Pueblos indígenas y colonizaciones históricas
Dama de Elche, escultura ibera. Museo Arqueológico Nacional de
España (Madrid).
La Edad del Hierro se inicia en la península ibérica con la penetración
de población e influencia cultural indoeuropea desde el comienzo del I
milenio a. C.; determinando la identidad étnica y lingüística celta de
la mayor parte de los pueblos indígenas de las zonas norte, oeste y
centro, con alguna excepción: lusitanos y vetones, también
indoeuropeos, se califican de «precélticos», mientras que los
vascones se califican de «preindoeuropeos». A pesar de la similitud
de su forma de vida a la de otros pueblos de la zona norte (galaicos,
astures y cántabros), su lengua (el «protoeuskera») se supone similar
a las habladas en la zona oriental peninsular; las del grupo de pueblos
denominados iberos, de mayor desarrollo económico. Las fuentes
clásicas denominaron celtíberos al grupo de pueblos situados en una
posición intermedia (geográficamente).
La costa peninsular meridional y el área tartésica (con centro en el
valle del Guadalquivir -la Turdetania- y con proyección hasta zonas
muy lejanas, de la desembocadura del Tajo a la del Segura), la más
rica en metales y de mayor desarrollo económico y social (una
verdadera civilización), fue profundamente influenciada por la
colonización fenicia. La fundación mítica de Gadir (Cádiz) se data en
el 1104 a. C.,585960 aunque no hay base arqueológica para sustentar
semejante cronología hasta varios siglos más tarde. En el siglo viii a.
C. ya hay pruebas de la presencia de un abundante grupo de factorías
y colonias fenicias, como Malaka (Málaga), Sexi (Almuñécar) y Abdera
(Adra).
Las colonias griegas se instalaron más al norte, en Akra Leuké
(Alicante), Hemeroskopion (Denia), Emporion (Ampurias) y Rhodes
(Rosas). Su contacto con los iberos les hizo dar las primeras
referencias escritas de estos pueblos. Las mismas fuentes griegas
señalan que los navegantes griegos habían establecido contactos con
el «reino» de Tartessos y con su «rey» Argantonio, que les habría
dado suficiente plata como para construir murallas contra los ataques
persas. Tales contactos no fructificaron, precisamente por el dominio
fenicio de esta ruta, y no ha podido constatarse arqueológicamente la
presencia griega en la costa mediterránea malacitana, en una colonia
que habría llevado el nombre de Mainake.
Véase también: Lenguas paleohispánicas
Hispania cartaginesa
Artículo principal: Hispania cartaginesa
Cartago y Roma entrarán finalmente en una serie de guerras (guerras
púnicas) por la hegemonía en el Mediterráneo occidental. Tras la
derrota en la primera guerra púnica, Cartago intenta resarcirse de sus
pérdidas de Sicilia, Cerdeña y Córcega, incrementando su dominio en
Iberia.
Amílcar Barca, Aníbal y otros generales cartagineses sitúan las
antiguas colonias fenicias de Andalucía y el Levante bajo su control y
proceden después a la conquista o extensión de su área de influencia
sobre los pueblos indígenas. A finales del siglo iii a. C., la mayor parte
de las ciudades y pueblos al sur de los ríos Duero y Ebro, así como las
islas Baleares, reconocen el dominio cartaginés. Fundan Qart Hadasht
(Cartagena), que se convierte rápidamente en una importante base
naval, debido al interés por controlar la riqueza generada por las
minas de plata de Cartagena.61 Esto último se desprende de las
palabras del arqueólogo Adolf Schulten.
Con la plata de las minas de Cartagena pagaron ellos sus
mercenarios, y, cuando por la toma de esta en 209 a. C. Carthago
perdió estos tesoros, Aníbal ya no fue capaz de resistir a los romanos,
de manera que la toma de Cartagena decidió también la guerra de
Aníbal.
