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Fernández, A.M. (2007) - Los Imaginarios Sociales. Poderes, Temporalidades y Deseos

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CAPíTULO 5

Los imaginarios sociales: poderes)


temporalidades y deseos

l. Los disciplinamientos de los deseos

R etomando la distinción que efectuó Castoriadis entre imaginario social l


efectivo o instituido e imaginario social radical o instituyente, puede decirse
que los universos de significaciones imaginarias que instituyen (y son insti- 1
tuiclos en) una sociedad forman parte de las luchas por el poder en tanto és-
tas participan -en el plano simbólico- del poder de conservar o transformar/
el mundo conservando o transformando sus significaciones.
Como se vio en capítulos anteriores, una sociedad es también un sistema --
de interpretación del m unclo, es decir, de construcción, creación, invención de
su propio mundo. y, e n tanto tal, puede percibir como peligro cualquier alte- l
raciona su sistema de interpretación del mundo; estas situaciones suelen ser
VÍ\'1dns como ataques a '·su" identidad y las diferencias son entonces jmagi- '
nndas como nmenazantes. A partir de allí puede decirse que ~1 principio de 1
conscrYncion de esa sociedad es conservación de sus ((atributos arbitr arios" y
espec1ficos> o sea, es consen·ación de sus significaciones imaginarias sociales . 1
Por lo tanto. las transformaciones de sentido -lo instituyente-- oper an siem- l
pre con 1n resistencia de aquello consagrado - lo instituido- que hasta tanto \
no sen trastocado funciona como régimen de verdad.
La historia de las distribuciones de poder, de la organización de sus jerar-
quías, de las prácticas y los sistemas de valores que ha legitimado, como los
lazos sociales que genera en diferentes estructuras materiales, ocupa un lu-
gar central en el cuadro de la vida social.
Si las ciencias sociales han encontrado importantes dificultades al inten-
tar elaborar teorías unitarias y sistemáticas de tan complejo fenómeno y de
su funcionamiento en las sociedades, las dificultades no son menores cuando
su indagación se focaliza en conjuntos humanos de escala restringida, como

85
,.
. , ) I FCTIV/ \ y 1./\ l'HOIJU CCll)N lll~ S \JII.JET IVfl>/\J >
·~---<---
L A \M ,\1.;iN/\ C H)N l •••
-- . _ _ -·-·-- - - - ----
-
grupos.. fmm.11ns. . •ms t· tucioncH Sin <•mba rg-o, In pe rs pecti vn m itrof' .
.1 , •• .
cault inna ha otnrg-ndo intere sante s hc rram wnla s qu e. han pe 11-; 1cn t
r.miticlo 'H1.
nY:.nwe s\1~tn ntwo · e n t'::--t·,1s ct1m1Lioncs.
,.. l . t1r,
t ., 1,.,z·, soci·,1 dc•l pode r s upon
U ü1car a nn u1 ,1 . ._ ,, • , .e inter
. , roga r sobre lac
dndl'~ de sus dispositivo s1 no solo en l~ or~~n izac1on do _u~u. Rnc1. ., rnod,11·
euad Y su'·
.
111.s t 1·t uc1on
• cs, _ ,.~1·r1 0 t·,,mb ién en la const ituc10n de las sub3etiv1dacles d,, h s
.. . ,
. • 11 plo 1nc1agar como opera n en t al ~ orn
brcs y 1nuJc res; supon e, P01. _cJeI ., ' - ·
regist ro las-
tecnolooia.s sociales de mmu pulac10n de los deseo s, los temo res, las
º esper
zas. los anhel os, lns amen azas, ctce, t era. 2 . an.
._ Si el poder, según Baru ch ~uo za, es la capa cidad de afect
ar en rnayor
• , grado de lo que se es afect ado y puede pe~sa~se tanto p ar a _s~tu~
de
macro como de micropoderes, pens ar en term1_nos_ ~e d1sp?s1tivo
s de poder
f perm ite articu lar cuest iones gene ral~s de su eJerc
1~10 (cara cter social de su
J estru ctw·a , modos en que opera, táctic as y estr~
I grupo s que lo controlan) con análi sis más parb ~ula nzad os o más
tegi~ s que pone n en acto los
puntuales
sin perde r de vista sus ramif icacio nes en el conJu nto del unive rso
social. Es
decir que traba jar desde una persp ectiv a micro física3 perm ite abrir
visibili-
dad a estra tegia s específicas de un camp o micro, pero también exige
el aná-
lisis de las conjunciones, de las artic ulaci ones, de las comp licida des
y las me-
diaciones, entre macr o y micropoder es.
De acuer do con Enriq ue Marí - que h a sido uno de los prim eros pensa
do-
res argen tinos que traba jó las ideas de Casto riadi s-, los dispositivo
s de po-
der en t anto redes de relac iones que se establecen de modo hon10
gcneo entre
eiem entos discursi~~s yex tradis~urs ivos ar ticulan tres elem entos
básicos
que hace n que ~ l pode r funcione: la fuerz a o viole ncia, el discu rso
del orden
• y los imag inarios socia les. 4 Estos tres elem entos -que actúa
n según socieda-
des y mom entos históricos espec íficos - concurren como insta ncias
diferentes,
pero no indep endientes. Estas insta ncias están artic ulada s entre
sí, agrupa-
das e inter secta das dentr o del dispo sitivo en form a varia ble; aquí
habrá que
tener en cuen ta los cambios histó ricos que se suced en sea en las
diversas co-
yuntu ras económicas, políti cas e ideológicas de las socie dades , o
bien en vir-
t ud de profu ndas transforma cione s en las estru ctura s económico-
sociales.
f Con respecto a l~fue rza o viole ncia -elem ento const itutiv o d~~~
der, ya
lque es el que lo produce en acto- ella mism a se frust raría si no existiesen en

l. La noción foucau ltiana de dispos itivo se despli ega en el capítu


lo séuie nte "De los conceptos
teóricos a las indagaciones de campo ". 0
'

2 • Véase E. Marí, "El poder


Y el imagin ario social" , La Ciuda d Futur a, Nº 11, Bueno
1988, pp. 15 y SS. s Aires,

