

Fig. 0. Tapa de la edición príncipe, 1630, Pichou, Les folies de Cardenio, tragi-
comédie (ed. 1630), Hachette/BNF/Gallica, París/Torrazza Piemonte, 2023.

— 12 —
introducción

introducción

Como un favorito de la Corte (Magdelenet 1612-1613:


Respuesta n.º 13).1

Poeta, aficionado a la bebida, al juego y al robo, homosexual,


según parece, Pichou se ve obligado a dejar Dijon rumbo a la
capital, donde consigue ingresar en el grupillo de actores que
habían constituido Auvray, Colletet, Frénicle, Mareschal, Rays-
siguier y Rotrou, quienes, bajo la autoría de Du Ryer, emprenden
la creación de un nuevo género de teatro. El ámbito artístico e
intelectual parisiense le proporciona a Pichou la oportunidad de
dejar huella en la historia del teatro galo, renovando prácticas
algo desgastadas e impulsando un nuevo canon dramatúrgico.
Conviene, por consiguiente, hacer hincapié en el hecho de que
esta renovación teatral ultrapirenaica arraiga este arte nuevo,
por lo menos en el caso de Pichou, en una reescritura transge-
nérica y transcultural del Don Quijote de la Mancha de Miguel
de Cervantes y Saavedra, Las locuras de Cardenio.
En París, Pichou no solo se involucra en proyectos lite-
rarios, sino que incluso se compromete en temas políticos y
presenta interés personal en los éxitos y logros de Richelieu o
del rey, como ha dejado marca de ello en el poemario Autres
œuvres poëtiques o, todavía más explícita, la asistencia del rey
en el estreno de La Filis de Scire, según deja Isnard constancia
del acontecimiento. Debe añadirse, por ende, una dedicatoria
manuscrita en un ejemplar de Les Folies de Cardenio a Saint-
Simon, uno de los privados del potente Luis XIII.
A pesar de estos datos de apreciable relevancia, Pichou no
ha dejado una obra literaria tan extensa. Se conocen cuatro
obras teatrales, un soneto y cinco estrofas de corte didáctico-
moral. Ahondando en la vertiente teatral, Pichou arranca su
carrera de dramaturgo con Les Folies de Cardenio (1630-1629),
1
Nature t’a donné pour plus te rendre infame,

Logeant ton cœur au vin, peu d’amour pour la Femme […]

Ennemy de Venus, amy de la taverne […]

Comme un mignon de cours (Magdelenet 1612-1613: Réponse n.º13).

— 13 —
pichou | las locuras de cardenio

a las que sucederán Les Avantures de Rosileon (1628-1629) y


luego L’Infidele Confidente (1629), concluyendo este breve, y sin
embargo intenso, recorrido teatral La Filis de Scire (1630-1631).
A todas luces, la producción teatral de Pichou se ciñe a los
años 1628 y 1630, creando el joven genio una obra al año para
luego, brutalmente, desaparecer. El prefacio de Isnard (Pichou
1631) nos precisa, incluso, que las cuatro creaciones teatrales de
Pichou se representaron en el mismo y único Hôtel de Bour-
gogne. Por su parte, Mahelot nos deja unos datos promenori-
zados acerca de la escenografía de Les Folies de Cardenio y de
L’Infidele Confidente (Mahelot [1673] 1920).

La recepción de Don Quijote de la Mancha


por el público francés. El papel de las traducciones
De las cuatro obras dramatúrgicas de Pichou, dos se inspiran en
obras de otro idioma distinto al francés: Les Folies de Cardenio
y La Filis de Scire. La primera remite al contexto español y la
segunda, al italiano. En ambos casos, se sabe que Pichou leyó
traducciones, sin embargo, conviene precisar una serie de datos.
De la pastoral italiana titulada Filli di Sciro de Guidobaldo
Bonarelli, se conoce una traducción hecha en Toulouse y fe-
chada de 1624. Isnard se la recomendó a Pichou, advirtiéndole
al joven dramaturgo que adaptara el hipotexto a los códigos
estéticos y al horizonte de expectativas del público francés de
aquel entonces. Por lo visto, estamos con la reescritura gala de
Filli di Sciro ante una doble adaptación: una de tipo lingüístico
y otra de carácter sociocultural.
Se contempla una estrategia similar en la recreación Les fo-
lies de Cardenio, en la que Pichou adapta el Quijote al público
francés del xvii, tras haber leído la traducción al francés. Ahora
bien, a diferencia del italiano, Pichou leía el español, con lo cual
es obvio que además de la traducción, accedió al palimpsesto
cervantino directamente en ese idioma. Y el dato es apreciable.
En efecto, sabemos que la técnica de la traducción, en Francia

— 14 —
introducción

y por el siglo xvii, se asemeja, prácticamente, a una forma de


reescritura, pues la traductología del Barroco pugnaba por sacar
o reescribir aquellas secuencias textuales que aludían a datos
históricos, referentes socioculturales o lingüísticos a los que el
receptor francés no pudiera acceder en todo caso. De hecho, pasa-
jes textuales e incluso capítulos enteros de la versión hipotextual
fueron esquivados en la versión traducida al francés; en el mejor
de los casos, el traductor intentaba adaptar las implicaciones so-
cioculturales o los retruécanos al ámbito cultural del lector galo.
Como se puede apreciar, la traducción del xvii es, por la
técnica adoptada, una reescritura, pues, si bien se le da a co-
nocer al receptor francés un texto español de primer plano, se
daña sin embargo la recepción de la versión hipotextual en la
traducida. Pero esta acotación, si bien se revela pertinente en
el caso de la reescritura que hace Pichou de La Filis de Scire,
resulta algo menos congruente en la recreación que nos brin-
dan Les Folies de Cardenio. Por cierto, como ya se mencionó,
Pichou leía español, con lo cual resulta probable que, además
de la traducción de Oudin de 1614 L’Ingénieux Dom Quixote de
la Manche composé par Michel de Cervantes, traduit fidellement
d’espagnol en français par César Oudin, haya leído Don Quijote
de la Mancha directamente en uno de los numerosos ejemplares
que circulaban en Francia por aquel entonces. Esta compartida
hipótesis, que formula Jean-Pierre Leroy (Pichou 1989: XVIII),
se fundamenta incluso en otra reescritura que Pichou tituló
L’Infidèle Confidente, una obra teatral en que el dramaturgo galo
reformula la novela corta de Lancelot tomando como fuente
de inspiración el hipotexto español de Gonzalo de Céspedes y
Maneses titulado Poema trágico del español Gerardo y desen-
gaño del amor lascivo. Los anteriores argumentos autorizan la
hipótesis según la cual Pichou leyó el Quijote, por lo menos
parcialmente, en el palimpsesto cervantino. Otra prueba de
ello es el hecho de que Pichou difiere de Oudin en el reempleo
de determinadas expresiones, y también en el respeto a las
secuencias en estilo directo e indirecto.

— 15 —
pichou | las locuras de cardenio

Por consiguiente, el caso de Les Folies de Cardenio consta


como un ejemplo de reescritura muy singular, para la cual una
aproximación comparada entre la versión príncipe y el hipo-
texto transgenérico —de novela a teatro—, translingüístico
—del español al francés— y transcultural —de la España del
conde-duque de Olivares a la tan odiada Francia del cardenal
de Richelieu— resulta en todo caso congruente.
Con todo, aunque tuvieron recorridos singulares, tanto La
Filis de Scire como Les Folies de Cardenio gozaron de un mere-
cido éxito, tal y como parece confirmarlo el apunte de Georges
Scudéry en La Comedie des comediens, quien considera a Pichou
junto con Corneille o Théophile como «las mentes más cultas
de su tiempo» («plus beaux esprits du temps») (Scudéry 1635:
30). Las palabras de Scudéry hallaron eco en las del abad Michel
de Marolles y, más precisamente, en sus Mémoires, en que ca-
lifica la dramaturgia de Pichou de «obras de teatro con buena
fama» («pièces de théâtres avec réputation») (Marolles 1656-
1657: 273). Añade Samuel Chappuzeau en Le Théâtre françois
(1674) palabras enaltecedoras a favor de dichos dramaturgos
«que han mantenido el teatro en su apogeo» («qui ont soutenu
le théâtre depuis qu’il est dans son lustre») (Chappuzeau 1674:
79), lo mismo que Phérotée de La Croix que, en L’Art de la poësie
françoise et latine, califica a Pichou en particular de autor «de
primer plano» («du premier ordre») (La Croix 1694: 411-414).
A estos críticos de juicio agudo, conviene añadir todo un
lectorado que se había enamorado del arte teatral de Pichou,
tal y como dejan testimonio de ello las distintas reimpresiones
de Les Folies de Cardenio entre los años 1630 y 1634.
De hecho, estamos ante un dramaturgo de primera fila,
políglota y que desempeña en el París del xvii un papel de
renovación teatral muy apreciable y arraigado, en gran parte,
en el Quijote de Cervantes. Podemos, pues, preguntarnos en
qué medida Pichou pudo haber sido víctima de semejante éxito
por parte de sus rivales parisienses. ¿Fue Pichou blanco de una
conspiración organizada por malvados? La pregunta tiene

— 16 —
introducción

su interés, por haberse hallado el genial dramaturgo francés


asesinado en alguna calle del París de aquel entonces. Varios
contemporáneos pugnan por un crimen de venganza perso-
nal, como por ejemplo Targa en su epístola de La Filis de Scire,
en que acusa a «aquellos que asesinaron al autor» («ceux qui
ont assassiné l’autheur») reprochándoles «la vida que le han
quitado tan cobardemente» («la vie qu’on luy a si laschement
ostée») (Targa, en Pichou 1631: s. p.). Lo mismo hace Isnard,
quien denuncia «la envidia y maldad de sus enemigos» («l’envie
et la malice de ses ennemis») (Isnard, en Pichou 1631: s. p.)
en el prefacio de la misma obra. A todas luces, el estado de
ánimo y la vida transgresiva de Pichou, su modo y ritmo de
vida libertinos e, incluso, sus compromisos políticos pueden
aclarar, aunque de modo borroso, la trágica muerte del joven
dramaturgo. Por su parte, Jean-Pierre Leroy descarta la pista
política y pugna por «un banal crimen crapuloso» («un banal
crime crapuleux») (Pichou 1989: XV).

La recepción de Don Quijote de la Mancha por Pichou:


los modos de adaptación
cuestiones de género
Las locuras de Cardenio marcan la historia de la literatura, y de
la literatura comparada, por constituir la primera reescritura
trangenérica. El paso del género novelístico al teatral presu-
pone efectos de concentración, condensación, resumen, elipsis
e, incluso, reescrituras diegéticas, entre otras consecuencias.
Eligiendo una estrategia radical, Pichou reduce su Quijote a los
capítulos XXIII a XLVII, es decir, a aquellos que tratan de los
enmarañados amores entre Cardenio, don Fernando, Dorotea
y Luscinda. Dentro de estos veinticuatro capítulos, Pichou
solo rescató algunas de las secuencias textuales enmarcadas
entre los capítulos XXIII-XXXI y XXXV-XXXVII, es decir, un
total de doce capítulos que, por cierto, condensan la sustancia
principal de la relación amorosa Cardenio/Luscinda y don

— 17 —
pichou | las locuras de cardenio

Fernando/Dorotea, lo cual, de hecho, aparta de cierto modo


al protagonista igual que a su escudero.
Dicho de otra forma, Pichou elige arraigar su reescritura
teatral en unos pocos episodios transgresivos, respecto a la
diégesis central, aunque relaciona, con determinada cautela,
dichos episodios secundarios de los amores de Cardenio con
el protagonista, don Quijote, merced a todo un sistema de sub-
textos o hipotextos implícitos que forman una clase de eco con
capítulos del primer y del segundo Quijote.
Pero lo más llamativo radica en el hecho de que, además de
esta reescritura de la novela española en dirección del teatro
francés, Pichou inserta en Las locuras de Cardenio secuencias
textuales de Orlando enamorado (1640) de Boiardo y de Orlando
furioso (1551) de Ariosto, tal y como lo demostró Leroy (Pichou
1989: XVIII, nota 42). Las locuras de Cardenio constituyen, por
lo visto, una verdadera obra híbrida e intercultural mediante la
cual Pichou reterritorializa la poesía italiana, la novela española
e incluso el teatro galo, dado que el dramaturgo francés también
se inspira de Les Bergeries (1625) de Honorat du Bueil Racan a
la vez que La Sylvie (1628) y Cryséide et Arimand (1630) de Jean
Mairet, fenómenos intertextuales pulcremente demostrados
por Henry Carrington Lancaster (1929: 289-290).
Dicha reterritorialización del factor espaciotemporal quijo-
tesco en el género teatral presupone, así mismo, determinadas
reformulaciones. Pichou sitúa al espectador en un contexto cul-
tural español haciendo uso de recursos voluntariamente alusivos,
algo borrosos, de modo que mantiene un panorama de impre-
siones implícitas, una estrategia que implica la imaginación del
espectador. Así es como la referencia al Tajo y el empleo de «don»
delante de determinados nombres españoles permiten entender
que la escena acontece en España, pero de pocos más elementos
contextuales se hace alarde en Las locuras de Cardenio.
Pichou evita el uso de nombres de ciudades o demás lugares
que pudieran recordar de modo excesivo el espaciotiempo de
la novela hipotextual, cuya función resulta ser tan esencial y

— 18 —
introducción

fundadora del nuevo género que acaba de crear Cervantes, es


decir, el paso de la novella italiana a lo que acabará siendo la
novela moderna. En todo caso, la propia lógica espaciotemporal
de Cervantes en Don Quijote de la Mancha resulta ser alusiva,
implícita, es decir, que necesita, igual que lo que hace Pichou
en su teatro, la imaginación del propio receptor: «En un lugar
de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha
mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero,
adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor» (Quijote, I, p. 37),
reza el incipit cervantino, ubicando de facto al lector en una
ausencia de espaciotiempo, lo cual traduce Pichou en su obra
teatral bajo la forma de un decorado desrealizado, imaginario,
neutral: un palacio, una casa de campo, una capilla, algo de
vegetación, todo ello rodeado de unas pocas rocas que apare-
cen pintadas sobre una tela que se ubica al fondo del escenario,
puntuando Leroy que «como solía ocurrir en aquella época, se
apelaba a la imaginación del espectador, quien debía suplir las
insuficiencias de la puesta en escena» («comme c’est souvent
le cas à l’époque, il est fait appel à l’imagination du spectateur,
qui doit suppléer aux insuffisances de la mise en scène») (Pichou
1989: XXVIII).

cuestiones de horizonte de expectativas


Como hemos visto, dos de las cuatro obras de Pichou resultan
ser reescrituras interculturales e intersemióticas: La Filis de
Scire y Las Locuras de Cardenio. Si bien escribió Pichou ambas
obras teatrales, no fue él quien había pensado en adaptar los res-
pectivos hipotextos al contexto cultural francés. En efecto, fue
Isnard, su «biógrafo panegirista», según lo califica Leroy, quien
«le propuso él mismo a Pichou, como modelo para esta obra, la
traducción en prosa francesa de la pastoral del “gran Guido-
balde”» («a lui-même proposé à Pichou, comme modèle pour
cette pièce, la traduction en prose française de la pastorale du
“grand Guidobalde”») (Pichou 1631: XVIII-XIX). Sabiendo pre-
cisamente que la traducción del español al francés funcionaría

— 19 —
pichou | las locuras de cardenio

principalmente como mera contextualización lingüística, Isnard


completa dicho consejo a Pichou recomendándole también
«adaptarla a nuestros modales, a fin de convencer de error a
quienes desaprueban las reglas que en ella juiciosamente se
observan» («de l’accommoder à nostre mode pour convincre
d’erreur ceux qui reprouvent les regles qui s’y treuvent justement
observées») (Pichou 1631: 18-19).
De hecho, Pichou adapta a los cánones de la pastoral dra-
mática francesa la secuencia de los amores de Cardenio, en
particular, restándole al hipotexto de Cervantes determinado
tipo de personajes, que reemplaza por otros más propios del
género en el que está reescribiendo el Quijote. Por ejemplo, el
sacerdote cervantesco es remplazado por un sacrificador, tan
característico de la pastoral teatral gala, a la vez que se descarta
una tonalidad excesivamente católica respecto al gusto francés
de aquel entonces. En suma, la madre de Luscinda acaba sien-
do sustituida aquí por una nodriza, muy típica de la pastoral.
En todo caso, tanto el texto como la escenografia apuntaban
con cautela a no contextualizar al espectador ultrapirenaico
en un contexto cultural que pudiese trastornar los horizontes
de expectativas.
El componente temporal, por su parte, no sufre un efecto
de aniquilación, como hemos visto con el espacio, sino que
se concentra. Se acortan de modo muy apreciable los relatos
en estilo directo y, además, se extraen del texto los referentes
cronológicos. De hecho, el espectador se halla en la incapacidad
de definir cualquier época e, incluso, el tiempo que dura cada
escena. De esta forma, Pichou incumple, adrede por supuesto, la
regla de la unidad de tiempo, según la cual tiene que ceñirse la
diégesis a las veinticuatro horas genéricas. Con todo, se pueden
deducir en Las locuras de Cardenio dos grandes secuencias de
dos días en los actos I a II, y cuatro más en los actos III a V; a
su vez, ambos periodos se subdividen en dos secuencias tem-
porales, más complicadas de definir por escasez de referentes
cronológicos.

— 20 —
introducción

De esta manera, el marco relativamente flexible de la tra-


gicomedia le permite dicha libertad espaciotemporal a Pichou
que, incluso, consigue desterritorializar otros componentes del
hipotexto, como son las referencias socioculturales e ideológicas.

cuestiones ideológicas
Pichou, un libertino como ya se ha podido señalar, expresa
determinada ideología en esta reescritura que implica, además
de las señaladas reescrituras poéticas, una serie de alteraciones
políticas que también presuponen reivindicaciones de corte
sociocultural, e incluso, de sociedad, en cuanto a hermenéu-
tica se refiere. Para ello, y pensando Pichou que el espectador
francés conocía lo suficientemente la novela de Cervantes, se
aleja del palimpsesto llegando a apartar la menor problemática
vinculada con la España inquisitorial de Cervantes.
En efecto, la Luscinda de Pichou se rebela en contra de la
moral tradicional de su padre, que encarna códigos morales
caducos que pretende derribar el personaje femenino:

Luscinda (sola)
Inhumano, pues tan tímido mi respeto imaginas
que para contentarte pérfida me vuelva
y que sufrir tenga esas leyes tiranas, 335
porque contraria es tu avaricia a mi voluntad.
Tirano que quiere mi pérdida tras haberme hecho nacer,
de una hija enemigo y de un traidor partidario,
no creas que jamás tu corazón desnaturalizado
termine lo que contra mí ha conjurado. 340
Antes de que mi amor ceda a la tiranía,
antes de que consienta traicionar a Cardenio,
un legítimo esfuerzo, una noble muerte
acabará con los tormentos de mi desdichado destino.

Las reivindicaciones de Luscinda recuerdan las de Carde-


nio, menos idealista en asuntos de amor respecto al prototipo

— 21 —
pichou | las locuras de cardenio

cervantino, en particular, porque asume Cardenio los deseos


carnales que le infunde el ser amado, lo cual lo lleva hasta
desafiar a don Fernando en la cuarta escena del quinto acto,
por también pretender este a Luscinda:

Cardenio
Usted es quien merece tan ajustado reproche,
indigno con solo aproximarse.

Don Fernando
Ya que su deber no lo quiere consentir, 1955
crea usted ahora en seguro arrepentir.

Cardenio
Su mentira es temible y no su espada,
tirano de mi dama tan cobardemente engañada.

Don Fernando
Mi valor siempre confirmó mis palabras:
aquí tiene con qué sofocar de sus amores las esperanzas. 1960

Cardenio
Justo es lo que pido.

Luscinda
¡Ay! ¿qué quieren hacer?

Cardenio
Sacar nuestro descanso de una necesaria desgracia.

En cuanto al tratamiento teatral de la inmoralidad que


manifiesta don Fernando en el Quijote, respecto a la seducción
sucesiva de Dorotea y Luscinda, se halla en la obra teatral de
Pichou una forma de humanización de don Fernando, que
aparece pintado por el dramaturgo como una víctima de la

— 22 —
introducción

pasión que toma posesión del personaje. Pichou incluso llega


a sublimar a don Fernando poniéndolo ante un dilema de tipo
moral, en que tiene que decidirse entre pasión y razón:

Don Fernando
Dos poderosos extremos, el amor y el deber,
mi mente atormentan con antagónico poder:
uno puede fácilmente excusar mi ofensa,
¿pero cómo puedo contra el otro tener alguna defensa?
¡Ay, dioses!, ¡cuánto puede la inocencia en el dolor, 1995
qué culpable me siento viendo mi infortunio!
(Las armas le caen de las manos).

Don Félix
Extraño cambio, sus manos dejan las armas
tan pronto como sus ojos vertieron lágrimas.

Don Fernando
Al final verá la razón triunfar:
pequeña llama quedaba que acabo de sofocar. 2000
Belleza, digno incentivo de mi primera llama,
no recuerde ya la frialdad de mi alma.
Esos besos, esos placeres, tanto tiempo aplazados,
castigan con razón el error de mis inconstantes fuegos.
Luscinda, lo consiento, ame a Cardenio. 2005
Su compartido amor ser reunido debe.

Respecto a Sancho, quien cumple en la novela la jerarquía


entre caballero y escudero, Pichou le perfila una actitud de
insurrecto en contra del orden vigente, rehusando, en distintas
ocasiones, servir a don Quijote:

Sancho (quedándose solo)


Que dejen de comentármelo, claramente veo
que toda esa artimaña no es más que engaño.

