Revista Mexicana de Logoterapia Vol. 10
Revista Mexicana de Logoterapia Vol. 10
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NUEVA ÉPOCA
OTOÑO 2018
la logoterapia en el mundo
la logoterapia en méxico
La siembra de valores
Bárbara Barragán D.
La graduación
Teté Avilés Senés
Sociedad Mexicana de Análisis Existencial y Logoterapia, S. C.
Directora
Leticia A. de García
Consejo Teórico‑Científico
México Alejandro Unikel, Miguel Jarquín (Jalisco),
Ricardo Peter † (Puebla)
Austria Elisabeth Lukas, Franz Vesely
Argentina Gerónimo Acevedo, Marta Vigo,
Claudio García Pintos,
Cecilia Saint Girons, Pablo Etchebehere
Brasil Paulo Kroeff
Colombia Arturo Luna, Efrén Martínez
España Ma. Ángeles Noblejas de la Flor, Ana María Ozcariz
Guatemala Marielos Mollinedo
Israel David Guttmann
Italia Daniele Bruzzone, Eugenio Fizzotti
Uruguay Alejandro de Barbieri
Consejo Editorial
Adriana León Portilla
Alejandro Unikel
María Elba Flores de Mallet
Marianna Delgado-Falcón Cooper
Corrección de Estilo
Gabriela Vega
Administración y difusión
Cecilia García Ascencio
Diseño
Oak Editorial, SA de CV
Esta revista está registrada ante el Instituto Nacional del Derecho de Autor
de la Secretaria de Educación Pública con el certificado de Reserva de
Derechos al uso exclusivo del Título No. 04-2014-110718405200-203
Titular: Leticia Ascencio Villanueva.
número 10 • o to ñ o 2018
2 Un minuto de silencio
Adriana León Portilla
la logoterapia en el mundo
la logoterapia en méxico
Venir a agradecer
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Apertura del VIII Congreso Mexicano de Logoterapia. Celebración del 30 aniversario
Leticia Ascencio de García
66 La siembra de valores
Bárbara Barragán D.
95 La graduación
Teté Avilés Senés
Un minuto de silencio
Adriana León Portilla
C
Curiosamente al escribir el título tuve lo que llamamos co-
múnmente, “error de dedo”, escribí “un minuto se silencio”,
estuve a punto de dejarlo así, porque en realidad eso fue lo
que pasó hace poco más de un año, en un minuto se silenció
la ciudad de México, para muchos se silenció la vida que ve-
nían viviendo, para algunos se detuvo. En un minuto salta-
mos, literalmente, de nuestro lugar para responder al llamado
de lo urgente, de lo importante, de lo increíble y paradójico
que resultaba volver a vivir una situación similar en un 19 de
septiembre pero ahora del 2017.
Ha pasado un año y un minuto de silencio no me es sufi-
ciente para despedir a los que se quedaron ese día sin más días
Logoterapeuta y Terapeuta
que vivir. Un minuto de silencio no es suficiente para recordar
Existencial. Maestra en SMAEL
y en el Círculo de Estudios en a los miles que perdieron ese día su casa, su patrimonio. A los
Terapia Existencial. que les dio un vuelco lo que hasta ese día, había sido conside-
[email protected] rado como “lo conocido y seguro”.
Un minuto no es suficiente para despedir a nadie. En
ningún sentido. Así que hoy quiero aprovechar este espacio
para decir Adiós a los amigos queridos que han tomado otro
camino diferente al mío, de los que me he tenido que separar,
no de manera física solamente, sino a aquellos que han em-
prendido diferentes proyectos a los míos por decisión propia
o ajena, a los que hoy se encuentran lejos pero cerca del cora-
zón.
Creo que, así como es importante dar un espacio al
“adiós”, también lo es darlo al Gracias, saber agradecer lo dado
y lo recibido es uno de los valores a los que Frankl hace cons-
tante referencia. Así pues, “Gracias” a todos aquellos que han
caminado conmigo con enorme entusiasmo, apropiándose de
mi sueño, brindándome su apoyo y consejo para cada uno de
los números de la Revista Mexicana de Logoterapia.
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Hablando de la importancia de agradecer, hoy nos brinda Leti García un artículo en
el que nos cuenta de los inicios de la Logoterapia en México, que, curiosamente tienen una
conexión directa con el terremoto del año 85 y con el extraordinario trabajo del grupo de res-
catistas conocido como “Los Topos.” Gracias a estos valientes desinteresados que nos inspiran
con su ejemplo de solidaridad y apoyo incondicional, gracias a ellos y a su trabajo voluntario,
es que llega la Logoterapia a nuestro país.
Este conmovedor agradecimiento de Leti es dado en el marco de una fiesta para smael,
nada más y nada menos que en su aniversario número 30 y es justo en este festejo, que se
llevó a cabo el viii congreso de análisis existencial y logoterapia en México del que
Gabriela Pro del Conde hace una magnifica reseña de cómo y desde dónde fueron tocados
los temas que hoy nos ocupan como logoterapeutas especialistas en el análisis existencial y,
de la demanda constante de estudio, investigación y actualización que este quehacer exige de
nosotros, como terapeutas y docentes.
Es justo desde esta exigencia de toma de postura y de la necesidad de involucrarnos, que
Yaqui Andrés Martínez escribe un excelente artículo cuya intención es la de hacer uso del de-
recho que todos tenemos de replicar y de aclarar las imprecisiones e incomprensiones hechas
a sus escritos, viviéndolo Yaqui en carne propia. Para mí, ser terapeuta es un compromiso
diario, una forma de vida que me llama a una toma de postura en la que la congruencia debe
estar presente, es por eso que hoy nosotros nos unimos a este deseo de darle voz a la justicia y,
de alguna manera, a la verdad.
Al continuar la lectura de este número, te vas a encontrar, querido lector, con un escrito
de Bárbara Barragán sobre los valores, tema central de la Logoterapia. Bárbara nos cuenta
cómo los valores se viven, se siembran y se cosechan a lo largo de la vida. Y nos habla también,
de la importancia que tiene el hacerlo en una “buena tierra”, en una tierra “fértil” para que
puedan florecer.
Marcela Toussaint nos advierte del “Burnout”. Uno de los riesgos a los que el terapeuta
se expone y del que debe estar alerta en su tarea de acompañar. Es importante no dejar de
estar atentos a nosotros mismos como terapeutas, fácilmente nos podemos perder si no “nos
tenemos presentes”, nos podemos descuidar si nos dejarnos de mirar a nosotros mismos.
Así va este número, lleno de temas relevantes para nuestro andar en el análisis existencial
y la logoterapia, lo dejó en tus manos para que lo leas y reflexiones desde esta responsabilidad
que tenemos con lo que somos.
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la logoterapia en el mundo
E
El establecimiento penal Lurigancho, se ubica en el distrito
más poblado de la ciudad de Lima, tiene una antigüedad de
más o menos 50 años y originalmente se construyó para 2500
personas, con las reformas realizadas tiene una capacidad para
3500 internos. En la actualidad alberga a aproximadamente
10000 personas que cumplen sentencias por distintos deli-
tos, con penas que van desde meses hasta condenas a cadena
perpetua.
La población penitenciaria de Lurigancho es un crisol
de la ciudad de Lima, encontramos gente de todas las cla-
Coordinador general del equipo ses sociales, de distintos lugares del país, de todas las razas,
pastoral del EP Lurigancho. de todos los credos y de todas las edades entre los 18 y 85
Responsable general y educador años. También alberga a un gran grupo de privados de liber-
en ANDA: Comunidad Terapéutica
tad que tienen enfermedades graves como la tuberculosis o
Rehumanizadora, que funciona
al interior del EP Lurigancho. el vih/sida, así como problemas psiquiátricos; y un número
Responsable de formación de la importante de personas que consumen alguna sustancia psi-
Red Peruana de Organizaciones coactiva, desde alcohol hasta cocaína, pasando por la pvc, el
que Intervienen en Situaciones de
crack, la marihuana, medicamentos controlados, pegantes, y
Sufrimiento Social (RAISSS) – Perú.
Formador en Tratamiento un largo etcétera.
Comunitario de la RAISSS En este escenario funciona desde hace 23 años anda,
Latinoamérica. Profesor encargado una comunidad terapéutica con orientación logoterapéutica,
y Tutor principal de la Formación en
en la cual trabaja un equipo que acompaña los procesos de
Logoterapia y Análisis Existencial –
Instituto Peruano de Logoterapia y unas 60 personas privadas de libertad que voluntariamente o
Análisis Existencial. por indicación del servicio penitenciario, ingresan a realizar
un tratamiento para problemas de adicción e inadaptación
social.
Este espacio terapéutico es una de las sedes de prácticas
para quienes culminan la formación en Logoterapia y Análi-
sis Existencial desde el año 2012.
Este ensayo se basa en las experiencias de cuatro de esas
practicantes que pasaron por el penal en diferentes momen-
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tos desde el año 2014, de las cuales dos son peruanas, una chilena y otra brasileira. En mi
condición de tutor de prácticas he acompañado los procesos de muchas personas con distintos
resultados, pero con un punto en común, la transformación que acontece durante el proceso
de prácticas a medida que se van construyendo las relaciones y enriqueciendo los vínculos
entre acompañantes y acompañados. Se ha escrito bastante sobre la experiencia de estar priva-
do de libertad, pero poco sobre el encuentro entre terapeuta y cliente en el escenario de una
institución total por excelencia como es la cárcel.
Este documento recoge las experiencias a través de entrevistas y testimonios de estas cua-
tro personas con quienes hemos iniciado un proyecto piloto para intentar aproximarnos a la
realidad de quienes acompañan en un escenario tan complejo y a la vez tan rico y desafiante
como Lurigancho.
Los testimonios fueron provocados por algunas preguntas las cuales planteo al inicio de
cada ronda de respuestas.
Juliana (Brasil)
“Yo nunca me había imaginado antes hacer un trabajo con los privados de libertad. Creía que no
sabría ayudarlos, que no lograría ver personas ahí. La decisión de ir hasta allá vino como un desa-
fío, que acepté y me sorprendió mucho.”
Cecilia (Perú)
“Mi experiencia fue más de casualidad, sin mucha reflexión anterior. Ya tenía mi lugar para hacer
prácticas, un hogar de niñas de INABIF (Instituto Nacional de Bienestar Familiar) en el último
momento no se dio y por eso pregunté por la posibilidad de ir al penal.
El desafío empezó con el primer acompañado. El desafío de no tener juicios y el buscar conocer/
comprender su vida.”
Claudia (Chile)
“La verdad que expectativas…, yo no tenía, pensé que con que me dejaran entrar yo sentía que ya
estaba haciendo algo, era un mundo tan desconocido y tal vez tan lleno de miedos e incertidumbres,
en mi entorno había muchos reparos, entonces yo solo confiaba que me dejarían entrar. Entregar
el carnet y pasar por la primera revisión ya era para mí un desafío. Si encontraba a alguien que
quisiera que yo lo acompañara, me parecía un logro, así que las expectativas iban apareciendo paso
a paso.
Cuando comencé, tenía unos chicos para acompañar y cuando yo veía que la semana siguiente
todavía estaban en proceso, yo sentía que mis expectativas estaban superadas, cumplidas al cien por
ciento, con eso me conformaba, no pedía más. Si a la semana siguiente ellos seguían en la comu-
nidad, yo sentía que era un logro de ellos, por supuesto, pero también había algo mío, como una
pequeña semillita, con eso cumplía mis expectativas.
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¿Por qué acepté el penal de Lurigancho?, voy a ser súper honesta, en ese momento yo sentí que
el penal era como lo más extremo, lo que más te podía demandar distancia, miedos, derribar mu-
chas barreras para poder llegar. Cuando yo viví en Lima me enamoré de Perú, y cuando empecé a
hacer la práctica allí, sabía que tenía que regresar a Chile, entonces quise dejar como una pequeña
ancla en el penal; sentía que de alguna forma escuchar a estos chicos, acompañarlos era responder
tanto de lo que yo recibí en Perú.”
Brigitte (Perú)
“En un congreso de Logoterapia escuché del penal, y que también ahí se podían hacer prácticas,
recuerdo haber mencionado que yo quería ir ahí a practicar, ya había escuchado a una terapeuta
de arte que trabajaba ahí. Fue un desafío y una sorpresa el descubrir que estando ahí podía afron-
tarlo, podía hacerlo, podía ver personas. ¡Era increíble! No tenía expectativas, mi única duda era si
yo iba a poder hacerlo. Las expectativas eran creo, sobre mí, no estaba segura de poder hacerlo, de
saber hacerlo, de tener la palabra precisa, de escucharlos y comprenderlos. Esas eran las expectativas.
Aunque confieso que en estos cuatro años que llevo yendo al penal, voy comprendiendo cada vez
más, lo difícil que es para ellos, salir de ese sistema. Esto me ha permitido mirar de diferente manera
cómo es que los procesos se van dando en las diferentes personas, muchas veces cuando uno de ellos
intenta rehumanizarse es desvalorizado por los demás, porque el líder tiene que ser violento, tiene
que ser cruel, tiene que ser espontáneamente fuerte. Puedo ver claramente, lo difícil que es salir de
ese mundo y esto me hace pensar en el hecho de que todavía hay mucho por hacer y, no solamente
adentro, afuera del penal también. Es un trabajo muy largo.”
Cuando empezaron la práctica, ¿cuál fue su primera impresión ya en sesión con un muchacho?,
¿Que sentían en ese primer escenario donde se estrenaban como personas acompañando privados
de libertad en Lurigancho?
Juliana
“En mi primer día en el penal, dejé todos los prejuicios afuera, y entre con el corazón abierto.
Al sentarme con el primer muchacho que iba a acompañar, no tenía un plan, quería sentir y
conocer la demanda de él.
Fue más bien una conversación. Yo me sentí muy bien, pues pude ver que estar privado de li-
bertad era sólo uno de los aspectos de la persona y que la demanda era más por las cosas que pasaban
fuera del penal, con la familia, la pareja, los hijos.”
Cecilia
“La primera sesión la inicie con temor, sentía mucha responsabilidad por expresar la palabra pre-
cisa, la escucha atenta. No juzgar, sino entender. Buscaba no tomar distancia sino el lugar justo,
que para mí era que el otro pudiera sentir que estaba ahí para escucharlo. Quería que se sintiera
cómodo y por sobre todo, no quería dañar a mi interlocutor de ninguna manera.
Luego me di cuenta de que no todo lo que quería se dio en la primera sesión. Que mis expecta-
tivas eran muchas y no había un manual que seguir; que más bien, mientras nos íbamos conocien-
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do las cosas se fueron dando y para la tercera o cuarta sesión, se dio con más apertura. El empezó a
esperar su sesión con alegría, con ganas de hablar de todo.
Aquel primer día era su cumpleaños.
Vi a este joven que empezó la sesión con cara seria y un poco desconfiado, llorar y sonreír al
despedirse. Podría ser mi hijo, pensaba yo, casi un niño; bromista, inocente, bueno. Sólo podía de-
sear que esos encuentros le sirvieran. Seis semanas después de esa primera sesión obtuvo su libertad.
Me di cuenta de que inconscientemente había llegado al penal con la idea de que los mucha-
chos serían más serios, más recios y sin temores, con dolores y tristezas sí, pero más endurecidos quizá
por la experiencia carcelaria. Mi sorpresa fue grande y grata.
En realidad, no pensaba en nada, más que en sentarme y escuchar a los chicos, su testimonio,
lo que tenían que decirme. Fue un momento en que simplemente escuché todo lo que tenían que
decir y, terminada la sesión, en ocasiones me sentí conmovida por algunas de las cosas que me co-
mentaron y fue simplemente “eso”.
Luego en otro momento, ya en mi casa o al día siguiente, recuerdo que empecé a sentir una
tristeza profunda, los ojos solo se me llenaban de lágrimas y lloraba en cualquier momento; pero
eran como lágrimas nada más. Eso me pasó por muchos meses, hasta que un día conversando con
Brigitte, ella me habló de esa tristeza que también había sentido. Yo pensé que eso debía ser, pero
era algo que me inquietaba; aún lo siento; aun siento esa tristeza y ganas de llorar algunas veces. Mi
capacidad de conmoverme ante las historias o diferentes situaciones se ha hecho más profunda, es
algo a veces mucho más bonito, y creo que eso ha sido básicamente, lo que he sentido acompañando
a los chicos.”
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Claudia
“El espacio de acompañamiento no se daba en el marco de lo que yo podía esperar, era una cárcel,
era lejos, era una cárcel de hombres. Cuando acepté Lurigancho lo hice porque sabía que era arries-
gado, y esto es un poco loco, pero tengo que ser honesta, de alguna forma yo sabía que me regresaría
a Chile, por lo tanto, tenía todo un contingente de personas que estaban con el miedo o el temor
de que algo me podía pasar, pues, era lejos, era un penal, etc.., Yo lo sabía pero, yo quería vivir ese
riesgo. Conste que en ningún minuto he hablado de la terapia de lo que iba a hacer, por eso es que
estoy siendo súper honesta, no pensé con qué me iba a confrontar, a quién iba a acompañar, no era
ese mi cuestionamiento.
El día que entré, iba nerviosa, expectante a todo lo que iba a vivir, sin embargo, entré y sentí
que nada me iba a pasar, que iba a estar bien segura. Fue distinto. Los chicos que acompañé han
sido los mejores pacientes, porque han sido mis mejores maestros. Las cosas se fueron dando, creo
que el primer día me indicaron ir a “La Lata”1 *, que era un espacio en situaciones bastante más
extremas. Fue muy fácil conectarme, muy fácil empatizar y por eso fue más doloroso.”
Brigitte
“Empecé en abril del 2014; ese primer día estuve en la fase de atención ambulatoria acompañan-
do en las entrevistas a los chicos que ingresaban para pedir iniciar tratamiento en anda. Escuché
varias historias que fueron impactantes. La primera impresión fue bastante fuerte, intensa, y al
mismo tiempo comprehensiva; tenía los ojos abiertos, podía observar todo, tenía la mente abierta;
iba como registrando todo lo que me decían, y esas entrevistas primeras, me fueron dando pautas
también.
La segunda semana mi intervención fue directamente con un grupo de doce chicos que estaban
en la clínica para personas viviendo con vih/sida. Mi primera impresión para el trabajo es que era
un reto; eran no sólo internos dentro de un penal, además estaban internados en una clínica, de
donde no podían salir, era la condición para estar ahí, para recibir la atención, la sobrealimenta-
ción, etc.., lo cual significaba una exigencia a comprometerse a permanecer ahí, no salir. No tuve
miedo, pensaba cómo lo iba a hacer, las ideas que tenía eran muchas. Pensaba en todas las clases de
logoterapia; pensaba en todos los libros que había leído. Consulté con una profesora, que me dijo
que mirara aquello que ellos podían hacer, a pesar de estar allí. Esto fue una clave para hacer el tra-
bajo. Lo que me pareció aplicable a ese espacio fueron los Círculos de Diálogo Existencial, porque
permiten a partir de un solo tema, un cuento por ejemplo, hablar abiertamente; o, a partir de lo
que ellos comentaban plantear el tema de trabajo de ese día, las únicas premisas eran las pautas que
se establecen como el respeto, la confidencialidad, El no juzgarse unos a otros, el permitir hablar a
cada uno y escucharse y, una regla más que ellos mismos marcaron: Se iban a llamar por su nombre
y no por el apodo (alias), en todo caso el apodo si la persona aceptaba que ese era su apodo, que así
se reconocía como persona.
1 La Lata, se denomina así al espacio donde son “depositados” los internos nuevos que acaban de ingresar
al penal, están todos juntos en un ambiente pequeño y hasta hace poco, en muy malas condiciones de sa-
lubridad y de habitabilidad.
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Así en mi segunda semana de práctica yo ya esta-
ba en la clínica trabajando con este grupo que eran
personas muy lindas, muy dispuestas a hablar, con
mucha carga emocional. Al comienzo se mostraban
un tanto cerradas, con una mirada dura y cuestio-
nadora. Lo que me sorprendió era que a mí no me
chocaba, no me molestaba; tampoco lo tomé como un
reto en ese momento. Lo importante de cada sesión,
de cada semana conforme iba avanzando el tiempo
en el penal en esa primera época, era que yo podía es-
tar ahí, podía escucharlos, hablarles, mirarlos. No me
costaba hacerlo, no me cuestionaba la vida de ellos,
tenía realmente una buena apertura. Me sorprendía
de eso: de no juzgarlos y de poder escucharlos. El tor-
mento venía cuando llegaba a mi casa, cuando salía
del penal estaba tranquila, en el camino a casa tenía
emociones neutras y cuando llegaba a mi casa desde
el primer día hasta pasado un buen tiempo, venían a
mi cabeza las historias que escuchaba, se me corrían
las lágrimas, me sentía muy agobiada.
En las tardes atendía dos chicos cuyas historias eran muy fuertes, una de ellas me impactaba
porque el chico estaba completamente cerrado y por todos los caminos por donde yo iba utilizando
el diálogo socrático él solamente veía la culpa en otros, la responsabilidad en otros, no era capaz de
asumir la responsabilidad en las cosas que hacía, con él fue difícil el trabajo porque tenía muchos
bloqueos, pero eventualmente algo se logró. El otro chico tenía un pasado que no era tan duro como
otras historias que escuché después, sin embargo, su mundo interno, como él interpretaba lo que le
había tocado vivir de niño era muy intenso, con mucho resentimiento, mucha cólera.
Me sorprendía la disposición de hablar de los chicos. Mi impresión era que ellos tenían mucha
necesidad de hablar.
Cuando yo entré pensaba tal vez inconscientemente, que iba poder diferenciar a los chicos que
están ahí adentro con la gente que camina por la calle, como si hubiese una marca en cada uno que
hiciera notar que son internos. Y, cuando veía sus caras, eran tan familiares; cuando salía y veía
gente por las calles era como ver las mismas caras. Entonces, ¡eso es! ¡Son personas! Lo que me gustó
de todo este tiempo, fue la posibilidad de hablar de lo que sentían y no del delito, no de lo que ha-
bían hecho. Fue lo mejor no enfocarse en el delito y hablar de lo que sentían, de su pasado, de cómo
se sentían por estar ahí; de lo que habían hecho y lo que los llevó a hacerlo. Eso fue muy bueno.
Estas primeras semanas fueron muy intensas, y esa intensidad de las emociones permaneció
durante mucho tiempo, fue como un torbellino de todo lo que se movía en mí, cuando salía del
penal y llegaba a mi casa. Eso pasó un tiempo, después cuando logré manejarlo de alguna manera y
comencé a verlos cada vez más como posibilidad; el ver las cosas que ellos mismos iban descubriendo
que podían hacer; que sí hacían; que habían aprendido…
Pero las primeras semanas, la primera impresión era de un mundo desconocido para mí.
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Yo estaba emocionada de ir al penal, de la nueva experiencia, con todo el cuidado que signifi-
caba: la vestimenta por respeto al otro, las cosas que se podían utilizar o no… Iba un poco nerviosa
de no equivocarme con eso. La policía siempre fue un poco dura, pero igual era respetuosa, entonces
yo me sentía tranquila, me sentía emocionada de esa oportunidad de poder escuchar, de poder co-
nocer a estas personas. Muy emocionada de las cosas que iba descubriendo. Algo que sentí desde el
comienzo, también fue sorpresa, porque todo lo que yo conocía de logoterapia coincidía con lo que
ya se venía trabajando en anda, y coincidía con lo que venían trabajando los demás voluntarios.
Fue como encontrar un mismo lenguaje a pesar de no habernos puesto de acuerdo. Eso lo sentí desde
el primer día, cuando hablaba con los chicos y los escuchaba me hablaban con palabras que eran de
la logoterapia, cuando yo les decía algo, alguna sugerencia o palabra, ellos me decían que alguien
les había hablado de eso en algún momento, eso fue muy emocionante.
Estando ahí me sentía tranquila, segura, bien; me impactaba lo que me decían pero no me
movía en ese momento, lograba mucho equilibrio, lo cual me sigue sorprendiendo. Al salir me sentía
muy conmovida. Había historias muy duras que me impactaban mucho, sobre todo las historias de
afuera, las preocupaciones de la familia que ya no estaba o de la familia que les reclamaba. En el
caso de personas con vih o sida, algunas de ellas habían enfermado estando allí adentro y habían
perdido todo su mundo de afuera, por la delincuencia y también por la enfermedad. También me
sorprendía gratamente que muchos si tenían el apoyo de la familia de afuera, entonces eran muchos
sentimientos. Era mucho dolor. También recuerdo que desde el primer día escribía acerca de mis
experiencias, porque no tenía muchos con quien hablar, mis hijos me veían y se sentaban a mi lado a
tomar un café o ver televisión, y me abrazaban y me consolaban, sabían que venía del penal, sabían
que era por eso, por lo que estaba así. Todavía me conmueve porque las historias todavía continúan.”
Juliana
“Bueno, yo generalmente “guardo” lo teórico en una cajita, y lo voy sacando y mezclando de acuerdo
con la demanda, pero no soy mucho de identificar y dar nombre a lo que me está “saliendo” en las
sesiones. Es decir que, para mí , la teoría y la práctica en el momento de la sesión me viene como
intuición. Pero después, repensando en la sesión en un segundo momento, puedo proponer avances
en las siguientes sesiones, ahí si consigo identificar que o cuales contenidos teóricos surgieron en la
práctica.
Con los muchachos del penal, siempre sentí la presencia de conceptos de responsabilidad y li-
bertad. He percibido en ellos la conciencia de que estaban ahí por haber escogido una situación que
los llevó a vivir esta consecuencia. Y ahora estaban respondiendo a esa situación. Siento que muchos
de ellos ejercen la libertad en el hecho de asumir el tiempo de cárcel como algo que les toca, que ellos
buscaron.
El sentido del momento también fue un concepto que pude sentir algunas veces, pues en al-
gunos muchachos, la privación de libertad estaba siendo tan larga, que planes futuros se hacían
difíciles.
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Pero, aun así, con largo tiempo de privación de libertad, sentí en algunos muchachos la presen-
cia de la voluntad de sentido, la búsqueda a veces desesperada para encontrar un sentido a lo que
estaban viviendo.”
Cecilia
“Siempre he estado muy interesada en el sentir de las personas; creo que la forma de trabajar ese
sentir es desde el corazón, o desde el amor; que eso nos lleva a ir ampliando nuestra conciencia, es
sentir con el corazón, lo que nos pasa.
Después de finalizar las prácticas fui al taller de Sanación Emocional que se desarrolla en el
penal, y ahí además de conocer otra realidad con los muchachos de pabellón tuve la oportunidad
de compartir con dos compañeros de taller que a mí me aportaron muchísimo; me enriqueció ese
contacto, ellos siempre se empeñaron mucho en decirme que yo no podía dar un discurso muy gentil
o de enfoque en el corazón porque eso no estaba bien para el penal, que los chicos necesitaban más
dureza, otro tono. Sin embargo, nosotros tres, tuvimos oportunidad de conversar muchas veces; ha-
blamos de cosas muy personales de cada uno, lo cual se iba dando a través de la gentileza, de hablar
desde el corazón, se iba profundizando mucho. Fueron conversaciones muy bonitas, que hasta el día
de hoy las repaso en mi cabeza y me parecen muy sentidas de parte de los tres.
Después del taller volví a hacer acompañamientos y siempre me quedó esto, de que no debía
hablar así con los chicos. Pero, finalmente es lo que vengo haciendo, trato de que ellos puedan ubicar
en su cuerpo lo que sienten, sus tristezas, sus dolores, todo lo que les pasa, igual sus alegrías, y que
vayan perdiendo el miedo de sentir. Los chicos en el penal siento que van construyendo una coraza
muy fuerte, donde tienen que demostrar ser a prueba de balas, que nada les afecta, que ellos no
lloran y que ellos no sufren. Y, paradógicamente, los chicos que tengo delante, se sientan y aunque
no quieran, empiezan a llorar sin parar y siento que eso es bueno, porque su conciencia se va am-
pliando y ampliando de a pocos, y trato de que lleguemos a hablar de justamente eso, de lo que les
duele, de lo que sienten y que le pierdan el miedo a sentir. No hay un jueves que yo como primera
cosa, no guarde en mi bolso un paquete de kleenex, de toallitas de papel para alcanzarles. Que no
tengan miedo a sentir… Y a partir de ahí creo, que se pueden ir resolviendo varios de los temas que
ellos traen, pero lo primero es sentir.”
Claudia
“Respecto a los conceptos para uno y frente a los que acompañamos, mi percepción es y será que hay
una apertura del corazón y de los sentidos, de la conciencia, donde yo me abro y me muestro tal cual
soy para aceptar, no cuestionar y entender una realidad muy distinta.”
Brigitte
“Es difícil responder porque son varios conceptos y han sido muchas experiencias que han hecho
aterrizar todos estos conceptos. Lo primero que recuerdo era que los escuchaba y en ese entonces mi
acercamiento a ellos era sólo escucharlos. Conforme ellos iban hablando iba yo tomando nota, esas
notas me ayudaban a recordar los nombres que me mencionaban de sus seres importantes de la
familia, pareja, hijos; de fechas que mencionaban; de vínculos, rupturas, pérdidas Era para mí un
elemento importantísimo porque eso me traía a la mente, las historias que me contaban y esos datos
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eran muy importantes, cuando ellos me volvían a hablar de esos temas yo los recordaba y en algún
momento les mencionaba los nombres y las fechas que retomaba de esos datos Así se iba estable-
ciendo el vínculo; era un reconocer al otro en su historia, en su ámbito, en su contexto; recordarlo,
mencionarlo, valorarlo y ese es un punto crucial con el otro que está privado de libertad. Para ello
había que escuchar,la escucha era muy importante, una escucha activa atenta cercana.
Recuerdo que varios de los jóvenes, como algo que se vive en la cárcel, no podían mirar a los
ojos; yo respetaba eso, en algunos casos, yo les pedía que me miraran a los ojos, sobre todo cuando
tocaban temas muy difíciles; cuando se les quebraba la voz, y cuando yo les daba alguna palabra
de aliento, a partir de lo que ellos me decían.
Partiendo de la información que ellos me daban,
aplicaba el diálogo socrático: ese es uno de los conceptos
importantísimos de la logoterapia que no es nada fácil.
