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ANALISIS GEOGRÁFICO DE LA CONSTRUCCIÓN SOCIAL DEL ESPACIO ARGENTINO

A lo largo de la historia el paisaje argentino se ha transformado tanto en las ciudades como en el campo. Las
relaciones que nuestra sociedad establece con las otras sociedades del mundo producen cambios en la organización
del territorio argentino. Al mismo tiempo los actores sociales locales (privados y estatales) ejercen y articulan sus
poderes con distintos niveles de influencia y completan el panorama de la realidad espacial que analizaremos.
La organización del territorio es el resultado de un largo proceso de poblamiento, valorización de recursos naturales
y desarrollo de actividades productivas. Las distintas etapas económicas han sentado las bases de diversos procesos
sociales, económicos, naturales y culturales con rupturas y continuidades, que nos servirán de herramienta para
analizar el presente y proyectar posibilidades futuras del destino de nuestro país.

ETAPA AGROEXPORTADORA (1880-1930)

En esta época a nivel mundial el capitalismo liberal alcanza su auge y es asumido por las elites dominantes
americanas como el único camino para el progreso. En el marco de la división internacional del trabajo la Argentina
se especializa en la producción de materias primas (cueros, lanas, carnes y cereales). Por el hecho de quedar
postergado el desarrollo industrial, en nuestro país se afianzó un modelo dependiente. Los países centrales se
dedicaban a la producción de bienes industriales y demandaban alimentos para su creciente población y otras
materias primas para transformar en sus industrias. Por otro lado, los países periféricos (como Argentina)
exportaban esas materias primas e importaban productos manufacturados (textiles, herramientas, etc.) de los países
centrales.
La propiedad de la tierra rural se había concentrado en pocos dueños, dando origen a grandes estancias. Esta
concentración de la propiedad de la tierra impidió la instalación de pequeños productores en la región pampeana.
Solo podían hacerlo durante períodos cortos en los que alquilaban tierras y practicaban la agricultura.
El modelo agroexportador profundizó las desigualdades entre el espacio pampeano y otros espacios geográficos del
territorio nacional. Mientras crecía la economía pampeana, la mayoría de las economías regionales se estancaban o
empobrecían. La Ciudad de Buenos Aires consolidó su hegemonía económica y política gracias al puerto, la aduana y
al hecho de convertirse en 1880 en la Capital del país.
Los adelantos tecnológicos produjeron diversas modificaciones en la forma en que estaba organizado el espacio
geográfico:

 la modernización de los medios de transporte acortó las distancias entre las áreas de producción y las de
consumo (el ferrocarril abarató los costos del transporte de cereales y los buques permitieron que las carnes
llegaran a Europa en mejor estado);
 el frigorífico resolvió el problema de la conservación de la carne (ya en 1876 se había realizado el primer envío
de carne a Europa en un buque frigorífico);
 se mejoró genéticamente el ganado, cruzando razas autóctonas con razas importadas (Shorthorn, Hereford,
Aberdeen Angus) que respondían al requerimiento de calidad y gusto de los consumidores europeos;
 el alambrado permitió delimitar la propiedad privada (ya desde 1873 en las publicaciones de la Sociedad Rural
Argentina se recomienda a “los estancieros ricos” alambrar sus campos).

El ferrocarril fue el principal elemento de ocupación del espacio al ser el nexo entre las estancias y el puerto,
llevando a los inmigrantes europeos (mano de obra rural barata) al interior y transportando materias primas hacia el
puerto de Buenos Aires. El trazado ferroviario fue radial y concéntrico en el puerto, por lo que debilitó el
intercambio comercial entre las distintas regiones del país y perjudicó a las producciones artesanales del interior
que no pudieron soportar la competencia de los productos extranjeros.
Las inversiones inglesas se concentraron en las tierras fértiles de las Pampas y en particular en la infraestructura de
la ciudad-puerto de Buenos Aires. Se profundizaron las desigualdades económicas y espaciales entre las distintas
regiones del país.
La crisis económica mundial de 1929 afectó negativamente al modelo agroexportador, ya que las grandes
potencias cerraron sus economías para tratar de recuperarse, lo cual disminuyó la demanda de materias primas y
consiguientemente su precio. Al contrario, los precios de las manufacturas aumentaron.
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EL MODELO DE INDUSTRIALIZACIÓN POR SUSTITUCIÓN DE IMPORTACIONES.
PRIMERA ETAPA. LA INDUSTRIA NACIONAL. (1930/55)

