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Relaciones Internacionales y Feminismos 1731419915 194303

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RELACIONES INTERNACIONALES
Y FEMINISMOS

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RELACIONES
INTERNACIONALES
Y FEMINISMOS

Voces latinoamericanas
en un debate global

Melisa Deciancio
Jorgelina Loza
(editoras)

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Relaciones internacionales y feminismos: voces latinoamericanas
en un debate global / Melisa Deciancio; Jorgelina Loza; et al.
Editado por Melisa Deciancio; Jorgelina Loza. – 1a ed. – Ciudad
Autónoma de Buenos Aires: Teseo, 2024. 294 p.; 20 x 13 cm.
ISBN 978-987-723-436-7
1. Feminismo. 2. Política Internacional. 3. América Latina. I. Loza,
Jorgelina, ed. II. Deciancio, Melisa, ed. III. Título.
CDD 300

© Editorial Teseo, 2024


Buenos Aires, Argentina
Editorial Teseo
Hecho el depósito que previene la ley 11.723
Para sugerencias o comentarios acerca del contenido de esta obra,
escríbanos a: [email protected]
www.editorialteseo.com
DOI: 10.55778/ts877234367
Imagen de tapa: Anniroenkae en Pexels
Las opiniones y los contenidos incluidos en esta publicación son
responsabilidad exclusiva del/los autor/es.

Relaciones internacionales y feminismos


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Índice

Agradecimientos..............................................................................9
Introducción: ¿dónde están los feminismos en las
relaciones internacionales? Reflexiones sobre el
desarrollo de perspectivas teóricas feministas en las
relaciones internacionales latinoamericanas........................ 11
Melisa Deciancio y Jorgelina Loza
Género, feminismos, interseccionalidades y las
relaciones internacionales. Implicaciones y nuevas
articulaciones en el contexto latinoamericano .................... 35
Marianne H. Marchand
Poder y desigualdad como ejes de análisis. Teorías
poscoloniales y decoloniales en los marcos feministas
de las relaciones internacionales.............................................. 57
Jorgelina Loza
Investigación feminista en relaciones internacionales.
Epistemología y metodología ................................................... 83
Yetzy Villarroel Peña
Política exterior feminista........................................................ 111
Melisa Deciancio y María Cecilia Míguez
Género y seguridad internacional. Agenda de ruta para
su estudio en Suramérica ......................................................... 133
Catalina Monroy Hernández y María José
Bayona
Feminismo, género y desarrollo. Enfoques feministas y
su inserción en el sistema internacional de desarrollo .... 159
Xaman Minillo
Historia de los movimientos feministas en América
Latina ............................................................................................. 183
Alma Espino

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8 • Relaciones internacionales y feminismos

Reflexiones feministas sobre las relaciones


internacionales desde una perspectiva antropológica ..... 205
Laura Masson
Pensar al feminismo comunitario e indígena desde las
Relaciones Internacionales ...................................................... 225
Agustina Garino
Gobernanza regional y abordaje de género en el estudio
de (y respuestas a) la migración forzada en América
Latina ............................................................................................. 241
Pía Riggirozzi y Natalia Cintra
Derecho internacional público desde los márgenes.
Miradas feministas y docencia ............................................... 269
Magdalena Bas Vilizzio
Sobre las autoras......................................................................... 285

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Agradecimientos

El proceso de elaboración de un libro nunca es individual ni


aislado. Este volumen se nutrió del apoyo de muchas perso-
nas que nos acompañaron de diversas maneras para lograr
este producto final, que no podría haber sido de otra forma
más que colectivo. Queremos agradecer a las autoras, que
aceptaron en primer lugar participar del Programa Regio-
nal de formación en Relaciones Internacionales y Feminis-
mos de FLACSO Argentina, y luego de este libro, para sellar
esta colaboración. No tenemos dudas de que la calidad de
sus contribuciones es lo que marca el resultado final de este
documento. A nuestros compañeros y colegas del Área de
Relaciones Internacionales de FLACSO Argentina, el espa-
cio donde nos iniciamos, crecimos y nos formamos, estimu-
ladas por el debate de ideas y el impulso a seguir pensando
un mundo más inclusivo e igualitario. Especialmente a Dia-
na Tussie, su directora, que no solo ha sido una mentora
para ambas sino una colega, que siempre nos dio el espacio
para desarrollar nuevos proyectos, nos animó a abrir nues-
tros propios caminos y nos acompañó en cada proceso. A
nuestros colegas: Agustina Garino, Juliana Peixoto, María
Belén Herrero, Pablo Nemiña, Ignacio Sabbatella, Juliana
González Jáuregui, Fernanda Borlandelli y Pablo Trucco,
por acompañar las discusiones y contribuir con el trabajo
en equipo al crecimiento académico colectivo. A los múl-
tiples espacios de discusión que sirvieron de plataforma e
incentivo para pensar las ideas iniciales de este libro, como
la Maestría de Relaciones Internacionales de FLACSO, los
grupos Mujeris, Mulheris y la Red Latinoamericana Mulhe-
ris+Mujeris. A nuestras familias y compañeros, que transi-
tan el camino a nuestro lado con paciencia y contención.

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Introducción: ¿dónde están
los feminismos en las relaciones
internacionales?

Reflexiones sobre el desarrollo de perspectivas


teóricas feministas en las relaciones
internacionales latinoamericanas

MELISA DECIANCIO1 Y JORGELINA LOZA2

En las últimas décadas, vimos crecer preguntas y revisio-


nes sobre los alcances de las relaciones internacionales (en
adelante, RI) en el análisis de las múltiples dimensiones de
una vida social y política cada vez más globalizada. Acom-
pañando una creciente movilización social y política que ya
no reconoce límites fronterizos y el fortalecimiento de una
agenda sobre los géneros, la diversidad, los derechos cultu-
rales, el racismo, las RI fueron dando cada vez más espacio a
enfoques que cuestionan los fundamentos tradicionales de
la disciplina.
En esa línea, a partir de las últimas décadas del siglo XX,
las perspectivas feministas fueron cobrando cada vez mayor
relevancia dentro del campo de las RI. Esto se evidencia
en una mayor visibilización de problemáticas, experiencias
y desafíos a partir de la inclusión de este abordaje crítico.
Paralelamente, fueron ganando espacio grupos de estudio
fundados sobre perspectivas de género y los grupos acadé-
micos que reúnen especialistas con posiciones feministas o

1 FLACSO Argentina, CONICET.


2 FLACSO Argentina, CONICET.

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12 • Relaciones internacionales y feminismos

que buscan mostrar la situación de las mujeres que trabaja-


mos en RI.
La discusión teórica comenzada en la década del ochen-
ta por académicas anglosajonas de las RI permitió compren-
der con profundidad manifestaciones del ámbito global que
atraviesan lo académico, diplomático y político, lo público y
lo privado, abriendo la “caja negra” de la disciplina, enfoca-
da tradicionalmente en el Estado como actor central. Así, el
debate entre racionalistas-reflectivistas de los 80 marcó un
cambio fundamental en la disciplina donde las perspecti-
vas feministas tuvieron un fuerte impacto (Salomón, 2002).
Esto habilitó a pensar dimensiones que no habían sido
consideradas y abordar preguntas sobre la inequidad y la
justicia social, históricamente negadas en las RI (Chowdhry
& Nair, 2013). Así, el abordaje feminista de lo internacional
habilita la incorporación de nuevas y diversas perspectivas,
mientras que propone una redefinición del enfoque desde
el que miramos el papel histórico de las mujeres en la arena
internacional. La teoría feminista instaló la discusión acerca
de los valores y los marcos ideológicos desde los cuales se
construye el conocimiento sobre el sistema internacional y
sus actores. Aún más, sus principios epistemológicos permi-
tieron debatir sobre cómo se define al sistema internacional
y qué actores se consideran sujetos de él y, entonces, objeto
de la disciplina.
Los estudios feministas impregnaron la disciplina de
las RI y lograron instalar la revisión de los fundamentos
epistemológicos y ontológicos del campo, centralmente en
su crítica hacia el enfoque realista (Barbé, 1987; Morgent-
hau, 1948). Argumentaron sobre el origen Estado-céntrico
de las RI, que se fundó a partir de las reflexiones de hombres
en puestos de poder, principalmente provenientes de Occi-
dente (Enloe, 2014; J. A. Tickner, 1988). Este origen marcó a
la disciplina ontológica, epistemológica y teóricamente. Las
teorías feministas fundamentan su crítica en la existencia de
sesgos de género dentro de las perspectivas tradicionales de
RI. Como resultado, los principales conceptos de RI (sistema

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Relaciones internacionales y feminismos • 13

internacional, Estado, poder, política, seguridad, conflicto


y gobernanza global) pudieron ser situados y revisados en
su contexto de producción. El género se convirtió en una
categoría analítica iluminadora que permitió identificar los
silencios y las invisibilidades de las perspectivas occidenta-
les hegemónicas en RI (Marchand, 2013), aun cuando esta
disciplina se presentaba como una forma de pensamiento
sobre lo internacional con pretensiones de universalidad y
desarraigada.
Esa irrupción no se dio en el vacío, sino en un contexto
generalizado de expansión de enfoques constructivistas en
las ciencias sociales. Los paradigmas constructivistas abrie-
ron las discusiones sobre las jerarquías de género y permi-
tieron identificar las estructuras de las inequidades sociales,
políticas y económicas basadas en categorías históricas de
sexo y género, y su interrelación con otras formas de jerar-
quía como la raza, la etnia, la edad, etc. Esas reflexiones
mostraron cómo operan mecanismos de poder en términos
de capacidades materiales (Morgenthau, 1948; Waltz, 2001;
Wendt, 1987), aunque también en términos simbólicos.
Según Rosalba Icaza (2013), estos enfoques críticos, a pesar
de ser heterogéneos, tienen ejes en común que se orientan
a cuestionar el orden mundial vigente, a generar concep-
tos y a crear un lenguaje específico. Amplían su sustento
teórico hacia el nivel internacional dando espacio a nuevos
discursos, actores y conceptos. La principal contribución se
centra en modificar los parámetros epistémicos normativi-
zados en las RI para comprender que los enfoques radicales
son políticos “pues identifican procesos, actores, institucio-
nes y discursos que generan la exclusión de ciertos saberes
y comprensiones de lo internacional” (Icaza, 2016, p. 74).
Las llamadas “teorías críticas” han hecho, así, un gran
trabajo en legitimar a las contribuciones periféricas como
fuente de la disciplina y en remarcar el modo en que la
hegemonía del norte global ha moldeado la construcción
del campo de estudio (Acharya et al., 2021; Tickner & Bla-
ney, 2013). Han denunciado enfáticamente la construcción

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14 • Relaciones internacionales y feminismos

de la tradición teórica sobre los cánones de la moderni-


dad internacional, funcionando como configurador de rela-
ciones, jerarquías y estructuras mundiales de dominación
(Querejazu, 2016).
Otras corrientes de pensamiento que produjeron fuer-
tes revisiones dentro del campo de las RI en las últimas
décadas del siglo XX fueron los estudios anticoloniales,
los estudios poscoloniales y los estudios subalternos. La
dimensión internacional y su impacto sobre la vida privada
de las personas –especialmente las mujeres y diversidades–
se consolidaron como objeto de estudio al fortalecerse el
giro poscolonial en las relaciones internacionales (Fonseca
& Jerrems, 2012). Miradas posmodernistas y posestructura-
listas incluyeron preguntas sobre actores que no eran tradi-
cionalmente considerados objeto de la disciplina y que dan
cuenta de dimensiones de lo internacional que exceden la
esfera de Estados y organismos, pero que se ven continua-
mente interpeladas por lo global, incluso desde la interac-
ción entre múltiples escalas. De aquí se desprende, además,
la importancia de contribuciones teóricas no occidentales,
de América Latina y otras regiones del mundo, que puedan
entrar en diálogo con perspectivas hasta ahora hegemónicas
(Acharya et al., 2021).
Los feminismos poscoloniales y decoloniales colocan
sus críticas en un contexto de producción de conocimiento
caracterizado por el colonialismo y a partir de ahí, propo-
nen un enfoque interseccional tanto en su estrategia meto-
dológica como en su posicionamiento político. Reclaman a
las teorías feministas occidentales la inclusión de la diver-
sidad, como contraposición a la construcción de categorías
homogéneas y universales para comprender la vida de las
mujeres, que dejan fuera del análisis las particularidades
de las mujeres no occidentales (Anthias, 2002). Denuncian
que la construcción de una nueva alteridad desde la pers-
pectiva feminista occidental reproduce una nueva forma de
colonialismo (Mohanty, 1984), al producir y reproducir una
imagen homogeneizadora de la mujer no occidental, con

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Relaciones internacionales y feminismos • 15

quien no comparten existencia ni experiencia. Subrayar la


heterogeneidad de las formas de opresión que pesan sobre
las mujeres (y las diversidades sexuales) en las antiguas colo-
nias es una forma de señalar y discutir la naturaleza euro-
céntrica del conocimiento, y muestra que en estas comuni-
dades la colonización consolidó una inferiorización racial
junto con la subordinación de género (Oyewumi, 2008).
En diálogo –aunque no siempre en coincidencia– con
la teoría poscolonial y decolonial, los feminismos latinoa-
mericanos propusieron profundizaciones de las revisio-
nes epistemológicas en marcha, pero, principalmente, una
ampliación de los objetos de estudio tradicionales de la dis-
ciplina (Loza, 2021). Indagaremos en su especificidad unas
páginas más adelante. A continuación, discutiremos la rele-
vancia de la categoría de género dentro de las RI. Finaliza-
remos esta introducción con algunas ideas sobre la actual
agenda de investigación feminista y de perspectiva de géne-
ro que creemos se refleja en el armado de este libro.

Sobre la relevancia de la categoría de género en las RI

Inicialmente, la perspectiva de género sirvió para incluir


una nueva dimensión de análisis al estudio y abordaje de lo
internacional. Ese marco teórico dio lugar a la discusión y
explicación de los fundamentos de las desigualdades basa-
das en género, encontrando vínculos con la forma en que el
poder se distribuye internacionalmente en las esferas tradi-
cionales de actuación de “lo internacional” –lo público– y en
esferas donde el análisis teórico de lo internacional ha pues-
to menor foco –lo privado–. Pero más importante aún, estas
reflexiones permitieron observar la forma en que se abor-
dan las relaciones de dominación y subordinación desde la
disciplina de RI tanto en el ámbito de lo público y el ámbito
de lo privado. Es decir, es este giro disciplinar el que permi-
tió identificar patrones universalizantes y androcéntricos

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16 • Relaciones internacionales y feminismos

en el análisis de lo internacional. Pero ¿cuánto ha cambia-


do desde entonces? ¿Qué miran y piensan quienes utilizan
enfoques de género para pensar lo internacional?
La perspectiva de género lleva décadas fortaleciéndose
en el análisis de lo internacional. Ello se vio reflejado, tam-
bién, en las nuevas agendas que se abrieron y propiciaron
acciones de los organismos internacionales. En 1975, nom-
brado como el Año Internacional de la Mujer, se celebró
en la Ciudad de México la Primera Conferencia Mundial
de la Mujer. Esta Conferencia tuvo como resultado el Plan
Mundial de Acción para la Promoción de la Mujer y la
Declaración del Decenio de las Naciones Unidas para la
Mujer y el Desarrollo (1975-1985). En la década de 1990,
fueron dos las conferencias que marcaron puntos de infle-
xión para la agenda mundial por la igualdad de género: la
Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarro-
llo (El Cairo, 1994) y la Cuarta Conferencia Mundial sobre
la Mujer (Beijing, 1995). Esta última logró la firma de una
declaración conjunta y la postulación de una Plataforma de
Acción. Estos encuentros consolidaron una agenda inter-
nacional de género que se construye y reconstruye como
producto de un constante intercambio entre las esferas
internacional, nacional y local, el ámbito académico y los
sectores populares, los Estados y organismos y la sociedad
civil de mujeres y diversidades sexuales. La diseminación de
una perspectiva de género que supone la desigualdad de la
mujer en el actual sistema sexo-genérico fue condición de
posibilidad para plantear esa agenda (Tarrés, 2013). Aunque
la intervención de los feminismos en este proceso ha sido
innegable, la consolidación de una agenda de género que ha
permeado en instituciones y políticas públicas excede esas
posiciones teórico-políticas. El presente de los países lati-
noamericanos exige fortalecer un enfoque que considere las
raíces multidimensionales e históricas de la desigualdad que
se evidencia en todos los niveles de lo global a lo individual,
especialmente aquella basada en diferenciaciones basadas
en género (Deciancio & Loza, 2023).

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Relaciones internacionales y feminismos • 17

Marianne Marchand, autora en ese libro, confirmó


tempranamente la difusión de la categoría de género al aná-
lisis de lo internacional (Marchand, 2013). De la propuesta
inicial de Cynthia Enloe de observar el lugar que ocupaban
las mujeres en los procesos que las RI analizaban (Enloe,
1989), surgía la propuesta de consolidar un enfoque de
género que observara las inequidades construidas en torno
a esas categorías y que pudiera incorporar preguntas sobre
relaciones de fuerza en cada momento histórico. Lo inter-
nacional es político, afirmó Enloe, y nos convocó a mirar
los fenómenos de la escala internacional con lentes críticos
que pudieran leer la desigual distribución de poder también
en ese ámbito. El desafío, entonces, era construir teoría que
fuera sensible al género (Chowdry y Nair, 2013), hasta que
el feminismo poscolonial sumó la raza como otra dimen-
sión en intersección con el género, y junto con la categoría
de clase ocuparon un rol central en nuevas indagaciones.
La categoría de género, objeto de debates y reconfigu-
raciones, permite explicar la existencia de multiplicidad de
identidades y su contingencia, pero también comprender
las funciones psicológicas y socioculturales que se atribu-
yen a las categorías de la diferencia sexual en cada lugar
y momento histórico. Esas categorías tendrán un efecto
cultural, sobre la conformación de identidades, y también
material, condicionando relaciones entre hombres, muje-
res, diversidades. Lo que llamamos “perspectiva de género”
refiere a marcos teóricos que comprenden que los fenóme-
nos bajo análisis se dan en el marco de sistemas de género
que las sociedades elaboran y que condicionan las prácticas
y las ideas de las personas. Un marco teórico fundado en esta
perspectiva es capaz de reconocer y explorar la existencia
de relaciones de poder y desigualdad que fundan acciones
discriminatorias hacia sexualidades subalternizadas y que
esas relaciones se articulan con otras también construidas
socialmente, como las de clase, etnia, edad, religión.
Dentro de estos enfoques, la perspectiva de género
pone en discusión las formas del poder y la dominación.

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18 • Relaciones internacionales y feminismos

Como diría Joan Scott, la categoría de género se representa


como un elemento constitutivo de las relaciones sociales y
da fundamento simbólico a las relaciones jerárquicas entre
hombres, mujeres y otras identidades de género (Tarrés,
2013), aspecto que es retomado en el capítulo de Mini-
llo en este volumen. Significa esto que las relaciones de
poder están fundadas en construcciones simbólicas sobre
los géneros, dando espacio a instituciones que están carga-
das de historicidad y que organizan las prácticas (e ideas)
de los sujetos. Esta definición cuestiona el relato histórico
convencional, definido en términos masculinos y omitien-
do la participación de mujeres. Discute la idea de hombre
universal, en la que lo humano y lo masculino parecen ser lo
mismo, determinando no solo el relato histórico nacional,
sino también las formas de estudiarlo. Una nueva epistemo-
logía, habilitada por estas corrientes de pensamiento, dará
lugar a visiones no dicotómicas, que incluyan la diversidad
y reconozcan las jerarquías entre categorías.
Las asimetrías y las exclusiones, tal como afirmamos
antes, quedaban históricamente por fuera de los análisis de
la disciplina y eran subestimadas en las explicaciones sobre
política global. También sucedía con las identidades cultu-
rales, los procesos de producción de diferencias (basadas en
género, raza, etnia, etc.). Esta mirada reduccionista impe-
día vincular el poder del Estado, tradicionalmente el actor
central de las RI, con la escala transnacional, en la que se
fundaba su soberanía. El fortalecimiento de las moviliza-
ciones transnacionales (con motivos culturales, religiosos,
sociales) mostró que la forma en que entendíamos el poder,
la soberanía y el orden internacional era un tanto limita-
da. Las subjetividades se producen de forma transnacional,
incidiendo en nuevas gobernanzas de lo internacional, y,
si buscamos solamente la incidencia del Estado en su pro-
ducción, dejaremos fuera una porción importante de sus
condiciones de posibilidad.
Una comprensión actualizada y más compleja de la
gobernanza, entonces, supone comprender el involucra-

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Relaciones internacionales y feminismos • 19

miento de instituciones estatales, pero también de actores


no estatales en las acciones políticas que se orientan a
resolver necesidades y que siguen intereses y deseos de las
personas. Los actores de la gobernanza internacional son
interdependientes, se organizan de forma más o menos
autónoma y sostienen cierta autonomía significativa: quie-
re decir que no dejan de estar influidos por esas produc-
ciones culturales que mencionábamos (género, raza, entre
otras) y que a su vez realizan sus propias reinterpretaciones
sobre ellas (Marchand et al., 2020). La necesidad de contar
con marcos teóricos sensibles a las condiciones de género,
raza, clase tiene que ver también con observar la creciente
influencia de actores no estatales en la escala global, impac-
tando en la agenda política y generando espacios propios de
vinculación transnacional.
La relevancia de analizar los entramados de género que
dispone y reproduce el Estado nación tiene que ver con cla-
rificar qué grupos son los que quedan fuera de ese sistema
engenerizado y por ello tienen acceso diferencial a las opor-
tunidades y los derechos que dispone el marco nacional. La
ciudadanía de las mujeres (al menos las mujeres que per-
tenecen al grupo étnico y la clase hegemónicos), entonces,
carga con una mayor complejidad dada su dualidad: por un
lado, han sido incluidas en la idea universalista de la ciuda-
danía que sostiene al régimen democrático. Es por ello por
lo que son alcanzadas por políticas sociales y legales (Walby,
1994). Pero las ciudadanas mujeres cuentan además con una
serie de políticas propias, una legislación focalizada que les
otorga características específicas. En esas políticas, incluso
en legislación propia, también es posible recuperar cons-
trucciones simbólicas respecto de las identidades de género.
La pretendida universalidad de la ciudadanía democrática
no deja de estar situada dentro de las fronteras históricas de
una nación.
Cynthia Enloe (1989) sostiene la necesidad de pensar el
sistema internacional como un sistema engenerizado, tam-
bién los organismos y las organizaciones transnacionales.

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20 • Relaciones internacionales y feminismos

Por lo pronto, la exclusión de las mujeres del ámbito públi-


co (y su confinamiento al espacio doméstico o privado) es
discutida por las teorías feministas que postulan la inter-
conexión entre las esferas pública y privada, incluso desta-
cando su dependencia mutua. Los enfoques que entienden
al nacionalismo como parte de la esfera pública solamente,
entonces, legitiman que las mujeres queden fuera de esa
construcción. Esas fronteras se refuerzan con la interven-
ción del Estado en el espacio doméstico, al regular relacio-
nes como las matrimoniales, la herencia, etc. La dificultad
para el análisis de la perspectiva de género contenida en las
acciones estatales radica en la pretendida universalidad o
neutralidad de género que se supone cargan las institucio-
nes estatales. Del mismo modo, Enloe propone mirar dónde
han quedado las mujeres en el espacio internacional (“lo
internacional también es político”) y critica la representa-
ción de las mujeres de los países colonizados en cuanto con-
tribuyeron a justificar la dominación imperial en nombre de
la civilización. Desde entonces, la exotización de las muje-
res de los países periféricos ha contribuido a una división
internacional del trabajo en el que el trabajo de las muje-
res es construido como barato o ni siquiera es reconocido
como trabajo (ver el capítulo de Minillo en este volumen).
Algo de ello podemos observar en el concepto de “cadenas
globales de cuidado” desarrollado por Hochschild, 2000.
Así, la categoría de género no se reduce al conteo de
mujeres en el sistema internacional, sino que implica revisar
las condiciones estructurales que se fundan en categorías
socioculturales y que suponen relaciones políticas y econó-
micas entre los géneros. Hablar de un sistema de géneros
(tanto nacional como internacional) es describir las rela-
ciones de fuerza que se construyen entre las categorías de
género y que excluyen a mujeres y diversidades de recursos
y oportunidades.

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Relaciones internacionales y feminismos • 21

Perspectivas feministas en las relaciones


internacionales latinoamericanas

En las RI latinoamericanas, la renovación de enfoques epis-


temológicos cuenta con el antecedente de los estudios sobre
desarrollo, que en la región habían sostenido una amplia
difusión de larga trayectoria (Minillo en este volumen).
Estos enfoques se habían preguntado por el rol de las muje-
res en las estrategias de desarrollo, e incluso se habían pen-
sado las estrategias de regionalismo desde las condiciones
de integración de la heterogeneidad.
Las teorías feministas latinoamericanas de RI llaman a
escuchar a las mujeres de nuestra región y dar espacio a la
perspectiva de género en el análisis de los procesos globales,
proponiendo revisar las dinámicas de poder que impactan
de forma diferencial en las mujeres de la región (Deciancio
& Loza, 2021). El pensamiento feminista latinoamericano
retoma los aportes de los feminismos occidentales y se nutre
también de las tradiciones de los feminismos comunitario,
negro, indígena, popular. Por ello se trata de una corriente
heterogénea, que reúne diversas posicionalidades y entre-
cruzamientos teóricos. Autoras latinoamericanas como
María Lugones, Yuderkys Espinosa y Ochy Curiel, Karina
Ochoa, Gladys Tzul Tzul, Aura Cumes y Julieta Paredes
denunciarían la construcción de taxonomías universalizan-
tes y carentes de sentido histórico, que no permiten pensar
la especificidad de la subordinación de las mujeres de la
región, atravesadas por matrices de dominación múltiples
(Villarroel Peña, 2018). Es en la experiencia de las muje-
res latinoamericanas en la que aparecen las intersecciones
entre la colonialidad, el imperio, la nación, la historia de la
movilización colectiva y la distribución de poderes. A partir
de esa historia, podemos atender las relaciones de poder y
subordinación de un mundo que ya no se centra en Occi-
dente, sino en la heterogeneidad y el poder del fragmento.
De todos modos, no se trata solamente de ampliar el
espectro de temas u objetos que las RI pueden contemplar,

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22 • Relaciones internacionales y feminismos

sino también de iniciar un ejercicio de reflexión crítica


sobre los fundamentos de la disciplina que incorpore for-
mas diversas de interpretar los fenómenos internacionales.
Si las teorías críticas nos permiten pensar que el poder es un
fenómeno que está atravesado, al mismo tiempo, por múl-
tiples dimensiones (género, nacionalidad, raza, sexualidad,
edad, etc.), entonces corresponde trabajar en consolidar
estrategias metodológicas flexibles y abiertas a la multipli-
cidad (ver el capítulo de Villarroel Peña en este volumen).
Es en este sentido en que los abordajes feministas sobre
lo internacional realizados desde América Latina contribu-
yen al camino de descolonización que los feminismos bus-
can al desmontar la centralidad de la perspectiva occidental
que ha caracterizado al campo y a las ciencias sociales en
general. Comprendiendo que, desde una perspectiva deco-
lonial, podrán entenderse mejor las vinculaciones entre lo
global y lo local, rescatando experiencias diversas de los
fenómenos internacionales y abriendo la posibilidad de
pensar alternativas políticas a los desafíos globales del pre-
sente teniendo como objetivo la profundización de análisis
de género y la desmasculinización de las RI. Para lograr
esta tarea, se torna determinante en el análisis la profundi-
zación del vínculo entre el colonialismo, la modernidad y
la conformación de los Estados nación. El principal aporte
del giro decolonial, entonces, se sustenta en la ampliación
de categorías de análisis, incluyendo a la raza y el género
como fundamentos epistemológicos de la diferencia y la
discriminación. Brindando al campo de estudio e inclusive
a las corrientes feministas latinoamericanas la posibilidad
de fortalecimiento al interior de las RI. Desde esta posición
desafían y reinterpretan a las teorías del mainstream (Keoha-
ne, 1982; Keohane & Nye, 1973; Morgenthau, 1948; Waltz,
2001), oponiéndose a las visiones clásicas sobre diferentes
temáticas como el Estado, el poder, la seguridad, la violen-
cia, los cuerpos, las sexualidades, etc.
Como presenta Agustina Garino en su capítulo, el femi-
nismo comunitario latinoamericano, por su parte, aporta

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Relaciones internacionales y feminismos • 23

al campo de las RI la propuesta de descolonizar y des-


neoliberalizar a la disciplina, al considerarla regida por el
género, la clase, la etnia y el sesgo norte-sur. Cuestiona
específicamente a las mujeres y teóricas del “norte-rico” por
su complicidad con el patriarcado transnacional. Sustentan
esta crítica en la irrelevancia que le han otorgado al aporte
histórico desarrollado por el feminismo comunitario sobre
el lugar que han ocupado las mujeres indígenas en la histo-
ria. Análogamente, consideran que adoptan una concepción
lineal de la historia, progresiva e individualista que sitúa al
feminismo del sur como incivilizado frente a los feminis-
mos occidentales (Guzmán y Triana, 2019; Paredes, 2017).
La hegemonía que ejercen ciertos feminismos instala
una idea sesgada de la universalidad de las afirmaciones de
las mujeres, sin tener en cuenta la diversidad que contiene
este grupo. Es lo que Acharya (2014) ha llamado “neomar-
ginalización” en RI, en referencia al liderazgo o la hege-
monía que las feministas occidentales continúan ejerciendo
en espacios que reconocen la diversidad del sistema inter-
nacional. Al mismo tiempo, como mencionaron los autores
poscoloniales, el feminismo global construye una idea de la
mujer del tercer mundo como un grupo homogéneo, pero
suprime contextos y reproduce formas contemporáneas de
dominación colonial.
Para superar estas formas de exclusión y exclusividad,
se requiere un conocimiento localizado, que asuma la posi-
cionalidad de quien investiga como parte del análisis (Picq,
2013). Las ciencias sociales latinoamericanas se han carac-
terizado históricamente por abrirse paso en una estructura
global desigual que impone mapas conceptuales y modelos
de análisis. En los intersticios de estas propuestas, seña-
lando limitaciones y posibilidades, la investigación y refle-
xión regional se ha abierto paso consolidando tradiciones
de pensamiento nutritivas y debates que acompañaron el
proceso histórico de las sociedades latinoamericanas. Con
la intención de sumar un pequeño aporte a los debates
de la región sobre las RI, este libro nace como resultado

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24 • Relaciones internacionales y feminismos

del encuentro entre autoras que pensamos lo internacional


desde sus múltiples dimensiones y con lentes feministas. En
la sección siguiente, desarrollamos un poco más sobre este
proyecto y sus capítulos.

La agenda de investigación feminista en RI hoy:


sobre este libro

Este libro surge de la inquietud y necesidad por indagar


acerca de las experiencias y la producción académica sobre
feminismos y relaciones internacionales en nuestra región.
A partir del encuentro en un programa educativo alojado
en FLACSO Argentina3, dimos impulso al contacto entre
colegas académicas y funcionarias que venimos pensando
y trabajando lo internacional desde enfoques feministas.
Comenzamos a consolidar lazos de intercambio y trabajo
en red desde perspectivas no tradicionales y postulando
diversas agendas de lo internacional.
Este impulso sentó las bases para abordar viejas y nue-
vas cuestiones de la política internacional desde la perspec-
tiva de los géneros, promover la discusión en nuestras aulas
y estimular el debate sobre el lugar de las mujeres y diver-
sidades en las relaciones internacionales de la región. Tam-
bién nos permitió encontrarnos y reflexionar sobre nuestro
lugar y nuestras contribuciones como investigadoras, espe-
cialistas, funcionarias mujeres de las RI en América Latina.
Este libro surge de la convocatoria a colegas de la
región a discutir los principales temas de la agenda interna-
cional latinoamericana desde los enfoques feministas de las
relaciones internacionales. Nos unen las reflexiones sobre
nuestras propias indagaciones que recorren temas como la

3 El Programa Regional de Formación Virtual en Relaciones Internacionales


y Feminismos del Área de Relaciones Internacionales de FLACSO Argen-
tina, lanzado en 2023 y del cual la mayor parte de las autoras del libro
forman parte.