Pero es muy importante, porque solamente escuchando
y repreguntando desde las palabras que ellos utilizan,
desde las definiciones que ellos le dan a cada palabra, a
cada emoción, a cada evento, es que se van aterrizan-
do todos los demás conceptos, entre ellos, el tema de los
valores, el tomar conciencia de lo que dan y de lo que
reciben, de la actitud que han tenido, de las elecciones,
las dimensiones del hombre, libertad y responsabilidad.
En algún espacio en las primeras sesiones, yo les pedía que prestaran atención a lo que yo les ex-
plicaba, y a partir de lo que ellos me habían contado yo les hacía el dibujo de la ley de la proyección
de la ontología dimensional, explicándole las manifestaciones que correspondían al cuerpo como las
sensaciones físicas; los fenómenos que correspondían a la mente como los impulsos, los instintos, los
estereotipos, los prejuicios, en fin, todo lo aprendido. Y la dimensión espiritual que siempre se hacía
presente, lo cual me parecía fantástico, y me sigue pareciendo fantástico, porque no hay nada mejor
que acompañarlos a que tomen conciencia desde sus propias palabras. Ellos se iban dando cuenta
de aquello interno que les había motivado a ir hacia el camino correcto, hacia darse cuenta, hacia
valores superiores y distintos a lo que usualmente seguían. Esos eran los temas, valores de actitud
frente a la condición que algunos tenían como el caso del vih, ante lo que les tocaba vivir; pero
también valores de creación en el caso de los chicos de anda porque lograban a partir de algunas
tareas que les dejaba, reconocer qué hacían ellos para otros; dándose cuenta que eso era algo valioso,
desde la propia experiencia, qué era lo que les motivaba a ellos a hacer la tarea que les tocaba, e
iban descubriendo que ellos hacían mucho. Algo frecuente que les sucede al hablar, es que miran
el lado negativo, desde el delito hasta las emociones, los sentimientos; que hacen poco, o nada. Que
valen poco o nada, y, a través del tema de los valores iban reconociendo todo lo que daban, desde
barrer y limpiar, no sólo para ellos, no sólo por deber, sino porque eso era un servicio al otro, y así
como ellos daban también recibían, e iban descubriendo que recibían más de lo que creían y se
iban sorprendiendo. Era como estar en un barquito que va por el río sin saber hacia dónde, pero en
realidad si tenían un norte que era tomar conciencia, autodistanciarse; era irse reconociendo como
personas valiosas, únicas e incomparables, al darse cuenta de que eran mucho más de lo que habían
hecho para estar en el penal. Que ellos eran posibilidad.
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Incluso me ha sorprendido en varias ocasiones que en la primera sesión un joven venía y me
decía: “yo soy una buena persona, yo no soy sólo el delito que he cometido, soy mucho más que eso”
Se siente rico cuando uno ve que las personas tienen todos esos conceptos encarnados ahí, por eso uno
sólo acompaña, va de la mano para que se vayan dando cuenta.
Respecto a mí, fue todo un proceso el ir dándome cuenta de mi capacidad de escucha; el ir
desarrollando mi paciencia para no hablar, porque hablo mucho. Tenía que quedarme callada y
escuchar, y tomar las partes precisas para continuar con el diálogo socrático; me daba cuenta de las
cosas que ellos decían y me sorprendía y me maravillaba, pero no podía responder por ellos; no podía
decirles ahí está la respuesta y no te das cuenta, tenía que tener paciencia y que ellos se fueran dando
cuenta de lo que sentían, de lo que hacían, de lo que daban, de lo que recibían… Y, se iban dando
cuenta.
También era tomar conciencia de mi propia historia y llegó un momento en que yo reconocía
mis emociones a partir de las historias de ellos; a partir de lo que me contaban de su infancia; a
partir de situaciones de ellos como padres. Me sigue pareciendo fascinante, pero en ese entonces era
con una intensidad especial.
El darme cuenta de que como seres humanos somos iguales, igualmente humanos, igualmente
amamos, igualmente nos equivocamos. Yo no he cometido delitos, pero también me he equivocado
como madre; no he cometido delitos, pero también he tenido miradas sesgadas como hija o como
hermana…, me he dado cuenta de todo eso con las historias de ellos.
Era muy impactante y sigue siéndolo; como bien dice Frankl uno crece en el encuentro, me
descubro a través del otro, y se los he dicho a cada uno siempre que he podido, les he agradecido por
la confianza al abrirme sus emociones y la privacidad de su mundo interno, les he dado las gracias
también porque he aprendido de mí, a través de ellos. Es importante que ellos lo sepan, que en ese
encuentro, ambos aprendemos; que yo puedo darles una mano pero que también, yo me enriquezco
mucho. Eso ha sido desde la primera semana, no se si he logrado trasmitir ese agradecimiento; espero
haber podido hacerlo. Es muy importante.
Algo más, es descubrir que uno se emociona también, que uno tiene que ser sereno pero que
también puede mostrar esta empatía sin quebrarse. La presencia de los demás compañeros del equi-
po y los operadores de anda me daba tranquilidad y serenidad, me sentía muy bien. Todo el dolor
por haber escuchado historias tan duras salía después, pero ahí todos los conocimientos se hacían
evidentes a través de la escucha, a través de las palabras de los propios internos.
Un último punto es la diferencia entre acompañar personas privadas de libertad y la práctica
privada. Muchas veces en este último tipo de práctica terapéutica las personas se bloquean, no quie-
ren llegar, buscan excusas para no seguir trabajando. Incluso el trabajo con jóvenes es más difícil
porque los papas los traen. También las personas adultas se van entrampando.
En el penal, aun cuando son personas privadas de libertad, en el contexto de anda, todos los
chicos que he acompañado desde la primera sesión, desde la primera vez, son un torbellino, quieren
hablar, se abren, dicen lo que piensan, lo que sienten, lo que temen, están ahí esperando que uno
llegue y necesitan hablar; están dispuestos a hablar, dispuestos a trabajar, una vez que inician el
proceso son personas muy involucradas en su transformación personal. Algunas están bloqueadas, a
algunas les lleva más tiempo; algunas se van y después vuelven, pero mientras están en anda yo veo
que hay un compromiso con su proceso, lo cual es muy importante.”
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Cuando uno se aproxima a la Logoterapia y más durante el proceso de la formación, encuen-
tra muchos contenidos teóricos que se leen y escuchan muy bien, que incluso suenan poéticos,
como la idea de libertad, de responsabilidad, los valores, los valores de actitud; ideas y concep-
tos que hacen que la logoterapia nos atraiga y uno la haga suya. En mi experiencia personal
acompañando personas privadas de libertad desde hace veinte años debo decir que muchos de
los conceptos de la logoterapia se han hecho claros durante la práctica, la cual me ha revelado
lo teórico.
Acompañar personas en un proceso particular privado, tiene su riqueza y tiene sus pro-
pios derroteros; pero acompañar personas privadas de libertad considero que es una catego-
ría diferente, un ámbito distinto; comparo el camino del hombre privado de libertad con el
experimentum crucis frankliano. Veo a esta persona como la manifestación palpable del homo
patiens que asciende del campo teórico a la existencia doliente que se abre ante mí.
Temas como la libertad, la responsabilidad resuenan fuerte y mucho en el penal, pero
también los valores de actitud, el optimismo trágico de aquellos que están privados de libertad
y aun así hacen la vivencia de la esperanza, eso para mí es una cosa fantástica y aún difícil de
comprender.
La experiencia de acompañar procesos de personas privadas de libertad es un camino que
transforma a quien lo realiza, permite el encuentro con muchas personas que precisan, que
necesitan ser escuchadas, pero también con la propia humanidad desnuda que nos interpela
en un camino que no tiene regreso.
14
la logoterapia en méxico
Venir a agradecer
Apertura del VIII Congreso Mexicano de Logoterapia
Celebración del 30 aniversario
Leticia Ascencio de García
S
Siendo pequeña, con el Colegio fuimos a la Villa de Guada-
lupe. Todas íbamos diciendo lo que pediríamos. Una amiga
me dio una lección que hoy resuena de nuevo en mi corazón.
Dijo: “Yo no he venido a pedir, yo he venido a dar gracias”.
Hoy siento mi corazón estallar con un sentimiento de grati-
tud que no se puede quedar en mí, que estalla maravillado
rompiendo todos los límites de mi comprensión ante este
misterio que es la Logoterapia en México. Yo también hoy,
con todos Ustedes, ¡he venido a dar gracias!
Me preguntan muchas veces: ¿De dónde surgió la Logo-
Fundadora y Directora de la terapia en México?
Sociedad Mexicana de Análisis De la impotencia, de la incapacidad. Literalmente, des-
Existencial y Logoterapia, S.C.
pués del terremoto del 85, que hoy sería historia si no lo
Socia Fundadora de la Asociación
Iberoamericana de Logoterapia, supiéramos por propia experiencia y de manera existencial
Psicoterapeuta de Parejas (ametep), muchos de los que estamos aquí, me encontré con miedo,
Orientadora en Desarrollo con impotencia, con incapacidad, con bloqueos… ante esa
Humano (uia).
realidad que desgarraba mi corazón conocedor por los libros,
de la condición humana, pero en ese momento consciente
de que el conocer no daba respuestas a la existencia de tan-
tos hermanos en el límite de su propia vida, con pérdidas y
dolores inimaginables. En esos días salían constantemente de
entre los escombros, los Socorristas.
¡Aquellos socorristas! Ellos, fueron los que trajeron la
Logoterapia a México. ¡Sí! Ellos fueron la inspiración para
que yo me moviera de lugar y siguen siéndolo.
Interpela y conmueve el ver y convivir con personas dis-
puestas a dar su vida para salvar a alguien a quien no co-
nocen… autotrascendencia pura, limpia de interés personal,
sólo siguiendo el dictado de su conciencia, siguiendo las se-
ñales que la pregunta que les hace la vida les va dando para
seguir viviendo en totalidad.
15
Nada, después de haber conocido esta experiencia, volvió a ser igual en mí. El sentido se
me presentaba claro. Y lo acepté.
Dentro de mí experimenté la necesidad de que alguien pudiera dar contenido a esta so-
brecogedora experiencia, nunca imaginé lo que está necesidad haría surgir… así contacté con
Víctor Frankl.
Después de mi encuentro con él en Guadalajara 1988 y posteriormente en Viena 1996,
entendí que había que hacer un modelo de enseñanza de la Logoterapia en mi propio país.
Con el tiempo se ha ido modificando. Hemos afinado muchas cosas… el estudio, las horas de
supervisión. El trabajo social sigue abriendo oportunidades y compromisos.
¡Cuanto hemos aprendido de la escucha de nuestros propios alumnos! Así, matizando,
cincelando el tesoro que el mismo Dr. Frankl depositó en nuestras manos, fuimos completan-
do el programa que nos mereció ser Instituto distinguido del Instituto Víctor Frankl de Viena.
Tuvimos dos alas para volar: La psicología, modelada por Ernesto Rage… y la Filosofía
con Miguel Mansur.
Comenzaron a surgir intercambios, conocimientos y afectos del exterior: David Guttman
de Israel, Gerónimo Acevedo de Argentina, María Ángeles Noblejas de España, todos los que
hoy se encuentran aquí compartiendo sus vivencias entre nosotros. Incontables amigos, com-
pañeros y hermanos que han hecho crecer smael.
Es evidente que esto no es obra mía. Es el esfuerzo conjunto de cada persona que ha en-
trado en contacto con el Dr. Frankl en el Instituto: profesores, estudiantes, amigos, compañe-
ros de aquí y de fuera de México.
A las llamadas recibidas, hemos respondido cada uno de los que aquí estamos… y así con
todos, sin pretenderlo, hemos dado nuestra respuesta. Y smael sigue abriendo vidas al sentido
y al bien.
La suma ingente, de tantas personas tituladas en el Diplomado, la Especialidad en Logo-
terapia y Análisis Existencial y ahora la Logoeducación nos habla de la nobleza de la Logote-
rapia. Aquí hay nutrientes para todos los que quieran alimentarse.
Hoy, sinceramente, he de decir que he seguido los llamados de mi corazón para respon-
der en cada momento que la vida me reclama. Yo nunca planee que esta psicoterapia llegara a
convertirse en lo que hoy es en México.
Cito a Gerónimo, que hace énfasis en que la persona humana es un ser siendo. Es en este
gerundio existencial que me he movido.
Enseñar, formar, apoyar, alentar, motivar, acompañar ha sido mi tarea y el resultado, ha
sido lo que vemos hoy.
Quise responder a lo que recibí en primera persona del Doctor Frankl, de la manera más
cercana a sus enseñanzas. Y, ¡Aquí estamos!
¡Hoy es un día para agradecer! En el camino han intervenido tantas y tantas personas, hoy
presentes y algunas ya no, entre nosotros.
Sin Ustedes, esta tarea vital para mí no habría sido posible.
La Logoterapia me ha nutrido abriendo mi campo de conciencia. Me ha descubierto el
campo de la educación en valores. El valor grande de la libertad. La responsabilidad y la espi-
ritualidad son su centro.
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La Logoterapia, puente que une todas las dimensiones del hombre y crea las condiciones
para un verdadero encuentro con Dios. Es la espiritualidad laica. Esta Logoterapia y Análisis
Existencial que no se condiciona ni limita a ninguna religión, raza, estrato social, modo de
estar en el mundo. Que los redimensiona.
Esta Logoterapia, que coloca nuestra libertad delante de su verdadero ser. Y enfrenta a
aceptar esta vida libremente, sabiendo que nadie va a hacer tu tarea por ti.
¡Ser libre y desde la conciencia de serlo aceptar el compromiso es maravilloso!
Tenemos esta vida única que podemos libremente elegir como vivirla. Ojalá y podamos
decir desde el fondo del corazón igual que nuestro maestro, el Doctor Frankl: “A pesar de
todo, sí a la vida.”
Hemos creado la gran familia smael. Cada vez somos más, en más lugares, en más Esta-
dos. Hemos visto gozosos, como cada persona que entra en contacto con ella, sale enriquecida
al dejarse tocar por la nobleza con la que nutre nuestro existir. ¡Cómo no agradecerlo!
Que todos nos sintamos bienvenidos, invitados a subirnos a este barco con rumbo claro,
donde todos tenemos un lugar.
Aun nos quedan tareas, entre ellas la de revisar las aplicaciones de la logoterapia y
trabajar en qué otros ámbitos podemos desarrollarla.
Estos dos días son experiencia existencial sin estrenar. Que todos salgamos de estos dos
días enriquecidos de ella.
Muchas gracias.
17
la logoterapia en méxico
¡Rescatistas!
El símbolo, el rescate, la autotrascendencia,
el reconocimiento y la gratitud.
Remembranza con sentido
Gabriela Pro del Conte
L
Lety nos presenta un video de su encuentro con Frankl y la
tranquilidad, que él siente, al saber que su propuesta está en
buenas manos; en las que siembran y cultivan. Hoy treinta
años después, recolectando la cosecha. Rescatando valores
en ese indisoluble binomio de libertad con responsabilidad.
¨Tu y yo podemos hacer algo” decía Frankl a Lety…. Y es el
resultado. Y, son las obras y es el camino sembrado del que
Frankl está – sin duda alguna- orgulloso de tu obra Lety. Se-
guramente “angelando”, indiscutiblemente, cuidando.
Abogado por la Universidad La presencia de Rosa Argentina … la voz cálida de tam-
Central de Venezuela (1986) bién muchos años, que nos recuerda que somos el capitán de
y Especialista en Derecho del
Trabajo (2008) por el Centro
nuestros barcos. El humor y la puesta en escena de sensibi-
de Estudios de Postgrado de la lidad y risa, siempre gratificante y cercana. “La resiliencia es
Facultad de Ciencias Jurídicas y el nombre de la espiritualidad que nos da la logoterapia; la
Políticas de la Universidad Central espiritualidad es el cimiento central de la resiliencia”.
de Venezuela. Socia del Escritorio
Jurídico Perdomo, Pró Del Conte
Efrén Martinez … sembrador y ejecutor de los proyectos
S.C. Reside en México desde hogares de paz para construir el sentido de muchos olvidados,
2004. En 2017 obtiene el título de desde el ancla de la dignidad y el rescate. La valentía y el co-
Especialista en Análisis Existencial raje para entrar en la selva de los conminados por los grupos
y Logoterapia en la Sociedad
Mexicana de Análisis Existencial y
disidentes.
Logoterapia (SMAEL). Desde 2015 es Olga Loaiza con su canto de siempre y su voz firme en la
docente en SMAEL en la asignatura atención de jóvenes en trabajo de aprendizaje de valores. Para
“Aspectos Legales de la Muerte” “chamos felices, no adaptados”, quien además nos recuerda
en SMAEL, desde 2016 docente
adjunta en “Ética Profesional” y
que “la nueva forma del maltrato” es conferir lo material sin
desde 2017 docente adjunta en límites, ni méritos.
“Nuevas Aportaciones”. Es autora Xochitl Meneses en esos cuidados paliativos que da el
del libro “Naturaleza Jurídica de los médico humano, que no desconoce la fisiología, pero acentúa
Aportes Patronales para el Ahorro
del Trabajador” publicado por la
la dignidad el enfermo y sus familias, nos recuerda que las
Universidad Central de Venezuela personas se “inspiran” con la Logoterapia. Nos muestra vías
en 2011. de sentido desde las artes marciales para entrenar el desafío
del espíritu en armonía con la danza terapéutica…. Cura mé-
18
dica de almas en los cuidados paliativos. Acevedo y Xochitl… ese par de médicos humanos a
quienes les agradezco la mirada sobre el modo humano de curar.
Los inmigrantes dolientes desde la mirada de Cuca Valero quien captura los obstáculos
que impiden el florecer de la espiritualidad, con una mirada honesta al creer en ellos, apoyar-
los a surgir en medio de la adversidad y el no ser de nadie, vivir sin pertenencia. Humanizar-
los, transformarlos al creer en la igualdad de las posibilidades para todos, sin distingo del color
o sombra del visado; del trasporte; de la distancia del autobús cercano, que puede transportar
tu inteligencia y talento más allá de las formalidades migratorias. Creer en el ser “dreamer” y
acompañarle en su tránsito por la vida más allá de la fronterización de las posibilidades.
Gerónimo Acevedo, el maestro, la columna firme del caminar para seguir siendo en
modo gerundio. Con la voz cálida del maestro de siempre, con la pluma clara… La voz sabia
que nos recuerda que nuestro mayor problema es no aceptar la incertidumbre; que la logotera-
pia es esperanza y que el sentido es en la vida. El “entre” del maestro Acevedo y todos los que
bendecidamente estábamos allí, procuró un espacio de admiración y legítimo cariño. Gracias
por el término “escuchatorio”, por recordarnos que la técnica y la humanidad son la mezcla.
Que no demos consejos, “nos aconseja.”
Del coloquio destaca el “no soy independiente, soy interdependiente” … reconocer nues-
tra vulnerabilidad y aprender a contactar con aquello que no nos es cómodo, desde mi escucha
agradecida, los grandes mensajes.
Alejandro di Barbieri nos comparte los locos bajitos que con Serrat cantamos y lloramos;
la paciencia, la templanza y la esperanza es lo que nos enseñan los hijos, los alumnos… Y nos
dice que un tigre no se puede destigrar pero un humano sí puede deshumanizarse. Que al
hijo que busca se le puede decir:“no estás perdido, estás investigando”. Que el neurótico es
un desagradecido que no sabe ver regalos y, que “somos lo que hacemos, con lo que hicieron
de nosotros” y nos invita a “largar la podredumbre en privado” y que en el encuentro con los
locos bajitos seamos firmes pero optimistas. Educar sin culpa… desde Barbieri.
Eliana Cevallos, nos habla de en-amor-á ndonos.; nos dice que el amor tiene dos ver-
tientes: la realidad explicada y la realidad implicada. Que el amor nos toma, que el amor im-
plica confianza. Que lo más importante del amor es la alteridad; que el “amor cero riesgos” es
tan imposible como la “guerra cero riesgos”. El amor no está “en mis manos” sino que “me
habita, me toma… es un yo en una escena de un tú”. Nos cuenta de las plumas que nos vamos
colocando en el camino, esas que nos protegen de nuestro yo porque el centro de ellas soy yo
mismo. La confianza significa que te voy a amar sin tus plumas. Nos invita a enfrentarnos a la
vida con vulnerabilidad, sin miedo, sin plumas… como pollito.
“El amor es el afinador de conciencia para el sentido”. Gracias Eliana por permitirnos ver
nuestras plumas…, ojalá, también nuestra esencia y la del otro para amarlo desplumado. “El
amor es del amor y el comportamiento del comportamiento”.
Kiwi, el grande, el que desde la música nos permite sentir la vida. El que nos recuerda que
todos tenemos una música en nosotros que no se pierde y que hay que rescatarla. “La música
no es solo en mí…, es lo que soy”. “Si apago mi nota musical empobrezco el mundo”. “Mi
música es mi unicidad” Gracias Kiwi por conectarnos con Coco, -con el socorro-, con las raí-
ces y la nota que somos por dentro y estemos al socorro de la música perdida.
19
Miguel Jarquín, nos obsequia su conferencia: “El regalo de La existencia: ruptura y sen-
tido, una aproximación a la vivencia de algunas personas excepcionales”. Excepcional es su
discurso respetuoso, amoroso y cargado de una inexplicable aproximación sensible, a quienes
están de modo distinto: al Poncho que sabe, al Pepe, a Pascual. La “tuidad”, el “educar” para
escuchar el grito del pobre; recordarnos que el otro conoce de su deficiencia “en la aparición
en el rostro de los demás”… “Es el rostro monstruoso que no queremos, el que nos reta”.
Gracias por decirnos que la libertad no es intelectual; que vivimos en la sociedad de los iguales
y que quienes son diferentes tienen derecho a una educación, a un lenguaje distinto “porque
son diferentes”. Gracias por la oda a las personas con deficiencia mental que nos permitiste
leer con los ojos del alma. “El aquí y el ahora así contigo”. “La tuidad donde eres un “tú” con
tu limitación real”. ¡Gracias! ¡Gracias!
Felipe Miramontes, con su inteligencia y su propuesta nos exhorta a acudir permanen-
temente al estudio del Análisis Existencial y refresca las áreas de aplicación del Análisis Exis-
tencial y la Logoterapia. Habla de la necesidad de difundir, cada vez más, la logoterapia y el
análisis existencial a través de conferencias, talleres, internet; actualizarnos en el estudio y pro-
fundización del análisis existencial y del oficio del terapeuta. Actualizarnos en la colaboración
con otras disciplinas. En la supervisión de casos. “Estudiar Análisis Existencial y Logoterapia
para ir más allá, precisamente, del Análisis Existencial y Logoterapia”. Gracias por tu con-
gruencia con la base teórica y tu dedicación al estudio.
María Ángeles Noblejas nos invita a buscar el encuentro a pesar del autismo. Nos com-
parte los aspectos positivos del asperger: la lealtad, su amistad sincera, cómo hablan de sus
pensamientos sin preocuparse por el contexto social y sin intencionalidad oculta y su capaci-
dad para insistir en una teoría. Nos muestra el testimonio de una persona con autismo: “me
he caído de un puente, estoy abajo solo y los demás siguen caminando por el puente” Gracias
por los videos, por tu postura sensible y por recordarnos que el anhelo del encuentro de esas
personas que podemos percibir que no encajan. Gracias por dejarnos con esa hermosa frase de
la madre que dijo: “A mi hijo le pasa lo que le pasa, pero es bueno”,
Eduardo Garza Cuellar, con su conferencia “Serpientes y escaleras, juegos paradójicos de
la existencia” nos habla, con su único humor, de las grandes paradojas de la vida. Nos recuer-
da que la libertad y la muerte son las paradojas fundamentales de la vida, y nos invita a tener
presente que “somos la suma de todas nuestras restas”. Gracias por el video de Isaac Cohen
desde quien recordamos, a través de su relato sobre su humilde profesor de guitarra, que la
gratitud es un modo de estar en el mundo. Nos dice Garza que en este tema de la gratitud
es importante desmenuzar el contenido: “de qué y ante quiénes” estamos agradecidos y nos
comparte que “en gerundio” también se agradece”.
Cecilia Saint Girons habla de las expresiones artísticas como vías de acceso al inconscien-
te espiritual, recordándonos que la inspiración del arte reside, justamente, allí. Que el valor
es polisémico y, como dijo Fabián Gallardo que “la música me guíe”.
En la entrevista entre Lety y Lucía se tocaron temas muy interesantes, por ejemplo, ex-
pandir el futuro de la logoterapia; afinar la carrera de Logoeducación que es de gran impacto
para la propagación y formación de la logoterapia, difundir la logoterapia en las escuelas, el
20
gran tema de la responsabilidad social y el “futuro intuido” por la Logoterapia, expresado por
Lucia Armella.
En el taller de Gabriela Yépez el tema de la soledad ha sido el protagonista. Con diná-
micas, videos y canciones adorna su conferencia. Nos habla de los factores que influyen de
modo importante en la soledad de hoy día: redes sociales; la anulación del otro en mi “amor,”
por el celular; la cultura del sexo casual; el ruido, el control, la prisa. También nos refiere las
ideas sobre la longevidad y el envejecimiento …. “me siento atrapada en la edad”. “Nos está
siendo dramático el paso del tiempo”. Nos invita a no “comprarnos la edad” y nos recuerda
que “el enfermo y el anciano tienen también responsabilidad”. ¡Gracias por permitir que nos
adentráramos en el tema de la soledad y la verdadera felicidad, por hacer que interactuáramos
con los otros, sentados frente a nosotros y construir un encuentro con sentido! ¡Gracias por
los girasoles periscópicos, por invitarnos a “habitarnos” - como la metáfora de la casa- y a,
“habitarnos mejor”! Por tu respeto y sintonía con tu público, ¡gracias! “Cuando me tengo, veo
que tengo un lugar en el mundo”.
21
la logoterapia en méxico
Friedrich Nietzsche.
Aforismo 33 de El Viajero y su sombra.
22
Así que de inmediato me di a la tarea de localizar y revisar el texto señalado.
Me encontré con tres libros del mismo escritor. Cada uno señalaba, de una u otra mane-
ra, la expresión “Terapia Existencial” en su título3.
Compré los tres libros a través de una plataforma de internet, pero al recibirlos me provo-
caron una desilusión porque no solo son extremadamente repetitivos entre sí (especialmente
en los apartados que dedica a criticar la terapia existencial, a juzgar a mi persona, o a “propo-
ner” aspectos e ideas “relacionales”), sino que incluso en muchos fragmentos son, literalmente,
una copia uno de los otros. Presentan simplemente un “copiar y pegar” de párrafos enteros de
los otros textos, sin anunciar que lo está haciendo (como una especie de auto-plagio).
Esto me generó una experiencia ambivalente. Por un lado, resulta frustrante encontrarte
con tres textos “diferentes” que son tan repetitivos4, y por el otro, es halagador que alguien
haya decidido publicar tres “distintos” textos donde dedica amplios espacios a críticas especí-
ficas sobre mis propuestas y escritos (¡y en ocasiones sobre mi persona!). A su vez, en SPEH
critica y juzga mis propuestas junto con las de grandes personajes como: Juan Lafarga, Carl
Rogers, Abraham Maslow, y Fritz Perls, lo que resulta también muy halagador.
Al leer las “críticas” experimenté una nueva desilusión. El autor no solo no presenta opi-
niones realmente sustanciales, sino que además critica desde una posición que parece llena de
rencor o de algún tipo de enfado, presentando su opinión con poca claridad conceptual. Lo
que resulta aún más lamentable, es que no ofrece ninguna contrapropuesta que resulte nove-
dosa ni estimulante.
Además, en muchos momentos parte desde una posición de “experto” y/o “poseedor de
la Verdad”, postura que en mis textos intento tanto cuestionar como evitar (lo que, por otro
lado, es parte de la actitud fenomenológica del no-saber que se describe en los mismos textos
que revisó el crítico en cuestión). Tal posición provoca dificultades para generar una respuesta,
ya que no solo no invita al diálogo, sino que se planta desde una rigidez que cierra espacios
para la conversación y el intercambio de ideas.
En varios momentos me reprocha aspectos en los que me parece que, si hubiera realizado
una buena lectura, se percataría de que en realidad ¡estamos de acuerdo! Pero parece que le
importa más rechazar que comprender. En otros, critica frases presentes en mis libros como
si se tratara de algo que expreso desde mi propia experiencia, ¡cuando se trata de una cita de
otros autores!, lo cual se encuentra claramente señalado junto a la cita en cuestión. También
dedica un buen tiempo a reprobar aspectos de forma, más que de fondo, como si fuera algo te-
rrible o pecaminoso y visto a través de los ojos mismos de la inquisición. Asimismo, comenta
algunos detalles en los que debo aceptar que tiene razón, pero ¡comete exactamente la misma
falla que me recrimina solo unos renglones más adelante! (como explicaré posteriormente). Y
ques terapéuticos.
23
para no hacer demasiado larga la lista de incongruencias (aunque hay varias más), terminaré
con la siguiente: realiza críticas llenas de sarcasmo y, sí, porque no mencionarlo, soberbia, que
develan no solo una pobre lectura del material que juzga, sino una importante ignorancia de
los temas que critica.
Me debatí mucho con respecto a si debía hacer algo al respecto de sus textos, o sim-
plemente dejarlos pasar, ya que la gran mayoría de sus comentarios solo asoman prejuicios,
ignorancia, y mala comprensión. Juzga algunos de mis argumentos fuera de contexto, demos-
trando una incapacidad para leer adecuadamente y, sobre todo, un posible rencor del que
desconozco por completo su procedencia.
Sentí deseos de elaborar una respuesta donde contra-argumentara teóricamente, pero no
resulta tan fácil hacerlo porque incurre en varias falacias argumentativas, como por ejemplo:
• Falacia ad hominem: critica mi persona de formas que son irrelevantes para el análisis
de los argumentos. Convirtiendo su crítica en calumnia.
• Falacia del espantapájaros: caricaturiza mis argumentos o posturas, tergiversando, exa-
gerando o cambiando el significado de mis palabras para facilitar su ataque lingüístico.
Se tergiversa un argumento o se saca de su contexto, para que resulte más fácil de re-
futar. Esta falacia la comete en múltiples ocasiones.
• Falacia de la falsa analogía: hace uso de una analogía supuestamente evidente para apo-
yar una conclusión, comparando dos situaciones y poniendo de relieve las similitudes
entre ellas, pero dejando de lado diferencias que pueden ser muy importantes, y que
hacen a tal comparación incorrecta. Ejemplo: “Tanto las palomitas que se comen en
el cine, como las tortillas, están hechas de maíz; por lo que ambas deben ser planas y
redondas”.
