Abordaje transpersonal
INTRODUCCIÓN
Analía Santamaría | TERAPEUTA HOLÍSTICO | 2022
INTRODUCCIÓN
Como sujetos en este mundo estamos inmersos en un Universo que nos supera, que nos
trasciende, y a medida que nos vamos dando cuenta de ello, vamos observando
diferentes planos de conciencia y existencia.
El orden que le daré al Diseño Universal como diseño de vida, para poder comprenderlo
es el siguiente:
Comenzamos este camino en un primer plano, ligado directamente con la energía de
vida. Luego, nos encontraremos con un segundo plano, que se refiere a la creación de
vida. Y, por último, nos sumergiremos en el tercer plano, que es la filosofía de vida.
Cada uno de estos planos es un plano de consciencia. No son fases ni escalones. Estos
tres planos coexisten de manera simultánea en este momento en nuestras vidas, pero no
los reconocemos como tales, integradamente, ya que no nos hemos detenido a
observarlos y, sobre todo, a sentirlos.
El sentir es el secreto, el núcleo clave de todo este despertar y descubrimiento. Por lo
tanto, a continuación, te mostraré cómo reconocerlos en tu vida cotidiana y al hacerlo
consciente, vas a poder distinguir lo que sientes en cada uno de ellos. Esta es una manera
de sentir el Diseño Universal, es una forma que te sugiero, pero no la única. Después,
podrás encontrar tu propio modo, ya que el Diseño Universal no es una técnica, ni una
herramienta, es algo que constituye y le da sentido a todo lo creado.
Por lo tanto, para reconocer la energía de vida, debemos saber que lo que nos mantiene
saludables está a nuestro alrededor y en nuestro interior.
La energía de vida está dentro de cada vegetal, mineral, animal, de todo lo que vemos,
de todo lo que podemos tocar y oler. Nos permite la conexión con el Universo y nos
convierte en catalizadores y transmisores entre el cielo y la tierra.
Cuando comemos también podemos encontrar la energía de vida en los alimentos.
Esencialmente, la vida misma.
Cuando siento la energía de vida me gusta imaginarla como al Espíritu Santo. Esta energía
también fue llamada por diversos nombres: Chi, por los chinos; Prana en la India; Maná
por Moisés; Éter, por los griegos; y Kinam por los mayas.
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Cuando la energía de vida se pone en movimiento, se transforma, por ejemplo, en
nuestras emociones. Es la energía que se materializa y se expresa en el cuerpo y es la
manera que encontramos para relacionarnos con el resto de la sociedad, a través de ese
aliento vital. Es decir, nuestra conducta social está acompañada por nuestra
emocionalidad. Trae el impulso para nuestros deseos y también marca la intensidad de
nuestros miedos, nos da la fuerza para encontrar nuestros amores, y nos da un envoltorio
para nuestros cuerpos, mostrándonos la manera en que nos podemos sentir seguros. Al
envoltorio de nuestro cuerpo físico se lo llama Aura o cuerpo energético.
El campo de energía o aura, es el campo multidimensional energético que se encuentra
alrededor de todas las cosas y también completa al cuerpo humano. La energía de vida,
cuando nos recorre, es como un fluir de luz hacia cada uno de nuestros sistemas, hacia
cada órgano, y hacia cada célula.
También contamos con la energía de vida en nuestros centros energéticos, llamados
chakras, término tomado del sánscrito que significa “rueda”. Estos vórtices energéticos
alimentan a cada glándula de nuestro organismo. Desde allí, la energía se distribuye por
los meridianos a todas partes dentro nuestro para liberarse nuevamente hacia el Universo.
Es nuestra fuente natural para recargarnos todos los días.
La energía de vida nos da flexibilidad cuando está en movimiento constante o rigidez, si
se detiene.
A través de la energía y según su frecuencia, podemos expresar nuestro carácter o
conducta, junto a las emociones. Esta manifestación es también heredada. Cuando
nacemos en esta tierra tenemos la posibilidad de decidir y elegir nuestro Diseño de Vida,
nuestra propia energía, su intensidad y su frecuencia.
