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Zapata, Mariángeles (2008) - Represión Cultural y Dictadura. El Caso de La COART en Junín

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V Jornadas de Sociología de la UNLP. Universidad Nacional de La Plata.

Facultad de
Humanidades y Ciencias de la Educación. Departamento de Sociología, La Plata,
2008.

Represión cultural y dictadura.


El caso de la COART en Junín. .

Zapata, Mariángeles.

Cita:
Zapata, Mariángeles (2008). Represión cultural y dictadura. El caso de
la COART en Junín. V Jornadas de Sociología de la UNLP. Universidad
Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la
Educación. Departamento de Sociología, La Plata.

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1

V Jornadas de Sociología de la UNLP


y
I Encuentro Latinoamericano de Metodología de la Ciencias Sociales

“Cambios y continuidades sociales y políticas en Argentina y la región en las últimas


décadas. Desafíos para el conocimiento social”
Mesa J 3: La Dictadura. Memoria, derechos humanos y justicia.
Autor: Zapata Mariángeles, estudiante de la Licenciatura en Historia UNNOBA

Represión cultural y dictadura. El caso de COART en Junín.

El siguiente trabajo, que es parte de una tesis de Licenciatura en proceso aún de


elaboración, se propone abordar la relación entre la política municipal de la ciudad de
Junín y el ámbito cultural local, durante la última dictadura militar.
Partiendo del supuesto de que, dada la necesidad de consensuar su proyecto, el “Proceso
de Reorganización Nacional” reservó a los municipios un rol fundamental con el fin de
propiciar una política de disciplinamiento a nivel micro-social, se sostendrá que, en el
caso de Junín, a pesar de ser una ciudad eminentemente ferroviaria y con fuerte poder
de sindicalización, la vigilancia y su correlato, la represión, se abocaron
mayoritariamente a un sector del ámbito cultural. Esto cobra singularidad si se tiene en
cuenta que, según los registros de la CONADEP, la mayor parte de los secuestrados y
desaparecidos eran trabajadores.
Esta ponencia se centrará en la represión sufrida por COART - Coordinadora de Arte -,
única representación del ámbito artístico independiente de la sociedad juninense –
aglutinaba a más del 90% de los artistas locales - , creada en el año 1966 por
representantes de las distintas disciplinas artísticas: música, teatro, pintura y literatura.
Se intentará demostrar cómo esa represión no data exclusivamente del momento del
golpe, sino que por el contrario, encuentra sus raíces en la asunción del FREJULI a la
comuna local, en 1973; este planteo refuerza la idea, planteada por la historiadora
Gabriela Águila (2008), de dejar de pensar al año 1976 como un corte abrupto con el
pasado, y comenzar a pensar a la dictadura en términos de cambios y continuidades.
En referencia a la última dictadura militar, no obstante la intensa represión sufrida por
COART, desde el propio gobierno municipal se propiciaron políticas tendientes a la
difusión cultural, como lo fueron la creación del Museo de Arte y Archivo Histórico
2

Municipal, el incremento en el número de espectáculos, muestras pictóricas, concursos


literarios, subvenciones a bibliotecas populares, etc. Por lo tanto, se puede sostener que,
en el caso de Junín, desde el municipio se intentaron difundir políticas culturales
destinadas a acallar y solapar a un movimiento artístico local, el cual había gozado de
un fuerte vigor.

Los orígenes de COART

En el marco de la “modernización cultural” típica de la Argentina de los años ’60,


emergieron actores, prácticas y formas discursivas que fueron responsables de un nuevo
clima de ideas, un “clima de último capítulo” (Sarlo, 1986:98), de desenlace de una
época, en la cual la crítica social, y la fusión entre vanguardias estéticas y política estaba
a la orden del día.
En consonancia con esta “revolución cultural”, que de hecho se gestaba en varios países
occidentales, este decenio representó para Junín grandes logros en el plano cultural. Por
un lado el acrecentamiento de la importancia de las instituciones culturales nacidas en la
década anterior – como el “Teatro La Antorcha” y la asociación de escritores
“Asterisco”– y por otro lado, el surgimiento de nuevas organizaciones y grupos
artísticos locales – como el “Teatro de Abril”, el grupo musical “Cáncer” y el coro vocal
polifónico “Vocal J” – que, buscando una mayor profesionalización de la actividad
artística, lograron complejizar tanto cualitativa como cuantitativamente, el ámbito
cultural local. Dicha complejización se debió, sobre todo al hecho de que muchos de
los integrantes de estas agrupaciones desempeñaban, en forma paralela, otras
actividades artísticas como pintura, escritura o canto.
Esta heterogeneidad de intereses e inquietudes artísticas, junto con la relativamente
escasa dimensión demográfica de la ciudad, y la inexistencia de una Dirección de
Cultura a nivel municipal, se convirtieron en los medios posibilitantes de una
comunicación constante y fluida entre quienes formaban parte de los movimientos
culturales juninenses. De este modo, la concurrencia de estos factores acabó
cristalizando en la formación de una red cultural, cuyo entramado lo conformaban las
diferentes disciplinas artísticas locales, germinando hacia 1966, en el nacimiento de una
Coordinadora de Arte –COART – cuyo fin radicaba en nuclear y coordinar a todos los
movimientos artísticos independientes. Así, junto con los grupos teatrales y musicales
antes mencionados se incorporaron a COART numerosos escritores, titiriteros, poetas,
3

