LINAJE MALDITO
¡Maldita sea, Axel! Ya nos perdimos.
Llevábamos caminando una hora tratando de
encontrar una casa cuya dirección no aparecía
por ningún mapa, sin embargo, Axel seguía
empeñado en encontrar la casa, aunque nos
tomara toda la noche.
Nos habían estafado.
Pero tan pronto como esa idea había rondado
por mi mente pude ver, entre los árboles que
estaban iluminados por el delicado sol, una
casa a mediana distancia.
Jenna y Spencer señalaron la casa mientras me
dirigían miradas burlonas, Axel no se quedó
atrás obviamente.
Con que nos perdimos ¿eh? dijo
dándome un empujón mientras se reía de mí.
Oh, cállate. Fue solo suerte. contesté
mientras trataba de no perder el equilibrio ante
tal empujón.
Si, claro. Envidiosa susurró.
¿Disculpa?
Ya llegamos. Linda casa la que elegiste,
Eve.
Gracias por el sarcasmo.
Me acerqué a la casa y subí los escalones de
dos en dos. Contemplé la puerta que estaba
frente a mí y pude notar que había trece
marcas por toda esta. Axel abrió la puerta con
mucho entusiasmo, tanto que yo creí que la
madera se rompería al chocar con la pared,
dejó sus maletas regadas y saltó al sofá
mirando el pulcro techo de madera.
Yo me encontraba tiesa en el umbral de la
puerta debí haberme visto como una tonta, así
que decidí entrar y acomodé mis maletas junto
a una de Axel. Jenna y Spencer me imitaron
así que ahora éramos cuatro jóvenes en una
casa dispuestos a pasar las vacaciones en un
lugar nuevo por explorar.
¿Y bien? ¿Ahora qué haremos? preguntó
Axel quitándose la almohada del sillón de la
cara.
Que tú ordenes tu desorden contestó
Jenna cruzándose de brazos.
Tranquila Jenn, yo me entiendo en mi
desorden.
¡Maletas arriba, Axel! ordené.
Sí, señora.
Axel levantó las manos en señal de rendición
ante mi orden, agarró sus maletas y subió las
escaleras hacia el segundo piso haciendo
pucheros.
La sala era muy amplia, lo único malo, según
a mi parecer, era que no había ningún
artefacto electrónico. Cero enchufes, cero
televisores y tampoco había señal, todo estaba
súper raro, pero qué más da.
Todos cargamos nuestras propias maletas,
excepto Axel que ya había regresado e iba de
una habitación a otra viendo todo.
¡Mira, aquí está la cocina! ¡Uh, el baño! ¡Sí,
el comedor! Arriba deben estar las
habitaciones. ¡Iré a ver!
Pareces una ardilla hiperactiva confesé.
Lo soy . dijo guiñando un ojo y
desapareciendo por las escaleras.
De eso no hay duda
Debimos haberlo dejado en Brooklyn
lamentó Jenna, esa había sido su idea de
desde un inicio y pensándolo bien ahora
estaba reconsiderándolo, pero sin nosotros
no soportaría ni una semana.
Imité a Axel y subí las escaleras hasta llegar a
un pasadizo que tenía cuatro puertas que
obviamente debían de tratarse de las
habitaciones, nuestras habitaciones. En cada
puerta había un cartelito con el nombre de
cada uno, y en la más cercana a la escalera
estaba el nombre de Spencer, en la puerta de
en frente se leía Jenna, luego estaba la de Axel
y, por último, la mía.
La limpieza en este lugar era lo que destacaba
por sobre todas las cosas. Había tenido mucha
suerte al encontrar este sitio porque al
considerarme una persona con la peor suerte
del mundo, quizás esta vez sí había brillado
por primera vez.
Entré en mi habitación y todo estaba cubierto
de color blanco de arriba abajo incluidas las
sábanas, las almohadas y hasta el marco del
espejo. Era el lugar más hermoso que jamás
había visto, hasta ahora. Tenía mucho miedo a
manchar alguna parte de la habitación o las
mismas sabanas, así que decidí poner mi
polvorienta maleta en el suelo. Me daba
mucha flojera desempacar a esta hora dado
que recién había llegado entonces tomé la
decisión de hacerlo luego.