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Relaciones internacionales y feminismos • 25

política exterior, la seguridad, la defensa, el regionalismo,


el ambientalismo, la economía política, las migraciones y
las experiencias de acción colectiva, entre otros. El libro se
estructura en capítulos ordenados en tres grandes bloques:
un primer bloque que presenta los abordajes y la discu-
sión teóricos que buscan sentar las bases conceptuales de
una perspectiva feminista y latinoamericanista de las RI. El
segundo bloque está orientado a cubrir temas de la agen-
da de investigación sobre lo internacional con perspectiva
de género que muestra la innovación conceptual que estas
teorías críticas proponen. Y un tercer bloque final aborda
diversos actores y procesos de lo internacional desde una
perspectiva de género.
En términos teóricos, los trabajos aquí reunidos recu-
peran los aportes de los enfoques feministas en cuanto teo-
rías críticas en el pensamiento sobre lo internacional. Mos-
tramos en los capítulos de Marchand, Deciancio y Míguez,
Villarroel Peña y Loza que los enfoques teóricos feministas
occidentales coincidieron en revisar las categorizaciones de
género y las relaciones sociales construidas alrededor de
estas ideas. Nos interesa destacar, además, que la introduc-
ción de estas perspectivas contribuyó al cuestionamiento
de la dominación histórica entre los géneros, incluso en el
ámbito internacional, y a revisar relaciones de fuerza entre
corrientes tradicionales y hegemónicas dentro de las RI.
Como muestra Marianne Marchand en su capítulo,
desde finales del siglo XX, las teorías feministas impreg-
naron la disciplina de las RI, principalmente, al revisar
los fundamentos epistemológicos y ontológicos del cam-
po, centralmente el enfoque realista. Las teorías feministas
también criticaron la existencia de sesgos de género dentro
de las perspectivas tradicionales de RI. Como resultado, los
principales conceptos de RI (“sistema internacional”, “Esta-
do”, “poder”, “política”, “seguridad”, “conflicto” y “gobernan-
za global”) pudieron ser situados y revisados en su contexto
de producción. En su capítulo encontramos un recorrido
teórico por los debates contemporáneos y de fines del siglo

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26 • Relaciones internacionales y feminismos

XX dentro de la disciplina, reconstruyendo la consolidación


de un enfoque de género que ha funcionado como marco
de abordaje en los capítulos que trabajan temas específicos
y actores de lo internacional.
Siguiendo con esta construcción teórica, el capítulo de
Jorgelina Loza nos introduce en la irrupción del pensamien-
to poscolonial y decolonial en las RI, escuelas que tuvieron
un marcado impacto en las ciencias sociales y en las relacio-
nes internacionales, al igual que las teorías feministas. Este
capítulo propone explorar el diálogo de la teoría poscolo-
nial y decolonial con los feminismos latinoamericanos en
términos de propuestas de una revisión epistemológica para
las RI, pero, principalmente, una ampliación de los objetos
de estudio tradicionales de la disciplina.
Las RI críticas han hecho un gran trabajo en legitimar
a las contribuciones periféricas como fuente de la disciplina
y en remarcar el modo en que la hegemonía del norte glo-
bal ha moldeado la construcción del campo de estudio. Han
denunciado enfáticamente la construcción de una tradición
teórica sobre los cánones de la modernidad internacional,
funcionando como configurador de relaciones, jerarquías y
estructuras mundiales de dominación.
Así es que buscamos destacar la introducción de nue-
vas ontologías y epistemologías, así como metodologías
que modificaron la comprensión tradicional del mundo,
incluyendo el género como elemento central de análisis y
mostrando la existencia de voces silenciadas que revela-
ron relaciones de poder ocultas y estrategias políticas que
desafían la posición hegemónica del pensamiento. Tal como
veremos en el capítulo de Yetzy Villarroel Peña, el conoci-
miento, en general, y en RI en particular, está construido
desde la desigualdad y la imposición de un saber único en
el que confluyen sesgos de género, modos binarios, sesgos
occidentales y heterosexuales que demuestran ausencia de
la neutralidad de este. La producción de conocimiento no
se encuentra aislada de las dinámicas de poder, pues teoría

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Relaciones internacionales y feminismos • 27

y ciencia son producto de instituciones sociales que repro-


ducen sistemas jerarquizados.
En la medida en que los abordajes feministas fueron
ingresando a las RI, también fueron permeando las agendas
de política exterior y su diseño e implementación. Melisa
Deciancio y María Cecilia Míguez abordan la trayectoria de
la política exterior feminista (PEF), su conceptualización y
definición y las diversas formas de diseño e implementación
que adquirió en América Latina. La incorporación de la
perspectiva de género a la política exterior se puso de mani-
fiesto en políticas adoptadas al interior de las cancillerías,
en su organización interna, y en los ámbitos de represen-
tación de los países en el exterior como foros internacio-
nales, acuerdos de comercio y mecanismos de integración
regional.
Los paradigmas constructivistas permitieron identifi-
car las estructuras de las inequidades sociales, políticas y
económicas basadas en categorías históricas de sexo y géne-
ro. En las RI latinoamericanas, la renovación de enfoques
epistemológicos se apoyó en el antecedente de los estudios
sobre desarrollo, que en la región habían sostenido una
amplia difusión y una larga trayectoria. La región tiene una
importante tradición de estudios sobre desarrollo que con-
sideraron la categoría de género como dimensión analítica
y la participación de las mujeres en condiciones desiguales
en los modelos económicos propuestos. Nuevas problemá-
ticas internacionales como la economía global de cuidados
y el trabajo no remunerado en el hogar o en comunidades
étnicas fueron traídas a la luz. El capítulo de Xaman Minillo
presenta algunas perspectivas feministas sobre el desarrollo.
A partir de este elemento clave de las relaciones internacio-
nales contemporáneas, contribuye al conocimiento de las
relaciones internacionales desde el pensamiento feminista.
Se presentan los siguientes enfoques: la mujer en el desarro-
llo; género y desarrollo; el feminismo marxista; el ecofemi-
nismo y el feminismo decolonial. El capítulo contribuye al

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28 • Relaciones internacionales y feminismos

libro presentando diferentes perspectivas feministas sobre


qué es el desarrollo y distintas formas de fomentarlo y a la
igualdad de género. Esta diversidad de enfoques debe pro-
porcionar a los lectores herramientas analíticas para consi-
derar críticamente la forma en que las mujeres son incluidas
o invisibilizadas en los discursos sobre el desarrollo.
Del mismo modo, en este volumen reunimos trabajos
que abordan cuestiones de defensa y seguridad desde pers-
pectivas de género. Los estudios críticos de seguridad han
introducido, en las últimas décadas, un enfoque de género
en los análisis de los procesos internacionales de seguridad,
que permitieron evidenciar el impacto desigual que los con-
flictos y las estrategias o políticas de seguridad tienen sobre
las mujeres y diversidades sexuales. El capítulo presentado
por Catalina Monroy Hernández y María José Bayona men-
ciona que la agenda de mujeres, paz y seguridad reconoce
el derecho de las mujeres a la participación igualitaria en la
promoción y la construcción de la paz, y subraya su contri-
bución efectiva para lograr y consolidar una paz duradera
y sostenible. Por tanto, sostienen las autoras que se trata
de una cuestión de derechos, pero también de eficacia. La
participación directa de las mujeres en los diálogos y las
negociaciones de paz incide en el aumento de la sostenibi-
lidad y la calidad de la paz. Al incluir a las mujeres en estos
procesos, se incorpora una amplia gama de perspectivas y
se aumenta la inclusividad y la diversidad. Por su parte,
los grupos de mujeres de la sociedad civil desempeñan un
papel decisivo en los procesos de paz. En particular, los
intercambios y la colaboración estrecha entre los diversos
grupos de mujeres (por ejemplo, las delegadas mujeres, los
grupos feministas y de defensa de los derechos de la mujer,
incluidas las defensoras de los derechos humanos y las
promotoras de la paz) son fundamentales para la inclusión
de disposiciones que atiendan las desigualdades sociales, en
especial para la inclusión de una perspectiva de género.
Magdalena Bas Vilizzio introduce en su capítulo un
análisis del lugar de las mujeres en el ámbito del derecho

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Relaciones internacionales y feminismos • 29

internacional público, rescatando las miradas feministas y


destacando el tratamiento o el rol de las mujeres en tres
contenidos clásicos de derecho internacional público: 1)
conflictos armados; 2) migrantes y refugiados; 3) estructura
orgánica de la ONU. A partir de un análisis del trabajo en el
aula y propuestas concretas para la incorporación de meca-
nismos de enseñanza para la inclusión de la perspectiva de
género a la formación en derecho, la autora propone expan-
dir los contenidos e incluir temas de género para visibilizar
la problemática y promover una reflexión crítica entre los
estudiantes.
Por su parte, Laura Masson construye en su trabajo
un marco conceptual feminista para el análisis de abordajes
sobre la nación, los nacionalismos y las relaciones inter-
nacionales desde una perspectiva antropológica, en cuanto
resulta fundamental discutir la concepción de ciudadanía
para pensar las estrategias de defensa de países centrales
y periféricos. La autora propone centrarse en tres ejes que
permiten mostrar la relevancia del género en la compren-
sión de fenómenos a los que esta perspectiva ha llegado
tardíamente: el primero será el de ciudadanía y exclusión,
donde analiza la dualidad de la ciudadanía de las mujeres,
examinando tanto su igualdad formal en los derechos políti-
cos, como las exclusiones persistentes en distintos aspectos
y niveles de análisis. En segundo lugar, el capítulo aborda
el tema de la cultura y la representación nacional, especial-
mente el papel otorgado a las mujeres como transmisoras
y significantes culturales de una colectividad nacional y la
influencia de las dinámicas de género en la construcción
de identidades colectivas. El tercer eje es la relación entre
la masculinidad y el poder estatal, desde donde se explora la
noción de “masculinidad” en el proceso de profesionaliza-
ción del ejército argentino y cómo las representaciones de
la masculinidad son utilizadas para comprender y negociar
los cambios en el poder estatal en un contexto de posgue-
rra, posconflicto étnico e intervención internacional. Resul-
ta un capítulo vital para discutir los teóricos ideológicos

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30 • Relaciones internacionales y feminismos

conceptuales desde los cuales pensamos fenómenos que se


desarrollan en el escenario internacional.
El último grupo de capítulos del libro reúne trabajos
que piensan sobre diversos actores del sistema internacio-
nal desde los marcos teóricos ya trabajados. El capítulo de
Agustina Garino muestra como los enfoques críticos y de
las RI globales han permitido identificar las limitaciones
de los enfoques teóricos sobre las experiencias regionales,
explorando las valoraciones y consecuencias que eso ha
implicado en el desarrollo de análisis sobre experiencias
regionales. Además de las experiencias gubernamentales,
estos capítulos recorrerán la construcción de la regionali-
dad desde la movilización de las mujeres. Desde un mar-
co teórico que contemple la interacción entre las distintas
escalas de acción de los Estados y la sociedad civil, se anali-
zará la consolidación de una agenda de género en la escena
internacional y su inclusión en el contexto de los Estados
nacionales. La agenda de género de los organismos interna-
cionales y la participación política –en el ámbito regional–
de mujeres y diversidades sexuales.
En los últimos años, hemos visto extenderse en la
región fuertes movilizaciones en torno a reclamos por la
violencia basada en género y los femicidios (a partir del
movimiento Ni Una Menos, nacido en Argentina en 2015),
así como por el acceso a derechos sexuales y reproductivos.
En 2017, el Paro Internacional de Mujeres convocó masivas
movilizaciones en la región, con un fuerte impulso orga-
nizativo del Ni Una Menos de Argentina. En paralelo, los
grupos conservadores también enriquecieron sus trayecto-
rias políticas y sus formas de intervenir en la arena pública,
ampliando sus redes y excediendo filiaciones religiosas. En
los últimos años, estos grupos han logrado armar un frente
de protesta y participación pública en el que confluyen per-
sonas de diferentes grupos socioeconómicos que defienden
una agenda conservadora, especialmente en torno a la defi-
nición de familia y la diversidad sexual. El capítulo prepara-
do por Alma Espino procura brindar información sobre la

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Relaciones internacionales y feminismos • 31

historia reciente del movimiento feminista o los feminismos


en América Latina. Sus objetivos consisten en dar pistas
para la reflexión y el debate teórico, así como sugerir dis-
tintos interrogantes para profundizar en esta historia con
nuevas investigaciones. El aporte de este capítulo a pensar
la introducción de enfoques feministas en las RI se orienta a
identificar y revelar cómo opera en la escena internacional
la relación entre género y poder y de qué modo esa rela-
ción contribuye a la reproducción y el sostenimiento de las
desigualdades sociales y de género.
El capítulo preparado por Pía Riggirozzi y Natalia Cintra
aborda situaciones de desplazamiento masivo en los que se
hace evidente que mujeres y niñas que son forzadas a migrar
atraviesan situaciones específicas marcadas por su condición
de género. Esa dimensión de género determina situaciones de
daño y vulnerabilidad que no solo afectan la autonomía y el
bienestar de las mujeres y las niñas en situación de desplaza-
miento, sino también, y como consecuencia, sus oportunidades
de integración justa, autónoma y sostenible en las sociedades
de asentamiento, y plantean cuestiones importantes sobre las
modalidades de gobernanza que sean sensibles y que den res-
puesta a los desafíos de género. La naturaleza de género de la
migración forzada, sostienen las autoras, debe vincularse con
las relaciones internacionales regionales y multilaterales, para
subrayar cuál es la responsabilidad de los Estados, individual-
mente y en cooperación regional, de proteger los derechos
humanos y la dignidad de las mujeres y niñas desplazadas y
poder dar respuestas adecuadas de base regional.
No tenemos dudas de que este libro refleja la experiencia
y compromiso de autoras con amplia trayectoria en las agendas
que abordan, enlazando la discusión entre relaciones interna-
cionales y feminismos con el objetivo de ampliar la agenda de
investigación del campo y dar voz a temas tradicionalmente
silenciados. Esperamos que este trabajo sirva de apoyo para
continuar pensando esta discusión y abra nuevas preguntas y
cuestionamientos que enriquezcan los abordajes latinoameri-
canos de las relaciones internacionales.

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32 • Relaciones internacionales y feminismos

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Género, feminismos,
interseccionalidades
y las relaciones internacionales

Implicaciones y nuevas articulaciones


en el contexto latinoamericano

MARIANNE H. MARCHAND1

Sentada en el patio de un albergue de migrantes ubicado en


el centro de México, Rosalba reflexionaba sobre su vida y la
de su hija Olga, de 5 años. Rosalba y Olga son hondureñas y
acababan de llegar hacía unos días al albergue. Su viaje des-
de San Pedro Sula había sido muy traumático por la violen-
cia que habían sufrido en el camino. No obstante, Rosalba
no se arrepentía de haber salido de su casa en Medina, uno
de los barrios más violentos de San Pedro Sula y de toda
Honduras. La familia de Rosalba vivía en Medina y fue ame-
nazada por una de las pandillas del barrio, que exigía “piso”
por la tiendita de la mamá de Rosalba. Como no pudo pagar
la cuota semanal, unos jóvenes de la pandilla secuestraron
a Lucy, la hermana mayor de Rosalba, y la violaron antes
de matarla. Con el duelo encima, la familia decidió que
Rosalba y Olga tenían que huir y tratar de llegar a Estados
Unidos, donde viven unos parientes. Así fue, y Rosalba y su
hija empezaron el extremamente difícil y peligroso viaje.
Como muchas mujeres centroamericanas, Rosalba
tomó unas medidas cautelares y llevó la píldora para que
la pudiera tomar en caso de ser violada en el camino.

1 Universidad de las Américas Puebla in Cholula, México.

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36 • Relaciones internacionales y feminismos

Llegando a la frontera sur de México, encontraron al polle-


ro que las iba a ayudar a cruzar ese país en autobús, pero
él, desafortunadamente, las quitó su dinero y las dejó en
un pueblo cerca de la frontera. Esta situación implicó que
tuvieran que cruzar México por su propia cuenta y con casi
nada de dinero. No les quedó otra que viajar en el infamoso
tren La Bestia, conocido por los asaltos, las violaciones y los
accidentes que sufren los transmigrantes. Cruzando desde
la frontera sur hasta el centro del país, Rosalba y Lucy fue-
ron sujetas a varias situaciones peligrosas y violentas, pero,
por otro lado, recibieron apoyo de sus compañerxs de viaje.
Además, en la localidad Guadalupe, La Patrona, en el estado
de Veracruz, recibieron comida, empacada en bolsas, que
un colectivo de mujeres llamado las Patronas lanzaba a lxs
migrantes que viajaban en el tren. Así pudieron continuar
con su viaje y llegaron al albergue que les estaba dando hos-
pedaje por unos días. Afortunadamente, el padre que estaba
a cargo del albergue les ofreció quedarse más tiempo por su
situación de viajar solas como mujer y niña. Agotadas y sin
casi nada de dinero, Rosalba y Olga ya no sabían qué hacer.
Tenían tres opciones: regresar a Honduras, solicitar asilo
o una visa humanitaria para quedarse en México, o seguir
con su arduo y peligroso viaje al norte y tratar de cruzar la
frontera con Estados Unidos2.

Introducción

La viñeta de Rosalba y Olga nos abre una ventana dis-


tinta a las relaciones internacionales (RI). Su viaje y vida
cotidiana reflejan muchos temas que son centrales para

2 Esta viñeta es creada por la autora y no está basada en personas existentes.


Se ha generado la viñeta en base de múltiples testimonios de los trans-
migrantes, reportes por organizaciones civiles nacionales e internacionales,
artículos en periódicos, y video-documentales que han aparecido en el
transcurso de más de 15 años.

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Relaciones internacionales y feminismos • 37

internacionalistas: las fronteras, el papel de los Estados y su


soberanía, la (in)seguridad y violencia, y la economía políti-
ca y el desarrollo si consideramos la tiendita de la madre de
Rosalba como parte de una estrategia familiar para sobrevi-
vir. No obstante, es muy improbable que este recuento ficti-
cio de las realidades vividas por los integrantes de la familia
de Rosalba y Olga aparezca en un libro de texto mainstream
de las RI. Esos libros de texto proveen una introducción a
las teorías de las RI, como son el realismo, el idealismo, y
las teorías críticas, dan una revisión de los papeles de los
distintos actores como el Estado, las organizaciones inter-
nacionales, las organizaciones no gubernamentales, y los
temas mencionados arriba. Entonces, las realidades de la
vida cotidiana y las voces de las personas como migrantes
no son vistas ni escuchadas.
Todo esto empieza a cambiar con la introducción de la
perspectiva de género y los análisis feministas por parte de
académicas especialistas en las RI. Entre ellas se encuentra
Cynthia Enloe, quien hace una pregunta a los (y las) inter-
nacionalistas: “¿Dónde están las mujeres?”. Ella contesta esa
pregunta en su libro Bananas, Beaches and Bases: Making
Feminist Sense of International Politics (1990) analizando el
papel de las esposas de los diplomáticos para las relaciones
diplomáticas entre Estados, o visibilizando las conexiones
entre trabajadoras sexuales y la gestión de las bases mili-
tares estadounidenses en el exterior que ofrecen R&R (rest
and recreation) a los soldados (Enloe, 1990).
La mirada particular de Enloe está muy bien reflejada
en otro libro en el cual habla de la política sexual al final de
la Guerra Fría. Ella empieza el libro con una muy intere-
sante viñeta:

“Now that the war is over, Esmeralda has had her IUD remo-
ved”. What?
I read the sentence again.
Esmeralda is a Salvadoran woman who spent many of her
young adult years as a guerrilla in the Farabundo Marti

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38 • Relaciones internacionales y feminismos

National Liberation Front, the FMLN. She pounded out tor-


tillas and washed her boyfriend’s clothes as well as wielding
a gun.’ Now it was the “morning after.” Not of an illicit affair,
but of a Cold War-fueled civil war. Her country’s strife had
been brought to an end by a peace accord signed by govern-
ment men and opposition men up in New York, under the
watchful eye of the men from Washington. So Emeralda was
going to hand her gun over to United Nations peacekeepers
and try to remake her life. One of her first postwar acts was
to have her IUD taken out. During the war her guerrilla tasks
had made it seem politically irresponsible to get pregnant.
But now she was being urged by men in the political lea-
dership to imagine her postwar life as one devoted to being a
good mother (Enloe, 1993: 1).

Estas primeras líneas de su libro sacuden al(a) lector(a)


porque hacen hincapié en la yuxtaposición de la decisión de
Esmeralda sobre su vida reproductiva y el fin de un conflic-
to armado, algo que otros análisis sobre las guerras civiles
en Centroamérica mencionan o visibilizan.
Las dos viñetas y la pregunta clave de Enloe revelan
la importancia de incluir una perspectiva de género dentro
de las RI, en particular porque visibiliza ciertos temas que
no han sido tomados en cuenta y porque permite escu-
char voces que han sido silenciadas hasta ahora. En este
capítulo abordaré las RI desde una perspectiva de género
o feminista, además describiré cuándo y cómo surgió esta
perspectiva dentro de una disciplina que siempre ha sido
muy androcéntrica. El objetivo, en primer lugar, es rastrear
los orígenes y el desarrollo de los estudios de género y
feministas dentro de las RI, y, en segundo lugar, analizar
cómo estos estudios se han desarrollado y articulado en el
contexto latinoamericano.
El capítulo se divide en tres secciones, empezando con la
introducción de perspectivas de género y feminista a las RI
a finales de los 80 e inicio de los 90. Estas primeras aproxi-
maciones se enfocaron en una lectura de las RI centrada en
las mujeres o interrogando el androcentrismo de las teorías

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Relaciones internacionales y feminismos • 39

de RI con su enfoque centrado en el poder, la seguridad y la


soberanía. En la segunda sección, se analizará cómo, con el
llamado “giro cultural”, se generan nuevos espacios discursi-
vos que permiten la introducción del pensamiento relacio-
nal (de género), es decir, relacionando dimensiones materia-
les, de subjetividad e identidad y de símbolos y de ideología
y que se abren, por otro lado, a la llegada del concepto de
“interseccionalidad(es)” con su enfoque en múltiples meca-
nismos de opresión entrelazados, incluyendo la etnicidad,
clase, sexualidad, raza, religión, nacionalidad, edad, etc. En
la tercera sección, se analiza la llegada del feminismo posco-
lonial y decolonial a las RI, con sus preocupaciones para los
temas de representación, otredad, conocimiento subalterno
y la descolonización de teorías hegemónicas, que abre nue-
vos espacios críticos para los análisis de las RI, en particular
para articulaciones de voces silenciadas del sur global.

La llegada a perspectivas de género y feministas


en las RI y su desarrollo

Para entender el contexto en el cual surgieron las perspec-


tivas de género y feministas dentro de las RI, tenemos que
regresar a los años 60, 70 y 80 con la segunda ola feminista,
que generó una transformación profunda en muchos países,
y en particular en el norte global3, por su crítica del patriar-
cado, por su planteamiento del tema de la violencia domés-
tica, por su lucha para los derechos reproductivos, entre
otros. A nivel internacional las Naciones Unidas respondie-
ron con declarar el Año Internacional de la Mujer en 1975
y también con anunciar la Década de las Naciones Unidas
para la Mujer de 1976 a 1985. Durante ella se llevaron a cabo

3 Aunque la segunda ola feminista se manifestó en muchos países, los movi-


mientos en el norte global, particularmente en Estados Unidos, Gran Bre-
taña y otros países de Europa Occidental, tenían más impacto en el ámbito
internacional.

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40 • Relaciones internacionales y feminismos

varias conferencias internacionales, la primera en México


(1975), la segunda (interina) en Copenhague, Dinamarca
(1980), y la tercera en Nairobi, Kenia (1985), que fue el con-
greso con más impacto por la movilización y participación
de organizaciones de mujeres y feministas del sur global.
El contexto sociopolítico en general y los eventos men-
cionados arriba dejaron sus huellas en el área académica.
Las ideas y aportaciones feministas hicieron primero su
entrada en las disciplinas de la antropología, la sociología, la
ciencia política, y también los estudios de desarrollo. Las RI
llegaron relativamente tarde a estos debates, pero, no obs-
tante, las feministas dentro de las RI aportaron varios temas
a los debates, como indica la viñeta que escribió Cynthia
Enloe. Con ella surgieron varias internacionalistas feminis-
tas que hicieron importantes aportaciones a la comprensión
de las RI, tanto en cuanto a las prácticas como a las teorías.
Simultáneamente, las feministas en las RI fueron influen-
ciadas por los debates y las críticas en otras disciplinas de
las ciencias sociales. El trabajo de Sandra Harding (1987)
es un caso ejemplar. Sus aportaciones han sido en el área
de la metodología feminista. Ella ha introducido el tema de
la producción del conocimiento feminista, y alega que es
importante rebasar la idea de que una metodología femi-
nista consiste únicamente de agregar a las mujeres y remo-
ver (adding women and stir en inglés) los análisis existentes.
Para ella el adding women and stir implicaría agregar una
dimensión adicional, que no es suficiente. Para Harding, un
análisis de género hace hincapié en tres elementos.
El primero es utilizar las experiencias de las mujeres
como un recurso, o como recursos, tanto empíricos, cuáles
han sido sus experiencias vividas, como un recurso teórico.
Se ve reflejado, por ejemplo, en la sociología o la antro-
pología el tema de ver o poner los lentes de género. Para
Harding, el segundo elemento es el objetivo que una ciencia
social feminista debería ser para las mujeres. Implica que se
tiene que ir más allá de poner los lentes de género y ana-
lizar desde una perspectiva las experiencias de las mujeres

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Relaciones internacionales y feminismos • 41

para que los hallazgos sean para las mujeres, y que ellas los
puedan ocupar o utilizar para avanzar su agenda de equi-
dad y de igualdad. El tercer elemento se dirige al tema de
la investigadora o el investigador. Harding considera que
lxs investigadorxs deben encontrarse en el mismo espacio
crítico que el sujeto que están estudiando (Harding, 1987:
187-188). Es decir, unx tiene que posicionarse en relación
con lo que está estudiando. Por eso se ve mucho que los
análisis de género y feministas ponen, desde el inicio, la
perspectiva de la investigadora o las investigadoras y cuál es
su relación con el tema, inclusive con las personas. Este tipo
de posicionamiento implica una postura ontológica por el
rechazo de la idea de que la ciencia es objetiva.
Los 80 y la primera mitad de los 90 se manifestaron
como primer periodo de intervenciones feministas en las
RI. Como ya se señaló, las aportaciones feministas en ese
periodo hicieron hincapié en las contribuciones de investi-
gadoras feministas de otras ciencias sociales. Quiero señalar
cuatro autoras, quienes han sido muy importantes en esta-
blecer los fundamentos de los debates dentro de las RI. La
primera investigadora es Cynthia Enloe, a quien ya intro-
duje al inicio de este capítulo. Su libro Bananas, Beaches, and
Bases: Making Feminist Sense of International Politics (1990)
sigue teniendo mucho impacto por su asequibilidad y la
pregunta central de dónde están las mujeres. Esa pregun-
ta sencilla revela mucho, como ya identifiqué antes. Enloe,
dentro del marco que nos aportó Sandra Harding, aporta
a las RI la teoría feminista de posicionamiento (standpoint
theory en inglés). En su libro Enloe hace una lectura centra-
da en las mujeres dentro de las RI y cómo estas se ven desde
perspectivas de mujeres distintas, como una trabajadora de
la maquila, una esposa de un diplomático, una trabajadora
sexual, una turista en búsqueda de sexo, o una trabajadora
del sector hotelero. La forma en que el Ejército estadouni-
dense generó zonas de descanso y recreación alrededor de
sus bases, especialmente en Asia Sureste y Este o en otras
partes del sur global, para que los militares pudieran ir a los

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42 • Relaciones internacionales y feminismos

prostíbulos reflejó la heteronormatividad de la misma insti-


tución. Es importante reconocer que, más que una práctica,
fue una política institucional del Ejército. Obviamente, los
temas mencionados no se pudieron encontrar en los libros
de texto de RI y tampoco en el libro clásico del realismo de
Hans Morgenthau.
Mientras que Enloe miraba más allá de los temas tra-
dicionales, la investigadora Ann Tickner dirigió su aten-
ción hacia los temas clásicos de las RI, revelando cómo
sus fundamentos han internalizado sesgos de género. De
los tres elementos identificados por Harding, Ann Tick-
ner se relaciona con el primero y el segundo, mostrando
el androcentrismo de las RI, que surge de las experiencias
masculinas. A diferencia de Enloe, Tickner no cuestiona el
enfoque central de las RI, que ella identifica como el poder,
la seguridad y la soberanía. En su libro Gender in Interna-
tional Relations (1992), analiza en profundidad el tema de la
seguridad global. Ella plantea el objetivo de su libro en las
líneas siguientes:

The purpose of this book is to begin to think about how the


discipline of international relations might look if gender were
included as a category of analysis and if women’s experiences
were part of the subject matter out of which its theories are
constructed. Until gender hierarchies are eliminated, hierar-
chies that privilege male characteristics and men’s knowledge
and experiences, […] I do not believe that the marginalization
of women in matters related to international politics is likely
to change (Tickner, 1990: 5).

Tomando, como Sandra Harding nos está recomendan-


do, las experiencias de las mujeres como punto de partida,
las RI generan aperturas para que las mujeres puedan entrar,
por ejemplo, a la esfera de la política exterior. Según Tick-
ner, si analizamos las RI desde las experiencias de las muje-
res, nos rinde otra perspectiva de la seguridad nacional:

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Relaciones internacionales y feminismos • 43

If we were to include women’s experiences in our assumptions


about the security-seeking behavior of states, how would it
change the way in which we think about national security?
Given the sexual division of labor, men’s association with
violence has been legitimated through war and the instru-
ments of the state. Feminist perspectives must introduce the
issue of domestic violence and analyze how the boundaries
between public and private, domestic and international, poli-
tical and economic, are permeable and interrelated (Tickner,
1990: 23).

En otras palabras, los límites (boundaries en inglés) entre


lo público y privado o entre lo internacional y nacional
impiden que incluyamos la violencia doméstica en nuestros
análisis de seguridad nacional. Y, según Tickner, tenemos
que reevaluar y reexaminar esta situación porque los límites
son permeables e interrelacionados.
Hay que destacar que Ann Tickner fue una de las
pocas investigadoras feministas en los años 90 que logró ser
recibida con respecto y seriedad por colegas (varones). Ella
pudo dialogar con representantes del corriente principal o
mainstream de las RI. Evidencia de ello fue el intercambio
de puntos de vista entre Ann Tickner, Robert Keohane, y
Marianne H. Marchand en la revista insignia de la Aso-
ciación de Estudios Internacionales (International Studies
Association) International Studies Quarterly (Tickner, 1997 y
1998; Keohane, 1998; Marchand, 1998).
La tercera intervención feminista dentro de las RI en el
periodo inicial viene de las investigadoras V. Spike Peterson
and y Anne Sisson Runyan con su libro Global Gender Issues
(1993)4. El libro se diseñó como texto para estudiantes y
por su difusión ha tenido mucha influencia en los debates
de las RI. El tema central para Peterson y Runyan es que
las RI están fundamentadas en ciertos tipos de dicotomías

4 El libro ha tenido varias actualizaciones, y la última versión se publicó con


la siguiente información: Runyan, A.S. (2019). Global Gender Issues (5.º
ed.). Routledge.

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44 • Relaciones internacionales y feminismos

que estructuran los planteamientos centrales de las RI.


Peterson y Runyan identifican una serie de dicotomías,
entre ellas objetivo/subjetivo, racionalidad/emoción, auto-
nomía/dependencia, y agencia/pasividad. Según ellas esta-
mos construyendo sobre la base de estas dicotomías nuestro
entorno social, la sociedad en general, y nuestros pensa-
mientos, entre otros. Pero no es únicamente que estamos
construyendo nuestro entorno sobre la base de estas dico-
tomías, sino que dentro de ellas existe una organización,
una jerarquía, y que la primera dimensión de la dicotomía
está asociada con la masculinidad.
Aplicando el tema de las dicotomías a las teorías y los
conceptos de las RI, las investigadoras llegan a las siguien-
tes conclusiones. Para los representantes del mainstream5,
el análisis en base objetivo, ante el tema que se está estu-
diando, tiene preferencia sobre una aproximación a base de
subjetividad, es decir, el posicionamiento del/la investiga-
dor/a con relación al objeto de la investigación, como lo
sugiere Harding. Segundo, la racionalidad en las tomas de
decisiones es mejor que tomarlas basadas (parcialmente) en
la emoción. Tercero, la autonomía, como está reflejado en la
soberanía de los Estados, tiene preferencia sobre la depen-
dencia. La capacidad de agencia, es decir, actuar proacti-
vamente, tiene prioridad sobre su contraste, la pasividad.
Revisando estas dicotomías de la objetividad, la racionali-
dad, la autonomía y el agenciamiento, es evidente que estas
características están asociadas con la masculinidad. Mien-
tras que las otras dimensiones contrapuestas, la subjetivi-
dad, la emoción, la dependencia y la pasividad, reflejan la
feminidad. Para Peterson y Runyan, los estereotipos y las
jerarquías de género estructuran nuestros pensamientos y
acciones, especialmente porque las dicotomías jerarquiza-
das implican un androcentrismo (de las RI) y suponen la

5 Unas feministas de las ciencias sociales han cambiado la palabra mainstream


(‘corriente principal’) en malestream (‘corriente masculina’), indicando que el
mainstream tiene un sesgo masculino.

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Relaciones internacionales y feminismos • 45

normatividad masculina como punto de partida para los


análisis de las RI. Ellas identifican las implicaciones de las
dicotomías jerárquicas en la siguiente forma:

This androcentrism has three interacting effects. First because


the primary term is androcentric and privileged it effectively
evaluates the values of the of the primary term over those of
the “other” term. Thus, reason, order, culture and action are
associated with maleness and are privileged over emotion,
uncertainty, nature and passivity. Second, and closely related,
characteristics and activities associated with femaleness are
deemed not only less important but also unworthy or undesi-
rable because they appear to threaten the values represented
by the primary term. Thus, attitudes and activities associated
with women […] are given less attention and often dispara-
ged. Androcentrism has a third effect: It assumes that men
are the most important actors and the substance of their
lives the most important topic to know about. As long as the
realities of women, nonelite men, and children are treated as
secondary to the “main story” […] we in fact are unaware of
what the background actually is and what the relationship it
actually has to the main story (Peterson y Runyan, 1993: 25).

En resumen, lo que estamos viendo es que los fun-


damentos de las RI son androcéntricos y toman la norma
masculina como perspectiva dominante. El androcentrismo
también penetra en la dimensión epistemológica, es decir
que el positivismo nos requiere ser objetivos como ana-
listas, como investigadores e investigadoras. En contraste,
Harding argumenta que es importante posicionarnos, que la
relación con el estudiado es importante. Como consecuen-
cia, desde una perspectiva de género y feminista, tenemos
que rebasar las dicotomías fundadoras de las RI para que
podamos investigar de manera inclusiva y visibilizar a las
mujeres y otros ciertos grupos marginados y silenciados.
En la siguiente sección, abordaré cómo las transfor-
maciones políticas, sociales y económicas de los 90 han
generado un entorno en el cual se abren muchos espacios
para facilitar la introducción y articulación de distintas

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46 • Relaciones internacionales y feminismos

perspectivas y corrientes, de índole crítica, en las RI. Suce-


sivamente, las RI feministas han aprovechado estos cambios
y aperturas de espacios discursivos.

El giro cultural y los nuevos espacios discursivos

En esta sección analizaré cómo, con el llamado “giro cul-


tural”, se generan nuevos espacios discursivos que permiten
la introducción del pensamiento relacional (de género), es
decir, relacionando dimensiones materiales, de subjetividad
e identidad y de símbolos y de ideología y que se abren,
por otro lado, al concepto de “interseccionalidad(es)” con
su enfoque en múltiples mecanismos de opresión entrela-
zados, incluyendo la etnicidad, clase, sexualidad, raza, reli-
gión, nacionalidad, edad, etc.
A mediados de los 90, se manifestó un nuevo debate
importante dentro de las RI, generalmente llamado el “ter-
cer debate”. El primero fue entre el realismo y el idealismo,
que surgió entre las dos guerras mundiales, pero que real-
mente dominó las RI a partir de los 50. El segundo deba-
te trataba de temas científicos-metodológicos enfocándose
en cómo estudiar las RI. Los llamados “behaviorialists”, con
su enfoque en el comportamiento de los actores, hicieron
hincapié en el positivismo y promovieron los análisis cuan-
titativos, mientras que los tradicionalistas abordaron sus
investigaciones desde un ángulo histórico-interpretativo, es
decir, más bien cualitativo. El tercer debate surgió a finales
de los 80 y al inicio de los 90 y en general se define como
el debate entre el positivismo y pospositivismo. La postura
pospositivista reúne muchas corrientes distintas, desde el
posmodernismo, la teoría crítica, la teoría feminista, hasta
el constructivismo (Lapid, 2003). El contexto en el que sur-
gió el tercer debate consiste en una dimensión sociopolítica
y una teórica. No es sorprendente que la caída del muro de
Berlín en 1989 y la globalización, por las transformaciones

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Relaciones internacionales y feminismos • 47

que encarnan, tuvieran su impacto en la disciplina de las RI,


requiriendo análisis que generaran nuevos conocimientos.
En la búsqueda de estos nuevos conocimientos, los y las
internacionalistas han recurrido a las ideas posmodernis-
tas y posestructuralistas de Julia Kristeva, Jacques Derrida,
Michel Foucault, entre otros (Ashley y Walker, 1990; Lapid,
1996). Una de las líneas recurrentes perseguida por les pos-
modernistas y posestructuralistas es el cuestionamiento de
la verdad, la ambigüedad y la incertidumbre (Ashley y Wal-
ker, 1990). Ashley y Walker describen esta búsqueda en las
siguientes palabras:

Ambiguity, uncertainty, and the ceaseless questioning of iden-


tity—these are resources of the exiles. They are the resources
of those who would live and move in these paradoxical mar-
ginal spaces and times and who, in order to do so, must strug-
gle to resist knowledgeable practices of power that would
impose upon them a certain identity, a set of limitations on
what can be done, an order of “truth” (1990: 263).

