Jasinski, Alejandro (2013) - Revuelta Obrera y Masacre en La Forestal (Cap. 3 y 6)
Jasinski, Alejandro (2013) - Revuelta Obrera y Masacre en La Forestal (Cap. 3 y 6)
éstas se erigieron como únicas propietarias en un amplio territorio caren- precario para el contratista o algún mayordomo, las viviendas obreras y
te de presencia estatal.1 Esta particular situación les permitió hacer las alguna que otra institución social, como la escuela o un club recreativo o
veces de "Estados" que brindaban los servicios que mal podrían llamarse mutualista. Desde este núcleo poblacional, el camino se dirigia -algunos
"públicos" -desde un hospital o una escuela hasta la misma seguridad-, kilómetros más allá- hacia una playa ferroviaria, donde se cargaban los
y que permitían o denegaban la puesta en marcha de otras instituciones. rollizos a las chatas del tren, con destino a las fábricas o los puertos. Esta
Por supuesto, formalmente, los nombramientos de funcionarios policiales estación del ferrocarril o paraje podía también ser un poblado más o menos
o educativos correspondían al gobierno provincial, pero sin duda alguna pequeño, con existencia de algún almacén, un aserradero y un boliche.
las compañías ejercían una decisiva influencia. Como lo venimos viendo, Al internarse en las picadas que salían desde el centro del obraje, Bialet
la aparición de La Forestal profundizó todos estos rasgos, tanto que en su Massé alcanzó varias "arranchadas'', donde vivían y trabajaban los hache-
novela Tierra extrafía Roberto Vagni describía con crudeza: ros. Se trataba de un campamento de trabajo, de mediano tama:fio, que el
informante no alcanza a diferenciar con exactitud de la "ramada", la cual,
El servicio hospitalario, el servicio médico, el servicio escolar, el al parecer, se encontraba más adentro en el bosque, llegando por nuevas
servicio farmacéutico, los servicios públicos, la vivienda, la religión, picadas, y que consistía en el nada lujoso tendido de unos pocos palos y
el agua, todo cuanto una masa humana necesita, en el campo o en algunas hojas, sin necesidad de cobertura de paja y barro:
el pueblo, en el alma o en el cuerpo, fue totalmente ignorado por los
gobiernos y tuvo que reemplazarlos ese grupo de extranjeros que ma- Algunos tienen una carpa que les cuesta cinco o seis pesos; eso
nejaba una empresa extranjera en territo1io argentino. (217) es el lajo. Los más clavan cuatro estacas en el suelo, y a un metro
de altura hacen una cama de palos clavados sobre tres largueros y
Así las cosas, ¿cuáles eran las características fisicas de estos poblados? algunos sobre dos; ponen encima bolsas llenas de pasto seco: ese es
Cuando Bialet Massé visitó los obrajes en 1904, además de describir los el colchón; en la cabecera ponen astillas de quebracho por almohada.
trabajos, también se refirió a los aspectos más amplios de la vida en aque- De la sábana no hay idea; sobre cuatro palos montan el mosquitero,
lla región. En primer lugar, figuró de forma general las características del que es de zaraza rala; y allí duermen sin más techo. Cuando llueve,
obraje: en vez de dormir sobre la cama, duermen debajo: ese es su abrigo.
Si se les pregunta por qué no hacen una ramada cubierta de paja
Ver un obraje es verlos todos; ninguno presenta variación sensi- y barro, contestan invariablemente: ¿y para qué? Así estamos bien.
ble desde Calchaquf a la Sábana; la misma rancherfa de palo a pique Tenemos que cambiar a cada instante de lugar; seria mucho trabajo
con barro, desordenada, desigual, con grandes claros, reunida aquí perdido. (123)
en grupo, dispersa más allá [... ] Algunas administraciones tienen
fachada de una casa regular de dos aguas, pero fuera del almacén y En contraste con este paisaje rural, encontramos los pueblos de fábrica.
el escritorio, y a veces una o dos piezas para el administrador en el Ninguno, hasta la llegada de La Forestal, se había desarrollado bastante.
fondo; lo demás está sin orden ni concie1to. (120) En el caso de los poblados que más nos interesan, Villa Guillermina, Villa
Ana, Santa Felicia, La Gallareta y Tartagal, recién se creaban o directa-
El obraje -como ya indicamo~ tenia su centro en la playa para rollizos, mente no existían. Por ello mismo no fueron descriptos por Bialet Massé.
desde el cual se disparaban varias picadas que se internaban en el monte. La :fisonomía en todos los casos ern bastante similar. Alrededor del esta-
Alrededor de esta playa central, podían existir un rancho más o menos blecimiento fabril se encontraban los edificios administrativos, el almacén
de ramos generales, la panadería y la carnicería. Eran edificios grandes,
que podían tener más de 50 metros de frente. Cerca del establecimiento
1. Los pueblos de La Forestal carecían de comisión de fomento y límites juriscliccionales. Con industrial, se construían las casas del gerente y del ingeniero, sin duda al-
posterioridad a su creación, el gobierno llevó instituciones -como juzgados de paz y policía- guna, las personas con mayor poder en el pueblo. También se encontraban
pero las subordinó a comisiones de fomento de otros pueblos, a los cuales tributaban algunos las casas de otros empleados jerár quicos y la "casa de visitas", un lujoso
impuestos sin recibir beneficio alguno. Villa Guillermina tributaba a Las Toscas, Villa Ana chalet donde se hospedaban los viajeros con dinero o cierta distinción so-
a Villa Ocampo, Tartagal a G!ll"abato y La Gallareta a Margarita. Pero todos dependían de
La Forestal. cial. Más allá, se ubicaba la plaza central, alrededor de la cual se construía
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la comisaria y el juzgado de paz, un hospedaje y la escuela. Contaban es- viaje se completó con las visitas a La Gallareta, Las Chuñas, Los Claros
tos pueblos también con clubes sociales, diferenciados para obreros y para Colmena, Arroyo del Rey, Tartagal, Villa Ana y Villa Guillermina. '
empleados. Y :finalmente, distribuidas a lo lejos, se ubicaban las viviendas Con referencia a las características fisicas de los poblados, de todo lo
obreras, en este período, ranchos construidos con materiales muy preca- que vio, lo que más preocupó a Lotito fue el problema de la vivienda. Sólo
rios. Estaban también las llamadas "solterías", diferenciadas para emplea- nos detendremos en algunas de sus muy extensas descripciones. Al pro-
dos y obreros de fábrica. Todavía hoy, una fugaz visita a algunos de estos mediar su viaje, el delegado visitó los obr ajes de Las Chu.ñas y Los Claros,
pueblos permite percibir esta distribución espacial. pertenecientes a la compañía Las Selvas del Chaco, vinculada a La Fores-
Pero si Bialet Massé no se refirió a ellos en su oportunidad, quien sí lo tal. Lo primero que observó fueron los ranchos de barro y paja, "semejantes
hizo de forma minuciosa fue, quince años más tarde, Luis Lotito. Sus punti- a los descriptos por nuestra literatura campestre". Al delegado sindicalista
llosas descripciones nos permiten, más que ninguna otra fuente, descubrir le alarmaba el carácter provisorio de las viviendas, que no tenían los arre-
el "mundo de La Forestal". Su valor aumenta considerablemente, hasta vol- glos que consideraba necesarios. Así, observaba que lo que se aseguraba
verse imprescindible, al dejarnos un exhaustivo retrato de aquellos poblados que era provisorio se hacia definitivo, "viviendo los obreros siempre en la
forestales, tanto de obrajes como de pueblos, en el mismo momento en que se estrechez, sin comodidades", escribía (Loo, 10 de abril de 1920).
