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Instituto Superior de Ciencias Médicas

“Carlos J. Finlay”

Artículo

Tensiones en el tratamiento epistemológico de la salud.

Epistemologic treatment problems in health.

María Elena Macías Llanes. Lic. en Filosofía, Profesora Auxiliar. Instituto


Superior de Ciencias Médicas de Camagüey "Carlos J. Finlay". Directora de la
Revista Humanidades Médicas. Carretera Central Oeste, CP. 70100, AP 144,
Camagüey, Cuba. E-Mail: [email protected]

Resumen

El trabajo tiene como objetivo tratar en el orden de lo epistemológico, al


proceso de construcción social de la salud. Los argumentos fundamentales se
dirigen a demostrar que tal acercamiento permite analizar a la salud de un
modo complejo y multilateral, dada la entrada de diversos enfoques y la
posibilidad de superar las limitaciones de la visión de la salud como ausencia
de enfermedad.

El reconocimiento de que la salud debe ser comprendida en su carácter de


proceso, significa enfocarla en el devenir de su producción por los más
diversos actores sociales; proceso en el que se generan tensiones de
adaptación, desarrollo de potencialidades y capacidades óptimas del
comportamiento del organismo social.

La participación activa de la sociedad en el proceso constructivo de la salud,


redimensiona el papel de las Ciencias y las Tecnologías con relación al
proceso, se reajustan entre otros factores, el equilibrio entre el juicio de los
expertos y la participación social en la proyección y control de los resultados.

Palabras Clave: FORMACIÓN DE CONCEPTO; SALUD


Introducción

LA NUEVA VISION DE LA SALUD HUMANA

En nuestra opinión se halla en proceso de formación una nueva visión de la


salud humana. De hecho se remueven varias cosas, ante todo se cuestiona el
enfoque desde donde se produce el acercamiento epistemológico, si la salud
es un fenómeno o un proceso de máxima complejidad entonces requiere del
concurso de diversidad de disciplinas y de enfoques integradores, se debe
considerar uno de esos puntos nodales que exigen ser abordados desde el
pensamiento de la complejidad.

Parece pertinente aclarar al menos de modo sintético a qué se refiere el


pensamiento de la complejidad, para ello podemos acercarnos al menos a uno
de sus representantes, se trata de Edgar Morín. Pensar la complejidad es
luchar contra la enfermedad del intelecto, la enfermedad degenerativa de la
racionalidad que es decir, la racionalización - dice Morín. El problema de la
complejidad según él, es el que plantean los fenómenos no reductibles a los
esquemas simples del observador.

“La complejidad es una noción cuya primera definición no puede ser sino
negativa: es lo que no es simple. Pero qué es lo simple, según el autor “el
objeto simple es el que se puede concebir como una unidad elemental
indispensable; la noción simple es la que permite concebir este objeto de forma
clara y neta, como una entidad aislable de su entorno; la explicación simple es
la que puede reducir un fenómeno compuesto a sus unidades elementales, y
concebir el conjunto como una suma del carácter de las unidades; por último, la
causalidad simple es la que puede aislar la causa y el efecto, y prever el efecto
de la causa según un determinismo estricto. Lo simple excluye a lo complicado,
lo incierto, lo ambiguo, lo contradictorio. Es suponer, pues, que la complejidad
se manifestará en primer lugar, en forma de oscuridad, de incertidumbre, de
ambigüedad, de paradoja o incluso de contradicción. (1)

En el caso de la Salud, este es un fenómeno donde obviamente se destacan


más las características de lo complejo que de lo simple; sin embargo, como
concepto que se utiliza constantemente en los niveles políticos, administrativos,
científicos, en la divulgación científico- técnica y en la vida cotidiana, a veces
con demasiada frecuencia el tratamiento no excede el empirismo y su status
epistemológico no parece suficientemente claro.