Procrastinadora
Si, esa palabra me identificaba.
Mientras revisaba los cajones de un tocador
antiguo de madera que estaba en la habitación
encontré unos objetos que al parecer habían
estado ahí durante un largo tiempo ya que
estaban muy sucios, estos eran: unos cuantos
papeles arrugados, una cajita de metal
oxidada, fotografías viejas en su mayoría eran
a blanco y negro, sin embargo, habían dos o
tres a color, una linterna (o eso me parecía a
mi) y un cuadernillo levemente apolillado.
Axel me asustó cuando abrió la puerta de
golpe, tanto que golpeó la pared y soltó un
crujido.
¡Vaya! tu cuarto es mejor que el mío y
dicho esto se tiró en mi cama si siquiera
sacudirse los jeans que tenían polvo a causa de
la gran caminata, me causó dolor visual,
¿Segura que no elegiste tu habitación cuando
pagaste el alquiler?
No, solo cancelé y ya. No tenía idea de que
las habitaciones ya estaban con el nombre de
cada uno me encogí de hombros restándole
importancia y le mostré los papeles que
estaban en el cajón para que me diera su
opinión. Mira esto, los encontré en los
cajones de aquel viejo tocador.
Axel se sentó, alisó el papel y se quedó
mirando cierto rato, les daba vueltas a las
hojas tratando de analizarlas y se mostraba
medio confundido. Porque éstas, según yo, no
tenían sentido.
Son un montón de garabatos estúpidos y sin
sentido. Ya, te cambio de habitación porque no
hay dudas de que esto es ¡WOW! ¿Esto es el
baño? preguntó señalando la puerta que
tenía frente a él ahora que se había sentado, se
puso de pie y abrió la puerta del baño
¡Tienes tina!¡Yo a las justas tengo ducha!
¡Shh! mejor ve y acomoda las cosas de tu
equipaje en tu habitación.
Ya lo hice.
¿Acomodaste tu ropa en los cajones del
armario?
Sí.
¿Cambiaste las sábanas blancas por las
tuyas?
Sí.
¿Te duchaste del largo viaje?
No…
Bien, ya sabes que hacer.
Pero eso lo puedo hac-…
¡Fuera! Te quiero Axel, pero ¡LARGO!
Y dicho esto salió arrastrando los pies y
dirigiéndome una cara indignada. Acomodé
mi ropa en el armario de madera y las maletas
que estaban en el suelo las moví hasta la
esquina de mi cuarto. Estaba empezando a
oscurecer así que me acosté en la cama para
poder descansar unos minutos.
…
Unos golpes se oían a lo lejos, tan fuertes y
secos como si alguien estuviera cortando
madera con un hacha. Vi sangre, un charco de
sangre seguido de más hachazos y gritos
desgarradores de alguna joven.
Giré mi cabeza tratando de encontrar con la
mirada a esa pobre persona que
probablemente estaba siendo mutilada pero lo
único que encontré a mi alrededor eran
árboles. Un bosque. Un maldito bosque que no
se veía casi nada a causa de la densa niebla.
Los gritos seguían martillando mi cabeza.
¡AUXILIOO!¡AYUDENME!¡¡ALQUIEN
POR FAVOR!!
Intenté correr, pero el frío de la niebla me
calaba hasta los huesos. Estaba congelándome.
Los lamentos y gritos de dolor me retorcían
todos los órganos.
¡¡NOO!!¡¡AUXILIO, POR FAVOR!!¡¡QUE
ALGUIEN ME AYUDE!!
Seguí corriendo sin dirección alguna hasta no
poder respirar. Tropecé con un tronco caído y
mi rostro se hundió en las hojas del otoño que
ahora estaban en el suelo debido, a mi parecer,
al cambio de estación.
Sentí un líquido empapando mi rostro y mis
manos, me levanté y grité horrorizada al notar
que era sangre. Me estremecí por las náuseas y
vi el enorme charco de sangre en donde caí.
Ya no habían gritos, ni hachazos. Todo era un
silencio sepulcral.
