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Preparación Espiritual

Espíritu Santo, ayúdanos a percibir


al Señor que pasa en la Palabra.
Espíritu Santo, Don de Dones,
enséñanos a ser comunidad.
Espíritu Santo, levántanos para llevar la
alegría del Evangelio por las calles del mundo.
Domingo 3 de
noviembre de Amén.
2024

Domingo trigésimo Texto Bíblico Mc 12,28b-34


primero durante el año.
Ciclo B 28
Uno de los maestros de la Ley que oyó la discusión y se había dado cuenta
de lo bien que Jesús les había respondido, se acercó para preguntarle: «¿Cuál es
“Yo te amo,
el primero de todos los mandamientos?».
Señor, mi fuerza, 29
Jesús le contestó: «El primero es: Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único
Señor, mi Señor. 30 Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu
Roca, mi fortaleza mente y con todas tus fuerzas.
y mi libertador” 31
El segundo es este: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento
Sal.17 más importante que estos».
32
Entonces el maestro de la Ley le dijo: «¡Muy bien, Maestro! Tienes razón al afirmar
que Dios es el único y no hay otro fuera de él, 33 y que amarlo con todo el corazón, con
Pag.1 todo el entendimiento y con todas las fuerzas y amar al prójimo como a uno mismo vale
más que todos los holocaustos y sacrificios».
34
Jesús, al darse cuenta de que había respondido con acierto, le dijo: «No estás lejos
del Reino de Dios». Y ya nadie se atrevió a hacerle más preguntas.

¿Qué dice el texto?


Lectura

Algunas preguntas para una lectura atenta

1) ¿Qué le pregunta el maestro de la Ley? ¿Por qué le pregunta esto?


2) ¿De dónde toma Jesús la cita para responder? ¿Se trata de un mismo texto
o de dos textos distintos?
3) ¿Cuál es el primer verbo de la cita bíblica y por qué es tan importante?
4) ¿A quiénes hay que amar?
5) ¿Está de acuerdo el maestro de la Ley con la respuesta de Jesús?
6) ¿Cómo se encuentra este hombre en relación al reino de Dios?
Mons. Damián Nannini:
obispo de la diócesis de
San Miguel (Argentina);
Licenciado en Sagrada Algunas pistas para comprender el texto:
Escritura por el Pontificio
Mons. Damian Nannini
Instituto Bíblico.

1
Un escriba o maestro de la ley se acerca a Jesús y le pregunta: “¿Cuál es el
primero de todos los mandamientos?" Para entender el porqué de esta pregunta
debemos recordar que los rabinos contabilizaban un total de 613 mandamientos, cifra
que resultaba de la suma de los 248 preceptos y 365 prohibiciones presentes en la
Torá o Pentateuco. El debate se centraba entonces en la posibilidad de distinguir entre
preceptos "grandes" y "pequeños"; y en la gravedad de la falta que derivaba de su
incumplimiento. En general el grupo de los fariseos pensaba que todos los
mandamientos eran importantes y debían ser cumplidos con extrema fidelidad. Otros,
en cambio, reconocían cierta jerarquía en los mandamientos y en las exigencias de su
cumplimiento. Además, debatían sobre la existencia de un mandamiento que fuera el
principio fundamental o “regla de oro” del comportamiento del judío fiel. La pregunta
que el fariseo dirige a Jesús va sobre todo en esta última línea.
Jesús responde en primer lugar citando Dt 6,4-5. Este texto forma parte del
pasaje de Dt 6,4-9, que juntamente con Dt 11,13-21 y Nm 15,38-41, integran el famoso
Shemá Israel (“Escucha Israel”), oración que desde finales del siglo primero no han
dejado de rezar mañana y tarde los judíos observantes. Este texto comienza con el
mandato de “escuchar” que incluye la atención y apertura a la Palabra de Dios con la
disposición a obedecerla. Luego, hay un segundo imperativo, el de amar a Dios con la
totalidad de la persona, con todas las fibras interiores, sin residuo y sin reserva.
Jesús le agrega un segundo mandamiento principal con una cita Lev 19,18:
“Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Este versículo pertenece al Código de Santidad
(Lv 17-24) que contiene varias normas de índole más bien social y donde resaltan la
del amor al prójimo y la del rechazo de la venganza. Se trata de dos mandamientos
distintos, uno primero y otro segundo, pero ambos forman uno sólo por su importancia
ante Dios y su mutua implicancia. Es decir, "el amor a Dios y del prójimo aparecen como
un comentario resumido de ambas tablas del decálogo" (J. Gnilka).
A continuación viene la "devolución" del escriba quien repite la respuesta de
Jesús con algunas modificaciones: acentúa la unicidad de Dios, une el amor a Dios con
el amor al prójimo y los presenta como superiores a los holocaustos y sacrificios. Esto
último implica una relativización del culto; o por lo menos, en la línea de los profetas,
una subordinación del mismo al amor y a la respuesta de vida.
Jesús aprueba esta "devolución" del escriba diciéndole: "Tú no estás lejos del
Reino de Dios". Es decir, está bien encaminado para llegar al Reino que hará presente
Jesús.

Meditación ¿Qué me dice el Señor en el texto?

