Tema 1: El nacimiento de la filosofía
La filosofía aborda cuestiones que, por su complejidad, no pueden ser objeto de estudio de
otras disciplinas, como, por ejemplo, las preguntas sobre el sentido de la vida, sobre lo que
está bien y lo que está mal y/o sobre la libertad humana, etc. Para esclarecer qué es la
filosofía veremos cómo surgió en la antigua Grecia.
La palabra filosofía proviene del griego y significa etimológicamente “amigo o
amante (filos) de la sabiduría (sofía)”. Por tanto, hablamos de un deseo de conocer, pero la
palabra <<filosofía>> también se refiere a un saber o disciplina racional.
La filosofía nace en Grecia (Mileto) en el siglo VI a.C. Pitágoras de Samos fue el
primero en emplear el término <<filósofo>>, al lanzar un paralelismo entre la situación del
observador de los juegos olímpicos y la condición de <<amantes del saber>>. Los
espectadores asisten a los juegos simplemente para contemplar los juegos en el que los
atletas participan.
1.1 Religión y poesía
Los primeros griegos buscaron alimento espiritual sobre todo en los poemas
homéricos, es decir, en la Ilíada y en la Odisea (como se sabe, ejercieron un influjo análogo
al que la Biblia ejerció entre los judíos y cristianos), en Hesíodo y en algunos otros poetas.
De esta manera, el mito (mythos) constituye uno de los primeros intentos del ser humano de
explicar el mundo que le rodea, el origen y la regularidad del cosmos. Los poetas no se
limitan a narrar una serie de hechos, sino que investigan también sus causas y sus razones
(a nivel mítico-fantástico). También tratan de presentar la realidad en su integridad, aunque
sea de forma mítica: dioses y hombres, cielo y tierra, guerra y paz, alegría y dolor, la
totalidad de los valores que rigen la vida de los hombres, etc. De forma resumida, las
características de los mitos son las siguientes:
1. Personajes legendarios:
a. Héroes y dioses.
b. Fuerzas de la naturaleza personificadas y divinizadas (antropomorfismo).
2. Relatos fantásticos: interpretan el mundo como resultado de la voluntad caprichosa
de los dioses, de sus amores y disputas.
3. Autor desconocido y colectivo:
a. No son fruto de la creación consciente e intencionada de una persona a
quien se le puedan atribuir, sino que son consecuencia de una formación
lenta, espontánea y popular.
b. No están escritos y se transmiten oralmente (se plasmaron por escrito
posteriormente).
4. Carácter tradicional y acrítico: los miembros de una cultura reciben los relatos
mitológicos sin participar activamente en su formación, aceptándose y asumiéndose
como vienen dados por la tradición.
Ya en las obras de Homero (siglo VIII a. C.), el
conjunto de las regiones comienza a ser considerado,
aunque de forma oscura, como un Cosmos, es decir,
como un lugar ordenado). La tierra habitada está
rodeada por el río Océano, en el cual desembocan
todos los ríos. Una especie de cúpula o semiesfera (el
cielo) cubre todo el Universo (y esta imagen del mundo
sigue vigente en Tales de Mileto, el primer filósofo).
Más aún, todos los seres surgen de Océano y de Tetis
(divinidad acuática). Y en esto Homero es un precursor
también de Tales.
