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Tema 59

TEMA 59. ANATOMÍA Y FISIOLOGÍA DEL APARATO LOCOMOTOR.


HÁBITOS POSTURALES ADECUADOS Y PRINCIPALES
ENFERMEDADES.

INTRODUCCIÓN

1.- EL ESQUELETO HUMANO


1.1. Anatomía ósea
1.2. Formación y desarrollo de los huesos
1.3. Articulaciones
1.4. El esqueleto humano

2. LA MUSCULATURA
2.1. Anatomía muscular
2.1.1.Inserciones musculares
2.1.2. Clasificación de los músculos
2.2. Los músculos del cuerpo humano
2.3. Fisiología del músculo
2.3.1. Sinapsis neuromuscular
2.3.2. Mecanismo de la contracción
2.3.3. Propiedades de los músculos
2.3.4. Análisis de la contracción

3. HIGIENE DEL APARATO LOCOMOTOR


3.1. Hábitos posturales
3.2. Principales enfermedades

NOTA: No se estudia el tejido óseo porque ya se hizo en el tema 30. Tampoco se estudia el papel de
los huesos en la hematopoyesis porque es materia del tema 55. Sí que se repasa la constitución de
la sarcómera porque es fundamental para estudiar la fisiología de la contracción.

SUGERENCIA ante este tema tan largo: Resumir al máximo lo referente al esqueleto humano y los
músculos, justificando que se considera la anatomía a nivel de órgano y no tanto de organismo, y
hacer hincapié en la fisiología, que es la parte más interesante.

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Tema 59

INTRODUCCIÓN

El aparato locomotor es un conjunto arquitectónico y funcional integrado por los huesos,


articulaciones y músculos de nuestro cuerpo. Sirve para la realización de los movimientos
voluntarios y para mantener la postura o posición de cada persona. En este aparto hay que
considerar una parte pasiva, el esqueleto (sistema esquelético), y una parte activa, el mús-
culo (sistema muscular).

1. EL ESQUELETO HUMANO

Está constituido por huesos, ciertas porciones cartilaginosas y ligamentos que unen a los
huesos entre sí (articulaciones), y a éstos con los músculos

Los huesos forman el armazón rígido de sostén, protección y palancas del movimiento. Las
porciones cartilaginosas y ligamentos forman fundamentalmente revestimientos de superfi-
cies óseas en las articulaciones.

Las funciones principales del esqueleto son:


1. servir de armazón resistente donde se inserten los músculos permitiendo los movi-
mientos
2. sostener los tejidos blandos
3. proteger ciertos órganos delicados, como cerebro, médula y pulmones de lesiones.

El número de huesos que suele encontrarse en el esqueleto es de 206, número que varía
con las diferentes épocas de la vida, pues a lo largo de ella algunos huesos se fusionan.

1.1. Anatomía ósea

Existen factores morfogenéticos que actúan desde fases muy iniciales del desarrollo y que
determinan que un hueso adquiera morfología propia a partir de un determinado momento
del desarrollo embrionario.

De acuerdo con su forma se distinguen varias clases de huesos:

Largos: Una de sus dimensiones, la longitud, predomina sobre las otras dos, anchura y
espesor. Los encontramos en el brazo y pierna.
Estos huesos presentan una porción cilíndrica y hueca que se llama diáfisis y dos extremos
más voluminosos, las epífisis. La zona que une la epífisis con la diáfisis se llama metáfisis.
Cortos: Las tres dimensiones son similares. Se encuentran en la muñeca y dedos
Planos o anchos: Tienen dos dimensiones similares que sobrepasan bastante a la
tercera. Abundan en cráneo y cara.
Sesamoideos: Son huesecillos redondos que se desarrollan en las articulaciones o los
tendones. La rótula es el mayor de estos huesos.

Una elevación localizada de la superficie de un hueso se denomina apófisis; de las que


existen distintas formas que reciben nombres diferentes: puntiaguda se llama espina; y las
grandes y redondeadas, tuberosidades o “tubérculos”; en forma de gancho, hamulus; un
borde agudo es llamado cresta; un borde bajo recibe la denominación de línea; ; una de-

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presión alargada es conocida con el término de surco, y un agujero es un foramen, gene-
ralmente atravesado por nervios y vasos. En las epífisis óseas existen formas de variada
morfología que son designadas con el nombre de cabeza, cóndilo, tróclea, etc.

En las secciones transversales de los huesos se pueden observar partes que presentan
muchas cavidades intercomunicantes y otras que no presentan estas cavidades. El primer
tipo se llama hueso esponjoso y el segundo hueso compacto.

La diáfisis de los huesos es casi totalmente compacta; sólo en la parte profunda hay algo de
esponjoso. En cambio, las epífisis están formadas por hueso esponjoso excepto la delgada
capa superficial, que es compacta.

Los huesos cortos tienen el centro esponjoso y la periferia compacta. Los huesos planos
presentan dos capas compactas separadas por hueso esponjoso.

Las cavidades del hueso esponjoso están ocupadas por la médula ósea roja o hematóge-
na. En el hueco de la diáfisis o canal medular de los huesos largos hay médula amarilla
constituida por tejido adiposo.

Los huesos tienen las superficies externas e internas cubiertas por envolturas conjuntivas
denominadas periostio y endosito, respectivamente cuyas funciones son:
1. Nutrir al tejido óseo, para ello disponen de vasos sanguíneos que se ramifican y pe-
netran por los canales de la matriz ósea
2. Suministrar osteoblastos para el crecimiento y reparación de los huesos.

1.2. Formación y crecimiento de los huesos

En la formación de los huesos se distinguen las siguientes etapas:


1. Acumulación de ciertas células en cada uno de los espacios donde se formarán los
huesos constituyendo piezas membranosas o precartilaginosas
2. Transformación de estas piezas en cartílagos
3. Sustitución del cartílago por tejido óseo.
Estas transformaciones son lentas y progresivas y no siempre son sustituidos los cartílagos
por huesos, como ocurre en la laringe. Puede suceder que la osificación se lleve a cabo di-
rectamente a partir de las piezas membranosas y se llama osificación intramembranosa o
conjuntiva. Si se inicia a partir de un modelo cartilaginoso se llama osificación condral.

