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Lección 12
“El Sello de Dios y la Marca
de la Bestia“ - 2da. parte
Sábado de tarde, 10 de junio.
El 26 de noviembre de 1885, la Sra. White salió de
Basilea rumbo a Torre Péllice, Italia... La Sra. White
permaneció en Torre Péllice por tres semanas, habló
a la gente diez veces y visitó algunos de los lugares
donde los valdenses, huyendo de sus perseguido-
res, habían sido seguidos y capturados, torturados
y muertos. Refiriéndose a estos incidentes, ella
escribió:
“Si sus voces pudieran escucharse, ¡qué historia
contarían las montañas eternas que rodean estos
valles, acerca de los sufrimientos del pueblo de Dios,
debido a su fe! ¡Qué historia de la visita de ángeles
no reconocidos por estos fugitivos cristianos! Una
y otra vez los ángeles han hablado con hombres,
como un hombre habla con su amigo, y los han
guiado a lugares de seguridad. Repetidamente las
palabras animadoras de ángeles han renovado los
espíritus caídos de los fieles, y conducido sus mentes
por encima de las cumbres de las más elevadas mon-
tañas, haciéndoles contemplar por la fe los mantos
blancos, las coronas y las palmas de victoria que
los vencedores recibirán cuando rodeen el gran
trono blanco”. (Notas Biográficas, pp. 318, 319)
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Siempre que por la fe en el Cordero de Dios, un
alma renuncie a servir al pecado, se enciende la ira
de Satanás. La vida santa de Abel desmentía el
aserto de Satanás de que es imposible para el hom-
bre guardar la ley de Dios.
Cuando Caín, movido por el espíritu malo, vio
que no podía dominar a Abel, se enfureció tanto
que le quitó la vida. Y dondequiera haya quienes
se levanten para vindicar la justicia de la ley de
Dios, el mismo espíritu se manifestará contra ellos.
Es el espíritu que a través de las edades ha levanta-
do la estaca y encendido la hoguera para los discí-
pulos de Cristo. Pero las crueldades perpetradas
contra ellos son instigadas por Satanás y su hueste
porque no pueden obligarlos a que se sometan a
su dominio. Es la ira de un enemigo vencido. Todo
mártir de Jesús murió vencedor. El profeta dice:
“Ellos lo han vencido por medio de la sangre del
Cordero y de la palabra del testimonio de ellos,
que menospreciaron sus vidas hasta la muerte”.
Apocalipsis 12:11, 9. (Historia de los Patriarcas y
Profetas, pp. 62, 63).
Entre los habitantes de la tierra hay, dispersos en
todo país, quienes no han doblado la rodilla ante
Baal. Como las estrellas del cielo, que solo se ven
de noche, estos fieles brillarán cuando las tinieblas
cubran la tierra y densa oscuridad los pueblos. En
la hora de la más profunda apostasía, cuando se
esté realizando el supremo esfuerzo de Satanás
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para que “todos... pequeños y grandes, ricos y pobres,
libres y siervos” Apocalipsis 13:16 reciban, so pena
de muerte, la señal de lealtad a un falso día de repo-
so, estos fieles... resplandecerán “como luminares
en el mundo”. Filipenses 2:15. Cuanto más oscura
sea la noche, mayor será el esplendor con que
brillarán. (Maranata, el Señor Viene, p. 194).
Domingo, 11 de junio: La herida mortal
Roma pretendió eliminar el segundo mandamiento
de la ley de Dios, que prohíbe la adoración de imá-
genes, y dividió el décimo mandamiento en dos
para conservar el número exacto.
Esa actitud de retroceso ante el paganismo abrió
el camino para apartarse aún más de la autoridad
del cielo. Satanás atacó al cuarto mandamiento tam-
bién, y trató de poner a un lado el antiguo sábado,
que Dios había bendecido y santificado, para exaltar
en su lugar la fiesta que guardaban los paganos con
el nombre de “venerable día del sol”. Al principio
ese cambio no se llevó a cabo abiertamente. En los
primeros siglos todos los cristianos guardaban el
sábado. Cuidaban celosamente el honor de Dios, y
como creían que su ley era inmutable, conservaban
religiosamente el carácter sagrado de sus preceptos.
