J.
Offenbach
Orfeo en los in ernos
Partitura Vocal
Melólogo
L'OPINION PUBLIQUE
(sur une mélodée)
¿Quién soy, preguntan ustedes?
Hasta ayer fui coro griego
y esta noche soy Las Redes.
Yo traspaso las paredes
y ventilo todo ego.
Viví mil encarnaciones
porque estoy desde el principio
en pueblos, reinos, naciones
y en los íntimos rincones
de un ínfimo municipio.
Tuve nombres por periodos:
Opinión Pública, Prensa,
Big Brother, Metomentodo
y paro con los apodos
porque la lista es extensa
y nuestro tiempo es exiguo.
Así que en vez de explicar
como hacía el coro antiguo,
su ignorancia hoy amortiguo
tomando en la acción lugar
y glosando en castellano
lo que se cante en francés,
ya que el espectador llano
no es bilingüe, es profano
y el culto está en escasez.
(Si no se entiende la trama,
no será por culpa mía).
Verán meterme en la cama
a falta de policía,
que a la gente ya no asusta,
y castigar o premiar
repartiendo algún “me gusta”
o aplicando cancelar.
Que me tema la mujer
que no engaña a su marido:
puedo inventarle un descuido
y al marido otra mujer.
El drama que van a ver
yo misma lo he entretejido.
¡Pero Eurídice se acerca!
Parto… aunque no muy lejos,
por si una vuelta de tuerca
requiere de mis manejos.
N˚1 bis 1858
[Diálogo I]:
ORFEO: Pero ¿qué veo? ¡Mi amante!
La ninfa del bosque… ¡sola!
No la saludo: ¡que cante
mi violín un dulce “hola”!
(Orfeo toca su violín, Eurídice voltea y se descubren).
EURÍDICE: ¡Mi marido!
ORFEO: ¡Si es mi esposa!
¿Qué hace aquí, señora mía,
y para quién es la rosa?
EURÍDICE: ¿Para quién la melodía?
Esta flor es para el viento.
ORFEO: No tiene nariz.
EURÍDICE: Ni orejas.
Y para el caso, lo siento,
la cama no tiene rejas.
ORFEO: Es como un violín sin cuerdas.
EURÍDICE: Sin violín, el matrimonio
no se hubiera ido a la… deriva.
OR. (ofendido): Mi límite es mi instrumento.
Quien lo insulta, insulta o Orfeo.
EURÍDICE: ¡Por fin! Terminó el tormento:
¡Ahora soy de Aristeo!
(Remata dúo).
N˚2 1858
[Diálogo II]:
EURÍDICE: ¡Gran diosa del panteón griego
Venus querida, te pido,
suplico, imploro y te ruego:
librame de mi marido!
¡Concedeme ya el divorcio!
ORFEO: Venus no decide sola,
tiene el Olimpo un consorcio.
Pero aparte nos controla
—a ellos, nosotros y a ustedes—
aquella a quien yo me debo
(digo en voz baja): ¡Las Redes!
A escándalos no me atrevo
ni te aconsejo que oses:
a Las Redes, por igual,
le temen hombres y dioses.
EURÍDICE: ¿Y hembras?
ORFEO: Hablo en general.
Sí sugiero a tu pastor
(ese sucio melenudo)
que no acepte más tu flor
si no quiere hacerme viudo.
EURÍDICE: ¿Y esa siniestra indirecta?
ORFEO: La indirecta es evidente
por lo que al mito respecta:
cuidado con las serpientes.
(Sale Orfeo. Eurídice queda confundida).
EURÍDICE: El amor provoca heridas
que hacen que ya no comprenda
dos indirectas seguidas.
¡Ya Aristeo está en la senda!
(Va Eurídice en busca de Aristeo, que se acerca. Ballet Pastoral).
[…]
N˚3 1858
[Diálogo III]:
ARISTEO: Me hago el bueno —no lo soy.
