EL ORIGEN DE LA INDUSTRIALIZACION ARGENTINA
1. La versión "olímpica "
En la versión más difundida se coincide en que si bien existía desde mucho antes un cierto grado
de desarrollo industrial en nuestros países, el crecimiento de este sector en su forma moderna se
produce como consecuencia de la depresión de los años 30. Como resultado de las dificultades
para exportar (e importar bienes o capitales) emergentes de la gran depresión, mejoraron los
precios relativos de los bienes manufacturados producidos localmente.
Nos parece claro que la expansión de la capacidad del sector manufacturero sólo pudo haberse
realizado a partir de la segunda mitad de la década del 30, período en que mejoran las condiciones
del comercio internacional del país. Para que tuviera lugar el efecto "transferencia de recursos" el
estímulo debe de haber estado ligado, a los controles de cambios instalados en aquel entonces y
que actúan con mayor "eficiencia que una barrera aduanera". Según la transferencia interna de
recursos estuvo ligada a: a) la formación de empresas abastecedoras extranjeras que se
establecieron localmente saltando las barreras cambiarias a que hemos hecho referencia; b) la
formación de empresas conectadas por vasos técnicos y financieros a firmas internacionales. Así,
parece prudente en sugerir que él "efecto reajustes" al sector con las dificultades por la Gran
Depresión, y que él "efecto transferencia de recursos" han tenido lugar, predominantemente en los
años en que se desarrolló el sistema de control de cambios.
2. La literatura "olímpica"
Alexander kafka presenta la teoría de las "conmociones adversas ". Según esta tesis, los países de
América Latina han logra una buena parte del desarrollo industrial gracias a la aparición de
desequilibrios críticos en sus economías.
3. El crecimiento del sector industrial: algunos datos
La información disponible sugiere que en la década del 30 el sector industrial continuó creciendo
globalmente. La capacidad industrial fue por lo menos igual o aún más para el periodo
comprendido entre 1911-1929, que para el periodo 1929-1939. Lo que se intenta remarcar es que
lo que se refiere a las tasas de crecimiento del sector y los datos existentes no poseen idea de que
en la década referida se produjera una clara discontinuidad con el pasado. Más fructífero resulta el
examen de los cambios en la composición del producto manufacturero: a) existió una cierta
tendencia de crear la participación en el producto industrial de ramas como alimentos y bebidas,
calzado, etc; b) las ramas del papel e imprenta y publicaciones, después de haber expandido su
participación en la década del 20, tiene a declinar en la década del 30; c) la rama de productos
químicos y petrolero expande su participación lentamente; d) las únicas ramas que ofrece sustento
a la idea de un cierto "despegue" en la década del 30 son la de los productos metálicos y la de los
textiles. Por otra parte, el 66% de los establecimientos industriales establecidos en el país había
sido fundado antes de 1930.
4. Las inversiones en el sector industrial
Observando los datos sobre la inversión en el sector industrial puede verse que la inversión bruta
fija en el sector manufacturero alcanzó partir de 1900 picos máximos: uno en 1913, otro en
1929/30 y otro en 1937. La tasa de crecimiento más elevada de inversión en el sector industrial
corresponde a los años 1923-1929. Entre los años 1924 y 1930 se produce la inversión al sector
industrial hasta la Segunda Guerra Mundial, las inversiones en construcciones alcanzan también
una elevación en 1930, la inversión industrial entre los años 1923 y 1930 producen la acumulación
de importación equipos y maquinarias para la industria. Estas cifras contradicen la creencia
generalizado de que la industria comenzó a desarrollarse durante la Segunda Guerra Mundial. El
proceso de inversiones señalado se reflejó, asimismo, en el grado de utilización de electricidad por
parte del sector industrial, que triplicó aproximadamente el consumo de energía.
5. La radicación de empresas industriales extranjeras
Los datos expuestos justifican la duda de que la industria argentina haya experimentado en la
década del 30 un sorpresivo "tirón" hacia arriba en su tasa de crecimiento. Esencial en el cambio
de estructura industrial de esos años es la acumulación de inversiones y la exportación de equipos.
