Voluntad Humana: Enfoque Filosófico
Voluntad Humana: Enfoque Filosófico
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INTRODUCCIÓN
Otra pregunta que se plantea es: ¿la voluntad del hombre es libre? La respuesta a
ésta pregunta ayuda a determinar el grado de responsabilidad y libertad del que está
dotado el ser humano. Necesariamente, después de estudiar algunos argumentos, se
tendrá que afirmar que la voluntad es libre, en un sentido moderado y no absoluto. No
existen los determinismos, pero si se pone de relieve el tema de la inclinación
dominante, es decir que algunos factores, como los ambientales, culturales y
psicológicos, pueden influir de manera que se presuma que la conducta de la persona
esta determinada. Aún pese a las inclinaciones dominantes, en todo momento, el hombre
puede cambiar y rechazarlas incluso sublimarlas por bienes de mayor valor o
trascendentales.
¿Se puede educar la voluntad del hombre? Ésta es la última pregunta a la que se
trata de dar respuesta. Se trata de descubrir las causas por las que el ser humano no tiene
fuerza de voluntad, pero también, se trata de señalar aquellos medios que son los que
1
contribuyen a su buena educación. La reflexión y las motivaciones son dos de las
actividades que fortalecen la voluntad.
Por cuanto hace a la manera en cómo se llevó a cabo el desarrollo del presente
trabajo filosófico hay que decir lo siguiente. Se parte de una pregunta concreta para
llegar a realizar afirmaciones específicas a través del uso de la razón y de la bibliografía
que en la materia de antropología filosófica existe y se tiene a la mano. La observación
de la realidad del hombre y la investigación filosófica vienen a constituir así los pilares
que sostienen el discurso filosófico.
3
MARCO TEÓRICO
Para explicar el presente tema hay que comenzar diciendo que existen dos líneas en las
que se ha venido desarrollando el significado de Voluntad. En una se le concibe como
una apetencia de naturaleza racional, de acuerdo con la filosofía clásica. En otra se le
concibe como “principio de la acción en general”, es decir, la voluntad esta en todos los
actos de los hombres, es más, “todos los actos no son más que voluntad”1.
En otras palabras, hasta el siglo XVIII la mayoría de los filósofos han concebido
la voluntad como una determinada voluntad humana, mientras que otros han hablado de
ella como abreviatura de ciertos actos: los actos voluntarios o voliciones2.
1. En la Edad Antigua
En ésta época se encuentran los filósofos clásicos, Platón, Aristóteles, Cicerón, los
Estoicos, entre otros, cuyos aportes ayudan a comprender el significado de voluntad.
1
Cfr. NICOLA ABBAGNANO, «Voluntad», en Diccionario de Filosofía, Fondo de Cultura Económica,
2008, pp. 1094-1096.
2
Cfr. JOSÉ FERRATER MORA, «Voluntad», en Diccionario de Filosofía, t. IV, Barcelona, Ariel, 1994, p.
3721.
4
1.1 Platón
1.2 Aristóteles
1.3 Estoicos
Los filósofos que se identificaron con el nombre de estoicos concordaron diciendo que la
voluntad es una apetencia racional. Ellos siguieron la mima línea de pensamiento de
Aristóteles y Platón.
3
PLATÓN, «Gorgias o de la Retórica», en Diálogos.
4
Cfr. J. F. MORA, «Voluntad» en Diccionario…, p. 3722.
5
De Anima, III, 10, 433 a 23.
6
Cfr. J. F. MORA, «Voluntad» en Diccionario…, p. 3722.
5
1.4 Cicerón
“La voluntad es un deseo conforme a la razón, en tanto que el deseo opuesto a la razón o
muy violento para ella es la libídine o codicia desenfrenada que se encuentra en todos
los necios”7.
2. En la Edad Media
San Alberto Magno, Santo Tomás, Duns Escoto, Occam, siguieron esta línea10. Estos
dos últimos filósofos son testimonio del llamado voluntarismo que se desarrolló a partir
de esta edad, pues destacan una preeminencia de la voluntad sobre el intelecto a nivel
psicológico, moral y teológico.
7
CICERÓN, Tusculanae Disputationes, IV, 6, 12, Pholens, Leipzig, 1918.
8
SAN AGUSTÍN, La Ciudad de Dios, XIV, 6.
9
Cfr. J. F. MORA, «Voluntad» en Diccionario…, p. 3722.
10
Cfr. N. ABBAGNANO, «Voluntad», en Diccionario..., p. 1095.
6
2.1 San Anselmo
Igual que San Agustín confirmó la noción de voluntad como principio de toda acción11.
Esta época que comprendió los siglos XVII y XVIII aportó dos líneas de pensamiento,
según el tipo de relación que hay entre el entendimiento y la voluntad.
En la primera tendencia se hallan los racionalistas, entre los que más resaltan esta
Descartes y Leibniz, quienes se identifican por afirmar que “sólo queremos lo que
aparece al intelecto”. En la segunda tendencia están los empiristas, y entre ellos
personajes como Hobbes hasta llegar a Hume, pasando por Spinoza, Kant, Fichte, entre
11
Idem.
12
S.T. I, c. 82.
13
S.T. I, c. 83.
7
otros, los cuales tienen en común la idea de que no hay apetito racional, pues el acto
voluntario sólo es principio de toda acción. Desde cierto punto de vista los empiristas
son voluntaristas14.
3.1 Descartes
Al igual que San Agustín, designó voluntad a todas las acciones del alma en oposición a
las pasiones de este modo:
Las que denomino acciones son todas nuestras voluntad, porque nosotros
experimentamos que ellas vienen directamente de nuestra alma y parecen depender sólo
de nosotros, en tanto que las afecciones son todas las percepciones o conocimientos que
se encuentran en nosotros sin que nuestra alma las haya producido y que, por lo tanto,
recibe de las cosas representadas15.
3.2 Spinoza
Menos transliteral que las definiciones clásicas, define la voluntad como “la facultad de
afirmar y negar, pero no el deseo: la facultad por la cual el alma, afirma o niega lo que es
verdadero o falso y no el deseo por el cual el alma apetece o aborrece las cosas”16.
3.3 Kant
En la misma línea por la que avanzaron Santo Tomás, Escoto, Spinoza, entiende por
voluntad la razón práctica, o sea la “facultad de obrar según la representación de
reglas”17.
14
Cfr. J. F. MORA, «Voluntad» en Diccionario…, pp. 3724- 3725.
15
DESCARTES, Passions de l’ ame, I, 17.
16
SPINOZA, Ethica more geometrico demostrata, II, 48 Schol., 1677, en opera, al cuidado de C. Gerhardt,
1923; trad. esp.: Ética, de Óscar Cohan, México, 1958, FCE.
17
I. KANT, Metaphysik der Sitten; trad. esp.: Metafísica de las costumbres, de M. García Morente,
Madrid, 1932, II.
8
La voluntad pura es la voluntad determinada, no por particulares motivos
especiales de tipo empírico, sino por principios a priori, o sea, por leyes racionales18.
3.4 Diderot
3.5 Fichte
Este filósofo dice que la libertad solamente puede ser ejercida por medio de la voluntad
pura, la cual además de vencer los obstáculos puede crearlos para tal efecto. Para él la
voluntad tiene un sentido metafísico22.
3.6 Hegel
18
Ibídem, pref.
19
Ibídem, I
20
DIDEROT, art. « Droit natural », en la Encyclopédie, V, p.1169.
21
FICHTE, Sittenlehere, [doctrina de la moral], parágrafo 14.
22
Cfr. J. F. MORA, «Voluntad» en Diccionario…, p. 3725.
23
Cfr. HEGEL, Grundlinien der Philosophie des Rechts, 1821; trad. esp. de Benítez de Lugo, 1878,
Madrid.
9
3.7 Hobbes
3.8 Locke
De modo semejante a Hobbes, este filósofo define la voluntad como: “una potencia para
iniciar o no iniciar, para continuar o interrumpir ciertas acciones en nuestra mente y
varios movimientos en nuestro cuerpo, con sólo la intervención de un pensamiento o de
una preferencia de la mente”25.
3.9 Hume
Al igual que todos los anteriores afirma que: “Por voluntad no entiendo otra cosa que la
impresión interna, que sentimos o de la cual tenemos conciencia, cuando con nuestro
conocimiento damos origen a un nuevo movimiento de nuestro cuerpo o a una nueva
percepción de nuestro espíritu”26. Con todo negó cualquier tipo de influencia de la razón
sobre la voluntad así entendida, reduciendo las denominadas voliciones racionales a las
emociones tranquilas relacionadas con instintos originarios de la naturaleza humana, o
con el apetito general del bien y la aversión al mal. 27.
24
TOMAS HOBBES, Leviatán, 1651; trad. esp.: Leviatán, I, 6, México, 19401, FCE.
25
LOCKE, An Essay Concerning Human Understanding, 1690, ed. al cuidado de A. Campbell Fraser,
1894; trad. esp.: Ensayo sobre el entendimiento humano, de E. O´Gorman, México, 1956, II, 21, 5.
26
D. HUME, A Treatise of Human Nature, 1738; ed. Selby-Bigge, 1896; trad. esp.: Tratado de la
Naturaleza Humana, 1923, II, III, 1.
27
Ibídem., II, III, 3.
10
3.10 Condillac
Por su lado reflexiona y dice: “Por voluntad se entiende un deseo absoluto, por el cual
pensamos que una cosa deseada está en nuestro poder”28.
4.1 Heidegger
En esta misma línea general Heidegger entiende la voluntad como modo de ser de la
cura, pues la cura es la expresión fundamental de la existencia del hombre en el mundo,
que consiste precisamente en curarse de las cosas y curarse de los otros29.
4.2 Schopenhauer
En esta misma segunda línea de pensamiento, y de un modo todavía más general éste
autor comprende la definición de voluntad en la expresión voluntad de vivir que viene a
ser el noúmeno del mundo y que nada tiene de racional: “es un ciego, irresistible ímpetu,
que vemos aparecer ya en la naturaleza inorgánica y vegetal, como también en la parte
vegetativa de nuestra propia vida”. Así que, “lo que la voluntad quiere siempre es la
vida, precisamente porque ésta no es más que el manifestarse de la voluntad misma en la
representación y es simplemente pleonasmo decir voluntad de vivir en vez de
voluntad”30.
28
CONDILLAC, Traité Des Sensations, I, 3, 9.
29
Cfr., HEIDEGGER, El Ser y el Tiempo, México, 1962.
30
A. SCHOPENHAUER, Die Welt als Wille und Vorstellung, 1819; 2ª ed., 1844; trad. ital., Savi-López y De
Lorenzo, 1914-1930; trad. esp.: El Mundo como Voluntad y Representación, de E. Ovejero y Maury,
Madrid, 1928, I, parágrafo 54.
11
4.3 Nietzsche
Define a la voluntad como voluntad de dominio y refiere que nada tiene de racional.
Dice: “La vida, en cuanto particular, aspira al mayor sentimiento posible de dominio.
Aspirar no es más que aspirar al dominio. Esta voluntad sigue siendo lo que de más
íntimo y profundo existe: la mecánica es una simple semiótica de las consecuencias”31.
5. En la Edad Contemporánea
En los últimos años, desde el pensamiento filosófico, las concepciones que se tienen
sobre la voluntad son distintas en relación a las metafísicas de la voluntad, de las que se
habla en el siglo XIX. En términos amplios hay que afirmar que ya no se examina tanto
el tema de la voluntad en comparación a otras cuestiones referidas como actos volitivos
o voliciones.
31
F. NIETZSCHE, Wille zur Macht, trad. esp. La voluntad de dominio, Madrid 1932.
32
Cfr. RICHARD TAYLOR, Action and purpose, 1964, págs. 64 y ss.
12
INTRODUCCIÓN GENERAL.
El tema a tratar no dispensa la figura del hombre, por lo que resulta elemental saber que
el hombre se puede definir desde tres aspectos: 1) el hombre desde su relación con Dios;
2) el hombre desde su capacidad de autoproyectarse; 3) el hombre desde sus propias
características y capacidades 33.
Las definiciones del hombre desde su relación con Dios son distintas a lo largo
de la historia de la filosofía y según las corrientes y filósofos que las han propuesto, pero
en lo substancial todas ellas parten del dicho del Génesis, donde se menciona que Dios
dijo: “hagamos al ser humano a nuestra imagen, como semejanza nuestra” (Gén 1,26),
donde con esta connotación se le da a la definición del hombre un elemento divino, es
decir, un elemento espiritual.
Por último, las definiciones del hombre que se aportan desde el punto de vista de
las características o capacidades que le son propias, coinciden en que el hombre es un
33
Cfr. N. ABBAGNANO, « Hombre », en Diccionario..., pp. 557-560.
13
ser racional que tiene inteligencia y voluntad como facultades únicas de entre todos los
demás seres creados y que lo pone por encima de estos.
Ahora, según lo explica Bochaca, la vida sensitiva cuenta con dos características
fundamentales que las describe como: conocimiento y apetición. Las cuales existen de
un modo más perfecto en el hombre. Y hay que resaltar esta última facultad como
aquella que lleva a comportarse de acuerdo a las realidades conocidas y presentadas por
el conocimiento o intelecto34.
1. El nombre
Por cuanto hace al nombre voluntad, esta palabra se le puede encontrar con los nombres
siguientes: en griego βουλησις; en latín voluntas; inglés will; francés volonté; alemán
Wille; y en italiano volonta. En el presente caso ocuparemos el transliterado: voluntad.
34
Cfr. JOSÉ GAY BOCHACA, Curso de Filosofía, Madrid, Rialp, 2004, p. 282.
14
misma filosofía escolástica hay que distinguir, tomando a la voluntas como acto de
querer, entre la simples voluntas (o voluntas ut natura) que en griego transliterado es
llamada thélesis que es la que tiene por objeto al fin, y la voluntas consiliativa (o
voluntas ut ratio) que en griego transliterado se le denomina boúlesis y que tiene por
objeto a los medios35.
Ante esta gama de significados que se presentan en general se tiene que rescatar
a la voluntad como una facultad por ser la que más interesa a nuestro estudio. Auque
esto implica que también tendremos que analizar sus actos, pues las facultades se
conocen a través de sus actos, es decir, habrá que ocuparse también de los actos de
voluntad o volición.
Por tanto, la Psicología estudia la voluntad como una facultad del alma con sus
actos y sus modos de expresión, así como temas afines como inteligencia emocional,
amor, sentimientos, pasiones, entre otros. No obstante lo antes dicho, es necesario
distinguir entre la Psicología racional y la Psicología experimental, pues cada una tiene
un enfoque distinto.
35
« Voluntad », en Gran Enciclopedia Rialp, t. XXIII, Madrid, 1991, p. 676.
15
La Psicología racional tiene sus orígenes en el racionalismo moderno y
principalmente con Christian Wolf, también se le conoce como Psicología filosófica o
Filosofía psicológica, o inclusive en raros casos metafísica del viviente. En ésta se parte
de lo real, de los hechos, de la experiencia común para que a partir de esta realidad se
pueda profundizar sobre las funciones y facultades del hombre y entre ellas por supuesto
la voluntad a la luz de la razón.
En Derecho el tema de voluntad humana tiene mucha relevancia, sobre todo para
detectar si un acto humano puede ser juzgado de conformidad con las leyes humanas, así
como para determinar el grado de responsabilidades que acarrea su ejecución.