Me sentía mareada, estaba a punto de
desmayarme. Noté otro poco de sangre a unos
cuantos metros de donde yo estaba, avancé y
me di con la sorpresa que habían muchos más
charcos de sangre. Definitivamente habían
masacrado a varias personas.
Los árboles ahora se encontraban en forma
circular como si me guiaran hacia el centro del
enorme bosque. Mi cuerpo temblaba de pies a
cabeza y mis dientes rechinaban debido al
frío. Poco a poco la niebla se volvía cada vez
más densa de lo que ya estaba y se esparcía
como bomba de humo.
Nada de esto era normal.
Como no veía nada bien avance con las manos
hacia delante para evitar golpearme contra un
árbol. El miedo y la ansiedad recorrían todo
mi ser. Giraba mi cabeza en todas las
direcciones por si alguien se aparecía como en
las películas de terror.
Miraba el piso muy a menudo para poder
seguir el camino de sangre dado que se me
dificultaba ver.
De pronto comenzó a resonar por todo el
bosque el sonido de una motosierra, mi
corazón empezó a bombear muy fuerte y corrí.
Corrí hasta que mis piernas me dolieran, no
podía parar y creí que mis pulmones
colapsarían en cualquier momento.
La neblina hizo su maldita función al no
dejarme ver. Me golpeaba con los árboles
reiteradas veces, sospeche que aparecían por
los lugares en donde yo correría, era una
trampa, a mi parecer, iba a morir. Las raíces
eran de gran tamaño por lo que al correr me
caía mucho. Las hojas me daban a entender
que estábamos en otoño y el suelo estaba lleno
de ellas, pero no se veía lindo como
normalmente es, sino que, era terrorífico.
Los charcos de sangre me guiaban por piedras
y ramas secas que me lastimaban los pies, a
pesar de estar con zapatillas. La pisada que
daba sobre cada una de las hojas revelaba mi
paradero a quien sea que estuviera con la
motosierra.
El espantoso ruido se aproximaba de poco en
poco con pisadas de alguien corriendo que
hacían crujir las hojas. Había alguien más.
Maldición
Corrí y corrí para salvar mi vida, pero me
perseguía tan de cerca que no podía ni girar la
cabeza porque sentía que me la contarían con
la motosierra. A medida que avanzaba el
tamaño de los charcos iban disminuyendo.
Observé a mi alrededor y los árboles se habían
alineado de forma circular como si me guiaran
hacia un centro, un núcleo. Continué y cuando
llegué al corazón del bosque lo que vi fue
espantoso.
Restos de personas mutiladas y totalmente
ensangrentadas.
Debido al shock, mis oídos zumbaban tan
fuerte que pensé que sangrarían.
Caminé lentamente para poder observar un
poco más de cerca lo que estaba presenciando.
Piernas, brazos e incluso otras extremidades
regadas, cortadas y destrozadas, supuse que
habían torturado a las víctimas antes de acabar
con ellas y hacerlas pedazos. Los restos
estaban apilados unos encima de otros. Me di
cuenta que eran cuerpos de mujeres jóvenes
que no pasarían de los veinte o veinticinco
años y me agaché para ver sus rostros con más
detenimiento. El olor era nauseabundo.
Cuando estaba por levantarme una mano me
sujetó del brazo y pegué un grito.
¡Tienes que huir de aquí! ¿ME
ENTENDISTE? ¡SAL DE AQUÍ!
Estaba aterrada, me solté del agarre con tanta
fuerza que caí boca arriba y viendo las copas
de los árboles y la silueta de una persona
encapuchada por lo que no le pude ver el
rostro.
Alzó la motosierra y cerré los ojos.
…
Me desperté con la respiración totalmente
distorsionada y mi cuerpo sudado. Un
escalofrío recorrió todo mi ser, inhalé y exhalé
para controlar mi respiración y lo logré salí de
mi cama para poder lavármela en el baño y así
despertarme más rápido. Abrí la manija del
agua y llevé mis manos húmedas a mi rostro,
una vez mojado sentí como todo el frío iba
directo a mi cara. Me miré en el espejo y tenía
ojeras debido a mis turnos de noche en la
universidad, ya que en el día me dedicaba a
trabajar para poder pagar mis estudios. Ordené
mi cabello y en el espejo pude ver reflejado un
cuerpo ensangrentado de una mujer en mi
cama, su brazo cayendo por la orilla llevaba
escrito con sangre (a mi parecer) “Huye”. Giré
bruscamente para prender la luz del baño y el
reflejo había desaparecido. Solo vi el edredón
blanco que decía de cambiar lo más antes
posible.