Las representaciones populares sobre salud y enfermedad han estado muy


relacionadas históricamente a la valoración que parte desde la enfermedad,
que de modo empírico ha sido entendida ésta como un estado o situación en el
cual la persona se encuentra limitada por la realización de sus actividades
habituales. (2) La polarización de la salud con la enfermedad caracteriza este
nivel de análisis individual.

Saliendo de ese nivel únicamente individual hasta el nivel social en la


comprensión de la salud y la enfermedad, han tenido en otras épocas y aún
conservan mucha importancia las valoraciones de tipo moral y religioso,
demostrando que ambos son conceptos de profunda naturaleza socio- cultural.
Ya sea directa o indirectamente a través de ellos la sociedad describe, evalúa y
explica la realidad y asigna roles sociales.

Es en este nivel que se forman imágenes que relacionan salud y sociedad,


especialmente con relación a su desarrollo y donde la evolución de los
conocimientos y valoraciones sobre la salud y la enfermedad se emiten
fundamentalmente desde el cuerpo de la ciencia médica. En torno a ellas se
han formado imágenes que buscan apoyo a través de la cuatificación
estadística, surgiendo diversidad de indicadores de morbi- mortalidad, invalidez
y calidad de vida. Es en este punto que los conceptos estado de salud
poblacional y situación de salud han estado presentes.

Salud, enfermedad, padecimiento, disfunción, informan desde las ciencias a las


políticas de salud y a la conciencia social, qué debe ser evitado y qué debe ser
tratado o compensado. (3)

Lo que justifica nuestro recorrido por las diferentes definiciones y sus


limitaciones es el propósito de demostrar que, del modo que se entienda la
salud, dependen los ideales y tareas de las ciencias relacionadas, la
organización de los servicios, el desarrollo de disciplinas científicas y su
institucionalización, su inclusión en los planes y programas de estudio, también
el financiamiento para investigaciones y por último, la visión misma que se
forma del futuro de la sociedad.

Desarrollo

DIVERSOS ENFOQUES AL DEFINIR SALUD

El término salud se emplea en dos significados:

1. El referente a un determinado estado o condición del hombre.

2. El relativo a las investigaciones y la resolución de los problemas que es


preciso abordar con el intento de conservar, establecer o promover ese estado,
utilizando conocimientos científicos, técnicas, organizaciones y recursos
humanos y económicos. (4)

El análisis de la salud como estado o condición del hombre se identifica con


uno de los paradigmas que mayor trascendencia ha tenido, la comprensión de
la salud como ausencia de daño o de limitación, su extremo lo constituye la
visión misma de enfermedad subyacente a la identificación de lesiones en
órganos y tejidos y células asociados a procesos patológicos, reconocida como
mentalidad anatomoclínica del siglo XIX.

La salud como “estado de armonía y equilibrio funcional” completa esta manera


de concebir la salud desde el punto de vista clínico según Armijo Rojas(1978).
Mientras que desde el punto de vista de la Epidemiología Clásica es vista como
estado de equilibrio entre el hospedero y los agentes causales.

En 1948 la Organización Mundial de la Salud (OMS) define la salud como “un


estado de completo bienestar físico, mental y social, y no simplemente la
ausencia de enfermedad o afección”. La definición ha sido sometida a crítica, la
más común es la falta de contexto de un supuesto estado de “completo
bienestar”, y que al describir la salud como un valor muy general dificulta su
función operacional para reconocer la salud.
Otra objeción consiste en que al incluir la noción de bienestar social en su
contenido, la definición gira hacia la consideración de los problemas de la
felicidad humana situándolos dentro de los problemas médicos, y que tendrían
entonces que ver con su significado científico. (5)

A pesar de ello Reinaldo Pérez (6) reconoce que “ha servido para llamar la
atención sobre los aspectos valorativos y sociales de la salud”. Por otro lado,
Pedro Laín Entralgo considera que tal definición, aunque carece de rigor
doctrinal, ha tenido la virtud operativa de producir una mentalidad que sitúa a la
Medicina con mayores responsabilidades. (4)