Hoy en día se encuentran autores como Ramón Lucas Lucas, Roger Verneux,
Willwoll, J. Vicente Arregui, R. Frondizi, J. F. Donceel, entre otros, que presentan
investigaciones sobre el hombre y sus atributos, y por supuesto el querer en el hombre:
la voluntad humana desde la perspectiva filosófica y que forman parte vertebral en el
presente estudio.
18
CAPÍTULO 1
EL QUERER. LAS TENDENCIAS
Dentro del primer capítulo se pretende aclarar algunos términos del querer en general,
para poder dar paso al análisis de algunas definiciones que proponen los estudiosos de la
materia. Con ello, se pretende profundizar en las divisiones y clases que para un mejor
estudio se han propuesto, de donde resultan los apetitos naturales y los apetitos elícitos.
De éstos últimos brotan a su vez los apetitos que nos conducirán al origen del tema
central de este trabajo: la voluntad humana.
1. Concepto y Definiciones
Lo primero que resulta aplicable reflexionar es el concepto querer, pues es común que a
un mismo objeto se le asignen términos equívocos, entonces va a ser natural encontrar
entre diversos autores conceptos que varían y que, sin embargo, buscan señalar lo que se
entiende por querer, claro, desde un sentido amplio. Así pues, en lato sensu querer se
identifica como tendencia, inclinación o apetito. Por consiguiente cada uno de estos
conceptos define lo que es querer.
El término « apetito »36 ya era utilizado por Aristóteles y lo consideraba entre las
partes directoras del alma junto con el entendimiento. Los escolásticos en la misma línea
36
Apetito o apetencia deriva del latín appetere, correspondiente a petere ad, es decir, «dirigirse hacia
algo».
19
que Aristóteles adoptaron el término apetito. Pero ahora, el mismo término utilizado ha
caído en un desuso y se ha sustituido por el de tendencia o inclusive dinamismo, según
se puede observar en la filosofía moderna y contemporánea, refiriéndose a este nuevo
término, por así decirlo, las mismas determinaciones que los filósofos en la antigüedad
atribuían al término apetito, es decir, se puede manejar muy bien el término tendencia
como sinónimo de apetito.
Ramón Lucas Lucas37 lo mismo que J. Vicente Arregui38, en sus obras sobre
filosofía del hombre, son muy claros en utilizar el término tendencia. Aun cuando en el
desarrollo del tema no dejan de lado la concepción apetitiva en el hombre y van
haciendo una combinación de ambos términos.
37
El Hombre Espíritu Encarnado.
38
Filosofía del hombre, una antropología de la intimidad.
39
Cfr. ROGER VERNEAUX, Filosofía del Hombre, Herder, 2002, pp. 37-83.
40
NICOLA ABBAGNANO, « Tendencia », en Diccionario de Filosofía, Fondo de Cultura Económica, 2008,
p. 1013.
20
una actividad natural que tiene un fin; por ello lo especifico de la tendencia es que tenga
un fin”41
De las dos definiciones que arriba se presentan hay un elemento común que
define al apetito como principio de acción final o último, es decir, aquello que provoca
un movimiento hacia lo que se presenta en el entendimiento. Pero, esto significa que la
palabra apetito se puede entender en dos sentidos: como acción o como capacidad activa
de la cual nace la acción, lo que quiere decir que en el primer caso se habla del ejercicio
de inclinarse sin más hacia algo, y en el segundo sentido se habla de la capacidad o
facultad que se tenga y de la cual proviene el ejercicio de tender hacia ese algo. En
síntesis, el apetito es lo que produce el movimiento.
…surge de nuestra concepción fundamental del ser como “identificación activa consigo
mismo”. Una identificación supone dos términos que han de identificarse y que podemos
llamar sujeto y objeto. Puesto que hay identificación, sujeto y objeto son en realidad uno
y el mismo ser, pero concebido bajo dos aspectos diferentes. Esta identificación activa
puede darse en dos direcciones y solamente en dos direcciones. O bien el sujeto atrae al
objeto hacia sí mismo, y entonces tenemos el conocimiento; o bien el objeto atrae al
sujeto hacia sí mismo y entonces tenemos el deseo o apetito42.
Se trata pues de acciones que ocurren a nivel interno del ser. Se ve claramente
cómo en el apetito no es el sujeto el que atrae al objeto, caso en el que el sujeto adquiere
una condición pasiva o receptiva, sino viene a ser el objeto el que ejerce una atracción
sobre el sujeto, lo que implica que haya un movimiento por parte del sujeto hacia el
objeto o, dicho en otras palabras, implica que haya una acción muy independientemente
de la facultad que tenga el sujeto para ejercer esa acción; así pues, se puede decir que no
hay cosa que no pueda ser objeto de apetito si no se tiene facultad para apetecerla.
Ahora, cuando el sujeto atrae hacia sí mismo el objeto al ser se le llama verdad, y
cuando es el sujeto el que es atraído por el objeto el ser es llamado bondad.
41
RAMÓN LUCAS LUCAS, El Hombre Espíritu Encarnado, Sígueme, Salamanca 2008, p. 1013
42
J. F. DONCEEL, S.J., Antropología Filosófica, Argentina, Carlos Lohlé, 1969, p. 319.
21
En lo que se refiere a Dios, y en base a lo expuesto en el párrafo precedente,
resulta evidente, que en el caso de que sea el sujeto el que se pone frente al objeto para
atraerlo hacia sí, Dios no puede ser conocido por el sólo intelecto humano, y ningún tipo
de apetito es suficiente por sí mismo porque lo supera. Aunque claro, se ha dicho que el
sólo intelecto humano no basta para alcanzar la verdad en plenitud, pero si puede
alcanzar un cierto grado de verdad.
Hay una especie de subjetivismo en relación al valor, donde una misma cosa
puede ser concebida de modo muy distinto, se puede juzgar como más o menos buena,
más o menos mala, juzgada buena o mala. Entonces si el bien es relativo al apetito,
también el apetito es relativo a un objeto, el cual tendrá que tener ciertas cualidades que
lo hagan atractivo y sobre las que el sujeto no se podrá resistir y la libertad no tiene
intervención. Todo lo cual resulta cierto en alguna medida, pero no lo es en absoluto.
Esto ayuda a distinguir si la libertad es o no el fundamento de los valores, aspecto que ya
se analizará en el tercer capítulo de este estudio.
El apetito se presenta también como algo realista y además extático. Esto quiere
decir que se trata sobre el bien en sí, de manera real, tal como es concretamente. No se
trata de bienes imaginarios o ideales.
Por otro lado, cabe destacar que hablando de relaciones entre seres humanos
también es posible analizar el impacto del apetito. El conocimiento al ser objetivo por
naturaleza reconoce al otro como un mero objeto, o sea, lo ve al nivel de las demás
43
Op. cit. R. VERNEAUX, p. 43.
22
cosas, mientras que el amor establece una unión intersubjetiva que capta al otro no como
objeto sino como sujeto.
De tal modo que, el apetito puede ser él mismo una fuente de conocimiento
original llamado conocimiento por connaturalidad. Así que un objeto se puede conocer
sólo por la simple conciencia de la tendencia que dirige hacia él. Por ejemplo, conozco
distintos olores porque tengo una inclinación natural a respirar. Lo cual también se
puede constatar en el plano de la moral, pues si tiendo a ejercicio de las virtudes esto
implica un conocimiento de lo que son los vicios que hay que evitar y de todo lo que
está apegado y desapegado a la virtud que se pretende.
2. Divisiones
Nos encontramos con tendencias que según Lucas Lucas llama psíquicas y no psíquicas.
Algunos autores en la línea de pensamiento aristotélico-tomista identifican este tipo de
tendencias como apetito natural y apetito elícito. Por lo que es necesario distinguirlos.
Las tendencias psíquicas son propias de los hombres, mientras que las tendencias que no
son psíquicas también las experimentan pero en razón de que están sujetos a las leyes de
la naturaleza, es decir, con vida vegetativa.
En las tendencias que no son psíquicas no interviene el entendimiento, por lo que se trata
de inclinaciones que proceden de la propia naturaleza del ser. Por ejemplo, el hombre
23
tiende por naturaleza a la supervivencia de su especie. A estas tendencias se les suele
llamar apetitos naturales.
No sólo los seres humanos tienen esta clase de apetitos, también se puede
constatar en el resto de los seres que conforman el universo, tal es el caso de los árboles
que por su naturaleza tienden a crecer y no lo pueden evitar, o las aves a cantar, y que
además no requieren de contar con un conocimiento para que se puedan realizar. Por eso
se dice que en todos los seres hay una tendencia natural a la propia realización, pero
siempre será de acuerdo a su naturaleza, pues cuándo se ha visto que una vaca ande
volando. Entonces, resulta que “a toda forma corresponde una inclinación propia”44. O
en otras palabras se diría que estas afirmaciones se pueden demostrar a través de dos
formas, una por el principio de causalidad y la otra por el de finalidad.
El principio de finalidad aporta una prueba más directa. Éste sostiene que el ser
está orientado hacia un fin, que tiende a él por sí mismo si se le deja que actúa conforme
a sí mismo, porque actúa siempre de la misma manera. Se trata pues de una actividad
natural, y por lo tanto, va en contra de toda acción que altere o violente ese orden
natural. Condición que será muy necesaria para cuando haya que hablar en su momento
de la responsabilidad de los actos humanos.
44
S.T. I, c.80, a.1
24
punto más cercano, se puede constatar el origen de los apetitos naturales en la forma que
tiene cada ser, pues esta forma es la que determina de tal manera la materia que sea un
cuerpo y no otro; aquí se hace hincapié nuevamente en que a toda forma corresponde un
propio modo de apetito.
Por otro lado, el apetito natural tiene un importante valor, y es que precisamente
por ser natural es que se puede afirmar que está trazado y no hay oportunidad para
equivocarse o desviarse. De aquí se puede asegurar que en la naturaleza hay una rectitud
al momento de actuar.
Es necesario admitir una potencia apetitiva del alma. Para demostrarlo, hay que tener
presente que cada forma lleva inherente una tendencia. […] la forma se encuentra de un
modo superior en los seres dotados de conocimiento […] la forma determina a cada uno
exclusivamente en lo que le es natural […] de esta forma natural se deriva una
inclinación natural que es llamada apetito natural. […] las formas de los seres dotados
de conocimiento tienen un modo de ser superior al de las formas naturales, también en
ellos debe darse una tendencia superior al de la natural, […] Esta tendencia le
corresponde a la potencia apetitiva del alma, por la que el animal puede apetecer todo
aquello que aprehende y no sólo aquello a lo que le impulsa su forma natural46.
45
De elicere: sacar de, hacer salir. Op. cit. R. LUCAS, El Hombre…, p.148.
46
S.T. I, c.80, a.1
25
Cabe la pregunta de que si un apetito natural puede convertir en un apetito
elícito, ante la cual viene una respuesta negativa, pues aunque en el hombre el apetito
natural se haga conciente no por eso deja de ser natural. A este tipo de apetito natural y
consiente Verneaux lo llamará necesidad47. Por ejemplo, si tengo sed, experimento la
necesidad de agua, ya sea de sabor o embotellada, pero no de un sabor o una marca de
agua en concreto, pues de ser así, se trata de un apetito elícito.
Ahora bien, tratando sobre el valor del apetito elícito tenemos que este depende
del conocimiento que lo produce y dirige.
47
Cfr. R. VERNEAUX, p. 151-152.
26
Tendencias no psíquicas (apetitos naturales)
“no interviene el conocimiento”
Tendencias sensibles
Tendencias psíquicas (apetitos sensibles)
(apetitos elícitos) “conocimiento sensible”
“siguen un acto de Tendencias intelectuales
conocimiento” (voliciones)
“conocimiento intelectual”
Por otra parte, cuando el objeto se percibe por el conocimiento sensible como
nocivo o por el conocimiento intelectual como mal, entonces el objeto determina la
tendencia llamada apetito irascible sensible o intelectual. Es decir, el ser humano se
puede inclinar hacia los objetos sensibles útiles y objetos intelectuales que le representan
un bien, y por el contrario se puede inclinar hacia objetos sensibles que le son nocivos o
aquellos que intelectualmente le representan un mal. Este es el esquema que se presenta
con la clasificación de Aristóteles y los escolásticos48:
48
Cfr. R. LUCAS, El Hombre…, p.149.
27
De los apetitos concupiscibles o irascibles, la tradición desglosa otras once
tendencias que son llamadas pasiones por los escolásticos, además de otras tendencias
intelectuales. Resulta común que en la práctica se confundan ambos tipos de tendencias
–sensibles e intelectuales-, pero es suficiente para distinguirlas bien, saber identificar
que las tendencias intelectuales o voliciones siempre requieren de un acto de
conocimiento a nivel intelectual.
Por cuanto hace a este apartado se puede terminar señalando que los apetitos
también tiene un impacto fuerte en la vida psicológica. Principalmente, se les considera
como la raíz de toda la vida afectiva, de los sentimientos y de las pasiones. Se les
considera el origen de toda vida activa, ya que las acciones son los efectos directos de
las tendencias. Y se les considera que mandan sobre el conocimiento en cuanto a su
ejercicio, pues hay en el hombre una inclinación a sentir y comprender.
3. Tendencias sensibles
Toca el turno a un estudio más exhaustivo respecto a las inclinaciones que surgen de los
objetos que son conocidos por la experiencia sensible. A este tipo de apetito sensible
49
Idem.
28
Verneaux lo define como «sensualidad»50 y lo concibe como: “la sensualidad
despertada por la sensibilidad”51. Así que, a diferencia del ser humano que se da cuenta
que conoce y tiene inclinaciones hacia lo que conoce a nivel intelectual y lo que conoce
por los sentidos, hay otros seres vivos que solamente, a demás de los apetitos naturales
que a todos afectan, tendrán una tendencia a los objetos sensibles que les presenta su
conocimiento.
3.1 Clasificación
En atención a que son muchos los casos que se pueden presentar dentro de las tendencias
sensibles se pueden formar tres grupos. En el primero se comprenden las tendencias
innatas y tendencias adquiridas; en el segundo, encontramos las tendencias
concupiscibles; y por último, encontramos las tenencias irascibles. Hay que saber que la
clasificación de las tendencias es un aspecto complicado porque faltan criterios bien
definidos que permitan ordenarlos, ya que es difícil aislarlas, pues unas derivan de otras.
A continuación se explica cada grupo, según la clasificación más tradicional.
En el primer grupo están las tendencias innatas y adquiridas. Es posible que los
apetitos naturales puedan sufrir algunas modificaciones, lo cual es posible gracias al
ejercicio, es decir a una práctica reiterada: el hábito. A las tenencias innatas se les
reconoce también con el nombre de instintos, y entre ellas se pueden enunciar la
alimentación, la reproducción, entre otras, que tienen la característica de ser
fundamentales y de las que derivan otras. Las tendencias adquiridas dependen del
50
De sensualitas.
51
Op. cit. R. VERNEAUX, p. 77.
29
ejercicio o educación constante. Esta sería pues la clasificación más general de las
tendencias.
52
Op. cit., R. LUCAS, El hombre…, p. 152.
30
conseguir el bien. Hay un espíritu de lucha que hace dejar un placer y soportar el
sufrimiento.