desarrollaba el movimiento huelguístico al que buscamos acercarnos. Hay que destacar que la escasez de la vivienda y, por ende, el haci-
A fines de 1919, la FORA IX anunció nuevas giras de sus delegados a lo namiento, era un rasgo muy común en aquella zona, incluso en pueblos
largo y ancho del país, en procma de fomentar la sindicalización de los como el de Villa Ana, donde por presión de las huelgas obreras se estaban
trabajadores y su adhesión a la federación novenaria. Luis Lotito, cuyo mejorando las construcciones. Pero en su mayoría, éstas eran de pésima
pasado sindical lo destacaba como dirigente de las extinguidas UGT, ya calidad, como lo observaba en el pueblo de La Gallareta:
mencionada, y la Confederación Obrera Regional Argentina (CORA),2 fue
encomendado al norte arge.n tino, en un viaje que le llevó más de siete me- Las habitaciones construidas para albergar a los obreros de la
ses. Su gira comenzó en enero de 1920 y ya en marzo estaba pisando, por fábrica de tanino son bastante malas y su aspecto desagradable.[ ...)
primera vez, las tierras de La Forestal. Sus ''Impresiones e informes del Su construcción es ele empalizadas de troncos revestidas de barro y
delegado", publicadas semanalmente en La Organización Obrera y luego paja. Techo de zinc o paja, muy bajo, siendo causa de toda clase de
molestias. En verano, las chapas de zinc se calientan, convirtiendo la
compiladas en un folleto de ochenta páginas con el título Los trabajadores
habitación en un horno( ... ) Los muros, llenos de grietas, no abrigan
del Chaco, Formosa y Misiones, nos prestan análisis, anécdotas y detalla- contra el frío, ni el viento. Son covachas in.sanas, sin piso ni abertu-
das descripciones de los paisajes sociales y de la organización sindical en ras para la luz. (Ibíd.)
aquella región.
El 25 de marzo de 1920 Lotito llegó a Vera, la capital departamental, Al llegar a Tartagal, con una población de mil quinientos habitantes, la
que era entonces tma importante parada del Ferrocarril Provincial de San- situación empeoraba notablemente:
ta Fe. Como veremos, la comprometida militancia de los obreros del ferro-
carril de aquella ciudad ayudó en gran manera a la organización sindical El aspecto de las habitaciones en Tartagal es peor que en los otros
de los trabajadores de las fábricas del tanino y los obrajes. Pero Vera, que sitios visitados. Menos casas de material y ranchos en mal estado
reproducía las descripciones del far west norteamericano, según escribie- [. ..] El piso -¿hay que repetirlo?- está al estado natural y al nivel del
ra Bialet Massé, no era uno de los pueblos forestales. Era un importante piso exterior, convirtiéndose en pantano cuando llueve, por el agua
centro comercial que hacía de puente entre · el sur provincial y el chaco que peneti·a libremente por las abertl.U'as o por ]as puertas. (Loo, 17
santafesino. Luego de visitar esta ciudad, Lotito viajó a Santa Felicia, don- de abril de 1920)
de -según dijcr- dio su prilíler paso en el "gran ducado" de La Forestal. Su
Las casas tenían pocas ventanas; las existentes no teman vidrios y es-
taban tapiadas, por lo que no ingresaba la luz natural. Tampoco tenían
los hogares los elementos necesarios para el mantenimiento, comodidad
2. La CORA conformó un brevísimo experimento del sindicalismo revolucionario escindido de
la uor, d.e origen socialista. y cocina:
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Los "hogares" obreros carecen de útiles y muebles. Algunas fa. Llamativamente, el informante observaba que a las víboras, los leones
milias tienen mesas hechas de tablas, que parecen de elástico por el o las colmenas "no se les hace caso". Sin embargo, numerosos expedientes
movimiento que hacen cuando se deposita algo sobre ellas. Los niiíos laborales se llenaron en los tribunales de Santa Fe, en los que se denun·
escolares no pueden apoyarse sobre ellas para hacer sus deberes, por ciaba -tal el caso de los trabajadores de Golondrina- el martirio de las
esa misma causa. (Ibfd.) picaduras de vi'boras, que finalment e fue reconocido como accidente del
trabajo (Gori, 54).
Era tal la situación que "deprimía moralmente a sus moradores y afec- No eran los únicos padecimientos que sufrían los pobladores de aquella
taba su salud". De Villa Guillermina decía: región. Nuestro cronista hablaba también de la denominada "enfermedad
del quebracho", una serie de infecciones propias del trabajador que se en-
Este centro poblado tan importante, no es sino una ranchería
uniforme, ajena a todo buen gusto y confort propios de la habitación frentaba por primera vez a las esquirlas del árbol en tala:
humana. Son verdaderas cuevas, muchas de ellas derribadas, con
grandes aberturas en sus flancos y agujeros en sus techos. (Loo, 8 de Atribuyen la enfermedad al contacto de la albura. Los síntomas
mayo de 1920) principales que he podido recoger son: decrumiento del cuerpo, pesa·
dez en la cintura y dolor de cabeza, frontal. Viene luego una ligera
fiebre que no dura más de tres a cinco días. El fenómeno más resal·
Como vemos, casi dos décadas más tarde, Lotito confirmaba la preca- tante es edema de las piernas, los pies y a veces de los antebrazos,
riedad de las características de los poblados descripta por Bialet Massé lo que imposibilita al atacado de moverse, a veces durante un mes y
a comienzos de siglo y que también Salvadores calificaría por entonces más. Luego el individuo se restablece. (128)
como "de una mise1'ia realmente horrible" (293). Una de las consecuencias
obvias de ello no podía ser sino la presencia de numerosas enfermedades, El problema es que si la :fiebre y el edema alcanzaban a desaparecer, no
producto del propio trabajo forestal, pero también de las mismas condicio- ocurría lo mismo con otros síntomas, que podían transformarse en secue-
nes de la vida que se llevaba. las perdurables, principalmente -decía Bialet Massé- en los extranjeros.