3. M. Fouca ult, Microfisica del poder, p. 135.


4. Véase E . Marí, ob. cit.

86
L O$ IMAGIN 1\R\O ~ ~()( ' IAI F • ¡•)
, 8
'". •
( lll•,IU-:S , 'l'l•:Ml'Oll i\U DAll ES Y DES EOS

el dis pos itiv o las ot ras ins tan cias que


-, . d • . . gar <ant ·
con qut sl .,1 o o 1ns titu1do . E sta R otr ns 111c, t tzn n ¡a con t·inm•¿ ut1 e¡e1 pod cr
. .
.
anc• ms
•0 f'unc10n
• an ent
con
• •d1c1on1es de onc
d rep1 rod ucc
. ión del pod
• er ·pro<l 1·c1 E l • ' • d es '¿·como
sitivo de po er, os dis cur sos del ord uc o. n e 1nteno r e un ISpO-
en y los 1m • agi•nan•os soc•
zan la fue rza . Y la tra: psf orm an ver dad cra me nt w1es rea ct ua 11- •
tan te y soc ialm ent e tra nsm isib le. • c. e en poder, h acw •, nd ol o c.:ons-
Ac lar a el a u t or qu; este cam bio no
. es de gra do 81no • de cua1·fi · , n. eon-
él el pod er se hac e ope rat ivo par a la 1 1ca cio
coh esi ón del gru po o la socied ad. Tra
forma da ~a fue rza en pod: r, ~os _:1-is<:_~ ns-
sos i el ord en y los im agina rios social
que ese s1st em ac lep ooer in stit uye ase ~s
gur an la presen cia del pod er y los efec-
tos de la t uer za aun est and o ést a aus
ent e. - -
- Sís e cons~ er ~ el_dis c~ so del ord ..,
en~ omo ~ "espacio de rac ion alid ad"
per ten ece al amb1t o del con oci mie nto ,
, de la teo ría y las rep res entacione s ra-
cio nal es. E!!. él ope r an el _der ech q la
1 jur isp rudenc ia, los código s y las leyes.
Buena par te de est e d ominio lo sat isfa
cen tam bié n la mo ral, la filosof ía polí-
tica y la reli gió n ais lad am ent e o en
con jun ció n con e1 segme nto jur ídic o del
discurso del ord en, al que sum ini str
an los últ imos fundam ent os los refer
t es div ino s o sec ula res y el r ein o de en-
las ficciones del "como si", que '
dar h om oge nei dad a todo el sist em a. per mit en
El discurso del ord en es el topos de le-/
gitim ación de est e sis tem a, lu gar de
emisió n de los enu nciados nor mativo
de las r egl as de jus tificación . sy
Ningun a socied ad p ued e fun cion ar,
sin em bar go, por la sol a apl ica ció n de
1a fue rza y efd ere cho coa ctivo. Ést e 1j
implica coacción, per o tam bié n jus tifi
ción y leg itim aci ón en cua nto se exp ca-
res a como t eoría, cien cia o discurso del
orden. El dis pos itiv o exige, en efecto
, com o condición de fun cio nam ien to y
pro ducción del poder, que la fuer za y re-
el dis cur so del ord en leg itim ant e est én
-a su vez - ins ert os en mo nta jes , prá
cticas ext radiscu rsivas y sop ort es mit
lógicos que hab lan a las pas ion es y hac o-
en que el poder m arc he, que los mie m-
bros de un a soc ied ad dad a enl ace n y
ade cue n sus deseos al poder.
Mu ch as prá ctic as soc iale s como cer em ./
oni as, ban der as, ritu ales, cán ticos
e hil m10s, dis trib uci one s de espacios,
r asgos, pre stig ios, et iqueta s, heráld i-
cas , dip lom as, tat uaj es, sím bol os fun
era rio s, etc ., tien en en cad a sociedad
sentido en rel aci ón por eje mp lo con s~
l a leg itim aci ón o no de un poder sól o
des plie gan su sol emnid ad en los cercos si
de sen tido que producen sus univer-
sos de süm ific aci one s im agi nar ias. Co
nst itu yen así un en orme pod er. Fu era
de ellos ~od a cer em oni a de pod er pue
de par ecer graciosa, ridícula, incom-
pre nsi ble y/o int ras cen den te. No h ay
pod er sin decor ado. En pal abr as de To-
má s Ab rah am :

P orq ue no h ay Pode r ~c:.in una ver dad que se enunci e y mu estr e. La


· ·,
d onnnac1on de 1os hom bre s req uie re algo má s que la expos1•c1on •, d l
e a
•nsu fici . ,
·ente c:.e nec esit a una narrae1on, un rela
fu erz a, e1 t error es 1 , ~ to, un

87
,, FC'l'IV/\ y 1./\ 11 1t0 JJUCC IÓ N DE 8UJ~J ETI V/DAIJ
L A 11\lAGIN/\CIÚN COL,

. . 1 enunciado de una verdad que se atribuya al po-


mito, rdg-un:1 cicnciLn, et · ,1 ·cs de papel también rugen.
d roso. os i g . •
dcr Y :11 po e. . ·hiben a la justicia del poder: pr esencia de Ja Ver-
Es tos• ":1.rtific1os
.
ex
ostrar por qué las cosas son como son y por qué
consiste en m . d s
d:1d qu O No hay poder sm decora o.
deben ser lo que son.

. social prácticas y símbolos dse refier en y constituyen .u¡U-


n,.,

En cada co1ect1vo . .
. do los más eficaces en ca a circunsta ncia para que 1
tuamente se1eccionan . . d I d " . . b e
. 1 Y avanee y las instituc10n es e po er se 1n scn an en el esp·1-
Poder circu e
ritu de los hombres"• . ., .
. •tivos de poder exigen como cond1c10 n del fun cionamie nto y la
Los d1spos1 d . . ., .
,--reproducc10n •, del poder no sólo sistemas e 1eg¡t1mac1on, enunciados norma
- ' - _-
.
. deseables
ctas no (dis
.
tivas yreg a
1 s de J·ustificación. : sancione
, .
s de las . condu
. . . - f.
cursos del orden) sino tambien practicas extI adiscurs1 vas, _necesitan de so- I

portes mitológicos, emblemas, rituales q~e hablen a ~as _pasi~nes y-:ñ canse.:
cuencia disciplinen los cuerpos. Estos umverso s de s1gru~cac10nes (imagina-
rio social instituido) posibilita n que el poder march e haciendo que los miem-
bros de una sociedad "enlacen y adecuen sus deseos al poder", que sus insti-
tuciones se inscriban en el espíritu de los hombres y las mujeres; ''hace que
6
los conscient es e inconscie ntes se pongan en fila". Más que a la razón, estas
producciones de los imaginarios sociales interpela n a las emociones, las vo-
luntades, los sentimientos. Sus rituales promuev en las formas que adquiri-
rán los comportamientos de agresión, de temor, de amor, de seducción, que
son las formas en las que "el deseo se anuda al poder".
Tal vez sería más apropiado decir que son las formas en que los deseos se
anudan a los poderes, intentand o así aludir con más propieda d a la multipli-
cidad de los focos deseante s y de poderes que pueden entrar en juego en una
situación dada. Suministran esquema s repetitivo s, crean marcos de precep-
tos Y ponen en conexión regularid ades de los comport amientos con los fines
Y las metas del poder. Esta función de los imaginar ios sociales es "fundir Y
cincelar las llaves de los cuerpos para el acceso a la ley y la continuid ad Y re-
producción del poder". 7
. Desde esta perspectiYa se vuelve pertinen te poner en reflexión crítica los
ms~rumentos con que el poder controla los comport amientos de los agentes
sociales_ Y an_alizar cómo los imaginar ios sociales se armoniz an e intersectan
co~ los_ lillagmarios sociales, las otras instancia s de los dispositi vos de poder,
0
bien 1ndagar cómo en épocas contesta tarias, de impugna ción social, revolu-

5. T. Abraham Batalla 't • B


, ' . se teas, uenos Aires, :Nueva Visión, 1995, p. 5.
6. E. Man, ob. cit. , p. 16.
7. Ídem, p. 18.