fotógrafos, pintores y escultores del ámbito local. Sólo los cines, por estar en manos de
empresarios no adheridos a COART, quedaban fuera de la gestión de esta
Coordinadora.
Los integrantes de COART eran todas personas mayores de veinticinco años, la mayoría
de profesión liberal – abogados, docentes, empleados de servicios públicos y privados –
en ejercicio de actividades, y algunos de ellos también padres o madres de familia. Por
lo tanto, si bien es cierto que el grupo se encontraba motivado por ansias de
profesionalización, la disposición para la actividad artística no podía ser de tiempo
completo, sólo por las noches se llevaban a cabo las reuniones y respectivos ensayos. En
lo que respecta a su filiación política, la mayoría de ellos, eran militantes activos del
MID, sobresaliendo entre ellos, la figura de Benito Gorgonio de Miguel, quien, desde
fines de la década del sesenta se desempeñaba como referente provincial de ese partido.
Desde el momento de su fundación, COART quedó ligado al gobierno municipal debido
a que, dada la ausencia de una Dirección de Cultura a nivel local, muchos de sus
integrantes fueron designados por el intendente vigente en ese momento, para
conformar una Comisión de Cultura Municipal. Fue este organismo el que creó, en 1967
las Escuelas de Dibujo y Pintura y Teatro municipales, designando a Conrado Ramonet
- célebre director teatral del “Nuevo Teatro” porteño – en el cargo de director de esta
última, lo cual, a su vez, demuestra la intrínseca conexión que el movimiento teatral
local, adscripto a COART, mantenía con el teatro metropolitano.
En el año 1971, a su vez, el recientemente nombrado Intendente Coronel Eduardo Juan
Degano, ante las dificultades presupuestarias del municipio para finalizar la
construcción de un teatro municipal – que había comenzado a ser construido durante la
intendencia anterior – y ante la insistencia de los miembros de COART por tener un
espacio público en el cual poder realzar sus presentaciones artísticas, cedió, por decreto,
exclusivamente a esta Coordinadora la finalización, dirección y administración del
teatro municipal “La Ranchería”. De esta manera, este complejo municipal quedaba
convertido en el escenario de un amplio despliegue artístico y cultural, afincado sobre
todo en la actividad teatral. Así, y constituyendo una paradoja en los tiempos de
acumulación de censura cultural (Avellaneda, 1986) que representaba el gobierno de
facto vigente en ese momento, volvieron a ser representadas, esta vez en el escenario del
teatro municipal “La Ranchería”, una serie de obras teatrales como “La Cacería” de
Pavlovsky, “Los prójimos” de Gorostiza, “La Valija” de Julio Mauricio, entre otras, que
inscriptas en el cruce entre neovanguardismo y realismo reflexivo, constituían una
4

crítica velada al régimen, mientras que simultáneamente estos autores comenzaban a


verse cuestionados y censurados por el mismo.

COART durante el tercer peronismo 1973-1976

El movimiento artístico desplegado por COART fue prolífico hasta mediados de 1973,
cuando ante la asunción del intendente Venini – FREJULI – asumió la Dirección de
Cultura Municipal la señora Emma G. de Cecchi, allegada al ala derecha del peronismo,
quien comenzó a centralizar la administración y gestión del ámbito cultural,
desplazando paulatinamente del mismo a los integrantes de COART. Creemos que uno
de los factores que pueden explicar este alejamiento, o la no participación de COART
en el gobierno peronista fue el explícito antiperonismo de muchos de sus miembros, o
tal vez su poca simpatía no hacia al peronismo en sí, sino hacia el ala derecha peronista.
Esto último se entiende si se tiene en cuenta que, promediando el año 1973, en Junín
fueron cobrando importancia grupos de jóvenes militantes que, nucleados en la
Juventud Sindical Peronista – JSP- comenzaron a desarrollar un accionar violento,
convirtiendo a COART en su blanco perfecto.
El 27 de julio de 1973, miembros de la JSP – cuyo líder además era el hijo de la
Directora de Cultura – interrumpieron, portando armas, un espectáculo poético musical
que estaba llevando a cabo COART en las instalaciones de “La Ranchería”, aduciendo
que se trataba de un espectáculo de corte marxista. El propio líder de la JSP lo
formulaba en los siguientes términos:

“Los motivos que nos impulsaron a tomar dicha determinación fueron los siguientes:
1°) El cometido del recital no cumplía ninguna función social o cultural acorde al momento en
que vive el país que es de unidad y reconstrucción nacional.
2°) El contenido de las canciones era de protesta y de corte marxista. Creemos que la protesta
no cabe porque desde el 11 de marzo nuestro pueblo es gobierno y no podemos aceptar
ideologías extrañas confabuladas con la sinarquía internacional ajenas a nuestras tradiciones y
religión.”1

1
Carta de la Juventud Sindical Peronista enviada al diario local “La Verdad” , publicada bajo el título
“Los sucesos ocurridos en la Ranchería”, “La Verdad” 29/07/1973.
Un informe detallado sobre este acontecimiento se encuentra a su vez en un memorando de la DIPBA del
31/07/73. Archivo de la Comisión Provincial por la Memoria.
5