Se consideran varios los antecedentes de la definición OMS, pero Milton Terris


llama la atención en un libro que publicó Henry E. Sigerist (1941) sobre
medicina y bienestar humanos, donde presentó una historia completa sobre el
concepto de salud afirmando al final:

“...pensamos la salud como una condición física y mental... Pero podemos dar
un paso más allá y considerar también a la salud en un sentido social. Un
individuo sano es aquel que presenta un buen equilibrio entre su cuerpo y su
mente, y se halla bien ajustado a su entorno físico y social; controla
plenamente sus facultades físicas y mentales, puede adaptarse a los cambios
ambientales y contribuye al bienestar de la sociedad según su capacidad. La
salud no es, en consecuencia, la simple ausencia de enfermedad: es algo
positivo, una actitud alegre hacia la vida y una aceptación optimista de las
responsabilidades que la vida impone al individuo.” (7)

Años más tarde la constitución de la OMS parafraseó el concepto de Sigerist.


Milton Terris sugiere la eliminación de la palabra “completo” y reemplaza
“enfermedad” por “dolencia”, ya que opina que la salud y enfermedad no son
mutuamente excluyentes, y propone: “La salud en un estado de bienestar
físico, mental y social que permite funcionar y no sólo la ausencia de dolencia o
afección”. (7)

Canguillen realizó un esfuerzo sobre la noción de salud, vida y enfermedad,


para él ser sano “significa no sólo ser normal en una situación determinada sino
también ser normativo en esa situación y en otras situaciones posibles. Lo que
caracteriza a la salud es la posibilidad de exceder la norma que define lo
normal momentáneo; la posibilidad de tolerar infracciones a la norma habitual y
de instituir normas nuevas en situaciones nuevas”.

Ante las dificultades que representa conceptualizar la salud basándose en el


concepto de norma, (I) hay que notar que el autor está insistiendo en la
capacidad de ser activo, en sus palabras ser “normativo”, “instituir normas
nuevas”.

El concepto de Salud como “Normalidad”, tiene su origen en Durkheim, que con


un sentido sociológico trata de definir lo normal y lo patológico. Esta idea tiene
un sentido estadístico, lo “normal” es lo “general” y relativista, puesto que se
transforma con el desarrollo cultural. Depende también del desarrollo de las
ciencias de la salud y de las instituciones sanitarias, y por supuesto de los
intereses sociales. (4)

Este propio autor insiste en la salud como un proceso complejo que tiene al
menos tres fuentes de información: la persona misma, el observador (familia,
amigos) y el profesional de la salud. Al plantearse cómo debe ser médicamente
entendido el concepto de salud, insiste en la idea de que la posee una
configuración y un contenido que en alguna manera depende del punto de vista
del considerador, y es por consiguiente, social e históricamente variable. (4)

Por otra parte Pérez Lovelle se acerca al concepto de salud como cualidad
sistémica, a la cual le ha de corresponder un conjunto de definiciones parciales;
la salud sería al mismo tiempo: …“la ausencia de daños morfológicos y
limitaciones funcionales, determinado nivel de bienestar subjetivo, determinado
nivel de bienestar social, lo que implica posibilidades sociales de desarrollo del
individuo en el plano económico, cultural, etc; y determinado nivel de desarrollo
de la personalidad.” (6)

Cada uno de estos niveles cualifican la salud en el sentido que, los


movimientos provocados pueden conducir al umbral que separa salud y
enfermedad. Según su modelo existen tres niveles de determinación social de
la salud: el macro social, el nivel grupal y el nivel individual.

Tentativas de definir la salud como "bienestar", "norma de funcionamiento", o


"estado", tienen un rango muy limitado por su carácter subjetivo y es necesario
superarlas, pero el modelo utilizado por Lovelle al basarse en “determinado
nivel”, poco puede hacer para describir o explicar la salud.

