Acritudes Preferencias y Opiniones Politicas
Acritudes Preferencias y Opiniones Politicas
El superciudadano
Los teóricos políticos han sostenido durante mucho tiempo que la
democracia sólo es viable cuando el público tiene un alto grado de
información y sofisticación política. John Stuart Mili, John Locke, Alexis de
Tocqueville y otros escritores consideraban estas características del público
como requisitos para el éxito de la democracia. La mayoría de los teóricos
también afirmaron que la gente debe apoyar el sistema político y compartir
un compromiso con ideales democráticos como el pluralismo, la libre
expresión y los derechos de las minorías (véase el capítulo 12). De lo
contrario,las élites sin escrúpulos podrían manipular a un público
desinformado y poco sofisticado. En cierto sentido, estos teóricos
propusieron un modelo de superciudadano: para que la democracia
sobreviva, el público debe ser un modelo de virtud cívica.
Este ideal del superciudadano democrático se ilustra a menudo con
ejemplos extraídos de una tradición popular sobre la sofisticación de los
estadounidenses.2 Tocqueville (1966) alabó la implicación cívica y política
de los estadounidenses cuando describió Estados Unidos en el siglo XIX. En
los primeros Estados Unidos los votantes supuestamente anhelaban los
estimulantes debates políticos de las campañas electorales y acudían en masa
a mítines políticos. Las reuniones de los ayuntamientos de Nueva Inglaterra
se convirtieron en un ejemplo legendario del espíritu político
estadounidense. Incluso en la frontera, existía la costumbre de que las
conversaciones en torno al barril de galletas del almacén general
demostraban un profundo interés por la política.
La historia pintó un cuadro menos positivo del público en muchas
naciones europeas. A diferencia de Estados Unidos, el derecho al voto llegó
tarde a la mayoría de los europeos, a menudo con retraso hasta principios del
siglo XX. Las instituciones aristocráticas y las tradiciones deferentes de la
política británica limitaban la participación pública más allá del acto de votar
y restringían severamente el tamaño del electorado elegible. En Francia, los
excesos de la Revolución Francesa suscitaron dudas sobre las características
de la participación masiva. La inestabilidad del sistema político francés
supuestamente produjo un sentimiento de "incivismo" (falta de compromiso
cívico), que llevó a la gente a evitar los debates políticos y la participación.
Alemania fue el ejemplo más gráfico de lo que puede ocurrir cuando la
opinión pública carece de normas democráticas. Bajo l o s gobiernos
autoritarios que imperaron durante el Segundo Imperio (1871-1918), se
enseñaba a la gente a ser vista y no escuchada. La República de Weimar
(1919-33) fue un breve y turbulento interludio en la historia no democrática
de Alemania, pero la fragilidad de las normas democráticas contribuyó a la
desaparición de ese sistema y al ascenso del Tercer Reich de Hitler en 1933.
La democracia alemana ha florecido gracias al desarrollo de una sólida
cultura democrática en la República Federal de posguerra. Estas experiencias
históricas reforzaron la creencia de que es necesario un público sofisticado,
implicado y democrático Para que la democracia tenga éxito.
La naturaleza de las 17
Las primeras investigaciones afirmaban que las posturas sobre los temas
debían estar interconectadas y vinculadas a valores fundamentales para que
los ciudadanos tomaran decisiones coherentes y razonables.
--4.
.
opinión sobre Opinión sobre
un tema un tema
Principio
Estructurador
(ideología)
--4.
Opinión
Sobre un Opinión sobre
tema Un tema
Movilización cognitiva
Aunque el público de la década de 1950 (y anteriores) tenía habilidades y
recursos políticos limitados, el público actual es diferente. Un proceso de
"movilización cognitiva" ha elevado el nivel general de sofisticación política
del público (Dalton 2012a; Inglehart 1990). Este proceso tiene dos partes
diferenciadas: la capacidad de adquirir información política y la capacidad
de procesarla.
Una o dos generaciones antes, el ciudadano medio tenía un acceso
limitado a la información. Antes se podían leer periódicos o revistas, pero
esto podía resultar exigente, sobre todo para un público con escasa
formación. Sobre todo en Europa, la calidad de los diarios y la cobertura de
las noticias eran desiguales, y muchos periódicos de masas eran poco más
que hojas de escándalo. Además, la información llegaba días o incluso
semanas después de los hechos reales. Hoy en día, la oferta y variedad de
noticias políticas es casi ilimitada; se trata de una evolución relativamente
reciente.
La expansión de los medios de comunicación de masas, especialmente la
televisión, es el ejemplo más claro de este cambio (Norris 2000; Prior 2007).
En 1950, la televisión era todavía una novedad para la mayoría de los
estadounidenses y un lujo para la mayoría de los europeos. Sólo había
televisores en la mitad de los hogares estadounidenses, en menos del 10% de
los de Gran Bretaña y Francia y en menos del 5% de los de Alemania
Occidental. La expansión de la propiedad de televisores en las dos décadas
siguientes produjo una creciente dependencia de la televisión como fuente de
información política. En las elecciones estadounidenses de 1952, el 51% del
electorado utilizó las noticias de televisión como f u e n t e d e información.
En 1960 la cifra había aumentado en torno al 90%.
22 Capítulo
En 1961, sólo el 50% del público de Alemania Occidental dependía de la
televisión para obtener información política, pero en 1974 los alemanes
también habían alcanzado el nivel del 90%. Las tendencias británica y
francesa presentan pautas similares.
A medida que aumentaba el número de telespectadores, también lo hacía
la cantidad de información política que ofrecía el medio. El telediario
nocturno de media hora de duración no empezó a emitirse hasta 1963. Desde
entonces, la tecnología y el interés de los telespectadores han aumentado la
proporción de la programación televisiva dedicada a las noticias y los
asuntos políticos. Hoy en día, la información es instantánea y se difunde a
escala mundial. La mayoría de los estadounidenses tienen acceso a las
noticias 24 horas al día, 7 días a la semana: CNN, FOX, MSNBC, C-SPAN y
otros canales por cable crean un rico entorno mediático. Markus Prior (2007)
demuestra que la ampliación de la oferta mediática ha aumentado el
consumo total de información política, pero también ha incrementado la
desigualdad en la información política entre los más y los menos interesados.
Los que están interesados pueden encontrar noticias las 24 horas del día; los
que no lo están ven Los Simpson durante la hora de las noticias.
Además de la información de la televisión, muchas personas leen
periódicos y revistas, escuchan noticias en la radio, utilizan Internet, se unen
a grupos de debate en línea o se enteran de política por sus amigos. Aunque
muchos politólogos critican los programas de " noticias blandas", c o m o los
talk shows o Jon Stewart y The Daily Show, estos programas también
pueden ser valiosas fuentes de información (Baum y Jamison 2005). La
gente tiene acceso a un abanico de información que habría sido inimaginable
hace una generación. El aumento de la cantidad y la calidad de la
información p o l í t i c a proporcionada por los medios de comunicación
debería mejorar la concienciación política.
Existen tendencias similares en la mayoría de las democracias industriales
avanzadas. Los canales por cable y satélite amplían las opciones disponibles,
que van desde las cadenas nacionales a las de las naciones vecinas, pasando
por un sinfín de noticias y programas de información gubernamental. El
papel político de los medios de comunicación también ha aumentado. Por
ejemplo, hasta las elecciones de 1964 el gobierno británico prohibió a la
BBC difundir noticias electorales durante el periodo de campaña. Ahora la
cobertura televisiva es una parte central de la mayoría de las campañas
modernas (Norris et al. 1999). Igualmente dramático e importante,
especialmente para los ciudadanos más jóvenes, es el aumento de las fuentes
de noticias basadas en Internet en la última década.
La tabla 2.1 presenta el uso de diversas fuentes de información para
conocer la actualidad.5 Como han demostrado muchos otros estudios, las
noticias de televisión son la fuente de información más utilizada, citada por
cerca del 90% del público en cada uno de los cuatro países. Es significativo
que la segunda fuente de información más utilizada sea la conversación con
amigos y colegas. Las personas somos animales sociales y buscamos
información entre nuestros amigos. Mientras que la circulación de otros
medios de comunicación de masas -periódicos y revistas impresas-
disminuye, el uso de Internet como fuente de información aumenta
notablemente. Dos tercios de los estadounidenses afirman r e c u r r i r
regularmente a Internet, y esta fuente es ahora la más utilizada entre los
jóvenes (Pew 2012a).
La naturaleza de las 23
Fuentes de información
La televisión sigue siendo la fuente de información más común, pero el uso de Internet es
aumentando especialmente en Estados Unidos.
ESTADO GRAN
S BRETA FRANCI ALEMANIA
UNIDOS ÑA A
Noticias de radio y 87 93 95 96
televisión
TV/radio 62 63 67 66
informes
detallados
Amigos y colegas 82 83 77 87
Internet 67 49 37 48
Periódicos 64 72 62 85
Revistas 44 48 48 51
Libros 32 42 33 37
Fuente: Encuesta Mundial de Valores (2006---08). La pregunta se refería al uso semanal por
separado de cada f u e n t e d e información; el gráfico presenta el porcentaje de los que han
utilizado cada fuente.
Interés politico
100
80
-o
Cl)
ü5
60
Cl)
"E
Cl)
Ol
Cll
"E
Cl) 40
Cl)
c..
20
Leyend
a
Fuentes: Estados Unidos, 1952-2008, American National Election Studies; Gran Bretaña, 1949-
53, Gallup (1976a), 1963-79, British Election Studies, 1997-2011 British Social Attitudes Survey;
Alemania Occidental, 1952-2009, encuestas del lnstitut für Demoskopie, Allensbach; Francia,
1953 y 1978, Charlot (1980), 1962, Gallup (1976b), 1978-2007, French Election Studies.
Principio
de
estructurac
ión
... ....
Orientaci Orientaci Orientación
ón general ón general general
..
Tema
"►
Tema Tema Tema Tema
específi específi específ específ
ico específico
co co ico
Grupos sociales 40 37 41 45 42
Organizaciones de 49 48 35 66 69
partidos
Políticas Públicas 45 43 46 53 51
Naturaleza de los 64 28 59 86
tiempos
Personalidades 40 11 18 38 32
políticas
Valores intrínsecos/ 46 40 65 49 41
otros
Sin contenido 14 22 18 6 21
Total 319 249 303 377 270
Fuentes: Political Action Study, 1974-75; 2004 American National Election Study; 1994
Klingemann German Media Study.
Nota: Los totales superan el 100% porque era posible obtener respuestas múltiples; los puntos
temporales posteriores de Estados Unidos y Alemania son estimaciones porque el sistema de
codificación no era totalmente coherente con la encuesta anterior.
Naturaleza de los tiempos: Considerar si la época es buena o mala para una persona. Una
persona puede conectar al Partido en el poder con la fortuna o desgracia del país.
32 Capítulo
en una jarra a quién debería ser presidente. Del mismo modo, los estudios
demuestran una estrecha relación entre las preferencias colectivas del
público y los cambios posteriores en las políticas públicas (véase el capítulo
11 de este libro). La toma de decisiones colectivas a través de las elecciones
es otra explicación de por qué las democracias pueden ser eficaces incluso
cuando algunas personas tienen una información y un compromiso limitados.
Política y ciudadanos
Empezamos preguntándonos qué espera la democracia de sus ciudadanos
y si la sociedad contemporánea cumple estas expectativas. La teoría elitista
de la democracia fija expectativas muy altas: la gente debe estar plenamente
informada para tomar decisiones políticas calculadas racionalmente.
Algunos de los escépticos sobre la capacidad del público siguen siéndolo
hoy en día (Kinder 2007; Converse 2007; Cf. Oppenheimer y Edwards 2012;
Lupia 2007). Los electorados democráticos nunca cumplirán estas
expectativas teóricas ideales, lo que lleva a afirmar que su insuficiencia
socava el proceso democrático. Pocos seres humanos pueden igualar estas
elevadas expectativas, incluso entre los profesores de ciencias políticas.
Pero la democracia ha perdurado durante más de dos siglos, y una ola de
democratización se ha extendido por todo el mundo desde principios de la
década de 1990. Por lo tanto, no tiene mucho sentido argumentar que la
democracia requiere un ideal que nunca se cumple. Esta conclusión no
significa que hayamos renunciado a un público democrático rebajando
nuestras expectativas. Por el contrario, reconoce que las personas aportan sus
experiencias vitales y sus conocimientos a sus decisiones políticas, pero de
maneras distintas a las que inicialmente suponíamos. Incluso Thomas
Jefferson, que era un sofisticado pensador político, valoraba las capacidades
básicas del ciudadano común: "Expón un caso moral a un labrador y a un
profesor. Si Jefferson pensaba que un labrador podía tomar decisiones tan
bien como un profesor, quizá la democracia no esté en peligro (un buen tema
para debatir con un profesor).
Piense en este problema en términos personales. Cuando usted compra un
coche o un televisor de pantalla plana, o toma una decisión política, rara vez
dispone de toda la información de un experto en automóviles, electrónica o
política. Además, incluso los expertos discreparán sobre cuál es el mejor
coche, televisor o candidato. Algunos consumidores seguirán un modelo de
elección racional de evaluación consciente y detallada de las alternativas.
Leerán Consumer Reports e investigarán como si estuvieran preparando un
examen de abogacía. Pero la mayoría encontraremos otros medios de
equilibrar los costes y beneficios de la toma de decisiones para llegar a una
elección razonable basada en nuestras necesidades.
¿Cómo toma la gente decisiones razonables cuando se trata de política?
En este capítulo se sostiene que las personas pueden recurrir a diversos
métodos para tomar sus decisiones. Muchas personas centran su atención en
unas pocas cuestiones de especial interés en lugar de intentar dominar todos
los temas. El electorado, por tanto, se compone de temas públicos que se
solapan, cada uno de los cuales juzga la acción del gobierno en función de
políticas diferentes.
34 Capítulo
Lecturas recomendadas
Converse, Philip. 1964. La naturaleza de los sistemas de creencias en los
públicos de masas. En Ideología y descontento, ed. David Apter. New
York: Free Press.
Delli Carpini, Michael, y Scott Keeter. 1996. What Americans Know about
Politics and Why It Matters. New Haven: Yale University Press.
Friedman, Jeffrey, y Shterna Friedman, eds. 2012. La naturaleza de los
sistemas de creencias reconsiderada. London: Routledge.
Norris, Pippa. 2000. Virtuous Circle: Political Communications in
Postindustrial Societies. Cambridge, Reino Unido: Cambridge University
Press.
Oppenheimer, Danny, y Mike Edwards. 2012. Democracy Despite Itself:
Por qué un sistema que no debería funcionar funciona tan bien.
Cambridge, MA: MIT Press.
Popkin, Samuel. 1994. The Reasoning Voter, 2ª ed. Chicago: University of
Chicago Press.
Prior, Markus. 2007. Post-Broadcast Democracy: How Media Choice
Increases Inequallty in Political Involvement and Polarizes Elections.
Nueva York: Cambridge University Press.
Sniderman, Paul, Richard Brody y Philip Tetlock. 1991. Razonamiento y
elección. New York: Cambridge University Press.
Notas
1. "Conocemos a Bart, pero Homer nos suena a chino", Los Angeles Times,
15 de agosto de 2006, A14.
2. Hubo, por supuesto, voces discrepantes. Walter Bagehot (1978), Joseph
Schumpeter (1943) y Walter Lippmann (1922) criticaron duramente al
ciudadano medio, afirmando que la gente estaba muy lejos del ideal
teórico.
3. Por ejemplo, un candidato a las elecciones a gobernador de Texas de
2006 señaló que la legislatura de Texas aprobó una vez por unanimidad
una moción en honor del estrangulador de Boston. Un legislador
patrocinó el proyecto para demostrar que sus colegas votaban proyectos
de ley sin leerlos. Para otros ejemplos de incoherencias de las élites,
véase Arnold (1990).
36 Capítulo
477
478 COMPORTAMIENTO P O L Í T I C O D E LAS MASAS
organiza sus actitudes políticas, ¿existe alguna alternativa que pueda servir de
base para la comunicación y la competencia políticas?
Un enfoque potencialmente valioso del problema de la organización de
actitudes que no ha recibido suficiente atención en la literatura de la psicología
política se basa en la formación de los valores. Los teóricos e investigadores
en filosofía, antropología, sociología y psicología llevan mucho tiempo
discutiendo el papel de los valores en la vida humana (véase Rohan, 2000, para
una revisión). Como normas generalizadas, se supone que los valores son "los
criterios que la gente utiliza para seleccionar y justificar acciones y para
evaluar a las personas (incluyendo el si mismo) y los acontecimientos"
(Schwartz, 1992, p. 1). Rokeach (1973) comenzó su gran estudio sobre los
valores afirmando que "me resulta difícil concebir cualquier problema que
pueda interesar a los científicos sociales que no implique profundamente los
valores humanos" (p. ix).
Muchos investigadores han sostenido que los valores son el fundamento
último de las actitudes. Bem (1970) describió cómo las actitudes surgen de un
razonamiento de tipo silogístico que conduce, finalmente, a algún valor. El
modelo de pluralismo de valores de Tetlock (2000) asume que "en todos los
sistemas de creencias políticas subyacen valores últimos o terminales que
especifican los estados finales de la política pública. Estos valores -que pueden
adoptar formas tan diversas como la eficiencia económica, la igualdad social,
la libertad individual, el control de la delincuencia, la seguridad nacional y la
pureza racial- funcionan como la base de los sistemas de creencias" (p. 247).
Los valores tienen características que parecen prestarse al análisis de las
actitudes y el comportamiento políticos. Se supone que los valores son
relativamente pocos en número, desde luego mucho menos que el número de
actitudes que puede tener una persona. Por lo tanto, podrían proporcionar una
base para reducir la complejidad de los juicios políticos y para crear coherencia
entre las actitudes. Por otra parte, todas las discusiones sobre valores sugieren
que son más numerosos que la única dimensión ideológica que se suele utilizar
para entender el conflicto político. Es posible que las actitudes políticas
estructuradas por valores no presenten una estructura unidimensional simple.
Además, muchos teóricos sostienen que los valores no existen de forma
aislada, sino como sistemas. Si realmente existe una organización de los
valores de las personas, esto puede proporcionar una estructura aún más simple
para las actitudes políticas y una base subyacente para la ideología política.
Por último, también se supone que los valores son relativamente estables, una
propiedad necesaria para que actúen como estándares de evaluación
permanente. Las prioridades de los valores pueden cambiar lentamente con el
tiempo, como puede ser necesario para las personas que se adaptan a un
entorno no constante. Sin embargo, deben ser lo suficientemente estables como
para dar estabilidad a las evaluaciones y al comportamiento.
La estructura de los valores, las relaciones generales entre ellos, pueden
ser fundamentales para el desarrollo de teorías sobre actitudes políticas. Esta
posibilidad también pone de relieve una diferencia importante en los enfoques
utilizados habitualmente por los politólogos y los psicólogos. Gran parte de la
investigación que utiliza valores como predictores de actitudes políticas suele
incluir uno o más valores que se consideran más relevantes para las actitudes
estudiadas. Esto es especialmente cierto en las ciencias políticas. Los
psicólogos se han preocupado mucho más
480 M A S P O LI T I CA L B E H A V I O R
por identificar toda la gama de valores humanos y las relaciones entre esos
valores. El estudio de los valores, aunque ha producido un gran número de
investigaciones interesantes, se han omitido importantes efectos de los valores
en las actitudes políticas. Y lo que es quizá más importante, la comprensión de
la estructura global de los valores y los sistemas de valores que puede arrojar
luz sobre la naturaleza de la estructura de las actitudes y la ideología.
Otra forma en que los valores pueden ser útiles para comprender los
procesos políticos es estableciendo un vínculo entre los niveles social e
individual. Los investigadores no sólo han tratado de estudiar los valores de las
personas, sino también de establecer patrones de valores diferentes en las
distintas sociedades. Además de la variación de valores entre los individuos de
una sociedad, parece haber diferencias medias en las prioridades de valores
entre las personas que viven en distintas sociedades. Una cuestión interesante
es si las diferencias de valores entre sociedades son simplemente una función
de otras características identificables o si los valores sociales ejercen una
influencia constante en los valores individuales. La existencia de valores
sociales también tiene implicaciones para las fuentes de la estructura
subyacente a las actitudes políticas.
Definiciones de valores
Milton Rokeach
No cabe duda de que la investigación sobre los valores en los últimos 30 años
se ha visto enormemente influida por la obra de Milton Rokeach, especialmente
en psicología. Su libro de 1973 La naturaleza de los valores humanos supuso
un enorme impulso para el estudio empírico de los valores. Rokeach dedicó el
primer capítulo de su libro a una cuidadosa discusión conceptual de los valores
y los sistemas de valores. Su medida de los valores ayudó a normalizar la
investigación empírica. Se generalizó su uso en psicología y ha servido de base
para instrumentos de valores posteriores. También llevó a cabo una serie de
estudios que demostraban las propiedades de su medida de los valores, el
impacto de los valores en las actitudes y el comportamiento, y los procesos de
cambio de valores. Como cualquier revisión de la literatura sobre valores desde
1973 demostrará fácilmente, la conceptualización y medición de los valores de
Rokeach ha sido una gran inspiración para los investigadores.
Una de las principales contribuciones de Rokeach fue poner de relieve
la estructura global de los sistemas de valores. Los valores no existen de
forma aislada, y rara vez una actitud o comportamiento es función de un
solo valor.
Valores, ideología y estructura de las actitudes políticas 483
Shalom Schwartz
Cuadro 14.1
Tipos de valores y elementos de Schwartz
RIQUEZA
Moderado NA'l'IONAl
SEGURIDAD SENTID SOCIAL
O DE
TRADICIÓN PERTENEN
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RECOGNICI
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RECIPROCACIÓN
DE FAVOR
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Di :t.l:FE TRUE- JU!:SPl!:C'l'
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ESTIMULACIÓN
RG:IV G,. *SE:tl"?tn. FR SBJ VARIED-LIPE:
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"'W::tSDOM Oi'lll GOA!.S
MUNDO DE *CR&A'l'rn.TY
s=- -:nmaPl!:::m:lmff
*COR.l:ODS
nmER liJUU,lQNY* PROT2C'l "*
Figura 14,1. Análisis basado en un algoritmo de escalado multidimensional. (Agradezco a Shalom Schwanz
su permiso para reimprimir la Figura 2 de Schwartz, 1994).
Valores, ideología y estructura de las actitudes políticas 487
Es importante reconocer que las líneas que dividen el espacio en los tipos
de valores no son una función del análisis, sino más bien una interpretación de
la solución de escalado multidimensional. Esto significa que, empíricamente,
los tipos de valores son una inferencia de la agrupación de los valores
individuales en el espacio bidimensional. Mientras que la ubicación de los
elementos individuales en el espacio es una función de las correlaciones
observadas entre las valoraciones de cada uno, la división del espacio en los
tipos de valores es conceptual y otros investigadores podrían dividir el espacio
de forma diferente. Por ejemplo, los ángulos que definen los tipos hedonismo
y estimulación son relativamente pequeños en comparación con los ángulos
que definen los tipos universalismo y benevolencia. ¿Son el hedonismo y la
estimulación tipos de valores distintos, o deberían los grupos de valores de este
espacio representar un único tipo? Como señala Schwartz (1992),
Lo que esto significa es que las líneas de partición en los SSAs [Siglas
por su nombre en ingles, Smalles Space Analyses, -Análisis del Espacio
Mínimo] representan decisiones conceptualmente convenientes sobre
dónde termina un tipo de motivación y dónde empieza otro. Dado que el
conjunto de valores representa un continuo de motivaciones, la
ubicación exacta de las líneas de partición es arbitraria. Los valores que
se encuentran cerca de una línea de partición expresan una combinación
de los objetivos motivacionales relacionados asociados con los tipos de
valores a ambos lados de esa línea de partición. (p. 45)
Un espacio bidimensional también puede definirse mediante dos ejes que
se cruzan en el centro del espacio. Schwartz propone dos dimensiones que
sugieren una comprensión aún más sencilla de la estructura general de valores.
Una dimensión, que va desde la autodirección y la estimulación en un extremo
hasta la seguridad, la conformidad y la tradición, se denomina apertura al
cambio frente a conservación. La segunda, trascendencia frente a promoción
personal, se sitúa en u n ángulo de aproximadamente 90 grados respecto a la
primera y tiene los tipos de valores universalismo y benevolencia en un
extremo y logro y poder en el otro. Como explicaré con más detalle en breve,
esta solución bidimensional ofrece una forma interesante de ver la estructura
de los valores y la posible relación entre los valores y los procesos sociales y
políticos fundamentales.
Es evidente que se necesita mucha más investigación para validar la
conceptualización de Schwartz de la estructura de valores y determinar si se
trata, de hecho, de un modelo universal de valores. Schwartz presenta algunos
resultados que sugieren que los 10 tipos de valores pueden no ser del todo
universales. El modelo sólo se reproduce parcialmente en varias muestras de
China, y en ellas aparecen algunos otros tipos de valores. Sin embargo, es
demasiado pronto para saber si se trata sólo de problemas de muestreo o si se
replicará con otras muestras chinas y en otras poblaciones. También es difícil
saber si las variaciones entre culturas son el resultado de verdaderas
variaciones culturales en la estructura de los valores o de problemas a la hora
de traducir el instrumento de valores a otros idiomas.
diferentes idiomas.
La conceptualización de Schwartz tiene la ventaja de basarse en un
análisis de las motivaciones subyacentes a los valores, de modo que la
conceptualización resultante es menos ad hoc que las anteriores.
488 M AS S P O LITI C A L B E H A V l O R
En la sección anterior se han revisado las evidencias sobre la relación entre los
valores y las actitudes políticas específicas. Si la mayoría de la gente no piensa
en política en términos ideológicos, los valores pueden permitir a las personas
organizar sus evaluaciones políticas de forma relativamente coherente. Pero
también es necesario considerar cómo la estructura de estas actitudes se
relaciona con el conflicto político en la sociedad. Si la gente recurriera a un
gran número de valores o si la gente variara significativamente en su uso de
los valores, la complejidad resultante haría que las relaciones entre el público,
los partidos y los políticos fueran tenues. De hecho, este es el atractivo del
constructo de la ideología: permite una comunicación fácil entre los políticos
y el público y proporciona una base para
492 COMPORTAMIENTO POLÍTICO DE MASAS
Otros (por ejemplo, Kristiansen y Hotte, 1996) han observado que esta
manipulación parece producir cambios bastante pequeños en los valores.
Es difícil encontrar pruebas fehacientes sobre el cambio de valores a
largo plazo, ya que para ello es necesario volver a entrevistar a las personas
a lo largo de un intervalo de tiempo considerable. Es mucho más fácil
comparar las prioridades de valor a lo largo del tiempo utilizando muestras
independientes, pero la interpretación de los cambios observados en datos
como éste no está clara. Por ejemplo, Rokeach y Ball-Rokeach (1988)
descubrieron que la clasificación de la igualdad en las muestras nacionales
de EE.UU. disminuyó significativamente desde finales de los sesenta hasta
principios de los ochenta. Aunque argumentaron que esto era el resultado
de cambios en el entorno político y en el discurso de las élites, no hay forma
de probar empíricamente tal hipótesis con datos como éstos.
McCann (1997) aporta algunas pruebas de un cambio sistemático en
los valores. Utilizando los datos del panel NES de 1990-92, demostró que
las personas que votaron a Bill Clinton en 1992 aumentaron su apoyo a la
igualdad de oportunidades y disminuyeron su apoyo al tradicionalismo
moral. Los que votaron a George Bush cambiaron sus prioridades de valores
en la dirección opuesta. A falta de otros estudios como éste, es difícil saber
hasta qué punto estos resultados son generalizables.
Además de la estabilidad, los valores también deben ser exógenos a las actitudes.
Si los valores estuvieran significativamente influidos por las actitudes, sería
difícil considerar los valores como una base para la organización de las
actitudes. Y puesto que la mayoría de los estudios sobre los efectos de los
valores en las actitudes comienzan asumiendo que los valores son
causalmente anteriores a las actitudes, las pruebas significativas de la
endogeneidad de los valores ponen en duda las conclusiones de esos estudios.
Al igual que con la estabilidad de los valores, la mejor forma de examinar la
relación causal entre valores y actitudes es con datos de panel.
El examen de McCann (1997) de los datos de panel de la NES proporciona
cierto apoyo a la exogeneidad de los valores. A pesar de encontrar que el apoyo
a la igualdad de oportunidades y el tradicionalismo moral se veían
significativamente afectados por las preferencias de voto presidencial, McCann
mostró que las preferencias temáticas de los votantes no tenían un efecto
significativo sobre estos dos valores. Por otra parte, en 1992 hubo efectos
significativos de los valores sobre una serie de preferencias de voto, incluso
manteniendo constantes los valores de dos años antes. Por tanto, aunque estos
valores parecen estar influidos por las preferencias por los candidatos
presidenciales (o algún aspecto de la campaña electoral), no hay pruebas de
que los valores sean endógenos a las preferencias políticas, en este único
estudio.
Otros investigadores están más preocupados por la exogeneidad de los
valores. Seligman y Katz (1996) presentan pruebas en una serie de estudios de
que los sistemas de valores pueden no ser tan estables como muchos suponen.
Los sujetos completaron primero una clasificación de valores similar a la de
Rokeach. A continuación, después de evaluar las actitudes hacia un tema
(aborto, medio ambiente) (junto con material de relleno), los sujetos ordenaron
los valores por segunda vez. A la mitad de los sujetos se les dieron las mismas
instrucciones generales para clasificar los valores, mientras que a la otra mitad
se les pidió que hicieran la clasificación en función de sus sentimientos sobre
el tema. Seligman y Katz descubrieron que la correlación entre estas dos
clasificaciones e r a
498 MAS S PO L l TIC AL BE HA V [ O R
sustancialmente más baja cuando se pedía a los sujetos que expresaran sus
valores en función de la cuestión que en la condición general. Las
correlaciones entre varios de los valores y las preferencias temáticas también
fueron mayores en la condición temática.
Este estudio sugiere que las prioridades de valor pueden estar influidas por
factores contextuales en lugar de ser estructuras estables. Sin embargo, es
difícil saber a partir de estas manipulaciones si estamos observando verdaderos
cambios en las prioridades de valores o cambios en los valores declarados que
se deben a las características de la demanda de los estudios. Dado que se pide
a los sujetos que clasifiquen los valores en función de sus sentimientos hacia
el tema, existen fuertes presiones para que sean coherentes. Además, Seligman
y Katz añadieron dos o tres valores estrechamente relacionados con el tema a
la lista de valores terminales de Rokeach. Es muy probable que estos valores
adicionales se vean afectados por las presiones de coherencia, y hay indicios
de que una parte importante del cambio de valores registrado se debe a estos
elementos adicionales.
Hay razones para preocuparse por las relaciones causales entre valores y
actitudes. Como sugieren Kristiansen y Zanna (1994), en el enfoque funcional,
las actitudes pueden cumplir no sólo una función de expresión de valores, sino
también una función defensiva del ego. Los valores pueden ser una forma
importante de que las personas justifiquen sus actitudes y comportamientos.
Desde esta perspectiva, los valores pueden ser tanto una función de las
actitudes como su causa. Se trata claramente de un área en la que se necesita
más investigación. La mayoría de los trabajos sobre valores parten del supuesto
de que los valores influyen en las actitudes, pero no a la inversa. Por el
momento, hay pocas pruebas sólidas que respalden esta suposición.
Las pautas de valores de Europa del Este no se ajustan a las expectativas sobre
las sociedades "socialistas", aunque, como sostiene Schwartz, pueden ser
consecuencia de regímenes autoritarios.
Como señala Schwartz, el mejor diseño para examinar los efectos de los
distintos sistemas políticos en los valores sociales sería disponer de muestras
repetidas a lo largo del tiempo en países que experimentan cambios en los
sistemas políticos. A falta de tales estudios, datos como éste pueden aportar
pruebas importantes de las consecuencias de las estructuras sociopolíticas en
los valores y, en última instancia, en las actitudes necesarias para fomentar la
democracia. Dado que es probable que los más jóvenes sean los más afectados
por los cambios en los sistemas políticos, incluso las muestras de después del
cambio político deberían ser útiles, ya que los valores de los más jóvenes
deberían ser cada vez más diferentes de los de las personas mayores.
Incluso una revisión de esta longitud debe ser bastante selectiva, y hay una
gran cantidad de investigación sobre valores que no he podido discutir. Mi
objetivo ha sido sugerir cómo los valores pueden ayudar a los psicólogos
políticos a comprender la estructura de las actitudes políticas. La búsqueda de
la organización de las actitudes ha sido una de las principales preocupaciones
de la investigación en ciencia política y psicología. Aunque no hay un único
enfoque para este problema que sea suficiente, en la actualidad existe una
cantidad sustancial de evidencia de que los valores son una fuente importante
de estructura para las actitudes políticas. He revisado algunas de estas
evidencias, pero también he intentado mostrar cómo las teorías e
investigaciones recientes pueden hacer avanzar mucho más nuestra
comprensión. Los psicólogos han realizado importantes contribuciones al
estudio de los valores desde la publicación del libro de Rokcach en 1973. Sin
embargo, los psicólogos políticos a menudo ignoran este trabajo e incorporan
los valores a su investigación de forma fragmentaria. Para muchos propósitos,
esto puede ser suficiente. Los descubrimientos de que la igualdad es un
predictor importante de las actitudes de bienestar social (Feldman, 1988) o que
el individualismo no es un predictor importante de las actitudes raciales
(Kinder y Mendelberg, 2000) son descubrimientos importantes por derecho
propio. Pero hay razones para creer que prestar atención a estructuras de valores
más amplias puede ser aún más fructífero.
La relación entre los valores es especialmente importante cuando pasamos
de la comprensión de actitudes específicas a la organización de actitudes y la
ideología. Encontrar una estructura simple y subyacente a los valores puede
proporcionar una base para vincular las prioridades de los valores individuales
y sociales a los conflictos sociales y políticos fundamentales. Éste es uno de
los aspectos prometedores d e l a teoría de los valores de Schwartz. Al vincular
los valores a las necesidades y motivaciones humanas básicas, Schwartz
establece una forma sistemática de pensar en la relación entre los valores. La
estructura bidimensional evidente en las asociaciones entre los valores puede
sentar las bases de un modelo de ideología basado en los valores.
504 M A S S P O Ll T l C AL B E H A V I O R
Una mayor atención a una teoría de la estructura de valores y una medida más
exhaustiva de los valores puede tener un valor considerable para la psicología
política.
Como he subrayado a lo largo de este artículo, aún quedan muchas
cuestiones por resolver en torno al uso de los valores en la investigación de la
psicología política. Sabemos muy poco sobre la estabilidad de los valores y
hasta qué punto son exógenos a las actitudes políticas. Necesitamos aprender
más sobre las condiciones en las que los valores están más fuertemente
relacionados con las actitudes. Las teorías de los valores nos dan muy poca
orientación para predecir qué valores estructurarán determinadas actitudes
políticas. Se necesita mucho más trabajo para determinar el valor definitivo de
los valores para la psicología política.
ll.. Notas
l. Los valores instrumentales se refieren a " modos de conducta'' mientras que los valores
terminales implican "estados finales de la existencia". En general, las investigaciones
posteriores no han corroborado esta distinción (véase Schwam., 1992).
2. Además, prácticamente todos los análisis de Rokeach se realizaron con muestras
procedentes de Estados Unidos. Evidentemente, esto le impidió evaluar cualquier variación
cultural en la estructura y la tienda de valores.
3. La lista comenzó con ocho tipos, se amplió a once y s e r e d u j o a diez cuando
uno de ellos -la espiritualidad- no apareció en el análisis.
4. McCann informa de un coeficiente de estabilidad no estandarizado de 0,49.
5. Las diferencias a priori en los valores sociales se derivan a veces de observaciones
generales de las características sociales (basadas quizá en estudios antropológicos) o de uno
de los pocos estudios cuantitativos sobre las diferencias de valores entre países,
principalmente el trabajo de Hofstede (1980).
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¡Valucs, [deología, y el Scrucrurc de Policica.! Attirudcs 505
Michele Vecchione
Universidad de Roma "La Sapienza
En este artículo teorizamos que los valores políticos expresan valores personales básicos
en el ámbito de la política. Ponemos a prueba una serie de hipótesis que especifican
cómo la estructura motivacional de los valores básicos conecta y da coherencia a los
valores políticos fundamentales. También verificamos la hipótesis de que los valores
políticos básicos median en las relaciones de los valores personales básicos con el voto
demostradas en investigaciones anteriores. Se parte de los valores personales básicos, los
valores políticos básicos y el voto de los adultos italianos antes (n = 1699) y después (n =
1030) de las elecciones nacionales de 2006. Los valores básicos explicaron una varianza
sustancial en cada uno de los ocho valores políticos (22% a 53%) y predijeron
significativamente el voto. Las correlaciones y una proyección MDS de las relaciones
entre los valores básicos y los valores políticos respaldaron la hipótesis de una
estructuración coherente de los valores políticos básicos por parte de los valores básicos.
Los valores políticos fundamentales mediaron totalmente las relaciones de los valores
básicos con el voto, apoyando una jerarquía causal de valores básicos -valores políticos-
y voto.
PALABRAS CLAVE: Valores personales, valores políticos, pensamiento político, voto
421
0162-895X © 2010 Sociedad Internacional de Psicología Política
Publicado por Wiley Periodicals, Inc., 350 Main Street, Malden, MA 02148, EE.UU., 9600 Garsington Road, Oxford, OX4
2DQ,
y PO Box 378 Carlton South, 3053 Victoria Australia
422 Schwartz et al.
Es probable que no haya una única dimensión ideológica que organice las
actitudes políticas (Kinder, 1998). Para ello se necesita una concepción
multidimensional de la ideología (Ashton et al., 2005; Heath, Evans y Martin,
1994).