Mientras canto a mi rebaño,
con cierta mujer me ensaño
como comprobarán hoy.
(Entra Eurídice).
ARISTEO: Pero hablando de Roma veo
que Eurídice viene a mí.
EURÍDICE: ¿Llego a tiempo o lo perdí?
¡No te muevas, Aristeo!
ARISTEO: ¿Que no me mueva? Lo dudo:
nunca me quisiste quieto,
¿a qué viene ahora el veto?
EURÍDICE: ¡Mi marido!
ARISTEO: ¿El cornudo?
EURÍDICE: Lo sabe todo y nos ronda.
ARISTEO: ¿Con su violín?
EURÍDICE: No es momento
para bromas: su instrumento
es más bien una anaconda.
ARISTEO: Pues tengo mi propio aliado
y veremos si ella gana
o mi pájaro campana,
que me sigue a cada lado.
(Aristeo salta alegremente entre las flores).
EURÍDICE: ¡No lo hagas, te lo ruego!
¡No desafíes la suerte!
ARISTEO: Yo no le temo a la muerte.
EURÍDICE: ¡A ella entonces me pliego!
N˚3 bis 1858
EURÍDICE: ¡Aia!
ARISTEO: ¿Y ese “aia” qué fue?
EURÍDICE: La serpiente: ¡me mordió!
ARISTEO: A ver…
(Aristeo le examina la herida).
ARISTEO: Más bien digo yo
que te comió entero el pie.
(Eurídice se desvanece en brazos de Aristeo).
ARISTEO: ¡Por fin! ¡Fuera el traje inmundo
de pastor y a ser Plutón,
el señor del inframundo!
¡Suenen truenos de latón!
(Estalla tormenta. Eurídice despierta).
EURÍDICE: ¡Dios! ¿Acaso ya estoy muerta?
ARISTEO: Casi, casi. Solo falta
que pases la última puerta,
la que reza en su parte alta…
(Aristeo lee inscripción):
ARISTEO: “Lasciate ogni speranza voi qu’entrate”.
(Il rit d'un rire strident.)
N˚4 1858
ARISTEO: Si terminaste el lamento
partamos que ya es momento.
¡Perdón! Falta al rival mío
dejarle otro desafío.
(Aristeo le da a Eurídice con qué escribir)
ARISTEO: Despedite aquí en la entrada
si es que no sos iletrada.
(Eurídice escribe en el portal).
EURÍDICE: “Dejo, Orfeo, la mansión,
y el motivo es que estoy muerta.
Aristeo era Plutón
pero me tentó su oferta”.
(a Aristeo): ¿Está bien?
ARISTEO: Al menos rima.
¡Vámonos que se aproxima!
(Aristeo huye con Eurídice. Entra Orfeo).
ORFEO: ¿Qué veo en aquella losa?
¡Si es la letra de mi esposa!
(lee): “Dejo, Orfeo, la mansión,
y el motivo es que estoy muerta.
Aristeo era Plutón
pero me tentó su oferta”.
¿Qué ofreció para que vaya?
¿Muerta me engaña? ¡Canalla!
Pero el caso ha de ser cierto
si lo escribe el propio muerto.
¡No pierdas, Orfeo, el foco!
¡Da las gracias que haya un loco
—¡oh Dioses salvapellejos!—
que se la llevó bien lejos!
N˚6 1858
N˚6 1858
N˚6 1858
[Diálogo I]:
JÚPITER: ¿Qué fue de él, preguntás Diana?
Desde aquí todo lo observo,
y al verlo con una humana
convertí a Acteón en ciervo.
DIANA: ¿Ciervo?
JÚPITER: Con “ce”, no con “ese”,
que en la tierra o los infiernos
toda criatura padece
tarde o temprano los cuernos.
Que me perdone la audiencia
pero al fin somos iguales
en preservar la apariencia
los dioses y los mortales.
DIANA: ¡Tu cinismo no se aguanta!
(llamando): ¡Juno!