Contaba que algunos habían quedado "destrozados" y no habían podido
volver al trabajo. Los que se curaban -según creencia local- no lo hacían
Las "enfermedades del quebracho" por la visita de algún médico, sino por el baño en aguas color rojizo, que no
eran más que los charcos teñidos con las astillas del queb1·acho.
Como decíamos, bajo aquellas condiciones, cuesta muy poco imaginar Hasta aqui, todo lo "especial" que alcanzó a observar nuestro informan-
que no tardru:an en aparecer las enfermedades, particularmente en las te sobre aquellos pagos. Del resto se encargaban las enfermedades ya co-
estaciones en las que irrumpían los ejércitos de la fauna. En efecto, la vida nocidas. Del paludismo -contaba-, un poco; de la viruela, que cuando se
en el monte podía soportarse malamente en invierno, estación fría que, se- presentaba hacía estragos, y del tifus, que prendía con facilidad, por la
gún Bialet Massé, se llegaba a confundir con "el paraíso". Pero la situación suciedad y putrefacción de las basuras y por los pozos que se usaban como
variaba notablemente al acercarse los azotes veraniegos: letrinas, "algo realmente inmundo", opinaba.
. Si esto decía el primero de nuestros informantes, más revelador es el
[E]l campo contienza a cubrirse de aguas, a enfangar los caminos, recuerdo de un habitante de la zona y protagonista del movimiento sin-
y aparece el mosquito, que con el polvorín (especie de mosquilla bra- dical en los años 30. José Bernabé Vargas, quien trabajó como peón de
va, mordedora, irritante e in.soportable), constituyen el martirio del
obrero, martirio que se va agrandando hasta el mes de diciembre, campo, guinchero y aserrador para La Forestal, recuerda el "azote de la
en que se hace tan irresistible que muchos se van a las cosechas o epidemia de viruela negra" en Villa Guillermina, en 1910-1911:
se vuelven a sus pagos, huyendo de la sabandija, como ellos llaman
a estas plagas; no hablo del pique, y de las víboras, leones y alguno Cada rancho tenía un pozo de agua surgente y bastante cerca del
que otro tigre y las colmenas, porque a esto no se les hace caso. (120) mismo un retrete común. Era una población grande pero carente de
prevenciones o medidas sanitarias. Asi empezó el ataque de la epide·
mía. Antes de la viruela negra babia atacado el sarampión a los niños.
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Instalaciones lrigiénicas faltan en absoluto. En gran parte del pue· En los comienzos de La Forestal, contaban los pueblos con alguna sala
blo no hay w.c. Esto representa una incomodidad muy grande y es de sanidad, pero sólo Villa Guillermina, el pueblo más grande y sede cen·
causa de suciedades y espectáculos repugnantes. El agua no es abun· tral de la empresa en la región, contaba con un hospital. Los salarios de los
dante[ ...] Sin embargo, no es un imposible establecer cañelias porque trabajadores llegaban con descuentos por atención médica y provisión de
así como se han puesto canillas en algunas esquinas, con un gasto medicinas. Cuando Lotito visitó Villa Guillermina, anotó, con cierta ironía:
poco mayor se babrla puesto en cada casa. (LOO, 17 de abril de 1920)
Hay aqlú -¡oh filantropia!- un hospital. Lo he visto. Sin ser ltrjo·
En Villa Guillermina, el panorama no era muy diferente, con escasos so, su construcción responde a tal fin, no acune así con la provisión
baños ubicados en el centro de la manzana: de medicamentos. No se recetan específicos ni existen en la farma-
cia anexa los necesarios. El servicio del hospital no es gratuito. La
Frutan los w.c. necesarios y algunos que hay, mejor no recordarlos, compañía descuenta el 2% de los jornales pa1·a socorro en caso de
porque en vez de ser un serv:icio de higiene son un foco de infección[... ) enfermedad. Pero el soco1·ro es deficiente. La caja, como es lógico su·
aparte de ser un sitio de pestilencia, en donde prosperan una variedad poner, no la administran los obreros que pagan, sino la compañia que
de insectos y gusanos a cual más inmundos. He visto algunos·de estos cobra, sin tener aquellos ningún contralor ni representación. (LOO, 8
semilleros de microbios construidos con chapas de cinc, las cuales en de mayo de 1920)
sus partes inferiores están podridas y dejan grandes aberturas que no
resguardan ni siqmera de la mirada. (Loo, 8 de mayo de 1920) Pero a la falta de estructura hospitalaria se sumaba el problema de la
discriminación en la atención médica. Hacia 1919, los obreros del tanino
A la existencia de estos "focos de infección" se sumaba la carencia de
agua, la cual, en la mayoría de los lugares, debía buscarse en baldes a de Villa Ana se quejaban ante la superioridad mediante nota escrita por
cientos de metros de distancia. En Los Claros, por ejemplo: todo el personal, porque el doctor Mautone, médico del pueblo, no los aten-
día debidamente, y exigían su destitución (sF, 13 de septiembre de 1919).