A esta embestida se sumó la emisión de panfletos amenazantes que, entregados en


manos a los transeúntes de las principales calles de la ciudad por parte de los militantes
de la JSP, acusaban a muchos ciudadanos locales –entre los que se cuentan varios
miembros de COART – de pertenecer a agrupaciones trotzco-marxistas.2 Asimismo, de
los informes de la DIPBA, se desprende que estos integrantes de COART estaban
también siendo blanco de investigación de esta agencia estatal, debido a los incidentes
antes mencionados con los miembros de la JSP.
De esta manera, si bien en lo que resta del período, durante la corta intendencia de otro
miembro del FREJULI, Abraham Ise – hasta el golpe de Estado – no se presentaron
episodios similares, muchos de los miembros de COART comenzaron a sentirse
perseguidos e intimados por estos grupos peronistas:

“La violencia con esta gente era moneda común hacia la década del 70 [...] provocaban siempre
[...] cuando gana el FREJULI ganan poder, entraban a los cuarteles como pancho por su casa,
todos lo sabíamos, sabíamos que nos seguían, eso era muy bravo, por alguna filtración familiar
que trabajaba en los servicios nos enteramos que nos estaban haciendo una ambientada, es decir,
una investigación que hacían los servicios para saber con quién andabas, qué hacías, dónde
vivías...” 3

Estas intimidaciones, junto a la mayor centralización del ámbito artístico en la figura de


la Directora de Cultura, sesgaron paulatinamente a COART del rol que había
desempeñado como articulador y gestor de las actividades artísticas en la década
anterior, y abrieron el camino para la implantación de una política represiva perpetuada
a partir del golpe de Estado de 1976.
Creemos, además, que lo anteriormente expuesto ratifica la ineluctabilidad de comenzar
a plantear una articulación entre los años pre y post golpe de Estado, tomando nuevos
parámetros temporales capaces de desbordar los cortes políticos institucionales, con el
fin de analizar cuáles fueron las rupturas y cuáles las continuidades entre la última
dictadura y el tercer peronismo. (Águila, 2008).

COART durante la última dictadura militar 1976-1983

2
Memorando DIPBA N° 917 08/11/1973. Archivo de la Comisión Provincial por la Memoria
3
Testimonio de Rubén Liggera, músico y escritor miembro de COART. Liggera era uno de los artistas
presentes en el teatro “La Ranchería” en el momento de la interrupción del espectáculo. Entrevista con la
autora en septiembre de 2006.
6

En su proclama de asunción la Junta militar que tomó el poder tras el golpe del 24 de
marzo de 1976, a la vez que declaraba caducos los mandatos del Presidente de la Nación
y de los gobernadores y vice-gobernadores de las provincias, disponía la disolución del
Congreso Nacional, de las Legislaturas provinciales y de los Concejos Municipales. Sin
embargo la altisonancia discursiva de estas afirmaciones, suele soslayar la complejidad
que imperó en el plano de lo concreto, en los distintos niveles gubernamentales,
especialmente en lo que refiere a los gobiernos municipales. En este sentido, el nivel de
lo micro, de las políticas municipales, fue dotado de una importancia mayor de la que
usualmente le suelen otorgar los relatos nacionales sobre el período en cuestión. Esta
afirmación cobra relevancia si se piensa que la legitimidad del régimen no podía
provenir única y exclusivamente de los argumentos de “vacío de poder” y “caos
institucional” en los que se ampararon los militares para justificar el golpe (Quiroga,
[1994] 2004). Debían cimentar su hegemonía de un modo más eficaz y concreto y para
ello, desde sus primeros enunciados y mensajes, “el gobierno militar otorgó una
importancia central a la estrategia de ampliar sus bases de sustentación y de generación
de consenso a partir de los municipios” (Lvovich, 2009). De esta idea se desprende que
la elección o ratificación de intendentes no constituyera un hecho menor o una nimiedad
burocrática más. Asimismo la legislación producida por funcionarios de la dictadura,
demuestra que “la figura del municipio aparecía como la solución a muchos problemas,
especialmente por su importancia para la determinación de los mecanismos de
participación de la comunidad” por lo cual, “la municipalidad se convirtió ‘en un eje
verdaderamente vital para el proceso descentralizador’”. (Rodríguez, 2009).
También, “el gobernador bonaerense Saint Jean promovió la sanción de una serie de
leyes que perseguían varios objetivos: reducir el déficit fiscal de la provincia
transfiriendo todo lo que se pudiera a los municipios y reestructurar el sistema político
con la revalorización de la figura del intendente. Una de estas leyes introducía
modificaciones a la Ley Orgánica de las Municipalidades, adonde se asignaba “a los
intendentes municipales el ejercicio de la mayoría de las atribuciones propias del
régimen municipal, reservando al gobierno central sólo algunas materias”.4 Con la Ley
Orgánica de Ministerios se buscaba “reducir el aparato estatal a las dimensiones
imprescindibles”, aumentando el poder municipal y afianzando el principio de
subsidiariedad del Estado provincial” (Rodríguez, 2009). El resultado concreto de esta