— 23 —
pichou | las locuras de cardenio

Pero, si algún día a casa vuelvo,


si una vez puedo de nuevo ver mi pueblo, 2110
que me arranquen los ojos, que me despellejen
nunca dejaré la sombra de su campanario.
¡Que se vayan al demonio el amo y su caballería!
De su delirio procede tan penoso oficio.
Lo dejé todo por él, a mis hijos, mi casa, 2115
mil dolores padecí, mi rucio perdí:
¡ay, dioses, ahora sé cuán vana mi esperanza,
cuán desbaratadas mi juventud y mi pena!

A dichas reivindicaciones se añade en la obra de Pichou


una tonalidad algo singular, pues Sancho deja de cumplir una
función cómica asentada en asombrosos refranes y demás ra-
zonamientos descalabrados, que tanta risa suscitan en el lector
de la novela. También se altera la personalidad de don Quijote,
que ya no tiene en Pichou aquel alcance idealista y la conoci-
da capacidad por sublimar la realidad. Con la meta de hacer
ridículo al personaje al que se consideraba como símbolo del
enemigo español, Pichou hace de don Quijote un caballero
repleto de orgullo y pretensiones, que toma la palabra para
hacer alarde de proezas, las más veces, ficticias. Parece que el
dramaturgo francés proyecta en su reescritura determinado
contexto político, en que España y Francia se declaraban mu-
tuamente guerras inagotables, acabando la cultura española,
sufriendo dicho conflicto, y cristalizando don Quijote el odio
que experimentaban los franceses respecto a lo español. En
todo caso, también notó Michel Foucault (1961) estos rasgos
negativos con los que Pichou azota, de modo algo excesivo
quizá, la figura cumbre de la cultura española. Dos elementos
pueden explicar dicha actitud: para determinada rama de la
crítica, Pichou no hubiera entendido toda la complejidad con la
que Cervantes forjó al hidalgo manchego y, para otros, Pichou
manifestaría aquí una forma de inmadurez dramatúrgica, lo
cual podría explicar, en parte al menos, una forma de caricatura

— 24 —
introducción

excesiva en la reescritura del prototipo manchego. Leroy (Pichou


1989: XXII), por su parte, vislumbra otra explicación posible,
adelantando que Pichou se hubiera adaptado, a sabiendas y
quizá sin compartirlos en parte o del todo, a los cánones de la
tragicomedia francesa igual que al contexto cultural de aquel
entonces, tal y como se lo había recomendado Isnard: «adaptar
agradablemente a nuestro teatro el fantasma de un español»
(«accomoder agreablement à nostre theatre le fantosme d’un
Espagnol») (Isnard, en Pichou 1631: s. p.). Leroy intenta sobre-
pasar dicha contienda mediante una larga reflexión acerca del
término accomoder, acabando por atribuirle un sentido estric-
tamente formal y sin verdadera maldad (Pichou 1989: 23); a mi
modo de ver, también resulta pertinente relacionar este verbo
accommoder con el sustantivo fantôme, cuyas implicaciones
no dejan lugar a la menor duda acerca de las representaciones
socioculturales que tenía el público del xvii francés acerca del
enemigo ultrapirenaico. De hecho, bien se trataba para Pichou
de alagar las tendencias bélicas del espectador galo, haciendo
del arquetipo literario castellano un símbolo de lo irrisorio, a
la vez que también se mofaba de todo un pueblo en su conjunto.
Sea como fuere, el propósito libertino es el que, sin lugar
a duda, suscita la mayor atención, en particular, en aquella
Francia de Richelieu y Luis XIII. Dicha holgura moral, que tan
bien encarnaba el propio Pichou en sus andanzas parisienses,
viene incluso representada por el propio protagonista, Carde-
nio, quien llega a tener una contienda de tipo moral con otro
personaje, el Licenciado, representante de la fe:

Licenciado
Creo que un buen consejo del juicio recibido
podría brindarle un feliz cambio.
Aunque un contrario destino ejerce en su imperio,
la virtud no quiere que solo se suspire,
y que en la desdicha nuestras combatidas mentes 1445
aparezcan cobardes bajo su fuerza vencidas.

— 25 —
pichou | las locuras de cardenio

Para el sosiego alcanzar, hay que vencer la tormenta


y oponerle siempre el menosprecio a la injusticia.
Use firmeza en sus aflicciones:
un apacible descanso sucederá a sus acciones, 1450
verá sin miedo el filo del precipicio
y obligará al destino a serle propicio.

Cardenio
Por supuesto, si todo eso me curase con seguridad.
Dejando la vida la esperanza, morir nos queda.

Licenciado
Con todo, a esos furores se les suele condenar, 1455
que a su gusto cortan el hilo de los años.
El término de nuestros días no está entre nuestras manos,
y el cielo nos obliga a sus leyes respetar.

Cardenio
Coacción inútil: es preciso, pues, para cumplirlas
que nos dé manera de vivir y esperar... 1460
¡Pero qué triste le resulta a mis ojos este pastor hermoso,
quien viene secretamente a suspirar en este lugar!
Fíjese cómo lo intenso de su dolor tapado
ha marchitado las rosas de su rostro pálido.

René Maxime Marinoni (1984) estudió L’Univers théâtral de


Pichou, una tesis en la que se demuestra que, en la cosmología
de Pichou, lo humano está sometido a pasiones que, incluso,
reinvindica el propio dramaturgo como siendo la misma fuente
de la felicidad. Por consiguiente, la filosofía de Pichou es la de
una condición humana sin divinidad, tanto más ausente cuanto
que no interviene de algún modo ni en la estructura de la obra
teatral ni, por ende, en el curso de la acción.
Por cierto, el propósito de unos cielos sin Dios solo se le
debe a la responsabilidad del propio personaje que, además,

— 26 —
introducción

puede ser considerado como una especie de contraejemplo. Con


todo, si relacionamos el propósito del personaje con el modo
de vida libertino de Pichou, no resulta descalabrado formular
la hipótesis según la cual Cardenio puede ser la máscara de
Pichou en esta reescritura.
Las locuras de Cardenio, por lo visto, no constituye una
obra filosófica y racional tal y como lo es el Quijote, sino que
resulta ser una reescritura fantasiosa y emocional a favor de una
forma de volubilidad o libertad en los sentimientos amorosos,
una clase de versatilidad afectiva que el protagonista parece
presentar como una especie de hedonismo del que es preciso
disfrutar en todas sus diversidades y variedades.

la herencia de pichou
Las locuras de Cardenio, como se ha podido apreciar, gozó de
una acogida particularmente favorable en el momento de su
estreno, y esto se pudo constatar tanto en el escenario como
en las librerías. La huella que dejó Pichou en el teatro francés
puede medirse según la influencia que tuvo en los demás dra-
maturgos. Así es como Dom Quixote de la Manche de Guyon
Guérin de Bouscal, una comedia quijotesca francesa bien co-
nocida del año 1639, se inspira de modo muy apreciable en la
tragicomedia de Pichou. Lo mismo podemos decir del ballet
heroico cómico de Charles-Antoine Coypel —libreto— y de
Dalalande —partitura— igualmente titulado Las locuras de
Cardenio.
Bien se ve, el legado de Pichou es considerable en las ar-
tes escénicas francesas, tanto por la cantidad de obras como
por su calidad. Franqueó Don Quijote de Cervantes barreras
culturales, genéricas y lingüísticas, pasando de la novela al
teatro, y luego del teatro al ballet. Dicha huella pasó también
a Portugal, según lo demuestra Claude-Henri Frèches, quien
dejó claro que Pichou fue una fuente francesa de la ópera Vida
do grande D. Quijote de la Mancha e do gordo Sancho Panza
de Antonio José da Silva (Frèches 1959-1960).

— 27 —
pichou | las locuras de cardenio

criterios editoriales

Consideraciones previas acerca de la traducción


transcultural, transgenérica y transhistórica
La retórica clásica consideraba la traducción como una altera-
ción del texto fuente. De este modo, la distancia —en el sentido
de gap— que existe entre dos sistemas lingüísticos explica, en
parte, que la traductio sea, por momentos, alteratio. Se alteran,
de hecho, el sistema gramatical del texto fuente, su sistema
léxico, así como los juegos formales explícitos y/o implícitos
que conllevan. Obviamente, en determinados casos, y por per-
tenecer a una compartida rama lingüística y cultural, coinciden
a veces el texto fuente y el texto meta.
A la alteratio formal, se le añade una alteratio respecto al
estado de la lengua, pues, apuntando al lector contemporáneo,
se moderniza las más veces la versión del texto meta respecto
al texto de origen, lo cual constituye una alteratio suplementa-
ria, aunque sí, imprescindible de cara a adaptar y modernizar
el texto para ponerlo al alcance de un apreciable número de
lectores contemporáneos.
Ambas alteraciones, la sincrónica y la diacrónica, acarrean
de hecho otro tipo de transformación textual, esta vez, de tipo
estilístico. En efecto, la alteratio lingüística implica una altera-
tio estilística cuyo medium resulta ser la propia lengua o, para
decirlo en claves de Jakobson, la misma materia lingüística.
En cuarto lugar, y tomando en cuenta lo anterior, acontece
una imposibilidad de trasladar al texto meta la forma métrica
de la versión fuente, por no existir las más veces equivalente
exacto —sea por cuestiones métricas, sea por motivos tónicos—.
En último lugar, a la pérdida de los factores lingüísticos,
estilísticos y métricos se le añade el componente genérico.

— 28 —
criterios editoriales

criterios editoriales

Obviamente, aunque se mantiene la estructura del diálogo, el


hecho de perder el efecto rítmico y sonoro del sistema poético
fuente tiene como consecuencia una forma de desdramatización
del hipotexto o, en otros términos, una forma de narrativización
del texto meta. Se mantiene el aspecto teatral merced la perma-
nencia del diálogo, sin embargo, se desvanece toda la dimensión
de poesía dramática o drama poético de la versión de Pichou.
Ahora bien, la presente traducción se esfuerza por trasladar
al español, lo más rigurosamente posible, la vertiente semán-
tica del texto francés. Tomando en cuenta la voluntad de dar
cuenta del género poético, se completa el traslado semántico
con una propuesta poética, es decir, siempre que sea posible, se
relacionan las palabras ubicadas en los lugares claves del ver-
so —principio, hemistiquio y rima— mediante redes sonoras.
Por cierto, los esquemas aconsonantados y asonantados de la
versión en francés no corresponden —aunque a veces sí— con
la poética de Pichou, pero el efecto de la versión en español
reproduce de cierta manera una forma de rítmica poética. Para
conseguir dichos esquemas de rimas ha sido necesario, por
momentos, adaptar la sintaxis de los versos de Pichou, aunque
no su sentido.

Modernizar en la traducción la versión francesa


de Jean-Pierre Leroy
El texto base de la presente traducción es el de Jean-Pierre Leroy,
por ser el resultado más ajustado a lo que escribió Pichou. Esta
versión resulta de una lectura ecdótica de las distintas variantes
de Les folies de Cardenio, de las cuales Leroy nos brinda un claro
estema. Disponemos en efecto de cinco versiones textuales de
Las Locuras de Cardenio. Se publican primero en 1630 las dos
versiones de François Targa (A); en 1633, Targa vuelve a editar
el texto (B) y, luego, en 1634 se publican respectivamente las
versiones de Claude Marette/Jean Martin y la de Targa (C y D).
C y D, muy similares, proceden de B, tal y como lo indican las

— 29 —
pichou | las locuras de cardenio

comunes variantes, errores de transcripción, erratas, el tipo de


puntuación y las inversiones de versos o acotaciones escénicas.
Precisemos que existe una versión E fechada en 1871 y editada
en París por Laplace y Sánchez. En consecuencia, es la A la ver-
sión príncipe de 1630 la menos corrupta, además de ser la más
completa en cuanto a paratextos, como son la Dedicatoria a
monsieur de Saint Simon, el Argumento, Privilegio del rey y
la Lista de los actores.
En la versión francesa, Leroy sigue la norma gramatical y
ortográfica del antiguo francés, que son las contextuales de la
estructura de la obra. Incluso decide mantener el estudioso galo
distintos lapsus calami y demás errores en la medida en que
contribuyen a los efectos poéticos inherentes al texto príncipe.
En esta traducción al español, al contrario, no se reproducen
las normas gramaticales ni las ortográficas del xvii español,
dirigiéndose dicha traducción a un público contemporáneo.
Ahora bien, se intenta adoptar un registro de términos y una
sintaxis que animen la versión en español de giros y sabores
que sugieren aquellos de la Edad de Oro.

Acompañar la lectura: aparato hermenéutico


y traductológico
Se consideró aquí congruente enriquecer la versión española
con unas precisiones sobre hermenéutica y claves de traducción,
por lo menos, aquellas que se estimaron pertinentes, evitando
lastrar la lectura con un excesivo aparato crítico.
Bajo la forma de unas notas infrapaginales, se le brindan
al sabio lector unos breves datos culturales sobre referentes
mitológicos, en particular, junto con unos ajustados apuntes en
lo que a traducción se refiere. En este último caso, se precisa en
itálico la palabra que se traduce del antiguo francés, seguida
de su sentido en español. Entre paréntesis, también se registra
el conjunto de los versos en que surgen dichos vocablos a lo
largo de la obra.

— 30 —
las locuras de cardenio

bibliogr afía citada

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Venecia, [1516] 1551.
Boiardo, Matteo Maria, Orlando Innamorato, Andrea Calvo, Milano, 1542.
Bonarelli della Rovere, Guidobaldo, Filli di Sciro, Vittorio Baltini Stam-
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Carrington Lancaster, Henry, A History of French Dramatic Literature in
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desengaño del amor lascivo, Don Pedro Marín, Madrid, 1615-1618.
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La Croix, A. Phérotée de, L’Art de la poësie françoise et latine, Chez
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La Vallière, Louis-C. de, Bibliothèque du théâtre françois depuis son
origine. Contenant un extrait de tous les ouvrages composés pour ce
théâtre, depuis les mystères jusqu’aux pièces de Pierre Corneille ; une
liste chronologique de celles composées depuis cette dernière époque
jusqu’à présent ; avec deux tables alphabétiques, l’une des auteurs &
l’autre des pièces, Michel Groell, Dresde, 1768, II.
Lancelot, Nicolas, Les Nouvelles de Lancelot, tirées des plus célèbres
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— 31 —
pichou | las locuras de cardenio

Mahelot, Laurent, Le mémoire de Mahelot, Laurent et d’autres déco-


rateurs de l’hôtel de Bourgogne et de la Comédie-française au xviie
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Mairet, Jean, La Sylvie, François Targa, París, 1628.
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parties, contenant ce qu’il a vu de plus remarquable en sa vie, depuis
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Oudin, César, L’Ingénieux Dom Quixote de la Manche composé par
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Pichou, Les Avantures de Rosileon, sin editar, 1628-1629.
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Racan, Honorat Du Bueil, Les Bergeries, Toussainct du Bray, París, 1625.
Scudéry, Georges de, La Comedie des comediens, Chez Augustin Courbé,
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— 32 —
pichou

LAS LOCURAS2
DE CARDENIO
Tragicomedia dedicada al señor
de Sainct Simon

Por el Señor Pichou


En París,
Por Francois Targa,
en el primer pilar de la gran sala
del palacio, ante las consultas

M. DC. XXX.

Con privilegio del rey

2
El término plantea distintas orientaciones y perspectivas posibles
para la traducción. Se decidió aquí mantener el de locura, en singular,
igual que en el texto de Pichou. En efecto, abarca locura las declina-
ciones semánticas de vocablos colindantes que, además, figuran en la
obra: delirios, desvaríos, extravíos, entre muchos más. Nótese incluso
que, en antiguo francés, resverie (‘ensueño’) puede igualmente cobrar
el sentido de ‘delirio’ o de ‘locura’.

— 33 —
las locuras de cardenio

al señor
señor de sainct
simon, primer escudero
del rey y primer gentilhombre
de su cámara, jefe lobero
de Francia y capitán de Sainct
Germain en Laye3

señor,
No tengo la suficiente vanidad como para presumir que esta obra que le
presento sea digna de que la reciba usted. Pero tengo bastante juicio como
para reconocer que mi elección es legítima y que nadie en el mundo podía
merecerla más que usted. Todos aquellos que conocen su condición y que
conocen su buen linaje ponen el honor que tiene usted en que le ame el rey
en el conjunto de sus más justas acciones. Y, por cierto, lo que para cualquier
otro llamásemos fortuna es para usted reconocimiento que todos los hombres
le deben a la virtud. Ese gran monarca, que le da leyes a toda Francia y que
merece imponerlas a todo el universo, nos prescribe en los favores que le hace
a usted una secreta necesidad de que le consideremos a usted por encima de
los demás hombres. Pero no es más poderosa en mí que la inclinación de la
que siempre quise darle testimonio,

señor,

de que soy

En París, este 13 su muy seguro y muy obediente servidor,


de septiembre de 1629, pichou.

3
Precisa Jean-Pierre Leroy (Pichou 1989: 2, nota infrapaginal s. n.) que
Claude de Rouvroy (nacido en 1607), duque de Saint-Simon, padre del
moralista, fue paje de la cámara y luego privado de Luis XIII tras la
caída de Barradas en diciembre de 1626. Recibió, el 5 de marzo de 1627,
el cargo de primer caballerizo de la Pequeña caballeriza y Capitanería
del castillo y de los cotos de Saint-Germain-en-Laye y fue jefe lobero
de Francia el 28 de febrero de 1628. Su privanza no dejó de crecer hasta
caer en desgracia en 1636. Según Tallemant, no era «nada recomenda-
ble» (citado según Leroy, Pichou 1989: 2, nota infrapaginal s. n.).

— 35 —
las locuras de cardenio

argumento

Fernando, de nacionalidad española y hombre de gran cualidad, deja a Dorotea


para amar a Luscinda y se vale de la ausencia de Cardenio para pedirle la mano
a su padre, quien, hallando el partido ventajoso, se la concede fácilmente. Esta
noticia convence a Dorotea para que se retire en la soledad y obliga a Luscinda,
que solo podía amar a Cardenio, a que lo avise mediante una carta de la per-
fidia de Fernando. Le promete ella que se morirá cuando él regrese antes que
consentir este enlace. Con todo, el acatamiento fuerza su voluntad en presencia
de Cardenio, quien se había escondido detrás de un tapiz. Esta cobardía lo
desespera y Fernando, quien pensaba estar en el colmo de sus deseos, se queda
con gran asombro cuando halla en Luscinda pruebas de su fidelidad y de la
violencia que se estaba cometiendo contra su afecto. La abandona igual que
Cardenio, quien se había retirado en el yermo, donde se vuelve loco y hace mil
extravagancias al encontrarse con don Quijote y Sancho Panza, su escudero.
El licenciado y el barbero del pueblo de don Quijote, quienes lo buscaban por
todas partes para llevarlo a su casa, experimentan también algún efecto del
frenesí de Cardenio. Se encuentran todos con Dorotea disfrazada de pastor,
quien se queja de la infidelidad de Fernando, y libran mediante una artimaña
divertida a don Quijote de su ensimismamiento, cuando Fernando, junto con
dos amigos suyos, sacan a Luscinda del monasterio donde se había retirado
y la llevan a la misma morada que Cardenio y su compañía habían tomado.
Este encuentro es propicio: Cardenio y Fernando concluyen sus desavenencias,
y Luscinda y Dorotea sacan total satisfacción de sus desdichados amores.

— 37 —
las locuras de cardenio

con privilegio

Luis, por gracia de Dios rey de Francia y de Navarra, a nuestros apreciados y


fieles consejeros, a la gente de nuestras Cortes de Parlamento de París, Ruán,
Burdeos, Tolosa, Dijon, Rennes, Aix, Grenoble, y a cualquier otro justiciero y
curial a quien corresponda, saludo. Nuestro querido y muy amado François
Targa, librero de nuestra ciudad de París, nos ha dado cuenta de que acaba de
recibir, a coste y costas, un libro titulado Las Locuras de Cardenio, hecho
por el señor Pichou, que desearía imprimir y publicar. Pero teme que otros
impresores y libreros empiecen a imprimirlo, frustándolo de este modo de
los costes y labores que es preciso gastar en ello, de no concerdérselo nuestras
cartas necesarias al propósito, que nos ha pedido muy humildemente. Por
estos motivos, consintiendo de buen grado la súplica y solicitud de dicho
Targa y deseando tratarlo favorablemente, le hemos permitido y permitimos
que imprima y haga imprimir, venda y distribuya dicho libro durante el tiempo
y espacio de seis años consecutivos, a partir del día y fecha en que se acabe de
imprimir. Formulando con este fin muy explícitas inhibiciones y prohibiciones
a cualquier librero o impresor de nuestro reino y a cualquier otra persona sea
cual fuere su cualidad y condición, de imprimir o mandar imprimir, vender o
distribuir dicho libro en dicho plazo, sin la licencia del exponente, so pena para
los contraventores de multa arbitraria, costas, daños y perjuicios, confiscación
de los ejemplares que se hallen impresos y puestos en venta en detrimento
de las presentes ordenanzas. Queremos además que poniendo al principio
o al final de dicho libro tantas de las dichas ordenanzas o extractos de estas,
se las considere como notificadas y puestas en conocimiento de todos. Con
obligación de depositar dos ejemplares de dicho libro en nuestra biblioteca
protegida de los Cordeliers de nuestra citada ciudad de París antes de ven-
derlo, conforme a nuestro reglamento, so pena de ser despojado del presente
privilegio. Si le mandamos, ordenamos y prescribimos que de dicho presente
privilegio haga gozar y hacer uso dicho exponente plena y apaciblemente, no
obstante oposiciones o quejas cualesquiera, y sin perjuicio de estas, grito de
indignación, carta normanda y demás cartas contrarias o lo dicho. Pues
esta es nuestra voluntad. Concedido en París, el vigésimo día de agosto
del año de gracia mil seiscientos veintinueve de nuestro reinado el vigésimo.