Ha habido pocos intentos sistemáticos de investigar qué subyace a las
diversas actitudes políticas del electorado (Ashton et al., 2005; Peffley &
Hurwitz, 1985). Feldman (2003) señaló que "un enfoque potencialmente valioso
del problema de la organización de actitudes que no ha recibido suficiente
atención... se basa en el constructo valor" (p. 479). Muchos han asignado un
papel central a los valores como organizadores de las evaluaciones políticas (por
ejemplo, Feldman, 2003; Gunther & Kuan, 2007; Knutsen, 1995a; Rokeach,
1973; Schwartz, 1994). Sin embargo, los estudios empíricos son escasos y se han
centrado en gran medida en un conjunto único o limitado de valores. No han
tenido en cuenta cómo se relacionan sistemáticamente las actitudes políticas con
todo el sistema de prioridades de valores básicos (Feldman, 2003). Para ello es
necesario validar una teoría que identifique a un conjunto exhaustivo de valores
personales básicos así como la estructura de la relaciones entre ellos (Schwartz,
1992, 2006). Éste es el primer objetivo del presente estudio.
Una de las razones de la ausencia de investigaciones sobre la posible
organización de las actitudes políticas por valores personales básicos puede ser el
origen intelectual y disciplinario diferente de los estudios de las actitudes
políticas y de los valores personales básicos, la ciencia política y la psicología
social, respectivamente. Los estudiosos de estas dos disciplinas han tenido en
mente tipos de valores bastante diferentes.
Los politólogos se centran principalmente en las actitudes en el ámbito
político que denominan "valores políticos fundamentales", como el
igualitarismo, las libertades civiles, el etnocentrismo y el papel del gobierno (por
ejemplo, Converse, 1964; Goren, 2005; Hurwitz y Peffley, 1987). Estos estudios
infieren los valores políticos fundamentales de las personas a partir de preguntas
sobre el grado de acuerdo sobre cómo debería funcionar el gobierno o la
sociedad. La mayoría de los intentos de identificar principios ideológicos
generales que puedan limitar y organizar estos valores políticos se centran en el
liberalismo-conservadurismo. Sin embargo, a partir del estudio seminal de
Converse (1964), hay poco apoyo para esta única fuente de restricción (Hurwitz
& Peffley, 1987; Kinder, 1983). Los investigadores reconocen que los valores
políticos fundamentales son interdependientes (por ejemplo, Gunther y Kuan,
2007; Knutsen, 1995b). Sin embargo, los avances hacia la identificación de un
conjunto coherente de principios que los limiten y estructuren han sido limitados.
Nosotros tratamos de llenar este vacío.
Los psicólogos sociales se centran en los valores personales básicos,
definidos como representaciones cognitivas de objetivos transsituacionales
deseables (Rokeach, 1973; Schwartz, 1992). Los valores personales básicos se
miden en términos de su importancia como principios rectores en la propia vida
de las personas. Los individuos tienen un sistema jerárquico relativamente
estable de prioridades de valores (por ejemplo, seguridad > poder = hedonismo
> conformidad).
Valores personales básicos, valores políticos y voto 423
Los valores personales básicos sirven como normas para juzgar todo tipo de
comportamientos, acontecimientos y personas. Se expresan en todos los ámbitos
de la vida y, por tanto, subyacen a todas las actitudes y opiniones (Rokeach,
1973; Schwartz, 2006). Los valores personales básicos son más abstractos y
fundamentales que los valores políticos básicos. Schwartz (1994) argumentó que
los conjuntos de valores personales básicos subyacen a las ideologías y actitudes
políticas. 1
Nuestra primera hipótesis es que los valores personales básicos organizan y
dan coherencia a los valores políticos fundamentales. La búsqueda de valores
básicos lleva a las personas a favorecer las ideologías o políticas que pueden
promoverlos en un contexto social determinado. Las personas que atribuyen una
gran prioridad a los valores de seguridad y poder, por ejemplo, tienden a
favorecer las políticas nacionalistas porque el nacionalismo promete
aparentemente una mayor seguridad y porque expresa objetivos de poder.
Creemos que los valores personales básicos influyen en la elección política a
través de su influencia en los valores políticos fundamentales. Por lo tanto,
nuestra hipótesis es que los valores políticos fundamentales median en la
relación entre los valores personales básicos y el voto. Estudios anteriores han
examinado modelos jerárquicos en los que las creencias políticas generales
median en las relaciones de los valores políticos básicos con las preferencias
políticas (por ejemplo, Hurwitz y Peffley, 1987). Hasta donde sabemos, éste es el
primer estudio que examina un modelo jerárquico en el que los valores políticos
fundamentales median en las relaciones de los valores personales básicos con el
comportamiento político.
Para verificar nuestras hipótesis, adoptamos la teoría de los valores básicos
de Schwartz (1992, 2006). La teoría identifica 10 valores personales básicos y
especifica una estructura integrada de relaciones motivacionalmente compatibles
y conflictivas entre estos valores. Esta estructura nos permite plantear la
hipótesis de cómo los valores personales básicos organizan y limitan los valores
políticos fundamentales de forma integrada. Antes de explicar las hipótesis,
presentamos brevemente las conceptualizaciones de los valores políticos básicos
y de los valores personales básicos y describimos los resultados pertinentes que
relacionan los valores básicos con el voto.
1
Esto se corresponde con la afirmación de Converse (1964) de que las actitudes y creencias específicas
en el ámbito político se derivan de "valores superiores" más abstractos y fundamentales que las limitan
424 Schwartz et al.
No existe un consenso claro sobre el número y el contenido de los valores
políticos fundamentales en las democracias modernas, ni tampoco una teoría que
ayude a identificar el universo de los valores políticos. Feldman (1988) identificó
tres valores políticos fundamentales: igualdad de oportunidades, individualismo
económico y libre empresa. McCann (1997) especificó dos (igualitarismo y
tradicionalismo moral); Heath, Jowell y Curtice (1985) dos (libertario/autoritario y
socialista/laissez-faire); Goren (2005) cuatro (valores familiares tradicionales,
igualdad de oportunidades, tolerancia moral y papel del gobierno); Jacoby (2006)
cuatro (libertad, igualdad, seguridad económica y orden social); y Ashton et al.
(2005) dos (regulación moral/libertad individual, compasión/competencia). El
patriotismo ciego no se ha etiquetado como valor político fundamental, pero
también se ajusta a la definición de McCann (1997) mencionada anteriormente.
Para probar nuestras hipótesis, seleccionamos ítems para medir los
siguientes seis constructos que engloban los enumerados anteriormente y que
pueden considerarse valores políticos fundamentales.
Libertades civiles: libertad para que cada cual actúe y piense como
considere más oportuno.
Patriotismo ciego: apego incondicional e intolerancia a las críticas
contra el propio país.
Poder: estatus social y prestigio, control o dominio sobre las personas y los
recursos.
Figura 1. El continuo motivacional de 10 valores personales básicos con elementos ejemplares y dos
dimensiones resumidas.
2
Para simplificar, a veces nos referiremos a las dos dimensiones descriptivas en lugar de a valores
personales básicos específicos. Sin embargo, los valores que constituyen los polos de estas dimensiones
no son igualmente relevantes para la política. Además, pares alternativos de dimensiones, derivados de la
rotación de los ejes del círculo, proporcionan descripciones igualmente válidas del continuo motivacional.
Una dimensión que oponga universalismo y autodirección a poder y seguridad, por ejemplo, capta una
oposición motivacional especialmente relevante para la política.
Valores personales básicos, valores políticos y voto 427
Investigación que relaciona los valores personales básicos con la elección política
Los valores políticos básicos influyen en la relación entre los valores personales
básicos y el voto
La investigación actual
Para verificar estas hipótesis, desarrollamos una escala para medir los
valores políticos fundamentales. A los seis definidos anteriormente, añadimos
dos actitudes políticas destacadas en las elecciones italianas de 2006, el contexto
de este estudio: la intervención militar extranjera y la aceptación de inmigrantes.
La primera se entendía en gran medida como referida a la guerra de Irak y la
segunda como referida a los inmigrantes étnicamente diferentes (ITANES, 2006;
Ricolfi, 2002). Añadir estas actitudes al estudio nos permitió examinar si la
estructura de los valores personales básicos también organiza las relaciones de
las actitudes políticas específicas del contexto con los valores políticos básicos.
Para simplificar nuestra narración, nos referimos a ocho valores políticos básicos
aunque los dos que añadimos son actitudes políticas más específicas.
La primera hipótesis se basa en la suposición de que los valores políticos
fundamentales expresan valores básicos en el ámbito político. Por lo tanto, las
asociaciones de los valores políticos fundamentales entre sí y con los valores
básicos deberían reflejar las oposiciones y compatibilidades motivacionales entre
los valores básicos. Así, la estructura motivacional de los valores personales
básicos proporciona una estructura coherente a los valores políticos
fundamentales. Cada valor político debería relacionarse positivamente con un
conjunto de valores básicos en un lado del círculo motivacional de valores básicos
y negativamente con un conjunto de valores básicos en el lado opuesto (véase la
Figura 1).
Para generar hipótesis que especifiquen los valores personales básicos que
subyacen a cada valor político, nos preguntamos si el valor político expresa o
promueve la consecución de los objetivos definitorios de cada valor básico o si
430 Schwartz et al.
entra en conflicto con la expresión y preservación de estos objetivos. Los análisis
conceptuales conducen a las siguientes hipótesis sobre los valores
motivacionalmente opuestos que se relacionan positiva y negativamente con
cada valor político. 3
(1.1) Moral tradicional: positiva -tradición, conformidad y seguridad porque
preservar las normas, creencias y modos de comportamiento tradicionales
proporciona certidumbre y evita el cambio; negativa-hedonismo, estimulación,
autodirección y universalismo porque se opone a la libre elección individual de
cómo pensar y comportarse y es intolerante con lo que es nuevo y diferente.
(1.2) Patriotismo ciego: positivo: seguridad, conformidad, tradición y poder,
porque el apego acrítico y la identificación con el propio país proporcionan una
sensación de certeza y superioridad; negativo: universalismo, autodirección,
estimulación y hedonismo, porque el patriotismo ciego es intolerante con los
grupos externos y entra en conflicto con la libre expresión individual.
(1.3) Ley y orden: positivo-seguridad, conformidad y tradición porque la ley
y el orden protegen contra la perturbación amenazadora y ansiógena del orden
social; negativo-autodirección, universalismo, estimulación y hedonismo porque
hacer hincapié en la ley y el orden restringe la libertad individual y desalienta la
tolerancia de las diferencias.
(1.4) Intervención militar extranjera: positiva-seguridad, conformidad,
tradición y poder porque dicha acción militar protege contra fuentes externas de
peligro y cambio y lo hace a través del poder dominante; negativa-universalismo
y benevolencia porque favorecen encontrar formas no agresivas de manejar los
problemas y se oponen a acciones que puedan dañar a otros.
(1.5) Libre empresa: positivo-logros y poder porque el individualismo
económico permite la búsqueda sin trabas del propio éxito y riqueza; negativo-
universalismo y benevolencia porque permite la explotación de los demás y
elimina la regulación gubernamental que puede proteger a los débiles.
(1.6) Igualdad: positivo-universalismo y benevolencia porque la igualdad
expresa la preocupación por el bienestar de los demás; negativo-poder y logros
porque la igualdad entra en conflicto con permitir a los individuos perseguir sus
propios intereses incluso a expensas de los demás.
(1.7) Libertades civiles: positivo-universalismo y autodirección porque
favorecer la libertad de pensamiento y acción de los individuos requiere alta
tolerancia y baja ansiedad respecto a todas las ideas; negativo-poder, seguridad y
tradición porque la libertad busca que cada uno actúe y piense como considere
oportuno, arriesga ideas y comportamientos amenazadores inesperados que
violan las tradiciones.
(1.8) Aceptar inmigrantes: positivo-universalismo, benevolencia,
autodirección y estimulación porque aceptar inmigrantes expresa preocupación
por su bienestar y puede exponer a la gente a ideas y comportamientos nuevos y
excitantes; negativo-seguridad, tradición y conformidad porque esto puede
aumentar la inseguridad física y desafiar las ideas, normas y prácticas
3
Para complementar los breves razonamientos que ofrecemos para cada hipótesis, consideremos la
congruencia de los valores políticos fundamentales con las definiciones de los valores personales
básicos y con sus fundamentos dinámicos descritos anteriormente.
Valores personales básicos, valores políticos y voto 431
tradicionales.
Todas las correlaciones hipotetizadas entre los valores personales básicos y
los valores políticos fundamentales se ajustan a la estructura motivacional de los
valores básicos. Confirmarlas respaldaría la afirmación de que la estructura de
motivación coherente que organiza los valores básicos también organiza las
relaciones entre los valores políticos fundamentales. Las hipótesis implican
relaciones positivas sustanciales entre la ley y el orden, el patriotismo ciego y la
moral tradicional: La base común en los tres valores de conservación frente al
universalismo y los tres valores de apertura al cambio deberían vincularlos entre
sí. Las hipótesis también implican relaciones negativas sustanciales de estos
valores políticos con la aceptación de inmigrantes porque los mismos valores
básicos subyacen a esta última en sentido contrario.
Las hipótesis sugieren que la oposición entre universalismo y valores de
poder, en particular, subyace y une los valores políticos fundamentales de
igualdad y libertades civiles y los relaciona negativamente con la libre empresa.
Esto implica que el principal conflicto motivacional que guía estos valores
políticos es el interés propio frente a la preocupación por los intereses de los
demás. La intervención militar se relaciona positivamente con la ley y el orden,
el patriotismo ciego y la moral tradicional y negativamente con la aceptación de
inmigrantes porque, como ellos, se basa en los tres valores de conservación. Su
fundamentación en los valores de poder frente al universalismo y la benevolencia
la vincula a la libre empresa.
Este conjunto de hipótesis sugiere que no hay una única dimensión
ideológica global, como izquierda-derecha, que organice este variado conjunto
de valores políticos básicos (Fuchs y Klingemann, 1990). Más bien, la estructura
circular de los 10 valores básicos estructura las actitudes políticas fundamentales.
Por tanto, esperamos que los valores personales básicos expliquen más
variaciones en cada uno de los valores políticos fundamentales que la ubicación
en el eje izquierda-derecha.
Verificamos las hipótesis jerárquicas y mediadoras de "valores personales
básicos-valores políticos fundamentales-voto" en el contexto de las elecciones
nacionales italianas de abril de 2006. En esas elecciones, la coalición de centro-
derecha, encabezada por Silvio Berlusconi, hizo hincapié en la libertad
individual, la economía de mercado y el espíritu empresarial como formas de
generar riqueza y proporcionar a las personas los recursos necesarios para
proteger su seguridad (por ejemplo, Caciagli y Corbetta, 2002). También hacía
hincapié en la seguridad nacional, el gobierno limitado y los valores familiares
tradicionales. Por el contrario, la coalición de centro-izquierda, encabezada por
Romano Prodi, hacía hincapié en la justicia social, la igualdad y la tolerancia de
la diversidad y abogaba por un Estado del bienestar. Teniendo en cuenta estas
políticas de las coaliciones italianas, formulamos una hipótesis sobre los valores:
(2a) Atribuir importancia a los valores de seguridad, tradición,
conformidad, poder y logro lleva a votar por el centro-derecha. Es probable que
las políticas que prometen un gobierno nacional fuerte y comprometido con la
seguridad, los valores familiares tradicionales y una economía de mercado
competitiva promuevan los objetivos de estos valores básicos, especialmente los
de seguridad, tradición y poder.
432 Schwartz et al.
(2b) Atribuir importancia a los valores de universalismo, benevolencia y
autodirección lleva a votar por el centro-izquierda. Es probable que las políticas
que hacen hincapié en la justicia, la igualdad, la tolerancia y la preocupación por
el bienestar de los demás promuevan los objetivos de estos valores básicos,
especialmente del universalismo.
Investigaciones anteriores sobre la intención de voto futura y pasada de los
italianos en otras elecciones respaldaron hipótesis similares (Caprara et al., 2006;
2008).
En cuanto a los valores políticos fundamentales, planteamos la siguiente
hipótesis:
(2c) Valorar la libre empresa, la ley y el orden, la moral tradicional, el
patriotismo ciego y la intervención militar llevan a votar al centro-derecha. Esto
se deriva de las políticas de centro-derecha que fomentan una economía de libre
mercado con una intervención mínima del gobierno, favoreciendo la ley y el
orden por encima de la libre expresión y la diversidad, haciendo hincapié en los
valores familiares tradicionales, basándose en el nacionalismo italiano y
favoreciendo la demostración de poderío militar (Caciagli & Corbetta, 2002).
(2d) Valorar la igualdad, las libertades civiles y aceptar a los inmigrantes
lleva a votar por el centro-izquierda. El énfasis político del centro-izquierda en
la tolerancia de la diversidad, la igualdad y la justicia promueve estos valores
fundamentales. Además, el centro-izquierda propuso revocar una ley aprobada
por el gobierno de derechas que había dificultado la inmigración.
La tercera hipótesis, según la cual los valores políticos fundamentales
influyen en los efectos de los valores básicos sobre el voto, se basa en la idea de
que el discurso político suele girar en torno a cuestiones relacionadas con los
valores políticos fundamentales. A partir de las posturas de los partidos sobre
estas cuestiones, los votantes pueden deducir el posible impacto de la elección de
un partido concreto sobre sus valores políticos básicos. Suponiendo que los
valores políticos fundamentales sean expresiones de valores personales básicos,
los valores políticos sirven de vínculo entre los valores básicos y el voto. Los
votantes que reconocen conscientemente las implicaciones de las posiciones de
los partidos para sus valores políticos fundamentales también pueden percibir
implícitamente (normalmente no conscientemente) las implicaciones de la
elección de partido para alcanzar o proteger los valores básicos que subyacen a
estos valores políticos.
Investigaciones anteriores han demostrado que los valores personales
básicos median en gran medida los efectos de las variables demográficas sobre el
voto (por ejemplo, Caprara et al., 2006, 2008). Si los valores políticos
fundamentales median en los efectos de los valores básicos, ambos deberían
mediar plenamente en los efectos de las variables demográficas. En la presente
investigación ponemos a prueba esta expectativa.
Valores personales básicos, valores políticos y voto 433
Método
Encuestados y procedimientos
Medidas
4
Evaluamos los efectos de la agrupación de los encuestados dentro de los entrevistadores calculando
los efectos de diseño para cada uno de los ítems. Para 78 de los 80 ítems de valores básicos y
políticos, los efectos de diseño fueron pequeños (<2), lo que sugiere que no es necesario tener en
cuenta la agrupación en los datos durante la estimación (Muthén & Sartorra, 1995). Como
comprobación adicional, repetimos los análisis de las relaciones entre los valores básicos y los
valores políticos utilizando la matriz de covarianza interna agrupada que no se ve afectada por la
agrupación de los datos. Los resultados fueron prácticamente los mismos que los que se presentan a
continuación.
434 Schwartz et al.
a mí-6" a "nada parecido a mí-1". Los valores de los encuestados se deducen de
los valores implícitos de las personas que describen como similares a ellos.
Los análisis multimétodo-multirrasgo de los 10 valores medidos con el PVQ
y con la Encuesta de Valores de Schwartz (Schwartz, 1992) confirman la validez
convergente y discriminante de los índices del PVQ (Schwartz, 2006). Las
fiabilidades internas de los valores personales básicos son necesariamente bajas
porque los pocos ítems que miden cada uno pretenden cubrir la amplitud
conceptual del valor más que una idea central (por ejemplo, el universalismo
incluye la tolerancia y la preocupación por la naturaleza y por los débiles, la
tradición incluye tanto la autorrestricción como la fe). Los coeficientes de
fiabilidad alfa en T1 en el estudio actual oscilaron entre 0,58 (tradición) y 0,83
(logro). A pesar de algunas fiabilidades bajas, hay pruebas sustanciales de que
los índices PVQ son válidos. 55 Las correlaciones oscilaron entre 0,65
(benevolencia) y 0,75 (logro y hedonismo).
Valores políticos fundamentales. Nos basamos en los ítems propuestos por
Feldman (1988), McCann (1997), Jacoby (2006), Gunther y Kuan (2007), y
Schatz, Staub, y Lavine (1999) para medir los valores políticos fundamentales de
igualdad, libre empresa, moral tradicional, ley y orden, patriotismo ciego y
libertades civiles. Escribimos nuevos ítems para la aceptación de inmigrantes y la
intervención militar, utilizando un lenguaje que reflejaba los términos del debate
en el discurso político italiano. En la Tabla 1 se enumeran los 34 ítems
seleccionados para este estudio. Las respuestas fueron completamente en
desacuerdo-1, un poco de acuerdo-2, algo de acuerdo-3, muy de acuerdo-4, y
completamente de acuerdo-5.
Para evaluar si los 40 ítems de la escala inicial daban lugar a factores
distintos para cada uno de los ocho valores políticos, dividimos la muestra T1
aleatoriamente en dos submuestras (N = 849 y 850). Primero realizamos análisis
factoriales exploratorios en ambas submuestras, empleando la factorización del
eje principal como método de extracción. Utilizamos la rotación Promax oblicua
porque asumimos que los valores políticos fundamentales están correlacionados.
Para determinar cuántos factores retener, consideramos la replicabilidad y la
interpretabilidad de la estructura factorial. Siguiendo a Everett (1983), utilizamos
las correlaciones entre las puntuaciones factoriales calculadas a partir de los
coeficientes de puntuación factorial en cada submuestra aleatoria para que
sirvieran como coeficientes de comparabilidad factorial. Los coeficientes de
comparabilidad factorial superaron el criterio de replicabilidad de 0,90 (Everett,
1983) para los ocho primeros factores (todos >,97). La extracción de nueve
factores produjo factores no replicables. La interpretabilidad de la solución de
ocho factores (véase más adelante) también apoyó la retención de ocho factores.
5
Por ejemplo, en estudios realizados en diferentes países, los valores básicos, medidos con el PVQ,
se relacionaron según la hipótesis con el comportamiento hacia los derechos humanos, la violencia
interpersonal, las actitudes hacia la guerra, las cinco grandes variables de personalidad, la
orientación de dominación social, el autoritarismo de derechas, la edad, el género y la educación
(Burr, 2006; Cohrs, Moschner, Maes y Kielmann, 2005; Cohrs, Maes, Moschner y Kielmann, 2007;
Knafo, Daniel y Khoury-Kassabri, 2008; Schwartz y Rubel, 2005; Wach y Hammer, 2003). Incluso
la tradición, el valor con menor fiabilidad, correlacionaba con varias de estas variables, tal y como
se había hipotetizado.
Valores personales básicos, valores políticos y voto 435
Para validar los resultados, se estimó un modelo exploratorio en la primera
submuestra y un modelo factorial confirmatorio en la segunda submuestra. El
análisis exploratorio sugirió eliminar seis ítems. 6 La solución de ocho factores
explicaba el 50,4% de la varianza total de los 34 ítems restantes. La Tabla 1
presenta los valores propios de los factores extraídos y las cargas de los ítems
tras la rotación. Las cargas sugieren que el Factor I mide la ley y el orden (9,8%
de la varianza total), el Factor II la moralidad tradicional (7,5%), el Factor III la
igualdad (5,8%), el Factor IV la intervención militar (6,8%), el Factor V la libre
empresa (5,2%), el Factor VI las libertades civiles (5,2%), el Factor VII el
patriotismo ciego (5,7%) y el Factor VIII la aceptación de inmigrantes (4,5%).
A continuación, realizamos un análisis factorial confirmatorio en la segunda
submuestra (n = 850), utilizando la estimación de máxima verosimilitud en el
programa MPLUS (Muthén y Muthén, 1998). El modelo de medida asignó los 34
ítems a los ocho factores latentes identificados en el análisis factorial
exploratorio. Este modelo produjo un buen ajuste: c2 (499) = 1714,83, p < .001;
RMSEA = .054 (.051, .056); SRMR = .059.
El chi-cuadrado significativo reflejaba el gran número de encuestados. Todos los
ítems cargaron significativa y sustancialmente (>,40) en su factor latente
previsto, lo que respalda la validez convergente de las escalas. El mismo modelo
también se ajustó a los datos de la muestra T2, c2 (499) = 2100,78, p < 001;
RMSEA = .056 (.053, .058);
SRMR = .058. La Tabla 2 presenta las intercorrelaciones, los coeficientes de
fiabilidad alfa y la fiabilidad test-retest de las ocho escalas.
6
Para más información, póngase en contacto con los autores.
436 Schwartz et al.
Tabla 1. Análisis factorial exploratorio de los valores políticos fundamentales
Factores
Tabla 1. (cont.)
Factores
TM BP LO MI FE EQ CL AI Test-Retest
Coeficiente
s
Moral tradicional 1.00 .65 .66 .43 .34 -.05 -.14 -.48 .81
Patriotismo ciego .76 1.00 .70 .66 .46 -.10 -.07 -.47 .78
Orden público .63 .65 1.00 .69 .43 -.14 -.24 -.49 .72
Intervención militar .55 .55 .77 1.00 .63 -.38 -.29 -.48 .76
Libre empresa .29 .36 .55 .49 1.00 -.38 -.26 -.25 .68
Igualdad -.02 -.05 -.18 -.34 -.43 1.00 .58 .35 .63
Libertades civiles -.13 .05 -.25 -.22 -.28 .61 1.00 .33 .59
Aceptar inmigrantes -.54 -.30 -.45 -.43 -.24 .39 .34 1.00 .74
Alfas de Cronbach .80 .80 .85 .78 .74 .77 .78 .68
Nota. Los coeficientes situados por debajo de la diagonal proceden del modelo exploratorio (n =
849), los situados por encima de la diagonal proceden del modelo confirmatorio (n = 850). Los
coeficientes de fiabilidad alfa de Cronbach se basan en la muestra T1 (n = 1699), las fiabilidades
test-retest en la muestra T1-T2 (n = 1030).
Resultados
438
Tabla 3. Valores políticos básicos: Correlaciones con los valores personales básicos y varianza explicada por varios
predictores
Valores básicosValores políticos básicos
Moral Patriotismo Ley y Intervención Libre Igualdad Libertades Aceptar a
tradicional ciego Orden militar empresa civiles los
inmigrantes
Seguridad .48** .43** .39** .30** .15** -.02 -.08* -.37**
Conformidad .45** .35** .30** .21** .12** -.03 -.08* -.27**
Tradición .53** .37** .32** .20** .14** -.05 -.21** -.26**
Benevolencia -.04 -.12** -.20** -.24** -.20** .23** .18** .20**
Universalismo -.19** -.27** -.33** -.40** -.39** .43** .32** .36**
Autodirección -.38** -.34** -.30** -.21** -.17** .06 .19** .25**
Estimulación -.40** -.28** -.23** -.14** -.03 -.07* .03 .23**
Hedonismo -.36** -.25** -.21** -.11** -.06 -.08* .03 .09**
Logros -.15** -.04 .02 .11** .14** -.19** -.11** -.06
Poder -.07* .04 .12** .23** .27** -.33** -.26** -.08*
Varianza explicada por: 53% 42% 36% 30% 22% 30% 27% 30%
Valores básicos
Edad/Género/Educación/ 15% 14% 13% 8% 4% 1% 1% 6%
Ingresos (sin mediación de (1%) (2%) (2%) (1%) (1%) (1%) (0%) (0%)
valores básicos)
Ideología izquierda-derecha 9% 8% 12% 14% 13% 9% 5% 16%
Schwartz et al.
Nota. N por pares = 1668-72 debido a casos perdidos. *p < .01; **p < .001.
440 Schwartz et al.
7
En comparación con la orientación del círculo motivacional de la Figura 1, su orientación en la
Figura 2 está invertida hacia la izquierda y girada 90 grados en el sentido de las agujas del reloj. El
orden de las relaciones entre los valores personales básicos es el mismo.
Valores personales básicos, valores políticos y voto 441
1.0
Autotrascendencia
Benev
Univer
Igualdad
Conservadurism
0.5
Tradit
Conforme CivlLibr
Secur
AccpImg
TrdnMor
Apertura al cambio
0.0
BlndPatr
SelfDir
LawOrd
MilInt
FreeEnt
Estimulante
-0.5
Hedon
Poder Logro
Mejora personal
-1.0
-0.6 -0.3 0.0 0.3 0.6
8
Nagelkerke R2 se escala de la misma manera que R2 de la regresión OLS, pero no es, estrictamente
hablando, una medida de la varianza explicada (Cohen, Cohen, West, & Aiken, 2003; Hosmer &
Lemeshow, 2000).
444 Schwartz et al.
predijeron con mucha más fuerza que los valores personales básicos.
9
Preferimos el SEM al enfoque de regresión para detectar la mediación porque la regresión
requeriría especificar una serie de pasos separados para cada valor político central, mientras que el
SEM permite una prueba simultánea de los caminos hipotetizados y proporciona tanto pruebas
formales de significación de los efectos indirectos (mediados) como estimaciones directas de su
tamaño.
Valores personales básicos, valores políticos y voto 445
Debate
10
También realizamos un modelo SEM excluyendo las dos actitudes políticas específicas del
contexto político italiano (intervención militar y aceptación de inmigrantes). El ajuste del modelo
fue: Chi cuadrado (8) = 3,85, p = .87, CFI = 1,00, RMSEA = .00, WRMR = .17. Los seis valores
políticos básicos explicaron el 57% de la varianza en el voto y mediaron completamente los
efectos de los valores básicos.
446 Schwartz et al.
La medida en que los valores políticos median en los efectos de los valores
básicos sobre el voto puede depender del tiempo transcurrido antes de la
votación. En este caso, el intervalo fue de sólo un mes aproximadamente. En
intervalos más largos, y especialmente si las circunstancias cambian, los valores
políticos pueden ser mediadores menos adecuados de los efectos de los valores
personales básicos. Los valores básicos son menos vulnerables a las variaciones
situacionales que los valores políticos. Por lo tanto, a medida que aumenta el
intervalo o cambian las circunstancias, es más probable que los valores políticos
que influyen en el voto hayan cambiado en el momento de la votación. De ser
así, los valores políticos podrían mediar en los efectos de los valores personales
básicos sobre el voto en menor medida de lo que lo hicieron aquí. De hecho, en
intervalos más largos, los valores personales básicos podrían incluso predecir el
voto con mayor eficacia que los valores políticos. La investigación para evaluar
estas posibilidades tiene una importancia práctica para predecir el
comportamiento electoral a lo largo de periodos de tiempo prolongados.
Valores personales básicos, valores políticos y voto 449
Conclusión
AGRADECIMIENTOS
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Valores personales básicos, valores políticos y voto 453
Estimaciones de los parámetros del análisis SEM de las relaciones entre los valores políticos
fundamentales, los valores personales básicos y el voto
Valores políticos fundamentales
Valores Moral Patriotismo Ley y Intervención Libre Igualdad Libert Aceptar a
personales tradiciona ciego Orden militar empresa ades los
básicos l civiles inmigrantes
Seguridad .26** .34** .34** .23** .08 .01 .01 -.28**
Conformidad .06 .10* .05 .02 .09 -.05 .06 -.09
Tradición .49** .32** .31** .13* .21** .04 -.16** -.09
Benevolencia .04 .00 -.09 -.06 .02 .05 -.09 .07
Universalismo -.22** -.17** -.25** -.27** -.26** .49** .36** .37**
Autodirección .01 -.03 .00 .01 .02 -.02 .12* .01
Estimulación .02 .11* .07 .01 .14* .01 -.04 .09
Hedonismo -.14** -.11* -.10* -.07 -.12* .03 .04 -.04
Logros .04 -.06 .03 .02 .01 .03 .06 -.10
Potencia -.03 .05 .03 .15** .17** -.13** -.07 .09
Varianza explicada por 52% 41% 35% 20% 18% 31% 24% 27%
Valores personales básicos
Camino al voto -.28** .06 -.07 -.20** -.25** .33** -.14* .20**
Nota. N = 877 debido a la falta de datos. Todos los parámetros proceden de la solución estandarizada. *p < .01; **p < .001.
Schwartz et al.
196 COMPORTAMIENTO POLíTICO Y ELECTORAL
POSICIÓN
SOCIAL
VALORES POLÍTICOS
1--~> VOTO
nen sobre todo de la socialización primaria, pero sobre ellos también ac-
túan el resto de los procesos de socialización, los cambios en su posición
social y sus valores prepolíticos.
Teniendo ya identificados los antecedentes de los valores políticos,
en los siguientes apartados nos dedicaremos a estudiar el efecto que ejer-
cen sobre el voto cada uno de los valores políticos más relevantes: prime-
ro la identificación con un partido, después la ideología izquierda-dere-
cha y finalmente el nacionalismo.
Michele Vecchione
Universidad Sapienza de Roma
La izquierda y la derecha se consideran construcciones sociales que sirven para orientar y vincular a las
personas con las opciones políticas durante los dos últimos siglos, principalmente dentro de las democracias
liberales occidentales establecidas. Sus contenidos y funciones, sin embargo, no han sido invariables en todos
los sistemas políticos, sino que se han conformado en gran medida de acuerdo con las características
distintivas de las sociedades y de los sistemas políticos en los que operaban. Así pues, no se puede evitar
abordar la izquierda y la derecha bajo una perspectiva histórica para dar sentido a sus diferentes expresiones
y apreciar mejor sus funciones. Hallazgos recientes han demostrado que las diferencias individuales en
rasgos de personalidad, valores básicos y valores políticos fundamentales explican una parte significativa de
la preferencia por la izquierda y la derecha en diversos sistemas políticos. Se ha argumentado que la relación
entre las diferencias individuales de personalidad y las preferencias políticas se han ido desarrollado en
escenarios de elección a lo largo del tiempo en las que las disposiciones y prioridades de valores de las
personas podían responder a ofertas políticas contingentes. El tiempo y las oportunidades del acceso al voto
hicieron posible el establecimiento de identidades ideológicas distintivas que, en última instancia, encuentran
sus raíces en la personalidad de las personas. Los nuevos hallazgos documentan la función que la izquierda y
la derecha pueden seguir desempeñando en la predicción de las preferencias políticas y en la síntesis de las
actitudes políticas como posturas sociales estables que dan cuenta del encuentro entre personalidad y
política.
PALABRAS CLAVE: personalidad, ideología izquierda-derecha, democracia, relato histórico
49
0162-895X VC 2018 Sociedad Internacional de Psicología Política
Publicado por Wiley Periodicals, Inc., 350 Main Street, Malden, MA 02148, EE.UU., 9600 Garsington Road, Oxford, OX4 2DQ,
y PO Box 378 Carlton South, 3053 Victoria, Australia
50 Caprara y Vecchione
Sin embargo, la preocupación por los derechos de los individuos y la plena expresión de su
personalidad parece ser una característica única de la oferta política que atrae las preferencias de
los ciudadanos, tanto más cuanto más libertad alcanzan para expresar sus necesidades y
aspiraciones (Inglehart & Welzel, 2005).
Las brújulas tradicionales de la navegación política, como las identificaciones partidistas y las
ideologías políticas, parecen menos restrictivas que en el pasado, sobre todo en las democracias
multipartidistas, donde los partidos políticos cambian de nombre y de circunscripción, forman
coaliciones y respaldan programas políticos que apenas se distinguen, mientras que las divisiones
ideológicas parecen mucho menos claras que antes (Noel y Therien, 2008; Torcal y Montero,
2006). Al mismo tiempo, los medios de comunicación han ejercido una influencia decisiva en el
sostenimiento de la acción de las élites políticas al moldear las preferencias de los ciudadanos y
situar la personalidad de los líderes en el centro de las estrategias dirigidas a generar y mantener su
consenso.
Así, el término "personalización" se ha aplicado ampliamente para referirse al importante
papel que la personalidad de los líderes y las imágenes que transmiten al electorado pueden
desempeñar a la hora de atraer las preferencias de los ciudadanos, más allá de los partidos y las
ideologías tradicionales (McAllister, 2007).
En realidad, la investigación de las últimas décadas ha demostrado que las características de
personalidad de los ciudadanos no son menos importantes que las personalidades de los líderes a la
hora de explicar sus elecciones y su comportamiento en el ámbito de la política. Mientras que los
medios de comunicación ayudan a los políticos a ampliar su atractivo y a elaborar sus imágenes de
formas más deseables para los votantes, la educación superior y el ejercicio de los derechos
democráticos han elevado el nivel de las aspiraciones de los ciudadanos sobre el funcionamiento de
la democracia y han hecho que los ciudadanos sean más exigentes y críticos a la hora de expresar
sus visiones del mundo y sus prioridades (Dalton, 2014). Es probable que cuanto más lleven los
ciudadanos sus necesidades, disposiciones, creencias y valores a la arena política, más influyan sus
personalidades en la agenda política.
Hallazgos anteriores demuestran la contribución de los rasgos básicos de la personalidad a las
preferencias políticas (por ejemplo, Caprara, Barbaranelli, & Zimbardo, 1999; Gerber, Huber,
Doherty, & Dowling, 2011; Jost, 2012; Mondak, 2010) y señalan el papel de los valores básicos a
la hora de forjar y organizar una variedad de valores y principios específicos en el ámbito político
(Feldman, 1988; Goren, 2013), como la igualdad, las libertades civiles y el papel del gobierno
(Schwartz, Caprara & Vecchione, 2010; Schwartz et al., 2014; Vecchione, Caprara, Schoen,
González Castro y Schwartz, 2012).
Sin embargo, la descripción anterior se basa principalmente en los resultados obtenidos en
democracias occidentales consolidadas como Alemania, Italia, el Reino Unido y Estados Unidos.
Por lo tanto, cabe preguntarse hasta qué punto se producen los mismos fenómenos en todo el mundo
en concomitancia con la difusión de la democracia.
De hecho, cuanto más se tiene en cuenta la diversidad de las condiciones de vida, las
tradiciones, las formas de pensar y los estilos de relacionarse de las personas en todo el mundo,
más nos vemos obligados a revisar la concepción occidental tradicional de lo que realmente
importa en las opciones políticas y de lo que realmente puede ayudar a hacer realidad la
democracia.
