Propuesta Psicopedagógica para Familias Con Niños/As Con Síndrome de Williams
Propuesta Psicopedagógica para Familias Con Niños/As Con Síndrome de Williams
PROPUESTA PSICOPEDAGÓGICA
PARA FAMILIAS CON NIÑOS/AS
CON SÍNDROME DE WILLIAMS
Psychopedagogical proposal for families with Williams syndrome’s children
Claro Wenseslao Estrada Bisbe | Centro de Atención Psicopedagógica Un Pas Més de Benicarló, |
España.
[email protected]
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Propuesta psicopedagógica para familias con niños/as con síndrome de Williams
INTRODUCCIÓN
En las últimas décadas, la psicopedagogía ha salido del ámbito de la escuela, creando redes
de trabajo multidisciplinar y favoreciendo la intervención desde diferentes perspectivas
profesionales. La orientación y el asesoramiento son unas de estas perspectivas que se
desarrollan cada vez más en la escuela; trabajando, no sólo en el ámbito escolar, sino
también en el familiar, social y laboral.
En el contexto escolar, la meta del asesoramiento es ayudar a resolver problemas que afectan
a los alumnos y ayudar a los profesores para que aprendan a hacer frente a problemas
similares en el futuro (Solé y Monereo, 1996).
Es de vital importancia investigar este síndrome, porque como la mayoría de las (ER) se
enfrentan a una serie de obstáculos que es imprescindible solventar. Entre ellos, según Juan
Carrión, presidente de la Federación Española De Enfermedades Raras (FEDER) y su
Fundación, en el Prólogo de Ética en la Investigación de las Enfermedades Raras (2016): falta
de formación especializada, carencia de trabajo en red, poco atractivo comercial y escasez
de recursos. Según el Informe definitivo de EUROPLAN II (Europlan, 2014), existen además
obstáculos para el acceso a especialistas y a los productos sanitarios y a aspectos colaterales
del tratamiento como la estimulación precoz, la fisioterapia o el apoyo psicológico (Izquierdo
y Avellaneda, 2003).
Las enfermedades raras plantean algunos problemas de difícil solución a corto y mediano
plazo entre los que destaca el desconocimiento epidemiológico de cada una de las
enfermedades raras conocidas. Esto conlleva la imposibilidad de hacer un análisis de las
enfermedades e impide conocer su extensión en términos del número de personas que las
padecen (García y Mulas, 2005). Un segundo problema hace referencia a la falta de acceso
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Debido a la escasa información que existe sobre este síndrome, las familias se encuentran
con dificultades para afrontar esta situación, por ejemplo, primeramente, después de
conocer el diagnóstico, las familias muchas veces no saben cuál es el siguiente paso que
deben dar, desconocen la forma de manipular y estimular al niño/a, cuáles son los
especialistas que deben de tratarlos, el tipo de trabajo e información sobre las características
del síndrome y las diferentes etapas evolutivas del desarrollo, entre otras cosas. Por ello
pretendemos, en el presente trabajo, abordar el Síndrome de Williams en la Atención
Temprana, exponiendo una serie de pautas para la familia de estos niños/as: sobre el
momento del diagnóstico, los servicios de apoyo que existen, una breve exposición sobre
algunas características de las primeras etapas, hasta la escolar. También algunas sugerencias
útiles para la familia y para el docente.
Propuesta teórica
Características del Síndrome de Williams
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Williams, Barrett-Boyes y Lowe, un año después fue descrita de una manera bastante precisa
por Beuren, Apitz y Harmjantz; de ahí que la denominación del síndrome sea Williams-
Beuren, o simplemente Síndrome Williams (En Garayzábal, 2005).
A pesar de todos estos avances, existe escasa información sobre el Síndrome de Williams;
las familias se encuentran con dificultades para afrontar esta situación desde las edades
tempranas, antes y después de conocer el diagnóstico, no sabiendo dónde dirigirse y qué
deben hacer. No existe en la actualidad un tratamiento específico para el Síndrome de
Williams, por lo que es muy importante, que, desde los primeros años de vida, puedan
incorporarse a tratamientos de atención temprana (Gonçalves et al., 2004). Para una correcta
intervención, es necesario que sean evaluados por un equipo interdisciplinario de
profesionales, compuesto por diferentes especialidades, de la salud y la educación; con el
objetivo de conocer el grado de afectación que presentan los mismos en su desarrollo, desde
las edades más tempranas, y de esta manera poder diseñar una estrategia de intervención
personalizada.