Para los griegos también fue muy importante la
Teogonía de Hesíodo (siglo VIII o VII a. C.), la cual
cuenta el nacimiento de todos los dioses. Y puesto que
muchos dioses coinciden con partes del universo y con fenómenos cósmicos, la teogonía se
convierte asimismo en cosmogonía, es decir, en una explicación mítico-poética y fantástica
de la génesis del universo y de los fenómenos cósmicos, a partir del Caos originario, que
fue el primero en aparecer. En seguida vino la Tierra y después el Amor (Eros). El Caos
engendró las Tinieblas y la Noche, la cual engendró, a su vez, al Día y al Éter; mientras la
Tierra dio a luz al Cielo, a las Montañas y al Mar, y, más tarde, de sus relaciones con el
Cielo, nacieron no sólo el río Océano sino también Cronos y Rhea, los progenitores de
Zeus. Aristóteles hacía notar ya que en esta teoría hesiódica los dioses nacen tardíamente y
las fuerzas naturales son anteriores a esos poderes que han de gobernarlos. Pero del Caos
surgen, en definitiva, todos los seres del universo. Aquí no está diciendo algo muy diferente
a lo que dirá un poco más tarde Anaximandro al afirmar que <<lo indefinido>> es el principio
y la naturaleza originaria del todo. Cierto es que uno habla todavía de generaciones divinas
allí donde el otro describe ya procesos naturales, pero este poema allanó el camino hacia la
filosofía.
El propio Hesíodo, con su otro poema Los trabajos y los días, pero sobre todo los
poetas posteriores, imprimieron en la mentalidad griega algunos principios que serán de
gran importancia para la constitución de la ética filosófica y del pensamiento filosófico
antiguo. Se exalta la justicia como valor supremo: <<Presta oídos a la justicia>> afirma
Hesíodo. Los poetas líricos (siglos VII - V a. C.) también fijaron de modo estable el concepto
de límite, el de la justa medida. <<Y goza de las alegrías, y duélete de los males, pero no
demasiado>>, dice Arquíloco; <<Nada en exceso>> dice Solón; <<La mesura es lo
mejor>>, afirma una de las sentencias de los Siete Sabios.
Otros rasgos esenciales de la religión griega:
Para Homero y para Hesíodo todo es divino, porque todo lo que sucede se explica en
función de las intervenciones de los dioses: Zeus lanza rayos y truenos desde las alturas del
Olimpo, el sol es transportado por el dorado carro de Apolo y así sucesivamente. Además,
Zeus sería la personificación de la Justicia, Atenea de la inteligencia, Afrodita del amor, etc.
La religión griega no exige a las personas un radical cambio interior, un elevarse por
encima de sí mismo, sino, al contrario, seguir su propia naturaleza. Esto tiene que ver con
que la religión olímpica corresponde al modo de vivir y a los ideales de la clase guerrera
dominante. Por eso mismo, es una religión de la vida presente, que no contempla la
inmortalidad del alma ni se preocupa por el más allá. Satisfecho con su existencia terrena,
el hombre homérico piensa poco en su alma y la posibilidad de una vida más elevada y
perfecta después de la disolución del cuerpo queda fuera de su horizonte mental. El alma es
una especie de sombra que, al morir el cuerpo, se sumerge en el Hades, donde lleva una
existencia onírica y que paulatinamente se disuelve, igual que el cuerpo, hasta desaparecer
por completo. El alma no es sino un soplo o aliento que vivifica el cuerpo y que huye de él
por la boca cuando se produce la muerte, esto es, cuando
el cuerpo expira. A esta concepción de los dioses y del
alma le corresponde una moral fundada en los valores
bélicos. El coraje, la fuerza y el deseo de vencer aparecen,
sin duda, como virtudes supremas.
Los griegos no tuvieron libros sagrados resultado de
una revelación divina. No poseyeron unos dogmas fijos e
inmodificables. Los poetas actuaron en calidad de vehículo
difusor de sus creencias religiosas. Además, y esto resulta
una consecuencia adicional de la ausencia de libros
sagrados, en Grecia no pudo ni siquiera subsistir una casta
sacerdotal que custodiase el dogma (los sacerdotes
griegos tuvieron una escasa relevancia y un poder muy
reducido). La carencia de dogmas y de personas
encargadas de custodiarlos otorgó una amplia libertad al
pensamiento filosófico, que no halló obstáculos como los
que habría encontrado en comunidades orientales.