Según Yosef Lapid, el tercer debate implica un giro


cultural e identitario en las RI que sirve para poder explicar
mejor temas novedosos relacionados a la diversidad global
(Lapid, 1996: 10). Además, pretende que “critical in this con-
text is the emphasis on multiplicity, which, as noted, is one
of the formative themes that shape the current rethinking
of culture and identity in social theory” (Lapid, 1996: 10).
El pensamiento feminista en las RI aprovechó el giro
hacia la cultura y la identidad, tal como la apertura hacia
nuevas aproximaciones. De hecho, varios representantes de
teorías críticas reconocieron explícitamente las aportacio-
nes de investigadoras feministas al tercer debate (Ashley y
Walker, 1990; Lapid, 1989 y 2003). No obstante este reco-
nocimiento, el foro que fue organizado por International
Studies Review en 2003 (Hellman, 2003) no incluyó ninguna
investigadora feminista. Es decir, con una u otra excep-
ción, como ya se señaló anteriormente, la exclusión de las
internacionalistas feministas de los debates teóricos sobre

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48 • Relaciones internacionales y feminismos

la disciplina seguía en pie. Hay que señalar que al mismo


tiempo los estudios de las RI empezaron a descentralizarse,
rebasando las intervenciones por académicos ubicados en
instituciones en los Estados Unidos y el Reino Unido, por
aportaciones de investigadores situados principalmente en
instituciones de Europa continental, y crecientemente en
las de Asia Oriental y países latinoamericanos. Sin duda, las
nuevas tecnologías de información y comunicación facilita-
ron en gran parte esta descentralización, pero también hay
que reconocer que los cambios geopolíticos contribuyeron
a esta descentralización.
Entre las nuevas aproximaciones que surgieron en el
contexto del tercer debate, las internacionalistas feministas
destacaron por introducir el tema de la interseccionali-
dad a las RI. La investigadora legal, Kimberlé Crenshaw,
fue quien inicialmente introdujo la interseccionalidad. Ella
postula que la interseccionalidad consiste en un concep-
to multidimensional, cubriendo desigualdades y diferencias
estructurales, la construcción identitaria y una metodolo-
gía (Crenshaw, 1991; Marchand, 2023; Marchand y Ayala
Galí, forthcoming)6. Lo más importante de la intervención
de Crenshaw fue su argumento de que existen distintos
mecanismos de poder y opresión, en particular los de géne-
ro, raza y clase, que se entrelazan y que amplifican las
desigualdades y las marginaciones entre ellos. Por ejemplo,
una mujer afrodescendiente de bajos recursos se enfrenta
con una realidad vivida de triple marginación basada en
su género, su raza y su clase social. Crenshaw escribió su
artículo para entender el doble mecanismo de opresión a
que se enfrentan las mujeres afroamericanas en EE. UU.,
especialmente las mujeres que querían participar en los
movimientos de derechos civiles, liderado por los afroame-
ricanos, y feministas, encabezado por las mujeres blancas

6 Para una revisión más detallada y su desarrollo del concepto de “intersec-


cionalidad”, véase la contribución de Jorgelina Loza en este volumen, Mar-
chand (2023), y Marchand y Ayala Galí (forthcoming).

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Relaciones internacionales y feminismos • 49

de clase media. Dentro de ambos movimientos, las mujeres


afroamericanas se encontraron marginadas, por su género
y por su raza respectivamente (1991).
La introducción del concepto de “interseccionalidad” a
las RI no fue inmediata, más bien se tardó, como señalan
Celeste Montoya y Kimberly Killen (2023). En las RI este
concepto fue introducido por un abanico de distintas femi-
nistas, desde el feminismo poscolonial, del tercer mundo,
transnacional, islámico, hasta el feminismo queer (Montoya
y Killen, 2023). Además, el contexto de las Conferencias
Mundiales sobre la Mujer, en particular las que tuvieron
lugar en Nairobi (1985) y Beijing (1995), generó los foros
que facilitaron los encuentros entre activistas feministas del
sur global y de mujeres de “color” en el norte global. Mon-
toya y Killen describen esta situación con las siguientes
palabras:

Intertwined but also distinct from the intersectional dialo-


gues happening among women of color in the United States
were the conversations by and between women of the Glo-
bal South, activists and scholars. They brought their own
understanding and experiences within multiple and interloc-
king forms of oppression, and they pushed on Western femi-
nisms (including women of color feminists) by articulating
critiques of hegemonic feminisms and demanding a stronger
analysis to highlight the geopolitical dimensions of oppres-
sion (2023: 6).

Además, la expansión del concepto de “intersecciona-


lidad” se extendió al área de los estudios queer. Los y las
protagonistas de la perspectiva queer han criticado a las
RI por su heteronormatividad y racismo, especialmente en
un contexto colonial, comparando “desviaciones sexuales”
(cuerpos homosexuales) con otros cuerpos racializados y
subdesarrollados en el sur global (Weber, 2016). Un ejem-
plo de resistencia contra la normatividad heteronormativa
impuesta por el norte global fue el debate en Ecuador sobre
la familia, que resultó en la inclusión a la Constitución el

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50 • Relaciones internacionales y feminismos

hecho de que existen distintas lógicas de familia, aparte de


los lazos sanguíneos (Lind, 2014).
En resumen, las internacionalistas feministas han con-
tribuido a las RI con la introducción y el desarrollo del
concepto de “interseccionalidad”, que ha evolucionado des-
de el contexto doméstico de los EE. UU. al contexto global.
Como explicaré en la siguiente y última sección, los encuen-
tros mundiales, y los debates que conllevaron, dieron como
resultado contribuciones importantes a las RI, y fueron
en particular las feministas transnacionales y poscoloniales
quienes llevaron la batuta (Agathangelou y Ling, 2009; Ale-
xander y Mohanty, 1997; Chowdhry y Nair, 2002; Grewal y
Kaplan, 1994; Marchand y Runyan, 2000; Mohanty, 1984).

Reflexiones finales: la llegada del feminismo


postcolonial y decolonial a las RR. II.

En esta última sección, analizaré la llegada del feminismo


transnacional, poscolonial y decolonial a las RI, con sus
preocupaciones para los temas de representación, otredad,
conocimiento subalterno y la descolonización de teorías
hegemónicas, que abre nuevos espacios críticos para los
análisis de las RI, en particular para articulaciones de voces
silenciadas del sur global. Estas tres perspectivas cercanas
internalizan la interseccionalidad en sus análisis, pero cada
una prioriza ciertas dimensiones.
Las intervenciones feministas transnacionales hacen
hincapié en la noción de que mujeres y hombres ocupan
distintas posiciones y son afectados en formas múltiples y
diferenciadas en el contexto global (Grewal y Kaplan, 1994;
Marchand y Runyan, 2000 y 2011). Para las feministas trans-
nacionales, el enfoque dominante es las experiencias vividas
de mujeres que se encuentran en los márgenes y límites de
los Estados, transgrediendo las fronteras de estos, y situán-
dose en distintos contextos geopolíticos (Zerbe Enns, Díaz

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Relaciones internacionales y feminismos • 51

y Bryant-Davis, 2020: 11). Su preocupación se enfoca en las


relaciones entre mujeres situadas en contextos diferentes y
cómo se pueden generar lazos de solidaridad (Zerbe Enns,
Díaz y Bryant-Davis, 2020).
A su vez, las feministas poscoloniales, influenciadas
por una literatura amplia de académicos destacados como
Edward Said, Homi Bhabha, Gayatri Spivak y Chandra
Mohanty, retoman el tema de la interseccionalidad, pero
resaltan que el colonialismo y su continuidad son impor-
tantes mecanismos de opresión y estructuras entrelazadas
(Agathangelou y Ling, 2009; Alexander y Mohanty, 1997;
Chowdhry y Nair, 2002; Mohanty, 1984). Para estas inves-
tigadoras la otredad, la representación y el conocimiento
subalterno son temas que han trabajado e introducido a
las RI.
Es precisamente en el contexto latinoamericano en el
que se ha iniciado la perspectiva decolonial y del feminis-
mo decolonial con investigadores destacadxs, como Aníbal
Quijano, Ramón Grosfoguel, y María Lugones. Aunque
existen múltiples debates acerca de las diferencias entre
el poscolonialismo y el pensamiento decolonial, no es el
objetivo de este capítulo repasarlos. Más bien es impor-
tante señalar sus puntos de coincidencia y constatar que
el pensamiento decolonial surge desde el contexto latinoa-
mericano, mientras que las ideas poscoloniales se articulan
en un contexto anglófono poscolonial. Lo que une las dos
perspectivas son las historias (diferenciadas) coloniales y
sus sucesivas colonialidades, y el rechazo del pensamiento
occidental hegemónico. Central al pensamiento decolonial
es la matriz colonial de poder, introducido por Aníbal Qui-
jano, que abarca cuatro ejes o dimensiones:

1. la privatización y explotación de la tierra y mano de


obra;
2. el control de la autoridad;
3. el control de género y sexualidad;
4. el control de la subjetividad (Fabbri, 2014: 92).

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52 • Relaciones internacionales y feminismos

Además, Quijano argumenta que la colonialidad del


poder y la modernidad son dos caras de la misma moneda.
Pero, como señala Fabbri, basándose en la crítica de Lugo-
nes hacia Quijano por aceptar una organización eurocén-
trica hegemónica de relaciones generizadas y sexuales, la
matriz colonial de poder está fundado en un androcentris-
mo (eurocéntrico). Entonces, Lugones concluye que

el marco de Quijano reduce el género a la organización del


sexo, sus recursos y productos y parece caer en cierta pre-
suposición respecto a quién controla el acceso y quiénes son
constituidos como «recurso». Quijano parece dar por senta-
do que la disputa por el control del sexo es una disputa entre
hombres, sostenida alrededor del control, por parte de los
hombres, sobre recursos que son pensados como femeninos
(2008: 84).

Además, así se invisibilizan otros tipos de relaciones


de género (precolombinas) y se inferioriza a las mujeres.
Lugones se pregunta cuáles son las consecuencias de la
colonialidad de género para la organización social, econó-
mica, política y cultural de las sociedades latinoamericanas.
Esta pregunta permite voltearnos a las RI. Como sugieren
Fonseca y Jerrems:

Los temas abordados por los pensadores decoloniales son


de particular interés en la actualidad por diversos motivos.
Por un lado, el reavivamiento del debate sobre la “civiliza-
ción” y el rol del estado en la política global. Por el otro, la
colonialidad emergente en las periferias ubicadas en el norte,
los espacios en lucha, fronterizos y las identidades híbridas
que trascienden los marcos del análisis social impactando de
forma transversal al sujeto político de la modernidad tardía
(Fonseca y Jerrems, 2012: 119).

Es decir, dentro del contexto de la globalización y


las transformaciones geopolíticas que se están llevando a
cabo, es primordial cuestionar los conceptos eurocéntricos

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Relaciones internacionales y feminismos • 53

hegemónicos que han sido los fundamentos de las RI. Uti-


lizando las contribuciones de feministas decoloniales en la
región como punto de partida (Espinosa Miñoso, Gómez
Correal y Ochoa Muñoz, 2014; Montanaro Mena, 2017),
sería imperativo que una introducción del feminismo deco-
lonial a las RI hiciera hincapié en análisis de identidades
híbridas (en zonas fronterizas en particular), interrogando
el concepto de “Estado nación” y sus bases patriarcales
y heteronormativas, con el objetivo de visibilizar mujeres
marginadas y hacer escuchar sus voces. Un tema que mere-
ce este tipo de análisis es el de la seguridad, un concepto
tan central para las RI. Tomando las experiencias vividas de
mujeres marginadas –por ser indígenas o migrantes o por
vivir en una zona bajo el control de un cartel de drogas–
como punto de partida nos lleva a entender la seguridad y
violencia desde una perspectiva muy distinta y, por ende,
surge la necesidad en nuestros análisis de descentralizar y
complejizar la seguridad nacional. Hacer lo anterior nos
lleva a generar y construir unas RI donde las experiencias
vividas de Rosalba y Olga (de la primera viñeta) escapen de
la marginación.

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Poder y desigualdad
como ejes de análisis

Teorías poscoloniales y decoloniales


en los marcos feministas
de las relaciones internacionales

JORGELINA LOZA1

Introducción

En las últimas décadas del siglo XX, emergieron corrientes


de pensamiento que buscaron explicar estructuras de poder
y desigualdad que dan forma al mundo tal como lo cono-
cemos. Las escuelas de los estudios anticoloniales, los estu-
dios poscoloniales y los estudios subalternos tuvieron un
marcado impacto en las ciencias sociales y en las relaciones
internacionales en particular, al igual que los feminismos.
Unos años más adelante, con una raíz más bien latinoameri-
cana, observamos el surgimiento de lo que podemos llamar
“escuela de pensamiento decolonial”. A partir de allí, pode-
mos leer un diálogo, no siempre en coincidencia, de la teoría
poscolonial y decolonial con los feminismos latinoamerica-
nos en términos de propuestas de una revisión epistemo-
lógica para las RI, pero, principalmente, una ampliación de
los objetos de estudio tradicionales de la disciplina.
Más allá de los marcos teóricos que escojamos
para explicar los fenómenos históricos, sociales, políticos
que nos interesan, es innegable que los marcos teóricos

1 CONICET, FLACSO.

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58 • Relaciones internacionales y feminismos

poscoloniales han marcado una época. En este capítulo nos


proponemos resumir brevemente los aportes de las escuelas
poscoloniales para luego avanzar hacia el entrecruzamien-
to de esas perspectivas con los marcos teóricos feministas.
Nos interesa explorar la inserción de dichas escuelas de
pensamiento en las relaciones internacionales (una cuestión
abordada por Marianne Marchand en su capítulo de este
volumen) y pensar qué agenda de investigación podemos
construir desde esas perspectivas.
Las escuelas poscoloniales –aun con las variantes que
definiremos a continuación– subrayaron la dimensión del
poder en la descripción del escenario internacional. Nos
recordaron que la estructuración global a la que asistimos
y que es reproducida continuamente por los fenómenos
internacionales que analizamos está marcada por una fuerte
desigualdad y que esa diferenciación pesa también a la hora
de conceptualizar los fenómenos y los actores involucra-
dos. Esto es, esas dinámicas de poder y desigualdad están
insertas también en los mecanismos de construcción de
conocimiento científico y pueden explicar la existencia de
análisis valorativos sobre experiencias internacionales que
son comprendidas desde conceptos universalizantes, cons-
truidos en países centrales.
En términos metodológicos, estas corrientes avalan la
inclusión de voces alternativas en el desarrollo de fenóme-
nos históricos internacionales, así como la revisión de la
posición que ocupamos como investigadores en el desarro-
llo del proceso bajo estudio.
Saurabh Dube (2010) sostiene que el grupo de Estudios
Subalternos (1992-1998) emergió con la marca de la nación,
mientras que la escuela de estudios poscoloniales nació con
la marca del imperio. Ambas corrientes nos convocan a
pensar el mundo tal como lo hemos conocido hasta ahora,
pero bajo esos signos obliterados hasta entonces.
El pensamiento decolonial, como dijimos, no solamen-
te se posiciona en procesos políticos desarrollados en regio-
nes marcadas por la herida colonial, sino que también ansía

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Relaciones internacionales y feminismos • 59

descolonizar el saber. Propone establecer nuevas categorías


y formas de acción y de estudiar a las RI cuestionando el
etnocentrismo y a las ideas erigidas desde la modernidad,
marco simbólico de la colonialidad global. En este capítulo
vinculamos las reflexiones poscoloniales y decoloniales con
la irrupción del feminismo en las RI y su revisión de los fun-
damentos de la disciplina a partir del análisis de las estruc-
turas históricas de poder. Desde la disciplina, estas afirma-
ciones nos llevan a repensar las tradiciones de pensamiento
internacionales y nos dejan la tarea de preguntarnos cuál
es el valor analítico de las categorías universales. ¿Se debe
pujar desde las diversidades por ingresar a los espacios que
analizan el mundo desde visiones universales para ampliar-
las y enriquecerlas? ¿Cómo se construye conocimiento des-
de aquellas regiones que siempre fueron objeto de estudio?
¿Hay espacio para el pluralismo en las RI?

Sobre las escuelas de pensamiento poscolonial


y decolonial

Los enfoques críticos que recorreremos a continuación, a


pesar de ser heterogéneos, tienen ejes en común que se
orientan a cuestionar la forma en que ha sido explicado el
orden mundial vigente, a proponer nuevos conceptos para
comprenderlo a partir de la creación de un lenguaje y estra-
tegias de abordajes específicas. Como veremos, su princi-
pal contribución al campo de las RI se ha concentrado en
modificar los parámetros epistémicos normativizados en
la disciplina y comprender que los enfoques radicales son
políticos.
A fines de los 80, nació en India el Grupo de Estudios
Subalternos, a partir del impulso del historiador Ranajit
Guha. Este grupo retomó la categoría gramsciana de subal-
terno para poder hablar de todo aquello que esté subordi-
nado por relaciones de cualquier tipo (casta, clase, género,

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60 • Relaciones internacionales y feminismos

oficio) y que pueda ser diferenciado de las elites. Edward


Said, influido por el posestructuralismo, posmodernismo y
constructivismo, fue integrante de este grupo de pensadores
de origen asiático y africano que trabajan mayoritariamen-
te en universidades de países centrales, y profundizaría en
la vinculación entre poder imperial y cultura al revisar las
imágenes y representaciones que Occidente ha construido
históricamente sobre Oriente, y cómo estas han impactado
en la construcción de la propia identidad de ambos mundos.
La categoría de subalterno, para Said (1996), reúne la diná-
mica histórica, social y cultural entre una clase hegemónica
y el conjunto de personas sometidas a ella.
Los estudios subalternos nacieron con la intención de
generar un análisis historiográfico sobre la nación, profun-
damente abocados a analizar “el fracaso de la nación en
reivindicarse” (Dube, 2010). Su principal intención es la de
producir análisis históricos que conciban a los grupos sub-
alternos como sujetos de la historia. Se oponen al modelo
universalista global, siendo críticos con la idea de nación,
conjeturan sobre la relación entre conocimiento y poder,
y cuestionan el uso de la diferencia como mecanismo de
exclusión social. Le han otorgado un lugar central en sus
investigaciones al desarrollo del análisis del otro, del subal-
terno y del diferente (Spivak, 1988). Sostienen que la alte-
rización se llevó a cabo mediante la marginalización, el uso
de la fuerza, la imposición de clases sociales, de exclusiones
por género, etc.2

2 Un antecedente de estas corrientes son los llamados “estudios anticolonia-


les”. Esta corriente de pensamiento surgió a finales de la década de 1930.
Entre los principales exponentes, encontramos a C. L. R. James (2003),
Franz Fanon (1973) y Fausto Reinaga (2015). Este grupo de autores se
interesó en el impacto de la colonialidad y el racismo en la construcción de
las relaciones de poder al interior de las sociedades conquistadas. Sus prin-
cipales exponentes elaboraron estudios sobre los procesos de resistencia
social como respuesta a la discriminación, la exclusión, el despojo y el racis-
mo generados por la dominación colonial, poniendo el foco en el accionar
de los movimientos sociales, las comunidades indígenas, las comunidades
afrodescendientes, etc. (Avila-Rojas, 2021).

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Relaciones internacionales y feminismos • 61

Un poco más tarde (1992-1998), la escuela de pensa-


miento poscolonial indagaría en la figura de la subalterni-
dad, avanzando en la definición de las formas en las que
esa dominación histórica colonial es objetivada y plasmada
en construcciones culturales contemporáneas. Algunos de
sus exponentes han sido Gayatri Spivak, Paul Gilroy, Stuart
Hall, Homi Bhabha y Dipesh Chakrabarty. La subjetividad
de la subalternidad, sostuvo Spivak (1988), está bloqueada
desde afuera, y por ello es imposible rescatar su voz y que se
constituya como un sujeto político con fuerza propia, per-
maneciendo como un objeto de estudio que termina recon-
firmando las jerarquías de quienes intentan hacerlo hablar.
No puede hablar esa voz porque carece de espacio de enun-
ciación, porque la narrativa histórica ha elevado algunas
voces y silenciado otras para que prevalezca un discurso
oficial. Esa subalternidad, además, constituye un espacio de
otredad y diferencia que no es homogéneo, que no es gene-
ralizable, que no configura una posición de identidad. El
sujeto subalterno femenino, en ese contexto, se encuentra
además en la más profunda oscuridad (Spivak, citada por
Ballestrin, 2021).
El pensamiento poscolonial emergió como consecuen-
cia de los procesos de descolonización de las potencias
europeas en los territorios asiáticos y africanos. Los pri-
meros impulsos para la sistematización de ideas los dieron
académicas y académicos de orígenes africanos y asiáticos
en su rol de investigadores migrantes a centros educativos
en Europa y Estados Unidos. Desde allí, ahondaron en los
impactos del colonialismo en múltiples dimensiones de la
vida social como son los ámbitos político, cultural, intelec-
tual, subjetivo, explorando las tensiones entre subjetividad,
identidad, poder, representaciones y conocimientos (Balles-
trin, 2021).
En América Latina, los estudios poscoloniales se con-
centraron inicialmente en la crítica literaria y en la antropo-
logía, comenzando por resaltar el uso de fuentes no docu-
mentales para la construcción de conocimiento. Florencia

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62 • Relaciones internacionales y feminismos

Mallón nos convocó así a pensar el desarrollo de hegemo-


nías estratificadas, en las que se considerara a las culturas
y comunidades subalternas como totalidades complejas y
divididas, y a las relaciones de poder regional, nacional e
internacional como espacios de articulación y rearticula-
ción histórica.
Los teóricos poscoloniales marcaron el proceso de
internacionalización del colonialismo como un núcleo cen-
tral del entramado de dominación y expansión económica
de las potencias europeas (Marchand y Meza Rodríguez,
2016; Ballestrin, 2021), sosteniendo la hegemonía de la cul-
tura moderna a fuerza de dinámicas racistas, eurocentristas
y orientalistas (Ballestrin, 2021). La internacionalización
fue el medio esencial para trasladar cosmogonía y patrones
culturales y de comportamiento desde la metrópoli y hacia
los territorios colonizados, reproduciendo discursos y prác-
ticas que lograron perpetuarse incluso posteriormente a los
esfuerzos independentistas de cada colonia, en el impulso
de las elites extranjerizantes. Los sujetos occidentales han
sido definidos históricamente en oposición jerárquica a los
otros, racializados y colonizados, y entonces sujetos a for-
mas de control y violencia (Teo y Wynne-Hughes, 2020). A
partir de esta corriente de pensamiento, podemos leer a la
colonización y el colonialismo como parte de un proceso
global, transnacional y transcultural en el que Occidente
logra constituirse como el centro difusor de un paradigma
dominante (Ballestrin, 2021), además de permitir identificar
cómo los discursos coloniales sobre la diferencia justifican
las jerarquías históricas y las violencias, en directa crítica a
la disciplina de RI (Teo y Wynne-Hughes, 2020).
En América Latina, en 1998, se consolidó la corrien-
te de pensamiento decolonial alrededor del trabajo del
grupo modernidad/colonialidad. Sus principales referentes,
de origen latinoamericano (Quijano, Mignolo, Grosfoguel,
Castro Gómez, Maldonado-Torres, Walsh, Segato, entre
otros), comprenden a la Conquista de América (1492) como
el punto de partida del proyecto civilizatorio moderno

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Relaciones internacionales y feminismos • 63

europeo y de la difusión del capitalismo como mode-


lo económico global. Las dinámicas transnacionales de la
modernidad son abordadas desde marcos de sentido plura-
les, incluso previos a la Conquista, que introducen diversas
conceptualizaciones sobre la modernidad e incluso sobre
Occidente (Teo y Wynne-Hughes, 2020).
Impulsan el concepto de “colonialidad del poder” (Fon-
seca y Jerrems, 2012), que conecta las lógicas de domina-
ción implantadas por la modernidad con las condiciones de
subordinación en las que todavía se encuentran las zonas
colonizadas. Aun cuando hayan formado sociedades nacio-
nales independientes, se reproducen en esas sociedades
dinámicas de poder que perpetúan la colonialidad a través
de lógicas de discriminación y diferencia; a la vez que sos-
tienen a esas regiones en posiciones subordinadas a nivel
global. Entendemos, desde este enfoque, que el poder no es
homogéneo ni lineal, sino que circula en diversas direccio-
nes funcionando como una red multinivel, forjadora de un
modelo que estipula lo deseable y lo no deseable a partir de
parámetros europeos u occidentales.
Pero hay otro concepto que aporta esta escuela y que
habilita a encontrar puntos en común con los marcos teóri-
cos feministas, y es el concepto de “colonialidad del saber”.
Junto con las lógicas de dominación implantadas a partir
de la Conquista, se determinan formas de categorizar y
diferenciar las sociedades desde un modelo central que es
el de la humanidad europea. A partir de ese parámetro, son
conceptualizadas y explicadas las formas de vida de otras
sociedades, no occidentales europeas, y que se asumen en
falta o no evolucionadas en relación con aquellas. En cien-
cias sociales es posible identificar a la voluntad de saber con
cierta posición de poder sobre el objeto de estudio, que bus-
ca conocer a un Otro muchas veces poniendo ese conoci-
miento “al servicio de la empresa colonial” (Ballestrin, 2021:
180, traducción propia). Podemos pensar, entonces, que uno
de los principales aportes de la escuela decolonial es el de
ampliar las categorías de análisis y revisarlas críticamente,

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64 • Relaciones internacionales y feminismos

evaluando sus alcances e implicancias en cuanto brindan


sustento epistemológico a la discriminación, el racismo, la
subvaloración de las sociedades no europeas (Maldonado
Torres, 2007). Los estudios decoloniales han basado sus
fundamentos teóricos en la crítica epistemológica sobre el
proceso de colonización y su impacto en las ciencias socia-
les, fuertemente arraigados al pensamiento antiimperial,
antirracista y anticolonial.
Posiciones críticas como estas permiten trascender los
límites disciplinarios que separan a Occidente del resto
del mundo y que postulan respuestas dogmáticas y análisis
limitados. Estas corrientes de pensamiento desafiaron las
intenciones de análisis modular sobre regiones, la nación y
las identidades, ampliando el enfoque hacia las construccio-
nes subalternas y las experiencias alternativas a las occiden-
tales. Las formas de dominación de las colonias y excolonias
latinoamericanas pueden ser pensadas desde la multiplici-
dad y la relacionalidad (Segato, 2013; Curiel, 2011; Rivera
Cusicanqui, 2018). El pensamiento decolonial, que parte de
afirmar esa heterogeneidad constitutiva, supone compren-
der la intersección de diversos ejes de dominación aún acti-
vos e intervinientes en determinar la vida de las personas,
incluso sus formas de pensar y entender su entorno. Las
categorizaciones sociales, entonces, solo pueden pensarse
entremezcladas o interconectadas, y la intención de iden-
tificar una única forma específica de opresión reproduce
formas hegemónicas de pensamiento que terminan fijando
categorías identitarias homogeneizadoras e invisibilizando
diversidades (Segato, 2013; Stoffel, 2018).
El impacto sobre las RI se conoce como el giro onto-
lógico decolonial y permite incorporar perspectivas analíti-
cas sobre lo internacional que no responden a las visiones
modernas y eurocéntricas que constituyen la tradición de
la disciplina. Esas perspectivas se consideran productoras
de análisis parciales, que condicionan un conocimiento ses-
gado, además de perpetuar relaciones jerárquicas en el sis-
tema global (Rodríguez-Texeira, 2020). La preponderancia

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Relaciones internacionales y feminismos • 65

de temáticas Estado-céntricas son consecuencia del anclaje


de las RI en la cultura política liberal y en la concepción
de progreso occidental, propuesta que “obvia el rol cons-
titutivo de las colonias y del proceso de occidentalización
en la creación de las relaciones internacionales” (Fonseca,
2015: 37).
Ballestrin (2021) sostiene que el poscolonialismo otor-
gó un nuevo significado al concepto de “tercer mundo”,
entendido ahora como un espacio de solidaridad entre los
pueblos que comparten un pasado colonial; y también como
un espacio donde se desarrollan resistencias territoriales
y geopolíticas. En ese contexto, emerge lo que ella llama
“feminismo tercermundista”, que observa el impacto de las
divisiones geopolíticas en la vida de las mujeres.
El giro decolonial evidenció las falencias de las RI en el
análisis de las sociedades y problemáticas no occidentales y
nos alertó sobre la relevancia de integrar perspectivas que
consideren la otredad y su capacidad epistémica como váli-
da, con el objetivo de ampliar los límites conceptuales de la
disciplina. Para avanzar en esta tarea, se torna determinante
profundizar el análisis del vínculo entre el colonialismo, la
modernidad y la conformación de los Estados nación. En
este mismo volumen, el capítulo escrito por Laura Masson
reflexiona sobre la forma política nación desde un marco
teórico que propone un enfoque de género para ese análisis.
Del entrecruzamiento entre poscolonialismos y feminis-
mos, nos ocupamos en las páginas que siguen.

Feminismos y poscolonialidad en RI

Una de las contribuciones más importantes de las teorías


feministas a las RI ha sido ampliar la agenda de temas
de investigación, incorporando nuevos y también nuevas
dimensiones de temas tradicionalmente abordados. Los
paradigmas constructivistas abrieron las discusiones sobre

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66 • Relaciones internacionales y feminismos

las jerarquías de género y permitieron identificar las estruc-


turas de las inequidades sociales, políticas y económicas
basadas en categorías históricas de sexo y género. Esas
reflexiones mostraron cómo operan mecanismos de poder
en términos simbólicos, pero también en cuanto consolidan
condiciones materiales (Waltz, 1959; Morgenthau, 1986;
Wendt, 2005).
En términos conceptuales, y sin que este sea su logro
más importante, las teorías feministas de las RI occidentales
han logrado introducir la categoría de género3 en el análisis
de lo internacional (Marchand, 2014). Anteriormente, en el
mejor de los casos, la cuestión de género parecía haberse
limitado al análisis del ámbito nacional o local.
Esta estrechez analítica está vinculada a la distinción
entre las esferas pública y privada que se instaló fuertemen-
te con el desarrollo del capitalismo moderno y que ha sido
fundamental para el análisis de procesos o fenómenos socia-
les (Pateman, 1988). Así, cada esfera se cargó con sus propias
características, expectativas y roles, que coincidían con los
otorgados a las construcciones binarias de género: la esfera
doméstica o privada estaba reservada para la reproducción
social, desarrollada por las mujeres; mientras que la esfera
política o pública fue la que concentró las discusiones sobre
el poder, la nación y el Estado, ámbitos reservados para los
hombres. Los estudios de Enloe sobre el trabajo sexual y
la trata de personas en áreas de conflicto armado muestran
que hay concepciones particulares del sector privado que
afectan la forma en que los Estados llevan a cabo acuerdos
mutuos (Enloe, 1983 y 2014). La separación de áreas de

3 Es importante destacar que el uso de categorías como género ya ha sido


ampliamente criticado en las ciencias sociales. Jules Falquet reúne las críticas
realizadas por varias teóricas, incluida Judith Butler, que han señalado que
esa categoría está aún muy ligada a aspectos biologicistas, por lo que termi-
na confundiéndose la perspectiva de género con mujer. El reduccionismo y
el vaciamiento de la categoría de género afirman una mirada neoliberal de la
sociedad mientras que oblitera los mecanismos de opresión interconectados
(clase, raza, género, etc.) que no resultan cuestionados (Falquet, 2022).

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Relaciones internacionales y feminismos • 67

acción entre géneros propone una barrera para el acceso de


las mujeres al campo político y, también, a la escena inter-
nacional. Pero aún más grave, instala una profunda miopía
académica con respecto a los problemas relacionados con la
disciplina. El género se convirtió en una categoría analítica
iluminadora que permitió identificar los silencios y las invi-
sibilidades de las perspectivas occidentales hegemónicas en
RI (Marchand, 2013).
Inicialmente, la perspectiva de género sirvió para
incluir una nueva dimensión de análisis. Finalmente, ese
marco teórico dio lugar a la discusión y explicación de
los fundamentos de las relaciones de género, encontrando
vínculos con la forma en que el poder se distribuye interna-
cionalmente. Las teorías feministas atrajeron al campo de
los estudios internacionales el análisis de las subjetividades,
sacaron el foco de las visiones positivistas, racionalistas y
jerarquizadoras, ubicando en el centro a las experiencias
y las identidades. Propusieron pensar desde los márgenes
de la disciplina, e introdujeron al campo nuevos interro-
gantes, vinculados al abordaje de relaciones de dominación
y subordinación en el sistema internacional, pero también
dentro de la disciplina.
Aunque las teorías feministas se componen de una
diversidad de enfoques y posiciones políticas (sobre las más
destacadas de estas manifestaciones, escribe Alma Espino
en este volumen), es posible identificar algunos ejes comu-
nes, como la apreciación sobre el conocimiento como
emancipatorio y de utilidad para explicar la condición de
subordinación de las mujeres desde los niveles locales hasta
los globales (Trujillo, 2016). La descripción y el análisis de
la opresión nos permiten pensar en formas de superarla, así
como reflexionar sobre los procesos que seguir para cons-
truir un orden internacional más igualitario.
Entonces, podemos señalar que los enfoques teóricos
feministas occidentales coincidieron en revisar las catego-
rizaciones de género y las relaciones sociales construidas
alrededor de estas ideas. Como resultado, cuestionaron la

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68 • Relaciones internacionales y feminismos

dominación histórica del hombre sobre la mujer. Estas rela-


ciones de dominación se basan en construcciones simbóli-
cas que operan simultáneamente en varios niveles: social,
cultural, económico y político, entre otros.
En este devenir, los feminismos poscoloniales señala-
ron especialmente la necesidad de expandir los límites de
la disciplina hacia la inclusión de la pluralidad y la diversi-
dad. La pluralidad de voces dentro de un enfoque teórico
que valoriza la diversidad, como es el feminismo, puede ser
difícil de comprender desde marcos teóricos más conven-
cionales para las RI (Ackerly y True, 2008). La incorpora-
ción de estos enfoques refiere a pluralidad metodológica
también, ya que, si algo ha caracterizado al feminismo, es
la interdisciplinariedad que sostiene. Ahí hay un punto de
coincidencia muy relevante de los enfoques poscoloniales y
decoloniales con los feminismos latinoamericanos, ya que
siguiendo un fuerte compromiso político con su objeto
de estudio han sido críticos del desarrollo de las teorías
occidentales. Los últimos especialmente han denunciado la
dominación epistémica de Occidente al imponer categorías
y modelos de análisis, y conceptualizaron a esa relación
histórica como la colonialidad del saber.
En general, los feminismos poscoloniales y decoloniales
colocan sus críticas en el contexto de producción de cono-
cimiento caracterizado por el colonialismo y, a partir de ahí,
proponen un enfoque interseccional tanto en su estrategia
metodológica como en su posicionamiento político. Cues-
tionan premisas instaladas por los feminismos y el colonia-
lismo para proponer nuevos debates y diálogo, reclamando
a las teorías feministas occidentales la inclusión de la diver-
sidad como contraposición a la construcción de categorías
homogéneas y universales para comprender la vida de las
mujeres que dejan fuera del análisis las particularidades de
las mujeres no occidentales (Anthias, 2002). Denuncian que
la construcción de una nueva alteridad desde la perspectiva
feminista occidental reproduce una nueva forma de colo-
nialismo (Mohanty, 1984).