La preparación del personal, tanto sanitario, como de educación, es vital para la intervención,
ya que son los que estarán directamente brindando toda la información pertinente a las
familias y niños afectados con este síndrome. Con el objetivo, que puedan enfrentarse de la
manera más adecuada posible en cada caso: en el hogar, en la escuela y en la comunidad
(en cualquier ambiente que se desarrollen estos menores).
Algunos síntomas típicos, como la irritabilidad constante y los problemas digestivos pueden
confundirse fácilmente con las características normales de los recién nacidos. Rosa González
(BBC, 2017) recuerda cómo algunas personas la tachaban de exagerada y le decían que
parecía estar buscando problemas donde no los había; hoy en día en países como España o
Reino Unido el diagnóstico se suele dar durante el primer año de vida. Ahora hay más
conocimiento y "las señales de alarma saltan enseguida".
Pero no siempre fue así: para los jóvenes con Síndrome de Williams que ahora tienen 20 o
30 años, los diagnósticos llegaron en la segunda infancia o incluso en la adolescencia,
integrándose a grupos donde se les trata como personas con discapacidad intelectual,
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personas que tienen dificultades en su día a día, pero sin un diagnóstico que explique el
porqué de su situación. Según explica la presidenta de ASWE, cognitivamente son personas
que muchas veces no terminan de encajar en el sistema educativo ordinario ni en el especial.
En cuanto al perfil conductual, exhiben entre otros los siguientes rasgos: hiperactividad,
impulsividad, escasa concentración, dificultades de aprendizaje, locuacidad, sociabilidad y
comportamiento perseverante, semejante al de los autistas (Puentes et al, 2011).
A pesar de todos los adelantos científico – técnicos, aún el diagnóstico en la gran mayoría
de los casos es tardío; y como hemos expresado anteriormente, las familias se encuentran
en una situación delicada, sin saber qué hacer, por la falta de información. Existe a nivel
clínico, información relevante sobre estudios genéticos sobre el síndrome; no siendo así a
nivel psicopedagógico para poder brindar más apoyo a la familia y a la escuela, para la futura
intervención con estos menores.
Cuando los niños Síndrome de Williams están listos para entrar en la escuela comienzan los
problemas de aprendizaje, que pueden pasar de moderados a severos. A estas dificultades
de aprendizaje contribuyen de un modo especial los problemas de impulsividad e
hiperactividad y otros colaterales como la dificultad de concentración en las tareas escolares.
Cuando la actividad es con números y especialmente cuando se trata de contenidos
matemáticos y conceptos de tiempo, las dificultades se acumulan (Jason, 2003). El
comportamiento lector y escritor de los niños con Síndrome de Williams apenas ha sido
investigado, aunque sabemos que el lenguaje productivo de las personas con Síndrome de
Williams es más o menos aceptable y supera al nivel de comprensión. En cuanto a la escritura
los problemas con la musculatura gruesa y fina es un problema muy serio para que alcancen
niveles adecuados de producción escrita (Semel y Rosner, 2003).
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Existen además otros factores no determinados, que pueden hacer que algunos niños/as
presenten un déficit no necesariamente “característico” del síndrome, y que, no obstante,
han de ser tenidos en cuenta a la hora de entrenarles en tareas académicas y laborales.
Incluso, puede darse el caso de que una persona con Síndrome de Williams, que presenta
un déficit mental medio, alcance mayor desarrollo o maduración en algunas áreas cognitivas
que otra persona con el mismo síndrome y con mayor grado de inteligencia general, pero
con serios problemas grafo-motores, y por lo tanto con mayores deficiencias que el anterior
en el aprendizaje de la escritura (Jason, 2003). Por las características que presenta este
síndrome, como se puede apreciar, resulta difícil aplicar estrategias didácticas tradicionales.
La forma en que los padres interactúan con sus hijos pequeños con síndrome de
Down incide en gran parte de la variabilidad de los resultados cognitivos y
comunicativos que logran estos niños durante los tres primeros años de la vida.
Igualmente se relaciona con los logros académicos y del desarrollo en los años
posteriores a la infancia.
Los resultados en el desarrollo que obtienen los niños en los programas de atención
temprana que no funcionan con sus padres, se relacionan con el estilo de interactuar
de los padres con sus hijos, pero no con el tipo de atención que los niños reciben.
La efectividad de la atención temprana está muy ligada al impacto que ésta tiene
sobre el grado de aceptación y sensibilidad de los padres hacia los hijos.