Seguro fue una ilusión.
Sí, así debió ser. El trauma del sueño es la
respuesta. La necesidad de comer estaba
rondando por mi mente y no era nada extraño.
Me puse una chompa y bajé por el oscuro
pasillo a las justas iluminado con la linterna de
mi celular. Según mi teléfono eran cerca de las
dos de la madrugada.
Lo curioso es que al parecer la casa antigua
los tablones de madera del suelo no crujían, la
casa estaba muy bien conservada, los dueños
debían de mantenerla así para poder tener más
inquilinos. Las paredes cremas, para mí,
combinaban perfectamente con el marrón. Le
daban un lindo aspecto elegante y tranquilo
Las dos ventanas del primer piso dejaban
entrar dificultosamente la luz de la luna por
cada una de estas, el ambiente se sentía
cargado, sombrío y trémulo. Me daba miedo la
oscuridad, no acostumbraba a estar despierta
de madrugada, mayormente cuando me
despertaba me cambiaba de posición y me
volvía a dormir.
Serví un poco de agua en un vaso de vidrio y
bebí. Luego de esto me puse a pensar en las
consecuencias del agua fría en la madrugada.
A este paso moriría en un día de estos.
Cuando terminé beber, abrir la llave de
lavabo, enjuagué el vaso y, por último, lo puse
en el escurridor. Giré sobre mis talones para
dirigirme a mi habitación, pero choqué con
alguien.
La oscuridad me dificultaba a ver con quién
me había topado. Creo que me quedé
totalmente estática sentí que mi corazón se
saldría del pecho.
Te jalaré de los pies y te enterraré debajo de
esta casa, ensalada.
No podía bajar la guardia, ¿Cómo sabía que
era Axel? ¿Y qué hacía despierta a las dos de
la madrugada?
Agarré la primera cosa visible que tenía cerca
a pesar de la inmensa oscuridad. Un plato, qué
conveniente. Levanté el vaso a punto de
golpearlo, pero me sujetó fuertemente la
muñeca para poder defenderse.
Soy yo, Eve. Soy Axel era su voz, pero
aún no estaba segura seguir forcejeando para
sacarme de su agarre, pero no lo conseguía.
Hey, tranquilízate ¡EVELYN! Suelta eso,
¡NO!¡DEJA ESO! No te muevas, voy a
prender la luz ¿está bien? Confía en mí.
Yo no pue-…
Confía en mí.
Prendí el interruptor y entrecerré los ojos, me
irritaba la luz porque estábamos a la
oscuridad. Efectivamente, era él, con unas
ojeras terribles, cabello desordenado y, ahora,
brazos cruzados, parecía molesto.
¿Cómo te atreves? Sabes perfectamente que
le tengo miedo a la oscuridad y aun así haces
esto. Fue una mala broma, Axel. reclamé.
Okey, lo admito, no fue gracioso. Pero,
tirarme un vas-…
¡Por supuesto que te lo iba a tirar! ¿Y si era
uno de esos espíritus de las películas de
terror? Tenía que defenderme.
Buen punto. Pero soy yo ¿Sí? Cálmate, ven
aquí.
No giré y me encontré con los platos
sucios en el lavabo, me enjuagué las manos y
en las hornillas de la cocina solo había una
olla de la que supuse que Spencer había
preparado algo para cenar, alcé la tapa y,
confirmando mis sospechas, contenía un trozo
de carne, un puñado de arroz y papas fritas.
Spencer me había guardado la cena. Un lindo
él, ¿Spencer cocinó para todos, cierto?
Sí, un completo genio. No sé qué haríamos
sin él.
Probablemente cocinarte a ti.
Que graciosa. Dame eso, yo te sirvo.
¿Qué? No, yo puedo.