El estatus de las ideologías políticas amplias ha sido objeto de controversia durante mucho
tiempo (Bell, 1960). Asimismo, el papel de las ideologías de izquierda-derecha como herramientas
útiles para que las personas se orienten en política ha sido objeto de crecientes críticas,
especialmente en Europa, entre influyentes científicos sociales (Giddens, 1994) y columnistas que
afirman que pertenece al pasado, así como de escepticismo entre los políticos cuyas plataformas
reflejan más conveniencias y coaliciones pragmáticas que divisiones ideológicas tajantes.
Entre los estudiosos que adoptan posiciones más sólidas sobre la base de resultados empíricos,
algunos creen que las divisiones ideológicas tradicionales como izquierda/derecha y
liberal/conservador deberían complementarse con otros constructos, como valores básicos y
principios políticos fundamentales (Goren, 2013), o que dos dimensiones, económica y cultural,
La división ideológica entre izquierda y 51
servirían mejor para estructurar las opiniones políticas de los ciudadanos que una única dimensión
ideológica (Feldman & Johnston, 2014; Kriesi, Grande, Lanchat, Dole, Bornschier, & Frey, 2006;
Malka, Soto, Inzlicht, & Lelkes, 2014). Otros, por el contrario, creen que las divisiones izquierda-
derecha y liberal-conservador siguen siendo cruciales para permitir a los ciudadanos navegar por el
mundo político (Gries, 2014, 2016; Jost, 2012; Jost, Federico, & Napier, 2009).
Ciertamente, cabe preguntarse hasta qué punto las divisiones ideológicas que hunden sus raíces
en un pasado lejano pueden seguir explicando las nuevas características de la política actual y operar
invariablemente en países cuyas trayectorias hacia la democracia han sido muy diferentes. De hecho,
el contexto político ha cambiado enormemente, y la política se ha hecho no menos global que la
economía, reflejando el funcionamiento de las políticas la interdependencia de sus economías y
culturas. Asimismo, cabe preguntarse por las razones del gran número de ciudadanos que se
abstienen de expresar sus opciones políticas, así como por las causas de la aparición de nuevos
partidos que rechazan cualquier asociación con los partidos y las ideologías tradicionales. No obstante,
seguimos considerando las divisiones tradicionales como la izquierda y la derecha como
construcciones sociales que pueden servir a la democracia en la medida en que permiten a las
personas expresar sus aspiraciones y manifestar sus individualidades.
Resultados anteriores han demostrado que las ideologías políticas de izquierdas y derechas
pueden servir como recipientes a través de los cuales se organizan las inclinaciones, valores y
preferencias de los individuos y encuentran expresión en la acción política de los mismos. En
concreto, hemos demostrado que los rasgos básicos de personalidad pueden explicar la orientación
política más que los factores sociales tradicionales (por ejemplo, Caprara, Schwartz, Capanna,
Vecchione y Barbaranelli, 2006; Caprara, Schwartz, Vecchione y Barbaranelli, 2008). Del mismo
modo, hemos demostrado que los valores básicos median plenamente la contribución de los rasgos
a los valores políticos fundamentales, que en última instancia se convierten en preferencias de voto
en gran medida a través de la mediación de la ideología política de izquierda/derecha (por ejemplo,
Caprara & Vecchione, 2013; Caprara, Vecchione, & Schwartz, 2009; Schwartz et al, 2010, 2014;
Vecchione, Caprara, Dentale, & Schwartz, 2013).
Sin embargo, la izquierda y la derecha no operan de forma invariable en todos los contextos
políticos, ni sus contenidos son invariables a lo largo del tiempo. En este sentido, la suposición de la
invariabilidad de la izquierda y la derecha en las distintas políticas puede considerarse una
limitación importante de los debates anteriores y actuales sobre su utilidad (Caprara y Vecchione,
2013, 2017).
El propósito de la presente contribución es profundizar en las funciones de las ideologías
políticas de izquierda y derecha y en sus fundamentos psicológicos bajo la premisa de que no deben
pasarse por alto las importantes diferencias históricas y contextuales.
Para ello, en primer lugar abordaremos los principales contenidos y trayectorias de la división
izquierda/derecha a lo largo de la historia de las principales democracias occidentales. Los relatos
históricos, aunque breves, y la especial atención prestada a las democracias occidentales son
fundamentales para comprender la relevancia real de las divisiones de izquierda y derecha, apreciar su
función y dar sentido a sus diferentes expresiones. De hecho, se han producido cambios
significativos a lo largo del tiempo en las características de la izquierda y la derecha, y las distintas
trayectorias explican sus diferentes expresiones entre los distintos sistemas políticos. A continuación
nos centraremos en los fundamentos psicológicos de la división ideológica de la izquierda y la
derecha. Por último, presentaremos nuevos hallazgos que corroboran aún más las funciones actuales
de las ideologías de izquierda y derecha y que ponen de relieve la importancia de sus fundamentos
psicológicos. En concreto, vamos a abordar cuatro grandes cuestiones que siguen siendo objeto de
debate sobre hasta qué punto los clivajes ideológicos tradicionales, como la división
izquierda/derecha, siguen siendo útiles para navegar por la complejidad de la política:
52 Caprara y Vecchione
Para abordar estas cuestiones, aprovecharemos los datos empíricos disponibles de un reciente
estudio transnacional cuyo objetivo era investigar el papel de los valores en la conformación de las
preferencias políticas y la participación (Caprara et al., 2017; Caprara y Vecchione, 2015; Schwartz
et al., 2014; Vecchione et al., 2015).
Las ideologías se refieren a sistemas de ideas que pueden incluir suposiciones, creencias y
valores sobre la naturaleza humana y la sociedad. Difieren entre sí debido a puntos de vista
opuestos sobre cómo debe vivirse la vida y cómo debe ordenarse la sociedad.
Cuando son compartidas por grupos de individuos, las ideologías pueden proporcionar tanto
una interpretación del entorno como una prescripción para la acción colectiva respecto a cómo
debería estructurarse el entorno social. Las diferencias individuales en las ideologías reflejan el
grado en que afectan al razonamiento y la acción de las personas al ofrecer una sensación de
certidumbre, previsibilidad y control y al contribuir a sus identidades personales y sociales (Jost,
2017).
En la ciencia política, las ideologías se han considerado configuraciones de creencias y valores
sobre el gobierno de las sociedades que están relacionadas entre sí y unidas por algunas formas de
restricción, coherencia e interdependencia funcional (Converse, 1964; Gerring, 1997; Heywood,
2012). Conocer la posición que adoptan las personas sobre una cuestión permite predecir la
posición que adoptarán sobre otras cuestiones en función de su covariación. Así, pueden servir como
herramientas organizativas para estructurar el conocimiento y el comportamiento político de las
personas y como posturas amplias que explican y justifican de forma más o menos consciente
diferentes estados de los asuntos sociales y políticos (Jost, Federico y Napier, 2009).
Sin embargo, las ideologías políticas no son sistemas de conocimiento estáticos. De hecho,
distintas ideologías pueden dar significados diferentes a los mismos términos y acontecimientos y
movilizar acciones diferentes bajo los mismos principios en distintas épocas y contextos (Freeden,
2003).
El liberalismo, el socialismo y el fascismo han sido las principales ideologías que han
organizado e inspirado el conocimiento y la acción política en los siglos XIX y XX. Sin embargo, sus
expresiones, trayectorias y legados han sido muy diferentes en los distintos países, ya que la
instauración de la democracia condujo a la formación de coaliciones, que inevitablemente
conllevaron compromisos entre programas ideológicos opuestos.
En los sistemas democráticos en los que los ciudadanos eligen periódicamente entre
plataformas políticas competidoras que, en última instancia, acaban en el gobierno o en la
oposición, las ofertas políticas se han distinguido a menudo utilizando como criterio su posición con
respecto a un hipotético continuo ideológico derecha-izquierda en correspondencia con los escaños
que ocupan los partidos políticos y sus representantes en las asambleas parlamentarias. En un
principio, derecha e izquierda han reflejado las posiciones mantenidas por quienes defendían la
estabilidad frente a quienes perseguían el cambio, es decir, el interés de quienes se beneficiaban de
su riqueza y estatus frente a los intereses de la gente común que, en cambio, deseaba afirmar sus
derechos frente a los inmerecidos privilegios de los primeros y liberarse de la necesidad y la
La división ideológica entre izquierda y 53
servidumbre. Sin embargo, esto ocurrió sobre todo en los países europeos, donde los atributos que
solían referirse a ubicaciones en las Asambleas Parlamentarias se convirtieron en constructos
utilizados para referirse a conjuntos de ideas y plataformas relativas al gobierno y la ciudadanía.
Con el tiempo, las distinciones entre derecha e izquierda han cambiado y han pasado a reflejar
una variedad de combinaciones de ideales, que pertenecen tanto a la esfera privada, como a la
esfera pública de la política y a las esferas social y económica de la vida.
En el pasado, la derecha se ha asociado a menudo con visiones del mundo que respaldan
valores comunitarios jerárquicos tradicionales, mientras que la izquierda se ha asociado a menudo
con visiones del mundo que respaldan ideales igualitarios y progresistas (Bobbio, 1996).
Recientemente, la izquierda se ha identificado a menudo con programas políticos que pueden limitar
la libertad económica de los individuos pero que abogan por la máxima libertad en el ámbito de los
derechos individuales y civiles, mientras que la derecha se ha identificado a menudo con programas
políticos que pueden restringir las libertades de los ciudadanos en el ámbito de las costumbres y
hábitos para proteger los valores tradicionales pero que abogan por la máxima libertad en el ámbito
de los negocios y la economía.
Si se mira más de cerca, uno se da cuenta de que las diferentes concepciones de izquierda y
derecha operan en diferentes sistemas políticos como resultado de las diversas trayectorias
históricas a través de las cuales se produjo la consolidación de nuevas naciones y estados, mientras
que la difusión de la Revolución Industrial y el progreso de las ciencias allanaron el camino para la
modernidad y para la difusión de la democracia liberal. Como afirma Gerring (1998) "las ideologías
se construyen necesariamente sobre la historia de un país y sobre una comprensión ampliamente
compartida de esa historia" (p. 41). Así pues, las ideologías de izquierda y derecha deben
considerarse fenómenos dinámicos que permiten a los individuos anclar, simplificar y orientar su
juicio político de acuerdo con las divisiones comunes del mundo político en términos de gobierno y
oposición, partidarios y oponentes, nosotros y ellos. Como tales, contribuyen a otorgar estabilidad
y coherencia a las opciones e identidades políticas de los individuos a pesar de los continuos
cambios que se producen en su entorno político.
Es probable que lo que, en última instancia, define a las ideologías de izquierdas y de derechas,
explica la relevancia de sus distinciones y da sentido a sus diferentes expresiones en los distintos
sistemas políticos y épocas, son las funciones que pueden desempeñar para reunir a las personas y
orientar sus acciones de modo que estén al servicio del orden y el progreso social.
Es común rastrear los orígenes de la distinción izquierda/derecha hasta las posiciones políticas
mantenidas por las distintas circunscripciones de la Asamblea Nacional Constituyente celebrada en
París en julio de 1789. Los que se sentaban a la derecha de la presidencia representaban los intereses
de la aristocracia y parte del clero y se preocupaban sobre todo por la defensa del Antiguo Régimen.
Los que se sentaban a la izquierda incluían a republicanos, liberales, demócratas y monárquicos que,
en diversos grados, reflejaban los ideales de la ilustración sobre la primacía de la razón y el derecho
de todos los seres humanos a la libertad y abogaban por un cambio de régimen profundo (Revelli,
2007). Desde entonces, los ideales de libertad, igualdad y fraternidad se han convertido en iconos de
la izquierda que se opone a la autoridad, la jerarquía y la obediencia. Estos ideales se extendieron
rápidamente por todo el mundo occidental, aunque las instituciones políticas necesarias para
sostener su realización estaban aún en pañales.
El contexto cultural en el que las primeras formas de pensamiento liberal-democrático se
convirtieron en plataformas políticas fue el de la Europa que presenciaba el ocaso de los gobiernos
absolutos, al comienzo de la Revolución Industrial, y en relación con el nacimiento del Estado-
nación moderno. En este contexto, las tradiciones nacionales y las condiciones económicas
desempeñaron un papel fundamental a la hora de configurar y distinguir las diversas orientaciones de
izquierda y derecha.
54 Caprara y Vecchione
En Francia, tras la Asamblea Nacional, podían identificarse tres orientaciones de izquierdas: la
liberal individualista, la republicana democrática y la izquierda igualitaria radical (Lefranc, 1973).
Del mismo modo, se podían identificar tres orientaciones de derechas tras la Restauración: la
absolutista y teocrática, nostálgica de los valores del pasado arquetípico; la liberal conservadora,
que incluía a propietarios y notables moderados; y la derecha autoritaria y populista (Remond,
1982).
Distinciones similares podrían encontrarse en otros países europeos que a lo largo del siglo
XIX desembarcaron gradualmente en las orillas del constitucionalismo y el parlamentarismo,
aunque por caminos diferentes y en momentos distintos. Esto ocurrió en concomitancia con las
grandes innovaciones resultantes de la Revolución Industrial y la extensión de los mercados, de la
mayor movilidad de las personas en respuesta a la nueva organización del trabajo, y de cambios
significativos en la distribución de la riqueza y en la estratificación de la sociedad.
Al principio, cuando los derechos políticos aún estaban limitados por los ingresos y la
educación, la libertad era el principal tema de contención y la principal reivindicación con respecto al
cambio político que enfrentaba a los liberales con los conservadores, a saber, los intereses de una
nueva burguesía del comercio y de la industria frente a los privilegios de la aristocracia.
Luego, los derechos sociales se convirtieron gradualmente en un tema de controversia y en la
principal reivindicación que se presentó para el cambio político y social, en concomitancia con el
surgimiento de la clase obrera como un actor político importante y con la difusión de los ideales
socialistas. La igualdad compitió con la libertad y representó una nueva fuente de divisiones y
realineamientos dentro de la izquierda y dentro de la derecha. Poco a poco, izquierda y derecha
pasaron a reflejar no sólo ideales diferentes, sino también los intereses de distintos grupos sociales,
aunque la ideología política siguió siendo durante mucho tiempo un asunto de minorías, con la
riqueza y la educación como requisitos que impedían a la mayoría de la gente tener voz en política.
Mientras algunos liberales abrazaban los ideales de la sociedad igualitaria y los intereses de los
desfavorecidos y se alineaban con la izquierda, otros liberales se alineaban con la derecha y con los
propietarios al defender la máxima libertad de mercado y celebrar las virtudes del éxito en los
negocios.
En última instancia, el creciente poder de la clase obrera y la expansión del sufragio relegaron
a gran parte de la izquierda a los ideales socialistas, mientras que los intereses del capital y la renta
se convirtieron en dominantes en la derecha.
A principios del siglo XX, las diferencias entre las diversas expresiones de las ideologías de
izquierda y derecha en Europa reflejaban sobre todo las trayectorias de los distintos países hacia la
consecución de la soberanía nacional, sus avances hacia la industrialización y las tensiones entre
capital y trabajo. Estas trayectorias eran paralelas a las nuevas estratificaciones encontradas en las
diferentes sociedades, con grandes masas de trabajadores y campesinos, una creciente clase media
y la llamativa concentración de la riqueza en unos pocos grupos privilegiados. La inclusión de la
burguesía en las instituciones gubernamentales, el despertar político del proletariado rural e
industrial y la consolidación de los sindicatos y de los partidos políticos en la representación y
gestión de los intereses contrapuestos de la sociedad condujeron a la extensión gradual del sufragio.
Al mismo tiempo, aumentaron el papel desempeñado por los Estados en el desarrollo y la regulación
de las economías nacionales.
La creación de partidos fue decisiva para reclutar y formar a activistas y líderes capaces de
elaborar y trasladar el discurso ideológico al público, gestionar los intereses en conflicto, orientar a
los votantes y establecer la agenda de la acción política.
A pesar de las diversidades, las pretensiones de cambio original frente a las de conservación de
quienes se sentaron a la izquierda y a la derecha en la Asamblea Nacional Constituyente francesa
de 1789 siguieron siendo el rasgo distintivo del paisaje ideológico europeo. En los años que
precedieron a la Primera Guerra Mundial, la extensión del sufragio en la mayoría de los países
europeos puso de manifiesto los intereses divergentes de los principales grupos de la izquierda y la
derecha, mientras que los crecientes movimientos obreros llevaron a las élites políticas a polarizar el
discurso político en torno a los intereses contrapuestos del capital y el trabajo.
La división ideológica entre izquierda y 55
En Gran Bretaña, liberales y laboristas asumieron el manto de la izquierda, mientras que tories
y conservadores representaban los intereses de la aristocracia y los propietarios, que, como en el
resto de Europa, se alineaban con la derecha. En Europa continental, los partidos socialistas
alcanzaron una especie de hegemonía entre los movimientos de izquierda en países como Austria,
Bélgica, Alemania y los países escandinavos, mientras competían con las tradiciones liberales y
republicanas en países como Italia, Francia y España. El socialismo era un gran paraguas bajo el
cual, en diferentes países, se podían encontrar marxistas revolucionarios, socialdemócratas y varios
tipos de socialistas utópicos, trabajadores rurales e industriales, intelectuales y todo tipo de pequeña
burguesía (Eley, 2002; Sassoon, 2014). Los liberales y republicanos se situaban a la derecha de los
socialistas, abogando también por el cambio, pero representando posiciones menos radicales, que
en los distintos países podían identificarse indistintamente como de centro-izquierda o de centro-
derecha, representando a diversos sectores de la burguesía, incluidos profesionales, industriales y
comerciantes. Los tradicionalistas de diversa índole y los defensores más acérrimos de las rentas y
la propiedad privada se alinearon con la derecha, a menudo más por razones de conveniencia que
de convicción.
La democracia en Estados Unidos, al otro lado del Atlántico, fue un experimento único en una
tierra de oportunidades donde la política se había librado antes de los prejuicios e impedimentos de
los antiguos regímenes y donde la división entre los principales partidos políticos -los demócratas y
los republicanos- encontraba poca correspondencia con las divisiones ideológicas de las diversas
corrientes de la izquierda y la derecha europeas. La Declaración de Independencia estadounidense
precedió a la Revolución Francesa, y América estaba completamente libre de cualquier nostalgia por
la monarquía, la aristocracia y las rentas feudales.
Las cuestiones en juego se referían a la autonomía de los estados y los límites del gobierno
federal y, a continuación, al modelo de Estado central más capaz de sostener y promover el
crecimiento y los intereses de Estados Unidos en todo el mundo, tanto en los mercados como en los
campos de batalla. Aparte de la autoridad del Rey, los privilegios aristocráticos y la lucha de clases,
los diferentes puntos de vista sobre el trabajo libre, el mercantilismo y el estatismo en la búsqueda
de la armonía social dividían a los republicanos de los demócratas en la época de Lincoln. Después de
la Guerra Civil, la ocupación y la geografía desempeñaron un papel importante a la hora de orientar
las preferencias políticas, inclinándose la mayoría de los votantes hacia los republicanos en los
estados del norte, donde la industria y el comercio avanzaban más rápidamente que en los estados
rurales del sur. La estabilidad de los nombres y símbolos de los dos partidos dominantes, el
Republicano y el Demócrata, hizo que la identificación partidista, más que la ideología, fuera un
factor determinante de las divisiones políticas entre las distintas clases y se transmitiera de una
generación a otra.
Las relaciones entre razas y la cuestión de la esclavitud siguieron siendo retos importantes a
los que tuvieron que enfrentarse los ideales de libertad e igualdad tanto de los demócratas como de
los republicanos, pero permanecieron durante mucho tiempo al margen del debate político, por ser
demasiado indigeribles y divisivos para la mayoría blanca de ambos partidos.
De hecho, una noción altamente racializada de la identidad nacional ha prevalecido durante
mucho tiempo en gran parte de la historia de Estados Unidos, planteando serios límites al
liberalismo estadounidense (Smith, 1997).
Mientras que la confianza en la superioridad del sistema constitucional estadounidense y el
patriotismo eran componentes básicos del ethos tanto de republicanos como de demócratas, las
principales cuestiones en liza se referían al crecimiento de la economía y al progreso de toda la
nación. Para ello era necesario conciliar las prioridades de las comunidades rurales tradicionales
con las de las comunidades urbanas en crecimiento, a fin de satisfacer las necesidades de los
trabajadores industriales y rurales y de los autónomos de la agricultura y el comercio, y conciliar
las aspiraciones de la gente corriente con los intereses de las grandes empresas (Gerring, 1998). A
pesar de la gran preocupación de los demócratas por los intereses de la gente y el igualitarismo,
pocos de ellos cuestionaban las virtudes del capitalismo y de la economía de mercado, ya que pocos
daban crédito a la lucha de clases. Del mismo modo, se percibía que el éxito y la riqueza de los
56 Caprara y Vecchione
individuos eran merecidos al ser producto del mérito, a pesar de la mayor confianza de los
republicanos en el libre mercado y las grandes empresas.
El marxismo ejerció una enorme influencia en la izquierda europea, pero fue relativamente
extraño a los ideales y plataformas de dos grandes partidos. En última instancia, había poco en
común entre la izquierda y la derecha europeas y las ideologías de los partidos estadounidenses.
1
También en este caso los significados de partidos de centro-derecha y centro-izquierda son recíprocamente condicionales.
En ambos casos, nos referimos a partidos que atraen a gran parte del electorado y suelen alternarse en el gobierno o
concurrir a grandes coaliciones dejando en el extremo a las expresiones más radicales de izquierda y derecha.
La división ideológica entre izquierda y 63
Estados Unidos, reflejen similitudes sustanciales en cuanto a su visión de la democracia y al
importante papel que desempeñan los valores personales en sus elecciones políticas.
El hecho de que en el pasado las preferencias de los votantes vinieran dictadas en gran medida
por sus posiciones sociales puede explicar por qué la izquierda y la derecha han estado más
polarizadas en Europa, donde el conflicto entre clases sociales era mayor que en Estados Unidos,
donde la movilidad social era mayor y las divisiones de clase menos conflictivas.
La identificación partidista entre republicanos y demócratas en Estados Unidos se basaba en
un ethos común y en puntos de vista comunes sobre el destino conjunto de la democracia liberal y
el capitalismo, mientras que la identificación de izquierda y derecha en Europa implicaba a menudo
ideales antagónicos sobre las formas deseables de gobierno y democracia.
El sustancial acercamiento entre la izquierda y la derecha europeas vino dictado por una
combinación de opciones pragmáticas tomadas por los principales partidos políticos y acompañada
de una convergencia del electorado en torno a prioridades de valores comunes. La necesidad de
atraer a la mayoría del electorado para alcanzar y mantenerse en el gobierno condujo a amplias
coaliciones, que atenuaron el carácter distintivo de los partidos políticos. La necesidad de reforzar
las coaliciones y de contrastar el creciente número de partidos que apelan a la insatisfacción del
electorado hacia los partidos tradicionales conduce a la contaminación recíproca de los ideales
liberales y reformistas sociales. Por último, una razón no menos importante, capaz de conectar todo
lo anterior, fue la necesidad de hacer frente a los crecientes puntos en común en el ámbito de las
prioridades de los votantes.
De hecho, en la mayoría de las democracias consolidadas europeas, los valores personales
demostraron tener un gran impacto a la hora de orientar las elecciones políticas, por encima de los
factores sociodemográficos tradicionales (Piurko, Schwartz y Davidov, 2011).
En Estados Unidos, la necesidad de atraer a la mayoría del electorado, en relación con el
declive de las afiliaciones de clase y las limitaciones de la economía global, empujó a demócratas y
republicanos a reforzar su carácter distintivo capitalizando las diversidades más que los puntos en
común.
La polarización, sin embargo, se produjo entre los partidos y las élites políticas, así como entre
los votantes más ricos y políticamente sofisticados, más que entre el público en general, que tendía
a adoptar posturas más moderadas y a mostrar creencias menos coherentes sobre las distintas
cuestiones políticas (Baldassari & Gelman, 2008). De hecho, la polarización se persiguió sobre
todo centrando la retórica política en torno a cuestiones éticas como el aborto, la igualdad de género
y la homosexualidad, dejando a menudo de lado las cuestiones económicas. Así, puede ocurrir que el
compromiso ideológico lleve a las personas a respaldar políticas contrarias a sus intereses
materiales o a sus inclinaciones espontáneas (Frank, 2004; Fraser, 2015; Johnston, Lavine y
Federico, 2016).
En este sentido, cabe suponer que competir por motivos éticos puede resultar más conveniente
y atractivo para el público en general que competir por cuestiones económicas, dado el impacto
impredecible de la economía global en la organización del trabajo, la distribución de la riqueza y la
regulación de los mercados. Del mismo modo, cabe suponer que los valores más directamente
asociados a puntos de vista morales alternativos son más restrictivos que las meras consideraciones
económicas.
Sin embargo, sigue siendo objeto de debate hasta qué punto la actual polarización de la política
estadounidense refleja las estrategias de los partidos o las profundas visiones morales de los
votantes (Fiorina, Abrams y Pope, 2005; Goren, Schoen, Reifler, Scotto y Chittick, 2016). En
cambio, no se puede dudar del papel destacado de los valores a la hora de dictar las preferencias
políticas de los ciudadanos en Estados Unidos como en Europa, a pesar de las divergentes
trayectorias de polarización ideológica. En este sentido, la relevancia de los valores a la hora de dictar
las preferencias políticas de los ciudadanos se corroboró ampliamente en los sistemas bipartidistas y
multipartidistas (Goren et al., 2016).
Las diferencias ideológicas son evidentes cuando se comparan las puntuaciones medias de los
votantes de izquierdas/liberales y de derechas/conservadores en valores básicos y valores políticos
fundamentales. Estudios realizados en diferentes países (Aspelund, Lindeman y Verkasalo, 2013;
Caprara et al., 2017; Piurko et al., 2011; Thorisdottir, Jost, Liviatan y Shrout, 2007) han
64 Caprara y Vecchione
demostrado que los votantes de izquierdas y liberales atribuyen mayor importancia a los valores de
autotrascendencia y apertura al cambio que los votantes de derechas y conservadores, que dan
mayor importancia a los valores de promoción personal y conservadurismo. Además, los datos de
varios contextos culturales (por ejemplo, Caprara y Vecchione, 2017; Schwartz et al., 2010) han
demostrado que los votantes de izquierda y liberales reciben puntuaciones significativamente más
altas con respecto a la igualdad, la aceptación de inmigrantes y las libertades civiles. Los votantes de
derechas y conservadores, en cambio, reciben puntuaciones más altas con respecto a la moral
tradicional, la ley y el orden, la libre empresa, el patriotismo y la intervención militar. Esto
concuerda con los perfiles tradicionales de izquierda y derecha, así como de votantes liberales y
conservadores.
Al mismo tiempo, sin embargo, los votantes de ideologías opuestas han mostrado coincidencias
sustanciales en el orden de importancia que han asignado a los valores básicos y a los principales
valores políticos. Los resultados del estudio transnacional que hemos llevado a cabo en 15
democracias han demostrado que, en la mayoría de los países examinados, tanto los votantes de
izquierdas/liberales como los de derechas/conservadores dieron prioridad a la autodirección sobre
los demás valores básicos. Del mismo modo, la igualdad y las libertades civiles fueron priorizadas
sobre los demás valores políticos tanto por los votantes de izquierda/liberales como por los de
derecha/conservadores de varios países (véase Caprara & Vecchione, 2015). Es probable que la
prioridad compartida asignada a la autodirección en el ámbito de los valores básicos atestigüe el
cambio de la mayoría de las sociedades modernas hacia el reconocimiento de la autonomía y la
libertad de los individuos (Inglehart y Welzel, 2005). Del mismo modo, la prioridad compartida
asignada a la igualdad y los derechos civiles atestigua el progreso del debate democrático hacia una
sociedad más justa.
Tanto los valores básicos como los valores políticos fundamentales explican la convergencia
sustancial de votantes de bandos ideológicos enfrentados, en torno a prioridades comunes antes y
más allá de presiones contingentes y conveniencias pragmáticas. Pocas personas en los sistemas
democráticos, independientemente de si se inclinan hacia la izquierda, la derecha, el liberalismo o
el conservadurismo, discutirían que toda persona es digna de autonomía y respeto, que la
democracia debe conceder a todos los ciudadanos derechos civiles, sociales y políticos
fundamentales y las condiciones que hacen que una vida merezca la pena. De hecho, el progreso de
la democracia ha llevado consigo más libertad en cualquier ámbito de la vida de un ciudadano y
más igualdad de derechos.
Sin embargo, lograr la combinación óptima de libertad individual y justicia social sigue
pareciendo una tarea ardua ante el crecimiento de las desigualdades de riqueza que se ha producido
en las últimas décadas, incluso dentro de los países democráticos (Piketty, 2013).
Así pues, las diferencias significativas en las actitudes relativas a cómo gestionar las
cuestiones políticas relevantes tienen motivos para persistir, mientras que las plataformas políticas en
liza pueden ser cruciales a la hora de buscar las soluciones más convenientes.
En el pasado, la izquierda y la derecha han servido para acotar las divergencias y los conflictos
dentro de los límites de las confrontaciones democráticas que, en última instancia, conducen a
reconocer los derechos de todos los ciudadanos a la libertad y al respeto, a pesar de la diversidad de
intereses de los distintos grupos sociales. Así, contribuyeron a orientar la acción de los gobiernos
en la dirección de políticas que dieron lugar al crecimiento económico y a la mejora de la sanidad y
la educación en la mayoría de los países.
Los contenidos de las plataformas tanto de la izquierda como de la derecha, sin embargo, han
cambiado a lo largo del tiempo mostrando diferencias significativas de un país a otro y se han
redefinido constantemente en respuesta a los cambios sociales y políticos, no menos que en
concomitancia con las posiciones adoptadas por unos y otros. No obstante, han servido como
constructos sociales y dinámicos que definen un espacio de aspiraciones, entre limitaciones y
oportunidades, y han ayudado a los votantes a elegir entre diversas opciones sobre cómo navegar
por dicho espacio en la búsqueda de la felicidad colectiva. Su dinamismo, en particular, les ha
permitido seguir satisfaciendo importantes necesidades de significado, coherencia y orientación, al
tiempo que se ajustaban y cambiaban continuamente en respuesta a las exigencias y los retos del
contexto y de los tiempos. Es probable que las funciones que la izquierda y la derecha han
La división ideológica entre izquierda y 65
desempeñado y aún pueden desempeñar al servicio del conocimiento, la identidad y la
autoexpresión de un ciudadano no sean menos importantes que sus contenidos.
En las últimas décadas, varios estudios consideraban que la posición que las personas
ocupaban en la sociedad determinaban en gran medida el voto y la ubicación ideológica, sin
embargo, estos pueden fundamentarse en patrones coherentes de creencias interdependientes, que
se basan en gran medida en las disposiciones y los valores de las personas (Caprara y Vecchione,
2013). Los rasgos básicos, los valores básicos y los valores políticos fundamentales, en particular,
han demostrado ser responsables de una parte significativa de las preferencias políticas en varias
democracias acorde a nuestro programa de investigación (Caprara y Vecchione, 2017).
Los rasgos individuales básicos pueden considerarse expresiones de potenciales, en gran
medida heredados, que predisponen a las personas a manejarse en los distintos ámbitos de
funcionamiento y que, bajo las limitaciones y oportunidades de sus entornos, se desarrollan en
patrones coherentes y estables de experiencia y acciones que permiten distinguir a unas personas de
otras.
Existe un amplio consenso en la comunidad científica en postular cinco rasgos básicos (Digman,
1990; McCrae y Costa, 1999) -extraversión/energía, amabilidad, responsabilidad,
neuroticismo/estabilidad emocional y apertura a la experiencia- en el núcleo de las principales
tendencias conductuales y, por tanto, en adoptar el Modelo de los Cinco Factores (FFM, por sus siglas
en ingles, Five Factor Model) como marco común para organizar las diferencias individuales en una
personalidad.
Diversas fuentes y contextos han documentado la utilidad del modelo de los Cinco Grandes
(Big Five Model) para describir, distinguir, comparar y predecir los hábitos, las actuaciones y las
elecciones de las personas en distintos ámbitos de funcionamiento, incluida la política. La apertura
se ha asociado generalmente con una preferencia por la izquierda, mientras que la conciencia se ha
asociado con una preferencia por la derecha (Cap- rara et al., 1999, 2006, 2008; Gerber, Huber,
Doherty, & Dowling, 2011; Jost, 2006; Mondak, 2010; Schoen & Schumann, 2007).
La contribución de los rasgos básicos a las preferencias políticas, sin embargo, resultó
sustancialmente más débil en comparación con la contribución de los valores básicos, que median
en gran medida la asociación rasgo/ideología (Caprara et al., 2006, 2009).
Los valores básicos pueden considerarse representaciones cognitivas de objetivos deseables,
abstractos y trans-situacionales que sirven como principios rectores en la vida de las personas
(Schwartz, 1992). Dentro de una visión integral de la personalidad, los valores básicos operan
como tendencias a respaldar actitudes y a promulgar las acciones que se requieren para satisfacer
las necesidades biológicas y sociales, para sobrevivir, para convivir con los demás y, en última
instancia, para mantener una postura positiva hacia sí mismos y hacia los demás en la sociedad. Así
pues, los valores básicos crean un puente entre el funcionamiento de los individuos y de la sociedad
y son el resultado de la interacción de los potenciales individuales y las experiencias sociales
68 Caprara y Vecchione
(Caprara y Cervone, 2000; Hitlin, 2003).
A lo largo de los años ha surgido un amplio consenso en torno al modelo conceptual propuesto
por Schwartz (1992, 1994, 2006), que postula 10 valores distintos: poder, logro, hedonismo,
estimulación, autodirección, universalismo, benevolencia, tradición, conformidad y seguridad.
Estos valores se han situado en torno a un modelo circular, de acuerdo con su grado de
compatibilidad, y se han trazado en un espacio bidimensional en el que los valores relacionados
con la apertura al cambio (autodirección, estimulación) se oponen a los valores relacionados con el
conservadurismo (conformidad, tradición, seguridad), mientras que los valores relacionados con la
mejora de uno mismo (poder, logro) se oponen a los valores relacionados con la autotrascendencia
(universalismo y benevolencia).
Los resultados de varios estudios (por ejemplo, Barnea y Schwartz, 1998; Caprara et al., 2006;
Caprara et al., 2017) han demostrado que las diferencias individuales en las prioridades de valores
se asocian sistemáticamente con las preferencias políticas a lo largo del continuo izquierda-
derecha, como se anticipó anteriormente. La contribución de los valores a las preferencias políticas
fue sustancial incluso después de controlar los rasgos básicos y las variables demográficas (Caprara
et al., 2006).
Los votantes de izquierdas conceden más importancia a los valores de universalismo y
benevolencia que los votantes de derechas, que en cambio conceden más importancia a los valores
de tradición, conformidad y seguridad. Además, los votantes de izquierdas conceden más importancia
a los valores de autodirección que los votantes de derechas, que tienden a conceder más importancia
a los valores de poder.
Entre los votantes de izquierdas y de derechas, sin embargo, los valores de autotrascendencia y
conservación, que se centran en cómo los individuos se relacionan con otras personas y con la
sociedad en general, han resultado ser más relevantes para las opiniones y preferencias políticas que
los valores de automejora y apertura al cambio, más relacionados con preocupaciones egocéntricas,
como la protección y la mejora del yo.
Este patrón fue bastante coherente en todos los países en los que la autoubicación ideológica
izquierda/derecha demostró tener sentido. 2 Goren et al. (2016) informaron de resultados similares
con respecto a una amplia muestra de participantes estadounidenses. Los autores descubrieron que
los valores de autotrascendencia (aceptación y preocupación por otras personas) y los valores de
conservadurismo (resistencia al cambio social y estabilidad social) afectan a la autoubicación
ideológica liberal-conservadora, así como a las opiniones de los ciudadanos en los principales ámbitos
políticos, relacionados con cuestiones económicas, raciales, culturales y de política exterior.
Los valores básicos, sin embargo, no son los predictores más próximos de las preferencias
políticas. A pesar de que su efecto sobre el auto-posicionamiento ideológico es consistente y
generalizable en todos los países, su contribución fue menor que el conjunto de valores específicos
de una persona relacionados con cuestiones que están en el centro del discurso político, como la
distribución de la riqueza en la sociedad, las obligaciones de los ciudadanos o los límites de la
interferencia pública en asuntos privados. Estos valores políticos son distintos de los valores básicos,
tanto conceptualmente como en la forma de medirlos (véase Schwartz et al., 2010, para un análisis).
Mientras que los valores básicos expresan objetivos motivacionales amplios que se aplican en todos
los ámbitos y situaciones y se miden en términos de importancia como principios rectores en la
vida de las personas (Rokeach, 1973; Schwartz, 1992), los valores políticos fundamentales no se
aplican fuera del ámbito político y se miden en términos de acuerdo o desacuerdo con las políticas
y prácticas de los gobiernos.
Un estudio realizado en Italia (Schwartz et al., 2010) consideraba un conjunto de ocho valores
políticos, extraídos de las principales cuestiones en el centro de los debates y programas políticos
relacionados con las elecciones nacionales italianas de abril de 2006; a saber, la igualdad (la
distribución equitativa de oportunidades y recursos), la libre empresa (la participación del gobierno
en la economía), la moral tradicional (la preservación y protección de los valores religiosos y
2
Una notable excepción la encontramos en los países poscomunistas, especialmente en Ucrania y Eslovaquia, donde la
correlación entre valores e ideología era casi nula.
La división ideológica entre izquierda y 69
familiares tradicionales frente a estilos de vida más nuevos y permisivos), la ley y el orden (la
aplicación de la ley y la obediencia a la misma, con el objetivo de proteger a la sociedad frente a las
amenazas al orden social), el patriotismo ciego (el apego incuestionable a la propia patria), las
libertades civiles (la libertad de todas las personas para actuar y pensar como consideren más
apropiado), la aceptación de inmigrantes étnicamente diferentes (una disposición general a recibir y
acoger a personas necesitadas y que han huido de otros países), y la intervención militar extranjera
(el uso de fuerzas militares para proteger contra fuentes externas de peligro, para restaurar la
democracia o para evitar la escalada de un conflicto).