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El uso de los juegos en distintos contextos (aula, taller, patios de recreo, casa de familia) y
en diferentes tiempos, potenció el desarrollo de mayor autonomía y reforzó la memoria a
largo plazo. Por otra parte, al estar dotados de contenidos didácticos, los juegos se
constituyeron en herramienta de aprendizaje de otros contenidos curriculares, permitiendo
la conformación de redes estructurales entre conocimientos (Moncunill, Hilas, Calamari,
Molina y Cornejo, 2007).
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Toda familia, cuando espera la llegada de un nuevo miembro (sea planificada o no), lo hace
con mucho amor, y grandes expectativas; esto trae consigo cambios en su dinámica, y en
ocasiones, hasta la reestructuración de las funciones de cada uno de sus miembros. En el
caso que el niño/a llegue con algún tipo de diagnóstico no esperado, el impacto psicológico
causado provoca una serie de situaciones y cambios, que, sin una intervención desde ese
mismo momento, pueden llegar a darse comportamientos, y pautas de actuación
incorrectos que marcarán a todos los miembros de la familia y, en particular al niño/a.
Desde el momento que escuchan la noticia, es muy importante que reciban la información
y el apoyo adecuado, de una manera significativa y trascendental, ya que muchas de sus
rutinas deberán cambiar para lograr el nivel de poyo requerido. A partir de aquí, la familia
debe comenzar a transitar por un nuevo e inesperado camino, en el que se enfrentan a
muchos desafíos, y para ello es altamente relevante que los profesiones de la salud y
educación, sean mediadores que apoyen en la búsqueda de alternativas para ayudar a su
niño/a, a fin de que tenga un desarrollo lo más armónico posible.
Como la detección temprana y diagnóstico es cada vez más habitual (aunque, muchos
diagnósticos siguen siendo en edades tardías), es muy importante que, desde las consultas
médicas, los especialistas que detectan el síndrome remiten el caso a las distintas consultas:
neurología, cardiología, genética, endocrinología y pediatría. Para la familia es muy
importante saber y conocer que existen fuera del ámbito médico-hospitalario otros servicios
en los que se puede apoyar desde el principio, ellos son los centros correspondientes a la
atención temprana y las asociaciones de síndrome de Williams (García y Mulas, 2005).
En estos centros se realiza una evaluación inicial de las múltiples dimensiones de cada caso
a partir de la cual se pone en marcha y diseña la intervención; se realiza un seguimiento y
control de los avances del niño/a y, si es necesario, se deriva el caso a otros profesionales
con el propósito de continuar la intervención una vez que el niño supera los seis años de
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edad (García y Mulas, 2005). El énfasis que debe ponerse es el potencial de aprendizaje que
el/la niño/a pueda lograr con las habilidades motoras y cognitivas que presenta.
Diseñar un modelo de ayuda para la intervención del síndrome de Williams, es muy difícil,
ya que se deben tener en cuenta muchos factores: la evaluación inicial del niño/a en el
momento de la detección, el funcionamiento y capacidades actuales. Por ello, la atención no
se diseña de acuerdo a una determinada edad, sino que se debe tener en cuenta el perfil
individual de capacidades y necesidades, que cada niño/a con síndrome de Williams
desarrolla diferencialmente, y en los que el educador debe actuar como mediador,
permitiendo que el/la niño/a pueda tomar activa participación en las tareas a realizar.
Como mediador la familia juega un papel muy importante, especialmente en los primeros
años, como en esta etapa el niño/a está más vinculado al contexto familiar, es un momento
propicio para que le ayuden en diferentes direcciones. Para que la familia pueda convertirse
en un mediador eficaz del aprendizaje, necesita una serie de conocimientos y herramientas
para saber cómo poder ayudar a su niño/a, por lo que es muy importante que exista una
adecuada interrelación entre la familia y el centro de atención temprana; que le
proporcionará una preparación y una estrategia educativa para la atención de su hijo/a y el
trabajo a realizar en casa.
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Es positivo que los padres puedan expresar sus sentimientos, compartir sus
experiencias con otros padres y personas interesadas, adquirir conocimientos y
aprender juntos aquellas pautas de actuación que ayuden al equilibrio familiar. Este
apoyo lo pueden encontrar en las escuelas de padres, en reuniones, etc., que se
realizan en los centros de atención temprana y en las asociaciones de síndrome de
Williams.
