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Discípulos-Misioneros Transfigurados

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2º ENCUENTRO

Discípulos-misioneros transfigurados
Pasaje bíblico: Mc 9,2-10

Objetivo específico: Reconocer que Jesús es el Hijo de Dios, para ir más allá de
nuestros límites, y, superando todo miedo, seamos capaces de estar con Él, desde
lo cotidiano de la vida.

NOTAS para el coordinador:


● Tener como trasfondo que muchos, aunque bautizados, buscamos a Jesús solo
por los milagros y lo usamos como talismán de buena suerte.
● En el mundo de las ideologías, sólo se reconoce a Jesús como profeta o buen
hombre, pero que ya quedó en el pasado.
● Ante el secularismo, nos hemos habituado a esconder las gracias que hay en
nuestro interior, para parecernos a los demás y no dejamos que aflore y brille
nuestra identidad de hijos de Dios, porque tenemos miedo a lo que supone
seguir a Jesús hasta cruz.
● No basta con el bautismo y algunas prácticas religiosas. Estamos llamados a ser
discípulos misioneros, por lo que debe salir a flote el amor de Dios que hay en
nuestro interior, para caminar con Jesús, trasformando los males personales y
de la sociedad.

MATERIAL que se debe preparar:


● Elaborar papeletas, con cartulina o cartón, para jugar a la baraja.
● Se elabora una carta, para cada uno de los participantes, y en cada una escribir:
CONFIANZA, SOLIDARIDAD, ALEGRÍA, BONDAD, ORACIÓN, AYUDA MUTUA,
PERDÓN, ESPERANZA, MANSEDUMBRE, FORTALEZA, AMISTAD, PROTESTA
PACÍFICA, DENUNCIA, ORGANIZACIÓN SOCIAL, SERVICIO ECLESIAL, VIDA DE
COMUNIDAD…
● Las cartas se repartirán entre los asistentes.
● El coordinador llevará cartas negativas, que también elaborará previamente:
VIOLENCIA, INDIFERENCIA, INMORALIDAD, ADICCIONES, POBREZA, PEREZA,
APATÍA RELIGIOSA, MIEDO AL TESTIMONIO. Y en su momento presenta una de
las cartas que lleva, para que los demás digan con cuál de las cartas combaten
ese mal.
● Y quien coordina, va preguntando las razones por las que ponen esa carta.

1. MOTIVACIÓN INICIAL

● Hagamos un recordatorio del encuentro de ayer. ¿Qué fue lo que compartimos?


● En este segundo encuentro veremos cómo Jesús nos lleva consigo del desierto
a la montaña, para ver las cosas desde otra perspectiva, desde el punto de vista
de Dios, para quitarlos miedos que pueden presentarse al seguirlo, aumente
nuestra confianza en Él, y busquemos empaparnos más de su persona, en la
Sagrada Escritura, la oración y los sacramentos, de forma que vivamos de su
fuerza.
● Por eso, les invito a disponernos a asimilar este segundo tema, iniciando con un
canto:

En Jesús puse toda mi esperanza

EN JESÚS PUSE TODA MI ESPERANZA,


ÉL SE INCLINÓ HACÍA MÍ;
Y ESCUCHO MI CLAMOR,
Y ESCUCHO MI CLAMOR.

Me sacó de la fosa fatal,


del fango cenagoso;
asentó mis pies sobre la roca,
mis pasos consolidó.

EN JESÚS PUSE TODA MI ESPERANZA…

Puso en mi boca un canto nuevo,


una alabanza a nuestro Dios;
muchos verán y creerán,
Y en Jesús confiarán.

EN JESÚS PUSE TODA MI ESPERANZA…

En tI se gozan y se alegran,
todos los que te buscan;
repitan sin cesar:
¡Qué grande es nuestro Dios!

EN JESÚS PUSE TODA MI ESPERANZA…

2. ORACIÓN INICIAL

Motivación: Abramos nuestro corazón a Dios, platiquémosle los miedos que


tenemos para vivir los valores del Evangelio del Reino en medio del mundo, porque
Él espera que le contemos nuestras angustias y seguro nos da la fuerza que
necesitamos para ser fieles a su llamado.

● Se da tiempo, para que cada uno exprese su oración también en voz alta.
● Entre todos pedimos docilidad al Espíritu, para no defraudar su confianza.
● Y terminamos con la oración del Padrenuestro.

DINÁMICA DE INTEGRACIÓN

● Se reparten las cartas previamente elaboradas entre los asistentes.