Es importante resaltar que no venimos solos. Traemos una historia particular, sociopolítica
y familiar que nos atraviesa, más allá de la herencia universal, que es la cuna en la que
nos hemos criado en esta vida y ¿por qué no? las experiencias de otras vidas.
Desde la práctica, este primer aspecto del Diseño Universal se aborda despertando la
consciencia. Al comprender y recordar nuestra propia historia, junto a la ancestral,
podemos activar la transformación escuchando la información del cuerpo, integrándose
con los sentimientos y emociones.
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Para encontrarnos con la creación de vida, debemos reparar la energía que encontramos
en nuestra mente y en nuestro corazón y, puntualmente, en cómo vemos y percibimos la
realidad, el contexto donde nos desenvolvemos, lo que creamos y consideramos como
nuestro ambiente cotidiano, aquello que constituye nuestra estructura habitacional,
nuestro medio ambiente particular, lo que llamamos hogar: que puede ser una casa, un
barrio, una ciudad, un equipo de fútbol, una banda de música, un color favorito, una
melodía. Es lo que experimentamos cuando nos sentimos felices o en un lugar donde
sabemos que nos podemos refugiar.
El modo de llevarlo a la práctica de forma consciente es creando de manera
arquitectónica, anclando esa energía en la tierra, del mismo modo que lo hace un
arquitecto cuando construye un cimiento, plantando las bases para crear nuevas formas,
es esa la manera de materializar.
Algunas preguntas pueden servirnos como guías para realizar esta tarea son: ¿dónde
quiero estar?, ¿cuándo puedo realizar mis acciones? Y, ¿cómo quiero vivir?
Planear, diseñar, crear.
Por último, reconocer la filosofía de vida, es ser quién sos , es ser leal y fiel a tí mismo. Es
ver tu historia y valorarla, con cada gusto, con cada pensamiento propio, con tu
personalidad, sus sabores y elecciones. En nuestro cotidiano vivir, es la energía que le da
fundamento a la fe, es aquello que se explica internamente en cada uno, como el sentido
de la vida. Es lo que nos pasa en ese instante en que nos encontramos solos y nos
preguntamos ¿por qué? ¿Por qué existo? ¿Por qué muero? ¿Por qué tal o cual cosa…? Y
si logramos, en ese instante, seguir profundizando en nuestro interior, seguro llegaremos
a escuchar nuestra voz interna que dice:
solo tienes que confiar, solo tienes que creer…en tu poder interior.
Esa es la fe interior, la esencia de nuestro espíritu. Es la energía de nuestras vivencias, es
lo que le da sentido a nuestra historia y lo que marca nuestra evolución humana. La
manera de llevarlo a la práctica es a través de nuestro sistema de creencias. Es decir,
aquello que cada uno de nosotros de manera individual consideramos que es lo único
real que existe, sea lo que sea.
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El sistema de creencias no es igual para todos, cada uno tiene el suyo. Aunque muchos
creamos en el mismo Dios, ese sistema tiene una propia coherencia interna que es la que
le da sentido a mi existencia. Incluso si creo que Dios no existe, esa es una creencia.
Todos nuestros sistemas de creencias fueron formados en base a la experiencia, a los
resultados, a lo modelado, visto y heredado. Y esta energía que trasciende y fluye como
frecuencias eléctricas a través de nuestro sistema nervioso es lo que nos da conexión
universal de acuerdo a lo que cada uno lleva como verdad interior, según lo aprendido,
codificado, sentido, experienciado, formando así una matriz de vida, un código de
frecuencias que resuenan como su universo, su mundo, a lo que llamamos, generalmente,
la vida de cada uno. Esa vida está cargada de toda la información que permanece
generación tras generación y es parte del inconsciente colectivo.
Esta matriz de vida o entramado energético es transitado por nuestra consciencia,
impregnandose del diseño universal de todo aquello que existe.
Extracto: “Diseño Universal” 2022, Analia Santamaria
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