1.2 Paso del mito al logos
Mythos y logos son expresiones griegas que pueden traducirse como <<palabra>>,
<<lenguaje>>, <<discurso>>, <<decir>>. Sin embargo, su empleo evolucionará hasta llegar
a una contraposición clara. El mito quedó en la forma antigua referido a las
representaciones y jerarquías en donde los protagonistas eran los dioses de la tradición
homérica y hesíoda, y el logos adquirió un uso referido a la explicación argumentativa y
racional. Emerge por lo tanto en el siglo VI a.C. la preocupación por fundamentar y explicar
esa razón última y universal ya no desde la arbitrariedad de los dioses homéricos sino
desde una nueva idea: la idea de necesidad, esto es, las cosas suceden cuando y como
tienen que suceder, por lo tanto, todo remite a un principio (arkhé) originario y constitutivo
de la naturaleza. Y así, es necesaria una argumentación válida que deberá proceder
sistemáticamente hasta llegar a la esencia (naturaleza: physis) de las cosas. A partir de
esta preocupación se eliminan los elementos simbólicos épicos y se introducen nuevas
conceptualizaciones (elemento, ser, sustancia, cosmos, etc.). Esta idea de necesidad
presenta la exigencia de lo permanente y lo constante. La esencia, como manera de ser
permanente, tendrá que explicar lo múltiple; se buscará una esencia fija que sea capaz de
explicar la multiplicidad de la realidad y su cambio/movimiento. Los mitos se dedicaron a
encontrar una respuesta a este interrogante (o, más bien, múltiples respuestas), pues
ambas formas de sabiduría comenzaron por la admiración y el asombro que se produce
ante un mundo enigmático, pero la filosófica lo hace de otro modo: recurriendo al logos; es
decir, a ese tipo de explicaciones racionales que pretenden sustentarse en
argumentaciones.
La filosofía surge como un saber distinto al mitológico en el siglo VI a.C con los
llamados presocráticos (conjunto de pensadores así llamados por ser anteriores a
Sócrates). Estos primeros filósofos empezarían a racionalizar los datos que les llegaban a
través de los sentidos según principios o leyes. Tales, por ejemplo, pensaba que bajo todo
lo que se capta con los sentidos existe una realidad fija y básica, un principio al que se le
llama arkhé. El arkhé para Tales es el agua, y pudo partir de la observación de la necesidad
del agua para la vida.
La filosofía, así, trata de analizar la naturaleza (physis) o esencia de todas las cosas
por medio de la razón (logos), y se caracteriza por ser:
- Racional: la filosofía se basa en argumentaciones lógicas y en evidencias (empíricas
o puramente racionales).
- Sistemática: la filosofía exige que todas sus observaciones y enunciados estén
relacionados y jerarquizados, de forma que la explicación de cuestiones particulares
se base en aspectos más generales.
- Crítica: la filosofía no admite nada sin un examen racional y sostiene que toda teoría
puede ser rechazada si se argumenta con razones de peso. Revisa críticamente
aquello que todos damos por bueno o por verdadero, por sabido y demostrado. La
filosofía no se queda satisfecha con la primera solución que encuentra (como ocurre
en la tradición mítica) sino seguir insistiendo para hallar respuestas cada vez
mejores. Esta investigación se puede considerar crítica porque apunta a desvelar los
presupuestos y los prejuicios, es decir, lo aceptado sin reflexión consciente.
Condiciones socioeconómicas y políticas
Como decíamos, los griegos se beneficiaron
de una gran libertad política, en comparación
con los pueblos orientales. El hombre oriental
se veía obligado a una obediencia ciega al
poder religioso y político.
Durante los siglos VII y VI a. C. Grecia
sufrió una transformación considerable. Antes
era un país primordialmente agrícola, pero a
partir de entonces comenzó a desarrollarse
cada vez más la industria artesana y el
comercio.