Pero con gran sutileza Satanás obró por medio de
sus instrumentos para lograr sus propósitos. Para
que la atención de la gente se dirigiera al domingo,
lo convirtió en una festividad en honor de la
resurrección de Cristo. Se celebraban servicios
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religiosos ese día; no obstante, se lo consideraba
aún como un día de recreación, y el sábado seguía
siendo guardado religiosamente. (La Historia de la
Redención, pp. 344, 345).
En el capítulo 13:1-10, se describe otra bestia, “pa-
recida a un leopardo”, a la cual el dragón dio “su
poder y su trono, y grande autoridad”. Este símbolo,
como lo han creído la mayoría de los protestantes,
representa al papado, el cual heredó el poder y la
autoridad del antiguo Imperio Romano. Se dice de
la bestia parecida a un leopardo: “Le fue dada una
boca que hablaba cosas grandes, y blasfemias [...].
Y abrió su boca para decir blasfemias contra Dios,
para blasfemar su nombre, y su tabernáculo, y a los
que habitan en el cielo. Y le fue permitido hacer
guerra contra los santos, y vencerlos: y le fue dada
autoridad sobre toda tribu, y pueblo, y lengua, y
nación”. Esta profecía, que es casi la misma que la
descripción del cuerno pequeño en Daniel 7, se
refiere sin duda al papado.
“Le fue dada autoridad para hacer sus obras cua-
renta y dos meses”. Y dice el profeta: “Vi una de sus
cabezas como si hubiese sido herida de muerte”. Y
además: “Si alguno lleva en cautiverio, al cautiverio
irá; si alguno mata con espada, es preciso que él
sea muerto a espada”. Los cuarenta y dos meses
son lo mismo que “un tiempo, y dos tiempos, y la
mitad de un tiempo”, tres años y medio, o 1.260
días de Daniel 7, el tiempo durante el cual el poder
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papal debía oprimir al pueblo de Dios. Este período
... empezó con la supremacía del papado, en el año
538 d. C., y terminó en 1798. Entonces, el papa fue
hecho prisionero por el ejército francés, el poder
papal recibió su golpe mortal y quedó cumplida
la predicción: “Si alguno lleva en cautiverio, al
cautiverio irá”. (El Conflicto de los Siglos, p. 492)
Lo único en que podemos confiar en este mundo
es en la Palabra de Dios. “Buscad primeramente el
reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os
serán añadidas.” Mateo 6:33. Aun en esta vida, no
puede beneficiarnos el apartarnos de la voluntad
de nuestro Padre celestial. Cuando aprendamos a
conocer el poder de su palabra no seguiremos las
sugestiones de Satanás para obtener alimento o
salvarnos la vida. Lo único que preguntaremos será:
¿Cuál es la orden de Dios, y cuál es su promesa?
Conociéndolas, obedeceremos la primera y confia-
remos en la segunda.
En el último gran conflicto de la controversia con
Satanás, los que sean leales a Dios se verán privados
de todo apoyo terrenal. Porque se niegan a violar
su ley en obediencia a las potencias terrenales, se
les prohibirá comprar o vender. Finalmente será
decretado que se les dé muerte. Ver Apocalipsis
13:11-17. Pero al obediente se le hace la promesa:
“Habitará en las alturas: fortalezas de rocas serán
su lugar de acogimiento; se le dará su pan, y sus
aguas serán ciertas.” Isaías 33:16. Los hijos de Dios
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vivirán por esta promesa. Serán alimentados cuando
la tierra esté asolada por el hambre. “No serán
avergonzados en el mal tiempo; y en los días de
hambre serán hartos.” Salmos 37:19. (El Deseado de
todas las Gentes, pp. 96, 97).
