Lengua y Literatura. 2º de Bachillerato de Adultos.
La novela hasta 1939
1. Tendencias literarias
1.1. El Modernismo y el Grupo del 98
Durante la segunda mitad del siglo XIX aparecieron diversas tendencias artísticas que se opusieron a
reducir el arte a un simple reflejo de la realidad. En el mundo hispánico, surgió a finales del siglo XIX el
Modernismo. Este movimiento nacido en Latinoamérica llegará a España muy pronto y a él se sumarán los
escritores que protagonizaron el cambio de siglo en nuestro país.
Los principales temas de la literatura modernista fueron:
a. La expresión de la intimidad, que se manifiesta en asuntos como la melancolía y la nostalgia, el
sentido de la vida, el amor visto desde una perspectiva erótica y la espiritualidad.
b. La búsqueda de la identidad cultural del artista, que se proyecta en el rescate de la tradición
indígena americana; la defensa de los valores hispánicos; la idea de que el artista forma parte de
una comunidad que trasciende las fronteras nacionales.
c. El deseo de evasión de una realidad insatisfactoria, presente en la actitud elitista y aristocrática de
los escritores, en el recurso a la fantasía y en la ambientación de las obras en lugares exóticos.
En sus aspectos estilísticos, el Modernismo se caracterizó por la innovación formal y la especial atención
al lenguaje literario.
El modernismo sufrió pronto una transformación que permite señalar dos fases en el movimiento:
Modernismo canónico Postmodernismo
Fecha Últimas décadas del siglo XIX Primeras décadas del siglo XX
Lugar Predomina en Latinoamérica Predomina en España
Tema La búsqueda de la identidad cultural y el La expresión de la intimidad
deseo de evasión
Estilo Mayor atención a los aspectos formales Mayor sencillez estilística
Dentro del Modernismo, suele utilizarse el término Grupo del 98 para referirse a un conjunto de seis autores
(Miguel de Unamuno, Pío Baroja, José Martínez Ruiz, Ramiro de Maeztu Ramón Mª del Valle-Inclán y
Antonio Machado) que mostraron en sus obras la crisis espiritual que caracterizó la época. Estos escritores
ofrecen grandes diferencias entre sí, pero también presentan algunos caracteres comunes:
a. Cultivan a lo largo de sus vidas diversos géneros literarios.
b. Apuestan por una renovación del lenguaje literario en el que destaca una cierta sencillez expresiva,
la ampliación léxica y el punto de vista subjetivo sobre la realidad.
c. Preocupación por el tema de España, denunciando la decadencia y la necesidad de modernización.
También se interesan por el paisaje castellano, pues lo consideran un símbolo del alma española.
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d. Expresan los conflictos religiosos y existenciales propios de la época: la búsqueda de un sentido a
la vida, el debate sobre la existencia de Dios o la angustia del hombre contemporáneo.
La evolución ideológica del Grupo del 98 atraviesa tres etapas: en un primer momento se sitúan en
posiciones políticas revolucionarias, aunque pronto moderarán sus posturas y pasarán de defender la
revolución a apostar por el reformismo. A partir de 1914, estos escritores se alejan de las cuestiones
políticas para concentrarse en la reflexión sobre la existencia humana. Esta evolución conjunta fue recorrida
por los seis miembros del grupo, aunque en el caso de Antonio Machado y Ramón Mª del Valle-Inclán se
produjo en sentido inverso.
1.2. Novecentismo y Vanguardismo
La generación modernista había iniciado el alejamiento de la literatura realista; sin embargo, la ruptura
completa se producirá con los artistas que cobren protagonismo a partir de 1914. Esta reacción contra el
arte anterior se sintetiza en dos aspectos: la ruptura con la ilusión de realidad y la huida del
sentimentalismo.
En las letras españolas, la reacción antirrealista se lleva a cabo desde dos movimientos que comparten la
intención, aunque se diferencian en el grado de radicalidad de sus respectivas propuestas: el novecentismo
y el vanguardismo.
El novecentismo —también conocido como Generación de 1914— fue un movimiento de intelectuales de
procedencia burguesa que apostaron por continuar la senda de la modernización de España iniciada por los
hombres del 98. Sus componentes tenían fe ciega en que solamente mediante la educación y la cultura
podía transformarse un país en decadencia, tarea a la que dedicaron sus obras. En la literatura novecentista
predominó la reflexión intelectual sobre la expresión de los sentimientos.