Schulten A. Fontes Hispaniae Antiquae6263
En el año 219 a. C. se produce la ofensiva de Aníbal contra Roma,
tomando la península ibérica como base de operaciones e incluyendo
un gran porcentaje de hispanos en su ejército.
Es en este proceso cuando intentarán someter a la colonia griega de
Sagunto, situada al sur de la frontera pactada del Ebro pero aliada de
Roma, dando lugar a la segunda guerra púnica, que culminará con la
incorporación de la parte civilizada (íbera) de la península a la
República Romana.
Hispania romana (206 a. C. – siglo v)
Artículo principal: Hispania romana
Imperio Romano, siglo iii.
Acueducto de Segovia.
Tras la segunda guerra púnica entre el 218 a. C. y el 201 a. C., se
puede considerar la península ibérica sometida al poder de Roma. La
campaña de ocupación, tras la expulsión cartaginesa, fue rápida,
excepto en el interior (Numancia) y el pueblo cántabro que resistió
hasta la llegada de Augusto en los inicios del Imperio romano.646566
En el 197 a. C., los romanos dividen el territorio ibérico en dos zonas:
la Hispania Citerior y la Hispania Ulterior.67
El sometimiento total de la península tiene lugar en el año 19 a. C.
(tras finalizar las guerras cántabras), tras lo cual se divide en tres
provincias: Bética, Tarraconense y Lusitania, organización que perduró
hasta el Bajo Imperio, cuando el territorio se divide en Bética,
Carthaginense, Gallaecia, Lusitania y Tarraconensis.68
El proceso de romanización entendido como la incorporación de la
lengua, las costumbres y la economía romana se inició
aproximadamente hacia el 110 a. C. y duraría con toda su fuerza
hasta mediados del siglo iii d. C.
En esta época, los hispanos se configuraron como parte muy
destacada del Imperio romano, aportando notables figuras durante el
periodo histórico como los emperadores Trajano, Adriano, Marco
Aurelio y Teodosio, el filósofo Séneca, los teólogos Paulo Orosio o
Prisciliano, el retórico Quintiliano, los poetas Marcial, Lucano o
Prudencio, el agrónomo Columela, el geógrafo Pomponio Mela o
políticos como Marco Annio Vero o Lucio Cornelio Balbo, entre otros.69
Edad Media
Artículo principal: Historia medieval de España
Las invasiones bárbaras y el reino visigodo (siglo v-711)
Artículos principales: Invasiones germánicas en la península ibérica e
Hispania visigoda.
La caída del Imperio romano
En la península ibérica, como en otras provincias, el Imperio cayó
gradualmente, con los procesos casi simultáneos de la
«desromanización» del Imperio romano en Hispania, es decir, una
debilitación de la autoridad central en los siglos iii, iv y v, y de la
«romanización» de las tribus germánicas, por ejemplo, la adopción de
la ley romana que es evidente en la Lex Gothorum (Ley de los godos),
la conversión al cristianismo, y la afinidad que algunos reyes tenían
por el latín, hasta componer poesía en esta lengua.7071
Toledo, capital del Reino Visigodo.