La crisis del 30’ mostró la vulnerabilidad del modelo anterior fuertemente dependiente del mercado externo. El
deterioro de los términos de intercambio limitó la capacidad de importación de la Argentina que debió reemplazar lo
que compraba por producción nacional.
La crisis del sistema capitalista mundial provocó cambios en el modelo de desarrollo nacional. Al disminuir su
actividad los países centrales redujeron sus importaciones de alimentos, porque disponían de menos capital para
pagarlas. Así, la Argentina, obtenía menos divisas por sus exportaciones. La falta de divisas y de bienes
manufacturados hizo necesario que los bienes que hasta entonces se compraban a otros países, se comenzaran a
producir en la Argentina. Se comenzó entonces a sustituir la importación de bienes industriales de otros países por
la producción en el país de la misma clase de bienes.
La presencia de una mano de obra barata producto de la crisis económica y de una producción rural sin mercado
comprador, favoreció el despegue industrial. (Si bien, existían industrias -como el frigorífico- y pequeños talleres
vinculados al modelo anterior, se lo considera despegue por el salto cualitativo y cuantitativo que tuvo la actividad
industrial en esta cuarta etapa).
Los cambios políticos e ideológicos fueron importantes. La sociedad reconoció la necesidad de alcanzar la
“independencia económica” y la posibilidad de que el Estado interviniera en la economía para alcanzar tal fin.
La sustitución de importaciones industriales se caracterizó por:

 se establecieron aranceles aduaneros altos que protegían la producción interna (proteccionismo*),


 se subsidió (con créditos blandos) a las empresas de capital nacional,
 se nacionalizaron compañías extranjeras (ferrocarriles, energía eléctrica, gas),
 se crearon nuevas empresas estatales.

* Las políticas proteccionistas: cuando un producto de otro país es más barato que el nacional, debido a que se
fabrica con menores costos en ese país, se le aplica un impuesto a la importación (arancel), de modo de hacerlo más
caro, para que en el mercado interno iguale o supere el precio del producto nacional. De esta manera, los
consumidores comprarán el producto nacional antes que el importado y se asegura así que la industria pueda seguir
produciendo.

Para la localización de las fábricas se eligió como criterio la ubicación de las mismas en la zona de consumo: Ciudad
de Buenos Aires y primer anillo del Gran Buenos Aires: San Martín, Lanús, Avellaneda, etc. De este modo, no
predominó la localización en la zona de producción de las materias primas (Resistencia, Posadas, etc.). Esto generó
sobreconcentración industrial en Buenos Aires que, repetía a escala nacional el modelo centro-periferia, recibía las
materias primas del interior rural y se las devolvía como manufacturas (del mismo modo que la relación Argentina-
Inglaterra en el modelo agroexportador).

El modelo peronista se apoyó en el mercado interno para lo cual se realiza una estrategia redistributiva del ingreso
que aumentó el poder de compra de la gente.
El progresivo aumento de la actividad económica hacia fines de la década del cuarenta incrementó la demanda de
todo tipo de productos, en particular la de bienes de consumo (alimentos, vestimenta) y la de bienes de consumo
durable (heladeras, cocinas, bicicletas). Las industrias livianas (alimenticia y textil) fueron las más desarrolladas.
Progresivamente el despegue industrial se fue ampliando a otros rubros.
El estancamiento de las economías rurales del interior del país y las mejores condiciones del trabajo industrial
motivaron una fuerte corriente migratoria del campo a la ciudad. Desde la crisis del 30’ comienzan a formarse
“villas miseria” en el Puente Alsina y Dock Sud con la masa de trabajadores desocupados y aquellos que llegaban por
el éxodo rural. Los asentamientos obreros crecieron en torno a las fábricas localizadas en los partidos bonaerenses
que forman un anillo alrededor de la Capital Federal.
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INDUSTRIALIZACIÓN POR SUSTITUCIÓN DE IMPORTACIONES.
SEGUNDA ETAPA. EL DESARROLLISMO Y LA INDUSTRIA MULTINACIONAL. (1955/76)