88
-
hní.'in_ loR poclt'I (.\ f,1. irn;1it•lliclc1cº · ,, ..n, , os ponrn en f unc1onam1enlo
('\011 () l l'\' ut'\t..t •
h,._ rl'~ortt'~ mnR dPhrndnnwnt0 nwreiLlvo 8.
s~b0mos l or <-'Xl .cricncin . que la úlLtmn di' cL,-,cltir"" l' n lfl An;Pn t 1na art 1r11-
lo l"fi :1z11.1cntc los du~pos1L1 os , •
rcprcs . '
ivoR '
del poclor ..a
co 11 C1l HpO~Jt l VOS prod uc-
tÍ\'O~•. rnstt,bndo_ - pnra la l 'gi.tun
. . tl.cl uso dci.., 1",_. vio
nc16n • lcncm • genoc1c,a • J e1e1 te-
rronsmo de Estado- un particular ,, " 1mao-inario
º~ soc 1•.,,1
« ("en .._.
,.,lg o a n d anan
, ", "so-
mos derechos humanos , el silencio es salud") que no sólo legitimó su ac-
cionar en ese m~mento. S:1 productividad y eficacia operaron estribaciones
hastA. _m_uchos anos de~pu_e s de la dictadura y sus prácticas represivas. La
subjetiv1~a~ del terror invis_te aún hoy prácticas jurídicas, políticas, económi-
cas y aru~nicas, dando particular endeblez a instituciones y ciudada nos. En
este _senti~~ se ha pl_anteado la dimensión productiva del poder, más allá de
su dimens1on represiva.

2. Controlar el pasado es gobernar el futuro

Una de las funciones _g.e los imaginarios sociales consiste en la or ganiza-


cióny efaominio del tiempo colectivo sobre el plano simbólico y por ende sub-
jetivo. Interviene en las memorias colectivas para las cuales los "hechos" sue-
len contar mucho menos que las construcciones imaginarias que se producen
al respecto y sin duda operan vigorosamente en la producción de visiones del
futuro, en especial en la proyección sobre éste de temores, riesgos, esperan-
zas y sueños colectivos. 8
En un sentido más general puede decirse que el pasado social no es un lu-
gar al que se accede recordando, sino que debe ser construido, y ésta es una
tarea colectiva. La inte~pretación que una sociedad o un grupo social reali-
cen sobre los hechos vividos construirá su historia. No hay demasiadas posi-
bilidades de conocimiento objetivo de ese pasado; las fuertes confrontaciones
respecto del Holocausto en Europa o con respecto a los desaparecidos en la
Argentina y otros países de América Latina en las dictaduras de los 70 son
debates no sólo sobre cuestiones históricas sino que tienen una importancia
estratégica e inciden en cómo se procesa el presente y en cómo se imagine el
futuro. Participan en tal sentido en las luchas políticas por el sentido.
Desde esta perspectiva los imaginarios sociales y sus procesos de produc-
ción de los universos de significaciones sociales son un elemento central en
la organización y el dominio del tiempo colectivo. La producción de hc~emo-
nía política también implica -entre otras cosas- que un gTupo dctcrnnnado

8. Véase B. Baczk o, L os imaginarw


. - • s soci·ales
, • Memorias y esperanzas colectivas, Buenos Aires,
Nueva Visión, 1991, p. 30.

89
"

l\)~T\' imp,1 iwr ~\l \'t'r~io n im:,g-i n._uin 8obrc e l pnsmlo y/o su P<'rspcctiva rld
fottn-(' dt' ~u 5-ocit'(bd.
I Lly un~1 rcb<'io n ,wcesa rin <.'nlr~ lo que :;~ j ns t,i t~yc _como memoria Y ()
\ll'.1c~:1.d(1. d1..'~alnjadü d(' ('\b: los o/urdos cole:lw os. As1, s1 se ton:ia el c,iompJ1o
l..1L' k-~ dcs:,p~1recido s l'H nuestr o país, la tcona de
los do_s demon ios que fina] .
mcntL' fue b Yersion que consolidó hegem onía en los pnmer os años <le demo-
cr~'l -i~, impuso un relato que natura lizó la idea de que fueron "dos grupos vio-
lentos que> se enfrentaron". Esta constr ucción del recuer do olvida o insignifi.
ca<: -por niv<'la ción- la ferocid ad r epresi va y por ende polític a del t~ITQ!_
ismo
de Estado .11.) Se estable cieron así las bases de legitim ación para treinta años
de impun idad jurídic a para los r espon sables y se crearo n alguna s de la; -con-
diciones de posibi lidad para la reprod ucción de la impun idad en muy diver-
sos planos de la vida institu cional argen tina tanto públic a como privad a.
- A su vez, también puede decirs e que hay una relació n necesa ria entre la
elaboración crítica del pasado y la posibi lidad de recup erar la radica lidad de
la imagin ación política. La falta, aún hoy, de anális is políticos de derrotas,
burocr atizaci ones y/o inviab ilidade s de las propu estas de distint os tipos de
• socialismos" ha agotad o al "progr esismo " que en su mirad a nostál gica por
un pasado lleno de ilusion es de futuro s justos y solida rios no ha podido rein-
ventar su potenc ia imagi nante para reform ular sus prácti cas, anhelo s y pro-
puesta s de una socied ad de libres e iguale s. 11 Ya Georg e Orwel l con gran lu-
cidez afirma ba en 1984 que contro lar el pasado es gober nar el futuro . Es de-
cir que se estable ce una estrec ha relació n entre las posibi lidade s de elabora-
ción de nuestr o pasado y la imagin ación de un futuro más justo.
Los imagin arios sociale s efectiv os o institu idos de una colect ividad for-
man parte de la constr ucción de sus identi dades; compo nen una figuración
totaliz ante de sí misma , marca n su territo rio, delim itan amigo s y enemi-
/ gos, rivales Y aliado s. Del mismo modo constr uyero n, repite n y conser van
los "recue rdos" del pasado y proyec tan hacia el futuro los temor es y las es-
peranz as. En tal sentid o, son unas de las fuerza s regula doras de la vida co-
12
lectiva , dimen sión efectiv a y eficaz de los dispos itivos de discip linami en-
t~, policia miento y_ contro l de una socied ad. Forma n "lo social" y las estra-
tegias ~e desigu alació n y domin ación que produ cen y reprod ucen sus hete-
rogene idades .

9. Véase C. Castoriadis, El alcance de la insignif icancia , Buenos aires, Eudeba , 1997,


p. 103.
10. Véase A.M. Fernánd ez "Má • d
• a . . ' r. e·
qumas e amor Y de guerra: las chicas si.'\".ties", en Del uoto ,eni
nzn~ aL 30'fo. La contmw dad de una Lucha, Buenos Aires, AMMUBA, 2001, p. 59.
11. ldem, p. 61.
12. Véase B. Bazko, ob. cit., p. 28 _

90

......
p

,,sch' In prod11{'('I Oll y la r<'r,rqd 11r;cirí11 dr lo; 1rn , 1~~1nrl •


~ll ~,dn'l\l ll\\('l\1 0.

