Capitulo 2 Pozo
Capitulo 2 Pozo
camino iniciado por esta pregunta. Nuestra tarea es otra: establecer qué tienen en
común todos ellos, es dedr, averiguar cuál es el núcleo central del programa de tura de la conducta sería una copia isomórfica de las contingencias o covaria-
investigación conductista. ciones ambientales. Para estudiar cómo se establecen esas asociaciones, nada
mejor que elegir un organismo simple en una situación simple: la rata o la paloma
en una caja trucada o en un laberinto. La descontexlualización y simplificación de
El núcleo central del programa conductista las tareas son características de todo enfoque asociacionlsta, por razones que
analizaremos más adelante. Al igual que Ebbinq ha us (1885) se enfrentaba al
Según Mackenze (1977), lo único que tienen en común las diversas formas aprendizaje de slabas sin sentido, las ratas han de enfrentarse también a tareas
de conductismo desarrolladas antes, durante y después del neoconductismo es sin sentido, que, como las listas de Ebbingha us , son totalmente arbitrarias.
una determinada concepción ele la ciencia y su metodología, careciendo de un B asociacionismo es así el núdeo central del programa de Investigación con*
núdeo teórico común: «£/ conductismo fue el único - o al menos e l más detalla- duelista En sus diversas variantes, el conductismo asume las ideas asociadonis-
do, intransigente y sofisticado - intento serio que nunca se había hecho para tas como base de su experimentación y teorización. Esta asunción tendrá amplias
desarrollar una ciencia sobre principios solamente metodológicos » (Mackenze. consecuencias. Del asociacionismo se derivan una serie de exigencias para la
1977, pág. 142 de la trad. cast.). Skinner (1963, pág. 961) parece estar de acuer- teoría psicológica, unas de modo directo y necesario y otras de modo Indirecto y,
do -sólo en parte, claro- con esta apreciación cuando afirma tajantamente que por tanto, no necesarias. Estas exigencias conforman otros rasgos adicionales
«e/ conductismo, con acento en la última sílaba, no es el estudio científico de la del programa conductista, incorporados en algunos casos al núdeo central y en
conducta, sino una filosofía de la ciencia dedicada al objeto y a los métodos de otros al dnturón protector de sus teorías. La Figura 2.1 representa el núdeo cen-
la psicología». Tal vez sea así. pero necesariamente el conductismo ha de ser al- tral del programa conductista, común a todas las variantes del conductismo. junto
go más para constituirse en un programa de investigación: ha de disponer de un con algunas de las ideas que ocupan su cinturón protector, que pueden diferir se-
marco conceptual. En la filosofía de la ciencia actual (por ej., Kuhn, 1962; Laka- gún los autores que defiendan la posición condudista. Asimismo se recogen las
tos, 1978) no se acepta que se pueda hacer ciencia sin teoría. Además de la con- dos anomalías esenciales que se derivan de la asunción de ese núcleo central
vicción positivista, que sin duda forma parte del núcleo central del conductismo. asociadonista. Esta figura resume las ideas expuestas en las próximas páginas y,
ha de haber otros rasgos conceptuales comunes para que podamos hablar de un por tanto, encuentra en ellas su explicación. En todo caso, la adscripción a una u
programa de investigación conductista. otra condición de cada uno de los rasgos que vamos a comentar a continuación
En nuestra opinión, el núcleo central del conductismo está constituido por su constituye un motivo de abierta polémica en función de la perspectiva teórica
concepción asociacionlsta del conocimiento y del aprendizaje. Situado en la tra- adoptada por cada autor.