• Falacia del equívoco: en la cual se utiliza una misma palabra, pero con significados
distintos. Ejemplo: “En el trabajo no le pagaron nada, y como nada, no se ahoga”.
• Falacia ad lapidem: en varias ocasiones reprocha mis comentarios sin aportar argumen-
tos acerca del por qué le parecen absurdos, rechazables o deleznables. Simplemente los
rechaza, y con un lenguaje florido.
• Falacia de generalización apresurada: llega a conclusiones y generalizaciones a partir
de pequeños e insuficientes ejemplos: como cuando concluye aspectos sobre la terapia
y los terapeutas existenciales en general, o sobre la psicología existencial en México, a
partir de algunos de mis trabajos y opiniones.
Entre broma y en serio, una persona muy querida, al leer algunos de sus comentarios me dijo:
“¡Wow, esta persona te odia más que cualquier ex–pareja a la que hayas tratado muy mal”.
Después de pensarlo un tiempo, decidí escribir algo porque sé que es lo que varios de mis
alumnos y colaboradores estarían esperando. Aprovecharé este “pretexto” para subrayar y clari-
ficar algunos aspectos importantes de la Terapia Existencial-Fenomenológica del Movimiento
o Escuela Mexicana, para que no se trate simplemente de una “respuesta”, sino de un artículo
que pueda ser usado para “defender” dicha propuesta de prejuicios y malas interpretaciones.
Sé que con ello no solamente me “defiendo a mi”, sino a la postura terapéutica que tanto ellos
24
como yo amamos y practicamos regularmente, y de la cual seguimos aprendiendo y sorpren-
diéndonos de sus alcances y su belleza. Así como también a la vivencia de la gran mayoría de
nuestros pacientes que se han visto beneficiados por procesos terapéuticos existenciales.
Es principalmente para todos ellos, que escribo estas páginas.
“[…] contener prejuicios que en nuestros días vienen sirviendo de errónea base epistemológica a las
terapias en general, no solo a las existenciales o “humanistas”. En cualquier caso, si bien lamento las
ligerezas […] al mismo tiempo agradezco la claridad con que son expuestos en sus páginas […]. (ttt.
p. 43).
Es halagador que considere mi texto como ejemplo de las bases epistemológicas de las psicote-
rapias en general, pero también es injusto (falacia de generalización apresurada). Las diversas
psicoterapias difieren entre sí; incluso hay marcadas diferencias de las terapias existenciales
con las humanistas, o entre las diversas ramas de estas, precisamente en aspectos epistemoló-
5 Elopinante realiza muchas de sus críticas sobre la lectura de mi tesis doctoral. Aunque para mi respuesta
tomaré el número de página de mi tesis, todos mis comentarios aparecen publicados, en mi obra: Terapia
Existencial. Teoría y Práctica Relacional para un Mundo post-Cartesiano. Volúmenes 1 y 2.
25
gicos. Así que, sugerir que las propuestas de mis textos abarcan a las psicoterapias en general,
no solo resulta desproporcionado, sino hasta cierto punto, ignorante.
Le agradezco, sin embargo, que reconozca que mis libros son el fruto de años de estudio
y lectura (aunque en otro de sus textos dice exactamente lo contrario). Cuando comenta:
Lejos de cualquier intención segunda oculta, desearía reconocer al mismo tiempo el gran valor del pre-
sente libro, con el cual compartimos muchísimas convicciones –en especial las del carácter relacional
de la psicoterapia–, al tiempo que agradezco tantos conocimientos de sus muy amplias y numerosas
lecturas, superiores al promedio y mejor sabidas. Sería injusto no hacerlo. (ttt. p. 43).
No quisiera cargar las tintas sobre nadie en particular, pues el error es penoso; tan solo quiero señalar
como ejemplo el de un autor que, como la mayoría, ha leído muy poco y ha entendido muy mal (¿dón-
de ha estudiado filosofía?) a los autores de importancia, por lo que sus afirmaciones son de menor im-
portancia aún... [Y continúa citando un párrafo de uno de mis libros]. (peh. p. 14; speh. p. 130).
De este tipo de inconsistencias están plagados sus tres textos, no solo entre un libro y otro,
sino a veces dentro de uno solo como demostraré más adelante con algunos ejemplos.
Otro aspecto que llama mi atención es que, como mencioné anteriormente, muchos
de los ataques parecen dirigirse a mi persona más que a las ideas que comparto en mis escri-
tos. Parece que su principal intención es difamarme. Por ejemplo, refiriéndose a mí expresa:
“… no pasa de la condición de sacamuelas y charlatán …” (ttt. p. 49). En otro momento:
“… el reciente doctorando se valora bien alto, debe ser algo propio de la edad”. (peh. p. 16,
17; speh. p. 133); entre otros. Aunque también debo decir que parece ser parte de “su estilo”
ya que en ttt dice sobre Fritz Perls, uno de los padres de la terapia Gestalt: “… Fritz Perls
en una de sus frases de granjero jactancioso y esquivo a lo especulativo …” (ttt. p. 11). Más
adelante retomaré cada una de estas críticas para intentar ofrecer una respuesta en el contexto
general de este escrito.
Él mismo dice sobre la acción de criticar: “La crítica racional y no personal (u objetiva)
debería alegar razones específicas cuando algo nos parece inconducente, guiados por la idea de
acercamiento a la verdad objetiva; en tal sentido la crítica será impersonal y benévola” (speh.
p. 139). Lamento que no haga caso de su propia opinión ya que, como el lector podrá perca-
tarse al leer las críticas, estas parecen justo lo opuesto: personales, sin aportar razones específi-
cas más allá de una opinión pasional, y en ningún sentido… benévolas.
También parece interesante que el escritor busca “curarse en salud”. Dice en peh y speh:
Así las cosas, la siguiente reflexión crítica sobre la misma [sobre la terapia existencial6], a pesar de
estar animada por la mejor voluntad, probablemente me traerá pocos amigos, pero –aun amándoles
6 “Laterapia existencial según Yaqui Andrés Martínez Robles”, como el mismo crítico escribe. (peh. p. 36
y speh. p. 151)
26
muchísimo– amo más la verdad que a los amigos que no afinan aunque van y vienen, fundan escue-
las, hacen sus dineritos y su famita, y se rodean de otros colegas asociados al efecto. En tal contexto,
quien ose criticar a alguno de esos hermanos siameses se expondrá a ser denostado eternamente por la
tribu entera. (peh. p. 36 – 37; speh. p. 151).
Al finalizar el capítulo que me dedica en peh y speh, aunque con expresiones un tanto con-
fusas, comenta:
Que bien aprendido se tiene lo mal aprehendido, mal le va las cosas a la pobre fenomenología psico-
lógico existencial en México.
Y, si esto es una patochada impropia de un alumno de secundaria, tampoco hay que exagerar,
que investiguen otros, lo que aquí parece importar es la “actitud”, más o menos… Sólo un lector pu-
silánime pensaría en que me estoy ensañando con el promover de Congresos mundiales sobre “filosofía
existencial” autor, pero el lector serio entenderá que estamos proponiendo en soledad y cum mica salis
un giro hacia la responsabilidad epistemológica.
Y ahora un temor desgraciadamente muy fundado. Si la moda de lo “relacional” adveniente en
nuestros días […], llega tan lastrada por la ignorancia de la fenomenología, del existencialismo y de
todas las corrientes reflexivas teóricas, vamos a tener que sufrir mas pronto que tarde a una inmensa
cantidad de charlatanes relacionales que serán la continuación de charlatanes existenciales. (peh. p.
43; speh. p. 157 y 158; en el original el énfasis está en cursiva, para este texto se cambió por
subrayados).
No quisiera entrar demasiado en “dimes y diretes”, por lo que dejaré a opinión del lector lo
que esta extraña mezcla de criticas, justificaciones, y “temores”, significan. Me abocaré a con-
tinuación a responder a sus críticas específicas. Responderé principalmente aquellas que me
parece requieren de aclaración, por ser producto de incomprensiones, prejuicios, mala lectura,
o ignorancia; así como en las que se me acuse de algo puntual que, por otra parte, considero
injustas. De cualquier manera, quisiera invitar al lector a involucrarse en esta respuesta, para
hacer de este escrito un ejercicio reflexivo.
Antes de revisar de forma específica algunos de los ataques que realiza a mi trabajo, o a las
propuestas existenciales, me gustaría señalar que en ttt da algunas muestras de profundo
desconocimiento sobre el estado del arte del psicoanálisis, de la terapia Gestalt, y de la terapia
existencial. Por ejemplo, comienza dicho texto diciendo:
La caída de la vigencia del psicoanálisis fue como la del Muro de Berlín: una vez demolido, cada cual
se llevó su correspondiente piedrecita. De aquel pequeño resto de Wall, supuesta pero no realmente
opuesto a Wall Street, se sirven todas las perspectivas reformadoras que han ido surgiendo, algo que no
le sería difícil de mostrar al buen conocedor de la Historia de la Psicología: con cada uno de aquellos
fragmentos recuperados, todo nuevo disidente reconstruyó y puso su nuevo nombre a su propia Escuela
de psicología: a barda muerta barda puesta. Pero en las nuevas charcas fueron surgiendo sus propios
sapos, el musgoso verdín oscurecedor y finalmente el sálvese quien pueda. Nada nuevo bajo el sol. En
el presente caso quiero mostrar cómo a la escuela Gestalt le está siguiendo la Escuela de Humanismo
Existencial sin que su pretendida continuidad aparezca por parte alguna. (ttt. p. 7). (Subrayados
añadidos).
27
Como podemos ver, no sólo presenta alegorías burdas, extrañas, y poco comprensibles, sino
que además revela su desinformación sobre cómo el psicoanálisis se encuentra en pleno desa-
rrollo y vigencia dentro de los múltiples grupos psicoanalíticos que existen, por ejemplo, en
países como Argentina, Francia, eua, y el mismo México.
Asimismo, en speh presenta críticas a enfoques como la Gestalt, el Enfoque Centrado en
la Persona (en las aportaciones de C. Rogers, J. Lafarga, y L. Velasco), y la psicología huma-
nista de Maslow. Las cuales en gran parte me parecieron poco claras y confusas. Pero dejaré la
posibilidad de una respuesta a quienes sean mejores conocedores que yo en dichos temas.
Por otro lado, yo mismo he señalado en diferentes partes (por ejemplo Martínez Robles,
2016, texto supuestamente revisado por el crítico), al igual que muchos otros pensadores de
la perspectiva existencial como: Yalom (1984), Spinelli (1994, 2005, 2015), van Deurzen
(1995, 2001), Schneider (2008); que la perspectiva existencial no es idéntica a la humanista,
ni sigue de la Gestalt, sino que la Terapia Existencial es un enfoque particular y específico, que
junto con sus desarrollos hermanos (como la Logoterapia y la Terapia Gestalt) se inspiran en
las propuestas de la fenomenología existencial.7
Además, los principios de la terapia existencial datan de la primera mitad del siglo xx, con
las aportaciones de investigadores como L. Biswanger, lo que la coloca en un desarrollo muy
anterior al que sugiere el autor de dicho texto.
Asimismo, aunque algunos autores han llamado a su enfoque “Existencial-Humanista”,
como Bugental (1978), y Schneider (2010), esta es una denominación que hace principal refe-
rencia a ciertas líneas norteamericanas de la perspectiva existencial. Tanto en los eua como en
distintas partes del mundo, se considera a la perspectiva existencial y a la humanista como dos
perspectivas distintas, con epistemologías que comparten algunos aspectos, pero únicas por de-
recho propio (ver los textos citados más arriba). Tanto en el volumen 1 como en el volumen 2
de mi obra “Terapia Existencial, Teoría y Práctica Relacional para un Mundo post-Cartesiano”, de-
dico un espacio a clarificar que la terapia existencial no es un enfoque humanista, aunque algunos
escritores los confundan. Por ejemplo, el autor de la crítica a la que intentaré responder en estas
páginas, no tiene clara esta distinción, ya que en speh presenta una falacia de falsa analogía:
“La psicología existencial se presenta también como una psicología humanista a su vez plagada de
vaguedades y carencias respecto de la condición de la persona” (speh. Contraportada).
Es por ello que los títulos de los libros del opinante en cuestión: “La psicoterapia exis-
tencial ‘humanista’” y “Sobre las terapias existenciales humanistas”, son títulos errados, que
conducen a (y al parecer surgen de) malas interpretaciones. Además, entrecomillar la palabra
“humanista”, produce mayores confusiones aún.8
Al buscar los textos que el escritor revisó para su exploración de la terapia Gestalt en
ttt, descubro que se apoya básicamente en cuatro libros: H. Almada (2017), C. Castanedo
7 El lector interesado en las diferencias entre la perspectiva existencial y la humanista, puede visitar el blog
de mi página web, donde dediqué tres entradas específicas sobre este tema: www.yaquiandresmartinez.
com/blog
8 El autor jamás se detiene a explicar el porqué de entrecomillar la palabra “humanista” en su título, lo que
hace parecer que se trata simplemente de una más de las inconsistencias del texto.
28
(2016), C. Castanedo (2008), y L. Perls (2000); lo cual me parece en extremo lamentable,
ya que son apenas una pequeña muestra de la amplía literatura gestáltica disponible en la ac-
tualidad. Yo mismo he tenido formación como terapeuta Gestalt, y continúo presentándome
en muchos foros como tal ya que, como he mencionado en ellos, la terapia Gestalt (especial-
mente las líneas relacionales de la misma) y la terapia Existencial–Fenomenológica comparten
varias perspectivas y valores, por lo que las considero hermanas. Me parece muy ingenuo creer
que realmente se puede conocer un enfoque terapéutico revisando únicamente cuatro textos
generales. Cualquier investigador serio de la terapia Gestalt, tendría que revisar al menos el
texto fundacional de Perls y Goodman (conocido como el phg, de 1951), así como también
algunas de las publicaciones posteriores de Fritz Perls, y algunos de los libros de los teóricos
actuales mejor renombrados como: Jean Marie Robine, Gary Yontef, Gordon Wheeler, Jean
Marie de la Croix, Lynne Jacobs, Frank Staemler, Peter Phillipson, Gianni Francesetti, entre
muchos otros teóricos importantes de actualidad dentro de la terapia Gestalt (aunque en speh
hace mención de varios otros textos gestálticos, no parece haberlos leído o, de ser así, no da
muestras de haberlos entendido). Quizá si se hubiera detenido a realizar una mejor investiga-
ción al respecto, no haría comentarios como: “Por no haberse detenido suficientemente en la
elucidación teórica de las cuestiones básicas, la Gestalt ha devenido Gestalt-therapie sin lograr
una Gestalt-theorie” (ttt. p. 9).
En el mismo texto, expone una enorme cantidad de interpretaciones no solo superficiales,
sino incluso desviadas con respecto a las propuestas de la terapia Gestalt, por ejemplo cuando
menciona: “Sorprende a quien esto escribe cómo ha llegado a ser posible tanta “apatía” en la
relación psicoterapéutica gestáltica …” (ttt. p. 25; y speh. p. 99, 100). Por lo visto, además
de no haber leído lo suficiente, lo poco leído no se ha comprendido.
Sin embargo, y para no hacer demasiado extenso este escrito, me advocaré en lo sucesivo
a responder a las criticas directas que realiza sobre mi persona, o sobre mis propuestas en torno
a la Terapia Existencial-Fenomenológica.9
Al inicio del peh expresa:
(…) hago una llamada urgente, habida cuenta de que la autodenominada psicología existencial,
psicología humanista o terapia relacional (dominante en el mundo entero y de forma arrasadora en
Latinoamérica) machaca la dignidad de la persona con un perfil intelectivo bajísimo, confuso y ma-
nipulador. (peh. p. 9, 10).
Para empezar, ya hemos aclarado que la psicología existencial y la psicología humanista son
dos enfoques con aspectos semejantes, pero que no pueden simplemente unificarse como si se
tratara de lo mismo. La terapia relacional, por su parte es la denominación que algunos teóri-
cos dan a su enfoque, independientemente de la corriente terapéutica de procedencia (pueden
ser psicoanalíticos, humanistas, gestálticos, cognitivo-conductuales de tercera ola, etcétera).
Algunos otros teóricos, se decantan por hablar de la terapia relacional como un enfoque por sí
9 Quizá algún colega gestáltico desee tomarse el tiempo de contestar a algunas o varias de las malas interpre-
taciones que dicho autor realiza con respecto a la Gestalt. Creo que podría resultarle como está siendo para
mí: un ejercicio entretenido.
29
mismo. Yo en lo particular, utilizo el término para referir- Acercarse a la comprensión de quien
me a las formas existenciales o gestálticas que parten de lo asiste a terapia, requiere de una
que he llamado el paradigma relacional (Martínez Robles, postura que le reconozca no tanto
2016), que consiste, de manera sintética, en una forma como persona individual, sino como
de comprender la realidad humana como hecha y emer- ser-en-el-mundo.
giendo de un entramado de relaciones, no únicamente a
nivel humano y/o social, sino también biológico, químico, psicológico, etcétera. Acercarse a
la comprensión de quien asiste a terapia, requiere de una postura que le reconozca no tanto
como persona individual, sino como ser-en-el-mundo.
En segundo lugar, se trata de enfoques que están lejos de ser “dominantes en el mundo
entero”, y menos aun “arrasadores en Latinoamérica” (también en la contraportada de speh
comenta que la psicología existencial es “hoy dominante en toda Latinoamérica”). Las perso-
nas que se encuentran dentro del mundo de las terapias en la actualidad, saben que, mientras
que en algunos países el enfoque dominante de la psicología es el psicoanálisis, en muchos
otros la tendencia cognitivo-conductual se encuentra en auge, llegando incluso a hacer de lado
los enfoques más reflexivos de la terapia. Y en aquellos lugares que parecen mantenerse abier-
tos hacia tendencias menos racionalistas, la llamada “psicología positiva” suele tener predo-
minancia. Mi querido amigo Todd DuBose (terapeuta existencial que forma parte del cuerpo
docente de la escuela de Chicago de psicología), comentó recientemente que en la universidad
donde enseña se piensa que, debido al crecimiento en la aceptación mundial de los enfoques
cognitivo-conductuales, enfoques como la terapia existencial, en breve no tendrán cabida en
la academia norteamericana. Ojalá que las terapias existenciales, humanistas, y los enfoques
relacionales fueran, para empezar, más conocidos en las facultades y escuelas de psicología
alrededor del mundo. No por que crea que son necesariamente mejores a los otros enfoques
mencionados, sino porque el diálogo entre las diferentes perspectivas puede resultar enrique-
cedor para todos. Cuando he tenido la oportunidad de impartir alguna charla a alumnos de
los últimos semestres de la carrera de psicología, en distintos países de Latinoamérica, suelo
escuchar entre colegas terapeutas y psicólogos comentarios como: “¿Por qué nunca se nos había
hablado de esto? Ni siquiera sabíamos que existía”.
En tercer lugar, no se de dónde surgió su idea de que: “machaca la dignidad de la persona
con un perfil intelectivo bajísimo, confuso y manipulador”. Para empezar, ¿Dónde deja eso a la
persona misma, y a los consultantes? Si tuviera un perfil tan bajo, la mayoría de los consultan-
tes se percatarían de ello, ya que tener “un perfil intelectivo bajo”, ser “confuso” y con todo ello
tratar de “manipular” al otro, resulta en extremo difícil, a menos que se crea que las personas
son tontas e incapaces de percatarse de que están queriendo manipularlas con una inteligencia
menor. Y si ese fuera el caso, ¿En qué lugar piensa que se encuentra la gente en el mundo y
sobre todo en Latinoamérica, para permitir la proliferación de un enfoque que “machaca la
dignidad”? Me parece que esta opinión del comentarista no sólo esta mal fundamentada, sino
que denota prejuicios interculturales y análisis superficiales.
En el primer capítulo de peh (y capítulo V de speh), en lo que él llama el primero de los
“errores epistemológicos básicos” cita mi tesis doctoral diciendo: “Suelen algunos psicólogos
humanistas defender que…”. (peh. P. 11; speh. p. 127). Esto está mal significado, ya que me
30
llama “psicólogo humanista” (ya que se está refiriendo a mi escrito), nominación con la que
no me identifico, y que además he dejado claro en varios de mis libros que no me representa.
La cita de mi tesis que reprueba es la siguiente: “Superar la división entre sujeto y objeto
es otra manera de decir que no hay ninguna realidad allá afuera, ni ninguna experiencia en el
interior.” (Martínez Robles, 2016, pág. 91). (Énfasis en el original).
En ttt, critica la misma cita argumentando a continuación:
(…) Este arbitrarismo (sic) nos invita a pensar que, más allá de las convenciones del mundo físico,
no hay ni dentro ni fuera; que ni siquiera existe un mundo ‘objetivo’ captado por nuestra experiencia
‘subjetiva’, y que toda experiencia –en cuanto que intersubjetiva– es siempre una relación engañosa
con aquello que llamamos realidad. Cuando tienes delante de ti a un paciente nunca sabrás si existe,
menos aún si existe como paciente, y si puedes hablar con él, eso sí, al terminar la entrevista te acuerdas
de que tiene que pagarte […]. (ttt. p. 44).
31
Además, acompaña su crítica reprochándome que en mis textos eventualmente señalé
algunas similitudes que me parece encontrar entre la perspectiva fenomenológica-existencial y
la física moderna:
Lo curioso del caso, es que él mismo apoya sus argumentos en la física moderna (speh. p.
163), y lo hace para reforzar ¡exactamente los mismos puntos de vista fenomenológicos que yo
defiendo!, pero cuando yo los menciono los reprueba:
En la nueva ciencia física rige el principio de indeterminabilidad (sic) o de incertidumbre que fija un
límite a nuestro conocimiento, según el cual el ser humano es incapaz de determinar desde fuera gran
parte de los fenómenos estudiados [… Husserl reconoció] que la esencia de la cosa queda siempre mo-
dificada al intentar conocerla, como lo demostraron la constante de Planck o el teorema de Gödel…”
(speh. p.163).
32
te a que decir que deberíamos hacerle caso). Así mismo cuando aparece una voz que dice que
no debemos escuchar a ciertas voces, de nuevo, se trata de una voz que puede ser escuchada.
La voz que propongo dice simplemente que necesitamos ir más allá de las voces que intentan
callar a todas las demás, aunque esto no niega que estas merezcan ser escuchadas. Curiosamen-
te, nuestro crítico parece, en otra parte de su speh, estar de acuerdo con esta perspectiva, ya
que al describir la epojé fenomenológica dice: “Hay no diez, sino infinitas miradas posibles sobre
el rostro del otro.” (speh. p. 162; cursivas en el original).
Por otra parte, podríamos rechazar esta crítica desde la idea de la “falacia del círculo vi-
cioso”, que nos advierte que: “el todo de una realidad no puede ser simultáneamente parte
de esa misma realidad” porque entraríamos en una situación de paradoja infinita, urubórica
(la serpiente que se muerde la cola). Es decir que: el conjunto de todos los absolutismos no
puede contener la negación de los mismos, ya que esta última se encuentra en un nivel lógico
diferente. Se trata de una paradoja que se construye desde el lenguaje. Decir que “no hay una
única y absoluta Verdad” (valga la redundancia) no es enunciar dicha expresión como si se tra-
tara de “La única Verdad”, sino que se trata apenas de mencionar una de las múltiples posibles
versiones de acercarnos a la experiencia de lo “verdadero”.
Desde el lenguaje podemos construir muchas paradojas casi con respecto a cualquier
afirmación, pudiendo construir contradicciones a casi cualquier expresión. Este es parte del
arte de la retórica y de los juegos del lenguaje que practicaban los sofistas y con los que siguen
deleitándonos los modernos filósofos lingüistas.
Es curioso que el autor mencione más adelante en sus mismos textos a Karl Popper, y que
no recuerde una de las aportaciones más interesantes de este filósofo austriaco, quien descri-
bió la llamada “Paradoja de la tolerancia” donde se reconoce que la tolerancia absoluta puede
quedar aplastada por la intolerancia, ya que requeriría tolerar cualquier intolerancia. De tal
manera que la tolerancia solo puede ser (casi) absoluta si mantiene una excepción: para man-
tener la tolerancia, hay que ser intolerante con la intolerancia. “Tenemos por tanto que reclamar,
en el nombre de tolerancia, el derecho a no tolerar la intolerancia” (Popper, 1981, pág. 512).
Por lo anterior podría decir: si he de pecar de algún absolutismo, prefiero que sea del que
busca no tener más absolutismos. Y desde la metáfora del coro, la propuesta de salir de los ab-
solutismos es meramente una voz más, una voz que intenta ejercer su canto sin con ello evitar
que las otras voces sean escuchadas, aunque sean voces absolutistas; con un canto que intenta
recordarnos constantemente que existen muchas otras voces, y que la belleza del coro aumenta
cuando somos capaces de escucharlas todas.
Esta es una voz que tiene el timbre de la fenomenología-existencial, al menos desde la
manera como la comprendemos y escuchamos en la Escuela Mexicana de Análisis y Terapia
Existencial.
El siguiente “error epistemológico” que señala el autor, hace referencia a la relación entre
una postura existencial y una esencialista. Comienza su apartado con una cita de mi tesis doc-
toral, pero… ¡la cita mal! Re-acomodándola para que diga lo que el desea o entiende que dice.
Según él, yo opino que: “cualquier pretensión de verdad implica considerar al ser humano desde
la perspectiva de una esencia fija e inmutable” (peh. p. 14; speh. p. 130; énfasis en el original).
Esto es falso. Mi texto no dice eso, ni siquiera yo opino eso. Lo que realmente dice mi escrito
33
(si, porque en mis libros no niego que haya algo que podamos llamar “realidad”, como expon-
dré más adelante) es: “Muchas de las pretensiones de verdad propias de las terapias contempo-
ráneas […] Suelen ser esencialistas, ya que consideran al ser humano desde la perspectiva de
una esencia fija e inmutable” (Martínez Robles, 2016, pág. 26). Analicemos esto paso a paso.
En primer lugar, no me estoy refiriendo a todas, ni mucho menos a “cualquier” pretensión
de verdad. Lo que intento señalar, es que muchas de aquellas que resultan propias a las formas
de terapia que se practican en la actualidad, tienen una posición esencialista. Además, no me
refiero a pretensiones de verdad más allá del campo de las terapias contemporáneas, pero el
comentarista acomoda mis comentarios a su antojo, para que parezca que digo lo que no estoy
diciendo. (Falacia del espantapájaros).
En segundo, el crítico pregunta líneas después de mi cita: “¿cómo podríamos aspirar a
entender a los seres humanos particulares y concretos sin tener una idea o eidos del ser huma-
no en general, es decir, de su esencia?” (peh. p. 14, speh. 130). Esta pregunta revela perfec-
tamente como estamos ubicados en dos terrenos radicalmente distintos. Justamente, para la
perspectiva del modelo Fenomenológico–Existencial de la Escuela Mexicana:
a) No, no podemos aspirar a entender a los seres humanos particulares. Nuestra aspira-
ción es mucho más modesta. Aspiramos a promover que las personas se comprendan
un poco más a sí mismas, ofreciendo nuestro interés y nuestro deseo de acercarnos, al
menos un poco, a la comprensión de la situación que atraviesan, a su ser-en-el-mundo.
b) Los seres humanos particulares y concretos están en proceso constante, por lo que ape-
nas podemos seguir algunos de sus movimientos, tratando de notar si existen patrones
en los mismos.
c) Por ello, no podemos tener una idea o eidos específico de los mismos; al menos no uno
fijo e inmutable.
d) Asimismo, cualquier idea del “ser humano en general” deberá ser cuestionada y puesta
a prueba en la existencia del ser humano específico y concreto que viene a la terapia
e) Por consiguiente, no consideramos al ser-en-el-mundo desde la perspectiva de su esen-
cia, ya que esta se va co-construyendo momento a momento; sino desde el punto de
vista de su existencia, es decir, del proceso mismo de co-construcción que realiza a cada
instante.
34
nado). (Sartre, El Ser y la Nada, 2006) La terapia acompaña este movimiento, señalando de
vez en cuando, diversas posibilidades de reconstrucción.
En el mismo apartado, señala que se apoya para sus argumentos en las fenomenologías de
Husserl, Scheler y Hartmann (peh, p. 15; speh. p. 131). Esto de nuevo, evidencia las distin-
ciones, ya que las fenomenologías que más inspiran a la Terapia Existencial que describo, son
las de Heidegger, Sartre y Merleau-Ponty (entre otros).
En nota a pie de página de peh y de speh (peh. p. 15; speh. p. 130, 131), cita un frag-
mento del primer Volumen de mi “Terapia Existencial” donde expreso:
Una postura esencialista le daría más valor a la realidad de las esencias. Esto puede ser válido para el
mundo de los objetos físicos, sobre todo aquellos creados por el hombre donde la imagen de dicho objeto
preexistía, se encontraba presente de alguna manera en la “mente” del creador del objeto. (Martínez
Robles, 2016c, pág. 213).
Lo que viene a continuación sí me hace pensar que vivimos en dos planetas diferentes. Escribe
al respecto de esa cita:
En primer lugar: Ningún objeto físico es creado por el hombre y ninguna imagen de dicho objeto pre-
existe, ni se encuentra presente de ninguna manera en la “mente” del creador del objeto, excepto en los
enfermos mentales graves. (peh. p. 15; speh. p. 131).
Si no me estoy volviendo tarumba a estas alturas […] entiendo lo siguiente: a) “No a las esencias” por-
que ellas están en la mente del creador del objeto. Ahora bien, ¿esperaba Martínez encontrar el objeto
físico en la cabeza de quién lo convierte en objeto intencional, acaso no habría que tener una cabeza
demasiado grande? (peh. p. 41; speh p. 155 – 156).
Estos comentarios me desconciertan. ¡¿Ningún objeto físico es creado por el hombre?! Real-
mente me deja sin palabras. ¡No sé qué entendió, o a qué se refiere! ¿Cómo imagina entonces
que fue creada la computadora en la que escribo ahora? ¿Por generación espontánea?, y lo
mismo ocurre con la inmensa cantidad de objetos que usamos los seres humanos cotidiana-
mente10.