Así que, si un bien se presenta como difícil de alcanzar se derivan dos posibles
tendencias. Si el bien es probable de ser obtenido produce la esperanza o confianza; si el
bien se presenta, además de difícil, imposible de alcanzar surge la tendencia hacía la
desesperación o desconfianza. En el lado opuesto, si el mal difícil esta presente se
origina la cólera (una lucha contra el mal presente). Si el mal difícil esta ausente y es
posible superarlo, se tiende a la audacia. Si el mal difícil esta ausente y se presenta
como imposible de superar, se origina el temor.
53
Cfr. R. VERNEAUX, p. 82.
31
afectuoso y, por la otra parte significa ser valiente, lleno de valor para afrontar los
peligros.
APETITO CONCUPISCIBLE
- buscar el bien
Es la tendencia hacia un bien:
- huir del mal opuesto
Bien en sí mismo: amor Mal en sí mismo: odio
Bien ausente: deseo Mal ausente: temor
Bien presente: alegría Mal presente: tristeza
APETITO IRASCIBLE
-tendencia de lucha contra el obstáculo
Es la tendencia hacia un bien difícil:
-tendencia de resistencia contra el obstáculo
Mal difícil presente: cólera
Bien difícil posible: esperanza
Mal difícil ausente posible: audacia
Bien difícil imposible: desesperación
Mal difícil ausente imposible: temor
54
Cfr. J. GAY BOCHACA, Curso de Filosofía.
55
Op. cit., R. LUCAS, El hombre…, p. 153.
32
3.2 Instinto
Lucas Lucas define al instinto como una tendencia compleja, innata y específica.
Compleja porque indica la naturaleza del instinto; innata porque indica su origen; y
específica porque indica su fin.
También resulta importante precisar que los instintos básicos de los animales
inferiores serán el instinto nutritivo y el instinto sexual, y entre más superior sea el
animal nos vamos a encontrar con un abanico más amplio de instintos.
56
JORGE V. ARREGUI Y J. CHOZA, “Filosofía del hombre, una antropología de la intimidad”, España,
Rialp, 2002, p. 208.
34
3.3 Hábitos
Lucas Lucas define el hábito como “una cualidad permanente que ayuda a una
potencia activa en su acción natural”57.
La mayor importancia de los hábitos radica en que las actividades del hombre
dependen más de las tendencias adquiridas, que de los instintos que le son propios.
Comparativamente lo que significa la memoria para la actividad cognoscitiva, significa
el hábito para la actividad tendencial. Por los hábitos se puede conocer el carácter de una
persona su modo de pensar, su actuar, en una palabra su personalidad. Se llaman
57
Op. cit., R. LUCAS, El hombre…, p. 156.
35
virtudes cuando los hábitos que se tienen son moralmente buenos, y serán vicios cuando
se trate de hábitos que moralmente se señalan como malos.
3.4 Pasiones
Hay quien considera que el estudio de las pasiones está relegado por la Filosofía
como algo secundario, esto debido a que de fondo se carece de la razón en la persona.
En la vida práctica se puede observar que las legislaciones penales conceden algunos
beneficios cuando un delito se ha configurado bajo el influjo de alguna pasión, como un
elemento atenuante del delito y que puede rebajar una pena ya establecida. Es claro el
ejemplo cuando en el ambiente se llega a escuchar que tal o cual persona cometió un
crimen pasional, lo cual quiere decir, que actuó bajo el sentimiento o alguna pasión
como la rabia, los celos, el enamoramiento. Por ello, se puede decir que la persona no es
la que origina alguna pasión, pues se considera un agente pasivo ante las pasiones.
En el hombre es claro ver que una pasión puede cegar su razón, ya que le resta
energías a otras actividades humanas. Si la pasión es muy fuerte, inclusive puede anular
la libertad de un ser humano, pues ciega a la razón. Moralmente, es la razón la que va a
definir si son buenas o malas, en atención al apego que tengan con ella. Por lo tanto, las
pasiones se pueden entender en un sentido amplio como un obstáculo a la libertad del ser
36
humano, lo que significa a su vez que el sujeto que actúa por apasionamiento no se le
juzgue totalmente responsable de sus actos.
De aquí se sigue que en primera instancia se pueda afirmar que las pasiones son
juicios de valor que forman parte del ser humano. Es decir, constituyen una base sobre
una afirmación o negación natural acerca de lo que rodea al sujeto y le causa mayor o
nulo valor.
Hay que precisar que cuando algo se considera con mayor valor personal, esto
produce una cierta emoción o pasión que desvela la actitud del sujeto frente al objeto de
su interés. Es aquí donde se considera que esos movimientos del ser humano frente al
objeto que tiene valor para él son juicios reales, pues es mediante la realización del
juicio como constata o niega la importancia que tiene el objeto para él.
Las pasiones nos indican el valor que se le concede subjetivamente a las cosas y
a las personas que nos rodean, y que al mismo tiempo vienen a generar emociones.
Vista la pasión desde este punto de vista, vienen a ser las que conforman el
mundo subjetivo de la persona. De aquí es donde podemos partir de un mundo
axiológico de la persona. Así que, las pasiones se entienden como un tipo de reacción
primaria del individuo frente a un cierto objeto. Reflejan de manera muy original lo que
cada persona es, ya que abrirse a esta propia realidad de la persona implica un mayor
conocimiento de sí mismo. Por eso se considera que las pasiones son materia prima de lo
que el hombre es.
58
RAÚL GUTIÉRREZ SÁENZ, Introducción a la Antropología Filosófica, Esfinge, 1988, p. 85.
37
Por otra parte, el nombre de pasión se puede tomar no en un sentido moderno –
como una tendencia que se caracteriza por ser la que impera-, sino en uno antiguo y
clásico, a saber: como los sentimientos en general o los estados afectivos. Tal como la
concebían Descartes y Spinoza, entre otros.
Por lo tanto se pueden señalar tres elementos de los que esta constituido todo
sentimiento: la immutatio corporalis; el conocimiento; y, el apetito en sí mismo.
Veamos cada uno de ellos:
De las dos posturas llevadas a una exageración, se advierte cómo una desconoce
a la otra, cayendo en un rotundo sentimentalismo o en un racionalismo en su más pura
concepción.
Sin embargo, tal como analiza Gutiérrez Sáenz, las pasiones tienen su origen en
el fondo mismo del sujeto, y tiene que responsabilizarse sobre ellas, a través de la
educación, es decir, del manejo de las emociones y las pasiones59.
Se puede decir que tanto las pasiones reprimidas como la radical espontaneidad
de su aparición, pueden ser consideradas como posturas exageradas que llevan al vicio
por los extremos.
Por último, San Juan de la Cruz en su ensayo de psicología filosófica acerca del
hombre explica que las pasiones son actos producto del apetito sensible por los que se
estimula hacía lo que agrada a los sentidos y aleja de lo que desagrada. Así que las
pasiones se suscitan en la medida que las sensaciones agradables o desagradables se
59
Cfr. R. SÁENZ, p. 85 y ss.
39
hacen presentes en el sujeto, ya sea por los sentidos externos (vista, oído, tacto…), ya
sea por los sentidos internos (imaginación, fantasía). Deducción clara es que en tanto
haya un control de los conocimientos sensitivos hay un mayor control de las pasiones60.
Son sólo cuatro las pasiones que numera San Juan de la Cruz, a saber: el gozo; la
esperanza; el dolor; y, el temor61.
60
Cfr. ANGELO ALBANI Y MASSIMO ASTRUA, San Juan de la Cruz, Introducción a su doctrina espiritual,
México, 2000, pp. 95-96.
61
Idem.
40
CAPÍTULO 2
LA VOLUNTAD
Hay voces que dicen que nadie puede querer lo que no conoce. Partiendo de esta idea
nos surge la necesidad de explicar qué es ese querer, cuál es su origen, su principal
objeto y desde luego a qué fin aspira. En este apartado se profundiza en estos aspectos y
además estudiaremos qué tan posible es querer o amar desinteresadamente, o sea, en qué
consiste el amor puro; por último será indispensable observar la relación que guarda el
apetito de la voluntad con las demás facultades del alma.
1. Acto voluntario
62
Op. cit., R. LUCAS, El hombre…, p. 161.
63
ALEJANDRO WILLWOLL, S.I., Alma y espíritu, Madrid, Razón y Fe, 1946, p. 146.
41
corporales, es decir, no es igual a que se levante mi pierna a que yo la alce, así lo
propone Melden:
64
A. I. MELDEN, <<La volición>>, en ALAN R. WHITE [comp.], La Filosofía de la acción, España, Fondo
de Cultura Económica, 1976, p. 107.
65
Idem.
66
Op cit. R. VERNEAUX, pp. 152-155.
67
S.T. I-II, q. 8-19.
68
La psicología moderna sólo sintetiza a cuatro las fases: 1ª, la concepción del fin; 2ª, deliberación; 3ª,
decisión; 4ª, Ejecución.
42
Segundo. Se habla de la veleidad69, es decir, de una complacencia70 que surge en
la voluntad de manera no deliberada, espontanea y necesaria una vez que se ha
concebido el objeto. Se puede afirmar que aunque podría no pensar en ese objeto, y
pensar en otra cosa somos indirectamente responsables de nuestra complacencia.
69
Se puede entender como aquello que es antojadizo o que es vano. Es posible encontrar personas que
como parte de su personalidad sólo se quedan en este paso, donde todo se antoja.
70
Sentimiento con que uno se complace de una cosa. En otras palabras, una atracción.
43
que practicar y estudiar varias horas a la semana, puede echarse para atrás o empezar por
comprar la guitarra que más le agrade71.
Al respecto Verneaux, muy claramente hace una distinción entre querer no hacer
cuando hay una elección deliberada en sentido negativo, y entre no querer hacer
referido a un deber y siempre que se está en posibilidad de hacerlo, una vez conocidos
los medios72. Cabe la posibilidad de que se hallen varios medios o solamente uno. Si
sólo hubiese un medio se omiten los dos pasos siguientes.
Noveno. El imperium. Una vez que ya se ha tomado la decisión por tal o cual
medio concreto para alcanzar el objeto, toca poner orden a las acciones que se van a
realizar. En otras palabras se puede asemejar a una especie de guía de trabajo74 en lo que
se ha de ejecutar.
Décimo. El usus activus, el uso activo. En esta parte del proceso, la voluntad
interviene más propiamente para poner en acción las facultades que sean requeridas.
71
Muchos de los objetos que concebimos sólo quedan en meras intenciones.
72
Cfr. R. VERNEAUX, Filosofía..., p. 154.
73
Hay filósofos que han caído en la cuenta de que la deliberación es posible gracias a una inhibición que
permite al sujeto tomarse su tiempo para reflexionar. Hay que considerar desde luego el temperamento de
cada sujeto, pues así como encontramos temperamentos impulsivos que necesitan de esta pausa para
deliberar, se pueden hallar otros apáticos que estarían inmóviles si no decidiesen actuar.
74
Cuando se tiene un Plan de Vida, consecuentemente hay una guía de trabajo que ayuda a conseguir el
fin propuesto.
44
Décimo primero. El usus passivus, uso pasivo. En este paso se habla de ejecutar
las acciones según sea la naturaleza o esencia de cada quién, es pasivo porque la
ejecución se lleva a cabo por influencia de la voluntad75.
Duodécimo. El fruitio. Una vez que ya se han agotado todas las instancias
anteriores y se ha conseguido el bien, como consecuencia sobreviene un disfrute.
75
Cabe rescatar que en un sentido fisiológico la voluntad no influye sobre el organismo. Pues la voluntad
sólo mantiene en la conciencia la imagen del acto global a efectuar, las operaciones que siguen se dan a
través del automatismo psicológico, hábitos, reflejos.
76
Es importante determinar que la naturaleza de esa volición es la facultad de la voluntad. A esta
afirmación llegamos si nos preguntamos primero de dónde viene la actividad volitiva, es decir, su causa;
asimismo, hay que preguntarse el por qué el acto de voluntad se encaminó hacia un objeto específico y no
hacia otro, o sea, hablamos de la causa final del acto voluntario, de aquello que lo motivó, y el principal
fin es la bondad en un sentido objetivo.
45
En tanto que los actos voluntarios deliberados llevan algunas fases diferentes y
su origen está en el hecho de preguntarse por qué he de elegir un objeto y no otro. Tiene
tres fases. La primera es la deliberación77, se trata de buscar los puntos positivos o
negativos del objeto hacia el que se tiende. La segunda es la elección como el juicio
práctico en que culmina la deliberación. La tercera fase es la ejecución de lo que se ha
decidido78. Aunque se hable de fases que componen el acto no significa que la decisión
libre no provenga del alma, es decir, de la propia persona como una unidad substancial
indivisible –mi yo-, pero que para un mejor estudio y comprensión se subdivide en fases.
Igual cabe la posibilidad, de que como dice Aristóteles, son involuntarias las
cosas que se hacen por la fuerza o por ignorancia, y entonces, ya no se puede hablar de
actos voluntarios79.
Hay que recordar que la línea de los escolásticos es muy precisa en señalar que
conocemos a través de las experiencias sensibles, es decir, por los sentidos. Luego
entonces, se entiende que siempre se parte de la realidad, lo que se presenta a nuestros
sentidos. Por lo tanto, es en este partir de la realidad donde se halla la importancia de
77
La deliberación es el elemento esencial del acto libre.
78
Este proceso del acto voluntario deliberado es objeto de estudio del tema de libertad.
79
ARISTÓTELES, Ética a Nicómaco, III, 1.
80
Cfr., RAMÓN LUCAS LUCAS, Explicame la persona, Italia, Art, 2010, p. 99.
46
analizar el acto de voluntad. Partimos de una fenomenología de la voluntad, que nos
ayuda a distinguir que no es lo mismo hablar de intención que de decisión, y tampoco es
igual hablar de deliberación que de elección.
Hay que hacernos una pregunta ¿es posible demostrar filosóficamente la voluntad? Sí.
Así como existe un conocimiento que trasciende al conocimiento sensitivo y que es
inmaterial, así también existe un apetito que es superior al apetito sensible. La naturaleza
de las facultades apetitivas depende de la naturaleza de las facultades cognoscitivas,
entonces, si hay un conocimiento intelectual es porque a este corresponde, de acuerdo
con esta naturaleza espiritual, una facultad apetitiva espiritual: la voluntad. Se trata de
una tendencia inmaterial que no depende de la materia.
47
Para poder estar en disposición de analizar la naturaleza de la voluntad y más
propiamente justificar la existencia de la voluntad hay que tomar en cuenta algunas
teorías a las que hace referencia Verneaux81.
Esta teoría define que la voluntad es un deseo sensible predominante. Condillac así lo
manifiesta en su obra Traité des sensations82.
Por lo tanto no resulta certero que la voluntad se pueda reducir a una tendencia
sensible, pues la tendencia es una actividad que se dirige al objeto que el conocimiento
le presenta, y como ya se ha hecho mención es posible hablar de un conocimiento
sensible y uno intelectual, de aquí que no resulte favorable mezclarlos entre sí.
La crítica a esta teoría va en el sentido de que si bien es cierto que tanto el deseo
como la voluntad son tendencias, no menos cierto es que el deseo se basa en un apetito
sensible y la voluntad sigue un objeto que le presenta el conocimiento intelectual, tal
como ya se ha explicado en el capítulo precedente.
81
Op. cit. R. VERNEAUX, Filosofía..., pp. 156-162.
82
Cit. por: R. VERNEAUX, Filosofía..., p. 156.