dición del asociaclonismo que nace en Aristóteles, el conductismo comparte la Uno de los rasgos que con más frecuencia suelen considerarse como consti-
teoría del conocimiento del empirismo inglés, cuyo exponente más lúcido es la tutivos del programa conductista es el reduccionismo antlmentalista, es decir, la
obra de Hume (1739/1740) A treatise of human nature. Según Hume, el conoci- negación de los estados y procesos mentales. ¿Es el antimentalismo una exigen-
miento humano está constituido exclusivamente de impresiones e ideas. Las im- cia necesaria de la asunción del asociacionismo? En principio habría que diferen-
presiones serían los datos primitivos recibidos a través de los sentidos, mientras ciar entre los condudistas radicales (Watson en algunas ocasiones, Skinner
que las ideas serían copias que recoge la mente de esas mismas impresiones, siempre, junto con algún otro), que niegan la existencia de la mente, y los con-
que perdurarían una vez desvanecidas éstas. Por tanto, el origen del conocimien- dudistas metodológicos, que únicamente exigen que se cumplan los requisitos
to serían las sensaciones, hasta el punto de que ninguna idea podría contener in- de objetividad (por ej., Kendler, 1984; Zuriff, 1965). Lo que el condudismo re-
formación que no hubiese sido recogida previamente por los sentidos. Pero las chaza es el uso de la introspección, no la propia existencia de la mente y ni si-
ideas no tienen valor en sí mismas. El conocimiento se alcanza mediante la aso- quiera su estudio siempre que se haga por métodos objetivos, es decir, a través
ciación de ideas según los principios de semejanza, contigüidad espacial y tem- de índices conduduales. De hecho, a partir de Huu, el condudismo comienza a
poral y causalidad. Estos son los principios básicos del pensamiento y el aprendi- incorporar variables intervinientes, dando paso a modelos mediacionales que
zaje en el empirismo humeano. cumplían en el neocondudismo una función similar a la que tendrán los diagra-
Estos principios de la asociación serán, a su vez. el núcleo central de la teoría mas de flujo en el procesamiento de información. Por tanto no creemos que el
psicológica del conductismo. Con diversas variantes, todos los conductistas las antimentalismo sea un rasgo necesario del condudismo. aunque obviamente ha-
adoptan como elemento fundamental para la descripción o. en su caso, explica- ya muchos condudistas que son antimentalistas. Loque sí es un rasgo constituti-
ción de la conducta animal y humana. Dado que inicialmente somos una tabula vo del condudismo es la idea de que cualquier variable mediadonal o intervinien-
rasa y todo lo adquirimos del medio por mecanismos asociativos, es lógico que el te que se defina ha de ser isomorfa con las variables observables. En otras pala-
conductismo tomara como área fundamental de estudio el aprendizaje: la estruc- bras. la mente, de existir, es necesariamente una copia de la realidad, un reflejo
de ésta y no al revés. Este es el principio de correspondencia que, según algunos
0 con<x>cti#nx>como pioysnw d i tovMtipsQÓo 2?
organismo el que inicia las secuencias asociativas. Pero han de admitir finalmente
que los operantes están controlados por sus consecuencias ( S k in n e r , 1981). El
La crisis del conductismo
reforzamiento es así un requisito dei aprendizaje. Es en este sentido en el que el
sujeto del conductismo es pasivo: el aprendizaje no es una cualidad intrínseca al A pesar de disponer de un núdeo teórico y metodológico común, consistente
organismo, sino que necesita ser impulsado desde el ambiente (Revusky. 1985). en un asociaciónismo psicológico y una concepción positivista del método cien-
Este rasgo, característico de toda teoría mecanicista (K e n d le r, 1984), supone una tífico, el conductismo fue incapaz de elaborar esa teoría unitaria del aprendizaje
escasa consideración del carácter biológico del aprendizaje, pero resulta, en to- que con tanto anhelo buscaba. En vez de expandir sus investigaciones hada
do caso, coherente con el asociacionismo conductual basado en la idea de la ta- áreas crecientemente significativas, los neoconductistas dedican sus esfuerzos
bula rasa. experimentales a rebatirse los unos a los otros (Yela, 1980). De esta forma, el
Igualmente coherente con esa idea resulta otro de los rasgos atribuidos con conductismo dejó de constituir un programa progresivo, en la terminología de La-
frecuencia al conductismo: la equipotencialidad. Según esta idea, las leyes del katos. siendo incapaz no sólo predecir hechos nuevos sino induso de explicar
aprendizaje son igualmente aplicables a todos los ambientes, especies e indivi- las múltiples anomalías que en el curso de sus experimentos sobre condiciona-
duos. Lo que equivale a afirmar que sólo existe una única forma de aprender: la miento habían ido surgiendo. En estas condidones, el programa conductista se
asociación. Aunque se ha puesto en duda su necesidad lógica ( H e r r n s t e in , hallaba escasamente preparado para afrontar la irrupción de un nuevo enfoque
1977), este principio se considera como uno de los cimientos del edificio conduc- psicológico, el procesamiento de información, que, amparado en la revoludón
tista (por ej., Bolles, 1975; Revusky, 1985; Roítblat, 1987; Seugman, 1970). Dado tecnológica promovida por la Segunda Guerra Mundial, ofrecía la promesa de re-
que el principal objetivo del conductismo es la conducta humana, debe asumir cuperar para la psicología todos aquellos procesos mentales que habían estado
que el aprendizaje es un proceso general, ya que. de lo contrario, no podría gene- hibernados durante «la larga glaciación conductista» (Simó n , 1972). Realmente,
ralizar de las simples situaciones artificiales de condicionamiento con ratas a la en la era de los computadores y los cohetes autodirigidos, parecía poco conve-
conducta humana compleja. El conductismo sostiene para ello tres tipos de equi- niente que los psicólogos estudiaran al hombre viendo correr ratas por laberintos.