Los ocho valores políticos se relacionaron significativamente con el voto a las coaliciones de
centro-izquierda o centro-derecha en las elecciones italianas de 2006 y 2008. En concreto, la
valoración de la igualdad, las libertades civiles y la aceptación de los inmigrantes se asociaron con el
voto a las coaliciones de centro-izquierda. Estos valores políticos estaban claramente promovidos por las
políticas de la coalición de centro-izquierda, que hacían hincapié en la justicia social y la tolerancia de
la diversidad. Por el contrario, la valoración de la libre empresa, la ley y el orden, la moral
tradicional, el patriotismo ciego y la intervención militar se asociaron con el voto a la centro-
derecha.
Estos resultados concuerdan con las políticas defendidas por el centro-derecha, que apelaba a la
economía de libre mercado con una intervención mínima del gobierno, reivindicaba la necesidad de
orden y estabilidad además de la libre expresión y la diversidad de ideas, hacía hincapié en los
valores familiares tradicionales, se basaba en el nacionalismo italiano y apoyaba la fortaleza militar.
Estas relaciones se investigaron más a fondo y se corroboraron en gran medida utilizando los
datos recogidos en el estudio transnacional mencionado (Caprara y Vecchione, 2017). La igualdad
fue el valor político más fuerte y consistentemente relacionado con la preferencia por una posición
ideológica de izquierdas (o liberal). Esto encaja con las ideas de Bobbio (1996) que señalan la
igualdad como la principal división entre la derecha y la izquierda en las democracias occidentales
establecidas. La moralidad tradicional, la ley y el orden, y la libre empresa eran los valores
políticos más fuerte y consistentemente relacionados con la preferencia por una posición ideológica
de derechas (o conservadora). En los países poscomunistas, sin embargo, las correlaciones fueron
sustancialmente más débiles y cercanas a cero para la mayoría de los valores políticos. Sólo la
moralidad tradicional mostró una correlación no despreciable con la autoubicación ideológica en
estos países. Esto es paralelo a los resultados obtenidos para los valores básicos, que han mostrado
escaso poder explicativo en las sociedades poscomunistas, y concuerda con estudios anteriores que
muestran un patrón diferente de relaciones en estos países entre la ideología y las características de
personalidad (por ejemplo, Aspelund et al., 2013; Duriez, Van Hiel y Kossowska, 2005; Kossowska
y Van Hiel, 2003; Piurko et al., 2011; Thorisdottir et al., 2007).
Así, tanto los valores básicos como los valores políticos fundamentales han demostrado predecir la
autoubicación ideológica. Estudios posteriores examinaron cómo se relaciona todo el sistema de valores
básicos con los valores políticos de ley y orden, moralidad tradicional, igualdad, libre empresa,
libertades civiles, patriotismo "ciego", intervención militar y aceptación de inmigrantes. Los resultados
mostraron que la estructura de objetivos motivacionales compatibles y conflictivos, que organiza los
valores básicos en un continuo circular, parece proporcionar una base psicológica que constriñe y
organiza los valores políticos básicos (Schwartz et al. 2010, 2014). Los valores de autotrascendencia
llevaron a asignar mayor valor a la igualdad, la aceptación de inmigrantes y las libertades civiles y
a asignar menor valor a la libre empresa y a la ley y el orden. Los valores de mejora o promoción
personal llevaron a valorar más la ley y el orden, la intervención militar y la libre em p r esa. La
apertura al cambio estaba relacionada con niveles más bajos de moral tradicional. Los valores de
conservadurismo llevaron a valorar más el patriotismo ciego, la intervención militar, la libre empresa
70 Caprara y Vecchione
y la moral tradicional y a aceptar menos a los inmigrantes.
Los datos empíricos disponibles también han demostrado que los valores políticos funcionan
como mediadores entre los valores básicos y las elecciones políticas. De hecho, después de tener en
cuenta los valores políticos, los valores básicos no contribuyeron a la predicción. Así pues, cabe
suponer que los valores básicos pueden afectar a valores específicos que se encuentran en el núcleo
del discurso político y, a través de ellos, afectar a las preferencias políticas. En conjunto, estos
resultados refuerzan nuestra confianza en la distinción izquierda/derecha como una herramienta
multifuncional para navegar por la política, cuya fuerza deriva de reflejar y mediar las
contribuciones de los componentes básicos de la psicología humana, probablemente a lo largo de la
vía descrita en la Figura 1.
Un nuevo estudio
Para seguir examinando hasta qué punto la autoubicación ideológica izquierda-derecha puede
organizar y resumir las opiniones y preferencias políticas en una amplia variedad de temas, hemos
realizado un nuevo estudio utilizando datos extraídos de nuestra investigación transcultural. El
estudio incluye mediciones del voto, la autoubicación ideológica y el conjunto completo de valores
básicos y valores políticos fundamentales que describimos anteriormente en este artículo. 3 Entre
los valores políticos, hemos añadido ítems que cubren la seguridad económica, excluidos en
análisis anteriores. Estos ítems se refieren a la importancia asignada a las garantías de empleo e
ingresos. Algunos ejemplos son: "La seguridad económica es el principal problema de nuestro país"
y "La mayor amenaza para nuestro país es el colapso de nuestra economía".
En nuestros análisis, nos hemos centrado en ocho países -Australia, Chile, Alemania, Italia,
Polonia, España, Reino Unido y Estados Unidos- que ofrecen una muestra de las diversas
trayectorias hacia la democracia y de las distintas vicisitudes de la izquierda y la derecha.
Seleccionamos estos países por ser representativos de polos en los que la izquierda y la derecha,
aunque en distinto grado, han servido para trazar ofertas políticas y han encontrado resonancia en
el discurso político actual. Italia, España y el Reino Unido son democracias multipartidistas
consolidadas que representan bien las vicisitudes contrastadas de la izquierda y la derecha en
Europa durante los dos últimos siglos. Alemania es un país cuya unificación reunió a ciudadanos
del Este y del Oeste que remotamente tienen una historia común de izquierda y derecha, pero que
sólo en las últimas tres décadas se han familiarizado con una democracia liberal multipartidista.
Polonia es una democracia multipartidista postcomunista en la que investigaciones previas (Piurko et
al., 2011) han mostrado variaciones significativas en los patrones de creencias que suelen asociarse
con la izquierda y la derecha en otras democracias. Australia y Chile representan sistemas
multipartidistas en los que la izquierda y la derecha han sido exportadas de Europa y siguen
vigentes en la cartografía de las ofertas políticas a pesar de las diferencias significativas en la
economía y en la cultura de ambas sociedades. La democracia estadounidense se diferencia de
todos los países anteriores en que es una democracia liberal bipartidista, en la que la izquierda y la
derecha sólo se han familiarizado con el gran público de forma moderada (Miller y Shanks, 1996).
Mientras que en Australia y Alemania se obtuvieron muestras nacionales representativas, en
los demás países se utilizaron muestras de conveniencia. En cada país, nos centramos en los
votantes de los dos principales partidos. En concreto, los partidos representados en cada país y el
número de votantes de cada uno de ellos son los siguientes fueron: el Partido Laborista (n = 115) y
el Partido Liberal (n = 70) en Australia, el Partido Demócrata Cristiano (n = 55) y el Partido de
Renovación Nacional (n = 103) en Chile, el Partido Socialdemócrata (n = 255) y los Partidos de la
Unión (CDU/CSU) (n = 306) en Alemania, el Partido Democrático de centro-izquierda (n = 226) y
3
Se utilizaron dos medidas de ideología. La primera medida era un ítem de autoubicación en la escala izquierda-derecha:
En cuestiones políticas, a veces se habla de "derecha" e "izquierda". ¿Cómo situaría usted sus opiniones en esta e s c al a,
en términos generales?". Las puntuaciones iban de 1 (izquierda) a 10 (derecha), sin etiquetas intermedias. La segunda
medida era un ítem de utoubicación en la escala liberal-conservadora: En cuestiones políticas, a veces se habla de
"conservadores" y "liberales". ¿Cómo situaría usted sus opiniones en esta escala, en términos generales?". Las respuestas
posibles eran: 1 (extremadamente conservador); 2 (conservador); 3 (ligeramente conservador); 4 (moderado/intermedio);
5 (ligeramente liberal); 6 (liberal); y 7 (extremadamente liberal).
La división ideológica entre izquierda y 71
el Partido del Pueblo de la Libertad de centro-derecha (n = 136) en Italia, la Plataforma Cívica (n =
318) y el Partido Ley y Justicia (n = 144) en Polonia, el Partido Socialista Obrero Español (PSOE)
(n = 127) y el Partido Popular (PP) (n = 121) en España, el Partido Laborista (n = 154) y el Partido
Conservador (n = 58) en el Reino Unido, y el Partido Demócrata (n = 210) y el Partido
Republicano (n = 107) en Estados Unidos.
En primer lugar, calculamos las correlaciones del voto con la autoubicación ideológica,
utilizando tanto la escala izquierda-derecha como la liberal-conservadora. La Tabla 1 muestra los
resultados. Como puede verse, en cinco de los ocho países (Australia, Chile, Alemania, Italia y
España), la escala izquierda-derecha está más fuertemente relacionada con las opciones electorales
de los ciudadanos que la escala liberal-conservadora. En Polonia y Estados Unidos, por el
contrario, la escala liberal-conservadora es más predictiva del voto que la escala izquierda-derecha.
En el Reino Unido, la fuerza del efecto es aproximadamente la misma. Este patrón de correlación
sugiere que las ideologías de izquierda-derecha y liberal-conservadora se solapan sólo
moderadamente entre países. De hecho, la correlación entre ambas medidas sólo es alta en el Reino
Unido (r = 0,83). En los demás países, las correlaciones fueron sólo moderadamente altas ( 0,53 en
Austria, 0,57 en Estados Unidos, 0,52 en Italia, 0,68 en España) o relativamente pequeñas ( 0,27 en
Chile, 0,27 en Polonia), 0,35 en Alemania).
Tabla 1. Correlaciones de la autoubicación ideológica izquierda-derecha y liberal-conservadora con el voto a los dos
principales partidos nacionales en ocho países
Izquierda- Liberal-Conservador
Derecha
Australia (N = 184) .63** .31**
Chile (N = 156) .60** .18*
Alemania (N = 532) .51** .31**
Italia (N = 354) .80** .46**
Polonia (N = 426) .32** .48**
España (N = 248) .73** .59**
Reino Unido (N = 212) .65** .66**
Estados Unidos (N = 296) .36** .54**
Nota. * p < 0,05; ** p < 0,01.
I/D L/C I/D L/C I/D L/C I/D L/C I/D L/C I/D L/C I/D L/C I/D L/C
Seguridad .34** .27** .17* .16* .25** .14** .25** .27** .12* .17** .05 .22** .26** .26** .15** .10
Tradición .10 .20** .15 .28** .30** .22** .14** .31** .19** .36** .29** .38** .30** .33** .23** .34**
Conformidad .27** .25** .18* .23** .21** .21** .18** .24** .06 .15** .15* .23** .26** .32** .19** .27**
Benevolencia -.05 -.10 .12 -.07 .06 .05 -.14** -.03 .04 .08 -.07 .00 -.06 -.03 .08 .08
Universalismo -.20** -.24** -.05 -.03 -.02 -.08 -.36** -.21** .01 .05 -.26** -.15* -.15* -.20** -.10 -.06
Autodirección -.11 -.19** .02 -.20* .04 -.11* -.11* -.20** -.02 -.01 -.13* -.07 -.07 -.10 .02 -.05
Estimulación -.01 -.17* .09 -.11 .00 -.11* -.08 -.19** -.08 -.19** .01 -.02 -.03 -.01 .14* .03
Hedonismo -.06 -.15* .08 -.11 .00 .01 .00 -.14** -.12* -.17** -.04 -.02 .02 .04 .02 -.02
Logro .12 .00 .09 -.01 .05 .09* .19** .06 -.11* -.14** .03 .06 .19** .22** .07 .02
Poder .26** .07 .10 -.01 .08 .04 .24** .13* -.12** -.11* .18** .16* .19** .21** .10 .01
Nota. I/D = izquierda-derecha; L/C = liberal/conservador. * p < 0,05; ** p < 0,01.
71
72
Tabla 3. Correlación de los valores políticos básicos con la autoubicación ideológica
I/D L/C I/D L/C I/D L/C I/D L/C I/D L/C I/D L/C I/D L/C I/D L/C
Moral tradicional .40** .46** .29** .33** .38** .34** .43** .48** .25** .42** .55** .57** .44** .54** .37** .46**
Ley y Orden .49** .48** .40** .27** .27** .28** .59** .50** .06 .27** .33** .41** .46** .56** .19** .16*
Libre empresa .32** .19** .19* -.03 .33** .21** .46** .36** -.09 -.34** .35** .31** .52** .56** .35** .42**
Igualdad -.37** -.36** -.18* -.12 -.20** -.05 -.49** -.32** -.03 -.01 -.28** -.22** -.43** -.48** -.12** -.20**
"Patriotismo "ciego .41** .46** .16* .08 .24** .22** .51** .49** .11* .23** .26** .29** .44** .52** .25** .25**
Libertades civiles -.43** -. 40**- -.22** - - -.51** -. 39**- -. 29**- -. 25**- -. 31**- -.11
.13 .10* .26** .22** .07
Intervención militar .35** .27** .12** -.12 .16** .06 .54** .44** .03 .06 .29** .19** .08** .10 .33** .40**
Aceptar a los inmigrantes -.28** -. 32**- -. 26**- -.23** -.53** -.36** .00 -. 18**- -. 24**- -. 51**- -.12*
.20* .29** .28** .44** .01
Seguridad económica .20** .23** .09 .12 .08 .14** -.05 -.01 .14** .18** .21** .20** .27** .30** .16** .15**
Nota. I/D = izquierda-derecha; L/C = liberal/conservador. a En el estudio alemán se omitió por error uno de los ítems sobre libertades civiles. Por lo tanto, este valor político se
excluyó en los análisis alemanes. * p < 0,05; ** p < 0,01.
Caprara y Vecchione
La división ideológica entre izquierda y 75
Tabla 4. Contribución única de la autoubicación ideológica, los valores básicos y los valores políticos fundamentales en la
predicción del voto a los dos principales partidos nacionales en ocho países
R incremental2
A este respecto, sólo se pueden hacer conjeturas sobre el impacto y las consecuencias de la
economía de mercado en los países poscomunistas y sobre la compatibilidad de las nuevas
desigualdades con los valores de una fuerte tradición católica.
Un alto grado de comparabilidad entre votantes con distintas preferencias políticas (es decir,
entre votantes de izquierdas y de derechas y entre liberales y conservadores) confirmó además que
los valores políticos se limitan unos a otros de forma estable y coherente.
Para resumir los resultados anteriores en relación con las cuestiones que hemos planteado
como premisa de nuestro análisis, se puede decir que la dimensión tradicional izquierda-derecha
todavía puede servir para organizar el conocimiento político de los ciudadanos y explicar sus
elecciones políticas. La izquierda y la derecha, de hecho, siguen resumiendo y mediando la
influencia que rasgos de la personalidad como los valores básicos y los valores políticos
fundamentales pueden ejercer sobre las elecciones políticas. Asimismo, izquierda y derecha se
refieren a patrones similares de valores y principios en los distintos contextos políticos. La
distinción ideológica entre liberal y conservador es paralela a la que existe entre izquierda y
derecha sólo de forma moderada y diferente según los países.
A lo largo del tiempo, izquierda y derecha se han asociado a diferentes plataformas políticas, y
su alternancia en el gobierno ha acompañado a el desarrollo de la democracia liberal en diferentes
contextos sociales y bajo diferentes presiones.
Poco a poco, las funciones que la izquierda y la derecha ejercían en la organización del
conocimiento, en la construcción de la identidad social de los ciudadanos y en la expresión de sus
personalidades han pasado a ser no menos importantes que el carácter distintivo de sus contenidos.
A pesar de sus raíces y de las grandes vicisitudes ligadas a la historia europea de los dos
últimos siglos, sirvieron por igual para cartografiar las ofertas políticas, para simplificar y orientar las
opciones políticas de los ciudadanos y para atender su necesidad de pertenencia, de
autoidentificación y de expresión en otros continentes y, sobre todo, en sistemas multipartidistas.
El par "izquierda y derecha", en cambio, resultó ser relativamente marginal en un sistema
bipartidista como el de Estados Unidos, donde, entre otras cosas, la identificación con los partidos
Republicano y Demócrata podría cumplir las mismas funciones. Sin embargo, como se ha discutido
y mostrado anteriormente, se puede encontrar una correspondencia moderada entre ideologías de
izquierda y liberales y entre ideologías de derecha y conservadores, ya que patrones similares de
creencias y prioridades distinguen las plataformas de izquierda y liberales de las de derecha y
conservadores.
Las ideologías y las élites políticas han desempeñado un papel fundamental a la hora de
informar, educar y agregar las opiniones políticas de los ciudadanos, utilizando la izquierda y la
derecha y/o el liberalismo y el conservadurismo como criterios sumarios y claves para agregar y
distinguir sus plataformas políticas.
Además, los partidos políticos han desempeñado un papel influyente a la hora de organizar el
conocimiento político de los ciudadanos y de permitir a los políticos transmitir sus puntos de vista y
ejercer su liderazgo de acuerdo con procesos descendentes en los que las élites políticas enmarcan
la forma en que los ciudadanos deben abordar las cuestiones políticas. Los medios de comunicación
han reforzado aún más la distinción izquierda/derecha y liberal/conservador al difundir la mayor parte
de la información política. De hecho, la mayor parte de la información política transmitida por la
prensa y la televisión sigue interpretándose y transmitiéndose de acuerdo con las divisiones
ideológicas tradicionales, a pesar de la incierta ubicación política de muchos de los nuevos
movimientos políticos. Esto ha permitido convertir las inclinaciones personales en una disposición a
adoptar creencias y actitudes que conducen a la formación de una identidad política y social y a la
cristalización de posturas ideológicas estables.
El acceso a nuevas ideas, experiencias y hábitos facilitado por la educación, la comunicación y
los viajes ha ampliado los conocimientos de los ciudadanos sobre política, ha aumentado la
conciencia de sus derechos y ha elevado su nivel de expectativas sobre el funcionamiento de la
democracia.
En este sentido, uno de los principales descubrimientos de las últimas décadas es que las
ideologías políticas de izquierdas y derechas y liberales y conservadoras no sólo extraen su poder
de las visiones del mundo y las plataformas que los ideólogos y los partidos políticos transmiten a
los ciudadanos, sino que reflejan sobre todo cómo son y qué quieren los ciudadanos.
Los rasgos, los valores básicos y los valores políticos explican las preferencias políticas y la
participación cuanto más educadas están las personas y más informados están los ciudadanos a la
hora de tomar sus decisiones de acuerdo con sus opiniones y aspiraciones personales. Esto ocurre
en las democracias establecidas cuyas trayectorias hacia la democracia han estado marcadas por
puntos de inflexión similares, como la consecución del sufragio universal, la aplicación de políticas
de bienestar y la consecución de los derechos civiles. Estos logros conllevaron una gran
preocupación de todas las sociedades por el potencial y los derechos humanos, la libertad de los
individuos, el reconocimiento de los méritos, la eficiencia del mercado y la justicia social.
Esta afirmación puede parecer trivial, ya que situar la plena realización de la persona entre sus
objetivos primordiales y supeditar su funcionamiento a la voluntad de las personas es la sustancia
de la democracia. En realidad, tanto los ideólogos como las élites políticas han considerado hasta
La división ideológica entre izquierda y 77
hace poco a los ciudadanos como objetivos y mensajeros más que como agentes del discurso
político, prestando poca atención a los avances del conocimiento psicológico sobre el desarrollo y el
funcionamiento humanos, y han venido descontando en gran medida la importancia de la
personalidad de los individuos y de sus características distintivas.
Jost et al. (2009) han utilizado la imagen de las afinidades electivas para explicar la tendencia
de los ciudadanos a gravitar hacia ideas y opiniones que coinciden y resuenan con sus propias
necesidades, intereses y deseos. Estamos de acuerdo con esta línea de razonamiento y vamos más
allá al plantear que las diferencias individuales en la personalidad están en la base de la distinción
actual entre izquierda y derecha y entre ideologías liberales y conservadoras (Caprara y Vecchione,
2017). Los ciudadanos no llegan a la política como pizarras en blanco, sino que están equipados con
potenciales que les predisponen a ciertas elecciones, dentro de los límites de las opciones
disponibles. Dado que los ciudadanos críticos de las políticas democráticas pueden elegir entre las
alternativas que compiten entre sí las que más se ajustan a la actualización de sus interese, su
personalidad se convierte en el foco de causalidad donde mirar para entender sus elecciones.
Esto es especialmente cierto en el caso de las personas muy comprometidas con la política.
Numerosas pruebas sugieren que la relación entre la personalidad declarada y la orientación
ideológica es más fuerte entre los votantes sofisticados y los miembros de las élites políticas que
entre el electorado general, debido a sus mayores niveles de implicación y experiencia política.
Esto se ha demostrado no sólo para los rasgos y valores básicos (Caprara, Francescato, Mebane,
Sorace, & Vecchione, 2010), sino también para otras características de la personalidad (por ejemplo,
Federico, Fisher, & Deason, 2011; Federico & Goren, 2009; Federico, Hunt, & Ergun, 2009;
Putnam, 1973; Tetlock, 2005). Parafraseando a Converse (1964), es probable que los votantes
sofisticados estén más obligados que el electorado general a presentar una visión personal de sí
mismos que sea congruente con los ideales que defienden.
Los rasgos básicos de la personalidad y los valores básicos están arraigados en la biología
humana (Bakan, 1966). Los valores básicos, sin embargo, explican las elecciones políticas más que
los rasgos, ya que se basan principalmente en la cultura y explican mejor las experiencias sociales y
de aprendizaje que conducen a respaldar principios políticos coherentes y a tomar distintas
decisiones políticas (Jennings, Stoker y Bowers, 2009; Rico y Jennings, 2015). Los resultados de
nuestra investigación corroboran un modelo en el que los rasgos y valores básicos dan cuenta de
valores políticos importantes, que se resumen y canalizan mediante la ideología política hacia las
preferencias políticas. Mientras que los rasgos de personalidad y valores básicos pueden ejercer
influencias contrapuestas con respecto a cuestiones específicas relacionadas con asuntos culturales y
económicos, la ideología es crucial para superar las influencias contrapuesta. Así, puede ocurrir
que cuanta más relación haya entre el compromiso ideológico de las personas y la aprobación de
valores básicos que contrastan con sus disposiciones básicas, más acordes serán sus elecciones con
su identificación política y, por tanto, con sus valores y no con sus rasgos. Esto puede explicar por qué
las opciones políticas de los liberales en materia económica parecen ser más congruentes con sus
valores universalistas que con su apertura al cambio (openness) (Johnston et al., 2016).
Sin embargo, las ideologías de izquierda y derecha no operan de forma invariable en los
distintos países. La gran influencia de la identificación partidista en la política estadounidense
puede explicar la relevancia mucho menor de la ideología política en Estados Unidos, en
comparación con los demás países examinados. Más de 50 años de suspensión de la libertad
política, en cambio, pueden explicar la menor relevancia de la ideología de izquierda/derecha y
liberal/conservadora y el diverso patrón de relaciones entre valores políticos en países poscomunistas
como Polonia.
La izquierda y la derecha pueden tener poco sentido en los estados cuyo progreso hacia la
democracia siguió otros caminos distintos de los que hemos descrito anteriormente, desde los
privilegios feudales y los regímenes absolutistas hasta el establecimiento de asambleas
parlamentarias, pasando por la consolidación de los estados nacionales y la consecución universal de
los derechos políticos, en concomitancia con la difusión de los partidos políticos y la
diversificación de las ofertas políticas.
78 Caprara y Vecchione
Como ya se ha dicho, el par "izquierda y derecha" es una construcción social cuyo significado
y funciones están ligados a contextos históricos, geográficos y políticos específicos. Considerando
que los seres humanos están naturalmente dotados para ampliar su control sobre el entorno y
perseguir este objetivo en comunión con los demás, consideramos que la democracia liberal es la
forma de gobierno más deseable en la medida en que persigue la plena realización del potencial
humano al permitir la plena expresión de la individualidad de los ciudadanos. Siguiendo esta línea
de razonamiento, las vicisitudes de la izquierda y la derecha durante los dos últimos siglos pueden
considerarse el resultado de la emancipación gradual de un gran número de personas hacia la
consecución de unas condiciones de vida dignas. Esto ocurrió en concomitancia con su apropiación
gradual de valores cruciales para el desarrollo humano y el progreso de la democracia.
Como etiquetas como "izquierda" y "derecha" se han referido recurrentemente a plataformas
políticas distintivas que se fundamentaban en visiones del mundo diferentes, esto llevó a establecer
su correspondencia con predisposiciones y valores individuales específicos.
Las afinidades electivas, es decir, la correspondencia entre las diferencias individuales de
personalidad y las preferencias políticas, descansan en potencialidades que necesitan ser reconocidas,
expresadas y reforzadas a través de la práctica para poder ser actualizadas. Esto se ha producido a
través de los encuentros que se han desplegado a lo largo del tiempo entre las ofertas políticas
contingentes y las individualidades de los ciudadanos en condiciones en las que estos últimos se
apropian de los valores y hacen elecciones políticas de acuerdo con los valores que más aprecian.
En última instancia, la izquierda y la derecha sirvieron al desarrollo de la democracia en la
medida en que contribuyeron a posibilitar y orientar el encuentro de los ciudadanos con la política
de manera que sirviera para dirigir sus opciones hacia mejores formas de gobierno y ciudadanía.
Mientras que la izquierda y la derecha correspondían a familias de ideas y objetivos cuyos
contenidos estaban limitados por los contenidos de la otra, no menos que por las oportunidades y
limitaciones de los acontecimientos y contingencias históricas, su confrontación y alternancia en el
gobierno han ayudado a nutrir y desarrollar el discurso democrático, han contribuido a hacer la
política accesible a los ciudadanos y han aumentado su nivel de conciencia y compromiso políticos.
El tiempo y las condiciones adecuadas de estabilidad y continuidad fueron necesarios para
otorgar a la izquierda y a la derecha las funciones que han cumplido y siguen cumpliendo. Estas
condiciones incluían cosmovisiones y grandes ideologías que sirvieran como marcos de referencia e
inspiración para la transmisión de ideas y experiencias de una generación a otra, la apropiación de
valores democráticos en nombre de los ciudadanos, el establecimiento de partidos capaces de
agregar y representar las necesidades y aspiraciones de la gente, élites políticas capaces de liderar y
convertir los intereses y prioridades individuales y colectivos en plataformas políticas y gobierno
efectivo. Además, como se ha anticipado anteriormente, no hay que olvidar el importante papel que
han desempeñado y desempeñan los medios de comunicación a la hora de enmarcar, cartografiar y
debatir la mayoría de los acontecimientos políticos de acuerdo con el continuum y la división
izquierda-derecha.
Es probable que esta imagen se ajuste mejor a las políticas europeas, donde los residuos del
pasado feudal perduraron durante mucho tiempo y la lucha entre clases sociales ha sido
especialmente destacada durante varias décadas.
El mismo razonamiento se ajusta a la política estadounidense sólo hasta cierto punto, dado el
menor impacto de la lucha de clases y el mayor papel de la identificación partidista en un sistema
político en el que dos grandes partidos se alternan en el poder. Tampoco hay que pasar por alto que
la izquierda y la derecha entraron en el discurso político mucho más tarde que en Europa y a
menudo bajo la sombra de sus expresiones más controvertidas, como el comunismo y el fascismo.
El mismo razonamiento, en cambio, puede no aplicarse a las democracias recientes en las que
la izquierda y la derecha solo representan etiquetas sin historia ni raíces. En este sentido, los
resultados preliminares han demostrado el impacto limitado de la izquierda y la derecha en países
como Ucrania, Eslovaquia y Japón (Caprara et al., 2017). Por lo tanto, reiteramos nuestra creencia
de que al evaluar el estado real de las ideologías políticas de izquierda y derecha se deben examinar
en profundidad sus orígenes, sus vicisitudes en diversos contextos y, sobre todo, sus funciones.
La división ideológica entre izquierda y 79
Conclusiones
Esto ocurrió sobre todo en países donde la instauración de la democracia no se vio suspendida
por diversas formas de fascismo y totalitarismo, incluidos países extraeuropeos como Australia y
Canadá. A lo largo del tiempo, la izquierda y la derecha han ofrecido a los ciudadanos de los
sistemas políticos multipartidistas una brújula para organizar sus conocimientos y situarse en un
escenario político formado por "nosotros y ellos". La estabilidad y la exhaustividad han permitido a
la izquierda y a la derecha servir como herramientas para simplificar las opciones de los ciudadanos y
afirmar su identidad política dentro y fuera de las fronteras de los sistemas políticos nacionales. El
tiempo y los medios de comunicación han permitido que la izquierda y la derecha adopten los
rasgos de posturas estables ante la política que distinguen a unas personas de otras. En última
instancia, la izquierda y la derecha se han convertido en heurísticas comunes en todos los países
para rastrear las múltiples ofertas políticas de los partidos hasta puntos de vista políticos más
básicos, y así resumir, distinguir y comparar las diversas plataformas políticas de los gobiernos y de
sus oposiciones.
Probablemente, la identificación partidista ha desplegado la mayor parte de las funciones de la
izquierda y la derecha en el sistema bipartidista estadounidense. La longevidad única de los
partidos republicano y demócrata, de hecho, ha permitido reforzar el vínculo afectivo entre partidos
y votantes, transmitir el partidismo de una generación a otra y cristalizar un sentimiento de
pertenencia en la mente de la gente a través de símbolos y hábitos. Sobre todo en las últimas
décadas, la frecuente asociación entre liberal/conservador y republicano/demócrata ha llevado a una
polarización de la política estadounidense que se asemeja a la tradicional distinción entre izquierda y
derecha, aunque en un grado moderado.
Los resultados de un novedoso estudio ejemplifican la función que pueden ejercer las
ideologías de izquierda y derecha y liberales y conservadoras a la hora de resumir las opciones y
juicios políticos. Los mismos resultados muestran que el grado en que la izquierda y la derecha
cumplen esta función puede diferir significativamente entre países, dependiendo de las
características del sistema político y de la trayectoria del país hacia la democracia. En países como
Australia, Chile, Alemania, Italia y España, la autoubicación ideológica izquierda-derecha predijo
mejor el voto que la autoubicación liberal-conservadora. Lo contrario ocurrió en Estados Unidos y
en Polonia, mientras que en el Reino Unido no se encontraron diferencias sustanciales.
El moderado grado de correlación entre izquierda/derecha y liberal/conservador sugiere que no
se solapan y que sus significados no son invariables entre los distintos sistemas políticos. Sin
embargo, el conjunto de valores políticos que limitan y distinguen las ideologías de izquierdas y
derechas y las liberales y conservadoras en Estados Unidos no difieren sustancialmente de los de
las demás democracias examinadas. Los patrones que encontramos en Polonia, en cambio,
concuerdan con otros hallazgos (Bardi y Schwartz, 1996; Schwartz et al., 2014) que apuntan a la
peculiaridad de los países poscomunistas.
En conjunto, estos resultados corroboran nuestra opinión de que la ideología de
izquierda/derecha sigue mereciendo una cuidadosa consideración, como dispositivo para que los
ciudadanos naveguen por la política y para que los estudiosos aborden, predigan y comparen las
preferencias políticas entre países. Debido a su dinamismo, las ideologías de izquierda y derecha
resisten el paso del tiempo.
Somos conscientes de las limitaciones de las conclusiones anteriores, pero creemos que la
convergencia de las muestras representativas y las muestras de conveniencia a la hora de transmitir
imágenes similares merecen una consideración especial.
La investigación es especialmente necesaria hoy en día, ante los retos del nuevo orden político
mundial y el descontento difuso de los ciudadanos con sus representantes políticos.
El transformismo de los políticos es un viejo malestar de los sistemas multipartidistas, no
menos que el de los sistemas bipartidistas, que la izquierda y la derecha pueden ayudar a contrastar
permitiendo a los ciudadanos exigir a sus representantes el cumplimiento de sus promesas, tanto
más cuanto más permitan el anclaje de ofertas y plataformas políticas que resuenen con sus
prioridades de valores.
82 Caprara y Vecchione
AGRADECIMIENTOS
La correspondencia relativa a este artículo debe dirigirse a Gian Vittorio Caprara, Universidad
Sapienza de Roma, Via G. Carini 71, 00152 Roma, Italia. Correo electrónico:
[email protected]
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La división ideológica entre izquierda y 85
Palabras clave: Confianza Social, Confianza Políti- Keywords: Social Trust, Political Confidence,
ca, Satisfacción con la Democracia, Capital Social. Satisfaction with Democracy, Social Capital.
RESUMEN ABSTRACT
Este artículo analiza las relaciones entre tres varia- This article examines the relations among three
bles fundamentales dentro de la literatura sobre ca- crucial variables within the literature o social capital. It
pital social. En él se discuten la conceptualización y discusses the conceptualization of each of them and
operacionalización empírica de cada una de ellas y how to make them operational, and analyzes their
se examinan sus relaciones mutuas y el papel de al- mutual interactions and the role of other classical
gunas variables básicas, como el asociacionismo, en variables, such as voluntary associations, in their
sus orígenes. Los datos utilizados proceden de las origins. The survey data come from the Citizenship,
* Este artículo es una versión más amplia del capítulo incluido en el libro de Jan W. van Deth, J. R. Montero y Anders West-
holm (eds.), Citizenship and Involvement in European Democracies: A Comparative Analysis (Londres: Routledge, 2007). Que-
remos agradecer a J. W. van Deth y a A. Westholm sus valiosas observaciones; a Harriet Brinton, de Routledege, las facilida-
des concedidas para su traducción, y a dos anónimos evaluadores de esta Revista sus comentarios y sugerencias. Debemos
expresar también nuestro agradecimiento a Josep Ventura por su traducción; al Ministerio de Educación y Ciencia (SEC2000-
0758-C02-01) y a la Comunidad de Madrid y a la Universidad Autónoma de Madrid (2006-9/SMD/001) por su apoyo económi-
co; al Centro de Investigaciones Sociológicas por su colaboración para la realización de la encuesta, y al Centro de Estudios
Avanzados en Ciencias Sociales, del Instituto Juan March, por sus extraordinarias facilidades para la investigación.
JOSÉ RAMÓN MONTERO, SONJA ZMERLI Y KEN NEWTON
encuestas del proyecto Citizenship, Involvement, Involvement, and Democracy project, undertaken in
and Democracy (CID), realizadas en 12 países euro- 12 European countries between 1999 and 2002. The
peos entre 1999 y 2002. Los hallazgos empíricos ca- empirical findings run in the opposite direction to the
minan en dirección contraria a los de buena parte de patterns established in most of the literature regarding
la literatura en lo que hace a las relaciones entre the relationships between social trust and political
confianza social y confianza política, entre confianza confidence, between social trust and satisfaction with
social y satisfacción con la democracia y sobre el pa- democracy, and the arguments supporting the idea
pel de las asociaciones voluntarias para la creación that voluntary associations create both social trust
de confianza social y política. Las implicaciones de and political confidence. The implications of these
estos hallazgos son metodológicas y sustantivas. findings are both methodological and substantive.
He gained his doctorate in law at the University of Santiago de Compostela, and is currently Professor of
Political Science at the Autonomous University of Madrid and at the Center for Advanced Studies in the
Social Sciences at the Juan March Institute, also in Madrid.
Sonja Zmerli
Doctora en Ciencia Política por la Universidad de Mannheim. Actualmente es Investigadora en Ciencia
Política y Sociología en la Universidad de Tecnología de Darmstadt y en la Universidad Johann Wolfgang-
Goethe de Francfort (Alemania).
She gained her doctorate in political science at the University of Mannheim, and is currently Research
Fellow in Political Science and Sociology at the Darmstadt University of Technology and the Johann
Wolfgang-Goethe University in Frankfurt (Germany).
Ken Newton
Doctor en Sociología por la Universidad de Cambridge, es Profesor Emérito de Ciencia Política y Re-
laciones Internacionales en la Universidad de Southampton (Reino Unido) y Profesor Visitante en el
Wissenschaftszentrum Berlin für Sozialforschung (WZB) de Berlín (Alemania).
He gained his doctorate in sociology at the University of Cambridge, and is currently Professor Emeritus
of Political Science and International Relations at the University of Southampton (United Kingdom) and
Visiting Professor at the Wissenschaftszentrum Berlin für Sozialforschung (WZB), in Berlin (Germany).
12
CONFIANZA SOCIAL, CONFIANZA POLÍTICA Y SATISFACCIÓN CON LA DEMOCRACIA
LA CONFIANZA Y LA POLÍTICA
Cuando el filósofo político John Dunn (1993: 641) afirmaba que «la confianza mutua se en-
cuentra en el núcleo de todos los procesos políticos», reiteraba un tema que se remonta, al
menos, a Thomas Hobbes y a John Locke, y que nos ha llegado a través de los escritos de
Tocqueville, Simmel, Tönnies, Durkheim, Weber, Parsons, Coleman y Luhmann1. En fechas re-
cientes, el tema ha sido reformulado con fuerza por los autores de la escuela del capital social.
De acuerdo con ellos, la confianza social (social trust) es el elemento central en un complejo
círculo virtuoso en el cual un conjunto de actitudes, como la mutualidad, la reciprocidad y la
confianza, se asocian con la participación social y la implicación en asuntos comunitarios y cí-
vicos; éstos contribuyen a construir las instituciones sociales y políticas necesarias para unos
gobiernos democráticos y eficientes; y éstos, a su vez, crean las condiciones en las cuales
pueden florecer la confianza social y política. En el nivel individual, la confianza es la piedra an-
gular, la respuesta directa que se encuentra asociada a un clima de confianza social que per-
mite a los ciudadanos cooperar entre sí, construir una identidad común y perseguir objetivos
comunes. En el nivel estructural, unas organizaciones comunitarias efectivas, y en especial las
asociaciones voluntarias, constituyen un presupuesto esencial y necesario para construir las
instituciones sociales, económicas y políticas de la sociedad democrática moderna.