Por el rey en su Consejo,


Fardoil
Firmado al final Laisné.
Acabado de imprimir el doce de septiembre de 1629.

— 39 —
las locuras de cardenio

los actores 4

Don Fernando
Cardenio
Luscinda
Dorotea
El Padre de Luscinda
La Nodriza
Amérita, familiar de Luscinda
Don Félix, escudero de don Fernando
Don Guzmán, su amigo
Don Quijote de la Mancha
Sancho Panza, su escudero
El Licenciado del pueblo de don Quijote
El Barbero del mismo lugar

4
Se mantienen las formas abreviadas de apellidos y nombres cuando
así figuran en la versión de Pichou.

— 41 —
pichou

las locuras
de cardenio
Tragicomedia

acto primero
escena i
Don Fernando

Mentes cuya libertad siempre esclavizada se halla,


que tanto como la vida quieren que dure el amar,
que jamás la razón deje los corazones caer,
y que en las prisiones de nuestros primeros vencedores
muramos,
severos enemigos de las voluptuosidades
del enamoramiento, 5
que culpáis los designios que su dulzura nos asigna
y que no pueden sufrir que una mente enamorada
suspire tras lo bueno de un feliz enamoramiento,
¡Qué crueles son con el sentir5 del alma
a su primera llama sujetándolo! 10
¡Qué mal conocéis el poder de las bellezas
cuando así ceñidos sus deseos se hallan,
y cuán en vano fundada se halla su constancia
que tan largo tiempo su afección ha reprimido!
¿Cómo queréis vivir y amar tan solo una vez 15
entre tantas bellezas que leyes nos dan?
¿Qué fidelidad no devolvería armas
ante las nuevas dulzuras que producen sus encantos?
Cuando el goce nuestros deseos ha seguido,

5
Mouvement: ‘apego’, ‘sentimiento amoroso’ (vv. 9, 60, 115, 164, 486, 678,
831, 1028, 1754).

— 43 —
pichou

que el amor nos entretiene en sus más dulces placeres, 20


que satisfecha del todo deja la pasión
y la satisfacción tan repentina como el deseo,
qué espíritu puede entonces su fervor conservar
en la posesión de los últimos favores,
y, cuando se abandona a gracias nuevas, 25
¿Cómo dejar de excusar infieles deseos?
Este ciego demonio que en los amantes manda
este dulce remedio ofrece a sus menores tormentos,
y los más inconstantes de los que ve ejemplos
no son rechazados del acceso a sus templos. 30
Forzó Dorotea antaño mi razón
de ir bajo su imperio establecer mi prisión.
Jamás tan fuerte el afecto ha sido
como en los primeros deseos6 de mi llama naciente.
Jamás corazón humano más ardor ha mostrado 35
como cuando emprendía yo su tímida frialdad.
Pero, desde que su voluntad sometida a mi deseo
permitió lo que fuese a mi amorosa empresa,
y que una nueva dicha a mis ojos ofreció
un fatal compendio de las maravillas del cielo, 40
su belleza no es nada sino una imagen borrosa
en el flaco recuerdo de aquel amor.7
Me ruborizo ahora ante los grilletes que llevé,
no recuerdo las lágrimas que lloré.
En adelante vivirá Luscinda en mi pensamiento: 45
es la única belleza que a mi alma hirió,
y los primeros atractivos que encantaron mis sentidos
junto a este sol tienen rasgos languidecientes.
Oculten, débiles incentivos,8 sus luces empañadas,
6
Voeux: ‘deseo amatorio’, ‘sentimiento amoroso’ (vv. 34, 79, 135, 167, 172,
198, 320, 770, 829, 941, 948, 1047, 1241, 1512, 1596, 1629, 2005).
7
Amitié: ‘afecto’, ‘amor’, ‘pasión’ (vv. 42, 167, 178, 262, 273, 297, 557, 925,
1889, 1914, 1977, 1983, 2018).
8
Appas: ‘encantos’, ‘incentivos’ (vv. 49, 78, 159, 260, 930, 951, 1050, 1212, 1901).

— 44 —
las locuras de cardenio

Fig. 1. Página del «Acto primero» en la edición príncipe, 1630, Pichou,


Les folies de Cardenio, tragi-comédie (Ed. 1630), Hachette/BNF/Gallica,
París/Torrazza Piemonte, 2023, p. 1.

— 45 —
pichou

un desprecio razonable mis cadenas rompió. 50


Todos sus falsos adornos se han desvanecido,
ya no mandan en mis cegados sentidos.
Luscinda les supera y jamás Dorotea
tendrá la libertad que quitado me había.
Por fin mi juicio quiere controlar mis amores. 55
¿Pero qué impedimento interrumpe mis discursos?
De seguro ella es, su presencia importuna
no sirve más que para perturbar mi nueva fortuna.

escena ii
Dorotea, Don Fernando
Dorotea
No disimule, ve mi mente lo suficiente
que tiene usted para mí estos arrebatos forzados. 60
Confiese con valor, sin usar esas artimañas,
que una molestia soy para sus secretas quejas,
que enoja mi encuentro a un amante que de mí huye,
tras tantos juramentos cuyo fruto esperaba yo,
y que a sus nuevos ardores algún agradable ser 65
infeliz me hizo haciéndole culpable.
Bien sé que el amor a otros lugares su mente lleva,
y que el goce ese desprecio causó.
Mis ojos antaño tenían más vivo el ardor
cuando un destello de belleza hizo su cautiva alma. 70
Hoy desagradables estos atractivos le resultan
cuyo primer fulgor encantó sus primerizos años.
El exceso de mi amor solo para mi pena sirvió,
y mi dicha9 dependía de aparentar inhumana.

Don Fernando
Usted vitupera sin tema un virtuoso amor, 75
cuyos cuidados usted respetuosos reconoce.
9
Bien: ‘dicha’, ‘felicidad’ (vv. 74, 268, 358, 498, 531, 650, 877, 1017, 1213, 1548, 1588).

— 46 —
las locuras de cardenio

Juro que nunca amé más


los celestiales atractivos que en este rostro están,
y que mis últimos deseos no menos inocentes son
que la fidelidad de los primeros elogios.10 80
Pero el amor ardiente no siempre lo mismo es
en la posesión de las bellezas que amamos.
No se puede tener siempre estos vivos accesos
que esta pasión en su exceso produce.
Amor a menudo deja de su madre los designios 85
y perezoso se duerme en el bosque de Citera.
La distracción el vigor restablece,
y el más dulce placer en su longitud repugna,
mi llama a encenderse volverá
si sus fuerzas recoger usted le permite. 90
Sus encantos aprecio y mi razón nunca
a mi alma obligará a cambiar de prisión.

Dorotea
¡Ay!, cómo me halaga con frívolas promesas,
¡y cómo desmienten su designio sus palabras!
¿Se atreve a ocultarme este repentino cambio? 95
Aquí a mi juicio cede mi pasión,
veo en sus ojos de mi pérdida el aparejo,
y asoma su cobardía lo suficiente descubierta.

Don Fernando
Incrédula belleza, ¿qué juramentos quiere
que sus sentidos liberen de una tan celosa sospecha? 100

Dorotea
Tanta seguridad en un espíritu de perjurio
no haría sino ensalzar su crimen y mi injuria.
No, no, siga el cambio y más feliz viva

10
Encens: ‘alabanzas’, ‘elogios’ (vv. 80, 1242).

— 47 —
pichou

bajo el nuevo imperio de un amoroso ser.


Busque otra materia para sus suaves caricias 105
y conquiste cada día amantes nuevas.
No me verá perturbar sus pasatiempos,
prometo frialdad a sus volubles pasiones.
Algún alejado bosque que de retiro me sirve
será el único testigo de mi queja secreta, 110
y del motivo de mis lágrimas ya no hablaré
sino a rocas mudas y sordas a mis dolores.

Don Fernando
Alma mía, asegúrate concebir otra salida
para una lealtad que no has concebido.
Te guardaré tan santos sentimientos 115
que el perfecto amante me llamarás.
Pero en este humor extraño no persistas
y no temas que cambie mi pasión.

Dorotea sale del escenario.

¡Pobre chica burlada! ¡Ay, cuánto tus amores


inútiles discursos tienen para guardarme! 120
Tus encantos para mis ojos solo hielo son,
y Luscinda mejor lugar encuentra.
En cuanto una belleza ya nada tiene que dar,
el miedo al cambio mucho debe sorprenderla.
Ella que de mi primera conquista11 motivo fue 125
mi desprecio hizo nacer, concediendo mi victoria,
y su condición,12 de nacimiento y de bienes desigual,
en tan débiles ataduras guardarme puede:
en otro lugar hay que buscar himeneo dichoso,
en el que del todo mi afecto se colme. 130

11
Gloire: ‘conquista amorosa’ (vv. 125, 692, 711).
12
Sort: ‘estatus social’ (vv. 127, 139).

— 48 —
las locuras de cardenio

Luscinda es el único propósito de mis cuidados limitados


a la posesión de sus deseables bellezas,
y, aunque se resiste al amor que me quema,
con una palabra me dará de su cama la mitad.
De sobra sé que sus deseos en otra parte comprometidos 135
no aliviarían tan pronto mis tormentos,
y que su pasión por Cardenio
haría que despreciara mi infinito cortejo.
Pero sus padres, seducidos por el resplandor de mi condición,
felices serán de aprobar dicho compromiso, 140
y ese débil rival, de su vista alejado,
caerá en las redes de una imprevista emboscada.
Poco importa si es un propósito fiel o engañoso
que les proporcione a los amantes felicidad suprema:
también hay que saber amar y fingir, 145
y sorprender al final lo que no se puede constreñir.

Cardenio aparece en el escenario.

¡Pero cómo sucede todo conforme a mi deseo


encontrar al caso a ese solitario amante!
Siempre una funesta pena así mantiene
el alma abandonada a la preocupación que la asedia. 150
Ahora penoso13 me resulta este amor
que a sus amigos afligió,
ya que su presencia de otro lugar es esclava,
tan necesaria siendo para la felicidad de sus vidas.

Cardenio
Es verdad que mi alma estos hermosos ojos todavía ama 155
que me hicieron en este lugar los primeros suspirar,
y que el dulce esfuerzo de mi preocupación
disfruta atrayéndome en la soledad.

13
Rigoureux: ‘penoso’.

— 49 —
pichou

Luscinda tiene tantos atractivos que mis sentidos deleitan


que siempre los percibo aunque no estén, 160
y que mi pasión criminal se volviera
si tregua diera a mi eterno dolor.

Don Fernando
Sabe usted que su tormento puedo juzgar,
pues semejante sentir hube de sufrir.
Los ojos de Dorotea siempre tienen sobre mi alma 165
un imperio absoluto de respeto y llama,
aunque su amor a mis deseos favorable
ahora me concede los placeres que deseo.

Cardenio
¡Ay, qué lejos estoy de estas queridas delicias!
A diario el rigor mis tormentos establece, 170
y para nosotros es tan cruel la fortuna
que con nada nuestros mutuos deseos favorece.

Don Fernando
¿Qué dificultad le parece a usted más urgente
contra la justa esperanza de un amor inocente?

Cardenio
Un anciano, insensible a mis sagrados calores, 175
no quiere que el amor produzca flores,
y Luscinda por las leyes de un avaro padre frenada
no puede recompensar una pasión tan rara.

Don Fernando
Creo que mis discursos son lo suficiente
como para forzar el estado de ánimo que a la vejez14
se une. 180

14
Ans: ‘vejez’, ‘persona de edad’ (vv. 180, 609).

— 50 —
las locuras de cardenio

Hoy veré de ella a su familia y a su padre


para llevarle a la felicidad que espero,
mientras por un tiempo usted lejos esté
para velar por el éxito de mi cuidadoso esmero:
un caso me conmueve, de extremo apuro, 185
del que puede usted concluir el desarrollo emprendido.
Pocos días bastarán para este alejamiento.
Luego, asegúrese de un repentino cambio.

Cardenio
Señor, usted manda en mi obediencia;
por usted sufriría una eterna ausencia 190
y me alegra cumplir sus deseos
cuando bien le parece ocupar mis ocios.

Don Fernando
Una palabra que a mi hermano dirijo queda por escribir,
y que un interés cercano no sufre que pospongamos.

Cardenio (solo)
¡Desafortunado mandamiento el de abandonar
esta estancia 195
donde luce el único amor que me ilumina!
¡Ay dioses!, ¡cuán tiene mi deber leyes contrarias
a la fidelidad de mis deseos ordinarios,
cuántos tormentos15 mi paciencia sufrirá,
y que en tan pocos días noches he de sufrir! 200
¿La manera de alejarme un rato de esta hermosa
sin mil veces traicionar el amor que experimento por ella
y mi alma condenar a los peores rigores
cuya melancolía nuestra languidez mantiene?
Injurioso respeto que a mi salida obliga, 205

15
Ennuy: ‘pena’, ‘tormento’ (vv. 199, 344, 518, 699, 730, 871, 1254, 1482, 1798),
o agotamiento, cansancio (v. 1886).

— 51 —
pichou

¡Cuánto me alegraría verla destruida!16


En otro contexto, experimentarías mayor valentía,
que más teme el huir que el morir.
Sin embargo, es necesario, mi fiel mediación
no puede librarse del compromiso, 210
y lo encuentro suave en su necesidad,
ya que debe servir para mi felicidad.
Dejemos pues estos remordimientos y hagamos que mi santa
disculpe en dicho designio mi forzada libertad.
Pero ¡cuán tímido soy en esta desagradable despedida, 215
desde que la vi llegar a este lugar!

Luscinda sale al escenario.

Mi boca no se hubiera atrevido a traerle a usted dichas noticias


que con nuestros destinos tan crueles son,
si, cuando mis discursos le atormenten,
no tuviera yo remedio para asimismo aliviarle. 220
Tengo que irme, una necesaria salida
me fuerza al rigor de un movimiento contrario,
y mi esperanza, que sigue un poder absoluto,
no podría retrasar este resuelto designio.

Luscinda
¿Por qué, ay dioses, tanto me aflige? 225
¿Puede así mi firmeza17 resistir?
¿Y cómo cree mi dolor suavizar
¿Con el resentimiento de esta nueva desgracia?

Cardenio
Deje usted estos débiles cuidados, mi mente le asegura
de un remedio tan eficaz como la misma herida. 230

16
Divertie: ‘aniquilada’, ‘desviada’ (vv. 206, 663, 724, 847, 1319).
17
Constance: ‘firmeza’, ‘valor’ (vv. 226, 443, 660, 686, 807, 872, 1449, 1602).

— 52 —
las locuras de cardenio

Fernando, cuyo mérito iguala su poder


y bajo cuya autoridad mi deber ordenó la fortuna,
inclina a que se despida mi fiel servicio.
Pero también su crédito nos hace un buen favor:
en mi ausencia debe adelantar nuestros amores 235
con la felicidad que siempre desean,
convencer a mis padres, unirlos a su conducta
y hacer que mi petición a su padre agrade.
¿No es esta esperanza la que debe aliviarle18
sacar tantos bienes de un tormento tan leve? 240

Luscinda
Por cierto, si viera firme su expectativa,
mil placeres esta separación me procuraría.
Pero de cuánto este favor sospechan mis sentidos,
del cual aliviar desea nuestros languidecientes destinos,
¡y cuán a menudo el cielo los quejidos tristes oye 245
de aquellos a quienes los semejantes con artimañas
embaucaron!

Cardenio
Su virtud, con todo, no tiene resplandor tan falso
como a esas cobardes tachas entregarse,
y su afecto es tan santo y sincero19
que no puedo dudarlo después de conocerlo. 250

Luscinda
Quiera Dios que el destino mejor aún disponga
que de la bondad de los cielos usted lo espera.

Cardenio
Quiera Dios que pronto nuestras voluntades unidas
reciban recompensa de nuestras concluidas penas.
18
Alléger: ‘aliviar’ (vv. 239, 381, 436, 606, 1236, 1294).
19
Nu: ‘sincero’.

— 53 —
pichou

Luscinda
Por mi parte le prometo que, cuando todo el universo 255
hiciera contra mi fe mil designios adversos,20
su odio solo materia feliz será
para la fidelidad que entera le mantengo.

Cardenio
Y juro por sus ojos que del óbito el horror
no me podría impedir sus encantos venerar. 260

Luscinda
Así, que el cielo sea rudo o favorable,
seguros estamos de un amor durable.

Cardenio
Adiós, que un suave beso nuestras mentes uniendo
haga que consientan la decisión que he tomado.
¡Ay!, inocentes arrebatos que mi alma raptaron, 265
¡qué hechizo en sus encantos me ha guardado la vida!
¡Alejaos, preocupaciones importunas que mi tormento
ocasionan!
En tan encantadora dicha ahora os dejo.

Luscinda
Adiós, retirémonos, que nadie sorprenda
los dulces arrebatos de una amorosa pena, 270
y, si desea a mi amor inclinar,
haga que poco languidezca con la esperanza del regreso.

20
Divers: ‘contrarios’, ‘opuestos’.

— 54 —
las locuras de cardenio

escena iii
Don Fernando, padre de Luscinda

Don Fernando
Vea por fin el propósito de una pasión fundada
en la misma virtud que siempre la guio,
y que no aparenta21 esos desordenados amores 275
cuyo vicio mantiene cegadas tantas mentes.

Padre
Señor, el dulce consentimiento de semejante himeneo
colma de tantos bienes mi afortunada casa
que si, ahora, mis viejos días la Parca atacara,
sin reparo contemplaría yo su fluir agotarse. 280

Don Fernando
Y yo más valoro esta dichosa conquista
que concede su benevolencia a mi petición,
que una corona conseguida entre peligros,
que llevaría mi gloria a comarcas extranjeras.
Creo que tiene usted el suficiente conocimiento 285
al que pueda aspirar el honor de mi nacimiento,
y no ignora que en mi estatuto22
mucho amor tengo y poca ambición.
Pudiera en otro lugar feliz conducta23 seguir,
mi petición24 igualando de mi raza la grandeza. 290
Pero los ojos de Luscinda tienen tan dulces encantos
que debe la razón ceder a sus resplandores más mínimos,
que a su primer esfuerzo mi libertad25 entregada
se halló al final felizmente extraviada,
21
Ressentir: ‘dar impresión’, ‘dar señas de’.
22
Condition: ‘estatuto social’.
23
Trace: ‘comportamiento’, ‘conducta’.
24
Recherche: ‘petición de mano’ (vv. 290, 318).
25
Franchise: ‘libertad’ (vv. 1, 293, 991, 1921).

— 55 —
pichou

y que la vanidad de mis gloriosos hierros 295


cree celosa la tierra y envidioso el cielo.

Padre
Así es como parece fiel un amor
cuando nada representan con respecto a ella nuestros
intereses,
como no puede la desigualdad los lazos romper
y como desdeñosa no hace una mente. 300
Hallará así voluptuosidades perfectas,
ya que el único amor de su elección resulta.
Si de Luscinda los ojos su mente han encantado,
conservarán sus cuidados el tesoro que se llevaron.
Pero esta compartida dicha que el cielo nos envía 305
quiere que participe ella de mi nueva alegría.

Luscinda sale al escenario.

Hija mía, reciba como legítimo esposo


este señor ilustre que a usted se acerca.
¡Qué frívolo temor, vaya, ese humor tonto
insensible es aún al objeto de su amor! 310
Muestra esa timidez una confusa mente,
que, sin embargo, no se atreve a la negativa.

Luscinda
Es cierto que tiene usted sobre mí total poder,
y, sin parecerle ingrata al bien de mi nacimiento,
no puedo negarle al menor de sus discursos 315
el poder decidir de la suerte de mi destino.

Padre
Quiero que mañana esta dichosa alianza
termine su petición y mi impaciencia.
No, ya no tengo motivos para seguir dudoso:
una tácita voluntad concluye ese respeto vergonzoso. 320

— 56 —
las locuras de cardenio

Don Fernando
Adorable belleza, dulce tema de mi penar,
haga con una sola mirada dichosa mi victoria,
acepte mi cortejo26 y deje esta frialdad
que solo atiza mis fieles ardores.

Luscinda
Mi mente no puede la obligación ocultar 325
ni en el amor donde domina el temor pensar.

Don Fernando
Mala, ¿dónde ve usted que mis afectos
sus intenciones apremian?

Padre
¡Ah!, ¡pronto perderá ese indócil humor,
y una sola noche dócil se la volverá! 330
Dejémosla que se resuelva a esta decisión,
un momento le pondrá su amor en el corazón.

Luscinda (sola)
Inhumano, pues tan tímido mi respeto imaginas
que para contentarte pérfida me haga
y que sufrir deba esas leyes tiranas, 335
porque contraria es tu avaricia a mi voluntad.
Tirano que quiere mi pérdida tras haberme hecho nacer,
de una hija enemigo y de un traidor partidario,
no creas que jamás tu corazón desnaturalizado
termine lo que contra mí ha conjurado. 340
Antes de que mi amor ceda a la tiranía,
antes de que consienta en traicionar a Cardenio,
un legítimo esfuerzo, una noble27 muerte
26
Servir, Service: ‘cortejar’ (vv. 323, 559, 758, 1152, 1152, 1337).
27
Genereux: ‘noble’, ‘valiente’ (vv. 343, 439, 461, 683, 945, 1101, 1329, 1516,
1589, 1866, 2007, 2068, 2091, 2101).

— 57 —
pichou

acabará con los tormentos de mi desdichado destino.