¿Ninguna imagen de ese objeto pre-existe? ¿No se imaginó Leonardo da Vinci una gran
cantidad de objetos aún antes de que existieran? La silla que está en mi comedor, ¿no estuvo de
alguna manera como imagen, presente en la mente del diseñador industrial que la construyó? Y
que hay de los libros que escribió nuestro crítico, ¿no se hallaban antes, de alguna manera, en su
mente? … ¿Esto solo ocurre en la mente de los “enfermos mentales graves”? … ¿De qué habla?
Además, el “no a las esencias” es una expresión que no aparece en la propuesta que com-
parto. Lo que se piensa en la perspectiva existencial es que, en el caso del ser humano (y no
necesariamente en el de los objetos) la existencia tiene primacía sobre la esencia.
10 Esteasunto lo explica mucho mejor que yo Jean Paul Sartre, en su famosa conferencia El Existencialismo
es un Humanismo, de la que existen varias impresiones en español de distintas casas editoriales.
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Perdón pero, en serio, tales comentarios me dejan perplejo. Y su corolario de: “… ¿espera-
ba Martínez encontrar el objeto físico en la cabeza de quien lo convierte en objeto intencional,
acaso no habría que tener una cabeza demasiado grande?” (peh. p. 41; SPEH p. 155 – 156).
Sin palabras…
Posteriormente señala:
En segundo lugar, afirmar que para el ser humano lo conveniente es una postura existencialista, la
cual nos diría que el ser humano es aquello que hace consigo y de sí mismo y no aquello que puede o
debe hacer, es ignorar total y absolutamente la enseñanza que va desde la fenomenología de Scheler
hasta la de Sartre y la de Ricoeur […] afirmar que desde la posición existencial no soy lo que tengo
(habilidades, talentos, condiciones favorables o desfavorables en la vida) sino que soy lo que hago con
lo que tengo, es sencillamente una estupidez […]. (peh. p. 15; speh. p. 131).
Me parece que el autor de esta crítica debería leer mejor a Sartre, para que no ignore de ma-
nera tan rotunda lo que el filosofo francés propone en su obra. Por ejemplo, en “El existencia-
lismo es un humanismo”, Sartre expresa:
El Hombre, tal como lo concibe el existencialista, si no es definible, es por que empieza por no ser nada.
Solo será después, y será tal como se haya hecho […] El hombre no es otra cosa que lo que él se hace.
Este es el primer principio del existencialismo. (Sartre, 2009, pág. 28). (Subrayados añadidos).
Él, como cualquier persona, tiene derecho a estar en desacuerdo con este principio. Incluso
puede pensar que “es sencillamente una estupidez”, pero decir que dicha expresión es “…
ignorar total y absolutamente la enseñanza que va desde la fenomenología de Scheler hasta la
de Sartre y la de Ricoeur…”(peh. p. 15; speh. p. 131); eso ya es sospechoso, por lo menos de
ignorancia. Pero lo que puede ser enloquecedor, es que en sus mismos libros, unas páginas más
adelante (peh. p. 18; speh. p. 134) ¡él mismo incluye la cita de Sartre que acabo de compartir
más arriba! Y es aún más desconcertante cuando termina diciendo: “[…] o estudiamos más,
sobre todo los que enseñamos, o aquí va a valer cualquier cosa, es decir, aquí no va a valer nada.”
(peh. p. 15; speh. p. 131). A este nivel ya me parece preocupante. Al parecer no solo se trata
de criticar sin buenos fundamentos, sino además con errores magnánimos como negar algo
tan fundamental que el mismo Sartre opinó en una de sus obras más famosas, y que ¡él mismo
cita! Y peor aún, ¡terminar recomendando “estudiar más”!
Pero si el lector de esta respuesta aún tiene cabida para mayores sorpresas, permítame
compartirle las siguientes. En sus libros escribe: “[…] a mí al menos me dan ganas de llorar
cuando autores que escriben libros sobre todo eso dicen: ‘Se pueden distinguir tres corrientes exis-
tencialistas […].” (peh. p. 16; speh. p. 132). Y a continuación critica una cita presente en
mi libro Filosofía Existencial para Terapeutas y uno que otro curioso, donde, apoyándome en la
división que hace Sartre de dos tipos de existencialistas (1.- los cristianos; y 2.- los ateos) –yo
cambio el nombre de “cristianos” por “religiosos” para poder incluir a otros de tradición ju-
día–, y propongo una tercera división, la literaria, que me parecía que en la división de Sartre
quedaba un tanto hecha a un lado. Ahora bien, hoy en día es una división que me parece inne-
cesaria y ya no la utilizo, pero tampoco me parece tan terrible como para solicitar a mi editora
36
que me permita borrarla para subsiguientes reimpresiones del libro, el cual, por cierto, ya se
ha traducido al francés y es un libro que tiene bastante buena acogida entre la comunidad psi-
cológica y terapéutica de varios países hispanoparlantes, por lo cual me siento profundamente
agradecido. Lo comento por lo curioso que me parece que continúe su comentario diciendo:
“Semejantes libros no valen la pena ni para terapeutas, ni para ningún curioso. Pues además de
la taxonomía aquí llevada a cabo, ¿quién le dijo a este autor que Heidegger es ateo?” (peh. p. 16;
speh. p. 132).
Bueno, respondiendo a su pregunta… ¡Sartre!, para empezar, aunque muchos otros escri-
tores dan por sentada tal clasificación. Es posible que tal referencia a Heidegger no sea cierta, y
de ser así, pues con gusto modifico mi texto. Pero primero habría que preguntar: ¿Quién le dijo
a nuestro crítico que no lo es?, porque él parece ofenderse por el hecho de que Sartre en primer
lugar, y luego yo siguiendo a este, hayamos dado a Heidegger tal clasificación.
Lo que resulta aún más extraño, es que a continuación comienza a reprochar la cita en
cuestión de Sartre, que él escribe renglones más abajo (¡pero la cita mal!, como ya explicaré),
donde el filósofo francés opina que:
Hay dos clases de existencialistas, los primeros que son cristianos, entre los cuales yo colocaría a Jaspers
y a Gabriel Marcel, de confesión católica, y por otra parte los existencialistas ateos entre los cuales
hay que situar a Heidegger y también a los existencialistas franceses y a mí mismo. (Sartre, 2009,
pág. 27).
Una primera situación: cuando el comentarista escribe la cita de Sartre (en peh. p. 16), cu-
riosamente excluye la palabra “ateos” que claramente está escrita en el original. Quizá fue un
simple error, pero después de que él mismo puso tanta atención en mi uso de esa palabra, que
ahora no la incluya, me parece muy extraño.
La segunda y considerablemente más gravosa situación, es que cuando coloca la cita de
Sartre en su texto… ¡me la atribuye a mí! Lo que me hizo revisar de inmediato mis libros y
afortunadamente pude comprobar que no, en ninguno de ellos cometí el error de escribir la
cita de Sartre como si fuera mía. De hecho, en ninguno de mis textos aparece la cita del pen-
sador francés. Así que aquí a nuestro crítico si se le fueron por completo las cabras. No solo
la atribuye a mi autoría, sino que enfatiza el final de la cita original, poniendo en cursivas las
palabras: “y a mí mismo”; para después añadir con su peculiar sarcasmo: “El reciente doctorando
se valora bien alto, debe ser algo propio de la edad.” (peh. p. 16 y 17).
Esto me dejó anonadado. Una vez que el autor de estas críticas recurre a “mi edad” para
“justificar” mi “elevada autovaloración”, no sé si agradecerle que me considere “muy joven”, o
simplemente quedarme sorprendido por lo absurdo de su comentario.
Y aún hay más; en la misma sección comenta sobre mis libros: “[…] cada vez que cita
a estos y otros filósofos lo hace siguiendo historias de la filosofía desvencijadas, nunca a los autores
mismos.” (peh. p. 16). Y más adelante repite:
Todo el libro al que nos estamos refiriendo [Filosofía Existencial para Terapeutas y uno que otro
curioso], se encuentra plagado de referencias a autores de primera línea citados por boca de ganso de
autores secundarios, terciarios, o cuaternarios, y además con una sonrojante superficialidad: se traen
37
a colación –como si de una sopa de letras se tratase– los nombres de cientos de autores sin explicar
decorosamente a uno solo de ellos (si para muestra basta un botón, tómese como botón de muestra el
de Terapia Existencial. Teoría y Práctica Relacional para un mundo post-Cartesiano).” (peh. p. 41;
speh. p. 155).
Aquí debo hacer varios comentarios. Primero que nada, se trata de una exageración de su parte.
Es cierto que en muchas ocasiones recupero citas de autores existencialistas que me impacta-
ron, a través de la lectura de otros escritores, pero no diría jamás que es “cada vez que cito”, ni
que se trata de autores “terciarios” o “cuaternarios”. A partir de su reproche, un querido amigo
realizó un recuento de las citas “primarias” y las “secundarias” en mi libro de “Filosofía Exis-
tencial…”, encontrando que contiene 76 citas secundarias, y 194 citas de fuentes primarias.
¿Algunas de las obras que revisé le parecen “historias de la filosofía desvencijadas”?... Yo
prefiero llamarles: “clásicos”.
¿Le parece una “sonrojante superficialidad” traer a colación “–como si de una sopa de le-
tras se tratase– los nombres de cientos de autores”? Yo lo considero un cuidado por reconocer
y hacer honor a todos aquellos que han dedicado tiempo y esfuerzo en el estudio de las múl-
tiples ramificaciones posibles de la mirada existencial (en el volumen 1 de mi obra “Terapia
Existencial…” realizo un recorrido rápido y mini monográfico de los principales pensadores y
pioneros de la Terapia Existencial).
El autor da nuevas muestras de ignorancia cuando comenta que: “En la actualidad el
término existencialismo se conserva tan sólo (sic) arqueológicamente, es una denominación
descatalogada en las historias de filosofía actuales, pese al empeño de no pocos psicólogos que
todavía se denominan “existenciales”. (peh. p. 17; speh. p. 133).
Para empezar, el uso del término “existencial” que yo uso está referido de manera especí-
fica al campo de la psicología y la terapia, y no al de la filosofía. Además, en el mundo de la
terapia, la perspectiva existencial no solo no está en des-uso, sino que en los últimos 15 años ha
comenzado un importante resurgir en diferentes ciudades alrededor del mundo, como pudo
verse en el 1er Congreso Mundial de Terapia Existencial, celebrado en Londres durante el
mes de mayo del 2015, y el próximo congreso mundial que se celebrará en el 2019 en Buenos
Aires. Su descalificación me recordó aquello que solía decirse sobre los reyes: El existencialismo
ha muerto… ¡Larga vida al existencialismo!
Un detalle que me pareció interesante es que el escritor de los tres libros critica con lige-
reza a J. P. Sartre cuando más bien parece que, o no lo leyó, o lo leyó sin atención, o le falla la
memoria. En algún momento dice sobre la obra del francés: “Descartada la existencia de Dios
sin haber dedicado al asunto espacio ni tiempo alguno, sólo (sic) quedaría sobre el escenario
un personaje perdido en el cosmos oceánico –el hombre– […]” (peh. p.17; speh. p. 133).
El primer problema que veo es que el mismo Sartre sí dedica tiempo y espacio a reflexio-
nar al respecto, lo hace tanto en su conferencia “El existencialismo es un humanismo”, como en
su obra “El Ser y la Nada”.
Posteriormente dice: “… al hombre existencialista de Sartre no le queda sino negar la respon-
sabilidad de su propio actuar...” (peh. p. 20; speh. p. 135). Pero el mismo Sartre escribe, en la
misma obra que el crítico parece estar revisando:
38
El hombre es responsable de lo que es. Así, el primer paso del existencialismo es poner a todo hombre
en posesión de lo que es, y hacer recaer sobre él la responsabilidad total de su existencia.(Sartre, 2009,
pág. 33).
[…]
[El hombre] una vez arrojado al mundo, es responsable de todo lo que hace. (Sartre, 2009,
pág. 43).
Incluso amplía la idea de la responsabilidad para abarcar no solo a la persona sino a la hu-
manidad entera, pasada, presente y futura: “Nuestra responsabilidad es mucho mayor de lo que
podríamos suponer, porque compromete a toda la humanidad. […] soy responsable por mí mismo
y por todos”. (Sartre, 2009, págs. 34, 35).
Sin embargo, el crítico parece ciego a estas expresiones que, a mi parecer, resultan clarí-
simas; termina su crítica a este aspecto diciendo: “En lo que a mí concierne, me sentiría un
hombre muy desdichado si no pudiese recabar para mí la condición de persona responsable.
Yo lo definiría como existencialismo barato.” (peh. p. 21, aparece muy semejante en speh.
p. 137).
Aquí no puedo evitar preguntarme: ¿Lo define como “barato” cuando no lo entiende?, o
¿cuando ni siquiera lee lo que los libros dicen? ¿Cómo responder a una crítica tan necia? Quizá
el lector de este texto tenga en su mente alguna mejor respuesta.
El siguiente “error” que señala muestra de nuevo incomprensión de su parte. Lo titula: “Con-
tra el método fenomenológico y en general contra todo método” (peh. p. 21; ttt. p. 47; speh. p.
137). El primer problema que aparece es desde el subtítulo mismo: ni yo, ni la perspectiva
existencial tenemos algo “en contra” del método fenomenológico, ni “contra todo método”.
La propuesta de la Escuela Mexicana de Análisis y Terapia Existencial propone que nos apo-
yemos, principalmente, en el método fenomenológico-hermenéutico. Lo que expreso de distintas
maneras en cada una de mis tres obras que él dice haber revisado.
Un segundo problema es que comienza preguntando: “¿Cómo entiende la terapia “huma-
nista” el método fenomenológico al que invoca continuamente?” (peh. p. 21; speh. p. 137). Pero
realiza su análisis con base en un solo texto, de un solo autor (en este caso a mi libro), que
describe a la terapia existencial, y no a la humanista. Esto de entrada nos da la idea de que, o
no entendió nada, o tuvo una terrible confusión que lo lleva a disparar hacia un blanco com-
pletamente equivocado.
Un poco después menciona una cita que yo incluyo en mi tesis doctoral. Se trata de una
cita del profesor Del Lowenthal, pero jamás aporta al escritor de la cita (lo cual se repite en
varias ocasiones), lo que puede llevar a la errónea idea de que la cita es de mi autoría. Además
presenta la cita incompleta, lo que evita comprender mejor su significado. Pero lo peor de
todo es que, una vez más… ¡la cita mal! Cambiando sutilmente una preposición. En la cita
original (y como se reproduce en mi texto) dice que la Fenomenología Existencial provee un
método para: “re-explorar la experiencia humana con la intención de mantener su aspecto inesta-
ble, ambiguo, temporal y contextual.” (Cayne & Lowenthal en Martínez, 2016, p. 79).
Sin embargo, la manera como la cita aparece en los tres libros del comentarista es la
siguiente: “La fenomenología provee un método para: ‘re-explorar la experiencia humana
39
con la intención de mantener un aspecto inestable, ambiguo, temporal y contextual.’” (peh.
p. 21; ttt p. 47; speh. p. 137).
Inmediatamente después, critica dicha cita diciendo: “¡pero si la fenomenología enseñaba
exactamente todo lo contrario, a saber, que ella aspira a alcanzar la condición de strenge Wissen-
chaft (ciencia rigurosa) […]!”. (peh. p. 21; ttt p. 47; speh. p. 137).
Lo que noto en esa frase y todo el ataque que le sigue, es que ¡interpretó mal la cita! Al
cambiar la preposición “su” por “un”, cambia el sujeto al que se refiere el predicado. La frase
original está hablando de que la fenomenología nos permite reconocer, tolerar, e incluso soste-
ner el aspecto inestable de la experiencia. Pero al cambiar la preposición, interpreta que intenta
decir que la fenomenología misma intenta mantenerse inestable. Lo que la cita, definitiva-
mente no dice. De esta manera, todo lo que escribe al respecto, queda sencillamente inválido.
Es una lástima que lo que podría ser una discusión más interesante tenga que detenerse
en atolladeros de este tipo. Producto de una mala lectura, en el mejor de los casos, o quizá de
un intento de manipular la información.
En el mismo apartado, el autor señala algo con lo que no podría estar más de acuerdo:
que el mismo Husserl deseaba mantenerse siempre, frente al estudio de la experiencia huma-
na, como un sencillo principiante. ¡Pues eso es precisamente parte de lo que Lowenthal expresa
en su frase! Reconocer los aspectos inestables, ambiguos, temporales y contextuales de la ex-
periencia humana, es mantenernos permanentemente en la posición de principiantes frente a
su estudio.
Más adelante menciona que en mi propuesta y en la de la terapia existencial (o de la “te-
rapia humanista”, pero por sus confusiones no queda del todo claro) hay un “rechazo de todo
método” (peh. p. 22; ttt p. 47; speh. p. 137). Pero esta es una crítica sin fundamento (falacia
ad lapidem). Como ya he descrito aquí mismo y en todos mis libros, la perspectiva existencial,
específicamente en el Movimiento Mexicano, valora y promueve el uso del método fenome-
nológico, hermenéutico, perspectivista, y contextual.
Párrafos después, reprende como “infundado” (peh. p. 22; ttt. p. 47; speh. p. 137) un
momento de mi tesis en el que describo que la Terapia Existencial está abierta al diálogo con
otras perspectivas, pero no con la intención de aprender nuevas técnicas, sino de ampliar nuestra
perspectiva para acercarnos aún más a la comprensión de la existencia de nuestros consultan-
tes: “No se busca aprender nuevas técnicas, puesto que se trata de un enfoque que no persigue
objetivos específicos para los cuales las técnicas resulten útiles.” (Martínez Robles, 2016, p.
31). Como intento describir en mis escritos, la perspectiva existencial de la terapia propone un
trabajo que privilegia el acercamiento comprensivo a la existencia del otro, por lo que más que
hablar de una serie de técnicas específicas, que podrían alejarnos del encuentro con la persona
como ser-en-el-mundo-con-nosotros, nos interesa la aplicación del método fenomenológico
que, paradójicamente, en vez de dictarnos qué hacer, nos invita a “dejar de hacer” (y por ello
habla de “reducciones”). En concreto, la propuesta existencial como yo la entiendo, propongo
y describo, jamás invita a eliminar el método fenomenológico, sino a seguirlo de manera exis-
tencial. No podemos confiarnos de técnicas específicas, ya que nuestro método contempla los
aspectos hermenéuticos y contextuales que hacen de cada situación y experiencia algo único e
irrepetible.
40
Pero nuestro examinador dice que esta propuesta es infundada (basándose para empezar
en su propia tergiversación), y complementa su comentario diciendo: “Cuanto menos método
menos limitaciones, para alcanzar esta orgía de emociones habría que carecer de escrúpulos meto-
dológicos.” (peh. p. 22; ttt. p. 47; speh. p. 138). Y sigue:
Abolidas las técnicas y métodos, incluido el método fenomenológico mismo (igual daría matar moscas
a cañonazos que con un hacha cuando cada maestrillo tiene su librillo), ¿qué seriedad terapéutica
podría concederse a los terapeutas que todo lo fían a la creatividad salvaje? […]
[…] al relativismo se le añadiría, lo que es harto frecuente en las terapias pretendidamente “exis-
tenciales”, un valemadrismo anything goes (sic). (ttt. p. 48, énfasis en el original).
Ya que al parecer a nuestro crítico le interesan mucho los fundamentos, ¿se podría saber en
qué fundamenta que: “[…] es harto frecuente en las terapias existenciales un valemadrismo
anything goes”?
El siguiente ataque que realiza en esta misma sección es, de nuevo, un problema de mala
comprensión, ya que su crítica expresa precisamente lo que mi ejemplo intentaba comunicar.
Voy a compartir el párrafo de su texto, que contiene la cita que él incluye de mi tesis doctoral:
La realidad no está para ser golpeada con palos de ciego por alguien que se lía la manta a la cabeza:
cuando infiere que “afirmar que una persona que obtuvo 120 puntos en una prueba de inteligencia
en verdad es más inteligente que aquella otra que obtuvo 110 equivaldría a creer que una persona
que derrama 10 lágrimas está más triste que aquella que derramó 8” (Martínez Robles, 2016, pág.
74), se están confundiendo palmariamente los dos planos, el material y el inmaterial, pues no se mide
la inteligencia inmaterial –por ejemplo: dos kilos de pensamientos, o seiscientos gramos de amor o de
humor– del mismo modo que las lágrimas, las cuales son cuantificables en cuanto a su materialidad.
Esta absoluta carencia de sprit de finesse rearma al enemigo al que se empeña en combatir, lástima
que tan buen caballero no tuviese mejor señor… (ttt. p. 48; también aparece en peh. p. 23; y con
un ligero cambio al final en speh. p. 139, 140).
Resulta difícil seguir a este escritor. El ejemplo que yo propongo dice algo como: las pruebas y
mediciones de inteligencia son, con respecto al grado de inteligencia, como la cantidad de lá-
grimas son, con respecto al grado de tristeza. En otras palabras, mi ejemplo rechaza que se re-
curra a medios materiales y cuantificables para intentar medir lo inmaterial e incuantificable,
¡que parece ser lo mismo que opina él! Entonces aquí ya parece que está ensañado con criticar
y rechazar lo que escribo, ya que me reprocha hasta aquello en lo que estamos de acuerdo. La-
mentablemente, el comentario con el que cierra me empieza a parecer, para su caso, invertible:
“Lástima que teniendo tan buen señor, no sea un buen caballero”.
Así mismo me reclama que en algún momento yo comenté que: en vez de hablar de la
fenomenología como si se tratara de una propuesta unificada, sería más correcto hablar de las
varias formas de fenomenología y hermenéutica que se han desarrollado. El comentarista es-
cribe: “¿cómo apelar a lo más correcto sin una imagen eidética o esencial de lo correcto o incorrecto?
¡Fantástica apología del caos griego!” (peh. p. 22; speh. p. 138). En principio, cuando en mis
escritos yo propongo ir más allá de las imágenes fijas con respecto a lo correcto e incorrecto, lo
hago siempre hablando de las características de conducta esperables en el ser humano. Y no me
refiero con ello a que no tengamos imágenes de lo que es correcto o incorrecto en cuanto a
41
la terapéutica existencial o, por ejemplo, en cuanto a lo que este autor entendió de mi texto.
Así que una vez más realiza un reproche a una expresión mía, pero completamente fuera de
su contexto (falacia del espantapájaros). Entonces puedo decirlo con todas sus letras. Lo que
entendió, es incorrecto.
Líneas más adelante sugiere que él no ve la necesidad de la disyuntiva terapia o método
(peh. p. 23; ttt. p. 48; speh. p. 140); y pues yo tampoco la veo, aunque el parece haberla
visto por algún lado que, evidentemente, no refiere (falacia ad lapidem).
En la descripción que yo realizo de la Terapia Existencial en la gran mayoría de mis escritos,
propongo que no se trata de una postura que se considere “clínica”, porque no está interesada
en una supuesta “reparación” de la persona que busca este servicio, sino que se trata de una
forma específica de conversación, un enfoque más filosófico que médico. Pero a continuación de
citar mi comentario, el crítico expresa: “Si la terapia hubiera de limitarse a ser una mera conver-
sación […] ¿no seguiría siendo necesario un buen método
En la descripción que yo realizo de la Terapia
dialógico?” (peh. p. 23; speh. p. 140; énfasis presente en
Existencial en la gran mayoría de mis escritos,
el original). Una vez más, no lee adecuadamente: a) yo
propongo que no se trata de una postura
mencioné una forma específica de conversación, y no una
que se considere “clínica”, porque no está
mera conversación; y b) lo que vuelve específica a la con-
interesada en una supuesta “reparación” de la
versación en la Terapia Existencial, es la aplicación dis-
persona que busca este servicio, sino que se
ciplinada del método fenomenológico, hermenéutico,
trata de una forma específica de conversación,
perspectivista, contextual, dialogal y colaborativo. Como
un enfoque más filosófico que médico.
expreso en el mismo texto que él dice haber leído:
La terapia es un tipo específico de conversación, mas ello no la hace una forma simple de conversación,
sino por el contrario, es una forma especial de la misma, que requiere de un entrenamiento serio que se
acompañe de reflexiones profundas sobre la propia persona del terapeuta y sobre la condición humana
del ser-en-el-mundo. (Martínez Robles, 2016, pág. 223).
Más adelante aporta una de las sátiras más sorpresivas a una cita de mi texto: “… no pasa de la
condición de sacamuelas y charlatán aquel para el cual ‘la verdadera comprensión surge de la
incomprensión’” (ttt. p. 49, también aparece –sin el “sacamuelas”– en peh. p. 23; y speh. p.
140). Quizá si se hubiera tomado la molestia de escribir la cita completa podría ser más claro.
En mi trabajo yo continúo diciendo: “[la comprensión] surge de la aceptación de que sólo po-
demos acercarnos al conocimiento de algo si partimos de reconocer nuestro desconocimiento” (Martí-
nez Robles, 2016, pág. 50). Y a continuación presento una cita del gran hermeneuta Friedrich
Schleiermacher que comienza diciendo: “… la comprensión es más bien una inspiración, una
búsqueda que se articula sobre el fondo casi permanente de la incomprensión” (Loc. Cit.).
Pero, ¿qué es lo que está rechazando aquí? Estos son aspectos que también han señalado
grandes pensadores como S. Kierkegaard y H. G Gadamer… ¿Pensará que ellos tampoco pa-
san de la condición de charlatanes y “sacamuelas”? … ¿Será que piensa que para poder com-
prender a alguien (que es el contexto en el que estas opiniones se vierten), basta con pensar a
priori que ya se le comprende? ¿De verdad considera que puede entender a otro si no comien-
za reconociendo que no le entiende, o por lo menos que no lo ha entendido aún?
42
Por lo visto esta es precisamente la razón de su incomprensión de mis textos. Parte de la
idea de que ya comprende, ya conoce, ya lo entiende, y por ello se queda sin comprender nada.
Lo que cae incluso en lo cómico por la incongruencia, es la frase con la que cierra esta sec-
ción: “[…] pues por el mismo intríngulis la verdadera incomprensión vendría a asimilarse a la
comprensión, círculo vicioso derivado de semejante jerga embolismática de difícil compresión
o incomprensión, más allá de toda comprensión o incomprensión…” (ttt. p. 49; cursivas
añadidas).
Y podemos sumarle que posteriormente en speh, realiza comentarios que demuestran
lo incongruente de su reprobación, ya que se encuentran en una línea muy semejante a mi
propuesta: “El saber va entreverado de ignorancia, quizá sólo (sic) podamos aspirar a la docta
ignorancia.” (speh. p. 175).
Ante tales contradicciones e incomprensiones… nada más que decir a este respecto.
La siguiente crítica la titula: “Del investigacionismo degradado” (peh. p. 24; ttt. p. 49; speh. p.
141). Aquí el acento lo coloca sobre algo que en mis textos jamás expreso: la invitación a una
“investigación débil”. El opinante menciona:
A nadie debería extrañar que la investigación fuerte sea suplantada en esta manga ancha metodoló-
gica por la investigación débil; semejante “instinto de investigación”, que como hemos dicho convierte
en investigadores a niños y niñas de primaria, termina convirtiéndose en una bomba dogmática
cuando califica despectivamente como dogmáticos a quienes no comparten la pretendida “genialidad
creativa”: “El analista adquiere una visión totalitaria de la objetividad, una visión desde todas partes
simultáneamente.” (peh. p. 24; ttt. p. 49 – 50; speh. p. 141).
Comenzaré mi respuesta a esta invectiva compartiendo el texto original que viene en mi tesis
doctoral, para que el lector pueda, además de tener contexto, comparar los cambios que el
comentarista hace al texto original, adecuándolo manipuladoramente:
Como podrá ver el lector, en primer lugar no estoy haciendo ninguna referencia a una supues-
ta “investigación débil”, ni hablando de ninguna “genialidad creativa”. Quizá el crítico tomó
esta idea de que en algunos momentos de mis escritos hago referencia a lo que mi buen amigo
Todd DuBose llama “terapia débil”: “[Le llamamos ‘terapia débil’] por su renuncia a imponer-
se como la mejor forma, o la única válida para su aplicación.” (Todd DuBose, en comunica-
ción personal, octubre 2015). En otras palabras, el aspecto “débil” que estamos proponiendo
es algo específico para la terapia. No entiendo de dónde lo extendió hasta la investigación.
Cuando dice que esto termina convirtiéndose en una “bomba dogmática”, vuelve a dar
muestras de confusión, de malas interpretaciones, y me hace además sospechar de “segundas
43
intenciones” (como él mismo les llama). No veo en mi crítica a la insistencia de Freud en la
neutralidad una “calificación despectiva”, como el crítico la llama, sino meramente una con-
traposición. Sin embargo parece que eso es despectivo para él, mientras no lo son el uso de sus
expresiones como por ejemplo: “manga ancha”, o “convierte en investigadores a niños y niñas de
primaria”. ¡El mundo al revés!
En el mismo apartado, vuelve a cometer un error de citación. Escribe una cita que apa-
rece en mi texto, pero sin aportar el contexto y cambiando una pequeña palabra, que cambia
el significado de la frase. En mi tesis esa frase aparece en el contexto de la conversación entre
paciente y terapeuta. En su texto me cita diciendo: “… a fin de cuentas no sabemos cuál es la
realidad” (peh. p. 25; ttt. p. 50; speh. p. 141 – 142), pero la frase original en mi escrito dice:
“… a fin de cuentas no sabemos cuál es su realidad”. Al no aportar el contexto y cambiar la
palabra, modifica el significado de la cita. La frase original invita a los terapeutas existenciales
a reconocer que desconocen la realidad de sus pacientes, que estamos llenos de prejuicios y que
necesitamos, si queremos ofrecer un buen servicio terapéutico, acercarnos humildemente a la
experiencia de nuestros consultantes.
Además, desde esta tergiversación y mala comprensión, satiriza mi recomendación de que
la investigación terapéutica no es aquella como la de los detectives, ya que no está buscando
“la verdad” de la situación, sino acercarse a comprender la experiencia de los consultantes:
La faceta cómica aparece cuando semejante investigacionismo cósmico sirve muy poco a los del gremio
de la lupa encabezado por Sherlock Holmes, toda vez que “los terapeutas no desean convertirse en una
especie de detectives que desean descubrir la verdad. En vez de ello, el reconocimiento y aceptación de
la incertidumbre pueden ser considerados requisitos para la aplicación de la fenomenología en terapia”
(Martínez Robles, 2016, pág. 96). (aparece en speh. p. 141; peh. p. 25; ttt. p. 50).