La filosofía nació en las colonias antes
que en la metrópoli y más exactamente,
primero en las colonias de Oriente, en el Asia
Menor (en Mileto), e inmediatamente después
en las colonias de Occidente, en la Italia meridional. Esto sucedió así porque las colonias,
gracias a su actividad comercial, alcanzaron primero un bienestar y, debido a la lejanía de la
metrópoli, pudieron establecer instituciones libres antes que ésta. La nueva clase de
comerciantes y de artesanos logró paulatinamente una considerable fuerza económica y se
opuso a la concentración del poder político que se hallaba en manos de la nobleza
terrateniente. Será necesaria una nueva normativa de convivencia civil y política y aparecen
las primeras cartas de gobierno, precedente de lo que van a ser las cartas magnas o
constituciones donde el pueblo reclama una mayor participación y protagonismo. De esta
manera, Solón redacta la primera constitución en el siglo VI.
Por último, la forma de vida griega se basaba en la esclavitud, lo que propició que
los hombres libres fueran dueños de una gran cantidad de tiempo libre que, según
Aristóteles, era condición indispensable para la Filosofía (concebida como una actividad
contemplativa o teórica que huía del trabajo manual indigno de un hombre libre). Los únicos
hombres que se podían dedicar a la filosofía eran los que tenían tiempo para hacerlo.
1.3 La filosofía ante otras disciplinas:
En los inicios de la cultura occidental no se diferenciaban los distintos tipos de saber, hasta
el punto de que, al principio, mito y logos significaban lo mismo. Los antiguos pensadores
fundaron y trataron temas tan variados como la ciencia, la política, la literatura, el arte, etc.
El saber no estaba tan compartimentado como hoy en día.
Filosofía y ciencia
El término <<ciencia>> (scientia) procede del verbo latino scire, que significa <<saber>>.
Hasta hace relativamente poco no hubo distinción entre la actividad filosófica y la científica,
pues ambos son saberes racionales y sistemáticos que pretenden hallar verdades
universales sobre el mundo. Sin embargo, a partir de la Revolución Científica y del
nacimiento de la ciencia moderna en el siglo XVI se produce un alejamiento gradual entre la
filosofía y la ciencia, pues las ciencias:
- Hablan el idioma de las matemáticas: se asume que la naturaleza atiende a unas
regularidades expresables mediante funciones matemáticas. La antigua física, en
contraste con la ciencia moderna, estaba dominada por cualidades ocultas y por
tendencias “naturales” de los elementos. La cuantificación, al aportar una mayor
precisión a las observaciones realizadas, permitió librarse de la subjetividad y
ambigüedad propias del lenguaje cotidiano. En realidad, toda ciencia aspira a la
matematización y, en cierto sentido, se puede medir la madurez científica por su
grado de matematización.
- Son experimentales: muchas hipótesis científicas no son observables en la vida
cotidiana, por lo que deben contrastarse creando una situación ideal (experimento)
en la que variables perturbadoras quedaban eliminadas. De esta manera, el
experimento permite aislar el fenómeno y estudiar aquellas variables consideradas
decisivas.
Estas dos características forman lo que se llama <<método científico>>, mediante el cual el
investigador aspira a encontrar una ley matemática que le permita explicar causalmente el
comportamiento de la naturaleza. Este método, inicialmente propuesto por Galileo, está
basado en la elaboración de hipótesis que después contrastan experimentalmente para
comprobar si son ciertas o falsas. Por esta razón también se puede llamar método
hipotético-deductivo.
En relación con la experimentación, Popper explica que lo que caracteriza a la ciencia es su
capacidad para realizar predicciones arriesgadas. Así pues, propuso reconocer como
teorías científicas únicamente aquellas que se expusieran al error.
Por ejemplo, la teoría de la relatividad se presentó por primera vez en 1905 y
revolucionó nuestra comprensión del espacio y el tiempo. Una de sus predicciones más
significativas es acerca de la curvatura de la luz, específicamente cómo los rayos de luz de
una estrella se desvían al pasar cerca de un objeto masivo, como el Sol.