Pero hay que anticipar este peligro cuanto antes, 345
ya que aún no quiere mi esperanza que me muera.
Algún imprescindible amigo en la desdicha que me persigue
fácilmente esta noche advertirle podrá.
Un billete a su alma avivará
para que venga a rescatar el fulgor de su llama; 350
verá que un traidor su muerte conjurado ha
mientras el amor sus frutos le prometía.
Volverá este sol a disipar las borrascas
que deben estallar en nuestros compartidos naufragios,
y su afecto hará ver al regresar 355
que nada puede el esfuerzo donde preside el amor.

— 58 —
las locuras de cardenio

acto segundo
escena i
Cardenio

Pérfido, es cierto pues que tu alma infiel


a mi dicha le asesta su ardor criminal.
Quieres pues los derechos del amor violar
y en la ingratitud la piedad ahogar. 360
Quieres que sea mi desgracia de tu gloria el precio,
que vean mi derrota tu victoria asentar,
e intenta tu deslealtad sacarme
un amoroso tesoro que tanto me cuesta.
¡Ay!, traidor, ¿esta es la fiel asistencia 365
que le ofrecía tu afecto a mi constancia?
¿Eres tú uno de esos ladrones cuyo injusto designio
buena cara manifiesta y luego el pecho atraviesa?
¿Veneno escondes bajo frente alegre
y de muerte golpeas a quien das afecto? 370
Amigos verdaderos, ¿dónde ahora hallarles podemos
si de los que nunca fueron son
y que no más vivieron sino en boca de hombres?
Falsas visiones de edades remotas y del siglo en que estamos,
confiesen audazmente que un imaginario28 discurso 375
antaño engendró sus descomunales hechos, 29 30

y que son sus acciones tantas mentiras


que no superan de los sueños la autoridad.
Pero, sea cual sea el arrebato de que mis atormentados sentidos
testimonian su martirio en estos extremos, 380
al final mi dolor no alivia todos estos discursos
entre tantas preocupaciones que me trae el miedo,

28
Fabuleux: ‘imaginario’, ‘que no existe’.
29
Merveilleux: ‘asombroso’, ‘extraordinario’ (vv. 376, 1690, 1792).
30
Effet: ‘acto’, ‘hazaña’, ‘hecho’ (vv. 376, 441, 1101).

— 59 —
pichou

y la tormenta está tan a punto de estallar sobre mi destino


que muy difícil resulta evitar su esfuerzo.
Hoy veré mi dicha o mi pérdida, 385
hoy se me ofrece la victoria o la muerte,
y lanza ya el destino rayo fatal
que favorecer o castigar debe a un rival.
Recibo esta misiva de mi querida belleza,
que con estas palabras expresa su temor y tristeza: 390

Carta de Luscinda
A Cardenio

Apura, querido amante, tu regreso.


Quieren esclavizar mi amor
a las leyes de una injusta obligación.
La avaricia y la traición
ponen trampa a mi temor, 395
y mi obediencia asienta mi prisión.
Fernando, en lugar de servirte,
injustamente arrebatarme desea.
Recibió mi padre su pedimiento,
mucho por respeto he prometido. 400
Mira a qué mi alma reducida está,
y si desear puedo tu consideración.

¡Ay dioses!, esto de sobra la injusticia31 me confirma


y la desgracia de mi próximo naufragio pinta.
Amor, no permitas que un designio tan malo 405
retrase la dicha que ahora espero,
y que tras tantos males que sufrimos a tu servicio,
esté la virtud sujeta a la traición del vicio.
Si no, verás tus altares derribados,

31
Outrage: ‘daño’, ‘injusticia’, ‘violencia’ (vv. 403, 448, 599, 610, 651, 703, 735,
804, 979, 1021, 1230, 1400, 1448, 1475, 1527, 1621, 1706, 2015, 2055, 2088).

— 60 —
las locuras de cardenio

Fig. 2. Página de la «Carte de Luscinda a Cardenio» en la edición príncipe,


1630, Pichou, Les folies de Cardenio, tragi-comédie (Ed. 1630), Hachette/
BNF/Gallica, París/Torrazza Piemonte, 2023, p. 23.

— 61 —
pichou

tu grandeza despreciada y tus derechos abolidos; 410


y a cuantos amantes que verán estos ejemplos
no les quedará sino el fuego que quemará tus templos.
Pero, mientras mantiene su dolor mi alma
en el temor de esta nueva desgracia,
me aproximo a la casa donde mi cautiva hermosa 415
deja a los suspiros su pasión temerosa.
¡Cuánto me alegraría contemplar ese hermoso sol
testimoniar ante mis ojos semejante sentimiento!
Ánimo, un ruido leve que de su ventana procede
me promete que pronto asomarse la veré. 420

escena ii
Luscinda, Cardenio

Luscinda (asomada a la ventana)


¡Qué!, ¿no vendrás, única esperanza de mis días,
a salvar nuestros fieles amores?
¿Tan poco sensible eres a la desgracia que nos apremia,
queriendo tu pereza a mi temor añadir?
Bien sabes a qué esfuerzo mi emoción32 va sometida, 425
no me dejes entre tantos enemigos sola.
Regresa, alma querida: ¡eh, dioses! sin Cardenio,
¿cómo puedo sufrir hoy su tiranía?

Cardenio
Luscinda, ve a ese amante desdichado
que igualmente sufre un riguroso destino, 430
¿Qué leyes ahora me ordena que siga
contra todos los asaltos que la injuria nos asedia?

32
Courage: ‘el corazón’, ‘lugar donde se alojan las emociones’ (vv. 425, 652,
1000, 1327, 1622).

— 62 —
las locuras de cardenio

Luscinda
¡Ay, grata presencia, delicioso amor,
que mi mente seduce y mis ojos agrada!
¡Ay!, cuánto aprecia verte mi alma afligida, 435
y cuán pronto aliviarás mi dolor.

Cardenio
Virtuosa belleza, de ti sola
depende mi desdicha o satisfacción,
me devolverá la vida un noble rechazo
que tu consentimiento pronto me habrá quitado. 440

Luscinda
No temas, querido amante, verás hechos
capaces de dejar satisfecho tu corazón.33
Si acaso tuvo la firmeza favorable éxito,
salvando la libertad de las coacciones de un padre,
y que todos los esfuerzos de un espíritu sobornador 445
solo fueron para él asuntos de honor,
verás hoy estallar esa audacia
entre traición, injusticia y amenaza.
La fuerza del respeto perderá todo su poder
pidiéndome que traicione mi deber, 450
y la deslealtad, viendo que la superamos,
perderá palidez, y de vergüenza se ruborizará.

Cardenio
Si tu fidelidad resulta de tal modo
que no te espanta ese débil aparato,
luego, haga lo que haga el destino para dañarnos, 455
nuestro amor es tan fuerte que no puede destruirlo.
Pero cuídate también de conceder al miedo
el fruto de mis obras que desea un embustero.

33
Esprit: ‘corazón’ (vv. 442, 494, 670, 768, 902, 1294, 1501, 1542, 1992).

— 63 —
pichou

Muestra valiente frente a los ojos de un padre avaro


y no temas su sentimiento bárbaro. 460

Luscinda
Alma mía, asegúrate de que un noble rechazo
sorprenderá y confundirá a nuestros enemigos.
Adiós, me temo que alguien por aquí nos vigile,
y ya me está llegando un ruido al oído.

Cardenio (solo)
¡Cómo ahora estoy entre dos pasiones, 465
turbadamente34 conmovido por sus emociones!
Me alegra la esperanza y me hiere el miedo,
en su amor espero y su debilidad temo.
La mujer es una caña que ondula al primer viento,
imagen de una mar y una arena movediza. 470
Debería para vencer contra nadie luchar,
la halaga el cambio, y la asombra el respecto.
Sin embargo, de ahí mis amorosos sentidos
esperan el propicio o riguroso destino.
Tengo que adentrarme sigilosamente en la sala 475
donde se pronunciará mi fatal sentencia.

escena iii
Dorotea

Por fin ese ingrato corazón, ese infiel amante


en medio del tormento mi alma abandona.
Fernando ve sin piedad mi juventud abusada
a mil crueldades permanecer expuesta. 480
Su espíritu ha cambiado de amada y de fe,
se enfada con el amor que de mí le habla,

34
Diversement: ‘de modo contradictorio’.

— 64 —
las locuras de cardenio

lo seduce Luscinda y edifica sobre mi pérdida


los nuevos cimientos de una ofrecida alianza.
Y sufres, alma mía, tan vergonzosa afrenta, 485
tus deseos todavía tienen sentimientos inciertos,
ves su traición, conoces mi deshonra,
y que por último la fortuna contra mi desgracia se empeña,
sin buscar con todo en este extremo
una necesaria ayuda para mi calamidad. 490
¿Debo pues sufrir que un ladrón que me deja
cumpla ante mí su nueva petición
y contra su deber con solemnes votos
hacia otro lugar encamine su criminal corazón?
¿Debo para extremar mi vehemente dolor 495
presenciar la felicidad de su nuevo amor?
¿Qué?, ¿no basta que sepa hoy
que me han quitado toda la dicha que de él esperaba?
No, traidor, no temas mi celosa pasión,
que del pecho de tu esposa te arranque 500
y lleve al juicio de mortales y dioses
los obvios signos de un atroz perjurio.
No temas que se sonroje tu frente cuando me acerque.
quiero librarte de mis justos reproches,
quiero, lejos de tus ojos, vivir una estancia 505
que la sombra eximirá de las visitas del día,
un oscuro bosque, un solitario yermo,
donde vergüenza y miedo ya no me hagan callar.
Allí, en la libertad de mis tristes suspiros,
solo le diré mi martirio al céfiro. 510
Allí, de piedad afectadas las aguas y las rocas
se dejarán conmover por el tono de mis quejas.
La onda modulará el sonido suave de sus olas,
todos los vientos temerán turbar mis sollozos
Y solo tocarán con débil aliento 515
los árboles atentos al relato de mi dolor.
Pero ¿qué digo, insensata, en el estado en que me hallo?

— 65 —
pichou

¡Ah!, ¡que mi cobardía adule mis tormentos!


Hay que ejercer muchos más tormentos
en mis ingenuos sentidos, cómplices de mi culpa. 520
Algún antro solo de serpientes habitado
donde me asuste el peligro y en suspenso me mantenga,
alguna roca en la que siempre el rayo retumbe,
visitada solo por la espuma de la onda,
donde la naturaleza hizo del horror la morada, 525
de refugio debe servir a mi negra locura. 35

Allí, hago mi estancia igual a mi fortuna,


que ahora estima la luz inoportuna
y quiere para compañeros del tormento que me sigue
el espanto, la desesperación, el prodigio y la noche. 530

escena iv
Sacrificador, padre de Luscinda, Luscinda,
don Fernando, Cardenio, Nodriza

Sacrificador
Miren, amantes felices, a qué dicha deseable
los lleva la unión de un favorable matrimonio.36
Es entre sus favores donde nuestros sentidos satisfechos
reciben placeres inocentes y perfectos,
y donde el cielo, propicio a nuestras largas expectativas, 535
asegura el descanso de dos felices almas.
Antaño, este santo lazo hizo salir del bosque
a los mortales atraídos por lo suave de sus leyes,
y nuestros primeros padres, inciviles y ariscos,
no se suavizaron sino en sus apacibles tálamos. 540
Pero es preciso que el amor con tales acuerdos
igualmente reúna los espíritus y los cuerpos,

35
Fureur: ‘locura’ (vv. 526, 909, 1150, 1207, 1280, 1287, 1397, 1430, 1622).
36
Hymen: ‘el matrimonio’ (vv. 532, 550, 1514).

— 66 —
las locuras de cardenio

y que jamás voluntad forzada sea


a los libres movimientos de una acción santa:
creo que vienen ustedes con esta intención 545
a recibir de su afecto recompensa.
Fernando, ¿no tiene usted un deseo sincero
de unir a su deseo el de su vida?

Don Fernando
Aquí es donde mis deseos siempre han aspirado,
conocer la dulzura de un deseado matrimonio. 550

Sacrificador
Luscinda, ¿reconoce su inocente petición?
Espero de su voz que su alma lo consienta.
Parece que un rechazo la voz le aprieta,
y que esta unión sea contraria a su elección.

Padre de Luscinda
Necia, pero quieres que este humor me ofenda. 555
No puedo sufrir tu tímida defensa.

Sacrificador
Ya que conoce usted su amor fiel,
¿No desea de su mitad el nombre?

Asoma Cardenio detrás del tapiz.

Luscinda
Sí.

Cardenio
¡Ay!, deslealtad que traicionas mis cortejos,
¡cómo una sola palabra me condena a extraños suplicios! 560

Sale del escenario.

— 67 —
pichou

Don Fernando
¡Cómo este consentimiento me colma de placeres!
Dama mía, una palabra ha limitado mis deseos.
¿Pero qué accidente repentino así la faz le muda?
Se desmaya, muere y en hielo se cambia.
Luscinda, alma querida, abre esos hermosos ojos
de nuevo 565
que mi amor prefiere a las luces del cielo.

Padre de Luscinda
¡Qué repentino daño!

Sacrificador
¡Qué pálida se pone su tez,
testimonio seguro de debilidad extrema!

Padre de Luscinda
Nodriza, en esta necesidad alivie su languidez.

Nodriza
Señora, ¡ay dioses!, no tiene el menor vigor, 570
todos sus sentidos turbados están, y su débil fuerza
casi le puso el alma en el último soplo.
Pero miren lo que encontré en su seno:
este hierro y este papel confiesan algún designio.

Don Fernando
Hay que ver en esa carta lo que escribió. 575

Padre de Luscinda
Mi asustada mente no puede recuperarse.

Esquela hallada en el pecho de Luscinda,


que lee don Fernando:

— 68 —
las locuras de cardenio

En el morir manera de sanar hallé.


Mi vida hubiera ofendido mi deber y mi llama,
y, dejando a Cardenio, tenía que morir,
ya que de mi alma alejarme querían. 580

Don Fernando
Esperaba pues la ingrata exponerse a la muerte
en lugar de consentir la felicidad de mi destino.
Al final, es demasiado enojar un amor legítimo
y halagar el deseo de un ser querido.37
Malvada, no esperes de una mente irritada 585
sino severa38 recompensa por tu temeridad.
No volveré a verte, mi trastornada razón
no sabría sufrir tu fría obstinación.

Don Fernando sale del escenario.

Padre de Luscinda
¡Ay, padre desafortunado!, único motivo de la desdicha,
¡hasta qué punto ahora te condena el dolor! 590

Sacrificador
Consuélese, señor, ocurra lo que ocurra,
oponga la esperanza al mal que le llaga.

Padre de Luscinda
¿La manera de esperar, después de tanto rigor
que ejerce el destino sobre tan poco vigor?

Nodriza
¡Ánimo!, vuelve en sí, su desmayo pasado 595
le devuelve color a su rostro apagado.

37
Estimer: ‘sentir amor por alguien’.
38
Triste: ‘rigurosa’, ‘severa’.

— 69 —
pichou

Luscinda
Desgraciada, ¿aún es el sol lo que te luce?
¿No estás en el horror de la eterna noche?
¿Es un último asalto que la injusticia te impone,
de ahora a vivir querer obligarte? 600
No, destinos enemigos, no lo podéis.
Siempre el dolor de la muerte dispuso,
y aquellos que fuerzan a prolongar su curso
saben para detenerlo tragar llama.
¡Ánimo!, ¡que un hierro compasivo a mis días afligidos 605
deje con solo un esfuerzo cuantos males aliviados!
Pero el funesto destino aún este remedio me quita.
No hallo en mi dolor ningún poder que me ayude.

Padre de Luscinda
Cruel, ¿quieres concluir mis muchos años
bajo los presentes daños anonadados? 610
¿Debo en ti hallar el motivo de mi desdicha?
¡Cuán feliz sería si padre no fuera,
pues tus deseos tienen tanta aversión
por los mejores sentimientos de mi afección!

Luscinda
¡Cómo le alegraría verme criminal, 615
traicionando un amor que debe ser eterno
y acariciando solo los nuevos deseos
de ese pérfido autor de todos mis disgustos!
Pero este santo ardor no puede ser borrado
con el consentimiento de mi boca obligada, 620
y forzar al respeto mi mente asombrada
es quitarme el día que usted me dio.

Padre de Luscinda
El poder absoluto que tengo sobre tus años
debe someter bajo mis leyes tus tercas pasiones.

— 70 —
las locuras de cardenio

Luscinda
Verdad es que consigue sobre mí un poder, 625
excepto el de mi fidelidad disponer.

Padre de Luscinda
No puedes comprometerla sin una ofensa cometer,
ni yo sufrirla de un juicio infantil.

Luscinda
Tan justo es mi amor es y tan perfecto mi juicio
que condenar sería preciso la virtud que lo hizo. 630

Padre de Luscinda
No sigue la virtud un ansia cegada,
que deja el respeto que la ordenaba.

Luscinda
¡Ay!, ¡cómo ese respeto vano, de mis días ese tirano,
a menudo le disculpa y siempre me ofende!
Basta con que una vez su injusta potencia 635
sometiera mi amor a su autoridad.39
Condena mi mente una palabra que pronuncié,
y nunca más mi resentimiento ocultaré.

Padre de Luscinda
Con todo, tienes que aceptar
que sea mi voluntad en la tuya absoluta, 640
acoger a Fernando en su próximo regreso
y su amor aumentar con tu arrepentimiento.
Deja ya a Cardenio y rechaza su recuerdo
inútil para tu alma y a tu honra40 contrario.
Ustedes, fieles testigos de un mal tan riguroso, 645
acompañen aún a un desdichado anciano.
39
Obeïssance: ‘autoridad’.
40
Gloire: ‘honor’, reputatio.

— 71 —
pichou

Luscinda (sola)
Vete pues, padre insensible a mis legítimos rezos,
a buscar para mis suspiros nuevos motivos.
Vete, cruel, a reunir mil esfuerzos enemigos
para obligarme a dejar una dicha que prometí. 650
Arma la traición, la avaricia y la injusticia
contra la firmeza de mi joven corazón.
Ya no temo tus cuidados infieles,
tu rigor es el mal que menos me afecta.
¡Ay dioses!, ¡cómo mi espíritu siente nueva ofensa, 655
viendo por todas partes mi esperanza apagada,
y que a quien amo, de mis ojos alejado,
sin duda desesperado se aleja de estos lugares,
habiendo visto que tan poca resistencia opuse
cuando el respeto chocó mi firmeza! 660
Perdón, amante fiel, me faltó el valor,
pero no el amor que han acosado.
Vuelve a apartar el dolor que me toca,
ven a ver cómo mi alma desdice mi boca.
Ven de nuevo a escuchar mi razón 665
y no me acuses tan rápido de traición.
Pero ¡qué palabras tan inútiles pronuncio aquí,
y cuánto mis deseos todos son confusos y frívolos!
No volveré a verlo, estos confesados suspiros
no pueden contener su corazón ofendido, 670
Y tanto temo de mi padre el regreso
que este despiadado pensamiento ya me desespera.
Hay que resolverse pues a dejar esta vida
en que mi aflicción no puede sufrir el día.
Un próximo monasterio elegido para mi asilo 675
a mi justo susto ofrece fácil acceso.
Allí será donde en lo extremo de mis libres pesares
mi llama alentará sus secretos sentimientos,
y donde el recuerdo de mi querido Cardenio
para mantener bastará mi infinita queja. 680

— 72 —
las locuras de cardenio

Allí será donde este único motivo de mis amores


se enterará de los suspiros que concluirán mis días,
de que siempre me ha abrasado un noble ardor
y que tan fiel41 he sido como infeliz.

41
Constant: ‘fiel’ (vv. 684, 1983).

— 73 —
pichou

Fig. 3. Jacob Savery, Súplicas de Dorotea a don Fernando en la venta


en presencia de Luscinda y Cardenio, 1682, aguafuerte y buril, 166 x 95 mm.
[http://bdh.bne.es/bnesearch/CompleteSearch.do?showYearItems=&field=
todos&advanced= false&exact=on&textH=&completeText=&text=
cardenio&pageSize=1&pageSizeAbrv=30&pageNumber=29]

— 74 —
las locuras de cardenio

acto tercero
escena i
Cardenio (en el yermo)

Pensamientos que nutrís el dolor que siento 685


y entregáis mi firmeza al poder de mis sentidos,
ordinarios autores de la inquietud que me hiere,
cuya violencia mi flaqueza venció,
tiranos de mi sosiego, al final tendréis
absoluto poder sobre mis extraviados sentidos. 690
A vosotros solos permito ocupar mi memoria
y borrar el motivo de mi primera conquista.
Este yermo elegí y de estos lugares el horror
para tener la forma de manteneros mejor
y de entregarme a vuestros negros furores, 695
ya que la desesperación mis pensares42 guía.
Solicitad mi odio, apagad mi amor,
hacedme consentir la pérdida del día.
Cuando redobláis los tormentos que me llagan,
entonces es cuando vuestros rigores más me obligan. 700
Ya que vanos son mis gritos y superfluos mis deseos,
¿qué puedo temer si ya no espero?
La injusticia y el dolor me aconsejaron que huyera:
un rival me traiciona y Luscinda me deja.
Fueron43 mis ojos testigos demasiado fieles 705
para dudar de la afrenta que menos temía.
Esta boca, por mi alma antaño tan querida,
pronunció la sentencia de mi profunda desdicha
y, bajo engañosa miel ocultando traición,
tras tanta dulzura veneno me dio. 710
Goza un pérfido de mi raptada conquista

42
Resverie: ‘pensares’.
43
Se monstrer: ‘ser’.

— 75 —
pichou

y cosecha en un día el trabajo de mi vida.