4 Ley N° 9448. Boletín Oficial N° 19156. 16 enero 1979.


7

política fue que, a pesar de proclamar la importancia de los municipios, la dictadura en


base al principio de subsidiariedad, redujo sistemáticamente el presupuesto destinado a
las comunas, que se vieron en serias dificultades para gestionar con los presupuestos
propios. (Rodríguez, 2009).
En lo que ha Junín respecta, el Intendente vigente en ese momento y representante del
FREJULI, Abraham Ise, ante el golpe de Estado decidió presentar su renuncia al cargo.
No obstante ello, debió mantenerse por el término de un mes más en la intendencia,
hasta que fuera designado su sucesor. El 21 de abril fue designado, por el Gobernador
Gral. Ibérico Saint Jean, el nuevo intendente municipal. Dicha elección recayó en la
figura de un militar retirado, el Sr. Roberto Antonio Sahaspé, quien se mantendría en el
cargo hasta junio de 1982, o sea, durante prácticamente todo el período dictatorial.
Recordemos que de la totalidad de los municipios solo el 10 % estaba gobernado por el
personal militar o de fuerzas de seguridad. El 90 % estaba en manos de civiles, y de ese
porcentaje, el 52 % eran civiles de distintos partidos políticos (Quiroga, 2004).
Frente a lo anteriormente expuesto surge un interrogante: ¿por qué, siendo que muchas
ciudades de la región tuvieron durante la dictadura intendentes civiles, o vieron
alternarse en el cargo a civiles y militares, ese no es el caso de Junín?
Creemos que fue su fuerte raigambre como “ciudad militar” lo que definió su rumbo
institucional en la etapa dictatorial. El hecho de haber sido sede del Comando de la
Subzona 13, con una amplia jurisdicción regional que abarcaba a veinticinco partidos
del norte y noroeste bonaerense, y de contar a su vez con el Comando de Artillería 101,
hizo de esta ciudad un punto neurálgico y estratégico para el régimen, convirtiéndola en
punto de referencia a nivel zonal y regional. También su mayor densidad de población –
alrededor de los setenta mil habitantes – en comparación con el resto de las ciudades y
pueblos de la región, y su fuerte tradición sindical, dada la relevancia en términos cuanti
y cualitativos de los talleres ferroviarios, le confirieron mayor importancia en cuanto a
la necesidad de incrementar la vigilancia social. Por lo tanto, podemos llegar a sostener
que todos estos factores hicieron de Junín, a diferencia del resto de los partidos que
5
conformaban la Subzona 13 un bastión importante en el afán del régimen por
consensuar el proyecto militar desde una esfera micro-social.
Si bien, el número de empleados y operarios ferroviarios en Junín era cuantioso –
alrededor de cinco mil – y su poder de sindicalización muy importante, en la lista de

5
A excepción de San Nicolás que, dada su dimensión demográfica y su trayectoria carcelaria se asemeja
más a Junín.
8

secuestrados, y desaparecidos de la ciudad por la última dictadura, su número es mucho


menor al de los artistas o personas vinculadas a las actividades culturales de la
localidad. Por lo tanto en este trabajo sostendremos que una de las principales
características de la última dictadura militar en esta ciudad, fue la fuerte represión que
se impartió hacia un amplio sector del ámbito cultural que, como ha sido planteado,
paradójicamente, había tenido su mejor momento durante el anterior gobierno de facto,
representado por el Onganiato, y había ido quedando marginado de la escena política
municipal, a partir del ascenso del FREJULI en las elecciones de 1973.
Todas estas incongruencias cobran mayor intensidad si se tiene en cuenta que el propio
gobierno municipal, a partir de 1976 comienza a desplegar, desde la Dirección de
Cultura y desde el propio ejecutivo local, una serie de políticas destinadas al desarrollo
y fomento de las actividades culturales en la sociedad juninense.
El recambio de autoridades propiciado por el nuevo régimen de facto, llevó también a
modificar la configuración del campo cultural. Para ocupar el cargo de Dirección de
Cultura Municipal, el nuevo Intendente Sahaspé, designó a una profesora de letras, la
Sra. María Matilde del Rosso.
Si bien este recambio de autoridades fue exhaustivo, y el Ejecutivo municipal, a través
de los Boletines oficiales trató en todo momento de demostrar lo consustanciados que
estaban los empleados y funcionarios municipales con los principios del régimen,
Lvovich ha planteado, con justa razón que “para el caso de las burocracias provinciales
y municipales se ha constatado que buena parte de los cargos directivos fueron
ocupados por personas que, sin adscribir al régimen, encontraron en el contexto
dictatorial una oportunidad de ascenso laboral” (Lvovich, 2008: 45). Creemos que, en el
caso de la anteriormente mencionada Directora de Cultura, sus antecedentes laborales y
vecinales – no militaba en ningún partido político -, hacen pertinente la aplicación de
este planteamiento.
En lo que respecta al campo cultural, los Boletines Municipales del período son
pródigos en dar cuenta del ímpetu del gobierno municipal por lograr su eficaz desarrollo
en la comunidad; sin embargo, en todos ellos se vislumbra una premeditada omisión de
la existencia de COART, y de todo el movimiento artístico previo, originado por él.
Asimismo, ninguno de esos documentos oficiales menciona lo que en ese momento
acontecía con la mayor parte de quienes conformaban dicha entidad. De hecho, para el
momento de la publicación del primer boletín, muchas de esas personas habían sido
9

recientemente “blanqueadas” y puestas a disposición del Poder Ejecutivo, después de


