EL LOBO FEROZ Y LOS SIETE
CABRITOS
Hace mucho tiempo, vivían en una acogedora casita siete
cabritillos y su mamá cabra.
Eran muy felices todos juntos y los pequeños cabritillos
querían muchísimo a su mamá.
Una mañana, mamá cabra tuvo que ausentarse para ir a
comprar comida, pero antes de salir advirtió a los siete
cabritillos que tuvieran mucho cuidado con un lobo que andaba
merodeando por el bosque.
– El lobo es muy astuto e intentará engañaros, incluso puede
que intente hacerse pasar por mí. Por eso, es muy importante
que no abran la puerta a nadie hasta que yo regrese a casa. –
insistió mamá cabra.
Los siete cabritillos escucharon atentos a su madre y le dijeron
que podía irse tranquila, pues no abrirían la puerta a nadie.
Dicho esto, los cabritillos se pusieron a jugar a su juego
favorito, el escondite.
Al poco tiempo de irse mamá cabra, el lobo se acercó a la casa
– ahora que están solos, seguro que puedo engañarlos para que
me abran la puerta – pensó el malvado lobo.
Toc, toc, toc
Al oír la llamada, los siete cabritillos dejaron de jugar y se
acercaron a la puerta para a ver quién podía ser.
– ¿Quién es? – pregunto el mayor de los cabritillos.
– Soy mamá – contestó el lobo – ábranme, hijos, que traigo la
comida.
– ¡Tú no eres nuestra madre! – contestaron todos – ella tiene
una voz suave y delicada y tu voz es ronca y lastimosa.
¡Márchate lobo mentiroso! –
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El lobo se enojó muchísimo por no haber conseguido
engañarlos, así que tramó un malvado plan. Corrió hacia una
granja y comió miel que encontró, hasta que consiguió una voz
tan tierna como la de mamá cabra.
Rápidamente, para evitar perder esa aterciopelada voz, se dirigió
a la casa de los siete cabritos.
Toc, toc, toc
– ¿Quién llama? – preguntó el hermano mayor.
– Soy yo, su madre. Ábrame para que pueda entrar con toda esta
comida
– dijo el temible lobo.
Los cabritillos tenían dudas pues, aunque la voz era muy
parecida a la de su madre, no estaban totalmente seguros.
– Enséñanos una patita por la rendija de la puerta – dijeron los
cabritillos.
Al ver la horrible y oscura pezuña del lobo, los cabritillos
gritaron – Tú no eres nuestra mamá, ella tiene las patitas blancas
y suaves, pero las tuyas son oscuras y estropajosas.
- ¡Largo de nuestra casa, malvado lobo! –
El lobo, más enfadado aún, se fue refunfuñando hacia un molino
que había cerca de la casa de los cabritillos.
Una vez allí, entró sin ser visto y se embadurnó las patas de
harina hasta sacarlas blancas y de aspecto delicado.
Regreso lo más rápido que pudo a la casa de los cabritillos y
volvió a llamar a la puerta con impaciencia. Los cabritillos, que
estaban jugando al escondite, salieron para comprobar quién
llamaba a la puerta. Todos, excepto el pequeño de los siete que
se había escondido en la caja del reloj y no podía salir.
– ¿Quién es? – preguntaron los cabritillos.
2
– Soy vuestra madre, abridme que vengo muy cargada –
contestó el lobo con su falsa voz.
– Enséñanos la patita por la rendija de la puerta – dijeron
los cabritillos. El lobo les mostró su pata blanca y de
aspecto suave.
Los cabritillos creyeron al embustero lobo y abrieron la puerta
a quien creían era su mamá.
Fue entonces cuando el lobo se los comió a todos en menos que
canta un ga- llo.
Con la barriga llena, el lobo se fue a echar la siesta para reposar
la comilona. Un poco después, llegó a casa mamá cabra y se
encontró con todo destrozado y sin ningún rastro de sus siete
hijitos.
La pobre cabra comenzó a llorar desconsolada, pero entonces el
pequeño ca- britillo la llamó desde su escondite – mamá,
sácame de aquí, estoy en la caja del reloj –.
El pequeñín le contó todo lo sucedido y mamá cabra decidió
salir en busca del malvado lobo.
Pronto lo vieron tumbado, con su enorme panza bajo la sombra
de un árbol. Entonces, mamá cabra pudo ver que algo se movía
en la tripa de la fiera y mandó al pequeñín en busca de unas
tijeras, aguja e hilo.
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Mamá cabra, que cosía de maravilla, comenzó a cortar la tripa
de lobo tan deli- cadamente que éste no se despertó.
Entonces, los cabritillos empezaron a salir uno a uno, aún
con el susto en el cuerpo.
Mamá cabra relleno la tripa del lobo con un montón de
piedras y volvió a coser - la para que no se diera cuenta del
cambio.
La familia, llena de felicidad por volver a estar todos juntos y
a salvo, se marchó a su casa.
Los cabritillos aprendieron que no deben fiarse de nadie.
Aunque a simple vis- ta aparentase ser bueno y amable,
nunca más hicieron caso a ningún extraño. Y el lobo, ¿qué
fue del malvado lobo? Pues, dicen por ahí, que desde aquel
día sufre de indigestión y ahora solo puede tomar infusión de
hierbas y miel…
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PREGUNTAS SOBRE EL CUENTO DE EL LOBO Y
LOS SIETE CABRITOS
¿Cuántos cabritillos protagonizan el cuento?
¿Dónde tenía que ir mamá cabra?
¿Qué debían hacer los cabritillos mientras su madre no
estaba en casa?
¿Cuál era el juego favorito de los cabritillos?
¿Quién llamó a la puerta cuando mamá cabra se marchó?
¿Cómo tenía la voz mamá cabra?
¿Cómo sonaba la voz del lobo?
¿Qué tomó el lobo para suavizar su voz?
¿Qué se puso en las patas para blanquearlas?
¿Dónde se escondió el cabritillo más pequeño?
¿Qué hizo el lobo después de comerse a los cabritillos?
¿Cómo rescató mamá cabra a sus hijos?
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