48
Tomando en cuenta esta distinción entre tendencia sensible y tendencia
intelectual, no es posible identificar las inclinaciones naturales, los instintos o hábitos
con la naturaleza de la voluntad. Se puede afirmar que la voluntad está por encima de los
deseos sensibles. Un claro ejemplo lo es cuando un joven tiene más deseos de salir con
sus amigos que de estudiar para su examen final, y sin embargo, decide quedarse en su
casa y estudiar porque lo ve más conveniente para alcanzar el fin que se ha propuesto.
Uno de los filósofos que promueve esta teoría es Spinoza83. La teoría sostiene que en la
conciencia solamente encontramos ideas, niega por tanto la voluntad. Así las facultades
las reduce sólo a la capacidad intelectiva, de aquí el nombre de la teoría. Afirma que la
idea en sí misma tiene un elemento dinámico que la lleva a realizarse per se, en otras
palabras, a producir los actos que la ejecutan. La naturaleza de la voluntad se halla en las
ideas. En este nivel el sujeto se comporta como un espectador.
Por otro lado, la teoría pone en duda la fase de decisión del acto voluntario, es
decir, la idea determina el actuar del sujeto, lo cual, no es del todo cierto ya que en la
realidad se constata que el sujeto puede deliberar y elegir si tiende al bien concebido por
la inteligencia.
83
Cit. por: R. VERNEAUX, Filosofía..., p. 154.
84
Op. cit. R. LUCAS , El hombre…, p. 162.
49
¿Qué se puede concluir de ambas teorías? Hay casos singulares en los que un ser
humano sólo actúa siguiendo sus pasiones sin reflexionar o, al revés, sigue las decisiones
que ha tomado rápidamente sobre un bien concebido que incluso ha pasado inadvertido
este momento del acto voluntario. Sin embargo, en el grueso de las personas se puede
encontrar una experiencia que no se reduce ni al sólo deseo o la idea en sí misma.
En esta teoría se tienen que tomar muy en cuenta tanto el objeto como el sujeto. El
objeto de la voluntad. El objeto lo es el bien que es concebido por el entendimiento. De
antemano hay que decir que la voluntad misma no conoce el bien y no se trata de una
facultad cognoscitiva.
Esto quiere decir que el hombre siempre tiende al bien y el mal nunca puede ser
querido ni deseado por sí mismo, pues aún cuando se elige el mal es porque de fondo se
ha concebido alguna bondad, se puede tratar de un placer, una emoción, o la cesación de
una mal mayor.
Santo Tomás lo resume en estas palabras: “La voluntad no puede tender hacia
algo a no ser bajo la razón de bien”86. Por su parte Lucas Lucas dirá que la voluntad no
tiende hacia algún objeto que en realidad sea bueno, sino simplemente basta que se
conozca como bueno87. En este contexto Aristóteles escribe: “todo lo que es en sí y por
su naturaleza bien, es un fin”88.
85
Cit. por: R. LUCAS , El hombre…, p. 162
86
S.T. I, q. 82, a. 2.
87
Op. cit., R. LUCAS , El hombre…, p. 165.
88
ARISTÓTELES, Metafísica, III, c. 2.
50
Sócrates al respecto ya había hecho mención de que el hombre no hace el bien
porque no lo conoce, es decir, se trata de una ignorancia que lo puede llevar a realizar un
mal. Pero tal como ya se ha expresado antes el hombre tiene la capacidad de querer
querer89 y entonces puede querer un bien que es desordenado teniendo conocimiento de
que es desordenado. El sujeto así como puede conocer lo que es bueno de la misma
manera tiene las capacidades de conocer lo que es malo ya que lo uno lo remite a lo otro.
En esta línea de pensamiento se entiende que cuando se ha cometido una falta, la mayor
de las veces será porque el bien que se concibe es un placer para los sentidos, o lo que es
lo mismo un bien desordenado. De tal suerte que cuando un ser humano quiere un bien
desordenado es porque también quiere el desorden que implica.
89
En esto consiste la espiritualidad de la voluntad: querer querer y amar amar. La Voluntad es capaz de
una reflexión.
51
De esta guisa, tomando en cuenta que el objeto de la voluntad es el bien que se
concibe por la inteligencia se puede afirmar que no puede quererse lo que no se conoce.
Se trata pues de un axioma de la psicología de Santo Tomás en la que se hace alusión a
la naturaleza de la voluntad como un apetito racional.
En esta misma línea se entiende que la voluntad va tras su objeto que es el bien,
ama el bien, el bien que es absoluto, que es el fin último y que para la inteligencia es el
ideal. Donceel afirma que “el hombre tiende necesariamente al bien como tal, hacia la
perfecta bondad” y agrega que la perfecta bondad es Dios90. Lo cual viene a sintetizar el
objeto de la voluntad.
Según lo explica Donceel91, hay algunos filósofos que en vez de usar el término bien
como el fin de la voluntad prefieren usar el de valor. Y aunque en algunos casos sea
posible usar uno u otro indistintamente, su significado no es igual.
Estrictamente, la relación que hay entre ambos conceptos, nos señala que el fin es
el objeto de una tendencia; en cambio, el valor está íntimamente unido al sentimiento ya
que es el que lo hace aparecer mediante una reacción afectiva. Otra diferencia sustancial
la podemos hallar en el campo del dominio, en tanto que el fin es del dominio del apetito
el valor lo es de lo afectivo. El fin es lo que ejerce una atracción sobre el sujeto, el valor
va encaminado a tomar en cuenta la razón por la cual aquello que me atrapa tiene tal
poder atractivo para mí.
El valor pues viene a ser como un plus del fin. Ambos determinan y motivan
nuestras actividades, el fin las especifica y valor en tanto que existe un fin las cualifica.
Un ejemplo, el fin de mi actividad es enseñar al que no sabe. Este fin implica a su vez el
90
Op. cit., J. DONCEEL, Antropología Filosófica..., p. 371.
91
Idem.
52
valor de mostrarse solidario y generoso con el otro. La propiedad del valor pasa al sujeto
actuante, esto no aparece en el fin.
A simple vista parece que el valor es aquello que hace que un bien sea un bien, o
sea, su bondad. No obstante la bondad tiene un significado mayor que el valor. Sólo se
usa el término valor en relación con el hombre, y además cuando la bondad del objeto
resulta ser muy clara. Ejemplo de esto son los anteojos que usa una persona que no ve
correctamente, son un bien pero no un valor.
No resulta fácil determinar cuál es el fin último, sin embargo hay dos vías que
pueden ayudar conocer el sumo Bien al que aspira la voluntad. Una vía nos es dada por
parte de la Teología natural; la segunda opción viene por parte del ámbito psicológico.
Ambos caminos llevan al mismo puerto.
92
S.T. I, q. 6, a. 2.
93
JOSÉ M. DE TORRE, Compendio de Filosofía, Minos, 1985, p. 284.
53
Ahora si se dice que todo ser ama a Dios, puede resultar peligroso y hasta una
confusión, ya que antes se ha mencionado que no puede quererse lo que no se conoce, y
algunas criaturas no conocen a Dios inclusive el ser humano no lo conoce por completo
sino de forma parcial, pero la afirmación se da en el sentido de que se ama a Dios
naturalmente y aún sin conocerlo, porque Dios tiene todas las perfecciones que buscan
las criaturas, además de que no hay algo que sea bueno si no lo es porque Dios lo ha
participado de su bondad. Por ello se afirma con razón que en todo lo que la voluntad
ama, es a Dios a quien ama en el fondo, aunque el hombre lo ignora en muchos de los
casos.
En suma, tenemos que la voluntad tiende a Dios como el fin último. Pascal al
respecto señala:
…todos los hombres buscan ser felices; esto es sin excepción; por distintos que sean los
medios que empleen, tienden todos a este fin. Lo que hace que unos vayan a la guerra y
los otros no vayan, es el mismo deseo que hay en ambos, acompañado de diferentes
miras. La voluntad nunca anda un paso que no sea hacia este objeto. Es el motivo de
todas las acciones de todos los hombres, hasta de los que van a ahorcarse94.
Ahora bien, si ya queda claro que el objeto de la voluntad es el fin último al que
aspira el hombre y este a su vez lo es la felicidad, es necesario pensar en dónde se puede
encontrar el fin del hombre, habrá quien piense que en la acumulación de bienes
materiales, otros en los altos rangos políticos, muchos quizá buscan la felicidad en los
placeres desenfrenados que ofrece el mundo actual y algunos pocos la buscan en la
ciencia.
94
B. PASCAL, Pensées, Brunschvicg, fr. 425; Cit. por ROGER VERNEAUX, Filosofía..., p. 159.
95
S.T. I-II, q. 2, a. 8.
54
más quiere, encuentra su límite en lo eterno. Al buscar la felicidad el hombre tiende
necesariamente al encuentro con Dios.
De ante mano no está demás señalar que el análisis anterior que sobre el fin de la
voluntad se hace es de tipo metafísico. Por la experiencia que ya se tiene resulta claro
que la felicidad no la va hallar el hombre en las cosas que oferta este mundo, es decir, en
lo que es finito y pasajero, sino en algo que rebasa todo lo creado y en otras palabras en
el creador mismo. A esta verdad se le da el nombre de verdad metafísica. En otras
palabras Santo Tomás dirá: “es necesario que la voluntad se adhiera al fin último, que es
la bienaventuranza”96.
Entonces, hay que aclarar un aspecto, y es que si Dios es la felicidad del hombre,
lógicamente se tendría que pensar que por naturaleza amamos a Dios.
Lo primero que hay que saber es que tanto la facultad de la inteligencia como la
facultad de la voluntad están en un mismo nivel ontológico. Se trata pues de la
espiritualidad de la voluntad.
96
S.T. I, q. 82, a. 1.
97
S.T. II-II, q. 24, a. 2.
55
Pero alguien dirá qué es lo que sucede cuando en vez de amar amar, se odia
amar. La cuestión se resuelve tomando en cuenta que si bien es cierto no hay algo que
pueda impedir que un sujeto ame, también muy cierto es que el mismo sujeto esta en
capacidad de odiar ese amor. Por lo que se sabe hay varias clases de amor.
Un amor sensible se refiere a una pasión, lo cual no tiene nada de raro en que se
pueda odiar esa pasión. Un amor de voluntad, es un amor espiritual, no cabe el odio al
mismo tiempo que se experimenta; este amor no se concibe como puro y libre de todo
odio, ya que se halla en él una mezcla de amor y odio. El amor y el odio que le tenga a
una persona va depender de que tanto yo perciba la bondad y maldad que me parece
tiene. Así puedo amar el amor que le tengo, y también odiar el amor que le tengo.
3. El amor puro
Iniciaremos con unas palabras de Salomón Rahaim a propósito del amor: “Si la voluntad
actúa acerca del bien no puede ser sino para amarlo”98. Según lo que en el apartado
anterior se analizó, conviene ver que hay una distinción entre un amor concupiscible o
deseo que nace de lo sensible, y un amor puro que viene de la tendencia que nace de la
facultad espiritual: voluntad. Ya se ha mencionado que la naturaleza de la voluntad se
orienta al bien y anhela la felicidad, pero cabe preguntarse ¿hay algo más a lo que la
voluntad pueda aspirar? Es decir, se trata de pensar si la voluntad puede ir todavía más
allá de su propio fin, o solamente es egoísta.
98
SALOMÓN RAHAIM MANRIQUEZ, Compendio de Filosofía, México, 1966, p.365.
56
Fénelon habla de la caridad perfecta hacia Dios y la identifica con el amor puro.
Se trata de un amor que aparta todo amor de sí mismo. En el amor puro no hallamos
algún interés, ni por la propia felicidad, se acepta la voluntad de Dios tal como es. En
base a lo que expone este autor, se concluye que sí es posible hallar una voluntad
desinteresada: el amor puro99.
Nygren, por su parte, en la misma línea refiere, que el amor se encuentra como
eros y ágape. Se concibe al eros como un amor egoísta, y al ágape como aquel que
aparta de sí todo egoísmo. Se entiende que Dios tiene un amor ágape hacia sus criaturas,
esto porque de su amor proviene la bondad, sin embargo, ¿de qué tipo es el amor de los
hombres en relación a Dios? La respuesta no se halla ni en el eros, que sería un don de
sí, ni en el ágape, que sería un don motivado. La respuesta viene a ser la fe. Nygren
relaciona el amor ágape con esa voluntad desinteresada101.
Por su parte Santo Tomás en la suma teológica hace mención a otro punto de
vista para tratar los aspectos del amor, y no considera el problema del amor puro como
tal. En cambio en su doctrina incluye todos los aspectos del amor. Él se refiere a un
amor de concupiscencia y a un amor de benevolencia102.
Para poder explicar su doctrina en este sentido hay que tener en cuenta que la
voluntad tiende al bien. El bien en sí mismo es su fin, de no ser así se le llama medio.
99
Cit. por: R. VERNEAUX, Filosofía..., p. 163.
100
Idem.
101
Ídem.
102
Cfr. S.T. I-II, q. 26, a. 4; I-II, q. 28, a. 3.
57
Ahora el fin se puede entender de dos maneras: como el bien que se quiere; también
como el objeto para el que se quiere el bien, es decir, si se quiere para sí o para alguien
más.
Entonces ¿cuáles son los efectos que producen estas variantes del amor? En
primera lugar, hay que tener en cuenta que el amor es motivado por el bien que es el
objeto hacia el que tiende.
En segunda lugar, si Dios es el fin último, entonces se ama a Dios por sí mismo,
y más que todo lo que haya creado. Igualmente se puede afirmar que Dios no es un
medio, sino por el contrario es el fin último, ya que después de él no hay algo más que el
hombre pueda alcanzar.
103
Ídem.
58
Ahora, hay que reflexionar en dos puntos interesantes. Primero, ¿se puede amar a
Dios por sí mismo? y ¿cómo se presenta el amor de amistad?
Santo Tomás fundamenta la caridad como virtud teologal en este tipo de amor
benevolente, de mistad que quiere el bien del otro. Y para que se lleve a cabo la relación
de amistad entre Dios y el hombre es indispensable ser concientes de que es Dios quien
nos ha amado primero, y después viene el amor del hombre como una respuesta con la
característica de ser libre. Dios nos concede su gracia que beatifica y salva y nosotros le
procuramos mayor gloria. Es esta precisamente la mayor forma de unirse con Dios.
59
Concluyendo, no se trata solamente de un amor como lo dice Nygren, entre eros
y ágape en el que el ágape es un don divino y se le participa al hombre, sino va más allá,
en la línea de Santo Tomás, es don y respuesta que procura gloria a Dios y la beatitud al
hombre104.
Donceel pone un claro ejemplo análogo de la relación que existe entre el intelecto y la
voluntad, y dice que es semejante a la relación que existe entre la máquina y el volante
de un auto. Explica que mientras el movimiento viene de la maquina, la dirección del
movimiento viene del volante. La voluntad es la que tiende hacia el bien y es el intelecto
el que define el tipo de bien que la voluntad persigue.
104
S.T. II-II, q. 23, a. 1.
105
Arregui también hace menciona que la voluntad está por encima del intelecto, porque el objeto de
aquella es el bien y el de la inteligencia es la verdad, lo que en el ejercicio se llamaría amor (al hábito
correspondiente a la voluntad) y sabiduría (respecto del intelecto), siendo que el amor es superior a la
sabiduría. Cfr. J. V. ARREGUI, Filosofía del hombre…, p. 366.
106
S.T. I, q. 82, a. 3.