haber pasado sendos meses de detención clandestina y salvajes torturas.
Si bien, como sostuvimos anteriormente, la actividad de COART había menguado desde
1973, y aún más desde el golpe de Estado de marzo de 1976, eso no evitó el secuestro y
desaparición temporaria de los principales miembros de la institución. En la madrugada
del 24 de enero de 1977, un grupo de tareas integrado por militares dependientes del
Comando de Artillería 101 y respaldado por policías y paramilitares – entre los cuales
se contaban algunos de los ex miembros de la JSP que habían interrumpido el
espectáculo en La Ranchería , en julio de 1973 – iniciaron una de las más terribles
operaciones de secuestro y tortura que la ciudad recuerde, tanto por sus dimensiones
cuantitativas como cualitativas. A partir de una acción estratégicamente planificada y
sincronizada, esa noche secuestraron a once ciudadanos juninenses, todos relacionados
de manera directa o indirecta con COART. Vale destacar que excepto el director del
“Teatro Independiente La Antorcha”, Héctor López, que por ese entonces era
septuagenario, el resto de los representantes de los diferentes movimientos artísticos
nucleados en la Coordinadora, fueron secuestrados. Entre ellos se hallaban el director
del “Teatro de Abril”, Ariel de Siervo; el creador y director del coro polifónico “Vocal
J”, Juan José Martín; el escritor y a su vez cantautor del grupo musical “Cáncer”, Rubén
Américo Liggera; la representante del grupo de letras “Asterisco”, Imelde Sans de Peris,
quien era además una reconocida abogada; el pianista Armando Álvarez y su novia, Ana
María Rinaldi. Esta nómina de secuestrados se completa con los nombres de aquellas
personas que, si bien no realizaban ninguna actividad artística específica, se
encontraban unidas a COART por mantener lazos de amistad con los integrantes del
grupo antes mencionados.
A pesar del reconocimiento del que gozaban estas personas en una comunidad de
medianas dimensiones, como era Junín en ese entonces, por el término de una semana,
ninguno de los diarios locales da cuenta de la desaparición de alguna de ellas. Recién el
1° de febrero aparece en uno de los matutinos locales un comunicado oficial del
Comando de la Subzona 13, dando a conocer la nómina de detenidos. Dicho
comunicado se expresaba en los siguientes términos6:

6
Diario “La Verdad” 1 de febrero de 1977.
10

“1° Luego de profundas investigaciones y gracias a la colaboración espontánea de la población,


ha sido posible detectar en la ciudad de Junín una organización de extrema izquierda
relacionada con la banda de delincuentes subversivos autodenominada ERP.”
2° La mencionada organización utilizando los nombres de diversas asociaciones culturales:
música, arte, poesía, teatro, etc. encubría su actividad de proselitismo y adoctrinamiento
agrupándose por rama cultural.
3° Para el trabajo en superficie utilizaron como instrumento abierto a una organización política
de orden nacional, el MID, a fin de pasar desapercibidos en sus verdaderas funciones.”

En referencia a este último punto del comunicado, no hemos podido constatar su


veracidad; si bien todos los entrevistados coinciden en mostrar su ajenidad al ERP, ya
que reconocen haber sido afiliados y militantes del MID, no podemos afirmar
categóricamente que esto haya sido una falacia discursiva o un invento propio de los
militares locales.
A continuación, el comunicado enunciaba con nombre, apellido y cédula de identidad a
todas aquellos individuos que “formaban parte de la organización subversiva”,
adjudicándoles toda una serie de hechos delictivos.
Del análisis de dicho documento se desprenden dos cuestiones importantes: en primer
lugar se presenta un discurso legitimador de esas detenciones, cuando se mencionan una
serie de atentados contra “la sede de la Sociedad Rural”, “el Club Social de Junín” o
contra la “Liga Agraria Ganadera” que le son adjudicados a las personas detenidas.
Dado que en ninguno de los diarios de los días previos al secuestro se hace alusión a
estos atentados, desconocemos la veracidad de los mismos. Sólo un matutino de una
localidad cercana a Junín, alude al tema, mostrando las fachadas – por cierto, incólumes
– de los edificios mencionados, pero lo hace en los días posteriores a la publicación del
comunicado. 7 En segundo lugar, y esto es lo que refiere mayor importancia, en la lista
de detenidos, aparecen además de los once ciudadanos secuestrados durante la
madrugada del 24 de enero, el nombre de tres personas más, que fueron interceptadas en
los días posteriormente inmediatos a esa fecha. Entre esas tres personas, vinculadas
también a COART por lazos de amistad, cobra importancia la figura de Benito
Gorgonio de Miguel, oriundo de Junín pero con residencia en Buenos Aires, quien en
ese momento era el referente provincial del MID y a su vez había sido recientemente
nombrado Gerente General de Racing Club de Avellaneda.

7
Diario “Chispa” de Rojas. 03 de febrero de 1977.
11

Dado el relevamiento de testimonios y el acervo archivístico del período, creemos que


la figura de De Miguel es vital para entender el devenir de los miembros de COART.
Él es secuestrado en el mediodía del 25 de enero; sin embargo, alertado por la esposa de
uno de los detenidos, recorrió en esa mañana las principales instituciones de la ciudad –
desde los cuarteles hasta la municipalidad, pasando inclusive por el Club Social – con el
objetivo de que alguna de las autoridades pudiera dar cuenta de lo sucedido la noche
anterior con sus amigos. Cuando lo secuestran, lo trasladan a la que es hoy la Unidad
Penitenciaria N°13, que en ese momento aún estaba en construcción, y servía, al igual
que la Comisaría 1° de centro clandestino de detención. Allí se encuentra con el resto de
los detenidos la noche anterior.
El secuestro de esta persona marca un punto de inflexión en el operativo del régimen
local. Creemos que la siguiente cita amerita su extensión dada la relevancia del
testimonio en primera persona, el cual fue cotejado con otros testimonios de
sobrevivientes, no habiéndose encontrado mayores discrepancias entre ellos.