La industria nacional entra en crisis pues no consiguió producir en el país la maquinaria y los empleos necesarios
para ampliar la capacidad productiva y asegurar un crecimiento autosuficiente. A la vez, la industria orientada al
mercado interno, no logró competitividad para intervenir en el mercado internacional. De esta manera, las
exportaciones argentinas, continuaron basándose en los productos agropecuarios.

“Este período estuvo enmarcado por la expansión moderada de la economía. Las mejoras logradas en materia de
desarrollo industrial y comercial tuvieron como destino el mercado interno. El sector agropecuario continuó
solventando la provisión de divisas para la importación de insumos. En materia de planificación económica
actuaban dos organismos: el Consejo Federal de Inversiones y el Consejo Nacional de Desarrollo. Por su parte, la
certeza de que el Estado debía promover el desarrollo científico y tecnológico llevó a la creación del Instituto
Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), del Consejo
Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA)”.
(Ajón, Andrea. 2002)

Para completar la sustitución de las importaciones se requerían inversiones y se recurrió al capital extranjero
aportado por las poderosas empresas multinacionales (Ford, Bayer, etc.). Llegaron amparadas por la nueva
legislación de radicación de capitales, generaron empleo, pero se caracterizan por repatriar sus ganancias al país de
origen. En forma creciente la Argentina queda bajo el área de influencia de los Estados Unidos, potencia emergente
de la guerra, “que reemplaza a Inglaterra como metrópoli”.

Se desarrollan las industrias pesadas, en particular la de los bienes intermedios (metalúrgica, química) y la de los
bienes de capital (vehículos, maquinarias). Las industrias más representativas fueron: las ligadas a la extracción de
petróleo, siderurgia (acero), automotriz, química, farmacéutica y de maquinarias. La industria creció y se diversificó.
Hubo desarrollo tecnológico y capacitación de la mano de obra.

Las industrias mantuvieron las pautas de localización, reafirmando el crecimiento del segundo anillo del Gran Buenos
Aires (Tigre, Moreno, Berazategui, etc.). Sin embargo, desde el punto de vista de la localización geográfica, este
período se caracterizó por la desconcentración territorial de las industrias, que se asentaron en particular en Santa
Fe y Córdoba. Un área fue el cinturón que rodea el río Paraná (Campana, San Nicolás, Villa Constitución y Rosario,
estas dos últimas en Santa Fe), otra el Gran Córdoba que creció por la radicación de plantas automotrices y talleres
ferroviarios. Como las fábricas eran de gran tamaño exigieron mucho espacio, se ubicaron en la periferia de las
grandes ciudades y favorecieron el proceso de expansión urbana.

Su tamaño y su perfil tecnológico, las diferenciaba de las industrias livianas creadas en la etapa anterior y se produjo
una división entre grandes empresas dinámicas y pequeñas industrias nacionales.

Esta etapa estuvo signada por crisis económicas e inflacionarias motivadas por los desequilibrios en la balanza de
pagos. Los conflictos sociales (Cordobazo) y la inestabilidad política, caracterizaron una época marcada por el
militarismo, en el que alternaron en el poder dictaduras militares nacionalistas y liberales y democracias débiles.
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EL MODELO DE VALORIZACIÓN FINANCIERA.
LA APERTURA ECONÓMICA y EL NEOLIBERALISMO (1976 al 2001)

El contexto internacional

La Argentina había logrado un importante desarrollo industrial a partir del proceso de sustitución de importaciones,
y aunque no se podía comparar con los países del Primer Mundo, la producción industrial cubría gran parte de las
necesidades del mercado interno. Este proceso sumado a las políticas keynesianas que inauguró el justicialismo,
permitieron el desarrollo de una clase obrera estable, con muy baja desocupación, y consciente de sus derechos
sociales.