Lo vi, con una sola palabra que me dio desdicha,
derribar toda la esperanza de mis cuidados amorosos.
Lo vi, bajo la fe de un matrimonio injusto, 715
recibir el favor que se me destinaba,
y mi espíritu, por tan obvio perjuicio herido,
de sufrirlo feliz, no hizo el menor esfuerzo,
cuando pudiera, irritado por la injuria,
reprender a la inconstante y castigar al perjuro, 720
y cuando, para borrar la afrenta que permití,
debiera sofocar a esos enemigos vulgares.
¡Ay dioses!, ¿qué potencia a mi ira opuesta
aparta esta vez esa fácil venganza?
Arrebatos inútiles, ¿por qué postergabais 725
un fácil castigo de mi justa ira,
para hacerme languidecer en este lugar solitario
entre las crueldades de un exilio voluntario,
donde el sueño jamás acompaña mis noches
ni del día el despertar suaviza mis pesares, 730
donde espero que la Parca a mis votos favorable
corte pronto el fluir de mi suerte miserable,
y que este cuerpo agotado por atenciones y tormentos
sucumba bajo el pesar de mis duros penares?
Pero ¡cuán lenta es mi pasión en este daño, 735
cómo falta mi penar de valor!
Demasiado poco es tal apacible y suave sentir,
debe mi espíritu entregarse a la ira,
y el horroroso ruido de mi queja confusa
alejarse del sosiego que el cielo me niega. 740
Quiero que en adelante los arroyos de mis llantos
humedezcan barbechos y nutran flores,
que por mil sollozos mi voz entrecortada
al contar mi mal esté siempre entretenida,
que estas rocas por mis tristes discursos animadas 745
para quejarme y escucharme no sean ni mudas ni sordas,

— 76 —
las locuras de cardenio

y que estos arbolitos, no siendo ya insensibles,


aprendan la piedad de mis penas visibles.
(Se está volviendo loco).
¿Lo quiere, Luscinda?, ¿es suficiente este sufrir
en estos lugares donde mi suerte nada puede esperar? 750
Cruel, venga a ver si son fingidos mis dolores,
preste atención al arrebato de mi queja.
¡Qué!, ¿me niega, insensible belleza,
lo que me consentiría la crueldad?
Al final, sus rigores me llevarán a la inconstancia, 755
por fin permitiré que la razón me venza.
Parto sus lazos, y ya este desierto
a mi anhelo ofrece amores a los que cortejo.
Ninfas de estos bosques, deidades silvestres,
desvelen ante mis ojos sus desconocidas bellezas; 760
náyades, dejen su imperio natal
y salgan al son de mi voz de una morada de cristal;
no teman aquí la trampa44 del sátiro
y acudan a aliviar mi enamorado martirio.
¡Ay dioses!, ¡cuántos tritones coronados de juncos 765
asoman con arrugada frente la superficie de las aguas!
Regresen, dioses de la onda, a sus húmedas cuevas,
asustan ustedes mis tímidos sentimientos;
no es su presencia lo que quiero ahora,
estas deidades son las que poseen mis deseos. 770
Castas ninfas del agua, ¡cómo lucen de hermosas
para mis ojos deslumbrados por sus gracias nuevas,
cuánto me gusta ese rostro de tez tan fresca,
que jamás ofendieron los rayos del sol!
¡Cuánto me arrebata este pecho, cuánto me gusta
este cabello 775
que el Céfiro acaricia y que las ondas besan!
¡Qué cambio más repentino en estos lugares me acontece!

44
Aguet: ‘trampa’.

— 77 —
pichou

¿Qué nuevo horror espanta mis ojos?


Este pálido y sangriento cuerpo, sobre el polvo tendido,
humeante aún del golpe que le asesgó el rayo. 780
¡Ay dioses!, esta orilla de huesos del todo cubierta,
y esta madera chispeante de mil fogatas:
espectros que presentan en el horror de las tinieblas
a nuestros adormecidos sentidos sus imágenes fúnebres,
¿No son estas sus engañosas visiones 785
que mi mente engañan con estas ilusiones?
No, reales son estas cosas, y mi miedo que redobla
ve que tiembla la tierra, y que el cielo se turba.
Perdieron estos árboles lugar y figura,
esta roca es de llamas, y de sangre este río. 790
¡Huyamos de estos tristes lugares, cuya menor aventura
asusta a humanos y naturaleza destruye!
¡Pero cuán injurioso me parece aquí el destino,
que a mis pasos opone este torrente rabioso,
que entre dos rocas corre, de espuma y audacia lleno, 795
de seguidos borbotones con hielo mezclado!
¡Ánimo!, crucemos nadando, un esfuerzo valiente
contra tantos peligros se hará más fuerte.
¡Dioses, cuánta resistencia! Al final, aunque se empeñe,
me libraré de su rabia rebelde. 800
Heme en la orilla; espantosa estancia,
castígame de muerte si ves que regreso.

— 78 —
las locuras de cardenio

escena ii
Luscinda (en el monasterio)45

Por fin estoy libre de obligaciones


después de sufrir injusticias tantas.
Rompió la huida todos mis grilletes 805
y todo mi temor disipó.
Mostró mi firmeza todo su vigor
para salvarme de las manos de un padre inexorable;
hallo en mi descanso esta estancia favorable
y no temo ya los azotes de su rigor. 810

Amor, viendo que mi martirio


conserva su fidelidad,
perdónale a mi timidez
la palabra menor que me hizo decir.
Ya no temo a un rival odioso, 815
y mi cautela hizo mi huida tan secreta
que para ser informado del lugar de mi retiro,
hay que haberlo oído de la boca de los dioses.

Estos lugares al silencio dedicados están.


De la virtud es la estancia, 820
donde abatido el vicio se ve
bajo una santa potencia.
Un celestial fulgor arde aquí a mortales,
y, cuando se ven salir suspiros de su boca,
no es sin embargo ese falso dios el que los afecta, 825
a quien nuestras pasiones han erigido altares.

El espíritu siempre guerrea


contra la libertad de los sentidos

45
Se mantiene en esta traducción del parlamento de Luscinda la disposi-
ción estrófica del texto original galo del xvii.

— 79 —
pichou

y lleva sus inocentes deseos


muy lejos de los tormentos de la tierra. 830
Aquí los corazones, conmovidos por un divino sentimiento,
no tienen sino una firme visión donde arraigar esperanza
y, viendo en el puerto del mundo las tormentas,
buscan la eternidad que depende de un momento.

¿Pero de qué me sirven estos ejemplos, 835


ya que mi amor es tan fuerte
que conserva un primer esfuerzo
entre la santidad de los templos?
Me resisto al poder de los espectáculos presentados,
siempre mi pasión tiene iguales fuerzas, 840
y cuando me detengo ante estas santas maravillas,
arrebatados están mis sentidos y no superados.

Siempre un amoroso genio,


forzando el respeto de estos lugares,
viene a representar ante mis ojos 845
el dulce retrato de Cardenio.
Nada puede, amor querido, desviar mi amor;
él regula por completo los deseos de mi alma,
y no puedo dejar este fuego hermoso que me abrasa
sin también dejar la luz del día. 850

escena iii
Amérita, Luscinda

Amérita (pariente de Luscinda, vestida de monja)


¿Quiere pues usted todavía del mal que la posee
mantener la herida y huir el remedio?
¡Qué!, ¿no basta con lanzar suspiros
en el rigor injusto de todos sus disgustos?
Al final sereno tiempo sigue la oscura tormenta, 855

— 80 —
las locuras de cardenio

sucede la luz a la huida de la sombra,


y la calma, apaciguando de las olas la tormenta,
ofrece alciones46 a los ojos de los marineros.
Así que su tormento debe terminar su curso
y permitir a sus llantos que agoten su fuente. 860

Luscinda
Mi mente con todo solo puede suspirar
desde que perdió recursos para esperar.
En tales circunstancias tiene el dolor que estallar;
nos hiere el silencio, y nos alivia47 el quejar.

Amérita
Al contrario, solo hay que hacer uso de razón, 865
cuyo sabio consejo a sanar ayuda
y le prohíbe al espíritu alimentar tristeza,
sea cual sea el resentimiento que desgracia nos deja.

Luscinda
Mientras que la razón así de nosotros dispone,
insensible es la mente, o el mal es muy suave. 870
No puedo gobernar mis tormentos de tal manera:
la firmeza me abandona, y el arrepentimiento me lleva.

Amérita
Aunque hubiera recibido todos los golpes de la desdicha,
el descanso debe al final concluir el dolor.

Luscinda
¿Qué puede aún el destino en mi vida? 875
¿Qué aflicción todavía la sigue?

46
El alción (o halcyon) es un ave fabulosa.
47
Flatter: además del sentido obvio en demás versos, también significa
‘aliviar’, ‘apaciguar’ (vv. 864, 920).

— 81 —
pichou

Un padre tan contrario a la preocupación de mi dicha,


un amante lejano que ya nada espera,
¡Ay dioses!, ¡cuán mi tristeza es débil y lánguida
desde el recuerdo de mi recién pérdida! 880

Amérita
Debe con todo esperar aún del tiempo
una dicha que hará felices todos sus deseos:
se ve en un momento la fortuna cambiada,
la desdicha suavizada y la injuria vengada.

Luscinda
Para mi suerte creo que estos beneficios quedan ocultos, 885
que los dioses contra mí siempre permanecerán enojados,
y que un astro maligno preside mis años,
cuyos rigores obstinados no puedo vencer.

Amérita
Siga esperando sin embargo y piense solo
en echar de su alma tan desagradable tormento. 890
Siempre me verá, con discreta amistad,
ocultarle a sus padres este feliz retiro.

escena iv
Fernando, don Félix (su escudero)

Fernando
Deja de molestarme con esos apocados discursos
que a mi socorro aporta tu afecto.
Cualquier sabio designio que me aconseja tu fe, 895
la mente me choca y el oído ofende.
Inútil es tu dolor para mi recuperación.
No puedo resolverme a salir de prisión,
y, aunque el rigor me abrió las puertas,

— 82 —
las locuras de cardenio

tan débil es mi valor y potentes mis cadenas 900


cuando de desprecio quise hacer uso,
que el amor mis sentimientos aún más implicó.
Tiene Luscinda sobre mi alma poder total,
no puedo sin morir su ausencia soportar,
ante mí los amores más encantadores 905
cambian voluptuosidades en vivos tormentos.
Todo me enoja, y jamás mi pensamiento
tanto sufrió un ardor insensato.

Don Félix
Cuando en la locura manda el juicio,
fácilmente reprime ese amoroso extravío. 910
A esa tiranía hay que oponerlo,
y pronto verá usted apartada su coacción.

Fernando
¡Ay!, ¡cuán fácil es de ese modo aconsejar
cuando semejante tristeza no padece uno,
y cuán quien culpa un enfermizo juicio 915
solo desconoce de una ojeada el poder!
¡Ay!, si supieras lo que sufre un amante
entre las crueldades de un triste alejamiento,
en lugar de acusarme cuando suspiro,
mejor te preocuparías por aliviar mi martirio. 920

Don Félix
Sí, si fuera yo un traidor, un amigo malo,
que disfrazar quisiera ese mal pernicioso
y no condenar una ciega locura,
que mantiene su alma en errores sepultada.

Fernando
¿Un ardiente amor llamas locura 925
que enciende la belleza de una querida mitad?

— 83 —
pichou

¿Es Luscinda una amada cuya alma siendo apasionada48


pueda tan libremente su mente despejar?
Y, si la conoces, ¿no me confesarás
que no creó el cielo a sus encantos nada igual? 930
¿Que respira la gracia, y la belleza se deleita
en la fresca blancura de su amable mejilla?
¿Que en medio de su pecho los amores retirados
cortejan a su vez ambos montes separados,
y que en sus cabellos esos idólatras niños 935
procuran la suavidad de cien placeres juguetones?
¿No son sus ojos los más afortunados vencedores
que solicita el amor al conquistar corazones?
¿Y un lugar su boca de los más dulces milagros,
donde tan a menudo ese dios proclamó oráculo? 940

Don Félix
Admito49 que nada le falta a su perfección
que limite de sus sentimientos la elección,
que no se la pueda ver sin venerar sus méritos,
y que sea más hermosa aún de lo que dice usted.
Confiese sin embargo que un espíritu bondadoso 945
no debe sufrir su menosprecio riguroso,
y que tras tan cobarde y culpable rechazo
le brinda usted inmerecido deseo.

Fernando
Cierto es, confieso a tu fidelidad
que jamás a amante tan mal se le trató. 950
Pero con tanto atractivo...

Don Félix
Fácil es despreciar
el menor recuerdo de su alma reacia.
48
Blessée: ‘abatida’ o ‘turbada por el amor’ (vv. 927, 1036, 1278, 1395, 1965).
49
Vouloir: ‘aceptar’, ‘admitir’.

— 84 —
las locuras de cardenio

Fernando
No, déjalo ya, ni el desprecio ni el olvido
derribar no podrían el imperio que fundó.
Ayúdame solo con tu sabia conducta 955
para averiguar en qué asilo concluyó su huida.
Emplea en su búsqueda un extraordinario50 empeño
para cerciorarme de dónde destella este hermoso sol.
Entonces será cuando obligará tu servicio a mi alma,
en lugar de oponerte al ardor que me abrasa, 960
ya que sin este amor todas las teas del cielo
a mis ojos les ofrecen envidioso brillo.

escena v
Don Quijote, Sancho Panza

Don Quijote
Fiel compañero y testigo de mis armas,
que no me dejas en el espanto de las arremetidas,51
generoso escudero por quien los Amadís 965
despreciarían la elección que antaño hicieron,
entre tantas proezas y diversas penas
que enaltecer pueden mis desdichadas hazañas,
sabes que los peligros mis placeres fueron.
Desde que buscó mi valor los desafíos, 970
mi estima grabé en el corazón de la fama52
y vacié de laureles los altares de la gloria.
Que los afamados valientes en los siglos pasados
ya no representan sus retratos borrados:
mi fama sola contiene a los más orgullosos,53 975

50
Nompareil: ‘extremo’, ‘extraordinario’ (vv. 957, 1574, 1935).
51
Allarme: ‘temor al ataque del enemigo’ (vv. 964, 2101).
52
Memoire: ‘fama’.
53
Fier: ‘arrogante’, ‘orgulloso’.

— 85 —
pichou

exasperar mi ira es ofender a Alcides,54


mis designios sigue el honor, mis pasos la victoria,
y una de mis miradas cientos de muertes puede causar.
Amigo de la inocencia y vengador de la injusticia,
enmarco mi grandeza en las leyes de mi valor 980
y, sacando valor del sepulcro de los muertos,
supero la gloria55 de sus primeros esfuerzos.
El Tajo viéndome a diario en sus orillas
apresura el fluir de sus temerosas olas,
y el mar recibiendo sus oleadas ensangrentadas, 985
que arrastran los cuerpos muertos de cuantos domé,
cree que su violencia despobló la tierra,
y que en vez de tributo le trae la guerra:
soy tan valeroso que mis más nimias hazañas
asustan a los elementos y les dictan leyes. 990
Un niño, sin embargo, me arrebata la libertad
y se enorgullece de la dicha de mi presa.
Quien, a pesar de las artimañas de los magos astutos,
Doma a Rodamontes56 en molinos convertidos,
se somete a la merced de un poder ciego 995
a quien nuestra flaqueza dio nacimiento,
y todo su valor es inútil aquí.

Sancho
¿Qué?, ¿alguna hazaña nueva le da dificultad?
¡En adelante, a quien me suceda busque!
Si hay que seguir luchando, helado mi corazón está. 1000

54
Alcides o Alceo, ‘divinidad mitológica del amor, de la constancia y de la
fuerza’.
55
Eclat: ‘gloria’.
56
Personaje del Orlando furioso de Ludovico Ariosto, donde se retoma la
leyenda de Carlomagno bajo la forma de una poema heroico. Rodamonte
o Rodomonte, rey de la argelina ciudad de Sarza, lanza su ejército de sarra-
cenos contra Carlomagno, en París. Tras un primer éxito, es rechazado de
la ciudad por el emperador francés gracias al valor de todos los parisinos.

— 86 —
las locuras de cardenio

Desde que le sirvo, ni siquiera


conseguí gobierno como recompensa.
Promete usted muchos condados e islas,
donde haré al año cuatro fértiles cosechas,
donde los campos de queso y de leche los arroyos 1005
colmarán la estancia de un dichoso criado:
ahora conozco esas frívolas promesas
y no puedo ya conformarme con palabras.

Don Quijote
Siempre tu ignorancia acompaña tu miedo
y toma seguro bien por un engañoso ensueño. 1010
¿Sabes que puedo darte un imperio
en el menor designio que mi conquista desea?
¿Que la punta de mi lanza tiene principados,
y que la suerte actúa según mis deseos?
¿Basta con un reino tan grande como China? 1015
Es la menor felicidad que este brazo te destina.

Sancho
¿Pero por qué pospone ahora usted esta dicha
que puede enriquecerme sin que le cueste nada,
mientras ve usted el trabajo que sufro
caminando todo el día y durmiendo en lo duro, 1020
ser de mil tropiezos a menudo golpeado
y, no habiendo comido nada, cenar57 solo viento?

Don Quijote
Aunque este favor no puede aún verse,
espera la ocasión que el cielo ha de crear.
Dudas de una dicha que no te puede faltar, 1025
igual que mi habilidad para vencer y atacar.
¡Pero cuán mal conoces el motivo de mi queja
al primer sentir de un dolor amoroso!
57
Souper: ‘cenar’.

— 87 —
pichou

Sancho
¿Enamorado está?, Dios mío, ¿desde cuándo
resolvió usted hacer ahora58 la corte? 1030
Dígame, por favor, y ¿quién es la princesa
a la que su afecto eligió como amada?

Don Quijote
Dulcinea es el motivo de mis hazañas59 guerreras,
a quien mi gloria entera le consagró sus laureles.
Dulcinea es el altar al que dirijo mi quejar 1035
para buscar de mi alma herida el curar.

Sancho
Ama usted a Dulcinea, ¡qué asombrosa60 opción!
¡Cuánto me gusta su talle, cuánto admiro su voz!
¡Ay!, ¡lo bien que baila! Nadie rivaliza
con lo airoso que sobresale en grecorromana lucha. 1040
Conoce usted a Jacquet, el lacayo de Thibaut:
honores le rinde en la carrera y el salto.
¿Creería usted que se bordea los ojos con escarlata,
y que su cutis es suave como el cuero de un zapato?
Ella va sin zapatos, y aborrece el afeite 1045
y jamás mezcló la naturaleza y el arte.
En fin, morirme acepto si todos en el pueblo
de amor no suspirasen ante tan hermoso rostro.

Don Quijote
Sacrílego,61 ¿a ofender ante mis ojos te atreves
sus encantos venerados por dioses y mortales? 1050
¿No temes tener siempre cielo contrario
tras proclamar propósito tan temerario?

58
Icy: ‘ahora’ (vv. 1030, 1328, 1331, 1543, 1578, 1866, 1956).
59
Gestes: ‘hazañas’ (vv. 1033, 2100).
60
Admirable: ‘asombroso’, ‘desconcertante’.
61
Prophane: ‘sacrílego’.

— 88 —
las locuras de cardenio

Fig. 4. Célestin Nanteuil, Dulcinea del Toboso, 1855, cromolitografía,


438 × 320 mm. [http://bdh.bne.es/bnesearch/CompleteSearch.do?showYea
rItems=&field=todos&advanced=false&exact=on&textH= &completeText
=&text=dulcinea&pageSize= 1&pageSizeAbrv=30&pageNumber=22]

— 89 —
pichou

Si acaso discurso semejante me sostienes


tu sangre reparará el honor de mis amores.
Considera que tu vida está en la punta de tu lengua, 1055
tu muerte sucederá poco después el final de tu arenga.

Sancho
Reconsidere, por favor, ese frívolo decreto:
si me matase, me moriría de pena.
Recompensa es esta la de un fiel servicio,
que verdad dice sin ningún artificio. 1060

Don Quijote
¿Verdad le llamas a esa proclamada blasfemia,
que a la tierra hiere y a los cielos enoja?
Poco falta para que este brazo castigue una ofensa
que de nada disculpas en tu débil defensa.
Solo tu voz ahora controla. 1065
¿Pero qué peregrino ruido del fondo de este bosque asoma?
Temo de los magos el hechizo ordinario:
¡mi lanza, mi yelmo!, ¡ay, qué hermosa hazaña!

escena vi
Cardenio, don Quijote, Sancho

Cardenio (enloquecido, sale de un rincón del bosque)


Ladrones infieles contra mí amotinados,
en vano extremáis esos esfuerzos obstinados: 1070
solo os menosprecio, y mis manos desarmadas
esperan detener vuestras encendidas furias.
Monstruos que de sangre nutridos estos bosques pobláis,
sé cómo escapar de vuestras trampas.
Basta mi valor62 para vuestra derrota, 1075
ya que reconocí vuestra disfrazada emboscada.

62
Generosité: ‘valor’.

— 90 —
las locuras de cardenio

Don Quijote
Guerrero, seas quien seas, concluye aquí tu discurso
y mira en qué ayudarte puedo.
¿Es preciso asaltar de Zirfea el castillo,
alzando sobre su pérdida un ilustre trofeo? 1080
¿Tendría el traidor Arcaláus63 la audacia
de aceptar mi desafio, tras haberte ofendido?
Dispón libremente del poder de mis armas;
no temo ni peligros, ni prodigios, ni encantos,
y, si estoy a favor tuyo, el universo conjurado 1085
no podría derrumbar tu segura felicidad.
No tiene esta enemigos que tema tu debilidad,
que no desprecie mi corazón, y que no apremie mi brazo.
Basta con mostrármelos.

Cardenio
¿Qué?, ¿no divisas
un mundo de enemigos que me pisan los talones, 1090
que a acometerme viene?

Sancho
Nada veo llegar
y lo creo al menos tan loco como mi amo.