Los factores exógenos actúan mientras se realiza el crecimiento del individuo, sobre todo
mientras tiene lugar el crecimiento de las epífisis de los huesos. Entre estos factores figuran,
fundamentalmente, las fuerzas de presión y de tracción, que juegan un papel de primer or-
den en el condcionamiento de la forma externa del hueso, habida cuenta de la influencia que
tienen en el tejido óseo las fuerzas que sobre él actúan.

Los huesos largos crecen en longitud y espesor, siendo su osificación condral.

• El crecimiento en longitud se debe a la actividad de un disco cartilaginosos llamado


cartílago epifisario o de conjunción, que hay entre la epífisis y la diáfisis (mientras
dura el crecimiento). El cartílago crece en el sentido de la epífisis y de la diáfisis al
tiempo que es sustituido por tejido óseo en uno y otro lado. Cuando se produce la
osificación total, entre los 20 y 25 años, cesa el crecimiento en longitud.

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El crecimiento en grosor se debe a la formación de nuevas capas de tejido óseo en la
superfice externa originadas por el periostio, al tiempo que se produce una resorción de teji-
do óseo desde el interior hacia el exterior aumentando el grosor del canal medular.

Los huesos cortos tienen una osificación fundamentalmente condral a partir del centro de
los mismos.

Los huesos planos crecen al formar el periostio tejido óseo en la cara externa y producirse,
al mismo tiempo, resorción en la cara interna. La osificación es intramembranosa

1.3. Articulaciones

Son estructuras mediante las cuales los huesos se unen entre sí, y constituyen junto con los
huesos la parte estática del aparato locomotor. Se clasifican en sinartrosis, diartrosis y an-
fiartrosis.
Las sinartrosis no permiten movimientos entre los huesos que se unen. Se clasifican
en sinfibrosis si el tejido que une los huesos es conjuntivo fibroso (como las suturas cra-
neales) y sincodrosis si es el cartílago (como en las costillas con el esternón).

Las diartrosis son las articulaciones que permiten amplios movimientos. Se encuen-
tran, generalmente, entre los huesos largos (rodilla, codo,..). La porción fibrosa que une los
extremos óseos se llama cápsula articular, dentro de la cual está la cavidad articular, que
contiene un líquido llamado sinovial, que actúa como lubricante de las superficies articula-
res , que están revestidas de cartílago hialino.

Las anfiartrosis se caracterizan porque los huesos están unidos por fibrocartílago, co-
mo ocurre entre los cuerpos vertebrales. Sólo permiten pequeños movimientos.

1.4. El esqueleto humano

Puede ser dividido para su estudios en las partes siguientes: en esqueleto de la cabeza, del
tronco y de las extremidades.

Esqueleto de la cabeza
a) El cráneo está constituido por 8 huesos: 1 frontal, 1 occipital, 1 etmoides, 1 esfenoi-
des, 2 parietales y 2 temporales.

b) La cara está formada por 15 huesos: 2 maxilares, 2 palatinos, 2 malares, 2 cornetes


inferiores, 2 unguis, 2 nasales, 1 vómer, 1 mandíbula y 1 hiodes. A estos hay que sumar los
huesecillos del oído medio.

Esqueleto del tronco:


a) El esqueleto axil o columna vertebral tiene su origen en las masas celulares que
rodean la notocorda embrionaria en sus primeros estadios de desarrollo. Estas masas celu-
lares llamadas esclerotomos, tienen una disposición segmentaria y junto con la cuerda dor-
sal representan el esbozo embrionario de la columna vertebral. A partir de los esclerotomos
se forman una serie de vértebras cartilaginosas que quedan separadas entre sí por un disco
intervertebral conjuntivo. Más tarde comienza la osificación de las vértebras cartilaginosas, y
hasta los 16 o 20 años no se habrá osificado totalmente la columna.

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Cada vértebra está formada por una porción ventral voluminosa y maciza denominada
cuerpo vertebral, y un arco aplanado - el arco vertebral - , que limita el orificio vertebral.
Sobre el arco vertebral existen apófisis: dos laterales o transversas y una dorsal o espino-
sa. El conjunto de orificios vertebrales forma el conducto vertebral en el que se encuentra la
médula espinal.

Las vértebras se dividen en cervicales (7), torácicas (12), lumbares (5), sacras (5) y
coxígeas (4).

La primera vértebra, el atlas, tiene dos cavidades redondeadas en su cara superior, para
alojar dos proyecciones de la base del cráneo, los cóndilos occipitales. El axis es la segun-
da vértebra y sirve como apoyo para la rotación de la cabeza (de donde deriva su nombre);
desde su superficie superior se eleva una fuerte eminencia ósea, la apófisis odontoidea”,
que es la que permite el giro de la atlas y la cabeza cuando se gira. La séptima vértebra
cervical o zigomática tiene una apófisis larga, recta, delgada y espinosa.

Las vértebras torácicas o dorsales son más fuertes y voluminosas que las cervicales; sus
apófisis transversales son grandes y sostienen las costillas, mientas que las espinosas son
largas y dirigidas hacia abajo.

Las vértebras lumbares son voluminosas, con apófisis espinosas ensanchadas; sus apófisis
transversales son delgadas; la quinta vértebra lumbar es atípica, porque se une al sacro
mediante una articulación.

El sacro está formado por la fusión de las 5 vértebras sacras; es de forma triangular con el
vértice hacia abajo y se relaciona con los huesos de la cadera mediante fuertes ligamentos;
su superficie interior es lisa y hundida mientras que la exterior es muy irregular y deprimida;
por el conducto sacro pasa el extremo inferior de la médula espinal, donde se hallan las raí-
ces de los nervios sacro y coxígeo.

Finalmente, el cóxis consta de 4 vértebras rudimentarias (que se interpretan como un vesti-


gio de rabo) soldadas entre sí, aunque la primera de ellas suele permanecer libre hasta los
30 o 35 años.

b) La caja torácica está compuesta por una sucesión de huesos planos que en conjun-
to sostienen la pared del pecho impidiendo que se deprima al contraerse el diafragma. Por
la parte posterior las costillas se articulan con las vértebras, cada una con una de éstas de la
región dorsal. De los 12 pares de costillas en el ser humano, los primeros siete se articulan
por delante con el esternón, por lo que se llaman esternales; los tres siguientes son las as-
ternales fijas y están unidas al esternón indirectamente por medio de una pieza cartilagi-
nosa, y los dos últimos no tienen sostén en el esternón, son las costillas asternales flotan-
tes.