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Relaciones internacionales y feminismos • 69

Es esta condición multidimensional de los fenómenos


sociales, políticos e históricos lo que aleja a la lucha feminis-
ta europea y blanca de las reivindicaciones de las mujeres
del tercer mundo y las hace objeto de lo que llama “violencia
epistémica”, dada su ausencia de los temas de debate acadé-
mico. Es necesario recorrer la historicidad de estas ontolo-
gías, para desentrañar los mecanismos a través de los cuales
se ha solidificado la matriz de dominación (Anthias, 2012)
sobre los grupos subalternos. Las jerarquizaciones así cons-
truidas y ontológicamente incorporadas redundan en una
distribución desigual de recursos, pero también en escalas
de valor propias de esa sociedad y prácticas relacionadas
con la moralidad resultante que dan espacio a procesos de
inferiorización y explotación (Anthias, 2012).
Desde el feminismo, la teoría decolonial fue tomada
por María Lugones, quien además era activista del feminis-
mo negro y parte del Proyecto Colonialidad-Modernidad-
Descolonialidad (Villarroel Peña, 2019). Lugones recupe-
ró los aportes del pensamiento feminista afroamericano,
donde la idea de interseccionalidad ya estaba ampliamen-
te difundida, y construyó el concepto de “colonialidad del
género” (Lugones, 2008).
El pensamiento feminista latinoamericano se nutre de
las tradiciones de los feminismos comunitario, negro, indí-
gena, popular, y por ello se trata de una corriente hete-
rogénea, que reúne diversas posicionalidades y entrecru-
zamientos teóricos. Autoras latinoamericanas como María
Lugones, Yuderkys Espinosa y Ochy Curiel, Karina Ochoa,
Gladys Tzul Tzul, Aura Cumes y Julieta Paredes (Villarroel
Peña, 2019) denunciarán la construcción de taxonomías
universalizantes y carentes de sentido histórico, que no
permiten pensar la especificidad de la subordinación de las
mujeres de la región, atravesadas por matrices de domina-
ción múltiples.
Subrayar la heterogeneidad de las formas de opresión
que pesan sobre las mujeres (y las diversidades sexuales)
en las sociedades anteriormente coloniales es una forma de

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70 • Relaciones internacionales y feminismos

resaltar la naturaleza eurocéntrica de las teorías hegemó-


nicas, y muestra que en estas comunidades la colonización
consolidó una inferiorización racial en coincidencia con
la subordinación de género (Oyewumi, 2002). Las teorías
feministas poscoloniales han podido complementar el enfo-
que de las relaciones de poder basadas en el género con la
revisión de las jerarquías raciales.
Pero la discusión teórica en torno al colonialismo no
era nueva para las ciencias sociales latinoamericanas. Lo
que se conceptualizó en los 70 como colonialismo interno
funciona como una matriz estructuradora que opera hasta
el presente y que es responsable de la pérdida de las bases
materiales y simbólicas sobre las cuales las mujeres mantu-
vieron su autonomía. A partir de ahí, se podría afirmar que
las relaciones de subordinación basadas en la raza, la clase
o el género no desaparecieron con los procesos de inde-
pendencia, y que aún influyen en las sociedades e identi-
dades (Ling, 2017). Las feministas latinoamericanas afirma-
rían que analizar la intersección entre esas dimensiones de
dominación social era crucial para comprender la situación
de las mujeres y otros grupos subalternos.
Los feminismos en el campo latinoamericano de RI pro-
ponen herramientas para reconocer temas, actores, accio-
nes que suceden en espacios fuera de Occidente (Acharya,
2011 y 2014), en un intento por superar el etnocentrismo
y la exclusión que han caracterizado la disciplina. Es en la
experiencia de las mujeres latinoamericanas donde apare-
cen las intersecciones entre el imperio, la nación y la his-
toria de la movilización colectiva (Chowdhry y Nair, 2002).
A partir de esa experiencia, podemos atender las relaciones
de poder y subordinación de un mundo que ya no se centra
en Occidente, sino en la heterogeneidad y el poder del frag-
mento. En cuanto marcos teóricos, brindaron herramientas
conceptuales para demostrar la persistencia de los centros
de poder del colonialismo y las estrategias de dominación
que los sostienen, pero también mostraron nuevas formas
comunitarias que incorporan cierta heterogeneidad.

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Relaciones internacionales y feminismos • 71

Es por eso por lo que las contribuciones feministas


latinoamericanas a menudo funcionan como una crítica del
feminismo global o hegemónico, que puede adoptar prácti-
cas o connotaciones imperialistas. La crítica feminista lati-
noamericana puede comprenderse como una gran pregunta
sobre la posicionalidad, es decir, como un interrogante acer-
ca de quiénes son y desde dónde hablan las personas que
construyen conocimiento e ideas feministas (Picq, 2013).
En el caso específico de la disciplina de las RI, la des-
colonización del feminismo busca, entonces, desmontar la
centralidad de la perspectiva occidental que ha caracteri-
zado al campo y a las ciencias sociales en general. El giro
ontológico colonial en la disciplina, además de criticar el
statu quo vigente y de desestatalizar a las RI, produjo gran-
des aportes en lo relativo a las relaciones entre lo local y lo
global, específicamente en ampliar el análisis hacia proble-
máticas que conectan esos niveles.
Los feminismos latinoamericanos instalaron abordajes
de temáticas específicas y diversas, como por ejemplo la
ampliación o el reconocimiento de los derechos indígenas,
de las mujeres, de las diversidades, el pedido de acceso a la
tierra o los espacios ancestrales, la defensa de los recursos
naturales, etc. Además, propone la construcción de saberes
situados (Picq, 2013), haciendo foco en la capacidad episté-
mica de los actores del sur global, específicamente teniendo
en cuenta los conocimientos, las cosmovisiones y las tradi-
ciones ancestrales. Esta propuesta invita y hace evidente la
necesidad de crear nuevas categorías y modelos de acción
que lleven a los pobladores del sur a posicionarse como par-
te de lo universal o pluriversal, a dejar atrás el imaginario
de individuos pasivos y fortalecer su posición como toma-
dores de decisiones con capacidad epistémica de producir
conocimiento.
La revisión del marco tradicional de las RI nos per-
mite también ver la lógica subyacente de la división inter-
nacional del trabajo, que supone que el trabajo femenino
en las naciones poscoloniales es barato, y conectar así los

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72 • Relaciones internacionales y feminismos

nacionalismos con las experiencias de movilización polí-


tica feminista (Marchand, 2014). Los estudios brasileños
sobre mujeres negras y sobre movilizaciones de mujeres,
al señalar la inserción de las demandas de las mujeres de
Brasil en corrientes más amplias del feminismo negro, han
demostrado la conexión entre las agendas internacionales
y nacionales (González, s/f; Pitanguy, 2015; Pons Cardoso,
2014). Comprendiendo que, desde una perspectiva deco-
lonial, podrán entenderse integralmente las vinculaciones
entre lo global y lo local, rescatando experiencias diversas
de los fenómenos internacionales y abriendo la posibilidad
de pensar alternativas políticas a los desafíos globales del
presente teniendo como objetivo la profundización de aná-
lisis de género y la desmasculinización de las RI.
Esto último se vislumbra en el trabajo de la autora
Juliana Paredes, quien busca generar estudios que permitan
comprender el lugar que han ocupado las mujeres a lo largo
de la historia, su principal objetivo se orienta a crear una
propuesta política de resistencia transformadora (Paredes,
2006). Al exponer su pensamiento, la autora pone espe-
cial atención en no idealizar las relaciones entre hombres
y mujeres precoloniales en América Latina. Alerta sobre
la necesidad de evitar un “enroque” de opresión machis-
ta colonial por uno precolonial. Para ello, Paredes plantea
como ideal superador al feminismo comunitario con la
intención de desarrollar una propuesta teórica y política
sobre las bases de la concepción indígena andina del mun-
do, de las mujeres, de los hombres y de todos los seres vivos.
Su formulación epistémica retoma el concepto de “comuni-
dad” con la intención de evadir las relaciones binarias jerar-
quizadoras entre hombres y mujeres. Propone adoptar a la
comunidad como una unidad política transformadora y la
considera un organismo donde cada uno de sus integrantes
es único, necesario y autónomo (Guzmán y Triana, 2019).
El feminismo comunitario latinoamericano aporta al
campo de las relaciones internacionales la propuesta de des-
colonizar y desneoliberalizar a la disciplina, al considerarla

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Relaciones internacionales y feminismos • 73

regida por el género, la clase, la etnia y el sesgo norte-


sur. Cuestiona específicamente a las mujeres y teóricas del
“norte-rico” por su complicidad con el patriarcado transna-
cional, al haber propuesto la equidad de género como obje-
tivo del feminismo (Paredes, 2013). Sustentan esta crítica en
la irrelevancia que le han otorgado al aporte histórico desa-
rrollado por el feminismo comunitario sobre el lugar que
han ocupado las mujeres indígenas en la historia. Análoga-
mente, consideran que adoptan una concepción lineal de la
historia, progresiva e individualista que sitúa al feminismo
del sur como incivilizado frente a los feminismos occiden-
tales (Guzmán y Triana, 2019; Paredes, 2017). Para Paredes,
entonces, señalar la opresión del patriarcado es una forma
de sintetizar los alcances del racismo, la explotación eco-
nómica y el sistema heterosexista, y por eso el feminismo
comunitario es una solución global, para toda la humanidad
(Falquet, 2020).

Reflexiones finales

Las RI críticas han avanzado en legitimar las contribucio-


nes periféricas como fuente de la disciplina y en remarcar
el modo en que la hegemonía del norte global ha moldeado
la construcción del campo de estudio (Blaney y Tickner,
2012). Han denunciado enfáticamente la construcción de
una tradición teórica sobre los cánones de la modernidad,
funcionando como configurador de relaciones, jerarquías y
estructuras mundiales de dominación (Querejazu, 2013) y, a
pesar de las resistencias, han logrado incorporar preguntas
sobre la inequidad y la justicia (Chowdhry y Nair, 2002). Por
ello consideramos importante discutir el diálogo posible
entre abordajes críticos, que coinciden en plantear disputas
a los marcos epistemológicos consolidados, exponiendo las
relaciones de poder existentes en el objeto de estudio, pero
también dentro de la disciplina.

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74 • Relaciones internacionales y feminismos

Un diálogo interesante lo produce el concepto de


“interseccionalidad”, que emerge en lo que algunos autores
consideran el giro constructivista de las ciencias sociales. Lo
propuso Kimberlé Crenshaw en 1989 a partir del análisis de
decisiones judiciales en que intervenían personas y mujeres
negras. El artículo de Crenshaw destaca, con mucha clari-
dad, la desigualdad vivida por las mujeres negras disocián-
dola de las condiciones de desigualdad que el feminismo,
liderado por mujeres blancas y de clase media o alta, des-
cribía y buscaba combatir. Más allá de una muy interesante
crítica al feminismo, la reflexión de Crenshaw introdujo
el argumento de una necesaria posicionalidad al encarar
análisis y diseñar políticas públicas que impliquen diver-
sas categorías raciales, étnicas y de género. Su argumento
sostenía que la intersección de género y raza producía un
dilema político y teórico en el que las mujeres negras queda-
ban atrapadas y sus experiencias quedaban completamente
tapadas. El paradigma que interpretaba la discriminación
desde un eje primordial perpetúa un marco de análisis que
considera que género y raza son categorías excluyentes.
En la década siguiente, el término “interseccionalidad”
se globalizó y fue adoptado por organizaciones sociales
y organismos internacionales. De hecho, la Comisión de
Derechos Humanos de las Naciones Unidas (creada en 1946
y reemplazada en 2006 por el Consejo de Derechos Huma-
nos) introdujo en su resolución respecto de los derechos
humanos de las mujeres del 23 de abril de 2002 que recono-
cía la importancia de explorar la intersección de múltiples
formas de discriminación (citado por Yuval Davis, 2006).
Nira Yuval Davis reconstruye un argumento que señala que,
en los documentos de la Plataforma de Acción de Beijing
(1995), ya aparecían elementos para un enfoque interseccio-
nal, mencionando múltiples barreras que frenaban el empo-
deramiento de las mujeres y coartaban su acceso a libertades
fundamentales. En 2000, el Comité para la Eliminación de la
Discriminación Racial adoptó una recomendación general
respecto de analizar la vinculación entre la discriminación

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Relaciones internacionales y feminismos • 75

racial y de género. Ese mismo año, la Reunión de Expertos


sobre Discriminación Racial y de Género desarrollada en
Zagreb (en preparación para la conferencia mundial contra
el racismo, UN WCAR, según sus siglas en inglés) hizo el
intento de desarrollar una metodología específica desde un
enfoque interseccional.
En adelante, distintas exponentes del feminismo con-
tribuyeron al debate sobre la forma en que esta intersección
puede observarse y cuáles son las herramientas metodoló-
gicas que implementar, a partir de la relectura de la metá-
fora del cruce de calles que Crenshaw describió en 1989.
Pero, como describimos en páginas anteriores, la crítica a la
forma de construir conocimiento desde Occidente ha sido
el eje de las escuelas de estudios subalternos y estudios
poscoloniales. Es por eso por lo que autores como Stoffel
(2018) y Chowdhry y Nair (2002) sostienen que la idea de
interseccionalidad ya estaba planteada desde esas corrientes
de pensamiento al incorporar categorías de género, raza,
etnia, entre otras, al análisis. Stoffel señala que el esfuerzo
de Crenshaw de mostrar que género y raza son categorías
interrelacionadas fracasa al implementar la metáfora de la
intersección de calles, ya que la definición misma de una
intersección requiere que esas categorías estén separadas.
Pero, más allá de la interpretación de una figura que
puede no ser la más pertinente, lo que rescata del enfoque
poscolonial es la idea de que género y raza son categorías
relacionales y mutuamente constitutivas a través de relacio-
nes históricas complejas. Esto significa sostener que ambas
categorías están invariablemente contaminadas de la otra y
por ello no es posible sostener que estén ontológicamente
separadas (Stoffel, 2018). Falquet añade que la relación entre
esas formas de opresión debe comprenderse como dinámi-
ca, y por eso las metáforas visuales de entrecruzamiento
son limitadas; y propone pensar en términos de relaciones
sociales, históricas, relaciones de fuerza históricas que van
separando a los individuos de acuerdo a diversos intereses
en grupos antagónicos (Falquet, 2020). Para ello introduce

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76 • Relaciones internacionales y feminismos

el concepto de “imbricación”, al igual que Chowdhry y Nair


(2002).
Un enfoque relacional, entonces, requiere pensar las
posiciones privilegiadas o centrales para comprender la
situación de posiciones subalternas. Del mismo modo, los
teóricos de la dependencia en América Latina habían adver-
tido que, para comprender las condiciones de desarrollo de
la región, era importante conocer la historia global (sobre
abordajes feministas de las estrategias de desarrollo, puede
leerse el capítulo de Xaman Minillo en este mismo libro).
Es así que afirmaron que las categorías comprendidas como
universales (como la categoría de mujer, fundada desde la
experiencia de las mujeres blancas de clase media y alta de
Occidente), entonces, se reforzaron en el encuentro con la
otredad que habitaba los espacios colonizados. La dicotomía
civilización/naturaleza contribuyó a fijar características a
esas masculinidades y feminidades universales y hegemóni-
cas, que moldearon las expectativas de los roles de género
desde entonces difundidos globalmente.
El problema de las categorías sociales fijadas des-
de posiciones de privilegio es, como nos recuerdan Yuval
Davis (2006) y Stoffel (2018), que marginan a las personas
que son objeto de múltiples formas de opresión, dejando
en la oscuridad sus condiciones y reclamos. Pero además,
y de vital importancia para nuestro planteo aquí, provocan
análisis distorsionados de las condiciones en las que se pro-
ducen situaciones de discriminación basadas en sexo o raza.
Esos análisis se presentan como universales, objetivos y sin
posibilidad de ser tendenciosos.
Esto nos resulta muy interesante para abonar la crítica
hacia las RI por producir un conocimiento androcéntrico y
eurocéntrico (Tickner, 2011), ya que suma el reconocimien-
to de que las posiciones ideológicas sobre las que fue cons-
truida la disciplina inicialmente tapan la existencia de fenó-
menos que suceden por fuera del sistema de Estados nación
modernos y democráticos; así como la existencia de acto-
res no estatales intervinientes en el sistema internacional.

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Relaciones internacionales y feminismos • 77

En todo caso, el texto de Crenshaw nos obliga a pensar


sobre cierta normalización epistemológica que, al estable-
cer como válida una forma de conocimiento, oblitera la
existencia de otras interpretaciones posibles, desde marcos
heterogéneos.
Desde los marcos teóricos que exploramos en estas
páginas, se desprenden nuevas agendas de investigación o
reflexión que llaman, en sí mismas, a abrir la reflexión sobre
lo internacional a nuevas propuestas epistemológicas. Un
análisis de los fenómenos sociales e internacionales que real-
mente se proponga recuperar las voces y representaciones
de quienes exceden las formas descritas y diseminadas por
Occidente debería partir de comprender la posicionalidad
de quien investiga como una dimensión constitutiva (Picq,
2013). Es decir, considerar que la clase, la raza, la etnia de
quien investiga también condicionan la forma en que codi-
fican y categorizan los fenómenos y las experiencias que les
son extraños, normativizando la experiencia propia4. De esa
forma, puede abrirse a considerar las diversas formas en las
que las comunidades construyen categorías e identidades
(Querejazu, 2021), así como sentidos de pertenencia, y cómo
se materializan en instituciones, normas, conductas y sub-
jetividades. Esas formas de ordenar lo social se entretejen y
reproducen continuamente con las formas hegemónicas de
la diferencia. La tradición latinoamericana de pensamien-
to puede contribuir a triangulaciones teóricas o enfoques
heterogéneos, que contemplen la diversidad como punto de
partida y no como un resultado de la observación.
Tras varias décadas de predominancia teórica anglosa-
jona en el campo de estudio, a partir de 1980 ingresan pau-
latinamente las voces “disidentes” a las RI. Según Rosalba
Icaza (2014), estos enfoques críticos, a pesar de ser hetero-
géneos, tienen ejes en común que se orientan a cuestionar
el orden mundial vigente, a generar conceptos y a crear

4 Ballestrin (2021) incluso habla del ejercicio de cierto paternalismo teórico o


analítico sobre la otredad.

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78 • Relaciones internacionales y feminismos

un lenguaje específico. Amplían su sustento teórico hacia


el nivel internacional dando espacio a nuevos discursos,
actores y conceptos. La principal contribución al campo de
estudio se centra en modificar los parámetros epistémicos
normativizados en las RI y comprender que los enfoques
radicales son políticos “pues identifican procesos, actores,
instituciones y discursos que generan la exclusión de ciertos
saberes y comprensiones de lo internacional” (Icaza, 2014,
p. 76).

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Wendt, A. (2005). La anarquía es lo que los estados hacen
de ella. La construcción social de la política de poder.
Revista Académica de Relaciones Internacionales, 1.

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Investigación feminista
en relaciones internacionales

Epistemología y metodología

YETZY VILLARROEL PEÑA1

Introducción

Nunca habrá un nuevo orden mundial hasta que las mujeres


sean parte de él.
Alice Paul

Las teorías feministas tienen un impacto transformador sig-


nificativo en el campo de las relaciones internacionales al
introducir nuevas ontologías, epistemologías y metodolo-
gías que remodelan nuestra percepción del mundo y revita-
lizan la disciplina. Estas teorías se integraron a los estudios
internacionales en la década de 1980, a través de enfoques
reflexivos que promovieron una comprensión más crítica
e inclusiva de los asuntos internacionales. Este cambio se
reflejó en la publicación de un número especial dedicado
a las mujeres en la revista académica Millennium: Journal
of International Studies, donde se destacó la reformulación
feminista de los principios del realismo político de Hans
Morgenthau, llevada a cabo por J. Ann Tickner (1988). Así
mismo, la pionera del feminismo, Cinthia Enloe (1989), en
esa misma época adoptó y adaptó el lema feminista popu-
larizado por Kate Millett (1969), “Lo personal es político”,
transformándolo en la poderosa afirmación “Lo personal

1 Universidad Simón Bolívar, Venezuela.

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84 • Relaciones internacionales y feminismos

es internacional”. Este cambio de paradigma provocó una


importante reevaluación de las dinámicas globales desde
una perspectiva feminista.
Estas teorías sitúan al género como un elemento cen-
tral del análisis, desafiando el objeto establecido de estudio,
es decir, las relaciones entre actores estatales, y dando voz a
quienes siendo marginadas han sido silenciadas, revelando
así las complejas relaciones de poder ocultas en la sociedad.
Además, proponen estrategias políticas que buscan cuestio-
nar la posición hegemónica del pensamiento establecido,
desafiando las relaciones jerárquicas de poder e identifican-
do la violencia estructural del sistema internacional (Tick-
ner, 2001).
Es esencial reconocer que el conocimiento, tanto en un
sentido general como en el ámbito de las relaciones inter-
nacionales, está influenciado por la desigualdad, por lo que
perpetúa la imposición de un único modo de conocer que
refleja sesgos de género, binarismo, perspectivas occidenta-
les y heteronormativas, lo que revela la falta de imparciali-
dad porque están atravesadas por sesgos de género (Tickner,
2001). Esta ausencia de neutralidad evidencia que el cono-
cimiento no puede separarse de las dinámicas de poder, ya
que tanto la teoría como la ciencia son productos de insti-
tuciones sociales que reproducen sistemas jerárquicos (Syl-
vester, 1994). En este contexto, los feminismos desafían esta
estructura establecida e invitan a repensar y reconstruir el
conocimiento y el poder en aras de la equidad y la justicia.
De allí que este capítulo intentará examinar cómo las
relaciones internacionales pueden ser abordadas a través de
la perspectiva epistemológica y metodológica propuesta por
la escuela feminista de las relaciones internacionales. Para
lograr esto, se ha llevado a cabo una revisión de investiga-
ciones feministas, recopiladas de revistas especializadas de
acceso abierto, haciendo énfasis particular en las investiga-
ciones realizadas en América Latina. El propósito es identi-
ficar las preguntas y los objetivos de investigación, analizar

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Relaciones internacionales y feminismos • 85

los enfoques utilizados, así como las categorías, los supues-


tos iniciales y los modos como las mujeres contribuyen al
conocimiento en este campo.

Relaciones internacionales desde la aplicación del giro


epistemológico feminista

La epistemología se refiere a la comprensión fundamental


del conocimiento, abordando la cuestión central de cómo
podemos conocer lo que constituye la ciencia. Lo hace
estudiando el origen, la naturaleza y la validez del conoci-
miento. La escuela de pensamiento feminista, mediante la
epistemología feminista, afirma que la persona que genera
conocimiento no es una entidad abstracta con habilidades
universales basadas en la objetividad, sino que es una per-
sona históricamente específica, con un cuerpo, intereses y
emociones que inevitablemente influyen en su pensamien-
to racional y en la formación del conocimiento (Blázquez
Graf, 2020). Todos estos elementos tienen incidencia en la
formulación de las preguntas de investigación, el feminismo
cuestiona sobre cómo influye el género en la concepción,
la práctica y los resultados del conocimiento y en cómo las
desigualdades de género afectan la producción de conoci-
miento en la disciplina internacional.
El enfoque feminista en el ámbito de las relaciones
internacionales, por un lado, subraya la importancia de inte-
grar el género como un factor intrínseco e interconectado
en el estudio de las relaciones internacionales, demostrando
su influencia en todos los aspectos de la política mundial.
Este enfoque no se limita solo al estudio de las mujeres y el
género, sino que abarca una perspectiva más amplia y com-
pleja que considera las interconexiones entre el género y
categorías fundamentales en las relaciones internacionales,
como lo son el Estado, los conflictos, las instituciones, la
seguridad y la globalización (Ackerly et al., 2006).

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86 • Relaciones internacionales y feminismos

Se argumenta que, así como es imposible compren-


der plenamente la dinámica de los Estados, los conflictos
y la seguridad sin considerar el género, resulta igualmente
inadmisible entender cabalmente el género sin examinar la
influencia y las interrelaciones que los temas y conceptos en
cuestión ejercen sobre él. Este enfoque desafía la ontología2
convencional de las relaciones internacionales, la cual ha
estado históricamente centrada en los Estados, los conflic-
tos, los asuntos militares y las instituciones internacionales.
Además, se apoya en los conocimientos adquiridos a través
de la investigación de sujetos marginados para cuestionar y
redefinir conceptos fundamentales de las relaciones inter-
nacionales tales como “seguridad”, “soberanía”, “nacionali-
dad” y “política global”. Asimismo, analiza explícitamente las
dimensiones de clase, raza, etnia y otras relaciones de poder
que influyen en las desigualdades de género en la política
mundial (Chan-Tiberghien, 2004, citada por Ackerly et al.,
2006).
En el contexto de América Latina, este enfoque femi-
nista se ha aplicado de diversas maneras. Por ejemplo, se
ha estudiado la influencia del género en las dinámicas de
liderazgo político en países como Argentina, Chile y Bra-
sil (Mandujano y Castañeda, 2020; Engler, 2018; Buvinic y
Roza, 2004). También se ha analizado cómo las desigualda-
des de género afectan la participación de las mujeres en los
procesos de paz y reconciliación en regiones afectadas por
conflictos armados, como Colombia (Vargas y Díaz, 2018).
Así mismo, se han examinado las implicaciones de género
en la gobernanza, la seguridad y el desarrollo en países
como México y Perú.
De acuerdo con Blázquez Graf et al. (2010) y Diana
Maffía (2018), la epistemología feminista presenta críticas

2 La ontología se refiere a la comprensión del mundo y constituye unidades


de análisis relevantes, como individuos, géneros, Estados, clases, etnias, y si
estas unidades y el mundo en sí mismo son constantes o dinámicos, suscep-
tibles de modificarse a través de la investigación, entre otros aspectos.

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Relaciones internacionales y feminismos • 87

significativas al enfoque tradicional de la epistemología. A


continuación, se detallan algunos puntos clave:

a. Desafío al conocimiento “objetivo” y “neutral”: la epis-


temología feminista argumenta que todo el conoci-
miento está influenciado por la posición subjetiva y el
contexto del conocedor. Por tanto, rechaza la noción
de que pueda existir un conocimiento completamente
“objetivo” o “neutral” separado de estos factores.
b. Reconocimiento de las voces marginadas: señala que el
conocimiento tradicionalmente aceptado a menudo ha
sido producido por grupos dominantes (en este caso,
principalmente hombres blancos de clase media y alta)
y refleja sus perspectivas. Por tanto, aboga por la inclu-
sión y el reconocimiento de la diversidad de voces y
experiencias, especialmente aquellas que han sido his-
tóricamente marginadas.
c. Valor de las experiencias subjetivas y la emoción: argu-
menta que las experiencias personales y la emoción son
fuentes valiosas de conocimiento y deben ser recono-
cidas como tal, en contraposición a enfoques más tra-
dicionales que a menudo valoran la razón o los hechos
“duros” sobre estos aspectos de la experiencia humana.
d. Interseccionalidad: el feminismo epistemológico a
menudo adopta un enfoque interseccional, lo que sig-
nifica que presta atención a cómo otros factores como
la raza, la clase y la orientación sexual interactúan con
el género y afectan a nuestras experiencias y a la pro-
ducción de conocimiento.
e. La crítica al androcentrismo: este marco epistemológi-
co critica la predominancia del punto de vista mascu-
lino en la producción del conocimiento y se esfuerza
por visibilizar cómo este centralismo ha contribuido a
sesgar nuestra comprensión del mundo.

Los feminismos en el ámbito de las relaciones inter-


nacionales revelan las distorsiones, los prejuicios, las

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88 • Relaciones internacionales y feminismos

exclusiones y la falta de supuesta objetividad, neutralidad y


universalidad presentes en los paradigmas clásicos (idealis-
mo, realismo, estructuralismo) de esta disciplina. Lo hacen
desmontando las categorías y los conceptos ideológicos con
los que se han construido narrativas discursivas que refuer-
zan el statu quo internacional, evidenciando la experiencia
de género que ha permanecido oculta en la historia oficial
(Lenine, 2021). Este enfoque feminista cuestiona las con-
cepciones tradicionales de conocimiento y aspira a recono-
cer y valorar las experiencias y voces de las mujeres y otros
grupos marginados (Spivak, 2006), desafiando narrativas
predominantes y ampliando las fuentes de conocimiento en
el campo de las relaciones internacionales.
Por un lado, el enfoque feminista en las relaciones inter-
nacionales busca desentrañar las relaciones de poder y las
jerarquías de género presentes en la política internacional,
analizando cómo el género se entrecruza e intersecciona con
otras formas de opresión, como la raza, clase, sexualidad,
entre otras, para identificar cómo estas estructuras afectan
las relaciones internacionales (Villarroel, 2018). También
resalta la importancia de la política de cuidado, recono-
ciendo y valorando el trabajo de cuidado realizado por las
mujeres tanto a nivel doméstico como a nivel global. Esto
implica analizar cómo las políticas y prácticas internacio-
nales afectan el bienestar de las personas y la distribución
desigual de responsabilidades de cuidado en las relaciones
internacionales, lo que permite ampliar nuestra compren-
sión de las relaciones internacionales y trabajar hacia una
disciplina más igualitaria y justa.
De manera concreta, los cuestionamientos que realiza
la escuela feminista a la disciplina internacional giran en
torno a los siguientes aspectos:

a. El uso de conceptos dicotómicos en el análisis inter-


nacional.

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Relaciones internacionales y feminismos • 89

b. La idea del sistema internacional como un medio anár-


quico que da poco valor a los espacios de cooperación
y colaboración, y naturaliza la guerra y el conflicto.
c. El carácter etnocéntrico en el que el otro no occidental
es carente de toda virtud, lo que termina por legiti-
mar acciones imperialistas, coloniales, imposiciones de
modos de vida, entre otros.
d. El tratamiento de conceptos de “poder”, “seguridad”,
“paz”, “soberanía”.
e. La no consideración del género como categoría de
análisis.
f. El esencialismo con el que se considera a la mujer
como naturalmente pacifista, dadora de vida, reforzan-
do roles de género.

Entre los rasgos distintivos de las epistemologías femi-


nistas, se centran en los siguientes aspectos:

a. Subrayan las diferencias de género en la base del cono-


cimiento y su implicación en la vida social.
b. La pregunta es importante, por ello reformulan las pre-
guntas tradicionales en clave de género, elaboran pre-
guntas nuevas, cuestionan todas las cosas y las estruc-
turas.
c. Los presupuestos ontológicos son pluridiversos, dando
origen a una ontología abierta al cambio constante y
comprensiva de las intersecciones que se producen en
las relaciones sociales y personales.
d. Se reconoce que las personas son una mezcla de racio-
nalidad y emoción, prestan atención a los elementos
subjetivos de la existencia. El conocimiento situado.
e. Cuestionan los esencialismos sobre los que se constru-
yeron la idea de femineidad y masculinidad.
f. Sistema patriarcal y capitalismo se juntan y oprimen.
g. Establecen la relación entre saber y poder.
h. Develan el androcentrismo y el sexismo en la produc-
ción de conocimiento.

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90 • Relaciones internacionales y feminismos

Mientras que se exploran las relaciones internacionales


desde una perspectiva feminista, se desarrollan habilidades
para pensar críticamente, lo que permite conectar las teo-
rías a la práctica y abordar problemas complejos de manera
creativa. En América Latina, los feminismos en las relacio-
nes internacionales abordan una amplia variedad de temas,
planteando cuestiones críticas y desafiando las narrativas
tradicionales en la disciplina (Gargallo, 2007; Hernández
Castillo y Suárez Navaz, 2008; Villarroel, 2018; Campagno-
li, 2018; Loza, 2021). La elección de estos temas y preguntas
específicos responde a una serie de factores que reflejan las
realidades y los desafíos únicos que experimentan las muje-
res y las comunidades de género no binario en la región.
Entre los temas que forman parte de la agenda de investi-
gación de los feminismos en las relaciones internacionales
en América Latina, se destacan, sin ser exclusivos, los que
siguen a continuación:

1. Género y conflicto: se analiza el impacto de los con-


flictos armados en las mujeres y las comunidades de
género no binario, así como el papel de las mujeres en
la promoción de la paz y la reconciliación. Las investi-
gaciones se centran en determinar cómo los conflictos
armados afectan de manera específica a las mujeres y
a las comunidades de género no binario en América
Latina (Segato, 2011a; Segato, 2011b), así como en el
rol crucial que desempeñan las mujeres en la cons-
trucción de la paz y la reconciliación en contextos de
conflicto en la región (López Méndez, 2016; Garrido
Ortolá, 2020). En América Latina, los conflictos arma-
dos y los elevados niveles de violencia han impactado
de manera desproporcionada a mujeres y comunida-
des de género no binario, justificando la necesidad de
comprender a fondo estas implicaciones para abordar
efectivamente las consecuencias de la violencia en la
región. Por ejemplo: el conflicto armado en Colombia
(Ayala y Osorio-Sánchez, 2016; ONU Mujeres, 2017;

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Relaciones internacionales y feminismos • 91

Rettberg et al., 2022), la guerra contra el narcotráfico


en México (Jiménez-Valdez, 2014; Segato, 2016; Gia-
comello, 2020), la guerra civil salvadoreña (Aguiñada
Dera, 2001; Kampwirth, 2007).
2. Política exterior y liderazgo: se investiga la participa-
ción de las mujeres en la toma de decisiones políticas
a nivel nacional e internacional, así como el impacto
de las políticas exteriores en las realidades de género
en América Latina (Fuentes-Julio et al., 2022; Salomón,
2022; Telles, 2020). Las preguntas clave que orientan
estas investigaciones son, por ejemplo, cuáles son los
desafíos a los que se enfrentan las mujeres en puestos
de liderazgo político en América Latina y cuáles son las
oportunidades disponibles para ellas, y en qué medida
las políticas exteriores de los países latinoamericanos
tienen en cuenta las realidades de género en sus rela-
ciones internacionales.
3. Género y desarrollo: se analiza el impacto de las
desigualdades de género en el desarrollo económico y
social, así como las políticas y prácticas orientadas a
promover la igualdad de género en la región de América
Latina (Camou y Maubrigades, 2013; CEPAL, 2020). A
pesar de los avances legales y sociales, las desigualdades
de género en América Latina persisten, especialmente
en ámbitos como la participación política, la educación,
el empleo y el acceso a la atención médica. Por con-
siguiente, resulta crucial analizar las implicaciones de
género en el desarrollo, la política y otros aspectos per-
tinentes para detectar y enfrentar estas disparidades de
manera efectiva. Este tipo de investigaciones se enfo-
can en comprender cómo las disparidades de género
influyen en el desarrollo económico y social en varios
países de la región, así como en identificar las políticas
y prácticas efectivas que impulsan la igualdad de géne-
ro y sus resultados.
4. Migración, movilidad y género: se investigan las expe-
riencias específicas de los migrantes en función de su

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92 • Relaciones internacionales y feminismos

género en América Latina, abordando las dinámicas de


movilidad, trabajo y violencia de género que enfrentan.
América Latina se distingue por significativos flujos
migratorios, tanto a nivel interno como internacional.
Las experiencias de los migrantes respecto a su género
y las dinámicas de género vinculadas a la migración
son de gran interés debido al impacto significativo que
generan en la vida de las personas y las comunidades en
la región (Loza Torres et al., 2017; Ciurlo, 2014; Muñoz
y Mendoza, 2018). Las preguntas clave incluyen cuáles
son las experiencias particulares de los migrantes sobre
la base de su género en América Latina y de qué mane-
ra la migración influye en las dinámicas laborales, el
empoderamiento y la violencia de género en la región.
5. Derechos humanos y justicia de género: se aborda el
respeto por los derechos humanos de las mujeres y las
personas LGBTQ+, así como la búsqueda de justicia en
casos de violencia de género y discriminación (Salga-
do Álvarez, 2017; Díaz Calderón, 2018; Díaz Calderón,
2021). Planteando interrogantes como, por ejemplo,
cuál es el nivel de respeto por los derechos humanos
de las mujeres y de las personas LGBTQ+ en diferentes
países de América Latina y cómo funcionan los siste-
mas de justicia en la región en casos de violencia de
género y discriminación.
6. Sistemas de seguridad y género: se examina el impacto
de las políticas de seguridad en la vida de las mujeres y
las comunidades de género no binario en América Lati-
na, así como el papel de las mujeres en las fuerzas de
seguridad y defensa. Se indaga sobre el impacto especí-
fico que tienen las políticas de seguridad en la vida de
las mujeres y las comunidades de género no binario en
América Latina, y de qué manera la participación de las
mujeres en las fuerzas de seguridad y defensa contribu-
ye a una mayor inclusión de género en dichas institu-
ciones (Donadio y Mazzott, 2009; Segato, 2014; López

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Relaciones internacionales y feminismos • 93

Méndez, 2016; Sttela y Caballero, 2022). En América


Latina, las mujeres y las personas LGBTQ+ enfren-
tan desafíos específicos relacionados con la seguridad
y los derechos humanos, que incluyen la violencia de
género, la discriminación y la exclusión (Cabral, 2006;
Fulchiron, 2016). La investigación de estas cuestiones
es crucial para promover un enfoque más inclusivo en
las políticas de seguridad y derechos humanos en la
región.

Estos temas y estas preguntas de investigación evi-


dencian el compromiso de las feministas de las relaciones
internacionales en América Latina con la comprensión de
las complejidades de género en la región y su impacto en
diversos ámbitos de la sociedad y la política.