JUNO: Diana, ¿y esos gritos?
DIANA: ¡Es que soy diosa, no santa!
¡Júpiter y sus delitos
ya están pidiendo mis flechas!
¡Denme un puñal, un fusil!
JÚPITER: ¡Sáquenla de las mechas
y aplíquenle un rivotril!
JUNO (a Júpiter): ¿Qué es esta nueva aventura?
JÚPITER: ¡Mi amor! ¿Qué cuenta, mi Juno?
JUNO: Si contara sin censura,
acá no zafa ninguno.
JÚPITER: Amor, ¿de qué estás hablando?
JUNO: Desapareció en la tierra
una mortal.
JÚPITER: ¿Cómo, cuándo?
JUNO: La raptó un dios. ¿Te cierra?
JÚPITER: Conozco el caso de oídas…
JUNO: Sí, de oídas, me lo creo.
JÚPITER: …y he tomado mis medidas.
A por la mujer de Orfeo
he enviado al fiel Mercurio.
JUNO: ¡Otro! Si son un par de—
JÚPITER: ¡Sht! No incurras en perjurio,
que soy un dios.
JUNO: ¡Un cobarde!
Y digo más: un traidor
y Mercurio quien te encubre.
(Entra Mercurio).
MERCURIO: ¡Aquí está el encubridor!
(aparte): (Mi trabajo es insalubre).
JÚPITER: No empieces con tus apartes
y entregámelo.
MERCURIO: ¿Qué cosa?
JÚPITER: Tu mensaje, no te infartes.
MERCURIO: Recién subo de la fosa
y puedo afirmar que Plutón,
el dios de aquellos infiernos,
se ausentó de su mansión.
JUNO: ¡Otro que sabe de cuernos!
JÚPITER: ¿Ves, Juno? Todo concuerda.
JUNO: ¿Y a dónde Plutón se fue?
MERCURIO: Creo que se fue a la… tierra.
JÚPITER: ¿Solo?
MERCURIO: ¿Solo un dios? ¡No, che!
Con una ninfa robada
de los brazos de su hombre.
JÚPITER: Dale, Mercurio, a mi amada,
de aquella ninfa su nombre.
MERCURIO: Eurídice.
JUNO: ¿Nací ayer?
JÚPITER: ¡Hablaste, Mercurio, en vano!
JUNO: ¡Hoy te vas de mi somier!
MERCURIO: ¡Juno, es tu esposo y tu hermano!
JÚPITER: Acá el culpable es Plutón:
¡convertir a Orfeo en viudo!
MERCURIO: ¡Hay que darle una lección!
(Aparece Plutón).
PLUTÓN: ¡Soy Plutón y los saludo!
N˚6 bis 1858
[Diálogo]
PLUTÓN: Aspirar la del Olimpo
(me refiero a la fragancia)
puede dañar el cerebro
de un Dios o un mortal en Francia.
JÚPITER: ¡Suficiente disparate!
¡Mi paciencia ya se acaba!
¡Fuera todos!
(Salen dioses, Mercurio y Plutón quieren escabullirse pero Júpiter los sofrena).
JÚPITER: ¡Alto ustedes,
Mercurio y Plutón!
MER. (a Plut.): ¡Nos mata!
(Mercurio y Plutón regresan).
JÚPITER: Hoy el horno de los dioses
ya no está para ensaimadas.
PLUTÓN: Júpiter, dios-padre nuestro,
no escucho bien sus palabras.
MERCURIO: Aspirar ciertos perfumes
también al oído daña.
JÚPITER: Abusaste del poder
que a Dios del hombre separa
llevándote a una mortal
y, para peor, casada.
PLUTÓN: Sigo sin escuchar bien.
JÚPITER: ¡Basta ya con la charada!
¿No comprenden que el Olimpo
otro escándalo no banca?
PLUTÓN: ¡Bueno, bueno! ¡Y lo dice
quien se casó con su hermana!
JÚPITER: ¡Con la tuya!