A estos cambios no pudo haber sido ajena la oleada de empresas internacionales, especialmente
norteamericanas, que llegaron al país en la década del 20, introduciendo nuevos bienes y nuevas
formas de producción y organización. En la década del 20, firmas locales encaran la producción de
nuevos bienes con el apoyo financiero y técnico de firmas internacionales. En pocos años
aparecen artículos que antes se importaban: como el caucho, artefactos eléctricos, etc. Unos años
más tarde, el país recibe otro impacto de inversiones directas externas. Las nuevas empresas
incorporadas al país eran del tipo de las que más rápido crecen, comenzaban a aparecer en la
Argentina nuevas ramas de grandes grupos internacionales que se estaban expandiendo. Cerca
de 1910 los extranjeros controlaban la gran mayoría de los establecimientos industriales más
grandes: molinos de harina, refinería de azúcar, producción de vinos, frigoríficos, lo que
representaba alrededor del 36% del capital invertido en toda la industria argentina. Una
característica de estas industrias era que desde su nacimiento eran grandes (alta concentración de
mano de obra y de inversión fija). Cerca de 1937 la inversión extranjera en industria representaba
algo más de la mitad del capital total invertido en la industria nacional. Entre los años 1921 y 1930
entran al país 43 grandes empresas y entre 1931 y 1943 se detecta la instalación en el país de 45
grandes empresas internacionales, buena parte de origen norteamericano, especialmente las
textiles.
6. Política económica y desarrollo industrial
Dos condiciones fueron esenciales: a) la seguridad de un mercado local en vía de expansión,
empresas con la existencia de mercados de ingreso creciente a través de una protección tarifaria
adecuada y, b) la preservación de los derechos de exclusividad sobre tecnologías y marcas por la
vía de patentes. Con relación a la protección tarifaria Alvear, los precios oficiales sobre los que se
calculaban los gravámenes aduaneros se acercaron más a los precios reales del mercado
internacional; con ello se lograba una mejora en la protección. En algunos casos, las empresas
operaban más como importadores de bienes finales, es decir, competían por las divisas
disponibles a los efectos de introducir al país bienes. Una vez en marcha las operaciones
industriales, las empresas volvían a competir por las divisas, pero entonces, para solventar la
importación de insumos. En general, en tanto el comercio tradicional importaba de Gran Bretaña
bienes terminados, las nuevas empresas importaban equipos, partes, materias primas y patentes.
En la parte final de la década del 30 es diferente, ya se había afirmado la competencia entre
proveedores británicos de bienes finales tradicionales y la de los proveedores norteamericanos de
nuevos bienes y de insumos para las empresas instaladas localmente. La historia demuestra que
resultaba más difícil evitar la entrada de bienes al país cuando se trataba de insumos, que cuando
se trataba de bienes de consumo ya fabricados en el exterior. La prioridad era siempre la de
promover los insumos necesarios para la industria; pero, si hay algo que es similar en los años 20 y
los 30 en materia de sustitución de importaciones industriales con capital extranjero es que el
mismo Estado nacional aparecía como beneficiario.
7. Las patentes extranjeras
En cuanto a la protección de las condiciones oligopólicas, las patentes extranjeras en la Argentina
se expanden fuertemente, precisamente en el periodo en que se establecen las bases para la
industria nueva, es decir, en el periodo de 1920 a 1930. En la década del 30 el número de patentes
es muy elevado y muy superior a cualquier otro periodo.
8. El conflicto entre los Estados Unidos e Inglaterra marcaron línea negrita
Sea en los "felices años" de la década del 20 los conflictos comerciales y de poder entre Inglaterra
y Estados Unidos se habían hecho manifiesto. Es que a partir de 1923 la tarifa argentina fue
suficientemente protectora en algunos casos prohibitiva como para haber permitido el crecimiento
de industrias que habían cerrado toda vía a la importación de ciertos bienes. Decía entonces
Alvear en 1923: "deben ser particularmente objeto de atención y defensa las industrias que
trabajan materia prima nacional. Es necesario evitar que la competencia del exterior las destruya,
todo eso no impedirá estimular industrias que, aunque usen materias primas extranjeras sean
beneficiosas para el país". La Depresión mundial y los años que le siguieron pusieron un periodo
de calma al conflicto entre el Reino Unido y los Estados Unidos.
El control de cambios instaurado a consecuencia del pacto de Londres (Roca-Runciman) "protegía
directamente a los productores textiles del Reino Unido". El uso discriminatorio de las divisas
establecidas por las prescripciones del Pacto de Londres traía como consecuencia una barrera en
contra de las importaciones de origen norteamericano. Argentina tenía una doble política, la de
satisfacer a la corona británica y a la vez facilitar la entrada de capital norteamericano, con esta
estrategia se logró un desarrollo de la economía local con capitales extranjeros.