Recordemos que la Terapia Existencial (al igual que muchos otros modelos terapéuticos), re-
conocen que la “verdad histórica”, aquello que “realmente sucedió”, suele ser en muchos casos
muy difícil de averiguar, por lo que no es la tarea del terapeuta detenerse a discutir qué es lo
que pasó. Esto resulta particularmente evidente en la terapia de pareja, donde los dos com-
pañeros de la relación amorosa pueden discutir interminablemente sobre los “hechos reales”,
provocándose fuertes heridas en el proceso. La recomendación de mis escritos es un recorda-
torio para los terapeutas existenciales, de que nuestra principal tarea no se encuentra al nivel
de la verdad (en el sentido de la verdad histórica, de los hechos tal y como sucedieron), sino
en el contexto de la exploración y el análisis de la experiencia de nuestros consultantes.
Pero no queda ahí, más adelante vuelve a (mal) citar otra frase de mi tesis, tratándola
como si fuera de mi autoría, cuando en realidad se trata de una expresión de Harlene Ander-
son (que en mi escrito cito de forma perfectamente clara), una terapeuta con amplio recono-
cimiento mundial. Los comentarios que añade me parecen muy desconcertantes:
En estas circunstancias, si el terapeuta adopta la actitud del “yo estoy aquí para aprender sobre usted,
de usted” (Martínez Robles, 2016, pág. 101), el principio democrático lleva al alumno recíproca-
mente al: “yo estoy aquí para aprender sobre usted, de usted”, uno por otro la casa sin barrer.” (peh.
p. 25; ttt. p. 50; speh. p. 142).
44
¿Cómo llegó ahí? ¿De qué “principio democrático” habla? ¿Qué le llevó a tomar una frase so-
bre la relación terapéutica y sacarla de su contexto?
Lo único que alcanzo a imaginar es que esa es parte de la operación que realiza durante
la gran mayoría de sus críticas: toma comentarios de mis escritos y los saca de contexto, lle-
vándolos a situaciones que le permitirán ejercer el rol que parece haberse tomado tan enserio:
criticar, reprobar y rechazar.
Pero el colmo aparece en el pie de página que refiere justo a la cita anterior, donde habla
de mi libro “Filosofía Existencial para Terapeutas y uno que otro curioso”, que me permitiré co-
piar íntegro por lo impresionantemente incongruente que resulta:
Discúlpenme pero en lugar de eso habría que enseñar a los niños a leer y escribir conforme a la gramá-
tica, a falta de lo cual, la mayoría de ellos, cuando devienen terapeutas, son una auténtica vergüenza
escribiendo, cosa que creen compensar poniendo con letras mayúsculas lo que les parecen palabras
importantes, por ejemplo: “dificultades en el Estudio de lo Existencial”, mayusculitis contenida en un
libro que en este mismo instante tengo en las manos, y cuya autoría por piedad no cito. En todo caso,
para que la “investigación” al uso no falte, referiré tan sólo (sic) la ciudad, el año y la página del libro
mayusculista al que nos estamos refiriendo (México, 2016). Y, con esto, y ya que estamos hablando
de investigar, recuerdo la picaresca habitual que consiste en citar sin referir la página, por ejemplo:
Jolivet, 1950 (en el ya mencionado “México, 2016), lo cual constituye un fraude, pues ¡a saber dónde
dice lo que el autor dice que se dice en ese autor! ¿Acaso no debería estar prohibido citar sin referir
exactamente la página correspondiente? ¿Sería eso demasiado pedir? (peh. p. 25 – 26; speh. p. 142).
1) Dice que “habría que enseñar a los niños a leer y escribir” pero, en sus tres libros nos
ha dado repetidas muestras de que ¡no lee! Al menos no ha leído bien la gran mayoría
de los aspectos que critica.
2) Habla de “escribir conforme a la gramática” mientras a la par, escribe palabras como
“mayusculitis” o “investigacionismo”.
3) Pone el acento en algo que para mí es una cuestión de estilo (el uso de mayúsculas en
los títulos). Quizá no esté de acuerdo con ello o no le guste, pero… ¿de verdad amerita
señalarlo como algo tan terrible?
4) Me critica por no poner el número de página de la cita… pero solo dos renglones an-
tes… ¡él hace lo mismo!, y adicionalmente advierte: “referiré tan solo la ciudad el año
y la página”, pero… ¡nunca escribe la página!
5) Por cierto, este no es un hecho aislado, en el mismo libro en el que aparece este pie de
página, aparecen citas de mis libros sin que haga la referencia exacta del libro que lo
está tomando, mucho menos del número de página (Por ejemplo: peh. p. 23, 28, 40).
6) En sus libros realiza una acción que me parece aún peor: escribe algunas citas donde no
solo no escribe el número de página de donde se obtuvo dicha cita, sino que ¡ni siquiera
escribe el libro de donde la leyó! Y en algunos casos, escribe comentarios que parecen ci-
tas, ya que son amplios y entrecomillados, pero sin mencionar siquiera al posible autor
original (como en speh. p. 159) Para no abrumar al lector, ya que en los tres libros hay
repetidas ocasiones en que esto se presenta, aporto solo cinco ejemplos de esto último:
45
• ttt. p. 11, cita de (según) Fritz Perls;
• ttt. p. 11 y 12 cita de (según) Laura Perls;
• ttt. p. 24 (no queda claro de quién es la cita, ya que ni siquiera menciona a su autor).
• ttt. p. 63, cita de (según) Nietzsche.
• peh. p. 38, 39 y speh. p. 153 cita de (según) Nietzsche.
7) Ninguno de los tres libros donde me critica cuenta con una lista de referencias bi-
bliográficas al final. Lo que impide saber de qué libros obtiene las citas de las que solo
aporta el escritor.
Lo sorprendente es que el crítico señala como “fraude” mi acción, pero ¡es completamente
ciego a la suya! Reconozco que en mi libro “Filosofía Existencial para Terapeutas y uno que otro
curioso” no presento los números de página de las citas que realizo; y sí, deberían de estar. No
deseo justificarme, sino solo explicar que por la época en que escribí originalmente ese texto
(2007), una persona en quien confiaba me comentó que “los nuevos criterios de la apa soli-
citaban que no se incluyeran los números de página en las citas”. Y yo cometí el error de no
rectificar esa información y simplemente los eliminé. Agradezco que me recuerde la necesidad
de tomarme un tiempo y darme un clavado en mis referencias bibliográficas, para que en fu-
turas ediciones ese error se corrija.
Ahora bien, es un error que no cometo más en el resto de mis libros, aprendí de esa falla y
cuidaré no repetirla. Pero resulta pasmoso que se atreva a utilizar la palabra “fraude” y además
ironice con su pregunta: “¿Sería eso demasiado pedir?”, cuando, como mencioné más arriba, él
mismo comete exactamente el mismo error (si, yo creo que es un error, y no un “fraude”), y
de forma incluso mayor en sus tres libros, donde ni siquiera pone el libro de donde obtuvo la
cita, y en ocasiones ni siquiera aclara el autor. En lo personal, estas “fallas” en sus escritos me
parecen menores, y probablemente de haberlos leído sin el antecedente de sus críticas a mi tra-
bajo ni siquiera hubieran llamado mi atención. Pero en el contexto de la manera como él me
recrimina mi falla, la suya aparece como una tremenda incongruencia, y además magnificada.
Y para colmo, no incluye una lista de obras citadas al final de sus escritos. Sin más palabras.
Posteriormente dice que hago uso del mayusculismo tipográfico, quizá para compensar el
minusculismo conceptual. (speh. p. 154; peh. p. 40). Lo cual continúa dando muestras de sus
sátiras inadecuadas.
Lo que más me preocupa aparece en un pie de página más adelante, ya que repite otra vez
estas mismas críticas, pero las hace extensivas a la psicología mexicana. Escribe:
En efecto, el presente libro [refiriéndose a mi Filosofía Existencial para Terapeutas y uno que otro
curioso], como en prácticamente todos los libros de psicología mexicana de esta corriente “actitudi-
nal”, se cita, por ejemplo, del modo siguiente: “May: 1977”, pero sin añadir el número de la página,
lo cual constituye un evidente fraude. (peh. p. 40 y speh. p. 154, 155; subrayados añadidos).
Me pregunto, ¿cuándo leyó este autor “todos los libros de psicología mexicana de esta corriente
‘actitudinal’”? Para empezar, en el resto de mis libros (dos de los cuales dice haber leído “de
punta a cabo”) cuidé que aparecieran las citas con sus respectivos números de página.
46
Este comentario es terriblemente lamentable. Provoca sospechas de racismo o de algún
tipo peligroso de fundamentalismo. Nótese el siguiente párrafo de speh:
Dicho texto parece contener una cita, ya incluye una sección entrecomillada, pero como no
aporta la página, ni el texto de origen, ni siquiera el posible autor, pues es imposible saberlo.
Con tales opiniones, cada vez se torna más preocupante lo que parece ser un cierto instinto
colonizador.
A continuación realiza una crítica que denomina: “La deconstrucción del sujeto a favor de
un trans-sujeto.” (speh. p. 26; ttt. p. 53; speh. p. 142). En ella nuevamente vuelve a ser poco
claro. De cualquier forma, intentaré analizar su idea para ofrecer una respuesta. Comparto a
continuación el párrafo de su libro:
Para la generación narcisista en general, y sobre todo para la actual psicología, el mundo existe para ser
descodificado (sic) o deconstruido, el concepto de realidad objetiva es sospechoso; todos los significados
objetivos tienen que abolirse, pues la verdad es elusiva y nunca clara; el mundo no es la totalidad de las
cosas construidas por personas, sino de los significados impersonales. En esta histeria de la subjetividad,
embriagante instrumento de autoexcitación, el investigador se inicia en los misterios subjetivos de la
hermenéutica mediante una compleja prosa llena de circunvoluciones para negar toda objetividad;
lo que más le interesa es lo que los antropólogos dicen acerca de ellos mismos y de sus interpretaciones,
es decir, sus metarreflexiones que señalan el camino hacia las metatradiciones de las metarrepresenta-
cíones... Nada pone fin al escéptico callejón sin salida de la duda como justificación de su oscuridad
subjetivista; nada se parece realmente a nada y nadie puede conocerse a sí mismo ni comunicarse.
¿Qué otra cosa puede hacerse como no sea expresar con prosa impenetrable la ansiedad producida por
esta situación? La elaboración de una jerga científica que no guarda ninguna relación con la realidad
suena lo suficientemente oscura e intimidante como para que cada uno pueda presentarse como des-
cubridor genial.
La nueva generación quiere que sólo (sic) el inconsciente sea sujeto: pienso donde no soy, no soy
donde pienso. En el lenguaje del inconsciente la psicoterapia no se dirige al yo, sino al sujeto del in-
consciente. (peh. p. 26 – 27; ttt. p. 53; speh. p. 142 - 143).
47
toexcitación, el investigador se inicia en los misterios subjetivos de la hermenéutica mediante una
compleja prosa llena de circunvoluciones para negar toda objetividad” sigue haciendo reproches
a mi trabajo.
Además en efecto, el estilo de Terapia Existencial que describo y propongo, intenta incor-
porar aspectos hermenéuticos y de la deconstrucción (inspirándonos en la obra de J. Derridá)
para el trabajo terapéutico, lo que no nos lleva a “negar toda objetividad”, pero sí a dudar de
ella, sobre todo cuando se trata de “objetividades” que resultan limitantes o empobrecedoras
de las posibilidades humanas. La duda no es negación o rechazo, ya que esto sería una forma
de “cerrar” nuestra conciencia. La duda es apertura, es mantenernos abiertos a nuevos posibles
significados, o a distintas posibilidades de desarrollo. Se trata de poner signos de interrogación
a las certezas, ya sean afirmaciones o negaciones, y no de colocar taches a diestra y siniestra.
Es importante recordar que esta duda no va únicamente dirigida hacia la pretendida “ob-
jetividad”, como si únicamente la subjetividad importara, sino que también es una invitación
a dudar de la subjetividad. De hecho, la postura fenomenológica-existencial que sigo y apoyo,
promueve una mayor conciencia de la intersubjetividad. En una perspectiva que considera a lo
objetivo-subjetivo como una experiencia unificada e interdependiente, no separada ni entre sí
ni de otras experiencias. En otras palabras, es una invitación al reconocimiento de la co-cons-
trucción colectiva de eso que llamamos objetividad-subjetividad-objetividad-subjetividad. Lo
que menciono en mis textos con cierta regularidad, lo que podrá ser notorio para quien haya
leído con atención. Como cuando comparto el ejemplo de la línea cóncava-convexa (Martínez
Robles, 2016, pág. 205), donde sugiero que lo que puede ser visto de una manera específica
desde cierto punto de vista (por ej. “objetivo”), puede ser visto de una manera radicalmente
distinta (incluso opuesta) desde otro punto de vista (por ej. subjetivo), pero a final de cuentas
se trata de una misma situación.
Sin embargo, la crítica aquí me parece tan confusa que resulta difícil realizar una respues-
ta precisa. Puedo entender que mi prosa le parezca “llena de circunvoluciones” o “impenetra-
ble”, ya que también así me parece a mí la de él, pero realiza algunas aseveraciones que no solo
no comparto, sino que me parece que describen aspectos sacados de alguna ideación delirante.
Donde si se encuentra ya disparado, es cuando dice que la “nueva generación quiere que solo
el inconsciente sea sujeto”. Si su ataque se refiere a la terapia existencial, y lo hace basándose
en mi propuesta, este comentario está completamente fuera de lugar, ya que en mis textos he
expresado en varias ocasiones que la perspectiva existencial fenomenológica de la terapia no
recurre a la metáfora del “inconsciente” para describir la condición humana. De esta manera
todo el comentario que escribe en dicho apartado no es aplicable a la terapia existencial que
describo en mis libros.
Más adelante en el mismo apartado, fuera de contexto y sin aportar la cita correcta (no
menciona el texto ni la página de donde lo está tomando), el crítico menciona:
¿Cómo podría caminar un sujeto que no existe? […] en esta pretendida abolición del hombre, si no
hay sujeto ¿a quién iría destinada la terapia, a sus fantasmagóricos epifenómenos?, ¿para qué preocu-
parse de un sujeto inexistente? Si “el sujeto no es nada y la acción lo es todo”, ¿cómo justificar la acción
de un sujeto que no existe? […]
48
Sea como fuere, la cosa se vuelve infinitamente más peliaguda cuando la inexistencia del sujeto
la define precisamente la psicoterapia de la intersubjetividad existencial. (peh. p.28; ttt. p. 54 – 55;
speh. p. 144).
En esta parte el autor de los juicios está referenciando dos diferentes momentos de mi tesis
doctoral (que también aparecen en el segundo volumen de “Terapia Existencial, teoría y práctica
relacional para un mundo post-Cartesiano”). En dichos textos, presento aspectos de la visión
post-Cartesiana propios de la Escuela Mexicana de Análisis y Terapia Existencial. Comenzaré
por explicar el segundo.
En la página 58 de mi tesis doctoral comparto la siguiente cita de Nietzsche, que corres-
ponde con el aforismo número 525 de su libro “La Voluntad de Poder”11:
[…] Si digo el relámpago ilumina, he postulado el mismo relámpago primero como actividad y una
segunda vez como sujeto y por lo tanto he añadido un ser al evento que no se confunde con el evento
sino que se presenta como fijo, como que es, y que no deviene. Presuponer un evento como efector y a
éste como ser, éste es el doble error de interpretación del que somos culpables. […]
El sujeto no es nada, la acción lo es todo. (Nietzsche como se citó en Echeverría, 2010. p.
149).
Cuando el opinante pregunta: ¿cómo justificar la acción de un sujeto que no existe?, en la pregun-
ta misma evidencia su incomprensión, ya que lo que nos dice esta frase, con toda la potencia
y belleza poética que caracteriza a Nietzsche, no es que “el sujeto no existe en absoluto”, sino
que este surge de la acción. Esto es lo que intento expresar más adelante en mi tesis doctoral
(p. 242), cuando juego con el poema de Machado (que Joan Manuel Serrat popularizó con su
bella canción titulada “Cantares”) que originalmente dice: “Caminante no hay camino, se hace
camino al andar”; y que yo, atrevidamente, presento una variación:
En esta juguetona variación, intento expresar que la acción constituye al sujeto. No niega
la existencia del sujeto, sino que le da su lugar de emergente ante la acción y el movimiento
relacional: Si no toco el piano jamás, pues no soy pianista; si no juego al futbol de manera
11 Me gusta la traducción que Rafael Echeverría presenta en su libro: “Mi Nietzsche: La filosofía del devenir
y el emprendimiento” (2010) y es la que comparto. La versión que yo tengo es de las obras completas de
Nietzsche, editorial edaf, México (2000), la presento a continuación:
Si yo digo: «el relámpago ilumina», pongo el iluminar una vez como actividad y otra vez como sujeto; así pues,
suponer un ser a lo que sucede, que no sea una misma cosa con lo que sucede, sino que permanece, que es y no que
«llega a ser». Considerar lo que sucede como efecto, y el efecto como ser: este es el doble error o interpretación de
que nos hacemos culpables. (Nietzsche, 2000. p. 364).
49
profesional, no soy futbolista profesional; de la misma forma, si no camino nunca, no soy
caminante. Me convierto en caminante al caminar. Esto es justo lo que el crítico parece no
entender, que él no es un crítico, se convierte en crítico al criticar.
El siguiente reproche que realiza lleva por título “No hay terapia neutral” (peh. p. 29; ttt. p.
55; speh. p. 145), expresión con la que no podría estar más de acuerdo: una de las principales
características de las terapias relacionales en general, y de la perspectiva existencial en particu-
lar, es la consideración de que terapeuta y paciente se influyen el uno al otro constantemente,
por lo que, cualquier expectativa o búsqueda de una supuesta neutralidad es meramente una
ilusión o una imposibilidad, así que no entiendo de donde interpreta eso, ya que en ningu-
no de mis textos aparece una alusión semejante. De hecho, me sorprende que exponga esta
situación como un supuesto “error” de parte de la terapia existencial que propongo ya que,
de haber leído con atención mi tesis doctoral, se habría percatado que en este punto estamos
completamente de acuerdo, y que lo expreso con toda claridad: “Desde una posición fenomeno-
lógica-existencial, tal neutralidad u objetividad son imposibles, ya que el simple hecho de buscarlas
manda ya un mensaje de que preferimos ocultar nuestros aspectos personales a la vista de los con-
sultantes” (Martínez Robles, 2016, pág. 175).
El crítico escribe: “La pretensión terapéutica de una puesta entre paréntesis absoluta ante el
paciente se aproxima al síndrome de omnipotencia neurótica.” (peh. p. 29, y ttt. p. 55).
Personalmente no conozco ese síndrome, por lo que no puedo hablar al respecto, pero lo
que sí conozco es la propuesta de la Terapia Existencial-Fenomenológica, y en ningún momen-
to se propone una “puesta entre paréntesis absoluta” o “epojé total”. De nuevo, más evidencias
de que no leyó con atención mis textos.
El “error” posterior que señala se titula: “Las innecesarias etiquetas dentro de la relación
terapéutica.” (speh. p. 147; peh. p. 32; ttt. p. 57). Otra crítica desconcertante, ya que una
vez más, el examinador parece opinar en la misma línea que mi propuesta. Al describir este
“error”, escribe:
Cada paciente es un mundo nuevo y el terapeuta también debe aprender a desconfiar de los diag-
nósticos y de las etiquetas fáciles. No hay fórmulas para resolver problemas, ni tampoco se pueden
conseguir las cosas mecánicamente. El vínculo terapeuta-paciente es especial porque no hay completa
reciprocidad, ni es posible que la haya entre roles relacionales disimétricos. (peh. p. 32; ttt. 57;
speh. p.147).
Estoy completamente de acuerdo. Y si realmente leyó mis escritos como él dice (“… después
de leerme de punta a cabo dos de sus libros …” [peh. p. 37]) debería haberlo notado. En el vo-
lumen 1 de mi “Terapia Existencial, teoría y práctica relacional para un mundo post-Cartesiano”,
dedico 20 páginas a describir porqué en la Escuela o Movimiento Mexicano de Análisis y Terapia
Existencial desconfiamos de los criterios diagnósticos y animamos a una práctica terapéutica
que se aleje de los mismos y de las etiquetas, subrayando que cada persona es única y que para
acercarnos a la comprensión de su situación existencial las etiquetas pueden estorbarnos.
Así mismo, tanto en el volumen 2 de la misma obra como en mi tesis doctoral, aparece
un subcapítulo sobre el asunto de la “Reciprocidad en el Mundo-Terapéutico-Existencial”, en
50
donde describo que nuestro entendimiento de la “reciprocidad” consiste en la conciencia de
que la experiencia terapéutica impacta e involucra tanto al paciente como al terapeuta, y que
la relación es potencialmente transformadora para ambos. Ahí mismo aclaro que:
Es importante señalar que la reciprocidad en la co-construcción del Mundo-Terapéutico no puede ser
completamente equitativa u horizontal. La relación terapéutica está, por definición, en un permanen-
te desbalance, y me parece adecuado que así sea. (Martínez Robles, 2016, pág. 198).
Y
La reciprocidad en la terapia no es sinónimo de igualdad. Por supuesto que la relación terapéutica
se establece sobre la base de una desigualdad básica que está diseñada para ofrecer al consultante un
servicio profesional y cuidadoso. (Martínez Robles, 2016, pág. 213).
Por tanto, me parece que lejos de señalar un “error” tendría que haber reconocido que a sus
ojos, se trata de un acierto. Pero al parecer la incomprensión impera.
En el último de los “errores epistemológicos” de su primera lista continúa dando extensas
muestras de una mala lectura, falta de comprensión, y un sospechoso espíritu crítico. Sigue
citando mi tesis doctoral, el fragmento que cita es el siguiente:
Esto significa que entendemos la Terapia como una colaboración, cuyo propósito fundamental no se
encuentra en el resultado o en la posibilidad de logro de metas y objetivos, ni en una consecuencia que
pueda ser medida bajo criterios de eficacia o eficiencia, ni mucho menos en una finalidad educativa
o con fines de reparación. El camino es la meta. En el proceso mismo está la finalidad; en el reco-
rrido, en la vinculación misma y en la tarea compartida de exploración, es esto lo que constituye su
principal sentido. (Martínez Robles, 2016, pág. 43).
¿Qué decir a esta recriminación? ¿Contarle de mis más de 15 años en diferentes procesos
terapéuticos uno-a-uno con seis terapeutas distintos? ¿O de mis tres años de participante en
terapia de grupo?, ¿o quizá hablarle de mis actualmente más de 22 años como terapeuta en
procesos uno-a-uno, más de 19 años como terapeuta grupal y más de 14 años como terapeuta
de parejas?, ¿o tal vez comentarle acerca de mis más de 20 años como formador y supervisor
de terapeutas? En cambio, hasta donde sé, nuestro comentarista no solo no es terapeuta, sino
que ni siquiera ha recibido formación terapéutica, por lo que su reproche esta no solo fuera de
lugar, sino que denota ignorancia y un tremendo prejuicio.
Algo que vemos constantemente en los procesos terapéuticos es que, aunque muchas
veces los pacientes llegan en primer lugar buscando un proceso terapéutico porque desean
solucionar alguna situación tensa o conflictiva de su existencia, en la gran mayoría de las
ocasiones utilizan el proceso para compartir y analizar muchas otras cosas, y no únicamente
aquella que los trajo originalmente. También se quedan en terapia un tiempo más allá después
de que el asunto original deja de estar presente en primera línea de su conciencia o preocupa-
51
ción (ya sea que se haya resuelto o no). Quizá sea cierta aquella frase que escuche en mis años
de formación terapéutica: “El paciente no busca una solución, la búsqueda de solución es solo
el pretexto. Lo que el paciente busca es una relación”. Una relación con características como
quizá no ha podido tener nunca. Un vínculo honesto. Un testigo existencial que le acompañe
a revisar, explorar y examinar su situación como ser-en-el-mundo.
Además, ¿en qué momento dijimos que el proceso terapéutico existencial no conlleva
una mejoría? Lo que expresé es que dicha mejoría no es considerada la finalidad, sino una
parte del proceso mismo. Dicha mejoría no puede ser cuantificada ni medida, y no se apoya
en criterios de salud–enfermedad, por lo que no podemos hablar de “sanación”. De hecho,
su reproche comienza dándome la razón. Habla de buscar ¡“comprensión terapéutica”! Pues
sí, precisamente eso es lo que buscan muchos de los pacientes en terapia existencial: compren-
sión; lo que no necesariamente conlleva una sanación, reparación o solución. Acercarnos a la
comprensión es algo que, aunque jamás la conseguiremos de forma definitiva, se constituye
como uno de los principales objetivos de la terapia existencial; aunque parece que él, curiosa
y paradójicamente, no lo comprende ni remotamente.
Por otra parte, al crítico podrá no gustarle, o preferir otra forma de terapia. Está en su
derecho; pero este estilo de trabajo terapéutico no solo es atractivo para mucha gente, sino que
muchos de nosotros lo experimentamos como profundamente valioso, y me parece importan-
te que se reconozca.
Hoy en día existen varios modelos de trabajo desde diferentes líneas, y con diferentes
objetivos o proyectos. Esta es una hermosa ventaja del campo terapéutico actual, donde los
pacientes pueden decidir si permanecen en este modelo o estilo de trabajo, o si desean bus-
car uno diferente. Por supuesto que es labor del terapeuta explicar a su consultante, en los
primeros dos o tres encuentros, cuál es el estilo de trabajo, cuáles son sus propósitos y sus
alcances. En mi propia práctica, descubro que aproximadamente el 99% de las personas que
me buscan, eligen quedarse en proceso terapéutico a mi lado, incluso después de explicarles
que nuestra mirada estará puesta sobre acercarnos a la comprensión, más que en búsqueda
de cualquier resolución. En más de 22 años de experiencia, únicamente dos personas me han
dicho que prefieren buscar otro tipo de ayuda, después de plantearles lo que pueden esperar
de un modelo existencial-fenomenológico.
Un poco después, repite su citación fuera de contexto y de manera inadecuada, lo que lo
lleva a opiniones extrañas:
Desafortunadamente toda esa gnosología sin botas adecuadas deviene nosológica a quien postula que
“el término psicoterapia existencial es confuso porque la práctica existencial es, en principio y princi-
palmente, una forma única de conversación” (Martínez Robles, 2016, pág. 40). Que sería confuso
para el confuso nadie podría negarlo; bajo tales auspicios qué más daría un animal más o un animal
menos en el arca de Noé. (peh. p. 35; ttt. p. 58; speh. p. 150).
Para empezar, le hace falta mencionar al autor de la cita, ya que únicamente aporta la página
de mi tesis doctoral donde esa frase aparece. La cita pertenece a George Berguno un terapeuta
existencial que reside en Londres. Lamentablemente, no solo no menciona al autor original,
sino que saca el comentario de su contexto, impidiendo que los lectores entiendan correcta-
52
mente lo que la frase desea expresar. En el contexto donde nuestro examinador obtuvo dicha
frase, se hace referencia a que la palabra “terapia” se usa principalmente para denominar “tra-
tamientos médicos”, cuyo objetivo es el “arreglo” o “reparación” de algo que se percibe “en-
fermo” o “dañado” en la persona, lo cual no es compatible con el estilo terapéutico propuesto
por los enfoques existencial-fenomenológicos. Podemos recordar que estos proponen un acer-
camiento a la problemática de los pacientes desde un punto de vista más filosófico (que busca
acercarse a la comprensión), que desde uno médico (que busca la sanación o reparación). Es
por ello que, en este contexto, el uso de las palabras “terapia” o “psicoterapia” pueden resultar
confusas para quien desea conocer y comprender bien en qué consiste su práctica. Pero para
quien ya está confundido, tenemos que estar de acuerdo con las anteriores palabras de nuestro
crítico: “Que sería confuso para el confuso, nadie podría negarlo”.
Continuando con su costumbre de sacar las citas de su contexto, continúa su escrito ci-
tándome de la siguiente manera:
Que más daría un animal más o un animal menos en el arca de Noé, “los sacerdotes, ministros religio-
sos, rabinos y monjes, por ejemplo, podrían entrar en esta categoría; en cierto sentido, incluso artistas
y artesanos de diferentes áreas podrían entrar en esta denominación” (Martínez Robles, 2016, pág.
41). Pero esta pretendida denominación no alcanza, desde luego, la categoría de una autentica deno-
minación de origen, en la medida en que abarca a tanta gente que termina por inabarcable por su
misma condición de omniabarcante. Por lo demás en ese extensísimo tutti cuanti ¿por qué no incluir
a los más insanos, a los más locos que un rebaño de cabras como sanadores cum laude? (peh. p. 35;
ttt. p. 58 – 59).
La sección de mi trabajo donde yo realizo la lista que me recrimina por “abarcar a tanta gente
que termina por inabarcable…”, es un fragmento en el que, precisamente, hago referencia a lo
difícil de la denominación de “terapeuta”, ya que la forma de definir dicha labor podría incluir
una inmensa lista de actividades. En el resto de ese capítulo, me esfuerzo por arribar a una de-
finición de “terapia o terapeuta existencial” que, aunque permanezca con un carácter parcial y
provisional, sirva de marco delimitante para las reflexiones que comparto en mis escritos12. Pero
por lo visto, nuestro opinante leyó de manera superficial y/o únicamente las primeras páginas.
El supuesto examinador termina esta sección de su crítica con un párrafo que me dejó tan
perplejo que no puedo evitar compartirlo:
Se veía venir: en lugar de estudiar más para entender mejor los mensajes desagradables resulta más
fácil matar al mensajero; de esta forma todo sigue siendo razonablemente confuso, pues no sabremos
nunca si ha vencido los hunos (sic) o los otros, los tirios o los troyanos; desde luego, los pobres partici-
pantes en esta batalla campal, llámeseles pacientes, clientes, o consultantes, merecerían más bien una
misma denominación, la de conejillos de indias. Para ellos, pues, terapia débil conforme al pensamien-
to débil y a las convicciones débiles tardomodernas, una terapia “impredecible, incontrolable, iguali-
taria, vulnerable, accesible, relativa, particular, contextual, fluida e incierta; donde nada ni nadie es
soberano, y donde todos los involucrados son ‘puestos en juego’ para cuidar o atender a otro ser humano.