● Quien coordina explica el juego y luego saca una de sus cartas, los demás se
ponen de acuerdo para identificar con cuál de sus cartas anular el mal
presentado.
● Se presentan las razones por las cuales eligieron determinada carta.
● Al terminar compartimos qué es lo que aprendimos en este juego.

3. VER con los ojos del Padre

Motivación: Los humanos nos hemos habituado a resaltar los defectos en los otros,
y eso nos impide vivir la comunión y alegrarnos con la vida de los demás. Por eso,
hoy les invito a resaltar los aspectos positivos, virtudes y cualidades que nos
alegran de los demás, para que sea posible la construcción de la comunión.

● ¿Qué es lo que más valoramos de los demás en la comunidad cristiana?


● ¿Qué actitud tengo ante los que prestan un servicio a la comunidad?
● ¿En qué deposito mi confianza para servir a los demás y qué experiencia he
tenido de esto?
● ¿Qué hago cuando se me dificulta vivir como discípulo de Jesús?

4. PENSAR con los criterios del Hijo

A la ESCUCHA de la PALABRA: La transfiguración

Los primeros discípulos experimentaron mucha dificultad para aceptar la propuesta


de vida que Jesús les hacía, pues los valores del Reino, aunque embonan a la
perfección con la sed de infinito que llevamos en el corazón, encuentran resistencia
debido a nuestra tendencia egoísta. Por Jesús los lleva a la cima de la montaña,
para mostrarles como Dios lleva la razón en la verdad del ser humano. Escuchemos
atentamente.

Seis días después, toma Jesús consigo a Pedro, Santiago y Juan, y los lleva, a
ellos solos, aparte, a un monte alto. Y se transfiguró delante de ellos, y sus
vestidos se volvieron resplandecientes, muy blancos, tanto que ningún
batanero en la tierra sería capaz de blanquearlos de ese modo. Se les
aparecieron Elías y Moisés, y conversaban con Jesús. Toma la palabra Pedro y
dice a Jesús: «Rabbí, bueno es estarnos aquí. Vamos a hacer tres tiendas, una
para ti, otra para Moisés y otra para Elías»; -pues no sabía qué responder ya
que estaban atemorizados-. Entonces se formó una nube que los cubrió con
su sombra, y vino una voz desde la nube: «Este es mi Hijo amado,
escúchenlo.» Y de pronto, mirando en derredor, ya no vieron a nadie más
que a Jesús solo con ellos. Y cuando bajaban del monte les ordenó que a
nadie contaran lo que habían visto hasta que el Hijo del hombre resucitara
de entre los muertos. Ellos observaron esta recomendación, discutiendo
entre sí qué era eso de «resucitar de entre los muertos».

Mc 9,2-10

SILENCIO para releer el pasaje

CLAVES para comprender mejor este pasaje

Del desierto a la montaña. El pasaje nos lleva a una experiencia religiosa muy alta.
Jesús lleva consigo a tres de sus discípulos a la cumbre de un monte alto. La
montaña simboliza, en muchas culturas, el lugar por excelencia del encuentro con
Dios. Incluso el templo de Jerusalén parecía replicar el ascenso a la montaña. En el
Antiguo Testamento Dios conduce al pueblo de Israel al pie del monte Sinaí u
Horeb, para pactar con ellos una alianza, por medio de Moisés, el único capaz subir
hasta la cumbre. También Elías peregrinara hasta la misma montaña para recobrar
las fuerzas y reemprender con renovado entusiasmo su misión.

“Seis días después”. El pasaje inicia con una indicación de tiempo que no es para
nada casual, pues “seis días antes” Jesús había anunciado por primera vez el
sentido de su mesianismo: sería fiel al proyecto del Padre, entregaría su vida
amando hasta el extremo, renunciando a cualquier tendencia egoísta, continuaría
así aunque significará el rechazo y la cruz, pues él bien sabía que la victoria está
asegurada en la resurrección. Pedro se resistió a aceptar esto y trató de explicarle a
Jesús, según sus expectativas, cómo tenía que ser el Mesías. Conocemos el resto de
esa historia: Jesús reprendió duramente a Pedro y lo invitó a ponerse en actitud de
discípulo, pues todavía tenía mucho que aprender.