111:.; ~<1c1:, k~ tomnn u_11_ pnp~\ l'<'t1lrn l cn 101-, proc<' 90 fl socinlr •'{ y f4 1d,1d1· m ; el,.
1c~1t1m:1<.·wn o <lc..""~h'g 1t 1mnc16n clcJ EHtndo y s u~ fcJrntn~ de gnbc-rnnhil1rlnrl

3. La invenc ión colect iva y anóni nia

Lo pbntea do hnsta aquí en la relació n imagin ario socjal- podcr se r efiere


8 los imagi nario~ ociule s ya institu idos que
partici pan de la produc ción y la
reproducción de un modo de_12oder. Conso lidan lo institu ido, anuda n unos de-
seos aunos podere s y -como ya se ha dicho- operan como organi zadores de
sentido establcci.end.o.Jíneas_de demar ca_ción de lo lícito y lo ilícito, lo pcrmi-
t ~O.. helio y lo feo, etc. En rigor, no sólo
líneas de demar ca-
ción sino tambi én de afectac ión, valora ción y _ponderación, que dan forma a
fos anhelo s_x las_pri oridad es de aquell os que integr an un colectivo social. Y
en tañto compa rten criteri os de demar cación , valora ciones , ponde racion es,
anhelos y priorid ades, partic ipan de algún "nosotros" identit ario; la produc-
ción mis~~ ~e difere ntes forma s de perten encia y/o exclus ión afecta los lazos
social'ªs y las inscrip ciones subjet ivas de quiene s integr an o queda n por fue-
ra de un colecti vo social.
Pero los imagin arios sociale s en tanto autoal teració n de lo social-históri- 1
co tienen la propie dad no sólo de conser varse, sino tambié n de transf ormar -
se, invent ando nuevo s univer sos de significaciones imagin arias sociales. Va-
le aquí retom ar la diferen ciació n que estable ce Castor iadis entre imagin ario
social efectivo o institu ido e imagin ario social radica l o institu yente. Desde
ahí puede consid erarse que las concep tualiza ciones de Enriqu e Marí donde
articul a las relacio nes entre los imagin arios sociales, la fuerza o violen cia y
los discurs os del orden abarca n las signifi cacion es imagin arias que confor-
man los imagin arios sociales efectivos y, por tal motivo, consol idan lo insti-
~ido. Son condic ión de lo repres entabl e, institu yen las norma s, los valore s y
el lengua je por lo que un colectivo amplio o restrin gido se institu ye como to- 13
talidad -"el Imper io Roman o", "la Repúb lica Argen tina", "IBM", "el colegio",
"el grupo" - y de esta forma anuda n los deseos al poder.
Pero si se toma la imagin ación radica l, institu yente, es necesa rio subra-
yar que lo hístóricw~social no es estátic o. Si bien alguno s univer sos de signi- 1
ficaciones imagi narias tienen perma nencia s de larga duraci ón, lo históri co- \

l3. Los egresad os de cualqui er edad del Colegio Naciona l de Buenos Aires,
establ<'cimiento de
a esa
~nseñan za secunda ria depend iente de ]a Univers idad de Buenos Aires, cuando se refieren
fiuiste al colegio?'', como si fuera la única escuela secW1da ria
mstilución dicen "el colegio"' "·Vos
l,

existente .

91
,. ♦

1 'll\l \(i\N,\\' IUN \"l)l,l ' L' l'IV¡\ y 1,/\ l'lll ) lll l('(' l(}N 111·'. HUI\.Jl•: ri v rr J¡\ J)

. , . 1ó·'l ' 1eIc~o rcl e n s ocrn


~ú<'lnl e~ pt'\'l\Hlll<'l\k t ran:c; {i_orrrHH:wn • l " se dcRplir•ga CUF1n-
oq,r:.nnz adorc!-1 d e sentido; una revuelta social im li .
<1(1 :1 i ,ll'l'Ct'n ll\ll'\"O!;
.. . t . 1· p ca
- t'ntrc l:1.~ mnch:1s nu'lll\~C$l_:\cl0 n_l'H qu~ mo ~riu~- un p~oceso e 1sruptivo C[Ue
,·it)knta uniYcrso, de ::-1gn1 h_cnc1on~: 1m ag111ana~ soc~nl eH_ preexistentes y
,·pntunlmC'nte d:1 lugar a 1n 1nvenc10n de nuevos 1mag1nanos, que en tal si-
tuacion scran instituyen tes. Como se dijo en el capítulo anterior, la socializ _
cion de los individuos sociales si bien ~niformiza las potencialidades de ~
imagi.nacion radical, nunca logra destrmrla.
Los nuevos organizadores de sentido y las prácticas sociales que los hacen
posibles refieren a lo imaginario radical instituyente que da cuenta de los de-
14
seos que no se anu~~n al pod~r, ~ue _desordenan ~as pr~~ticas, _des~
l los cuerpos, deslegitlman sus 1nstituc1ones. Esta d1mens10n radical de los ima-
ginarios sociales en sus instancias o momentos instituyentes da cuenta de las
lineas d.e fuga de deseos que resisten la captura de los dispositivos de discipli-
namiento social. En tal sentido, establecen la relación entre imaginarios-socii-
les radicales, deseos y producción de ilusiones y esperanzas colectivas. En al-
gunos momentos históricos estas ilusiones y esperanzas colectivas han toma-
do la forma de creencias religiosas o bien de paraísos en lugares lejanos; en
otros, de futuros felices, de utopías políticas, etc. 15 Pero, más allá de las formas
narrativas y/o acciones prácticas que instituyan, dan cuenta de actualizacio-
nes de deseo que operan significaciones y resignificaciones y producen reali-
dad. Ponen en acto potencias colectivas deseantes que desmienten realidades
insoportables, produciendo ilusiones y esperanzas colectivas.
Entre las muchas condiciones en juego para que de unos m omentos de
agitación y protesta se consolide una transformación radical de la sociedad,
es decir, se abran nuevas formas económicas y políticas, no es de las menos
importantes la posibilidad de que sus actores pongan en juego las potencias
de lo imaginario radical, es decir que puedan inventar nuevas prácticas so-
ciales y nuevos universos de significaciones. Estos nuevos imaginarios socia-
les serán en tal momento instituyentes de nuevas formas institucionales, po-
líticas, económicas y subjetivas. En un mismo movimiento colectivo de inven-
ción se instituyen nuevas significaciones, nuevas prácticas, nuevas formas
de organización y transformaciones en los modos de subjetivación. Lo nuevo
colectivo instituyente coexistirá en permanente y conflictiva tensión con lo
• instituido a transformar.
Quiere subrayarse que estos momentos de revolución -el ejemplo paradig-
mático en este punto suele ser la Revolución Francesa- apuntarán a darse

14. Véase A.M. Fernández, "De lo imagin,u-io social a lo imaginario grupal", en A.M. Fernnndez
y J.C. De Brasi (comps.), Tiempo hi:;lórico y campo g rupal, p. 77.
15. Véase B. Baczko, ob. cit., p. 55.