La terapia débil libera, abre, arriesga, fluctúa, explora, colabora, descubre, asoma, y desenvuelve; es
un proceso terapéutico de ‘quizás’ y de ‘lo que puede ser’”. (Martínez Robles, 2016, pág. 63). Ahora
53
bien, si todo este batiburrillo fuera así, los honorarios de los terapeutas débiles tendrían que devenir
también honorarios débiles, y lo mismo su reputación, pero hasta ahí el relativismo no parece estar
demasiado dispuesto a llegar, eso de la deconstrucción de sus honorarios les parecería demasiado poco
honorable… (ttt. p. 59. Aparece también, con una versión más breve del mensaje de los últimos
renglones, en peh. p. 36 y en speh. p. 150 – 151).
Por enésima vez, estas críticas podrían realizarse en espejo hacia quien las realiza: “en lugar de
estudiar más para entender mejor los mensajes desagradables resulta más fácil matar al mensajero”;
cuando justamente, el escritor de dicho párrafo parece: a) no haber leído adecuadamente, b)
no haber leído ni estudiado lo suficiente al respecto de los temas que critica, c) no haber en-
tendido casi nada, o nada, y d) tener intensiones de “matar al mensajero”.
Me parce muy irrespetuoso su atrevimiento de llamar “conejillos de indias” a las personas
que han abierto su corazón, durante muchos años ya, a los miles de terapeutas que siguen una
línea existencial–fenomenológica alrededor del mundo, tanto en México como en toda Lati-
noamérica y en eua, así como en múltiples ciudades de Europa y Asia.
Una vez más este autor hace uso de una cita de mi tesis, sin presentar al autor original
de la misma. Se trata de un comentario de mi buen amigo Todd DuBose quien, como ya
compartí aquí mismo anteriormente, utiliza el concepto de “Terapia débil” para subrayar el
carácter persona-a-persona que la terapia existencial fenomenológica propone, y tratar de salir
del esquema experto-paciente. En conversaciones con Todd, hemos compartido que podría-
mos decir: “La terapia débil es una propuesta que realizamos con fuerza”, ya que se trata de una
invitación que declara una postura, una actitud; y no una postura débil, sino una que cada día
se hace más fuerte. Sin embargo, el crítico hace uso de la cita de manera manipuladora lo que,
lamentablemente para estas alturas, ya no representa ninguna novedad.
Con el párrafo mencionado termina su crítica en el libro ttt. Sin embargo, en peh, y
speh, continúa incorporando algunos párrafos más, los cuales titula de forma halagadora para
mí: “La terapia existencial según Yaqui Andrés Martínez Robles” (peh. p. 36; y speh. p. 151). Me
parece un elogio que cualquier persona decida escribir dos libros donde presenta un subcapítu-
lo titulado con mi nombre (aun cuando en el fondo se trate de un mismo texto, se encuentra
al menos publicado dos veces, con dos ediciones distintas), aunque no considero del todo justo
que use mis propuestas para juzgar a la terapia existencial entera ya que, aunque en mis textos
me alineo en los enfoques existencial-fenomenológicos, es posible que otros autores del mismo
enfoque tengan opiniones distintas con respecto a los mismos aspectos. Pero el que escribe di-
chos libros muestra una gran ignorancia en esto, y comenta con su característico estilo mordaz:
He elegido un solo botón de muestra a este respecto, el de Yaqui Andrés Martínez Robles, después de
leerme de punta a cabo dos de sus libros en los cuales se expresa sobre el asunto que nos ocupa: Filo-
sofía Existencial para Terapeutas y uno que otro curioso, y Terapia Existencial. Teoría y Práctica
Relacional para un Mundo post-Cartesiano, pues ambos textos tienen la doble virtud de reflejar las
deficiencias de los demás terapeutas de esa misma corriente existencial, tan corriente, e incluso al pa-
recer el de asumir el liderazgo de algunos de los que se cogen a ella. (peh. p. 37 – 38; speh. p. 152).
A pesar de la advertencia que presento explícitamente en los libros que dice haber leído “de pun-
ta a cabo”, donde aclaro que presento únicamente el estilo terapéutico existencial de la Escuela
54
o Movimiento Mexicano de Análisis y Terapia Existencial, el
Los terapeutas existenciales solemos ser crítico se empeña en continuar usando “el botón” con el
conscientes de que nuestro estilo terapéutico que se ha ensañado para (mal) interpretar a la terapia exis-
suele variar con el tiempo, aunque haya tencial en general (falacia de generalización apresurada).
también sutiles variaciones según nuestro Sin embargo, esta línea terapéutica es mucho más amplia
estado de ánimo, el estilo de la persona que de lo que dicho autor imagina, e incluye varios enfoques
tenemos enfrente, la temática que estamos distintos; y más aún estilos, ya que es una propuesta tera-
abordando, la hora del día, y un sinnúmero de péutica que valora que exista un estilo diferente de prácti-
factores que forman parte de la red relacional ca para cada terapeuta existencial en el mundo.
de la que vamos emergiendo momento a Por otra parte, los terapeutas existenciales solemos ser
momento. conscientes de que nuestro estilo terapéutico suele variar
con el tiempo, aunque haya también sutiles variaciones
según nuestro estado de ánimo, el estilo de la persona que tenemos enfrente, la temática que
estamos abordando, la hora del día, y un sinnúmero de factores que forman parte de la red re-
lacional de la que vamos emergiendo momento a momento. De hecho, una parte importante
de la labor terapéutica existencial consiste en utilizar tales modificaciones y diferencias, como
parte de la información que nos es útil a la hora de intentar acercarnos a la comprensión de la
situación que nos presenta nuestro paciente.
El subcapítulo que me dedica comienza con una aseveración lamentable, ya que tacha con
simpleza los años y años de estudio de muchos grandes terapeutas que han reflexionado amplia
y profundamente sobre la aplicación de perspectivas existenciales y fenomenológicas a la terapia:
La terapia existencial es desgraciadamente, o al menos así nos parece, el fruto inmaduro de muchas
inmadureces en la historia de la psicología “desenfada”, o “juvenil” de nuestros días, tan despreocupa-
da por ese rigor conceptual que requiere todo trabajo metódico y cualquier estudio profundo. (peh. p.
36; speh. 151).
55
No sé en quien estará pensando el autor de estas líneas, si en los científicos Nicolás Maduro y Donald
Trump, o en la Cienciología liderada por Tom Cruise, pero los científicos que lo son de veras se carac-
terizan por todo lo contrario... (peh. p. 38; speh. p. 153).
Me pregunto, ¿acaso no lee? En mi cita aclaro a lo que me refiero por “terrorismo científico”: a
la tendencia de ciertos grupos ideológicos a autodenominarse poseedores de la Única Verdad.
Entonces, no veo la necesidad de su ironía, ¡en todo caso hasta podríamos estar de acuerdo¡, ya
que cuando grupos como los de la Cienciología se auto-instauran como poseedores de la Gran
Verdad, justo están realizando el tipo de “terrorismo científico” al que me refiero. A menos que
su ironía sea meramente una costumbre: ironizar por ironizar.
En el segundo aspecto, reprende mi comentario con respecto a que la perspectiva existen-
cial que promuevo no trata de imponerse como una nueva “doctrina del evangelio”, ya que no
trata sobre la “gran Verdad”, sino sobre verdades temporales (Martinez Robles, 2016b, págs.
40, 41). Paradójicamente, este punto demuestra justamente que no habría necesidad de enfu-
recerse tanto contra las propuestas existenciales, ya que no se promulgan como “La Verdad” a
seguir. Pero de nueva cuenta asoma su absoluta confusión y mala interpretación. Responde:
El pavor que tienen estos autores a la ciencia y a la verdad les lleva a contraponer la gran Verdad (que
para ellos es una gran mentira) a las pequeñas verdades (que a ellos les parecen grandes verdades).
¿Verdad grande frente a verdades pequeñas? “Yo he visto pequeñas verdades resentidas que son
grandes mentiras, escribía Nietzsche, y grandes verdades agazapadas entre las pequeñas menti-
ras”… (peh. p. 38 – 39; speh. p. 153).
Lo primero que salta a mis ojos es que el escritor coloca una cita de Nietzsche, sin poner no
digamos ya el número de página, sino ni siquiera el libro del que obtuvo esa frase del pensa-
dor… (¿Fraude?) Yo personalmente no recuerdo haber leído la frase de Nietzsche así, por lo
que puede ser posible que la esté adulterando a su beneficio, pero como no aporta la fuente,
es imposible comprobarlo.
En cambio, en “Sobre verdad y mentira en sentido extramoral”, Nietzsche realiza un co-
mentario que se aproxima a la posición que me reprocha el crítico:
Cuando menciono que la perspectiva existencial no trata de la gran Verdad, sino de verdades
temporales, no estoy diciendo que la supuesta “gran Verdad” sea considerada una “gran men-
tira” (como él asume), sino que precisamente estamos tratando de dejar atrás el binomio pola-
13 Habiendo tantas diferentes ediciones de la obra de Nietzsche, consideré conveniente mencionar el núme-
56
rizado entre verdad y mentira. Lo único que trato de decir, es que deseamos acercarnos al tema
de la verdad con humildad, sin asumir que nuestra postura es la única válida o verdadera. Por
eso preferimos hablar de “verdades” en plural, para reconocer que pueden co-existir diferentes
versiones de una misma situación.
El opinante parte de una postura que pareciera una especie de fundamentalismo, o como
lo llama Herch: fundacionalismo cartesiano, que considera que es posible alcanzar La Verdad:
sólida, objetiva, pura y absoluta, escrita en la roca (Hersch, 2017). Por el contrario, la pers-
pectiva existencial que promuevo, no niega la posible existencia de una verdad universal. Solo
cuestiona que, de ser así, un solo pensador o grupo ideológico la posea o sea capaz de cono-
cerla por completo. Es por ello que decimos que la mirada existencial no trata con la Última
Verdad, sino con verdades temporales, parciales y contextuales; lo que no las convierte en “pe-
queñas” (como mal entiende él), sino que no forman parte de una polaridad grande-pequeña.
Es un recordatorio de que las teorías y propuestas filosóficas no son “La Verdad”, ni una forma
de “revelación” de la misma, sino son construcciones humanas para relacionarnos con la exis-
tencia. Como diría Sartre: “Toda verdad y toda acción, implican un medio y una subjetividad
humana.” (Sartre, 2009, pág. 23).
En otras palabras, de lo que trata la propuesta existencial es de reconocer y aceptar la in-
certidumbre y la ambigüedad propias de la existencia:
La ambigüedad no significa que todo se vuelva poroso y borroso, o que todo valga. Significa el recono-
cimiento de que la vida social está llena de contradicciones y que los seres sociales tenemos la habilidad
de navegar entre ellas. (Nowotny, 2016, pág. xi).
El comentarista rechaza una cita que comparto de Rollo May donde éste último comenta:
“‘La verdad solo existe cuando la produce el individuo, en el curso de la acción’ diría Kier-
kegaard” (Martinez Robles, 2016b, pág. 46). Aunque May no está diciendo que se trate de
una cita textual, ya que me parece que hace alusión a que lo está parafraseando, su expresión
me parece bastante cercana a lo que he leído de Kierkegaard en algunos de sus libros. Pero el
crítico expresa: “Pues señores, eso jamás lo dijo ni lo diría Kierkegaard (eso ni siquiera es una
‘aproximación’ al filósofo danés) …” (peh. p. 40; speh. p. 155). Es perfectamente posible
que tengamos un entendimiento distinto del pensamiento de Kierkegaard, ya que suele ser
un asunto común en el mundo de la filosofía, que existan distintas interpretaciones de lo que
opina tal o cual pensador. Sin embargo, lo sorprendente es que se coloque en una posición de
autoridad absoluta con respecto a ello, y reprenda con tal intensidad.
Para el tercer aspecto que critica, recurre a citar un fragmento de mi libro “Filosofía Exis-
tencial para terapeutas y uno que otro curioso”, pero comete varios “errores” que me parecen
preocupantes, por no decir manipuladores:
1. Mezcla una parte de mi escrito con una cita de Rollo May que aparece también en mi
texto (y que yo señalo como tal), haciendo parecer que el comentario es enteramente
de mi autoría.
2. Recorta fragmentos de la cita original (de May), que sería fundamental que reconocie-
ra. Por ejemplo, recorta que May dice: “Por todo ello tiene sentido decir –siempre que no
57
se interprete mal– …” (en Martínez Robles, 2016, p. 41). Y lo que él hace a continua-
ción es justo eso, interpreta mal, como se verá en el siguiente punto.
4. Tanto mi texto como el de May expresan inicialmente que la terapia existencial es un
“modelo de aproximación a los seres humanos”, es decir:
[Una manera de acercarnos a las personas] una actitud y un enfoque en la terapia, una forma de
visualizar al ser humano con una perspectiva específica de lo que significa el desarrollo y su detención,
así como un estilo particular de manejar la relación terapéutica. (Loc. Cit.).
Pero él distorsiona mi uso de la palabra “aproximación”, para interpretarla como si dijera “de
forma aproximada” o “de manera inexacta” (falacia del equívoco); y luego lo extrapola, como
podemos ver en su comentario:
Es decir, ¡no entendió nada! Más adelante pregunta: “necesitaríamos que se nos dijera cuál o
cuáles son las aptitudes [del terapeuta] en orden a la obtención de las necesarias actitudes exitosas”
(peh. p. 40; speh. p.154). El problema es que este es un tema que toco en el libro que él mis-
mo dice haber leído, en el Volumen 1 de “Terapia Existencial. Teoría y Práctica Relacional para
un Mundo post-Cartesiano”, (p. 407 y siguientes14), por lo que no veo necesario repetirlo. De
cualquier manera, es un aspecto que tengo programado retomar en los volúmenes 3 y 4 de la
misma obra, de próxima aparición.
Lo que más me impacta es la manera como juzga a continuación:
Además, esa actitud en la cual parece consistir la Psicoterapia Existencial ¿cómo podría ser explicada si
tiene todo el aire de un arcano, de una jerga embolismática para el grupo de los iluminados que tienen
la suerte de saberlo todo sin definir nada? […]
[…] Por lo demás, hay “fracasos” que son éxitos y “éxitos” que son fracasos, como muy puede
ejemplificarse con el “éxito” de estas teorías. […]
[…] Las tres tesis que acabamos de analizar me parecen demasiado difíciles de entender, a pesar
del éxito social que pueda acompañarlas. (peh. p. 39 – 40; speh. p. 154).
Que no pueda entenderlas, eso ya me ha quedado muy claro, ¿“jerga embolismática”? Ídem …
¿Éxitos?, ¿éxito social que las acompaña? Ojalá fuera así. Lamentablemente son perspectivas aún
poco conocidas, aunque en el Círculo de Estudios en Terapia Existencial, de México, hay un equi-
po de profesionales trabajando para profundizar en el estudio y divulgación de esta perspectiva.
Antes de pasar a su penúltimo juicio, demuestra de nuevo un gran desconocimiento de
la corriente existencial en psicología y sus diferentes propulsores, llegando incluso a lo que me
parecen auténticas faltas de respeto:
14 Por su extensión, prefiero no incluirlas en el cuerpo de mi respuesta, ya que no es el objetivo de este escri-
to hacer una presentación de las características del terapeuta existencial. El lector interesado podrá referirse
a la obra mencionada.
58
En fin, y sin el menor ánimo de hacer sangre, casi nadie entre los psicólogos existenciales lee en el idio-
ma original las obras ‘citadas’ por aquello de las meras ‘aproximaciones’ y demás cuentologías (sic) o
cuentodologías (sic) … ¡pobres los pacientes de tales ‘terapeutas’! (PEH. p. 41; SPEH. p. 155).
Me pregunto… ¿a cuántos psicólogos existenciales conoce este autor como para realizar se-
mejante aseveración? ¿A quiénes? Yo por mi parte, lamentablemente, solo puedo leer en inglés
y en español, por lo que únicamente he leído obras en su idioma original de los pensadores
que escriben en tales lenguas. Sin embargo, tengo la fortuna de conocer a varios terapeutas/
psicólogos existenciales de diferentes partes del mundo, y sé que varios de ellos leen perfec-
tamente inglés, francés, alemán, italiano, etcétera; y lo hacen en ocasiones como su primera
lengua. Por lo tanto, la expresión de que “casi nadie entre los psicólogos existenciales lee en el
idioma original” es completamente falsa, y su corolario donde se compadece de los pacientes
poniendo entre comillas la palabra “terapeutas”, parece un mero despliegue pasional, pero sin
ningún raciocinio digno de tomarse en cuenta.
La siguiente acusación comienza así:
Y más de lo mismo me ocurre con el resto de los argumentos del Dr. Yaqui Andrés Martínez, tan re-
currentes y manidos en estos ámbitos, que parecen sacados del vientre de una fotocopiadora (peh. p.
41; speh. p. 155).
Quizá los argumentos que describo en mis libros sean recurrentes en los ámbitos donde se
estudia la perspectiva existencial de la terapia, u otras formas de terapia existencialmente
orientadas, como son la Terapia Gestalt o la Logoterapia pues… ¿cómo podría ser de otra ma-
nera? Sobre todo cuando se trata, precisamente, de algunos de los fundamentos teóricos que
los terapeutas existenciales, gestálticos, y logoterapeutas en formación analizan y reflexionan.
Por otra parte, los que parecen “sacados del vientre de una fotocopiadora” son los tres
libros de este crítico que, como mencioné anteriormente, tienen capítulos y páginas enteras
idénticas, sin mencionarlo en ningún momento. Esto es triste, ya que algunas personas (como
fue mi caso) podrían comprar los textos esperando encontrarse con información novedosa, y
toparse con secciones enteras de “copiar y pegar”. Si seguimos este patrón, es muy fácil escribir
decenas de libros.
Más adelante, continúa con sus críticas distorsionadas (ya que elimina palabras que pue-
den cambiar el sentido de la frase) y con tonos sarcásticos comentando:
Modesta o inmodestamente, creo haber estudiado fenomenología por todo el mundo, y en toda mi vida
no he oído una cosa tan disparatada ni tan cutre, tanto que se atreve a decir: “Husserl centra su estudio
en la conciencia más que en la existencia misma, y sería un error considerar a toda la Fenomenología
Husserliana”. (peh. p. 42 y speh. p. 156).
Podemos dividir este juicio en dos partes. Iniciaré por responder a la primera, donde me
recrimina mi comentario de que “Husserl centra su estudio en la conciencia…”. Su repro-
che me parece confuso, por no decir equivocado. Yo también he estudiado fenomenología,
y una de las cosas que he aprendido de la misma es la forma como centra su estudio en la
conciencia. Un buen ejemplo, es el libro de Husserl titulado: “Ideas relativas a una fenome-
59
nología pura y una filosofía fenomenológica”. Libro 1. Donde presenta capítulos enteros de-
dicados al tema, por ejemplo en: “Conciencia y realidad natural”; “La región de la conciencia
pura”; “Estructuras generales de la conciencia pura”; etcétera. Y en el cual propone: “La actitud
fenomenológica y la conciencia pura como el campo de la fenomenología” (Husserl, 2015b,
pág. 190) (Énfasis añadido).
Para muestra podemos seguir citando al mismo Husserl, como lo propone en otros de sus
libros:
Con esto daremos en una ciencia –de cuyo enorme alcance no se han dado cuenta aún los contemporá-
neos– que, en verdad, es una ciencia de la conciencia, y no es, sin embargo, psicología: una fenomeno-
logía de la conciencia en oposición a una ciencia natural de la conciencia. (Husserl, 1962, pág. 23)
Pero maestro bendito ¿no quedábamos en que la fenomenología es un simple di piu di meno? ¿Y no
quedábamos también en que había que ser heterodoxo en todo? A decir verdad, la única fidelidad
aquí presente es la fidelidad de la ilógica sobre la lógica. El despropósito respecto de las afirmaciones
de Yaqui Andrés Martínez Robles sobre la fenomenología difícilmente podría resultar más patético.
(peh. p. 42 y speh. 156, 157).
En definitiva, nuestro crítico leyó un libro distinto a cualquiera de los que yo escribí. ¿En cuál
de mis escritos menciono que la fenomenología no es importante?, ¿qué es algo “más o me-
60
nos” –o en latín, di piu di meno, para parecer intelectual–? ¿Cuándo expreso que hay que ser
“heterodoxo en todo? Aquí ya lo patético es la inconsistencia e incongruencia de una serie de
reproches necios, distorsionados, e infundados.
Peor aún, posteriormente me reprende por presentar a la fenomenología como una pro-
puesta que no intenta imponerse como la panacea o la “mejor” aproximación a la realidad, ni
intenta invalidar las propuestas de otras corrientes del pensamiento. A lo que me responde:
O sea, que según eso Husserl no planteo en ningún momento ni lugar la fenomenología como strenge
Wissenschaft o “ciencia estricta”, nada de eso: las cosas son como aparecen en esta Filosofía Existencial
para Terapeutas y uno que otro curioso... ¿Y es con estos bueyes con los que Yaqui Andrés Martínez
Robles anhela arar y mantenerse “en una actitud y postura fiel a la fenomenología”? Más o menos,
los mismos megadisparates se encuentran en la otra obra de Yaqui Andrés Martínez Robles, Terapia
Existencial. Teoría y práctica […]. (peh. 42, 43 y speh. p. 157).
Aquí me parece que el autor no solo me mal interpreta a mí, sino a Husserl y a la fenome-
nología en general, a la que curiosamente dice “haber estudiado por todo el mundo”. Justa-
mente, una “ciencia estricta” sería aquella que no intenta imponerse sobre las demás como
panacea; una ciencia fenomenológica que reconoce que el tema de la objetividad y la verdad
le corresponde a otras ciencias, y que no parte del lugar de “experto”, del que “sabe” la verdad.
Una aproximación humilde que reconoce su posición de eterno principiante. En palabras del
propio Husserl:
La fenomenología exige de los fenomenólogos que renuncien al ideal de un sistema filosófico y que, no
obstante, vivan como trabajadores más modestos en comunidad con otros en pro de una philosophia
perennis. (Husserl, 1998, pág. 73).
Con todo lo anterior, resulta inconsecuente que termine esta crítica con comentarios como:
En efecto, en mis obras subrayo constantemente que la fenomenología propone ir más allá
de la polaridad sujeto–objeto, ya que esta polaridad es apenas un constructo cartesiano que
lejos de acercarnos a la comprensión de la realidad humana, nos divide y aleja de la misma.
Es decir que, en esto mi opinión y la del crítico es bastante cercana. Pero obviamente, él no lo
61
ve, y además generaliza su ceguera a lo que ocurre en México. Prefiero ahorrarme las palabras
que me vienen a la cabeza en estos momentos. El lector de esta respuesta seguramente tendrá
también algunas en su pensamiento…
La última sección de críticas a mi trabajo no dice nada consistente, únicamente se dedica
a reprobar lo que él considera “la moda de lo relacional”:
Una vez más… me parece que habitamos planetas distintos. Yo no he visto en ningún lugar
una “moda de lo relacional”, lo que me he encontrado (afortunadamente creo), es una aper-
tura cada vez mayor en diferentes institutos y centros de formación, así como en diversos
grupos ideológicos y corrientes de pensamiento, hacia lo que me gusta llamar: el paradigma
relacional.- la idea de que los seres humanos estamos hechos y surgimos de redes relaciona-
les. Me parece que se trata de un paradigma que tiene mucho que aportar a nuestra manera
de ser–y–estar–en–el–mundo, sobre todo en una época de acelerado desarrollo tecnológico
(Martínez Robles, 2016c).
Lo curioso del asunto, es que él mismo parece en distintos momentos abogar por la ban-
dera de un pensamiento relacional. Por ejemplo, en ttt presenta un capítulo sobre lo que
denomina “Terapia Relacional Personalista” (ttt. p. 61). Claro, pero siempre y cuando sea bajo
sus términos.
Acercándonos al cierre
Creo que cualquier persona tiene derecho a pensar distinto o a no estar de acuerdo con la
perspectiva existencial en general, o con el estilo de la Escuela Mexicana en Particular, o con
mi perspectiva, o con el paradigma relacional; pero juzgar de “charlatanes” a los pensadores
existenciales o a los relacionales me parece una falta de respeto. Y más aún cuando lo hace apo-
yándose en prejuicios, interpretaciones erróneas, malas lecturas, generalizaciones extremas,
distorsiones, e incongruencias. Me preocupa una postura así, pero descanso cuando recuerdo
que este crítico se posiciona sin mucho eco que lo acompañe, como el mismo lo dice: “Sin
creerme ni más ni menos de lo que soy, vengo trabajando sistemáticamente en esta línea en
clamorosa soledad desde hace una década.” (peh. p. 10).
Lo único que lamento, es que sus comentarios no den para un debate serio y valioso, ya
que se centra en aspectos de forma y no de fondo, y aquellos de fondo que menciona ni siquie-
ra los comprende, o los tergiversa manipuladoramente. Así que es una lástima tanta ceguera,
y además repetida en tripleta. En algunos momentos, parece que se trata meramente de algún
tipo de resentimiento personal hacia mí, ya que crítica aspectos de mis escritos de formas que
terminan demostrando que está de acuerdo conmigo.
Recuerdo la enorme diferencia a los debates que he mantenido con Emilio Romero,
importante terapeuta Existencial-Humanista-Comprensivo (sí, creo que para él mantener la
62
etiqueta de “humanista” es importante), y que pueden leerse en el blog de mi página web, o
en algunos de los números de la Revista Latinoamericana de Psicología Existencial. Un enfoque
comprensivo del Ser.
En dichos intercambios con Emilio, me he encontrado con un pensador serio y profun-
do, con quien mantenemos opiniones diferentes con respecto a aspectos fundamentales de
nuestros pensamientos, y hemos podido discutirlos en diversas ocasiones, tanto por escrito
como personalmente. Invito a los lectores a revisar dichos intercambios que seguramente se-
rán mucho más enriquecedores que el presente.
Al terminar las críticas y juicios que realiza Díaz hacia mi trabajo, me propuse leer un
poco más para enterarme de cuál es la propuesta de este autor. Sobre todo porque en peh
y speh el capítulo siguiente se titula: “Lo que debería saber la terapia existencial sobre la ‘re-
lación’”. (peh. p. 45; speh. p. 175). Y en ttt: “Más allá de la Terapia Gestalt y de la Terapia
Existencial, la Terapia Relacional Personalista”. Esperando de nuevo que se tratara de dos
escritos distintos. Pero de nuevo tuve que conformarme con la frustración de que frecuente-
mente se trata de lo mismo, en muchos momentos el material es idéntico y repetido en los
tres textos.15
Comencé a leer el capítulo de ttt esperando encontrarme con una propuesta sobre la
“Terapia Relacional Personalista”, pero experimenté una desilusión ya que no hay ni una sola
propuesta sobre un enfoque terapéutico. El escritor se dedica a describir aspectos sobre las re-
laciones interpersonales que, no es que sean necesariamente absurdos, sino que no cumple con
lo que promete, ya que no hay ninguna descripción ni siquiera mención de algo que pueda
recibir el nombre de “terapia”. Aquí notamos, de nuevo, que este no es terreno apropiado para
este autor. Quizá tenga conocimientos sobre personalismo comunitario, pero sobre terapias,
deja mucho que desear; por lo que considero sus comentarios hacia la Gestalt, las terapias
humanistas, o la Terapia Existencial, como opiniones sin fundamentos serios, ni dignas de ser
tomadas en cuenta.
También comencé a revisar el capítulo de peh (también presente en speh): “Lo que de-
bería saber la terapia existencial sobre la ‘relación’”, con la esperanza de leer algo que me apor-
tara. Pero descubrí que eso que se supone que la terapia existencial “debería” aprender, son
en general aspectos simplistas y montones de clichés como: “Ojalá que puedas decirte en todo
instante: ‘Lo que estoy haciendo en este momento lo seguiría haciendo si me fuera a morir mañana,
pues merece la pena hacerlo” (peh. p. 46; ttt. 63; speh. p. 178); o propuestas de la mirada de
Martin Buber, la cual ya es considerada por la perspectiva existencial de la terapia; o teorías
con muchos años de antigüedad, como la ventana de Johari (si, por increíble que parezca, la
sugerencia del escritor es aprender de esta teoría tan antigua y trillada).16
Un aspecto que sí me llamó la atención, es su comentario de que: “Hacer por hacer resulta
destructivo, pues cuanto más se hace más se destruye” (peh. p. 45; ttt. p. 63; speh. p. 177). Me
15 En ttt y speh presenta una descripción más amplia y extendida, pero hace que peh resulte apenas meros
recortes de los otros.
16 La ventana de Johari resulto un aporte interesante a las teorías de las relaciones interpersonales en los años
63
lleva a preguntarme: si “hacer por hacer resulta destructivo”, ¿qué resulta de criticar por criti-
car? Porque la crítica puede ser particularmente destructiva, sobre todo cuando no es proposi-
tiva y está llena de ironías, falsedades, deformaciones, y necedades. Y cuando parece surgir de
la mera gana de criticar, se aleja del ejercicio académico para caer en terrenos más personales.
Deja de ser exacto llamarle “crítica”, quizá sería más apropiado llamarle difamación.
Cuando su “crítica” toma dichos rumbos, no solo me desconcierta, sino que también me
duele. Me parece tremendamente triste que nuestro crítico se atreva a realizar comentarios tan
mordaces no solo hacia mi persona y mis escritos, sino también hacia mis colegas terapeutas
existenciales y hacia la Terapia Existencial en general, tanto del Movimiento Mexicano como
de otras corrientes de Latinoamérica y de distintas partes del mundo. Es triste que nos (mal)
presente de una manera tan alejada de lo que vivimos en nuestra cotidianeidad profesional, y
más triste aún que sus prejuicios y probable enojo no le hayan permitido tomarse un tiempo
para conocer lo hermoso de esta propuesta terapéutica.
Aunque reitero que no considero justo, ni mucho menos realista, juzgar a todas las pers-
pectivas en el mundo de la Terapia Existencial actual, a través de mis propuestas (ni siquiera es
adecuado tratar de conocer y comprender a la escena existencial latinoamericana vía mis escri-
tos), deseo alzar la voz en nombre de toda la comunidad psicológica y terapéutica existencial, y
declarar como falsas, tergiversadas, malinterpretadas y probablemente malintencionadas a sus
opiniones al respecto; y enuncio que me parece preocupante que, como profesionistas del área
terapéutica y/o filosófica, no cuidemos la manera como podemos criticarnos unos a otros. Si
este autor en verdad desea incursionar en el mundo de la psicoterapia, como él parece sugerir,
le recomiendo que cuide un poco más su lenguaje al expresar sus inconformidades. Podemos
tener desacuerdos unos con otros, y si logramos aprender de las diferencias, ellas pueden en-
riquecer enormemente nuestras posibilidades de acercarnos a la comprensión de nuestros pa-
cientes. Pero para ello necesitamos ser capaces de convivir de formas más armónicas, tal como
nuestros consultantes esperan que lo hagamos.