En este artículo nos centraremos en tres elementos cruciales de este amplio y complejo
conjunto de afirmaciones: la confianza social, la confianza en las instituciones políticas y la
satisfacción con la democracia2. Dentro de los objetivos exploratorios en los que queremos
mantenernos, nuestra meta es doble. En primer lugar, investigaremos las relaciones entre
la confianza social y la confianza política, por un lado, y entre la confianza social y la satis-
facción con la democracia, por el otro. Si la confianza social es un fundamento importante
de la política, quienes confían deberían ser más proclives a expresar confianza en sus ins-
tituciones políticas, los Parlamentos, los tribunales, los gobiernos, los ayuntamientos, las
policías y los partidos políticos. Y si la confianza social es también un cimiento relevante del
gobierno democrático, quienes confían socialmente deberían ser proclives a expresar sa-
tisfacción con los rendimientos de la democracia en su país. ¿En qué medida la confianza
social, la confianza en las instituciones políticas y la satisfacción con la democracia están
relacionadas? O, por el contrario, ¿es el ciudadano socialmente desconfiado también un
1 No es necesario ni posible citar el creciente volumen de trabajos sobre la confianza social. Para trabajos recientes de carácter
general, véanse Luhmann (1979); Gambetta (1988a); Hardin (1991, 1993, 1996, 1998, 2002); Putnam (1995, 2000, 2002); Misz-
tal (1996); Seligman (1997); Braithwaite y Levi (1998); Hollis (1998); Van Deth y otros (1999); Warren (1999); Sztompka (2000);
Dasgupta y Serageldin (2000); Edwards, Foley y Diani (2001); Dekker y Uslaner (2001); O’Neill (2002), y Uslaner (2002).
2 Dado que en castellano existe sólo una palabra, confianza, para recoger las inglesas trust y confidence, en lo sucesivo ad-
jetivaremos confianza con los términos social (para trust) y política (para confidence); a veces, para evitar confusiones, reco-
geremos también los términos anglosajones entre paréntesis.
13
JOSÉ RAMÓN MONTERO, SONJA ZMERLI Y KEN NEWTON
Las investigaciones anteriores sobre estos temas sugieren que nuestros dos objetivos no
son en absoluto sencillos. A pesar de su larga y distinguida historia, la teoría que vincula
confianza social, implicación en la comunidad, pertenencia a organizaciones voluntarias,
confianza política y satisfacción con la democracia ha recibido un apoyo empírico sólo par-
cial e insuficiente, al menos en el nivel individual. Existen numerosos trabajos que conclu-
yen que la confianza social no está relacionada de forma intensa o consistente con la con-
fianza política o con la satisfacción con la democracia4. Estos trabajos ratifican la
conclusión de Kaase (1999: 13) de que «la relación estadística entre la confianza interper-
sonal (o social) y la confianza política es realmente pequeña». Por otra parte, ningún estu-
dio basado en encuestas recientes ha desvelado una asociación fuerte entre la confianza
social y la implicación cívica, o entre la confianza social y la pertenencia a asociaciones vo-
luntarias. Uslaner (2000-2001: 572 y 575), por ejemplo, no ha encontrado «ningún vínculo
entre la confianza social y la mayoría de formas de implicación cívica (...). A través de una
amplia variedad de encuestas, el mensaje es el mismo: en casi todos los casos, la confianza
social no es importante para la mayoría de formas de implicación cívica». Asimismo, Hooghe
(2003: 91-93) ha rechazado la idea de que la interacción con otros en una asociación vo-
luntaria lleve a niveles crecientes de confianza social generalizada. Algunos señalan que la
gente suele unirse a organizaciones porque, para empezar, confía en la organización
(Newton, 2001: 207; pero para un punto de vista diferente, véanse Putnam, 1993: 171-176,
y 1995: 666), mientras que otros sostienen que la participación en una organización puede
reforzar la confianza particularizada en gente como ellos mismos que se une a la organiza-
ción, pero no confianza generalizada en diferentes tipos sociales (Stolle, 2001).
3 Véanse Uslaner (1999: 128); Putnam (1995); Brehm y Rahn (1997); Stolle y Rochon (2001); Van Deth (1996); Torcal y Mon-
4 Véanse Wright (1976: 104-110); Craig (1993: 27); Putnam (1995: 665); Orren (1997); Hall (1999); Newton (1999a: 179-180);
14
CONFIANZA SOCIAL, CONFIANZA POLÍTICA Y SATISFACCIÓN CON LA DEMOCRACIA
Existe una cierta evidencia sobre la relación entre confianza social y pertenencia a una or-
ganización voluntaria. Pero es débil y desigual, significativa en algunos países, pero no en
otros; entre algunos grupos sociales, pero no entre otros, y para algunos tipos de organiza-
ciones, pero no para otros. La evidencia empírica no es tan robusta como para sostener los
argumentos de la teoría del capital social5. La evidencia es mayor, sin embargo, en lo rela-
tivo a la vinculación de la confianza social con las variables individuales que suele caracte-
rizar a los «triunfadores sociales», es decir, con la renta, el estatus social, la satisfacción
con el trabajo y la pertenencia a los grupos de la mayoría (Newton, 1999a; Delhey y New-
ton, 2003). Como escribe Putnam (2000: 138), «en prácticamente todas las sociedades, los
grupos desfavorecidos confían menos que los privilegiados, dado que probablemente los
últimos son tratados con mayor equidad y respeto». En este artículo, por lo tanto, espera-
mos encontrar que la confianza social esté asociada a indicadores de éxito y de bienestar.
Llegados a este punto, conviene formular una advertencia metodológica importante. Debe-
ríamos ser cuidadosos en distinguir entre investigación «de abajo arriba» en el nivel indivi-
dual, que tiene al individuo como unidad de análisis, e investigación «de arriba abajo»,
agregada, institucional o transversal, que compara países. La «hipótesis del “hacedor de
lluvia”» (Putnam, Pharr y Dalton, 2000: 26-27; Newton, 2001) sostiene que la confianza so-
cial y la confianza política deberían estar asociadas al menos en el nivel agregado de los
países, aunque puedan no estarlo en el nivel individual. En este artículo no tenemos espa-
cio para desentrañar todas sus interacciones, bien que debamos lidiar con las consecuen-
cias empíricas de la presencia o ausencia de una relación en el nivel individual o agregado
entre la confianza social y la política. De modo similar a como la lluvia cae tanto sobre los
justos como sobre los injustos, al margen de sus características individuales, un clima ge-
neral de confianza social puede beneficiar a todos los ciudadanos, con independencia de
que cada uno de ellos confíe socialmente o no. La confianza social es un recurso social o
colectivo y, hasta cierto punto, todos pueden beneficiarse de él, independientemente de
sus características individuales y de si en realidad confían o no.
5 Véanse, por ejemplo, Van Deth (1996); Dekker y Van den Broek (1995); Brehm y Rahn (1997); Knack y Keefer (1997: 1281-
1283); Stolle y Rochon (2001); Torcal y Montero (1999); Newton (1999b y 2001); Whiteley (1999: 40-41); Booth y Richard
(2001: 50); Paxton (2002), y Uslaner (2002: 128-135).
6 Véanse Putnam (1993: 111-115); Knack y Keefer (1997); Inglehart (1997); Newton y Norris (2000); Newton (2001); Paxton
(2002); Uslaner (2002: 217-248); Rothstein y Stolle (2003), y Delhey y Newton (2003).
15
JOSÉ RAMÓN MONTERO, SONJA ZMERLI Y KEN NEWTON
en las ciencias sociales los resultados deban ser necesariamente verificados en el nivel in-
dividual, la ausencia de una fuerte asociación individual tiende a debilitar, más que a refor-
zar, la teoría del capital social. Dado que la base de datos que utilizaremos contiene indica-
dores más sensibles y fiables de confianza social que la mayoría de los estudios
anteriores7, investigaremos su asociación con la confianza política y la satisfacción con la
democracia para confirmar o descartar aquellos hallazgos previos. Pero, antes de hacerlo,
debemos comenzar con la presentación básica de los conceptos y medidas de la confian-
za social, de la confianza política y de la satisfacción con la democracia. Como destacare-
mos más adelante, una buena parte del problema depende de los detalles de conceptuali-
zación y medición de estos tres elementos.
LA CONFIANZA SOCIAL
Russell Hardin (1999: 24) ha escrito que «no tiene mucho sentido discutir sobre el signifi-
cado esencial de la confianza: carece de un significado esencial. En su lugar, tiene una va-
riedad de significados que a menudo entran en conflicto». El mismo Hardin (1999: 26; cur-
sivas en el original) define la confianza social del modo siguiente: «Decir que yo confío en
ti en lo relativo a algún asunto significa que tengo razones para esperar que tú actúes de
acuerdo con mi interés respecto a dicho asunto, porque tienes buenas razones para ha-
cerlo, razones que se basan en mi interés... Tus intereses contienen mi interés». Por lo tan-
to, la confianza es «interés encapsulado» (véanse también Hardin, 1998: 12-15, y 2002:
cap. 1). En este sentido, puede decirse que existe confianza cuando A cree que B no le da-
ñará consciente o intencionadamente, en el peor de los casos, y que tratará de actuar en
su interés y protegerlo, en el mejor de los casos. Aquel enfoque y esta definición tienen el
mérito de estar cerca de la noción clásica de confianza como fidelidad y cumplimiento de
7 Hemos trabajado con las trece encuestas contenidas en el proyecto de investigación sobre Citizenship, Involvement, and
Democracy (CID), dirigido por Jan W. van Deth; para examinar las características de esas encuestas, realizadas en doce paí-
ses europeos entre 1999 y 2002, así como los objetivos o resultados de dicho proyecto, puede verse Westholm, Montero y Van
Deth (2007).
16
CONFIANZA SOCIAL, CONFIANZA POLÍTICA Y SATISFACCIÓN CON LA DEMOCRACIA
las promesas, y con su uso moderno como tener confianza o fe en los demás, y ser capaz
de depender de ellos: confío en las personas cuando creo que cumplirán su palabra y no
me asaltarán, engañarán, dañarán, mentirán o se aprovecharán de mí. Confiar significa
arriesgar mis intereses en manos de los demás. Esta concepción se acerca a la ya men-
cionada definición de Hardin (1998: 12-15) de confianza como «interés encapsulado», a la
sugerencia de Gambetta (1988b: 217) de que la confianza se construye sobre la creencia
de que los demás actuarán hacia nosotros de forma beneficiosa y no maliciosa, y a la su-
posición de Warren (1999: 311) de que la confianza implica intereses comunes y carencia
de malicia.
«En general, ¿diría usted que se puede confiar en la mayoría de la gente o que nun-
ca se es lo bastante prudente cuando trata uno con los demás?».
8 Para dos análisis distintos pero complementarios de las variedades de confianza, véanse Newton (1999b: 14-20) y Offe y
17
JOSÉ RAMÓN MONTERO, SONJA ZMERLI Y KEN NEWTON
neral. Pese a ello, existe un cierto desacuerdo sobre si se trata de una pregunta acertada,
bien como medida de confianza particular o como medida de confianza generalizada. No
obstante, la evidencia muestra que funciona razonablemente bien. Analizando una encues-
ta que contenía más de una docena de preguntas sobre en quién o en qué confía la gente,
Uslaner (2000-2001: 575 y 2002: 54) descubrió que la pregunta de Noelle-Neumann apun-
taba a la confianza en extraños, y concluía que la pregunta mide de hecho la confianza ge-
neralizada9.
En muchas encuestas comparadas (como las World Values Surveys o los Eurobaróme-
tros), la cuestión estándar de confianza general es la única que se utiliza. Pero, en realidad,
Rosenberg (1956) había ideado un indicador de tres preguntas, consistente en la pregunta
original de Noelle-Neumann más otras dos (que abordaban, respectivamente, la disposi-
ción a ayudar y la justicia). Su formulación literal es la siguiente:
«¿Diría usted que la mayoría de las personas mira exclusivamente por su propio in-
terés o procura ayudar a los demás?».
Rosenberg y otros han demostrado que las tres preguntas de este indicador forman una
sola medida de confianza y que sus resultados son razonablemente válidos y fiables10. De
ahí que hayamos empleado la escala de tres preguntas de Rosenberg en las encuestas del
proyecto CID, y pedido a los encuestados que valoren su confianza, o la falta de ella, en
una escala de once puntos (0-10) para cada una de esas preguntas11.
El análisis de componentes principales de las tres preguntas sobre confianza social reali-
zadas en los doce países y trece sociedades (con Alemania del Este como decimotercera
9 Existe alguna evidencia, aunque desde luego inconcluyente, de que la medida de confianza social se corresponde con la
probabilidad de que los ciudadanos actúen de un modo confiable. Un pequeño experimento, por el que se «perdieron varios
monederos con dinero» en distintas ciudades del mundo, mostró que los monederos eran más susceptibles de ser devueltos
a la policía en ciudades con un mayor nivel de confianza social, medido a través de la pregunta estándar; cf. Knack y Keefer
(1997: 1257). De forma similar, el experimento conducido por Yamagishi (1988) descubrió una acusada correspondencia entre
actitudes de confianza y un comportamiento acorde con éstas.
10 Aunque Rosenberg la denominó como «escala de misantropía», es claro que depende en gran medida de la confianza y
que hubiera podido también ser conocida como «escala de confianza». De hecho, el propio Rosenberg la llamó escala de la
«fe en la gente» en sus artículos de 1956 y 1957. Por otra parte, hay que mencionar que, en Estados Unidos, la General So-
cial Survey ha estado también utilizando el indicador con tres preguntas de Rosenberg, pero sólo con dos posibilidades de
respuesta (Sí/No); véanse Brehm y Rahn (1997: 1008) y Uslaner (2002: 68-74).
11 Para un indicador diferente, que emplea cinco ítems como indicadores de creencias sobre confianza, fe en la cooperación
y reglas o normas de interacciones sociales, cf. Evans y Letki (2006: 133 ss.).
18
CONFIANZA SOCIAL, CONFIANZA POLÍTICA Y SATISFACCIÓN CON LA DEMOCRACIA
sociedad) cubiertos en nuestro proyecto revela que el indicador es relevante en todos ellos
(tabla 1). El componente único —conocido aquí como «confianza general»— explica entre
un 59 y un 78 por ciento de la varianza, mostrando la existencia de una dimensión subya-
cente única y robusta. Por consiguiente, a pesar del argumento teórico sobre el concepto de
confianza social generalizada, el componente único que emerge de este análisis de las tres
preguntas de la escala de Rosenberg es un indicador apropiado y sencillo. La tabla 2 clasifi-
ca nuestras trece sociedades en términos de su puntuación media para las tres preguntas
de confianza. No presenta sorpresas. Los tres países nórdicos la encabezan, y los tres paí-
ses del Este de Europa, junto a España, Alemania Oriental y Eslovenia, se encuentran al fi-
nal, con Holanda, Suiza, Portugal y Alemania Occidental en la parte media de la tabla.
TABLA 1
Porcentaje
Confianza Disposición de la varianza
País general a ayudar Justicia Eigenvalue explicado
a Tanto en ésta como en las restantes tablas de este artículo, los datos proceden del proyecto sobre Citizenship, Involvement,
and Democracy; cf. Westholm, Montero y Van Deth (2007). Más particularmente, los datos españoles proceden de la encuesta
2450 del Centro de Investigaciones Sociológicas, realizada en marzo-abril de 2002 y en colaboración con la Universidad Autó-
noma de Madrid, a una muestra nacional de 4.252 entrevistas como parte del proyecto sobre Ciudadanía, implicación y de-
mocracia en España (CIDE); puede verse al respecto el libro de Montero, Font y Torcal (2006).
19
JOSÉ RAMÓN MONTERO, SONJA ZMERLI Y KEN NEWTON
TABLA 2.
a La medida consiste en un índice aditivo (la media de valores válidos) basado en las tres preguntas sobre confianza social; el
Estamos de acuerdo con los investigadores que sostienen que el término trust debería
reservarse para las actitudes hacia los individuos, y que el de confidence debería ser apli-
cado a las instituciones12. Mientras que la confianza social (trust) pertenece a la esfera pri-
vada y es una característica de las relaciones personales basadas en las experiencias y
los conocimientos de primera mano, la confianza política (confidence) pertenece a la esfe-
ra pública y política y se construye en base a fuentes secundarias, en especial a los me-
dios de comunicación de masas (Newton, 1999a: 179). En lo que queda del artículo segui-
remos, pues, ese criterio diferenciador entre la confianza (social) en la gente y la confianza
(política) en las instituciones.
12 Véanse, por ejemplo, Luhmann (1979: 39, y 1988); Giddens (1990: 114); Seligman (1997: 16-22); Offe (1999: 44-45), y Har-
din (2000: 33-35). Para una posición contraria, Paxton (1999: 105-106).
20
CONFIANZA SOCIAL, CONFIANZA POLÍTICA Y SATISFACCIÓN CON LA DEMOCRACIA
Como indicador empírico, casi todos los estudios se suman a la práctica de las World
Values Surveys y del Eurobarómetro cuando utilizan la siguiente pregunta:
«Por favor, mire esta tarjeta y dígame, para cada una de estas instituciones, en qué
medida confía usted en cada una de ellas».
Los ítems varían de un cuestionario a otro. El del CID preguntaba sobre un conjunto de
diez instituciones públicas: la policía, los funcionarios, los tribunales, los ayuntamientos, los
partidos políticos, los políticos, el Parlamento, el gobierno y dos organismos internaciona-
les como la Unión Europea (UE) y la Organización de Naciones Unidas (ONU). Como
nuestro principal objetivo es la política nacional, hemos descartado la UE y la ONU y nos
hemos concentrado en las ocho instituciones políticas internas13. De modo similar a las
preguntas sobre confianza social, el cuestionario CID pedía a los encuestados que respon-
dieran a las preguntas sobre confianza política en una escala de once puntos, mientras
que las World Values Surveys y el Eurobarómetro utilizan una escala de cuatro puntos.
Un análisis de componentes principales de las respuestas a las ocho preguntas revela una
única dimensión en la mayoría de países (tabla 3)14. Parece, pues, que la confianza política
se encuentra completamente interrelacionada, de forma que la confianza en cualquiera de
las instituciones se repite en todas las demás15. En general, las cargas factoriales son rele-
13 Un análisis de componentes principales de todas y cada una de las diez instituciones (nacionales e internacionales) produ-
ce o bien un solo factor de confianza política, o dos de ellos, uno de los cuales depende intensamente de las instituciones in-
ternas y el otro de las internacionales; véase también Denters, Gabriel y Torcal (2007).
14 Suiza, Portugal y Alemania Occidental presentan resultados diferentes, puesto que surgen dos factores que se dividen cla-
ramente entre confianza en las instituciones políticas y el gobierno (los políticos, los partidos y el gabinete) y en las institucio-
nes públicas no políticas (tribunales, funcionarios, policía y ayuntamientos). Pero, dado que esos tres casos desviados se en-
cuentran en la línea fronteriza basada en el criterio de Kaiser (el primer factor explica entre un 52 y un 59% de la varianza y el
segundo sólo entre un 13 y un 1%), en este artículo trabajaremos con un solo factor.
15Este hallazgo es coherente con los resultados de otras investigaciones; véanse, por ejemplo, Listhaug (1998); Norris (1999:
222); Bouckhaert y Van de Walle (2001), y Christensen y Laegreid (2002).
21
22
Análisis de componentes principales de la confianza en las instituciones en doce países europeos, 1999-2002a
Los políticos 0,76 0,72 0,84 0,84 0,81 0,88 0,83 0,83 0,79 0,83 0,80 0,86 0,77
El gobierno 0,82 0,88 0,85 0,83 0,77 0,86 0,86 0,85 0,75 0,85 0,73 0,85 0,79
Los partidos 0,78 0,81 0,81 0,84 0,81 0,87 0,85 0,82 0,80 0,86 0,71 0,82 0,74
El Parlamento 0,85 0,88 0,87 0,86 0,86 0,87 0,89 0,88 0,81 0,89 0,81 0,87 0,83
Los tribunales 0,70 0,76 0,69 0,78 0,75 0,70 0,87 0,74 0,72 0,83 0,75 0,71 0,72
Los funcionarios 0,79 0,83 0,73 0,79 0,81 0,80 0,86 0,81 0,75 0,86 0,82 0,76 0,76
La policía 0,60 0,72 0,57 0,72 0,64 0,65 0,73 0,64 0,57 0,73 0,74 0,62 0,66
Los ayuntamientos 0,71 0,70 0,71 0,70 0,62 0,69 0,75 0,74 0,56 0,74 0,68 0,72 0,69
Eigenvalue 4,56 4,98 4,64 5,08 4,65 5,06 5,53 5,04 4,19 5,46 4,59 4,87 4,43
Porcentaje de varianza explicado 57,00 62,00 58,00 64,00 58,00 63,00 69,00 63,00 52,00 68,00 57,00 61,00 55,00
KMO 0,88 0,90 0,87 0,89 0,88 0,91 0,91 0,90 0,85 0,91 0,90 0,90 0,87
a Las cifras son cargas sobre el primer componente. El criterio de Kaiser produce una solución unidimensional en todos los países excepto en Dinamarca. KMO es la me-
dida Kaiser-Mayer-Olkin, que indica hasta qué punto las variables incluidas en el modelo se ajustan a los criterios subyacentes. Los valores de KMO van de 1,0 (ajuste ex-
celente) hasta 0,5 o menos (ajuste pobre).
CONFIANZA SOCIAL, CONFIANZA POLÍTICA Y SATISFACCIÓN CON LA DEMOCRACIA
TABLA 4
a La medida consiste en un índice aditivo (la media de los valores válidos) basado en las ocho preguntas sobre confianza en
las instituciones. El índice va de 0 a 1. Los países se encuentran ordenados de acuerdo a su confianza política media.
«En general, ¿está usted muy satisfecho, bastante satisfecho, no muy satisfecho o
nada satisfecho con el funcionamiento de la democracia en [nombre del país]?».
23
JOSÉ RAMÓN MONTERO, SONJA ZMERLI Y KEN NEWTON
TABLA 5
Nivel medio y dispersión de la satisfacción con la democracia en doce países europeos, 1999-2002a
a La satisfacción con la democracia se mide en un escala de cuatro puntos con valores entre 0 y 1. Los países están ordena-
Los resultados son los que cabría esperar. Dinamarca, Holanda, Suecia y Alemania Occi-
dental encabezan la tabla, y Portugal, Eslovenia, Rumanía, Rusia y Moldavia la cierran; las
democracias consolidadas están al principio de la lista, mientras que las más jóvenes se
encuentran al final. Esta distribución no es sorprendente: la misma pauta está recogida en
muchos estudios a lo largo de las dos últimas décadas (Schmitt, 1983; Kuechler, 1991;
Klingemann, 1999). No obstante, frente al consenso general sobre la construcción de la
pregunta y la coherencia de los resultados, existe un cierto debate acerca de la relación de
esos resultados con el apoyo a la democracia. Muchos académicos han puesto en cuestión
la clásica distinción de Easton (1965: 267-268) entre apoyo específico y difuso, argumen-
tando que los ciudadanos no perciben la diferencia entre ambos tipos de apoyo y que no
distinguen entre el apoyo básico a la democracia y la evaluación del gobierno de turno, lo
que en términos empíricos significa que lo segundo puede ser interpretado como una ma-
nifestación de lo primero.
24
CONFIANZA SOCIAL, CONFIANZA POLÍTICA Y SATISFACCIÓN CON LA DEMOCRACIA
65). Por otra parte, la satisfacción política (Easton, 1965: 406) o, en el sentido negativo, el
descontento político se encuentran en otra dimensión, consistente en los juicios de los ciu-
dadanos sobre el comportamiento diario de los líderes políticos y el funcionamiento de los
procesos e instituciones gubernamentales (Kornberg y Clarke, 1992: 20). La satisfacción
con la democracia, por lo tanto, comprende el conjunto de percepciones relativas a la ca-
pacidad de un determinado sistema político para solucionar problemas considerados espe-
cialmente importantes. La satisfacción política, o su contrario, nace de la evaluación por
parte de los ciudadanos del rendimiento del régimen o de las autoridades, así como de sus
resultados políticos, y expresa su desagrado hacia un objeto social o político significativo.
En otras palabras, la insatisfacción política es un rechazo general de los objetos políticos
que no cumplen los estándares que los ciudadanos establecen para ellos (Di Palma, 1970:
30; Farah, Barnes y Heunks, 1979; Norris, 1999).
Mientras que la legitimidad democrática (o el apoyo difuso a la democracia) tiende a ser es-
table a lo largo del tiempo, la insatisfacción fluctúa de acuerdo con las políticas guberna-
mentales, la situación de la sociedad, el estado de la economía y el rendimiento de las
principales instituciones políticas. Y dado que se centra en los líderes políticos partidistas y
en los gobiernos que lideran, no es sorprendente descubrir que, manteniendo inalterados
el resto de factores, los ciudadanos que apoyan al partido que gobierna son más positivos
en sus valoraciones que quienes lo hacen a los partidos de la oposición.
Para examinar la asociación entre confianza social y confianza política, hemos realizado
correlaciones entre el factor extraído de la escala de confianza social de las tres preguntas
de Rosenberg y el factor obtenido de las ocho preguntas de confianza en las instituciones
públicas. Los resultados son tan inusuales como sorprendentes (tabla 6). En contraste con
prácticamente todos los numerosos estudios publicados hasta la fecha, y en contra de
nuestras propias expectativas, existe una correlación significativa entre la confianza social
y la confianza en las instituciones políticas. Estos resultados son, además, consistentes y
robustos: todas las correlaciones son significativas al 0,001, y son también elevadas en
casi todos los países, excepto en Alemania Oriental. Dada la falta de precedentes, estos
resultados son intrigantes. Y dada su potencial importancia teórica para la teoría del capital
social, vale la pena analizarlos en mayor profundidad.
¿Son estos resultados simplemente un artefacto estadístico originado por nuestro indica-
dor de confianza? Para eliminar esta posibilidad, hemos llevado a cabo un segundo con-
junto de correlaciones simples, esta vez entre el indicador de confianza social y la confian-
25
JOSÉ RAMÓN MONTERO, SONJA ZMERLI Y KEN NEWTON
TABLA 6
Correlaciones entre confianza social y confianza política en doce países europeos, 1999-2002a
País R de Pearson N
a Las medidas correlacionadas son los factores únicos obtenidos del análisis de componentes principales de confianza social
y de confianza en las instituciones. Todas las correlaciones son estadísticamente significativas a un nivel de 0,001. Los países
están ordenados por los coeficientes de correlación.
za en cada una de las diferentes instituciones políticas. Dado que ello arroja un total de 104
correlaciones simples (ocho instituciones en trece sociedades), no hemos reproducido
aquí los resultados por la falta de espacio. Pero basta decir que 97 de las correlaciones son
significativas al 0,001, cuatro lo son al 0,01, dos al 0,05 y sólo una no es significativa. Los
resultados difícilmente podrían ser más claros o más coherentes: parece existir una fuerte
asociación entre la confianza social y la confianza en las instituciones políticas en todas y
cada una de las trece sociedades cubiertas por el proyecto CID.
Tenemos ante nosotros, pues, una contradicción. Reiteremos una vez más que, contraria-
mente a los estudios anteriores, hemos encontrado una asociación estadísticamente signi-
ficativa y a menudo sustancial en el nivel individual entre la confianza social y la confianza
política. ¿Cómo cabe explicarla? La respuesta no parece encontrarse en la secuencia de
preguntas de los distintos cuestionarios CID. Aunque el orden de las preguntas puede afec-
tar en cierta medida a los resultados, es difícil creer que tenga un efecto tan fuerte16. Exis-
ten dos posibles explicaciones metodológicas para estos inusuales hallazgos.
16 El orden de las preguntas es generalmente consistente en el núcleo común de los cuestionarios de las 13 encuestas del
CID, bien que en algunos países varía de una encuesta a otra, y en algunas encuestas de una recogida de datos a otra. Pero
no es probable que dicha variabilidad entre encuestas y entre países explique los resultados sistemáticamente débiles y esta-
dísticamente no significativos de las asociaciones entre confianza social y confianza política en casi todas las demás encues-
tas realizadas con anterioridad a las de nuestro proyecto.
26
CONFIANZA SOCIAL, CONFIANZA POLÍTICA Y SATISFACCIÓN CON LA DEMOCRACIA
2. La precisión de los indicadores. El cuestionario de las encuestas CID pedía a los en-
cuestados que expresaran sus respuestas sobre confianza social mediante una escala de
once puntos. Es probable que ello ofrezca una medida de confianza más precisa que las
habituales escalas de valoración, mucho más reducidas17. Como han escrito Krosnick y Fa-
brigar (1997: 144), «hay varias razones para creer que más puntos en la escala serán ge-
neralmente más efectivos que menos puntos. (...) Más puntos en la escala permiten al in-
vestigador hacer distinciones más sutiles entre las actitudes de los individuos hacia un
mismo objeto. Así, las escalas más amplias tienen el potencial de aportar información más
útil».
Aunque la falta de espacio nos impide investigar a fondo estas posibilidades, podemos al
menos efectuar algunas sugerencias sobre el número y la precisión de los indicadores. Al-
gunas encuestas (como las World Values Surveys, por ejemplo) emplean una sola pregun-
ta sobre confianza social y ofrecen a los encuestados la opción dicotómica «Sí/No» para
contestar18. Esas mismas encuestas codifican las respuestas a la preguntas sobre confian-
za política en una escala de cuatro puntos («mucho», «bastante», «poco» y «nada») y sue-
len limitarse a seleccionar como indicador de confianza política la relativa a la existente en
el Parlamento. ¿Es posible que la escala de puntuación de once puntos discrimine de for-
ma más sensible los distintos grados de ambos tipos de confianza, y que quizás el factor
de confianza social de tres preguntas y el factor de confianza política de ocho preguntas
sean mejores medidas que las preguntas únicas utilizadas en otros estudios?
Para comprobar esta posibilidad hemos reanalizado nuestros datos, pero ahora tratando
de que se aproximaran a los tipos de medidas y escalas de medición empleados en otras
17 Existe una explicación adicional. Dada la propensión natural de las escalas de once puntos, es concebible que los encuesta-
dos que se consideren a sí mismos tipos «promedio», o se vean como radicales en los límites de la sociedad y en la política,
hayan marcado los mismos puntos de forma sistemática en las distintas escalas y que, por consiguiente, hayan proporcionado
un cierto grado de asociación espuria a sus respuestas. Estamos agradecidos a Willem Saris por plantearnos esta posibilidad.
18 Como ya hemos indicado, la pregunta demandaba en qué medida puede confiarse en la mayoría de las personas o, por el
contrario, «nunca se es lo bastante prudente cuando se trata con los demás»
27
JOSÉ RAMÓN MONTERO, SONJA ZMERLI Y KEN NEWTON
encuestas. Hemos cambiado una variable cada vez, para así identificar mejor qué cambios
tienen qué tipo de efectos en los resultados. En primer lugar, hemos empleado la usual pre-
gunta de confianza social de Noelle-Neumann (en lugar del factor derivado de la escala de
tres preguntas) y la hemos correlacionado con el factor de la confianza política en las insti-
tuciones derivado de nuestras ocho preguntas, ambas con una escala de medición de
once puntos. En segundo lugar, hemos correlacionado la pregunta única de confianza so-
cial en una escala de once puntos y una única pregunta de confianza en el Parlamento,
también en una escala de once puntos. En tercer lugar, hemos recodificado nuestras esca-
las empleando la pregunta de confianza social en forma dicotómica y reduciendo la pre-
gunta única de confianza en el Parlamento a una escala de cuatro puntos similar a la usa-
da por las World Values Surveys19. Si es cierto que los indicadores y las escalas explican la
diferencia entre nuestros resultados y los otros, entonces cabría esperar que las correlacio-
nes entre confianza social y confianza política se fueran reduciendo cuanto más nos apro-
ximemos a las medidas menos refinadas y a las escalas de medición más reducidas de
otros estudios.
La tabla 7 muestra que eso es exactamente lo que pasa. Las correlaciones se reducen
de forma constante al desplazarnos desde las medidas más refinadas de la encuesta
CID (incluidas en la primera columna) hasta las menos refinadas (mostradas en la últi-
ma columna). Alemania Oriental es la única excepción a esta pauta. Aunque las correla-
ciones siguen siendo estadísticamente significativas en todos los casos de la última co-
lumna, en ocho de las trece sociedades cae hasta la mitad o menos de su tamaño
original.
19 Estamos agradecidos a Michael Braun (del Zentrum für Umfragen, Methoden und Analisen [ZUMA], de la Universidad de
28
TABLA 7
Correlaciones entre diferentes medidas de confianza social y confianza política en doce países europeos, 1999-2002a
Pregunta única de confianza Preguntas únicas de confianza Preguntas únicas y simplificadas
social y factor de confianza social y de confianza de confianza social y de
Escalas completasb políticac en el Parlamentod confianza en el Parlamentoe
do de las ocho preguntas sobre confianza, basado también en escalas de once puntos.
d Las preguntas únicas de confianza social y de confianza en el Parlamento se refieren a una sola pregunta de confianza social, con una escala de once puntos, y una úni-
ca pregunta sobre confianza en el Parlamento, también con una escala de once puntos.
e Las preguntas únicas y simplificadas de confianza social y de confianza en el Parlamento se refieren a las medidas descritas en la nota (c) anterior, pero con la primera
dicotomizada y la segunda transformada en escala de cuatro puntos para asemejarse así a los indicadores contenidos en las World Values Surveys. En la pregunta sobre
confianza social, los valores del 0 al 6 fueron contados como 0, y los de 7 a 10 como 1. En la pregunta sobre confianza en el Parlamento, los valores entre 0 y 2 fueron con-
tados como 1, entre 3 y 5 como 2, entre 6 y 8 como 3, y entre 9 y 10 como 4.
f Las correlaciones medias ponderadas consisten en la suma de los coeficientes de cada país multiplicada por sus números de casos y dividida por el número total de casos.
29
JOSÉ RAMÓN MONTERO, SONJA ZMERLI Y KEN NEWTON
20 En experimentos que emplean el enfoque Multi-Trait, Multi-Method en las preguntas sobre confianza social del CID, lleva-
dos a cabo para las encuestas piloto de la European Social Survey de 2002 en Gran Bretaña y en Holanda (que resultaron te-
ner exactamente los mismos indicadores), Saris y Gallhofer (2003: 10) descubrieron que en ambos países «la elección limita-
da a una escala de dos puntos es definitivamente peor (…) que la escala de once puntos en lo relativo a la validez».
21 Rothstein (2002: 320) informa de un experimento similar en cuatro encuestas suecas llevadas a cabo anualmente desde
1996, y con similares resultados positivos. Y Jagodzinski y Manabe (2004) dan cuenta de una comparación entre la pregunta
habitual de confianza social y la incluida en un módulo sobre religión del ISSP en 1998, en el que la pregunta contenía cuatro
ítems, que iban desde el positivo de «Casi siempre puede confiarse en la gente» hasta el negativo de «Nunca se es lo bas-
tante prudente cuando se trata con los demás»; sus resultados no son, sin embargo, concluyentes.
30
CONFIANZA SOCIAL, CONFIANZA POLÍTICA Y SATISFACCIÓN CON LA DEMOCRACIA
TABLA 8
Correlaciones entre diferentes medidas de confianza social y de confianza política en Moldavia, Rumanía y España, 2001-2002a
Medidas correlacionadas r N r N r N
Puntuación factorial de confianza social (tres ítems) y puntuación factorial de confianza política
(ocho ítems) 0,25 3.435 0,29 1.040 0,38 1.034
Sólo una pregunta de confianza social (con una escala de once puntos) y puntuación factorial
de confianza política (ocho ítems) 0,16 3.496 0,25 1.079 0,32 1.058
Sólo una pregunta de confianza social (con una escala de once puntos) y una sola pregunta
de confianza en el Parlamento (con una escala de once puntos) 0,16 3.743 0,20 1.162 0,27 1.138
Sólo una pregunta única de confianza social (con una escala de once puntos) y pregunta única
de confianza en el Parlamento (con una escala de cuatro puntos)b 0,15 3.743 0,20 1.162 0,25 1.138
Pregunta única de confianza social (en forma dicotómica) y puntuación factorial de confianza
política (ocho ítems) 0,11 3.400 0,17 1.056 0,23 1.052
Pregunta única de confianza social (en forma dicotómica) y sólo una pregunta de confianza
en el Parlamento (con una escala de once puntos) 0,12 3.634 0,15 1.136 0,18 1.132
Pregunta única de confianza social (en forma dicotómica) y sólo una pregunta de confianza
en el Parlamento (con una escala de cuatro puntos)b 0,11 3.634 0,15 1.136 0,17 1.132
TABLA 9
a En todas las encuestas, la confianza social ha sido medida a través de la misma pregunta dicotómica. En las World Values
Surveys, la confianza en el Parlamento ha sido medida mediante una única pregunta, que emplea una escala de cuatro pun-
tos. En la del CID, la confianza en el Parlamento fue medida a través de una pregunta que emplea una escala de once puntos,
simplificada a una escala de cuatro puntos, según lo indicado en la nota (e) de la tabla 7.
b Los niveles de significatividad estadística son los siguientes: ** = 0,001; * = 0,01.
22 Véanse Putnam (1993) e Inglehart (1997: 180-187). Sin embargo, Uslaner (2002: 218) se pregunta si «las sociedades de-
mocráticas son sociedades que confían». Hay que destacar que tanto Uslaner como Inglehart basan sus conclusiones en da-
tos agregados comparados de varios países, no en el tipo de datos individuales de los que nos estamos ocupando en este ar-
tículo.