- Predicción: una de las pruebas más directas de esta teoría se relaciona con un
fenómeno observable: el eclipse total de sol del 29 de mayo de 1919. Einstein
postuló que este evento podría ofrecer una oportunidad única para verificar su
teoría, ya que durante un eclipse, las estrellas que normalmente no son visibles en el
amplio resplandor del sol se pueden observar. Según su teoría, los rayos de luz de
estas estrellas deberían mostrarse curvados por el campo gravitacional del Sol.
- Constatación de la predicción: durante el eclipse, un equipo de astrónomos liderado
por Arthur Eddington realizó observaciones y tomó fotografías del cielo, buscando
evidencia de esta curvatura de la luz. Al analizar los datos tras el evento,
confirmaron que efectivamente, la luz de las estrellas se había desviado de acuerdo
a lo predicho por la teoría de Einstein. Este resultado fue recibido como una
validación importante de la relatividad.
Según el falsacionismo de Popper, que la predicción se cumpliera no probaba que la
teoría fuera cierta, pero al poder someterse la mencionada teoría a la prueba de la
experiencia, mostraba que realmente se trata de una teoría científica.
Una teoría científica puede formular predicciones arriesgadas y, en caso de haber
sido erróneas, quedaría refutada (falsada). Si una teoría no permite hacer predicciones
concretas, diciendo qué es lo que tendremos que observar en un determinado lugar y
momento en el tiempo, entonces dicha teoría no debe ser reconocida como ciencia. Según
Popper las teorías metafísicas o religiosas no son científicas según este criterio, al no existir
ninguna observación que las pueda refutar (por ejemplo: la afirmación “Dios no existe” no se
puede refutar ni verificar de ninguna manera)1.
La teoría de Popper ha sido fuertemente criticada ya que la ciencia no funciona de
acuerdo al modelo de Popper. Se pueden encontrar muchos ejemplos en la historia de la
ciencia de afirmaciones científicas que siguen siendo aceptadas después de que un
experimento las haya falsado. Por ejemplo, al realizar mediciones precisas sobre el
movimiento de los planetas, los astrónomos comprobaron a finales del siglo XIX que había
discrepancias entre las predicciones de la física newtoniana y los datos observacionales. Al
parecer, el planeta Mercurio no se comportaba como indicaban las leyes de la física clásica
que eran generalmente aceptadas en esa época. De acuerdo con el falsacionismo, este
hecho debería haber obligado a los físicos a revisar las leyes de Newton. Sin embargo, los
grandes éxitos de la ciencia newtoniana resultaban difíciles de cuestionar, así que los
científicos no prestaron demasiada atención a estas anomalías. Por esta razón, parece que
la interpretación popperiana de la ciencia no se ajusta a la realidad histórica. De hecho, las
anomalías del movimiento de Mercurio solo pudieron ser explicadas años después con
ayuda de la teoría de la relatividad.
1
Eso sí, que un saber no sea científico no quiere decir que deje de ser riguroso y racional. El método
científico no puede utilizarse del mismo modo en las ciencias humanas y sociales. Por lo general, en
el campo de las ciencias humanas no resulta posible realizar experimentos para contrastar hipótesis.
Por este motivo, las ciencias humanas aplican métodos de investigación diferentes.
Kuhn cree que la mayor parte del tiempo los científicos
se dedican a producir conocimiento mientras trabajan
con un paradigma o teoría compartida. Estas son las
etapas de ciencia normal. Sin embargo, a veces se dan
anomalías cuya solución no es fácil de encontrar dentro
dentro de ese marco teórico. En esos casos pueden
aparecer científicos originales y atrevidos, que intentan
vencer las dificultades saliéndose del paradigma
tradicional. Esos son los momentos de ciencia
revolucionaria, en los que antiguas teorías son
rechazadas porque aparecen ideas nuevas que
desafían las creencias anteriores.