El esternón es una lámina ósea en forma de espada constituida por tres porciones: ana
más ancha y superior, el manubrio o mango esternal, le sigue el cuerpo y, finalmente, el
apéndice xifoides

Esqueleto apendicular
Está formado por los huesos de las extremidades y las cinturas o cíngulo por las que se
unen al resto del cuerpo.

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a) La cintura escapular consta de dos huesos, la clavícula en la parte anterior del
hombro, que se articula por su extremo interno con el borde superior del esternón y por su
extremo externo con el omóplato, el otro hueso de la cintura, situado en la parte posterior
del tórax. En su ángulo externo está la cavidad glenoidea con la que se articula el hueso con
el brazo.

b) La cintura pélvica o cíngulo abdominal consta de los tres huesos soldados de la


cadera, ilion (caderas), isquion (en posición caudodorsal) y pubis (posición caudoventral),
que, en conjunto, forman el hueso coxal que se articula por detrás con el sacro y por delan-
te con el coxal del otro lado, formándose un anillo óseo, la pelvis, que sostiene los órganos
abdominales. En la zona donde confluyen las tres líneas de soldadura de los tres elementos
óseos está la cavidad cotiloidea, que se articula con el hueso del muslo. Entre el isquion y el
pubis hay un gran orificio, el agujero isquiopubiano o agujero obturador.

c) La extremidad superior libre comprende el brazo, con el húmero; el antebrazo,


con el cúbito y el radio, y la mano, que consta de carpo, metacarpo y falanges .

En el brazo el húmero se articula, por su parte proximal, con el omóplato y por su extremo
distal, con el cúbito del antebrazo.

En el antebrazo, se encuentran el cúbito u ulna y el radio. El primero se sitúa en la parte


interna. Tiene en su parte proximal una apófisis llamada olecranon que impide que el ante-
brazo se doble hacia atrás en el movimiento de extensión. La epífisis distal o cabeza del
cúbito ofrece una superficie convexa, cuyo extremo se articula con el carpo. El radio se si-
túa en la parte exterior y permite los movimientos de pronación y de supinación.

El carpo está integrado por 8 huesecillos, carpianos, dispuestos en dos filas: una proximal
y otra distal. Los cuatro de la primera, desde el borde del radio al cúbito, son: escafoides,
semilunar, piramidal y pisciforme. Los cuatro de la segunda fila, en el mismo orden, son:
trapecio, trapezoide, hueso grande y hueso ganchudo.

El metacarpo está formado por 5 huesos largos llamados metacarpianos y se conocen con
el nombre de primero, segundo, tercero, cuarto y quinto, comenzando desde el pulgar. Se
articulan con los huesos del carpo y con las falanges.

Las falanges son tres en cada dedo, excepto en el pulgar o primer dedo, que sólo tiene dos.
Se denominan falange, falangina y falangeta.

d) la extremidad inferior libre comprende el muslo, con el hueso fémur; la pierna, con
la tibia y el peroné, y el pie, formado por el tarso, metatarso y falanges

El fémur es el hueso más grande del cuerpo humano. Su epífisis proximal presenta la ca-
beza del fémur, destinada a articularse con la cavidad cotiloidea del correspondiente coxal.
La epífisis distal termina en dos gruesos cóndilos femorales con los que se articula con la
tibia.

La tibia es el hueso interno de la pierna. En su extremo superior presenta dos gruesas pro-
minencias, los cóndilos tibiales con dos glenoideas, sobre las que descansan los cóndilos
del fémur, La epífisis distal se articula con el tarso

El peroné o fíbula es largo y delgado. Se articula con la tibia y con el tarso.

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Entre el fémur y la tibia, en la rodilla, hay un hueso discoidal que se encuentra flotante, la
rótula que impide que la pierna de doble hacia adelante.

El tarso está formado por 7 huesos es dos filas:, una interna y otra externa. Los internos
son: astrágalo (que se articula con la tibia), escafoides y tres cuneiformes. La hilera ex-
terna la forman el calcáneo (que forma el talón) y el cuboides,

El metatarso y las falanges tienen la misma organización que en la mano.

2. LA MUSCULATURA

La musculatura representa el sistema más desarrollado del hombre, con una participación
en el peso total del cuerpo del 40 al 50%. Constituye la parte activa del aparato locomotor y
desempeña una doble misión: dinámica, realizando el movimiento del esqueleto, y estática,
manteniendo la posición del cuerpo.

Los músculos del aparato locomotor tienen color rojo o pardo rojizo y forman la carne. Son
de fibra estriada, reciben nervios del sistema nervioso central y se contraen voluntariamente.
Contienen dos proteínas específicas: actina y miosina a las que se deben las propiedades
particulares del músculo

2.1. Anatomía muscular

Las fibras musculares estriadas están agrupadas formando fascículos musculares; cada
fibra está unida a las demás por una capa muy fina de tejido conjuntivo que forma el endo-
misio. Los fascículos, a su vez, están agrupados y unidos por tejido conjuntivo que forma el
perimisio interno. Este conjunto de fascículos unidos por otra membrana conjuntiva, el pe-
rimisio externo o epimisio, es lo que forma el músculo. A través del perimisio llegan va-
sos sanguíneos y los nervios que conducen los estímulo.

El citoplasma o sarcoplasma de las células musculares contiene elementos fibrilares llama-


dos miofibrillas, a las que debe la fibra muscular su doble estriación: longitudinal y trans-
versal, y que están están rodeadas de un fluido intracelular llamado sarcoplasma, que con-
tiene ATP, PC, enzimas, proteínas, mioglobina, lípidos, minerales, etc.
Dentro de las miofibrillas hay gránulos de glucógeno, mioglobina, lípidos, sustancias ricas en
energía (fosfocreatina = PCr) y proteínas contráctiles que forman parte de las manchas cla-
ras y oscuras.