23 En España, donde el coeficiente (r de Pearson) alcanza el mismo valor que en Alemania Oriental, el elevado nivel de signi-
ficatividad estadística se debe probablemente al gran número de casos de su encuesta.
32
CONFIANZA SOCIAL, CONFIANZA POLÍTICA Y SATISFACCIÓN CON LA DEMOCRACIA
TABLA 10
a Todas las correlaciones son estadísticamente significativas en el nivel de 0,01 y, con la excepción de Alemania Oriental en
lo relativo a confianza social, también en el 0,001. La información sobre las medidas empleadas está recogida en las notas (a)
de las tablas 5 y 6.
Las conclusiones a esta parte del artículo son tan simples y directas como estadísticamen-
te claras. Las mejores medidas, por más fiables y refinadas, que tenemos sobre confianza
social, confianza política y satisfacción con la democracia muestran una estrecha relación
entre ellas en el nivel individual, y además de forma estadísticamente significativa. Hasta
este punto, nuestros resultados son coherentes con los argumentos de la teoría del capital
social, al menos en lo que hace al nivel individual de los ciudadanos.
Hasta ahora hemos presentado sólo correlaciones bivariadas. ¿Hasta qué punto resisten
nuestros hallazgos la prueba más exigente de las regresiones multivariadas? ¿Y qué nos
dicen éstas acerca de los orígenes de nuestras variables dependientes? En la última sec-
ción de este artículo trataremos de dar respuesta a estas preguntas con tres regresiones
multivariadas básicas sobre confianza social, confianza política y satisfacción con la demo-
cracia. Para la selección de variables independientes hemos combinado consideraciones
33
JOSÉ RAMÓN MONTERO, SONJA ZMERLI Y KEN NEWTON
teóricas, empíricas y pragmáticas. Para empezar, hemos tenido en cuenta algunas explica-
ciones empíricas recientes de cualquiera de nuestras tres variables dependientes, la mayo-
ría haciendo uso de datos de encuesta en el nivel individual y analizando sólo esporádica-
mente todo el conjunto completo de relaciones recíprocas que estas variables pueden
tener entre ellas. Aunque los tipos de modelos y de variables operativas de esos estudios
son bastante dispares, muchos contienen un núcleo común para explicar las fuentes de
confianza social en el que al menos están incluidas las características de la personalidad y
de las experiencias vitales de los individuos. Entre ellas se encuentran las de la renta, el
estatus social, la pertenencia a un grupo mayoritario, la satisfacción con el trabajo, el opti-
mismo y los indicadores de felicidad subjetiva, bienestar económico, confianza económica
y satisfacción vital. Todas ellas conforman un síndrome habitualmente interconectado de
variables individuales, por lo que hemos seleccionado la satisfacción vital como un indica-
dor suficientemente expresivo de ellas. La participación en asociaciones voluntarias (la
pertenencia, el activismo o una medida compuesta) es también una variable individual de
la que frecuentemente se señala su estrecha relación con la confianza social, al igual que
los vínculos e identificaciones con un tipo determinado de comunidad24.
Respecto a los orígenes de la confianza política, los estudios recientes han solido centrar-
se en explicaciones basadas en el capital social o en la psicología social (incluida la con-
fianza social), de una parte, o en teorías políticas o institucionales (incluyendo variables in-
dividuales o agregadas, como la satisfacción con la democracia), de otra25. Finalmente, las
fuentes de satisfacción con la democracia han sido analizadas a través de una mezcla de
variables que han medido el voto y las preferencias partidistas, la confianza en el gobierno
y en los líderes políticos, las actitudes políticas de los ciudadanos y las características ins-
titucionales de sus países, el rendimiento económico y la valoración de las políticas públi-
cas, las expectativas de los ciudadanos y los años de democracia26.
24 Véanse, por ejemplo, Whiteley (1999), que añade algunas creencias normativas y códigos morales de los individuos;
Delhey y Newton (2003), que añaden satisfacción con la democracia, otros rasgos de la personalidad y redes de amigos; y
Freitag (2003), que añade valores morales y confianza en las instituciones políticas.
25 Véanse, por ejemplo, Listhaug y Wiberg (1995), que también añaden ideología, interés político, posmaterialismo y una me-
dida subjetiva de satisfacción con la propia vida; Newton y Norris (2000), que añaden activismo voluntario; Rohrschneider y
Schmitt-Beck (2003), que añaden valores políticos; y Brehm y Rahn (1997), que presentan un modelo estructural de confianza
en el gobierno, confianza social e implicación cívica.
26Véanse, por ejemplo, Clarke, Dutt y Kornberg (1993); Anderson (1998), que también tiene en cuenta la confianza social;
Anderson y Guillory (1997); Anderson y Tverdova (2001); y, desde un punto de vista complementario, Mishler y Rose (2001).
34
CONFIANZA SOCIAL, CONFIANZA POLÍTICA Y SATISFACCIÓN CON LA DEMOCRACIA
27 En las tablas 12, 13 y 14 hemos explorado, entre otras cosas, el efecto de tres aspectos distintos de la implicación social.
La tabla 12 representa la influencia de ser miembro en cualquiera de las asociaciones voluntarias incluidas en los cuestiona-
rios del CID. El impacto de la afiliación a distintos tipos de organizaciones es analizado en la tabla 13; cf. al respecto Badescu
y Neller (2007). Finalmente, en la tabla 14 presentamos los efectos de distintos componentes de la participación asociativa, a
saber, si el encuestado es miembro, ha participado en alguna actividad, ha donado dinero, ha llevado a cabo trabajo volunta-
rio y si tiene amigos personales dentro de una organización; cf. Morales y Geurts (2007). La satisfacción con la propia vida
consiste en una escala de once puntos que indica hasta qué punto el encuestado se encuentra, en general, satisfecho con su
vida. El apego a la comunidad y el apego al municipio consisten en escalas de once puntos que indican hasta qué punto el en-
cuestado siente apego hacia su vecindario o pueblo (una entidad social), por un lado, y hacia su municipio o localidad (una en-
tidad política), por el otro. El tamaño de la localidad abarca desde la rural hasta la gran ciudad (más de 500.000 habitantes). La
exposición a la televisión se basa en el número medio de horas por día que el encuestado dedica a ver la televisión.
28Para un análisis más amplio, que incluye a los 21 países de la primera ola de la European Social Survey, realizada en
2003, y que confirma esta fuerte y sistemática relación entre confianza social y confianza política en los niveles individuales,
pueden verse los trabajos de Zmerli (2004) y de Zmerli y Newton (2007).
29 Véanse, por ejemplo, entre muchos otros, Newton (1999a: 179-184; 2001: 211-212), y Newton y Norris (2000: 65) para la
falta de relación entre confianza social y confianza política; y Putnam (1995: 73), Stolle (1998: 522), Stolle y Rochon (2001:
131) y Torcal y Montero (1999: 184) para la asociación entre confianza social y pertenencia a organizaciones voluntarias;
véanse asimismo Freitag (2003: 957-958) y Whiteley (1999: 39) para hallazgos similares a los nuestros.
30Sobre estos puntos, véanse Brehm y Rahn (1997: 1019); Uslaner (2002: 84-86); Whiteley (1999: 39); Wuthnow (2002: 86), y
Delhey y Newton (2003: 110-111).
35
36
Estadísticos descriptivosa
Alemania Alemania Dina-
Occidental Oriental marca Eslovenia España Holanda Moldavia Noruega Portugal Rumanía Rusia Suecia Suiza
Variables M Dt M Dt M Dt M Dt M Dt M Dt M Dt M Dt M Dt M Dt M Dt M Dt M Dt
Confianza socialb 5,0 2,3 4,2 2,8 6,7 2,1 5,0 2,6 4,7 2,1 6,2 1,9 4,2 2,3 6,5 2,1 5,5 2,2 4,2 2,8 3,9 3,1 6,4 2,6 5,8 2,7
Confianza políticac 6,0 1,5 5,3 1,8 5,9 1,5 4,9 2,1 4,5 1,8 5,9 1,4 3,4 2,2 5,2 1,7 4,6 1,7 4,4 2,5 3,3 2,1 5,5 1,7 5,5 1,8
Satisfacción con democraciad 2,9 0,7 2,4 0,7 3,1 0,6 2,3 0,7 2,6 0,7 3,0 0,6 1,7 0,6 2,7 0,6 2,3 0,7 2,0 0,7 1,9 0,8 2,9 0,6 2,7 0,7
Satisfacción con vidad 7,9 1,7 7,1 2,0 8,1 1,8 7,7 1,8 7,5 1,8 8,0 1,3 4,7 2,6 7,6 1,9 7,5 1,5 5,3 2,8 4,5 2,7 8,1 1,8 8,2 1,7
Apego a la comunidade 7,5 2,3 7,3 2,4 6,7 2,7 7,4 2,8 7,7 2,3 6,6 2,3 7,9 2,6 6,4 2,8 7,9 2,2 8,4 2,5 6,6 3,3 7,0 2,7 6,5 2,7
Apego a la localidade 7,4 2,2 7,3 2,3 6,5 2,6 7,2 2,7 8,1 2,1 6,4 2,3 8,0 2,4 6,6 2,6 7,8 2,2 8,5 2,3 6,4 3,3 7,0 2,6 6,3 2,7
Tamaño de la localidadf 4,8 2,2 5,4 2,0 5,3 2,3 6,5 1,6 4,5 2,2 5,9 1,2 6,3 2,8 5,1 2,9 5,3 2,4 5,8 3,0 4,1 2,7 5,4 2,3 5,7 1,4
Nivel de educacióng 0,3 0,3 0,4 0,2 0,5 03 0,4 0,2 0,3 0,2 0,6 ,02 0,5 0,3 0,5 0,3 0,5 0,3 0,4 0,2 0,5 0,3 0,5 0,3 0,4 0,3
Exposición a la televisión 2,8 1,4 3,2 1,7 2,5 1,5 2,9 2,0 2,8 1,7 4,1 2,8 2,8 1,9 3,0 1,9 2,9 1,6 2,9 2,0 3,1 2,0 1,9 1,3 1,8 3,7
Edad 49,9 17,6 48,9 17,1 43,2 15,1 42,5 18,1 46,0 18,1 47,4 15,7 44,3 17,0 46,3 16,2 39,8 13,8 48,7 17,7 44,9 17,2 48,4 17,6 47,5 17,2
Pertenencia a asociaciones 65 51 93 53 42 86 20 88 43 20 25 90 65
Clubes deportivos y de tiempo
libre 38 23 51 22 16 45 5 45 20 3 3 43 38
Organizaciones de interés 36 29 87 33 25 75 14 78 15 16 21 85 36
Organizaciones socioculturales 21 9 26 15 15 25 4 16 8 3 3 21 21
Organizaciones religiosas 10 6 5 2 3 28 2 11 9 2 1 6 10
Implicación 68 54 94 63 49 90 20 96 58 20 28 92 68
Actividad 57 42 71 33 32 55 14 58 34 15 16 68 57
Donación 27 20 42 39 23 42 8 66 35 9 6 46 27
Trabajo voluntario 39 26 47 22 15 34 12 45 22 9 11 50 39
Amigos 58 42 56 36 30 35 14 49 43 15 17 74 58
Género (femenino) 56 53 49,8 61 52 53 54 51 53 51 55 51 56
Religión protestante 42 24 89 0 0 25 1 58 1 3 0 79 42
Religión católica 43 6 1 60 83 36 0 2 91 4 0 2 43
Religión ortodoxa 1 0 0 0 0 0 87 2 0 85 69 1
Religión musulmana 2 0 1 0 0 2 0 0 0 2 5 2
Otra religión 2 4 2 9 3 9 10 13 6 6 3 8 2
Ninguna religión 10 66 7 31 14 28 2 25 2 0 23 11 10
N máximo (no ponderado) 1.991 1.013 1.640 990 4.252 1.649 1.219 2.297 1.010 1.217 1.733 1.271 1.991
a Hasta la del tamaño de la localidad, las variables están expresadas en medias; la de la exposición a la televisión, en horas por día; la edad, en años; todas las demás, en porcentajes.
b De 0 (muy desconfiado) a 1 (muy confiado).
c De 0 (ninguna confianza) a 10 (mucha confianza).
d De 0 (muy insatisfecho) a 10 (muy satisfecho).
e De 0 (ningún apego) a 10 (mucho apego).
f De 1 (gran ciudad) a 9 (área rural).
g De 0 (mínimo) a 10 (máximo).
TABLA 12
Confianza política 0,30*** 0,23*** 0,31*** 0,16*** 0,20*** 0,32*** 0,21*** 0,28*** 0,28*** 0,25*** 0,23*** 0,30*** 0,23***
Satisfacción con la democracia 0,02*** 0,00*** 0,05*** 0,04*** 0,01*** 0,02*** –0,07*** 0,04*** 0,02*** 0,10*** –0,02*** 0,09*** 0,06***
Pertenencia a asociaciones 0,06*** 0,02*** 0,01*** 0,01*** 0,03*** –0,02*** 0,04*** 0,00*** –0,02*** –0,02*** 0,02*** 0,01*** 0,02***
Satisfacción con la vida 0,17*** 0,11*** 0,12*** 0,17*** 0,08*** 0,14*** 0,26*** 0,11*** 0,16*** 0,14*** 0,13*** 0,08*** 0,21***
Apego a la comunidad 0,08*** 0,01*** 0,03*** 0,04*** 0,04*** 0,11*** 0,09*** 0,07*** 0,12*** –0,01*** 0,08*** 0,07*** 0,11***
Tamaño de la localidad 0,05*** –0,09*** –0,01*** 0,01*** 0,06*** –0,02*** 0,02*** –0,01*** –0,04*** –0,01*** –0,02*** –0,04*** –0,03***
Exposición a la televisión –0,13*** –0,03*** –0,12*** 0,02*** –0,07*** 0,01*** –0,01*** –0,13*** 0,05*** 0,02*** 0,02*** –0,06*** –0,77***
Educación 0,09*** 0,08*** 0,05*** 0,13*** 0,09*** 0,08*** –0,04*** 0,06*** –0,01*** 0,05*** 0,08*** 0,10*** 0,05***
Edad 0,08*** –0,10*** –0,14*** –0,10*** –0,02*** –0,10*** –0,07*** –0,13*** 0,04*** –0,10*** 0,01*** –0,16*** –0,06***
Género (femenino) –0,01*** –0,03*** 0,03*** 0,03*** 0,01*** –0,00*** –0,01*** 0,04*** –0,03*** –0,01*** 0,04*** 0,04*** 0,02***
Confesión religiosab
Protestante –0,02*** –0,09*** R*** —*** —*** 0,00*** —*** R*** —*** –0,03*** —*** R*** 0,02***
Católica R*** –0,11*** —*** R*** R*** R*** —*** –0,04*** R*** 0,01*** —*** –0,06*** R***
Ortodoxa —*** —*** —*** —*** —*** —*** R*** –0,07*** —*** R*** R*** —*** —***
Musulmana 0,00*** —*** –0,02*** —*** —*** 0,01*** —*** —*** —*** –0,04*** 0,05*** —*** —***
Otra religión 0,02*** 0,06*** –0,00*** –0,03*** –0,06*** –0,00*** –0,04*** –0,03*** 0,00*** –0,15*** –0,00*** –0,05*** –0,00***
No religioso –0,01*** R*** 0,01*** 0,02*** 0,03*** –0,02*** –0,03*** –0,02*** 0,09*** —*** –0,01*** –0,01*** 0,00***
R 2 ajustado 0,166*** 0,079*** 0,191*** 0,118*** 0,120*** 0,212*** 0,174*** 0,246*** 0,125*** 0,177*** 0,109*** 0,179*** 0,214***
N 1.853*** 879*** 1.488*** 836*** 3.135*** 1.220*** 770*** 1.812*** 803*** 914*** 1.040*** 1.081*** 1.126***
a Las cifras son coeficientes de regresión no estandarizados. Los niveles de significatividad estadística son los siguientes: *** = 0,001; ** = 0,01; * = 0,05.
b En cada país, la categoría de referencia (R) está formada por la principal confesión religiosa. Las confesiones que carecían de casos suficientes han sido agrupadas bajo
la denominación de «otra religión».
37
JOSÉ RAMÓN MONTERO, SONJA ZMERLI Y KEN NEWTON
Ninguna otra variable tiene una presencia tan fuerte o tan consistente en todos los países. La
satisfacción con la democracia, la edad, el género y el continuo urbano-rural hacen aparicio-
nes esporádicas, y en ocasiones los signos cambian, subrayando la débil e irregular naturale-
za de los resultados. También hay que destacar que las regresiones explican sólo una parte de
la varianza de la confianza social: raramente consiguen dar cuenta de una quinta parte, y la
mayoría de veces el R 2 ajustado se encuentra entre un 12 y un 18 por ciento. Existen aso-
ciaciones estadísticas consistentemente fuertes entre confianza social, por un lado, y confian-
za política, satisfacción con la vida y apego a la comunidad, por otro, pero no resultan espe-
cialmente exitosas a la hora de explicar una parte significativa de la variación en la confianza
social. Pero estos resultados no son peores, y en muchos casos son algo mejores, que los ob-
tenidos por un buen número de los investigadores en este campo (Whiteley, 1999: 42).
Dada su relevancia en la literatura sobre el capital social, podemos echar ahora un segun-
do vistazo al papel desempeñado por las organizaciones voluntarias en la generación de
confianza social. Debe tenerse en cuenta para ello, en primer lugar, que hay muchos tipos
distintos de asociaciones voluntarias; como apuntan Stolle y Rochon (2001: 144), «espera-
mos que las asociaciones dirigidas a diferentes objetivos tengan efectos diferentes en el
desarrollo de capital social público». Y que, en segundo lugar, la afiliación es sólo una me-
dida de actividad voluntaria, por lo que quizás otros indicadores, como la participación en
actividades voluntarias o el desempeño de un trabajo voluntario en asociaciones, puedan
mostrarse más productivos en lo que a confianza social se refiere.
¿Hasta qué punto tienen las diferentes organizaciones y otras formas de implicación aso-
ciativa un impacto en la confianza social? Las tablas 13 y 14 proporcionan dos respuestas
más bien elocuentes31. En la tabla 13 hemos distinguido cuatro tipos de asociaciones vo-
luntarias (Badescu y Neller, 2007) según diferentes criterios. De acuerdo con Offe y Fuchs
(2002: 192-199), las organizaciones religiosas, socioculturales y de tiempo libre pertene-
cen a lo que ellos denominan «asociaciones secundarias o cívicas»; por consiguiente, de-
beríamos esperar que fueran mejores para generar confianza que las asociaciones «tercia-
rias» o de interés. De acuerdo con Stolle y Rochon (2001: 154-55), las asociaciones
culturales y de interés, por sus objetivos y su nivel de inclusividad, deberían ser especial-
mente efectivas produciendo confianza social. Además, las organizaciones religiosas son
tratadas de forma separada por quienes defienden que la confianza social se encuentra
asociada a los valores morales (Uslaner, 2002). Y, de acuerdo con Putnam (2000) y Stolle
(1998: 502), podríamos también esperar que las asociaciones que promueven las interac-
ciones cara a cara generaran confianza social en mayor medida que las formas de partici-
pación pasivas o mediadas.
38
TABLA 13
Análisis de regresión múltiple de la confianza social, incluyendo la pertenencia a diferentes tipos de asociaciones,
en doce países europeos, 1999-2002a
Confianza política 0,31*** 0,25*** 0,30*** 0,17*** 0,20*** 0,32*** 0,21*** 0,28*** 0,29*** 0,25*** 0,23*** 0,30*** 0,22***
Satisfacción con la democracia 0,01*** 0,02*** 0,05*** 0,04*** 0,02*** 0,02*** –0,07*** 0,04*** 0,02*** 0,10*** –0,01*** 0,09*** 0,07***
Pertenencia a
Clubes deportivos y de
tiempo libre 0,03*** 0,01*** 0,01*** 0,02*** 0,02*** 0,02*** 0,00*** 0,01*** 0,00*** 0,02*** –0,04*** 0,00*** 0,00***
Organizaciones de interés 0,00*** 0,01*** 0,01*** 0,00*** 0,03*** –0,02*** 0,04*** 0,00*** –0,02*** –0,01*** 0,02*** 0,00*** 0,00***
Organizaciones
socioculturales 0,07*** 0,03*** 0,02*** 0,02*** 0,02*** 0,01*** –0,01*** 0,02*** –0,01*** 0,01*** 0,03*** 0,04*** 0,02***
Organizaciones religiosas 0,03*** 0,06*** 0,01*** –0,04*** 0,07*** –0,00*** 0,03*** 0,02*** 0,03*** –0,04*** –0,04*** 0,02*** –0,02***
Satisfacción con la vida 0,18*** 0,08*** 0,12*** 0,17*** 0,07*** 0,13*** 0,26*** 0,10*** 0,15*** 0,14*** 0,13*** 0,07*** 0,20***
Apego a la comunidad 0,06*** 0,02*** 0,03*** 0,04*** 0,04*** 0,10*** 0,08*** 0,05*** 0,12*** –0,01*** 0,08*** 0,07*** 0,11***
Tamaño de la localidad 0,07*** –0,11*** –0,01*** 0,01*** 0,06*** –0,02*** 0,02*** –0,00*** –0,03*** –0,00*** –0,02*** –0,03*** –0,04***
Exposición a la televisión –0,21*** –0,05*** –0,09*** 0,02*** –0,07*** 0,02*** –0,01*** –0,14*** 0,05*** 0,03*** 0,02*** –0,04*** –0,92***
Educación 0,04*** 0,21*** 0,13*** 0,12*** 0,10*** 0,08*** –0,05*** 0,09*** –0,01*** 0,02*** 0,18*** 0,16*** 0,10***
Edad 0,06*** –0,15*** –0,12*** –0,10*** –0,03*** –0,11*** –0,07*** –0,13*** 0,04*** –0,10*** –0,00*** –0,15*** –0,07***
Género (femenino) –0,02*** –0,02*** 0,03*** 0,03*** 0,01*** –0,00*** –0,01*** 0,04*** –0,02*** –0,01*** 0,04*** 0,03*** 0,02***
Afiliación religiosab
Protestante –0,01*** –0,10*** R*** —*** —*** 0,01*** —*** R*** —*** –0,03*** —*** R*** 0,02***
Católica R*** –0,14*** —*** —*** R*** R*** —*** –0,04*** R*** 0,01*** —*** –0,06*** R***
Ortodoxa —*** —*** —*** R*** —*** —*** R*** –0,08*** —*** R*** R*** —*** —***
Musulmana 0,00*** —*** –0,00*** —*** —*** 0,01*** —*** —*** —*** –0,04*** 0,05*** —*** —***
Otra religión 0,03*** 0,04*** –0,02*** –0,02*** –0,07*** 0,00*** –0,04*** –0,04*** 0,00*** –0,16*** –0,01*** –0,05*** –0,01***
No religioso 0,01*** R*** 0,01*** 0,02*** 0,03*** –0,02*** –0,04*** –0,02*** 0,08*** —*** –0,01*** –0,01*** –0,00***
R 2 ajustado 0,159*** 0,104*** 0,204*** 0,118*** 0,134*** 0,203*** 0,172*** 0,235*** 0,122*** 0,175*** 0,110*** 0,180*** 0,203***
N 1.706*** 814*** 1.468*** 836*** 2.997*** 1.208*** 770*** 1.669*** 803*** 919*** 1.040*** 1.083*** 1.112***
a Las entradas son coeficientes de regresión no estandarizados. Los niveles de significatividad estadística son los siguientes: *** = 0,001; ** = 0,01; * = 0,05.
b En cada país, la categoría de referencia (R) está formada por la principal confesión religiosa. Las confesiones que carecían de casos suficientes han sido agrupadas bajo
la denominación de «otra religión».
39
JOSÉ RAMÓN MONTERO, SONJA ZMERLI Y KEN NEWTON
Sin embargo, ninguna de estas hipótesis es corroborada por coeficiente alguno en la tabla
13. Para cada organización y para cada país, los coeficientes son aproximadamente los
mismos que en la anterior tabla 12 —y, además, la mayor parte de ellos no son significati-
vos (excepto para España y Alemania Occidental). Con la excepción parcial del apego a la
comunidad, los efectos de otras variables no cambian de forma apreciable. Algo similar
ocurre con la tabla 14, que muestra los efectos de distintas formas de participación asocia-
tiva sobre la confianza social, desde la afiliación al trabajo voluntario, pasando por la pre-
sencia de amigos en asociaciones voluntarias. Con la excepción, de nuevo, de España y
Alemania Occidental, la contribución de estas formas de participación a la confianza social
es normalmente pequeña o insignificante. Sólo en esos dos países, Alemania Occidental y
España, la participación en asociaciones predice de forma considerable la confianza so-
cial. En el resto de los casos, no existe pauta alguna que sugiera que la interacción cara a
cara en diferentes tipos de asociaciones o mediante distintas formas de participación aso-
ciativa produzca o refuerce la confianza social.
32Por razones de espacio, no presentamos la regresión sobre la confianza política, que muestra que su asociación con el
apego a la comunidad es más débil que el apego al municipio.
33 Aunque Holmberg (1999: 113) ha argumentado que la relación entre la confianza en las instituciones políticas y la satisfac-
ción con la democracia es espuria, no parece ser el caso a pesar de su cercanía conceptual.
40
CONFIANZA SOCIAL, CONFIANZA POLÍTICA Y SATISFACCIÓN CON LA DEMOCRACIA
TABLA 14
Análisis de regresión múltiple de la confianza social, incluyendo diversas formas de implicación asociativa,
en doce países europeos, 1999-2002a
Implicación 0,06*** 0,02 0,03*** 0,02 0,04*** –0,03* 0,03* –0,02*** –0,02 –0,01 0,02 –0,01* 0,06**
Pertenencia 0,05*** 0,02 0,01*** 0,01 0,03*** –0,01* 0,03* 0,01*** –0,02 –0,01 0,02 0,01* 0,02**
Actividad 0,07*** 0,02 0,03*** 0,01 0,04*** 0,00* 0,03* 0,01*** 0,02 –0,02 0,01 0,01* 0,02**
Donación 0,06*** 0,04 0,03*** 0,01 0,03*** 0,01* 0,02* 0,02*** –0,01 –0,01 0,01 0,02* 0,02**
Trabajo voluntario 0,07*** 0,02 0,01*** 0,02 0,03*** 0,01* 0,01* 0,01*** 0,00 –0,02 0,02 0,03* 0,02**
Amigos 0,07*** 0,02 0,01*** 0,02 0,03*** 0,02* 0,02* 0,03*** –0,02 –0,02 0,01 0,02* 0,03**
a Estos resultados han sido obtenidos mediante análisis de regresión múltiple en los que las variables independientes restantes corresponden a las incluidas en las tablas
12 y 13. Las cifras son coeficientes de regresión no estandarizados. Los niveles de significatividad estadística son los siguientes: *** = 0,001; ** = 0,01; * = 0,05.
41
42
Análisis de regresión múltiple de la confianza en las instituciones políticas en doce países europeos, 2000-2004a
Confianza social 0,13*** 0,10*** 0,24*** 0,16*** 0,20*** 0,25*** 0,22*** 0,25*** 0,20*** 0,27*** 0,15*** 0,17*** 0,19***
Satisfacción con la democracia 0,25*** 0,29*** 0,27*** 0,31*** 0,26*** 0,25*** 0,34*** 0,31*** 0,22*** 0,29*** 0,25*** 0,35*** 0,25***
Pertenencia a asociaciones 0,02*** –0,00*** 0,02*** 0,01*** 0,01*** 0,02*** 0,03*** 0,02*** –0,00*** 0,02*** –0,01*** –0,01*** 0,01***
Satisfacción con la vida 0,03*** 0,03*** 0,03*** 0,03*** 0,05*** 0,02*** 0,08*** 0,08*** 0,03*** 0,10*** 0,08*** 0,06*** 0,00***
Apego a la comunidad 0,13*** 0,17*** 0,06*** 0,15*** 0,09*** 0,07*** 0,09*** 0,05*** 0,09*** 0,11*** 0,06*** 0,06*** 0,13***
Tamaño de la localidad –0,05*** –0,05*** 0,02*** –0,01*** –0,02*** –0,05*** 0,01*** –0,02*** 0,02*** –0,03*** –0,05*** –0,00*** –0,00***
Exposición a la televisión 0,10*** 0,07*** –0,06*** 0,05*** –0,02*** 0,00*** –0,11*** –0,03*** 0,13*** 0,10*** 0,03*** 0,01*** 0,01***
Educación 0,01*** –0,00*** 0,04*** 0,05*** 0,03*** 0,04*** 0,05*** 0,04*** 0,06*** –0,09*** –0,02*** 0,04*** 0,06***
Edad –0,07*** 0,07*** 0,05*** –0,13*** –0,05*** 0,00*** 0,02*** –0,03*** –0,06*** –0,06*** –0,14*** –0,04*** 0,03***
Género (femenino) 0,02*** 0,02*** –0,00*** –0,01*** 0,01*** 0,01*** –0,04*** –0,01*** 0,01*** 0,01*** 0,01*** –0,00*** –0,00***
Confesión religiosab
Protestante 0,01*** 0,05*** R*** —*** —*** 0,01*** —*** R*** –0,08*** –0,03*** —*** R*** –0,01***
Católica R*** 0,04*** —*** R*** R*** R*** —*** 0,01*** R*** 0,01*** —*** –0,00*** R***
Ortodoxa —*** —*** —*** —*** —*** —*** R*** –0,05*** —*** R*** R*** —*** —***
Musulmana 0,00*** —*** –0,01*** —*** —*** 0,03*** —*** —*** —*** –0,04*** 0,01*** —*** —***
Otra religión –0,02*** 0,01*** –0,03*** 0,01*** –0,03*** –0,01*** –0,01*** –0,00*** –0,05*** –0,12*** –0,03*** 0,00*** 0,03***
No religioso –0,02*** R*** –0,02*** –0,01*** –0,06*** –0,01*** 0,02*** –0,02*** 0,05*** —*** 0,01*** –0,02*** –0,04***
R 2 ajustado 0,349*** 0,313*** 0,298*** 0,243*** 0,225*** 0,306*** 0,219*** 0,316*** 0,217*** 0,273*** 0,211*** 0,321*** 0,270***
N 1.853*** 879*** 1.487*** 835*** 3.144*** 1.222*** 801*** 1.805*** 804*** 927*** 1.052*** 1.084*** 1.123***
a Las entradas son coeficientes de regresión no estandarizados. Los niveles de significatividad estadística son los siguientes: *** = 0,001; ** = 0,01; * = 0,05.
b En cada país, la categoría de referencia (R) está formada por la principal confesión religiosa. Las confesiones que carecían de casos suficientes han sido agrupadas bajo
la denominación de «otra religión».
CONFIANZA SOCIAL, CONFIANZA POLÍTICA Y SATISFACCIÓN CON LA DEMOCRACIA
Las regresiones de confianza social y de confianza política también difieren en que la sa-
tisfacción con la propia vida está íntimamente relacionada con la primera, pero no tanto
con la segunda. Donde Listhaug y Wiberg (1995: 319) encuentran un impacto positivo, aun-
que tenue, de la satisfacción vital en los niveles de confianza política, nosotros encontra-
mos una relación limitada a sólo la mitad de los países. Como en el caso de la confianza
social, la pertenencia a asociaciones voluntarias no está relacionada con la confianza.
El tercer conjunto de regresiones trata de la satisfacción con la democracia (tabla 16). Los
coeficientes vienen a contar la misma historia de resultados desiguales y dispersos, pero
con una diferencia significativa. Cuando son ejecutados diferentes modelos estadísticos de
satisfacción con la democracia (no mostrados por falta de espacio), tanto la confianza so-
cial como la confianza política aparecen en las ecuaciones como variables robustas si son
introducidas por separado. Pero cuando son incluidas en la misma ecuación (como en la
tabla 16), la confianza política es la única variable que retiene su fuerte asociación con la
satisfacción. De este modo, la confianza social está asociada con la confianza política, y la
confianza política se encuentra fuertemente vinculada a la satisfacción con la democracia.
Pero la confianza social no se encuentra asociada con la satisfacción con la democracia de
forma independiente de la confianza política. Ello sugiere que el efecto de la confianza so-
cial sobre la satisfacción con la democracia tiene lugar a través de la confianza en las insti-
tuciones políticas.
Las regresiones de satisfacción con la democracia muestran también otra diferencia intere-
sante. Mientras que la confianza social y el apego al municipio desaparecen en gran medi-
da, la satisfacción con la propia vida reaparece en diez de las trece ecuaciones. Los resul-
tados de las otras variables son, en general, dispersos e irregulares; y, de nuevo, el impacto
de las asociaciones voluntarias es insignificante (excepto en Portugal). Entre un 15 y un 30
por ciento de la varianza es explicado en cada país, y la mayor parte del mérito pertenece
al indicador de confianza política.
La asociación entre las tres variables queda resumida en el gráfico 1. Aunque las líneas
son meramente indicativas de asociaciones que son consistentemente significativas en to-
dos o en la mayoría de países incluidos en el proyecto CID, la imagen presenta una intere-
sante pauta de relaciones entre la confianza social y la confianza política, por un lado, y la
confianza política y la satisfacción democrática, por el otro. Las tres variables se encuen-
tran relacionadas, pero de diferentes formas directas e indirectas, y tienen sus orígenes en
combinaciones distintivas de circunstancias sociales y políticas. Confirmando las correla-
ciones analizadas en secciones previas de este artículo, el análisis multivariado muestra
que la confianza política es el indicador más importante para predecir la confianza social
en todos nuestros países. Mientras que la confianza política también tiene una relación sis-
43
44
Análisis de regresión múltiple de la satisfacción con la democracia en doce países europeos, 1999-2002a
Confianza social 0,0*** 0,00*** 0,08*** 0,05*** 0,02*** 0,05*** –0,05*** 0,05*** 0,04*** 0,10*** –0,02*** 0,08*** 0,11***
Confianza política 0,65*** 0,55*** 0,55*** 0,41*** 0,47*** 0,64*** 0,29*** 0,49*** 0,51*** 0,31*** 0,43*** 0,55*** 0,50***
Pertenencia a asociaciones –0,022** 0,00*** 0,01*** 0,00*** –0,01*** –0,03*** –0,01*** –0,00*** 0,04*** 0,03*** 0,00*** –0,02*** –0,00***
Satisfacción con la vida 0,13*** 0,26*** 0,14*** 0,06*** 0,02*** 0,11*** 0,16*** 0,09*** 0,06*** 0,18*** 0,11*** 0,10*** 0,11***
Apego a la comunidad 0,09*** 0,01*** –0,02*** 0,05*** 0,04*** 0,02*** 0,04*** 0,00*** –0,03*** 0,03*** 0,02*** 0,00*** –0,02***
Tamaño de la localidad 0,022** 0,01*** 0,01*** 0,08*** 0,01*** 0,00*** –0,04*** 0,03*** –0,12*** 0,03*** –0,01*** 0,03*** 0,04***
Exposición a la televisión –0,092** 0,01*** 0,00*** –0,04*** 0,05*** –0,06*** 0,04*** 0,02*** –0,05*** 0,03*** –0,02*** 0,02*** –0,03***
Educación 0,032** –0,00*** 0,06*** –0,01*** 0,05*** 0,03*** –0,02*** –0,02*** 0,05*** 0,04*** 0,04*** 0,05*** –0,00***
Edad 0,022** 0,06*** –0,06*** 0,12*** –0,01*** 0,08*** –0,04*** 0,09*** –0,02*** –0,12*** 0,28*** 0,12*** 0,08***
Género (femenino) –0,012** –0,03*** –0,06*** –0,00*** –0,02*** 0,00*** 0,04*** –0,01*** –0,03*** –0,01*** –0,00*** –0,02*** –0,00***
Confesión religiosab
Protestante 0,01*** 0,08*** R*** —*** —*** –0,01*** —*** R*** 0,05*** –0,07*** —*** R*** –0,01***
Católica R*** 0,08*** —*** R*** R*** R*** —*** –0,08*** R*** 0,01*** —*** 0,07*** R***
Ortodoxa —2** —*** —*** —*** —*** —*** R*** –0,00*** —*** R*** R*** —*** —***
Musulmana –0,012** —*** 0,03*** —*** —*** –0,02*** —*** —*** —*** 0,03*** 0,01*** —*** —***
Otra religión –0,012** 0,02*** 0,02*** –0,01*** 0,00*** 0,02*** –0,03*** –0,03*** 0,02*** 0,13*** –0,02*** 0,02*** 0,01***
No religioso –0,012** R*** –0,01*** –0,00*** –0,04*** –0,01*** –0,04*** –0,01*** 0,01*** —*** –0,02*** –0,01*** –0,04***
R 2 ajustado 0,2462** 0,297*** 0,234*** 0,175*** 0,152*** 0,209*** 0,175*** 0,220*** 0,148*** 0,218*** 0,181*** 0,281*** 0,179***
N 1.8532** 879*** 1.487*** 835*** 3.144*** 1.222*** 801*** 1.805*** 804*** 927*** 1.052*** 1.084*** 1.123***
a Las entradas son coeficientes de regresión no estandarizados. Los niveles de significatividad estadística son los siguientes: *** = 0,001; ** = 0,01; * = 0,05.
b En cada país, la categoría de referencia (R) está formada por la principal confesión religiosa. Las confesiones que carecían de casos suficientes han sido agrupadas bajo
la denominación de «otra religión».
CONFIANZA SOCIAL, CONFIANZA POLÍTICA Y SATISFACCIÓN CON LA DEMOCRACIA
GRAFICO 1
34 La excepcionalidad de los coeficientes de pertenencia a las asociaciones en Alemania Occidental y en España, incluidos
en las de las tablas 12, 13 y 14, puede deberse a distintos motivos. Los españoles pueden ser principalmente atribuidos a la
considerable amplitud de la muestra de la población. Los alemanes de la tabla 14 podrían estar originados por su menor tasa
de asociacionismo en comparación con la muy elevada existente entre los países occidentales (Morales y Geurts, 2007), lo
que habría impedido la aparición en ellos de efectos significativos. Y con respecto a los coeficientes relativos al impacto del ta-
maño de la localidad sobre confianza social de las tablas 12 y 13, podría ocurrir que las muestras de sus respectivas encues-
tas validen las expectativas de los supuestos teóricos del tamaño de la localidad, es decir, que la confianza particularizada es
mayor entre quienes viven en pueblos pequeños y más o menos aislados, mientras tiende a disminuir a medida que crece el
tamaño del hábitat urbano.