Déjalo, dame eso. Hey, dame el plato y no
discutas. Yo te sirvo, suéltalo Evelyn.
Perfecto, muchas gracias.
Busqué un cubierto para cuando Axel ya
hubiera terminado de servir mi cena, tomé
asiento en las bancas de madera que estaban
junto a la mesa de loza que estaba unida a la
cocina mientras él servía mi cena.
Apenas me entregó mi plato comencé a
devorar todo lo que había en este. Y sí,
Spencer tenía muchos dones en la cocina.
Axel se puso a observar su teléfono con gran
detenimiento.
Aquí no hay señal debe ser porque estamos
apartados de la ciudad. Se podría decir que
estamos en un bosque. dijo Axel.
Pero, ¿No había señal cuando llegamos?
pregunté.
No, creo que perdimos todo rastro de señal
cuando cruzamos todos los árboles de afuera.
Tam…poco hay te…le…visión dije a
duras penas porque estaba masticando.
Ni enchufes. ¡Increíble casa! Ni se te ocurra
tirarme el tenedor. Bien, sigue comiendo.
En mi defensa, me llegó la sugerencia
directamente y sabes perfectamente que todos
necesitábamos unas vacaciones. Mírale el lado
positivo.
No hay lado positivo suspiró Axel, estaba
cansado y tenía los ojos rojos por la falta de
sueño, si vamos al centro comercial mañana
podríamos cargar mi celular y responder
algunos mensajes.
Bien, eso haremos.
Genial.
Axel se tiró en el sofá y supuse que se quedó
dormido al instante ya que toda mi
concentración estaba en poder terminar mi
cena. Seguí comiendo mientras miraba todo a
mi alrededor. El techo de madera estaba
limpio excepto en una esquina en la que había
una pequeña mancha oscura, seguro no me
había dado cuenta de ese detalle al llegar. El
silencio era muy tranquilizador, solo se oían
algunos grillos pero por lo demás, ningún
sonido de la ciudad.
Me puse de pie y me acerqué hacia aquel
lugar. En medio camino las luces de la sala se
apagaron y la puerta del baño que estaba por
el lado izquierdo de la cocina se cerró de
golpe.
Axel se había despertado por el azote de la
puerta.
¡Axel!¡Axel!
¿An? An, cálmate. ¿Dónde estás? ¿Qué ha
pasado?
Ahora las luces se prendían y se apagaban, el
color se esfumó de mi rostro, estaba helada y
aterrada. Me daba mucho miedo lo que estaba
pasando, nunca antes vivía esta experiencia,
hasta pensaba considerarla algo paranormal.
Axel corrió hacia el interruptor, lo apagó y lo
prendió casi instantáneamente para ver si el
problema se había solucionado y así sucedió.
Te ves horrible. Estas pálida. ¿Por qué
mejor no vas a dormir?
Pe-pero la pu-puer… la puerta se cerró
solacontesté temblando y Axel solo bostezó
apoyado en la pared, no miento.
No he dicho que mientas, solo que necesitas
descansar y yo también. ¿Subes o te quedas?
Ni de broma me quedo aquí.
Axel asintió con la cabeza por el sueño.
Vale. Mejor sube yo apago la luz.
Se enderezó y subió las escaleras a toda
velocidad para lograr alcanzarme. Axel se
dirigió de frente a su habitación, guiño un ojo
y cerró la puerta delicadamente.
Hice lo mismo y me quedé reflexionando
acerca de mi vida mientras el techo me ofrecía
una vista “espectacular”.
Cuando era niña acostumbraba a ir con mi
madre a sitios alejados de la ciudad para pasar
las vacaciones. Mi padre nos había
abandonado desde que yo era tan solo una
niña, por lo que no sabía absolutamente nada
de él.
Cada año íbamos a un lugar distinto del otro,
usualmente visitábamos museos, ruinas y nos
quedábamos a dormir en casas alejadas de la
ciudad, entre muchos árboles.
En los museos que visitábamos nos contaban
muchas leyendas, de las cuales algunas me
daban miedo y otras eran sospechosas, sin
embargo, a mi madre le encantaba todo esto y
siempre quería que prestara atención a cada
una de ellas.