9. Control de cambios y sustitución de importaciones
Es a partir de 1933, con la entrada del equipo de Federico Pinedo a la conducción económica del
país, lo que lleva a una formulación económica nueva. Esta formulación, aunque con interrupciones
parciales, persiste prácticamente hasta el presente. Las condiciones que establecen las nuevas
fórmulas de política económicas están ligadas a los efectos de la política británica, sin embargo se
cree que existen por lo menos otros dos factores. Estos factores son: a) la tensión entre los intereses
británicos y de Estados Unidos, luchando por el predominio en el área latinoamericana; y b) la
existencia de sectores industriales ligados al capital internacional y provistos de equipos, de los
cuales se desarrollaban pequeños talleres y empresas industriales de capital local. La existencia de
estos factores no pudo haber sido ignorada por los conductores de la política económica del país.
Primero, porque los factores estaban íntimamente relacionados entre sí y por ende al tomar en
cuenta algunos necesariamente se tomarían en cuenta otros. Segundo, el ciclo de filiación imperial
eran los factores de más notoriedad pública.
Las medidas "estructurales" estaban ligadas a las negociaciones de Gran Bretaña. En estas
negociaciones lo que se logra es asegurarse una parte del mercado británico para los ganaderos
argentinos a cambio de facilitar el acceso a las importaciones británicas hasta donde alcanzaran las
divisas provenientes del comercio de exportación con aquel país. De esta manera se "tranquilizaba"
a dos fuertes fuentes de poder. Las medidas "anticíclicas" en apoyo a la industria local tenían por fin
la preservación de fuentes de empleo imprescindibles para contrarrestar las presiones del ciclo y
atraer capital extranjero al sector industrial del país. La atracción de los capitales extranjeros era
facilitada por la vía de la política cambiaria, que actuaba aún mejor que una barrera aduanera. Esta
"barrera cambiaria" era la que debían superar las empresas de capital internacional que quisieran
mantener sus negocios en el país. La tesis de este organismo era que la industria, debía responder
en materia de equipamiento la impronta del fenómeno. En años de mala, las importaciones debían
cubrir lo esencial y en años de buena, las importaciones debían permitir el reequipamiento de la
industria local.
La desaceleración del crecimiento entre 1914 y 1929
Hubo dos etapas muy marcadas en el periodo entre 1914 y 1929. La primera etapa que va desde
1914 a 1916/17, donde encontramos un estancamiento de la economía y finaliza la construcción de
ferrocarriles y donde las exportaciones eran nulas. La segunda etapa que va desde 1917 a 1929,
donde se da una importante recuperación de la economía, hay una disminución de ingresos de
inversiones por parte de Gran Bretaña compensada por las de EE UU, aparecen las fábricas de
automotores en los años 20 con la salida del país de general Motors, una nueva llegada de
inmigrantes al país y, por último, Argentina recupera las reservas en oro.
Dos economistas argentinos han sugerido que la desaceleración del crecimiento observada entre
1914 y 1929 se debió al fracaso de las autoridades en dar suficiente impulso a la industria. Sostienen
que el lapso que va de 1914 a 1933 constituye una gran demora, situada entre condiciones previas
(1880 – 1914) y luego el despegue (1933 – 52). Cabe distinguir 2 subperiodos bien definidos: uno
de depresión, que se inició antes de la primera guerra mundial, y otro de rápida recuperación y
expansión, que se prolongó de 1917 a 1929. Los cereales fueron los que más sufrieron, a causa de
la escasez de embarques, en tanto que las exportaciones de carne pudieron incrementarse. Se
detuvo la construcción de ferrocarriles y de cualquier otro capital social fijo. De 1917 en adelante las
exportaciones y el capital extranjero se recuperaron. La expansión de 1917-29 fue rápida.
Dada la situación existente en 1917-29, las autoridades no creyeron necesario realizar grandes
innovaciones en materia de política económica. Los ferrocarriles no se expandían con la rapidez de
antes, la zona pampeana estaba ya totalmente ocupada y las nuevas inversiones británicas en la
Argentina eran escasas; pero, el capital estadounidense seguía entrando, a menudo se expresaba
que EE UU pasaría a ser pronto un importante mercado para la carne vacuna de la Argentina, dando
a la economía nacional el impulso que Inglaterra no estaba en condiciones de suministrar.