45
JOSÉ RAMÓN MONTERO, SONJA ZMERLI Y KEN NEWTON
CONCLUSIONES
Pero este círculo virtuoso presenta al menos dos problemas importantes. En primer lugar,
los numerosos estudios realizados en base a encuestas muestran que la participación en
organizaciones voluntarias está débilmente conectada con la confianza social generaliza-
da. Los mismos estudios señalan que, por lo general, la actividad voluntaria tiene una débil
relación con las actitudes y el comportamiento políticos, incluyendo la confianza en las ins-
tituciones políticas y la satisfacción con la democracia. Los resultados son prácticamente
los mismos si se adopta como medida de actividad voluntaria la pertenencia pasiva a una o
a varias asociaciones o si se selecciona un indicador más robusto de trabajo o de implica-
ción en ellas. Y aunque parece encontrarse evidencia a favor de los anteriores supuestos
teóricos, es normalmente débil, incompleta y ni de lejos lo suficientemente robusta como
para resultar convincente.
Los resultados de nuestra investigación confirman esta conclusión. Otorgan poco apoyo a
la afirmación de que la pertenencia a las asociaciones voluntarias crea confianza social
generalizada en los demás, y proporcionan una evidencia sólo mínima del vínculo entre di-
cha pertenencia y el apoyo a las instituciones políticas y la satisfacción con la democracia.
En este sentido, la pertenencia a las asociaciones voluntarias parece ser irrelevante para la
ciudadanía, la implicación política y la democracia. Pero ello no significa, desde luego, que
esas asociaciones sean irrelevantes para la democracia. Pueden tener un efecto reducido
sobre las actitudes sociales y políticas de los ciudadanos, así como en su comportamiento,
pero, en cuanto grupos organizados y capaces de movilizarse políticamente, pueden tener
un impacto considerable en la vida política, especialmente en las cuestiones políticas y en
las políticas públicas que afectan a sus intereses. De hecho, los estudios sobre las políticas
públicas y los grupos de presión sugieren que las asociaciones voluntarias tienen, efectiva-
mente, ese impacto y que desempeñan un papel enormemente importante en el gobierno
democrático, pero ésa es una historia diferente.
46
CONFIANZA SOCIAL, CONFIANZA POLÍTICA Y SATISFACCIÓN CON LA DEMOCRACIA
El segundo problema con la teoría que relaciona la confianza social con la confianza políti-
ca es que, casi sin excepciones y según numerosas investigaciones, una y otra carecen de
relaciones en el nivel individual. Muchos estudios, y hay una buena cantidad de ellos, han
concluido que es incierto que quienes confíen en sus conciudadanos sean también procli-
ves a confiar en las instituciones del gobierno democrático.
Dado que ningún estudio había mostrado con anterioridad una asociación fuerte o con-
sistente entre la confianza social y la confianza en las instituciones políticas, debemos ser
cautos al extraer conclusiones de nuestros excepcionales resultados. Existen algunas ra-
zones válidas, sin embargo, para tomarlos en serio. Es probable que los indicadores de
confianza empleados aquí sean más precisos, sensibles y fiables que la mayoría de los de-
más, en parte porque hemos utilizado una escala de medición de once puntos en todas las
preguntas.
47
JOSÉ RAMÓN MONTERO, SONJA ZMERLI Y KEN NEWTON
encontrado algunas de esas asociaciones, las pautas no son ni tan ajustadas ni tan sim-
ples como predice la teoría. La evidencia sugiere que existen diferentes vías, aunque sola-
padas, que conducen a la confianza social generalizada, por un lado, y a las actitudes de
confianza hacia las instituciones democráticas, por el otro.
Básicamente, esas vías son tres. En primer lugar, la confianza social está sobre todo ligada
a la satisfacción con la vida y al apego a la comunidad local, pero también lo está a la con-
fianza en las instituciones políticas. A su vez, el apego a la comunidad y la confianza social
carecen de relación directa con la satisfacción con la democracia. En segundo lugar, la sa-
tisfacción con la democracia está íntimamente relacionada con la confianza política, la
cual, por su parte, no está vinculada con el apego a la comunidad, sino con el apego al mu-
nicipio. Y, finalmente, la satisfacción con la democracia no se encuentra directamente vin-
culada con la confianza social o el apego a la comunidad, aunque sí con un tercer factor en
común, la satisfacción con la vida, que parece yacer en el corazón de la red causal.
Por el momento, las implicaciones de estos hallazgos para los análisis empíricos sobre la
ciudadanía, la participación y la democracia deben ser establecidas con cautela. La conclu-
sión parece ser que las actitudes y comportamientos sociales forman un grupo de varia-
bles, mientras que las orientaciones y comportamientos políticos forman otro, con la satis-
facción con la propia vida relacionando a ambos. La teoría clásica tiene razón en algún
sentido, pero en otro está equivocada. La satisfacción con la democracia se encuentra prin-
cipalmente arraigada en condiciones políticas, mientras que la confianza social lo está en
condiciones sociales, con la satisfacción con la vida siendo una fuente común de ambas.
Después de todo, la confianza social no es la variable crucial que vincula la vida social con
la satisfacción con la democracia, aunque se encuentra íntimamente asociada con la con-
fianza en las instituciones políticas. La pertenencia a las asociaciones voluntarias no tiene
ninguna presencia en los modelos de confianza social o de confianza política.
48
CONFIANZA SOCIAL, CONFIANZA POLÍTICA Y SATISFACCIÓN CON LA DEMOCRACIA
democracia, mientras que una interpretación sistémica sugiere una explicación descen-
dente, de arriba abajo, y en términos de estructuras e instituciones sociales y políticas.
REFERENCIAS
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Polarización en España:
más divididos por
ideología e identidad
que por políticas públicas
España lleva más de dos años sin aprobar unos Presupuestos Generales del Estado. Ya antes de
2018, la polarización ideológica dificultaba el avance de los debates sobre políticas específicas,
decisiones de gasto o de inversión. El reto inusitado que supone la pandemia y su crisis económica
asociada no hace sino subrayar el rasgo central de esta polarización: tiene más tintes ideológicos
y territoriales que de políticas concretas, como servicios públicos, migración o impuestos.
Es cierto que las dos últimas generan más división en la opinión pública que la primera, y que
la cuestión fiscal se ha vuelto más divisiva en la última media década. Pero en ningún caso los
desacuerdos específicos alcanzan los niveles marcados por las divisiones ideológicas o sobre la
cuestión territorial.
2
EcPol Insight Polarización en España: más divididos por ideología #EsadeEcPol
e identidad que por políticas públicas
Pero la ideología no solo se refleja en posturas más o menos conservadoras o progresistas, sino
que, en España, también se refleja en otras cuestiones como la polarización en torno a la cuestión
territorial que, de igual modo, ha aumentado en gran medida durante este siglo (Garmendia y
León 2020).
Esto quiere decir que los votantes de los distintos partidos, cuando son preguntados por estas
dos cuestiones en encuestas, tienden a mostrar posiciones más divergentes hoy que hace veinte
años. Esto es algo que no solo ha ocurrido en España, sino que ha sido documentado en otras
democracias occidentales, particularmente el caso de Estados Unidos, donde las encuestas del
Pew Research Center no han dejado de mostrar cómo ha ido aumentando la brecha entre un
partido Demócrata escorado cada vez más hacia posturas progresistas y un partido Republicano
que ha ido virando hacia posturas cada vez más conservadoras.
Por tanto, sabemos que los partidos políticos españoles se encuentran cada vez más lejos en
su posición ideológica y territorial y que los sentimientos de los votantes de un partido hacia el
resto son bastante negativos. Pero, ¿cómo se traslada esto al campo de las políticas concretas?
¿Están los españoles de distintas ideologías y adscripción partidista cada vez más lejos también
en las políticas que apoyan?
Para responder a estas preguntas voy a poner el foco en dos políticas que han polarizado las
opiniones en otros países: la política fiscal y la política migratoria, y las compararé con políticas que
generan mucho más consenso, como las relacionadas con el estado del bienestar. Por desgracia, los
datos que tenemos en España para estudiar este problema a lo largo del tiempo son escasísimos.
3
EcPol Insight Polarización en España: más divididos por ideología #EsadeEcPol
e identidad que por políticas públicas
Para mostrar la evolución de la polarización en estas dimensiones voy a utilizar las series del
Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) que miden la posición de los votantes de cada
partido político en diferentes políticas.
Por desgracia, la única serie mantenida hasta la actualidad por el CIS ha sido la de política fiscal,
mientras que para la inmigración solo tenemos datos hasta el 2017. Para cada tema muestro dos
gráficos, uno donde se ve el posicionamiento de cada partido para un año concreto y otro en el
que he calculado un índice de polarización en el apoyo a políticas, del mismo modo que se vienen
calculando los índices de polarización ideológica y territorial (Dalton 2008)
Polarización fiscal
El gráfico 1 muestra el porcentaje de votantes de cada uno de los partidos de ámbito nacional
que consideran que pagamos mucho en impuestos, es decir, que querrían menos impuestos, para
cada una de las elecciones desde 1986 (con la excepción de 1989). Desde mediados de la década
pasada se produce un aumento de la diferencia entre las preferencias fiscales de los votantes de
los diversos partidos.
Hasta ese momento pasaba algo curioso: cuando gobernaba el PSOE, los votantes del PP pensaban
que se pagaban demasiados impuestos pero, cuando gobernaba el PP, eran los votantes del PSOE
e IU los que creían que los impuestos eran excesivos. Esa alternancia de preferencias hacía que las
diferencias no fueran muy grandes. Sin embargo, a partir de la llegada de Ciudadanos y Podemos y,
especialmente, desde la llegada de VOX, esas diferencias se disparan. Por una parte, los votantes
de Podemos, PSOE e incluso Ciudadanos empiezan a dejar de considerar que pagamos muchos
impuestos y, por otra, los del PP aumentan ligeramente su rechazo a los impuestos, mientras que los
de VOX lo aumentan hasta cotas no vistas desde la llegada del PP al gobierno en los años noventa.
4
EcPol Insight Polarización en España: más divididos por ideología #EsadeEcPol
e identidad que por políticas públicas
Gráfico 1
El acuerdo
sobre impuestos
en España fue
considerable...
hasta 2015-16
% que considera
que “los españoles
pagamos mucho en
impuestos” según
recuerdo de voto
Para cuantificar este aumento de la polarización fiscal, en el gráfico 2 he calculado un índice con
una de las pocas mediciones cuantitativas que el CIS ha mantenido hasta este año.
La pregunta es la siguiente: “Algunas personas piensan que deberían mejorarse los servicios
públicos y las prestaciones sociales, aunque haya que pagar más impuestos, (en una escala de
0 a 10, estas personas se situarían en el punto 0). Otras piensan que es más importante pagar
menos impuestos, aunque eso signifique reducir los servicios públicos y prestaciones sociales,
(se situarían en el punto 10 de la escala).
Gráfico 2
Cómo ha
aumentado la
polarización en
torno al pago de
impuestos
Basado en la
escala “pagar más
impuestos” - “pagar
menos impuestos”
Fuente: Elaboración
propia a partir de los
estudios de opinión
pública y poítica fiscal del
Centro de Investigaciones
Sociológicas
5
EcPol Insight Polarización en España: más divididos por ideología #EsadeEcPol
e identidad que por políticas públicas
Y hay otras que se sitúan en posiciones intermedias. ¿En qué lugar se situaría Ud.?” El índice que
he calculado va también de 0 a 10, donde 0 significa que los votantes de todos los partidos tienen
la misma opinión y 10 que se sitúan en posiciones fiscales opuestas. Como ya intuíamos en el gráfico
1, la polarización se mantiene en niveles muy bajos hasta la llegada de los nuevos partidos para
dispararse, primero en el 2016 y, con incluso más fuerza, en este 2020.
Por tanto, al igual que la polarización ideológica, territorial y partidista, en España se ha producido
en el último lustro un importante aumento de la polarización en torno a las preferencias fiscales.
Como muestra el gráfico 3, hacia el año 2008 algo menos de la mitad de la población española
estaba de acuerdo con la afirmación de que el número de inmigrantes en el país era excesivo. Esto,
de nuevo, cambia a mitad de la última década, donde los que piensan que el número de inmigrantes
es excesivo han caído a niveles alrededor del 30%.
Por desgracia, la serie se corta en 2017 y no podemos medir el impacto de la llegada de VOX
en esta variable. Al contrario que ocurría en el caso de los impuestos, en España ya existía una
brecha entre partidos en la postura frente a la inmigración en la primera década del siglo XXI, con
más de treinta puntos de diferencia entre los votantes del PP e IU y con los votantes del PSOE
ocupando una posición más centrada y próxima a la media de la población.
Gráfico 3
La cuestión de la
migración plantea
desacuerdos
entre votantes de
distintos partidos
% que considera
“el número de
inmigrantes que
hay ahora mismo en
España es excesivo”
Fuente: Estudios de
actitudes hacia la
inmigración del Centro
de Investigaciones
Sociológicas
6
EcPol Insight Polarización en España: más divididos por ideología #EsadeEcPol
e identidad que por políticas públicas
La línea más gruesa del gráfico marca la evolución de la media y nos muestra que, en una década,
la polarización ha aumentado 0,5 puntos en una escala de 0 a 10. A modo de comparación, la
polarización fiscal aumentó alrededor de 0,6 puntos en el mismo período, aunque ha seguido
aumentando con posterioridad, como hemos visto.
Sin embargo, como se muestra en el gráfico 4, hay una de las características de los inmigrantes que
ya polarizaba a los votantes de los partidos en 2008 y que aumentó en casi un punto hasta 2017.
Gráfico 4
La polarización en torno a los requerimientos para aceptar migrantes ha aumentado en España
Importancia a la hora de permitir a una persona extranjera venir
Fuente: Elaboración propia a partir de los estudios de actitudes hacia la inmigración del Centro de Investigaciones Sociológicas
7
EcPol Insight Polarización en España: más divididos por ideología #EsadeEcPol
e identidad que por políticas públicas
Se trata de que los inmigrantes sean de un país de tradición cristiana. Esta pregunta esconde una
preferencia por un determinado tipo de inmigrantes (Latinoamérica o resto de Europa) frente a
inmigrantes procedentes del Magreb. En definitiva, vemos que la polarización en la primera década
de este siglo ya era más alta en el caso de la inmigración que en el de los impuestos y que, en algunos
casos, ha seguido aumentando considerablemente.
Pero no todos los temas de la agenda política se han polarizado en España. Uno de los temas donde
no solía existir apenas polarización era la sanidad pública. En el gráfico 5 muestro la respuesta a la
pregunta siguiente: “En su opinión, ¿la sanidad pública está mejor gestionada si lo hace...?”, donde
los entrevistados pueden responder “La Administración Pública” o “Las empresas privadas”. Como
se ve en el gráfico, los votantes de todos los partidos prefieren mayoritariamente que la sanidad
pública sea gestionada por la Administración Pública y no por empresas privadas.
La diferencia entre los votantes del PP y el PSOE se mantuvo constante antes y después de la
llegada de los nuevos partidos. Estos últimos no aumentan las diferencias, ya que Podemos se sitúa
por debajo del nivel de apoyo a la gestión por la Administración Pública que solía tener Izquierda
Unida y Ciudadanos prácticamente coincide con el PP en esta variable.ocupando una posición
más centrada y próxima a la media de la población.
Gráfico 5
La preferencia por
una gestión pública
de la sanidad domina
entre votantes de
cada partido
% que prefiere una
gestión sanitaria
pública en España
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EcPol Insight Polarización en España: más divididos por ideología #EsadeEcPol
e identidad que por políticas públicas
Para medir la polarización en torno a la sanidad y los servicios públicos voy a utilizar dos preguntas:
“¿Está Ud. satisfecho/a o insatisfecho/a con el modo en que el sistema sanitario público funciona en
España?”, y “¿Podría decirme qué importancia concede Ud. a los servicios públicos en general?”. En
ambos casos los encuestados respondían en una escala de 1 a 10.
El gráfico 6 muestra que, al menos hasta el 2018 que es el año donde se cortan las series, estas cuestiones
no presentan niveles de polarización partidista importantes de acuerdo con el índice propuesto. En
ambos casos, la polarización en la última década es muy baja (por debajo de 1 en una escala de 0 a 10)
y se ha mantenido prácticamente constante. De nuevo, por desgracia, no podemos contar con datos
actualizados que nos permitan medir el posible efecto de VOX y de la pandemia actual.
Gráfico 6
El acuerdo en torno a los servicios públicos es muy alto en España
Importancia de los servicios públicos — satisfacción con el sistema sanitario
Fuente: Elaboración propia a partir de barómetros sanitarios y estudios de calidad de los servicios públicos
(Centro de Investigaciones Sociológicas)
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EcPol Insight Polarización en España: más divididos por ideología #EsadeEcPol
e identidad que por políticas públicas
El resultado es muy claro, en el 2017, la polarización ideológica y territorial era entre dos y tres
veces mayor que la polarización en torno a los impuestos y la inmigración, unas seis veces mayor
que la polarización en torno a la sanidad pública y unas quince veces mayor que la inexistente
polarización en torno a los servicios públicos.
Gráfico 7
Ideología y cuestión territorial, las principales fuentes de polarización
Las diferencias en torno a impuestos han crecido en los últimos 3 años
Fuente: Elaboracíón
propia a partir de
datos del Centro
de Investigaciones
Sociológicas
10
EcPol Insight Polarización en España: más divididos por ideología #EsadeEcPol
e identidad que por políticas públicas
Gráfico 8
El acuerdo entre izquierda, centro y derecha en medidas contra la pandemia es variable
Media de cada grupo de votantes, y agregada
Fuente: Elaboración propia a partir del estudio ESPACOV del Instituto de Estudios Sociales Avanzados
11
EcPol Insight Polarización en España: más divididos por ideología #EsadeEcPol
e identidad que por políticas públicas
El gráfico 8 muestra las ocho medidas consideradas para frenar contagios. Tanto el gobierno central,
como los autonómicos han empleado buena parte de las mismas, como “limitar los desplazamientos
de los ciudadanos”, la “utilización obligatoria de mascarillas y guantes”, “restringir el acceso a
espacios públicos, parques, playas, parques naturales”, “realizar controles sanitarios obligatorios
a la población”, “suprimir espectáculos, reuniones o encuentros cuyo aforo no permita mantener
la distancia social” o el “confinamiento selectivo solo de personas diagnosticadas y de alto riesgo”.
Otras no han sido utilizadas del mismo modo, como el “control de la población a través de sus móviles
(localización)” o “permitir a las fuerzas de seguridad acceder a los datos médicos personales”.
Curiosamente estas dos medidas son las que generan un mayor rechazo por parte de la población
en general.
Con respecto al tema que aquí nos ocupa, lo que vemos en el gráfico es que el apoyo a las distintas
medidas es similar por parte de todos los grupos ideológicos, algo que coincide con la escasa
polarización de las opiniones partidista en torno al sistema sanitario y los servicios públicos que
veíamos en el apartado anterior.
El único tema donde sí se observa mayor divergencia según la ideología del entrevistado es en
el papel que deben desempeñar las fuerzas armadas. De hecho, otras preguntas contenidas en
esta misma encuesta muestran que los ciudadanos de izquierdas están menos dispuestos a que
la policía y el ejército intervengan de forma activa durante la pandemia.
12
EcPol Insight Polarización en España: más divididos por ideología #EsadeEcPol
e identidad que por políticas públicas
En segundo lugar, el giro del debate político hacia las políticas públicas es relativamente urgente
porque los pocos ejemplos para los que disponemos de datos a lo largo del tiempo muestran que
la polarización en algunas políticas también está creciendo de forma acelerada. Las políticas
del bienestar han tenido tradicionalmente un apoyo alto entre votantes de PP y PSOE en España.
En este sentido, los datos muestran que estas políticas siguen siendo espacios de “concordia”,
pues los ciudadanos muestran posiciones menos divergentes. Hay que hablar más de políticas
concretas no sólo para centrar el foco de la agenda política en cuestiones sustantivas que tengan
que ver con la gestión política, sino también porque, si los partidos se proponen seguir a la opinión
pública en esas cuestiones, pueden encontrar más espacio para el entendimiento.
Por último, que existan espacios para el acuerdo en la opinión pública no quiere decir que éste
vaya a ser buscado por las élites políticas. Más bien, nos debería preocupar la posibilidad de que
sean las propias élites políticas las que vayan reduciendo los posibles espacios de concordia, como
podría ser el caso de la creciente polarización sobre los impuestos.
En tercer lugar, necesitamos muchos más datos y análisis para entender el proceso de polarización
política y social en España. Por desgracia, solo he podido construir una serie cuantitativa que
llegue hasta nuestros días y esta resulta especialmente reveladora. Lo interesante no es sólo
cómo de distintas son las opiniones de los españoles sobre distintos temas, sino si las posiciones
han ido cambiando a lo largo del tiempo, y para ello se necesitan unos datos que no existen. En
general, estamos a ciegas acerca de la evolución de las posiciones con respecto a las políticas
públicas por parte de la población española.
13
EcPol Insight Polarización en España: más divididos por ideología #EsadeEcPol
e identidad que por políticas públicas
REFERENCIAS
14
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28 Populismo 442-457.
Elisabeth Gidengil y Dietlind Stolle
ESTA ES UNA TRADUCCIÓN NO
OFICIAL.
QUEDA PROHIBIDA SU DIFUSIÓN.
autores descubrieron que, efectivamente, los centran en cómo las diferentes emociones dan
votantes enfadados eran más propensos a votar al forma a las interpretaciones de los
Frente Nacional, mientras que los votantes acontecimientos según las valoraciones
temerosos eran más propensos a votar en contra del asociadas a esas emociones: Dado que la visión
partido de extrema derecha. Es importante destacar populista del mundo tiene una fuerte resonancia
que, mientras que el miedo disminuía el efecto del con los elementos básicos de la ira, las ideas
autoritarismo y la identificación ideológica de populistas parecen ser excepcionalmente
derechas sobre el apoyo al Frente Nacional, el adecuadas para la expresión de la ira y para
enfado potenciaba su efecto. satisfacer las motivaciones específicas que
Jost (2019) ha discrepado de estas conclusiones desencadena. Por el contrario, las actitudes
sobre bases empíricas. Es crítico con la inclusión populistas no deberían verse afectadas por el
tanto del miedo como de la ira en el mismo miedo, porque la visión populista del mundo
modelo, argumentando que conduce a un efecto de está en desacuerdo con la valoración y las
supresión. Reanalizando los datos utilizados por tendencias de comportamiento que caracterizan
Vasilopoulos et al. (2019a), concluye que el miedo esa emoción" (p. 448). Queda por ver, sin
tiene un efecto positivo en el apoyo al Frente embargo, si sus hallazgos se extienden al apoyo
Nacional y que el efecto está mediado tanto por la a los partidos populistas en contraposición a las
ira como por el autoritarismo. No se trata actitudes populistas.
simplemente de un desacuerdo sobre la El estudio de Magni (2017) sobre el efecto
especificación del modelo. El desacuerdo gira en de la ira en el apoyo al UKIP en Gran Bretaña
torno a si "la ira constituye o no una valoración tras la crisis financiera cuestiona la idea de
emocional independiente, desencadenada por que la relación entre la ira y el apoyo a los
diferentes dimensiones de amenaza" (Vasilopoulos partidos populistas sea directa. Por el
et al., 2019b, p. 714). Dado que los datos son contrario, Magni argumenta que el efecto de
transversales, esta cuestión no puede resolverse la ira está condicionado a una baja sensación
empíricamente. Lo mismo ocurre con el estatus de eficacia política: las personas enfadadas
causal del autoritarismo. En su respuesta a Jost, solo son aptas para apoyar a los partidos
Vasilopoulos et al. (2019b) expresan su populistas cuando perciben que su propia
escepticismo de que el autoritarismo medie en el capacidad para influir en la política es
efecto del miedo. Su punto es que el autoritarismo limitada. Su argumento se basa en las teorías
es una disposición psicológica a largo plazo. Ya cognitivas de la emoción. Según estas teorías,
sea socializado o arraigado en la herencia genética, las personas experimentan emociones
es poco probable que se vea afectado por las diferentes en función de las valoraciones que
respuestas emocionales a corto plazo a la amenaza. suscita una situación determinada. En el caso
Mantienen su postura de que la ira modera el de la ira, las principales valoraciones son la
impacto del autoritarismo. frustración, la percepción de injusticia y la
culpabilización de otros por la situación
La investigación de Rico et al. (2017) sobre
(Kuppens et al., 2007). Magni sostiene que los
los fundamentos emocionales del apoyo al partidos populistas son capaces de atraer a los
populismo corroboran la idea de que la ira, y no el ciudadanos enfadados porque sus mensajes
miedo, es la clave del apoyo a los partidos contra las élites proporcionan "un objetivo
populistas. Utilizando una encuesta de panel de claro al que culpar" (p. 94) y prometen un
tres olas, descubren que los ciudadanos españoles remedio para remediar la injusticia de su
eran más propensos a apoyar el populismo si situación eliminando la causa de su
estaban enfadados por la crisis económica, frustración. De este modo, los partidos
mientras que tener miedo no tenía ningún efecto. populistas ofrecen "una vía de acción fuera
Rechazando la noción de que las emociones sólo del sistema para los ciudadanos que se sienten
son provocadas por valoraciones cognitivas, se
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P
450 elisabeth gidengil y dietlind stolle
4
Los autores no pudieron examinar el papel del
5
autoritarismo a la hora de explicar las relaciones entre Para estudios sobre el efecto de las actitudes populistas en el
los Cinco Grandes y el apoyo al Partido de la Libertad apoyo a los partidos populistas, véanse, por ejemplo,
holandés y al Die Linke alemán por falta de una medida Akkerman et al. (2017); Van Hauwaert y van Kessel (2017).
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P
Populismo 453
relación entre los cinco grandes rasgos y el hallazgos se ven empañados por el uso de
apoyo populista. diferentes definiciones de populismo, problemas de
medición y efectos con- textuales. Hemos
28.6 Conclusión propuesto un enfoque más unificado para estudiar
el populismo. Utilizar una definición básica, un
En resumen, el populismo es un concepto conjunto de medidas común y un conjunto
muy fluido que los psicólogos políticos se resumido de determinantes psicológicos, así como
esfuerzan por distinguir del estudio de los emplear enfoques experimentales, puede ayudarnos
partidos de la derecha radical y la ideología a comprender con mayor profundidad la psicología
de la derecha radical, la insatisfacción con la política del populismo.
política y la desconfianza en las élites, y un
sentimiento general contra el establishment. Referencias
Hemos argumentado aquí que hay tres Ackermann, K., Zampieri, E., & Freitag, M. (2018).
dimensiones de las actitudes populistas que Personalidad y voto a un partido populista de derechas:
captan el fenómeno en cuestión cuando se Evidencia de Suiza. Revista Suiza de Ciencias
toman en conjunto: el anti-elitismo, la Políticas, 24(4), 545-565.
centralidad del pueblo y las visiones Aichholzer, J., y Zandonella, M. (2016).
maniqueas del mundo. El estudio Bases psicológicas del apoyo a los partidos de la derecha
comparativo de las actitudes populistas debe radical. Personalidad y diferencias individuales, 96, 185-
190.
simplificarse para que todas las versiones del
Akkerman, A., Mudde, C., & Zaslove, A. (2014).
populismo puedan captarse mediante el uso
¿Cómo de populista es la gente? Medición de las
de indicadores que abarquen estas tres
actitudes populistas de los votantes. Estudios Políticos
dimensiones. Otra opción es utilizar el voto a Comparados, 47(9), 1324-1353.
partidos populistas, pero esta medida podría Akkerman, A., Zaslove, A., y Spruyt, B. (2017).
ocultar el verdadero potencial del populismo ¿Nosotros el pueblo o nosotros los pueblos?
en la población. Por lo tanto, utilizar ambos Una comparación del apoyo a la derecha radical
tipos de medidas conjuntamente es populista y a la izquierda radical populista en los
Países Bajos. Revista Suiza de Ciencias Políticas,
probablemente la forma ideal de proceder al 23(4), 377-403.
análisis comparativo del populismo desde una Albertazzi, D., y McDonnell, D. (2015). Populistas en el
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Nuestro breve análisis de los factores Bakker, B. N., Rooduijn, M., y Schumacher, G. (2016).
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gente no se enamora del populismo por sus Revista Europea de Investigación Política, 55(2), 302-
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características sociales. El apoyo de la gente a
Bakker, B. N., Schumacher, G., & Rooduijn, M. (2020).
los partidos populistas no coincide con las
The populist appeal: Personality and anti-
divisiones económicas, generacionales o de establishment communication. The Journal of Politics,
género. Así pues, el populismo parece ser más 83(2). https://doi.org/10.1086/710014
bien una construcción psicológica que tiene Berman, S. (2017, 20 de diciembre). El populismo es un
antecedentes principalmente psicológicos. problema: Los tecnócratas elitistas no son la solución.
Hemos identificado dos importantes: las Foreign Policy. https://foreignpolicy.com/2017/
emociones, en particular la ira y la ansiedad, y 12/20/populism-is-a-problem-elitist-technocrats- arent-the-
algunos de los cinco grandes rasgos de la solution/
personalidad. Pero aquí tampoco parece haber Bødker, H., & Anderson, C. (2019). El tiempo populista:
ningún rasgo de personalidad que afecte al Mediando inmediatez y demora en la democracia
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P
Populismo 457
PAPEL ORIGINAL
Resumen
Numerosos estudios sobre representación sugieren que las élites políticas responden
a las preferencias expresadas por sus votantes, pero los especialistas en la materia
han reclamado investigaciones basadas en experimentos para demostrar los
mecanismos subyacentes. Este artículo responde a esta petición. Los resultados de
un experimento con parlamentarios belgas demuestran, por primera vez, que un
importante mecanismo que impulsa la receptividad es la adaptación de la opinión por
parte de las élites políticas. Al igual que los ciudadanos "de a pie" adaptan sus
opiniones cuando se enteran de cuál es la postura de su partido preferido sobre un
tema, los políticos actualizan su posición o preferencias cuando se enteran de que se
oponen a las preferencias de la mayoría de su electorado. Esto implica que la
receptividad de las élites implica menos discordancia entre las propias preferencias
de los políticos y las preferencias de los votantes de lo que se suele suponer.
Julie Sevenans
[email protected]
1
Departamento de Ciencias Políticas, Universidad de Amberes, Sint-Jacobstraat 2, 2000
Antwerpen, Bélgica
1802 Comportamiento político (2021) 43:1801-
1
Nótese que existe cierta ambigüedad en la bibliografía sobre cómo se conceptualizan y miden la
"receptividad" y la "congruencia" (para un amplio debate, véase Beyer y Hänni 2018). En línea con la
mayor parte de la literatura, vemos la receptividad como un proceso dinámico y causal en el que los
políticos acercan su comportamiento a lo que quiere la mayoría de los votantes. Idealmente, acaban
alineándose con las preferencias de esta mayoría, estableciendo así la congruencia.
Comportamiento político (2021) 43:1801- 1803
posible mecanismo es crucial si queremos entender qué significa realmente que los
políticos "actúen de forma receptiva".
Para abordar las cuestiones sobre los mecanismos que subyacen a la receptividad
de las élites a la opinión pública, este trabajo se basa en un experimento de encuesta
con las élites políticas. Este enfoque metodológico innovador permite observar la
línea de pensamiento de las élites en el mismo momento en que reciben y procesan
la información sobre la opinión pública. En concreto, evaluamos lo que piensan los
parlamentarios belgas de habla neerlandesa sobre una cuestión política, y cómo
piensan abordarla, tras informar a una mitad aleatoria de los parlamentarios sobre la
opinión de los votantes al respecto. Los resultados experimentales muestran, por
primera vez, cómo los políticos actualizan realmente sus propias preferencias en
respuesta a la información de los votantes sobre un tema, y cómo esto afecta a su
posterior comportamiento previsto en la elaboración de políticas. De forma
simétrica a cómo los ciudadanos de a pie tienden a alinear sus opiniones con las
posiciones del partido con el que se identifican, los políticos tienen en cuenta la
información de los votantes a la hora de reflexionar sobre un asunto. Esto explica en
parte el posterior comportamiento receptivo de las élites. En consecuencia, la
distinción a menudo utilizada entre "delegados", que siguen exactamente las
preferencias de los ciudadanos, y "administradores", que siguen sus propias
convicciones al tiempo que persiguen los intereses de los ciudadanos, podría ser
algo artificial y el comportamiento de los administradores podría estar más cerca
del de los delegados de lo que imaginamos.
centrarnos en el electorado del partido para acercarnos lo más posible a los estudios
estadounidenses sobre la "representación diádica". No es nuestra intención afirmar
que los diputados en sistemas proporcionales no se preocupan por su distrito
geográfico -dependen de él en última instancia para ser reelegidos y, por ejemplo,
prestan servicios a la circunscripción (Eulau y Karps, 1977)- o que no serían
sensibles en absoluto a la información de la opinión pública sobre la población
general (véase, por ejemplo, Ezrow et al., 2011). Nosotros solo afirmamos que el
electorado del partido es su principal grupo de referencia y, por tanto, el más
interesante para observar.
En segundo lugar, hacemos encuestas para medir cuál es la posición de la
mayoría del electorado de un partido sobre una cuestión política concreta.
Complementando una larga tradición de investigación sobre la receptividad en
relación a las tendencias generales de la opinión pública (distribuciones izquierda-
derecha o "estados de ánimo políticos" globales; véanse, por ejemplo, Stimson et
al., 1995; Adams et al., 2004; Ezrow et al., 2011), los estudiosos han destacado el
valor añadido de estudiar cuestiones específicas porque no siempre está claro cómo
debería traducirse una ideología amplia en una política específica (Lax & Phillips,
2012; Page & Shapiro, 1983; Soroka & Wlezien, 2005). La investigación ha
demostrado que los propios políticos consideran importantes las encuestas y las
organizan con regularidad (Eisinger, 2003; Geer, 1996; Kingdon, 1973); y que,
además, prefieren los datos de opinión pública sobre temas específicos a los datos
ideológicos generales, especialmente en el caso de temas importantes (Druckman &
Jacobs, 2006). Por lo tanto, tiene sentido observar cómo tratan las élites la
información sobre la opinión mayoritaria de un tema específico.
Conceptualizando la opinión pública como se ha descrito anteriormente, nuestro
primer objetivo es confirmar experimentalmente el hallazgo observacional de que
los políticos adaptan su comportamiento político cuando se enteran de que la
opinión pública se opone a su punto de vista. Replicar el efecto es un prerrequisito
para investigar nuestra segunda y sustancialmente más interesante pregunta: ¿se
debe (en parte) a cambios en la propia opinión de los políticos? En las siguientes
secciones, analizaremos la teoría y las pruebas existentes sobre la causalidad y los
mecanismos de la respuesta de las élites a la opinión pública.
2
El primer camino representa cómo los electores ejercen el control eligiendo a las élites que comparten
sus preferencias, lo que hemos denominado "representación a través del voto correcto". Las flechas
correspondientes a este camino (que empiezan con una flecha desde la actitud del votante hasta la actitud
del representante) no se muestran en la Fig. 1.
Comportamiento político (2021) 43:1801- 1807
equilibrar la preferencia personal frente a la conveniencia electoral" (1995, p.
544). Al pensar de este modo, los académicos dan a entender que la receptividad de
las élites se produce a expensas de las propias preferencias de los políticos. La
pregunta que caracteriza este sacrificio, en palabras de Lax y Phillips, es: "¿Hasta
qué punto representan a sus electores y hasta qué punto siguen su propio camino?".
(2009, p. 370).
Este enfoque conductual común de la receptividad de las élites contrasta
fuertemente con la forma en que los estudiosos suelen analizar la receptividad de
los ciudadanos a las élites políticas. Existen numerosas pruebas de que las
opiniones personales de los ciudadanos sobre cuestiones políticas son endógenas y
están influidas por la toma de posición de las élites (Broockman y Butler, 2017;
Cohen, 2003; Gabel y Scheve, 2007; Harteveld et al., 2017; Lenz, 2009). Las
explicaciones se encuentran aquí en la teoría de la identidad social (Tajfel, 1982).
Cuando las personas se identifican con un grupo y se categorizan a sí mismas como
miembros del grupo -por ejemplo, el grupo de simpatizantes de un partido político-
prefieren tener actitudes compartidas con el grupo. El desacuerdo se percibe como
algo cognitivamente desagradable, y una forma de resolver la disonancia cognitiva
que surge debido al desacuerdo con un grupo relevante es adaptar los propios
puntos de vista. Cuando se enteran de cuál es la postura de "su" partido o legislador
sobre un tema, los votantes mueven su propia opinión hacia la postura del partido o
legislador. Este proceso no requiere largos o extensos argumentos de las élites sobre
sus posiciones; los votantes aceptan las señales partidistas que se oponen a sus
propias opiniones incluso cuando estas señales apenas contienen justificación de la
posición de las élites (Broockman & Butler, 2017). Aun así, el cambio de actitud no
es necesariamente superficial: la información del grupo puede procesarse
sistemáticamente y seguir siendo persuasiva, por ejemplo si el receptor piensa que
las opiniones de los demás están bien pensadas (Wood, 2000).
