Unidad 1: De los valores, la moral y la Ética.
Introducción
Si bien la salud mental es un componente fundamental de la salud, y es uno de los
ámbitos de incumbencia de la práctica del psicólogo clínico, no es este el único campo
de inserción laboral del psicólogo. Sabemos que las áreas de incumbencia laboral del
psicólogo son además de la clínica, las áreas: forense, laboral, institucional, social
comunitario, neuropsicólogo, educacional, sexólogo, de investigación, docente, del
deporte, coaching.
Ahora bien, las normas legales y éticas que encuadran el ejercicio profesional de la
psicología en cualquiera de los ámbitos de inserción laboral del psicólogo son las
mismas, aunque con mayor frecuencia y erróneamente se vincule más la ética del
ejercicio profesional con la clínica.
Es el objetivo de esta materia, que los estudiantes de la carrera de psicología puedan
durante su formación universitaria, conocer y reflexionar acerca de los principios
ético-deontológicos orientados al respeto a la dignidad, la autonomía, la integridad,
la libertad y la justicia que enmarcarán tanto su futura práctica profesional, como el
de las personas destinatarias de la misma.
A manera introductoria entonces, para poder conceptualizar la ética, empezaremos
por definir qué son los valores, la moral, términos que frecuentemente, por una
cuestión etimológica, se suelen confundir con ética.
” la verdadera ignorancia no es la ausencia de conocimientos
sino el hecho de negarse a adquirirlos”,
no neguemos a los futuros profesionales
la oportunidad de aprender cómo deben
ejercer su actividad sobre la base
de un profundo conocimiento de
las normas éticas y valores
que sustentan su profesión.
Karl Popper
UdeMM – H0210- Ética y deontología profesional- T. Mañana Pág. 1 de 5
Pto. 1- “Los valores, la moral y la ética”1
A menudo oímos decir que estamos viviendo una época caracterizada por la falta de
valores o por su pérdida. O que los niños o los jóvenes no tienen valores, y que por
eso la sociedad no funciona. Seguramente nos estamos refiriendo a que, en el mundo
actual, nos cuesta ver valores como el respeto a la autoridad de los padres o
maestros, la honestidad y el juego limpio, el valor de la palabra dada, la sinceridad,
el valor del esfuerzo u otros que tanto contribuyeron a hacernos personas “como es
debido”, es decir, personas con convicciones morales propias. Y es que los valores
cambian: cambian históricamente y son diferentes en las distintas culturas.
Pero valores, tenemos todos. De hecho, los humanos no podemos pensar o decidir
nada sin aplicar valores.
Consideremos una pequeña escena cotidiana: ir al mercado. ¿Cómo elegimos los
productos? Por supuesto, nos basamos en la observación objetiva. ¡Los hechos
también cuentan! Pero, aunque reconocemos los datos de la realidad, siempre están
mezclados con los valores: el primer valor, el precio, y también las preferencias
personales respecto, por ejemplo, del color de las manzanas o la dieta que queremos
practicar en casa.
Los valores son apreciaciones personales, subjetivas, cualidades de un objeto o
persona que, para nosotros, lo hacen estimable. Los valores, cuando son auténticos,
son como mandamientos, deben ser prescriptivos (es decir, deben ser prescriptivos)
y suponen, por tanto, un imperativo para actuar de una manera determinada, en
coherencia con ellos.
Los valores, constituyen el centro de la moral. Cuando juzgamos la realidad desde
nuestros valores, estamos aplicando una visión moral de las cosas. Estamos usando
un juicio de valor para decidir si lo que vemos es correcto o incorrecto, bueno o malo.
Es así como “humanizamos” la realidad, permitiéndonos de esta manera integrarnos
en ella y, en algunos aspectos, dominarla.
Yuval Noah2 nos cuenta en un libro reciente que la especie Homo sapiens logró
prevalecer por encima de todas las otras de homínidos no porque dominara antes el
fuego, dispusiera de mejores armas o perfeccionara las técnicas de caza, y ni siquiera
por la adquisición operativa del lenguaje, sino por su utilización para la creación de
símbolos, mitos, modos de ver el mundo, cultura. Esta “revolución cognitiva”, que
significó la posibilidad de crear conceptos capaces de definir una cosmogonía, fue la
condición necesaria para la cohesión del grupo, lo que permitió a los humanos vivir
juntos y cooperar entre ellos.
1
Ramos Montes, “Ética y salud mental”, Herder Editorial, S.L., Barcelona, 2018
2
Yuval Noah Harari, “Sapiens”. De animales a dioses: Una breve historia de la humanidad, Madrid,
Debate, 2014.
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Moral procede de una palabra latina que significa “costumbre”. En realidad, la
moral nos llega por herencia cultural: es el conjunto de valores que una sociedad
concreta tiene por costumbre aplicar a la realidad para decidir qué es bueno o
aceptable y qué es malo o inaceptable. Y así, se entiende que los individuos que
participan de los mismos criterios sean considerados personas correctas y adaptadas,
al contrario que aquellos que no lo hacen. Por eso los conflictos generacionales entre
padres e hijos han existido en todas las épocas pasadas y es muy probable que sigan
en las futuras. Poner en cuestión la moral de los padres, la moral social heredada, es
una necesidad para llegar a la madurez psicológica personal.
La forma en que se adquiere el juicio moral fue investigada a mediados del pasado
siglo por Jean Piaget, y más tarde por su continuador, el psicólogo estadounidense
Lawrence Kohlberg. Al principio, el niño pequeño entiende que la moralidad de un
acto solo depende de si trae como consecuencia un premio (bueno) o un castigo
(malo), ya que no tiene aún una idea clara de las normas, que son impuestas desde
fuera por los adultos. Poco a poco va adquiriendo la idea de justicia y de respeto
mutuo entre iguales.
A partir de los 10 años, en paralelo con su desarrollo biológico y emocional, comienza
a entender que, si hay necesidades humanas o derechos en juego, las normas pueden
ser violadas y valora más la intencionalidad del acto que sus consecuencias. Entre
los 12 y los 15 años se inicia la etapa convencional, donde ya se es capaz de aceptar
la conveniencia de un contrato social que determine derechos y deberes, y los
criterios morales serán asumidos de una manera más personal, más auténtica. Según
este autor, solo un 20% de las personas superan esta etapa y son capaces de
entender que hay que desafiar la ley cuando esta es injusta, o pueden argumentar
sus propios criterios morales sin miedo ante los demás, aunque estén en minoría.
Así pues, la adquisición de un sistema de valores, una moral propia, es una condición
necesaria para la maduración psíquica de las personas.
Al proceso de apropiación de valores morales, y a la reflexión crítica que comporta,
lo llamamos ética.
Una manera de entender la ética, al menos una de sus caras, es verla como la
aplicación de la razón crítica a los comportamientos y las actitudes humanas, a fin
de decidir su bondad o no.