Pero todo recuerdo bonito cambió cuando un
día vinieron unos oficiales a mi puerta y me
dijeron que mi madre había muerto en un
accidente automovilístico. En ese entonces
tenía nueve años. Me congelé. Ahora ya sabía
el porqué de su demora. Luego de esa noticia
yo me encontraba en un hogar para niños,
debido a que no tenía familia a parte de mi
madre y nadie me había buscado, pero no me
quejaba, para nada, porque ahí conocí a Jenna,
Spencer y Axel.
Yo y Jenna compartíamos cuarto al igual que
lo hacían Spencer y Axel, hasta que
cumplimos la mayoría de edad que era el
tiempo en donde los jóvenes ya podían irse del
orfanato a ocuparse de su propia vida.
Todos teníamos dieciocho años cuando
salimos del orfanato y no me sorprendió el
hecho de que Spencer y Jenna nos contaran
que estaban saliendo juntos, la verdad es que
yo ya lo veía venir. Los cuatro buscamos una
casa pequeña y cómoda en la que entremos
todos y lo conseguimos. Más que amigos
éramos una familia. En casa cada uno de
nosotros tenía responsabilidades como
limpiar, cocinar, ordenar, y organizar las
tardes de diversión que en su mayoría se lo
dejábamos a Axel.
Nos íbamos de paseo cada que la universidad
nos dejara libres o tuviéramos vacaciones, la
mayoría de lugares visitábamos museos,
teatros, casas abandonadas, cementerios, etc.
Las aventuras nunca faltaban en nuestro grupo
y cada uno de nosotros disfrutaba al cien por
ciento de eso. Dado que nosotros ya
estábamos en nuestro penúltimo ciclo
teníamos la opción de realizar intercambios,
pero ninguno de nosotros quería irse del país,
una parte pedía visitar nuevos horizontes, pero
otra parte no estaba lista para despedirse
temporalmente del hogar que habíamos
formado desde los diez años.
Siempre tuve una curiosidad por lo
paranormal y en mi memoria de pequeña
siempre había símbolos raros por toda mi
casa. Mi madre siempre decía que esas cosas
significaban protección o algo similar. A veces
venían vecinas a visitarnos y a verme. Me
traían tortas y regalos como vestidos blancos o
ropa clara. Y cada que viajábamos siempre nos
conseguían los pasajes las vecinas que nos
querían mucho.
Y sin darme cuenta me había quedado
dormida.
…
Debió de haber sido el medio día cuando me
desperté debido al sudor que comenzaba a
empapar mi cuerpo porque el sol había salido
y brillaba con una gran intensidad a esta hora
del día.
Que desagradable.
Me metí a la ducha y me bañé lo más rápido
que pude para poder llegar al almuerzo. Bajé
las escaleras y vi a Spencer sirviéndole el
almuerzo a Jenna.
Lasaña. La especialidad de Spencer.
Buenas noches An, dormiste de maravilla
¿eh? Jenna comenzó a comer después de
aquella pregunta a la cual respondí volteando
los ojos de manera divertida.
Por supuesto. ¿Y tú, Jenn? Habitaciones
separadas ¿no? el rostro de Jenna palideció
y se comió un bocado de Lasaña para no
contestar. Reprimí una sonrisa y me dirigí
hacia Spencer. Dime, por favor, que sobró
un poco de Lasaña para mí. Me muero de
hambre.
Está calentando en el microondas, faltan
diez segundos. Salvé tu almuerzo del
estómago devorador de Axel. bromeó
Spencer mientras enjuagaba los platos a lo que
Jenna ahogó una risa.
Gracias. De lo contrario estoy a punto de
desmayarme.
El sonido del microondas indicó que mi
almuerzo ya estaba listo. Lo retiré del
electrodoméstico y me senté frente a Jenna.
Axel no estaba por ningún sitio, a lo mejor
había salido. Al parecer, Jenna se había dado
cuenta de mi incertidumbre por lo que habló.
Spencer mandó a Axel a traer madera para
la chimenea. Salió hace quince minutos, ya
debe estar de vuelta.
¿Chimenea? ¿teníamos chimenea?