De acuerdo con Barreras, A., Dujarric, R., y LLorens, J., la salud se manifesta
como una interacción múltiple, debe definirse como la calidad de la existencia
del hombre determinada por su relación armónica con el medio social- natural
que le corresponde. (8)

Definir la categoría de salud de esta manera significa precisar el momento y


lugar, es decir, las condiciones concretas en que puede ser analizada, único
camino para hallar medidas posibles a la categoría "calidad de la existencia del
hombre".

Ambas posturas tienen a nuestro modo de ver mucho valor, porque subrayan la
salud como determinada socialmente, apartándose de la visión individual y la
conjugan con un criterio cualitativo difícil de no estimar. Está claro que la
transición de un significado a otro del concepto no se produce como un proceso
de devenir lógico de una idea a otra, - como podría ser visto por un enfoque
positivista de las ciencias- sino como expresión refleja del condicionamiento
social, de las sociedades a la cuál el conocimiento responde.

Aldereguía (9) formula la necesidad de un nuevo marco conceptual en el que


debe desarrollarse una nueva concepción de la salud del ser humano. Ve la
salud “…como futuro estado natural del hombre y a la enfermedad como su
excepción...es una categoría que refleja los límites de la potencialidad de la
actividad sanogenética de un individuo, grupo social o la población en su
conjunto. Es una categoría que refleja la segunda naturaleza del hombre en su
actividad social transformadora y no sólo expresión de su adaptabilidad positiva
o negativa, biológicamente condicionada.”

También se refiere con un espíritu un poco más funcionalista (10)


“Salud viene del latín salute es el estado en que el ser orgánico ejerce todas
sus funciones vitales.…Es preciso saber, sentir y actuar para que cada
individuo y sus familias, los colectivos de estudio o trabajo, los círculos de
amigos y líderes de la comunidad devengan en sujetos sanológicos... es
necesario que cada sujeto sanológico más que consumidor de servicios
médicos y medicamentos conozca bien sus potencialidades sanogenéticas,
posea cultura sanológica y se convierta en productor de su propia salud”

Especialmente se beben subrayar dos ideas, Aldereguía presenta la salud


como vitalidad racionalmente libre y comprende al sujeto como constructor de
la salud, es decir, de nuevo se insiste en el carácter activo con relación al
sujeto de salud. Las ideas expuestas tienen como objetivo demostrar no su
contraposición, sino, cómo se van complementando y se pudiera decir que,
conformando un nuevo paradigma de la salud que se abre paso, como
elemento fundacional a la práctica científica y el desarrollo tecnológico.

“Estamos trabajando un concepto que considera la salud como una parte de la


vida, una dimensión esencial de la calidad de vida. Un recurso que proporciona
la oportunidad de elegir y la posibilidad de manejar e incluso modificar el
entorno. Esa visión de la salud subraya el papel del individuo y la comunidad
en la definición de su propia salud. Es una fuerza básica y dinámica del vivir, en
la que influyen las creencias, la cultura, el marco social, económico y físico”.
(11)

A diferencia del propio autor que opina que esta nueva visión de la salud no
supone un cambio brusco o espectacular de nuestra manera de pensar, quería
hacer hincapié en la necesidad de repensar conceptualmente la salud, porque
hay mucho que revelar cuando se analiza, es una visión que contempla y
acepta conceptos más antiguos y que busca aproximarlos a los
contemporáneos.

Precisamente, enfatizando la crisis de la salud pública que caracteriza a la


América Latina, Enrique Najera deja constancia de la importancia que deriva de
la propia comprensión de la salud, asume como necesaria una teoría de la
salud, búsqueda conceptual, al tiempo que requiere de nuevas maneras de
pensar la salud, y de ese modo explica “…en el proceso de institucionalización
de la salud pública se ha ido generando - dentro y fuera como consecuencia de
su apropiación por la medicina - la necesidad de pensar en salud como algo
totalmente diferente a la ausencia de enfermedad... La salud no puede estar
relacionada con la cantidad de vida, no por tanto con la muerte... debe
considerarse como capacidad social para tener calidad de vida, y por tanto
depende más de las exigencias sociales, de la solidaridad y de la cultura que
de factores exógenos” (12)