Por otra parte, no recuerdo haber recibido insultos de forma tan cómica como los que él
me dedica. El mote de “sacamuelas” no ha parado de provocarme sonrisas y es por ello que,
juguetonamente, decidí nombrar a esta respuesta: “Sacando las muelas del juicio”; ya que si
hubiera alguna muela que me interesara sacar, sería precisamente aquella que suele aparecer
a destiempo, fuera de lugar, y comúnmente generando incomodidades, mal humor, y a veces
hasta dolores de cabeza. Todo ello metáfora de lo que un juicio satírico o una crítica irónica
pueden provocar.
Tal vez se trate de que en todo esto nuestro crítico sea como un águila en el mundo de la
filosofía, mientras que yo apenas soy como un humilde pato en el campo de la terapia exis-
tencial. La invitación de mis textos es siempre a permanecer humildes frente al conocimiento.
A reconocer lo parcial, temporal y contextual de nuestros saberes. A esto se refiere la llamada
“Terapia débil” que mencionamos en esta respuesta, a no intentar volar demasiado alto, no
vaya a ser que nos pase como a Ícaro, a quien por querer llegar al sol se le terminaron derri-
tiendo las alas de cera que el mismo se había confeccionado. Lo curioso es que los patos son
capaces de volar en el cielo de las águilas, mientras que las águilas pueden ahogarse en el agua
de los patos.
64
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65
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La siembra de valores
Bárbara Barragán D.
“Lo que eres habla tan fuerte que no me deja oír lo que dices.”
(Proverbio)
“Más que por lo que dice, el maestro enseña por lo que es.”
(Anthony de Mello)
66
múnmente denominadas “de granos gruesos”, la entrega de semillas que hace el dosificador debe
ser de una por vez para lograr poblaciones y distribuciones óptimas, siendo muy importante el
tipo de dosificador utilizado…
Se obtendrá una “buena siembra” cuando la sembradora cumpla con el objetivo de entre-
gar la cantidad de semillas por hectárea prefijada, separadas entre sí a una distancia uniforme y
colocándolas en el suelo en el ambiente adecuado para que germinen y emerjan la totalidad de
las plantas en el menor tiempo posible…
Dada la pluralidad de factores intervinientes, no siempre es fácil obtener una siembra co-
rrecta…”
He aquí que el proceso de siembra es la habilidad para transmitir valores, los “granos gruesos”
son lo valioso e importante que queremos como padres sembrar o transmitir a nuestros hijos,
o como educadores a los educandos. El sembrador o dosificador es el padre/madre o educador,
el cual no debe perder nunca de vista el término dosificar y la importancia tan grande que
tiene en el proceso el “tipo” de dosificador utilizado, es decir, el “tipo” de sembrador que se
es. Y, por último, lo más importante el suelo, la tierra, ese suelo fértil por naturaleza que son
los hijos, los niños, los jóvenes, a los cuales el sembrador debe procurar ofrecer, ante todo, un
“ambiente adecuado para que germinen y emerjan”, sin olvidar nunca la pluralidad de factores
que intervendrán. Factores “externos”: destinos inevitables, condicionamientos físicos, psico-
lógicos, biológicos y sociales, de los cuales como padres, educadores, como sembradores, no
tenemos control.
Los valores creo yo, parten de un principio de reciprocidad, dar lo mejor de nosotros
mismos y estar preparados para recibir lo mejor de los demás.
Es entonces de ese principio, de donde parten muchas preguntas ¿Qué estoy haciendo yo
para dar lo mejor de mí mismo como sembrador de valores? ¿Estoy preparándome para ver y
recibir lo mejor de los demás? ¿Cómo transmito valores?
Como respuesta a estas preguntas y relacionando el proceso de siembra, creo, que lo pri-
mero que debemos hacer como sembradores, es continuar y profundizar en nuestro trabajo
personal revisando y clarificando nuestros propios valores. Definirlos y actualizarlos, verifi-
cando la coherencia que existe entre lo que proclamamos y lo que vivimos realmente. Darnos
cuenta si en realidad son nuestros valores, o si son introyectos, creencias añejas, ideales que
quisiéramos vivir, o valores de otras personas, o peor aún “valores” de moda. Una vez hecho
esto, para que la transmisión, es decir, la siembra sea buena, dando mensajes claros y cohe-
rentes, testimoniándolos con vivencias, y con los beneficios que se obtienen de vivir el o los
valores transmitidos.
No se puede ver crecer la semilla de un valor, si no se siembra. Válgase poner el siguiente
ejemplo: no se puede obtener maíz si la siembre ha sido de frijol.
Se tiene, o se debe tener pleno conocimiento como sembrador, de que el suelo, la tierra,
es decir, los hijos, los niños, los jóvenes, tienen su tiempo y su espacio delimitado, que para
una distribución optima de las semillas, deben llevarse a cabo de una semilla a la vez y, que
existen tiempos de siembra; no en cualquier momento se puede sembrar todo tipo de semilla;
hay veces que la tierra no está preparada aun para recibirla.
67
También debemos tener en cuenta que no todas las tierras son iguales, que hay algunas
que reciben con mayor facilidad la siembra y otras en las que habrá que limpiar y preparar
con mayor paciencia el terreno, para intentar nuevamente, en un momento más oportuno, la
siembra.
Por último, no se puede perder de vista el antónimo de la palabra sembrar, que es cosechar,
y es que, de nosotros padres, madres, educadores, como sembradores depende, el procurar un
proceso de siembra correcto. Pero no depende de nosotros la cosecha. El fruto es algo que
disfrutará la tierra, (los hijos, los jóvenes), es de ella este fruto. Nosotros como sembradores,
gozaremos el observar el espectáculo final. Pero el énfasis de nuestro gozo, está en el proceso
de sembrar y ver germinar y, emerger la semilla.
En términos de la Logoterapia, nuestra función de sembradores, de padres o educado-
res, no consiste en transmitirles o imponerles nuestra propia filosofía, nuestra propia y única
visión del mundo. Tampoco debemos permitir que descarguen en nosotros el peso de sus de-
cisiones. Más bien debemos hacerlos conscientes en la medida de sus edades y posibilidades,
de que ellos son responsables de sus propias decisiones y enseñarlos a asumir las consecuencias
que estas decisiones traen consigo. Procurar que sean buena tierra para dar buenos frutos.
“Un sembrador salió a sembrar. Y al sembrar, una parte de la semilla cayó en el camino, y llega-
ron las aves y se la comieron. Otra parte cayó entre las piedras, donde no había mucha tierra; esa
semilla brotó pronto, porque la tierra no era muy honda; pero el sol, al salir, la quemó, y como
no tenía raíz, se secó. Otra parte de la semilla cayó entre espinos, y los espinos crecieron y la
ahogaron. Pero otra parte cayó en buena tierra, y dio buena cosecha; algunas espigas dieron cien
granos por semilla, otras sesenta granos, y otras treinta. Los que tengan oídos que oigan”
Mateo 13, 3-9.
68
la logoterapia en méxico
De la indefensión aprendida
a la resiliencia
Una transición a través del coaching existencial
Adriana Lizaola Torres
E
Este artículo propone explorar la condición humana desde
dos conceptos: en primera instancia, desde la indefensión
aprendida conducta que manifiesta un conflicto que podría
traducirse como una incapacidad de responder ante la vida.
Posteriormente se analizará el concepto de respuesta resiliente
o resiliencia, que surge como una capacidad de expresión y de
oposición a condiciones adversas que restringen a la persona
en su acción.
A partir de lo anterior, se tratará de dar respuesta a estas
preguntas: ¿Es la indefensión aprendida un conflicto interno
Lic. En Psicólogía Clínica. (UNAM que impide el movimiento de respuesta del individuo? ¿Es
1995-1999). Diplomado en Terapia
la resiliencia una posibilidad de movimiento que modifica el
de Arte (CITA 2008). Especialidad en
Psicoterapia existencial (CIR-EX 2009).
discurso interno y externo del individuo? ¿Es posible que la
Diplomado Logotarapia (SMAEL respuesta resiliente promueva la resolución del conflicto? ¿Son
2011). Diplomado en Psicoterapia estos dos conceptos aproximaciones de distintas conductas
de Arte Transpersonal (MACUIL 2016). que pueden estudiarse desde la perspectiva existencial para
Diplomado en Psicoterapia de Arte
(IMPA 2017)
redimensionarlos como parte de la multiplicidad de respues-
Publicaciones: “El trabajo y la tas del ser? ¿Es posible que el coaching fenomenológico exis-
jubilación como procesos de la vida tencial sea un puente que enlace estos dos conceptos para
en la co-construcción de identidad”
constituir un nuevo discurso del Ser?
(2012)
Reconocimientos: Premio Pablo
Rispo en la categoría Elaboración Consideraciones generales
teórica original. Revista De acuerdo con estudios realizados por Seligman en 1975,
Latinoamericana de Psicoterapia
el término de indefensión aprendida se ha definido como: un
Existencial (2012).
déficit motivacional, cognitivo y emocional. Estos estudios se
han enfocado en comprobar cómo surgen ciertos patrones de
comportamiento a partir de estímulos aversivos y que los orga-
nismos expuestos a una situación de incontrolabilidad, poste-
riormente muestran un déficit en el aprendizaje de respuestas
de éxito (Arias, 2016). Éste puede ser un sinónimo de inmovi-
lidad o incapacidad de responder ante un estímulo dado.
69
Sin embargo, el término indefensión aprendida puede ser colocado en el terreno de lo
existencial de una forma más amplia, no como una condición terminada, concluida o cerrada,
sino como una posibilidad de respuesta a la existencia, es decir, como una condición humana
que muestra una manera de estar en el mundo. Y es justamente esta condición, que no es fija,
sino un proceso a ser reconectado con otro mediante la articulación de un nuevo movimiento
que lo enlace hacia un nuevo territorio con un mapa distinto.
Por otro lado, la resiliencia se define como una teoría del vínculo, que parte de lo bioló-
gico y evoluciona hacia lo afectivo, lo psicológico y lo cultural (Madariaga, 2014). Desde la
perspectiva existencial, me interesa que la resiliencia sea considerada también como la libertad
que permite a la persona en conflicto volver a ser sujeto de su propia historia y de sus propias
acciones. Que la resiliencia pueda ser mirada como un movimiento de la consciencia que per-
mite al ser humano emerger con una nueva narrativa interna para integrarse y vincularse con
lo mejor de sí. Podría pensarse que desde este nuevo significado sea una liberación, encontrar
la salida de la prisión o una recuperación de la capacidad de expresión.
Este nuevo discurso puede ser promovido por el coaching fenomenológico existencial y
nos permitirá ahondar en el mundo de los significados internos, entre lo dicho y lo no dicho;
desde lo oculto hacia lo revelado, para colocarnos en el terreno del mundo interpretado. Es el
paso de lo óntico a lo ontológico.
Este proceso nos conducirá a comprender que nuestro diálogo interno es siempre una in-
terpretación y que nuestra intencionalidad nos coloca tanto en procesos de movimiento como
de inmovilidad. Es decir, es la manera como respondemos ante algo, de una manera distinta y
novedosa, o bien de una manera fija y estereotipada. Esto último puede entenderse como un
conflicto, una forma de parálisis que nos dice: “Todo es así”, “Todo está acabado”, “Esto tenía
que suceder”, “No hay otra salida”, etc.
Pero ¿por qué la falta de movimiento puede generar un conflicto? Como una primera
aproximación a ello, se puede decir que el conflicto es una forma de estancamiento, en térmi-
nos de ideas no resueltas (“re- sueltas”) o de las ataduras de un estado del sujeto que se cierra
fronteras y se distancia de sí mismo y también de los otros. Esta ausencia de diálogo es una
situación conflictiva que requiere soltarse, decidirse con libertad. La posibilidad de liberarse
de estas ataduras o de eliminar los nudos a partir de la propia narrativa, promueve la resigni-
ficación de lo propio del individuo, donde tiene validez su propia verdad en cada una de sus
respuestas.
1) indefensión aprendida
Los estudios realizados por Seligman tenían como objetivo demostrar que es posible desarro-
llar el aprendizaje de indefensión. Se observaron estos cambios aplicando descargas eléctricas
a perros en laboratorio, dividiendo a un grupo con posibilidad de escape y otro no.
De acuerdo a las fases de prueba los estímulos aversivos se podían evitar cuando el animal
había aprendido que eran condiciones controlables, es decir que con cierta respuesta podían
suspender los shocks eléctricos. A este proceso lo definieron como escape exitoso, una especie
de “inmunización” contra la indefensión aprendida.
Se concluyó así que los organismos expuestos a situaciones incontrolables, tienen déficits
70
en el aprendizaje. El efecto de contingencia que está siempre presente, establece la relación
entre los acontecimientos y sus consecuencias ambientales. Esto supone esta condición de
controlabilidad o incontrolabilidad (www4.ujaen.es)
Los estudios posteriores se ampliaron a población de personas a quienes se sometía a rui-
dos desagradables o pruebas imposibles de resolver, encontrando que se daban respuestas de
pasividad o indefensión después de varios intentos por evitar o resolver el problema.
Así, la indefensión aprendida o desesperanza inducida se refiere a la situación de un ser
humano o animal que aprende a creer que está indefenso, se resigna y se muestra pasivo aún
teniendo la oportunidad de salir de una situación negativa o perjudicial. Esto es resultado de
un proceso sistemático de violencia en el que la víctima permanece pasiva ante aquello que lo
daña.
La persona que sufre indefensión aprendida puede presentar las siguientes características:
Se asume siempre en la condición de víctima frente al victimario, baja autoestima, culpable,
fracasado, miedo al cambio, no tiene control sobre su vida, sienten que merecen el maltrato
y buscan soluciones mágicas para sentir alivio ya que se siente solo ante su situación (Arias,
2016).
3) Psicoterapias
Las terapias conductuales tienen como meta el restablecimiento de los reforzadores mediante
respuestas apropiadas. Es un entrenamiento asertivo. El aprendizaje se da cuando se ejerce
71
dominio sobre los acontecimientos y se hayan hecho resistentes en el tiempo.
Las terapias cognitivas persiguen la modificación de la disposición cognitiva negativa,
cuya principal tarea del terapeuta será cambiar las expectativas negativas del paciente por otras
más optimistas hasta lograr que el paciente confíe en sus respuestas.
La terapia existencial o el coaching fenomenológico existencial proponen la construcción
de un nuevo discurso que se establece como un puente que permite el enlace y la articulación
de un nuevo movimiento o de una nueva tensión hacia un territorio desconocido pero nove-
doso, en el cual la persona se permita emerger con una nueva forma de expresión y con nuevas
herramientas de diálogo que le permitan ir y venir sin fijarse o atarse a la falta de significado.
Según lo propone Martínez (2018), el trabajo del terapeuta existencial requiere de la
habilidad para hacer preguntas que evocan el autodescubrimiento, conciencia interior, com-
promiso y acción.
Asimismo, dice Martínez (2018), las preguntas abiertas serán generadoras de claridad,
posibilidad o nuevos aprendizajes.
72
tirse de una manera renovada pero siempre posible.
Esto es lo que la terapia, el coaching existencial desde la mirada fenomenológica puede
promover. El lenguaje es un puente que conecta diversos mundos, establece vínculos y dife-
rencias porque es una frontera por la que se transita de manera imperceptible y sutil.
¿Qué implica adquirir una nueva narrativa? Desde la profundidad del ser, en lo más
recóndito de la consciencia, la narrativa coloca al hombre en relación con su mundo, con sus
significados y sus realidades. La labor del coaching existencial desde mi perspectiva, difiere del
coaching empresarial, que busca resultados, que promueve objetivos claros.
El coaching existencial no se dirige a un punto u objetivo claro, ni pretende atinar en la
diana y llevar al otro a ese punto. Si valoramos el coaching desde lo existencial fenomenológi-
co, serán aproximaciones honestas para discernir cuales son los requerimientos del otro, cuales
sus proyectos, cuales sus necesidades y sus limitaciones, de qué manera vive su indefensión
aprendida si es que la hay, o que es lo que le impide responder de manera distinta y de manera
más clara; cuáles son sus objetivos en la búsqueda de respuestas.
El coaching existencial no será pretencioso al creer saber a dónde quiere llegar el otro,
cuál es su mejor opción, ni cual es el camino óptimo. Porque se corre el riesgo de que el otro
no elija eso que creemos mejor para él y lo dejemos aún más indefenso por haber errado nue-
vamente o haber fallado en nuestras expectativas. Esto lo convertiría nuevamente en ¡Animal
de laboratorio!
Ante esta vorágine de interrogantes y movimientos impetuosos salimos del terreno de
la indefensión aprendida y nos podemos colocar ante un panorama diverso de posibilidades,
nos colocamos en el horizonte y con esa mirada amplia podremos dirigir y articular un nuevo
movimiento y una nueva respuesta.
De acuerdo a lo mencionado anteriormente el término indefensión aprendida puede ser
colocado en el terreno de lo existencial como un nuevo mapa para recorrer otros territorios.
Algo importante que deseo resaltar es, que considero que la indefensión aprendida no es
un estado, sino un proceso del ser y al igual que la resiliencia deben ser analizados como dos
posibilidades de respuesta. Podemos estar de un lado y del otro y regresar al terreno de la inde-
fensión para volver a fortalecernos y navegar o cruzar de nuevo. Así mismo, estos dos procesos
como tales, no son fijos, no pueden establecerse como algo adquirido e inmóvil, sino como
algo aprendido que puede modificarse a través de la expresión y la experiencia individual.
Es por eso, que la respuesta resiliente, es resiliente de “algo” o se requiere a partir de “algo”
que demanda un cambio.
5) Resiliencia
El término resiliencia resuena en múltiples ámbitos, convirtiéndose en área de interés, para-
digma para la investigación y la intervención social. Así, la resiliencia se entiende como un
concepto de construcción social en el que intervienen variables personales y de contexto. Es
la capacidad humana de asumir con flexibilidad situaciones límite y sobreponerse a ellas. Es decir,
es un proceso que se construye en y desde lo social, lo relacional y los ecosistemas humanos.
Asimismo, se considera respuesta dinámica y creativa, en la cual es posible crear nuevas inter-
pretaciones de los contextos adversos y de las respuestas posibles así como una nueva mirada
73
de las personas (Madariaga, 2014).
La intervención o coaching existencial en el terreno de la resiliencia se da desde el acom-
pañamiento, de apoyo afectivo y solidario que facilite la toma de consciencia de la realidad
del cliente respetando su singularidad y diversidad. Aquí la afirmación de Hannah Arendt:
“En el hombre, la alteridad que comparte con todo lo que es, y la distinción, que comparte
con todo lo vivo, se convierte en unicidad, y la pluralidad humana es la paradójica pluralidad
de los seres únicos” (Arendt, 2011). El hecho de que el hombre sea capaz de acción significa,
afirma Arendt, que cabe esperarse de él lo inesperado, que es capaz de realizar lo infinitamente
improbable. Creo que aquí se une la voz de Frankl cuando nos habla de la manera de respon-
der desde la unicidad en la multiplicidad. Frankl enfatiza la importancia de la intencionalidad
para ser existencial. En la medida que el hombre está espiritualmente con otro ser, “estar junto
a”, el hombre está consigo mismo y el hombre existe para entregarse (Frankl, 2003).
De ahí la importancia de que se fomenten procesos relacionales y participativos que
ayuden a resignificar y transformar la situación de manera favorable buscando el bienestar y
calidad de vida.
Es importante recordar que la resiliencia implica, no solo un afrontamiento, sino una
transformación, un aprendizaje, un crecimiento, que va más allá de la mera resistencia a las
dificultades. La resiliencia requiere de un soporte, un entramado socio afectivo cuyos pilares
son los vínculos emocionales, provenientes de la familia y de los procesos de apego en etapas
de desarrollo, así como del entramado social que le brinda pertenencia e identidad grupal.
La construcción de la propia historia o narración autobiográfica debe reconocer la propia
vulnerabilidad para encontrar nuevos puntos de dirección a partir de la construcción de una
relación de confianza, así como los valores de la ética, de la belleza y de la esperanza. Como
un proceso de reconocimiento, de ese punto de partida que es el sufrimiento personal, es
posible crear el movimiento que facilite la construcción de ese ser diferente, que se sepa ca-
paz de crear algo distinto y de reconocer que es necesario volverse a equivocar o fracasar para
reinventarse.
El coach existencial es un tutor de resiliencia y acompaña al otro en el encuentro de ma-
nera fenomenológica, en solidaridad, empatía y afecto, es una fuerza que emerge del tejido
social solidario y que posibilita a la persona a enfrentarse a sus propias condiciones de vulne-
rabilidad y fortaleciendo sus vínculos relacionales.
Las palabras son como un puente, estructuran una modalidad, dinámica y procesal que
emerge en la expresión.
Dice el autor Ignacio Bosque: “No sólo no inventamos a las palabras ni sus propiedades,
sino que son más bien ellas las que nos inventan a nosotros. Son las palabras las que nos lle-
van a pensar y sentir lo que pensamos y sentimos, las que nos proporcionan ladrillos para que
construyamos el armazón de nuestro pensamiento libre”.
La falta de sentido y la necesidad de construir relatos se dan a partir de la experiencia y la
expresión de uno mismo.
Cuánto sentido encontró el Doctor Viktor Frankl en sus palabras, narrativas y contextos
para ser el autor de su propia existencia resiliente. En palabras de Hannah Arendt: “Todas las
penas son soportables si se convierten en relato”, pero ese relato debe incluir todas las partes
74
para honrar la propia historia y, poder ¡abrazar así la existencia!
De ahí el arte de la relación y de la importancia del arte en la relación terapéutica donde
confirmamos que la resiliencia tiene también articulaciones con otros campos, como los re-
lacionados con el descubrimiento de sentido de vida, lo que supone una reflexión filosófica y
también estética, en donde la belleza ya sea natural o sea el resultado de una expresión humana
son la expresión más auténtica del hombre.
La belleza puede ser un apoyo poderoso para la resiliencia. El arte es la expresión más
sublime y promueve el renacer de la persona, que puede encontrar en su interior el campo
fértil para un nuevo cultivo. La belleza se sitúa más allá de lo que es utilitario y por este mismo
hecho, es una fuente de afirmación del valor de la vida, no condiciona nunca, ni se restringe
a la obtención de resultados que califican y en la mayoría de las disciplinas descalifican al in-
dividuo.
Esta es la valiosa intervención del terapeuta o coach fenomenológico existencial, quien
promueve esta transición en el encuentro dialogal como acción co-creadora.
La libertad sólo se recupera volviendo a ser sujeto de la propia historia y de las propias
acciones (responsable). La persona resiliente elige (libre), se expresa, se compromete y así re-
cupera su libertad interior a partir de un nuevo diálogo que ocurre en la relación terapéutica;
la persona irá transitando de ser objeto de respuestas a ser sujeto de acciones. Se permitirá ser
distinta y, elegir para elegirse.
Así podemos concluir que puede recorrerse el puente que relaciona el conflicto o indefen-
sión aprendida hacia el diálogo o respuesta resiliente.
“El gran individuo trascendente es penetrado de luz; se extingue lentamente en su misión histó-
rica, sin dejar ningún rastro para ser tan sólo figura en su constelación. El individuo grande se
transforma en expresabilidad. Se convierte por entero en obra, en forma desprendida, un cruce
puro de fuerza e instante. Se eleva y se diluye en el cuerpo glorificado de sus hechos y creaciones”
(Sloterdijk, 2010).
Bibliografía
ARENDT, H. (2011) “La condición humana” Ed. Paidós.
ARIAS, H. (2016) “Indefensión aprendida: el aprendizaje de la desesperanza” helenaariaspsicologa.com /
indefension-aprendida-desesperanza.
FRANKL, V. (2003) “Logoterapia y análisis existencial. Textos de cinco décadas”.
“Efectos de la exposición a estimulación aversiva incontrolable: Indefensión aprendida”. www4.ujaen.
es/~rmartos/IA.PDF
MADARIAGA, J.M. (Coord.) (2014) “Nuevas miradas sobre la resiliencia. Ampliando ámbitos y prácticas”.
Ed. Gedisa.
MARTÍNEZ ROBLES, Y. A. (2018) “Introducción al coaching existencial. Perspectiva fenomenológica” Ed.
Círculo de Estudios en psicoterapia Existencial.
SLOTERDIJK, P. (2010) “Temperamentos filosóficos. De Platón a Foucault.” Madrid: El Ojo del Tiempo:
Ed Siruela.
75
la logoterapia en méxico
H
Burnout: un término nuevo
Hasta hace algunos años la palabra burnout no formaba par-
te del vocabulario común de los mexicanos. Durante mucho
tiempo se estudiaron las consecuencias patológicas del estrés
laboral dentro de la fisiología orgánica, que estaba vinculada
en los manuales de psicopatología.
En los últimos decenios del siglo XX, se comenzaron a
estudiar sus consecuencias emocionales a largo plazo, acuñán-
dose el término burnout, haciendo referencia a un síndrome
desarrollado como respuesta a vivencias periódicas de estrés,
Licenciada en Administración de por periodos prolongados de tiempo. Este síndrome conser-
empresas en la Universidad Anáhuac va sus propias características para manifestarse y, se muestra
y maestría en Mercadotecnia
Internacional en la ciudad de
como un funcionamiento deficiente y crónico, padecido por
Barcelona. Trabajó en corporativos algunas personas que se encuentran en el medio laboral (de la
como Bimbo, Colgate y Gupo salud y de la ayuda a la persona).
Desc (Del fuerte) y consultoría El paso de estrés laboral a burnout sucede debido a las
independiente. Certificación en
Business Coaching y en Análisis
tensiones prolongadas en el ámbito laboral, cuando éstas no
existencial y Logoterapia. son atendidas.
Las condiciones actuales de trabajo, han cambiado mu-
cho en los últimos años, con mayores exigencias y jornadas
laborales, lo cual ha provocado que muchos profesionales y
trabajadores en diferentes organizaciones desarrollen éste sín-
drome.
76
Fue en 1974 con Freudenberger que adquirió mayor importancia, y en 1986 las psicólo-
gas norteamericanas C. Maslach y S. Jackson lo definieron como “un síndrome de cansancio
emocional, despersonalización, y una menor realización personal que se da en aquellos indivi-
duos que trabajan en contacto con clientes y usuarios”. (Recuperado de: https://psicologiay-
mente.net/organizaciones/burnout-sindrome-del-quemado#!, 03 octubre 2017)
“Los principales momentos por los que ha pasado este concepto son 6:
Una de las definiciones más aceptadas, considera este síndrome como un persistente estado
negativo de la mente, relacionado con el trabajo, el cual ocurre con individuos normales. Sus
características particulares son agotamiento, desconsuelo, un sentido de competencia reduci-
da, baja motivación y desarrollo de actitudes disfuncionales en el trabajo.
La Sociedad Española de cuidados paliativos (secpal, 2008) menciona que existen cuatro
grandes acuerdos según los expertos:
77
Diferenciación con otros conceptos
78
Entre insatisfacción laboral y burnout
La insatisfacción puede ser consecuencia de fenómenos periódicos en el lugar de desempeño
laboral, relacionados con circunstancias momentáneas, por un cambio de actividad o a causa
de una expectativa no cumplida en la organización, pero no toda la gente con sentimientos
de insatisfacción en el trabajo presenta dicho síndrome y antes de llegar a él, puede darse alto
agotamiento emocional o cinismo, pero baja insatisfacción laboral, en este caso la persona no
tendría la enfermedad por no alcanzar a cumplir los tres criterios (agotamiento emocional,
cinismo y baja realización personal). (González, 2015)
1) La falta de control: una incapacidad de influir en las decisiones que afectan el propio
trabajo: como el horario, las responsabilidades o la carga de trabajo.
2) Expectativas laborales poco claras. Si no hay seguridad sobre el grado de autoridad
que tenga o de su supervisor o lo que los demás esperan del trabajo, no es probable que
se sienten cómodos en el trabajo.
3) La dinámica de trabajo disfuncional. Si se trabaja con una persona conflictiva en la
oficina, si se siente menospreciada por los compañeros o, su jefe no le presta suficiente
atención a su trabajo.
4) Las diferencias en los valores. Si los valores del trabajador difieren de la forma en que
su empleador hace negocios o atiende a las quejas. La falta de correspondencia puede
llegar a pasar factura.
5) Mal ajuste de empleo. Si el trabajo no se ajusta a los intereses y habilidades del traba-
jador, puede llegar a ser cada vez más estresante conforme pasa el tiempo.
6) Los extremos de la actividad. Cuando un trabajo es siempre monótono o caótico, se
necesita energía constante para permanecer centrado, lo que puede contribuir a niveles
más altos de fatiga y agotamiento en el trabajo.
7) La falta de apoyo social. Si el trabajo se realiza en un entorno aislado, de sus compañe-
ros, o aislado también, en su vida personal, puede sentirse más estresado.
8) Desequilibrio entre la vida laboral, familiar y social. Si el trabajo ocupa gran parte de
su tiempo y esfuerzo y no se tiene suficiente tiempo para estar con la familia y amigos,
se puede producir el burnout.