Estas miofibrillas no se hallan distribuidas irregularmente, sino que se reúnen en paquetes, a


los cuales debe la fibra esquelética el aspecto de campos. El número de miofibrillas es muy
alto, aunque variable, según las células. Cada miofibrilla tiene un grosor de una micra o me-
nos, y consta de unidades más finas, los miofilamentos, los cuales están formados desde
el punto de vista químico por proteínas estructurales, y de los que existen dos tipos: delga-
dos y gruesos

Una miofibrilla está integrada por una sucesión regular y alternante de segmentos que están
dispuestos en sentido perpendicular al eje de la fibra, unos claros o bandas I, y otros oscu-
ros o bandas A. Los discos claros son elásticos, mientras los oscuros son contráctiles

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Cuando la fibra muscular está relajada, la banda A aparece homogéneo; por el contrario,
cuando está contraído presenta una banda clara en su parte central a la que se denomina
zona H (disco de Hensen),que corresponde a una proteína contráctil, en cuya zona media
aparece otra zona o disco más oscuro o línea M:.

Cada banda I presenta en su parte central un corto disco oscuro, llamado línea Z , que es
una proteína contráctill, que la subdivide en dos semidiscos claros, denominándose sarcó-
mero al segmento de miofibrilla comprendido entre dos líneas Z contiguas.

Zona H Línea M

En la sarcómera pueden encontrarse varios tipos de proteínas:

1. La miosina es la proteína más abundante del músculo esquelético, representa el 60-


70% de las proteínas totales y es el mayor constituyente de los filamentos gruesos. La
miosina es una ATPasa, hidroliza el ATP para formar ADP y Pi, reacción que proporcio-
na la energía para la contracción muscular
2. La actina es el mayor constituyente de los filamentos delgados.. A pH fisiológico adopta
una forma fibrosa (actina F)
3. La tropomiosina es una molécula asociada a los filamentos de actina
4. La troponina es una molécula esférica unida a los filamentos de actina. Está constituida
por tres subunidades denominadas C, I y T
5. La alfa actinina es la proteína que une los filamentos de actina a la línea Z.
6. El componente gamma, asociado a la troponina, es una enzima, la creatino quinasa.
7. La proteína C interviene en el ensamblaje de las moléculas de miosina en los filamen-
tos gruesos.
8. La beta actinina, asociada a la actina F, interviene en el ensamblaje de los filamentos
delgados.

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9. La M proteína se encuentra en las líneas M.

Los filamentos delgados de actina se extienden desde la línea de delimitación del disco H a
la otra línea de delimitación del disco H siguiente, de forma que están situados en los dos
semidiscos claros y la mayor parte del disco A, con excepción únicamente de la zona del
disco A correspondiente al disco H; donde sólo se encuentra miosina. La tropomiosina abun-
da en la línea Z

A través del sarcoplasma de las fibras musculares transcurre una red tubulomembranosa
que desempeña un rol importante en el proceso de excitación-contracción, denominada
sistema sarcotubular, que está formado por el retículo sarcoplasmático y el sistema T (de
túbulos tranversos), que es continuo con el sarcolema de la fibra muscular y forma una rejilla
perforada sobre la superficie de las fibras musculares individuales. La función del sistema T
es la transmisión rápida del potencial de acción desde la membrana celular a todas las mio-
fibrillas contenidas en la fibra muscular.

2.1.1. Inserciones musculares

Para ejercer su acción los músculos han de estar insertados en unos puntos o regiones, que
pueden ser: tendones o aponeurosis . Los tendones consisten en fibras de colágeno no
elásticas que forman haces separados por conjuntivo laxo que también envuelve a todos
los fascículos del tendón formando el peritenonio. Las aponeurosis son también en fibras
conjuntivas que, en este caso, son aplanadas, y a menudo relacionadas músculos planos y
anchos. Las aponeurosis que consisten en una membrana fibrosa que recubre una estructu-
ra o grupo de estructuras separándolas son las llamadas fascias

Cada una de las porciones extremas del músculo recibe su nombre particular: Inserción de
origen o cabeza al extremo proximal, y cola o inserción terminal al distal. Cuando un múscu-
lo toma su inserción de origen por dos cabezas se denominan bíceps; si es por tres, trí-
ceps; si es por cuatro, cuadríceps. Si toma su inserción muscular por dos colas, se deno-
mina bicaudal; tricaudal si tiene tres o policaudal, cuando son varias.

2.1.2. Clasificación de los músculos

Los músculos esqueléticos presentan diferente forma y pueden clasificarse con arreglo a los
siguientes criterios:

Por las dimensiones se clasifican en cortos, largos y anchos. Cortos, son aquellos que
tienen tres dimensiones casi iguales; están situados en la vecindad de las articulaciones del
raquis y en el ámbito de las mano y los pies. Largos, son aquellos en los que predomina
con mucho la longitud sobre la anchura y el grosor, y están situados especialmente en los
miembros distinguiéndose dos tipos : el simple y el compuesto; el tipo simple comprende
una parte carnosa denominada vientre, cuerpo o gáster y una o dos partes extremas, los
tendones. Los músculos anchos son amplias láminas musculares de variable grosor, apla-
nadas, que en su mayoría se colocan en el tronco.

Por el número de articulaciones que cruzan se clasifican en mono, bi o poliarticulares.


Ejemplos: músculos branquial anterior, recto anterior del muslo y flexores comunes de los
dedos, respectivamente.
Por la forma de insertarse las fibras en los músculos esqueléticos son fusiformes (fi-
bras paralelas unidas por los extremos dado formad e huso), penniformes (fibras insertas en
un eje central de forma similar a las barbas de una pluma), semipenniformes (fibras parale-

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las insertas oblicuamente a un eje) y circumpenniformes (fibras unidas radialmente a un eje
central)

Cuando hay dos músculos acoplados de manera que si uno se contrae otro se relaja, se
dice que son antagonistas. Si actúan para acercar o separa dos partes de un miembro se
llaman flexores y extensores, respectivamente.

Si las partes movidas se acercan hacia el eje central los músculos se llaman aductores.
Si se alejan de dicho eje se llaman abductores.

Los elevadores y depresores levantan o bajan, respectivamente, diferentes parte. Los


pronadores y supinadores provocan un giro hacia abajo, los primeros y hacia arriba, los se-
gundos.