¿Increíble, cierto? Está ahí.
Spencer señaló la pared que estaba en frente a
los muebles en donde normalmente se colocan
los televisores, pero en esta había un tablón de
madera, como una mini puerta, que estaba
subida como si fuera una ventana.
Tal vez lo había pasado por alto en vez de ser
una chimenea parecía un horno antiguo.
Y hablando del rey de Roma, la puerta se
abrió lentamente, los grandes trozos de
madera de los árboles tapaban en el rostro de
Axel, tanto, que tenía que estirar el cuello para
poder ver por dónde pisar.
Trozos de madera para calentar el hogar. Tal
como lo querías, Spencer.
Eres un héroe, Axel. Guárdalas en la
chimenea en la noche la prenderemos para
calentar el ambiente.
Axel hizo lo indicado, luego se lavó las manos
y se sacó la chaqueta que se veía mojada,
supuse que era por el sudor. Se acercó a mí y
me revolvió el cabello desordenándolo.
Ay, ¡Déjame, idiota!
Termina de comer rápido iremos al centro
comercial a comprar alimentos para la
semana.
¿Ahorita?
Sí, ahorita. Iré a bañarme y cuando regrese,
iremos cuando supo que estaba a punto de
abrir mi boca para protestar, habló de
nuevo. Sin. Peros. Y apresúrate porque
tenemos que regresar temprano. Tienes cinco
minutos. Ya vuelvo.
Asentí.
Terminé lo más rápido que pude mientras
Spencer y Jenna jugaban cartas en la mesa de
madera la cual tenía un grabado muy curioso.
Llevé los platos, los lavé y me puse una
casaca para el frío. Axel bajó inmediatamente
después de eso y cumplió lo que había dicho.
Salimos caminando como media hora y
cuando llegamos a la avenida fuimos a
comprar directo al centro comercial muchas
cosas dividiéndonos el precio cada uno y
cuando regresamos Jenna y Spencer ya no
estaban.
Los buscamos por todas partes, pero nada,
entonces supusimos que tal vez habían salido
a dar un paseo por el bosque.
Oscureció y yo estaba comenzando a
preocuparme, Axel llamó tantas veces como
pudo, pero aquí no había nada de señal. La
llamada no le llegaría ni a Spencer ni a Jenna.
Yo me había quedado dormida en el regazo de
Axel y para cuando desperté él seguía
llamando así que supuse que no había dormido
ni un poco. Pasaron las horas, llegó la
madrugada y me angustia crecía más y más.
La luz parpadeó y yo grité, a lo que Axel solo
trató de tranquilizarme. Mi ansiedad me hizo
caminar de un lado hacia otro. La puerta que
conducía hacia el sótano se abrió lentamente a
mis espaldas soltando un chirrido y volteé lo
más rápido que pude provocándome un dolor
horrible en el cuello. No había nadie.
Ni se te ocurra dijo Axel negando con la
cabeza yo bajaré.
No, yo iré, No acepto peros, Tú quédate
aquí llamando a Spencer. Ya regreso.
Pero…
¿Por primera vez puedes dejar de darme la
contraria? Continúa llamando ya vuelvo.
Me detuve en el umbral de la puerta e inhalé
profundamente. Prendí la débil luz y comencé
a andar. Nunca antes había entrado en un
sótano, vi un montón de cajas cuando llegué.
Algunas maletas que no eran de nosotros,
supuse que eran de inquilinos anteriores. Vi
una pila de cajas amontonadas pensé que
ocultaban algo, era un pensamiento muy
sacado de contexto, pero con todo lo que
estaba pasando. no tenía tiempo para pensar
en esto. Moví caja por caja con mucho
cuidado, ya que tenía miedo a que se rompiera
algo. Algunas cajas pesaban y otras eran más
livianas, muchas estaban desgastadas, pero
otras, se podría decir que eran recientes. Tal
vez se quedaron muchos años ahí. Al verlas
desde el suelo, cada una de ellas tenía escrita
un hombre en la parte superior conté trece
cajas con distintos nombres. Los cuales eran:
Giane Christell, Annie Orwen, Daenny
Ingram, Lucy Crowell, Kynneia Barnes,
Carolline Osturd, Aljend Travis, entre muchas
más.