El suelo no da más que agua salada. El agua potable hay que traer- Todavía tres años más tarde, luego de sucedidas las huelgas que ana·
la en tanques y no es abundante, por eso mismo. [...) El agua de lluvia }izaremos, la situación no era muy diferente. A causa de un profundo ma·
también se aprovecha, para las necesidades del consumo, aunque des- lestar, una pobre señora de Margarita fue trasladada por su familia hasta
pués de conservada muchos días, pierde su bondad y puede ser dañina el consultorio médico que la compañía inglesa tenía en La GalJareta, el
para la salud. Su descomposición por efecto de la alta temperatura, la pueblo más cercano. Para ello, se solicitó a la gerencia autorización para
desnaturali2a y puebla de microbios. (LOO, 10 de abril de 1920) utilizar el tren de la empresa, pagando el correspondiente pasaje. Sin em·
bargo, la respuesta fue negativa. Los parientes de la mujer enferma deci-
Claro, todo ello se completaba con la inexistencia de acciones de pre- dieron recorrer a pie el largo trecho, pues no era posible hacerlo de otra
vención y, aun más, con la falta de un sistema hospitalario acorde a las manera. Cuando llegaron a La Gallareta, el estado de salud de la mujer se
enfermedades que aquejaban a aquellos habitantes. Esta precariedad era
denunciada ya en 1915 por el vecino de La Gallareta Juan Ge:rvasoni:3
blo. No parece ser el mismo que escribiera Los grandes latifundios en la provincia de Scmta
3. La denuncia fue hecha por carta nnt.e el diario Santa Fe, impulsada por una iniciativa de Fe, editado en 1928, llamado José A. Gervaaoni, pero sí quien hacia 1930 figurara como jefe
las aut-0ridades del matutino provincial. Juan Gervasoni se presenta como un vecino del pue· de policía de La Gallareta (EL, 19 de julio de 1930).
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había agravado a causa de la tediosa caminata. Al día siguiente, falleció carne, que se vende en Vera a dieciocho centavos, se les da de veinte
a veinticinco; no es esto nada; se les roba en el peso, en proporciones
(sF, 24 de abril de 1922).
escandalosas; en vez de diez kilos se les da siete[ ... ] y como si esto no
fuera bastante se llevan a las carnicerías carne de animales muertos
de enfermedad, cansados y lastimados. (125)
La estafa de los almacenes y vales
Igual que con la carne, sucedía con la galleta, el maíz, la yerba y la bebi-
Además del martirio de la vivienda y la salud, los trabajadores debían da. Pero donde la explotación era ''más atroz" era en la ropa. De esta forma,
sufrir una pésima alimentación, producto del perverso sistema de provee- los escasos pesos que el trabajador ganaba por sus tareas se los robaban en
durías y vales implementado. el negocio de las provisiones. En Tierra extraña se describía lo que se llama-
Uno de los principales eslabones de este sistema lo constituían los al- ba el "punto neurálgico de la explotación del hombre por el hombre":
macenes, a los que acudían cada semana los trabajadores para conseguir
el alimento. Como los dueños del obraje o fábrica eran los únicos que ven- La trágica trilogía de la "administración" que reemplaza al alma-
dían provisiones en aquellas zonas, se permitían cometer ciertas arbitra- cén, la casa de bailes públicos y la comisaría administrando las can-
riedades, utilizando para ello los bien conocidos descuentos por adelanto, chas de taba, era lo que absorbía cuanto ganaba el hachero del monte.
la suba de precios, la sujeción por deudas y la moneda propia. La "administración" adquiría, por ejemplo, el fideo a veinte centavos y
En este último caso, la empresa taninera, el dueño de un obraje o el lo vendía a setenta. El kilo de yerba a setenta centavos y lo vendía a un
contratista en el monte extendían vales particulares, que llevaban el sello peso y ochenta. Y en esa proporción toda la mercadería. (Vagni, 262)
de la compañía, que sólo servían para ser utilizados en sus almacenes y a
precios inflados. De lo contrario, se negociaban con descuento para conver- Por supuesto, este sistema de estafas no estaba exento de competencia,
tirlos en peso moneda nacional. Una ficha o vale podía, por ejemplo, llevar prohibida pero legítima. Los llamados "turcos" y "judíos" amenazaban al
la inscripción "Un kilo de carne". Su extendido uso mereció críticas que monopolio y, por ello, podían ser perseguidos de forma implacable, cuando
llegaron a los recintos legislativos provinciales y nacionales, pero recién en no se integraban al esquema propuesto. Todo esto hacía que los trabajado-
1925 se logró la sanción de una ley nacional prohibitiva de este medio de res comprendieran el abuso del que eran objeto.
pago, haciendo obligatorio el uso de moneda nacional de curso legal. Como sostenía Bialet Massé, en los obrajes en que así se trataba a los
Este perverso sistema se había instalado tempranamente y fue bien obreros, éstos vivían descontentos y enojados. De esta forma, mantenían
descripto por Bialet Massé respecto de la situación creada por algunas una actitud "agresiva" y "mala" y, en cuanto podían, se burlaban del pa-
compañías: trón, "a quien odian cordialmente" (125).
La estafa del sistema de proveedurías y vales se completaba con el me-
[L]as hay que llevan la explotación a extremos increíbles, tienen canismo de la sujeción por deuda, garantizado por la más estricta violencia
lo que se llama aviador, que los sábados adelanta plata a los obre- policial. Escribía Bialet Massé:
ros, pero la plata consiste en unas ruedas de lata que se suponen
que valen un peso; el que gana va a la proveeduría a convertirlas; El jefe político de Vera me ha referido que en algunos obrajes,
pero le dicen que las latas no son dinero y que no se convierten sino para explotar a los obreros, les fían largo y luego pretenden que la
en mercaderías, y ahí de los precios: 200 a 400% es lo menos que se policía evite que se vayan, llegando hasta pedir que se los tengan de
carga. (125) noche en la barra y los suelten de mañana para trabajar. (126)
Ello no era todo. Además del descuento y la obligación de comprar con Estos esquemas, como vemos, existían antes de que aparecieran los capi-
ese "dinero" mercaderías a precios inflados, los trabajadores debían sufrir tales británicos de La Forestal. Pero cuando avanzó la explotación del bosque
el robo directo en la entrega de los alimentos: y en la región asomó este gran pulpo, la situación empeoró notablemente para
los trabajadores del chaco santafesino, especialmente para los obrajeros del
La proveeduría es rabiosamente explotadora, y en muchas partes monte, pues éstos sufrían un doble robo, al ser la empresa-en muchas ocasio-
estafa. Los precios de las proveedurías menos explotadoras son: la
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nes- la que proveía los alimentos y las herramientas de trabajo a los mismos Tal situación, como dice, no podía suceder sin empujones, apretones y,
dueños de obraje o contratistas antes de que llegaran al obrajero. Vale desta- por supuesto, sin conflictos. Por ello, la empresa destinaba guardias pri-
car-como ha gustado insistir Gori- que los abusos cometidos en los obrajes en vados para el cuidado. En Tartagal, la policía custodiaba el despacho de
los pagos de jornales y venta de mercaderías y herramientas intentaron más alimentos para evitar tumultos y los agentes se paseaban con látigo en
tarde ser "regulados" por la compañía, pero la solución consistió en disolver la mano para imponer paciencia al que no la tuviese.