“Yo no estaba de ninguna manera en los planes del operativo de los secuestros, tal es así que ni
ellos mismos tenían idea de que mi detención eliminaba el secreto de que la operación quedara
confinada al cerco informativo del Comando de la Subzona 13. Lo de la Gerencia General de
Racing, aunque parezca exagerado, me daba en ese momento un grado de cierta notoriedad,
porque la presidencia de Rodríguez Larreta había iniciado un camino espectacular en términos
de adquisiciones futbolísticas y Racing estaba en la plana mayor de todos los diarios y al mismo
tiempo se trataba de una institución con una enorme legión de simpatizantes social, económica y
políticamente muy importante. Además yo estaba dentro, por así decirlo del estado mayor
nacional desarrollista, lo que motivó la intervención directa de Frondizi. Mi hermano viajó a
Buenos Aires y a las pocas horas, Don Arturo tomó conocimiento e inmediatamente habló con
Suárez Mason, Jefe del Primer Cuerpo con jurisdicción en la Subzona 13. Estas Subzonas
actuaban de forma autónoma [...] La intervención de Frondzi y Suárez Mason dio lugar al envío
de una auditoría a la unidad militar de Junín, con un teniente que, si no me equivoco, se
llamaba Herrero y que determinó el carácter irresponsable del operativo”. 8

A los diez días aproximadamente, de la emisión del comunicado, los catorce


secuestrados de la ciudad fueron puestos a disposición del Poder Ejecutivo.9 Esto nos
lleva a pensar que la detención de De Miguel y la inmediata intervención de Frondizi

8
Benito Gorgonio de Miguel. Testimonio extraído del libro “El orden de las Tumbas” del autor local
Héctor Pellizi, Ed. Las tres lagunas, Junín, 2007, pp 234. El subrayado es mío.
9
“La Verdad” 12 de febrero de 1977.
12

fueron los hechos que posibilitaron la legalización de la situación de los secuestrados.


De otra manera nos resulta incomprensible que, habiéndoles endilgado a estas personas,
la pertenencia al ERP, y la responsabilidad de una serie de atentados en la localidad,
demostrando su alta peligrosidad para la familia juninense; a los pocos días, los hayan
puesto a disposición del PEN.
Luego de una semana de torturas y suplicios en la mencionada U.P 13, estas personas
fueron trasladadas a la Comisaría 1°. Esta también debe figurar como un centro
clandestino de detención, pues aún no se había legalizado la situación de los
secuestrados.
El blanqueamiento de dicha situación no impidió, sin embargo que acabaran los
traslados con sus consecuentes correlatos de tortura e interrogatorios; muy por el
contrario, una vez legalizados, los detenidos fueron trasladados a la Unidad
Penitenciaria Nº 3 de San Nicolás, y luego a la Unidad Penal9 de La Plata.
Por último, los detenidos fueron recuperando su libertad por tandas. La mayoría en un
lapso no superior a los cuatro meses, y otros casi un año después.
El 25 de marzo de 1977 el diario local “La Verdad” comunicaba a la población que los
siguientes vecinos de Junín: Benito de Miguel, Juan José Martín, Héctor Vega, Ricardo
Vega, Víctor Pajoni e Imelde Sans de Peris dejaban de estar a disposición del Poder
Ejecutivo.
El 7 de mayo del mismo año Ariel Nelson De Siervo, Normando Di Sábato, Rubén
Américo Liggera, Ana María Rinaldi y Alberto Pedro Silva recobraron su libertad. Los
últimos detenidos, Armando Álvarez y Jorge Cerutti fueron liberados casi un año
después de su detención.
A partir de los testimonios de estos sobrevivientes se puede dilucidar que en gran parte
esa represión respondía a las actividades culturales desarrolladas tiempo atrás por
COART, y a las cuales todos los detenidos estaban directa o indirectamente vinculados:

“Me decían que la música, la cultura, el cantar, el que hacía teatro... bueno, todo lo que fuera
cultura estaba mal visto. Que era subversión” 10

10
Testimonio de Ana María Rinaldi, sobreviviente y novia en ese entonces de uno de los integrantes de
COART.
13

“A mí me decían: ‘Así que tocás el pianito’ y me golpeaban ferozmente, me hicieron un


desastre en mi mano izquierda. Hoy, a raíz de eso hay algunas obras que no puedo tocar por
dificultades técnicas...”11

Algo parecido aparece en el testimonio de otro de los miembros de COART cuando se


le pregunta si dentro de su experiencia personal ocurrió algún hecho particular que
pueda ser considerado como un resumen de la época del Proceso, a lo cual el
entrevistado respondió:

“Podría ser la intolerancia hacia los artistas, por ejemplo hacia la cultura. Nosotros habíamos
hecho un espectáculo musical-poético [en julio de 1973], y llega una patota de esas que estaban
en Junín [...] interrumpe el espectáculo y nos trata de comunistas, de bolches [...] y ese fue el
tono de una época intolerante”12

Este último testimonio permite vislumbrar además la conexión, o más bien la


continuidad que los propios artistas locales adscriptos a COART, encuentran entre lo
acontecido a partir de 1973, con la represión abierta a partir del golpe de Estado.