La ética pone en cuestión las morales y exige argumentos racionales que sostengan
la moralidad de una conducta3; no le resultan válidas las fundamentaciones que se
refieren a la tradición, a la historia, a la calificación de natural o antinatural, o el
argumento de la mayoría.
3
B. Román Maestre, “Ética de los servicios sociales”, Barcelona, Herder, 2016.
UdeMM – H0210- Ética y deontología profesional- T. Mañana Pág. 3 de 5
Ética procede de una palabra griega que, entre otras acepciones, significa
“carácter”.
Y se refiere al pensamiento crítico acerca de los valores morales sociales, que como
ya dijimos, fueron cambiando a lo largo de la historia. Con lo cual, la legitimación
principal de lo que es un acto ético, no debería responder a la tradición o la moda,
sino a la razón
Reiteramos:
- las acciones morales deberían entonces ser, universalizables, necesarias—lo
correcto es lo adecuado y necesario a las circunstancias, establecido por
convención social.
- En tanto que la ética, que responde a los por qué, es situacional, y no podría
responder a razones contingentes, ni arbitrarias, ni relativas a los gustos.
Aristóteles, refiriéndose a la ética, advertía que
“esta doctrina requiere de ánimos libres de
pasión y sosegados, ajenos de toda
codicia y aptos para deliberaciones,
cuales suelen ser los de los que
han llegado a la madura edad”.
María Elena Domínguez4, señala que la ética concebida clásicamente como la ciencia
que estudia los comportamientos morales de los sujetos humanos será en este
sentido, la disciplina confinada a recopilar las acciones adquiridas como hábitos,
supuestamente universales, para extraer de allí reglas generales que tendrán valor
de éticas. Siendo así, “la teoría o la ciencia del comportamiento moral de los hombres
en sociedad”, dedicada al estudio de ciertas mediaciones agenciadas para convivir.
Un modo simbólico de reflexión sobre la moralidad que regula y legaliza las
relaciones humanas. Relaciones sujetas (las de la moralidad), a innovaciones que,
estipuladas en función de las contingencias históricas del grupo en cuestión,
requieren nuevas revisiones.
4
Domínguez, M. E. “La singularidad en los códigos de ética”. En la transmisión de la ética. Vol. I. Bs.
As. Letra Viva, 2008- pp. 74
UdeMM – H0210- Ética y deontología profesional- T. Mañana Pág. 4 de 5
Bibliografía:
❖ Domínguez, M. E. “La singularidad en los códigos de ética”. En la transmisión
de la ética. Vol. I. Bs. As. Letra Viva, 2008- pp. 74- 75.
❖ Ramos Montes, J. “Ética y salud mental”. Herder Editorial, Barcelona, 2018. pp.
19-23/ 37-38
Moral Ética
El término moral se utiliza para En tanto que rama de la filosofía,
describir los sistemas de es la disciplina que estudia los
valores sistemas de valores.
Es una mediación simbólica Es la reflexión sistemática en
que ordena y legaliza las torno a la moral que, si bien
relaciones humanas, puede soportarse en los
imaginarios sociales, siempre los
estableciendo ciertos usos,
excede.
costumbres, valores,
prohibiciones que posibilitan la
vida en sociedad.
Es contingente ya que va No responde a contingencias. Es
cambiando según el contexto situacional.
histórico y cultural. De allí que no pueda ser colmada
por ningún sistema moral.
Es el conjunto de normas que la Es el conjunto de normas que
sociedad se encarga de transmitir cada sujeto resignifica y adopta
de generación en generación. Es en su singularidad de las
normas morales transmitidas
coercitiva.
socialmente.
UdeMM – H0210- Ética y deontología profesional- T. Mañana Pág. 5 de 5
Pto. 2- Cambio social, cambio en los valores
a- De la moral liberal del siglo XVII a la Declaración de los derechos
humanos en el siglo XX
A partir del siglo XVII se consolida la idea de que el orden social no está
preestablecido por la naturaleza, sino que emana de los individuos. John Locke,
considerado como el principal referente histórico del liberalismo mantenía que todos
los hombres eran básicamente iguales y libres y, por lo tanto, sujetos de derechos a
los que, al contrario de lo que sostenía Hobbes, no podían renunciar. La tarea del
Estado liberal era entonces proteger la vida, la propiedad y las libertades de los
ciudadanos cuando estas eran amenazadas o agredidas.
En la primera mitad del siglo XIX, el sistema de producción cambia de forma radical
gracias a la Revolución industrial. Huyendo del hambre, amplias capas de la población
rural se trasladan a las ciudades, encontrándose con condiciones de vida quizás más
extremas aún. Las luchas obreras por mejorar las condiciones de vida de la población
se irán sucediendo en gran parte del mundo a lo largo de la segunda mitad del siglo
XIX y primera del XX. El individualismo liberal no había cumplido con las expectativas
generadas por el cambio de época que se estaba viviendo. Ya no había suficiente con
una dignidad individual “ontológica”, aunque sin contenido: dignidad significaba
también una “vida digna”. El nuevo Estado debía superar aquella primera carta de
derechos civiles para generar un nuevo sistema de derechos fundamentales que
incluyera los derechos económicos, sociales y culturales que dieran sentido a la
verdadera igualdad de todos los individuos. Esta segunda carta de derechos alcanza
su culminación en la promulgación de la Declaración Universal de los Derechos
Humanos por la Asamblea General de las Naciones Unidas en París el 10 de diciembre
de 19481.
b- De la modernidad a la postmodernidad en el siglo XXI.
Los valores, como ya dijimos, son históricamente cambiantes en el individuo y las
culturas. Y en este inicio de siglo, “más que una época de cambios, afrontamos un
cambio de época, como en su momento fue el paso a la sociedad industrial” 2. En la
época capitalista clásica, la redistribución de la riqueza tenía un papel clave y se
consideraba que la superación de la pobreza, junto con la ampliación de la base de
la clase media y un buen “ascenso social”, sentaban las bases de una sociedad más
próspera y equilibrada. En este modelo, el papel del estado era decisivo.
1
Véase la web http://www.un.org/es/universal-declaration-human-rights/
2
J. Subirats, “Los grandes procesos de cambio y transformación socia”l. Algunos elementos de
análisis. Cambio social y cooperación en el siglo XXI, Intervida, Dipòsit Digital de Documents UAB,
2010 [https://ddd.uab.cat].
UdeMM – H 0210- Ética y deontología profesional- T. Mañana Pág. 1 de 4
Para Richard Sennett3 la reducción de la capacidad de inclusión de nuestras
sociedades actuales —el nuevo capitalismo— se relaciona con la pérdida de la
asociación entre poder y autoridad del Estado, provocada por las redes empresariales
de intereses, para las que no existe un futuro colectivo como proyecto, lo que
determina y conforma “un poder sin responsabilidad”.