intermediación, reforzando el monopolio: La Forestal estableció sus propios En otros lugares, como Arroyo del Rey, además de los altos precios,
almacenes ambulantes en vagones ferroviarios (Gori, 71). aparecía el muy mal estado de los alimentos y el robo con los pesos, situa-
Todo lo descripto hasta aquí, en procura del abaratamiento de la mano ción que años más tarde sería descripta como la vieja práctica de elegir los
de obra y, por supuesto, del abultamiento de las ganancias empresarias, peores animales para el mercado interno:
si no pasaba desapercibido para el informante oficial en 1904 tampoco lo
ignoraron los funcionarios del Departamento Nacional del Trabajo ni los Aquí no hay panadería ni carnicería. El pan y la carne hay que
diputados provinciales una década más tarde. Hacia 1915, el inspector del solicitarlos a Tartagal. Esta última, cuando llega, está descompues-
departamento laboral José Elías Niklinson corroboraba la falta de moneda ta, pues la remiten después de un día de haber sido sacrificado el
nacional circulante en los obrajes y, en consecuencia, el pago del trabajo por animal. Y como no hay otra cosa, se le acepta así, aunque sea nociva
para la salud. El peso que se manda está lejos de ser el justo. En ca-
medio de vales, bonos, letras de cambio y fichas, "a fin de que las proveedu- lidad y en cantidad se explota enormemente. (Ibíd.)
rías o almacenes de las empresas insuman todo el fruto del esfuerzo obre-
ro", y denunciaba que este sistema de pago traía como consecuencia una El problema, como vemos, no era sólo la desidia de la compañía en la
serie de graves dificultades para los trabajadores, que constituía "el abuso atención alimentaria, sino el monopolio. Sólo en Villa Guillermina, encon-
mayor de las empresas, bajo cualquier punto de vista que se lo considere". tramos algunos ''boliches" particulares, establecidos en ranchos estrechos y
Su jefe, Alejandro Unsain, concluía sobre lo expuesto que lo más grave de bajos, donde las mercaderías estaban bastante descuidadas. Pero éstos eran
esta irregularidad consistía en que en un territorio nacional existiera una escasos para responder a las necesidades del consumo. Además, estos co-
empresa particular ejercitando atributos correspondientes exclusivamente mercios menores, como alguna verdulería, carnicería o boliche, mal podían
al Congreso Nacional (Boletín Nacional del Trabajo, Nº 33, p. XIII, en Gori, llamarse "independientes'', pues las mercaderías al mayoreo nunca dejaba
112). En el mismo año, el empleo de la moneda propia dio lugar a tensas de proveerlas La Forestal, que además les cobraba impuestos propios.
denuncias públicas e investigaciones de los diputados provinciales, que Al observar este sistema de vales y almacenes completamente desple-
conformaron una comisión especial de seguimiento del tema. gado en tiempo y espacio, Gori (112) se animaba a concluir que la compa-
Hacia 1920, Lotito también se refirió al sistema de proveedurías: la ñía británica, en vez de destinar una gruesa suma de dinero al pago de jor-
falta de higiene, la mala calidad de las mercaderías, la pésima atención nales, podía invertirla, con más beneficio, en la adquisición de mercaderías
y el problema de los pagos, junto al abuso policial, constituían todavía el para sus almacenes pues, al proveer éstas a los trabajadores a cambio de
escenario alimentario. En Tartagal, por ejemplo, Lotito observaba: "su moneda", resultaba que el pago de jornales se terminaba efectuando
El servicio de abastecimiento es otra de las penurias de este pue-
"en especie": el jornalero no podía cambiar las fichas obtenidas -ni aun
blo. Para atender a tantas familias -más de cuatrocientas- había el dinero- fuera del territorio de La Forestal. Sencillamente, la fuerza de
hasta hace poco un solo dependiente en el almacén. La gente llenaba trabajo se intercambiaba por alimentos.
el despacho desde que se abría hasta la hora de cerrarse, en grupos
de centenares [. .. ] La espera era frecuentemente de horas y horas.
(LOO, 17 de abril de 1920) Del transporte, la educación y otros abusos
Y sucedía que, tras tanta espera, la carne se acababa y un tercio de las A las situaciones descriptas, se sumaba una serie de inconvenientes
personas volvían a trabajar "después de masticar un poco de pan y mucha para los pobladores que se resumían -según palabras de Lotito- en el he-
rabia" (ibíd.). cho de que La Forestal constituía de facto una república independiente.
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Una de las evidencias al respecto se encontraba en el control privado Cinco años más tarde, Lotito confirmaba dicho problema:
de una extensa red ferroviaria, que complementaba y se superponía con la
red pública del Ferrocarril Santa Fe. Como comentamos, esta red comenzó Un obrero -anotaba en La Gallareta- no puede llegar a Marga-
a extenderse en los últimos quince años del siglo XIX y La Forestal se hizo rita -única vía de comunicación- si no es por el tren de la compañía.
de ella en la primera década del siglo siguiente. Unos 400 kilómetros de Para obtener el pase, debe explicar para qué lo solicita. Si dice que es
red privada conectaban los diferentes parajes y poblados, los obrajes y las para hacer compras, no se lo dan. Obrero ha habido que se ha negado
a dar explicaciones sobre el motivo de su viaje, bastando eso para que
estaciones de la red pública. Pero a pesar de contar en ocasiones con permi-
se le negara el pase. (wo, 10 de abril de 1920)
sos extendidos por los gobiernos nacional y provincial o por la Legislatura
santafesina, las irregularidades se hicieron manifiestas inmediatamente.