PLUTÓN: ¡Con la nuestra!
MERCURIO: ¡A las manos no se vayan,
que es hermana de los dos,
pobre Juno!
PLUTÓN: ¡Pobre nada!
Ella acepta hasta los cuernos
que su marido le planta
con diosa, mortal o ninfa
cuando el tipo se disfraza
de cisne, como con Leda,
o con Ganímedes de águila.
MERCURIO: ¡Qué prontuario! ¡Menos mal
no caí yo en la volteada!
JÚPITER: ¡Silencio, mandé!
(Ruido y gritos off).
MERCURIO: ¡Oh Júpiter!
JÚPITER: ¿Y eso?
PLUTÓN: ¡El pueblo!
MERCURIO: ¡La masa!
¡Se viene la revoluta!
JÚPITER: ¡Cierren las puertas de casa!
N˚7 1858
[Diálogo]:
JÚPITER: ¡Silencio, que estoy que trueno!
¿Revoluciones a mí?
¿Se me retoban?
TODOS: ¡Oui, oui!
JÚPITER: ¿Pero por qué?
PLUTÓN: Por obsceno.
JÚPITER: ¿Yo, que fui padre ejemplar,
buen marido y buena esposa?
DIANA: Nunca es bueno quien acosa
todo el árbol familiar.
JÚPITER: ¡Diana!
VENUS: ¡No esta sola!
CUPIDO: ¡No!
JÚPITER: ¡Venus! ¿Cupido también?
DIANA: Y hay al menos otros cien.
PLUTÓN: Es efecto dominó.
(Entra Mercurio alterado).
MERCURIO: ¡Oh Júpiter y demases!
Por no pescar a los dioses
en inconvenientes poses
o con bestiales disfraces
y parvas de meretrices,
sugiero encender las luces,
que vienen en autobuses
turistas que sus narices
quieren meter descorteses
en nuestro regio tugurio.
JÚPITER: La hiciste larga, Mercurio.
MERCURIO: Así me sale, a veces.
JÚPITER: ¿Y esos turistas?
MERCURIO: Dos hombres,
uno se llama Orfeo.
JÚPITER: ¡Ay, Plutón, qué mal te veo!
¿Y el otro?
MERCURIO: No tiene nombre,
dice llamarse “Las Redes”.
PLUTÓN: ¡Júpiter, no la recibas!
JÚPITER: ¿Alguna de tus cautivas?
Yo concedo mis mercedes
a quien golpee esa puerta
que solo la gente ilusa
pensando en regresar cruza.
¡Que pasen! ¡Ya es gente muerta!
(Mercurio hace pasar a Orfeo y a La Opinion Publica).
[Diálogo]
JOHN (aparte): ¿No es hermosa? ¡Con razón
ha sublevado al Infierno
y mi amo, el gran Plutón,
la tiene en sopor eterno!
EURÍDICE: ¿De nuevo usted por acá?
JOHN: ¿Madame no me ha llamado?
EURÍDICE: No.
JOHN: Pero me llamará.
EURÍDICE: ¿Por qué?
JOHN: Pues soy su criado.
EURÍDICE: Pensé que era mi chofer.
JOHN: Su mucama, cocinera,
y mil cosas puedo ser.
EURÍDICE: ¿También bufón?
JOHN: Lo que quiera.
EURÍDICE: ¡Me aburro, John!
JOHN: Pues permita
la señora que me siente
cual si fuera una visita
y haga el rol de confidente.
(John Styx se sienta junto a Eurídice).
JOHN: Entréguese, que conmigo
cuenta para un homicidio,
un chantaje o ser testigo.
EURÍDICE: ¡No tan cerca!
JOHN: ¿La fastidio?
EURÍDICE: Me repele.
JOHN: ¿Por mi oficio?
EURÍDICE: Se lo pido, John, no insista.
JOHN: Mi doméstico servicio
la aparta.
EURÍDICE: No soy clasista.