60
que la inteligencia es algo más sublime que la voluntad, y esto se debe a que tiene mayor
perfección contar en sí con la forma del objeto, a tender hacia un bien que esta fuera del
sujeto.
107
idem
108
J. M. DE TORRE, Compendio...p. 289.
61
Hemos visto la preeminencia de las facultades, pero no pasa desapercibido el
impacto que tiene una sobre la otra. Tratemos de explicar.
De estas dos facultades del alma no hay que olvidar que pertenecen al hombre
considerado como indiviso y por tanto no son realidades distintas y autónomas. Esto
quiere decir que no es el intelecto el que esta conociendo o la voluntad la que quiere,
sino más bien, es el hombre mismo el que quiere y conoce y lo hace a través de su
intelecto y voluntad. Además, existen algunas actividades que suceden en lo más interno
del hombre en la que ni siquiera es posible diferenciar la actividad del intelecto o la de la
voluntad. Donceel dice que un ejemplo de estas actividades son el dinamismo del
intelecto y la opción básica.
109
S.T. I, q. 82, a. 4.
62
4.2 La Voluntad y las Pasiones
De entrada la voluntad es una facultad más elevada que las pasiones. Hay que tener
presente que las pasiones son tendencias sensibles, lo que quiere decir que siguen lo que
presente el conocimiento sensible o material, la voluntad por su parte sigue lo que
presenta el conocimiento intelectual, se trata de una tendencia intelectual.
Por cuanto hace a la influencia que tienen las pasiones sobre la voluntad, Santo
Tomás de fondo plantea como un hecho que las pasiones mueven la voluntad. La pasión
actúa sobre la voluntad pero de manera indirecta, nunca directa. Hay dos formas de
hacerlo. En la primera puede suceder que la pasión altere el valor que se le de a los
bienes y a los males. Por ejemplo, una persona alcoholizada, en el supuesto de que
exceda los limites permisibles de velocidad, y que en estado sobrio pueda reconocer que
ello es incorrecto. O es el caso de que la pasión sea tan viva y fuerte que ciega la
voluntad y no permite que se pueda deliberar sobre determinada acción, tal es el caso de
un joven que se apasiona por jugar fútbol, suponiendo que su equipo va perdiendo el
partido, comete faltas y agresiones que estando en calma no lo haría. En segundo lugar,
puede suceder que la pasión se las ingenie para presentar a la inteligencia algo como
110
Cfr., R. LUCAS LUCAS, Explicame…, p. 99.
63
absolutamente necesario, lo cual sucede a través de la imaginación. Puede ayudar a
entender esta situación el caso de un hombre que fuma, en el supuesto que considere que
fumar le ayuda a controlar sus nervios.
El aquinate expone una hipótesis en la que plantea: “La misma voluntad puede
ser llamada irascible en cuanto que quiere combatir el mal, no impulsada por la pasión,
sino por un dictamen racional. Igualmente, puede ser llamada concupiscible por su deseo
de bien”111
111
S.T. I, q. 82, a. 5.
64
Dios –como el bien supremo- el fin último del hombre y en quien es posible encontrar el
amor puro y desinteresado, al que el hombre tiene la capacidad de responder de igual
forma en los limites de sus capacidades.
65
CAPÍTULO 3
LIBERTAD DE LA VOLUNTAD
¿Por qué hay que tratar este punto dentro del presente estudio? Porque si bien es cierto
ya se ha profundizado en el significado de la voluntad y ya sabemos que el hombre tiene
voluntad como una facultad propia de su alma humana, esto implica de algún modo
poder reflexionar en uno de sus atributos, es decir, pensar sobre sus propios limites. Esto
contribuirá para ampliar el panorama de nuestro propio ser.
66
1. La Cuestión de la Libertad de la Voluntad
Primero hay que distinguir y aclarar el término libertad y los tipos de libertad de los que
se puede hablar, para estar así en posición de aportar una definición de lo que significa
libertad de la voluntad.
Ahora bien, Haeffner refiere que hay diferentes significados de libertad, a saber:
se puede hablar de libertad como discrecionalidad, la cual se trata de una especie de
112
Hay que recordar que en nuestra historia como humanidad es posible identificar una forma de
esclavización después de que el hombre empieza a utilizar los metales y que rigió sobre todo después de
que el hombre viviera en la llamada comunidad primitiva al crearse los conceptos de propiedad privada y
de explotación del hombre por el hombre. Esta situación esclavizante se puede seguir notando a lo largo
de la historia aunque ha ido mutando el concepto, pero en el fondo se habla de esclavitud, primero de uno
a uno y luego de un poder público a otros como súbditos, pero en todo siempre como una falta de libertad
en una persona.
113
Cfr. GERD HAEFFNER, Antropología Filosófica, Barcelona, Herder, 1986, p. 156.
114
Op. cit., A. WILLWOLL, p. 156.
115
SANTO TOMÁS DE AQUINO, Suma contra los Gentiles, México, Exodo, 2008, p. 285.
67
libertad moral, en la que se explica que es libre todo aquel a quien ninguna ley moral o
jurídica le impide hacer lo que él quiere. Igual es posible entender una libertad de
actuación en la que es libre aquel que no se ve impedido por ningún obstáculo físico o
psíquico externo para hacer lo que ya se había determinado en la mente. Y por último
encontramos la libertad de la voluntad, la cual es diferente a las dos anteriores y objeto
de nuestro análisis116.
…la facultad de decidirse por una determinada conducta (posible para mí y vivida como
algo congruente) o por su omisión respecto de esta o de aquella otra conducta, desde lo
ilimitado de la conciencia axiológica y de la capacidad afirmativa de lo simplemente
bueno117.
En el mismo sentido anterior hay que ver que Willwoll llama a la voluntad libre
cuando, “en una constelación total de motivos vividos y estructura psíquica, la
consiguiente decisión o posición de la voluntad no está determinada exclusiva e
ineludiblemente por esta constelación (‘libertad de necesidad psíquica’)”119.
116
Op. cit. G. HAEFFNER, pp. 156-158.
117
Ibídem, pp. 158-159.
118
Cit. por, A. WILLWOLL, p. 156.
119
Op. cit., A. WILLWOLL, p. 157.
68
Las definiciones aportadas no quieren decir que la libertad de la voluntad sólo es
una determinación para determinarse a algo, pues también implica tres cosas. La primera
es que no se puede dejar de lado que hay motivos y causas en el querer de cada persona,
que si bien no son determinantes en el ejercicio de la voluntad, como se verá más
adelante sí influyen. Tampoco se puede dejar a un lado que tales aspectos
motivacionales se toman en cuenta por parte del sujeto y algunos son más dominantes
que otros a la hora de determinarse a un objeto. Y decir que la voluntad es libre no
significa que se hable de una total libertad, es decir, de forma absoluta y que por tanto
las determinaciones sean espontáneas, imprevistas o arbitrarias, libres de toda
inclinación que pudiera influir en ellas.
De todo lo dicho sobre la libertad de la voluntad, hay que aclarar que ésta se
estudia en un sentido de libertad psicológica, muy diferente a la libertad de actuación y
de discrecionalidad que ya se ha explicado. No obstante puede recibir distintos nombres
como libertad de elección o libertad de decisión, pues en este sentido los estudiosos no
se han puesto de acuerdo en una terminología uniforme.
69
querer una cosa u otra, a aclarar qué quiere; en el mismo ejemplo del joven este puede
decidirse a estudiar ciencias exactas o ciencias biológicas120.
Así por último se puede afirmar junto con Woroniecki que “el hombre
psíquicamente sano tiene un espacio libre tratándose de fines limitados de la voluntad
[…] para determinarse por sí mismo a tomar esta o aquella posición a favor o en contra
del objeto de la voluntad”121. Por lo tanto hay que decir que en la vida del hombre si bien
es cierto que no se puede hablar de un indeterminismo absoluto, en el que no converja
ninguna causa, motivación o inclinación de cualquier tipo en la resolución de la
voluntad, no menos cierto es que tampoco es viable irse al lado opuesto, es decir, hablar
de un determinismo absoluto en el que toda la voluntad sea consecuencia necesaria de
un previo antecedente con la característica de ser invariable. Entonces ¿cuál es el punto
en el que debemos trabajar? La respuesta la encontramos en el punto medio122, es decir
en un indeterminismo que sea moderado, cuestión de la cual se tratará en el apartado
siguiente.
1.1 El Determinismo.
120
Cfr. J. GAY BOCHACA, p. 306.
121
Cit. por, A. WILLWOLL, p. 158.
122
Los extremos son peligrosos y pueden representar desviaciones, por eso bien lo señala Aristóteles que
la virtud esta en un término medio: mesotes, entre dos extremos opuestos. Ética a Nicómaco.
70
En este apartado se busca precisamente afirmar que la voluntad es libre, mientras
que al mismo tiempo se busca exponer la postura que sostienen los deterministas y las
formas en las que se puede presentar.
Lo anterior indica que es posible hallar diversas formas en las que se expresa el
determinismo. Donceel expone que se puede hablar de un determinismo biológico;
determinismo psicosocial; determinismo psicológico; y de un determinismo teológico123.
Tratemos ahora de explicar cada uno de ellos:
123
Cfr., J. DONCEEL, Antropología Filosófica..., p. 378.
71
Frondizi señala que este tipo de determinismo genético es posible subdividirlo a
su vez en determinismo alimentario, glandular, y dependiente de la bioquímica del
sistema nervioso124.
124
Cfr., RISIERI FRONDIZI, Introducción a los Problemas Fundamentales del Hombre, México, Fondo de
Cultura Económica, 1992, p. 209-210.
125
Cfr., JOHN THORP, El Libre Albedrío, Defensa contra el Determinismo Neurofisiológico, Barcelona,
Herder, 1985. p. 166.
126
Al respecto F. Skinner señala que “el comportamiento de una persona esta determinado por la dote
hereditaria… y por las circunstancias ambientales en que vive cada individuo”. Por su parte el profesor de
filosofía John Hospers defiende un determinismo psicoanalítico extremo en el que “la voluntad consiste en
sólo un instrumento, en manos de una profunda motivación que determina su acción”. Cit. por: R.
FRONDIZI, p. 211 y 222.
72
otra cosa es la influencia que hace la motivación en la mente. Podemos pensar en una
persona que trabaja sólo por dinero, ante una oferta de un trabajo mejor pagado, siempre
se inclinará por el que sea mejor pagado. En este tipo de determinismo psicológico tiene
relevancia Freud y la teoría del inconciente.
Por último hay que señalar que el determinismo teológico expone que todo está
manejado por Dios, lo único que impera es su voluntad divina. De otra manera podemos
decir que Dios dirige al hombre en todos sus designios y sabe lo que va a pasar con él
sin que tenga libertad para escoger. A los panteístas se les considera dentro de esta
forma de determinismo, porque presentan que en todo lo que existe está Dios y todo lo
comprende.
127
Cfr., R. FRONDIZI, p. 205.
73
Kant expone como tesis que sí hay libertad aunque no se pueda demostrar su
existencia por medio de la razón pura ya que no es lo mismo el noúmeno que el
fenómeno; en cambio sí es posible saber que existe de forma parcial a través de la razón
práctica, pues refiere que no todo puede tener sus causas en las leyes de la naturaleza. La
antitesis, dice Kant nos señala que no hay libertad y que todo es posible explicarlo por
medio de las leyes de la naturaleza, incluso se llega al grado de afirmar que algunos
actos son producto de antecedentes psíquicos128.
Por nuestra parte hay que afirmar respecto a este último punto que si bien los
aspectos psíquicos pueden influir en la creación de un acto, tal como se expondrá más
adelante, también no se puede negar que el espíritu opera sobre los fenómenos psíquicos
porque precede, acompaña y constituyen la elección libre. Asimismo, desde la filosofía
escolástica podemos afirmar totalmente la libertad de un acto, y lo que se explica a
través de la metafísica del ser y más propiamente desde la cuestión de la analogía del
ser, es decir, se trata de observar la causalidad ontológica de la persona para descubrir
que el ser humano es un ente participado que no tiene la causa de su propio ser en sí
mismo sino en otro el cual se manifiesta como un Misterio, o sea como el Absoluto que
es la libertad y a quien nada le impide que el efecto de A sea B o C o cualquier otro, sólo
porque lo pude hacer pues no hay predeterminación en las cosas.
128
Cfr., J. DONCEEL, Antropología Filosófica..., pp. 412-415.
74
En segundo lugar, el determinismo expone alguna causa muy concreta como
aquella que origina cierto comportamiento; sin embargo, hay que aclarar que no es
posible reducir cierto comportamiento a una sola causa particular y ser indiferentes a los
factores que conforman el contexto de la persona, es decir las circunstancias biológicas,
socioculturales, entre otras.
129
Cfr., R. FRONDIZI, p. 223-229.
75
Así que hay que sostener junto con Willwoll que no es posible hablar de un
determinismo absoluto y tampoco de un indeterminismo radical, sino más bien de un
indeterminismo moderado130.
Es indispensable constatar que la libertad de la voluntad es libre, para lo cual ayudan tres
medios de prueba: el consentimiento común, el argumento psicológico, y el argumento
ético.
130
Cfr., A. WILLWOLL, p. 158
131
Cfr., J. DONCEEL, p. 379.
76
No obstante alguien puede decir que este argumento no es del todo válido pues,
por ejemplo, hace mucho tiempo la mayoría de las personas aceptaban que la tierra era
plana, y no por eso quiere decir que el consentimiento común arrogara un hecho
verdadero. Los deterministas objetan diciendo que hay que poner más atención a los
aportes que hacen los pocos estudiosos de la filosofía o de las ciencias frente al sentido
común de la mayoría de las personas que no tienen preparación.
Sin embargo, ante las anteriores objeciones hay que ver las tres respuestas que
señala Donceel partiendo del reconocimiento de que hay un orden en el universo del
cual el hombre es capaz de darse cuenta:
Así entonces, al ver que los deterministas viven en lo práctico más como si
aceptaran la libertad de la voluntad y sólo ostentan un determinismo en lo teórico,
podemos concluir que sí existe una libertad de la voluntad132.
132
Cfr., J. DONCEEL, pp. 379-381.
77
2.1.2 El argumento psicológico.
Resulta que en ocasiones es posible escuchar en los medios de comunicación que los
ciudadanos tienen el poder de decidir, esto presupone hablar de una libertad de la
voluntad de la que se vive convencido, sin embargo, la forma en la que se puede llegar a
esta convicción puede ser, desde este punto de vista psicológico, siendo concientes de
manera directa, o quizá, de manera indirecta, por lo cual es necesario analizar ambos
casos.
En este campo es posible hallar una prueba más clara de que sí hay libertad de la
voluntad. Y es que se puede ser responsable en la medida en que se es libre, existe para
el hombre la obligación moral y el deber en la medida que tenga libertad, y existen las
virtudes y los grandes méritos en la medida que el hombre tenga libertad. Esto significa
que en tanto el individuo tenga menos obstáculos en su libertad mayores serán sus
responsabilidades. Esto se nota claramente en un ejemplo. El joven que vive en la ciudad
tiene mayor responsabilidad moral en cuanto a la exigencia en los estudios, ya que tiene
menos obstáculos para acudir incluso a una Universidad que otro joven que vive
apartado en alguna localidad que apenas y cuenta con luz.
De esta forma estos tres argumentos nos revelan que existe la voluntad libre y
que además lo podemos notar inmediatamente, de forma simple, y a su vez muestra las
incongruencias de los deterministas.