Lunes, 12 de junio: La apostasía
Conforme vaya acercándose la tempestad, muchos
que profesaron creer en el mensaje del tercer ángel,
pero que no fueron santificados por la obediencia a
la verdad, abandonarán su fe e irán a engrosar las
filas de la oposición. Uniéndose con el mundo y
participando de su espíritu, llegarán a ver las cosas
casi bajo el mismo aspecto; así que cuando llegue
la hora de prueba estarán preparados para situarse
del lado más fácil y de mayor popularidad. Hom-
bres de talento y de elocuencia, que se gozaron un
día en la verdad, emplearán sus facultades para
seducir y descarriar almas. Se convertirán en los
enemigos más encarnizados de sus hermanos de
antaño. Cuando los observadores del sábado sean
llevados ante los tribunales para responder por su
fe, estos apóstatas serán los agentes más activos de
Satanás para calumniarlos, y acusarlos y para incitar
a los magistrados contra ellos por medio de falsos
informes e insinuaciones. (Maranata, el Señor viene,
p. 194).
“Nada que sea menos que toda la armadura de
justicia puede habilitar al hombre para vencer las
potestades de las tinieblas y retener la victoria sobre
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ellas. Satanás ha tomado plena posesión de las igle-
sias en conjunto. Se ponen de relieve los dichos y las
obras de los hombres en vez de las claras y cortantes
verdades de la Palabra de Dios. El espíritu y la amis-
tad del mundo son enemistad hacia Dios. Cuando
la verdad en su sencillez y fortaleza, tal cual es en
Jesús, se levanta frente al espíritu del mundo, des-
pierta en seguida el espíritu de persecución. Muchí-
simos que profesan ser cristianos no han conocido
a Dios. El corazón natural no ha sido cambiado, y
el ánimo carnal permanece en enemistad con Dios.
Aquéllos son siervos fieles de Satanás, a pesar de
haber asumido otro nombre.” (Primeros Escritos,
pp. 273, 274).
Que todos recuerden que por ningún motivo debe-
mos invitar la persecución. No debemos utilizar pa-
labras duras y descomedidas. Mantenedlas fuera de
todo artículo escrito, eliminadlas de todo discurso
presentado. Que la palabra de Dios sea la que corte
y reprenda; que los hombres finitos se oculten y
moren en Jesucristo. Permitamos que se manifieste
el espíritu de Cristo. Que todos manifiesten cuidado
en sus palabras, para no inducir acerba oposición
en los que no son de nuestra fe y para no dar a Sa-
tanás la oportunidad de utilizar las palabras impru-
dentes para colocar barreras en nuestro camino.
Habrá un tiempo de tribulación como no ha existido
desde que ha habido nación. Tenemos la responsabi-
lidad de eliminar de todas nuestras presentaciones
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cualquier cosa que tenga sabor a desquite y a desafío,
y que ataque iglesias o individuos, porque esto no
es el camino ni el método de Cristo.
El hecho de que el pueblo de Dios, que conoce la
verdad, haya fracasado en el cumplimiento de su
deber en conformidad con la luz presentada en la
palabra de Dios, hace necesario que seamos suma-
mente precavidos, no sea que ofendamos a los que
no son creyentes antes de haber oído las razones
de nuestra fe con respecto al sábado y el domingo.
(Testimonios para la Iglesia, t. 9, p. 196)
Martes, 13: La estrategia final de Satanás
A medida que nos acercamos a la crisis final,
resulta de vital importancia que la armonía y la
unidad reinen entre las instituciones del Señor. El
mundo no conoce más que tempestades, guerras y
discordias. Sin embargo, las gentes se unirán bajo
una misma dirección, la de la potencia papal, para
oponerse a Dios en la persona de sus testigos.
¿Qué entidad le entrega su reino a este poder?