JOHN: ¿Entonces somos iguales?
EURÍDICE: No se exceda, se lo advierto.
JOHN: Dicen todas las señales
que los dos estamos muertos.
EURÍDICE: ¿Y eso a usted le da derecho…?
JOHN: A nada, señora, a nada.
Solo obligaciones de hecho,
las que mi amo me añada.
EURÍDICE: ¿Y eso?
JOHN: ¡Música, señora!
EURÍDICE: Alegre.
JOHN: Es el señor,
¡trae gente!
EURÍDICE: ¿A esta hora?
JOHN: ¡Enciérrese, por favor!
EURÍDICE: ¿Yo? ¡De ninguna manera!
JOHN: Son sus órdenes, le ruego,
mandó que nadie la viera.
EURÍDICE: ¡Están jugando con fuego!
JOHN: Así es el infierno.
EURÍDICE: ¡Cierto!
JOHN: Vaya a esconderse o me mata.
EURÍDICE: ¡Imposible: ya está muerto!
JOHN: ¡Corra!
EURÍDICE: ¡Traidor!
JOHN: ¡Insensata!
(Sale Eurídice. Entran Plutón y Júpiter, festivos y tambaleantes. Plutón se adelanta a hacer aparte
con John).
PLUTÓN: ¿Y Eurídice?
JOHN: Bajo llave.
(Entra la Comitiva Olímpica. Júpiter y Plutón tironean del aterrado John).
JÚPITER: ¿Qué murmuraban recién?
JOHN: ¡Nada, señor de señores!
JÚPITER: ¿Dónde la tienen?
JOHN: ¿A quién?
JÚPITER: ¿Soy idiota?
JOHN: Yo…
PLUTÓN: No llores.
JÚPITER: ¡Por el poder de mi rayo!
JOHN: ¡Voy a hablar!
PLUTÓN: ¡Por mi tridente,
que te ensarto!
JOHN: ¡Mejor callo!
JÚP. (a PLUT.): Dámelo.
PLUTÓN: Es mi sirviente.
JÚPITER: ¡Sea pues!
JOHN: ¿Sea qué cosa?
JÚPITER: Que intervenga la Justicia.
PLUTÓN: ¿La del cielo o de la fosa?
JÚPITER: La que contra vos se inicia.
(La Corte Infernal: entra Mercurio como el edecán y presenta a Minos, Eaque y Radamante).
MERCURIO: Mis soberanos divinos:
¡ Corte infernal ! ¡Adelante!
Pase el supremo juez Minos
con Eaco y Radamante!
[Diálogo Parte 1]:
MERCURIO: ¡Queda abierta la sesión!
Por los cargos consabidos,
Olimpo contra Plutón.
PLUTÓN: Si ven ciertos parecidos
que tengo con mi abogado
y el testigo Cancerbero
con John Styx, mi fiel criado,
es cuestión de azar entero.
(Hace dos voces): ¡Pase mi abogado! ¡Vengo!
Llamo a nuestro primer hombre:
¡John Styx!
(Entra John).
JOHN: Perdón: les prevengo
que en vida tuve otro nombre.
(Suspiro de admiración de los presentes).
PLUTÓN: ¿Qué está diciendo el criado?
JÚPITER: ¡No lo intimides, Plutón!
PLUTÓN: Ahora soy mi abogado.
MERC. (a JÚP.): Olvidó su aclaración.
JÚPITER: Pues anulo al declarante.
PLUTÓN. Llamo entonces al chofer.
(John retrocede y se adelanta nuevamente)
JOHN: Con permiso.
PLUTÓN: Adelante.
JÚPITER: ¿Otra vez? Llame a un tercer
testigo.
PLUTÓN: La cocinera.
(Mismo juego de John, que ahora entra como la cocinera).
JOHN: Holis.
MERC. (a PLUT.): ¿Sufre algún retraso?
PLUTÓN: Timidez.
JÚPITER: ¡Los tres afuera!