La voluntad es libre porque se trata de una facultad espiritual, es decir, inmaterial, esto
porque la inteligencia es a su vez una facultad de igual forma espiritual. No hay que
olvidar que la voluntad es una especie de apetito y que por tanto todo apetito surge de un
conocimiento previo, pero en este caso de un conocimiento intelectual, tal como ya se ha
explicado antes en el primer capítulo.
Por lo anterior se afirma que “no hay objeto con respecto al cual no seamos
libres”133, es decir, que no hay algún objeto en la tierra respecto al cual obligadamente el
hombre se vea forzado a decir que es un bien.
133
Cfr., J. DONCEEL, p. 391.
80
4. La inclinación dominante
Cabe destacar que pese al influjo negativo del desarrollo del carácter, es posible
superarlo por medio del esfuerzo de la voluntad. Y otra cosa, la voluntad libre tiene la
facultad de aceptar o rechazar cualquier atracción que provenga del propio carácter, de
seguirla o resistirla.
81
Por tanto, ante esta opción básica resultan visibles cuatro aspectos que nos
muestra Lucas Lucas. En alguna manifestación de un acto libre la opción básica se
renueva, se clarifica, se refuerza o se retracta. Decimos que se renueva porque la
inclinación que domina se reafirma en un mismo sentido a la hora de manifestarse el
acto libre. Se dice que se clarifica porque mientras más van siendo las elecciones
particulares que se realizan en un mismo caminar se va siendo más libre para realizarla,
si es que el acto tiende a la bondad, o más esclavo si es que tiende a la maldad. Recítese
que la inclinación dominante se refuerza en cada acto libre, lo que implica que cada vez
sea más complicado virar al lado opuesto y resistirse.
Sin embargo, es importante aclarar que esta concepción no es del todo aceptable,
pues mientras en ella se considera que la libertad es la facultad entre elegir el bien y el
mal, por otra parte se contempla que la libertad se logra alcanzar en el cumplimiento del
deber moral, es decir, en la medida en que se cumple con los deberes morales la
voluntad humana por el influjo de esa inclinación dominante es cada vez más incapaz de
apartarse del bien moral, de lo virtuoso, de lo bueno en el momento en el que se presenta
la elección entre el bien y el mal.
134
Cfr., R. LUCAS LUCAS, El hombre…, pp. 186-187.
82
5. ¿Qué relación hay entre voluntad libre y libertad?
Es posible que para alguno lo que hasta aquí se ha expuesto sobre la libertad de la
voluntad le resulte confuso con el concepto del libertad, tal pareciera como si no fuera
posible distinguirlos, pero ahora toca el turno para aclarar estos dos conceptos y
diferenciarlos, por un lado la libre voluntad y por el otro como cuestión aparte la
libertad.
Cada vez que se hace uso de la voluntad libre, o sea, tomamos decisiones que se
dirigen hacia el Bien Absoluto, lo cual no excluye que se puedan tomar hacia lo
moralmente malo, en esa medida nos vamos acercando a la suma libertad, o en su caso a
la ausencia de ella. A propósito hay que señalar lo que dice Donceel:
En nuestra vida práctica ¿a qué nos ayuda saber distinguir entre voluntad libre y
libertad?
135
Cfr., J. DONCEEL, p. 403.
83
En nuestra vida cotidiana podemos notar que: “Cuando el hombre sabe lo que
quiere el mundo le abre espacio”136. El hombre al tener mayor consciencia de que tiene
la capacidad de elegir, paralelamente tiene la posibilidad de abrirse al mundo, de
transformarse a sí mismo, de perfeccionarse y cambiar la realidad que lo rodea hasta
trascenderla.
6. La opción final
Vemos que es lo que explica esta teoría de la opción final. Donceel lo define
como “el acto final de la vida del hombre, el verdadero acto de transición del tiempo a la
eternidad”137.
Lo anterior indica que al final del camino, en la muerte el hombre tiene dos
caminos que se le presentan. Uno de ellos es el que conduce al descanso en Dios con
humildad, que significa un caminar eterno en la presencia de Dios; mientras que el otro
consiste en una autoafirmación del propio hombre como centro de todas las cosas para
seguir solo en el camino por toda la eternidad, o sea, significa quedarse sin Dios.
136
Apuntes personales de historia de la filosofía medieval cristiana.
137
Cfr. J. DONCEEL, p. 404.
84
Pero ¿cómo sucede esto? Hay que recalcar muy bien que la elección se da en
esta vida. Ocurre como en un último destello de luz en la conciencia y de libertad que no
se equipara con ninguna decisión que se haya podido tomar antes durante el transcurso
de la vida, es decir, en ese momento el hombre tiene una mayor lucidez para manifestar
su voluntad y fijar así su actitud frente a la vida eterna. También, es posible que alguien
piense en las personas que han sufrido algún tipo de coma o que por su edad tengan
debilitada su voluntad, todo lo cual no es impedimento alguno para que al final se
exprese libremente la voluntad, pues es incomprensible que alguien tenga que elegir sólo
en espíritu y de manera inconsciente, pues dónde quedaría la libertad y la
responsabilidad que se le pudiera exigir y de la que ya se ha hablado antes.
138
Vid. p. 31.
85
También analizábamos que pese a que en el ser humano hay inclinaciones
dominantes que influyen en el ejercicio de la voluntad no son determinantes y siempre
cabe la posibilidad de romper con ella, no importa lo fuerte que pueda ser.
Además de las dos expresiones de actos libres mencionadas hay una tercera. Hay
un acto libre en el momento en el que tajantemente se va en contra de la inclinación
dominante139. Mouroux dirá que hay que especificar que tales actos son posibles pero
también no se puede negar que son difíciles. Son posibles porque la voluntad en ningún
momento esta absolutamente atada, pues siempre quiere más y más y su capacidad
139
De este tipo de manifestaciones radicales es posible hallar varios ejemplos en la misma Biblia y
principalmente en el Nuevo Testamento, cuando habla de la conversión de San Pablo por ejemplo o de
otros tantos personajes en los que se narra una orientación hacia un camino nuevo y radicalmente opuesto
al que llevaban.
86
infinita no se satisface con lo perecedero; son difíciles porque tales actos implican una
ruptura total con los esquemas del pasado, o sea, un cambio en las estructuras más
íntimas y fundamentales del ser de una persona140.
Ahora resulta curioso ver cómo surgen en el hombre este tipo de decisiones que
implican una ruptura total, y que en muchos de los casos sucede como producto de una
maduración que se ha ido gestando con el paso de los años. Se trata de actos que ponen
la propia realidad de la persona frente a su fin, de tal suerte que profundice en los
significados de libertad, de trascendencia. Son actos que implican una constante
interacción entre lo infinito, lo eterno, lo divino y lo que es humano y finito.
8. Conclusiones preliminares
De este apartado es posible resumir que la voluntad existe y, no sólo eso, sino que
además es libre y no en un sentido absoluto, pues hay motivaciones o inclinaciones que
por la fuerza que tienen en un individuo lo empujan más hacia el sumo bien o lo apartan
de él haciendo que le sea complejo resistir, pero respetando en todo momento que la
opción final que el hombre da frente a esta vida es igualmente libre por más fuerte que
pueda ser la inclinación dominante. Así vemos que la libertad de la voluntad se
conforma como un medio frente a la libertad en sí misma y que se expresa de diferentes
formas concretas frente a las inclinaciones dominantes.
140
Cit. por J. DONCEEL, p. 406.
87
CAPÍTULO 4
EDUCACIÓN DE LA VOLUNTAD
De la vida diaria del hombre resulta frecuente escuchar que existen personas que
alcanzan diversas victorias ya sea en la vida laboral o social, y que a nivel personal
consiguen muchas superaciones. Igual, por otro lado se puede escuchar y constatar que
hay personas que han caído en diferentes ambientes que son nocivos y algunos bastante
141
Cfr. J. DONCEEL, pp. 210-220.
142
Cfr., A. WILLWOLL, pp. 171-182.
143
Cfr., R. LUCAS LUCAS, Explicame…, pp. 100-104.
88
escandalosos como el caso del alcoholismo, la drogadicción y otros vicios que degradan
la humanidad del hombre, e incluso la depresión como un fenómeno muy actual, y de los
que les cuesta trabajo salir o quizá nunca pudieron salir.
144
Cfr., R. LUCAS LUCAS, Explicame…, pp. 100-101.
89
contra las inclinaciones hacia el mal: “hago el mal que no quiero y no hago el bien que
quiero (Rom. 7,19)”145.
Respecto a los deseos notamos que comúnmente usamos expresiones como: «me
gustaría hacer esto o aquello» o «quisiera tener eso o aquello». Se trata pues de un mero
“me gustaría o quisiera”, pero en realidad la persona no se determina a decir “quiero”.
Un típico ejemplo lo vemos cuando vamos caminando frente a los aparadores de los
centros comerciales.
Las intenciones son realidades en las que se empieza a ver una estructura. En
ellas ya podemos encontrar que el sujeto ha empezado a buscar algunos medios para
conseguir el objeto que le ha sido presentado, sin embargo, algún inconveniente le
impide alcanzar el objeto que tenía en mente. De este tipo de actos ineficaces de la
voluntad podemos encontrar muchos ejemplos: cuando inicia un año nuevo hay personas
que tienen «propósitos» de salir de su casa y hacer ejercicio todos los días en la mañana,
de bajar de peso, de ahorrar y de infinidad de cosas, incluso compran tratamientos,
aparatos, ropa, y no obstante llega el fastidio, las inclemencias del tiempo, el cansancio y
otros factores hasta que se termina por abandonar todo tipo de proyecto.
Es posible que una fuerza que proviene del exterior o motivos que llegan al
hombre desde fuera sean los únicos que lo llevan a realizar una acción. En esta situación
es imposible considerar que se trate de un acto libre de la voluntad. Nos estamos
145
Cfr. ISMAEL QUILES, S.I., La Persona Humana, Argentina, Espasa, 1942, p. 120.
146
Cfr., R. LUCAS LUCAS, Explicame…, pp. 100-101.
90
refiriendo a los llamados impulsos instintivos. Una clara muestra se puede notar en el
matrimonio, pues cuando alguno de los consortes se ve amenazado en su integridad
física o psíquica para contraer nupcias se afirma que el consentimiento esta viciado y
que por lo tanto se está actuando en base a una fuerza externa, que puede ser el miedo, y
con ausencia de voluntad.
El primero lo llama “queredor ajeno”. Se trata del tipo de hombres que van
caminando por la vida haciendo sólo lo que otros quieren. Se trata de personas que no
son capaces de tomar una decisión por sí mismos y dependen de otros, alienando así su
propia voluntad.
Está el tipo de personas que quieren pero no quieren o quieren un objeto y con la
misma intensidad quieren otro opuesto. Se habla de “medio queredores”, individuos que
se ven divididos en su interior por una lucha de motivos que los inclina hacia dos o más
objetos al mismo tiempo. Este tipo de personas sufren un conflicto que los lleva a
reflexionar en qué es lo que quieren. Les ayuda a contrarrestar esta situación el hecho de
saber que en medio de la angustia, que les provoca la división, su voluntad tiende hacia
un objeto final que esta por encima de los objetos que provocan la fragmentación. Se
puede escuchar en el común de las personas un adagio que reza así: “el que a dos amos
atiende con uno queda mal” y tal vez haya que afirmar que es posible que quede mal con
ambos. En síntesis Lindworsky escribe: “quien tiene muchos dioses, uno junto a otro, a
147
Cfr., A. WILLWOLL, pp. 172-176.
91
ninguno sirve del todo. Quien tiene sólo un valor al que están subordinados los otros
valores, sirve a todos, según sus legítimas exigencias”148.
Una vez expuestas las anteriores afirmaciones cabe preguntarse sobre el origen
que tiene este debilitamiento de la voluntad en la vida psíquica del hombre, y a propósito
de esto el mismo Willwoll ilumina y enumera algunas causas150. Veamos.
148
Cit. por, WILLWOLL, p. 174.
149
Cfr., A. WILLWOLL, p. 176.
150
Ibídem, p. 178.
92
jerarquía inhabilita la voluntad, pues hace que el ser humano fácil se pierda en medio de
todos los objetos que se presentan por el entendimiento.
4. Ambiciones muy altas. Querer alcanzar bienes que están por encima de las
capacidades humanas suele disminuir la voluntad de la persona. Hay que recordar que en
el primer capítulo ya se exponían dos consecuencias que emanan de cara a metas
propuestas muy grandes: el aumento de esperanza si es que es posible alcanzarlas, o la
desesperación y por tanto la tristeza si es que se conciben como irrealizables. De manera
práctica y en unión al punto anterior resulta ser una realidad inminente que provocar el
aumento de la fuerza apetitiva sensitiva colabora para que el sujeto tenga un mayor
acercamiento al objeto.
7. En este punto hay que afirmar que poco discurso y poca reflexión ayudan a
que la voluntad se vea más ágil y libre, y por el contrario un minucioso estado de
pensamiento y de diálogo interno favorece que la voluntad se vea más lenta a la hora de
actuar151. No hay que pensar tanto en lo que se va a ejecutar sino más bien hacerlo,
hablando de bienes inmediatos, pero cuando se trate de conseguir bienes superiores
siempre haciendo una mayor meditación.
La postura de John Thorp, desde el punto de vista fisiológico, alega que el dolor
viene a configurarse como un elemento influyente en la voluntad de la persona.
Pensemos por ejemplo en alguien que se ha acostumbrado a tomar solamente bebidas
gaseosas. El grado de dolor que puede resistir a la hora de privarse de esta bebida se va a
reflejar en su voluntad. En otras palabras, si el dolor que experimenta al dejar de tomar
refresco es muy intenso entonces es muy probable que lo evite, y por lo tanto no
abandone ese tipo de bebida, y así estaremos hablando de una persona con una raquítica
voluntad; la persona con una voluntad más poderosa logrará vencer el dolor. Así que la
fuerza o debilidad de la voluntad están influenciadas por la intensidad del dolor que se
puede experimentar al momento de resistir una tendencia sensitiva152.
151
No está por demás volver a señalar que la virtud no la vamos a encontrar en un extremo o en el otro,
sino en el punto medio.
152
Cfr., J. THORP, pp. 166-172.
94
No obstante lo anterior, es indispensable volver a recalcar que cada una de las
causas expuestas resultan ser meramente contextuales, es decir influyentes pero no
determinantes en la voluntad de la persona.
El mismo Donceel asegura que la fuerza de voluntad “es aquella que se dirige
constantemente hacia los objetivos elegidos bajo el influjo de motivaciones que ella
misma se proporciona”154. Se trata pues de una concepción de la cual se desprenden dos
tipos de elementos: por una parte se habla de constancia, es decir, de pruebas y
perseverancia, mientras que por otro lado se habla de motivaciones que surgen de la
misma voluntad del hombre.
153
Op cit., J. DONCEEL, pp. 210-220.
154
Ibídem, p. 211.
95
Las mismas personas, una enfermedad o incapacidad física, las condiciones
económicas o sociales, la edad, son algunos de los obstáculos externos que se pueden
encontrar en el camino para alcanzar determinado bien. También, el aburrimiento, la
pereza, el fastidio, el desánimo, la falta de afectividad, pueden constituirse como
dificultades internas para perseverar por conseguir el objeto propuesto.