Sin embargo la crisis económica de 1973 llevó a un replanteo a nivel mundial del modelo económico industrialista y
keynesiano que también afectó a la Argentina. Las empresas multinacionales que operaban en todo el mundo,
comenzaron a desmantelar parte de las industrias y a utilizar ese capital en inversiones financieras, es decir
invertir el dinero en actividades bancarias y en acciones. Los sectores más concentrados del capital observaron que,
por ejemplo, prestar dinero a países que lo necesitasen cobrando intereses muy altos, era un negocio mucho más
rendidor que mantener las inversiones en la producción industrial, pues se trataba de un contexto de crisis, en el
que la capacidad de consumo de la población mundial se estaba achicando.

El contexto internacional de la década del 70’ estuvo enmarcado por el crecimiento acelerado de los recursos
financieros, es decir que había dinero “flotante” en el mercado mundial (por ejemplo los petrodólares). Esto alentó
un política de préstamos internacionales muy liberal dirigida a los países del Tercer Mundo, como Brasil, México y la
Argentina que aumentaron sus deudas con los organismos financieros internacionales (Fondo Monetario
Internacional, Club de París, Banco Mundial).

El modelo se denomina valorización financiera porque las inversiones financieras se hicieron más rentables que las
inversiones productivas, es decir que se generaron condiciones para ganar más dinero con la compra y venta de
diversos activos financieros (títulos, bonos, depósitos, etc.) que con las inversiones en maquinaria y equipos para la
producción. Las principales características del modelo son la apertura comercial y financiera (libre importación,
libre flujo de capitales a través de las fronteras), la reducción del papel del Estado en la economía mediante la
privatización de empresas y servicios públicos, y la flexibilización laboral.

La reestructuración económica durante la dictadura militar

El terrorismo de Estado que los militares emplearon durante el Proceso de Reorganización Nacional (1976-1983) se
comprende mejor si analizamos la política económica que llevaron a cabo, a través de su ministro de economía José
Alfredo Martínez de Hoz. Este, tomó una serie de medidas económicas que apuntaban a transformar la Argentina
de acuerdo a los dictámenes de los centros financieros internacionales. Era necesario disminuir la producción
industrial, liquidar parte de las industrias y utilizar el capital obtenido en la inversión financiera. Para lograrlo eliminó
el proteccionismo dando lugar a una importación masiva e indiscriminada de productos industrializados. Esta
importación provocó el quiebre de muchas industrias nacionales que no podían competir y un proceso de
concentración industrial. Además solicitó a través del Estado, préstamos a los centros financieros internacionales
que estaban destinados a la especulación financiera, dejando al país enormemente endeudado. Hacia fines de la
dictadura, el 17 de noviembre de 1982, se llevó a cabo la estatización de la deuda de los grandes grupos
empresarios privados. La deuda estatizada ascendía a USD 14.500.000.000.- La mayoría de los préstamos contraídos
por las empresas privadas que generaron dicho monto, se trataban de meras registraciones contables entre las casas
matrices y las sucursales radicadas en Argentina, es decir, auto-préstamos y maniobras fraudulentas. Ver video de
propaganda de la Dictadura para justificar el abandono del proteccionismo:
https://www.youtube.com/watch?v=Ys9GlRowehI

Pero todas estas medidas no se podían lograr sin afectar las condiciones de vida de los trabajadores, pues esta
política generaba desocupación por el cierre de fábricas y un gran endeudamiento externo. La solución que
encontraron los militares fue eliminar toda forma de oposición a sus proyectos tanto políticos como económicos,
pues para ellos era necesario desmantelar la posible resistencia de la sociedad civil a un modelo económico
antipopular.
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En el período 1976/1982, la producción industrial cayó en un 11% y el empleo en el sector disminuyó un 37%. Esta
situación no logró ser revertida en años posteriores sino que, por el contrario, en 1990 la producción industrial era
aún un 2% inferior a la de 1970.