Relaciones internacionales desde la aplicación del giro


metodológico feminista

El giro metodológico feminista representa la forma parti-


cular de conocer y producir conocimiento que tienen las
feministas, basados en el interés de contribuir a la transfor-
mación social, erradicando el sexismo, el androcentrismo,
el patriarcalismo de la ciencia y la academia. El enfoque
feminista cuestiona las metodologías tradicionales y aboga
por enfoques más inclusivos, participativos y situados. Esto
implica la necesidad de utilizar métodos de investigación
sensibles al género, como el análisis de género, el enfoque
de género en políticas y el enfoque de género en la toma de
decisiones (Bartra, 1998; Harding, 1998; Castañeda, 2008;
Restrepo, 2010).
Las metodologías feministas en las relaciones interna-
cionales se basan en la inclusión de las perspectivas mar-
ginadas y excluidas, así como en abordar desafíos relacio-
nados con la marginación y la diferencia en este ámbito

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94 • Relaciones internacionales y feminismos

de estudio. Se ha observado que algunas cuestiones pue-


den enmarcarse desde una perspectiva feminista, pero son
difíciles de abordar utilizando conjuntos de datos con-
vencionales, razón por la cual se han desarrollado nuevos
indicadores cuantitativos, como el Índice de Desarrollo de
Género3 (IDG) y el Índice de Potenciación de Género4 (IPG)
del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo
(PNUD), para facilitar la investigación feminista en las rela-
ciones internacionales.
Las metodologías feministas en las relaciones interna-
cionales se enriquecen mediante la incorporación de enfo-
ques metodológicos de otras disciplinas, lo que ha permi-
tido explorar una variedad de métodos5, entre los que se
pueden señalar la historia oral, el trabajo de campo, el estu-
dio de casos, el análisis comparativo y el análisis de datos
cuantitativos, el análisis del discurso, la observación parti-
cipante (Ackerly et al., 2006; Silva y Bassi, 2016). La reflexi-
vidad es un elemento distintivo de estas metodologías, que
fomenta una continua reevaluación de la propia erudición.
De tal forma que las estudiosas feministas de las relaciones
internacionales contribuyen de manera original al pensa-
miento metodológico; la adaptación e innovación en las
metodologías utilizadas dentro de este campo demuestran
su valioso aporte a la disciplina. Así mismo, existe un reco-
nocimiento creciente de la importancia de las metodologías
interpretativas, especialmente entre los estudiosos críticos
y constructivistas (Ackerly et al., 2006).
Las especialistas feministas en relaciones internacio-
nales no solo han desarrollado un conjunto de métodos,

3 Su fin es ajustar la medida del progreso medio de la sociedad en su conjunto


que ofrece el Índice de Desarrollo Humano reflejando las desigualdades
entre hombres y mujeres en dicha sociedad.
4 Refleja las desigualdades entre hombres y mujeres en tres aspectos: partici-
pación política, participación económica y poder sobre recursos econó-
micos.
5 El método indica el tipo de herramienta de investigación o el tipo de análisis
adoptado.

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Relaciones internacionales y feminismos • 95

sino que también han incorporado la reflexión ontológica


y epistemológica en sus decisiones metodológicas, lo que
lleva a cuestionar los límites de la disciplina de las relacio-
nes internacionales. En el contexto de América Latina, las
metodologías feministas de las relaciones internacionales se
han utilizado para investigar una amplia gama de temas. Por
ejemplo, se han abordado cuestiones como la migración y
sus efectos de género en países como México (Maier, 2008;
D’Aubeterre, 2012) y El Salvador (Ruíz, 2011; Estrella Vega,
2013). Así mismo, se ha estudiado la participación política
de las mujeres indígenas en América Latina y su influencia
en la toma de decisiones en comunidades y gobiernos loca-
les. Además, se han analizado las implicaciones de género
en temas relacionados con el medio ambiente y el desarro-
llo sostenible en países como Ecuador (Alcivar Toala, 2022)
y Bolivia (Cabezas, 2006, 2007; Sánchez Borja, 2013). Estos
ejemplos ilustran cómo las metodologías feministas en las
relaciones internacionales han permitido abordar tanto las
cuestiones tradicionales como las menos exploradas, desta-
cando la diversidad de enfoques y la relevancia de consi-
derar la intersección de las relaciones sociales en múltiples
contextos dentro de América Latina.
Ciertamente, los enfoques metodológicos feministas en
las relaciones internacionales no solo son innovadores, sino
que también plantean nuevos dilemas éticos y políticos,
ampliando el panorama de la investigación metodológica.
Estos dilemas se centran en las relaciones de poder entre
el investigador y los sujetos de la investigación, así como
en las desigualdades de poder entre los propios sujetos
de la investigación. Al abordar estas cuestiones éticas6, el

6 La ética, en este contexto, indica los derechos y las responsabilidades inhe-


rentes a la relación entre el sujeto de la investigación y el investigador. Es
fundamental considerar la ética en cada etapa del proceso de investigación,
desde la formulación de preguntas hasta la divulgación de los resultados;
eso le otorga rigor a la investigación y la blinda contra los cuestionamien-
tos de quienes se oponen a aceptar a los feminismos como productores de
conocimiento.

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96 • Relaciones internacionales y feminismos

feminismo en las relaciones internacionales contribuye a los


debates interdisciplinarios y fomenta reflexiones profundas
sobre los méritos de los diferentes enfoques metodológicos
y los posibles abusos de poder asociados a estos (Casta-
ñeda, 2008). En el mismo sentido, es esencial reconocer y
valorar la diversidad de enfoques y perspectivas dentro del
feminismo en las relaciones internacionales, incorporando
las contribuciones de estudiosas con diversos orígenes, tra-
yectorias académicas, antecedentes étnicos y experiencias,
enriqueciendo así el panorama de la investigación en este
campo.
En América Latina, las metodologías feministas en
relaciones internacionales presentan estos dilemas éticos de
manera aguda en diversos contextos de investigación. Por
ejemplo, al estudiar zonas de conflicto, como en el caso de
Colombia (Marciales, 2015), se deben tener en cuenta las
dinámicas de poder entre el investigador y las comunidades
afectadas, así como las desigualdades de poder dentro de
dichas comunidades. Igualmente, al analizar los intersticios
entre la sociedad civil y las organizaciones internacionales,
como ha ocurrido en Argentina con movimientos feminis-
tas y agencias de cooperación internacional, se ponen de
manifiesto las complejidades éticas y políticas que surgen
de estas interacciones. A su vez, al investigar las fronteras
políticas y económicas en países como Venezuela y Colom-
bia (Villarroel y Castaño, 2021), las metodologías feministas
en las relaciones internacionales se enfrentan a considera-
ciones éticas cruciales en relación con el poder y la repre-
sentación.
De acuerdo con Patricia Castañeda (2008) y Mabel
Burín (2016), una investigación basada en los principios del
feminismo debería involucrar una serie de estrategias de
investigación en las que se incluyen las siguientes opciones:

a. Sujeto epistémico es la mujer.


b. Temas relacionados con la mujer.
c. Desnaturalización.

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Relaciones internacionales y feminismos • 97

d. Historización.
e. Visibilización.
f. Amoralizador.
g. Desprivatizador.
h. De la técnica a la práctica de investigación.
i. Adaptación, resignificación y creación de métodos y
técnicas.

En este sentido, la metodología feminista en la disci-


plina de las relaciones internacionales debería asumir las
siguientes características:

1. Centrarse en las mujeres y en las voces marginadas his-


tóricamente: las feministas a menudo ponen en el cen-
tro de su investigación a las mujeres, a las personas que
se identifican como mujeres, y a otros grupos margina-
dos. Su objetivo es dar voz a quienes han sido tradicio-
nalmente silenciados o ignorados en la investigación.
2. Reflexividad: las metodologías feministas abogan por
la reflexividad, lo que significa que las investigadoras
deben estar conscientes de cómo su propia identidad y
experiencias pueden influir en su investigación. Reco-
nocen que la objetividad total no es posible en la inves-
tigación social.
3. Interseccionalidad: las feministas a menudo emplean
un enfoque interseccional en su investigación, reco-
nociendo que la desigualdad y la opresión pueden
ser influenciadas por una multitud de factores que se
entrelazan, como el género, la raza, la clase, la orienta-
ción sexual, la discapacidad y más.
4. El desafío a las estructuras y teorías tradicionales de
poder: el feminismo desafía las estructuras tradiciona-
les de poder y los supuestos en la investigación. Por
ejemplo, cuestiona la dicotomía sujeto-objeto, consi-
derando a los participantes de la investigación como
sujetos activos en vez de objetos pasivos de estudio.

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98 • Relaciones internacionales y feminismos

5. Ética del cuidado: las feministas suelen defender una


ética del cuidado en la investigación, preocupándose
profundamente por el bienestar de los participantes de
la investigación y procurando que su trabajo ayude a
promover la igualdad y la justicia social.

Cabe mencionar que la metodología feminista no es


un enfoque único y monolítico, sino más bien un conjunto
diverso de estrategias y prácticas que pueden variar consi-
derablemente dependiendo del contexto, los objetivos de la
investigación y la perspectiva teórica de la investigadora.
Las investigaciones feministas, vistas así, implicarían
reflexiones sobre la relación entre los supuestos episte-
mológicos, la perspectiva ontológica, las responsabilidades
éticas, las opciones metodológicas y la elección de méto-
dos. Esta reflexión autoconsciente sobre estos elementos es
clave en la investigación feminista en las relaciones interna-
cionales, ya que permite una comprensión más profunda de
la interacción entre los distintos aspectos que conforman el
proceso investigativo.
En el ámbito de las relaciones internacionales en Amé-
rica Latina, varias académicas han destacado por su capaci-
dad para combinar diversos elementos en sus investigacio-
nes, especialmente al integrar perspectivas feministas. Es
fundamental resaltar el trabajo de algunas de estas acadé-
micas, aunque sin ser exhaustiva, ya que el conocimiento
feminista se ha desarrollado a partir de la contribución de
destacadas teóricas de distintas disciplinas, enriqueciendo
así el terreno del cual emergen las feministas en el ámbito
de las relaciones internacionales.
En tal sentido, podemos destacar, a modo de ejemplo,
a Mónica Serrano (México), quien ha tenido un impacto
significativo al integrar el enfoque de género en el análisis
de conflictos y paz, así como al conectar el feminismo con
las relaciones internacionales en América Latina (Serrano y
Berdal, 2005). Así mismo, Karina Bidaseca (Argentina) se ha
destacado por su enfoque en los feminismos decoloniales

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Relaciones internacionales y feminismos • 99

y las políticas de género, ofreciendo un análisis crítico de


la influencia del colonialismo en las dinámicas de género
y poder en la región (Bidaseca, y Vazquez, 2011; Bidase-
ca, 2016). Por su parte, Adriana Erthal Abdenur (Brasil) ha
realizado importantes investigaciones sobre el papel de las
mujeres en el desarrollo y su participación en las políticas
internacionales, promoviendo un análisis crítico desde la
perspectiva de género (Erthal Abdenur, 2020). Finalmente,
Denisse Dresser (México) ha abordado de manera signifi-
cativa el género y el poder en la política latinoamericana,
ofreciendo un análisis agudo de las dinámicas de género en
los contextos políticos de la región (Dresser, 2004).
A partir de la segunda década del 2000, ha habido
una proliferación de trabajos académicos con perspectiva
de género en la disciplina (Villarroel, 2007; Masson, 2011;
Marchand, 2013; Svampa, 2015; Rodríguez Manzano, 2017;
Muñoz y Mendoza, 2018; Sánchez, 2018; Cardinale y Winer,
2022), lo que ha enriquecido significativamente la produc-
ción académica en este campo. La diversidad de enfoques y
contribuciones ha ampliado y enriquecido el conocimiento
en relación con cuestiones de género, feminismo y relacio-
nes internacionales, brindando nuevas perspectivas y enfo-
ques para abordar desafíos contemporáneos.

Consideraciones finales

El enfoque feminista en las relaciones internacionales no


solo cuestiona, desafía y amplía significativamente la com-
prensión de las dinámicas relacionales en el ámbito inter-
nacional, al reconocer la importancia del género y su inter-
sección con otras formas de opresión, sino que también
permite remodelar la percepción del mundo y revitalizar
la disciplina. Y esto lo logra al ampliar el espectro de
temas, enfoques y preguntas de investigación tendientes a
promover la equidad de género, desafiar las estructuras de

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100 • Relaciones internacionales y feminismos

opresión y visibilizar las experiencias marginadas, con el


objeto de contribuir a la transformación social. Las pre-
guntas feministas cuestionan sobre las estructuras de géne-
ro naturalizadas, desafiando las asunciones convencionales
sobre el papel de las mujeres y las identidades no binarias
en la sociedad, la política, la cultura y el medio internacio-
nal. Al tiempo que desnaturaliza la desigualdad de género,
genera conocimiento inclusivo.
Las premisas epistemológicas que utiliza el feminismo
se enfocan en realizar análisis que abarcan tanto el nivel
local como el personal, poniendo especial atención en las
vivencias y perspectivas de las personas, particularmente
de las mujeres, y su relación con el comportamiento de las
influencias dominantes a nivel global. Esto indica un inte-
rés por comprender la importancia de la vida diaria, de las
experiencias individuales y de las perspectivas de las per-
sonas en el contexto de las relaciones internacionales. De
hecho, una de las características más distintivas de esta dis-
ciplina ha sido su falta de reconocimiento de las estructuras
de género que afectan de manera diferenciada a hombres y
mujeres.
Así mismo, el uso de metodologías feministas en la
disciplina se caracteriza por su enfoque transformador, la
diversidad de métodos, la reflexividad, la ética del cuidado,
la incorporación de enfoques interdisciplinarios, y la consi-
deración de dilemas éticos y políticos en la investigación.

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Política exterior feminista
MELISA DECIANCIO1 Y MARÍA CECILIA MÍGUEZ2

Introducción

Para comprender la trayectoria de lo que actualmente se


conoce como “política exterior feminista”, es importante
remontarse a un primer plan de acción de género elaborado
durante la I Conferencia Mundial de la Mujer en México
en 1975. En las siguientes, se avanzó sobre derechos de
propiedad de herencia, custodia de los hijos, nacionalidad y
los obstáculos para alcanzar la igualdad (Maurás y Jorquera,
2022: 89). En 1985, en la Conferencia de Nairobi, se incluyó
la participación de mujeres en iniciativas de paz y desa-
rrollo. Y diez años después, llegamos a un hito central que
marca la incorporación de la agenda de género de manera
concreta a la política internacional: la Cuarta Conferencia
Mundial sobre la Mujer de Beijing en 1995. Allí se logró un
compromiso histórico entre los 198 gobiernos participantes
y culminó con un plan de acción específico: la Declaración
y Plataforma de Acción de Beijing3, un ambicioso plan para
promover los derechos de la mujer.
Otro lo es la Resolución 1.325 del Consejo de Seguri-
dad sobre Mujeres, Paz y Seguridad de la ONU, adoptada
en el año 2000, que promovió un marco institucional que
no solamente reconoció la importancia de la participación
de las mujeres, sino también la inclusión de la perspecti-
va de género en las negociaciones de paz, la planificación

1 FLACSO, CONICET.
2 IDEHESI, UBA, CONICET.
3 En www.unwomen.org/en/csw/previous-sessions/csw59-2015.

teseopress.com 111
112 • Relaciones internacionales y feminismos

humanitaria, las operaciones de mantenimiento de la paz,


entre otras.
Ahora bien, cuando hablamos de política exterior femi-
nista, nos referimos a un fenómeno más bien reciente, que
data del año 2014, cuando el gobierno de Suecia se convir-
tió en el primer gobierno en declarar oficialmente a su polí-
tica exterior como feminista. Desde ese momento y hasta
la publicación del documento “Definiendo la política exte-
rior feminista” elaborado por el Centro Internacional para
Estudios de la Mujer, la agenda de género puso en discusión
directa algunas de las falencias y limitaciones históricas de
la política exterior con relación al género, la igualdad y la
inclusión.
La incorporación de la perspectiva de género al ámbi-
to de la política exterior, tanto en lo práctico como en lo
académico, es aún incipiente y un campo con mucho por
explorar. Al mismo tiempo, se apoya en un recorrido teórico
y conceptual más profundo, que proviene de las lecturas del
feminismo y en particular de los trabajos pioneros en el área
de las relaciones internacionales. La concepción feminista
de las relaciones internacionales ha puesto de manifiesto las
desigualdades existentes dentro del campo disciplinar, tan-
to en términos conceptuales y teóricos como prácticos. La
revisión teórica de los postulados clásicos, marcadamente
masculinizados y blancos, ha derivado en cuestionamientos
por parte de académicas que llamaron la atención sobre la
falta de voces femeninas en la política internacional y en
la disciplina que la analiza (Keohane, 1989; Sylvester, 2013;
Tickner, 1988, 2005).
El feminismo liberal fue el primer abordaje hacia una
perspectiva que incluyese a las mujeres, desde un enfoque
empirista que se cuestionaba sobre el lugar de las muje-
res en lo internacional y pretendía visibilizarlas (Harding,
1986). La pregunta acerca de dónde están las mujeres en
la política internacional abrió la puerta hacia un cuestio-
namiento sobre el poder, cómo se construye, sobre qué
fundamentos y cómo esa construcción determina quién lo

teseopress.com
Relaciones internacionales y feminismos • 113

ejerce y con qué fines (Enloe, 2014). En cambio, el femi-


nismo radical modifica el punto de vista desde el cual se
observan los fenómenos internacionales y pone en cuestión
la propia epistemología de los estudios (Marchand, 2013).
En tal sentido, autoras como Ann Tickner (1992) han abor-
dado la reformulación de conceptos centrales como el de
“seguridad” (Monroy en este volumen). Existen también
corrientes feministas vinculadas al giro lingüístico, tanto de
raigambre constructivista como posmoderna. Por otra par-
te, los estudios poscoloniales han abierto el foco hacia las
desigualdades de género, sexualidad y raza (Achilleos-Sarll,
2018) (Loza en este volumen), desafiando las bases etnocén-
tricas de los feminismos occidentales, y poniendo en cues-
tión tanto su pretensión de universalidad como supuesta
neutralidad, al incluso arrogarse el poder de representación
(Landaluze y Espel, 2015). Por último, en América Latina
se cuentan los aportes del feminismo decolonial, que tie-
ne antecedentes en el pensamiento crítico latinoamericano,
incluyendo tanto a las teorías de la dependencia, como a la
pedagogía del oprimido (Grecco, 2020).
En los siguientes apartados, desarrollaremos la defi-
nición de la PEF, los casos pioneros, y su traducción en
políticas concretas. Asimismo, no podemos soslayar que, en
la actualidad, estos enfoques son fuertemente cuestionados
por fuerzas políticas conservadoras a nivel global.

Postulados y definición

El análisis de la política exterior, así como su práctica, han


estado fuertemente marcados por un sesgo masculino y
patriarcal. En los múltiples enfoques, se han ido avanzando
las condiciones de génesis y de implementación de la políti-
ca internacional, pero las distinciones de género son gene-
ralmente dejadas de lado (Hudson, 2014), así como la ética
de la política exterior (Aggestam et al., 2019). Por otra parte,

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114 • Relaciones internacionales y feminismos

las mujeres se encuentran subrepresentadas en los ámbitos


de ejecución de esta, tanto en la diplomacia y las negocia-
ciones internacionales, como en los cargos jerárquicos den-
tro de los Ministerios de Relaciones Exteriores (Lombardo
Estay, 2022; Salomón, 2022). Cabe aclarar aquí desde el
inicio de nuestra reflexión que la presencia de mujeres no
es en sí misma garantía de la concreción de una perspectiva
más igualitaria en términos de género, pero su exclusión o
subrepresentación sí es un indicador de la dificultad para
avanzar en dicha igualdad.
Tradicionalmente, en el mainstream de las RI, se esta-
bleció una dicotomía rígida entre política externa y política
interna de los países, como si se tratara de asuntos que
tenían dinámicas propias y autónomas. Incluso, muchas
veces no eran interconectadas al momento del análisis
(Locher, 1988). En contrapartida, los enfoques contempo-
ráneos de las RI, tal como los marcos teóricos feministas,
se han ocupado de revisar los límites de la definición de los
objetos de estudio de la disciplina, acompañando además
los cambios que se evidencian en la actualidad. Romper
con esa distinción analítica significa, también, cuestionar la
unicidad y centralidad del Estado nación como objeto de
estudio de la disciplina, pero también como protagonista de
los fenómenos internacionales.
Así, el punto de partida de una política exterior femi-
nista no difiere de los principales postulados de la política
exterior, sino que incorpora la necesidad fundamental de
garantizar la igualdad y los derechos de mujeres y diversi-
dades de género dentro y fuera de los territorios naciona-
les. Asimismo, también se trata de promover un abordaje
interseccional de la desigualdad basada en el género hacia la
transformación de las condiciones en que viven las distintas
identidades de género.
Entonces, ¿qué es lo que entendemos por PEF? Al
momento no existe una definición clara o una caracteriza-
ción exhaustiva de qué es una PEF, pero, como sabemos,

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Relaciones internacionales y feminismos • 115

en la actualidad varios países poseen políticas exteriores


que oficialmente definieron como tales, lo que nos permite
construir una serie de elementos y postulados que las carac-
terizan. Sin dudas, estas iniciativas se enmarcan en proce-
sos más amplios relacionados con la resonancia que han
cobrado las agendas de género en los últimos años, frente
a la mayor visibilización de problemáticas que afectan a las
mujeres y diversidades y que resultan transversales a todos
los ámbitos de la vida política, social y económica.
Hasta ahora, la discusión y las propuestas para una
política exterior feminista han buscado reforzar la partici-
pación de las mujeres en la toma de decisiones en ese ámbi-
to, ampliar y fortalecer sus derechos y su empoderamiento
económico. Se trata de una forma de lograr coherencia
entre las políticas internas y los compromisos internaciona-
les que los países asumen respecto de la igualdad de género
(Thompson & Clement, 2020). Estas decisiones se suman a
las iniciativas que apuntan a garantizar el cumplimiento de
derechos de las mujeres y diversidades de género.
El ICRW esbozó una definición de política exterior
feminista en un documento reciente, considerándola como
aquella

que define sus interacciones con otros estados y movimientos


de manera que prioriza la igualdad de género y consagra los
derechos humanos de la mujer y otros grupos tradicional-
mente marginados, separa recursos significantes para alcan-
zar esta visión y busca interrumpir estructuras patriarcales a
lo largo de todos sus niveles de influencia (asistencia, comer-
cio, defensa y diplomacia), con su implementación informado
por las voces de activistas, grupos y movimientos feministas
(Thompson & Clement, 2020, p. 7).

Basadas en el análisis de la experiencia sueca, Aggestam


& Bergman-Rosamond (2016) han definido los términos de
lo que debería considerarse una política exterior feminis-
ta, explorando sus nociones normativas y éticas, apoyadas

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116 • Relaciones internacionales y feminismos

en los postulados de las teorías feministas de relaciones


internacionales y la escuela inglesa (Aggestam & Bergman-
Rosamond, 2016, p. 324).
Maurás y Jorquera (2022) han considerado que los
objetivos de una PEF son

buscar la solución pacífica de los conflictos y controversias,


entendiendo que la seguridad posee significados diferencia-
dos para mujeres y hombres; 2) Priorizar la igualdad, equidad
y la justicia de género, promoviendo los derechos humanos
en todas las áreas de la sociedad; 3) Visibilizar y posicionar en
la toma de decisiones a actores históricamente invisibiliza-
dos, discriminados y violentados, en particular a las mujeres
(2022: 92).

Desde una perspectiva regional y crítica, Barbas et al.


(2022) definen la política exterior feminista incorporando
elementos de los diversos feminismos (decolonial, autóno-
mo, negro e indígena), poniendo el relieve en la coherencia
entre las políticas internas y externas adoptadas por un
gobierno, regidas por una perspectiva feminista, de diver-
sidad e interseccionalidad. La diversidad de enfoques y
definiciones sobre qué debería incluir una política exterior
feminista es evidencia de que es un concepto todavía en
construcción.
En un trabajo reciente, Aggestam y True (2020) analiza-
ron la relación entre política exterior y agenda de género a
partir de lo que consideran la aplicación de “normas a favor
de la igualdad de género”, es decir, la inclusión de uno o más
de estos compromisos: la práctica explícita de transversa-
lización de la perspectiva de género como enfoque políti-
co; la asistencia internacional para evitar la desigualdad de
género y buscar transformarla; un enfoque en la seguridad
de las mujeres y los derechos humanos, y la existencia de
mecanismos institucionales o legislativos concretos para la
igualdad de género en la política exterior.
Una serie de países han declarado la adopción de
políticas exteriores feministas, y estas experiencias fueron

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Relaciones internacionales y feminismos • 117

cobrando cada vez más resonancia internacional. Luego de


que, en el año 2014, el gobierno sueco tomara la decisión
de aplicar principios feministas a su política exterior, le
siguieron Noruega en 2016, Canadá en 2017, Francia en
2018, México en 2020, España en 2021. Luxemburgo y
Reino Unido anunciaron un enfoque feminista en su PE. En
el año 2020, España difundió una Guía de Acción Exterior
Feminista donde define los lineamientos de abordaje de su
enfoque (Fuentes-Julio & López, 2022). Más recientemente,
Alemania, Argentina, Chile y Colombia (en 2022) también
anunciaron la incorporación de perspectivas de género a su
política exterior.

La política exterior feminista en los casos

Dos aspectos centrales se entrecruzan a la hora de definir el


contenido de la política exterior feminista: por un lado, la
importancia de la participación de las mujeres en el ámbito
de la política exterior; por otro, una agenda específica rela-
cionada con el contenido de determinadas demandas, que
hacen ante todo a una sociedad justa y equitativa. Entre
las agendas específicas, se pueden destacar la protección de
derechos, el cambio climático y una distribución justa del
ingreso que implica visibilizar la opresión económica de las
mujeres y disidencias. Estas dos dimensiones implicaron
propuestas también distinguibles: la primera se vincula con
las transformaciones en las oficinas públicas involucradas,
para atender las desigualdades y la subrepresentación (o no
representación) de mujeres y disidencias; la segunda, con el
contenido de las políticas formuladas e implementadas. En
el caso de Suecia, que fue el país pionero, la política se ope-
racionalizó en lo que se dio en llamar las 3R: rights (derechos
para garantizar la erradicación de las formas de violencia y
discriminación), representation (representación de las muje-
res en las agencias públicas y en la toma de decisiones

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118 • Relaciones internacionales y feminismos

en general) y resources (recursos asociados a la cooperación


internacional para promover la igualdad de género). El caso
de Noruega incluyó un Plan de Acción sobre Mujer, Paz y
Seguridad para el período 2015-2018. Por su parte, Canadá
orientó su accionar feminista a la asistencia exterior –Femi-
nist International Assistance Policy– con un ambicioso plan
de Ayuda Oficial para el Desarrollo (AOD), e incluyó las
dimensiones de “dignidad humana” y “acción climática”. Si
bien Francia no tiene explícitamente una política exterior
feminista, ha incorporado un elemento importante que es
que su estrategia de diplomacia feminista, donde compro-
mete parte de su AOD a la promoción de la igualdad de
género, incluyó un marco de rendición de cuentas para
hacer una evaluación pública efectiva.
Retomando el planteo de las dos dimensiones en las que
podemos rastrear los rasgos de las políticas exteriores feminis-
tas, empecemos entonces por el primer aspecto: inclusión de
perspectiva de género en estructura institucional de las canci-
llerías. Las medidas que se han venido implementando en este
sentido incluyen las siguientes:
• Paridad en acceso a cargos, ascensos y puestos clave (desti-
nos relevantes)
• Garantizar la cobertura de las tareas de cuidado para mejo-
rar las condiciones de igualdad entre varones y mujeres
(jardines de primera infancia, horas de lactancia).
• Inclusión de perspectiva de género en los ámbitos de
formación diplomática: paridad de ingresos a la carrera
diplomática. En general, esto se ha hecho a través de con-
cursos con currículums ciegos en género, la búsqueda de
la paridad de género en el cuerpo docente, en la literatura
asignada y las y los evaluadores.
• Formación obligatoria para funcionarios y funcionarias en
desigualdades y géneros (el ejemplo más emblemático es la
aplicación de la denominada Ley Micaela en la Argentina).
• Protocolos contra la violencia y todas las formas de discri-
minación.

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Relaciones internacionales y feminismos • 119

• Mayor representación femenina en el exterior.


• Creación de mecanismos de monitoreo y control sobre la
implementación de los objetivos.

Efectivamente, los países que cuentan con PEF tienen


un 31 % de embajadoras mujeres (10 % por encima de la
media mundial) y han hecho reformas en estos sentidos,
incluyendo la participación de sindicatos y organizaciones
internas para la concreción de algunas de estas transforma-
ciones institucionales.

Gráfico 1. Comparación en porcentaje de embajadores hombres y mujeres

En cuanto a la segunda de las dimensiones, podemos


afirmar que los países que se han propuesto aplicar o avan-
zar hacia una política exterior feminista han incluido en sus
agendas los siguientes ítems:
• La promoción de la igualdad de género en la participa-
ción en organismos internacionales.

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120 • Relaciones internacionales y feminismos

• La incorporación de cláusulas de género en acuerdos


internacionales.
• La vinculación entre defensa de los derechos humanos
y agenda de género.
• La asignación de recursos y ayuda para el desarrollo a
iniciativas para la igualdad de género.

Luxemburgo es otro país que en 2019 estableció una


PEF. Lo hizo bajo el enfoque de los derechos humanos y
niñas, algo acorde con el gobierno que había asumido en
2018. Lo denominó 3D: diplomacia, desarrollo y defensa.
En América Latina, la perspectiva de género ha sido
incorporada a la discusión sobre la política exterior recien-
temente, pero recogiendo discusiones vinculadas a la par-
ticularidad del continente, y en muchos casos modificando
el sesgo neoliberal que suele predominar en la cooperación
internacional. El continente cuenta con una tradición de
movilización de mujeres y diversidades sexuales que con-
tinuamente ha impulsado la ampliación de derechos y la
revisión de las estructuras políticas desde una perspectiva
de igualdad. Estos movimientos, además, cuentan con una
larga historia de interconexión transfronteriza, que se ha
fortalecido en los foros y espacios destinados a la sociedad
civil que han sostenido los organismos regionales e inter-
nacionales. Un reconocido activismo feminista y una larga
tradición de estudios de género están en la base de distin-
tas iniciativas políticas e institucionales hacia la igualdad
entre los géneros. Pero una PEF, tal como dijimos, requiere
también de la intención expresa de intervenir como país
en la agenda global de género, participando activamente de
foros internacionales, sosteniendo una clara defensa de los
derechos humanos, sexuales y reproductivos, el combate a
la violencia y discriminación de las mujeres y disidencias, y
la promoción de su empoderamiento económico.
El primer país de América Latina en presentar un pro-
grama de PEF ha sido México, donde el canciller Marcelo
Ebrard, en representación del gobierno de Andrés Manuel

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Relaciones internacionales y feminismos • 121

López Obrador (2018-2024), dio a conocer la estrategia de


inclusión de un enfoque feminista y de género en 2020.
Luego, se sumaron Chile en 2023 y Colombia en 2024,
también lanzando sus propuestas para una PEF.
México lo anunció en enero de 2020, e incluyó las dos
citadas dimensiones como objetivos: “hacia adentro” de la
Secretaría de Relaciones Exteriores y “hacia afuera”, sumán-
dose a la agenda de género a nivel global y regional. La
definición de política exterior feminista que diera el Centro
de Investigación Internacional del Instituto Matías Romero
perteneciente al gobierno de México también es elocuente
respecto de las discusiones que atraviesan esta política en el
caso latinoamericano. Para este centro de política interna-
cional, la PEF es

un marco que eleva al primer plano la experiencia cotidiana de


las comunidades vulneradas y –partiendo del reconocimien-
to de las diferentes violencias y discriminación que mujeres
y otras colectividades han experimentado– proporciona un
análisis más amplio y profundo de los problemas globales.
Por ello, da un paso más allá del enfoque de la caja negra del
pensamiento tradicional de política exterior y su enfoque en
la fuerza militar, la violencia y la dominación, al ofrecer un
replanteamiento alternativo e interseccional de la seguridad
desde el punto de vista de las poblaciones en situación de
mayor vulnerabilidad o históricamente discriminadas. Es un
marco de política multidimensional que tiene como objetivo
elevar las experiencias y la agencia de las mujeres y los gru-
pos marginados para examinar las fuerzas destructivas del
patriarcado, el capitalismo, el racismo y el militarismo (CII,
2020, p. 10)4.

La cancillería chilena presentó en junio de 2023 su PEF.


La primera definición es que,

con el objetivo de establecer el principio de igualdad y no


discriminación como un eje rector en el quehacer de la

4 Ver https://tinyurl.com/mbmrmr4v.

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122 • Relaciones internacionales y feminismos

política exterior de Chile, la Cancillería decidió abordar la


elaboración de una Política Exterior Feminista que promueva
acciones de transversalización de género con el propósito de
eliminar los obstáculos que impiden el avance de las mujeres
y niñas hacia el pleno ejercicio de su autonomía y derechos5.

Lo hace en un reforzamiento de su trayectoria de


defensa de los derechos humanos. Siendo el país pionero
en la incorporación de los capítulos de género en tratados
comerciales, tal como lo desarrollaremos en el siguiente
apartado, Chile avanzó en la elaboración de un plan de
acción que presentó en marzo de 2024. Allí se plantean no
solamente los objetivos principales, sino también en forma
detallada y desagredada las metas de acción en los distintos
ámbitos: multilateral, bilateral, de las relaciones económi-
cas internacionales, ámbito consultar, de la cooperación, del
fortalecimiento internacional,
En el caso de Colombia, desde diciembre de 2022, la
cancillería mostró la intención de formular una PEF. Eso
derivó en el inicio de diálogos sectoriales, alrededor de las
tres premisas que demuestran la apropiación que hace este
país latinoamericano del movimiento feminista, a la luz de
su larga experiencia política:

Pacifista, en línea con la política fundamental del gobierno


nacional, la Paz Total. Participativa, creando escenario de
diálogo no solo aquí sino también en escenarios bilaterales y
multilaterales. Y tres, y esta es fundamental para nosotros, no
solo incluyente, sino interseccional (Cancillería de Colombia,
2022)6.

5 Ver politicaexteriorfeminista.minrel.gob.cl/inicio.
6 Cancillería de Colombia (2022, 3 de noviembre). Viceministra de Asuntos
Multilaterales, Laura Gil, anuncia que la Política Exterior Feminista tiene
tres premisas fundamentales: Pacifista, participativa e interseccional. Dis-
ponible en www.cancilleria.gov.co/newsroom/news/viceministra-asuntos-
multilaterales-laura-gil-anuncia-politica-exterior-feminista.

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Relaciones internacionales y feminismos • 123

En marzo de 2024, El Ministerio de Relaciones Exte-


riores de Colombia presentó su Política Exterior Feminista
en oportunidad de la realización de un evento paralelo a
la 68.º Sesión de la Comisión para la Condición Jurídica y
Social de la Mujer, en Nueva York. En esa oportunidad, el
documento presentado afirmó:

Colombia está comprometida con la plena implementación


de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, en particu-
lar con el ODS 5 relacionado con la Igualdad de Género y
el Empoderamiento de las Mujeres, y con la transversaliza-
ción del enfoque de género transformador en toda la agenda
y en todos los esfuerzos de desarrollo. En ese sentido, el
gobierno colombiano presenta su Política Exterior Feminis-
ta (PEF), como un mecanismo que contiene un conjunto de
principios y herramientas que orientan la Política Exterior
del Estado para reconocer, reducir y transformar las normas,
prácticas sociales y estereotipos que reproducen las brechas y
desigualdades de género. De esta forma, su principal objetivo
es promover la igualdad de género y el empoderamiento de
todas las mujeres y niñas en aquellos escenarios bilaterales y
multilaterales en los que Colombia tenga un rol activo7.