2.2. Los músculos del cuerpo humano

El cuerpo humano posee numerosos músculos(unos 500), pero sólo estudiaremos los más
importantes de cada una de las siguientes regiones: cabeza, cuello, tronco, extremidades
superiores e inferiores.

Músculos de la cabeza
Dentro de ellos, de acuerdo con el origen, se clasifican en dos grupos:

a) Músculos masticadores.: Entre ellos destacamos los que provocan la ascensión de


la mandíbula inferior, interviniendo de forma notoria en la masticación: Son el Tempo-ral,
Masetero y Pterigoideos.

b) Músculos mímicos: Son los responsables de los gestos de la cara que expresan el
estado de ánimo. Pueden desempeñar esta función porque alguna de sus partes se insertan
en la piel a la que imprimen movimiento: Occipital, Frontal, Buccinador, Orbicular de los pár-
pados, Orbicular de los labios, Risorio, .Nasal, . Elevador del labio superior, Cuadrado de
los labios, Zigomáticos

Músculos del cuello:


Son los responsables de los amplios movimientos de la cabeza. Como el esqueleto del cue-
llo es reducido se favorece la libertad de movimientos. Se dividen en tres grupos: dorsal y
músculos de la nuca, ventrolateral y grupo de músculos de origen cefálico.

a) Grupo dorsal: Trapecio.

b) Grupo ventrolateral:· Escalenos., Hioideos. Prevertebrales. Flexionan la cabeza


c) De origen cefálico:· Cutáneo. Esternocleidomastoideo, · Digástrico.

Músculos del tronco


Para estudiar los músculos del tronco establecemos tres grupos: troncoescapulares, del
tórax y del abdomen.
En la parte inferior del tronco los músculos no son comparables a los troncoescapulares,
pues la función que desempeñan las extremidades inferiores (sustentación del cuerpo y lo-
comoción), es diferente a las de las extremidades superiores (movimientos amplios y preci-
sos). Los músculos de la cintura pelviana se estudiarán con los de las extremidades inferio-

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res.

a) Músculos troncoescapulares: Tienen su inserción de origen en el esqueleto del


tronco o en los huesos de la cintura escapular y su inserción terminal es la extremidad supe-
rior del húmero. Producen el movimiento de la articulación escapulohumeral. Los más impor-
tantes son: · Trapecio, Deltoides, Dorsal ancho o gran dorsal., Pectoral mayor., Serrato
mayor.

b) Músculos del tórax: Costales, (intercostales, supracostales y subcostales),


Músculo toracoabdominal o diafragma.

c) Músculos del abdomen: Forman la mayor parte de las paredes abdominales y se


contraen de forma refleja cuando algún agente ejerce presión sobre ellos. Esta propiedad
permite reconocer procesos inflamatorios en las vísceras abdominales cuando aquellos al-
canzan la hoja visceral del peritoneo, pues las paredes abdominales se endurecen a conse-
cuencia de la contracción. Los más notables son el Recto mayor del abdomen y el Oblicuo
externo o mayor del abdomen.

Músculos de las extremidades superiores:


En los músculos de la extremidad superior libre se pueden distinguir dos grupos: los del bra-
zo y los del antebrazo y mano.

a) Músculos del brazo: Se insertan en el cúbito o en el radio. Los más importantes


son: Bíceps braquial y .Tríceps braquial.

b) Músculos del antebrazo y mano: Son muy numerosos: Pronadores y Supinado-


res, Flexores y extensores de los dedos., Palmares.

Músculos de las extremidades inferiores


Distinguimos los siguientes grupos: de la cintura pelviana, del muslo y de la pierna y el pie.

a) Músculos de la cintura pelviana: Tienen su inserción terminal en el fémur y se


originan unos en el ilion (dorsales) y otros en el isquion o en el pubis (ventrales). Los dorsa-
les que destacamos son: Psoas mayor, ilíaco y glúteos (menor, medio y mayor). Los ventra-
les contribuyen a mantener el equilibrio de la pelvis y del tronco sobre los dos fémures.

b) Músculos del muslo: Se insertan en la tibia y el peroné. Los principales son:


Cuádriceps femoral, Sartorio, Biceps femoral, Semitendinoso y membranoso,

c) Músculos de la pierna y pie: Tríceps sural o gastrocnémico (que se compone de


los gemelos), Tibial (anterior y posterior); Peroneo y Flexores y Extensores de dedos

2.3. Fisiología del músculo

En el músculo el impulso mecánico se transforma en trabajo mecánico mediante la contrac-


ción muscular. El caso mejor estudiado es la contracción del músculo estriado.
2.3.1. Sinapsis neuromuscular

La señal que desencadena la contracción muscular es un estímulo nervioso colinérgico


(acetilcolina), que llega a la célula muscular por medio de una sinapsis especializada, llama-
da unión neuromuscular o placa motriz. El nervio motor, a la llegada del impulso nervio-

10

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so, libera acetilcolina en la placa motriz.
El neurotransmisor alcanza receptores
específicos en la membrana plasmática
de la célula muscular, la cual se despo-
lariza. La membrana plasmática de es-
tas células o sarcolema presenta inva-
ginaciones regularmente dispuestas
hacia el interior del citoplasma que es-
tán en contacto con el retículo endo-
plasmático de las células. De esta ma-
nera, la despolarización de la membra-
na plasmática se propaga por el retículo
y produce en éste la apertura de con-
++
ductos de Ca . (El retículo sarcoplás-
++
mico en reposo está cargado de Ca , y
este ión se libera bruscamente con la
despolarización de la membrana). El
++
Ca es el segundo mensajero de la contracción muscular.

2.3.2.Mecanismo de la contracción

La contracción muscular se produce por la interacción de las proteínas actina y miosina, de


modo que los filamentos delgados se deslizan entre los gruesos, y el sarcómero se acorta
longitudinalmente. La energía necesaria para la contracción se obtiene del ATP. Este ATP
se obtiene a partir de las reservas de glucógeno del músculo. La reposición del ATP se rea-
liza a partir de un intermediario energético, la creatina fosfato (fosfocreatina o PCr), que
contiene un enlace fosfato de alta energía, La cantidad de Fosfocreatina muscular es en si
una "fuente de reserva energética" que garantiza una rápida recuperación del ATP, pero al
utilizarse se degrada en fosfato inorgánico y creatina la cual no puede ser reutilizada, enton-
ces se degrada a creatinina que es eliminada por los riñones.