La reestructuración económica se caracteriza por que las medidas económicas adoptadas apuntaron a poner en
marcha un modelo que liberara las trabas tanto para el comercio exterior como para el funcionamiento interno. Se
consideraba que el mercado era el natural mecanismo de asignación de recursos. El Estado disminuía su
participación en la regulación económica y abandonaba el papel intervencionista que había prevalecido durante
varias décadas.

La economía argentina comenzó a estancarse y a declinar. La dictadura militar que ocupó el poder (76-83) redujo
los salarios y beneficios sociales de los trabajadores y afectó los intereses de los pequeños y medianos
productores rurales e industriales. Las transformaciones de la dictadura sólo beneficiaron a un grupo reducido de
grandes empresas de capital nacional y extranjero.

Al finalizar la dictadura, la deuda externa había aumentado un 449%. La misma había ascendido de 8.200.000.000
en 1976, a 45.000.000.000 en 1982. El armamentismo (conflicto con Chile / guerra de Malvinas) y las construcciones
faraónicas (autopistas inconclusas y estadios mundialistas) son parte de esa deuda. Se estimuló el uso financiero del
dinero, fue el auge de las mesas de dinero. La cultura de la especulación (“plata dulce”) fue reemplazando a la
cultura del trabajo.

“Al fortalecerse el sector financiero, cambiaron las relaciones de poder establecidas en las etapas anteriores. Las
tasas de interés aumentaron, y los depósitos en las cuentas bancarias se multiplicaron. Esto llevó a que fuera más
rentable especular con el dinero que realizar una inversión productiva. Algunas de las medidas aplicadas
garantizaron la absoluta libertad de movimiento del capital extranjero. A partir de 1977 se diseñó una política
financiera basada en la ausencia de controles estrictos por parte del Banco Central. La especulación se alentó hasta el
punto que los capitalistas del extranjero que invertían su dinero en plazos fijos obtenían en la Argentina un
rendimiento mayor que en el mercado internacional. Si, hasta 1976 el Estado había sido el único demandante de
préstamos externos, en esta época se agregaron las empresas privadas de los grupos económicos nacionales como
las grandes empresas transnacionales concentradas en el país. En 1982, el Estado se hizo cargo de las deudas
contraídas por estos grupos privados, así la deuda externa de origen privado, se estatizó”. (Ajón, Andrea. 2002)
En síntesis, se abrió el mercado nacional al ingreso de manufacturas importadas lo que dejo fuera de competencia a
muchos establecimientos industriales argentinos. Para combatir la inflación se eliminaron las restricciones a la
importación de bienes manufacturados del exterior. Se mantuvo un tipo de cambio fijo con un dólar barato. Al no
poder competir muchas fábricas cerraron.

Se fue generando una sociedad dividida entre ricos cada vez más ricos y pobres cada vez más pobres, mientras
buena parte de los sectores medios fue ingresando a la categoría de nuevos pobres.

La actividad ferroviaria tuvo una inflexión en 1960, comenzando así una lenta pero indefectible desarticulación del
sistema. La aplicación del Plan Larkin, bajo influjo del Banco Mundial, intentó reemplazar ramales ferroviarios por
transporte automotor para suprimir el déficit y reducir el deterioro ferroviario; la consecuencia inmediata fue que
vastas zonas del país quedaran sin transporte. El plan se suspendió tras 42 días de huelga. De allí en más, los
indicadores de evolución fueron negativos y las expectativas, poco favorables; ello hizo posible que con la llegada del
gobierno militar en 1976, se retomen los ajustes sobre la red de vías, reduciéndola a 34.000 km y desapareciera
buena parte de las estaciones ferroviarias del país. Es notable la caída en el número de pasajeros interurbanos a
partir de 1965 (no así en cuanto a masa de tráfico- pas/km) dada una progresiva desactivación de trenes de alcance
más local en una primera instancia. Al promediar la década de los setenta, la reducción se vuelve ostensible en el
total de pasajeros transportados.
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Pasajeros Interurbanos 1970-2014. Fuente: CNRT- serie 1994-2014. FFCC. Argentinos – serie 1970-1992.