92
-
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de 1ntc,·o inst it ucion Y t'XÍRti r t'n t,lh th• mn.1wra viRibl c. J\ 1 inv<'n tn r - insti
tu, r
..,.._ r ·1rion'·llidudcR lH>liti c·u-; <'C'<l t1 0' 11'·1c ,
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ble1n:\ S. s 11_ n bo~~)S, hin,n o~. E sLa poten cia instit uyen !.<· tc•nclcrft a in s
tit11ir
nrn'Y:1 instlt unon . Es d('ctr que <'Re social im)tj tuyen tP al instit
uirse "se Pn-
m:,~carn. se ~ist::m cia. c:,_tá Y_ª en otra parLc". 11; En tal sentid o, según Ca<:.to
-
riJdis el destin o de iodo lnsbtuycnt e es transf orm arnc en un nuevo j nstitu
i-
do. Es decir que lo im~g inario radica l al instit uir, aun clisrup tivam entc,
nue-
vos m1iYcrso_s de _scnt_1do fm~da i1;stit ución y posici ona las nueva s signif
jca-
cioncs como nnagi nano efecti vo. Este para conso lidars e, mante nerse y repro-
ducirse como "nuev o orden " inaug ur§l a su vez sus propios dispo sitivo s de
po-
der. sus violen cias repre sivas y simbólicas, sus estrat egias biopolíticas
de
discip linam iento y sujeción .17
Los proce sos instit uyentes de nuevo s organ izado res de sentid o han sido
inhere ntes a toda transf orma ción revolu ciona ria de una sociedad. Pero estos
nuevos organ izado res ni son extern os a esa socied ad convu lsiona da ni reem-
plazan a los antig uos de una vez. Son antec edido s por un campo de '
disper -
sión o desor ganiz ación donde el antigu o orden va perdie ndo su capac idad
in-
tegrad ora, se desar ma en tanto sistem a. En la divers idad de acciones políti-
cas, transf ormac iones econó micas , simbó licas y subje tivas propi as de las
si-
tuaciones de insur genci a, se crean nueva s condiciones de posibi lidad para
el
despliegue de estrat egias que reform ulará n las distrib ucion es de los poder
es
y la articu lación de nueva s estrat egias biopo líticas -estra tegias sin estrat
e-
gas- que, a su vez, darán forma a los proce sos de composición y const rucció
n
de otros dispo sitivo s de gober nabili dad, de objetivación, de subjet ivació n,
etc.
En ella conve rgen accio nes políti cas, transf ormac iones económicas, simbó
li- \
cas y subje tivas.
Pero las nueva s inven cione s de sentid o no se circun scribe n a los proce sos
de radica lidad revol ucion aria. Así, por ejemp lo, puede n citars e movim ientos
sociales del siglo :x:x que si bien no se han plante ado "la toma del poder"
han
producido signif icativ as transf ormac iones en los imagi narios sociales:
los
movimientos de mujer es, los movim ientos de los jóven es, el movimiento
eco-
lógico, según Casto riadis , han puest o en tela de juicio signif icacio nes imagi
-
narias centra les de la socied ad instit uida y han institu ido nuevo s sentid
os:
El movim iento de mujer es tiende a destru ir la idea do una relació n
jerárq wca entre los sexos, expres a la lucha do los indi_viduos de sexo fe-
menin o para alcanz ar su autono mía y, como las rclac10nos entre los se-

l6. C. Castor iadis , La institu ción imagin aria de la socieda d, vol. l , p. 192

17• Ve'ase M ,, ll L t lº l d revoluc ionaria
rea11·za
. vove e, a men a ic a , Barcel
. ona,
. Crítica
. -Grijalb o, 1989, donde se
.,
un exhaus t·1vo ana, li sis
· d la configu ración del rmagm ano del terror en la Revoluc10n
e
Francesa.

93
S!ll!.11~'1 IVlí)/\1>
LA l\l \\~IN,\C IÚN ('01.EC 'l'l\lJ\ Y 1.,\ ~0J)U C'C:l(JN IJI•:
-- - -
'lt'·tt·l~
X\l.S ~Ol\ lllll ,
" en toda socicciacl, c1 movimicnLo nrecta toda la vid"u
'
en Jo
:l,ci:d "su~ rl'¡>t'rcw,ionc~ resulLun iucalcu lnblcs. Lo mism o ocurr e
; uc s~ rdic•r c ni cam bio de las rcl:.1cioncs entre las ~:ncr ncion
cs. y al
1 ombre s y pa-
misn1l) tfrmp o muj('l't.'S y jóven es (y por lo tanto Lamb1 en h
,a
<ln,s) se ven obligados a conLinu:u· vivien do de oLra mane ra, a hacer
aria-
bu 8c:u·. a crc~u· ~1lgo. Verdad es que Jo que hacen perm anece neccs
] pero
mcntt.~ intcgrn<lo en el sistem a mien tras que el sistem a existe [...
sos-
al mismo tiemp o el sistem a es socav ado en sus punto s esenc iales de
tén: en las formas concr etas de la domin ación Y en la idea mism
a de la
18
dominación.
s so-
No deber ía circu nscri birse la poten cia insti tuyen te de los imag inario
Hitle r fue
ciales a procesos "r evolucion arios " o movi mien tos "prog resist as".
lterac ión y
w1 poderoso instit uyente. Lo histó rico-s ocial es perm anen te autoa
Gilles Lipo-
en tal senti do es condición de lo histórico-social. Así por ejem plo
posin dus-
vetsky plant eó a principios de los 80, con respe cto a las socie dades
op.e_ ra~o
triale s en las socie dades "de la abun danc ia" -don de el consu mo
ción
nuev a form a de indiv iduac ión-, que se estar ía opera ndo una muta
r--.. una en las
aún en curso de signifi~aciones imag inari as centr ales que fract uran
ernie ntes al
. . . socie dade sdisciplin arias occid ental es las signi ficac iones -conc
sentido del deber, lo públi coy lo priva do, el cump limie nto de las non ~;s~
1 19 Deleuze
leyes, el senti do de nació n, patri a, famil ia, etc. En la mism a línea
es de sig-
plant eaba en 1990 algun as carac teríst icas de estas trans form acion
disci-
nificaciones y práct icas en lo que deno2 minó "el paso de las socie dades
( plina rias a las socie dades de control". º
as de
En inves tigac iones recie ntes hemo s podido comp robar cómo much
de sub-
estas trans form acion es de los unive rsos de senti do y en la produ cción
jetivi dades que estos autor es local izaba n en paíse s centr ales pued en obser-
ento insos-
varse en nues tro país ya en la décad a del 90. Han sido un elem
21

desembocó
layab le del vacia mien to económico, instit ucion al y de senti do que
hemos
en el deno mina do "colapso argen tino" . En Instit ucion es estal ladas
22

18. C. Castoriadis, Los domin ios del hombr e, p. 86.


p. 17.
19. Véase G. Lipovetsky, La era del vacío, Barcel ona, Anagr ama, 1986,
rsaciones, Valencia, Pre-
20. G. Deleuze, "Post- Script um de las socied ades de control", en Conve
Textos, 1996, p. 277.
2 1. ,Yéanse A.M. Ferná ndez Y M. López, "Imag inario s estudi antile s y produ cción de subj~tivi-
Ferná ndez et aL., "Los una-
d~d •~-M. ~ernán dez Y cols., Instituciones estalla das, p. 227, y A.M.
gmano s sociales: del concepto a la invest igació n de campo".
ca debate, Bueno s Aires, Tbe
~!:éa se M. C~hen ! M. G~tm anm, ¿Arge ntina en colapso? Ameri
rollo, 2002.
School Umve rsity-I nstitut o Intern aciona l de Medio Ambie nte y Desar