valencia. En primer lugar, todos los estímulos o respuestas son equivalentes, es Pero el advenimiento de la «revdución cognltlva» y su fácil aceptación por
decir, cualquier estímulo puede asociarse con la misma faclidad y siguiendo las muchos psicólogos conductistas será objeto de análisis en el próximo capítulo.
mismas leyes asociativas a cualquier otro estimulo o respuesta. En otras palabras, Lo que queremos destacar aquí es que la crisis del conductismo, si bien se vió
toda situación de aprendizaje estará controlada únicamente por las leyes formales agravada por la pérdida de su hegemonía, fue, ante todo, una consecuencia de
de la asociación, sin que el «contenido» de los términos asociados afecte al su propio desorden Interno. El conductismo no estaba en condidones de luchar
aprendizaje. Esto justifica, como en el caso de Ebbinghaus (1885), el uso de ta- en ningún frente exterior. Bastante tenía con combatir contra su propia guerrilla
reas arbitrarias y alejadas de los contextos naturales a los que luego han de apli- interna. Esa guerrilla se alimentaba de las múltiples anomalías empíricas produci-
carse sus conclusiones (Bolles, 1975; S eu g m a n , 1970). Un segundo principio de das en los experimentos sobre condicionamiento, que las desavenencias teóricas
equivalencia hace referencia a la universalidad filogenética de los mecanismos Impedían resolver. Muchas de esas anomalías existían desde los primeros tiem-
asociativos. Este principio responde a una interpretación fixista de la continuidad pos del conductismo, pero el éxito global del programa había hecho que se consi-
füogenética (C arretero, 1986a; de Vega, 1984). Un último principio, necesario derasen irrelevantes o que sé atribuyesen a defectos en los procedimientos expe-
tras el anterior, establece la equivalencia entre todos los organismos de una mis- rimentales. Sin embargo, cuando el programa comenzó a debilitarse, las anoma-
ma especie. Es indudable que el conductismo ha despreciado habitualmente las lías se empezaron a ver con otros ojos: aquellos datos demostraban la falsedad
diferencias individuales. No podía ser menos: todas las tabulas rasas se parecen. de algunos de los supuestos básicos del conductismo.