El protestantismo, un poder que mientras afirma
que tiene el carácter y el espíritu de un cordero y
está aliado con el cielo, habla con la voz de un
dragón. Está movido por un poder que procede de
abajo...
“Estos tienen un mismo propósito”. Habrá un
vínculo universal de unión, una gran armonía, una
alianza de las fuerzas de Satanás. “Y entregarán su
poder y su autoridad a la bestia”. Así se manifiesta
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el mismo poder arbitrario y opresivo contra la
libertad religiosa, la libertad de adorar a Dios
conforme a los dictados de la conciencia, como lo
hizo antes el papado, cuando persiguió a los que
se atrevían a no conformarse con los ritos y las
ceremonias religiosas del romanismo. (Maranata, el
Señor Viene, p. 185)
La misma mente magistral que maquinó contra
los fieles en siglos pasados sigue procurando librar
la tierra de aquellos que temen a Dios y obedecen
su ley. Satanás excitará indignación contra la
humilde minoría que concienzudamente se niega
a aceptar las costumbres y tradiciones populares.
Hombres de posición y reputación se unirán con los
inicuos y los viles para maquinar contra el pueblo de
Dios... No teniendo un “Así dicen las Escrituras”,
para presentarlo contra los defensores del sábado
bíblico, recurrirán a leyes opresivas para suplir
la falta... (Maranata, el Señor viene, p. 196)
Todas las cosas de la naturaleza y del mundo en
general están cargadas de intensa formalidad. Sata-
nás, con la cooperación de sus ángeles y los hombres
malvados, desplegará todo esfuerzo posible para
obtener la victoria, y parecerá estar teniendo éxito.
Pero la verdad y la justicia saldrán de este conflicto,
coronadas de triunfante victoria. (Mensajes Selectos
t. 3, p. 449)
Se encontrará que es una cosa terrible haber ago-
tado la paciencia divina, porque la ira de Dios se
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derramará en forma tan marcada e intensa que se
la presenta como una ira que no está atemperada
por la misericordia; y hasta la tierra misma quedará
arrasada. En el tiempo cuando la apostasía sea na-
cional, cuando los dirigentes del país, obrando de
acuerdo con el plan de acción satánico, se alisten
junto al hombre de pecado, entonces se colmará la
medida de la culpa; la apostasía nacional es la señal
para que ocurra la ruina nacional.
Dios ha puesto a su pueblo en la brecha para repa-
rar la muralla, para elevar el fundamento de muchas
generaciones. Las inteligencias celestiales, los ánge-
les superiores en fortaleza, están esperando, obedien-
tes a sus órdenes, para unirse con los instrumentos
humanos, y el Señor intervendrá cuando las cosas
hayan alcanzado un estado tal que únicamente el
poder divino sea capaz de contrarrestar la obra de
los instrumentos satánicos. Cuando su pueblo corra
el mayor peligro, cuando al parecer sea incapaz de
resistir contra el poder de Satanás, entonces Dios
obrará en su favor. La necesidad extrema del hom-
bre constituye la oportunidad de Dios. (Mensajes
Selectos, t. 2, p. 428).
Miércoles 14: La marca de la bestia
Pero los cristianos de las generaciones pasadas
observaron el domingo creyendo guardar así el
día de descanso bíblico; y ahora hay verdaderos
cristianos en todas las iglesias, sin exceptuar la
católica romana, que creen honradamente que el
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domingo es el día de reposo divinamente instituido.
Dios acepta su sinceridad de propósito y su integridad.
Pero cuando la observancia del domingo sea impues-
ta por la ley, y que el mundo sea ilustrado respecto
a la obligación del verdadero día de descanso, en-
tonces quien transgreda el mandamiento de Dios
para obedecer un precepto que no tiene mayor
autoridad que la de Roma, honrará con ello al
papado por encima de Dios: rendirá homenaje a
Roma y al poder que impone la institución estable-
cida por Roma: adorará la bestia y su imagen. Cuan-
do los hombres rechacen entonces la institución que
Dios declaró ser el signo de su autoridad, y honren
en su lugar lo que Roma escogió como signo de su
supremacía, ellos aceptarán de hecho el signo de la
sumisión a Roma, “la marca de la bestia”. Y solo
cuando la cuestión haya sido expuesta así a las
claras ante los hombres, y ellos hayan sido llamados
a escoger entre los mandamientos de Dios y los
mandamientos de los hombres, será cuando los que
perseveren en la transgresión recibirán “la marca
de la bestia”. (El Conflicto de los Siglos, p. 502).