Creemos que las élites políticas también podrían ser susceptibles de reaccionar
ante las actitudes y, por lo tanto, vemos motivos para resucitar el segundo
mecanismo de Miller y Stokes. Más concretamente, creemos que en el caso de los
políticos, la disonancia cognitiva puede producirse en dos frentes. En primer lugar,
no hay razón para que el efecto psicológico de pertenecer a un grupo e identificarse
con él no se aplique a los políticos. Los políticos también son "personas corrientes",
susceptibles a los mismos procesos y sesgos psicológicos humanos (Arceneaux et
al., 2018; Sheffer, 2018). Sus sentimientos de pertenencia al grupo podrían ser
incluso más fuertes que los de los ciudadanos: muchos políticos han sido firmes
partidistas toda su vida, y trabajar para el partido probablemente refuerza los
sentimientos de identificación partidista. Lo que otros simpatizantes del partido -
que constituyen un importante grupo interno de personas que "piensan como ellos"-
piensan sobre un tema, es probablemente importante para los políticos. Podrían
utilizar (inconscientemente) la información sobre este grupo de referencia relevante
para actualizar su propia posición. Podría pensarse que los políticos se resisten a
este efecto porque ya tienen opiniones sólidas y bien informadas. Sin embargo, la
investigación con ciudadanos ha demostrado que una mayor conciencia política (y
tener opiniones mejor informadas) no impide necesariamente que se produzca la
influencia del grupo. De hecho, produce una ambivalencia (Zaller, 1990). Por un
l a d o , las personas con opiniones firmes son menos fáciles de persuadir porque
confían en su propia argumentación y son más resistentes a la información nueva y
1808 Comportamiento político (2021) 43:1801-
contradictoria. Por otro lado, comprenden mejor la nueva información y reconocen
la disonancia cognitiva que surge cuando la mayoría de su grupo de pertenencia
discrepa de sus opiniones. Esto aumenta su motivación para resolver la disonancia
cognitiva, incentivándoles a reconsiderar su postura. Debido a esta lógica, los
políticos conscientes e inconscientes se ven influidos de forma similar por los
grupos relevantes (Gabel & Scheve, 2007). Los políticos tienen opiniones firmes,
pero también desean encarecidamente estar en línea con los votantes: tener
opiniones es fundamental para su trabajo y, por tanto, quieren tener las opiniones
"correctas". La motivación para resolver la disonancia cognitiva aumenta a medida
que esta disonancia tiene consecuencias negativas previsibles (Cooper & Fazio,
1984); lo que es cierto para los políticos que sienten que están continuamente
vigilados por los votantes y tendrán que rendir cuentas en las próximas elecciones.
Es poco probable que este efecto psicológico se produzca en respuesta a pistas
informativas débiles (como ocurre a veces con los ciudadanos desinformados).
Sabemos, por ejemplo, que los políticos tienden a descartar las opiniones de los
electores con los que no están de acuerdo -incluso si estos ciudadanos son de su
propio partido (Butler y Dynes, 2016)- porque están convencidos de que ellos
mismos entienden mejor la cuestión. Dicho esto, hay una gran diferencia entre las
opiniones de uno o unos pocos votantes, y las opiniones de todos los votantes (o al
menos: de una mayoría de ellos). La información de opinión tiene más potencial
persuasivo cuando es prototípica de las normas del grupo (Van Knippenberg y
Wilke 1992). La investigación ha demostrado, por ejemplo, que las protestas tienen
el potencial de persuadir a los políticos solo si un número suficiente de personas
sale a la calle: cuanto mayor sea el número, más probable es que los políticos estén
de acuerdo con los objetivos de los manifestantes (Wouters y Walgrave, 2017).
Nuestro estudio se ocupa de las preferencias de la mayoría de la propia base de
apoyo partidista de los políticos, que bien podría ser el grupo de votantes más
valorado por los políticos. En segundo lugar, además de la disonancia cognitiva
derivada del conflicto entre sus propias opiniones y las opiniones de sus electores,
los políticos pueden experimentar disonancia cognitiva derivada del conflicto entre
sus opiniones y su (eventual) comportamiento futuro (Cooper & Fazio, 1984). A
través de la experiencia, los políticos pueden saber que -por las razones estratégicas
antes expuestas (por ejemplo, el castigo electoral)- generalmente siguen a los
simpatizantes de su partido cuando actúan políticamente. Esto significa que los
políticos también aprenden que, cuando llega información de la opinión pública que
va en contra de su propia opinión, surgirá una fricción entre sus opiniones y sus
acciones futuras. Una solución cognitiva para que los políticos eviten esta
disonancia futura es anticiparse a ella y cambiar ya su propia opinión para estar en
consonancia con la de los votantes.
Por todas estas razones, parece plausible que la respuesta conductual de las élites
a la opinión pública v a y a precedida, al menos a veces, de cambios de actitud
también por parte de las élites. Cuando se enteran de que los votantes tienen
preferencias contradictorias, ¿adaptan primero las élites sus opiniones, resolviendo
así la situación de desacuerdo (y, por tanto, el desacuerdo entre los representantes y
su electorado es sólo a corto plazo)? ¿O se aferran a sus opiniones personales
originales y se limitan a cambiar su comportamiento? Esto es lo que pretendemos
averiguar.
Comportamiento político (2021) 43:1801- 1809
Dos consideraciones más merecen atención. En primer lugar, en el marco teórico
expuesto anteriormente, así como en el estudio empírico que se presenta a
continuación, el cambio de actitud es lo primero y precede a los cambios de
comportamiento en respuesta a la información sobre la opinión pública. Esto
significa que no tenemos en cuenta el posible escenario en el que un político cambie
de opinión después de haber actuado responsablemente. En otras palabras, no nos
fijamos en las decisiones posteriores de los políticos para alinear sus opiniones con
su comportamiento, sino sólo en el cambio de actitud que se produce directamente
tras conocer la opinión pública. Nuestra medida de la cantidad total de cambio de
opinión de las élites como consecuencia de la información de la opinión pública,
puede ser cauta o conservadora.
En segundo lugar, el proceso de receptividad de las élites difiere en parte entre
sistemas políticos. No prevemos que el mecanismo clave estudiado aquí -la
adaptación de las opiniones- dependa de ningún sistema político: suponemos que
los mecanismos psicológicos que hacen que los políticos adapten sus opiniones en
respuesta a la información de la opinión pública son universales. Sin embargo, el
procedimiento legislativo posterior difiere. En países como Estados Unidos, donde
los partidos políticos son relativamente débiles, los políticos pueden tomar sus
propias decisiones legislativas (de voto). Sin embargo, en los sistemas de partidos
fuertes, como Bélgica, esto funciona de otra manera. Las propuestas políticas se
debaten primero dentro del partido. Las opiniones individuales de los políticos
importan mucho en esta fase, porque las posiciones de los partidos no son fijas
(Adams et al., 2004; Ezrow et al., 2011): las construyen y debaten los políticos que
forman el grupo parlamentario del partido. Todos los políticos tienen la oportunidad
de intervenir en el debate. Pero una vez que se ha decidido la posición del partido,
la lealtad al partido entra en juego en la votación real y un político casi siempre
respeta la posición del partido (Depauw, 2003). Nuestro experimento de encuesta
tiene esto en cuenta utilizando la toma de posición de los políticos dentro del
partido como primera medida del comportamiento en la elaboración de políticas
(para un procedimiento similar, véase Butler et al., 2016). Además, medimos l a
intención de voto de los políticos en el parlamento. Aunque esta segunda cuestión
de comportamiento es menos realista -porque los políticos no deciden
autónomamente sus votos la mayor parte del tiempo-, seguimos pensando que es
informativa como indicador de cómo prefiere personalmente el político que vote el
partido. Los resultados pueden trasladarse a países donde los políticos son
realmente libres en su comportamiento de voto, como Estados Unidos.
Un experimento de encuesta
3
Los archivos para replicar los resultados pueden encontrase en Dataverse:
https://dataverse.harvard.edu/dataset.xhtml?persi stentId=doi:10.7910/DVN/RTUBVV
1810 Comportamiento político (2021) 43:1801-
completaron personalmente el experimento de encuesta (en presencia de un
entrevistador). En esta sección describimos el diseño del experimento. Toda la
información práctica sobre la recogida de datos puede consultarse en el Apéndice en
línea 1.
En el experimento proporcionamos a la mitad de los políticos, elegidos al azar,
información de opinión pública sobre un tema, y luego observamos cómo pensaban
estos políticos sobre el tema (cambio de actitud) y cómo pensaban actuar al respecto
(cambio de comportamiento), en comparación con el grupo de control que no
recibió ninguna información de opinión pública. La selección de temas concretos es
importante. Sólo tuvimos en cuenta cuestiones políticas reales (y conocidas) que
pensábamos que preocuparían a los votantes y a los políticos y sobre las que
tendrían opiniones reales, en lugar de cuestiones ficticias (o nuevas), poco atractivas
o demasiado técnicas por las que nadie se preocuparía. Además, para poder
comprobar si los políticos están dispuestos a cambiar de opinión y comportamiento
en respuesta a la información de los votantes, queríamos identificar al menos unos
pocos temas en los que la postura de los políticos difiriera de la de su electorado,
creando así oportunidades para que las élites respondieran.
Los temas que finalmente seleccionamos cumplían los siguientes criterios:
sospechábamos que el partido no estaba de acuerdo con la propuesta política (pero
no lo verificamos a priori con nuestros políticos encuestados, ya que no queríamos
llamar su atención sobre estos temas en el periodo inmediatamente anterior al
estudio); sabíamos que una mayoría del 70 al 75% del electorado estaba de acuerdo
con ella, y que un máximo del 10% de los votantes indicaba no tener "ninguna
opinión" al respecto. Las opiniones de los electores del partido se midieron
mediante una encuesta representativa en línea con una muestra de ciudadanos
belgas de habla neerlandesa (a través de Survey Sampling International; N = 1.625).
El procedimiento completo que seguimos para identificar estas cuestiones se analiza
en el Apéndice 1 en línea. Las propuestas que elegimos para el experimento final
figuran en la Tabla 1.
Aunque intentamos encontrar propuestas políticas funcionalmente equivalentes
para todos los partidos, los temas son, en última instancia, diferentes, lo que hace
imposible comprobar si las diferencias en la receptividad de las élites entre partidos
se deben a las características de los partidos o de los temas. Por este motivo, sólo
nos centramos en las diferencias intrapartidistas (entre el grupo de tratamiento y el
de control). Nuestro principal interés radica en encontrar resultados similares entre
partidos -lo que permite generalizar los resultados a una amplia gama de partidos y
temas- más que en explicar las diferencias, algo que no podemos hacer aquí
(aunque el trabajo sobre las explicaciones condicionales de la receptividad es
también relevante, véase Beyer y Hänni, 2018).
Comportamiento político (2021) 43:1801- 1811
1810
Tabla 1 Opinión pública sobre las declaraciones políticas utilizadas en el experimento
Partido Tema Propuesta política % de acuerdo N
(electorado)
Verdes Ejecución de sentencias Todos los condenados deben cumplir su pena íntegra 73% 260
Socialistas Servicio mínimo de transporte público Si la NMBS está en huelga, debe seguir circulando un número mínimo de 74% 183
trenes
Demócrata-Cristianos Acumulación de mandatos Un diputado no puede ser alcalde al mismo tiempo 72% 193
Liberales Hablar neerlandés en la escuela Los colegios deberían obligar a los niños a hablar neerlandés también en el 73% 143
patio
Nacionalistas flamencos Redes de autobuses y tranvías Las líneas de autobús y tranvía con pocos pasajeros deben seguir operativas 74% 582
Tras haber seleccionado un tema por partido, confrontamos a los políticos con la
propuesta política específica de su partido en la encuesta de élite, diciéndoles a los
políticos Verdes, por ejemplo, que:
El [cumplimiento de las penas] es un tema que a veces llama la atención en
Bélgica. La gente tiene opiniones diferentes sobre la siguiente propuesta
política: "[Todos los condenados deberían cumplir su condena íntegra]".
(información específica del partido entre corchetes)
A esta introducción le siguió la manipulación experimental, en la que una mitad
aleatoria de los diputados de cada partido (el grupo de tratamiento, N = 78) recibió
información sobre la opinión de su electorado, mientras que la otra mitad de los
diputados del partido (el grupo de control, N = 73) no recibió ningún tipo de
información. 4 Mostramos como ejemplo el estímulo del partido de los Verdes:
Nuestro grupo de investigación M2 P (Universidad de Amberes), interesado
en saber qué piensa la gente sobre este asunto, ha realizado recientemente
una encuesta representativa a gran escala entre los ciudadanos flamencos.
Hemos constatado que una gran mayoría de los ciudadanos que declaran
votar a [el partido de los Verdes] están a favor de [obligar a los condenados
a cumplir la totalidad de su pena]. Más concretamente, parece que más del
70% de los votantes [del partido Verde] están de acuerdo/totalmente de
acuerdo con la propuesta política mencionada.
Después, tanto para el grupo de control como para el de tratamiento, evaluamos
la opinión de los políticos sobre el tema, su comportamiento previsto dentro del
partido y su intención de voto. Las preguntas concretas eran:
1. Nos interesa conocer su opinión sobre esta cuestión política. ¿En qué medida
está personalmente de acuerdo con esta propuesta?
0 (Totalmente en desacuerdo) a 10 (Totalmente de acuerdo)
2. Por todo tipo de razones es posible que los políticos, independientemente de su
propia posición sobre un tema, defiendan a veces otras posturas, o que adapten
su comunicación sobre el tema. ¿Comunicaría sobre la propuesta política en las
siguientes situaciones 5 y, en caso afirmativo, ¿qué posición adoptaría?
"El tema se debate durante una reunión interna del partido y se le pide su
opinión".
-3 (Argumento totalmente en contra) a 3 (Argumento totalmente a favor) O
no lo comunicaría
3. Imagina que la propuesta política se somete a votación en el Parlamento.
¿Participarías en la votación y, en caso afirmativo, qué postura adoptarías?
4
Una prueba de equilibrio confirma que la aleatorización tuvo éxito en características como el sexo, la
edad, la experiencia parlamentaria, el partido y el parlamento (regional/federal); véase el Apéndice 2 en
línea.
5
Pedimos a los políticos que juzgaran dos escenarios adicionales (sobre cómo se comunicarían con un
periodista y un votante respectivamente), pero como estos ítems no tratan sobre cómo los políticos
representan a los votantes de forma sustantiva no se discuten aquí.
1812 Comportamiento político (2021) 43:1801-1823
60
60
40
40
Frecuencia
Frecuencia
20
20
0
0
Basándonos en este diseño entre sujetos, podemos comprobar si los políticos del
grupo de tratamiento -que se enteraron de que muchos de sus votantes están de
acuerdo con la propuesta política- están más a favor de la propuesta ellos mismos
(receptividad actitudinal) y están más inclinados a argumentar (en el partido) o
votar (en el parlamento) a favor de la propuesta política (receptividad conductual)
que los políticos del grupo de control que no recibieron dicha información.
Independientemente de la condición experimental, las estadísticas descriptivas de
nuestras principales variables dependientes muestran que la propia opinión de los
políticos es, por término medio, de 3,98 (N = 151) y, por tanto, más bien contraria a
la cuestión. Por término medio, los políticos también se muestran "más bien en
contra" de la propuesta en una reunión interna del partido (la media es de 3,98).
-0,54 en una escala de -3 a 3; N = 149). Y con respecto al voto en el parlamento, 87
políticos tienen intención de votar en contra de la propuesta política (59%); 58
tienden a votar a favor (39%) y 3 políticos dicen que no participarían en la votación
(2%) (N = 148). Como esta última respuesta sólo se produjo unas pocas veces, y
como no estaba relacionada con una condición experimental específica, decidimos
mantener a esos tres encuestados fuera del análisis de la intención de voto.
Tras la medición de las variables dependientes, incluimos varias preguntas más
que nos permiten comprobar (1) si la manipulación tuvo éxito, (2) si el escenario se
percibió como realista (aumentando la confianza en la validez externa),
(3) si las propuestas políticas que seleccionamos, como pretendíamos, fueron
consideradas destacadas por los políticos y (4) si se caracterizaron por el
desacuerdo entre votantes y partidos. Discutiremos brevemente estos aspectos antes
de pasar a los resultados.
En primer lugar, comprobamos formalmente si los encuestados del grupo de
tratamiento se percataban del estímulo (comprobación de la manipulación) y si
mejoraba la precisión de su percepción de la opinión pública (en comparación con
el grupo de control). Después de todo, si los políticos del grupo de control también
eran conscientes de la opinión de los votantes -por ejemplo, debido a los efectos
previos al tratamiento en el mundo real (Slothuus, 2016)-, no tendríamos motivos
Comportamiento político (2021) 1813
60 40
Frecuencia
20
0
Muy poco realista Más bien poco realista Más bien realista Muy realista
Poco realista Neutro Realista
Verdes Todos los condenados deben cumplir su pena íntegra 2.23 2.71 13 4.54 Sí
Socialistas Si la NMBS está en huelga, debe seguir circulando un número mínimo de 3.67 2.43 24 4.79 Sí
trenes
Demócrata-Cristianos Un diputado no puede ser alcalde al mismo tiempo 4.31 1.84 35 2.97 Sí
Liberales Los colegios deberían obligar a los niños a hablar neerlandés también en el 5.53 2.37 17 5.41 No
patio
Por último, al final del experimento se formuló una pregunta sobre la posición
del partido respecto a la propuesta política, en una escala de 0 (totalmente en
desacuerdo) a 10 (totalmente de acuerdo). Nos permite evaluar las distintas posturas
de los partidos, así como el grado de conocimiento de cada diputado sobre dicha
postura. Los resultados son desiguales, como puede verse en la Tabla 2.
En cuatro de los seis partidos, las respuestas de los diputados confirman que su
partido está en desacuerdo con la propuesta (estimación media inferior a 5 en una
escala de 0 a 10). Sin embargo, para el partido liberal y para el partido de extrema
derecha (populista), esto no es cierto y los diputados piensan (de nuevo por término
medio) que su partido está de acuerdo con la propuesta política, a diferencia de lo
que suponíamos basándonos en nuestra investigación preliminar. Además, como
muestran las desviaciones típicas de la Tabla 2, en todos los partidos existe una
variación notable a nivel individual en las estimaciones de los diputados sobre la
posición de su partido. Aparentemente, algunos diputados no son conscientes de la
posición discrepante del partido (o del grado de discrepancia del partido). Esto
ilustra que, dentro de los partidos ideológicamente coherentes, las posiciones
políticas concretas no siempre están claras. 6
Esta variación nos ofrece interesantes oportunidades de análisis. Implica que,
para la mayor parte de los diputados, nuestro experimento pone a prueba si la
información que dice que la opinión pública no coincide con la posición percibida
del partido tiene un efecto sobre las opiniones de los políticos o, en otras palabras,
si puede provocar un cambio de actitud (a menos que la opinión personal del
diputado difiera de la posición percibida del partido). Pero también nos permite
comprobar -para algunos diputados de todos los partidos, y para muchos diputados
de dos partidos (liberal y extrema derecha) en particular- si la información según la
cual la opinión pública coincide con la posición percibida del partido afecta a sus
actitudes. La cuestión es si la información confirma o refuerza sus actitudes previas
(de nuevo, a menos que la opinión personal del diputado difiera de la posición del
partido percibida). Dado que los diputados están distribuidos aleatoriamente entre el
grupo de tratamiento y el de control, esto no plantea problemas analíticos al
experimento (véase la prueba de equilibrio realizada con éxito en el Apéndice 2).
Simplemente incluimos la variable "posición percibida del partido" como
moderador (y como variable de control).
Resultados
6
Obsérvese que estas diferencias no están relacionadas con nuestra manipulación experimental: las
estimaciones de la posición del partido del grupo de tratamiento no son significativamente más altas (ni más
bajas) que las estimaciones del grupo de control (t = -,52; p = 0,603).
1816 Comportamiento político (2021)
(a) Predicciones sobre la opinión de los (b) Efecto marginal del estímulo experimental
políticos
0 2 4 6 8 10
Moderador: percepción de la posición del partido
Conclusión y debate
7
Calculado mediante el comando medeff de Stata.
Comportamiento político (2021) 1819
más importante, hemos descubierto que una parte sustancial de este efecto se debe a
lo que denominamos "receptividad actitudinal". De acuerdo con la teoría de la
identidad social, los políticos cambian sus propias opiniones para estar más en línea
con lo que piensa de un asu n to la mayoría de sus votantes, que son un grupo
interno relevante para ellos. Este efecto actitudinal es más fuerte cuando los
políticos piensan que la distancia entre su partido y sus votantes es menor, pero
también se produce cuando la información de la opinión pública se opone a la
posición percibida del partido. Sólo una pequeña parte de la receptividad es
puramente conductual, lo que significa que los políticos no están personalmente de
acuerdo con sus votantes, pero tienen la intención de votar de acuerdo con sus
deseos.
Aunque el efecto actitudinal no es muy grande -los políticos, por término medio,
se vuelven 1,5 puntos más favorables a una propuesta en una escala de 0 a 10-,
creemos que es sustancial. Para algunos políticos, implica que pasan el "punto de
inflexión" de estar más bien en contra a estar más bien a favor (por ejemplo, de 4,5
a 6). Otros pueden permanecer en el bando contrario y mostrarse sólo tibios ante la
propuesta (por ejemplo, de 2,5 a 4), pero aun así, parecen haberse vuelto más
moderados y quizá más dispuestos a considerar argumentos a favor de la propuesta.
Hay que tener en cuenta que a los políticos se les expuso a una sola información;
parece probable que las repetidas confrontaciones con esta información aumenten el
efecto.
Los resultados sugieren que la receptividad de las élites implica menos fricciones
psicológicas de lo que se suele suponer. Los académicos suelen describir a los
políticos electos como actores puramente estratégicos con preferencias estables, que
se enfrentan a la difícil disyuntiva de actuar de acuerdo con sus propias preferencias
y con las de los votantes. Esta idea de racionalidad se cuestiona aquí (y cada vez
recibe más apoyo también en otros lugares, véase, p o r ejemplo, Sheffer et al.,
2018). Demostramos que está en juego un mecanismo que reduce la dificultad de la
elección que hay que hacer, porque los políticos están parcialmente persuadidos
ellos mismos por la posición preferida de los votantes. Esto tiene consecuencias
porque aumenta la probabilidad de que un político intente convencer también a
otros de su nuevo punto de vista, en lugar de seguir intentando obtener apoyo para
s u antiguo punto de vista.
Una implicación importante para la teoría de la representación es que la
distinción a menudo utilizada entre políticos con una concepción del papel de
"delegado" y de "fideicomisario" puede ser algo artificial. Debido al efecto
persuasivo de la información de los votantes sobre las propias convicciones de un
político, la diferencia entre "seguir las preferencias de los votantes" y "seguir las
propias convicciones" llega a ser pequeña o incluso inexistente. Esto podría explicar
por qué los autoproclamados delegados, en estudios observacionales, rara vez
parecen ser más receptivos a los votantes que los fideicomisarios (véase, por
ejemplo, Önnudóttir, 2014).
Los resultados se han obtenido en el contexto belga, pero creemos que son
generalizables más allá de sus fronteras. Bélgica es el prototipo de muchos países
de Europa Occidental (sistemas proporcionales, partidos fuertes), y no hay motivos
por los que los patrones hallados aquí no puedan aplicarse también en otros países.
En realidad, la inclinación psicológica humana a sentirse vinculado al grupo al que
1820 Comportamiento político (2021)
uno pertenece, y a querer formar parte de él, es universal y, en ese sentido, las
conclusiones pueden incluso trasladarse a sistemas diferentes (por ejemplo, países
como Canadá o Estados Unidos), aunque es posible que los efectos de las actitudes
sean algo más fuertes en determinados contextos institucionales que en otros (en los
países europeos pequeños, por ejemplo, los diputados tienen menos personal y
asesores profesionales y, por tanto, pueden ser algo menos "estratégicos" que los
legisladores estadounidenses).
Es importante reconocer que la validez externa de nuestras pruebas
experimentales de encuesta es menor que la de los diseños experimentales de
observación o de campo. El proceso causal en el que nos centramos aquí no ocurre
de forma tan aislada en el mundo real, donde los políticos pueden hablar entre sí
mientras se forman opiniones y donde nuestros dos actores centrales -políticos y
votantes- ejercen una influencia recíproca entre sí. Además, las preguntas
experimentales de la encuesta sólo medían el comportamiento previsto en
escenarios hipotéticos. Son cuestiones que no podemos resolver aquí. Como aspecto
positivo, ya sabemos por la amplia bibliografía existente sobre la representación que
la capacidad de respuesta se da en el mundo real. El objetivo principal de nuestro
estudio no era establecer el efecto, sino complementar esta investigación
centrándonos en el mecanismo psicológico: el cambio de actitud. La investigación
mediante encuestas es el enfoque estándar en este caso; también es en el que nos
basamos para sacar conclusiones sobre el cambio de actitud de los ciudadanos en
respuesta a las señales de la élite (y ahí aceptamos estas limitaciones
metodológicas). Y lo que nos hace creer en nuestros resultados es el hecho de que
dos de los seis partidos estudiados cambiaron aparentemente de postura sobre su
propuesta política en el periodo anterior a las entrevistas con las élites. En primer
lugar, nos decepcionó saber que los diputados del partido liberal y del partido de
extrema derecha, en contra de nuestras expectativas, dijeron que su partido estaba
de acuerdo con la propuesta política que seleccionamos, lo que hizo que los
estímulos de los partidos fueran menos comparables de lo que se había previsto en
un principio. Pero, paradójicamente, esto también aumentó nuestra confianza en los
resultados: probablemente estábamos siendo testigos de la manifestación de
nuestras conclusiones en el mundo real.
Otras tres limitaciones merecen atención. En primer lugar, un lector crítico
podría argumentar que nuestros resultados podrían estar impulsados por la
deseabilidad social y, por tanto, reflejar un comportamiento estratégico. Sin
embargo, creamos cuidadosamente un contexto de entrevista (entorno privado,
garantía de anonimato,...) que animaba a los políticos a ser sinceros. Dada nuestra
buena reputación entre los encuestados de élite (los entrevistamos cada tres años y
nunca ha habido problemas de confidencialidad), saben que es seguro dar
respuestas sinceras. Curiosamente, además, muchos encuestados nos dijeron
durante las entrevistas que su objetivo no es seguir ciegamente lo que quiere el
público. En una época en la que los populistas están ganando terreno, muchos
políticos creen que su tarea es dirigir al público en lugar de escucharlo. Así lo
confirman los resultados de las encuestas, que muestran que los políticos creen que
deben ser fideicomisarios en lugar de delegados (véase el Apéndice 9). Esto
refuerza nuestra creencia de que la receptividad no se percibe como algo
socialmente deseable; y que hemos medido un reflejo posiblemente incluso no
Comportamiento político (2021) 1821
Financiación Durante la realización de esta investigación, el autor fue investigador postdoctoral del
FWO (Fonds voor Wetenschappelijk Onderzoek Vlaanderen) en el grupo de investigación M2 P (Media,
Movements & Politics) de la Universidad de Amberes (Bélgica). Número de becario: 12X6218N.
Disponibilidad de los datos Los datos se recogieron en el marco del proyecto POLPOP. POLPOP es
un proyecto t r a n s n a c i o n a l que examina la precisión perceptiva de los políticos en cuatro países.
Fue iniciado por Stefaan Walgrave, de la Universidad de Amberes (Flandes, Bélgica). La financiación
flamenca procede de la Fundación Nacional de la Ciencia (FWO) con el número de subvención
G012517N. Las siguientes personas formaron parte del equipo flamenco de POLPOP: Stefaan Walgrave,
Julie Sevenans, Pauline Ketelaars, Karolin Soontjens, Kirsten Van Camp y Arno Jansen.
Declaraciones
Referencias
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1824 Comportamiento político (2021)
Nota del editor Springer Nature se mantiene neutral con respecto a las reclamaciones
jurisdiccionales en los mapas publicados y las afiliaciones institucionales.
Comportamiento político (2021) 1825
TRADUCCIÓN NO OFICIAL.
QUEDA PROHIBIDA SU DIFUSIÓN
Introducción
Jacques Thomassen
1.1 INTRODUCCIÓN
El modo en que las disposiciones institucionales que rigen las elecciones afectan
a los votantes de un determinado sistema político sólo puede apreciarse
mediante la investigación comparativa. Sin la variación de los acuerdos
institucionales, es imposible saber cómo una determinada configuración de
instituciones estructura el voto, la opinión pública y la participación política. La
investigación comparativa ofrece la oportunidad de ver hasta qué punto las
relaciones a nivel micro están influidas por factores a nivel de sistema, hasta qué
punto existe una interacción entre el nivel macro y el nivel micro. Descubrir las
interacciones entre las variables a nivel macro y micro es el verdadero reto de la
investigación comparativa (Przeworski y Teune 1970).
Este segundo objetivo, y quizás el más importante, de la investigación
comparativa se descuidó en la mayoría de los estudios comparativos anteriores
sobre el comportamiento electoral, lo que los hace vulnerables a la crítica de
padecer un determinismo sociológico. En su cruzada contra lo que denomina
"modernismo" en la investigación del comportamiento político, Dunleavy
(1996) critica los programas de estudios electorales longitudinales por no tener
en cuenta el contexto político:
Una vez creada una serie de estudios coherentes y realizadas las encuestas de panel
longitudinales, estos investigadores disponían de conjuntos de datos que podían ser y
eran analizados como si estuvieran fuera del tiempo. Muchos de estos estudios se
basaban explícitamente en la premisa de que el contexto político de todo el periodo
"moderno" ha sido tan uniforme que hace innecesaria cualquier referencia cruzada
de detalle entre las respuestas de los votantes a las preguntas de la encuesta y su
entorno político inmediato.
En segundo lugar, a lo largo de este libro veremos hasta qué punto las
diferencias en el contexto político-institucional, tanto entre países como dentro
de un mismo país entre distintas elecciones, afectan al comportamiento político
de los ciudadanos. Como veremos, se ha argumentado que la teoría de la
modernización se equivoca al suponer que los cambios en el comportamiento
electoral se deben a un proceso social autónomo, independiente del contexto
político-institucional. La explicación alternativa es que las diferencias en el
desarrollo del cambio electoral entre países y las fluctuaciones dentro de un
mismo país se deben enteramente, o al menos en parte, a diferencias o cambios
en el contexto político-institucional. En este libro nos enfrentaremos a ambas
explicaciones.
El progreso que se está realizando en comparación con los estudios anteriores
no es sólo una cuestión de progreso intelectual, sino también de disponibilidad
de datos. Durante mucho tiempo, la utilización de los datos existentes en la
investigación electoral comparativa entre países se ha visto obstaculizada por
una serie de problemas logísticos. Por mencionar sólo el más obvio: En algunos
estudios, la documentación escrita o incluso los cuestionarios no estaban
disponibles en inglés.
La toma de conciencia de estos problemas llevó a la iniciativa de crear el
Comité Internacional de Investigación sobre las Elecciones y la Democracia
Representativa (ICORE). Fue fundado a finales de la década de 1980, siendo sus
padres fundadores los directores de estudio de algunos de los programas
nacionales de estudios electorales más antiguos de Europa Occidental, en
particular Noruega, Suecia, Gran Bretaña, Países Bajos, Dinamarca y
Alemania.1 La mayoría de ellos se encuentran entre los autores de este libro. El
objetivo de ICORE es promover la investigación transnacional sobre el
comportamiento electoral y la democracia representativa. Una de las primeras
prioridades de ICORE fue superar los problemas logísticos que dificultaban el
uso de los datos existentes. Para resolverlos se c r e ó una Base de Datos
Electoral Europea, formada por todos los estudios electorales nacionales
documentados en inglés. Como resultado de estos esfuerzos, los datos de la
mayoría de los principales e s t u d i o s electorales europeos, d o c u m e n t a d o s
en inglés, están ahora disponibles en el Archivo Central de Colonia (Mochmann
et al. 1998). Para facilitar el estudio sistemático de las tendencias del
comportamiento electoral y sus correlatos entre países, se desarrollaron medidas
comparables a lo largo del tiempo dentro de los países para cada uno de nuestros
conceptos clave. Esta enorme inversión en tiempo y otros recursos permitió ir
más allá de las posibilidades de los anteriores estudios longitudinales
comparativos del comportamiento electoral.
En la siguiente sección daremos una primera impresión de los principales
cambios en el comportamiento electoral que se están produciendo en los países
de Europa Occidental. A continuación, presentaremos la teoría de la
modernización y los efectos que esperamos que tenga el proceso de
modernización en el comportamiento electoral de los ciudadanos. A
continuación explicaremos en qué medida el contexto político-institucional se
utilizará a lo largo de este libro como teoría explicativa adicional o alternativa
del cambio. Al final del capítulo explicaremos la estructura del libro. El
Apéndice 2 contiene una descripción detallada de la base de datos utilizada.
Introducción 7
Se espera que los mismos aspectos del proceso de modernización que pueden
provocar un cambio en la participación política de los ciudadanos y un descenso
de la participación provoquen un cambio en los factores que determinan la
elección de partido por parte de los votantes. Debido a los cambios tanto en la
composición del electorado como en la relación entre la posición social y el
comportamiento electoral, la relación antaño fuerte entre estructura social y
política, entre posición social y elección de partido disminuirá. Por la misma
razón, ya no será evidente que la gente sea leal durante toda su vida a un partido
concreto. Las ideologías que reflejan las divisiones tradicionales se volverán
8 Thomassen
Contexto político-institucional
que los conflictos de clase estaban disminuyendo al mismo tiempo que resultaba
más fácil resolverlos en las sociedades del bienestar. Al mismo tiempo, los
estudiosos estadounidenses en particular (incluido Lipset) sostenían que las
ideologías basadas en las divisiones de clase estaban desapareciendo o iban a
desaparecer, siendo el lema el fin de la ideología (Lane y Ersson 1999). Todavía
en la década de 1960, Kirchheimer (1966) desarrolló su conocido argumento de
que
En las condiciones actuales de difusión de las orientaciones laicas y de consumo de
masas, con líneas de clase cambiantes y menos evidentes, tanto los antiguos partidos de
clase y de masas como los partidos de masas confesionales se ven presionados para
convertirse en partidos populares globales.
Sin embargo, ciertamente en los años 70 todavía había más consenso sobre la
importancia decreciente de la estructura social para el comportamiento de voto
que sobre lo que la estaba sustituyendo. Se ha afirmado que los estudiosos del
comportamiento electoral estaban tan preocupados por los alineamientos
estables, por la estabilidad del comportamiento electoral, que asumían casi
instintivamente que el alineamiento debía ir seguido de un realineamiento según
las nuevas dimensiones del conflicto (Andeweg 1982). Sólo poco a poco se fue
desarrollando la idea de que el alineamiento no tiene por qué ir seguido de un
realineamiento, sino que puede ser una situación permanente (Dalton et al.
1984). En la literatura se han presentado un gran número de nuevos clivajes
posibles, como los clivajes entre trabajadores del sector público y privado, entre
propietarios e inquilinos y entre hombres y mujeres. Pero ninguna de estas
posibles líneas divisorias parece tener una importancia permanente (Franklin et
al. 1992; Rose y McAllister 1986).
los clivajes sociales que los sustentan sí lo hacen. Los clivajes políticos más o
menos estables pueden basarse directamente en estas orientaciones de valores
(Bartolini y Mair 1990; Rose y McAllister 1986). En general, las orientaciones
de valores de las personas se forman durante la adolescencia y son bastante
persistentes durante el resto de su vida (Inglehart 1977). En consecuencia, los
cambios en las orientaciones de valores entre la población en general sólo
cambiarán gradualmente y seguirán siendo importantes para la elección de
partido de las personas incluso cuando estas orientaciones de valores ya no estén
ancladas en la estructura social, o al menos lo estén menos. Por lo tanto,
esperamos que el impacto de las orientaciones de valores tradicionales -
controladas en función de las variables sociales- aumente gradualmente.
Debido a la persistencia de las orientaciones de valor durante la vida de las
personas, el cambio de valores se producirá principalmente por reemplazo
generacional. Este es uno de los principales elementos de la teoría del cambio de
valores de Inglehart. Su punto de partida es que las orientaciones de valor
relacionadas con la estructura de división tradicional han perdido gran parte de
su significancia en la segunda mitad del siglo XX. Las viejas generaciones de
votantes que han experimentado la crisis económica de los años 30 y la Segunda
Guerra Mundial, crecieron con la experiencia de que el bienestar material y la
seguridad son bienes escasos. En consecuencia, estos bienes tienen una gran
utilidad para ellos. La generación de posguerra creció con una experiencia
totalmente distinta. El bienestar material y la seguridad física son casi evidentes
para ellos. Esto no quiere decir que no aprecien estos bienes, sino que su
utilidad marginal es baja. Por eso están más abiertos a otros valores post-
materialistas. Por supuesto, las generaciones mayores también se han
beneficiado de la prosperidad y la seguridad crecientes tras la guerra, pero
esto ya no cambia esencialmente sus orientaciones de valores. La gente
tiende a apegarse a los valores en los que ha sido socializada durante su
adolescencia. Del mismo modo, las orientaciones de valores de las
generaciones más jóvenes no cambiarán fácilmente cuando sufran un revés
económico. Inglehart prevé una revolución silenciosa por la que las
generaciones materialistas serán sustituidas gradualmente por generaciones
con una orientación dominantemente postmaterialista. Esta revolución
conducirá a un realineamiento: los postmaterialistas basarán su elección
de partido en cuestiones relacionadas con su orientación de valores, como
las cuestiones medioambientales (Inglehart 1977).
La argumentación de esta sección conduce a dos hipótesis:
Hipótesis 1. El impacto independiente de las orientaciones de valor, es decir,
controlando el origen social, aumentará gradualmente;
Hipótesis 2. El impacto de las orientaciones de valores tradicionales basadas
en la división de clases y religiosa cederá gradualmente ante la dimensión
material-posmaterial del conflicto.
Un enfoque algo diferente de las orientaciones de valores hace hincapié en un
único continuo ideológico, la dimensión izquierda-derecha, como principal
fuente de estabilidad en las preferencias políticas de la gente, aunque no
necesariamente en la preferencia por un partido concreto. La distinción entre
izquierda y derecha como
Introducción 15