“Se transfiguró…”. La descripción en torno a lo que pasó con el cuerpo de Jesús


expresa todo lo bueno que hay en su persona, todo habla de la potencia de su
bondad y su compasión, visibilizándose que el mesianismo de Jesús, tal y como él
lo había entendido y asumido, era el verdadero. La luz salió desde lo más profundo
de su persona, como Luz de Luz que es. Él es el Hijo muy amado, en cuyas acciones
de compasión se complace el Padre, pues así debería ser el proceder de todo ser
humano y allí encontraría éste la realización de su persona. Toda esta fuerza que
brota momentáneamente en la transfiguración reaparecerá, ya de forma
permanente, en la resurrección. Haberse transfigurado significa que se dejó ver la
fuerza de la verdad y la belleza del mensaje de Jesús, a pesar de las apariencias y
los límites de nuestra pobre percepción.
“…delante de ellos”. Elías y Moisés, que ya no pertenecen a este mundo,
representan a los profetas y a la Ley, ellos son testigos de que en Jesús las profecías
y la Ley llegan a su plenitud. Pero también están Pedro, Santiago y Juan, los que
mayor resistencia tuvieron al mensaje de Jesús, y lo estarán igualmente en la
resurrección de la hija de Jairo y más cerca de Jesús en el monte de los olivos, el
otro extremo de la vida de Cristo. Pedro aún quiere seguir dando indicaciones de lo
que se debe de hacer, se resiste al camino del amor que pasa necesariamente por
la cruz. Tiene miedo a darle muerte al instinto egoísta y quisiera no continuar por
el camino de la compasión y de la entrega generosa.

“Este es mi Hijo amado, escúchenlo”. La nube simboliza la presencia de Dios, es


visión y ocultamiento al mismo tiempo, un simbolismo parecido tiene el incienso
que se quema en la liturgia eucarística. La nube cubre con su sombra a los
presentes, como pasó en la alianza junto al Sinaí y como María también fue
cubierta por la sombra del Altísimo. De la nube vino una voz, es la voz del Padre,
que acredita a su Hijo, lo confirma en su decisión e invita a Pedro y a sus
acompañantes a escucharlo. En la Biblia, escuchar es algo más que el mecanismo
por el cual oímos lo que nos dicen, escuchar significa obedecer, hacer caso. Es
como si el Padre dijera a los discípulos: “Háganle caso a mi Hijo, no tengan miedo
de seguirlo y vivir conforme a los valores del Evangelio del Reino, el camino que les
propone lleva a la verdadera realización humana, dejen de buscar ser servidos,
quien pierda/dé su vida por los demás la ganará…”.

De vuelta al valle. El pasaje concluye diciendo que, de pronto, “ya no vieron a nadie
más que a Jesús solo con ellos”. Por unos momentos han presenciado que Jesús es
el Hijo eterno de Dios, pero que ha venido en la humildad de nuestra condición
humana, que no avasalla, no deslumbra, no doblega voluntades. Con la experiencia
del monte se esperaría que retomaran el camino con valentía, siguiendo con mayor
entusiasmo a Jesús, pero aún no alcanzan a comprender que es eso de “resucitar
de entre los muertos”. Aún les queda mucho por aprender de Jesús. También a
nosotros.

Pensar con los criterios del Hijo

Discípulos-misioneros transfigurados

¿Creer en Dios o creerle a Dios? Aunque solemos decir que creemos en Dios, no
siempre le creemos, es decir, no siempre hacemos vida los criterios, las
motivaciones, principios, valores, enseñanzas y actitudes que Jesús nos invita a vivir
y que él mismo vivió: el amor a los enemigos, el perdón incondicional, la
compasión que busca la redignificación humana, la solidaridad en los bienes, la
ternura en el trato a los demás, la lucha por la justicia, la construcción de la paz…
Nos da miedo seguir a Jesús, nos da miedo ser compasivos y entregarnos en
servicio y caridad a los demás, preferimos quedarnos en la comodidad de nuestro
egoísmo rigiéndonos por “otros criterios”: que “el que no tranza no avanza”, salir
adelante a costa de lo que sea o de quien sea, el de mirar a los demás por encima
del hombro, el de luchar por puestos de poder “para que vean quién soy”, el de
hacerle ver a los demás lo bien que la paso (aunque sea de apariencias), el de
violentar las leyes y las normas sociales, corrompiendo y dejándose corromper,
tratando mal a los demás, faltando el respeto para ser respetados, contentándonos
con el “pan y circo” de cada día, pues, “mientras yo esté bien, que el mundo se
haga pedazos”.