En la Argentina, las políticas de género son fruto de


la conquista de los feminismos, cuyas expresiones y movi-
mientos tienen una amplia trayectoria histórica en el país
(Barrancos, 2020) y han ido permeando cada vez más ámbi-
tos de la vida pública. La incorporación y promoción de la
transversalización de las políticas de género en el ámbito
del Estado no es un fenómeno nuevo en Argentina. Desde
mediados de la década de 1990 y especialmente en los últi-
mos diez años, diversas medidas fueron adoptadas dentro de
los organismos del Estado en esta línea. A pesar de no haber
declarado abiertamente tener una política exterior feminis-
ta o con perspectiva de género, como lo han hecho otros
países, Argentina cuenta con un marco normativo robusto

7 Ver https://tinyurl.com/4anv3h9k.

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124 • Relaciones internacionales y feminismos

en esta línea que incluye la Ley de Matrimonio Igualitario


(2010), la Ley de Identidad de Género (2012), la creación del
Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad (2019), y la
ley de promoción del acceso al empleo formal para personas
travestis, transexuales y transgénero (2022). La presencia de
la agenda y de género ha ido cobrando cada vez más fuer-
za dentro del ámbito estatal (Deciancio y Míguez, 2023b).
A partir de la llegada de Alberto Fernández a la presiden-
cia, se llevaron adelante una serie de políticas orientadas a
incorporar e institucionalizar una perspectiva de género en
las diversas dimensiones de la actuación estatal como uno
de los ejes centrales del proyecto de gobierno: la materia-
lización más clara fue la creación de un Ministerio de las
Mujeres, Géneros y Diversidad, pero ha sido un eje clave
la idea de transversalizar la cuestión de géneros a toda la
política pública (véase Jefatura de Gabinete, 2020).
En todos los casos, la implementación de estas políticas
es un tema de debate. El crecimiento de las derechas en
distintas regiones del mundo demuestra que, si bien ambas
dimensiones están vinculadas, la participación de las muje-
res no garantiza el compromiso con la agenda de género.
Cecilia Güemes (2023) señala que recientemente las nuevas
derechas europeas son portadoras de un “feminismo con-
servador”, que se preocupa por la condición de las mujeres
de sus países, pero vaciando los contenidos del feminismo
para defender políticas xenófobas y racistas. En el caso
latinoamericano, se puede observar un rechazo por parte
de las derechas a la agenda de género, que incluye hasta la
negación de las brechas y desigualdades.

Un paso más: la agenda de género en el comercio


internacional

En el caso del comercio internacional, a partir de los avances


a nivel multilateral, desde Beijing (1995) hasta Buenos Aires

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Relaciones internacionales y feminismos • 125

(2018), hubo un aumento progresivo en la incorporación de


disposiciones relativas al género en los acuerdos comercia-
les regionales firmados en todo el mundo (ver gráfico 2).

Gráfico 2. Evolución de disposiciones relativas al género


en Acuerdos Regionales de Comercio

Fuente: Monteiro (2021). “The Evolution of Gender-related Provisions in


Regional Trade Agreements”, Staff Working Paper ERSD-2021- 8, Gine-
bra: Organización Mundial de Comercio.

En el continente latinoamericano, Chile ha marcado


agenda en materia de incorporación de la dimensión de
género a los tratados comerciales a partir de la inclusión de
capítulos de género y comercio en sus acuerdos con diver-
sos países. Estos capítulos refieren a diversas dimensiones
dentro del vínculo entre género y comercio:
• Implementación de buenas prácticas y ordenamiento
jurídico relativo a la equidad de género.
• Diseño de políticas y programas para el fomento de
la participación de las mujeres en la economía y en el
ámbito laboral, empresarial, social y financiero.

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126 • Relaciones internacionales y feminismos

• Participación en tecnología, ciencias e innovación.


• Educación y asistencia financiera; promoción de redes
de mujeres empresarias; participación paritaria en car-
gos de decisión del sector público y privado.
• Formalización del emprendedurismo femenino; políti-
cas de cuidado y programas con perspectiva de género
y de corresponsabilidad social y conciliación de la vida
laboral con la corresponsabilidad parental; y progra-
mas para la generación de empleo e inclusión social
para mujeres en situación de alta vulnerabilidad.
• Mecanismos de medición y estadísticos con perspecti-
va de género.
• Creación de comités de género y comercio binaciona-
les en el marco del acuerdo.

La mayoría de las estrategias instrumentadas en el


ámbito del comercio internacional se han focalizado en las
mujeres empresarias. Tal es el caso de múltiples experien-
cias impulsadas a nivel global. Por ejemplo, en 2010 se creó
la Plataforma Global de Acción sobre Compras a Proveedo-
ras Mujeres (Global Platform for Action on Sourcing from
Women Vendors) para aumentar las ventas de empresas de
mujeres a compradores estatales, institucionales y corpo-
rativos. En el mismo año, se lanzó en Australia Women
in Global Business (WIGB), con el objetivo de aumentar
la participación de las mujeres australianas en el comercio
exterior y la inversión. En 2015 se lanzó SheTrades, en
ocasión del Foro Internacional de Mujeres de Negocios. Es
una plataforma para compartir información sobre empre-
sas dirigidas por mujeres, aumentar su visibilidad y crear
redes y conectarse. En un sentido similar, la plataforma
de negocios WEConnect International creada en 2010 en
los Estados Unidos se propone apoyar a empresarias para
que logren las mismas oportunidades que los hombres para
diseñar e implementar soluciones de negocios e incorpo-
rarse a cadenas de valor global. WEConnect es auspiciada
por organismos internacionales y empresas multinacionales

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Relaciones internacionales y feminismos • 127

donde participan empresarias de 50 países, incluidos seis


de América Latina (Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica,
México y Perú). En la región, WEConnect International
posee una red que abarca más de 205 empresas certificadas
y cuenta con una base de datos de más de 5.000 empre-
sarias, así como empresas lideradas por mujeres. Otorgan
certificaciones en más de 20 países de la región y buscan
conectar compradores y proveedoras en Argentina, Brasil,
Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guate-
mala, Guyana, Honduras, México, Panamá y Perú. En 2018,
Canadá lanzó los programas Business Women in Interna-
tional Trade (BWIT) y Women in Trade, que tienen como
objetivo común aumentar la participación de las mujeres en
el comercio internacional.
Para el caso específico latinoamericano, focalizarse
solamente en políticas orientadas a mujeres empresarias no
es suficiente. Las iniciativas vinculadas a la agenda de géne-
ro y el comercio exterior deben ser abordadas de modos
más específicos en los países latinoamericanos, consideran-
do la situación estructural de la región como un todo y de
cada país en particular. Tal como hemos desarrollado en
otros trabajos (Deciancio y Míguez, 2023a), el enfoque de la
equidad de género en América Latina debe estar vinculado
con las problemáticas de raza y de clase, y atender ante todo
a las enormes inequidades que afectan particularmente a las
mujeres y disidencias.

Consideraciones finales

Este capítulo se focalizó en el análisis del surgimiento y la


evolución de la política exterior feminista (PEF), desde sus
primeras manifestaciones en conferencias internacionales
hasta su adopción por diversos Estados, con especial énfa-
sis en la experiencia latinoamericana. La PEF busca inte-
grar una perspectiva de igualdad de género en la política

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128 • Relaciones internacionales y feminismos

exterior, promoviendo la participación de las mujeres y de


las diversidades en la toma de decisiones y la implemen-
tación de políticas. Aunque no existe una definición única
de PEF, esta se caracteriza por su enfoque en la justicia de
género, la promoción de derechos humanos y la transfor-
mación de las estructuras patriarcales.
Del análisis realizado emerge que el enfoque feminis-
ta en política exterior no solo implica la búsqueda de una
mayor representación de mujeres en espacios diplomáticos,
sino fundamentalmente la inclusión de sus demandas en
áreas como el comercio, la seguridad y el cambio climático.
Las experiencias de países como Canadá, Noruega, México,
Chile y Colombia, entre otros, muestran la forma en que
han adaptado estos principios a sus realidades nacionales.
En el caso particular de América Latina, la incorporación de
la perspectiva de género en la política exterior refleja una
tradición de movilización feminista, aunque los desafíos
estructurales siguen presentes. Así, la PEF no solo respon-
de a un marco teórico feminista, sino que también tiene
un carácter práctico, orientado a superar desigualdades y
a construir compromisos internacionales duraderos. Tanto
una PEF oficialmente declarada como una política exterior
con conciencia de género implican un compromiso con la
agenda global de derechos de las mujeres, así como una
herramienta de transformación interna que depende fuer-
temente del acceso de los movimientos feministas a las ins-
tituciones del Estado. Frente a la avanzada actual de gobier-
nos de derecha tanto en el norte global como en nuestra
región, la preservación de dichos derechos y el acceso de las
demandas y los movimientos a los órganos de los Estados se
ven cada vez más amenazados. El retroceso en estas agendas
pone en riesgo no solo a las mujeres, sino a la sociedad en su
conjunto, alejándola cada vez más del acceso a instituciones
y mecanismos más equitativos e inclusivos, y, sobre todo, de
un ideal de justicia.

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Relaciones internacionales y feminismos • 129

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Género y seguridad internacional

Agenda de ruta para su estudio en Suramérica

CATALINA MONROY HERNÁNDEZ1 Y MARÍA JOSÉ BAYONA2

Introducción

A pesar de la creencia general, el género y la seguridad


internacional trascienden el estudio de la relación entre las
mujeres y la guerra. A modo de ejemplo:

a. El conflicto entre los hutus y tutsis en África dejó


entre 250.000 y 500.000 violaciones a mujeres y niñas,
pues sus cuerpos fueron usados para genocidios étnicos
(Amnistía Internacional, 2004).
b. Dependiendo de las prácticas culturales, en algunos
países el nacimiento de una niña es considerado una
derrota, en términos financieros, una carga, lo que con-
lleva su venta, matrimonio forzado, o asesinato (WSP,
2014).
c. En el año 2016, la menor indígena de siete años Yuliana
Andrea Samboní fue secuestrada, violada y asesinada
por un arquitecto en Bogotá (González, 2017).
d. Las mujeres trans que intentaron escapar de la guerra
entre Rusia y Ucrania en el 2022 no pudieron entrar a
otros países por el indicativo de género que mostraba
su pasaporte (Euronews, 2022).

1 Universidad del Rosario, Colombia.


2 Universidad del Rosario, Colombia.

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134 • Relaciones internacionales y feminismos

e. “¡Sea varón, quédese a discutir de frente!”, le dijo el


expresidente Álvaro Uribe a Hugo Chávez en el año
2010 en la Cumbre del Río en Cancún, México (Parra,
2010).
f. Una de las muchas expresiones misóginas de Donald
Trump en 2016 al afirmar: “She’s now got the big
phony tits and everything […]. They let you do it. You
can do anything. Grab’ em by the pussy” (The New York
Times, 2016).

A primera vista, esos hechos podrían no guardar rela-


ción, pero todos tienen algo en común: son ejemplos de la
relación entre el género y la seguridad internacional. De lo
micro a lo macro, tan solo en los ejemplos expuestos de la
a) a la f), es posible identificar amenazas relacionadas a las
siguientes cuestiones:
a) el uso sistemático de la violencia sexual como botín
de guerra;
b) la preferencia por el hijo varón (que se relaciona con
otras amenazas como abortos selectivos, misoginia exage-
rada, discriminación por razones de género, matrimonio
infantil, matrimonio forzado, migración forzada, tráfico
sexual y feminicidio);
c) asalto y violencia sexual a una menor vulnerable e
indefensa (tratándose de una niña indígena con una con-
dición socioeconómica frágil, producto de otra discrimina-
ción entrelazada por la etnia y condición socioeconómica);
d) el no reconocimiento de los derechos humanos basa-
dos en la igualdad y la no discriminación de las personas
LGBTQ+ atenta contra los derechos humanos de las perso-
nas, y, además, se relaciona con otras problemáticas a nivel
de la seguridad individual y social, como tasas elevadas de
suicidio, violencia física (homicidio) y psicológica, discri-
minación en todos los ámbitos (político, económico, social,
laboral, educativo), entre otros;
e y f) es clave saber identificar la forma como se ejerce
violencia de género a través del lenguaje. Las palabras sí

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Relaciones internacionales y feminismos • 135

son más que palabras, más aún si provienen de tomadores


de decisión y personas con cargos de poder. Se requiere
desarrollar la sensibilidad necesaria para reconocer cuándo
el lenguaje está perpetuando estereotipos, discriminaciones
y violencia. El lenguaje ejerce violencia provocando una efi-
cacia simbólica con impactos reales y, con ello, agudiza las
desigualdades.
A causa de lo que antecede, hablar de género en asun-
tos de seguridad no solo les compete a las mujeres, sino a
la sociedad global. El gender mainstreaming o transversaliza-
ción del género en los estudios de seguridad es una parte
fundamental para entender las causas de la inseguridad
internacional, formular políticas de protección efectivas, y
prevenir la reaparición de amenazas. En resumen, debemos
movilizar más activismo a fin de promover la inclusión de
las cuestiones de género en la formulación de políticas de
seguridad en nuestra región.
Los estudios de seguridad evolucionaron de una visión
clásica, enfocada en lo militar y la ausencia de amenazas
(Wolfers, 1962), hasta la seguridad humana, la cual se centra
en el individuo y la dignidad de las personas. De hecho,
“para la mayoría de personas hoy en día, el sentimiento de
inseguridad se da más por la vida diaria que por el temor
a un evento mundial catastrófico” (Melancon, 2023, p. 2).
Con el pasar del tiempo, los estudios de seguridad comen-
zaron a darles espacio a los individuos, las entidades y otros
seres vivos e incluso estructuras sociales (Buzan & Hansen,
2009, p. 158). En este capítulo tomaremos como punto de
partida la definición de “seguridad humana” expuesta por
Hudson & Den Boer (2004), que afirma la forma como
la seguridad de los individuos se encuentra estrechamente
relacionada a la seguridad de las naciones (Hudson & Den
Boer, 2004, p. 1).
Por otro lado, los estudios con enfoque de género han
reconstituido el objeto de la seguridad internacional, y cri-
ticado el hecho de que la seguridad de personas subordi-
nadas por su género ha sido históricamente dejada de lado

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136 • Relaciones internacionales y feminismos

en la teoría y en la práctica, tal y como afirmó Londoño


en su artículo sobre género y seguridad: “Tanto los estudios
sobre la paz, como los de la seguridad, estuvieron durante
mucho tiempo ‘ciegos’ al tema de género, como los estudios
de género al tema de seguridad” (Londoño, 2010, p. 55). Y
si bien hay avances, los estudios sobre género y seguridad
aún presentan algunas “cegueras”, empleando la expresión
de Londoño, que obstaculizan un mejor entendimiento y
desarrollo del tema.
En este orden de ideas, la multiplicidad de experiencias
nos lleva también a reiterar la necesidad de concebir los
estudios sobre género y seguridad internacional desde una
perspectiva multidimensional e interseccional que com-
prenda distintas variables y categorías de un mismo caso.
La situación y las experiencias de todas las personas en los
estudios de seguridad deben ser tenidas en cuenta debido a
que no solo los efectos de los conflictos militares muestran
la subordinación de género, sino eventos del día a día tales
como el acoso callejero, la participación de la mujer en la
esfera política y pública, y el acceso a productos de higie-
ne menstrual, entre otros. En otras palabras, se requiere
comenzar desde un nivel micro de análisis y no al contrario,
cuando todos los estudios se centraban en el Estado.
El presente capítulo investiga la intersección entre el
género y la seguridad internacional con énfasis en la región
suramericana, tan particular, de múltiples vertientes polí-
ticas, sociales y económicas, con profundas asimetrías en
distintos ámbitos del diario vivir, y con una necesidad por
reconceptualizar y reformular la existente visión de la segu-
ridad. De igual forma, este capítulo tiene como propósito
plantear una agenda de ruta propositiva que sirva como
guía para estudiar la relación entre el género y la seguridad
internacional.
El capítulo en su primera parte retoma y discute el
concepto de “género” en su relación con la seguridad inter-
nacional, y a continuación enfatiza el concepto de “inter-
seccionalidad”. De la teoría al análisis, en la segunda parte,

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Relaciones internacionales y feminismos • 137

se propone la base de datos de WomanStats para desarrollar


una investigación, un análisis o un reporte con base en un
estudio de caso. Para lograrlo, se presentan algunas varia-
bles vinculadas a la seguridad con enfoque de género en
seis Estados de la región para visibilizar la relación entre el
género y la seguridad internacional desde casos y realida-
des particulares. De esta manera, el presente capítulo sirve
como punto de partida para desarrollar nuevas líneas de
investigación relacionadas al estudio del género y la seguri-
dad con particular aplicación a la región suramericana.

La intersección entre el género y la seguridad


internacional

Conceptualizando sexo, género y seguridad


Estudiar la seguridad con enfoque de género va más allá
de las tradicionales definiciones de “sexo”, encasillado a lo
“físico”, y “género”, como un “constructo social”. O, según
Goldstein, a lo “biológico” versus lo “cultural” (Goldstein,
2001, p. 2). Esto nos lleva a pensar, desde una crítica femi-
nista, en las diferencias existentes entre los “cuerpos sexua-
dos” y “seres socialmente construidos” a los que se refiere
Marta Lamas (Lamas, 2000, p. 1) en su artículo sobre las
diferencias entre sexo, género y diferencia sexual. Por tan-
to, vale la pena reflexionar en torno a las implicaciones que
se derivan de la comprensión que se tiene de las categorías
sexo y género relacionadas con la seguridad.
Por un lado, “sexo” se define como una categoriza-
ción biológica basada en el potencial reproductivo (Eckert
& Mcconnell-Ginet, 2013). Se trata de una clasificación
de acuerdo con los órganos reproductivos y las funcio-
nes que derivan del complemento de cromosomas (XX o
XY) (Mazure, 2021). Dicho concepto es comúnmente uti-
lizado para describir animales como machos o hembras, o
clasificar a un ser humano sin tener implicaciones en su

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138 • Relaciones internacionales y feminismos

comportamiento dentro de la sociedad. El autor argumen-


ta que ni los niveles de diferentes hormonas definidas por
el sexo ni la cantidad de estrógeno o testosterona logran
explicar los roles de género en la guerra (p. 148).
La obra de Goldstein (2001) brinda claridad acerca de
algunos cuestionamientos relacionados con la comprensión
de los roles de género en la guerra. Desde una perspecti-
va científica, Goldstein deja entrever que, más allá de las
diferencias físicas3, la esencia está en comprender las lógi-
cas que, desde lo social y cultural, provocan relaciones de
dominación entre los sexos. Es precisamente en este punto
donde es posible identificar la esencia de los estudios de
género y la inseguridad: las dos partes de la relación social
se dividen en un actor dominante y otro dominado; vio-
lentado, ultrajado, penetrado, subyugado, explotado, entre
otras acciones y comportamientos que sirven como eviden-
cia de la relación asimétrica entre los sexos y géneros.
Refiriéndose a la categoría sexo, una significativa con-
tribución de Lamas en una de sus críticas a feministas
norteamericanas de los años setenta fue reprochar la visión
reduccionista de estos estudios al reducir las diferencias
sexuales a lo anatómico, ignorando la intersección entre sexo
con otras categorías como raza, clase y etnicidad (Lamas,
2000, p. 5). En este sentido, tener en cuenta estas categorías
a la conceptualización del sexo y por supuesto género resul-
ta casi que obligatorio si el esfuerzo de investigación está
encaminado a investigar el género y la seguridad en una
diversa región como la suramericana. En su estudio, Lamas
afirma que el género se convirtió en “el sello distintivo del
feminismo” (p. 7), y que la “diferencia sexual implica no sólo
anatomías distintas sino subjetividades diferentes” (Lamas,
2000, p. 7), lo que nos conduce al concepto de “género”.

3 En el capítulo 3 de Goldstein (2001) “Bodies: the biology of individual gen-


der”, p. 148, el autor se refiere a los efectos de la testosterona como deto-
nante de la agresividad.

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Relaciones internacionales y feminismos • 139

Lo primero que hay que señalar en cuanto al género


es que este se entrelaza con diferentes dimensiones: “… el
género es jerárquico y produce desigualdades que se cru-
zan con otras desigualdades sociales y económicas” (World
Health Organization, s.f.). Para efectos de demostrar cómo
estudiar el género aplicado a la seguridad en los seis Esta-
dos seleccionados en el presente capítulo, el entendimiento
del concepto no se limitará solo a la subordinación del
género femenino al masculino, sino que incluirá diferentes
identidades de género tales como transgénero y personas
con género fluido, entre otras, para mostrar cómo dichas
identidades de género deben ser contempladas para hacer
estudios y políticas de seguridad internacional.
Acerca de la intersección entre las diferentes dimen-
siones (el concepto de “interseccionalidad” se abordará más
adelante en el presente capítulo), retomando a Goldstein
(2001), lo “simbólico” referente a la dominación y subyu-
gación de la mujer en contexto de guerra requiere de una
comprensión del género que permita entrelazar el cuerpo,
la experiencia, el comportamiento y la identidad con los
efectos reales sobre el bienestar y la seguridad de las perso-
nas. De manera acertada, Lamas encuentra que “el género
produce un imaginario social con una eficacia simbólica
contundente” (Lamas, 2000, p. 4), lo que va a ser útil para
quienes estén en búsqueda por desarrollar análisis de segu-
ridad con base en la evidencia y en el impacto real.
Desde otro punto de vista, el uso del concepto “género”
en la mayoría de la literatura sobre seguridad internacional
ha preservado una particular similitud con el concepto de
“mujer”. Es posible que esta tendencia haya respondido al
apogeo del feminismo liberal de los años 90 a raíz de las
contribuciones de Cynthia Enloe y J. Ann Tickner, quienes
lograron posicionar a la mujer en la agenda de seguridad
y relaciones internacionales como actor fundamental en el
estudio y la formulación de políticas exteriores y de seguri-
dad. De allí que gran parte de la literatura evolucionó con
la visión del género como sinónimo de mujer. Por ejemplo,

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140 • Relaciones internacionales y feminismos

en los estudios sobre gender and war, existe la tendencia de


asimilar los “asuntos de género” con “asuntos de mujeres”, o
gender peacekeeping con “el aumento en el número de muje-
res en cuerpos de paz” (Cohn, 2012, p. 3). Sin embargo, la
conceptualización de género en estudios de seguridad hoy
se ha ido adaptando a tendencias sociales y a nuevos lentes
de análisis y metodologías. Es claro que el “género” se com-
pone de categorías tales como sexo, percepción y cultura y
se intersecta con ellas.
Pasando desde el feminismo liberal al posmoderno,
Judith Butler le otorga identidad al cuerpo a partir de la
individualidad, el reconocimiento del “yo”, y la puesta en
escena de la expresión y experiencia del ser humano. En
este sentido, el género como constructo social se constituye
a través de lo simbólico, o, retomando a Butler, de la per-
formatividad mediada por el lenguaje, la expresión corporal
y otros símbolos sociales (Butler, 1988). Esta noción anula
por completo la visión reduccionista de la categoría sexo
con aspectos físicos y biológicos como limitantes. Incluso,
rompe con la lógica falocéntrica que ha caracterizado a la
guerra y los actos de guerra (dominación) desde el inicio
de la historia. De esta forma, el sexo, combinado con el
género, otorga identidad y significado social con base en la
experiencia de cada individuo.
En esa misma línea, Lamas señala que, como cultura,

el género se conceptualizó como el conjunto de ideas, repre-


sentaciones, prácticas y prescripciones sociales que una cul-
tura desarrolla desde la diferencia anatómica entre mujeres
y hombres, para simbolizar y construir socialmente lo que
es “propio” de los hombres (lo masculino) y “propio” de las
mujeres (lo femenino) (Lamas, 2000, p. 2).

Además, señala que la cultura marca a los sexos con


el género, y el género con todo lo demás (p. 4). Por su
parte, Londoño concibe “género” como “una construcción
simbólica que alude al conjunto de atributos socioculturales

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Relaciones internacionales y feminismos • 141

asignados a las personas a partir del sexo y que convierten


la diferencia de sexo en desigualdad social”. Lo simbólico,
recogiendo los aportes de Goldstein, como la puesta en
escena de la dominación tanto física como cultural y que se
evidencia en la práctica.
Y cuando se trata de lo práctico, es decir, de la forma en que
se materializan la violencia y la desigualdad de género, en el pre-
sente estudio se afirma que esta materialización es visible desde
el uso de la fuerza física, y desde el uso metafórico del lenguaje.
Para dar un ejemplo desde lo físico, Elisabeth Prügl en su estu-
dio se refiere a la “feminización de los enemigos” como aquella
práctica que en contexto de guerra se emplea para dominar al
enemigo, incluyendo “la ejecución de hombres, violación de las
mujeres, esclavización de mujeres y niños, castración de prisio-
neros, violación de soldados enemigos e insultos aludiendo a la
homosexualidad” (Prügl, 2003, p. 336) como mecanismo para
“feminizar” a una población conquistada mediante esta “femi-
nización metafórica” (p. 336).
Desde el uso metafórico del lenguaje, en contexto de
los estudios de guerra y la seguridad tradicional, lo “sim-
bólico” también impacta la conceptualización de lo “mas-
culino”. Este es el caso del concepto de “masculinidades
hegemónicas” y “subordinadas” (Maruska, 2010, pág. 237).
De esta forma, la “masculinidad hegemónica” se constituye
en una especie de juego político cuya finalidad es preservar
el statu quo de dominación y patriarcado existente median-
te la dominación, tanto física como simbólica, de todo lo
que se encuentre por fuera del espectro del hombre blan-
co, heterosexual y con poder económico, social y político.
Como asegura Charlotte Hooper, se trata de un “género
androcéntrico” (2001, p. 41) o centrado en el hombre. En su
texto Manly States, Hooper deconstruye la “masculinidad”
logrando visibilizar otras categorías que tradicionalmente
han quedado subyugadas en países del llamado “sur global”.
En este sentido, explica la autora, hombres que están por
fuera de la “élite” del hombre blanco, de cultura occiden-
tal y educado se encuentran en desventaja (Hooper, 2001,

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142 • Relaciones internacionales y feminismos

p. 124), lo que termina problematizando la relación entre


“masculinidades” y “poder”.
Para analizar los casos de seguridad, en este punto esta-
blecemos que el “género” se construye a partir de la expe-
riencia personal, el lenguaje/discurso y la práctica, y que
resulta del reconocimiento de múltiples categorías sociales,
económicas y culturales que, cuidadosamente identificadas
y catalogadas, proveen un impacto transformador para la
formulación de políticas de seguridad. Reiterando la nece-
sidad de aplicar un enfoque interseccional para estudiar el
género y la seguridad internacional en la región surameri-
cana, en la siguiente sección se ahondará en el concepto y la
utilidad de este enfoque como marco analítico.

Interseccionalidad

El presente estudio sugiere que examinar la relación entre


el género y la seguridad internacional requiere de un marco
de análisis que compile, articule y provea puntos de inter-
sección entre las distintas variables que, junto con el género,
deberán ser tenidas en cuenta si se busca tener claridad de la
situación de inseguridad de millones de personas. El estudio
defiende que establecer un marco de protección efectivo
dependerá del reconocimiento que se otorgue a las distin-
tas experiencias, contextos sociales y culturales, oportuni-
dades, libertades y percepciones de los seres humanos. Por
esta razón, nos referimos a la interseccionalidad, término
acuñado por la académica y activista Kimberlé Crenshaw
(1989), quien sostuvo que las distintas discriminaciones y
desigualdades, al entrelazarse, exacerban comportamientos
discriminatorios (Crenshaw, 1989, p. 149), lo que inevita-
blemente termina teniendo un impacto social y político.
Aún más, la interseccionalidad es un puente al activismo al
constituirse como una herramienta fundamental sobre todo
del feminismo poscolonial, y de resistencia y oposición a

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Relaciones internacionales y feminismos • 143

discursos y prácticas dominantes que tradicionalmente han


desconocido y acallado la diversidad.
Como marco analítico, la interseccionalidad critica una
única comprensión del género y la seguridad proponiendo
una revisión de las categorías de sexo y género y las distintas
experiencias que deben ser tenidas en cuenta para el aná-
lisis y la formulación de políticas públicas. La interseccio-
nalidad es una herramienta analítica que estudia, entiende
y responde a las maneras en las que el género se cruza con
otras identidades y cómo estas intersecciones contribuyen
a experiencias únicas de opresión y privilegio (Symington,
2004). “Un análisis interseccional tiene que ver con la inves-
tigación de diferentes mecanismos y estructuras que gene-
ran desigualdades y cómo estas desigualdades se refuerzan
unas a otras” (Marchand, 2021). En este sentido, las nece-
sidades de una mujer indígena de 15 años que vive en la
ruralidad de su país no se pueden equiparar con las necesi-
dades de una persona de 40 años de género fluido que vive
en la ciudad, así como tampoco es posible implementar una
política de seguridad sin considerar cómo se impactan las
experiencias y la calidad de vida de la población en condi-
ción de discapacidad, por poner otro ejemplo.
Esto nos lleva a la discusión sobre sexo y género en tér-
minos de los estudios y la formulación de políticas de segu-
ridad. Más aún, considerando la región suramericana como
estudio de caso, sobre todo porque los conceptos “sexo” y
“género” han sido producto del mainstream del “norte glo-
bal”. Para ejemplificar lo anterior, Chandra Mohanty (1988,
p. 62) afirma la existencia de “escritos que colonizan discur-
sivamente las heterogeneidades materiales e históricas de
las vidas de las mujeres en el tercer mundo, produciendo/
representando así una ‘mujer del tercer mundo’ compuesta
y singular”. Lo anterior no ocurre solamente con las muje-
res, sino con otras personas subordinadas por su género
debido a que, retomando el lente interseccional, hay que
considerar distintas variables que se entrelazan entre sí
para determinar las causas del problema y así proveer un

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144 • Relaciones internacionales y feminismos

análisis. En este orden de ideas, como se discutió en el apar-


tado anterior, el género no es lo único que debe incluirse en
un análisis hacia la seguridad internacional, sino también
factores tales como la raza, clase, nacionalidad, preferencia
sexual, identidad de género, edad, etnia, entre otros. Más
aún, en una región tan diversa como Suramérica. A conti-
nuación, la agenda de ruta.

Género y seguridad internacional: ¿cómo se estudia?

La literatura sobre género y seguridad internacional se fundó


sobre algunas tradiciones. Como se mencionó anteriormente,
el “género” asociado a “mujer” desencadenó un sinnúmero de
artículos académicos relacionados con responder dos interro-
gantes fundamentales: ¿de qué manera la guerra impacta a las
mujeres, y viceversa?; ¿cuál ha sido el papel de las mujeres en
la guerra y por qué deciden las mujeres integrar las Fuerzas
Militares? Lo anterior se origina de múltiples interrogantes en
torno al existente secretismo relacionado a comprender cuán-
do, por qué y qué ocurre cuando se integran los sexos en la que
se reconoce como la institución patriarcal y masculinizada por
excelencia.
El lente de género en la seguridad internacional también
ha venido examinando diferentes fenómenos tales como la vio-
lencia en la vida diaria, los cuerpos feminizados como arma de
guerra, la preferencia del hijo varón y el rol de la mujer en la gue-
rra. Cada uno de estos temas ha tenido debates, por ejemplo, en
cuanto a las mujeres en las fuerzas militares y su participación
en la guerra. No obstante, otros autores “rechazan la suposición
de que una mayor participación de las mujeres en el ejército es
una señal de progreso” (Duncanson & Woodward, 2016, p. 5)
. Esto lo hacen a partir de la crítica a las instituciones militares
como entes masculinizados y misóginos (Melancon, 2023). El
debate anterior es uno de los muchos que existen en los estudios
de género y la seguridad internacional.

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Relaciones internacionales y feminismos • 145

Desde una perspectiva feminista, los estudios de género


y seguridad internacional se han esforzado por (i) redistri-
buir las prioridades de la agenda de seguridad, (ii) reclamar
un espacio para la agencia de las mujeres en procesos de
toma de decisión, y (iii) cuestionar las estructuras jerárqui-
cas, patriarcales y masculinizadas de la seguridad, la guerra
y la militarización4. En un sentido práctico, Prügl asegu-
ra que el feminismo ha utilizado al género como variable
explicativa de la desigualdad y subordinación, como cons-
tructo social, y como categoría de análisis en el estudio de
la diferencia (Prügl, 2003, p. 337). Otros estudios se dedi-
caron a analizar el rol del género (género = mujeres) en
marco de los conflictos, los procesos de paz, el desarme, el
posconflicto, el mantenimiento de la paz y los procesos de
reconciliación. Se trató la implementación de la Resolución
1.325 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas del año
2000 y la agenda WPS Women, Peace and Security.
Existen diferentes factores que pueden influir en las
identidades de género y sus roles en la sociedad, especial-
mente permeados por el patriarcado, el cual “se refiere al
sistema de la sociedad o del gobierno en el que los hom-
bres mantienen la mayoría del poder” (Cohn, 2016, p. 116)
. En este sistema, las muestras de violencia contra géneros
subordinados son comunes, siendo una expresión de esta
dominación y concentración del poder. De acuerdo con
Benites (2016), el acoso sexual callejero es una forma de vio-
lencia de género que tiene como raíz una sociedad patriar-
cal jerarquizada que utiliza dicha violencia como medio de
dominación masculina simbólica (p. 63). Así como el aco-
so callejero describe una de estas formas de violencia, las
demás siguen siendo una demostración del patriarcado.
En este orden de ideas, la violencia patriarcal no encuen-
tra sus orígenes en el sexo (razones biológicas), sino que
estas actitudes se basan en el género y se refuerzan desde

4 Se recomienda revisar los estudios de Tickner (1992), Detraz (2012) y Sjo-


berg (2010).

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146 • Relaciones internacionales y feminismos

la infancia. Por ejemplo, existen tres factores que pueden


explicar cómo los individuos se entrenan para hacer parte
de este sistema y replicar comportamientos violentos que
fomentan la subordinación de género: el modelado, refuer-
zo inmediato y los male-bonded groups (Hudson et al., 2008)
que terminan perpetuando un sistema que representa un
riesgo para otras personas y se traduce en inseguridad tanto
a nivel individual como a nivel sistémico, lo que establece la
necesidad de estudiar el género y la seguridad internacional
de manera conjunta.
Otros de los avances a tener en cuenta al hacer referen-
cia al impacto del género dentro de la seguridad internacio-
nal son las aplicaciones prácticas que ha tenido este enfoque
en los espacios de toma de decisión nacionales e internacio-
nales. Uno de los actos más significativos de este fue la RES
1.325 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas,
adoptada el 31 de octubre del año 2000, la cual reafirmó la
importancia de la mujer en la construcción de paz y su par-
ticipación en asuntos de seguridad (Consejo de Seguridad
de las Naciones Unidas, 2000). Esta resolución reconoció la
relación entre la igualdad de género y la seguridad interna-
cional (Bouvier, 2016), además de ser un gran avance para
la agenda de género, permitiendo que sea aplicada en casos
como el Proceso de Paz colombiano.
Estudios recientes examinan la intersección entre la
seguridad de las mujeres y la seguridad internacional. Des-
de una perspectiva empírica, diferentes redes de académi-
cos y tanques de pensamiento se han dedicado a recolectar
información para investigar la seguridad de las mujeres y
su impacto sobre la seguridad de los Estados. El interés de
examinar la relación entre la seguridad de las mujeres y la
del Estado se originó en el estudio titulado Bare Branches
(Hudson & Den Boer, 2004), el cual explica los impactos de
una sociedad con una proporción de sexos desigual (a favor
de los hombres) como producto de creencias y prácticas
culturales que acentúan la “desigualdad de género exagera-
da” definida como “el uso de la violencia contra personas

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Relaciones internacionales y feminismos • 147

femeninas debido a su género” (p. 3). A su vez, estas prácti-


cas conducen a un aumento de la violencia y el conflicto al
interior de estas sociedades.
También liderado por Valerie Hudson, el WomanStats
Project sustenta la tesis de mujeres y paz (women and peace
theory) en su estudio Sex & World Peace, donde se afirma que
la desigualdad de género también es una forma de violen-
cia (Hudson et al., 2012, p. 5) y se reitera que no se pue-
den perder de vista las jerarquías y desigualdades entre los
sexos y géneros pues estaríamos obstaculizando alcanzar
soluciones reales a problemáticas globales. Como afirman,
históricamente las mujeres hemos sido ignoradas, explota-
das y violentadas, razón por la cual habitamos un mundo
en desbalance: un mundo menos seguro, menos humano y
menos sabio que de lo contrario habría sido (Hudson et al.,
2012, p. 201). En su estudio reciente, Hudson, Bowen &
Nielsen (2020) corroboran que la raíz de esta problemática
se encuentra en el trato y estatus que se le otorga a la mujer
al interior de una sociedad que ha sido moldeada por lo que
las autoras denominan “alianzas de seguridad masculinas” o
grupos de hombres que, en la búsqueda por su propia segu-
ridad, conforman grupos fraternos (Hudson, Bowen & Niel-
sen, 2020, p. 2). Como resultado, se terminan perpetuando
la dependencia y la subordinación que históricamente han
tenido las mujeres de estos hombres “protectores”, dejando
vía libre al patriarcado como principal ente regulador social
y garante de la seguridad.