Esta situación, que empeoraba en los poblados donde no existían las es-
Éstas, que llegaron en buen número a la Cámara Civil de Santa Fe, con-
cuelas pues los chicos no podían llegar a los distantes establecimientos edu-
sistían básicamente en que La Forestal utilizaba asiduamente las redes
cativos, le hacía decir a Lotito, con cierta ironía, que dentro de la "república
públicas empalmando los ramales privados, sin ningún tipo de permiso y
independiente" de La Forestal debía solicitarse pasaporte para llegar a la
sin pagar derechos, con trenes y con personal no autorizado por la Direc-
Argentina, y de ésta no se podía regresar con mercaderías porque en el tren
ción General de Ferrocarriles. Así lo denunciaba un viejo empleado de la
no se las admitía. Así, concluía: ''Las aduanas, suprimidas por la Constitu-
empresa, nada menos quien llegara a ser luego de doce años de servicio
ción, existen aquí, ¡y cómo!". Por ello, el delegado sindical advertía que los
jefe de tráfico de La Forestal. Herminio Goycochea presentaba la siguiente
trabajadores del chaco santafesino vivían sitiados y acosados por el agobian-
queja ante las autoridades nacionales competentes:
te entorno natural y social, aislados, "sin contacto alguno con los medios de
Que vengo a denunciar un hecho que a mi juicio implica una falta
adelanto", sin escuela ni negocios, "solos y perdidos en esta inmensidad de la
grave[ ... ] que esa dirección general como contralor de los ferrocarri- selva, acosados por una serie de plagas de todo género" (ibíd.).
les nacionales está en el deber de prohibir[ ... ] Resulta que en esta Al problema del transporte, le seguía el de la educación. A pesar de
zona La Forestal posee varios ramales férreos, en las estaciones Mar- que los cargos educativos eran asignados por la provincia, la compañía
garita, Ogilvie y Villa Ana del Ferrocarril Santa Fe; ramales férreos mantenía -al parecer- un gran nivel de discreción sobre lo que se ense-
que arrancan de la vía del ferrocarril provincial con cuyas vías em- ñaba. Entre otras cosas, se debía ello a que los mismos centros educativos
palman e internan en sus obrajes[ ... ] Así también entiendo que sus eran construidos por la misma empresa en sus propios terrenos. Tal ca-
máquinas, coches y vagones de carga no pueden entrar en las vías de pacidad de discreción era advertida por el maestro Bernardo von Oertel,
las estaciones del Ferrocarril Santa Fe para hacer maniobras, etc. hacia 1923, al pasar revista de varios "problemas escolares". A través de
(sF, 12 de junio de 1915)
un diario local, además de quejarse por la baja cantidad de alumnos que
terminaba el ciclo primario, comentaba:
No obstante la extensión de la red privada y el uso indebido de la red pú-
bica, La Forestal no pagaba patente en carácter de empresa de transporte Las escuelas nacionales se encuentran tácitamente bajo el patro-
comercial, lo que le permitía contar con algunos beneficios peculiares. Como nato de la gran compañía, sin cuyo requisito, la obra está expuesta
sostuvo en su denuncia ante la Legislatura provincial Belisario Salvadores a resentirse, cuando no a esterilizarse. El hecho de que La Forestal
(285), se eximía a la compañía de la obligación de aceptar cargas que no fue- dote a los colegios de edificio gratuito, que subvencione a los direc-
ran las suyas o pasajeros que no tuvieran un fin productivo, de forma que tores o las escuelas, que las poblaciones se encuentren aisladas a
lograba una considerable disminución en el impuesto, facultad para aca- merced de ella y que el alumnado sea hijo del personal de la misma;
rrear o no las personas, maderas y mercaderías destinadas o procedentes todo contribuye poderosamente a que el funcionamiento de estos es-
de establecimientos extraños a la empresa y la más absoluta libertad para tablecimientos deba rimar en un todo con la alternativas de la políti-
ca, no del directorio, sino de la gerencia local, lo que, fácil es sugerir,
la fijación de tarifas exorbitantes, con lo que, además de obtener enormes
puede provocar descarrilamientos si la cabeza del administrador no
beneficios por concepto de :fletes y pasajes, conseguía otros de muchísima es serena y gusta de las triquiñuelas vecinales. (Tribuna, marzo de
mayor trascendencia, al poder por ese medio fijar el precio de costo de las 1925, citado por Ramírez y Quarin, 2005)
maderas elaboradas por la competencia.
64 El "mundo de La Forestal" Los poblados forestales 65
Un caso también ejemplar relata Gori (101), al recordar la denuncia de un Existían, además, en algunos poblados, los clubes sociales (diferencia-
maestro de mecánica de Villa Guillermina, designado por el ministro provin- dos para empleados y obreros) y las actividades recreativas (como el scou-
cial, quien al poco tiempo de residir y trabajar allí comenzó a objetar ciertas tismo y el fútbol), pero no se permitía -hasta finales de la década de 1910-
actitudes de la compañía. Desde entonces, sus clases fueron interrumpidas ni el sindicato ni el local político. Como veremos más adelante, recién hacia
por "matones" que lo provocaban, hasta que debió regresar a Santa Fe. 1911 los trabajadores de Villa Guillermina lograron constituir la primera
No eran las únicas falencias. Los poblados también carecían de casillas de sociedad de socorros mutuos, que sólo en 1919 se transformó en un sindi-
correo. Por ejemplo, para Santa Felicia, Lotito advertía que la función de la cato, al que la empresa combatió con empeño.
estafeta postal estaba a cargo de la empresa, lo que generaba muchos rece-
los hacia la administración, pues la correspondencia se "extraviaba" con fre-
cuencia. Hacia 1915, el mismo Gervasoni, previamente citado, denunciaba: "Seguridad" y "justicia"
No existe señor, respeto alguno por la ley nacional postal y tele- Tan grave como lo que venimos mencionando era el hecho de que los
gráfica. Esta compañía, sin intervención ni control particular o nacio- servicios de la seguridad y la justicia pública se confundieran con los de la
nal, recibe en sus escritorios la correspondencia de y para sus obreros fuerza y el capricho privados. "La justicia de paz no existe en estos domi-
y en la misma forma la entrega y extrae de la oficina nacional del nios", denunciaba Gervasoni en 1915, y agregaba:
pueblo de Margarita. La seriedad y secreto que imprime a todos sus
actos el correo nacional no tiene efectos legales. Igualmente se viola Aquí no se consultan leyes. Miles de casos lo comprueban y el
con todo descaro el secreto telegráfico. (sF, 10 de junio de 1915) machete policial lo testifica. Hace poco, con el hacha en la mano, fue
derribada la puerta de la humilde vivienda del vecino don Pedro Al-
Lo mismo denunciaba por carta J. Manuel Corvalán, quien se desem- dasoro. Sus mueblecitos y sus ropas de vestir fueron lanzados a la
peñó durante nueve años como dependiente de almacén, balancero, cajero calle pública: este siervo habíase resistido a abandonar los dominios
y capataz general de la compañía en La Gallareta. Los telegramas y car- de La Forestal. (SF, 30 de junio de 1921)
tas, aseguraba, estaban obligados a recibirlos y mandarlos sin ninguna
seguridad ni secreto y recibían la censura antes de aceptarlos (sF, 1 de En el mismo sentido, el diputado Belisario Salvadores denunciaba que
junio de 1915). en Villa Guillermina el presupuesto en vigencia asignaba a un comisario
Por cierto, la carta de denuncia que escribiera este último había sido general 150 pesos mensuales, siendo la empresa, "por regla general", árbi-
entregada en mano al corresponsal del diario Santa Fe. Estas privaciones tro de los nombramientos, al fijarles una partida de 450 pesos extra (AGPSF-
hacían -al decir de Lotito- que el pueblo se viera ajeno a "la fisonomía LP-ns, 1921, t. m, p. 242).