Según sus consideraciones es necesario “desmedicalizar” las comprensiones


sobre la salud. Comprendemos su reclamo en el sentido de ampliar la visión de
la salud más allá del sentido estrictamente médico que ha predominado en el
estilo de pensar que le es inherente y transita por supuesto al todo social, y
tiene por característica identificar la salud con la ausencia de enfermedad.
Eso... “nos hace admitir que se puede llegar a la salud únicamente por el hecho
de erradicar las enfermedades”, y se pregunta:

¿Hay generación de salud en la erradicación de enfermedades específicas,


cuando esas enfermedades se eliminan- si es que es posible- por
procedimientos exógenos, ajenos al desarrollo socio- cultural?

¿Viven en salud las personas sometidas a difíciles condiciones de habitat, de


trabajo, que las incapaciten para su desarrollo cultural, aunque no padezcan
enfermedad médica y específica (II) alguna, como frecuentemente ocurre en
las edades tempranas de la vida?” (12)

Siguiendo esa línea de pensamiento podemos percibir con claridad la tesis


expresada esta vez en Cuba por Morales Calatayud: “…se utilizan indicadores
para caracterizar supuestamente el estado de salud, que realmente lo que
permiten es caracterizar la enfermedad. Se trata de indicadores de morbilidad y
mortalidad, así como de incidencia y prevalencia de enfermedades en los
grupos de población, mientras que no surgen paralelamente indicadores para
caracterizar la salud en términos “positivos”, (III) lo que ha contribuido a que se
desdibuje la noción de salud y cada vez sepamos menos de qué estamos
hablando cuando nos referimos al estado de salud.” (2)
En realidad ha predominado la idea - característica de un discurso hegemónico
- que a veces fomenta la creencia lineal del progreso: mientras más
conocimientos sobre las enfermedades, (IV) mientras más recursos, y más
tecnología habrá de forma lineal más salud. Quizás estemos hablando de
premisas necesarias pero no suficientes.

En 1974 un informe gubernamental en Cánada conocido como Informe Lalonde


evidenció, que organizada de modo tradicional, la salud pública podía ser
responsable sólo del 10% de las mejoras en materia de salud, y que tenían
mayor peso las condiciones de vida el 50 %, la genética de las poblaciones el
20% y por último el medio ambiente el 20% restante.

Al respecto añadiría que no solo se trata de cómo esté organizado el elemento


institucional, aquí también pueden influir aspectos de naturaleza epistémica,
como hemos estado demostrando, las comprensiones mismas de la salud y la
enfermedad que no son nada ingenuas ni externas a la proyección y la práctica
de la atención de salud. Agreguemos otro elemento, se trata de la persistencia
en los fundamentos mismos de los estilos de pensar la salud, de concepciones
que pertenecen a la denominada imagen heredada o tradicional de la ciencia y
de la tecnología. En relación a esta última se generan diversas tensiones, por
ejemplo una visión reduccionista con respecto a la tecnología confía en que la
solución del problema de salud radica en acrecentar las tecnologías, ya sean
herramientas, instrumentos o métodos de organización. Pero la propia
asimilación- utilización y creación de nuevas tecnologías tensiona ese aspecto
como nunca antes.

“Hay ante nosotros un enorme desafío, incluso una contradicción, en la


implementación práctica de una medicina cada vez más cercana a la
comunidad, y de mayor participación comunitaria, y la implementación al mismo
tiempo de una medicina que maneja tecnologías más complejas”.(13)

En las estrategias de otras latitudes se ven las consecuencias de un mal


manejo: una medicina elitista altamente tecnológica y de bajo impacto social, y
un nivel de atención primaria, incluso por debajo de los niveles de acceso a
tecnologías. Es por ello que compartimos la idea de Lage A., de que muchos
esperan por la respuesta cubana a este problema.

