La Vocación de la Madre María Elena Stollenwerk
Vida de Helena Stollenwerk:
Historia familiar de Helena.
El padre de Elena fue Juan Pedro Stollenwerk (1785-1859). Ejerció, así como muchos
campesinos, el oficio de conductor y cuidaba una granja bastante grande. Más de treinta
años trabajó comprometido en distintas actividades en bien de la parroquia que abarcaba
otras comunidades pequeñas. Perteneció al comité de construcción de una iglesia pequeña
que se levantó en su localidad en la que, más tarde, Elena pasaría largas horas de oración.
También participó en la comunidad civil y ocupó por algunos años el cargo de intendente.
Se hicieron caminos nuevos, se construyeron escuelas, se vendieron o adquirieron
propiedades.
La familia de Juan Pedro Stollenwerk estuvo marcada por el sufrimiento. Perdió muy
temprano a sus padres y se vio en la necesidad de contraer su primer matrimonio (con Ana
Catarina) muy joven aún, de donde nacieron nueve hijos. Tres de ellos eran sordomudos.
Después de la temprana muerte de su primera esposa contrajo segundas nupcias y luego
una tercera con Anna Maria Bongard (1824-1905) mucho más joven que él, pero que estaba
dispuesta a ser un apoyo para los hijos discapacitados y el anciano padre. La valiente mujer
a lo largo de toda su vida supo mantener abierta su casa para todos los miembros de la
gran familia y promover un buen entendimiento entre ellos.
La primera hija de esta unión fue Elena. Le siguió, después de tres años, Caroline, a quien
le cupo vivir solamente cuatro años.
Elena tenía siete años cuando falleció su padre. Su madre se vio en la necesidad de
contraer un nuevo matrimonio y extendió la mano al viudo Johann Peter Breuer que trajo al
nuevo matrimonio tres hijas. El herrero Peter Breuer adoptó a Elena como su hija y ella se
sintió unida a él como a un padre. Contrajo una profunda amistad con una de sus hijas que
llevaba el nombre de Anna Helena (1848-1932) así como la futura cofundadora de Steyl.
De la nueva unión de Johann Peter Breuer con Anna Maria Bongard viuda de Stollenwerk
nació otra Anna Maria que más tarde se hizo cargo de la propiedad que le correspondía a
Elena. Elena llegó a ser así el gran lazo de unión de esta familia tan especial, porque con
los hermanos mayores tenían en común el mismo padre y con la hermana menor la misma
madre. Ella creció con las hijas de Breuer. Para los miembros mayores de la familia como
así para los menores era lo más natural la participación en la vida de la parroquia.
Especialmente de la madre se informó más tarde que ella participaba cada mañana en la
celebración de la eucaristía. Con la energía del padre y la intuición de la madre, Elena
recibió en esta familia la preparación humana y religiosa para su futura tarea.
¿Cuáles son las circunstancias que le ayudaron a ser más contemplativa, serena,
bondadosa y paciente hacia las personas?
La familia vive con fe tanto la vida laboriosa de cada día como los acontecimientos
extraordinarios, y trata de superar las dificultades con la confianza puesta en Dios. Este es
su ambiente familiar.
Gracias al trato con sus hermanos, Elena aprende desde muy joven a atender a los
minusválidos, simpatizar con los demás y comprenderlos sin necesidad de palabras.
Desde joven, Elena va con frecuencia a misa, recibe los sacramentos y ora en silencio. Se
veía en ella un amor especial a Jesús Sacramentado.
Ya en Steyl, desempeñándose en su trabajo como criada, ella aprovechaba el silencio para
orar (las criadas no deben hablar durante el trabajo) y contribuyó al desarrollo de su vida
interior.
¿Por qué se encontró con la negativa de sus padres y confesor cuando iba a trasladarse a
la Casa Misional?
Conociendo la vida de profunda piedad de Elena y los anhelos profundos de su corazón, los
padres se oponen en que vaya como ayudante de cocina, pues puede desempeñar tareas
más importantes. El párroco Julich declara: “Yo no daré nunca mi consentimiento para que
entres de muchacha de servicio”.
¿Qué le despertó el deseo de llevar el Evangelio a China?
El llamado que recibe Helena y que la marca desde su niñez es el llamado a la misión. Se
siente convocada a llevar calor, luz y la seguridad del amor de Dios a los niños
abandonados en China. Esa convocatoria, que siente en lo más profundo de su corazón,
que moviliza la fuerza de su entrega y desafía su personal compromiso, le llega a través de
los cuadernos de la Asociación de la Santa Infancia, hoy Obra Misional Pontificia Infantil o
Asociación Misionera para niños.
En su respuesta, Helena encuentra el sentido de su vida. China se le revela como su
verdadero hogar, colmándola de honda alegría. Ante esa realidad, todo lo demás le parece
extraño:
"Siempre fue para mí gran alegría poder realizar algo para la Asociación de la Santa
Infancia. Me alegraba cuando llegaban los Anuarios de la Asociación. Me veía en la lejana
China recibiendo cartas y noticias de mi patria”.
¿Qué actitudes aprecias en Helena a lo largo de los años de incertidumbre? ¿Por qué?
La perseverancia. Ella buscaba ante todo la voluntad de Dios, y, a través de su profunda
vida de oración y su especial amor a Jesús Eucaristía, supo abandonar sus cargas y
angustias en manos del Señor. Esto le daba fuerzas para seguir cada día.
Su profunda humildad y obediencia. Ya con 11 años en Steyl, Arnoldo nombra a Elena
maestra de las novicias mayores, siendo ella misma aún novicia. En agosto de 1894,
recuerda al superior general que su mandato está a punto de expirar y añade: “Siento una
gran necesidad de ser relevada. La responsabilidad es grande, y mis capacidades son muy
escasas. Los deberes me traen muchas preocupaciones y son un obstáculo para mi
oración”. Pero Arnoldo Janssen la reconfirma en el cargo. Ella da las gracias con sumisión y
escribe: “A Dios la gloria, a mis hermanas el provecho y a mí la carga”. Este es el lema que
le ayuda a vivir y trabajar.
“Se le iba el corazón con cada hermana que partía para la misión”.
Después de 24 años de que Elena le expusiera a su párroco su vocación, el 12 de marzo de
1894, ella y otras once novicias pronuncian sus votos.