(Recuperado de: https://psicologiaymente.net/organizaciones/burnout-sindrome-del-
quemado#!, 03 octubre 2017)
79
Fases y Síntomas
Fases de evolución:
• Agotamiento emocional:
En esta primera fase existe una pérdida progresiva de energía y un cansancio despro-
porcionado al trabajo que se realiza, las personas se vuelven irritables, se quejan cons-
tantemente por la cantidad de trabajo y no disfrutan sus tareas. La percepción de otros
es de personas insatisfechas quejosas e irritables. (Balseiro, 2010)
• Despersonalización:
Se manifiesta en actitudes negativas en relación con los usuarios/clientes, se da un
incremento de la irritabilidad, y pérdida de motivación. Por el endurecimiento de las
relaciones puede llegar a la deshumanización en el trato y depresión. (Balseiro, 2010)
• Falta de realización personal:
Disminución de la autoestima personal, frustración de expectativas y manifestaciones
de estrés a nivel fisiológico, cognitivo y comportamiento. Aparece el retiro de todas las
actividades que no sean laborales, existe una pérdida de ideales y se apartan de activi-
dades familiares, sociales y recreativas, un cierto tipo de reclusión. (Balseiro, 2010)
80
A nivel fisiológico:
• Sudoración
• Tensión muscular
• Palpitaciones
• Taquicardia
• Temblor
• Molestias en el estómago
• Otras molestias gástricas
• Dificultades respiratorias
• Sequedad de boca
• Dificultades para tragar
• Dolores de cabeza
• Mareo
• Náuseas
• Molestias en el estómago
• Tiritar
A nivel motor
• Evitación de situaciones temidas
• Fumar, comer o beber en exceso
• Intranquilidad motora (movimientos repetitivos, rascarse, tocarse, etc.)
• Ir de un lado para otro sin una finalidad concreta
• Tartamudear
• Llorar
• Quedarse paralizado
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• Vendedores.
El desequilibrio actual entre la vida personal
• Abogados.
y profesional se da ya que muchas personas
• Jueces.
que se integran a la vida laboral creen que
• Informáticos.
deben sacrificar su tiempo y mantener una
• Periodistas.
dedicación constante para pagar el alto precio
• Controladores aéreos.
de mantener un buen nivel en sus profesiones
• Supervisores.
y ahora cambian la tranquilidad por el éxito.
(González, 2015)
(González, 2015)
Crecimiento del síndrome de burnout
El incremento de personas con éste síndrome en México es impactante y hay que ponerle
atención:
• 2014 - 40% de los trabajadores mexicanos padece síndrome de Burnout (17 de julio
de 2014) (Recuperado de: http://noticias.universia.net.mx/empleo/noticia/2014/07/
17/1100761/40-trabajadores-mexicanos-padece-sindrome-burnout.html, 16 octubre
2017)
• 2017 - México, primer lugar a nivel mundial en estrés laboral. Según datos de la Orga-
nización Mundial de la Salud, el 75% de los mexicanos padecen el síndrome de burnout.
(Recuperado de: http://de10.com.mx/vivir-bien/2017/09/01/mexico-primer-lugar-
nivel-mundial-en-estres-laboral, 17 octubre 2017)
El desequilibrio actual entre la vida personal y profesional se da ya que muchas personas que
se integran a la vida laboral creen que deben sacrificar su tiempo y mantener una dedicación
constante para pagar el alto precio de mantener un buen nivel en sus profesiones y ahora cam-
bian la tranquilidad por el éxito. (González, 2015)
La dinámica de lo urgente, se da por la dificultad de esperar, la intolerancia a la frustración
ha aumentado, la exigencia a lo inmediato genera una irritación a las demoras. Esta urgencia
conduce a muchos jóvenes a la violencia y al riesgo de una muerte prematura pues consideran
su vida como insignificante y transitoria. Hay muchos datos que hablan del crecimiento de la
urgencia, consultas médicas rápidas (Dr. Simi), entretenimientos (casinos, máquinas de auto
venta) o servicios de 24 horas (tiendas de conveniencia). (González, 2015)
Sumado a lo anterior está la cultura de lo ruidoso, en la que estamos expuestos constante-
mente al ruido del tráfico, bocinas de coches, motor de camiones y una gama de ruidos que es
imposible evitar tanto en la calle, como en la casa o el trabajo, las cosas con sentido, profundi-
dad y responsabilidad se dejan a un lado por la afectación del ruido sin dar lugar al descanso y
la relajación, generando un desgaste general del individuo, incrementa accidentes, disminuye
la calidad de la comunicación y aumenta el estrés. (González, 2015)
82
Para algunas personas el trabajo es sólo un medio para conseguir recursos y para otras tie-
ne un fin personal, es lo que les gusta, lo que estudiaron, el trabajo es una realización personal
que les genera status, reconocimiento identidad y roles, desarrollo de aspiraciones, planes y
expectativas. En el momento en que el trabajo deja de cumplir dichas funciones, se puede en-
trar en una crisis existencial, el desencanto profesional y pérdida de idealismo es muy relevante
para desarrollar el síndrome de burnout. (Gil-monte, 2015)
• Leve: aparecen algunos síntomas físicos inespecíficos como dolores de espalda, cefaleas,
lumbalgias y se vuelven poco operativos.
• Moderado: aparecen el insomnio, falta de concentración, déficit de atención y una cla-
ra tendencia a auto medicarse.
• Grave: aversión por realizar las tareas, mayor ausentismo, abuso de alcohol y psicofár-
macos y cinismo.
• Extremo: aparece la crisis existencial, el aislamiento, depresión crónica y el riesgo al
suicidio. (Balseiro, 2010)
La logoterapia es considerada “la psicoterapia orientada a la búsqueda del sentido que se foca-
liza en lo espiritual; apela a la facultad de oposición del espíritu” (Guberman & Pérez, 2005:
pp.80), es la tercera Escuela Vienesa de Psicoterapia y se centra en el significado de la existen-
cia humana, así como en la búsqueda del sentido por parte del hombre.
La misión de la logoterapia es acompañar a otro ser humano para que encuentre significa-
do en su vida, va más allá del instinto y de la psique, se interesa por la dimensión espiritual del
individuo como su voluntad de sentido, su libertad y su responsabilidad Considera al hombre
como un ser cuya principal preocupación es alcanzar el significado de su existencia y actualizar
los valores que le dan sentido.
83
“Frankl la definió como una educación destinada a fomentar la responsabilidad del indi-
viduo, precisamente en una época en la cual la tecnología amenaza con destruir al hombre a la
categoría de objeto carente de responsabilidad, cuyos actos pueden ser calificados como meras
reacciones” (Ascencio & Castañeda, 2009: pp.42)
En el tratamiento logoterapéutico lo que es relevante, no son las técnicas, más bien, el
encuentro existencial personal, las relaciones humanas entre el terapeuta y el paciente. Si
el acompañamiento a la persona se interpreta solamente en términos de técnicas y dinámicas
se pierde de vista el problema, puede implicar una manipulación donde el paciente se siente
cosificado. No debe ser sólo una técnica, el acompañamiento es un arte que va más allá de
pura ciencia, es una sabiduría con toque humano.
La definición de logoterapia de Freire dice que “es una psicoterapia que arranca de la di-
mensión espiritual del hombre y que aprovecha la fuerza de lo espiritual como palanca de su
acción terapéutica” (Ascencio & Castañeda, 2009: pp.42)
En el presente escrito, me enfoco en la importancia que tienen la libertad-responsabili-
dad y los valores de actitud de la logoterapia para que las personas puedan llegar a superar el
burnout.
Libertad
“Libertad: facultad humana de determinar los propios actos. Junto con la espiritualidad y la
responsabilidad, es un elemento constitutivo de la existencia humana. Para la logoterapia la
libertad es ontológica, es decir, pertenece a la esencia del ser, trascendiendo toda necesidad”
(Guberman & Pérez, 2005: pp.79)
El ser humano vive en una tensión, en una carrera indecisa y lo que caracteriza su vida es
esa eterna lucha entre libertad y destino. Destino biológico, social o psicológico. La libre vo-
luntad del hombre le permite hacer lo mejor que pueda. Todo lo posible, tomando en cuenta
la situación concreta en que se actúa, con todos sus obstáculos y dificultades.
La libertad es inherente al ser humano es algo con lo que el hombre nace, es ejercer la
fuerza de voluntad, tomar conciencia, hacer el esfuerzo, comprometerse con un propósito,
significa aceptar que la felicidad y tranquilidad, lleguen o no, no dependen del hombre ya que
lo único que él puede manejar es su esfuerzo. Esta libertad solo se entiende frente a las limita-
ciones del destino, no como una libertad sin límites. (Ascencio & Unikel, 2009)
Existe una libertad externa (libertad para hacer) y una interna (libertad para ser):
• Libertad para hacer: tengo la obligación de responder al entorno, se refiere a mis actos
frente a la sociedad y a los demás. Inevitablemente estamos sujetos a las limitaciones
que imponen sobre nosotros las condiciones externas en las que nos movemos.
• Libertad para ser: esta libertad interna se refiere a mí mismo exclusivamente, es mi
identidad, está relacionada con mi dignidad y la posibilidad de ser yo mismo. (Ascen-
cio & Unikel, 2009)
Una sana convivencia es posible solo a través del respeto de los derechos de cada quien, puedo
ejercer mi libertad individual dentro de los límites de ese respeto.
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Desde niños experimentamos la libertad al decir por primera vez a los padres “no”, el
esclavo se da cuenta que puede desobedecer y el súbdito puede rebelarse. El peligro radica
en que un hombre con su libertad establezca arbitrariamente sus normas, sin considerar las
normas o a los demás, si esta tendencia continúa el hombre puede llegar a su autodestrucción.
(Fabry, 2003)
La vida de un individuo está condicionada dentro de una trama social, pero esta condi-
ción relacional, no lo determina de forma definitiva, no lo despoja de su libertad. La persona
conserva siempre, una libertad individual con posibilidad de elección frente a este destino
social, así como sucede con el destino biológico y psicológico.
Los condicionamientos psicofísicos que nos pone la vida evidencian que esta libertad
no es total, no se pueden modificar las condiciones externas, pero la persona espiritual sí está
libre de estos condicionamientos, porque puede convertir en objetos de su conciencia todo lo
que le rodea y tener conciencia de sí mismo, conociendo sus capacidades e incapacidades para
lograr desde ahí, su mejor versión.
El hombre se pregunta, qué, cómo y para qué hago lo que hago, y son estas preguntas las que
lo llevan hacia la responsabilidad.
Responsabilidad
85
siste en seguir los valores de la sociedad en que se vive y en las situaciones en que esos valores
no aplican, se tiene que escuchar cuidadosamente la voz de la conciencia, aunque con ello se
entre en conflicto con los valores establecidos” (Fizzotti, 2006: pp.132)
Para Frankl, los fundamentos radicales del ser humano son la conciencia y la responsabi-
lidad, ya que constituyen los elementos esenciales de la existencia humana, entonces se podría
decir que el ser-hombre equivale al ser-consciente-responsable. Estos dos factores al combi-
narse ofrece una imagen integral y verdadera del hombre.
La unicidad nos lleva a ver lo único e irrepetible del ser. Y, ya que la Logoterapia lleva al
análisis de la existencia, del mismo modo que, a tomar consciencia de lo espiritual, invita al
ser humano a que cobre conciencia de su responsabilidad, siendo ésta, el fundamento esencial
de la existencia.
La Logoterapia trabaja con la conciencia como órgano de sentido desde la posibilidad de
ser-responsable, el ser-hombre es ser-responsable y ser-consciente para que de esa forma cobre
conciencia de la responsabilidad esencial, aprenda de las consecuencias y no culpe a otros. La
Logoterapia es la psicoterapia que parte de lo espiritual.
Esta misión de hacerme cargo de mi vida es intransferible, es mi tarea y solo yo la puedo
cumplir, con esto se reafirma la unicidad del ser humano. Con lo anterior no me refiero a una
obligación, ya que ésta es impuesta por una autoridad y la responsabilidad es asumida volun-
tariamente. (Ascencio & Unikel, 2009)
Existen 3 tipos de responsabilidad según Frankl, ¿ante quien responde el hombre?:
La logoterapia no cruza el límite entre religión y psicoterapia, deja la puerta abierta para que el
paciente decida si pasa o no, él decide cómo interpreta su responsabilidad ante la humanidad,
la sociedad, la conciencia o Dios. Le corresponde al paciente decidir ante qué, quién y para
qué él es responsable.
No se pueden dividir la libertad y la responsabilidad, somos responsables de todo lo que
hacemos, tenemos la libertad de elegir y hacernos conscientemente responsables de dicha elec-
ción. El ser hombre consiste en que “tenemos la responsabilidad de ejercer nuestra libertad”,
ejercer conscientemente nuestra libertad. (Ascencio & Unikel, 2009)
Para Frankl, la responsabilidad implica siempre responsabilidad ante un deber, que siem-
pre deberá ser interpretado partiendo de un sentido, del sentido correcto de la vida humana.
Frankl menciona que el hombre no es culpable de lo que le ocurre, pero si es responsable
de lo que le ocurre. Tiene la capacidad de elegir, aunque con ello, renuncie a otras posibilida-
des y aunque no tenga los datos suficientes.
El hecho de estar condenados hacia la libertad, también implica que estamos condenados
hacia la responsabilidad, porque tengo que responder de mí, ante mí mismo, ante los demás y
86
ante Dios. Somos responsables de todo lo que nos ocurre, aunque no somos culpables, mi vida
es justa e injusta y me tengo que hacer cargo de ella, responder por ella, tengo esa libertad,
cargada de angustia por tener que elegir una opción sin saber si es la correcta o bien no elegir,
también tengo esa opción. (Ascencio & Unikel, 2009)
Cuando existen insatisfacciones e intolerancias con uno mismo, es cuando aparece el
conflicto. Para poder ejercer nuestra libertad debemos tener autoconocimiento, aceptarse a sí
mismo y tener la capacidad de pensar en algo nuevo, tomar riesgos,
La libertad sin responsabilidad, descubrir lo desconocido, aunque la libertad asusta, nos impone,
puede generar vacuidad, porque supone romper con todo o cuestionarlo todo. (Ascencio &
frustración, desesperación, Unikel, 2009)
adicción, violencia, neurosis y hasta Haciendo mención del paradigma de Unikel en el que dice:
el suicidio. Si se hace una elección “Las primeras expresiones de la espiritualidad son la libertad y la
sin la conciencia de que eres libre, responsabilidad a partir de la conciencia que tiene la persona de sí
no manejas el sentido de tu vida. misma”, se refiere a que la espiritualidad es lo que permite al ser
humano moldear su vida, con independencia, libertad, autono-
mía y evidentemente responsabilidad, ya que toda elección implica responsabilidad, libertad
y responsabilidad se retroalimentan. (Unikel, 2014)
La referencia que hace Viktor Frankl ante la relación existente entre libertad y respon-
sabilidad es una recurrente. La libertad es un punto culminante de la expresión humana en el
pensamiento existencialista en general, existe la posibilidad de ser libre. Es así que esa “libertad”
ha sido motivo de muchas peleas individuales y grupales, revoluciones, guerras, crisis persona-
les y conflictos. Sin embargo, la verdadera pelea aún no se ha librado. La verdadera conquista
del hombre, aún no se ha completado:
“Nosotros hablamos del ser humano como responsable precisamente en razón de la libertad
natural del hombre. Y la relación entre la libertad y la responsabilidad manifiesta que la libertad
no es solamente libertad de sino también libertad para, y que asumir la responsabilidad significa
aquello para lo cual el hombre es libre”, dice Frankl en su libro “La Voluntad de Sentido” (Recu-
perado de: http://ucaclae.blogspot.mx/2006/04/de-la-libertad-hacia-la.html, 18 octubre 2017)
87
depresión y un sentimiento de culpabilidad, si por el contrario no asumen su responsabilidad
en situaciones que pueden controlar se sienten insatisfechos y culpables. (Fabry, 2017)
Las posibilidades de elección están relacionadas con los valores de actitud, ya que lo que
más importa es la actitud que el hombre adopta ante un destino irreversible. En el momento
que estos valores de actitud se incorporan al campo de los posibles valores, el hombre conserva
la conciencia y sigue siendo responsable.
El que no ha adquirido conciencia de su responsabilidad acepta la vida como una contin-
gencia.
En la medida en que se tiene mayor conciencia, la responsabilidad va adquiriendo tam-
bién mayor sentido
Valores
“Un valor es una convicción ante la cual el hombre actúa libremente”
(Ascencio & Unikel, 2009: pp.43)
Existe una diferencia entre sentido y valor, el sentido cambia, es único y personal, pero en si-
tuaciones típicas de la vida son similares para diferentes individuos y se les denominó sentidos
universales que ahora conocemos como valores. Los valores ayudan a no perder la visión de
sentido, ayudan a encontrarlo en las situaciones de la vida. (Ascencio & Unikel, 2009: pp.43)
La postura responsable que el ser humano tome frente a lo que lo limita en su vida, es lo
que Frankl llama valores de actitud y los define como “el modo de comportarse ante la limi-
tación de sus posibilidades, abriéndose ante él un reino nuevo y propio de valores, que deben
contarse incluso entre los más altos. Una existencia empobrecida- aunque, en realidad sólo
sea en valores creadores y vividos- puede ofrecer, a pesar de todo, una última posibilidad y la
más grande, la realización de valores de actitud. Lo importante es la actitud que el hombre
adopte ante lo irremisible. Lo importante es como soporta la carga como una cruz” (Ascencio
& Unikel, 2009)
El hombre tiene la libertad de actuar, esto es su intencionalidad, el valor tiene la fuerza
de atrapar su energía expansiva y atraerla como un imán, aunque los valores no se captan solo
con los sentidos, se requiere del conocimiento intelectual, intuitivo y emotivo. Los valores son
siempre positivos o negativos, se da lo bueno y lo malo (valores y antivalores) y además se hace
una jerarquización de estos. (Ascencio & Unikel, 2009)
Para descubrir el sentido de vida se realizan valores en 3 dimensiones:
a) Valores de creación: dar vida por medio del arte, el trabajo, etc.
b) Valores de experiencia: recibir de la vida como una puesta de sol, disfrutar de la belleza
del arte, etc.
c) Valores de actitud: es la actitud que toma el hombre frente a lo que la vida le presente,
frente al sufrimiento, la culpa y la muerte. (Ascencio & Unikel, 2009)
Valores de actitud: son aquellos que se encarnan a partir de la capacidad del hombre de
encontrar un sentido a su sufrimiento, logrando transformar una tragedia personal en un
triunfo, siendo por lo tanto, la facultad más humana del hombre. Frankl describe la siguiente
88
ecuación: “S = D – S”, que significa “sufrimiento = dolor – sentido”. Para llevar a cabo el valor
de actitud, el hombre deberá encontrar un sentido a su dolor, transformando la ecuación de
la siguiente manera: S = D + S. (Guberman & Pérez, 2005: pp.146)
“Los valores de actitud le dan sentido a la vida ante situaciones límite” (Ascencio & Uni-
kel, 2009: pp.65)
Al hablar de situaciones límites, se hace referencia a situaciones inevitables, que el hom-
bre tiene que vivir (Triada Trágica):
“Incluso cuando la vida queda reducida a la mínima expresión y todo parece carente de signi-
ficado, permanece aún la libertad fundamental… de escoger la propia actitud frente al desti-
no. Esta elección quizá no cambie el destino, pero ciertamente cambia a la persona” (Ascencio
& Unikel, 2009: pp.67)
Según Frankl, el sufrimiento inevitable no puede ser suprimido, pero sí puede encontrar-
se un sentido que ayude al hombre a no caer en la desesperación del sin sentido y tomar una
actitud ante él.
Para el análisis existencial, el sufrimiento que suele concebirse como carencia, pérdida,
mutilación, negación, destrucción, aniquilación o pasividad, tiene también la posibilidad de
traer el crecimiento, el desarrollo, la humanización y la fortaleza que en ocasiones ni las mejo-
res condiciones de vida podrían despertar en el ser humano. (Loaiza, 2009: pp.28)
Frankl se expresa del sufrimiento que se acepta de la siguiente manera: “al asumir el sufri-
miento, el ser se transparenta, el ser humano lo escruta y se le abren a él, el doliente, panora-
mas de profundidad y en el hondo del abismo descubre la estructura trágica de la existencia.
Lo que se revela en el ser humano es, en el fondo y en definitiva, pasión; que la esencia del
hombre es ser doliente: homo patiens. El hombre hace este descubrimiento más allá del bien
y del mal, de la belleza y de la fealdad; lo vive asentimentalmente, más allá de sentimientos ni
resentimientos. Es una intuición simple, pura de la verdad. El hombre se acerca a la verdad, se
conciencia de la verdad, está en la verdad. Y esto sin rencores ni quejas. Todo está superado y
él está muy por encima. Y la verdad le libera. Pues esa verdad no es ya la suya, sino “la verdad”,
la verdad general, común a todos” (Loaiza, 2009: pp.122)
La triada trágica de Frankl, hace referencia al destino del ser humano, a lo que le toca
vivir inexorablemente. Pero el espíritu, tiene la capacidad de oponerse a esas situaciones, que,
aunque en ocasiones no se pueden cambiar, si transforman su calidad de vida.
El hombre puede hacer frente a su destino desde su dimensión espiritual.
89
Existen 3 formas de destino:
1) Destino biológico: el hecho de que existan limitaciones físicas, no significa que repre-
senten la fatalidad, hay que hacer lo mejor posible dentro de nuestras posibilidades,
con esfuerzo e intencionalidad.
2) Destino social: siempre estamos en relación, somos seres–en-relación dentro de una
sociedad que se le educa para ser socialmente adecuado. Esto impone ciertas condi-
ciones como la cultura, educación, oportunidades, tendencias, etc. Pero aún con estas
condiciones el hombre tiene la libertad de elegir si las sigue, o cómo las sigue.
3) Destino psicológico: son los factores anímicos de la persona, aquí entra la fuerza de
voluntad, no caer en fatalismos o quedarse en el pasado o en el determinismo, lo que
han hecho de mí mis padres o seres cercanos. Para Frankl el hombre no debe medirse
con que es, sino con lo que debiera ser para así lograr “lo mejor que le es posible ser”
(Ascencio & Unikel, 2009)
Resultados
90
dignidad, en cuanto al psicológico es donde entra la fuerza de voluntad, actitud de hacer lo
mejor posible.
El burnout puede ser reversible en sus primeras etapas y tarda más tiempo en gestarse,
aquí la logoterapia puede hacer notar al paciente de los síntomas de burnout y que él vea que
hay situaciones que se pueden controlar y otras no, que distinga entre asumir su responsabi-
lidad en lo que controlamos y no asumirla en lo que no podemos controlar, que vean que su
libertad es limitada ya que hay circunstancias externas que no podemos controlar.
Para la logoterapia el hombre nace con esta libertad y se puede lograr que el paciente
tome conciencia, haga un esfuerzo con actitud, aceptando las circunstancias externas tal y
como son y se responsabilice de sus elecciones sin cerrar su mirada al mundo de posibilidades.
El desequilibrio actual entre la vida personal y profesional se da, porque muchas personas
que se integran a la vida laboral creen que deben sacrificar su tiempo y mantener una dedica-
ción constante para pagar el alto precio de mantener un buen nivel en sus profesiones y ahora
cambian la tranquilidad por el éxito.
La logoterapia puede contribuir a que la persona haga conciencia del desequilibrio entre
la vida laboral, familiar y social: si el trabajo ocupa gran parte de su tiempo y esfuerzo y no
tiene suficiente tiempo para estar con su familia y amigos, se puede producir el burnout. Que
su libertad le permite elegir este equilibrio.
El hombre debe darse el tiempo para descansar, para el esparcimiento y para el trabajo, si
hay una proporción inadecuada de esto, se produce un desequilibrio y daña la salud.
Cuando se presenta una actitud derrotista, con apatía y sin esfuerzo por cambiar la situa-
ción, se prefiere el distanciamiento frente a las situaciones que provocan estrés.
Lo que la logoterapia puede proveer, es un cambio de actitud, una aceptación de emo-
ciones y del problema sin ignorarlo, ser honesto y directo expresando lo que nos preocupa y
aceptando lo que no está en nuestro control.
Puede ayudar a modificar las actitudes ante la culpa. Y las enunciaciones que el individuo
se hace en torno a ella: “soy un inútil”, “eso pasa porque soy yo”, etc.
El hecho de hacer notar al paciente la responsabilidad que tiene de responder ante sí mis-
mo, ante los demás y ante Dios, abre la posibilidad de hacer consciencia de su actitud frente
a la situación que están viviendo en ese momento.
Ante el inmodificable destino, la logoterapia es un tratamiento de la actitud que toma el
paciente y le interesa más las relaciones humanas, el encuentro entre logoterapeuta y paciente,
que las técnicas en sí. El camino del hombre ya trazado previamente tiene muchas posibili-
dades y la logoterapia quiere acompañar al paciente a que vea cuáles son sus posibilidades en
cada situación.
El crecimiento del síndrome de burnout es impactante y preocupante en todas las profe-
siones.
Como logoterapeutas podemos acompañar a estas personas a que se den cuenta de sus
posibilidad y las asuman con responsabilidad y libertad. Acompañar a que la persona encuen-
tre valores de actitud ante las situaciones externas que no está en su mano modificar pero que
encierran un sentido a desentrañar
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Conclusiones
En la logoterapia debemos responder ante la vida, con hechos, con la conducta, como seres
libres y responsables y con valores de actitud ante lo que se nos presenta y no podemos evitar.
Sin un sentido particular de su existencia, el hombre se paraliza al no tener una meta
hacia dónde orientarse. El tedio y aburrimiento que se presenta en ocasiones, representa este
vacío existencial.
92
Habrá que apelar a la actitud que se tome, y acompañar para que se enfrente la vida con
libertad y responsabilidad en las situaciones que ésta nos presente, encontrando el para qué de
este vacío existencial y falta de sentido que se sufre.
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%20Burnout%20Inventory.pdf, (2 Nov 2017)
94
la logoterapia en méxico
La graduación
Teté Avilés Senés
D
espués de conocer los principios de la Logoterapia, difícil-
mente creo ya en las casualidades: de alguna manera llegamos
a lugares que tal vez, inconscientemente buscábamos. Ese es
el caso de mi llegada a este diplomado cuando lo comencé en
enero de este año.
No sabía cuándo, pero sabía que pronto llegaría el mo-
mento de enfrentarme a una realidad ignorada por mucho
tiempo.
Empiezo por el final: ya no tengo otra alternativa que no
sea la de hacerme responsable de mi vida en el momento y en
Cursó sus estudios universitarios el lugar donde se está desarrollando. Esta vida, ha ido cam-
de Relaciones Industriales en La biando, y se ha ido manifestando diferente a como yo hubiera
Universidad Jesuita de Guadalajara
pensado dejó de serlo como yo la conocía hasta entonces.
(ITESO). Posteriormente se fue a
vivir a Chigago donde se graduó Me vi empezando de nuevo desde un “nido vacío”. Solo
como Diseñadora de Interiores por me tenía a mí para continuar caminando. Entre grandes acier-
The Harrington Institute of Design. tos, hubo muchos fracasos personales y profesionales, con el
Años mas tarde, abrió una galería
consecuente desánimo. Entonces, todavía tenía el rumbo que
de arte (Casa Avilés art gallery) . Así
mismo, como promotora cultural de eventualmente perdí, para caer en un profundo vacío exis-
la UNAM Chicago, compartió con la tencial.
comunidad desde el acervo cultural Así llegué a Culiacán hace casi tres años, a estar cerca de
de México. En el año 2016 regresa a
mi madre a la que sabía muy sola y enferma. Lo único que la-
Culiacán, donde reside actualmente,
y desde donde pretende dar sus mento de ello es haberla acercado tanto a mi tristeza y apatía
primeros pasos hacia una nueva vida. por vivir.
Pero si bien es cierto que aún en esas condiciones ella ne-
cesitaba mi presencia, y yo regresar a ella después de casi cua-
renta años de vivir muy lejos, también es verdad que encontré
un refugio que me permitió ignorar que mi vida continuaba
y debía atenderla.
El tiempo que duró este curso coincidió con el deterioro
de la salud de mamá. Hace unos días ella murió. Y aunque
probablemente lo esperaba, este dolor no me proporcionó un
95
espacio para continuar refugiándome en la negación, ni para auto conmiserar, ni para conti-
nuar distanciándome de la responsabilidad de asumir mi vida tal como es.
En los momentos más difíciles, los conceptos de la Logoterapia me han preparado para
enfrentarme en incontables ocasiones con ese primer paso hacia el resto de mi vida.
Siento miedo, mucho miedo. Sin embargo, no me queda mas que trascenderlo porque ya
no hay marcha atrás.
Teté
Culiacán, Sinaloa
Septiembre 2018
96
Novedades en libros de Ediciones LAG
¿Cuál es el fin de la existencia? ¿De dónde venimos? ¿Hacia dónde vamos? La mayoría de las teorías contemporáneas pare-
cen abstractas ante las grandes cuestiones sobre la existencia que nos han sido heredadas. Dichas teorías parecen sin vida
ante los nuevos y complejos problemas que la cotidianidad presenta.
Ante dichas tensiones, las psicoterapias existenciales aportan una perspectiva emprendedora, auténtica y compro-
metida; en franca rebeldía a lo estático y la imposición de corrientes, métodos o programas. La existencia humana no
puede determinarse por un enfoque ni tener límites establecidos. Comprender la naturaleza humana exige superar presu-
puestos y abrir nuevos planteamientos apoyados en la relacionalidad y la co-construcción impostergable de la existencia.
Comunicación directa, transparente y humana, fundamentan a las psicoterapias existenciales como propuestas pro-
fundamente implicadas con el análisis de la vida concreta de las personas y de su mundo amplio, que comprende el diálogo
constante con la riqueza de la filosofía existencial, fenomenológica y hermenéutica hasta nuestros días.
La presente obra esboza varias perspectivas existenciales, escritas cada una por diferentes autores latinoamericanos
que han desarrollado su trabajo sobre distintos estilos y pensadores en psicoterapia existencial, y es un referente importante
tanto para especialistas como para personas interesadas en temas actuales de psicoterapia.
•
En el presente libro encontrarás cuestionamientos honestos que hace su autor para vivir un profundo proceso personal.
Esta experiencia de estudio, investigación y aplicación que nos comparte, no es solamente una teoría, sino la narrativa de
un ser humano que nos abre su corazón. Es así como en este texto encontrarás formas de aplicar la logoterapia, desde sus
fundamentos, tanto filosóficos y antropológicos como los psicológicos y espirituales.
•
Publicaciones
EDICIONES LAG
Colección Sentido
Cuadernos de Investigación 1, 2, 3, 4, 5.
Aportes de smael para enriquecer la logoterapia y aplicarla adecuadamente a la problemática
de nuestro México.
Actas de Congresos
Memorias de los Congresos Mexicanos de Logoterapia 2000, 2003, 2005
DISTRIBUIDORA
Wisconsin #19, Colonia Nápoles, México DF, C.P. 03810.
Tel. (525) 5682 27 44 Fax. 5543-6656
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Gerente de Ventas: Lic. Cecilia García Ascencio
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