En este punto quisiera dejar esbozadas algunos puntos que más que
conclusiones constituyen puntos de partida para reflexiones futuras:

1. Sin duda alguna la salud es uno de esos fenómenos complejos cuyo


tratamiento científico requiere de la construcción de imágenes
cognoscitivas también complejas, abordajes multilaterales e integrados,
“conocimientos recombinantes”. (14) Hablando en términos de
interdisciplinaridad, la que se requiere es del orden de lo sistémico. (15)
Es preciso estudiar todos los enfoques que van desde el enfoque de la
distribución geográfica de la salud (16) la ampliación de la medicina a los
modos alternativos bajo la denominación de medicina natural,
tradicional, homeopática, etc; los enfoques de género y su relación con
la salud (10) el enfoque de la psicología de la salud que insiste en tener
en cuenta el factor subjetivo en la atención de salud (6) (16) (2), hasta
los enfoques que provienen de los cuestionamientos éticos axiológicos,
que se refieren a la introducción del sujeto en medicina y la necesidad
de participación del individuo en la toma de decisiones médicas,
incluyendo la participación social en salud. (17)
2. Los conceptos de salud que se han limitado a describir o explicar el
fenómeno salud individual no han permitido la salida de la visión
órganica, y han dificultado por un lado la apreciación de los factores
subjetivos y psicológicos que intervienen en él, y por otro lado, la mirada
individualizada no coopera a clarificar “lo social” en salud. Lo social ha
sido en general interpretado de diversos modos, como polarización ante
lo individual, como expresión del enfoque macro y micro; como
diferenciación ante lo biológico, en el sentido de lo orgánico y lo externo
a lo orgánico; como identidad de lo humano ante lo natural y finalmente
como identidad con respecto al mundo animal, el sentido de especie.
3. Lo social constituye la esencia misma del fenómeno salud humana y no
simples “factores” que apuntan hacia lo externo, lo ambiental. Un lugar
común en la literatura es el reconocimiento de la necesidad de aportar
“el enfoque social” a los enfoques de la salud. Incluso una proposición
evalúa los procesos de evolución y revolución en la ciencia médica:
desde una visión biologicista hacia una que tome en cuenta lo social. (V)
La complejidad de la forma social de movimiento es uno de los
argumentos que por supuesto no dejan de tener determinada razón. A
veces se esgrime cual palabra mágica -lo social-, con la intención de que
ella misma por su significado cambie el carácter de lo que califica. Para
algunos son los aportes de las ciencias sociales al fenómeno salud-
respuesta académica -, para otros como Mario Testa, la cuestión no es
“incorporar” a las ciencias sociales- una de ellas o todas al pensamiento
en salud, sino pensar la salud como cuestión social.(VI) Una reflexión
sobre lo social, que intente identificar qué es lo social en primer lugar,
para pasar enseguida a analizar con máximo cuidado la cuestión de las
mediaciones, que es donde se encuentra el secreto de la eficacia de las
actividades en salud o en cualquier otro campo. (18)
4. La salud no sólo es un valor social (VII) sino también y ante todo un
proceso social. El carácter de proceso permite acercarse a la salud en
sus determinantes o factores objetivos y subjetivos, en diferentes niveles
como ya se ha señalado; pero además el reconocimiento de que, como
proceso la salud es dinámica, cambiante, un producto de la actividad
humana, que genera tensiones de adaptación, desarrollo de
potencialidades y capacidades óptimas de comportamiento del
organismo social y no sólo del individuo. Intervienen sujetos sociales: la
familia, grupos etáreos, comunidades, naciones. Son estos sujetos los
actores, ejecutores y quienes deben adquirir control sobre el proceso.
5. El hecho de la participación activa de la sociedad en el proceso de la
salud hace pensar en el término construcción social de la salud, que
entre otras cosas redimensiona el papel de las ciencias y las tecnologías
en relación con el proceso. Se trata de la construcción de una
racionalidad social – racionalidad científico-tecnológica referente a la
salud como rasgo cultural. Aquí se vislumbra el redimensionamiento del
papel que los profesionales de la salud tienen ante este proceso como
mediadores, facilitadores, nunca como “dadores” de salud.
Quisiera hacer énfasis en un presupuesto esencial: el proceso salud-
enfermedad ha dejado de ser, o para ser más exacta nunca ha sido un proceso
“natural”, (VIII) como es obvio la realidad está sometida a transformación social,
entonces ciertamente hay poco espacio para lo natural. Es común el
reconocimiento de que al hombre le rodean condiciones naturales y otras
sociales, pero esto sólo son imágenes que designan de algún modo lo que está
fuera o no del alcance de la limitada hasta ahora voluntad humana.