Los grandes avances tecnológicos atraviesan por completo la vida diaria de millones
de personas en el mundo y pueden ser decisivos en algunos momentos de la vida —
la salud, por ejemplo—, pero pueden conllevar también graves amenazas para la
humanidad. Un nuevo poder del hombre, “que acelera el deterioro climático, que
agrede a su propio hábitat, que se obsesiona por las cifras de la macroeconomía,
pero al mismo tiempo se despreocupa de la felicidad cotidiana de millones de
individuos”4.
Los problemas sociales también han cambiado. Los factores de riesgo para una vida
saludable y digna se van sumando. La asociación de algunos como habitar en barrios
carenciados, la precariedad laboral o el paro de larga duración, y la falta de protección
social, se asocian al fracaso escolar y a la aparición de problemas de salud mental, y
contribuyen a disminuir las oportunidades sociales que facilitan la superación del
estigma y la inclusión social de las personas más vulnerables.
Este cambio de época implica también un profundo cambio en los valores culturales
más visibles. Richard Sennett, en su texto ya citado, sostiene que, en el mundo
neoliberal, no es la posesión sino el deseo lo que fundamenta la mentalidad de
consumo, porque una vez obtenido el objeto que se quería, se desea otro de
inmediato en una especie de “pasión que se autoconsume”.
La posmodernidad en nuestra sociedad tecnológica avanzada aparece como una
respuesta a modo de refugio ante la falta de un sistema, una totalidad, un orden al
que referirse y contra el que expresarse. Los grandes referentes culturales como el
marxismo o el cristianismo han desaparecido y ya no son percibidos como la
alternativa liberadora que prometieron. Aniquilada la fe en el progreso de la historia,
como sostenía la modernidad, la nueva filosofía posmoderna propone el escepticismo,
la dimisión en la búsqueda de una verdad que no existe y un cierto relativismo
axiológico frente a una sociedad que, fruto de la globalización económica pero no
política, ve crecer de manera acelerada su pluralismo cultural y moral.
Valores propios del neoliberalismo económico como la competitividad, la libertad de
los mercados o la persecución del máximo beneficio se trasladan a las dinámicas
psicológicas en las que algunos niños crecen, configurando lo que Sami Timimi llama
un “sistema de valores narcisista”5, que proclama la necesidad de liberarse de la
3
R. Sennett, “La cultura del nuevo capitalismo”, Barcelona, Anagrama, 2006.
4
C. Martínez Shaw, 18 de septiembre de 2014, El País [http://cultura.elpais.com/cultura].
5
S. Timimi, “La McDonaldización de la infancia: la salud mental infantil en las culturas neoliberales”,
Revista Átopos, 2015, pp. 15-34 [www.atopos.es].
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autoridad reguladora de los padres o del grupo, la valoración de lo individual y la
gratificación inmediata, la percepción de lo colectivo como limitador y del otro como
un problema. La conciencia social, en tanto que reguladora del comportamiento y de
la vinculación profunda con el otro, parece dejar de tener sentido. Todo esto se
relaciona con la tendencia emergente al aumento de las conductas adictivas, ya sea
en relación con el consumo de sustancias, con la dependencia de las redes sociales
o con los trastornos del comportamiento alimentario.
La renuncia del papel protector del Estado, que deja a la gestión privada sectores
hasta ahora considerados estratégicos como la energía, el transporte o las
comunicaciones, puede abrir nuevas brechas de desigualdad social o cultural de
ciertas minorías y grupos más desfavorecidos que van cayendo en la exclusión social.
En este entorno neoliberal que en muchos casos afecta los derechos sociales,
económicos y culturales, algunas cuestiones claves como la universalización de los
servicios básicos — la protección de la salud, la educación o la atención social—
deberían plantearse como una barrera frente al incremento de las desigualdades
sociales.
La exclusión social representa para la comunidad lo que la enfermedad para un
individuo concreto, y no debe centrarse solo, por más importante que sea, en la falta
de trabajo. El empleo representa una vía fundamental para el reconocimiento social
y la inclusión en la comunidad, pero no la única. Ya que el excluido, también empieza
a serlo de los sistemas de acceso a la salud, a la educación, a la recreación, etc.
Dentro de este contexto cada vez más individualista, más preocupado por el
consumo, las redes sociales, por la demanda de la inmediatez traducido en el
¡¡¡ “Llame ya”!!! van surgiendo al interior de una misma sociedad pluralidad de
morales que responden a su vez a experiencias y posiciones culturales diferentes. El
resultado se traduce hoy en tres actitudes u opciones frente a la ética: el relativismo,
el fundamentalismo y el pluralismo6.
- El relativismo, bastante extendido en la cultura de la posmodernidad, consiste en
la aceptación de cualquier propuesta moral como legítima, sin jerarquía alguna.
Frente a la proposición relativista de que todas las propuestas morales son
aceptables.
- El fundamentalismo se posiciona justo en el lado opuesto: solo mi marco moral es
el verdadero, y además de manera absoluta.
- El pluralismo acepta la realidad de la diversidad moral que, por otra parte, y gracias
a la globalización, es cada vez más amplia y propone una actitud de permanente
diálogo entre todas las variantes. El pluralismo solo excluye, por intolerantes, las
opciones fundamentalistas —que, por definición, no pueden aceptar ningún diálogo—
y a los relativistas radicales —que, por definición, no lo necesitan.
6
F. Torralba Roselló, “Pluralidad de sistemas éticos. ¿Es posible el consenso?”, Labor Hospitalaria, vol.
50 (249), 1998, pp. 144-151.
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Ahora bien, ¿es posible el consenso en relación con los valores fundamentales que
debemos compartir todos en sociedades caracterizada por una pluralidad de
cosmovisiones, credos políticos, religiosos, grupos étnicos, niveles socioeconómicos,
clases sociales e inclusive preferencias sexuales? ¿Es posible una “ética universal”?
La respuesta a esta pregunta, ante la toma de consciencia sobre la dimensión moral
de la psicología como práctica profesional, fue lo que dio lugar en la segunda mitad
del siglo XX, a la formulación de códigos de ética que rigen la práctica profesional de
la psicología dentro de un marco normativo más amplio.
Bibliografía:
❖ Domínguez, M. E. “La singularidad en los códigos de ética”. En la transmisión
de la ética. Vol. I. Bs. As. Letra Viva, 2008- pp. 74- 75.
❖ Ramos Montes, J. “Ética y salud mental”. Herder Editorial, Barcelona, 2018. pp.
19-23/ 37-38
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Unidad 2: la deontología y el campo normativo que encuadra el ejercicio
profesional del psicólogo
Pto. 1- ¿Qué es la deontología?
El término “Deontología”, proviene del griego: - “deon”, “deontos”, significa
obligación, deber, lo que corresponde hacer dentro de un contexto determinado. Y -
“logos” que quiere decir tratado o estudio.
La Deontología, es el conjunto de reglas que un grupo establece para sí en función
de una concepción ética común.
La deontología profesional, es la parte de la ética que se ocupa de los deberes
profesionales a partir del desarrollo de códigos de comportamiento que pretenden
regular la actividad de las profesiones. Se trataría pues de la ética del ejercicio
profesional1.