94
Los l ~I A( : IN,\Hl m, SOC IAU-:s: 1'01 )1-:1(1•:s, Tl-:M l'O llJ\ I.IIJ/\lJE8 Y IJl~SE08

1
. 1 rr::1.do los procesos de vnciainio nto do scntjdo de lo púhlico que acumpnfi a-
d' l . . . 1' . d 1 • .
11H flt,•
, 8 veces antecc ieron os vac rnmicnLos cconóm1cos y po 1t1cos e as 1ns-
ron ) ._ :l:1
·tucioncs del Estado en los 90.
t i En un país de larga tradición cstatista , a muy poco tiempo de as umir Car-
l s Menem su primera presiden cia, grandes rnayoríns considera ban q ue "achj-
c:· el Estado es agrandar la Nación". No sólo se producía n transform aciones
económica s y políticas; se instituía un nuevo imaginar io con relación al E sta-
do. El Estado, más que operar desde el poder de r epresión, operó allí como una
máquina de producción de nuevos sentidos legitimad ores. Es inter esante pen-
sar el carácter instituye nte del período menemis ta si se toma en cuenta q ue
la presencia de este eslogan puede rast rearse ya en la época en que J osé Al-
fredo Martínez de Hoz era ministro de Economí a en plen a dictadur a militar
de 1976. Se habría establecido allí un proceso de insistenc ias en múltiple s y
difusos focos del tejido social que cobra potencia e instit uye sentido hegemó-
nico casi quince años más tarde.

4. Deseos y esperan zas colectivos: psicoan álisis y política

Si se retom a lo plantead o en el apartado anterior respecto de la produc-


ción de esperanz as colectivas, puede pensarse -en acto- un modo desdiscip li-
nario de articul ación de nociones psicoanalíticas en el campo político o en el
dominio histórico-social.
En ''Ya lo sé, pero aún así...", capítulo de La otra escena. Claves de lo ima-
ginario, Octave Manoni toma la cuestión de la producción de creencia 24 s apo-
yándose en dos trabajos de Freud de gran importancia en este punto. Son
"El fetichism o", de 1927, y "La escisión del yo en los procesos de defensa" , de
1938. 25 La elucidaci ón crítica de algunas cuestione s tomadas por Manoni per-
mitirá ejemplificar tanto la dificultad como la riqueza que el psicoan álisis
26
puede aportar para pensar cuestione s colectivas.

23. Véase A.M. Fernández y cols., Institucion es estalladas; particularm ente Introducci ón y Se-
gunda Parte, caps. I-\', donde se exponen intervencio nes institucion ales realizadas en institucio-
nes públicas por la cátedra I de Teoría y Técnica de Grupos, Facultad de Psicología, Universida d
de Buenos Aires.
24- Véase O. Manoni, La otra escena. Claues de lo imaginario , Buenos Aires, Amorrortu , 1979,
pp. 58 y SS.
25~ S. Freud, "El fetichismo", en Obras completas, Madrid, Biblioteca Nueva, 1968, vol. m, p.
SOo, Y"La escisión del yo en los procesos de defensa", ídem, p. 389.
26• Para un desarrollo má-s amplio de estas cuestiones véanse "Notas para la constit ución de W1
~~1_:1P0 de problemas de la subjetivida d", en A.M. Fernández y cols., Institucion es estalladas, p.
b.

95
, N l'OI E<'TIV/\ y 1./\ l 'llOJIUCClÓ N lll~ SU H.J l~TIVIIJl\f)
L.\ 11\!,\l:lNA( ,in • ,

.. . ¡, toma JJO I' .primera vez conocimie nto de la anrtt< ,


El mno cu,rn< < . . • . ' Jrn1a
. . d,. brc In auscncw de pone en 1,1 1ea11cl..1d, pero repudiae e 1
kn\Clll n:\ et-CU . . . • ~ d r •

.1 h realidad Je mfllgc, a lrn e. conservar su creencia en


dc,-mcnt.H o que , l .
~ . .. d falo mnterno. [. .. ] La creencw en a . eXJstencia del 1a1o
¡.1 t>XI"tcnc1.1 e1 •
• • ~ es conserv·ld·i y abandon::tda :1 la vez.; mantiene respccLo a esa,
materno L L • •

. • . tttl'l actitud div1d1da. [...] Lo que ante todo [es] repudio.do es ]et
c1 ecnc1.1 · • . . • . ....
.d ue una realidad mfhge a una creencia.. .. . El fetichista
.
ha
dcsmen t 1 a q '
repudiado la experiencia que le prueba ~ue las muJeres no tienen falo,
pero no conserva la creencia de que lo t~~nen, conserva el fetic~e, por-
que ellas no tienen falo. [... ]_ La reneg~c10n p~r la cual la creencia sub-
• te después de la desmentid a se explica .
segun
. 27
Freud por la persisten-
sis
cia del deseo y las leyes del proceso pnmano.

A partir de allí, Manoni abre dos reflexion~s: una a partir de los aportes
freudianos y la otra desde Lacan. Desde el primero: no hay creencia incons-
ciente. Desde el segundo: la creencia supone el soporte del otro. En función de
esto, para Manoni con los aportes de ambos pensado res se puede dar cuenta
tanto de un fetiche privado como de una creencia colectiva. Hasta aquí pue-
de acordarse pero el problema se presenta cuando enuncia que la renegación
del falo materno trazaría el primer modelo de todos los repudios de la reali-
dad y constituye el origen de todas las creencias que sobreviven al desmenti-
do de la experiencia. Para citarlo en sus propias palabras :

La creencia de la existencia del falo m aterno es el modelo de todas


28
las transformaciones sucesivas de las creencias .

Se presentan , a partir de estas afirmaci ones, dos problema s. En primer


lugar, es necesario consider ar que "descubr ir" que la diferenci a de los sexos
sea insoportable es ya imaginar io. Que la diferenc ia -sexo femenino - tenga
que ser pensada como igualdad deficitar ia -pene amputad o- es una signifi-
cación colectiva, algo producido social e histórica mente y no algo dado. En
realidad, porque la diferencia es significa da colectiva mente como insoporta-
ble es que se hace necesario desment irla y construi r un repudio e inventar
un fetiche.
~ mis~o tie~po,. como el cuerpo teórico no "ve" que hay una construcción
soc1_al ~r~~1~ de s1gruficaciones anterior al "descubr ir" infantil, para sostener
tal inv1s1b1hdad realiza una serie de operacio nes de naturaliz ación. Sin du-
da una •
- • 'fiicativas
de las mas . · •, de
·.r . signi es la naturaliz ación de la infenonz acion
l a d11crcnc1a de los 8 Al tomar como un ya dado algo constnu·¿0 por la
exos.