(John sale por tercera vez y espera indicación de Plutón).
PLUTÓN: ¡Bien! ¡Al Cancerbero paso!
(John se adelanta sin atreverse a hablar esta vez).
JÚPITER: En la cárcel se lo encierra
si el nombre oculta a la ley,
JOHN: Bien. Cuando viví en la tierra
fui Sobremonte, el virrey.
COUPLETS DU VICEROI DE L’ARGENTINE
J’é - tais vis - l’Ar - gen - ti - ne
Si j’é - tais vis - l’Ar -gen - ti - ne vis du vi - ce
au son de la ca - ra - bi - ne, moi j’ai
roi ma con - cu - bi - ne, qu’o - ffrir ce
fui pour Cor - do - bà en lai - ssant ce pa - ys en
lit ce ma - te - las
rui - nes
poin t’a - voir, co - qui - ne
soit pas mes - qui ne
vis de l’Ar - ten - ti - ne,
du vis de l’Ar - gen - ti - ne, du
vis de l’Ar - gen - ti
vis de l’Ar - gen - ti -
ne.
ne.
[Diálogo]:
MERCURIO: ¿Y Argentina dónde queda?
JÚPITER: ¡Es pregunta irrelevante!
Si nadie sigue en la rueda,
sentenciaré.
PLUTÓN: ¡Un instante!
Me falta un testigo.
JÚPITER: ¿Cuál?
PLUTÓN: Juno.
JÚPITER: ¡Mi esposa!
MERCURIO: ¡Se arma!
(Juno toma el estrado para declarar).
JÚPITER: ¡Objeción!
JUNO: ¡Pues me da igual!
JÚPITER: ¿Qué es esto?
MERCURIO: Se llama karma.
N˚8 1858
N˚15
RONDEAU DES MÉTAMORPHOSES
Juno 1ra
estrofa
Juno 2da
estrofa
Juno 3ra
estrofa
1ra
2da
3ra
1ra
2da
3ra
1.3
1.3
STYX
EAQUE
PLUTÓN
MINOS
RADAMANTE
S
E
P
M
4.
STYX
EAQUE
PLUTÓN
MINOS
RADA
MANTE
S
E
P
M
S
E
P
M
R
[Diálogo]:
JÚPITER: ¡Invalido el testimonio
y en cambio a Mercurio cito!
MERCURIO: Yo en temas de matrimonio
me abstengo.
JÚPITER: No si hay delito.
Respóndame esta cuestión:
¿vio de la tierra volver
con la mortal a Plutón?
(Mercurio se mira con Plutón, intimidado).
MERCURIO: ¿Mortal?
JÚPITER: ¡Sí!
MERCURIO: ¿Mujer?
PLUT. (a JÚP.): ¡Lo induce todavía!
JÚPITER (llama): ¡Eros! ¡Eros!
PLUTÓN: ¿A qué viene?
JÚPITER: ¡Mi jefe de policía
de seguridad e higiene!
(Entra Eros con la policía erótica, provista de cachiporras. Caos).
[Diálogo]
CUPIDO: Está detrás de esta puerta.
¿Rompemos la cerradura
y liberamos la muerta?
JÚPITER: Propone, agente, una locura.
No somos dioses obscenos,
es decir que no violamos
—las cerraduras al menos.
CUPIDO: Si me permiten, mis amos:
el disfraz siempre es un truco
eficaz en su justa dosis.
JUPITER: Hablá más claro, mi eunuco.
CUPIDO: ¿Qué tal la metamorfosis?
JUPITER: ¿Meta qué?
CUPIDO: Morfosis.
JÚPITER: Pero…
CUPIDO: Te transformo en algún ser
que entre por ese agujero.
JUPITER: ¿Bello?
CUPIDO: Ni hombre ni mujer.
JUPITER: ¿Si tiro la puerta abajo?
CUPIDO: ¡ENTRÁ ya de una vez!
JUPITER Hacé, Cupido, el trabajo.