La deontología demanda:
- Del conocimiento o saber específico de cada disciplina.
- De la normatividad que regula el ejercicio profesional de cada disciplina.
- De la ética como saber que otorga fundamentación y legitimidad a la aplicación
misma de las normas.
“Pareciera ser, entonces, que ética y deontología coexisten en sintonía al
ocuparse ambas de las acciones de un grupo determinado, pero, señalemos
que la distonía radica en que la deontología legisla aquello que se debe
hacer, lo esperable en el marco de las relaciones humanas que regula,
mientras que la ética reflexiona sobre el obrar humano, sobre los actos de
los sujetos que no pueden ser anticipados por la norma”2
1
Morales P.- Sánchez R., “Ética profesional en salud mental”. Ediciones Pirámide, Madrid, 2018.
2
Domínguez, M. “La singularidad en los códigos de ética”. En “la transmisión de la ética” Vol I. Bs.
As. Letra Viva, 2008. pp. 74.
UdeMM – H 0210- Ética y deontología profesional- T: Mañana Pág. 1 de 2
Pto. 2- Estructuración y articulación del campo normativo deontológico del
ejercicio profesional de la psicología con otras normas 3.
Las normativas de los códigos deontológicos encuentran una referencia
jerárquicamente superior en las normas jurídicas. A su vez, las normas jurídicas de
los estados están fuertemente afectadas por la legislación internacional, por lo cual
los lineamientos deontológicos estarán influidos también por los valores
consensuados internacionalmente.
Con lo cual, el marco legal que rige la profesión del psicólogo queda configurado
(yendo de los más universal a lo particular) en el siguiente circuito.
1- Declaración Universal de los derechos Humanos, aprobada el 10 de diciembre
de 1948 por la Naciones Unidas.
2- Normativas Internacionales.
3- Constitución Nacional.
4- Ley Social/ Ley del ejercicio profesional de la Psicología N° 23277 (sancionada
el 27 de septiembre de 1985).
5- Normativa Deontológica (Códigos).
6- Práctica Profesional.
Bibliografía
❖ Morales, P. Sánchez, R. “Ética profesional en salud mental”. Ediciones Pirámide,
Madrid, 2018.
❖ Domínguez, M. “La singularidad en los códigos de ética”. En “la transmisión de
la ética” Vol I. Bs. As. Letra Viva, 2008. Pag 74.
3
Salomone, G. “Consideraciones sobre la ética profesional”. En “La transmisión de la ética: Clínica y
deontología”. Vol. I. Letra Viva, Buenos Aires, 2008. pp. 55-60
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Federación de Psicólogos de la República Argentina – Código de Ética Nacional - 2013
CODIGO DE ETICA
de la
Federación de Psicólogos de la
República Argentina (Fe.P.R.A.)
Aprobado por la Asamblea ordinaria del 10 de abril de 1999
Modificado por la Asamblea Extraordinaria
del 30 de noviembre de 2013
INTRODUCCION
El Código de Ética de la Federación de Psicólogos1 de la República Argentina
(Fe.P.R.A.) tiene como propósito proveer tanto principios generales como
normas deontológicas. Mientras que los principios poseen una función
orientativa de la práctica, las normas son obligantes para el ejercicio
profesional y hallan fundamentos en dichos principios.
Consta de una Introducción, un Preámbulo, una Declaración de Principios y
una sección de Normas deontológicas.
La Introducción expresa la intención y alcance de aplicación del Código de
Ética.
El Preámbulo y la Declaración de Principios constituyen objetivos deseables
que guían a los psicólogos hacia los más elevados ideales de la Psicología;
expresan así el espíritu de este Código y si bien, no son en sí mismos reglas
obligatorias, deben ser considerados prioritariamente ya que constituyen el
fundamento mismo del actuar ético de los psicólogos.
Las Normas deontológicas establecen reglas de conducta profesional, las que
expresan deberes que afectan a todos los profesionales psicólogos,
considerando que descuidar estos deberes atenta contra los derechos de los
receptores de los servicios profesionales.
1
La presente revisión se realizo en el marco de la sensibilidad del lenguaje no discriminatorio de géneros.
No obstante, y solo respondiendo a fines prácticos, se utilizara el masculino para la referencia de ambos
géneros.
1
Federación de Psicólogos de la República Argentina – Código de Ética Nacional - 2013
En el proceso de toma de decisiones relativas a su conducta profesional, los
psicólogos deben conocer y considerar este Código de Ética y el de la
Organización en que se encuentren matriculados o asociados, además de las
leyes vigentes y los Tratados y Convenciones internacionales incorporados a
la Constitución de la Nación Argentina.
Si el Código de Ética establece un principio superior al exigido por la ley o a los
que pudieran emanar de instituciones en las que prestan sus servicios, los
psicólogos deberán cumplir con el principio ético más elevado.
En caso de contradicción, aún parcial, entre dos bienes protegidos los
psicólogos procederán siempre según el criterio ético de optar por el que ocupe
el lugar más alto en la escala valorativa. La decisión final quedará bajo la
exclusiva responsabilidad del profesional.
Si bien este Código no sustituye a los Códigos de Ética de los colegios y/o
asociaciones que componen la Federación, se entiende que es apropiado que
en el caso de que un psicólogo sea sancionado por faltas éticas en la
Organización a la que pertenece, la sanción sea comunicada a Fe.P.R.A, para
que las entidades que la componen tomen conocimiento y actúen según los
principios que emanan del presente código.
La Federación de Psicólogos de la República Argentina invita a las Entidades
que la constituyen a que tomen este Código de Ética como referencia a la hora
de revisar los propios, o de redactarlos en los casos en que aún no los tuvieran.
Cuando emerjan códigos de ética que busquen normar deontológicamente
prácticas específicas de la psicología, o sea necesario revisar códigos
deontológicos jurisdiccionales, éstos deberán armonizar con los principios
éticos del presente código.
Asumimos la importancia de la distinción lingüística de género; no obstante,
para facilitar la lectura del texto donde dice psicólogo lo utilizamos como
“psicólogo y psicóloga."
Para la presente revisión se tuvieron como documentos base los Códigos de
Ética de los Colegios provinciales y el de la Asociación de Psicólogos de la
Ciudad de Buenos Aires. Se consultaron también los Códigos de los psicólogos
de Chile, Brasil y Perú, el Código Deontológico de los psicólogos españoles, el
de la Asociación Americana de Psicología y la Declaración Universal de los
Principios Éticos.
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2
Federación de Psicólogos de la República Argentina – Código de Ética Nacional - 2013
PREAMBULO
Los psicólogos nucleados en las entidades que conforman la Federación de
Psicólogos de la República Argentina, se comprometen a ejercer su profesión
guiados por los principios y reglas de acción que contiene este Código de Ética.