Cuando retiré todas las cajas había una puerta
justo en medio de donde estaban apiladas
antes. Era ahora o nunca. No sabía que había
detrás de esta y sea a lo que me enfrentase
acababa hoy.
La abrí de golpe y dentro estaba la piel de
Jenna, sin su cuerpo. Me traumé al ver eso,
solté un grito de horror. Llevé mis manos a la
boca para poder taparme la nariz por el olor
putrefacto dado que estaba en un lugar
húmedo y encerrado. Di media vuelta
dispuesta a correr hacia Axel para decirle que
nos vayamos de aquí, pero alguien me tomó
por detrás y me intentaba ahorcar. Empecé a
forcejear y golpear con mi codo en el pecho de
quien me estaba ahorcando, si seguía así
probablemente me quedaría sin aire. Seguí
luchando hasta que logré derribar a la persona
y me abalancé sobre aquella para golpearla.
Era una anciana de aspecto horrible como si
fuera un monstruo, estaba tan demacrada y lo
único que llevaba puesto era una túnica
blanca. Mi mente viajó años atrás y era la
misma señora que nos venía a visitar junto a
otras, a mi madre y a mí de pequeña. Con sus
manos me tomó del cuello y comenzó a
apretar tan fuerte que me perforaba la
garganta.
Intenté zafarme, pero no lo lograba. Cerca de
nosotras había una lata mediana, estiré mi
mano para poder alcanzarla, pero me estaba
sintiendo cada vez más débil, hice un último
esfuerzo y logré alcanzar la lata y la golpeé
contra la vieja, tantas veces, que perdí la
cuenta. Hasta que la anciana dejó de moverse.
Me quedé sentada para poder respirar. Su
agarre había sido tan fuerte que mi garganta
me está doliendo demasiado. Abrí una caja al
azar y encontré un espejo le tiré al suelo y
agarré un pedazo de vidrio para poder usarlo
como defensa ya que no tenía nada que con
qué defenderme. No quería subir las escaleras
porque había un silencio sepulcral arriba, si
Axel hubiera estado ahí ya hubiera bajado,
pero no lo hizo y eso estaba muy raro.
Subí lentamente y no había nadie. Grité el
nombre de Axel tantas veces que a mi parecer
me desgarré la garganta.
Ya no tenía voz.
No podía gritar, mis cuerdas vocales estaban
lastimadas. Tenía sangre en la ropa al haber
matado a la vieja. Salí de la casa lo más rápido
que pude y lo primero que vi fueron los
órganos y el cuerpo de Axel colgados de
varios árboles. Mi rostro estaba totalmente
desencajado.
Este lugar estaba maldito.
Todo era abominable.
Quería sacar mis cosas de la casa, pero cuando
intenté acercarme a esta vi a un montón de
mujeres jóvenes, pero totalmente sucias en la
puerta, con túnicas blancas y símbolos raros
de color rojo vivo en sus brazos. Pero no, no
eran símbolos raros, eran los mismos patrones
que había en mi casa de niña, todo encajaba,
hasta reconocí el rostro demacrado de algunas
mujeres.
Me señalaron a la vez y ya no pude gritar.
Corrí lo más rápido que pude entre los árboles,
pero no pude escapar.
Lo último que sentí fue un flechazo directo a
mi espalda.
Todas las mujeres se pusieron a mi alrededor y
lo último que me dijeron fue:
Felicidades, siempre siguiendo el legado de
tu madre. Ser un sacrificio y morir por esto es
prioridad. Nos da mucho gusto que hayas
aceptado la invitación a quedarte por siempre
y traer unas cuantas ofrendas contigo. Morir
es solo un paso para la redención. Nos vemos
en un momento, tendremos todo tu cuerpo
bajo nuestro control. Eres nuestra, siempre lo
fuiste desde que naciste Evelyn y siempre lo
serás, así como lo fue tu madre. Ella te trajo
hasta aquí y tú la mataste en el sótano. Que
lastima, de todos modos, ella ya cumplió con
lo suyo.
Dicho todo esto.
Cerré los ojos, para siempre.