La interacción actina-miosina es posible por las distintas afinidades de la miosina hacia dife-
rentes ligandos. En efecto, la afinidad de la miosina es máxima por el ATP, menor por la
actina y mínima por el ADP + P. Así que, en presencia de ATP, la miosina se une a él. Pero
la miosina tiene actividad ATPasa, hidrolizando al ATP, y uniéndose al ADP+P. Como la
afinidad por la actina es mayor, la actina desplaza al ADP+P y se une a la miosina. El com-
plejo actina-miosina permanece unido hasta que llega un nuevo ATP, que desplaza a la ac-
tina y comienza otro ciclo. Debe notarse que, en los sucesivos ciclos de reacción, la
misma cabeza de miosina se une a actinas diferentes, cada vez más cercanas al extremo
del sarcómero.
Como resultado de esto, el sarcómero se acorta, al tiempo que el ATP se hidroliza.

En situación de reposo, la actina no puede interaccionar con la miosina porque el centro


++
activo de la actina está ocluido por la troponina, pero cuando llega el impulso, el Ca libe-
rado se une específicamente a la troponina, produciendo en ella un cambio de conforma-
ción, de modo que el centro activo de la actina queda al descubierto. La contracción se man-
++
tiene mientras dura la presencia de Ca y ATP.
Cuando cesa el impulso nervioso, la acetilcolina se hidroliza, y la membrana plasmática y el
++
retículo sarcoplásmico se repolarizan. El Ca del citosol se bombea activamente al interior
del retículo por un enzima (bomba de calcio) que consume ATP. En el interior del retículo
++
sarcoplásmico, el Ca se almacena unido a una proteína específica, la calsecuestrina.
++
Al faltar el Ca en el citosol, la troponina vuelve a adoptar la conformación primera, hacien-
do la actina inaccesible a la miosina. Al cesar la interacción actina-miosina, el músculo se

11

Tema 59
relaja.

Como se ve el ATP se consume tanto en la contracción como durante la relajación. Aproxi-


madamente 2/3 del ATP total se requieren para la contracción y 1/3 para la relajación.
Cuando se realiza un esfuerzo muscular excesivo, puede agotarse el ATP, de modo que la
++ ++
bomba de Ca no pueda seguir funcionando, por lo que el Ca permanece en el citosol y
la contracción se hace permanente y dolorosa (el “tirón” o contractura muscular). De la
++
misma manera, poco después de la muerte del individuo, se agota el ATP muscular, el Ca
difunde pasivamente del retículo al citosol, las moléculas de miosina se unen a las de actina
y se instaura una rigidez duradera del músculo (rigor mortis).

2.3.3. Propiedades de los músculos

El funcionamiento de los músculos se debe a las propiedades que tienen los mismos: exci-
tabilidad, elasticidad, contractibilidad y tonicidad.

A) Excitabilidad: Es una propiedad general de la materia viva, pero es especialmen-


te ostensible en las fibras musculares y en las células nerviosas. Las fibras musculares re-
accionan o responden a determinados estímulos mediante una contracción que puede pro-
ducir movimiento. El estímulo es el impulso nervioso que se produce en un centro nervioso y
es transmitido por un nervio motor hasta el músculo. Sin embargo, se pueden utilizar estímu-
los químicos (ácidos y bases más o menos diluidos), mecánicos (pinchazos, golpes), térmi-
cos (calor y frío), luminosos y eléctricos.

B) Elasticidad: Los músculos no sólo se contraen sino que también son extensibles,
es decir se estiran y aumentan de longitud cuando se ejerce una tensión en uno de sus ex-
tremos, estando fijo el opuesto. La extensibilidad es proporcional a la carga tensora, pero
debe tenerse en cuenta que como se estiran mucho a la menor tracción, luego les queda
muy poco para ceder a medida que aumenta la fuerza que los alarga.

C) Contractibilidad: Es la propiedad fundamental de los músculos y consiste en


que cuando un músculo se excita se endurece y disminuye bruscamente su longitud; pero
su volumen permanece invariable, ya que al mismo tiempo aumenta de grosor. Mediante la
contracción se aproximan los puntos de inserción de los músculos en los huesos y se pro-
duce el movimiento de estos últimos.

La contracción muscular presenta dos modalidades: si se excita un músculo con sus dos
extremos fijos, conserva su longitud sin acortarse, pero aumenta su tensión (contracción
isométrica). Si el músculo lo excitamos dejando libre un extremo se acorta, desarrollando
una tensión constante (contracción isotónica).

D) Tonicidad: En los músculos en estado de reposo permanece cierto grado de con-


tracción isométrica que recibe el nombre de tono muscular. Es responsable de que el cuer-
po mantenga su posición tanto en reposo como en movimiento.

E) Velocidad de contracción: En la molécula de miosina existe un componente que


se ha llamado la "cadena pesada", que determina las características funcionales de la fibra
muscular. En un adulto existen tres diferentes variedades de cadenas pesadas, que se lla-
man "isoformas". Estas isoformas se designan como 1, lla y llx, como también se designan
las fibras que las contienen. Las fibras de tipo 1, también se conocen como fibras lentas; las
fibras de tipo lla y llx, se conocen como las fibras rápidas. La velocidad de contracción
máxima de una fibra tipo 1, es aproximadamente un décimo de la fibra tipo llx. La velocidad
de la fibra lla está entre la fibra el tipo 1 y el tipo llx.