completa de una entidad civil" (LOO, 3 de abril de 1920). Lo mismo ocurría Otro testimonio, el del ya citado Goycochea, resultaba más directo. Indi-
con los registros de nacimientos, defunciones y matrimonios. El mismo caba éste que durante su actuación como jefe de tráfico, la compañía le había
ciudadano que se quejaba por el correo y telégrafo escribía: ordenado entregar en mano propia al jefe de estación de Margarita, a los
cambistas, al jefe de correos, al juez de paz, a los comisarios de policía y, en
El control sobre nacimientos, defunciones o matrimonios créelo una palabra, "a todas las autoridades públicas", las gruesas sumas que como
innecesario esta compañía. Los pobres siervos obreros que fallecen sobresueldos o subvenciones les tenía asignadas (sF, 12 de junio de 1915).
en este feudo denominado La Gallareta no tienen lugar sagrado o Pero no sólo la empresa colaboraba con los sobresueldos de estos fun-
camposanto donde reciban sus despojos humana o cristiana sepul-
tura[. .. ] Otros cadáveres de obreros que tienen quien pueda pagar
cionarios sino que los permisos de explotación del juego, del baile, de la
el transporte en los trenes de esta compañía van embolsados hasta el bebida y de la prostitución también contribuían a su buen pasar:
cementerio del vecino pueblo de Margarita. Así tratan estos déspo-
tas extranjeros los cuerpos de los infelices obreros que trabajaron en En la casa de baile, en la cancha de taba, negocios en que esta-
su fábrica. (sF, 10 de mayo de 1915) ban interesados el comisario y la administración. He así como la
comisaría de Guillermina les producía a los comisarios de 1.500 a
2.000 pesos mensuales, y en escala inferior aunque usando los mis-
66 El "mundo de La Forestal" Los poblados forestales
67
mos medios todos los comisarios del norte. Nadie lo ignora en Santa Este esquema de corrupción se formalizaba al proh1'b'1r 1a compañía
-
Fe. (sF, 2 de marzo de 1921) .
1a misma . , que
comisaria llevara el escudo oficial como c t
· t · ' ons ara en 1as denun
cias ranscnptas de varios vecinos de la zona Nad' · . . b , -
En Tierra extraña, la situación era descripta de la siguiente manera: 1 · · . · ie ignora a ademas
que os comisarios, subcomisarios y jueces de paz a:fianzab t' · '
d ., b an es e sistema
Las casas de "bailes públicos", casi siempre propiedad de un turco, e ~o:rupc1on y pre endas con los fuertes y siempre eficiente , ul
familiares. s vmc os
es el "club" de esos parajes, donde no solamente está el mostrador de
las borracheras inverosímiles, sino también la pista de baile con mu-
jeres que ejercen abiertamente la prostitución a vista y paciencia de
todo el mundo. Y, pegadas a las pistas de baile (relación de negocio), La "intendencia"
las canchas de taba, dirigidas y controladas por los encargados poli-
ciales, a quienes representan sus famosos "aviadores". (Vagni, 223) . Pero si aun bajo estas co~diciones el pueblo tenía comisario, maestro y
Juez ~e :im~, no se puede decir que tuviera una verdadera autoridad políti-
El peligroso escenario de las casas de baile era frecuente en aquellas c~. Ni siquiera en un pueblo como Villa Guillermina que, hacia :fines de la
regiones. Como escribía Lotito, el juego era la "primera institución". En tor- decada de 1910, contaba con más de cinco mil habitantes había elecciones
no a la taba se congregaban grupos compactos de hombres y en torno a los comunales. En ~f~cto, el "intendente" era nombrado por ~l gerente y en lu-
vaivenes del pequeño objeto con que se jugaba iban saliendo de los bolsillos gar ~e una mumc1palidad funcionaba la "Sección Pueblos" de la comp - ,
de los pobres los pocos pesos que se cobraban por mes. También hacía notar Decia Salvadores: ama.
el problema del alcohol, cuyos efectos "se notan a simple vista en el organis-
mo". Este escenario era descripto para Villa Guillermina, con boliches donde [N]óte~e bien que el intendente y sus empleados subordinados
la música era despuntada por guitarras y acordeones. Centenares de per- que constituyen las autoridades comunales del pueblo, no tienen ab-
sonas asistían al baile y se dedicaban al "galanteo", que no pocas veces ter- s?lutamente nada que ver con nuestro régimen municipal. Se trata
minaba "en riñas sangrientas o palos y planazos" (wo, 8 de mayo de 1920). simplemente de funcionarios que nombra, paga y manda la empresa.