Cardenio
¡Ay dioses!, ¡cómo aumenta en poco tiempo su número!
Retumba este yermo por sus estrepitosos gritos.
Por Dios, ¡que sin temer sus tiránicos designios, 1095
me abra yo camino a través de esas picas,
que me apresure a pesar de mi sangre
entre mil puñales que el costado me abrirán,
63
Sabio encantador y perverso en el Amadís de Gaula. Se le califica aquí
de “traídor” por unirse, en el Amadís, junto con el caballero Barsinán,
con la meta de derribar al rey Lisuarte, a quien encarcelan con Oriana,
antes de que Amadís los libere.

— 91 —
pichou

y que para contentar mi gloria y su envidia,


aumente mi fama al final de mi vida! 1100

Don Quijote (con lanza en mano)


Yo soy quien debe cumplir estos nobles hechos,
legítimos cargos del oficio que cumplo.
Aquí es quizá el bosque encantado
que el destino reserva a mi fuerza indómita.
¡Adelante!, ¡os disipo, seres engañosos! 1105
¡Basta ya con ese falso resplandor que la mirada nos encanta!
Demonios, dejad de morar bajo estas tiernas cortezas
y no me opongáis vuestras inútiles fuerzas.

Cardenio
Rival que injuria el honor de mi destino,
¿quieres pues quitarme la gloria en este esfuerzo? 1110
Huye de aquí, atrevido, un suplicio riguroso
debe tu audacia detener y a tu cómplice castigar.

Sancho
¡Socorro!, muerto estoy. Invencible guerrero,
perdone a Sancho, el fiel escudero.

Cardenio sale del escenario.

Don Quijote
¿Acaso engañó el pérfido mi valentía, 1115
sin poder a placer desenvainar la espada?
Detente, desleal.

Sancho
¡No grite tan alto
para que no asalte de nuevo ese demonio rabioso!
Estoy de golpes molido, me atormenta el dolor:
jamás a Gandalín así se trató. 1120

— 92 —
las locuras de cardenio

Don Quijote (regresa)


Ya está, huye al amparo del bosque
y reduce mi persecución a esa última desesperación.
¡Qué insulto sufrido! ¡Ay!, me mata el arrepentimiento
de ver con este cobarde mi vigor abatido.
Diez mil Mandricardos de mis hechos envidiosos 1125
no pudieran enfrentarlo sin ser aplastados.

Sancho
De verdad, con razón renuncia usted
cuando es factible la pérdida y ya no evitable.
¿Por qué antaño no tuvo en el pecho ese valor?

Don Quijote
¿Y quién sospecharía tan cobarde designio? 1130
¿Quién temería, fuera del agua, el furor de un corsario
y, cuando en paz se está, el esfuerzo de un adversario?
Mientras yo trataba de forzar su desdicha,
su ingrata maldad mi valor sorprendió.
¡Pero que no crea escapar de esta forma! 1135
Por el yelmo de Membrín que llevo puesto juro
que estos bosques no son lo suficiente oscuros
para dar a su temeridad refugio.

— 93 —
las locuras de cardenio

acto cuarto
escena i
Licenciado y Barbero del pueblo de don Quijote

Licenciado
Tras un largo recorrido que concluye este yermo,
estamos aquí junto al lugar donde mora don Quijote: 1140
es entre los espantos de este apartado bosque
donde condena sus ojos a alejarse de la luz.
Añade ahora a su conocida desdicha
el amor de una belleza del todo soñada
y le brinda a su alma un embustero fantasma, 1145
para quien su pasión de engaños64 se alimenta.

Barbero
Su mal no tiene igual. Jamás el frenesí
tanto poder tuvo sobre la fantasía.
¡Ay dioses!, ¡a qué extremo el error nos lleva
desde que la razón cedió paso a la locura! 1150

Licenciado
Mire con qué empeño se vanagloria este insensato
de cortejar en este bosque al quimérico amor:
a las rocas da queja, el amor le da odio
y los pájaros del alrededor huyen de horror.
Espantoso es su rostro, su martirio excesivo 1155
de andante caballero en sátiro lo convirtió.
Dice que su dama es un ángel mortal,
a quien su pasión quiere erigir altar,
que este yermo jamás verá su salida
mientras su suave ojo apacigue su llama. 1160
Dice que conmovidas están las rocas por sus gritos,

64
Vapeur: ‘engaño’, ‘falsa visión’.

— 95 —
pichou

y que los arbolillos respetan sus escritos,


mientras que su mesa es una vieja cepa,
que su habitación es la roca, y la piedra su cama.

Barbero
¡Qué delirio65 anormal, eh!, el pobre cegado 1165
no puede moderar su cerebro desordenado.

Licenciado
Sin embargo, espero que una feliz conducta
pueda acabar con la desdicha de su reducida vida,
siempre y cuando usted quiera con rescate similar
conmigo procurarle descanso a sus días. 1170

Barbero
Revelado este designio y su magnitud conocida,
lo que de mí dependa a tal empresa lo brindo.

Licenciado
Verá usted qué remedio tan fácil y tan suave...
¿Pero qué hombre desconocido así a nosotros se acerca?
Esa deshecha cara y arisca mirada 1175
me atemorizan el alma y me clavan la boca.

escena ii
Cardenio, Licenciado, Barbero

Cardenio (enloquecido)
¡Ay dioses!, ¿qué he vislumbrado?, ¿qué cosas tan espantosas
repentinamente hacia mí acudieron?
Cierto es que jamás semejante aventura
desde el caos la naturaleza ha asombrado, 1180

65
Resverie: ‘delirio’, ‘locura’ (vv. 1165, 1613, 2114).

— 96 —
las locuras de cardenio

y que menos ella se espantó cuando el universo


vio bajo el cúmulo de olas sus más altos montes cubiertos.
Me muero al recordar tan espantosas marcas,
que me dejaron la vida en el propio seno de las Parcas.
Fuego era el cielo, relámpagos mil sobre mis pasos 1185
solo me pintaban de la muerte los horrores;
abierto había la tierra hasta su centro los calabozos,
acababa Neptuno de encerrarse en su antro;
los astros todos ocultaban sus empañados rostros,
y los cuatro elementos parecían desunidos; 1190
la estancia de Plutón estaba sobre la tierra,
a Júpiter del rayo desarmado había,
y, en lo hondo de los infiernos, los Titanes desenfrenados
contra él atizaban sus designios amotinados;
cuando un astro enamorado, estos fúnebres lugares
forzando, 1195
hizo el día brotar de entre las tinieblas,
que no pudiendo sufrir sus repetidos rayos,
al sosiego de nuevo los perturbados elementos entregaron.
Luscinda disipó todos esos motivos de miedo.
En el destellar de sus ojos, apagué mi queja, 1200
y esos acontecimientos me han dado tanto temor
como me procuraría un montón de húmedo vapor.
¡Cuán grande es tu poder, adorable maravilla,
por haberme librado66 de semejante temor!
¿Pero no estoy divisando ese milagroso amor, 1205
que mi impaciencia buscó todo el día?

Licenciado
¡Ay!, ¡qué descomunal locura!

Barbero
¡Ay dioses!, ¡pero qué caricia!
El pobre extravagante por su dama me toma.
66
Retirer: ‘librar’, ‘salvar’.

— 97 —
pichou

Cardenio
¿Astro hermoso, vienes pues a visitar estos bosques,
que solo tu luz ha penetrado con sus rayos? 1210
Espera, tímido, y deja que mis ojos
perciban todos los encantos que tu rostro engalanan.
No me quites la dicha de aquí hablarte
y solo con una mirada suaviza mi martirio.
Permíteme un beso. 1215

Barbero
¡Ay!, ¡cerebro loco!
Señor, barbero soy, que no doncella.

Cardenio
Luscinda, ¿atrévese a desmentir mis sentidos todos
entre tantas bellezas y encantadores incentivos?
No, no pudiera el olvido borrar su imagen
en un corazón que a diario le rinde un santo homenaje. 1220

Barbero
¡Desgraciado encuentro!, ¿pero a quién me he dirigido?
Buscando a un loco, con un insensato me topo.

Cardenio
Por fin entre mis brazos la tendré, mala,
de mil voluptuosidades a mi gusto disfrutando.
Sus hermosos ojos brillarán para mí solo 1225
y vendrán al final a aliviar mi tormento.
Se unirán nuestras mentes en el umbral de nuestros labios,
mil amores volarán alrededor de nuestro lecho
y derramando cuantos encantos en nuestros enlazados cuerpos,
nos compensarán67 los daños pasados. 1230

67
Recompenser: ‘compensar daños’, ‘ofrecer compensación’ (vv. 1230, 2016,
2023).

— 98 —
las locuras de cardenio

Me parece que se desliza ya mi mano


hacia las maravillas que oculta un receloso vestido,
y que mi lánguida pasión al propósito
se pierde entre los lirios de la cara y del pecho.
Gratos arrebatos, amorosas delicias, 1235
¡Qué pronto me aliviaréis el tormento!
Me encantáis el alma al menor recuerdo
de la suprema dicha que me debe acontecer.
Pero se ofende usted por un temerario discurso,
que produce un amor que callarse no puede. 1240
Perdone, casta diosa, mis inocentes deseos:
si divina es, alabanza necesita,
y si demasiado amo, la naturaleza culpe
del poder de sus ojos y del mal que sufro.
No podía, santa mía, a la vez a su aspecto 1245
tener un alma sensible y mantener el respeto.
¿Qué?, ¿se niega a aliviar mi llama?
¿Tantos acatamientos no le conmueven el alma?
Cruel, demasiado ya dura su desdén.

Barbero
¿Qué quiere de mí, que nunca le vi? 1250

Cardenio
¡Ah!, ya lo veo claro: quiere, inhumana,
que jamás mi descanso suceda a mi pena.
Pues aguantaré hasta que la muerte
termine mis tormentos concluyendo mi destino,
y, cuando sufrido haya este rigor extremo, 1255
no me quejaré en la diáfana ribera.
Mis manes a culparle no se atreverán
que en lugar de humano corazón lleve un peñón.
Conmigo mi amor allá bajar querrá,
y siempre llama alguna mi ceniza alentará: 1260
vea cuánto le quiero.

— 99 —
pichou

Barbero
¡Ay!, ¡inhumano destino!
¿De sus manos todavía no me he fugado?

Licenciado
Demasiado se engaña usted, contemple este rostro:
que me muera si no es del pueblo barbero.

Cardenio
¡Ay!, traidor, ¿eres tú quien rompes este coloquio, 1265
Fernando infiel, dueño de mi bien?
Inútil es tu huida, y segura es tu muerte.
Culpable confidente, único autor de mi pena,
no te dejaré hasta que vengado esté.

Barbero
¡Dios!, ¡qué placer librándome me procuró! 1270

Licenciado
¡Socorro, que me matan!

Cardenio
¡Ay!, raptor infame,
¡jamás te vanaglories de traicionar mi llama!

Cardenio sale del escenario.

Barbero
Pues, ¿y qué dice usted? ahora de verdad,
no tiene motivo para tomarme el pelo.

Licenciado
¡Que se vaya al demonio que es adonde su ira lo lleva! 1275
Jamás hombre fue vapuleado de esa manera.

— 100 —
las locuras de cardenio

Barbero
Sin duda su locura no tiene comparación.
Amor alguno debe de así turbar su razón,
y la menor visión, su imaginación perturbando,
de despertar la insania que controla su alma. 1280

Licenciado
Lo creo igual que usted: este peligroso veneno
lleva al extremo su infeliz destino.

Barbero
Sigámoslo solo para conocer su retiro
con meta de aliviar su secreta pasión,
y temiendo que al final busque sepulcro 1285
en el hueco de roca alguna o del agua en el seno.

Licenciado
Pero si en este espíritu persiste la locura,
habremos vuelto a caer en la misma desdicha.

Barbero
No, no, no se preocupe: estos violentos arrebatos
no siempre causan semejantes ímpetus. 1290

Licenciado
Vamos, ya que lo dice, y por gracia me complace
que camine usted ante mí. Le seguiré el paso.

— 101 —
pichou

Fig. 5. Ricardo de los Ríos, Don Quijote bendice a Sancho antes de llevar la
carta a Dulcinea, 1881, aguafuerte y punta seca, 136 × 101 mm. [http://bdh.bne.
es/bnesearch/CompleteSearch.do?showYearItems=&field=todos&advanced=fa
lse&exact=on&textH=&completeText=&text=quijote+dulcinea&pageSize=1&
pageSizeAbrv=30&pageNumber=7]

— 102 —
las locuras de cardenio

escena iii
Don Fernando, don Félix, su escudero,
y don Guzmán, su amigo

Don Fernando
Amigos, no reprehendan la decisión que definí,
pues del todo mi corazón puede aliviar.
En otro lugar podrían condenar mi licencia, 1295
aquí tiene mi pasión mucha inocencia.
Estamos cerca del lugar que quise elegir
para mi justo deseo cumplir.
Saben que halló Luscinda asilo
en este cercano convento que a la vista tenemos. 1300
Mientras el sol este día quiere despedir,
los valles no tienen ni calor ni resplandor,
mientras alza la noche sus oscuras velas,
y un poco de claridad resiste aún a las sombras,
acude sola por estos hermosos paseos 1305
quejándose a favor de las negras umbrías
y con sus gritos turbando a las temerosas driadas,
que buscan cada noche el frescor de estas orillas.
Entonces es cuando encubiertos en bosque y noche,
fácilmente podemos, lejos del mundo y del ruido, 1310
cumplir el propósito de mi justo designio
y gozar del efecto de una dichosa sorpresa.

Don Guzmán
Cierto es que sin temor a ningún impedimento
que pueda oponerse a su contento,
podemos, con el fin de puntuar sus desgracias, 1315
caminar seguros sobre estas nítidas huellas.
Y cuando a nuestros pasos se ofrezcan mil muertes,
cuando para seguirle haya que enfrentar la muerte,
nada desviará nuestras fieles envidias,
y le serviremos en detrimento de nuestras vidas. 1320

— 103 —
pichou

Don Fernando
No, solo quiero de ustedes una buena acción así de leve:
solo así es como se me puede colmar.
Les invita la piedad, y el amor les suplica
que hagan con este servicio cumplida mi expectativa.
Secundan mi cortejo y sigan un momento 1325
mi firme esperanza de concluir mi tormento.

Don Félix
Nuestros corazones no necesitan estos hálitos.
Una franca amistad duplica ahora su vigor
y les da a nuestras mentes noble anhelo
para mantener de sus amorosos días el sosiego. 1330

Don Fernando
Creo que la máscara es ahora necesaria
por miedo a que me reconozca mi hermosa adversaria.
Adentrémonos en el bosque, rápido decae el día:
esta es la hora para tal esfuerzo más adecuada.68
Los campesinos agotados dejaron el campo, 1335
solo luce el sol en la cima de los peñascos
y quiere dejarle el lugar al amor al que cortejo,
quien viene en su ausencia a iluminar estos yermos.

escena iv
Cardenio (enloquecido)

Detente aquí, Luscinda; ¿adónde huyes, querida diosa?


Para mi amor halagar, muestra un poco de pereza. 1340
No te adentres, sol mío, en esas tinieblas,
que no pueden sufrir tus claridades divinas.
¡Vaya cómo en un fulgor se fuga de mi vista,

68
Propre: ‘adecuado’, ‘apropiado’, ‘conveniente’ (vv. 1334, 1636).

— 104 —
las locuras de cardenio

más rápida69 que un rayo que se pierde por la nube!


Funesta soledad, lugares llenos de terror, 1345
espantosos yermos donde el horror preside,
inmensas rocas erguidas por las manos de la naturaleza,
insensibles testigos de mi suerte desdichada,
disculpad de mis excesivos70 ardores la demasía
si busco a Luscinda por vuestras secretas guaridas. 1350
Mostrádme su belleza, que amparan vuestras sombras,
y ya no permitid que mi suspiro la llame.
Aguas hermosas, que con tan suave sonido fluís,
¿no me la escondéis a mi celosa mente?
Si yo supiera que estuviera en vuestras húmedas cuevas, 1355
el espejo rompería de esos fluidos cristales.
Destellan por la onda sus ojos de rayos ardientes.
No hay que dudarlo ya: por ahí la diviso
y aunque mi amor en esta espera se enoja,
me da gusto admirar su vacilante reflejo. 1360
Deidades del agua que me la retienen,
¡ay!, ¡cuánto me ofenden con cuidado tanto!
Quiero estas orillas partir, sus ondas turbar quiero
y volverlas ya por estos lugares vagabundas.
Pero este débil cuerpo de languidez abatido 1365
de flaqueza sucumbe y ya no tiene vigor.
Siento cada vez más mi debilidad aumentar,
mi juicio vuelve y mi fuerza me deja.
Desafortunado Cardenio, ¿a cuánto ahora
te reduce un tormento que nunca termina? 1370
¿Jamás sanar podrás de tan desdichado martirio
y recobrar de tu razón el apacible imperio?

69
Viste: ‘rápido’, ‘veloz’.
70
Indiscret: ‘falto de control’, ‘descomedido’ (vv. 1349, 1638).

— 105 —
pichou

escena v
Licenciado, Barbero, Cardenio

Barbero
No puede estar lejos ya, el sonido de su voz
nos ha alcanzado desde el medio de este bosque.

Licenciado
¡Ay dioses!, lo vislumbro, me espanta encontrarlo, 1375
igual que serpiente surgiendo de un seto.

Cardenio
Amigos, no huyan, ¿qué temen tanto?
No he venido para hacerles daño.
Pero si dolor alguno puede hacerles sensibles
a la compasión de desdichas visibles, 1380
y si la naturaleza aún le concede a la piedad
los mejores sentimientos de la humana amistad,
den alivio71 alguno al mal que me posee.
Su discurso podrá valerle de remedio,
pueden ustedes con acción buena forzar mi tormento, 1385
que me rehúsa el destino con su alejamiento.
Estos bosques ya, cansados de tanto suspiro,
se quejan de que mi voz desgarró su sosiego,
y los ecos, agotados de mi superfluo grito,
no me escuchan ya, ni me hablan. 1390
¡Dioses!, ¡qué placer tan grato para el mártir
encontrar a veces los recursos para decirlo!

Barbero
No le parezca anormal un justo asombro
que solo su voz desvanece de pronto:
al principio creíamos que su turbado espíritu 1395
igual estaría que cuando lo dejamos.

71
Allegeance, allegement: ‘alivio’ (vv. 1383, 1485, 1624).

— 106 —
las locuras de cardenio

Cardenio
¿Han ustedes conocido pues esa ciega locura
que erróneamente mi resentimiento expresa?
Perdonen los transportes de una mente que la rabia...

Licenciado
No, no, no hablemos de injusticia tan leve.
1400
Mire solo lo que de nosotros depende
para poner su suerte en más suave estado.
Basta con solo un momento para llevar la victoria
del centro de la desdicha a la cima de la gloria;
cualquier clase de mal con el tiempo se cura, 1405
y los más infelices al final satisfechos están.

Cardenio
No es que yo espere en esta soledad
moderar el exceso de mi inquietud
y que aquí venga fuera de propósito buscando,
en medio del tormento, lo suave del descanso. 1410
A diario, contra mí la muerte solicitada
permanece inexorable escuchando mi queja,
y del destino el rigor me reduce al punto
de no poder morir ni vivir tampoco.

Barbero
La muerte, sin enojarla, bastante vuela sobre nuestras
cabezas 1415
e incluso horrenda es al parecer de las bestias:
debe usted al contrario sofocar ese designio
que pálida desesperación enciende en su pecho
y concluir su estancia en estas desiertas riberas
tras tantas languideces e injurias sufridas. 1420

— 107 —
pichou

Cardenio
Estos tormentos, de mis días ya conocidos,
no me espantan ya en su penoso fluir.
Concluida mi pérdida y detenida mi pena,
claramente veo mi vida aquí parada,
y no se sienten ofendidos mis ojos 1425
por el horror de estas rocas sobre mi cabeza erguidas.
Dijéronme pastores algunos, mientras la locura
sigue los muchos errores de mi melancolía,
que, en medio de este bosque, corriendo con paso leve,
con locura persigo a un zagal tímido 1430
y que con este ardor las orillas cruzo
de los torrentes derramados por estas salvajes landas;
que, inclinado a veces en la orilla de un arroyo,
insensato me quejo del suave ruido de su agua
y, pensando detener su carrera vagabunda, 1435
con piedras ofendo la belleza de su manantial;
que, queriendo saber del ser de mis cuidados,
solo les respondía con pies y puños;
que me disculpen, sin embargo, haga lo que haga,
y me dejen de qué comer por donde paso. 1440

Licenciado
Creo que un buen consejo del juicio recibido
podría brindarle a usted un feliz cambio.
Aunque un contrario destino ejerce en su imperio,
la virtud no quiere que solo se suspire,
y que en la desdicha nuestras combatidas mentes 1445
parezcan cobardes bajo su fuerza vencidas.
Para el sosiego alcanzar, hay que vencer la tormenta
y oponerle siempre el menosprecio a la injusticia.
Use usted firmeza en sus aflicciones:
un apacible descanso sucederá a sus acciones, 1450
verá sin miedo el filo del precipicio
y obligará al destino a serle propicio.

— 108 —
las locuras de cardenio

Cardenio
Por supuesto, si todo eso me curase con seguridad.
Dejando la vida la esperanza, morir nos queda.

Licenciado
Con todo, a esos furores se les suela condenar, 1455
que a su gusto cortan el hilo de los años.
El término de nuestros días no está entre nuestras manos,
y el cielo nos obliga a sus leyes respetar.

Cardenio
Coacción inútil: es preciso, pues, para cumplirlas
que nos dé manera de vivir y esperar... 1460
¡Pero cuán triste les parece a mis ojos este zagal hermoso,
quien viene secretamente a suspirar en este lugar!
Fíjese cómo lo intenso de su dolor tapado
ha marchitado las rosas de su rostro pálido.

Barbero
Parece sin embargo que su resentimiento 1465
a quejarse se dispone.