Género y seguridad internacional en Suramérica

La seguridad en Suramérica presenta un panorama com-


plejo, caracterizado por la debilidad de las instituciones
y los altos niveles de violencia que se viven de manera
diferenciada según el país en cuestión (Friedrich Ebert Stif-
tung, 2022). De la misma manera, se considera que América

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148 • Relaciones internacionales y feminismos

Latina, junto con el Caribe, es “la región más violenta del


mundo, con niveles de criminalidad consistentemente por
encima de niveles epidémicos” (PNUD, 2023), y se encuen-
tran como raíz las pandillas, el aumento del narcotráfico,
los efectos del COVID-19 y la circulación de armas en la
región. Más allá de lo bélico, la seguridad humana termi-
na viéndose afectada en Suramérica por los altos niveles
de pobreza y la desigualdad persistente que afecta en gran
medida a minorías de cada país. Esto se ve exacerbado al
momento de incluir el género como un lente de análisis.
Ahora bien, las amenazas tradicionales a la seguridad que
existen en Suramérica pueden encontrar su origen en la tesis de
mujeres y paz (women and peace theory), y que el género resulta
ser un factor explicativo para otras violencias dentro de la socie-
dad. Por esta razón, es necesario estudiar variables relacionadas
al género en la región. En este caso se eligieron los siguientes
países: Colombia, Perú, Brasil, Argentina, Bolivia y Ecuador.
Todos estos con sus características específicas que resaltan la
diversidad de diferentes realidades al interior de una misma
región, pero al mismo tiempo son inseguros para las mujeres.
Así, el WomanStats Project se convierte en una herramien-
ta útil para incluir el lente de género en la seguridad de Sura-
mérica. El proyecto comprende una base de datos que recopila
información de 350 variables en 175 países sobre nueve aspec-
tos de la situación y seguridad de las mujeres: seguridad econó-
mica, seguridad física, seguridad legal, seguridad en la comu-
nidad, seguridad en la familia, seguridad para la maternidad,
empoderamiento político, inversión social en la mujer y seguri-
dad de la mujer en el Estado (The WomanStats Project, s.f.)5.
Del mismo modo, WomanStats compila información
cualitativa sobre leyes, prácticas y datos que nutren el
entendimiento de la situación de las mujeres dentro de
los países estudiados. Por esta razón, estaremos utilizando

5 Para explorar la base de datos del proyecto, se recomienda ingresar a womans-


tats.org y registrarse. En la página web, encontrarán videos tutoriales e instructi-
vosparadescargar lainformación.

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Relaciones internacionales y feminismos • 149

seis variables de WomanStats sobre los países mencionados


para entender cómo, desde la interseccionalidad, y la situa-
ción de cada país, las mujeres pueden tener una experiencia
diferenciada; estos contrastes se dan incluso al interior de
dichos países. Las seis variables que mostraremos son las
siguientes:

1. SMPP-PRACTICE-1: ¿Existen costumbres sociales o


religiosas que obligan a las mujeres a aislarse de la
sociedad durante la menstruación y el posparto? ¿Exis-
ten diferencias de clase, regionales, religiosas o étnicas
en la práctica?
2. DACH-PRACTICE-3: ¿Cómo se trata a las mujeres
con discapacidad en la sociedad? ¿Existen diferencias
en cómo se trata a los hombres y las mujeres discapa-
citados?
3. CWC-DATA-2: ¿Qué preocupaciones se observan sobre
la alta concentración en cualquiera de los lugares? Por
ejemplo, es posible que muchas mujeres de las zonas
rurales no tengan acceso a los servicios de salud, mien-
tras que altas concentraciones de mujeres en las ciuda-
des pueden deprimir el mercado laboral, haciendo que
incluso las habilidades útiles estén mal remuneradas.
¿Existen grupos étnicos particulares asociados con las
áreas rurales cuyas mujeres podrían enfrentar discri-
minación adicional?
4. LRW-PRACTICE-2: ¿Existen tabúes contra la denuncia
de violaciones o agresiones sexuales? [Incluye elemen-
tos que trabajen para luchar contra esos tabúes, como
refugios para mujeres, líneas directas, etc.].
5. SMES-DATA-1: ¿Cuál es el porcentaje de madres sol-
teras en situación de pobreza? ¿En comparación con
otros tipos de hogares, incluidos los de padres solteros?
(The WomanStats Project, s.f.).
6. TRAFF-PRACTICE-2: ¿Cuáles son las prácticas de trá-
fico de personas en cada país?

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150 • Relaciones internacionales y feminismos

Las variables exploradas en WomanStats tienen algo en


común: la subordinación de género y su convergencia con
otros tipos de subordinaciones. Comenzando por la varia-
ble SMPP-PRACTICE-1, explorando en la base de datos,
podemos ver de qué manera la cultura de diferentes pobla-
ciones en Suramérica tratan a las mujeres, en este caso,
en su primera menstruación. Se presenta cómo en cinco
de los seis países investigados hay diferentes ceremonias y
procesos para el momento en el que una mujer atraviesa la
menarquía. En la mayoría de estos, las jóvenes deben llevar
a cabo actos sexuales que son parte de las costumbres de las
propias comunidades. Esto se observa en el caso tanto de la
población mataco en Bolivia, como en Perú y la población
canela de Brasil, en donde la mujer, al pasar por la menar-
quía, tiene que comenzar a tener relaciones sexuales.
Este es un claro ejemplo de cómo es necesaria la inter-
seccionalidad en el estudio del género y la seguridad inter-
nacional, pues las experiencias individuales de las mujeres
pertenecientes a una de las comunidades mencionadas no
se puede comparar a las experiencias de una mujer que
creció en un entorno diferente, con lineamientos culturales
que varían de manera drástica. Además se convierte en una
muestra de cómo las prioridades de las agendas de segu-
ridad no llegan a explorar las dificultades que sufren las
mujeres pertenecientes a minorías étnicas, cuyos derechos
pueden verse vulnerados con estas prácticas.
La segunda variable, DACH-PRACTICE-3, que enfati-
za en la situación de las mujeres con alguna discapacidad,
nos muestra cómo, a pesar de los tratados y las leyes exis-
tentes para combatir la discriminación en estos seis países,
su situación no mejora. Este es un elemento común entre
los países, pues se conocen las dificultades que pueden lle-
gar a sufrir estas mujeres y se siguen teniendo altos niveles
de exclusión social. Todo esto, además de mostrar la inca-
pacidad estatal en Suramérica para mejorar la aplicación de
sus políticas públicas para esta población, trae de nuevo la
importancia de la interseccionalidad, ya que los niveles de

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Relaciones internacionales y feminismos • 151

pobreza y bajo acceso a instituciones sociales se ven refor-


zados por el género y la discapacidad.
Ahora bien, la exclusión social también es característica
de las mujeres en zonas rurales. En este punto y analizan-
do la variable CWC-DATA-2, es importante diferenciar los
procesos de cada Estado. Por ejemplo, en Colombia, el con-
flicto armado y los proyectos tanto agrícolas como mineros
han derivado en violencia contra las mujeres rurales. Vivir
en una zona rural y ser una mujer son dos características
por las que se ven amenazados sus derechos. Por supuesto,
también hay elementos en común entre los países como los
niveles de analfabetismo y el poco acceso a servicios socia-
les y de salud. Lo mismo sucede con las mujeres cabeza de
hogar, reflejado en la variable SMES-DATA-1. Ellas tienen
mayores cifras de pobreza a las de los hombres cabeza de
hogar en los seis países. Son afectadas por el desempleo, lo
que, además de verse reforzado por su género, representa
mayores dificultades al tener hijos dependientes.
Los factores culturales tal y como se vieron en la varia-
ble que trataba los ritos en la menarquía son importantes
en cuanto condicionan los comportamientos sociales, lo
que es socialmente aceptado y lo que no. La variable LRW-
PRACTICE-2 nos presenta un panorama cultural que les
impide a las mujeres de los países estudiados denunciar
casos de violencia de género. Este se convierte en un factor
de estudio interseccional, pues, en los países estudiados, se
castiga a la mujer por alzar la voz ante un abuso, cosa que
no sucede en otras partes del mundo. Ellas se ven silencia-
das y hostigadas, incluso por su propia familia y los entes
judiciales, sometidas a críticas y humillaciones que no per-
miten su acceso a servicios sociales ni de salud. Analizar
estos factores sociales nos permite ver cómo la cultura y
los elementos sociales pueden definir la experiencia de las
mujeres nacidas en estos países de Suramérica.
Finalmente, el tráfico sexual, que ha sido un proble-
ma recurrente en Latinoamérica, tiene como grupos en
alto riesgo a minorías tales como personas pertenecientes

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152 • Relaciones internacionales y feminismos

a comunidades indígenas, migrantes, personas con discapa-


cidades, personas pertenecientes a la comunidad LGBTIQ+
y habitantes de zonas rurales, entre otros. Las víctimas del
tráfico sexual son atraídas mediante ofertas de empleo frau-
dulentas, lo que demuestra cómo vivir bajo ciertas condi-
ciones, como el desempleo o la pobreza, puede significar un
riesgo y una diferencia, y resalta la necesidad de contemplar
la seguridad internacional a través del lente de género y del
lente interseccional que permite vislumbrar estas diferen-
cias en orden de tener una agenda de seguridad internacio-
nal inclusiva, que permita tener resultados para defender
los derechos de todas personas, incluyendo a las minorías.

Conclusión

El capítulo establece que la noción de “género”, en su apli-


cación a los estudios de seguridad internacional, se consti-
tuye como la intersección entre la experiencia personal, el
lenguaje/discurso y la práctica. Se aclara también la nece-
sidad de concebir la utilidad del concepto “género” para
comprender las dinámicas de la seguridad que van desde el
mismo uso de la fuerza hasta el uso simbólico del lenguaje,
lo que conlleva a descubrir nuevas formas de dominación
de los seres humanos que tradicionalmente han permane-
cido subyugadas y subyugados ante una masculinización de
la agenda de seguridad. Como estudiosas y estudiosos de la
seguridad, es nuestra labor reflexionar en torno a la rela-
ción entre el género y la seguridad internacional mediante
la investigación de casos puntuales.
También se argumentó que el enfoque interseccional en
los estudios de seguridad internacional es esencial en una
región tan compleja como América del Sur. Los seis Estados
escogidos reflejan la diversidad al interior de Suramérica, y
las variables del WomanStats Project demuestran la inter-
seccionalidad existente entre el género y otras variables que

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Relaciones internacionales y feminismos • 153

comúnmente son ignoradas. Así, se evidencia que no existe


un solo tipo de subordinación de género, como tampoco es
el único tipo de diferencia que marca la experiencia de una
persona. Mediante este enfoque, resulta posible resaltar las
deficiencias comunes que existen en la protección de las
mujeres y minorías en distintos países de Suramérica que
pueden trascender a nivel Estatal o internacional, refleján-
dose en sociedades más inseguras y violentas en general.
Por último, tenemos un desafío en lo que respecta al
género y la seguridad internacional de la región; al mismo
tiempo, se nos presenta una oportunidad única para abogar
por la inclusión de las minorías y poblaciones que han sido
históricamente rezagadas de las agendas de seguridad. Con
ello se pretende lograr una justicia social que no está garan-
tizada para estas personas. Si se logra este reconocimiento,
podremos analizar la forma en que el género afecta a la
seguridad y viceversa, con el objetivo de elaborar políticas
inclusivas, eficaces y dignas en el marco de la igualdad y la
equidad.

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158 • Relaciones internacionales y feminismos

Anexo 1: seguridad física de las mujeres

Seguridad física de las mujeres en los seis Estados seleccionados


para el presente estudio6

Tomado de la escala de violencia de seguridad física, Mary Caprioli’s


Physical Security of Women (2019).

6 Disponible en www.womanstats.org/new/map_create.

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Feminismo, género y desarrollo1

Enfoques feministas y su inserción


en el sistema internacional de desarrollo

XAMAN MINILLO2

Introducción

El discurso sobre el desarrollo es un elemento central de


la política internacional contemporánea. Propuesta inicial-
mente al comienzo de la Guerra Fría, la noción de “desarro-
llo” como algo que debe ser inducido activamente no puede
disociarse de su contexto: un período en el que, coincidien-
do con las ondas de descolonización, se produjo la polari-
zación de la sociedad internacional entre dos sistemas de
organización económica, política y social. Inicialmente, el
proyecto de desarrollo ignoró a las mujeres. Su perspectiva
modernizadora y economicista abordó la ciencia y la tec-
nología como cuestiones técnicas y apolíticas, en un enfo-
que que, a pesar de presentarse como neutral, traía consigo
una perspectiva marcadamente masculina. En tal ámbito,
sin considerar la presencia de las mujeres, se desconoció el
papel fundamental de las relaciones desiguales de género en
estructuras políticas, sociales y económicas (RAI, 2011, 14).
El entendimiento del desarrollo vinculado al crecimiento
económico medido en términos de producto interno bru-
to (PIB) es una perspectiva que retiró la humanidad de

1 Agradezco a Mónica Montana Martínez Ribas por traducir el texto del por-
tugués al español.
2 Universidade Federal da Paraíba.

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160 • Relaciones internacionales y feminismos

las personas y las transformó en cifras por ser alcanzadas


vía comercio, industrialización y modernización de la eco-
nomía.
Cuestiones sobre desarrollo, economía política inter-
nacional, justicia económica y distribución de recursos
están notablemente diferenciadas por género. No reco-
nocer esta dimensión solapa jerarquías, privilegios y
desigualdades. Un ejemplo de esto es el derecho a recur-
sos, como herencias y tierras, cuyo acceso es restringido
a las mujeres. Además, para muchas de ellas el acceso
al mercado laboral formal está también restringido, por
lo que deben recurrir a desempeñarse en actividades
domésticas y de cuidados –tradicionalmente no recono-
cidas como trabajo– o en empleos informales, que no les
garantiza protección social como trabajadoras (Gálvez
González, 2008). Sin olvidar que, en el mercado laboral
formal, existen diferencias latentes entre los cargos y
salarios que desempeñan hombres y mujeres.
Actualmente, el género es un elemento clave en los
discursos sobre desarrollo. Son diversas las corrientes de
estudio del área que entienden que la igualdad de géne-
ro se hace necesaria para alcanzar el desarrollo sosteni-
ble (Lagunas-Vázques, Beltrán-Morales y Ortega-Rubio,
2016). La integración de las cuestiones de género en los
discursos sobre desarrollo ha sido una práctica adoptada
desde 1995, cuando tuvo lugar en Beijing la IV Confe-
rencia Mundial de las Naciones Unidas (ONU) para la
Mujer. Desde entonces, se ha promovido la transversa-
lización de género como una herramienta para lograr
la igualdad de género mediante la consideración de este
tema en todas las etapas y los niveles de políticas, pro-
gramas y proyectos, actuando en su diseño, implemen-
tación y evaluación.
Este capítulo se estructuró en torno a la pregunta femi-
nista: ¿dónde están las mujeres (Enloe, 1993) en los progra-
mas de desarrollo? ¿Y cómo ellas, así como otras minorías
de género, están representadas en tales discursos? Se busca

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Relaciones internacionales y feminismos • 161

dar respuestas entendiendo el feminismo, a pesar de carac-


terizarse por la búsqueda de la justicia de género, como
una agenda plural, que involucra diferentes perspectivas y
proyectos políticos de lucha contra el patriarcado. Por tan-
to, se ofrece aquí algunas perspectivas feministas sobre el
desarrollo tales como estos:

a. abordaje de las mujeres en el desarrollo;


b. género y desarrollo;
c. el feminismo marxista; y
d. abordaje crítico al paradigma occidental de desarrollo:
ecofeminista y decolonial.

Estas diferentes perspectivas, sus conceptos clave, la


forma en que conectan género y desarrollo y cómo fueron
incorporadas o no en los discursos de las agencias de desa-
rrollo se presentan contextualizadas en eventos y procesos
internacionales.

Feminismos y desarrollo

¿Cómo están relacionados los feminismos y la búsqueda del


desarrollo? En los días actuales, la igualdad de género y el
empoderamiento femenino están presentes en los discursos
de prácticamente todos los programas y las instituciones de
desarrollo. Esto representa un avance en la comprensión de
lo que es y lo que envuelve el desarrollo, condición primor-
dial para mejorar la situación material de muchas muje-
res y niñas. Aun así, son necesarios muchos cambios para
alcanzar un mundo donde exista la igualdad de género. Las
diferentes perspectivas feministas tienen el objetivo común
de combatir las prácticas de diferenciación de las personas
en función de su género que son utilizadas para establecer
jerarquías y permitir discriminaciones de diferentes mane-
ras. Las feministas destacan cómo tales relaciones de dis-
criminación apoyan la desigualdad en la distribución y en

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162 • Relaciones internacionales y feminismos

el uso de los recursos, en el acceso a los derechos y a la


autoridad en todas las esferas de la vida, como en el hogar,
la comunidad y el ámbito nacional e internacional.
En el área de estudio de la economía política interna-
cional, las perspectivas feministas ponen el énfasis en cómo
la desigualdad de género está vinculada a los intereses
materiales, y destacan cómo dicha diferenciación es dañi-
na. Esto debido a la falta de acceso a derechos económicos
y sociales, como el derecho a la tierra, a la vivienda, a
la alimentación o al trabajo digno, además de negar a las
mujeres y a otras minorías de género el acceso a una vida
digna, situaciones que impiden el pleno desarrollo de toda
la sociedad. Las perspectivas feministas demuestran cómo
la igualdad de género es necesaria para lograr un tipo de
desarrollo que considere, como proponen los Objetivos de
Desarrollo Sostenible (ODS)3, la prosperidad, pero también
de las personas, el planeta y la promoción de la paz a través
de alianzas.
Los feminismos son muchos, al igual que sus proyec-
tos políticos de sociedades igualitarias. Las siguientes sub-
secciones detallan cuatro perspectivas feministas sobre el
desarrollo. Reconociendo que aquí solo se puede presentar
un número limitado de enfoques, seleccionamos dos consi-
derando su influencia en el régimen internacional de pro-
moción del desarrollo propuesto por la ONU: la mujer en
el desarrollo y género y desarrollo. Los otros tres enfoques
que se plantean se destacan por evidenciar los problemas
que existen en las formas en que se promueve el desarrollo

3 Los ODS son un conjunto de 17 objetivos adoptados por las Naciones Uni-
das en 2015 (Naciones Unidas, 2015; UNESCO, 2017). Son complementa-
rios entre sí y, apoyados en 169 metas, promueven el desarrollo sostenible
de forma integrada. Los ODS se establecieron a través de negociaciones
multilaterales en las que participaron representantes de los Estados, pero
también de la sociedad civil. El resultado de dicha articulación fue la Agenda
2030, que promueve el desarrollo por medio del crecimiento económico, la
inclusión social y la protección ambiental con el objetivo de satisfacer las
necesidades de las personas en el presente y garantizar que las generaciones
futuras también puedan hacerlo.

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Relaciones internacionales y feminismos • 163

y la igualdad de género en la agenda internacional. De esta


manera, se presentan los enfoques feministas que inspiran
el paradigma dominante y aquellos que, con su crítica, crean
aperturas para nuevas formas de entender el desarrollo.

La mujer en el desarrollo (MED)

La perspectiva de las mujeres en el desarrollo aparece en la


agenda internacional en el trabajo de Ester Boserup (1970),
fue el primer desafío a la ortodoxia masculinista en la litera-
tura sobre el desarrollo. La autora identificó que el desarro-
llo estaba siendo promovido en las políticas internacionales
de manera de reafirmar las generalizaciones biológicas en
su consideración de la división sexual del trabajo al igno-
rar o retratar a las mujeres como actores pasivos. Con un
enfoque sistémico y multidisciplinario que consideró temas
ambientales, población, nivel tecnológico, estructura ocu-
pacional y familiar, cultura, Boserup visibilizó la conexión
entre el proceso de desarrollo y el mejoramiento de las con-
diciones de las mujeres (Lagunas-Vázques, Beltrán-Morales
y Ortega-Rubio, 2016). A partir de esto, desarrolló una crí-
tica a la forma en que se estaba promoviendo el desarrollo,
destacando cómo tales enfoques no contribuían a mejorar
la situación de las mujeres en el tercer mundo4, quienes
continuaban sin acceso a los beneficios de la modernización
y, de esta manera, no producían los dividendos económicos
esperados (Rai, 2002).
Inspirándose en los ideales universalistas característi-
cos del feminismo liberal y valorando los principios de
igualdad y eficiencia, Boserup destacó el papel de las muje-
res en el desarrollo como un elemento central para inducir

4 Aunque el concepto de “tercer mundo” no sea más usado, aquí es utilizado


para contextualizar el momento histórico en cuestión, cuando el conflic-
to este-oeste de la Guerra Fría colocó a los países en desarrollo en esta
categoría.

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164 • Relaciones internacionales y feminismos

el desarrollo de manera efectiva (Rai, 2013). Su trabajo se


convirtió así en la base de la perspectiva de la Mujer en
el Desarrollo (MED). Al exponer cómo las mujeres tuvie-
ron acceso a la economía en posiciones marginales y con
ingresos más bajos que los hombres, la propuesta MED
reivindica la ampliación de oportunidades para ellas como
un fin, pero también como una forma de inducir el desa-
rrollo. El crecimiento económico y la mejora de la situación
de las mujeres se promoverían simultáneamente a través de
medidas como el acceso a la educación para que las mujeres
puedan desarrollar sus capacidades y ser más competitivas
en el mercado laboral.
A pesar de lograr atraer la atención de la ONU y de las
agencias de desarrollo sobre la importancia de que las muje-
res tuvieran acceso a los recursos económicos, hubo críticas
a esta perspectiva por dar más énfasis a las contribuciones
de las mujeres al desarrollo económico, en lugar de poner su
atención en las formas en que podrían mejorarse sus propias
condiciones (Razaví y Miller, 1995). MED recibió críticas
también por considerar a las mujeres del mundo en desa-
rrollo desde perspectivas occidentales sin tener en cuenta
las especificidades de sus realidades socioeconómicas par-
ticulares, siendo dominada por las visiones y los intereses
de las mujeres del mundo desarrollado. No reconoce, por
ejemplo, la posibilidad de existir diferentes interpretaciones
de lo que constituye desarrollo, reafirmando el paradigma
eurocéntrico de modernización que fomenta la industriali-
zación, la urbanización y la mecanización de la agricultura
como únicas formas de lograr el progreso. Cabe señalar que
la promoción de modelos de desarrollo sin la debida consi-
deración de las especificidades de las diferentes sociedades
a menudo tiene efectos contrarios a los esperados y puede
resultar en el empeoramiento de las condiciones socioeco-
nómicas de la población. Tales resultados son especialmente
sentidos por los grupos más vulnerables y que no están ple-
namente integrados en la economía formal, como las muje-
res. Aquellas que continúan en sectores tradicionales sufren

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Relaciones internacionales y feminismos • 165

con su devaluación, y quienes los abandonan para ingresar


a la economía formal lo hacen asumiendo, en la mayoría de
los casos, posiciones marginales y poco o nada valoradas. Al
enfatizar el papel de las mujeres como actores productivos
que integran la economía formal, MED también ignora o
minimiza otras formas en que las mujeres contribuyen a
la economía y la sociedad, como el trabajo doméstico y de
cuidados. Críticas que se detallarán más adelante al tratar
del feminismo marxista, que expone cómo el liberalismo
económico (que incluye a las feministas liberales) opaca
la relevancia socioeconómica del trabajo reproductivo que
realizan las mujeres.
Este enfoque también implica la interpretación de fun-
ciones productivas tradicionalmente realizadas por mujeres
–como la agricultura tradicional– obsoletas, y promueve
su reemplazo por otras actividades económicas con el fin
de insertar a las mujeres en la economía capitalista formal.
Cabe señalar que, con los procesos de colonización, las rela-
ciones de género en las sociedades colonizadas cambiaron
para alinearse mejor con las de las sociedades colonizado-
ras. En procesos de colaboración entre autoridades colo-
niales y líderes locales (masculinos), las mujeres indígenas
perdieron estatus y funciones económicas que tradicional-
mente se les atribuían sin ganar, al mismo tiempo, acceso
a los privilegios que tenían las mujeres blancas. Fueron así
doblemente desempoderadas en términos de género y raza
(Cheater, 1986; Cheater y Gaidzanwa, 1996; Lugones, 2014;
Tamale, 2020), desigualdades estructurales que son aborda-
das desde la perspectiva MED y que serán tratadas en la
subsección D (“Enfoques críticos al paradigma occidental
de desarrollo”).
Además, su enfoque en los individuos atomizados
como actores económicos, característico de las perspectivas
feministas liberales, no hace explícito el carácter estructural
de las relaciones desiguales de género. El papel fundamen-
tal que juega la desigualdad estructural entre hombres y
mujeres en la organización política, económica y social del

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166 • Relaciones internacionales y feminismos

sistema capitalista internacional y en las posibilidades de


lograr un desarrollo con plena igualdad de género cobró
prominencia desde la perspectiva considerada en la siguien-
te subsección.

Género y desarrollo (GYD)

El concepto de “género” abre una categoría analítica que


destaca un eje político de organización social basado en la
diferenciación de las personas en función de su clasificación
como hombres o mujeres (Scott, 1995)5. Esta perspectiva,
influenciada por académicas feministas norteamericanas,
implica un acercamiento crítico a la categoría de mujer, pro-
blematizándola como construida socialmente. Este enfoque
destaca el uso de la categoría de género en la construc-
ción social de mujeres y hombres a partir de características
culturalmente establecidas que definen la masculinidad y
la feminidad6. A partir de estos, se destaca cómo los roles
de género son relativos y construidos como complementa-
rios. Por ejemplo, las mujeres son tradicionalmente carac-
terizadas como madres y quienes pueden desempeñar más
adecuadamente el papel de ama de casa, mientras que los
hombres son vistos como la fuente de ingresos del hogar. El
desajuste entre tales interpretaciones y la realidad material
demuestra cómo la división sexual del trabajo es una cons-
trucción social basada en categorías sociales e históricas de
género. Naturaliza la actividad masculina en la economía
formal, al tiempo que responsabiliza a las mujeres de las

5 A partir del género, también se clasifican las personas como cis y trans. A
pesar de no examinar esta clasificación en este espacio, destacamos que tiene
implicaciones importantes para proyectos de desarrollo pues poblaciones
trans o que trascienden el binomio hombre-mujer están entre los grupos
más marginados e invisibilizados (Minillo y Rodrigues, en impresión).
6 Frecuentemente, se opone género al sexo, siendo el primero entendido
como cultural y el último como biológico, pero el entendimiento del sexo
como biológico es cuestionable (Lugones, 2014).

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Relaciones internacionales y feminismos • 167

tareas administrativas y de producción dentro del hogar, del


trabajo de cuidados y de tener y criar hijos. Esta diferencia
también es política. Las relaciones estructurales de poder
que diferencian y conectan a hombres y mujeres se ordenan
de forma jerárquica, ya que las características, actividades
y posiciones tradicionalmente asociadas a los hombres son
más valoradas que las atribuidas a las mujeres.
Al considerar no solo las mujeres, sino también las
relaciones políticas, sociales y económicas que las colocan
en posiciones relativamente subordinadas y obstaculizan
su acceso a los recursos, la perspectiva expone la natu-
raleza estructural de la desigualdad de género. Explica la
relación entre género y poder y, destacando la naturaleza
cultural de las características y actividades asociadas con
la masculinidad y la feminidad, ofrece herramientas para
examinar la división sexual del trabajo en diferentes socie-
dades según sus especificidades culturales. Además, consi-
derando las responsabilidades vinculadas a los diferentes
roles de género, destaca cómo las comprensiones de lo que
es género legitiman la explotación de mujeres en distintas
esferas, como el Estado, el mercado de trabajo y el ámbito
doméstico, y expone cómo los impactos económicos de esta
diferenciación van más allá del acceso a puestos de trabajo
más altos y diferencias salariales: a las mujeres se les asignó
culturalmente trabajos que no son reconocidos ni remune-
rados, a título de ejemplo, el de cuidados y el reproductivo,
los cuales a menudo se realizan simultáneamente junto con
labores en la economía formal, todo ello da como resultado
doble jornada de trabajo o triple jornada.
El concepto de “género” ganó espacio en las políti-
cas de desarrollo en lo que se conoció como el enfoque
género y desarrollo (GYD). Esto ocurrió después de que
los programas de ajuste estructural promovidos por insti-
tuciones internacionales como el Banco Mundial y el FMI
desde mediados de los años 80 generaran efectos negativos
especialmente sentidos por las poblaciones más vulnera-
bles. Estos programas se desarrollaron con el objetivo de

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168 • Relaciones internacionales y feminismos

promover el crecimiento económico aumentando la pro-


ductividad y la eficiencia y, al mismo tiempo, de remediar
los desequilibrios fiscales. Las privatizaciones, las políticas
económicas, la disciplina fiscal y la reducción del gasto
público avanzaron en nombre de la lucha contra la pobreza,
pero terminaron generando impactos económicos y socia-
les negativos, como la precariedad de la economía informal,
lo que resultó en la feminización de la pobreza (Cornia, Jolly
y Stewart, 1987; UNICEF, 1987; Campbell, 2010). También
trasladaron la responsabilidad del trabajo de cuidados de los
Estados, que redujeron sus acciones sociales, a las mujeres.
A las mujeres les tocó asumir más responsabilidades, sin
reducir sus horas de trabajo en la economía fuera del hogar,
entendida como apropiada para su género.
Como reacción a los programas de ajuste estructu-
ral, surgieron críticas, como la del enfoque de capacidades,
inspirada en el trabajo de Amartya Sen, el cual enfatiza
la importancia de las condiciones para el desarrollo de
las capacidades humanas para que, dotadas de ellas, las
personas puedan buscar su bienestar (Sen, 1987; Agarwal,
Humphries y Robeyns, 2005). El foco de atención pasa del
crecimiento económico y la renta al de la satisfacción de
necesidades materiales básicas, como la alimentación, pero
también necesidades intangibles, como la vida comunitaria
y el empoderamiento o el proceso de, a través del acceso
a los recursos y la capacidad de toma de decisiones, dar
a las personas control sobre sus vidas (DSPD-UN, 2012).
El impacto de este enfoque en el régimen de desarrollo
internacional queda demostrado por el índice de desarrollo
humano, que delimita el desarrollo en términos de ingresos,
pero también de educación y esperanza de vida. También es
influenciado por el enfoque de capacidades humanas, GYD,
donde se destaca la importancia de desarrollar estrategias
para empoderar a las mujeres y al mismo tiempo promover
la satisfacción de sus necesidades básicas como el acceso a
la salud, la educación y el empleo, así como también focaliza

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Relaciones internacionales y feminismos • 169

en la protección contra la violencia, desafíos que surgen


debido a la desigualdad de derechos.
La importancia del enfoque GYD en el régimen inter-
nacional de promoción del desarrollo se demuestra en la
inclusión de la transversalización de la perspectiva de géne-
ro en los programas de desarrollo, es decir, la considera-
ción de las implicaciones de las diferencias de género en
cualquier área y nivel. Inicialmente propuesta en la Terce-
ra Conferencia Mundial para las Mujeres de la ONU, que
tuvo lugar en Nairobi en 1985, fue formalmente definido
diez años después, en la Cuarta Conferencia Mundial para
las Mujeres de la ONU, que se celebró en 1995 e integró el
texto de la declaración de la conferencia y las propuestas de
la Plataforma de Acción de Beijing.
La fuerza del paradigma GYD en los discursos con-
temporáneos de promoción del desarrollo también queda
demostrado en los Objetivos del Desarrollo Sostenible 5
(ODS5): lograr la igualdad de género y empoderar a todas las
mujeres y niñas. Destacándose entre los 17 ODS que guían
la búsqueda global del desarrollo sostenible de la Agenda
2030 para el Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas,
el ODS5 demuestra cómo el concepto de “género” y la con-
sideración de las mujeres se han convertido en elementos
clave en los programas de desarrollo. El ODS está com-
puesto por nueve metas, de las cuales los numerales 5.1, 5.2
y 5.3 tienen como fundamento eliminar la discriminación,
la violencia y las prácticas nocivas contra las mujeres y las
niñas. La meta 5.4 se enfoca en el reconocimiento y la valo-
rización del trabajo doméstico y de cuidados, combatiendo
la desigualdad en la división sexual del trabajo, así como
también se propone en la meta 5.5, orientada a asegurar la
participación plena de la mujer e igualdad de oportunida-
des. Esta meta busca garantizar igualdad de oportunidades
y la participación plena y efectiva de las mujeres en puestos
de liderazgo en los ámbitos político, económico y públi-
co. La meta 5.6 busca garantizar el acceso universal a la

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170 • Relaciones internacionales y feminismos

salud sexual y reproductiva y a los derechos reproductivos.


Además de todo ello, la meta 5.a promueve la realización
de reformas para garantizar derechos iguales a recursos
económicos independientemente del género. Igualdad en el
acceso a las tecnologías es el objetivo 5.b, y el 5.c promueve
la adopción y el fortalecimiento de políticas y legislación
para la igualdad de género y el empoderamiento de mujeres
y niñas.
Aunque no se hace explícito en el ODS 5, un elemento
central para lograr este objetivo y sus metas es el acceso a la
educación, que forma parte del ODS 4: educación de calidad
para todos. Esta relación demuestra cómo los 17 ODS están
interconectados entre sí y juntos apuntan a lograr el desa-
rrollo sostenible, que promueve el bienestar de las personas,
la sostenibilidad del planeta, la prosperidad y la paz a través
de alianzas y asociaciones. También ilustra el principio de
incorporación de la perspectiva de género.
Hay críticas que apuntan a la exitosa incorporación de
GYD al régimen internacional de promoción del desarrollo,
a la asimilación de la terminología de género por parte de
las agencias de desarrollo como un concepto técnico, des-
pojado de su componente feminista crítico (Rai, 2011, 2002,
2013; Weber, 2015; Lagunas-Vázques, Beltrán-Morales y
Ortega-Rubio, 2016). Esto se debe a que, si bien esta pers-
pectiva abre la posibilidad de una transformación estruc-
tural de los roles de género, en lugar de atacar las bases
socioculturales de la desigualdad de género, el enfoque de
los programas ha sido mejorar la situación de las mujeres a
través de su protección y empoderamiento en la forma de
acceso a esferas de las que tradicionalmente estaban exclui-
das. No considera los regímenes de producción, acumula-
ción y consumo que caracterizan al sistema neoliberal, ni la
cuestión de la reproducción social.
La relación entre este enfoque, la forma en que fue
absorbido por el régimen de promoción del desarrollo
internacional, y el carácter capitalista liberal de la eco-
nomía política internacional no puede verse como una

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Relaciones internacionales y feminismos • 171

coincidencia. Al igual que el MED, incorporado en el ámbi-


to de los programas que se desarrollan en el sistema capi-
talista internacional. Otros enfoques, más críticos hacia el
capitalismo, no han tenido tanto éxito con las agencias de
desarrollo. Estos se tratarán a continuación.