Propician para el ser humano y para la sociedad en que están inmersos y en la
que participan, la vigencia plena de los Derechos Humanos, la defensa del
sistema democrático, la búsqueda permanente de la libertad, la justicia social y
la dignidad, como valores fundamentales que se traduzcan en un hombre y una
sociedad protagonista, crítica y solidaria.
Entienden al bienestar psíquico como uno de los Derechos Humanos
fundamentales y trabajan según el ideal social de promoverlo a todos por igual,
en el mayor nivel de calidad posible y con el sólo límite que la ética y la ciencia
establecen.
Comprenden que es responsabilidad individual de cada psicólogo aspirar a
alcanzar él mismo y promover en sus colegas una actitud responsable, lúcida y
comprometida frente al ser humano concreto y sus condiciones.
No consienten ni participan deliberadamente en prácticas discriminatorias.
Propician la armonía entre colegas, pero concuerdan en que el sentimiento de
solidaridad profesional no puede avalar o encubrir errores, faltas éticas,
crímenes o contravenciones penales practicadas por otros psicólogos en la
prestación de sus servicios profesionales.
DECLARACION DE PRINCIPIOS
El Código de Ética de la Federación de Psicólogos de la República Argentina,
toma como base los Principios Generales, acordados por los países miembros
y asociados del Mercosur en la ciudad de Santiago de Chile, 7 de noviembre
de 1997:
.
A. Respeto por los derechos y la dignidad de las personas
Los psicólogos se comprometen a hacer propios los principios establecidos por
la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Asimismo, guardarán el
debido respeto a los derechos fundamentales, la dignidad y el valor de todas
las personas, y no participarán en prácticas discriminatorias. Respetarán el
3
Federación de Psicólogos de la República Argentina – Código de Ética Nacional - 2013
derecho a la intimidad, privacidad, autonomía y el bienestar de las personas,
grupos y comunidades.
B. Competencia
Los psicólogos se comprometen a asumir niveles elevados de idoneidad en su
trabajo, reconociendo las fronteras de sus competencias particulares y las
limitaciones de su pericia. Proveerán solamente aquellos servicios y técnicas
para las que están habilitados por su formación académica, capacitación o
experiencia. Tendrán en cuenta que las competencias que se requieren en la
asistencia, enseñanza, y/o estudios de grupos humanos, varían con la
diversidad de dichos grupos y épocas.
En el uso de las nuevas tecnologías el psicólogo debe ser coherente con el
espíritu de este código.
C. Compromiso profesional y científico
Los psicólogos se comprometen a promover la Psicología en cuanto saber
científico. En su trabajo, asumirán sus responsabilidades profesionales, a
través de un constante desarrollo personal, científico, técnico y ético.
Los psicólogos se mantendrán actualizados en el conocimiento científico y
profesional relacionado con su ejercicio, reconociendo la necesidad de una
formación continua y harán un uso apropiado de los recursos científicos,
profesionales, técnicos y administrativos.
D. Integridad
Los psicólogos se comprometen a promover la integridad del quehacer
científico, académico, y de la práctica de la Psicología. Al informar acerca de
sus antecedentes profesionales y curriculares, sus servicios, sus honorarios,
investigaciones o docencia, no deberán hacer declaraciones falsas o
engañosas. Se empeñarán en ser sumamente prudentes frente a nociones que
degeneren en rotulaciones que devalúen o discriminen.
Asimismo, procurarán que sus sistemas de creencias, valores, necesidades y
limitaciones, no generen efectos adversos en su trabajo.
En su accionar científico-profesional, clarificarán a las partes acerca de los
roles que están desempeñando, y funcionarán según esos mismos roles.
E. Responsabilidad social
Los psicólogos se comprometen a asumir sus responsabilidades, profesional y
científica, hacia la comunidad y la sociedad en que la que trabajan y viven. Este
compromiso es coherente con el ejercicio de sus potencialidades analíticas,
creativas, educativas, críticas y transformadoras.
Los psicólogos ejercen su compromiso social a través del estudio de la realidad
y promueven y/o facilitan el desarrollo de leyes y políticas sociales que
apunten, desde su especificidad profesional, a crear condiciones que
contribuyan al bienestar y desarrollo del individuo y de la comunidad.
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NORMAS DEONTOLOGICAS
La mayoría de las reglas fueron redactadas en términos generales, de manera
que puedan adecuarse a las distintas situaciones regionales y ser aplicadas a
todos los psicólogos, independientemente del ámbito profesional en que
desempeñen su labor, pudiendo la aplicación de una regla variar según el
contexto. Las reglas que se establecen en el presente Código deben ser
consideradas como directivas generales. En tanto que no son exhaustivas, no
implican la negación de otras no expresadas que puedan resultar del ejercicio
profesional consciente y digno. La ausencia de disposiciones expresas no
debe interpretarse como admisión de prácticas y actos incompatibles con la
vigencia de los principios enunciados; por el contrario, confrontados con tal
situación, los psicólogos deberán conducirse de manera coherente con el
espíritu de este Código.
Las siguientes son reglas que los psicólogos deberán observar en relación con:
1. Consentimiento informado
1.1. Los psicólogos deben obtener consentimiento informado de aquellas
personas con las que trabajan en su práctica profesional.
Esta obligación se sustenta en el respeto por la autonomía, entendiendo que es
válido cuando la persona que lo brinda lo hace voluntariamente, y con
capacidad para comprender los alcances de su acto. Ello supone capacidad
legal para consentir, libertad de decisión e información suficiente y significativa
sobre la práctica de la que participa. La implementación del consentimiento
informado, considerado aquí como un proceso, implica su construcción y
revisión permanente en función de las características cambiantes y dinámicas
de la relación profesional-consultante.
1.2. La obtención del consentimiento informado implica para el profesional
psicólogo, brindar información sobre los alcances de la intervención para la
cual es solicitado en relación con: a) el propósito y naturaleza de la actividad
profesional, b) responsabilidades mutuas, c) protección de la confidencialidad y
limitaciones de la misma consignadas en el presente código, d) probables
beneficios y riesgos, e) alternativas posibles, f) opción de rehusar o retractarse
en cualquier momento.
1.3. La obligación y la responsabilidad de evaluar las condiciones en las cuales
el consultante da su consentimiento, incumben al psicólogo responsable de la
práctica de que se trate. Esta obligación y esta responsabilidad no son
delegables.
1.4. En los casos en los que las personas involucradas no se encuentren en
condiciones legales, intelectuales o emocionales de brindar su consentimiento,
los psicólogos deberán ocuparse de obtener el mismo de los responsables
legales, de acuerdo a las normativas vigentes.
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1.5. Aún con el consentimiento de los responsables legales, los psicólogos
procurarán el acuerdo que las personas involucradas puedan dar, dentro de los
márgenes que su capacidad legal, intelectual o emocional permita, y cuidarán
que su intervención profesional respete al máximo posible el derecho a la
intimidad.
1.6. Los psicólogos podrán intervenir sin el consentimiento del o los
consultantes en casos de catástrofes, urgencia y/o situaciones de riesgo.