Los adoradores de Dios se caracterizarán especial-
mente por su respeto al cuarto mandamiento, puesto
que ésta es la señal de su poder creador y el testi-
monio de su derecho a la reverencia y al homenaje
de los seres humanos. Los impíos se caracterizarán
por sus esfuerzos por derribar el monumento del
Creador, y por exaltar la institución de Roma. Toda
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la cristiandad se dividirá en dos grandes clases: los
que guardarán los mandamientos de Dios y la fe de
Jesús, y los que adorarán a la bestia y a su imagen
y recibirán su marca. Aunque la iglesia y el estado
unirán su poder para compeler a “todos, pequeños
y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos” (Apoca-
lipsis 13:16), a recibir la marca de la bestia, sin em-
bargo, el pueblo de Dios no la recibirá. El profeta
de Patmos contempló “a los que habían alcanzado
la victoria sobre la bestia y su imagen, y su marca
y el número de su nombre, en pie sobre el mar de
vidrio, con las arpas de Dios” ( Apocalipsis 15:2), y
cantando el cántico de Moisés y del Cordero.
(Mensajes Selectos, t. 2, p. 63).
Jueves 15: La prueba del sábado
Son muchos los que, aun entre los empeñados en
este movimiento para imponer el domingo, están
ciegos en cuanto a los resultados que seguirán a
esta acción. No ven que están atentando directa-
mente contra la libertad religiosa. Son muchos los
que nunca han comprendido las obligaciones que
impone el día de reposo bíblico ni el fundamento
falso sobre el cual descansa la institución del
domingo. Cualquier movimiento en favor de la
legislación religiosa, es realmente una concesión al
papado, que durante tantos siglos ha guerreado
constantemente contra la libertad de conciencia.
La observancia del domingo debe su existencia
como supuesta institución cristiana al “misterio de
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iniquidad; y su imposición será un reconocimiento
virtual de los principios que constituyen la misma
piedra angular del romanismo. Cuando nuestra
nación abjure de tal manera los principios de su
gobierno que promulgue una ley dominical, en
este acto el protestantismo dará la mano al papismo;
y con ello recobrará vida la tiranía que durante
largo tiempo ha estado aguardando ávidamente
su oportunidad de resurgir en activo despotismo.
(Testimonios para la Iglesia, t. 5 pp. 665, 666).
En la lucha que se librará en los últimos días
estarán unidos, en oposición al pueblo de Dios,
todos los poderes corruptos que se han apartado
de la lealtad a la ley de Jehová. En esta lucha, el día
de reposo del cuarto mandamiento será el gran
punto en disputa, pues en el mandamiento del día
de reposo se identifica el gran Legislador como el
Creador de los cielos y de la tierra...
Los protestantes de los Estados Unidos serán los
primeros en tender las manos a través de un doble
abismo al espiritismo y al poder romano; y bajo la
influencia de esta triple alianza ese país marchará
en la huellas de Roma, pisoteando los derechos de
la conciencia. (Maranata, el Señor viene, p. 185).
Tan pronto como el pueblo de Dios sea sellado en
su frente (no se trata de un sello o marca visible, sino
de una afirmación intelectual y espiritual en la ver-
dad, del cual será imposible desviarlos), tan pronto
como sea sellado y preparado para el zarandeo, éste
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se producirá. En realidad, ya ha comenzado. Los
juicios de Dios se hallan ya sobre la tierra para
darnos advertencia a fin de que podamos saber lo
que nos espera...