El ejemplo de la cosmovisión aristotélica puede servirnos para ilustrar en qué
consiste un paradigma. Aristóteles propuso en su filosofía una visión geocéntrica del
universo. Esta interpretación estuvo en vigor durante casi dos mil años. No en vano, el
paradigma aristotélico ofrecía una explicación consistente de la realidad y permitía calcular
con bastante precisión algunos fenómenos astronómicos como los eclipses. Los
investigadores que aceptaban la cosmovisión aristotélica para desarrollar su trabajo estaban
realizando lo que Kuhn denomina ciencia normal.
Con el paso del tiempo el paradigma geocéntrico empezó a tener problemas. Los
cálculos para determinar la posición de los planetas mostraban errores. Las predicciones
astronómicas no eran precisas. Entonces algunos científicos propusieron una teoría
alternativa, basada en el heliocentrismo. Ese fue el comienzo de una revolución científica,
que marcó el cambio de paradigma hasta la teoría heliocéntrica de Copérnico, Kepler y
Galileo. La diferencia que existe entre el paradigma antiguo y el nuevo hace que ambas
visiones de la realidad se excluyan mutuamente. La mayoría de los partidarios del viejo
paradigma son incapaces de entender las propuestas del nuevo, porque estas dos
interpretaciones del mundo son inconmensurables.
Filosofía y cristianismo
A lo largo de la historia, la filosofía y la religión han vivido momentos de profunda
colaboración y momentos de distanciamiento e, incluso, enfrentamiento. A diferencia de la
filosofía, la religión es una forma de saber basada en la fe (creencia) y que, por tanto, se
caracteriza por la creencia en las verdades reveladas (por Dios). Sin embargo, ambas
disciplinas comparten intereses y problemas: el sentido de la existencia, cómo lograr la
inmortalidad del alma, la demostración de la existencia de Dios, cómo llevar una vida feliz
y/o buena, etc.
1.4 Ramas de la filosofía
Podemos distinguir dos usos de la razón humana: uno teórico y otro práctico, uno para
conocer y otro para decidir. Cuando hablamos del primero, del uso teórico, nos referimos al
empleo de la razón para conocer en general. Su pretensión es formular juicios (verdaderos
o falsos) y argumentaciones con el fin de describir, explicar y, por último, predecir la
realidad. Ramas de la filosofía que pertenezcan a la razón teórica son:
- Metafísica (ontología): etimológicamente significa “más allá (meta) de la física” y es
la parte de la filosofía que se ocupa del ser, es decir, de las propiedades de todo lo
que es o existe.
- Lógica: recibe el nombre del término griego logos (razón, oración, palabra) y se
ocupa de las argumentaciones (razonamientos). Estudia su estructura, su esencia y
su corrección, y establece cuándo un razonamiento está bien construido y podemos,
por tanto, estar seguros de la validez de su conclusión.
- Epistemología: también se conoce como teoría del conocimiento y se ocupa de
cuestiones como: qué es el conocimiento, tipos y formas de conocimiento, la ciencia,
los límites de lo que podemos conocer, etc.
Además de estas disciplinas, por su carácter interdisciplinario, la filosofía también se ocupa
de la validez y la fundamentación de otras disciplinas (p.e. filosofía de la ciencia, filosofía del
lenguaje, filosofía de inteligencia artificial, filosofía de la mente, etc.).
En cambio, la razón práctica tiene como objetivo tomar decisiones para guiar
nuestra conducta, tanto individual como colectivamente. Es nuestra capacidad de discernir
qué elecciones o actos son buenos o malos, legítimos o ilegítimos, justos o injustos, y por
qué. A diferencia de la razón teórica, el uso práctico de la razón no consiste en describir,
explicar y predecir la realidad, sino en formular imperativos que puedan tener validez
universal, por ejemplo: <<Actúa de tal modo que cualquier otro ser humano sea para ti
siempre un fin en sí mismo, y nunca un medio>>. O dicho de otra manera, no uses nunca a
nadie como un simple instrumento para lograr lo que a ti te interesa, sino que debes tratar a
los demás respetando su dignidad como persona.