Igual se puede notar que frente a las tendencias sensitivas como las pasiones el
hombre adopta dos posturas diferentes. Por un lado, si la apetencia sensitiva esta en
comunión con el objeto que sigue la voluntad implica que se ha aceptado con libertad.
Existen personas que coleccionan objetos como llaveros, joyas, autos, porque además de
que les provoca emoción de fondo pretenden tal actividad como un pasatiempo. Pero del
lado opuesto, hay que decir que las mismas apetencias sensitivas pueden formar parte de
un obstáculo para la voluntad, en otras palabras se diría que están en clara oposición, y
un ejemplo se puede hallar en los jóvenes que están sumergidos en algún vicio como la
drogadicción o el alcoholismo pero que al mismo tiempo quieren dejarlo155. De aquí esta
proposición: “Recuerda que eres hombre: utiliza la fuerza de tus emociones,
sentimientos y pasiones para llevar el barco a buen puerto”156.
155
Cfr., J. DONCEEL, p. 212.
156
CARLOS GOÑI, Recuerda que eres Hombre, Madrid, Rialp, s. f., p. 44.
96
medio presión de ningún tipo asegura que el bien propuesto se busca por el bien mismo,
luego entonces, hablamos de que las motivaciones le vienen al sujeto desde su mismo
interior.
Ante esta realidad vale decir que conviene y tiene más méritos poseer mayores
motivaciones internas que externas para conseguir un determinado bien y que entre
mayores son los obstáculos que salen al paso de una persona para conseguir un bien, ya
provengan de fuera o de dentro, mayor oportunidad tiene de lucirse y de erguirse la
fuerza de su voluntad157.
En primera instancia se tiene que aseverar que la fuerza de voluntad es susceptible de ser
educada, o sea se puede desarrollar. Entrar al estudio del presente apartado implica
toparnos con un planteamiento a resolver: ¿es la voluntad un músculo más y en tal razón
que se debe fortalecer con ejercicio? ¿se trata más bien de una facultad que se mueve en
razón de la intensidad de los motivos y valores? ¿cuál es el origen de esa fuerza de la
voluntad? Son interesantes estos planteamientos.
157
Referente a esta afirmación, resulta comprensible aquella expresión de San Pablo que dirige a los
Corintios: “Por eso me complazco en mis flaquezas, en las injurias, en las necesidades, en las
persecuciones y en las angustias sufridas por Cristo; pues, cuando soy débil, entonces es cuando soy
fuerte” 2 Co 12, 10.
97
motivos que puede haber, sin embargo, tal como se verá no son los únicos factores que
desarrollan el poder volitivo.
Comencemos por la cuestión que se plantea en el apartado que antecede ¿es la voluntad
un órgano al que haya que fortalecer con el ejercicio? o ¿es la voluntad aquella facultad
que solamente consciente algunos motivos y otros no en razón del peso que tengan en el
ser humano, y que al final requieren de un acto voluntario que decida sobre alguno de
esos motivos? Ante esta problemática se presentan una respuesta desde la filosofía
escolástica, otra desde la psicología moderna de la voluntad con Lindwonsky y Kurt
Schneider, y la propuesta de Erich Grassl158.
158
Op. Cit, A. WILLWOLL, p. 180-182.
159
Cfr., J. DONCEEL, pp. 212-213.
98
Las opiniones de Lindwonsky y Kurt Schneider van ligadas en una misma línea.
Ejercitar nuestra voluntad significa que por arriba de todos los motivos que puedan
existir para alcanzar un bien está la posibilidad de que la voluntad se imponga; el
hombre finalmente se determina a algo concreto tomando como base el motivo más
fuerte, esto sin negar la libertad o su ejercicio. Específicamente Schneider dirá que la
voluntad es como un semáforo que le da el paso a la acción de una tendencia o se lo da a
otra; en un sentido pasivo la voluntad da el paso a una tendencia, y en un sentido
positivo niega el paso porque se impone sobre la tendencia160.
Erich Grassl por su lado expone que no se puede hablar tan sólo de fuerza de
voluntad, pues habría que poner atención en la fuerza que imprimen las tendencias en el
hombre de las que resulta la intensidad de la voluntad. Grassl sostiene además que la
voluntad sí posee una fuerza que le es propia, tanto en la decisión como en la ejecución
de un acto, pero sin embargo, no es la fuerza de voluntad propiamente de lo que se trata
sino de una disposición para el sacrificio y la confianza en sí mismo161.
Más allá de las precedentes opiniones, para formar y educar la voluntad, es necesario
contar con algunos elementos a nivel psíquico. Se trata pues de: especificar un fin,
160
Cfr., LINDWONSKY, Der Wille, 1919; KURT SCHNEIDER, Zur Psychologie u. Psychopathologie der
Trieb u. Willenserlebnisse, 355; Cit. por, A. WILLWOLL, pp. 180-182.
161
Cfr., ERICH GRASSL, Die Willensschwäche, 1937, 62: Cit. por, A. WILLWOLL, pp. 180-182.
99
especificar los medios, sentir la capacidad de que es posible, poseer motivos, y que haya
una sinceridad en el querer.
¿Qué hago? Es una pregunta que a menudo nos hacemos. Nuestro entendimiento le
presenta muchos objetos a nuestra facultad apetitiva, pero hasta que ya hemos elegido
alguno entonces comenzamos por especificarlo y a conocerlo mejor. El bien objeto de
conocimiento entre más se conozca más va producir la fuerza para quererlo. Esto es lo
que significa especificar el fin.
162
Op. cit. R. LUCAS LUCAS, Explicame…, pp. 101.
100
salvarlo ella experimentará la necesidad de realizar algo y se arrojará. Pueden suceder
varias cosas: que pierda la vida junto a su hijo, que logre salvarlo a costa de su vida o
quizá sobrevivan los dos. ¿Puede depender el resultado de la fuerza de su amor? La
respuesta necesariamente tendrá que ser un sí, lo que suceda si dependerá en gran parte
del poder de voluntad que tenga la madre.
¿Puedo hacerlo? Ante esta interrogante y de manera hilada con el anterior ejemplo el
hombre ante el objeto que se le pone enfrente tiene que sentir que tiene las fuerzas y las
capacidades para conseguirlo, cosa contraria la voluntad en ningún momento hará algo
para moverse. Esto significa sentir la capacidad de que es posible.
¿Por qué lo voy a hacer? Esta pregunta nos refiere a la posesión de los motivos. El
ejercicio de la reflexión nos hará pensar en los motivos. La educación de la voluntad
tiene que estar basada en motivos. Es ilógico que se quiera algo sólo por el hecho de
quererlo y no se conozcan las razones. De no poseer motivos se habla de simples
voluntarismos o caprichos que son comunes y naturales en la infancia.
El hombre tiene que esforzarse por identificar los valores, los bienes que se
derivan de un acto de la voluntad, es decir, los motivos. Entre más profundos sean éstos
163
Cfr., R. LUCAS LUCAS, Explícame…, p. 100.
101
influirán para que el hombre quiera querer, pero siempre, dejando un espacio libre para
que se comporte de modo contrario.
Experimentar con los motivos que el objeto que se persigue se puede lograr es
una de las primeras condiciones para hacer uso de la voluntad. Quien cree que el bien
que le presenta su propio conocimiento es imposible perseguirlo y por lo tanto lo ve
como una realidad que esta muy lejos de él, será muy difícil que mueva su voluntad y no
habrá acto alguno que resulte ser eficaz. La actitud positiva del hombre va a ser que
experimente que el bien intelectual lo puede alcanzar, para lo cual es posible que tome
tiempo y que se requiera constancia, pero siempre con esa mentalidad que lo ayude a
tener presente los motivos que lo impulsan164.
164
Cfr., A. WILLWOLL, p. 179.
102
económico que le producirá la profesión o por el prestigio que puede alcanzar, y así
sucesivamente las motivaciones pueden ir modificándose e intensificándose hasta lograr
tener algunas más trascendentales para la vida, de tal suerte que se va desarrollando una
voluntad fuerte para lograr la profesión de veterinario, o en su defecto pueden ir
degradándose y ser borrosas hasta el punto de resultar intrascendentes para la voluntad.
De lo que hasta aquí se ha dicho acerca de los motivos se resume que estos no
determinan a la persona, pues la voluntad en todo momento se puede revelar
radicalmente y decidir sobre el bien, los motivos solamente le ayudaran a conseguir el
bien165.
Ahora bien los motivos o valores pueden ser objetivos, subjetivos o actuales. Al
decir que son objetivos se quiere decir que la persona no puede vivir sin un ideal y sin el
sueño de querer lograr algo en la vida; esto constituye una fuente de motivación. Cuando
se sostiene que pueden ser subjetivos entonces tenemos que pensar que se trata de
aquellos que son adecuados a la capacidad de cada persona, sin que pretenda querer más
de lo que no le permite su situación personal. Por último son actuales, es decir, porque
están realmente presentes en el momento de la decisión y de la ejecución de una manera
conciente166.
a) Los motivos o valores sensitivos. Las acciones que realizamos vienen a estar
influenciadas por aquello que produce una satisfacción a nivel corporal. Por ejemplo,
querer tomar un baño en temascal porque necesito relajación.
165
Cfr., A. WILLWOLL, p. 179.
166
Cfr., R. LUCAS LUCAS, Explícame…, pp. 102-103.
103
b) Los motivos o valores vitales. No hay que olvidar que las personas tenemos
necesidades, algunas no son dispensables y son motivo para poner en movimiento a la
voluntad. Se trata de aquello que es necesario para el funcionamiento o desarrollo de una
persona, tal como el alimento. Vemos que hay quien trabaja por el sólo hecho de llevar a
su casa lo necesario para comer.
167
Cfr., J. DONCEEL, pp. 215-218.
104
Asimilación personal. Entre más sublime y elevado sea el valor mayor será la
eficacia de la motivación de tal suerte que la voluntad se manifestará fuerte. Por el
contrario cuando la motivación sólo es sensitiva y pequeña, quizá produzca un
movimiento inmediato en la voluntad pero que no será duradero.
Cuando los actos de la voluntad son motivados por los instintos y las pasiones, es
decir lo sensible, no hay una reflexión sobre los mismos y por eso es fácil mover a la
voluntad. Del lado opuesto vemos que los valores superiores reclaman un movimiento
de la voluntad, lo cual requiere un grande esfuerzo y requiere que los motivos sean
“captados” más concientemente y profundizados por nuestra inteligencia.
168
Op. Cit. J. DONCEEL, p. 216.
169
Cfr., J. DONCEEL, p. 216.
105
La extensión de aplicación. En un concurso de atletismo alguien puede animarse
a participar y poner todo su esfuerzo para ganar el primer lugar sólo por el simple hecho
de que darán treinta mil pesos al ganador; otro puede poner su esfuerzo motivado por la
fama que conseguirá si es que gana el primer lugar; y uno más podrá dedicarse con todo
su corazón a ocupar el primer puesto porque tiene un familiar enfermo que necesita una
operación.
Pero ¿qué se quiere decir con el supuesto anterior? Para que los motivos sean
más eficaces tienen que tener un radio de aplicación en el que se pueda dar cabida a
otras realidades. Entre más grande es el motivo, como hemos visto, este puede abarcar
muchas más situaciones. Todo parece indicar que los valores religiosos están en la
cumbre y cubren todas las actividades del hombre animándolas.
Así tenemos que los valores sociales unidos a los morales, intelectuales y
religiosos serán fuente de intensa motivación.
Los slogans, las frases escritas, así como la reflexión son herramientas que
colaboran a poseer motivaciones más eficaces170.
170
Cfr., J. DONCEEL, p. 217.
106
El ejercicio de la meditación resulta ser una herramienta poderosa para precisar
los motivos por los cuales ansía conseguir el bien que la inteligencia le propone171. Esto
es una realidad, ya que comenzar a reflexionar el por qué, favorecerá a determinar la
voluntad a ese objeto. En este contexto hay que recordar esta frase de Nietzsche:
“Cuando un hombre tiene un por qué vivir, soporta cualquier como”172. Esta frase de
alguna manera viene a corroborar que la reflexión no sólo esclarece los motivos sino que
además los renueva constantemente. Por tales razones se ve la necesidad de que el sujeto
se relacione con los motivos que lo animan.
Entre más reflexión haya los motivos se entrelazan y crecen. Esto resulta ser
lógico y además constatable en la experiencia cotidiana. Son como las varitas de un
árbol que entre más número de ellas estén juntas más difícil será romperlas, mientras que
una sola se puede romper fácilmente.
¿Quiero querer? Se trata del último elemento que a nivel psíquico se necesita para
educar la voluntad. Es la decisión en sí misma que hace realidad actual o futura un
171
Cfr., A. WILLWOLL, p. 180.
172
F. NIETZSCHE, El Crepúsculo de los Ídolos, Madrid, Alianza, 2004, p. 35.
173
Jules Payot recomienda la “reflexión meditativa” como el mejor método para desarrollar el poder de la
voluntad. Cit. por J. DONCEEL, p. 218.
107
propósito174. “Querer es poder. La causa profunda de nuestra debilidad e impotencia está
en la flaqueza de nuestro querer. Cuando se quiere de veras brotan fuerzas
insospechadas aún en personalidades débiles”175.
…el mejor camino para desarrollar una voluntad fuerte es “querer con suficiente
intensidad”. Esto parece llevar a un círculo vicioso. En realidad conduce a una toma de
conciencia de la verdadera naturaleza de la voluntad, la cual como el intelecto, es capaz
de volverse sobre sí misma; tal como el intelecto conoce que conoce, del mismo modo la
voluntad puede querer que querer176.
Podemos concluir este pequeño apartado diciendo que sólo el que quiere los
bienes con mucha intensidad puede lograr algo. Este es el requisito principal para el
éxito: Querer las cosas con intensidad. Se puede ser muy inteligente y se pueden captar
muchas motivaciones por las cuales valga la pena buscar un bien, pero si a final de
cuentas no se quiere con intensidad falta una fuerza de voluntad y más pronto que tarde
se olvidan los propósitos.
Los elementos básicos que antes se señalaron no son los únicos que tenemos para educar
nuestra voluntad, también tenemos otros que vienen a complementar el trabajo
educativo.
174
Santa Teresa de Ávila, nos refiere en sus escritos la determinada determinación como aquella que nos
ha de impulsar a un objetivo sin parar hasta llegar a él. La determinación es cómo una coraza contra la
propia fragilidad. Cfr. SANTA TERESA DE JESÚS, Camino de Perfección, Madrid, Espiritualidad, 1971, pp.
155-156.
175
Op. cit., R. LUCAS LUCAS, Explícame…, p. 103.
176
Op. cit., J. DONCEEL, p. 218.
108
refleja en la manera de hacer las cosas, en los lugares de trabajo o estudio, en las formas
de arreglarse y en el respeto, en el cumplimiento de los encargos correspondientes177.
Para terminar basta decir que hay que pensar antes de actuar. Tener precaución al
momento de discernir lo que se quiere va antes de empezar a realizar cualquier acto que
nos lleven al objeto, pues para formar la voluntad resulta nocivo que en el momento de
estar realizando algún acto todavía paralelamente se este reflexionando sobre la decisión
ya tomada. Alguien decide hacer ejercicio a las siete de la mañana; cuando sea la hora
no tendrá por qué empezar a deliberar si lo hace o no, ni será provechoso decir pero es
que hace frío, es que mejor me quedo acostado viendo la televisión, sino que deberá
agarrar y ponerse la ropa deportiva que tenga y salir de su casa a correr. Por lo tanto hay
que tener: “prudencia al deliberar, diligencia al ejecutar”178.