Se procurará imponernos la observancia del falso
día de reposo... Los que hayan cedido paso a paso a
las exigencias mundanales y se hayan conformado
a las costumbres del mundo, cederán a las autorida-
des, antes que someterse al ridículo, los insultos,
las amenazas de encarcelamiento y la muerte... La
contienda será entre los mandamientos de Dios y
los de los hombres.
En ese tiempo, el oro será separado de la escoria
en la iglesia. La verdadera piedad se distinguirá
claramente de la apariencia y del oropel. Más de
una estrella que hemos admirado por su brillo, se
apagará entonces en las tinieblas. Como una nube,
el tamo será llevado por el viento, aun en lugares
donde vemos solo eras de rico trigo. Todos los que
llevan los ornamentos del santuario, pero no están
vestidos de la justicia de Cristo, aparecerán en la
vergüenza de su desnudez. (Maranata, el Señor
viene, p. 185).
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Viernes 16 de junio: Para estudiar y meditar
“Nuestro Idóneo Salvador”
Alza tus Ojos, p. 37
“Volvieron los setenta con gozo, diciendo: Señor, aun
los demonios se nos sujetan en tu nombre. Y les dijo: Yo
veía a Satanás caer del cielo como un rayo.”.
Lucas 10:17, 18
¿Qué es la vida? Un monumento perdurable al
único Dios verdadero. La obra de la creación nunca
podrá ser explicada por la ciencia. ¿Qué intelecto
puede explicar la ciencia de la vida? ¿Nos asombra-
mos de que los materialistas no tengan lugar para
la existencia de Dios? El cuarto mandamiento decla-
ra a todo el Universo, a los mundos no caídos y al
mundo caído que Dios creó el mundo en seis días y
descansó en el séptimo. La evidencia proporcionada
allí no deja lugar para el escepticismo.
Cristo, el Comandante de las cortes celestiales, esta-
ba acostumbrado a recibir la asistencia y adoración
de los ángeles. En cualquier momento durante su
vida sobre la tierra podría haber solicitado a su Padre
doce legiones de ángeles. Pero ni el soborno, ni la
tentación de manifestar sus prerrogativas divinas
pudo inducirlo a desviarse del sendero designado
por Dios. La estrategia de Satanás mostró su gran
habilidad y astucia. Tres veces trató el enemigo de
obtener la victoria sobre Cristo. Lo asaltó en el
terreno del apetito; apeló a su orgullo; presentó
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delante de Él las escenas más cautivantes de este
mundo. Lo desafió a dar evidencia de que era el
Hijo de Dios. Pero Cristo no se la dio, sino que
mantuvo su dignidad como Aquel a quien Dios
había entregado todo poder.
Satanás tiene hoy gran poder en el mundo. Se le
ha permitido tener esta tierra como propiedad por
un tiempo limitado. Durante este período, mientras
prevalece la iniquidad, se da a los hombres y las
mujeres la oportunidad de tomar posiciones. En toda
forma posible Satanás trata de hacer que el camino
ancho resulte atractivo y el angosto penoso, humi-
llante y objetable. Traza planes ingeniosos para
inducir a los hombres y las mujeres a dar rienda
suelta al apetito. Los placeres vulgares que no
proporcionan verdadera satisfacción se multiplican
en esta era degenerada. Satanás arroja su hechizo
sobre estas diversiones, que eclipsan las verdades
eternas. Muchos venderán su primogenitura como
lo hizo Esaú por una frívola recompensa en la indul-
gencia del apetito. El placer mundanal les parecerá
más deseable que la primogenitura celestial. Cristo
venció en nuestro lugar. Era el único que podía ser
un Salvador idóneo. Tenía sabiduría, habilidad y
poder divinos. Pudo erguirse delante del mundo
como un maravilloso Consejero, Dios poderoso,
Padre eterno, Príncipe de paz. Las palabras de
Dios concernientes a su Ungido están cargadas de
significado: “Mas del Hijo dice: Tu trono, oh Dios,
por el siglo del siglo; cetro de equidad es el cetro
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de tu reino. Has amado la justicia, y aborrecido la
maldad, por lo cual te ungió Dios, el Dios tuyo,
con óleo de alegría más que a tus compañeros”.