La salud como cualquier proceso humano siempre ha sido un proceso


esencialmente social, lo que ha cambiado ha sido el grado de intervención de
la actividad consciente por parte de los diversos actores sociales- entiéndase
individuos, familias, comunidades, instituciones de salud y por supuesto el
Estado- en el proceso de salud colectiva e individual.

Por largo tiempo predominó la idea proveniente de la evolución de la medicina


antigua, de que la intervención en caso de enfermedad estaba limitada a
“ayudar al organismo a restablecer su equilibrio”. Con respecto a la
intervención del organismo estatal, la idea de que la salud es un asunto social,
y que por lo tanto el Estado tiene en ello responsabilidad, fue una idea que sólo
cristalizó a mediados del siglo XIX, en algunas naciones como Francia y
Alemania, desde entonces se ha abierto paso en los diferentes países.

Habría que indagar a niveles individual, familiar y comunitario cómo se


comportan esos conceptos porque nos impresiona que, la idea predominante
es que la salud “se nos da”, en sus diversas formas y va desde la postura de la
fe religiosa, hasta la que espera pasivamente por el resultado científico- médico
en el sentido más estrecho de la noción.

Conclusiones

El concepto de construcción social de la salud ha formado parte de la agenda


que han propuesto las organizaciones OMS/ OPS como reforma del sector
salud para la región, entre otros conceptos como participación social,
descentralización y la intersectorialidad. El fracaso de los aspectos de las
reformas que han sido aplicadas, lo que fue evidente en el VIII Congreso de
Medicina Social y la Asociación Internacional,- aunque están basadas en ideas
avanzadas sobre el funcionamiento social- han sido rehenes de su uso en su
forma política para desmantelar los sistemas de salud de América Latina,
justificando los mecanismos neoliberales. Sin embargo, tengo la certidumbre de
que el fracaso de las reformas en su aspecto político no deberá significar el
desconocimiento de sus postulados iniciales en su carácter epistemológico.

El concepto primero de construcción social de la realidad fue esbozado por


Peter Berger y Thomas Luckmann (IX) que se esforzaron por extender los
intereses de la sociología fenomenológica a las estructuras y las instituciones
sociales. Intentaron igualmente integrar el interés individual y el nivel societal.

Es pertinente argumentar en qué se diferencia nuestra comprensión del


construccionismo y por qué se utiliza el concepto de construcción social de
salud. La diferencia consiste en que no compartimos el punto de partida
idealista; (X) sin embargo, se utiliza el concepto porque vista como proceso, la
salud no sólo es un fenómeno a ser reflejado, cognoscitiva y valorativamente,
sino que gracias a la actividad humana, está siendo tácitamente transformada
en el curso de dicha actividad y en ese sentido “construida”. Nos parecía que
no hay otro término que brinde la idea: ni la cultura de la salud, ni educación en
salud, ni promoción de la salud, aunque será un objetivo importante del trabajo
en el futuro.