Una vez más. el asociacionismo conductual niega un valor funcional al organis- De entre todas las anomalías empíricas, tal vez el trabajo más influyente fue la
mo, como especie o como individuo, en el proceso del aprendizaje. Es lícito, por investigación realizada por García y Koelung (1966) sobre aversión condicionada
tanto, afirmar que el conductismo carece de sujeto o que. en último extremo, si lo al sabor, en la que las ratas mostraban una preferencia selectiva por ciertas aso-
tuviera, su «arquitectura funcional» (Pylyshyn, 1984) seria una réplica de la es- ciaciones frente a otras: si se presentaba a la rata un estímulo condicionado com-
tructura de la realidad, de acuerdo con el principio de correspondencia. Este es el puesto de sabor, luz y sonido seguido de un estímulo incondicionado aversivo
principal corolario que se deriva de la asunción del asociacionismo en psicología. consistente en un malestar gástrico experimentalmente inducido, las ratas asocia-
Y es un corolario que Skinner (1978), con su coherencia característica, ha sabido ban el malestar al sabor, pero no a la luz o el sonido. Por el contrario, cuando el
extraer cuando afirma que «/a asociación cognitiva es una invención. Aun cuan- estímulo incondicionado consistía en una descarga eléctrica, el animal la asocia-
do fuera real, no sería capaz de explicar mucho más que las contingencias exter- ba a la luz y el sonido. Aunque existían abundantes precedentes de aprendizaje
nas que le sirven de modelo» (pág. 54 de la trad. cast.). selectivo en diversas especies (por ej., Bregman, 1934; García, Kimmeldorf y
Koelling. 1955; thornoike, 1935), este experimento produjo un enorme impacto
D conducUwwo t o m o p * O Q W W d > lo»— Bg f l fln 31 T»or<— eofloOt— «pwnite^«
en el mismo núcleo central del conductismo. A pesar del escepticismo y el recha- adopción de un asociacionismo cognith/o. A continuación nos ocuparemos de es-
zo con que fue inicialmente recibido (García, 1981), pronto pasó a convertirse en te programa, para más adelante volver sobre las otras dos opciones.
un grave problema. Porque lo que este experimento venia a mostrar era que los
célebres estímulos "neutros* no eran tan neutros, que los elementos que se aso-
ciaban no eran arbitrarios, sino que tenían un significado, un contenido para el El neoasociadonismo cognitlvo
animal. Cala por tierra el principio de equivalencia de los estímulos. Como señala
Bolles (1985a) con cierta ironía, hasta entonces cuando se obtenía un resultado Como consecuencia de las anomalías señaladas y de la incapacidad de res-
anómalo se pensaba «algo falla en la historia de refuerzos de este anim al». A puesta teórica del conductismo. en los últimos años se ha producido, según al-
partir del experimento de GarcIa y Koelling (1966) comenzó a decirse «se trata gunos autores (Aguado, 1983; Bolles, 1985a; Dickinson, 1980), una auténtica
de una rata y una rata tiene sus inclinaciones». revolución paradigmática en el estudio del aprendizaje animal. 0 nuevo programa
Muy pronto el fenómeno se confirmó no sólo en aversiones condicionadas al surgido de asa revolución supone fundamentalmente una liberación del núcleo
sabor, sino también en situaciones de evitación (Bolles, 1970,1972) y en otros ti- conceptual del conductismo, eliminando algunas prohibiciones innecesarias, en
pos de tareas (Loloroo, 1979). Quedaba establecida la existencia de una selec- especial el rechazo de los procesos cognitivos. al tiempo que profundiza en sus
tividad en el aprendizaje asociativo. Este dato no hacía sino confirmar lo que los supuestos asociacionistas (Aguado, 1984,1989; Dickinson, 1980; Dickinson y
otólogos venían demostrando desde hacía tiempo: la existencia de restricciones Boakes. 1981; Mackmtosh. 1963; Rescorla. 1980; Tarpy, 1985). El auge de este
biológicas en el aprendizaje (Hinde y Stevenson-Hinde, 1973; Lorenz, 1965; Tin- nuevo movimiento está vinculado al crecimiento de los estudios sobre cognición
bergen, 1951). Pero, con todo lo amenazante que esto resultaba para la creencia animal (HulSE, Fowler y Honig. 1978; Roctblat, 1987; RCXTBLAT, Bever y TERRA-
conductista en un proceso general de aprendizaje (Seugman, 1970), no era nada CE, 1984; Spear y M iller, 1981). Según Rescorla (1985, pág. 37): «Las moder-
comparado con lo que se avecinaba. Pronto se comprobó que ese aprendizaje nas teorías d e l aprendizaje en organismos infrahumanos se ocupan principal-
selectivo podía producirse tras un solo ensayo, con un intervalo d e horas entre mente de cóm o llegan los animales a representarse su mundo de una manera
uno y otro estímulo e incluso sin que el animal llegase a emitir respuesta alguna precisa». Más concretamente, estas teorías suponen que los animales, en sus in-
(una revisión de estos efectos puede encontrarse, por ej., en B o lles, 1975; teracciones con el ambiente, se forman expectativas causales que les permiten
Dicwnson, 1980; Mackintosh, 1983; Rachun, 1976; ROíTBLAT, 1987; Tarpy, 1985). predecir relaciones entre acontecimientos. 0 aprendizaje consiste en la adquisi-
De esta forma no sólo se ponte en entredicho el principio de equipotencialidad, si- ción de información sobre la organización causal del entorno (Dickinson. 1980).