12

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Las diferentes velocidades de contracción de las fibras son el resultado de las diferentes
formas en que las distintas fibras degradan las moléculas de ATP en la cadena pesada de
la miosina. Las fibras se apoyan en el metabolismo aeróbico, mientras que las fibras rápi-
das dependen más de un metabolismo anaeróbico. Las fibras son importantes en activida-
des físicas de resistencia, como podría ser un leñador, o un corredor de grandes distancias
o en carreras de bicicleta de largo alcance. En cambio las fibras rápidas son fundamentales
para los velocistas que corren los cien metros planos, y que deben realizar un esfuerzo rápi-
do y corto

Un individuo adulto normal tiene en sus músculos cuadriceps del muslo, aproximadamente
igual número de fibras lentas y fibras rápidas. Pero esto es sólo un promedio, ya que existen
grandes diferencias de un individuo a otro. Josper Andersen y sus colaboradores del Co-
penhagen Muscle Research Center de la Universidad de Copenhagen, comprueban que en
algunas personas los porcentajes de fibras lentas pueden ser sólo de 19%, mientras otras
pueden llegar a tener un 95%. De esto depende la aptitud para realizar determinados tipos
de deportes (fondistas, velocistas) (Scientific American, Septiembre 2000)

2.3.4. Análisis de la contracción

Al aplicar una corriente eléctrica a un músculo se produce una contracción sencilla o sacudi-
da muscular, en la que se pueden distinguir tres fases: de latencia (tiempo transcurrido en-
tre la estimulación y el comienzo de la contracción, 0'005 s), de contracción (tiempo en el
que el músculo se acota produciendo un trabajo, 0'04 s), y de relajación (el músculo recu-
pera su posición inicial, 0'05 s).

Si se repite una estimulación antes de que el músculo se relaje, se superpone una segunda
contracción originando un acortamiento superior al normal (suma de contracciones). Si se
aplica, experimentalmente, una serie de descargas a intervalos de tiempo muy cortos, de
manera que lleguen antes que haya relajación, se produce una contracción continua (téta-
nos o contracción tetánica), que puede ser completa e incompleta según no haya relaja-
ción entre los estímulos o haya relajación incompleta.

La contracción fisiológica normal de los músculos es una contracción tetánica muy corta y se
produce por una serie de impulsos nerviosos que llegan al músculos con mucha rapidez. En
el caso del hombre unas 40 excitaciones por segundo.

Las fibras musculares obedecen a la ley del todo o nada, es decir, aunque el músculo no
se contraiga al máximo, sus fibras, consideradas aisladamente, o se contraen con toda in-
tensidad o no lo hacen.

Las fibras individuales se contraen por turno, trabajando en relevos, de modo que cada fibra
tiene oportunidad de recuperarse por completo mientras otras se están contrayendo, antes
de ser estimulada una vez más para que se contraiga. Un músculo en tensión ligera puede
reaccionar más rápido, y se contrae con más fuerza, que uno totalmente relajado.

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Tema 59
3. HIGIENE DEL APARATO LOCOMOTOR Y PRINCIPALES ENFERMEDADES

3.1. Hábitos posturales

La postura es la composición de las posiciones de todas las articulaciones del cuerpo en un


momento dado. En posturas incorrectas habrá músculos elongados y músculos retraídos.
Los músculos en posiciones ligeramente retraídas tienden a ser más fuertes, y los que están
elongados tienden a ser más débiles que los músculos que trabajan en oposición a ellos.

La debilidad muscular o la retracción pueden producir una mala alineación, y la mala alinea-
ción puede llevar a una debilidad tensa o a una retracción aceptable de los músculos. Desde
el punto de vistamecánico, los defectos de alineación y movilidad crean dos tipos de pro-
blemas:
1. Compresión indebida en las superficies articulares de los huesos,
2. Tensión indebida sobre huesos, ligamientos o músculos.
Eventualmente pueden ocurrir dos tipos de cambios óseos: la compresión indebida puede
producir un desgaste, mientras que una tracción indebida puede producir un incremento del
crecimiento óseo en el punto de unión.

Para la evaluación de los efectos de la postura se precisa de un modelo mediante el que las
posturas individuales puedan ser juzgadas. La postura modelo tal como se utiliza se refiere
a la postura ideal, no a la postura promedio. la alineación correcta, o los defectos posturales
se describen en los términos de este modelo.

Además de esta postura ideal es adecuado y conveniente tener en cuenta una serie de hábi-
tos posturales encaminados a prevenir tensiones durante nuestras actividades diarias. A
continuación indicamos algunos ejemplos:

Levantar peso: Se deben doblar las rodillas, no la espalda y tener firmes los pies.
No debe uno agacharse con las piernas
rectas ni torcer la espalda mientras se levantan objetos.
Conducir: Se debe adelantar el asiento del automóvil para mantener las rodillas en
línea con las caderas, sentarse derecho y utilizar algún soporte en la región lumbar, si es
que el asiento no es ergonómico.

Sentarse: Apoyarse firmemente contra el respaldo de la silla. No dejarse caer pesa-


damente sobre el asiento, evitar inclinarse hacia adelante y arquear la espalda.

Dormir: Dormir de costado con las rodillas dobladas o de espaldas con una almoha-
da debajo de las rodillas. No dormir en un sofá ni sobre un colchón demasiado blando y sin
soporte; padecerá lordosis (ver desviaciones de la columna en el apartado siguiente) y ten-
sión en la espalda, sobre todo si duerme boca abajo.

Las deformaciones de la columna más frecuentes debidas a hábitos posturales inadecuados


son la cifosis, la lordosis y la escoliosis

La cifosis, vulgarmente llamada "chepa" o "joroba". La columna vertebral presenta una


curvatura anormal, muy pronunciada hacia atrás. Se evita por medio de una postura correcta
tanto al estar de pie como sentados; no se debe dejar que la cabeza se incline hacia delante
ni que se encojan los hombros hacia el pecho.

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La lordosis. Se produce, por el contrario, por la exageración hacia delante de la curva-
tura lumbar que presenta normalmente la columna vertebral. Los individuos afectados por
esta deformación sacan el vientre hacia delante. Por tanto, una buena postura al estar de
pie permite evitar la lordosis. Se corrige igualmente por medio de ejercicios adecuados como
ocurre con la cifosis.

La escoliosis. Es una desviación de la columna vertebral hacia uno de los lados. Unas
veces la convexidad está vuelta hacia la derecha y otras veces hacia la izquierda. Esta de-
formación es muy frecuente entre los niños que se apoyan asimétricamente al escribir o que
se sientan sobre una pierna.