Hebreos 1:8, 9.— 25 de enero
“La Marca de la Bestia”
Primeros Escritos, pp. 64-67
En una visión dada el 27 de junio de 1850, mi ángel
acompañante dijo: “El tiempo está casi agotado.
¿Reflejáis como debierais hacerlo la hermosa imagen
de Jesús?” Luego se me señaló la tierra y vi que era
necesario realizar preparativos entre aquellos que han
abrazado últimamente el mensaje del tercer ángel.
Dijo el ángel: “¡Preparaos, preparaos, preparaos!
Tendréis que morir mucho más al mundo de lo que
habéis muerto hasta aquí.” Vi que tenían una obra
que hacer y poco tiempo en que hacerla.
Luego vi que las siete postreras plagas iban a ser
derramadas pronto sobre aquellos que no tienen
refugio; y sin embargo el mundo las consideraba
como si no tuvieran más importancia que otras
tantas gotas de agua a punto de caer. Se me capacitó
después para soportar el terrible espectáculo de las
siete últimas plagas, la ira de Dios. Vi que esa ira
era espantosa y terrible, y que si Él extendiese la
mano, o la levantase con ira, los habitantes del
mundo serían como si nunca hubiesen existido, o
sufrirían llagas incurables y plagas marchitadoras
que caerían sobre ellos, y no hallarían liberación,
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sino que serían destruidos por ellas. El terror se
apoderó de mí, y caí sobre mi rostro delante del
ángel y le rogué que quitase ese espectáculo, que
lo ocultase de mí, porque era demasiado espantoso.
Entonces comprendí, como nunca antes, la impor-
tancia que tiene el escudriñar la Palabra de Dios
cuidadosamente, para saber cómo escapar a las
plagas que, según declara la Palabra, caerán sobre
todos los impíos que adoren la bestia y su imagen,
y reciban su marca en su frente y en sus manos.
Me llenaba de gran asombro que hubiese quienes
pudiesen transgredir la ley de Dios y pisotear su
santo sábado, cuando estas violaciones han sido
denunciadas con amenazas tan pavorosas.
El papa cambió el día de reposo del séptimo al
primer día de la semana. El pensó cambiar el
mandamiento que fue dado al hombre para que se
acordase de su Creador. Pensó cambiar el mayor
mandamiento del Decálogo y hacerse así igual a
Dios o aun exaltarse sobre Dios. El Señor no cambia,
y por lo tanto su ley es inmutable; pero el papa se
exaltó sobre Dios al procurar cambiar los inmuta-
bles preceptos de la santidad, justicia y bondad.
Holló bajo los pies el día santificado por Dios, y
por su propia autoridad puso en su lugar uno de
los seis días hábiles. Toda la nación ha ido en pos
de la bestia, y cada semana roba a Dios su tiempo
santo. El papa hizo una brecha en la santa ley de
Dios, pero vi que había llegado ya plenamente el
tiempo en que esta brecha tiene que ser reparada
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por el pueblo de Dios y los lugares asolados han
de ser reedificados.
Delante del ángel rogué que Dios salvase a su
pueblo de extraviarse, que lo salvase por su miseri-
cordia. Cuando las plagas comiencen a caer, los
que sigan violando el santo sábado no abrirán la
boca para formular las excusas que ahora presentan
para no guardarlo. Su boca permanecerá cerrada
mientras caigan las plagas, y el gran Legislador
exija que se aplique la justicia a aquellos que se
burlaron de su ley y la llamaron “una maldición
para el hombre,” “algo mezquino” y “tambaleante.”