27. O. Manoni, ob. cit., p. 60.


28. Ibídem.

96
p

i111:11ri n:1ri_ón colc~l~v:~ s,c ~),1c rdc_ ~-por in~_iHibi Iizn<.:ión- ele i ndngrtr In di mrrn-
. l ¡luht1cn de l..1 sC'xu ..tcwn. N mos •y n tnas r10 '"'<•o' lf> ul
.::¡()! ... 1VCf1,trun
i . , 1a C1·I f'Cf CDCJa

•. Q\ll' sut< procesos do s 'xuación no se eomp[ n4,-.r< ,,n 8 1• no logran creer en e1
s1nl 1 . ..., 1.,., ...

defecto fcmcn.mo. .
El segundo problema que qmer e s ubrayarse se refiere a la cuestión del
origen: ¿por qué pen sar ~ue esta producción del niño, o del fetichista, está "cm
el origen·' de la producc1on de creencias?, ¿por qué pensar que la creencia de
1:1 existencia del falo materno es el m odelo de todas las transformaciones su-
cesiYas de las creencias?
Pensar una cuest~ó? -cualq:1iera sea- desde una referencia a su origen
--cualquiera sea- pos1c10na a quien enuncia tal cuestión en un particular mo-
do de pensamiento, que hoy es necesario - por lo menos- interrogar. y no es
una cuestión m enor el h echo de que nuestra cultura conserve -tanto en el
lenguaje coloquial como en el científico- un significativo grado de naturali-
zación-invisibilización de esta temática.
Friedrich Nietzsche h a sido tal vez uno de los pensadores que con más lu-
cidez ha desmontado algunas de las implicancias que se sostienen en esta no-
ción.29 Ella supone que en el origen se encuen tra la esencia exacta de la co-
sa, su más pura identidad cuidadosamente replegada sobre sí misma y pre-
servada de todo aquello externo, accidental y sucesivo. Buscar el origen es le-,
vantar las máscaras de la apariencia para develar lo esencial. ~
Al mismo tiempo el origen esencial supone que en sus comienzos las cosas
estaban en su perfección. La idea de perfección supone no sólo una referen-
cia divina sino que coloca al origen en un lugar de verdad. Esta verdad divi-
na del origen habilita tanto para refutar el error como para oponerse a la
apariencia. 30
Entonces, decir que en el origen de la producción de desmentidas se en-
cuentra la creencia en la existencia del falo materno instituye una verdad
esencial: el defecto del cuerpo de mujer. Transforma en esencial aquello que no ·
es otra cosa que producción histórica de las significaciones imaginarias que
instituyen lo propio de hombres y mujeres. Si es esencia y es verdad, es un ya ,
dado universal. Este ya dado para el psicoanálisis no será biológico sino in-
consciente. Considerar como ya dada una construcción imaginaria, sociohistó-
r:ica, no sólo crea condiciones de esencialización de la diferencia sexual sino
que impide al psicoanálisis interrogarse por semejante r areza de la cultura.

29 -Véase M. Foucault, "Nietzsche, la genealogía, la historia", en Microfí~ica _del poder, p. 10. Mi-
gu_el Morey considera que uno de los arandes méritos de Foucault ha sido, Junto a Georges Ba-
taille, actualizar
. b
la lectura de Nietzsche; • •
"La e.xpenencia Foucault" •
;º·oc1ales
_En esta primera parte se retomará el problema del origen en el capítulo 7 "Los imaginarios
y la . . , il . 1 •, "
psique: una dif1c articu ac1on .

97
LA 11\1/\GINACIÓN COLECT lVi\ Y LA PRODUC C IÓN DE SURJETI VIDJ\D

Asimismo, cuando se afirma que es el origen de la produc ción de creen-


cias, psicologiza, es decir, ofrece una narrativa psicológica para explica r com-
plejos procesos religiosos, cultur ales, políticos. Si explica, traspa la. Si expli-
ca y traspa la, produc e ideología.
Sería más pertin ente afirma r que el psicoa nálisis permi te entend er las
condiciones por las cuales el sujeto de deseo - términ o teórico , no las perso-
nas indivi duales - puede constr uir creenc ias que desmi entan la realida d. Da
cuenta de la potenc ialidad de la subjet ividad de repud iar una realida d sinies-
tra, de desme ntirla produc iendo una creencia, un fetiche , una ideología, una
utopía , etc. Es decir, hace intelig ibles las condic iones de la subjeti vidad por
las cuales el sujeto de deseo -en tanto tal- puede constr uir creencias que des-
( mienta n una realida d insopo rtable.31
Esto es diferen te de aplica r una narrat iva "psicol ógica" sobre el origen, que

• explica el modelo del traum a del descub rimien to de los sexos a los
acontecimientos colectivos;
• natura liza que el "descu brimie nto" sea un traum a, e
• identifica un tipo particu lar de traum a, en función del a priori de lo
Mismo.32

Como diría Judith Butler: ''Parec e crucial resisti rse al mito de los orígene s
33
interiores, comprendidos ya sea como natura les o fijados por la cultura". 1

En realida d, los dos pr oblemas que el texto de Manon i plante a: n aturali- t


insopo rtable y pensa r la verdad por el origen,
1 zar la diferen cia sexual como
son tributa rios de un modo binari sta de pensar las diferencias de antigua
tradición en la cult ura occidental, por la cual se esenci aliza la diferencia y se
naturaliza la desigu aldad social. Éste no es un "error" de Manoni, o del psi-
coanálisis; se in scribe en un modo de constr uir los conceptos -pero también
el mundo - en términ os binarios.
Recapitulando: para pensar la producción de espera nzas colectivas se ha
resalta do el impor tante aporte del psicoa nálisis que estable ce la capacidad o
la potencia de la dimens ión deseante de desme ntir realida des insoportables
produc iendo creenc ias colectivas. Un modo partic ular de organización de la
potencialidad de invención imagin ante de creenc ias ha sido la creación de

rio
31. He desarrollado más extensa mente esta cuestión en "Del imagina rio social al imagina
grupal", en A.M. Fernánd ez y F. De Brasi (comps.), Tiempo históric o y campo grupal.
ez, La
32. He desarrol lado en extenso la cuestión de "el a priori de lo Mismo" en A.M. Femánd
mujer de la ilusión, pp. 27 y ss.
33 • J . Butler, "Probl~n:ias de los géneros, teoría feminis ta y discurso psicoanalítico", L. ¡,.;ichol-
son (comp.), en Feminis mo/ Postmodernismo, Buenos Aires, Femina ria, 1992.