Más innovadora fue la reacción del vanguardismo, que buscó la expresión completamente libre de los
artistas, al tiempo que dinamitaron las bases tradicionales del arte. Para conseguir estos objetivos, se
valieron del humor y la provocación; del juego con las formas literarias; deshumanizaron el arte mediante la
eliminación de contenidos sentimentales, como el amor, la angustia existencial o la denuncia social;
reflejaron en las obras el mundo moderno; y dirigieron sus propuestas a un público escogido capaz de
comprender los objetivos rupturistas. El vanguardismo no fue un grupo unitario, sino un conjunto de
propuestas diversas que compartían algunos caracteres. En España destacan los siguientes movimientos
de vanguardia:
Movimiento Autor destacado Intención Propuestas
Ramonismo Ramón Gómez Resumir e introducir las Entender la creación como un juego.
de la Serna vanguardias europeas Presentar la realidad desde puntos
de vistas no convencionales.
Creacionismo Vicente Crear una realidad que sólo Eliminar lo anecdótico y descriptivo.
Huidobro tenga sentido en el texto
literario
Ultraísmo Guillermo de Modernizar el arte Integrar diferentes artes.
Torre Exaltar el mundo moderno.
Eliminar toda finalidad o función de
la obra artística.
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2. La novela y los novelistas
El deseo de romper con el arte anterior se manifestó en los autores del Modernismo y el Grupo del 98 en
una novela que se apartaba de los caracteres de la narrativa realista en múltiples aspectos:
a. La novela se llena de subjetivismo en detrimento de la aparente objetividad decimonónica.
b. Los relatos se centran en la problemática existencial del protagonista, del que interesa
especialmente su caótico mundo interior.
c. Pierde importancia la historia narrada en favor de la forma en que está contada.
d. Apuesta por un narrador que no sea omnisciente o, incluso, por la presencia de múltiples narradores
que ofrezcan diferentes puntos de vista sobre los hechos.
e. Ruptura de la linealidad temporal de la trama, que se interrumpe con amplias elipsis.así como con
saltos al pasado y al futuro de la acción.
f. Cobra enorme protagonismo el diálogo y el monólogo interior, ya que permiten conocer
directamente el pensamiento del personaje sin intervención del narrador.
La ruptura con la novela realista se concretó en 1902, fecha en la que aparecieron cuatro novelas que
apostaban por una nueva forma de narrar: Camino de perfección, de Pío Baroja; Amor y pedagogía, de
Miguel de Unamuno; La voluntad, de José Martínez Ruiz; y Sonata de otoño, de Ramón Mª del Valle-Inclán.
Durante el Novecentismo y las Vanguardias también se cultivó la novela y el relato breve, aunque en
menor medida que en el periodo anterior. Estos autores continuaron el camino de alejamiento del realismo
decimonónico iniciado por los autores del 98 a través de diferentes tendencias:
Tendencias Características Autores destacados
Novela intelectual Predominio de la reflexión sobre el Ramón Pérez de Ayala
relato de la acción
Novela lírica Especial atención al lenguaje literario y Gabriel Miró
a la comunicación de valores
sensoriales
Novela de humor Uso del humor como herramienta Ramón Gómez de la Serna y
crítica y motivadora de la reflexión Wenceslao Fernández Flores
Novela vanguardista o Inclusión de nuevas técnicas: Benjamín Jarnés y Rafael
deshumanizada perspectivismo, ruptura de la linealidad, Cansinos Assens
ausencia de argumento, participación
del lector, etc.
2.1. Miguel de Unamuno (1864-1936)
La obra de Miguel de Unamuno aborda dos cuestiones fundamentales:
a. El tema de España. En sus primeras obras Unamuno se decanta por la modernización del país;
pero pronto sus textos se orientan hacia la búsqueda de la identidad española. El escritor ve en
Castilla, en la vida de las gentes anónimas y en los mitos culturales españoles el reflejo de los
valores espirituales que definen y distinguen el alma española.
b. El conflicto entre la razón y la fe. A partir de 1913, el pensamiento de Unamuno se concentra en la
vida humana y su sentido. El autor parte de la base de que la vida humana no puede justificarse
desde presupuestos racionales, sino solamente desde la voluntad de creer en Dios. Es Dios lo único
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que puede dotar de sentido la dolorosa existencia humana; pero el drama surge de la imposibilidad
racional de creer en Él.
Las novelas de Miguel de Unamuno responden a las preocupaciones ya señaladas. Salvo su primera obra
—Paz en la guerra—, que responde aún a las técnicas narrativas del Realismo decimonónico, todas ellas se
definen por el intento de analizar la existencia humana profunda, la angustia, el sufrimiento, el conflicto
constante entre la razón y el sentimiento o la fe.