A pesar de todo esto, entre los siglos vi y vii y gracias a la búsqueda
de Justiniano I el Grande de restablecer el poder del Imperio romano
de Occidente hizo que se estableciese en la franja meridional de la
península ibérica la provincia de Spania. Este territorio visigodo fue
donado al Imperio bizantino al ser llamado en auxilio por una de las
partes en la contienda civil del Reino Visigodo que estaba existiendo
entre Agila y Atanagildo y había sido asolado por el desaparecido
pueblo vándalo. Su capital se estableció en Carthago Spartaria, actual
Cartagena.72
Las invasiones
En el invierno del año 406, aprovechando la congelación del Rin, los
vándalos, suevos, y alanos invadieron el imperio con gran pujanza. Al
cabo de tres años, cruzaron los Pirineos y llegaron a la península
ibérica, y dividieron entre sí las partes occidentales, que
correspondían aproximadamente al Portugal moderno y España
occidental hasta Madrid. Mientras tanto, los visigodos, que habían
tomado Roma hacía dos años, llegaron a la región en el 412,
fundando el reino de Tolosa (Toulouse, en el sur de Francia), y
extendieron su influencia gradualmente en la península, desplazando
a los vándalos y alanos al norte de África, sin que estos dejasen
mucha huella en la cultura ibérica. Luego, tras la conquista de Tolosa
por los francos y la pérdida de gran parte de los territorios en lo que
hoy es Francia, trasladaron la capital del reino visigodo a Toledo.73
Tú eres, oh España, sagrada y madre siempre feliz de príncipes y de
pueblos, la más hermosa de todas las tierras que se extienden desde
el Occidente hasta la India. Tú, por derecho, eres ahora la reina de
todas las provincias, de quien reciben prestadas sus luces no sólo el
ocaso, sino también el Oriente. Tú eres el honor y el ornamento del
orbe y la más ilustre porción de la tierra, en la cual grandemente se
goza y espléndidamente florece la gloriosa fecundidad de la nación
goda. Con justicia te enriqueció y fue contigo más indulgente la
naturaleza con la abundancia de todas las cosas creadas, tú eres rica
en frutos, en uvas copiosa, en cosechas alegre... Tú te hallas situada
en la región más grata del mundo, ni te abrasas en el ardor tropical
del sol, ni te entumecen rigores glaciares, sino que, ceñida por
templada zona del cielo, te nutres de felices y blandos céfiros... Y por
ello, con razón, hace tiempo que la áurea Roma, cabeza de las
gentes, te deseó y, aunque el mismo poder romano, primero
vencedor, te haya poseído, sin embargo, al fin, la floreciente nación
de los godos, después de innumerables victorias en todo el orbe, con
empeño te conquistó y te amó y hasta ahora te goza segura entre
ínfulas regias y copiosísimos tesoros en seguridad y felicidad de
imperio.
Historia de los Godos, Vándalos y Suevos de San Isidoro de Sevilla,
siglo vi-vii. Trad. de Rodríguez Alonso, 1975, León, pp. 169 y 171.
Reino visigodo
Artículos principales: Reino visigodo y Reino visigodo de Toledo.
No se conoce con exactitud el número de visigodos que migraron a la
península pero posiblemente estuvieron en torno al 5% de la
población de la península.[cita requerida] Esto implica que los
visigodos básicamente fueron una élite dominante que no supuso
nunca una parte importante de la población. Esta es una de las
razones por la cual su religión arriana y su lengua visigótica no
tuvieron un efecto preponderante sobre la población.
A pesar de que la nobleza visigoda practicaba el arrianismo, este gozó
de muy poca popularidad entre la población hispanorromana de la
península, fiel en su mayoría a la doctrina católica. Desde la corona
visigoda, específicamente en el año 587, el rey Recaredo I, ya
convertido al catolicismo, trató de conciliar así mismo a la jerarquía
religiosa arriana con la católica, pero con poco éxito. Finalmente, se
impuso la opción católica por la fuerza, desposeyendo a la iglesia
arriana de sus bienes en favor de su antagonista.7475
La conquista musulmana
En 711 los ejércitos musulmanes entran en la península por el
Estrecho de Gibraltar y la conquistan en muy pocos años, en
comparación con el largo proceso que supuso la Reconquista.
Artículos principales: Conquista musulmana de la península ibérica e
Historia de al-Ándalus.
Interior de la mezquita de Córdoba, capital del califato de Al-Ándalus.
La conquista musulmana de España puede resumirse en una
cronología breve:
Año 696: la ciudad de Melilla es conquistada por el califato Omeya.
Año 709: la ciudad de Ceuta es conquistada por el califato Omeya.