Por lo que se refiere a los músculos hay que tener en cuenta la máxima general de que “el
músculo que no trabaja se atrofia”; por lo tanto los ejercicios musculares son indispensables;
el individuo que se mueve, que corre, que salta, desarrolla así su sistema muscular en cre-
cimiento

3.2.. Principales enfermedades del aparato locomotor

Las afecciones más frecuentes del esqueleto son las artritis y las artrosis. La artritis es
una inflamación de una articulación que dificulta los movimientos y produce dolor; la artrosis
se diferencia porque suele implicar ya degeneración del cartílago articular e incluso del hue-
so limítrofe; por esa razón resulta difícil distinguir entre ellas en muchas casos. La osteoar-
tritis se da en personas de edad, debido al desgaste acumulado; la artritis reumatoide,
que puede aparecer en personas jóvenes, consiste en una hinchazón de las articulaciones
con destrucción del tejido circundante, y su causa es más difícil de establecer; parece que
en este caso intervienen ciertas reacciones de tipo auto-inmunitario, que se desencadenan
en estos tejidos conjuntivos. Tanto en un caso como en otro, son muy típicas las afecciones
de la columna vertebral, coxofemorales, de la rodilla, de los dedos de la mano y de los pies,
entre las falanges y los metacarpianos y metatarsianos correspondientes.
Entre las causas que favorecen su aparición se encuentran la edad (por el envejecimiento y
desgaste), el tipo de actividad laboral (por las sobrecargas específicas para algunas articu-
laciones), el sexo (son más frecuentes en mujeres que en varones) y la obesidad (por la
sobrecarga añadida).

La prevención de las artritis y de las artrosis se basa en la aplicación de las normas genera-
les que contribuyen a retrasar la aparición de los inevitables fenómenos degenerativos por
envejecimiento: mantener una constante actividad física, seguir una alimentación adecuada,
evitar los aumentos excesivos de peso corporal, etc.

En las artrosis, la intervención quirúrgica es la que da los resultados más duraderos, ya que
puede cambiar notablemente el estado patológico responsable de los síntomas; cuenta con
una variada serie de soluciones, que van desde las simples osteotomías (que permiten mo-
dificar las relaciones de las zonas articulares), a las sustituciones parciales o totales de las
zonas articulares degeneradas (endoprótesis y artroprótesis).

Otras afecciones son las tendinitis y las tendosinovitis, consistentes en cuadros dolo-
rosos que afectan a los tendones en su punto de inserción al hueso y a lo largo de su reco-
rrido, respectivamente. Los responsables de estos estados irritativos del tendón son dos
factores: por una parte, el envejecimiento precoz de los tejidos que constituyen el tendón y,
por otra, los pequeños traumatismos continuados que se derivan de su funcionamiento.

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Una lesión muy frecuente es el esguince, en la que hay afectación de los ligamentos
que unen los dos huesos que forman una articulación. Si la lesión es tan importante que el
ligamento deja de poder sujetar los huesos en su posición y éstos se separan, se diagnosti-
ca una luxación. La diferencia entre un esguince y una luxación es que en el primero la po-
sición del hueso no varía, mientras que en la luxación los huesos se separan y esa separa-
ción mayor de lo normal puede observarse en una radiografía.

Las lumbalgias se caracterizas por un dolor violento, más o menos intenso, en la zona
lumbo-sacra, que a veces irradia a la nalga y a la cara posterior del muslo; estos episodios,
aunque alarmantes para el paciente, suelen remitir pronto, sin ser la expresión de ninguna
lesión grave; sólo significan que existe un disco lumbar alterado que, a consecuencia de un
determinado esfuerzo o movimiento, por un deficiente tono de los músculos lumbares, se ha
bombeado repetidamente hacia atrás, hacia el canal vertebral, distendiendo la espesa red
de hilillos nerviosos sensitivos presentes en él (el “plexo sensitivo endorraquídeo”) y desen-
cadenando el episodio doloroso. La primera medida terapéutica es mantener al paciente en
reposo absoluto, con aplicación de calor local; también resultan muy útiles los medicamen-
tos antineuríticos (vitaminas B1, B6 y B12), los miorrelajantes, los antiflogísticos y los anti-
neurálgicos.

La hernia de disco es un fenómeno similar al anterior pero de mayor entidad y dura-


ción. A partir de los 30 años el anillo fibroso intervertebral va perdiendo resistencia, degene-
ra y puede despegarse, permitiendo que el núcleo pulposo, que está aún turgente y móvil
acabe por desplazarse hacia esa fisura dando un saliente hacia el exterior (una “hernia”); la
compresión de las raíces nerviosas que origina esa hernia es la responsable de los trastor-
nos, no sólo locales, sino también irradiados a lo largo del recorrido de estas raíces nervio-
sas.
Las contusiones son el resultado de un golpe contra alguna parte del organismo, con
aplastamiento de la piel hasta la dermis (sin originar muerte celular ni roturas de los vasos
sanguíneos), o con mayor daño, lesionando las células dérmicas, rompiendo vasos, tendo-
nes, músculos y huesos. En las contusiones óseas el dolor viene determinado por la con-
tusión del periostio, que está muy inervado y, por tanto, es muy sensible. Los vasos subcu-
táneos se rompen siempre en el golpe contra el esqueleto, formándose un hematoma, que
separa la piel del hueso. Si no llegan a darse lesiones de los vasos del periostio, se tiene un
dolor muy vivo pero que desaparece en pocos minutos sin dejar consecuencias si se enfría
rápidamente la parte dañada con un apósito frío. Las contusiones musculares ocurren
cuando el golpe lo recibe un músculo esquelético y se rompe algún vaso, lo que origina el
correspondiente hematoma; el frío y el reposo son siempre indispensables rápidamente y
suelen bastar (en contra de la opinión vulgar, los vendajes suelen ser dañinos). Como el
hematoma se cura dejando una cicatriz que disminuye la función del músculo, es necesario
no subestimar estas lesiones, aunque sean leves.

La fractura de un hueso supone la ruptura de su continuidad aunque no se dé despla-


zamiento de los trozos separados, lo cual origina fuerte dolor, hemorragia y deformación de
la zona lesionada. En este caso se imponen dos medidas básicas: la “reducción”, corrigien-
do la desviación y desarreglos originados, y la “inmovilización” del órgano para darle ocasión
a los osteoblastos a recomponen las continuidad con la remineralización y soldadura de los
bordes rotos

Existen muchísimas otras enfermedades que no se citan por no ser “las más frecuen-
tes”

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Bibliografía

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