98


Los Jl\lAGlNAIUOS SOC.:IALES: l'OlJlfüES, Tl•:MPOH/\LJDi\fJJ:S y IJF.SEOS

utopias. Según Bronis law Baczk o, éstas han t ransit ado en la moder nidad
- desde el célebr e texto Utopía de Tomás Moro- de los paraís os en geogra fías
34
lejanas a la ciudad futura y de la literatura a la política.
Podría decirs e que las ut opías políticas liberta rio-igu alitari as que sostu-
vieron las revolu ciones de los siglos XIX y XX fundie ron las potenc ias de las re-
vueltas con una específica ut opía revolu cionar ia que cobra status de funda-
mento a partir del marxi smo. En esta amalg ama, las n arrativ as utópic as ad-
quirier on el dinam ismo de la r evuelt a. A su vez las revuel tas adquir ieron, a
través de las utopía s, direccionalid a d. Esa amalg ama entre la potenc ia de la
revuelta y la direcci onalid ad utópica fue inter pela da por Georg es Sorel,
quien ya en 1908 en su crítica al mar xismo señala ba que en este acople se
crearían las condiciones de posibi lidad de los discipl in amien tos de las revuel-
35
tas, de la burocr atizaci ón de los proces os revolu cionar ios.
A partir de los aporte s que se han puntua lizado podría suponerse que los
imaginarios y las prácti cas revolu cionar ios que se desple garon desde la Re-
volución Franc esa hasta la caída del muro de Berlín , actual mente en franco
agotamiento, estarí an dando cuenta de la desart iculac ión de u n modo histó-
rico de conexión entre la potenc ia de la revuel ta y un tipo de utopía liberta-
rio-igualitaria .
Pero como las realid ades insopo rtables no cesan, queda la in certid umbre
de poder anticip ar qué otras invenc iones imagin antes articu larán las dimen-
siones desean tes en su produc ción de espera nzas colectivas. Es decir, en cuá- ,
les narrat ivas se encarn arán tales potenc ias desean tes de los colectivos hu-
manos. Si este tipo de utopía liberta rio-igu alitari a ya no direcc iona la revuel-
ta, ¿qué le dará direcc ionalid ad?, ¿en qué tipos de narrat ivas se conec tarán o
agenciarán las revuel tas con sus potenc ias? De ser así, si no arman sistem as
de creencias, ¿cómo transi tarán los males tares de las realid ades insopo rta-
bles?, ¿el increm ento de violen cias "perso nales" podrá estar en relació n con ')
el agotamiento de radica lidade s polític as?
El fundam entalis mo islámi co en el mundo árabe actual estarí a dando
cuenta de la inagot able capaci dad de amalg amar realida des insopo rtables , ac-
ciones políticas e imagin arios sociales. En estos casos, ya no se trata de uto-
36

pías igualit arias sino de creenc ias religio sas, sin lugar a dudas de fuerte
amalgama y gran capaci dad de genera r una implicación de adhesi ón molar

34. Véase B. Baczco, ob. cit., pp. 55 y ss.


35• Véase G. Sorel, Réfl,exions sur la violence (París, 1908), citado por B. Baczko, ob. cit., p. 75.
36• El fundamentalismo islámico no es el único movimiento que actualiz a el recurso de la fe; las
Bush,
guerras de la ex Yugoslavia la guerra de Irak, el fundam entalism o religioso de la casa
thambién dan cuenta de los d~spliee 0
ues actuales de fundam entos religiosos que "la modern idad"

abí unagina
ª do superad os.

99
l.A 1t-.L\~~1N \ C IÚN ('()1,1-:l'T lV,\ Y LA l 'IHJllUC'CIÓN llE HlJ I\.Jr,TIV
ILJAI>

(fnnd: ,nwnL ,li!-m o). Mús nllú de lnH prC'vc ncion cs q_ue c~Las ~ueva s-vicju
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ma$ de :u-ticnl:., ción de r0alic bclcs insopo rtable s e 1mag1 narws colect ivos
pre .
Yf,quen. ¿que es lo que insü;t o tanto en las am algam as utópic as como en
l~s
rclig-ios~,s?:

• la capac idad o poten cia de la dimen sión desea nte de los colectivos de
'l
desm entir realid ades insop ortables;
?
• la tende ncia a la produ cción colectiva y anóni ma de encar nar esa PO·
o
tencia en produ ccione s mítica s que funda ment en y den direccionalidad
a las accion es que inten ten rever tir el conflicto o malestar social, y
• las perm anent es trans forma ciones histór icas de las moda lidade s for.
O
mas que las amalg amas que funde n r evuel tas, accion es, polític as y es-
peran zas colect ivas puede n instit uir.

Es decir, insist e una posib ilidad o poten cia de los colectivos que t oma di-
ferent es forma s socioh istóric as. Esta articu lación entre poten cia y forma
da-
rá una especificidad, una partic ularid ad que no puede ni debe esenc ializar
se
y que habrá que elucid ar en cada caso. Su esencial.ización podrá induc
ir tan-
to la incap acidad de r egistr ar sus transf ormac iones (izqui erdas clásicas)
co-
mo de decre tar que los sueño s colectivos han muer to (posmodernismo).
No
registrar sus trans forma cione s esteri liza las prácti cas políti cas; decre tar
que
los sueño s colectivos h an muer to vuelve inviab les, por innec esaria s o desac-
tualiz adas, l as prácti cas políti cas colect ivas que prete nden transf ormar
las
realidades insop ortabl es.

En este capítu lo han querid o subra yarse , básic amen te, tres cuestiones:

• la capac idad histór ica de trans forma cione s de los imagi nario s sociale
s
que partic ipan en las esper anzas colect ivas;
• la capac idad histór ica de tran sform ación de los modo s de amalg amar
los males tares colectivos, sistem as narra tivos y prácticas colectivas, Y
• la neces idad de traba jar con opera cione s de decon strucc ión (lógica de
la difere ncia) y genea logiza ción (anál isis de la noció n de origen) en los
aport es de un cuerp o teórico, en este caso el psico anális is, para ~on~r
a traba jar sus nocio nes en la dimen sión socioh istóri ca. Este cnten o
opera aquí como recau do de métod o para no psicol ogiza r l o social.

La opera ción por la cual se psicol ogiza el aport e del psico anális is para
pensar un proce so colectivo hace que se pierd a la posib ilidad de utiliz ar
t eonza
• · _sus
• logiza~
c10nes para pensa r los proce sos de subje tivaci ón -no de psico

100
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Cll'" del n1i~rno. Se p~icolog i:'a cu a ndo par


a pcmrn.r nrocc809 incon ,<:ir•ntP-:; o
tk~e~\nk ~ ~l' 0~np!c~,n nar ral, vaH o rela tos en
clnvc de cien tific1dnd pPro r¡ut~
n.'ft ~1ur:m un 1nd1 vlcluo Y, en ta
l sen t ido, colocan en lérm jnos más o m~n<Jd
"c\cnt lficos·· cul' slio ncs del sen tido com ún y,
por lnn lo, mer as reproducciones
de imagi.n arios -en cst ' caso ele gén ero- in~i
itui dos. Curmdo se sf'ñ aló que
··sujeto de deseo" es un térm ino teórico y por
tant o no refiere a atri but os de
pl'rsonas indi vidu ales , ~e e~ta blccía una dist
inci ón imp rescindible par a ha-
cer posible, des de un cnt eno que se desm arq
ue de psicologismos, las arti cu-
laciones entr e '·des eo" Y ''his tori a". Par a ello,
en la mis ma oper ación, se des-
trrr itor iali zan con cep tos que la divi sión en "fac
ulta des " había disciplinado.
De este modo se inte nta rec upe rar su pote ncia
enu ncia tiva par a pen sar al-
runos pro blem as de otro mod o. Se ha pre sen
tado aqu í, brev eme nte, la labo r
:1ucidativa que pon e a trab aja r noc ione s teór
icas en la caja de her ram ient as
y las vuelve efic aces -fu era de su sist em a-
par a la inda gaci ón conceptual de
w1 prob lem a a pen sar.

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