- Ética: disciplina que investiga cómo llevar una buena vida, en dos sentidos posibles:
buena vida en el sentido de 1) la vida más feliz o 2) correcta o moral. El segundo
sentido es el más importante y el propiamente filosófico y, podemos decir, que se
pregunta qué es el Bien (o el deber) o que su objeto de estudio es el Bien, por lo que
estudia diferentes códigos y normas morales, su fundamentación, su validez y
universalidad, etc.
- Filosofía política: disciplina que investiga qué es una sociedad justa y legítima, por
ello, puede entrar en relación con cuestiones económicas, históricas y todo tipo de
cuestiones pragmáticas como el poder y la cultura.
Es necesario decir, por último, que la Razón práctica no se deriva de la Razón teórica, es
decir, que de conocimientos no se pueden derivar decisiones. Por ejemplo, el conocimiento
del hecho de que existe un calentamiento global producido por lo seres humanos no se
deriva la decisión de reciclar, ni la de poner menos la calefacción, etc. Si tal derivación fuese
posible, entonces un uso de la razón podría ser reducido al otro, a saber, el práctico al
teórico, porque el conocimiento contendría decisiones. Para que tal cosa ocurriese, sería
preciso algún conocimiento, algún hecho que se haya producido o sea posible, de cuyo
conocimiento se siguiese necesariamente la decisión de ejecutarlo o de evitarlo. Esto no es
posible por el simple hecho de que la decisión está siempre unida a la libertad.
Cuando estudiemos el uso de la razón práctica estudiaremos lo más íntimo de las
decisiones y de nuestra conducta. La psicología, la sociología, etc., tratan de la conducta
humana pero no encontrarán nunca verdaderas decisiones libres porque para ellas son todo
cadenas de fenómenos que se explican unos a otros según determinadas leyes. Estas
ciencias asumen la hipótesis de que esas decisiones tienen <<sus causas>>, las cuales las
<<explican>>. Sin embargo, podemos considerar que nuestra capacidad de decidir nunca
se ve debilitada por condicionante alguno y, por tanto, siempre tengo la opción de elegir,
como mínimo, entre dos conductas o actos.
1.4 Textos:
Texto 1:
Los hombres comienzan y comenzaron siempre a filosofar movidos por la admiración; al
principio, admirados ante los fenómenos sorprendentes más comunes; luego, avanzando
poco a poco y planteándose problemas mayores, como los cambios de la Luna y los
relativos al Sol y a las estrellas, y la generación del universo. Pero el que se plantea un
problema o se admira, reconoce su ignorancia. (Por eso también el que ama los mitos es en
cierto modo filósofo; pues el mito se compone de elementos maravillosos). De suerte que, si
filosofaron para huir de la ignorancia, es claro que buscaban el saber en vista del
conocimiento, y no por alguna utilidad. Y así lo atestigua lo ocurrido. Pues esta disciplina
comenzó a buscarse cuando ya existían todas las cosas necesarias y las relativas al
descanso y al ornato de la vida. Es, pues, evidente que no la buscamos por ninguna otra
utilidad, sino que, así como llamamos hombre libre al que es para sí mismo y no para otro,
así consideramos a ésta como la única ciencia libre, puesto que esta sola es para sí misma.
Aristóteles, Metafísica
Texto 2:
La búsqueda de la organización sistemática del conocimiento y el intento por explicar el
porqué los sucesos se presentan tal como los observamos son características que
distinguen la ciencia del conocimiento adquirido por sentido común. Sin embargo, estas
características también las comparten otras formas de conocimiento como las matemáticas
o la filosofía. La característica que distingue a las ciencias empíricas de otras formas
sistemáticas de conocimiento consiste en que las explicaciones científicas tienen que estar
sujetas a la posibilidad de ser rechazadas empíricamente [...] Una hipótesis que no esté
sujeta a la posibilidad de ser rechazada mediante observación y experimentación, no puede
ser considerada científica.
Theodosius Dobzhansky y otros, Evolución