Licenciado
Escuchemos por lo menos.

escena vi
Dorotea, Cardenio, Licenciado, Barbero

Queja de Dorotea
Tristes lugares de mi soledad,
sombríos retiros de estos bosques,
a los que he contado tantas veces
el exceso de mi preocupación, 1470
amplios yermos, funesta estancia,

— 109 —
pichou

donde jamás los rayos del día


ha ahuyentado ni horror ni umbría,
Perdonad mis justos pesares
si daño alguno aquí os hacen: 1475
solo puedo suspirar en lugares tan retirados.

La queja en otro lugar se me quita,


la vergüenza mis dolores ahoga,
y de mis llantos la libertad
ofende el estado de mi vida. 1480
Aquí mi lánguida mente,
entre los tormentos que siente,
libre venganza ejerce
y aconseja a mi pasión
que alivio no busque, 1485
si no se lo dais a mi aflicción.

Aquí el favor de vuestras sombras,


propicio para mi disfraz,
suavemente me hace sentir
el temor de vuestras moradas oscuras. 1490
Creo que mis tristes suspiros
con piedad conmueven céfiros,
que mi voz los hace más pacíficos,
y que en esta horrorosa estancia
esas rocas que creemos insensibles 1495
no tanto lo son como al que mi amor traiciona.

Enojoso recuerdo que me hiere,


desde que un enamorado inconstante
infeliz ha vuelto mi suerte,
triunfando de mi flaqueza. 1500
¡Pero cómo necesitaba mi mente
Cuánta resistencia o cuánto desprecio
para librarme de sus engaños!

— 110 —
las locuras de cardenio

¡Cuánto pudieron sus discursos,


cuánto artificio hubo en sus quejas, 1505
y cuán fácil era cautivar mis sentidos!

Belleza cuyos encantos venero,


decía ese amante infiel,
vea el término de mi tormento
y la justa esperanza de mis lágrimas. 1510
Jamás vicioso aspecto
apartó mis deseos del respeto
desde que suspira mi alma.
El matrimonio hacernos felices podrá.
Establece su imperio el honor 1515
y bajo sus leyes a los nobles espíritus ordena.

Así, dos fuegos solo tienen una llama,


dos voluntades solo tienen un deseo,
dos corazones solo una vez suspiran,
y dos cuerpos solo un alma abarcan. 1520
Allí es donde el amor sin rigor
hasta su último vigor
nos solapa su maldad,
y donde el calor de nuestros sentidos
desea72 castas delicias 1525
y de placeres inocentes disfruta en libertad.

Discurso repleto de hiel y maldad,


ya que su esfuerzo fraudulento
me regalaba los placeres del puerto
y naufragio me reservaba. 1530
Espíritu traicionero y sobornador,
que me presentaba esa dicha
con tan engañosos alicientes,

72
Respirer: ‘desear’.

— 111 —
pichou

mientras que su traición


víboras escondía en sus flores 1535
y presentaba miel para dar veneno.

Por fin mi pérdida se detiene:


por mí Fernando amor ya no tiene,
otra bajo su ley lo tiene,
Luscinda apartó a Dorotea. 1540
El ingrato ya no piensa en...

Vislumbra a Cardenio.

Cardenio
¡Ay dioses, cuántas maravillas
conmovieron mi mente y encantaron mis oídos!
Luscinda ahora nombrada y Fernando acusado
por este joven milagroso de zagal disfrazado:
¡cuán encantados están mis sentidos! 1545

Dorotea
¿Qué?, debo, descubierta,
tan pronto parar el relato de mi pérdida?

Cardenio
Deja, Dorotea, y no temas nada.
Tu desgracia compadezco y tu dicha deseo.

Dorotea
¡Ay dioses!, hasta por aquí se sabe de mi desgracia.
¡Qué sorprendida está mi alma de tan pronta llegada! 1550

Cardenio
¿Te asombra ver a ese amante lánguido
que Luscinda y Fernando infeliz hicieron?

— 112 —
las locuras de cardenio

Dorotea
¡Por desgracia!, ¿es posible? ¿Es usted, Cardenio,
quien suma su pesar a mi dolor infinito?

Cardenio
¡Ay!, ¡qué fácil es saber quién soy 1555
viendo la desdicha a que mis días están reducidos!
Ojalá la muerte me hubiera quitado la vida
que un riguroso destino siempre ha perseguido,
para contentar a esa ingrata belleza,
que de su deslealtad me hizo testigo. 1560

Dorotea
Pues ¿no sabe usted que tras haber sido forzada
a abandonar su llama al poder de su temor,
mientras que ante usted un riguroso respeto
forzó la libertad de su amorosa elección,
se vio a ese hermoso sol a quien adora su alma 1565
caer entre los brazos de su avaro de padre,
y que Fernando, afectado por tremendo enojo
tras enterarse del amor que por usted siente,
desprecio manifestó y la asamblea dejó,
a quien el mal de Luscinda ya había turbado?73 1570

Cardenio
¿Es, por desgracia, lo que dices seguro?
¿No estás engañando mi mal desesperado?

Dorotea
Jamás nada más cierto a sus oídos ha llegado.

Cardenio
¡Ay mansa noticia!, ¡ay, extrema dulzura!

73
Se añaden en la traducción los puntos interrogativos, que no figuran en
la versión de Pichou, a pesar de ser una pregunta.

— 113 —
pichou

A vivir me obligas tras muertes tantas 1575


y me devuelves la vida que no esperaba.
Justos dioses que ponen fin a mis pasadas desdichas,
ahora es cuando veo sus delineadas hazañas.
Los endulzados astros hiel ya no derraman
sobre nuestros días librados de las celestiales injurias. 1580
Respiremos ahora y saboreemos la esperanza
tanto tiempo desconocida de la perseverancia.
Pues, ya que mi Luscinda no tiene visos de cambiar,
y que vengarme quiso su resistencia,
espero que pronto reunidas nuestras almas 1585
juntas prueben infinitas dulzuras,
y que ese alevoso, admirando tu amor,
recibirá su descanso de la dicha de tu regreso.

Dorotea
Ojalá: esperémoslo, noble Cardenio,
ya que mi destino al suyo está unido. 1590
Ya no temo, con igual apoyo,
del destino el rigor que me llaga hoy
y de ahora en adelante les pisaré los talones,
esperando que el destino tenga solapado el odio.

Cardenio
No, no, no dude de que los sosegados cielos 1595
no estén en lo sucesivo a nuestros deseos dispuestos.
Usted que acaba de ver extrema desesperación
pintar solo la muerte en mi pálido rostro
mientras me resistía a sus palabras sabias,
ya ve qué remedio descanso me brinda. 1600
Cualquier otro me ofendía en su vana asistencia,
desprovisto de razón y firmeza.

— 114 —
las locuras de cardenio

Barbero
¡Qué contentos estamos de verle tan feliz
sentir tras el invierno la dulzura de la primavera!
¡Ojalá el cielo siga ampliando su alegría 1605
entre tantos placeres que su favor envía!
Adiós, propósito importante y apresurado
nos llama al camino que hemos dejado.

Cardenio
Por Dios, díganme qué tema les incita
a venir hasta aquí para dedicar su pena. 1610

Licenciado
Le salvará de semejante cuidado una palabra:
un pobre caballero a dos pasos de aquí está,
cuya perdida mente su delirio alimenta
con fantásticas hazañas de la caballería
y cree que su destino ha glorificado 1615
imitando los amores de Orlando furioso.
Sin embargo, hemos inventado engaño alguno
para disipar el error que su alma contaminó.

Cardenio
Creo haber visto, durante un día o dos,
a ese nuevo caballero enjuto y horroroso, 1620
a quien recuerdo haber dañado
cuando la locura dominaba mi corazón.
Pero ¿cómo puedo ayudarles? Dispongan libremente
de un espíritu que desea aliviarse.

Licenciado
Si la oración sobre el tema no pareciera temeraria, 1625
tan necesario bien a usted imploraría:
esta joven maravilla tiene poderosos encantos
para sacar de este bosque sus espíritus abatidos.

— 115 —
pichou

Cardenio
¿Consentimos, Dorotea, participar en el artificio
y prestarle a su desdicha favorable servicio?74 1630

Dorotea
Son sus deseos leyes que siempre cumplo,
trabe cualquier dificultad su cumplimiento,
y estimaré lo bastante recompensada mi pena
tras la recuperación de esa alma insensata.

Licenciado
Les diré de qué se trata. Antes de abordarlo, 1635
busquemos algún lugar adecuado para acomodarnos.

escena vii
Don Quijote, Sancho, don Fernando, don Félix,
don Guzmán, Luscinda

Don Quijote
Sepas que elegí este horrendo retiro
para ocultar mejor mi descomedido ardor
e intentar suavizar este amoroso sol,
cuya crueldad infeliz me ha hecho. 1640
No puedes de mi alma sacar este designio:
mi valor debe ahora a mi llama ceder.
Basta con que consientas salir de este bosque
para ver este hermoso sujeto que me tiene bajo sus leyes,
llévale esta carta a mi hermosa inhumana, 1645
en que con una palabra trazo su rigor y mi pena.
Espero toda mi felicidad de un fiel retorno.
Pero escucha primero la voz de mi amor:

74
Office: ‘servicio’, ‘prestar servicio’.

— 116 —
las locuras de cardenio

Galimatías
El incomparable resplandor de sus celestiales encantos,
habiendo domado mi corazón, mis armas no venció. 1650
Si sus perfecciones superaron75 mi razón,
nunca otro poder conseguirá mi curación.
Más hermosos son sus cabellos que de Oriana el pecho,
y para admirarle, reverencio a Diana.
Los astros iluminaron por lo tanto su belleza 1655
para que mi amor solo su crueldad viera.

Sancho
¡Qué palabras más sensatas,76 qué voces más divinas,
en las que usted puso todo el saber de las escuelas!
¡Ay, me dormiría usted si lo terminase del todo!
Amo, está bien, no lea hasta el último verso. 1660

Don Quijote
Ahora, querido amigo, tu diestra77 mediación
dispone de mi alma entregada en tus manos.
Juzga si a primera vista mi destino,
me deja esperar naufragio o puerto;
mira con qué ojos esta misiva abierta 1665
asegurará mi vida o concluirá mi pérdida.
Pues, te suplico, añade a mis escritos
que conmovidos estos bosques están por mis atormentados gritos,
que jamás Amadís tantas locuras hizo,
y que más débiles ímpetus tenía Orlando, 1670
que es ella el único Astolfo,78 cuyos arrebatos siento,
que pueda hoy devolverme la razón.
75
Forcer: además de los sentidos de ‘violar’ o ‘entrar con arrebato en algún
lugar’, también significa ‘superar’ (vv. 1651, 1868).
76
Sententieux: ‘que conlleva hondo sentido’, ‘sensato’.
77
Discret: ‘diestro’, ‘hábil’, ‘ducho’.
78
Personaje del Orlando furioso. Astolfo, duque de Inglaterra, había sido
metamorfoseado en un mirto por Melisa, antes de que le devolviera
forma humana.

— 117 —
pichou

Sancho
Inventaré más de lo que usted podría decir.

Don Quijote
Después, asegúrate de un ducado, de un imperio. 1675
Te haré tan grande...

Don Fernando y sus amigos salen con Luscinda.

¿Pero qué nueva desgracia


de nuevo mi valor guerrero atiza?

Sancho
Adiós, amo. Tengo que cumplir mi viaje.

Don Quijote
No, quiero que seas testigo de mi coraje.

Luscinda
¿Adónde me llevan, asesinos inhumanos?

Don Félix
No tema, señora, está en nuestras manos. 1680

Don Quijote
¡Dios mío!, es Sacripante a Angélica79 arrebatando.
Deja, rey infiel, este tiránico designio.
Soy respaldo del bueno y miedo del perverso,
don Quijote de la Mancha, honor del universo.

79
Orlando sufre el amor no correspondido por Angélica, quien, tal y como
lo alude aquí Pichou, también es cortejada por Sacripante, rey de Circa-
sia, a quien jura haber salvado su virginidad.

— 118 —
las locuras de cardenio

Don Fernando
Quítate de mi vista, insensato temerario, 1685
y proclama en otro lugar tu gloria imaginaria.

Don Quijote
Si tu deslealtad en ese empeño persiste,
espera solo de mi valor vergüenza o muerte.

Don Fernando
Y tú, toma de mi mano el fruto de tu amenaza,

Se fuga don quijote.

¡qué guerrero más valiente, qué audacia más prodigiosa! 1690


Usted, por todas partes sigue su fortuna y sus pasos...

Sancho
Señor, disculpe, no lo conozco.

Don Fernando
¡Ay!, justo80 es igual tratarle.
Hay que participar en esta felicidad extrema,
de sobra se lo merece. 1695

Sancho
¡Muerto estoy, socorro!
Que se vayan al demonio el amo y sus locos amoríos.

Don Fernando
Ese viejo fantasma armado, así huyendo,
debiera oponerse a mi justo cortejo:
¡cuánta cobardía tras la soberbia frente
acabo de descubrir en ese extravagante! 1700

80
Raison (c’est la): ‘ser justo’.

— 119 —
pichou

¡Pero qué tarde ya! el silencio y las sombras


siembran por doquier el horror en estas oscuras riberas.
Amigos, marchémonos de este espantoso bosque para
nuestros ojos
y consigamos un hogar lo bastante próximo a este lugar.

Don Félix
Vamos, señora, vamos. 1705

Luscinda
Quítenme la vida
antes que violentar mi esclava debilidad.

— 120 —
las locuras de cardenio

acto quinto
escena i
Don Quijote, Sancho Panza

Don Quijote
Por fin, querido confidente de mi afecto,
¿Has servido fielmente a mi pasión?
No me disfraces nada, ¿qué debo esperar?
Dime si el destino me es favorable o contrario, 1710
deja de atormentar mi mente.

Sancho
Le aseguro que mi viaje fue todo un éxito.

Don Quijote
¿Qué acogida te dio esta ilustre princesa,
por la que me consumo y suspiro sin cesar?
¿No ofendiste con mi carta a tantos reyes, 1715
quienes ahora sufren el rigor de sus leyes?
Dime si mi fortuna en algo ha mejorado
y si consta para mis sentidos morada real suya.

Sancho
¡Ay qué residencia más inusual, qué casa más excelente,
cuyo techo de paja es y de césped la pared! 1720

Don Quijote
Sé que fácilmente se engaña tu mirada,
entretenida a diario por quehaceres burdos,
y que un magnífico palacio en sus dorados artesonados
establo no más parece a tus cegados sentidos.
Por lo tanto, ese discurso absurdo no me preocupa. 1725
¿Qué hiciste cuando te aproximaste a mi reina?
¿No me confesarás, tras ver sus encantos,

— 121 —
pichou

Fig. 6. Jérôme David, Dom Quixot a l’imitation de Roland le furieux fait des
folies dans la Sierra Morena en la presence de son Escuyer partant pour porter
une lettre a Dulcinée du toboso, 1650-1652 (?), buril, 200 × 174 mm
[http://bdh.bne.es/bnesearch/CompleteSearch.do?showYearItems
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— 122 —
las locuras de cardenio

que no puede uno resistir el poder de sus alicientes?


¿Que sin idolatría se le puede erigir un templo
a ese divino ser que mi alma contempla? 1730
¿Que no tan hermosa es la aurora aun cuando en las flores
al madrugar derrama su luz y su llorar?
¿Y que en su seno se perciben tan peregrinas maravillas
que parece que naturaleza ahí remató sus maravillas?

Sancho
Vi cosas muy distintas, y nada de eso 1735
mientras allí estuve a mis ojos se presentó.

Don Quijote
Por lo menos de engaño no me puedes acusar
cuando digo que su boca está pintada de cinabrio,
y que lanza su rostro destello resplandeciente,
que a mortales hiere y a dioses cautiva, 1740
que el hijo de Cipris81 ya no toma armas
sino en el parecido globo de sus ojos llenos de encantos,
y que en su tez se ve tan fresco esmalte
como en ese ameno lugar donde jamás invierno reside.

Sancho
¡Ay!, ¡el débil discurso en que se divierte su mente! 1745
En una palabra, es ella hermosa siendo bizca y chata,
estrecha de frente, de párpados caídos,
negra de tez, de pelos ásperos y de ojos hundidos.

Don Quijote
Si cualquier otro esas palabras me dijera,
que frívolas parecen por temeridad tuya, 1750
¡con qué severidad ese desacato yo castigaría!
Agrada pues a mi ardor hablando como se debe.

81
Cipris o Cipria, por su origen geográfico, también llamada Afrodita.

— 123 —
pichou

¿Te fijaste al transmitir el amoroso mensaje


en todos los sentimientos que en el rostro se lee?
¿Y notaste en ese libre encuentro 1755
si ocultaba su alma amor o menosprecio?

Sancho
La veía alegre y con cara buena,
lánguidamente sentada en costal de harina.
Me dijo: Sancho, este ilustre señor,
aunque no me lo merezco, mucho me honra. 1760
Si quisiera mi madre, estaría casada
con nuestro mozo de labranza que se lo había rogado.
Pero más me gusta tan perfecto guerrero.
Nada puede igualar semejante favor que me hace,
y, como bien sé los propósitos que emplea, 1765
hay que desgarrar su carta para que no se lea:
de amor me habla...

Don Quijote
¡Ay celestiales armonías
entre las gracias del espíritu y las maravillas del cuerpo!
Prosigue, por Dios.

Sancho
Basta, prosiguió,
con saber que tu amo tiene semejante intención. 1770
Si puedo ver al criado del párroco,
respuesta le daré, se lo aseguro;
y si vuelves a verlo, acuérdate de decirle
que ya no me escriba, que no sé leer.
Después de todo eso, viéndome del camino agotado,82 1775
me dio de almorzar83 algo de cuajada,

82
Travaillé: ‘agotado’, ‘cansado’.
83
Disner: ‘comer al mediodía’.

— 124 —
las locuras de cardenio

diciéndome: «No puedo regalarte gran comida,


no tenemos vino, y la carne es cara».

Don Quijote
No le dijiste pues en qué extremo
vivía yo en el horror de este retirado bosque, 1780
y es posible que hoy ese sol al que adoro
no derrame lágrimas por el tormento que desconoce.

Sancho
Me olvidé decirlo: se rió mil veces
mientras comía queso y nueces.

Don Quijote
¡Ay!, dama cruel, tras tanto cortejo 1785
aún se mofa de mis crueles suplicios.
¿Pero qué otro evento aún se nos presenta?

escena ii
Don Quijote, Sancho, Barbero, Dorotea de infanta,
Licenciado y Cardenio disfrazado

Barbero
Este es el gran guerrero, señora, acérquese.

Dorotea
Valiente restaurador de la andante caballería,
que a su moribunda gloria devuelves vida, 1790
respaldo de afligidos, espanto de soberbios,
que con tus hechos descomunales colmas el universo,
ves a tus rodillas a una exiliada infanta,
a quien tantos azotes del destino han arrasado,
a una pobre huérfana, fruto de la desgracia, 1795
que desde la otra parte del mundo a implorar tu valor acude.

— 125 —
pichou

Don Quijote
Levántese osadamente, sin par princesa,
es superable cualquier tormento que le hiera.
Aunque mi pasión al amor prometió
no dejar nunca esta funesta estancia, 1800
ya que su desgracia en otro lugar llama mis armas,
dedico mi vida al motivo de sus lágrimas.
Adonde usted quiera vayamos, ¡que la tierra y las aguas
den materia a mis hazañas nuevas!
Verá mi valor tan dispuesto como mis palabras. 1805

Barbero
¡Ay, agradable respuesta a la preocupación que nos afecta!

Don Quijote
Basta con que me diga de dónde proceden sus males,
serán solo motivo de mis proezas menores.

Dorotea
Después de tanto favor, cien veces te beso,
guerrero más temido que el dios de Tracia. 1810
¿Pero es preciso ahora despertar mis dolores
y pintar mis tormentos con los primeros colores?
(Finge estar llorando).
¡Si morirme pudiera abriéndome la herida,
aunque la esperanza me agrada y tu voz me tranquiliza!

Cardenio
El ingenioso engaño con este comienzo 1815
sin duda logrará su contento.

Licenciado
Igual que usted, hábilmente concebido me parece
y creo que nuestros deseos conseguirán feliz salida.

— 126 —
las locuras de cardenio

Dorotea
Estando reducido mi padre al final de sus días,
con agonizante voz me dijo estas palabras: 1820
hija, me dijo, ya ves que la naturaleza
me apresura para que concluya mi última aventura.
No puedo evitar el rigor del destino,
a quien mi real destino debe servir de botín.
No debieras tú nacer o ya no debiera yo vivir 1825
para que la desdicha te dejara de seguir,
pues, en cuanto mi alma haya dejado este cuerpo
para reunirse con tu madre en el valle de los muertos,
un peligroso vecino de estas fértiles riberas
declarará la guerra a tus ociosas tropas. 1830
Un infame despiadado84 del infierno abortado
pondrá todas sus fuerzas para atarte en sus grilletes,
tomará tus ciudades, y su mano carnívora
con la sangre de tus súbditos el polvo enrojecerá.
No esperes el furor de un tirano peligroso, 1835
cuyo primer asalto es siempre riguroso.
Tu salvación debe venir de un guerrero de España,
a quien favorece el cielo y acompaña la gloria.
Lo encontrarás en el triste retiro
de un espantoso desierto, donde el amor lo redujo. 1840
Implora su favor, es el único Alcides
que de ese monstruo homicida puede librarte
y devolverte, al cabo de glorioso combate,
el cetro de tus valientes antepasados poseído.
Adiós, no dudes de estos éxitos trágicos: 1845
te digo el relato de mis libros mágicos.
Con esto, su espíritu se fue más contento
por haberme enseñado lo que me importa tanto.