● En Amor y pedagogía (1902) el escritor satiriza al protagonista por intentar educar a su hijo según
rigurosos principios científicos que terminen por convertirlo en un genio. El suicidio final del hijo
certifica el fracaso del proyecto.
● Niebla (1914) plantea el enfrentamiento entre el personaje —Augusto Pérez— y su escritor, que no
es más que una reproducción del conflicto entre el hombre y Dios y una reflexión sobre el sentido de
la vida humana.
● Abel Sánchez (1917) es un estudio sobre la envidia y la insatisfacción con la propia personalidad.
● La tía Tula (1921) es una defensa de la mujer en el seno de una sociedad dominada por los valores
tradicionales. Tula es una mujer fuerte que decide ejercer como madre de su sobrino huérfano sin
renunciar por ello a su virginidad e independencia.
● San Manuel Bueno, mártir (1930), por último, aborda directamente la cuestión religiosa a través de
un sacerdote incapaz de creer en la inmortalidad del alma. La voluntad de creer es presentada
como el único recurso del ser humano para alcanzar la felicidad.
Desde el punto de vista técnico, las «nivolas» —como las llamó Unamuno para distanciarse de la novela
realista— se caracterizan por la atención a los conflictos internos de los personajes, la ausencia de un
narrador único, la inexistencia de una situación temporal concreta, la primacía del diálogo y la habitual
referencia al proceso de creación literaria.
2.2. Ramón María del Valle-Inclán (1866-1936)
La obra novelística de Valle-Inclán atraviesa tres etapas que responden a un proceso que va del esteticismo
inicial y de una posición política conservadora hasta el creciente compromiso ideológico y la innovación
técnica de sus últimas obras.
a. Etapa modernista (1895-1907). En sus primeras obras, el autor presta especial atención a los
aspectos formales, utilizando una lengua sonora y brillante, repleta de matices sensoriales. Desde el
punto de vista temático, el interés del escritor recae en en la nostalgia de un pasado decadente que
idealiza y enfrenta al insatisfactorio presente. A este periodo pertenecen los volúmenes de relatos
Epitalamio y Jardín umbrío; pero lo más destacado son las Sonatas, cuatro novelas cortas escritas
entre 1902 y 1905 protagonizadas por el marqués de Bradomín.
b. Galicia mítica (1907-1920). Las obras de este periodo están ambientadas en el mundo rural
gallego, observado desde un punto de vista nostálgico de los valores perdidos que alterna con la
denuncia de la miseria y crueldad. Deben destacarse de esta época las novelas que componen el
ciclo La guerra carlista.
c. Etapa de los esperpentos (1920-1936). La época final de Valle-Inclán se define por la denuncia de
un mundo dominado por la brutalidad y el absurdo, sin que se haga presente en ningún momento la
nostalgia de un pasado feliz. El objetivo de los «esperpentos» —como llamó Valle-Inclán a las obras
de este periodo— es deformar y degradar la imagen que se tiene de la realidad para mostrar su
verdadero rostro: lo grotesco y absurdo de la vida española contemporánea. Obras fundamentales
de estos años fueron las novelas Tirano Banderas, donde aborda el tema del dictador
latinoamericano, y las tres que forman el ciclo El ruedo ibérico, en las que critica brutalmente la
corrupción de la corte de Isabel II.
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2.3. Pío Baroja (1872-1956)
Pío Baroja fue esencialmente autor de novelas y relatos, aunque también cultiva puntualmente el género
ensayístico y teatral. Su concepción del género narrativo podría sintetizarse en cuatro aspectos:
a. Entiende la novela como un género abierto en el que cabe la narración de unos hechos reales o
ficticios; pero también la reflexión sobre los mismos, el lirismo o la argumentación. Pensaba el
escritor, además, que la novela no debía ceñirse a un plan previo perfectamente definido, sino que
había de ser fruto de la intuición del autor.
b. Al entender la novela como una suma de diferentes modalidades textuales que no responde a un
esquema cerrado, el autor se esfuerza en sus obras en incluir diversos mecanismos que doten de
unidad al conjunto. Entre esas estrategias destacan los personajes recurrentes en diversas obras,
los lugares donde se desarrolla la acción y las distintas posiciones filosóficas e ideológicas que se
enfrentan en sus relatos.
c. Las novelas de Baroja se centran en un personaje característico que refleja lo que para él es el
hombre contemporáneo. Son seres incapaces de adaptarse a su medio social y cultural que
adoptan dos actitudes contradictorias ante la vida: unos son pasivos —coincidiendo así con la
posición real del autor—, mientras que otros se muestran activos.
d. Los temas de sus obras coinciden con los característicos de su generación: la expresión y el
análisis de la angustia existencial, la denuncia de la situación social de España y el problema de
Dios. Pero junto a esos asuntos, Baroja también se interesó por la recuperación de la memoria
histórica del país y por el relato de aventuras.
e. El escritor apuesta en sus novelas por la sencillez y la claridad lingüística, así como por el uso
del diálogo como mecanismo para penetrar en la personalidad de sus personajes.