1.7. El consentimiento de las personas involucradas no exime a los psicólogos
de evaluar la continuidad de la práctica que estén desarrollando, siendo parte
de su responsabilidad interrumpirla si existen elementos que lo lleven a
suponer que no se están obteniendo los efectos deseables, o que la
continuación podría implicar riesgos serios para las personas involucradas o a
terceros.
2. Secreto profesional
2.1. Los psicólogos tienen el deber de guardar secreto asegurando así la
confidencialidad de todo conocimiento obtenido en el ejercicio de la profesión.
Este deber hace a la esencia misma de la profesión, responde al bien común,
protege la seguridad y la dignidad de los consultantes, sus familias y
comunidades, y resguarda los intereses de las personas a quienes ofrecen sus
servicios, cualquiera sea el ámbito profesional de desempeño.
2.2. Los informes escritos o verbales sobre personas, instituciones o grupos,
deberán excluir aquellos antecedentes entregados al amparo del secreto
profesional y ellos se proporcionarán sólo en los casos necesarios cuando,
-según estricto criterio del profesional interviniente- constituyan elementos
ineludibles para configurar el informe; en el caso de que puedan trascender a
organismos donde no sea posible cautelar la privacidad, deberán adoptarse las
precauciones necesarias para no generar perjuicios a las personas
involucradas.
2.3. La información que se da a padres y/o demás responsables de menores
de edad y a las instituciones que la hubieran requerido, debe realizarse de
manera que no condicione el futuro de los mismos y que no pueda ser utilizada
en su perjuicio.
2.4. La obligación de guardar secreto subsiste aún después de concluida la
relación profesional. La muerte de los consultantes no exime a los psicólogos
de su obligación frente a la confidencialidad.
2.5. Cuando los psicólogos comparten información confidencial como resultado
del trabajo en equipo, supervisiones o bien por las características de la
Institución en que se desempeñan, la obligación de guardar secreto se extiende
a todos los profesionales participantes.
2.6. Los psicólogos garantizarán una apropiada confidencialidad al crear,
almacenar, acceder, transferir y eliminar registros bajo su control, con los
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recaudos apropiados si son impresos, digitalizados, videograbados, etc. Los
psicólogos mantendrán y eliminarán los registros de acuerdo con las
reglamentaciones vigentes y en un modo que permita cumplir con los requisitos
de este Código de Ética.
2.8. Límites del Secreto Profesional
2.8.1. Los psicólogos podrán comunicar información obtenida a través de su
ejercicio profesional sin incurrir en violación del secreto profesional, en las
siguientes situaciones:
2.8.1.1. Cuando así lo exija el bien del propio consultante, debido a que
éste, por causas de su estado, presumiblemente pudiera causarse un daño o
causarlo a otros.
2.8.1.2. Cuando se trate de evitar la comisión de un delito o prevenir los
daños que pudieran derivar del mismo.
2.8.1.3. Cuando el psicólogo deba defenderse de denuncias efectuadas
por el consultante en ámbitos policiales, judiciales o profesionales.
2.8.1.4. Cuando el propio consultante lo autorice o solicite por escrito,
quedando a criterio del profesional actuante la información que se brinde.
En todos los incisos mencionados la información que se comunique
debe ser la estrictamente necesaria, procurando que sea recibida por personas
competentes y capaces de preservar la confidencialidad dentro de límites
deseables.
3. Responsabilidad en las relaciones profesionales
3.1. Destinatarios de servicios profesionales
3.1.1. Los psicólogos deberán ser conscientes de la posición asimétrica que
ocupan, basándose en los principios éticos y la responsabilidad profesional;
absteniéndose de satisfacer intereses personales que pudieran vulnerar los
derechos de las personas.
3.1.2. Los psicólogos evitarán establecer relaciones que desvíen o interfieran
los objetivos por los que fueran requeridos sus servicios, sean éstas religiosas,
políticas, comerciales, etcétera.
3.1.3. Los psicólogos no recibirán otra retribución por su práctica más que sus
honorarios. No buscarán otras gratificaciones de índole material o afectiva.
3.1.4. Los psicólogos no iniciarán ninguna relación profesional con personas
con las que exista un vínculo previo que pudiera interferir en el óptimo
desempeño de la tarea, excepto cuando esto no pueda evitarse. Si por alguna
razón, como en situaciones de emergencia o ausencia de otro psicólogo en la
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región y cuando la actuación profesional no pudiera delegarse, se reducirá al
mínimo necesario y sólo hasta promover la intervención de otro psicólogo.
3.1.5. Cuando los psicólogos brinden servicios a personas que tuvieran relación
entre sí, deberán aclarar, debidamente, roles y funciones y respetar los límites
que le imponga su adscripción teórico-práctica y ética.
3.1.6. Los psicólogos, en el marco de sus prácticas profesionales, no se
involucrarán sexualmente con sus consultantes
3.1.7. Los psicólogos no aceptarán como consultantes a personas con las
cuales han mantenido vínculos sexuales, afectivos, comerciales, laborales o
de otra índole que pudieran condicionar o afectar de manera negativa el
objetivo primordial de su práctica.
3.1.8. Si no obstante los recaudos tomados surgiera una relación afectiva entre
consultante y psicólogo, que obstaculizara el alcance de las metas
profesionales, el psicólogo deberá realizar una derivación del consultante a
otro profesional.
3.2. Con los colegas
3.2.1. Los psicólogos mantendrán sus vínculos con colegas siempre dentro del
respeto mutuo y sin intromisión en los límites de la especialidad ajena. Las
divergencias que pudieran surgir deberán ser tratadas por medios pertinentes
con competencia científica y responsabilidad profesional.
3.2.2. Al cobrar honorarios los psicólogos tendrán en cuenta la dignidad
profesional y no propiciarán situaciones de competencia desleal.
3.2.3. Los psicólogos no se valdrán de las circunstancias de intervenir en
actividades político/gremiales para obtener ventajas profesionales y/o
personales, cuando ello implique un posible perjuicio para el colectivo al que
representan.
3.2.4. Propenderán a que la selección de profesionales para cargos públicos y
privados sea a través de concurso y no reemplazarán a colegas a sabiendas de
que hayan sido cesanteados, suspendidos o disminuidos en categoría sin los
requisitos del sumario previo, cesantía justificada o exoneración ajustada a la
ley.
3.2.5. Son actos contrarios a la Ética desplazar o pretender hacerlo a un colega
de un puesto público o privado por cualquier medio que no sea el concurso u
otra vía legal habilitada.
3.2.6. Está vedado a los psicólogos difamar a un colega, calumniarlo o tratar de
perjudicarlo por cualquier medio en el ejercicio profesional, incluidas las
formulaciones de denuncias calumniosas o infundadas y cualquier referencia a
su vida privada.
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3.2.7. Los psicólogos no facilitarán recursos profesionales ni colaborarán con
colegas que resulten sancionados por los órganos disciplinarios colegiales,
mientras se mantenga dicha situación.