El evangelio de hoy nos invita a meditar sobre la necesidad que todos tenemos
de saber cuáles son las cosas esenciales y fundamentales de la vida cristiana; de lo
que Jesús nos pide al seguirlo. Con frecuencia la dispersión de las actividades nos lleva
a ocuparnos de muchas cosas secundarias y a descuidar las esenciales. Por eso
necesitamos volver a lo esencial y darle prioridad en nuestra vida cristiana. Esta
búsqueda de la unidad y la simplicidad es una tendencia en todos los órdenes de la
vida, incluido el de la vida espiritual. Más aun, podemos decir que todo proceso de
maduración en la vida conduce a una mayor simplificación o concentración en lo
esencial y fundamental. Por ello no está de más recibir también nosotros con un

2
corazón abierto la enseñanza de Jesús sobre el "primero de los mandamientos", con
todo lo que ello supone.
Para Jesús es muy claro que el primero y fundamental mandamiento es el amor
a Dios. Y en un segundo lugar, pero inseparable del primero, está el amor al prójimo
como a nosotros mismos. Así como Dios me pide, en primer lugar, amarlo con todo mi
ser, también me pide que ame a mi prójimo como una prolongación y verificación del
amor a Dios. Resaltemos aquí que «prójimo» se refiere a cualquiera que tenga
necesidad de mí y que yo pueda ayudar, sin distinciones de ningún tipo.
También es importante no perder de vista que en este segundo mandamiento
hay dos amores: el amor al prójimo y el amor a uno mismo. En concreto, se nos manda
amar al prójimo de la misma manera en que nos amamos a nosotros mismos. O sea
que el amarse a uno mismo es también algo que Dios nos pide; pero no en primer lugar,
sino en segundo lugar y en paralelo con el amor al prójimo.
En el fondo, todo se reduce y concentra en el amor, porque el que ama a Dios
cumplirá sus mandamientos, en especial los que se refieren al prójimo y a uno mismo.
Como dice San Pablo: “El amor no hace mal al prójimo. El amor es, por tanto, la plenitud
de la Ley” (Rom 13,10) y “Toda la Ley está resumida plenamente en este precepto:
Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Ga 5,14).
.Notemos también que lo primero que Jesús nos manda, asumiendo y citando el
texto de Dt 6,4-5, es “escuchar”. Porque sólo quien escucha puede saber lo que el
Señor le pide y puede cumplirlo, esto es, amarlo. Antes de actuar es necesario
detenerse y escuchar a Dios. Y para esto necesitamos hacer silencio en nuestro
corazón, acallar otras voces y darle “la exclusiva” al Señor. Al respecto decía el Papa
Francisco en el ángelus de 31 de octubre de 2021: “el Señor busca no tanto hábiles
comentaristas de las Escrituras, busca corazones dóciles que, acogiendo su Palabra,
se dejan transformar dentro. Por esto es tan importante familiarizar con el Evangelio,
tenerlo siempre al alcance de la mano —incluso un pequeño Evangelio en el bolsillo,
en el bolso— para leerlo y releerlo, apasionarse. Cuando lo hacemos, Jesús, Palabra
del Padre, entra en nuestro corazón, se vuelve íntimo y nosotros damos frutos en Él.
Tomemos como ejemplo el Evangelio de hoy: no es suficiente leerlo y comprender que
hay que amar a Dios y al prójimo. Es necesario que este mandamiento, que es el “gran
mandamiento”, resuene en nosotros, sea asimilado, se convierta en voz de nuestra
conciencia. Entonces no se queda en letra muerta, en el cajón del corazón, porque el
Espíritu Santo hace brotar en nosotros la semilla de esa Palabra”.
En conclusión, amor a Dios, amor al prójimo, amor a sí mismo. Siempre el amor.
Por tanto, es justo y necesario un permanente examen sobre el amor en nuestras vidas.

ag.3 Continuamos la meditación con las siguientes preguntas:

1. ¿Cuáles considero los principales mandamientos de Dios para mi vida?


2. ¿Priorizo el amor como lo primero que me pide Dios?
3. ¿Considero inseparables el amor a Dios del amor al prójimo?
4. ¿Incluyo el amor a mí mismo junto con el amor al prójimo?
5. ¿Me esfuerzo por escuchar con apertura de corazón a Dios y al prójimo?

Oración ¿Qué le respondo al Señor que me habla


en el texto?
Gracias Jesús por amarme como soy.
Quiero amar contigo al Padre, sin recortes.
Con todo lo que soy, lo que tengo.
3
Dame el regalo de la escucha.
Sin apuros ni interrupciones.
Que amar sea mi prioridad.
Que me anime a amarme más:
sólo así podré amar y más amar a mis hermanos.
Y el Reino no estará lejos.
Amén.
¿Cómo hago propias en mi vida
Contemplación las enseñanzas del texto?

Jesús ayúdame a amarme para amar a los demás

¿A qué me comprometo para


Acción demostrar el cambio?

Durante esta semana me propongo amar, escuchando sin interrumpir cuando me hablen.

Bitácora de grandes Lectionautas


"El amor es la medida de la fe. ¿Cuánto me amas tú? Y cada uno se dé la
respuesta. ¿Cómo es tu fe? Mi fe es como yo amo. Y la fe es el alma del amor”, Papa
Francisco.

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