Perspectivas económicas en tiempos de democracia

Los gobiernos democráticos que sucedieron a la dictadura no lograron modificar la estructura económica heredada.
El modelo económico priorizó la estabilidad de la moneda, la disminución de los gastos del Estado (en el área de la
salud, educación y vivienda) y una mejora de la colocación de los productos argentinos en el exterior.

El “Consenso de Washington” es un documento que resume las principales recomendaciones de inspiración


neoliberal, que los organismos multilaterales de crédito, hicieron a países periféricos a principios de la década de
1990. Las recomendaciones de reforma del Consenso fueron las siguientes: obtener superávit fiscal para pagar la
deuda externa, reorientar los gastos del Estado, reformar la estructura tributaria, establecer un tipo de cambio
unificado y libre, liberalizar el mercado financiero y el comercio, abrir la economía a la inversión extranjera
directa, privatizar las empresas estatales, desarrollar políticas de desregulación y fortalecer el derecho a la
propiedad. Ver: https://es.wikipedia.org/wiki/Consenso_de_Washington

Las áreas industriales tradicionales (Buenos Aires, Rosario y Córdoba) sufrieron procesos de desindustrialización.
Muchos barrios de las ciudades industriales entraron en crisis al desaparecer el factor que les dio origen: la fábrica.
En ellos se observan procesos de deterioro y degradación de la calidad de la infraestructura urbana. En muchas
fábricas abandonadas funcionan actualmente dependencias de servicios (por ejemplo la Facultad de Filosofía y
Letras de la UBA está ubicada en lo que fuera una fábrica de cigarrillos y la sede Drago del Ciclo Básico Común en lo
que fue la Chiclets Adams). Otros espacios fabriles fueron ocupados por “shoppings” (Wall Mart en la Grafa en Villa
Pueyrredón, Carrefour en la General Motors en San Martín, etcétera).
Muchas empresas se refugiaron en las ventajas que ofrecían los regímenes de promoción industrial. Los principales
incentivos son:

 exención en el pago de impuestos aduaneros, que permiten a las empresas importar materias primas y equipos
de producción sin abonar aranceles de importación,
 exención del pago de luz u otros servicios e impuestos,
 créditos baratos y largos períodos de reintegro.

Por ello muchas empresas se trasladaron a Tierra del Fuego creando muchos puestos de trabajo que generaron
corrientes migratorias, y a La Rioja, San Luis y Catamarca reteniendo la población que estas provincias
tradicionalmente expulsaban. Esto desaceleró la histórica tendencia a la concentración del área pampeana.
Paradójicamente, las diferencias regionales se han reducido, pero no por las mejoras en las regiones más pobres,
sino por el deterioro de las más desarrolladas.
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Una de las medidas aplicadas en 1991 fue el Plan de Convertibilidad, que estableció la paridad entre el peso y el
dólar estadounidense (un peso era igual a un dólar). Se implementó también un conjunto de políticas conocidas
como Reforma del Estado, que incluyó las privatizaciones de las empresas públicas, la descentralización del Estado
y de la Administración Pública, así como reformas administrativas en el área de la recaudación de impuestos.