3.2.8. Los psicólogos deberán abstenerse de efectuar comentarios respecto del
trabajo profesional de sus colegas, salvo cuando éstos lo soliciten o cuando la
acción profesional del colega le merezca reparos fundados ética o
científicamente. En este último caso intentarán razonar con él sobre el punto o,
si fuera lo indicado, efectuarán la denuncia pertinente. En todos los supuestos,
la crítica deberá ser constructiva, comprobable y de entera responsabilidad de
su autor.
3.2.9. Cuando los psicólogos recibieran una consulta que anteriormente fuera
atendida por un colega, estos deberán colaborar proporcionando la información
que se les solicite y considere pertinente.
3.2.10. Es obligación de los psicólogos ayudar a la formación de sus colegas,
no reservándose conocimientos o técnicas útiles para el desempeño de sus
funciones como tales.
3.2.11. Los psicólogos no intervendrán profesionalmente con personas
asistidas por colegas salvo en los siguientes casos:
3.2.11.1. Cuando sea una respuesta a la solicitud del profesional que
conduce la intervención.
3.2.11.2. Cuando la urgencia así lo requiera, tras lo cual dará inmediato
conocimiento al profesional responsable.
3.2.11.3. Cuando el consultante, en condiciones adecuadas de
autodeterminación, interrumpiera voluntaria y definitivamente el vínculo con el
primer profesional, o requiriera una interconsulta.
3.3. Con la profesión y la comunidad
3.3.1. En tanto que profesionales, los psicólogos deberán armonizar los
intereses propios con el bien común, reconocer a la comunidad como
destinataria legítima de sus servicios profesionales, propender al desarrollo
científico y profesional de la Psicología y conducirse siempre de manera
coherente con los principios que este Código indica.
3.3.2. En el ejercicio de su profesión los psicólogos no harán ninguna
discriminación en función de nacionalidad, religión, raza, ideología o
preferencias sexuales de sus consultantes.
3.3.3. Los psicólogos deberán: ser prudentes frente a nociones que generen
discriminaciones y rotulaciones estigmatizantes, ser conscientes de su sistema
de creencias, valores, necesidades y limitaciones, y del efecto que estos
puedan tener sobre su práctica profesional.
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3.3.4. Los psicólogos deberán conducirse de forma proba, con firme sentido del
honor en el ejercicio de su profesión. Cooperarán con su formación y
actualización continua en el avance de su práctica profesional y en el beneficio
de la comunidad.
3.3.5. No aplicarán o indicarán técnicas ni teorías psicológicas que no sean
avaladas en ámbitos científicos, académicos o profesionales reconocidos.
3.3.6. Los psicólogos prestarán sus servicios profesionales eficientemente, con
sumo cuidado de no incurrir en negligencia, impericia y/o imprudencia.
3.3.7. Los psicólogos evitarán emprender actividades profesionales cuando
supieran que sus problemas o conflictos personales pudiesen interferir con su
eficacia.
3.3.8. Los psicólogos tienen la obligación de estar alertas para detectar
tempranamente si sus problemas personales afectan su desempeño. Si ello
sucede, deberán tomar las medidas adecuadas, tales como consultar u obtener
ayuda profesional y determinar si deben limitar, suspender o concluir su
actividad.
3.3.9. Los psicólogos tienen la obligación de denunciar:
3.3.9.1. El ejercicio ilegal de la profesión, en cualquier forma que ocurra.
3.3.9.2. La práctica profesional de los psicólogos que no se efectúe en el
plano y nivel científico propios de la Psicología.
3.3.9.3. El curanderismo y cualquier otra práctica carente de fundamento
científico psicológico, cualquiera sea su forma.
3.3.10. Los psicólogos no usarán su posición profesional o sus relaciones, ni
permitirán que sus conocimientos y que sus servicios sean usados por otros,
con fines que no concuerden con los valores que se desprenden de este
Código de Ética.
3.3.11. Los Psicólogos sólo podrán utilizar en su práctica tecnologías
informáticas, previa validación académica y científica.
3.3.12. Los psicólogos respetarán el derecho de los consultantes a la libre
elección del profesional, tanto en el ejercicio particular como en los servicios
brindados en instituciones públicas o privadas.
3.3.13. Los psicólogos prestarán la colaboración que le sea requerida por las
autoridades en caso de epidemia, desastres y otras emergencias.
3.3.14. Los psicólogos deberán prestar la colaboración que le sea requerida por
los colegios y/o asociaciones a la que pertenecen.
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3.3.15. Los psicólogos no participarán, ni activa ni pasivamente, en acciones
que afecten la integridad psíquica y/o física de las personas, ni con formas de
tortura y todo aquello que atente contra los derechos humanos reconocidos a
nivel nacional e internacional.
3.3.16. Los psicólogos que desempeñen cargos públicos, están obligados a
respetar la ética profesional en el desempeño de su esfera de acción, y para
con sus colegas.
4. Investigación
4.1. La investigación psicológica perseguirá el avance del conocimiento
científico y/o el mejoramiento de las aplicaciones profesionales. Esta finalidad
estará siempre subordinada a la obtención de resultados humanitariamente
benéficos y al respeto por los derechos de los sujetos que participen en la
investigación.
4.2. La investigación psicológica se efectuará en acuerdo con las normas
éticas establecidas para la investigación y con las leyes nacionales y
provinciales pertinentes; se planificará y realizará, enmarcada en proyectos de
investigación de instituciones reconocidas; respetará las pautas de diseño,
desarrollo y validación propias del conocimiento científico; será coherente con
las valoraciones propias del paradigma utilizado; estará abierta a control de
instituciones públicas dedicadas a (o relacionadas con) la investigación
científica.
4.3. Los psicólogos responsables de proyectos de investigación obtendrán el
consentimiento informado de los sujetos o de sus representantes legales. No
será exigible el consentimiento cuando la investigación se asiente en encuestas
anónimas u observaciones no creadas en forma experimental; pero se tendrá
particular cuidado en que, el uso de tales técnicas así como la eventual
publicación de los resultados, no dañe la intimidad de las personas
involucradas.
4.4. Cuando la investigación involucre a sujetos en relación asimétrica con los
investigadores se les asegurará la libertad de poder participar o retirarse, sin
que esto último pueda derivar en sanciones, perjuicio o menoscabo alguno.
4.5. Si el brindar información completa pudiera invalidar los resultados de la
investigación, no se hará esto al inicio de la misma, siendo el psicólogo
responsable del proyecto quien proveerá lo antes posible una información
acabada a los sujetos y explicará también las razones por las que no se brindó
dicha información al comienzo de la experiencia. De cualquier modo, el
psicólogo no incurrirá en omisión de información ni recurrirá a técnicas de
engaño sin asegurarse previamente de que:
a) no existan procedimientos alternativos que no impliquen engaño
b) el uso esté justificado por el valor científico o profesional de la
investigación proyectada.
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4.6. No se llevarán adelante proyectos de investigación que impliquen
consecuencias desagradables o riesgo de ellas para los sujetos participantes.