“Febrero de 1977 fue el telón que nos acabó a todos...una historia violenta que arranca el día
que se hace razzia en el Teatro de la Ranchería...esos tilingos después nos entregaron a los
milicos...se tomaron revancha...”13

Como se sostuvo anteriormente, las prácticas represivas aplicadas por la dictadura en


Junín, tuvieron como epicentro al movimiento artístico local, y en especial a la entidad
que nucleaba a la mayor parte de los artistas locales – COART – una coordinadora
artística que, propiciando un trabajo cooperativo y mancomunado, aglutinaba, desde
1966 a músicos, literatos, y actores de teatro.
No obstante ello, un repaso por los periódicos locales del período dictatorial y por el
propio Boletín Municipal que se publicó durante toda esta etapa, da cuenta de una serie
de innovaciones y prácticas en materia cultural, subvencionadas con fondos del propio
municipio, a través de la Dirección de Cultura de la comuna, lo cual refleja el afán del

11
Testimonio de Armando Álvarez, miembro de COART. Extraído del llibro “El orden de las tumbas” de
Héctor Pellizi. Pp 208.
12
Testimonio de Rubén Américo Liggera. Escritor y cantautor miembro de COART. Entrevistado por la
autora en el mes de septiembre de 2006.
13
Testimonio de Imelde Sans de Peris. Poeta miembro de COART. Entrevistada por la autora en el mes
de septiembre de 2006 y en septiembre de 2008.
14

régimen local de impulsar políticas culturales capaces, por un lado, de mejorar su


imagen y construir consenso en la población, y por otro, de eliminar del pasado a
COART; y legitimar la represión a sus integrantes.
Haciendo un reconto al cumplirse el tercer aniversario de su gobierno, el Intendente
Sahaspé dedica varias páginas del mencionado Boletín para referirse a los avances
efectuados por la Dirección de Cultura en el transcurso de ese tiempo: 19 exposiciones
pictóricas y escultóricas, 18 conferencias, cursos y seminarios; adquisición de más de
300 libros para la Biblioteca Municipal; incremento del número de espectáculos
artísticos: conciertos, ballet, cine y teatro; creación del Museo de Arte y del Archivo
14
Histórico Municipal, provincialización del Conservatorio Municipal de Música. Si
bien es cierto que estos números por sí mismos no dicen nada, y que la dirección de
cultura, que dependía del Ministerio de Educación, tuvo serios problemas
presupuestarios, por lo cual quizás, fue mucho más lo que se dijo que lo que se hizo en
realidad, es interesante ver, por un lado el alcance que un gobierno de facto, poco
propenso a ciertas actividades artísticas – como se ha demostrado con la represión a
COART – pretende otorgarle al ámbito cultural “oficial”, representado por la Dirección
de Cultura; y, por otro lado, las contradicciones que consciente o inconscientemente
acabó encerrando esta política, al haberse adquirido, por ejemplo, para la Biblioteca
Municipal muchas obras de autores prohibidos a nivel nacional.
En referencia al primer punto mencionado, uno de los mayores acontecimientos que
suscitó amplias repercusiones propagandísticas y apologéticas hacia el régimen local,
fue la consecución de un proyecto propio de este gobierno: la inauguración del Museo
de Arte y del Archivo Histórico Municipal, en mayo de 1978. En ocasión de la
inauguración de dicha institución, el propio gobernador de la provincia de Buenos
Aires, General Saint Jean, manifestó:

“Obras como la emprendida por esa comuna ensanchan y afirman la trayectoria que debemos
recorrer en esta materia que constituye, por otra parte, el camino más apto para hacer realmente
permanentes los cambios estructurales, tanto materiales como mentales, imprescindibles para
alcanzar las metas institucionales que señalan las actas de marzo de 1976”15

14
Boletín Municipal N° 8, mayo de 1979.
15
Boletín Municipal N° 3. Septiembre de 1978. Este ejemplar se abocó a hacer un reconto de lo
acontecido en la comuna durante el segundo trimestre de ese año.
15