Año 711: Tras la muerte del rey Witiza, los nobles y obispos de la
península eligen por rey a Roderico (conocido en la historia por don
Rodrigo), duque de la Bética. Los hijos de Witiza querían por rey a
Aquila, duque de la Tarraconense, por lo que pactan con los árabes a
través de Don Julián, conde de Ceuta.
Roderico, que estaba por entonces luchando contra un levantamiento
de los vascones, al enterarse de la invasión árabe acude con su
ejército. Pierde en la batalla de Guadalete debido a deslealtad de los
witizanos. Con su muerte, y con el grueso del ejército godo derrotado,
los árabes se animan a continuar con la lucha.
Táriq ibn Ziyad conquistó Toledo y llegó hasta León; Muza ibn Nusair
conquistó Sevilla y llegó hasta Mérida (712). Posteriormente unirían
sus fuerzas para tomar Zaragoza. El hijo de Muza completará la
conquista de la península, a excepción de las zonas montañosas
cantábricas y pirenaicas (716), pasando a territorio franco. Carlos
Martel detuvo el avance musulmán en Poitiers en 732, por lo que a
partir de ahí los musulmanes básicamente se concentrarán en la
península ibérica.
En 756, Abderramán I proclamó el emirato de Córdoba,
independizando políticamente a la península del resto del Mundo
islámico aunque siguieron los contactos culturales y comerciales. En
929 Abderramán III proclama el califato de Córdoba, lo que supone la
separación definitiva del califato de Bagdad. En el año 1031 se
fragmenta el califato cordobés, formándose numerosos reinos de
taifas frecuentemente enemistados entre sí.
Era musulmana
La gigantesca batalla de las Navas de Tolosa en 1212, supuso el
principio del fin de los reinos musulmanes en España.
Al-Ándalus coincidió con la «Convivencia», una época de relativa
tolerancia religiosa, y con la edad de oro de la cultura judía en la
península ibérica. (Ver: el emir Abd al-Rahmán III, 912; Masacre de
Granada de 1066).
El interés musulmán en la península volvió con fuerza alrededor del
año 1000, cuando Al-Mansur (conocido como Almanzor), saqueó
Barcelona (985). Según su hijo, otras ciudades cristianas fueron
objeto de numerosas incursiones.
Después de la muerte de su hijo, el califato se hundió en una guerra
civil y se dividió en los llamados «Reinos de Taifas». Los reyes de las
taifas compitieron entre sí no solo en la guerra, sino también en la
protección de las artes y la cultura, que disfrutaron de una
recuperación breve. Los reinos de taifas habían perdido terreno frente
a los reinos cristianos del norte y, después de la pérdida de Toledo en
1085, los gobernantes musulmanes a regañadientes invitaron a los
almorávides, que invadieron al-Ándalus desde el norte de África y
establecieron un nuevo imperio. En el siglo xii el Imperio almorávide
se rompió de nuevo, solo para ser tomado por la invasión almohade,
que fueron derrotados en la decisiva batalla de las Navas de Tolosa en
1212.
La España medieval fue escenario de guerra casi constante entre
musulmanes y cristianos. Los almohades, que habían tomado el
control de los magrebíes, de los almorávides y de los territorios
andaluces por el 1147, superaron con creces a los almorávides en la
perspectiva fundamentalista, y trataron a los Dhimmis con dureza. El
trato hacia los judíos en este momento en la península ibérica había
variado mucho entre los distintos reinos musulmanes y cristianos. El
emirato de Granada de mediados del siglo xiii fue el único reino
independiente musulmán en España, que duraría hasta 1492.
En este tiempo, los reyes de Aragón gobernaron territorios que
consistían no solo en el Reino de Aragón, sino también en el
Principado de Cataluña, y más tarde de las islas Baleares, el Reino de
Valencia, Sicilia, Nápoles y Cerdeña (véase Corona de Aragón). La
Compañía catalana procedió a ocupar el ducado de Atenas, que se
coloca bajo la protección de un príncipe de la Casa de Aragón, que lo
gobernó hasta 1379.