no también la propia idea de que la conducta del animal guardaba una correspon- La forma de adquirir esa información es el establecimiento de asociaciones entre
dencia con las contingencias ambientales. Sencillamente, estos fenómenos eran dos elementos. Ahora bien, para que el animal asocie dos elementos entre sí. no
contrarios a las leyes de la asociación y. por tanto, ponían en duda el propio nú* basta con que éstos sean contiguos y contingentes, es necesario además que
deo central del programa conductista. proporcionen información sobre una relación causal.
Esta misma impresión de que la conducta del animal no estaba aparentemen- El nuevo programa reconoce la complejidad de los conocimientos adquiridos
te controlada por las contingencias se vió además reforzada por la aparición de por los animales. Sin embargo, mantiene como único mecanismo de aprendizaje
otra serie de anomalías empíricas, tales como automoldeamiento (Williams y Wi- la asociación y como única variación dentro del mecanismo las diferencias cuan-
lliams, 1969), conductas supersticiosas inadecuadas (Stadoon y Simmelhag, titativas: «se asume que el conocim iento del animal sobre la relación entre dos
1971), irrelevancia aprendida (Mackintosh, 1973). resistencias de los animales a hechos puede siempre resumirse en un simple número: la fuerza d e la asocia-
adquirir asociaciones (Breland y Brelano, 1961), fenómenos de bloqueo (Kamin, ción que hay entre e llo s» (M ackinto sh, 1985, pág. 225). Este mecanismo tan
1969), etc. Algunos de estos fenómenos atacaban al núdeo central asociacionista simple lograría dar cuenta de la adquisición de representaciones de notable com-
y otros a algunos supuestos secundarios (contigüidad, refuerzo, etc.). Pero, en plejidad, debido a la considerable capacidad de procesamiento del animal y, so-
conjunto, mostraban la insufidencia de las teorías conductistas del aprendizaje bre todo, a la propia complejidad de las relaciones causales que el animal apren-
que ni siquiera agotaban todas las posibiidades del enfoque asociadonista. Ello de. En otras palabras, la complejidad reside en el ambiente, no en el animal. Este
ha desembocado en tres tipos de respuestas: el mantenimiento rígido contra vien- se limita, según el principio de correspondencia, a reflejarla: «no se considera
to y marea del conductismo en su versión más radical, capitaneado por el tenaz que e l organism o aprenda sobre relaciones complicadas, sino que aprende a
Skinner, la búsqueda de soluciones intermedias o mixtas con planteamientos causa de esas relaciones » (R e scorla , 1985, pág. 40). En consecuencia, este
cognitívos (por ej., Bandura, 1977; H. Kenoler, 1981; T. Kenoler, 1979; OSGOOO, asociacionismo cognitivo. de forma simflar a lo que sucede con el procesamiento
1986) y la profundlzadón en el núdeo asodadonista, liberánddo de supuestos in- de información, está más preocupado por la forma en que se representan los co-
nocimientos que por los propios procesos de aprendizaje. Mientras éstos son
necesarios. Esta última opción ha dado lugar a la aparidón de un nuevo progra-
muy simples, aquéllos son muy complejos. De hecho, el concepto central en este
ma de kivestigadón en el aprendizaje animal, cuyo rasgo más característico es la
0 oonductftsmo com o p fo y s m s d i fcwnllQiCiófl 33
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también una esperanza para la realización de auténticas investigaciones compa- por estar. Si la posición académica del conductismo se tambalea gravemente, su
radas en el campo del aprendizaje, que tan necesarias resultan para conocer em- posición fuera de la Academia resulta bastante más holgada, en especial en su
píricamente los límites no sólo del proyecto asodacionista, sino también del resto aplicación a la modificación de conducta. Si bien es cierto que el trabajo en este
de los programas de investigación. campo tiende hada un edectidsmo creciente, una nueva mixtura de conductismo