La paradoja de la cruz. Jesús no nos engaña. El mensaje del Reino contradice las
expectativas de nuestro egoísmo, como ocurrió con Pedro, y eso nos da miedo.
Pensamos que el camino propuesto por Jesús es un sinsentido, una derrota, que si
vivo desde los valores del Reino se pierde la vida… Olvidamos que “el triunfo
cristiano es siempre una cruz [perder la vida entregándola en servicio de amor por
los demás], pero una cruz que al mismo tiempo es bandera de victoria [lo que
parece perder la vida en realidad es ganarla], que se lleva con una ternura
combativa ante los embates del mal. El mal espíritu de la derrota es hermano de la
tentación de separar antes de tiempo el trigo de la cizaña, producto de una
desconfianza ansiosa y egocéntrica”1.

¿Qué es escuchar a Jesús? Escuchar a Jesús es creerle, hacerle caso, vivir la vida
desde los criterios del Reino, y cuando vamos haciendo eso también nosotros nos
vamos transfigurando. Contemplar en Jesús la gloria de su divinidad nos invita a no
tener miedo a la cruz y a vencer los miedos que nos impiden vivir como hijos de
Dios, de modo que también nosotros irradiemos la luz de Jesús en nuestros
ambientes, sobre todo en los momentos difíciles de la vida. Sabiendo que la
propuesta de Jesús no termina en la oscuridad de la muerte, en la derrota, sino que
el camino de la entrega que pasa por la cruz culmina en el triunfo en la
resurrección, no temamos, entonces, caminar tras Jesús entregando la vida en
servicio de amor por los demás.

Para escuchar a Jesús hay que seguirlo. La vida de comunión en la Iglesia y la


escucha de la Palabra, la oración, la celebración de los sacramentos, la caridad en la
vida diaria… serán los medios en los que se escucha y se sigue a Jesús.

5. ACTUAR impulsados por el Espíritu

MOTIVACIÓN: Hemos visto que Jesús llevó a tres de sus discípulos a la cumbre de
la montaña, para envalentonarlos en su seguimiento y fueran auténticos testigos
de su verdad. Pensemos cada uno si estamos dispuestos a abrirnos al misterio de
Jesús, para ser discípulos-misioneros.

1
Evangelii Gaudium 85.
Preguntas para la reflexión personal
● ¿Qué es lo que te ha llevado a superar las dudas y a vivir convencido de que
Jesús es Dios?
● ¿Qué alegrías has tenido tu vida de discípulo de Jesús?
● ¿Por qué no tienes perseverancia en el camino de la misión?
● ¿Prefiero quedarme en las nubes, con tal de no asumir la tarea evangelizadora a
la que me invita Jesús?
● O, aunque todavía no entienda mucho, de ahora en delante, ¿qué estoy
dispuesto a hacer para vivir como discípulo de Jesús?
● ¿Qué me hará perseverar, a pesar de no ver acontecimientos extraordinarios, en
mi vida de discípulo misionero?

Acuerdos comunes para acciones nuevas


● Como grupo, ¿en qué nos vamos a apoyar, para perseverar en nuestra vida de
discípulos de Jesús?
● ¿Qué debemos hacer, para que de nuestro interior siempre salga lo mejor, y
nuestra fe en Jesús sea creíble, en la familia y en la sociedad?
● ¿Qué vamos a impulsar, en bien de la parroquia, para que más personas vivan
en amistad con Jesús?

6. ORACIÓN FINAL
● Presentemos a Dios nuestras conclusiones y pidámosle su Espíritu, para que
transforme nuestra persona, y manifestemos al mundo el amor que habla de ser
habitados por Dios.
● Le damos gracias a Jesús, por la experiencia que hemos tenido de Él en este
segundo encuentro, por haberlo conocido algo nuevo de su persona que
ilumina también la nuestra.
● Termínanos cantando:

Un vaso nuevo

Gracias quiero darte por amarme,


gracias quiero darte yo a ti Señor;
hoy soy feliz porque te conocí,
gracias por amarme a mí también.

YO QUIERO SER, SEÑOR AMADO,


COMO EL BARRO EN MANOS DEL ALFARERO;
TOMA MI VIDA, HAZLA DE NUEVO,
YO QUIERO SER UN VASO NUEVO.

Te conocí y te amé,
te pedí perdón y me escuchaste;
si te ofendí, perdóname, Señor,
pues te amo y nunca te olvidare.

YO QUIERO SER…

7. EVALUACIÓN Y ACUERDOS

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