 El proceso de privatización de empresas públicas: el Estado cambió radicalmente su papel. Conforme a los
requerimientos del ajuste, fue desprendiéndose gradualmente de sus empresas. Se suponía que a partir de
esto se obtendría un ingreso que se destinaría a pagar intereses de la deuda. Sosteniendo que las
privatizaciones apuntaban a una modernización, y en consecuencia, a un mejor funcionamiento de los
servicios, drástica y rápidamente se fueron vendiendo al capital privado nacional y extranjero, un conjunto de
empresas que habían sido orgullo nacional en otras épocas. Si bien esa modernización era necesaria, el costo
por alcanzarlo fue muy alto, ya que el Estado no obtuvo grandes beneficios. El proceso fue muy rápido y no
contó con una marco regulatorio adecuado que evaluara a fondeo cada uno de los aspectos, esto llevó a que las
empresas actuaran en respuesta a su conveniencia. Así el transporte aéreo de pasajeros, la red de aeropuertos,
las líneas ferroviarias urbanas y de carga, los subterráneos y las instalaciones portuarias, los servicios de agua
potable, los teléfonos, la explotación del petróleo e YPF, siderurgias como SOMISA, el correo, etcétera. El control
de las empresas privadas pasó a manos de un reducido grupo conjunto de actores: los grandes grupos
económicos de empresas nacionales, algunas empresas extranjeras y los acreedores de la deuda externa
argentina (entre ellos los bancos extranjeros). Las privatizaciones resultaron muy beneficiosas para estos
actores, pues la actividad tenía altas ganancias para las empresas y un riesgo muy bajo, pero, en cambio,
tuvieron un efecto negativo sobre los trabajadores de las empresas, muchos de los cuales perdieron sus
empleos.

 Reformas en la administración pública y descentralización del Estado: otro de los caminos para restar gastos al
Estado, es decir, para proceder con el programa de ajustes, consistió en reducir su estructura administrativa.
Esta área se reorganizó, se eliminaron dependencias consideradas inútiles, se congelaron vacantes, se promovió
el retiro voluntario del personal y se otorgaron jubilaciones anticipadas. Se esperaba eficientizar el
funcionamiento de la administración. Las reformas impactaron en los municipios provinciales, donde el empleo
público constituía una forma de enmascarar la desocupación. Sin embargo, el aluvión de empleados públicos
expulsados del sistema, pronto engrosó la lista de desocupados. La descentralización del Estado constituyó en el
traslado de distintas reparticiones, por ejemplo las escuelas, de la órbita nacional a la provincial, sin acompañar
el proceso con suficientes recursos económicos para su sostenimiento. Las diferencias económicas entre las
provincias, marcaron pues el nivel de las prestaciones. A provincias pobres, escuelas sin recursos; a provincias
ricas, escuelas bien equipadas. (Ajón, Andrea. 2002)

El proceso de desindustrialización iniciado con la dictadura provocó la pérdida de empleos, el aumento de la


desocupación y la pobreza en las tradicionales ciudades industriales. Las migraciones hacia estas ciudades,
especialmente al Gran Buenos Aires, disminuyeron su ritmo de crecimiento porque ya no se generaban tantos
empleos industriales como en el pasado. Así un poblador rural del interior de la provincia del Chaco, expulsado por la
modernización del campo, ahora tiende a migrar a los asentamientos de emergencia de la capital de la provincia,
Resistencia, donde aspira acceder a los planes sociales que atienden a la población en situación de pobreza. Pero ya
no emigra al Gran Buenos Aires, que se percibe como un área sin empleo y afectada por la violencia urbana.

Durante esta etapa creció el rol del mercado como organizador del territorio. En términos territoriales, la adopción
de una ideología neoliberal y la disminución del papel del estado como regulador de las relaciones sociales y
económicas, supusieron que las zonas que no eran rentables porque no poseían recursos naturales o humanos
tendieran a despoblarse. Por ejemplo, la privatización de los ferrocarriles de pasajeros provocó que cerraran
muchos ramales que no eran rentables, en consecuencia muchos pueblos del país quedaron sin servicios
ferroviarios y se despoblaron por la falta de oportunidades que antes les ofrecía el ferrocarril.

A partir de la apertura democrática se desarrolló una estrategia integracionista. El MERCOSUR, firmado por los
países vecinos: la Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay generó acuerdos económicos que amplían el mercado
consumidor de los bienes producidos y dinamizó fuertemente los volúmenes de intercambio comercial entre estos
países. El comercio intrabloque se ha multiplicado más de diez veces, saltando de U$S 5.100 millones (1991) a U$S
58.200 millones (2012).
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