y cognitMsmo (B o te lla , 1966; Mahoney, 1974; M ayor y Labrador, 1984), es jus-
to reconocer que la mayor aportación teórica ha provenido de posiciones con-
El conductismo en la actualidad ductistas. Aunque las teorías conductistas del aprendizaje sean insuficientes para
dar respuesta a más de un problema relevante en la modificación de conducta, la
Aunque se ha Negado en algunos casos a certificar la muerte del conductis- supervivencia del conductismo en éste y en otros campos depende en gran medi-
mo, lo cierto es que, además del programa de investigación que acabamos de co- da de la aparición de teorías o programas alternativos más potentes, con un exce-
mentar, que posiblemente constituye la más sólida y fecunda continuación del so de contenido empírico con respecto a lo ofrecido por el conductismo. En el es-
conductismo original, hay algunos signos de vida, e incluso de vitalidad, en tado acutal de la psicología, más allá de alternativas prácticas como las terapias
el conductismo. Desde luego, como dice el profesor Seoane, (1962b) si el con- cognitivas (p. ej., Mahoney, y Freeman, 1965), esto equivale a afirmar que los dias
ductismo está muerto, entonces es un «muerto viviente». De entre los lom bies de vida del conductismo dependen de la capacidad de la psicología cognlth/a. y
conductistas sin duda el más perseverante y tenaz es S kinner Criticando y des- más específicamente del procesamiento de información, para proponer una teoría
preciando al mismo tiempo a la psicología cognftiva (Skinner. 1978,1965) su obra del aprendizaje teórica y prácticamente más progresiva que el conductismo y sus
sigue fiel a sí misma y en constante crecimiento (Skinner, 1981.1983,1984). Si continuaciones actuales. Las próximas páginas estarán dedicadas a analizar si el
resulta difícil compartir sus ideas, es justo reconocer la coherencia con que siem- procesamiento de información está en condiciones de lograr tal cosa.
pre las ha mantenido. Su conductismo consecuente, más que radical, constituye
sin duda una de las aportaciones más relevantes para la psicología científica.
Queda la duda de si llegará a hablarse de un «skinnerismo» sin S kin n e r Ribes
(1982; R bes y López Valadez, 1985) ha iniciado un interesante proyecto de sínte-
sis entre las posiciones de S kin n e r y la psicología interconductual de K a n to r
(1959) que puede dotar al sujeto del conductismo. si no de una estructura propia,
al menos de una estructura interactiva, tendiendo hacia análisis crecientemente
molares.
Aunque existen otros muchos autores que, en estos tiempos difíciles, se si-
guen reconociendo a sí mismos como conductistas (por ej., Blackm an, 1983;
Eysenck, 1986; R achlin, 1986; Z u w ff, 1986 y un largo etcétera), tal vez la mayor
continuación del conductismo se produzca fuera de su propio territorio, o al me-
nos en las lindes del mismo. Existen numerosos autores que desde posiciones
claramente conductistas han ido acercándose a ios presupuetos cognitivos, en-
contrando que, tal como hemos intentado mostrar, ambos supuestos no son ne-
cesariamente incompatibles. Todo depende del tipo de conductismo y cognitivis-
mo que se asuma. Entre estos proyectos «m ixtos» cabría citar la teoría del
aprendizaje social de Bandura (1977) y su más reciente teoría de la autoeficacia
(Bandura, 1986). y las posiciones mediacionales de K e n d le r, (1981), Oscooo
(1986) o R o se nth a l y Zimmerman (1978). o la teoría de la instrucción de Gagné
(1975,1965). Si bien es cierto que la mayor parte de estos proyectos van virando
cada vez más hacia posiciones de procesamiento de información (comparénse al
respecto las sucesivas ediciones de The conditlons o f leaming de Gagné, desde
1965 a 1985), sigue habiendo una influencia conductista en todos ellos, una in-
fluencia no sólo metodológica, sino también teórica que posiblemente ha hecho
más fácH su acercamiento al procesamiento de información.
Pero donde más vivo sigue el conductismo es allí donde siempre se preocupó