3. La indecisión
Es posible que más de alguno conozca a personas que les resulta un problema poderse
determinar hacia un objeto; éstas en un momento quieren una cosa y más tarde quieren
otra y después otra hasta que al final no consiguen alguna de ellas. Tratar el punto de la
educación de la voluntad implica hacer algunas afirmaciones referentes a la indecisión
en la persona, como debilidad de la voluntad.
La indecisión se manifiesta en la vida de las personas por cuatro factores que hay
que mencionarlos: abulia o poca voluntad, igualdad en los motivos a favor y en contra,
muchos motivos opuestos, y dificultad para conseguir el objeto179.
177
Cfr., R. LUCAS LUCAS, Explícame…, p. 103.
178
Op. cit., R. LUCAS LUCAS, Explícame…, p. 104.
179
Cfr., R. LUCAS LUCAS, Explícame…, p. 104.
109
Primer caso: cuando el origen de la indecisión radica en la abulia. Contra este
hecho será bueno comenzar por realizar con frecuencia actos volitivos. Éstos pueden
hacerse en dos vías tanto en las cosas pequeñas como en las que son ordinarias o que
llamamos rutinarias.
Cuarto caso: cuando la indecisión proviene por la dificultad que existe para
alcanzar el objeto. Lo que más puede ayudar es poner una graduación de menor a mayor
dificultad y así poder experimentar que es posible lograr el bien propuesto.
4. Conclusiones preliminares
180
Op. cit., R. LUCAS LUCAS, Explícame…, p. 104.
110
CONCLUSIÓN OBJETIVA
Se podría dar muchas definiciones sobre la voluntad humana, sin embargo, para efectos
de concluir hay que afirmar que se trata de un apetito racional de lo que es bueno o por
lo menos lo parece.
Si se hace una agrupación de los objetos y fin del querer humano, encontramos
que se puede hablar de tres tipos de tendencias: superiores, intermedios, y sensitivas o
inferiores181. A continuación abordaremos el análisis de las superiores e intermedias, y la
reflexión de éstas últimas comprenderá a su vez la de las inferiores.
1. Tendencias superiores.
181
Cfr., J. DONCEEL, pp. 218-224.
182
Ibídem, p. 219.
111
No obstante la anterior afirmación tenemos que la voluntad es un apetito de
carácter universal respecto del bien, en cuanto poseído por un ser individual y aún
inconcientemente, y tiende necesariamente al bien perfecto, que es Dios183.
En ambas situaciones antes dichas el hombre busca realizarse junto con las
facultades que sólo a él le pertenecen como ser que conoce, que busca la verdad desde
varios aspectos, o ser que quiere o ama, y quiere poseerse y poseer a otros a través de
diferentes formas184.
183
Ídem.
184
Ibídem, p. 220.
112
La necesidad de conocer puede tener variantes de intensidad según cada ser
humano. Concientemente a ninguno le gusta estar en el error. Pueden agruparse en tres
los aspectos a conocer.
Primero, querer al hombre o las cosas solamente con el fin de lograr la propia
realización. Ante esta primera forma el sujeto no toma en cuenta la naturaleza y dignidad
de los otros, por lo que se habla de personas egoístas y excluyen cualquier relación con
un ser absoluto que pueden conocer y querer. Creen que todo está para servir a su propia
realización.
185
Ibídem, pp. 220-221.
113
En tercer lugar, se puede querer a otros siendo concientes de su naturaleza y
dignidad de la que son participados por parte del ser absoluto. Ésta expresión volitiva
trasciende la anterior y tiene como base el hecho religioso.
En suma, se numeran tres tendencias como superiores, sin que por eso sean las
únicas, dos respecto de las facultades del hombre y la última en razón del Ser como
participe de la belleza. La tendencia de conocer la verdad a la luz de la propia razón; la
tendencia de amar, es decir, de querer con benevolencia; y la tendencia hacia la belleza
en razón de la atracción que ejerce en el intelecto humano.
2. Tendencias intermedias.
En lo que se refiere a las tendencias intermedias tenemos que éstas comprenden tanto el
conocimiento intelectual como el conocimiento sensitivo, el cual compartimos con los
seres animales.
186
Ídem.
114
Un ejemplo de este tipo de tendencia es la política. El ser humano se ve atraído
por los asuntos que son de carácter público, pero no es el único pues hay especies
animales, como claramente se ve en las abejas o las hormigas, que también tienen un
sistema de gobierno y realizan acciones para su propio bien común; por supuesto el
hombre puede alcanzar altos niveles de política que ningún animal alcanzaría.
Para finalizar éste tipo de tendencias y aún las de carácter fisiológico como el
hambre o el deseo sexual, son susceptibles de ser transformadas por la voluntad y de ser
sublimadas. Esto significa que el ser humano no sólo busca saciarse de alimento sino
que, además, es capaz de buscar el alimento que le sea más saludable y la compañía de
otros comensales con quien compartir. O en el caso de la unión sexual no solamente
puede satisfacer su necesidad, sino que tiene la capacidad para decidir con quien hacerlo,
o en que etapa de su vida, ya sea en el noviazgo, el matrimonio o en otro momento.
115
CONCLUSIÓN VALORATIVA
El ser humano posee una facultad que lo distingue y enaltece por encima de los
seres animales y vegetales y más aún de los minerales: es la voluntad. Sin embargo ésta
brota del querer que en sentido general se entiende como la actividad natural que tiene
un fin.
Hay que afirmar que la voluntad implica necesariamente que haya en la persona
un conocimiento intelectual. Esto lleva a pensar en múltiples situaciones. Los animales,
por ejemplo, por más asombrosos que parezcan sólo pueden desarrollar su conocimiento
sensible y la mayoría de las veces, lo hacen a través del mismo hombre que condiciona
su conducta por medio de premios y castigos, pero en ningún momento realizan algún
acto deliberativo sobre sus actos, pues tal requiere el ejercicio de la reflexión. Por lo
tanto, es equivoco expresar que los animales, y sobre todo los domésticos, tienen una
dignidad semejante a la del ser humano y que consecuentemente se les deban dar tantas
atenciones. Es más resulta una exageración ver a mascotas que tienen veterinarios
especialistas y en los que se gastan considerables sumas de dinero, mientras que no se
atienden otros campos de acción, como el social, educativo, penitenciarios.
Por lo tanto es elemental que en el sujeto se esfuerce siempre por conseguir cada
día un mejor conocimiento de la realidad, de tal suerte que se sepa diferenciar el bien del
mal, pues en algunas situaciones el hombre tiende al mal y a lo incorrecto porque se le
117
presenta con apariencia de bien, otras sin embargo, elige el mal teniendo conocimiento
de ello, lo cual resulta ser más reprochable.
La felicidad del hombre es el fin que persigue la voluntad. Sin embargo ésta sólo
se encuentra en el ser absoluto. La felicidad trasciende a la persona humana, no es
inmanente. Cuando lo único que se quiere son bienes materiales y que por lo tanto son
perecederos, la voluntad no va a quedar satisfecha pues esta hecha para objetos más
sublimes, trascendentales, y en el ámbito religioso se diría que la voluntad del hombre
esta hecha para Dios.
Cuando se conoce el fin, que es Dios y que a su vez es la bondad suprema, éste
atrae hacia sí la voluntad, la seduce y la atrapa. Por ello podemos notar que a lo largo de
la historia del pensamiento filosófico el hombre entre más se acerca al conocimiento de
la Verdad es el que más quiere y cultiva el amor puro.
118
Si cada ser humano hiciera conciencia de que tiene la facultad libre de cambiar
en todo momento, cuanto amor no se derrocharía en el mundo. Por más arraigadas que
puedan estar las pasiones desordenadas y malos hábitos, siempre habrá un mínimo de
libertad que permita comenzar un cambio, al principio pequeño pero que ira
aumentando.
Como tercer y último punto conclusivo tenemos que la voluntad, además de ser
una facultad del hombre y que tiene la característica de ser libre, es susceptible de ser
educada.
119
El hombre de esta época tiene la obligación de guardar silencio en su interior y
reflexionar sobre lo que pasa a su alrededor para descubrir parte de la realidad si es que
quiere continuar viviendo en este planeta.
Si bien se afirma que la voluntad humana se puede educar, hoy en día esto parece
algo alejado de la realidad en cada familia, pues el activismo y mecanicismo que se vive
a diario, el estrés que provoca en las personas, la disfunción de la institución familiar y
los roles que han cambiado, lejos de fomentar su sano fortalecimiento se ha postergado,
dando prioridad tanto a necesidades primarias, cuando se vive en la pobreza, u objetos
inútiles que sólo quieren saciar las ansias de poder y placer de quienes tienen mayores
posibilidades.
La vida que tiene el ser humano en este mundo es corta, por lo que vale la pena
que se esfuerce por buscar momentos en los que se pueda detener a pensar en dónde está
y qué está haciendo, paraque pueda tomar mejores decisiones trascendentales.
120
BIBLIOGRAFÍA BÁSICA
ARREGUI, JORGE V., Y CHOZA, J., “Filosofía del hombre, una antropología de la
intimidad”, España, Rialp, 2002.
121
BIBLIOGRAFÍA COMPLEMENTARIA
ARISTÓTELES, De Anima.
HEGEL, Grundlinien der Philosophie des Rechts, 1821; trad. esp. de Benítez de Lugo,
1878, Madrid.
HOBBES, TOMAS, Leviatán, 1651; trad. esp.: Leviatán, I, 6, México, 1940, FCE.
HUME, D., A Treatise of Human Nature, 1738; ed. Selby-Bigge, 1896; trad. esp.:
Tratado de la Naturaleza Humana, 1923.
I. KANT, Metaphysik der Sitten; trad. esp.: Metafísica de las costumbres, de M. García
Morente, Madrid, 1932, II.
NIETZSCHE, F., Wille zur Macht, trad. esp. La voluntad de dominio, Madrid 1932.
SANTO TOMÁS DE AQUINO, Suma contra los Gentiles, México, Exodo, 2008.
SCHOPENHAUER, A., Die Welt als Wille und Vorstellung, 1819; 2ª ed., 1844; trad. ital.,
Savi-López y De Lorenzo, 1914-1930; trad. esp.: El Mundo como Voluntad y
Representación, de E. Ovejero y Maury, Madrid, 1928.
SPINOZA, Ethica more geometrico demostrata, II, 48 Schol., 1677, en opera, al cuidado
de C. Gerhardt, 1923; trad. esp.: Ética, de Óscar Cohan, México, 1958, FCE.
124
GLOSARIO
Apetito: Una inclinación hacia algo; el orden que conviene a la cosa apetecida.
Bien: En general, todo lo que posee valor, precio, dignidad, merito, bajo cualquier titulo
que posea. Bien, en efecto, es la palabra tradicional para indicar lo que en lenguaje
moderno se denomina valor.
Bioética: Termino acuñado hacia el decenio de 1970 para indicar “el estudio sistemático
de la conducta humana en el ámbito de las ciencias de la vida y del cuidado de la salud,
cuando dicha conducta se examina a la luz de los valores y los principios éticos”.
125
Causalidad: En su significado más general la relación entre dos cosas, en virtud de la
cual, la segunda es unívocamente predecible a partir de la primera.
Conciencia: El uso filosófico de este término tiene poco o nada que ver con su
significado común como conocimiento que el hombre tiene de los propios estados,
percepciones, ideas, sentimientos, voliciones, etc.
Cuerpo: El objeto natural, en general, esto es, cualquier objeto posible de la ciencia
natural.
Determinismo: Sostiene que todo lo que ha habido, hay y habrá, y todo lo que ha
sucedido, sucede y sucederá, está de antemano fijado, condicionado y establecido, no
pudiendo haber ni suceder mas de lo que está de antemano fijado y condicionado.
Esencia: Generalmente se entiende por esencia toda respuesta a la pregunta ¿qué cosa?
Debe distinguirse: la esencia de una cosa, que es cualquier respuesta que se puede dar a
la pregunta ¿qué cosa? Y la esencia necesario y sustancia, que es la respuesta a la misma
pregunta, que enuncia lo que la cosa puede no ser y el por qué de la cosa misma.
Fin: Término, en el sentido aristotélico, como cuando se dice “la naturaleza busca
siempre el fin”. Cumplimiento o perfección en el sentido frecuente de la palabra griega
télos. Punto de mira o causa final, en el sentido de la cuarta de las cuatro causas
aristotélicas.
126
Idealismo: Este término fue introducido en el lenguaje filosófico hacia mediados del
siglo XVII y al principio se le aplicó a la doctrina platónica de las ideas.
Instinto: La facultad de actuar de tal modo que se produzcan ciertos fines sin previsión
de los fines y sin previo entrenamiento.
Hábito: En sentido de cualidad que enseña Aristóteles, se traduce como una posesión
permanente.
Libertad: El término tiene tres significados que corresponden a tres concepciones que
se han intercalado a su uso en la historia: uno, la concepción de la libertad como
autodeterminación o autocausalidad según la cual la libertad es la falta de condiciones y
de limites; dos, la concepción de la libertad como necesidad que se funda en el mismo
concepto que la precedente, o sea, en el autodeterminación, pero que se atribuye a la
totalidad a la cual el hombre pertenece; tres, la concepción de la libertad como
posibilidad o elección, en tanto limitada y condicionada, esto es, finita.
127
cosa. Objeto es el fin al que se tiende, la cosa que se desea, la cualidad o realidad
percibida, la imagen de la fantasía, el significado expreso o concepto pensado.
Realismo: El término comenzó a usarse hacia finales del siglo XV para indicar la
dirección más antigua de la escolástica, en oposición a la dirección denominada
“moderna” de los nominalistas o terministas.
Sentido: La facultad de sentir, o sea la de sufrir alteraciones por obra de objetos internos
o externos.
Ser: Es oportuno, y de manera preliminar distinguir los dos usos fundamentales del
término, a saber, el uso predicativo, el uso existencial.
INTRODUCCIÓN 1
MARCO TEÓRICO 4
1. En la Edad Antigua 4
1.6 Platón 5
1.7 Aristóteles 5
1.8 Estoicos 5
1.9 Cicerón 6
1.10 San Agustín 6
2. En la Edad Media 6
3.1 Descartes 8
3.2 Spinoza 8
3.3 Kant 8
129
3.4 Diderot 9
3.5 Fichte 9
3.6 Hegel 9
3.7 Hobbes 10
3.8 Locke 10
3.9 Hume 10
3.10 Condillac 11
4.1 Heidegger 11
4.2 Schopenhauer 11
4.3 Nietzsche 12
5. En la Edad Contemporánea 12
INTRODUCCIÓN GENERAL 13
1. El nombre 14
CAPÍTULO 1
EL QUERER. LAS TENDENCIAS 19
1. Concepto y Definiciones 19
2. Divisiones 23
3.1 Clasificación 29
3.2 Instinto 33
3.3 Hábitos 35
3.4 Pasiones 36
CAPÍTULO 2
LA VOLUNTAD 41
1. Acto voluntario 41
3. El amor puro 56
CAPÍTULO 3
LIBERTAD DE LA VOLUNTAD 66
4. La inclinación dominante 81
6. La opción final 84
8. Conclusiones preliminares 87
CAPÍTULO 4
EDUCACIÓN DE LA VOLUNTAD 88
3. La indecisión 109
GLOSARIO 125
133