CUPIDO: ¡A la una… dos… y tres!
N˚12 1858
Si j’é - tais
vis, de l’Ar - gen - ti - ne Tu ser - ais vis du vi - ce roi
ma con - cu - bi - ne qu’o - ffrir - ce lit ce ma - te
las
soit pas mes -
qui ne du
vis ne
de l’Ar - gen - ti - du vis de l’Ar - gen - ti
ne.
N˚14 1858
N˚14 bis 1858
MERCURIO (a público): Lo que vieron, monsieur dames,
fue el brindis infernal
—una excusa de los dioses
para lanzarse a libar
(libar: una palabreja
que en nuestra lengua local
alude a la chupandina,
curda, tranca o pedal).
Ahora nos toca darles
lo que vienen a escuchar,
que no es ni mitología
ni esos himnos al champán:
toda esta opereta absurda
y esa platea de frac
son para una sola cosa
—¡el minué con su cancán!
(Los Dioses gritan como bailarinas del Moulin Rouge).
N˚15 1858
JÚPITER (aparte): Este idiota de Plutón
a Eurídice desconoce.
Mejor que del baile goce
mientras huyo del salón.
PLUTÓN (aparte): Este Júpiter cretino
no sabe que en su bacante
tengo mi ojo vigilante
y no llegará a destino.
[Diálogo]:
EURÍDICE: ¡Te ruego que huyamos presto
y que tu Olimpo abandones!
JÚPITER: ¡Despacio! ¡Me queda un resto
de oxígeno en mis pulmones!
PLUTÓN: ¡Quietos! ¡Que nadie se mueva!
JÚPITER: ¡Fuera, Plutón, o habrá guerra!
PLUTÓN: Reconozco a esa manceba
que…
JÚPITER: ¿Que no hurtaste en la tierra?
EURÍDICE: Ay, muchachos, por favor…
PLUTÓN: Bueno, confieso: la hurté.
Pero lo hice por error.
EURÍDICE: ¿Cómo error?
JÚPITER: Decí por qué.
PLUTÓN: Bajé a la Arcadia por flores,
me siguió un gran moscardón
y corriendo entre pastores
la embestí por confusión.
EURÍDICE: ¿Confusión?
JÚPITER: Vamos, ¿qué más?
PLUTÓN: Le quebré cada costilla
y queriendo darle paz
la crucé a nuestra orilla.
JÚPITER: ¿Eso es todo?
PLUTÓN: Sí.
JÚPITER: Hermano,
es la excusa más idiota
solo digna de un humano.
(Entra Mercurio).
MERCURIO: ¡El humano!
JÚPITER: Quién acota?
Pelean novio y amante
cuando aquí lo peliagudo
es un solo interrogante:
¿qué hay del marido cornudo?
PLUTÓN: ¡Es verdad!
JÚPITER: ¡Cierto!
EURÍDICE: ¡Tal cual!
MERCURIO: ¡Ay Orfeo, dulce Orfeo!
Respondeme vos, mortal:
¿dónde estás que no te veo?
(En las pantallas de Las Redes aparece Orfeo haciendo sonar su violín).
N˚15 bis 1858
LA OPINIÓN PÚBLICA (a Eur.): ¿Conocés ese violín?
EURÍDICE: Lo conozco y lo padezco.
¡Mi marido!
O.P.: Llegó al fin.
EURÍDICE (a Júp.): ¿Y si niego el parentesco?
JÚPITER: ¿Con Las Redes de testigo?
PLUTÓN: ¿Querés que nos prenda fuego?
JÚPITER: Tu marido es nuestro amigo.
PLUTÓN: Volvé con él, te lo ruego.
MERCURIO (a Eur.): Eurídice: como ves,
el amor podrá ser ciego
y no saber de interés,
podrá no darte sosiego,
pensarse a sí mismo eterno
y enfrentar todos los males,
mas si no le teme al infierno
a la opinión de los mortales.
N˚16 1858