84
Corsaire: ‘persona sin piedad’ (vv. 1831, 2064, 2088).

— 127 —
pichou

Don Quijote
Pues, ¿encontró usted proezas de lo anunciado?

Dorotea
Te describe mi voz la sombra de mi dolor. 1850
Apenas este buen príncipe los ojos había cerrado,
cuando ese traidor arrojado como un rayo del cielo
sobre mi débil destino tremendo se volvió
e hizo de mis súbditos increíble matanza.

Don Quijote
¡Ay!, ¡cómo no estaba para darle la muerte, 1855
imprescindible vengador de tamaño daño!
¿Y por qué ahora alguna Urganda desconocida
no viene a ponerme en las nubes un momento
para detener de sopetón a ese ladrón
y con su castigo señalar mi valor? 1860

Barbero
Lleve el propósito hasta su gloria suprema,
y es el premio del trabajo hermosa diadema.

Sancho
Son de estos condados algunos para mí de verdad,
que recompensarán mi servicio y fe.
No tarde, amo, en hacer este viaje, 1865
se necesita ahora noble valentía.

Don Quijote
¡Como si mi valor necesitase aguijones,
aun cuando debiera enfrentarse con cien batallones!
No, no, no dudes de que su cabeza cortada
deba algún día aparecer en la punta de esta espada. 1870
Vamos, señora, adelantemos su muerte.
Nada debe temer caminando en mis pasos.

— 128 —
las locuras de cardenio

Dorotea
Venga, valiente guerrero, a aumentar su gloria
y cosechar los frutos de una dichosa victoria.

Sancho
Señora, tras la muerte de ese tirano malo, 1875
ya que le sirve Amadís, lo mismo hace Gandales.85
Yo siempre me conformaré con la isla en firme.

Dorotea
Entonces será cuando mis desgracias hayan terminado.

Don Quijote
Grosero, ¿no ves que en una misma dicha
igualmente se hallan la fortuna y la honra? 1880
Entremos en este castillo.
(Entra en una taberna).

Cardenio
Mire cómo es fácil
llevar por mal camino esa mente débil.86

Dorotea
¡Qué pobre extravagante!

Cardenio
Esto no es todo,
hay que favorecer ese propósito hasta su término.

85
En el Amadis de Gaula, el caballero Gandales es quien recoge y cría al
huérfano que abandonaron en una barca el rey Perión de Gaula y de la
princesa Elisena de Bretaña.
86
Imbecile: ‘débil’.

— 129 —
pichou

escena iii
Don Fernando, Luscinda,
don Félix, don Guzmán

Se aproximan a la misma taberna en la que entraron


don Quijote y su séquito.

Don Fernando
Ahora que el día nos muestra un retiro 1885
para aliviar el cansancio de tan largo recorrido,
no tema ya, Luscinda, y contemple a esos ladrones
cuyo inocente esfuerzo causó su dolor.

Se desenmascaran.

Admire el poder de pasión tan santa,


que tantos fríos desprecios no han extinguido todavía. 1890

Luscinda
¡Ay dioses!, ¡qué espanto, a qué dura desdicha
me obliga el destino tanto tiempo riguroso!
Pobre Luscinda, ¡vaya dolor! ¿qué espectáculo más funesto
pudiera suscitar enemistad del cielo?
¿Qué quieren de mí, inhumanos raptores? 1895

Don Fernando
Que su afecto suceda a sus desdenes,
y que usted conceda a mi impaciencia
el descanso y el fruto de una feliz alianza.

Luscinda
Cruel, ya no vuelva a aumentar mi tormento.
Concédame la muerte o el alejamiento. 1900

— 130 —
las locuras de cardenio

Don Fernando
Luscinda, ¿de veras se atreve, con tantos incentivos provista,
aconsejarles a mis ojos que abandonen su vista?
¿Cree que puedo su amor olvidar
y preferir la noche a las delicias del día?
Su amable belleza hace mi deseo avaro 1905
por poseer algo tan escaso,
y, cuando yo perdiera la celestial antorcha,
solo quisiera la visión de una cara tan hermosa.

Luscinda
No puede conseguir lo que otro merece.
Su lealtad más me exaspera, 1910
y, ya que este rechazo puede depender de mí,
me quedaré sin vida en cuanto pierda la fidelidad.

Don Fernando
¿En absoluto el santo nudo que nos une usted respeta,
por el que cualquier otra pasión debe ser sepultada,
por el que debe dejar esas preocupaciones criminales 1915
y ajustar sus votos a los deseos paternales?

Luscinda
¿Qué leyes pueden ordenarle a mi llama,
puesto que un primer amor manda en mi alma?

Don Fernando
¿Puede eso quitarme el poder de un esposo
que en público sobre usted he conseguido? 1920

Luscinda
Otro tiene antes de usted mi libertad domada,
al que no puedo dejar sin también perder la vida.

— 131 —
pichou

Don Fernando
¿Qué le debe usted a su afección
que no consiga yo con su elección?

Luscinda
Mi alma habiendo desmentido siempre mi boca, 1925
¿Ese sentimiento forzado no le conmueve en nada?

Don Fernando
Sean el temor o el amor los autores de este bien,
ya que lo poseo, siempre mío será.

Luscinda
¡Ay!, ¡inhumano respeto que mi suplicio causaste
e hiciste de mi desgracia mi cómplice flaqueza! 1930
Fiel Cardenio, ¡ay!, si pudieras
una vez más escuchar el tono de mi voz...

escena iv
Cardenio, Dorotea, Luscinda, don Fernando,
don Félix, don Guzmán

Salen de la taberna.

Cardenio
¡Ay dioses!, ¿qué he oído?

Don Fernando
Toda la desdicha, parece,
que podía acontecerme aquí concurre.

Dorotea
¡Ay, maravilla increíble! 1935

— 132 —
las locuras de cardenio

Cardenio
¡Ay, extraordinaria dicha!
¿Aún se me permite que mi sol de nuevo vea?
¿Eres tú, Luscinda mía?

Luscinda
¿Eres tú, Cardenio?

Cardenio
¡Ay, agradable encuentro!

Luscinda
¡Ay, infinita dulzura!

Cardenio
¡Que cien veces bese yo esta boca y estos ojos!

Luscinda
Ya no tengo, viéndote, motivo para culpar a los cielos. 1940

Cardenio
¡Cuán encantados están mis sentidos con un dulce goce de alegría
en la dicha que el cielo nos envía!

Luscinda
Cruel sería el destino que nos separó,
si placeres iguales no nos hubiera preparado.

Cardenio
Hermosos ojos, cuya inocente dulzura yo culpaba, 1945
¡cuán poderosas me resultan hoy sus maravillas!

Luscinda
¡Cuánto en tu lejanía mi alma sufrió,
y cómo cualquier otro amor en vano me conmovió!

— 133 —
pichou

Don Fernando
¡Y debería yo callarme mientras ellos conversan!
Sálgase de aquí, estas gracias me pertenecen. 1950
Basta ya con que mi silencio demasiado permitió
el insolente ardor de su fuego adversario.

Cardenio
Usted es quien merece tan ajustado reproche,
indigno con solo aproximarse.

Don Fernando
Ya que su deber no lo quiere consentir, 1955
encuentre usted ahora repentina penitencia.

Cardenio
Su mentira es temible y no su espada,
tirano de mi dama tan cobardemente engañada.

Don Fernando
Mi valor siempre confirmó mis palabras:
aquí tiene con qué sofocar de sus amores las esperanzas. 1960

Cardenio
Justo es lo que pido.

Luscinda
¡Ay! ¿qué quieren hacer?

Cardenio
Sacar nuestro descanso de una necesaria desgracia.

Don Fernando
Conseguiré que hasta ese punto no llegues.

— 134 —
las locuras de cardenio

Dorotea
Déjenme que me muera y no luchen.

Don Félix
Dejen ese furor que les trastorna el alma. 1965

Don Guzmán
¿Qué, ya no piensan en el amor pasado?

Don Fernando
No, no, debemos dedicarnos a este último esfuerzo.

Dorotea
Empiece pues usted primero dándome la muerte
o considere qué licencia injusta
le hace tirano del amor y la inocencia. 1970
¿Cómo?, huye de mí, y todos sus apagados fuegos
hacen con ese desprecio seguros mis suplicios.
Vea si la inocente luz de mi mirada
conserva su poder y su gracia primera,
y si la dama que le conmovió el corazón 1975
sigue ejerciendo aquí su poder vencedor.
¿Es esta la recompensa de un amor fiel
que me devuelve el hielo de su alma cruel?

Don Fernando
Ya que el afecto hacia otra compromete mi fidelidad,
¿qué más de mí debe usted esperar todavía? 1980

Dorotea
¿Qué puedo, inhumano, esperar de mis penas?
¿Acaso no dio usted más que promesas vanas?
¡Ay!, Fernando, considere87 mi fiel amor,

87
Regarder: ‘considerar’, ‘tomar en cuenta’.

— 135 —
pichou

un último rayo de afección y piedad manifieste,


consulte esos yermos donde me retiré 1985
del dolor que tanto tiempo aguanté.
Venga conmigo a preguntarles a los céfiros
si su soplo iguala al aire de mis suspiros.
Atice con mis fuegos su primera brasa
y no posponga ya un discurso que me sosiega. 1990

Don Fernando
Dos poderosos extremos, el amor y el deber,
mi mente atormentan con antagónico poder:
uno puede fácilmente excusar mi ofensa,
¿pero cómo puedo contra el otro tener alguna defensa?
¡Ay dioses!, ¡cuánto puede la inocencia en el dolor, 1995
qué culpable me siento viendo su infortunio!
(Las armas le caen de las manos).

Don Félix
Extraño cambio, sus manos dejan las armas
tan pronto como sus ojos vertieron lágrimas.

Don Fernando
Al final verá la razón triunfar:
pequeña llama quedaba que acabo de sofocar. 2000
Belleza, digno incentivo de mi primera llama,
no recuerde ya la frialdad de mi alma.
Esos besos, esos placeres, tanto tiempo aplazados,
castigan con razón el error de mis inconstantes fuegos.
Luscinda, lo consiento, ame a Cardenio. 2005
Su compartido amor ser reunido debe.

Luscinda
¡Ay, alabadas palabras de mente noble!

— 136 —
las locuras de cardenio

Dorotea
¡Qué felices hace usted nuestros destinos con una sola palabra!

Cardenio
Tras este favor, mil vidas yo perdería
y para usted raptadas felizmente las creería. 2010

Don Fernando
Solo este punto deseo: quiérame solamente
y siempre ame a Luscinda igualmente.
Ya que dificulté su amor legítimo,
salvará mi crimen un eterno servicio.

Cardenio
Dejemos ya el recuerdo de daños pasados, 2015
creo que mis males están bien compensados.
Luscinda, por fin a favor se declaró el cielo
de la legítima esperanza de duradero vínculo.

Luscinda
Sí, ojalá aquellos que de nosotros disponen
más suave ahora rostro nos muestren. 2020

Sancho los mira solo.

Don Fernando
Entregue solo esta tarea a mi conducta.
Espero suavizar su petición adversa
y, para compensar sus amores desafortunados,
preparar a la paz sus espíritus ofendidos.
Regresemos a la ciudad. 2025

Cardenio
Vamos. Bajo sus auspicios
hallaremos a los dioses y a los hombres propicios.

— 137 —
pichou

Dorotea
También estimaría yo nuestros placeres imperfectos
si fuéramos felices sin verlos satisfechos.

Sancho (a Dorotea)
¡Qué!, ¿ya no es usted esa infanta exiliada,
que de un tirano la voluntad hacía tan desalmada? 2030
¡Qué falsa tu esperanza!, Sancho mísero,
¿dónde están tantos ducados prometidos por tu servicio?

Don Fernando
¿Qué quiere ese caballero con esas vanas quejas?

Dorotea
Es un pobre idiota al que abusaron nuestros engaños,
que de todos los amantes sirve al más divertido, 2035
a quien hemos salvado de un riguroso retiro.

Don Fernando
Reconozco ahora al criado y al amo:
ayer, su loco desvarío bastante a ver se dio
en este cercano yermo.

Dorotea
Escuche solo
cómo halagaré su débil juicio. 2040
Sancho, en absoluto crea frívolas mis promesas,
una firme actuación siempre sigue mis palabras.
En cuanto vuelva a mis pueblos...
¿Pero qué peregrino ruido me asombra los sentidos?

— 138 —
las locuras de cardenio

escena última
Don Quijote, Dorotea, Barbero, Sancho,
Licenciado, don Fernando, Cardenio, Luscinda,
don Félix, don Guzmán

Don Quijote (sale de la taberna)


Al final vencí, el traidor entregó el alma 2045
bajo el último esfuerzo de mi ensangrentada arma.
Del día se aleja y por allí dice
lo que en medio de combates mi valor puede.
¡Cuán tímido este primer encuentro hará a Plutón!
Los asombrados manes88 lo creerán un Álcides,89 2050
y, cuando venga este guerrero a cruzar la laguna,
no se atreverá Caronte90 a esperarlo en su barca.
Otro Rodomonte91 desciende a estos lugares sombríos,
quien apoderarse querrá de las sombras el reino
y llevar a los infiernos la injusticia y el desprecio 2055
en las mismas barbas de quienes juzgan a los espíritus.
No tema ya, señora, a tremendo tirano,
quien a su fuerza indomable lo sometía todo.
Su orgullo vencí, este brazo lo derribó,
este hierro se enrojece aún con la sangre que derramó, 2060
y su espantoso cuerpo en el suelo echado
derribado roble parece bajo la fuerza del trueno.

dorotea
¡Dioses!, ¿será posible? ¿superó usted
a ese inhumano bárbaro, a ese salvaje indomable?

88
En la antigua Roma, designaba las nobles almas dignamente sepultadas.
89
Lo mismo que Hércules, divinidad de la fuerza y del valor.
90
El encargado de hacer cruzar a las almas la laguna Estigia.
91
Protagonista de Orlando enamorado de Matteo Maria Boiardo, y Or-
lando furioso de Ludovico Ariosto.

— 139 —
pichou

Fig. 7. Página de la «Scène dernière» de la edición príncipe, 1630, Pichou,


Les folies de Cardenio, tragi-comédie (Ed. 1630), Hachette/BNF/Gallica, París/
Torrazza Piemonte, 2023, p. 120.

— 140 —
las locuras de cardenio

Don Quijote
No hay que dudarlo ya. 2065

Licenciado
Es verdad, hermosa infante,
que debe usted alabar su valor triunfante.

Barbero
Su alma vi surgir de borbotones de sangre,
que noble hazaña sacó de su pecho.

Sancho
¡Qué gracia me hace, qué mentira tan divertida!
Si esto sueño no es, ¡que me muera! 2070
¿Aparenta todo esto haberse hecho,
sin nadie ver ni de aquí moverse?

Don Quijote
¡Qué!, presenciaron estas maravillas mortales tantos
¿y tú el único te quedaste sin ojos ni oídos?
He luchado contra este gigante tanto, 2075
¿y el retumbar de mis golpes no te despertó,
mientras el deseo de una dichosa conquista
mi valor comprometía a expensas de su cabeza?
Vente a ver cuánta sangre...

Sancho
Ya verá al final
que de un barril de vino esta derramada sangre brota. 2080

Don Quijote
¡Ay!, el más falso de los escuderos que viven,
indigno del sol y de los bienes que lo siguen,
resuélvete a dejar tantos falsos sentimientos,
o llagarán tu insolencia castigos.

— 141 —
pichou

Dorotea
Ya está bien, guerrero magno, creemos en su derrota. 2085
Háganos solo la victoria perfecta,
pues no basta con que esfuerzo valioso
a la tumba mandara a ese malvado despiadado.
Algún traidor puede emprender todavía
avivar ese fuego que muere bajo ceniza: 2090
venga, pues, a sofocar, como noble león,
el último furor de la rebelión.
Asegure mi corona.

Don Quijote
Vamos, valiente princesa,
la haré por todo lugar absoluta dueña.

Dorotea
Ve usted a algunos de mis mejores súbditos, 2095
capaces de servir sus justos propósitos.

Don Quijote
Valientes aventureros, educados en la guerra,
cuya fuerza se conoce en los dos extremos de la tierra,
vengan conmigo a cosechar laureles
y compartir el honor de mis guerreras hazañas. 2100

Cardenio
Noble caballero formado92 en las enemigas embestidas,
nada tememos bajo respaldo de sus armas.

Don Quijote
Pues velozmente cumplamos dicho designio
que laudable ardor en su pecho alojó.
Llévenos, gran reina, adonde llama la honra, 2105
a edificar los cimientos de una paz eterna.
92
Nourry: ‘educado’, ‘formado’.

— 142 —
las locuras de cardenio

Sancho (quedándose solo)


Que dejen de comentármelo, claramente veo
que toda esa artimaña no es más que engaño.
Pero, si algún día a casa vuelvo,
si una vez puedo de nuevo regresar a mi pueblo, 2110
que me arranquen los ojos, que me despellejen
nunca dejaré la sombra de su campanario.
¡Que se vayan al demonio el amo y su caballería!
De su delirio procede tan penoso oficio.
Lo dejé todo por él, a mis hijos, mi casa, 2115
mil dolores padecí, mi rucio perdí:
¡ay, dioses, ahora sé cuán vana es mi esperanza,
cuán desbaratadas son mi juventud y mi pena!

FIN

— 143 —
las locuras de cardenio

Lista de imágenes

Fig. 0. [p. 12] Tapa de la edición príncipe, 1630, Pichou, Les folies de Carde-
nio, tragi-comédie (Ed. 1630), Hachette/BNF/Gallica, París/Torrazza
Piemonte, 2023.
Fig. 1. [p. 45] Página del «Acto primero» en la edición príncipe, 1630,
Pichou, Les folies de Cardenio, tragi-comédie (Ed. 1630), Hachette/
BNF/Gallica, París/Torrazza Piemonte, 2023, p. 1.
Fig. 2. [p. 61] Página de la «Carte de Luscinda a Cardenio» en la edición
príncipe, 1630, Pichou, Les folies de Cardenio, tragi-comédie (Ed.
1630), Hachette/BNF/Gallica, París/Torrazza Piemonte, 2023, p. 23.
Fig. 3. [p. 74] Jacob Savery, Súplicas de Dorotea a don Fernando en la
venta en presencia de Luscinda y Cardenio, 1682, aguafuerte y buril,
166 × 95 mm[http://bdh.bne.es/bnesearch/CompleteSearch.do?sho
wYearItems=&field=todos&advanced=false&exact=on&textH=&
completeText=&text=cardenio&pageSize=1&pageSizeAbrv=30&p
ageNumber=29]
Fig. 4. [p. 89] Célestin Nanteuil, Dulcinea del Toboso, 1855, cromolitogra-
fía, 438 × 320 mm. [http://bdh.bne.es/bnesearch/CompleteSearch.
do?showYearItems=&field=todos&advanced=false&exact=on&te
xtH=&completeText=&text=dulcinea&pageSize=1&pageSizeAbrv
=30&pageNumber=22]
Fig. 5. [p. 102] Ricardo de los Ríos, Don Quijote bendice a Sancho antes de
llevar la carta a Dulcinea, 1881, aguafuerte y punta seca, 136 × 101
mm. [http://bdh.bne.es/bnesearch/CompleteSearch.do?showYear
Items=&field=todos&advanced=false&exact=on&textH=&comp
leteText=&text=quijote+dulcinea&pageSize=1&pageSizeAbrv=3
0&pageNumber=7]
Fig. 6. [p. 122] Jérôme David, Dom Quixot a l’imitation de Roland le furieux
fait des folies dans la Sierra Morena en la presence de son Escuyer
partant pour porter une lettre a Dulcinée du toboso, 1650 y 1652 (?),
buril, 200 × 174 mm. [http://bdh.bne.es/bnesearch/CompleteSearch.
do?showYearItems=&field=todos&advanced=false&exact
Fig. 7. [p. 140] Página de la «Scène dernière» de la edición príncipe, 1630,
Pichou, Les folies de Cardenio, tragi-comédie (Ed. 1630), Hachette/
BNF/Gallica, París/Torrazza Piemonte, 2023, p. 120.

— 145 —
Las locuras de Cardenio se preparó
para su publicación en el estudio de Pandiella
y Ocio (Oviedo, España) y se compuso con
las tipografías Minion Pro (Adobe) en la tripa
y Kiperman (Harbor Type) en la cubierta.
EL QUIJOTE Y SUS INTERPRETACIONES • 12

Las locuras de Cardenio (1630-1629) es una tragicomedia gala


en cinco actos de Pichou (1595-1631). Va dedicada al potente
privado de Luis XIII, el Señor de Sainct Simon.
Se supone que el dramaturgo francés, además de la tra-
ducción de Oudin de 1614, L’Ingénieux Dom Quixote de la Manche
composé par Michel de Cervantes, también leyó directamente
una de las numerosas versiones del Quijote en español que
circulaban en Francia por aquel entonces.
Pichou se centra aquí en los capítulos XXIII a XLVII
del hipotexto cervantino, que tratan de los amores entre
Cardenio, don Fernando, Dorotea y Luscinda. El paso del
género novelístico español al teatral francés presupone
adaptaciones culturales, concentración, condensación,
elipsis, reescritura diegética y resumen. Inserta incluso
el dramaturgo francés, entre otros textos, pasajes de Or-
lando enamorado (1640) de Boiardo y de Orlando furioso (1551)
de Ariosto.
Las locuras de Cardenio, jamás traducidas al español desde
el siglo xvii, son pues un ejemplo de reescritura muy origi-
nal por ser recreación transgenérica —de novela a teatro—,
translingüística —del español al francés— y transcultural
—de la España del conde-duque de Olivares a la Francia del
cardenal de Richelieu—.

9 788486 375713
www.lunadeabajo.com

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