De la lectura de este mensaje se puede inferir que la referencia a “cambios


estructurales...mentales” da cuenta de la necesidad del régimen de promover un cambio
refundacional en materia cultural, impulsando ciertas políticas asépticas o acríticas
incapaces de poner en cuestionamiento el orden vigente, la “moral occidental y
cristiana” pregonada por el gobierno, desde la esfera nacional. En este sentido, creemos
que los anuncios del gobierno local, a partir de titulares resonantes y grandilocuentes
como: “En favor de la cultura”; “Museo, teatro, biblioteca, irradiación de cultura”;
“Música y artes plásticas: otra prioritaria preocupación municipal”; “Nuevas compras a
favor de la cultura”; son ejemplos de la necesidad del gobierno municipal de cimentar
su poder en el plano cultural, soslayando todo el accionar artístico que en esa esfera
había desplegado COART. Creemos que con miras a lograr ese propósito, el régimen
local no sólo invisibilizó la existencia de esta coordinadora de arte, que había dominado
la esfera pública tiempo atrás, sino que vio la necesidad de reprimir a quienes hacían un
tipo de cultura considera subversiva, desarrollando simultáneamente una “cultura
oficial” capaz de rebatir y soslayar toda la tradición artística que venía guardando la
sociedad juninense desde mediados de la década del sesenta. De hecho, los espectáculos
artísticos presentados a partir de la etapa dictatorial distaron mucho, en términos
cualitativos y tipológicos, de los desarrollados otrora por COART. De esta manera, se
incentivaron y promovieron mayoritariamente presentaciones de orquestas sinfónicas –
entre las que se contó la Orquesta Sinfónica Nacional – de grupos folklóricos
regionales, de exposiciones pictóricas de artistas capitalinos y del interior del país.
También se llevaron a cabo cursos de danzas folklóricas, jornadas de historia Argentina
a cargo de Félix Luna, y talleres y concursos literarios inspirados en el bicentenario de
la Campaña del Desierto, y el 152° aniversario de la ciudad de Junín.
Haciendo referencia al segundo punto anteriormente mencionado –la adquisición por
parte de la Dirección de Cultura Municipal, de material bibliográfico prohibido– se
puede sostener que por negligencia, o por desconocimiento, muchas de las prácticas o
acciones cumplimentadas por el gobierno municipal fueron contrarias a decretos y
órdenes prohibitorias emanadas desde la esfera nacional. En este sentido es sugerente
que entre los libros adquiridos por la Dirección de Cultura, para la Biblioteca Municipal
en el año 1979, figuren autores y editoriales que desde los comienzos mismos de la
dictadura, eran blanco de la censura y prohibición. Es el caso de autores como Elsa
Isabel Bornemann y María Elena Walsh, o de editoriales como Centro Editor de
16

16
América Latina. Esto da cuenta de que, a pesar de la presencia importante de los
militares en la comunidad, evidentemente los controles eran ineficaces, en tanto se
compraron libros prohibidos, probablemente sin la intención de desafiar al régimen,
sino por puro desconocimiento.
Asimismo, entre las principales entidades o instituciones subvencionadas por el
municipio se hallaban muchas de las Bibliotecas Populares, lo cual era subsidiario con
la política de descentralización propiciada por el régimen, consistente en deshacerse de
lo público y dárselo a manos de los privados
Lo anteriormente expuesto da cuenta del desarrollo de lo que hemos denominado una
“cultura oficial”, que si bien, en realidad pudo no haber contado con una amplia
disponibilidad de recursos debido a que la dirección de cultura tuvo serios problemas
presupuestarios, fue prolífica en emitir discursos alentando el desarrollo cultural del municipio,
con el fin de invisibilizar o borrar de la historia local lo realizado por COART.

Reflexiones finales
A lo largo de este trabajo hemos sostenido la hipótesis de que hubo en Junín un hecho
clave que permitiría demostrar las intenciones del último régimen dictatorial, a nivel
local, de desestructurar al ámbito artístico representado por COART. Sostuvimos que,
si bien Junín se destacaba por ser una ciudad eminentemente ferroviaria, y con un
amplio poder de sindicalización en este sector, no fueron los trabajadores ferroviarios
los más reprimidos, sino aquellas personas relacionadas con el ámbito cultural, lo cual le
confiere a esta sociedad una cierta singularidad.
Cimentamos esta hipótesis en el hecho de que de las catorce personas secuestradas entre
la noche del 24 de enero de 1977 y los días inmediatamente posteriores a esta fecha, y
que hoy se cuentan como sobrevivientes, la mayoría formaba parte activa de esta
Coordinadora, y los que no desarrollaban ninguna actividad artística, estaban vinculados
a ella, por mantener relaciones de amistad con sus miembros. Además, y como quedó
consignado, la importancia de este hecho es aún mayor, si se tiene en cuenta que no
hubo, en la ciudad, otros secuestros masivos como el anteriormente citado.
Si bien, como se ha planteado recientemente, el desarrollo cultural de la comunidad
continuó siendo también una temática prioritaria para el régimen local, las actividades
desplegadas desde la política municipal, distaron mucho de las impulsadas en otro
momento por COART. En este sentido, nos queda pendiente la realización de un estudio

16
Boletín Municipal N° 11. Septiembre- octubre de 1979.
17

más profundo y exhaustivo destinado a poder explicar cómo y por qué en una coyuntura
caracterizada por la escasa disposición del gobierno nacional y provincial para enviar
fondos destinados a la promoción cultural, el municipio de Junín, logra subvencionar
con fondos propios toda la política de desarrollo cultural, descripta a lo largo del
trabajo.
En lo que respecta a las consecuencias inmediatas y mediatas de la represión dictatorial
a nivel local, podemos sostener que la dictadura en Junín se tradujo en un fuerte golpe a
la cultura puesto que una vez devueltos a la libertad quienes desempeñaban alguna tarea
artística, el movimiento artístico cooperativo que los nucleaba, COART, ya no siguió
existiendo. La imposición del terror paralizó al arte y lo concentró en la esfera de lo
individual, dejando de representar un esfuerzo mancomunado. En otras palabras, la
represión por parte de los militares locales hacia el campo cultural, se podría explicar
por la amenaza que significaba para el proyecto individualista y conservador de la
dictadura, un movimiento artístico con un grado de desarrollo y de cooperativismo nada
desdeñable.

Bibliografía citada

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problemas, debates”. Publicado en Páginas. Revista digital de la Escuela de
Historia de la UNR, año 1- n° 1, Rosario 2008.
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en Sosnowsky Saúl (comp) (1986) Represión y reconstrucción de una cultura:
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