Por otra parte, el énfasis en el papel activo de los individuos, grupos y sociedad
ante el fenómeno salud comporta una determinada circularidad en el proceso
mismo y en su reflejo, y aquí está presente el eterno cuestionamiento de la
objetividad, al tener en cuenta la intervención humana en el proceso; ya hace
mucho que los reclamos de comprender el papel de lo subjetivo en el
movimiento de los umbrales de enfermedad conforma un tema sobre todo
desde la psicología y que parece haber tenido sus orígenes en Freud, (16) y
además pone bajo vigilancia a un nuevo modo el tema de la participación social
en salud.
Summary

This work’s objective is to approach epistemologically, the process of social


construction of health. The fundamental arguments aim at demonstrating that
such an approach allows to analyze health in a complex and multilateral way,
due to the existance of diverse approaches and the possibility of overcoming
the limitations of the common vision of health as “illness absence”. The
recognition that health should be understood as a process, means to focus on
its development by diverse social protagonists. A process that generates
adaptation tensions, and also develops potentialities and capacities of behavior
of the social sector involved. The active participation of society in the health
construction process, adds a new dimension to the role of Sciences and
Technologies in relation to the process. The balance between experts’ criteria
and social participation in the projection and control of the results, as well as
other factors are readjusted.

Key words: CONCEPT FORMATION; HEALTH

Recibido: 1/3/02 Aprobado: 12/9/02

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Notas

(I) Veáse Pérez Lovelle (1987), p.25.

(II) Para eso se utiliza el término morbilidad médica.

(III) Sobre salud positiva refiriéndose al individuo, M. Terris refiere que no


denota simplemente un estado subjetivo de bienestar, sino que posee un
componente funcional, a saber, capacidad para participar eficazmente en la
sociedad: en el lugar de trabajo, en el hogar, en la comunidad.Ver,1992,p.192.

(IV) Por ejemplo en el caso de las enfermedades hereditarias elevados a un


grado exponencial gracias al Proyecto del Genoma Humano (HUGO)

(V) Es un lugar coincidente en la literatura a nuestro alcance el reconocimiento


de que existe en terrenos de la profesión médica un paradigma biologicista y
otro paradigma social, (Arrollo,1992) (Aldereguía,1994,1995) (Sotolongo,1995)
(Marcelino,1995) (Araujo,1993) (Morales,1999) que determinan los modelos
que explican la enfermedad y por tanto los fines prácticos, métodos y las
formas institucionales.

(VI) El autor propone diversos enfoques de lo social: La cuestión del poder, -


como actividad compleja que puede entenderse como capacidad y como
relación, y que podría ayudar a explicar lo que ocurre en la sociedad y en
consecuencia en la salud- ,la democratización como distribución del poder, la
participación, los actores sociales y el Estado, la articulación entre teoría y
práctica y por último el problema de los social como histórico, como proceso de
construcción de sujetos individuales y colectivos.

(VII) Prieto Ramírez D, Aguirre del Busto R. La Salud como valor social. En
Filosofía y Salud. Ptoyecto Editorial CENDECSA;1999.

(VIII) Aun existe quien considera a la medicina basada en las ciencias


naturales, que se ocupa del hombre como un organismo, un elemento activo en
un sistema natural. La medicina clínica basada en las ciencias naturales se
ocupa de ?controlar las alteraciones, mediante la acción del sistema
psicobiológico externo del hombre?. (Purola,1992, p529-30)

(IX) Berger y Luckmann enfatizaron entre otras cosas en la importancia de la


tipificación y de las recetas que definiendo estructuras sociales, - no
precisamente en una perspectiva de estas estructuras y enmarcándose en el
proceso de institucionalización, en el que se suelen desarrollar pautas
habituales de acción y hábitos - permiten no tener que decidir una acción
apropiada para cada nueva situación y de este modo controlar el
comportamiento humano estableciendo pautas de conducta definidas de
antemano. (Ritzer,1993)

(X) El autor muestra el idealismo de la postura construccionista en cuanto a la


verdad. Son construccionistas aquellas concepciones que no ven un informe en
el conocimiento, que no lo consideran reflejo o entidad tendiente a
corresponder con la realidad situada más allá de él, sino que lo asumen como
una construcción humana. Esta tesis radicalizada lleva al construccionismo
social , en el que es considerado construido todo el mundo de los hombres, su
realidad social. (p.47-48)

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