A lo largo de su vida, Pío Baroja compuso numerosas novelas que pueden clasificarse en tres etapas
sucesivas:
a. Hasta 1912 escribe obras que reflejan el caos espiritual de principios del siglo XX. Muchas de ellas
se agrupan en series de tres o cuatro relatos que comparten personajes, asuntos o lugares de
desarrollo de la acción. Entre las novelas de este periodo deben destacarse Camino de perfección,
La busca, Zalacaín el aventurero y, por supuesto, E
l árbol de la ciencia.
b. De 1913 a 1935 Baroja se aplicó a la tarea de reconstruir la historia de España durante el siglo XIX
mediante las veintidós novelas que componen las Memorias de un hombre de acción. La serie está
protagonizada por Eugenio de Aviraneta, personaje real que participa en los acontecimientos
determinantes del siglo.
c. Desde 1936 hasta el final de sus días, el escritor vasco concentra su esfuerzo en la redacción de su
autobiografía —Desde la última vuelta del camino— , aunque compone también algunas novelas
que no alcanzan el nivel de las anteriores.
2.4. Ramón Pérez de Ayala (1880-1962)
Aunque la obra del asturiano Ramón Pérez de Ayala se incluye dentro de la novela intelectual novecentista,
lo cierto es que la trayectoria literaria del escritor pasa por tres fases bien diferentes:
a. Novelas autobiográficas (1907-1913). En esta fase compone cuatro novelas protagonizadas por
Alberto Díaz de Guzmán que reflejan la crisis espiritual del hombre contemporáneo. En Tinieblas en
las cumbres el personaje toma conciencia de su angustia; en AMDG asocia la angustia del
personaje a su educación en un colegio religioso; en las dos últimas —La pata de la raposa y
Troteras y danzaderas— narra la búsqueda de una salida al caos interior mediante el amor, el arte y
la vida bohemia.
b. Las novelas poemáticas de la vida española (1913-1921) se centran en la degradación de la vida
moderna. Se interesa el autor por el asunto de la educación —Prometeo— , por la corrupción y el
caciquismo —Luz de domingo— y por la violencia social en La caída de los limones.
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c. En las novelas sobre temas universales (1921-1962) abandona el interés por el yo angustiado o la
sociedad española para hacer una reflexión más general. La necesidad de comunicación es el tema
de Belarmino y Apolonio, mientras que los otros relatos (Tigre Juan o Los trabajos de Urbano y
Simona, entre otros) se centran en el amor y sus consecuencias.
2.5. Ramón Gómez de la Serna (1888-1963)
Durante los años veinte y treinta, Ramón Goméz de la Serna fue uno de los referentes de la creación
literaria española. Fundó la revista Prometeo con la intención de informar sobre las propuestas
vanguardistas europeas y abrirse a las colaboraciones de los jóvenes escritores españoles. También la
tertulia literaria que mantuvo en el madrileño café Pombo estuvo abierta al intercambio de diferentes
experiencias creadoras.
Ramón destacó como periodista interesado en temas culturales y ensayista con el libro Ismos, el primer
estudio del arte de vanguardia. Aunque cultivó el teatro y la lírica, fue en la narrativa donde encontró su voz
más auténtica. Las novelas y relatos breves de Ramón se caracterizan por la presencia del humor y la
minuciosa observación de la realidad cotidiana, de la que le interesa los aspectos más insólitos. Entre sus
novelas deben citarse El torero Caracho, visión grotesca del mundo taurino, y Las ruinas de Palmyra, sobre
la homosexualidad femenina. No debe olvidarse Automoribundia, libro de memorias que retrata el ambiente
cultural de las primeras décadas del siglo.
También inventó Ramón un género nuevo —la greguería—, definido por el autor como la suma del humor y
la metáfora. Son breves sentencias que persiguen sorprender al lector a través de una mirada a menudo
humorística sobre las cosas o las personas. Pueden leerse a continuación ejemplos de greguerías:
«La muerte es hereditaria»; «Las espigas hacen cosquillas al viento»; «Roncar es tomar ruidosamente sopa
de sueños»; «El agua se suelta el pelo en las cascadas».
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