El conocimiento de las características de su niño/a, y el trabajo diario con este,
contribuye al desarrollo de la paciencia, la perseverancia, la modestia y la discreción,
con sentido de cooperación y responsabilidad de la familia.
El niño/a debe de estar en un ambiente tranquilo, ventilado e iluminado en el
momento que los padres se dispongan a realizar alguna actividad específica en el
hogar.
También es bueno, desarrollar las actividades en un lugar variado y armónico.
Deben tener en cuenta, que las acciones a realizar estarán en dependencia de las
características específicas del niño, sus necesidades, y según la evolución que se va
apreciando.
Siempre que sea posible realizar las actividades a la misma hora del día, e ir creando
una rutina.
Es bueno que el lugar sea siempre el mismo y suprimir los estímulos adicionales que
puedan distraer al niño, teniendo en cuenta las características de la atención que
presentan los niños/as con síndrome de Williams; aunque a veces es positivo ir
introduciendo poco a poco nuevos estímulos, e ir incrementando el nivel de la
actividad.
Cuando se le pide al niño que realice una actividad, ésta debe llevarse a la práctica
con o sin ayuda para evitar el hábito de no responder o que se sienta frustrado.
Estimularlo con frases de elogios por muy insignificantes que sean sus logros.
Es muy importante demostrarle afecto en cada momento, principalmente cuando
realice alguna actividad; debe sentirse seguro, confiado, cómodo; para que se cree
el deseo de trabajar con agrado y satisfacción.
Estar atentos de adaptar las actividades al niño, y ser flexibles en cada momento.
Repetir las actividades cuantas veces crean oportunas.
Si les es posible, que lleven una especie de diario o libreta de incidencias, sobre los
resultados y logros del niño/a, esto les permitirá ir midiendo el desarrollo del menor.
DISCUSIÓN
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La novedad de nuestra propuesta consiste en que, a través de la E.A.M., los menores con
S.W. podrán minimizar muchas de sus carencias y/o deficiencias que presentan por la propia
patología (Moncunill et al., 2007). Con un entrenamiento en su medio natural desde las
edades tempranas, se contribuirá a estructurar mejor su pensamiento, a crear hábitos
educativos, al conocimiento de ellos mismos (limitaciones-potencialidades), para de esta
forma controlar las dificultades de impulsividad e hiperactividad y otros problemas
colaterales como la dificultad de concentración en las tareas escolares y habilidades sociales
(Noguez, 2002). Lo que será de vital importancia para la futura vida escolar y social.
Es también interesante, que las familias podrán tener un instrumento, que les permitirá una
mejor interacción padres – hijos. Empoderándolas, para ser competentes, en relación a las
necesidades de sus hijos, desarrollando ideas para la estimulación, desde lo cotidiano, sin
que les genere un esfuerzo extra, el hacer de mediadores en el desarrollo de los mismos
(Perera, 2011).
CONCLUSIONES
Este trabajo, es un intento por plantear un apoyo para padres, madres y familiares de niños
y niñas con Síndrome de Williams, de manera que puedan tener un mayor apoyo para
enfrentar este diagnóstico y, asimismo, establecer apoyos fundamentales para aquellos;
además, podría servir de base o punto de partida para futuras investigaciones en el ámbito
de la neuropsicopedagogía, por ejemplo: para maestros de pedagogía terapéutica y de
audición y lenguaje, en el desarrollo de estrategias específicas para el trabajo de apoyo
educativo, no solo con niños con S.W., sino hacerlo extensivo para otras patologías con
deficiencias mentales; también para alumnos con dislexia, disgrafía, etc. Para los
orientadores, en la programación de formación para todo el personal docente de sus
centros; en el apoyo y orientación a las familias desde el ámbito escolar y socio-comunitario,
teniendo en cuenta la preparación para la futura incorporación a la vida laboral.
Se espera que el análisis realizado ayude a mejorar el conocimiento general existente sobre
el tema, así como las aportaciones realizadas por investigadores de diferentes sectores,
apoyados en teorías previas como las de R. Feuerstein, del Modelo Estructural de
Modificabilidad Cognitiva. Estas aportaciones, son de gran valor para la labor docente, en el
proceso de enseñanza-aprendizaje; al contar con estos conocimientos, les será posible
comprender mejor, los diferentes ritmos de sus estudiantes y de esta manera poder adaptar
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como mediador las actividades, para un mejor aprovechamiento de las mismas por parte de
los alumnos. Considero que han sido de gran apoyo para poder comprender y desarrollar
de manera satisfactoria los objetivos trazados.
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