Cuando los tales sientan la presión férrea de esa
ley, aquellas expresiones desfilarán delante de
ellos en caracteres vivos, y reconocerán entonces el
pecado de haberse burlado de lo que la Palabra de
Dios llama “santo, justo y bueno.”
Se me recordó luego la gloria del cielo, el tesoro
allegado allí por los fieles. Todo era hermoso y lleno
de gloria. Los ángeles cantaban un hermoso himno,
luego dejaban de cantar y se quitaban las coronas
deslumbrantes, las echaban a los pies del glorioso
Jesús, y con voces melodiosas clamaban: “¡Gloria!
¡Aleluya!” Me uní con ellos en sus cantos de alaban-
za y honor al Cordero, y cada vez que abría la boca
para loarle, me dominaba un inefable sentido de la
gloria que me rodeaba. Era mucho más: un indecible
y eterno peso de gloria. Dijo el ángel: “El pequeño
residuo que ama a Dios, guarda sus mandamientos y
cuyos miembros sean fieles hasta el fin, disfrutará
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de esta gloria y estará siempre en la presencia de
Jesús para cantar con los santos ángeles.”
Luego mis ojos fueron desviados de la gloria, y se
me mostró al residuo en la tierra. El ángel les dijo:
“¿Queréis huir de las siete postreras plagas? ¿Que-
réis ir a la gloria y disfrutar de todo lo que Dios ha
preparado para los que le aman y están dispuestos
a sufrir por amor de Él? En tal caso, debéis morir
para poder vivir. Preparaos, preparaos, preparaos.
Debéis realizar mayores preparativos que los que
habéis realizado, porque el día del Señor viene, día
de ira cruel y ardiente, que asolará la tierra y destru-
irá a los pecadores de ella. Sacrificadlo todo para
Dios. Ponedlo todo sobre su altar: el yo, vuestras
propiedades, todo, como sacrificio vivo. El entrar
en la gloria lo exigirá todo. Haceos tesoros en los
cielos, donde no puede acercarse ladrón alguno ni
haber orín que corrompa. Debemos participar de los
sufrimientos de Cristo aquí si queremos participar
con Él de su gloria más tarde.”
El cielo nos habrá costado bastante poco, aun cuando
lo obtengamos por medio de sufrimiento. Debemos
negarnos a nosotros mismos todo el camino, morir
diariamente, dejar que sólo se vea a Jesús, recordar
de continuo su gloria. Vi que los que han aceptado
la verdad últimamente tendrían que saber lo que es
sufrir por amor de Cristo, que tendrían que soportar
pruebas duras y amargas, a fin de ser purificados
y preparados mediante el sufrimiento para recibir
el sello del Dios vivo, pasar por el tiempo de angus-
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tia, ver al Rey en su gloria, y morar en la presencia
de Dios y de los ángeles santos y puros.
Al ver lo que debemos ser para heredar la gloria, y
ver luego cuánto sufrió Jesús para obtener en nuestro
favor una heredad tan preciosa, rogué que fuésemos
bautizados en los sufrimientos de Cristo, para no
atemorizarnos frente a las pruebas, sino soportarlas
con paciencia y gozo, sabiendo que Cristo sufrió a
fin de que por su pobreza y sufrimientos nosotros
pudiésemos ser enriquecidos. Dijo el ángel:
“Negaos a vosotros mismos; debéis avanzar con
rapidez.” Algunos de nosotros hemos tenido tiempo
para llegar a la verdad, para avanzar paso a paso,
y cada paso que hemos dado nos ha fortalecido
para tomar el siguiente. Pero ahora el tiempo está
casi agotado, y lo que hemos tardado años en
aprender, ellos tendrán que aprenderlo en pocos
meses. Tendrán también que desaprender muchas
cosas y volver a aprender otras. Los que no quieran
recibir la marca de la bestia y su imagen cuando se
promulgue el decreto, deben tener ahora decisión
para decir: No, no queremos honrar la institución
creada por la bestia.
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