Basta con notar que una disminución gradual en el crecimiento de las exportaciones hubiera
determinado una tendencia a la devaluación del tipo de cambio, lo cual a su vez hubiese movilizado
factores automáticos que favorecían la sustitución de importaciones. Durante la década del 30 la
economía habría de demostrar que era muy capaz de responder con rapidez a aquella clase de
estímulos..
Situación de la argentina en 1929
En esta fecha, Argentina había alcanzado un PIB per cápita de unos 700 dólares, siendo mucho más
bajo que otros países como Australia y Canadá. Pero en cuanto a la mano de obra fue mayor en la
Argentina que en Canadá y Australia. La población de 1929 era en Argentina 5,2 veces superior a la
de 1869, mientras que en Canadá y Australia las cifras correspondientes eran de 2,8 y 4,0
respectivamente. En Canadá y Australia la población nativa no europea era insignificante; en la
Argentina, en cambio; había grandes grupos de ciudadanos de ascendencia india, a menudo con
aptitudes y niveles educacionales menos propicios para el crecimiento. En 1928-29 la Argentina
ocupaba el undécimo lugar entre las principales naciones que comerciaban. En 1929, Buenos Aires
se había convertido en uno de los grandes centros culturales del mundo de habla hispana; sus
periódicos y casa editoras eran a menudo los primeros en publicar las obras de las personalidades
culturales más destacadas.
Los empresarios rurales del país manifestaban poco interés por la industria, pero tanto capital
extranjero como los capitalistas argentinos de las ciudades se mostraron activos en ella, de modo
que si bien era razonable pronosticar que se continuaría con una especie de crecimiento determinado
por las exportaciones, parecía al mismo tiempo que habría de sostenerse cada vez más con la ayuda
de la expansión de las industrias competitivas de las importaciones. Pero una disminución en la
demanda o cualquier dificultad en incrementar la oferta nacional de aquellas exportaciones, estaba
llamada a provocar una expansión del sector sustitutivo de importaciones y exportaciones no
tradicionales. Uno de los legados que dejó la prosperidad de 1930 fue un elevado nivel de reservas
oficiales en oro, que permitieron que la Argentina hiciera frente a la gran depresión. Considerando
una mirada de los 20 años anteriores, parecía que Argentina hubiese presenciado la pacífica entrega
del poder político por parte de los tradicionales grupos influyentes (hacendados), a las emergentes
clases medias urbanas representadas por la Unión Cívica Radical. Roque Sáez Peña durante su
gobierno conservador aprobó un nuevo sistema electoral en 1912, consistente en el voto obligatorio,
secreto y universal. En la elección de 1916, se eligió como presidente a Hipólito Yrigoyen, iniciándose
con ello una era de gobierno por parte de los radicales que había de durar hasta el comienzo de la
Gran Depresión (1930).
La atmósfera de resentimiento contra los inversores extranjeros y el sistema liberal creado desde
1862 se desarrolló tan pronto como el capital externo comenzó a entrar en el país. Las críticas poco
a poco se fueron extendiendo hasta convertirse en una condena de los vínculos Británico-Argentinos,
se acusó a los ferrocarriles, a las plantas envasadoras de carnes y a los servicios públicos de obtener
beneficios abusando del poder oligopólico. En 1920 la prosperidad calmó también el surgimiento del
populismo rural entre los arrendatarios cerealeros, quienes se quejaban de las elevadas rentas y los
intereses comerciales. La elevada proporción de extranjeros en la fuerza de trabajo retardó el
crecimiento de la solidaridad y redujo el poder político de la clase trabajadora. La generosidad de la
ley argentina, otorgaba a los extranjeros residentes casi los mismos derechos que a los ciudadanos
a la vez que les imponía menos obligaciones, para muchos el ideal era enriquecerse en Argentina y
regresar después a su patria, aunque a menudo no conseguían hacerlo. Es verdad que las políticas
liberales a propósito del comercio y la inmigración beneficiaron en especial a los propietarios del
factor más abundante, es decir la tierra, pero no es menos indudable que esas políticas estimularon
el crecimiento económico. La eficiencia a largo plazo y una distribución del ingreso que beneficie al
pueblo sólo pueden lograrse mediante un elaborado sistema fiscal, que no es fácil de conseguir. Las
fricciones y tensiones generadas durante la expansión de 1860-1930 se agravaron más todavía en
la década del 30 a causa de la reacción política, el estancamiento en las exportaciones y la
producción rural y las presiones de la industrialización y la urbanización.