4.7. Si surgieran consecuencias indeseadas el/o los sujetos participantes
deberán contar con el modo de comunicarse con el psicólogo responsable de la
investigación.
4.8. En la investigación con animales se asegurarán las medidas de protección
e higiene en su mantenimiento y eventual eliminación y se evitarán o
disminuirán al mínimo indispensable la incomodidad, dolor o enfermedad que la
investigación pudiera acarrearles.
4.9. Los psicólogos deberán ser veraces con los resultados de sus
investigaciones, no tergiversarán ni omitirán datos, aunque pudieran contrariar
sus expectativas.
5. Docencia
5.1. Los psicólogos que desempeñan funciones en la formación, capacitación,
entrenamiento, supervisión de grado o postgrado de profesionales psicólogos,
sea en forma regular o esporádica, en instituciones públicas, privadas o a título
personal, deben guiarse por las siguientes reglas:
5.1.1. No delegarán ninguna de sus funciones como docente en personas no
capacitadas para cumplirlas.
5.1.2. Garantizarán el nivel académico de los docentes involucrados en la
enseñanza, capacitación y entrenamiento.
5.1.3. Serán cuidadosos en el empleo de la influencia que, por la asimetría de
los roles, pudieran tener sobre sus estudiantes y supervisados.
5.1.4. Promoverán en los alumnos el conocimiento y observancia de la ética
profesional.
5.1.5. Mantendrán buenas relaciones con los alumnos sobre la base de un
nivel adecuado de exigencia y respeto mutuo.
5.1.6. Los psicólogos enseñarán el uso de técnicas y procedimientos
psicológicos solamente a profesionales con título habilitante para el ejercicio de
los mismos o a estudiantes de las carreras que conducen a tal habilitación, con
la salvedad de que esto no autoriza a los estudiantes al ejercicio profesional.
5.1.7. Los psicólogos no podrán organizar, participar o colaborar con
instituciones que engañen o confundan a la comunidad.
5.1.8. Cuando en la formación de grado se requiera que los alumnos
administren y empleen técnicas y procedimientos psicológicos, se arbitrarán
los medios para asegurar que los sujetos implicados hayan brindado su
consentimiento en forma directa o de manera implícita.
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5.1.9. Cuando los psicólogos utilizan casos como material ilustrativo se
extremarán los cuidados necesarios para mantener la reserva sobre los datos
que pudieran identificar a los involucrados.
6. Declaraciones públicas
6.1. Publicidad
6.1. En la promoción de sus servicios profesionales, lo que incluye anuncios
pagos o gratuitos (gráficos, radiales, audiovisuales, informáticos y/o cualquier
otro soporte comunicacional) y/o presentación de currículum vitae, los
psicólogos respetarán las siguientes pautas:
6.1.1.1. Los psicólogos que publicitan sus servicios deberán regirse por las
normas profesionales. A su vez deberán incluir nombre y matrícula;
absteniéndose de publicitar honorarios.
6.1.1.2. La publicidad deberá hacerse en forma mesurada, incluyendo los datos
indispensables para la información útil; en ningún caso deberá ser exagerada
de modo que tergiverse en algún sentido la índole y eficacia de los servicios.
6.1.1.3. Los psicólogos no ofrecerán recursos o actividades relativas a técnicas
psicológicas que no estén reconocidas por la comunidad profesional. Tampoco
utilizarán el precio o gratuidad del servicio como forma de propaganda.
6.1.1.4. La participación que los psicólogos pudieran tener en medios de
comunicación masiva será con fines educativos y divulgativos. Los psicólogos
no participarán, como tales, en avisos que recomienden la adquisición o uso de
un determinado producto.
6.2. Divulgación
6.2.1. Las declaraciones u opiniones profesionales que los psicólogos deban
formular con fines de información al público, deberán plantearse siempre con
rigor científico, sin perjuicio de adecuarse al nivel de comunicación que
corresponda.
6.2.2. Los psicólogos deberán abstenerse de hacer declaraciones públicas que
sean falsas, engañosas, desorientadoras o fraudulentas, ya sea por lo que ellas
establecen, transmiten o sugieren, o por lo que omiten, en relación con su
investigación, práctica u otras actividades laborales, o referidas a personas u
organizaciones con las que están asociados.
6.2.3. Cuando los psicólogos expresen opiniones o comentarios a través de
cualquier medio -directo o indirecto- de divulgación, tomarán precauciones
razonables para asegurar que las declaraciones estén basadas en la práctica y
la bibliografía psicológica apropiada.
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6.2.4. La divulgación de los trabajos científicos que se haga por medio de
publicaciones en la prensa, televisión u otros medios de índole no científica,
deberá realizarse en forma que no se tergiverse su verdadero sentido y
alcance.
6.2.5. Los psicólogos no deben realizar publicaciones con referencias técnicas
o procedimientos profesionales en medios de difusión no especializados, si
previamente no han sido sometidas a consideración en su ámbito específico.
6.2.6. Cuando los psicólogos den información acerca de procedimientos y
técnicas psicológicas, deberán establecer con claridad que sólo pueden ser
indicados y/o aplicados por profesionales competentes para ello.
6.2.7. Los psicólogos cuidarán que su presencia, en actos públicos y/o en
medios de difusión, sea dentro del máximo respeto por su calidad profesional,
por su propio prestigio y el de su profesión.
6.3. Publicaciones
6.3.1. Los psicólogos comunican y discuten sus experiencias, el producto de
su investigación y, en general, su producción científica, dentro del ámbito de las
instituciones correspondientes a su campo de acción y a través de la
publicación de sus trabajos en revistas científicas.
6.3.2. En la publicación de sus trabajos científicos o profesionales, los
psicólogos mantendrán siempre su compromiso con la veracidad, por lo cual
incluirán todos los datos pertinentes, aunque éstos pudieran contrariar sus
hipótesis o sus intereses. Citarán las fuentes y autores en que basan su trabajo
y no se atribuirán -expresamente o por omisión de las referencias-
producciones que no les sean propias.
6.3.3. Toda discrepancia científica o profesional deberán discutirla en los
ámbitos apropiados, evitando que su difusión al público pueda provocar errores
de interpretación, confusión de ideas o desconfianza.
6.3.4. En las publicaciones que sean producto de un trabajo compartido,
deberán incluirse los nombres de todos los participantes y precisar su grado de
responsabilidad, participación y colaboración.
6.3.5. Los Psicólogos deberán obtener autorización expresa de los autores,
cuando se utiliza información de fuentes particulares que no haya sido
publicada.
6.3.6. En todas sus publicaciones los psicólogos omitirán y/o alterarán
cualquier dato que pueda conducir a la identificación de las personas y/o
instituciones involucradas.
6.3.7. Los psicólogos que recopilen el material de otros para su publicación
deberán reconocer y mencionar todas las fuentes de origen y las
contribuciones recibidas e incluirán su propio nombre como editor.
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