(AGPSF-LP-DS, 1921, t. III, p. 292)
Volviendo al problema de la seguridad, la más contundente de todas
las confesiones fue la de un miembro de la misma fuerza policial. El ex
comisario de Villa Guillermina, de apellido Del Castillo, respondía a las Es~a situación también quedó reflejada en Tierra extraña, cuando el pro-
denuncias aparecidas en el diario Santa Fe. Resulta interesante que, al tagomsta
· t Ireneo Sosa dialoga con el gerente de Villa Guillermma,
· ·
quien
intentar exculpar a los agentes públicos, involucraba sin embargo a las m ~?ta convencerlo de la excelencia de los beneficios brindados por su com-
mismas autoridades políticas departamentales y, de paso, confirmaba las pama a todos los habitantes de aquellos pueblos. Aunque este momento de
gracias que otorgaba La Forestal: la novela podría situarse en la década de 1930, el comentario del gerente
resulta elocuente. Con un whisky en la mano, confiesa al joven Sosa que
No creo que cualquiera de los comisarios de estos distritos en que sobre sus hombros descansa la tarea de ser la municipalidad del bl0
se bebe, se baila y se juega con exceso públicamente, sea el único para prestar todos los servicios públicos que se necesitan "pero sinpc:~ '
culpable o responsable de ese mismo estado de cosas, los creo tan un solo pes~ de impuesto", se congratulaba (Vagni, 240), a~que esta :ficcr::
culpables como a él, a sus superiores inmediatos, que si no los auto- res~tara leJana a la realidad pues, como advirtiera Salvadores La Forestal
rizan, los toleran, algunos con intereses de compartir las ganancias, aplic.aba en sus pueblos un régimen impositivo exigente que co~tenía desde
como el ex secretario de la Jefatura de General Obligado don Irene alquileres hasta contribuciones mensuales por limpie;a y mantenimi t
V. Maidana, que en sus tiempo me quería exigir una mensualidad de
pesos 200 -y como yo no coimeaba en ninguna forma y solo gozaba de
gener~l, otorgan~o incluso recibos correspondientes (Salvadores, 292 ). en °
la subvención que La Forestal da a los comisarios (como es público)
,, Y s1 la gerencia era una especie de "municipalidad", pero el "intenden-
no pude complacerlo dando esto lugar a que se me ordenara pasar a te era un empl.eado de la compañía, la :figura del gerente era aun más
Reconquista. (sF, 19 de marzo de 1921) :lestacada. El mismo Ireneo Sosa comenta:
68 El "mundo de La Forestal" Los poblados forestales 69
La Forestal es dueña y señora de todas esas regiones Ymi menta- expresión quizá más palpable lo constituía la presencia de administra-
lidad de chiquilín no le daba ubicación ni forma a esas dos palabras: dores e ingenieros de origen europeo, que transmitían las decisiones to-
La Forestal. Y no sé si sería por eso que me emocionaba cada vez que madas en el exterior. La segunda, vinculada a la primera, era la escasa
veía al gerente. Experimentaba la misma impresión que experimen- o nula demanda interna de bienes de producción, eludiendo así la posi-
taría ahora si viera pasar al presidente de la República. (65) bilidad de generar eslabonamientos productivos de valor. Finalmente,
se trataba de la ausencia del Estado, en tanto agente de soberanía y
Es cierto para elegir diputados provinciales, nacionales, gobernador o control, complementada con la existencia de una legislación en temas de
presidente, Íos pobladores de aquella región tenían permitido el voto. Pero explotación de bosques y promoción productiva altamente favorable para
aún cuando se tratara de elecciones posibles, la situación no era más que el capital, como lo denunciara Salvadores.
una "farsa electoral", como lo describiera Roberto Vagni para la década de Existieron en la región, más específicamente en sus contornos, pueblos
1930 o como también lo denunciara el citado vecino Gervasoni en 1915: que tuvieron un desarrollo independiente de La Forestal. Las ciudades
de Vera, Reconquista y Villa Ocampo eran puentes de acceso al bosque
En el año 1912, los hijos del país que rindiendo homenaje a lapa- santafesino. Las Toscas, Lanteri, Flor de Oro, entre otros, eran poblados
triótica proclama donde el doctor Roque Sáenz Peña invita al pueblo menores, vinculados a otras actividades productivas. El resto de la región,
argentino a cumplir con sus deberes cívicos diciéndoles, "Quieran vo-
en cambio, sí estuvo bajo dominio de la compañía británica. Donde esto
tar'', pagaron con su puesto y expulsión de estos dominios el delito de ·
haber emitido el voto libre sin consentimiento de sus amos y señores ocurría, por las características del desarrollo de la actividad, el poder que
que forman la compañía La Forestal. (sF, 10 de junio de 1915) ejercía la empresa en los ámbitos productivos se trasladaba directamente
a la vida social.
El también citado ex jefe de tráfico Goycochea denunciaba el mismo Considerando este escenario, junto a la precariedad de las condiciones
hecho: de producción y vida de la población trabajadora, no era dificil imaginar
que se acumularan tensiones y todo explotara en cualquier momento. En-
Cónstame que esta empresa ha ejercido presión y obligado a todos trada la década de 1910, comenzó el proceso de organización popular. Lo
los empleados argentinos a emitir su voto cívico por los candidatos que sigue es la historia de esta organización, sus luchas, sus avances, sus
del partido político de la Coalición, durante las elecciones provincia- retrocesos; una historia dinámica, de enfrentamientos en todos los planos
les de 1912. Los ciudadanos que se negaron a ello pagaron con su con las gerencias de cada pueblo, con el directorio de la compañía y con los
puesto la altivez de carácter. (sF, 12 de junio de 1915) dueños del capital. Se trata, sin más, de la lucha de clases, una lucha que
se presentó, prácticamente, sin mediaciones. Por ello, la empresa se vio
Así, a pocos años de llegar al chaco santafesino, La Forestal había clau- obligada a responder por los salarios, por las ocho horas, por las condicio-
surado el espacio regional. Algunos lo llamaron "economía de enclave" o nes de trabajo, pero también por la provisión de alimentos, por la instruc-
"implantación fabril". La empresa dominó todo cuanto se moviera o no en ción y la salud de los trabajadores, por el transporte y la vivienda. En esta
aquellas tierras. Su arribo permitió que la actividad forestal y la fabri- "república", los trabajadores encontraron a los destinatarios de todas sus
cación de tanino se desarrollaran como nunca antes. Esto implicó, entre demandas corporizados en un mismo sujeto: La Forestal.
otras cosas, que la compañía controlara todo el proceso productivo y co-
mercial del quebracho. A su agobiante presencia, se sumaba la caracterís-
tica depredadora de la actividad, que obstaculizó la instalación de colonias
agrícolas y ganaderas al tiempo que, a lo largo de los años, agotó el recurso
natural, sin preocuparse por su renovación. Todo ello quedaría en eviden-
cia cuando, a partir de :finales de la década de 1940, decidiera mudarse a
África, dejando en el norte santafesino un panorama desolador.
Se agregaba a todo ello tres características decisivas. La primera era
el control ejercido por el capital extranjero, principalmente británico. Su