Feminismos marxistas
Al igual que el marxismo, el feminismo también utiliza
las relaciones de dominación y subordinación como clave
interpretativa. Sin embargo, sus enfoques son diferentes:
mientras que el primero se centra en la clase, el segundo lo
hace en las desigualdades de género. La unión entre ellas,
en el feminismo marxista, interpreta las relaciones huma-
nas desde la doble subordinación provocada por la clase y el
género y permite identificar las diferentes formas en que el
Estado, el patriarcado y el capitalismo se alimentan mutua-
mente a partir de la explotación femenina, que es esencial
para la reproducción del sistema capitalista. Ese binomio
nos permite lanzar críticas por la miopía del feminismo
liberal, en relación con las divisiones internas del movi-
miento feminista, y por las diferencias de clase, así como
por la marginación de las luchas de las mujeres que pueden
ser observadas en el marxismo ortodoxo.
La conexión entre feminismo y marxismo, más que por
Karl Marx, fue instigada inicialmente por la obra de Frie-
drich Engels. En Origen de la familia, la propiedad privada y el
Estado, el autor señaló cómo la subordinación de las mujeres
no tiene causas biológicas, como su capacidad reproductiva
o constitución física, sino socioeconómicas, estando conec-
tadas con el desarrollo del capitalismo y la propiedad pri-
vada. También explicó cómo las jerarquías de género son
fundamentales para la explotación de clases a través de la
división sexual del trabajo, en la que se excluye a las mujeres
del mundo laboral (formal) y de la esfera pública, encerrán-
dolas en el ámbito doméstico a través de la institución del
matrimonio. Además de consolidar la dependencia de las

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172 • Relaciones internacionales y feminismos

mujeres, su subordinación a sus maridos garantiza la repro-


ducción social, o la creación de un ejército de trabajadores
asalariados disponibles para ser explotados. De esta mane-
ra, esta perspectiva resalta la conexión entre la explotación
de las mujeres, el apoyo a la producción de los trabajadores
asalariados y el ocultamiento de sus costos.
Un concepto clave para el feminismo marxista es el
de “reproducción social”. Centrándose en las experiencias
sociales de las mujeres, comprende las prácticas de repro-
ducción biológica y también el trabajo sexual, emocional y
afectivo realizado en el cuidado y la creación de seres vivos,
esenciales para el mantenimiento de una sociedad (Rai,
2013). Este concepto demuestra la validez del argumento
feminista de que lo público y lo privado están interconecta-
dos. Esto se debe a que, al separar ambas esferas y clasificar
el mundo del trabajo como parte de la esfera pública, se
invisibilizan las tareas realizadas por las mujeres en el ámbi-
to doméstico, negándoles el reconocimiento como trabajo.
Hacer visibles estas prácticas expone cómo el capitalismo
depende de externalidades como el trabajo doméstico y de
cuidados realizado por las mujeres. Trabajo cada vez más
explotado en contextos de reducción del gasto social en
Estados donde la reproducción social llevada a cabo por
mujeres proporciona servicios de bienestar social cada vez
más escasos. El no reconocimiento del trabajo domésti-
co femenino con poca o ninguna compensación económi-
ca intensifica las prácticas de discriminación, exclusión de
puestos superiores y explotación de las mujeres a través de
menores remuneraciones en el mercado laboral. La explo-
tación se extiende a otros trabajos que no se abandonan
cuando quienes los desempeñan participan en el mercado
laboral formal, lo que resulta en jornadas dobles o triples,
especialmente para las mujeres pobres y de piel oscura
(Carvalho y Gonçalves, 2023).
Las feministas de línea marxista también destacan el
papel de la ideología. Federici (2013, 2004) explica que el
no reconocimiento, la no remuneración o la no valoración

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Relaciones internacionales y feminismos • 173

de las actividades realizadas por las mujeres en el ámbito


privado así resultan porque se ejecutan a partir de la noción
de ser un acto de amor (Federici, 2013). Ideológicamente,
el trabajo doméstico y de cuidados se interpreta como algo
innato a las mujeres. Las percepciones hegemónicas de lo
que son las mujeres implican que necesitan desempeñar
tales funciones para realizarse plenamente. Así, a la vez que
se limita la comprensión de lo que constituye a las muje-
res, la ideología garantiza que el trabajo femenino en el
hogar se siga realizando de forma gratuita. De esta mane-
ra, se devalúa simultáneamente la reproducción social, la
acción femenina que la realiza y la vida de las trabajadoras
(Lagunas-Vázques, Beltrán-Morales y Ortega-Rubio, 2016).
Se destaca el papel ideológico que juega la institución del
matrimonio en el mantenimiento de la explotación de las
mujeres como amas de casa. Esta institución demuestra
cómo la superestructura se fusiona junto con la infraes-
tructura, ya que el imperativo de que las mujeres se casen
unifica la realización personal de ellas como mujeres a las
necesidades económicas del capital.
Al promover la autonomía femenina al mismo tiempo
que rechazan el control del Estado capitalista sobre la pro-
ducción y reproducción social, las perspectivas feministas
marxistas han tenido un impacto limitado en las teorías
tradicionales de la economía política internacional y en las
políticas de desarrollo (Rai, 2013). Esto se debe a que dichas
políticas son promovidas por estos mismos Estados, que
se benefician de la invisibilidad de las dimensiones socio-
económicas de la reproducción, la sexualidad y el trabajo
doméstico que permiten los enfoques liberales del desa-
rrollo.

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174 • Relaciones internacionales y feminismos

Feminismos críticos al paradigma del desarrollo


moderno occidental: ecofeminismo y feminismo
decolonial
En esta sección se abordan los enfoques ecofeministas y
los feminismos decoloniales7. Las dos escuelas de pensa-
miento –cada una plural en su propia composición– son
diferentes, y aquí no se intenta homogeneizarlas. Apenas
esta forma de organizar el texto se elige con base en la con-
sideración de que, a pesar de promover diferentes visiones
de mundo, estas comparten algunas críticas al sistema capi-
talista y patriarcal que prevalecen en la actualidad, lo cual
se interpreta aquí como una forma de organización políti-
ca, económica, social y epistémica fruto de la modernidad/
colonialidad androcéntrica. Tratarlos en conjunto permi-
te enfatizar los puntos de contacto y resaltar el potencial
de alianzas entre diferentes enfoques feministas. Se espera
demostrar que tales corrientes de pensamiento tienen en
común propuestas que delinean otros horizontes epistemo-
lógicos que van más allá de los proyectos de desarrollo pro-
movidos como necesarios e inexorables por Estados sobe-
ranos y capitalistas, estructurados a imagen y semejanza de
hombres blancos occidentales. Reconozco que estoy lidian-
do –en conjunto– con visiones de mundo diferentes y pido
a las y los lectores que acojan mi propuesta de enfatizar la
complementariedad y promover una conexión como estra-
tegia contra la explotación, la degradación y la oposición.
Los ecofeminismos dirigen la crítica feminista al andro-
centrismo estructural a los debates sobre el desarrollo y la
sostenibilidad. Destacan cómo el origen de la crisis ecoló-
gica no es el antropocentrismo, sino el androcentrismo, ya
que el sistema capitalista moderno, que viene agotando el
medio ambiente y amenazando la vida en la Tierra, es un
sistema estructurado por y para el beneficio de los hombres

7 Sobre estas escuelas de pensamiento, pueden leerse los capítulos de Mar-


chand y Loza en este volumen.

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Relaciones internacionales y feminismos • 175

que devalúa tanto a las mujeres como a la naturaleza. Des-


tacan cómo los roles tradicionalmente desempeñados por
las mujeres están interconectados con la naturaleza, como
prácticas de cultivo agrícola no mecanizado y cuidado,
incluso usando métodos tradicionales que dependen del
conocimiento y del contacto íntimo con la flora, así como el
uso de hierbas medicinales. Esa interconexión no fue rota
por el sistema capitalista. En el contexto de la institución
capitalista de propiedad privada al que el acceso de las muje-
res es limitado, estas son más dependientes de la obtención
de recursos de la naturaleza (Lagunas-Vázques, Beltrán-
Morales y Ortega-Rubio, 2016). Pero tanto las mujeres como
la naturaleza son explotadas por estructuras de dominación
que se refuerzan mutuamente (Rosendo, Kuhnen y Oliveira,
2020). Por tanto, para combatir la opresión femenina y la
explotación de la naturaleza, las ecofeministas abogan por
cosmologías que reconocen la interdependencia entre dife-
rentes formas de vida y valoran prácticas de cooperación,
solidaridad, reciprocidad y complementariedad en favor de
las economías del cuidado (Shiva y Mies, 1993).
Entendemos aquí que la crítica ecofeminista al paradig-
ma occidental de desarrollo y los enfoques feministas deco-
loniales –críticos con la modernidad– convergen como ríos
(Santos, 2023). Colocamos ambas percepciones lado a lado
no porque converjan en un punto común, sino como “mun-
dos diversos que pueden afectarse entre sí” (Krenak, 2022:
41). Esto porque ambas cuestionan la cosmología binaria
eurocéntrica de la modernidad, construida y propagada por
todo el mundo desde el colonialismo. Rechazan la epis-
temología que estructura el mundo en categorías binarias
jerárquicas que promueven diferencias basadas en criterios
como raza y género, que se extienden a comprensiones más
amplias de lo que constituye lo humano y la naturaleza.
Ejemplos de estas oposiciones son humano vs. naturaleza,
cultura y razón vs. naturaleza y cuerpos y, por supuesto,
masculino vs. femenino.

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176 • Relaciones internacionales y feminismos

En la cosmología de la modernidad/colonialidad, lo
humano se separa de la naturaleza y ella es objetivada
como materia inerte, que debe ser controlada, explorada,
transformada en mercancía y acumulada como capital. Al
mismo tiempo, los hombres son reconocidos como seres
que, dotados de razón, son humanos y, por tanto, separados
de la naturaleza. Por tanto, son libres para explorarla. A las
mujeres, en contrapunto, así como a las personas raciali-
zadas como no blancas, no se les reconoce plenamente su
humanidad. Están, en esta ontología, más cerca del mundo
natural que los hombres blancos y, por tanto, subordinados
a ellos y, como la naturaleza, estarían disponibles para ser
explorados (Lugones, 2014, 2016; Ciccarello-Maher, 2017).
Esta misma ontología fracturada que el feminismo deco-
lonial identifica en la modernidad/colonialidad es cuestio-
nada por el ecofeminismo. Ambos rechazan la extirpación
de los seres humanos de la naturaleza. Pero, a diferencia
de la visión moderno/colonial, reconocer tal conexión no
implica inferiorización o negación de la humanidad. Así,
aunque diferentes, ambos enfoques reconocen la autonomía
de aquellos a quienes la modernidad capitalista y patriarcal
invisibiliza y niega.
La conexión entre el régimen internacional de desarro-
llo internacional y el mantenimiento de la colonialidad es
nítida en los movimientos simultáneos que hubo a mediados
del siglo XX de las ondas de descolonización en Asia, Áfri-
ca y el Caribe, del establecimiento de la idea de desarrollo
como algo que debe ser inducido, y desde el campo de estu-
dio del desarrollo. Kothari (2005) observó este vínculo en
la transición de individuos de administraciones coloniales
a institutos de estudios de desarrollo en el Reino Unido. La
alineación entre colonialismo y promoción del desarrollo
también niega la capacidad de acción de las mujeres, fijando
su identidad de una manera esencialista y estereotipada.
A partir de la consideración del ritual de autoinmolación
de las viudas, Gayatri Chakravorty Spivak (1994) señaló la

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Relaciones internacionales y feminismos • 177

colaboración patriarcal entre colonizadores blancos y éli-


tes nacionalistas indias en la construcción de un Estado
nación moderno que busca desarrollarse. Los primeros se
posicionan como agentes de desarrollo que salvan a estas
mujeres del tercer mundo de la opresión que les imponen
sus sociedades subdesarrolladas al abolir tales rituales. Al
mismo tiempo, las elites poscoloniales nativas que definen
los objetivos del joven Estado representan a estas mujeres
desde puntos de vista masculinos. Marginados, se les nie-
gan canales institucionales para ejercer su agencia y libertad
para interpretar qué es el desarrollo y qué caminos deben
tomar para lograrlo.
Las ecofeministas y las feministas decoloniales promue-
ven otras interpretaciones del futuro que queremos. Enfati-
zan la necesidad de una buena vida, más allá de las ideas de
desarrollo basadas en el crecimiento económico y la satis-
facción de las necesidades básicas establecidas por agencias
internacionales occidentalizadas. En esta línea, demuestran
la importancia de la agencia de los pueblos indígenas que,
con cosmologías holísticas, reconocen la vida humana como
conectada a la Tierra. Un ejemplo de futuro que ser perse-
guido es ofrecido por la indígena guatemalteca MAM María
Guadalupe García (apud Maso y Selis, 2023, 90): “Las muje-
res queremos vivir bien […] estar contentas con nosotras
y nosotros mismos, tener lo necesario, estar contentas con
la Madre Tierra: cuidándola, respetándola y defendiéndola,
porque ella es nuestra madre, la que nos amamanta”. Este
objetivo es diferente de las ideas de desarrollo sostenible de
los ODS. No buscamos proteger la naturaleza para que esté
disponible para que podamos seguir explotando sus recur-
sos en el futuro, sino porque somos parte de ella. No se
busca una vida mejor solo para las mujeres, sino para toda la
comunidad, humana y no humana. Y se destaca la urgencia
de cambiar este sistema, cuyos impactos negativos se distri-
buyen de manera desigual, intensificando las desigualdades
preexistentes, y son más sentidos por los más vulnerables.

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178 • Relaciones internacionales y feminismos

Conclusiones

Este capítulo presentó algunas de las principales perspec-


tivas feministas sobre la cuestión del desarrollo. El texto
tiene límites implícitos en la imposibilidad de traer a diá-
logo todos los enfoques feministas a la idea del desarrollo.
Se espera, sin embargo, haber demostrado un poco de la
diversidad de los feminismos: cómo estos interpretan el
mundo de manera diferente y sostienen distintos proyectos
políticos.
Al presentar estos enfoques teóricos en paralelo a las
diversas formas que los discursos del régimen internacio-
nal de desarrollo internacional tomaron y las conexiones
entre las jerarquías del sistema internacional capitalista y
Estado-céntrico, se ha ilustrado cómo y por qué algunas
perspectivas y conceptos son asimilados por las agencias de
desarrollo y otros no lo son. El éxito simultáneo en inser-
tar el concepto de “género” de manera transversal en este
régimen y el riesgo de que esta absorción diluya la crítica
feminista que impulsó la creación del concepto demuestran
cómo el campo del desarrollo y su estudio son una arena
política. Una etapa donde se disputan los significados del
desarrollo, el género y lo que significa ser mujer. Un esce-
nario fértil para el estudio de las relaciones internacionales
desde enfoques feministas.

Referencias bibliográficas

Agarwal, B., Humphries, J. y Robeyns, I. (2005). Amartya Sen’s


work and ideas: A gender perspective. Londres: Routledge.
Boserup, E. (1970). Woman’s Role in Economic Development.
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Campbell, H. (2010). Structural Adjustment Policies: A
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Relaciones internacionales y feminismos • 179

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Historia de los movimientos feministas
en América Latina
ALMA ESPINO1

Introducción

Este artículo procura brindar información sobre la histo-


ria reciente del movimiento feminista o los feminismos en
América Latina. Sus objetivos consisten en dar pistas para
la reflexión y el debate teórico, así como sugerir distintos
interrogantes para profundizar en esta historia con nuevas
investigaciones. Se espera, en particular, realizar un aporte
a la incorporación en las relaciones internacionales de los
enfoques feministas, tratando de identificar y revelar cómo
opera en la escena internacional la relación entre género y
poder y de qué modo esa relación contribuye a la repro-
ducción y el sostenimiento de las desigualdades sociales y
de género.
El uso de la expresión “feminismos” está relacionado,
entre otros factores, con que las ideas feministas no cons-
tituyen un cuerpo único, ni se expresan en un movimien-
to homogéneo. Además, tanto las ideas como prácticas y
acciones de las feministas se encuentran atravesadas por las
posturas políticas e ideológicas presentes en las sociedades.
En lo que sigue, se hace un breve recorrido por los femi-
nismos de América Latina, algunas de sus características
esenciales y, especialmente, con referencia a la evolución de
su dinámica regional e internacional. Ese recorrido se detie-
ne en algunas décadas del siglo XX y en los inicios del siglo
XXI, a través de lo que algunas autoras han denominado

1 Universidad de la República de Uruguay.

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184 • Relaciones internacionales y feminismos

“olas del feminismo latinoamericano” (Carosio, 2019). Por


supuesto, recurrimos a una propuesta de periodización en
cierto sentido arbitraria, y que seguramente admite dife-
rencias cuando se consideran las características específicas
de los países de la región. En efecto, cada una de esas etapas,
fases u “olas” se inserta en un contexto específico (regional e
internacional), se mueve por ciertos intereses, plantea cierto
tipo de demandas, muestra diferentes vínculos con los par-
tidos políticos, el Estado, la academia, las organizaciones y
los movimientos sociales de la región y del mundo.

Primera ola del feminismo latinoamericano

El contexto en el cual se inserta esta primera ola del feminismo


entre fines del siglo XIX y principios del siglo XX desde una pers-
pectiva de género se caracteriza por la falta de derechos políti-
cos y civiles de las mujeres. Por ejemplo, las mujeres no tenían
derecho a votar o a la patria potestad sobre sus hijos, y, debido a
los obstáculos que enfrentaban para lograr independencia eco-
nómica a través de la participación laboral, estaban obligadas a
depender de sus padres o esposos.
En ese marco, entre las reivindicaciones más importan-
tes, se hallaba el obtener el derecho al voto para las mujeres
(movimientos sufragistas). Este derecho, en la mayor parte
de los países de América Latina y El Caribe, se obtuvo alre-
dedor de mediados del siglo XX con excepción de Ecuador
(1929), Chile (1931) y Uruguay (1932). Así mismo, se reivin-
dicaban derechos civiles como el divorcio y los derechos
laborales y el acceso a la educación formal y, en particular,
a las universidades. Téngase en cuenta que, por ejemplo, en
Uruguay en el año 1900 Paulina Luisi comenzó sus estu-
dios en la Facultad de Medicina, siendo la primera mujer
en ingresar a la Universidad de la República y también la
primera en graduarse, ocho años más tarde, con el título de
médica.

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Relaciones internacionales y feminismos • 185

El siglo XX fue una época de afirmación de los movi-


mientos feministas, en que las mujeres participaban sindi-
calmente con fuerte presencia de las demandas orientadas
por el feminismo socialista. Puede decirse que los feminis-
mos de ese primer periodo tenían como principal objetivo
la emancipación de las mujeres a través de la igualdad ante
la ley, la protección de la maternidad2, la defensa de los
derechos de las trabajadoras, y la crítica a la sexualidad y a
la familia burguesa. No obstante, la responsabilidad social
asignada a las mujeres sobre lo doméstico no fue cuestiona-
da (Carosio, 2019).
En el ámbito internacional, desde las primeras décadas
del siglo XX, diversas organizaciones de mujeres, y especial-
mente las vinculadas informal o formalmente a las corrien-
tes socialistas, se incorporaron a las luchas por la paz y
la democracia, expresando su solidaridad, por ejemplo, con
las mujeres en la guerra civil española (1936-1939) y con
los movimientos antifascistas durante la Segunda Guerra
Mundial.

Segunda ola del feminismo latinoamericano

Se coincide en situar esta segunda ola entre las décadas de


los años 60 y 70, en un contexto internacional caracterizado
por grandes eventos políticos y sociales que daban cuenta de
la emergencia de nuevos sujetos sociales y necesidades vin-
culadas a la paz y la democracia. Entre estos pueden men-
cionarse el Mayo francés3 de 1968, la llamada “Primavera

2 La maternidad vinculada a la formación y la educación de los hijos justifica-


ba la necesidad de educar a las mujeres. Puede verse, por ejemplo, respec-
to al denominado “feminismo compensatorio”: ladiaria.com.uy/opinion/
articulo/2022/10/que-tipo-de-feminista-fue-vaz-ferreira.
3 Mayo francés o Mayo de 1968 denomina las protestas estudiantiles, princi-
palmente universitarias, y luego sindicales llevadas a cabo en Francia, espe-
cialmente en París, durante los meses de mayo y junio de 1968. Estas

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186 • Relaciones internacionales y feminismos

de Praga”4, la guerra de Vietnam5. En la región, se vivían


los impactos y la influencia de la Revolución cubana, que
se expresó en la formación de guerrillas y frentes populares
en varios países. También se contextualizó este período por
transformaciones de la Iglesia católica Concilio Vaticano II
(1962), la II Conferencia del Episcopado Latinoamericano
celebrado en Medellín, Colombia, en 1968, y la presencia
de la teología de la liberación en el terreno sociopolítico de
la acción colectiva y sus contribuciones a la formación de
movimientos sociales (Sapriza, 2003).
En estas décadas, como contracara de expresiones polí-
ticas y sociales relacionadas con demandas de liberación y
cambios revolucionarios en nuestra región, la lucha contra
el comunismo asumió el formato de golpes de Estado impul-
sados y sostenidos por civiles y militares. En particular, en
el Cono Sur, estos golpes arrasaron con la vida democráti-
ca y cancelaron los mecanismos y espacios tradicionales de
participación política y social de la ciudadanía.
Para fines de los años 70, en términos sociodemográ-
ficos, debe destacarse el avance alcanzado por las mujeres
en su educación (mejoras en la participación en la edu-
cación media y superior), lo cual les permitió acceder a
mayores oportunidades laborales. También en estos años se

movilizaciones se extendieron por Alemania, España, México, Argenti-


na, Uruguay, Estados Unidos, Checoslovaquia e Italia.
4 La Primavera de Praga fue un periodo de liberalización política y de protes-
tas masivas en Checoslovaquia, que comenzó en enero de 1968. Alexander
Dubček fue elegido primer secretario del Partido Comunista de Checoslova-
quia (KSČ) e impulsó reformas que pretendían otorgar derechos adicionales
a los ciudadanos descentralizando parcialmente la economía e incluyendo
la disminución de restricciones en los medios de comunicación y la libertad
de expresión y de desplazamiento. El 21 de agosto de 1968, la Unión Sovié-
tica, junto con otros miembros del Pacto de Varsovia, invadieron el país
para evitar las reformas.
5 Conflicto armado entre 1955 y 1974 entre Vietnam del Norte, con Hanoi
como capital, y el Vietnam del Sur capitalista dirigido desde Saigón, y con
apoyo de Estados Unidos en forma de logística, entrenamiento, armas y
municiones y hombres. La partida de las últimas tropas estadounidenses
derrotadas de Vietnam se dio por orden del presidente Nixon el 29 de
marzo de 1973.

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Relaciones internacionales y feminismos • 187

difundieron mecanismos de control de la natalidad, princi-


palmente los anticonceptivos orales. Todo ello, junto a los
cambios culturales y de valores de la sociedad, aumentó las
posibilidades de independencia económica y personal de las
mujeres.

Patriarcado, política sexual y dominación


de las mujeres
En los años 60, los planteos feministas en Estados Unidos se
manifestaron en la corriente que se ha denominado “femi-
nismo radical”. Una de sus principales representantes, Betty
Friedan, publicó su libro Mística de la femineidad (1963)6, en
el que, a partir de un análisis basado en diversas fuentes,
concluye que, en Estados Unidos, después de la obtención
de derechos tales como el derecho al voto, a la educación,
a acceder al mercado laboral, las mujeres vivían para dedi-
carse al cuidado de los hijos, a la satisfacción del esposo y
a las tareas domésticas. Friedan sostenía que las mujeres se
veían abocadas a contraer matrimonio y ser madres cada
vez más jóvenes, mientras que la sociedad les aseguraba que
la carrera de una mujer estaba en el hogar y que, si se empe-
ñaban en ejercer alguna profesión fuera de su casa, estaban
poniendo en peligro su feminidad. Friedan discute, por lo
tanto, en qué consiste lo femenino y quién decidía qué era
femenino y que no. La hipótesis para esta respuesta es que
la decisión acerca de qué es o no lo femenino no la toman
las mujeres (Espino, 2021).
En el marco del feminismo radical, se ubican obras
como La política sexual de Kate Millet y La dialéctica del
sexo de Shulamith Firestone. Surgió en ese marco el lema
“Lo personal es político”, y se extendió la lucha contra
el patriarcado de lo económico y público a lo social y

6 El texto se encuentra accesible en www.aelatina.org/wp-content/uploads/


2020/12/la-mistica-de-la-feminidad-betty-friedan-1.pdf (último acceso: 5
de febrero de 2024).

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188 • Relaciones internacionales y feminismos

privado. Sus argumentos defienden que la opresión de las


mujeres comienza en su propio hogar y es ejercida por los
padres-maridos-parejas a través de las relaciones sexuales,
la capacidad reproductiva, el control del cuerpo o el trabajo
doméstico gratuito7.
En Europa, en especial en España, Francia e Ita-
lia, durante esos años el feminismo se expresó como un
fenómeno de amplia difusión sustentado en movilizaciones
callejeras, con la formación de organizaciones de mujeres
de nuevo tipo, con prácticas políticas que se sustentaron en
la producción de libros y revistas.

Opresión capitalista y dominación de las mujeres


Los análisis económicos críticos a las desigualdades entre
mujeres y hombres desde una perspectiva de género o
feminista se remontan a finales de los 60 (Pérez Orozco,
2005, p. 44). El trabajo remunerado, de carácter asalariado
o no asalariado, ha sido considerado el principal y a veces
el único importante para garantizar el intercambio de bie-
nes y servicios necesarios para la sobrevivencia humana,
especialmente en la disciplina económica. No sería hasta el
siglo XX hasta que se comenzaría a visibilizar y a constituir
como objeto de estudio el trabajo doméstico en los hogares
en algunas ciencias sociales como la historia, la sociología y
la economía (Carrasco, Borderías y Torns, 2011). El movi-
miento de mujeres llevó adelante un debate seminal sobre
el trabajo doméstico, su rol en el capitalismo y la opre-
sión de las mujeres8, que contribuyó a ampliar la reflexión

7 Ver www.mujeresenred.net/historia-feminismo3.html.
8 Por un lado, se hacía hincapié en el subsidio que el trabajo doméstico hacía
al sistema capitalista al contribuir a mantener el valor de la fuerza de trabajo
por debajo del costo de su reproducción; si el salario pagado al trabajador
no incluía el valor del trabajo doméstico y de los cuidados necesarios para
su reproducción, esto significaba una mayor extracción de plusvalía y, por
lo tanto, de acumulación de capital. Por otro, se señalaba que el trabajo
doméstico es esencial para la reproducción social y, por consiguiente, para
la sobrevivencia del modo capitalista de producción. La función del trabajo

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Relaciones internacionales y feminismos • 189

conceptual sobre el aporte de este trabajo a la reproducción


social y de la fuerza de trabajo.
El trabajo desarrollado en estas décadas fue muy influ-
yente en la reflexión de las feministas desde un enfoque mar-
xista, tanto para analizar la opresión de las mujeres como
su crítica. Desde el enfoque marxista9, si bien se aportaron
elementos al debate sobre el trabajo doméstico, este se cen-
traba en el modo de producción capitalista y se restringió en
gran medida a explicaciones economicistas respecto de la
división sexual del trabajo y su vínculo con las desigualda-
des en el mercado laboral (Carrasco, 1991; Gardiner, 1997;
Beneria, 2005). Se buscaba encontrar la relación entre la
lógica del capital y la lógica del patriarcado y en ese marco
considerar el trabajo doméstico como objeto de la econo-
mía política. Asimismo, se procuraba incorporar ese trabajo
a la discusión sobre el carácter productivo-improductivo
del trabajo, asociado a su participación esencial en la repro-
ducción de la fuerza de trabajo que, de acuerdo al esquema
marxista, es también una mercancía (Espino, 2021). Por su
parte, la crítica realizada al análisis marxista de la economía
se basaba en que este dejaba afuera el trabajo no remunera-
do en los hogares, destinado a la reproducción biológica y
social (Hartmann, 1979; Bellucci, 2018).
En nuestra región, en los años 70 y principios de los 80,
los movimientos de mujeres y feministas se caracterizaron
por la resistencia y el combate a las dictaduras, especialmen-
te en el Cono Sur (Argentina, Brasil, Chile, Uruguay), pero
también por la participación en la revolución sandinista en
Nicaragua incluso como combatientes, y en el marco de la
resistencia en el conflicto armado interno en El Salvador.
En los países del Cono Sur, los estudios de género seña-
laron que, en el contexto de las dictaduras, los hogares se

doméstico por tanto sería un subsidio al sistema económico para el mante-


nimiento y la reproducción de la fuerza de trabajo.
9 Este enfoque brinda elementos conceptuales y metodológicos para analizar
el trabajo doméstico en el marco del sistema capitalista por su importancia
en el costo de producción y reproducción de la fuerza de trabajo.

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190 • Relaciones internacionales y feminismos

constituyeron en un espacio central de discusión y reunión


(Sapriza, 2015). Ello permitió identificar la función política
de resistencia desde los hogares, reclamar la visibilización
del rol cumplido por las mujeres y reivindicar la necesidad
de otras formas de hacer política (De Giorgi, 2018; John-
son, 2000). En Chile y Uruguay, por ejemplo, las luchas
de algunos grupos de mujeres por recuperar la democracia
se acompañaron del reclamo por “democracia en el hogar”,
cuestionando de este modo la división entre lo público y
lo privado en la consigna “Lo privado es político” (Sapriza,
2015).
La supresión de espacios de participación social y polí-
tica dio lugar a nuevas formas de organización, desechando
las jerarquías partidarias procurando construir relaciones
horizontales. Surgieron así movimientos y demandas que
iban más allá de los intereses “de clase” o económicos y
paralelamente se nutrían de la experiencia, la información
y conocimientos desde el exilio (De Giorgi, 2020a).
Los feminismos surgidos en los años 70 se generaliza-
ron en la década siguiente en toda la región, al tiempo que
se expandió el movimiento popular de mujeres, expresan-
do diferentes formas de entender, conectar y actuar sobre
su situación de subordinación y exclusión (Espino, 2021).
También se gestaron centros de estudios de género y de las
mujeres en los que se investigaba empíricamente y se cues-
tionaba el pensamiento androcéntrico (denunciando una
falsa neutralidad científica). Estas actividades funcionaban
junto a la movilización y el activismo aportando nuevas
perspectivas de análisis de la sociedad y la economía (De
Giorgi 2020b; Carosio, 2019).
En este punto, es fundamental resaltar el rol de la
cooperación internacional y los centros privados de inves-
tigación y organizaciones no gubernamentales tanto en lo
referente a recursos financieros como humanos e intelec-
tuales (información, nuevos conocimientos, nuevos marcos
teóricos, etc.).

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Relaciones internacionales y feminismos • 191

En las décadas siguientes, los avances en esa materia


lograron incidir en la academia, nutrieron y potenciaron
las estrategias feministas y la producción de conocimientos
sobre la realidad de las mujeres, sus formas de inserción en
la sociedad (De Giorgi, 2020b).
Así los estudios de género y feministas, además de
nutrirse de las estrategias feministas, las potenciaron con
la producción de conocimientos sobre la realidad de las
mujeres, sus formas de inserción en la sociedad y sus for-
mas cada vez más amplias de resistencia. En lo teórico se
buscó la construcción de conocimiento donde las mujeres
y lo femenino tuvieran un lugar como parte de la historia
humana, y que diera cuenta de la división social del trabajo
según los sexos, así como las construcciones sociales sobre
lo femenino y lo masculino (Sapriza, 2015).
Los movimientos feministas –conseguidas varias con-
quistas legales– se propusieron “cambiar la vida” de todo el
conjunto social; ello supone lograr mayores oportunidades
para el trabajo remunerado y ejercer los derechos de ciu-
dadanía, reclamar derechos y libertades relacionados con la
familia, el matrimonio, la crianza de los hijos, la sexualidad,
los afectos. Se introdujo de manera definitoria la cuestión
del poder, del poder asimétrico en las relaciones sociales de
género y el hecho de que la transformación social pasa por
cambios en los mecanismos de poder en el ámbito privado
y personal, en las familias y en lo público.

Tercera ola: los 90 y la institucionalización

El contexto general de la región se caracterizó por el retorno


a la democracia liberal en varios países en el marco de un
proceso de globalización con efectos ambivalentes y con-
tradictorios. En general, se trata de un período en el que se

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192 • Relaciones internacionales y feminismos

difundieron y aplicaron políticas neoliberales10. Por su par-


te, las Naciones Unidas posicionaron en las agendas de los
gobiernos y con participación de la sociedad civil diversos
temas a través de varias conferencias mundiales.
Con relación a las propuestas y demandas de los femi-
nismos en este período, Vargas Valente (2008) señala la exis-
tencia de intereses más variados (sin dejar el nivel micro,
de democratización de la vida cotidiana), con interacciones
entre Estado y sociedad inéditas. Se acumuló experiencia
de negociación con lo público político a nivel nacional y
global, con preocupaciones sobre diversos aspectos macro y
apostando a nuevas formas de democracia y ciudadanía. Se
logró una mayor incidencia en nuevos espacios –el regional
y el global– tratando de influir en una agenda internacional
sobre diferentes temáticas, como derechos humanos, medio
ambiente, población, desarrollo.
La legitimación de la presencia de las feministas y sus
demandas cristalizó en un proceso de institucionalización
a escala nacional y regional. Las ONG feministas pasaron
a desarrollar estrategias que acentuaban lo público político,
lo cual suponía negociar con los Estados y gobiernos con el
objetivo de acordar agendas y desarrollar procesos de cabil-
deo orientados a la efectividad de esas estrategias. En algu-
nos casos, por parte del movimiento, se consideró que estas
prácticas postergaban o abandonaban temas propios de las
agendas feministas. Por lo tanto, grupos y organizaciones
mantuvieron posiciones diferentes, que optaron por defen-
der las prácticas originarias, alimentando una fuerte políti-
ca de identidades, negando la posibilidad de negociar con lo
público político (Vargas Valente, 2008). Todo ello condujo a
tensiones y desencuentros con las mujeres y los grupos que
defendían la autonomía entendida a la manera de los 80,

10 El Consenso de Washington fue el conjunto de fórmulas económicas neoli-


berales impulsadas por varios organismos financieros internacionales (el
Fondo Monetario Internacional [FMI], el Banco Mundial, el Banco Inter-
americano de Desarrollo y el Departamento del Tesoro de Estados Unidos)
en los años 80 y 90.

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Relaciones internacionales y feminismos • 193

como principio y estrategia. Ese proceso de desencuentros


Vargas Valente (2008) lo evalúa como valioso por el apren-
dizaje que significó, aunque doloroso en el momento.
Sin duda, la institucionalización fue de la mano del
logro de una mayor capacidad de propuesta, con la profe-
sionalización en varios temas, por ejemplo, el de la salud
reproductiva y los derechos reproductivos y sexuales, y con
cierto nivel de influencia en el Estado.

El espacio regional y las relaciones económicas


La irrupción en el espacio regional y global aparece como
una de las ganancias de esta década. La articulación interna-
cional permitió acciones de movilización, difusión y cabil-
deo, por ejemplo, con relación a tratados de libre comercio
e inversiones (Mercosur, ALCA, OMC), y, en el ámbito de la
política fiscal, se avanzó en los presupuestos de género.
En particular, en el marco del Mercosur, las mujeres sin-
dicalistas y feministas analizaron y cuestionaron las dimen-
siones sociales de la integración regional sobre la posición
de las mujeres y las desigualdades de género. Se realizaron
seminarios de corte académico y diversas actividades que
articulaban organizaciones sociales mixtas y de mujeres, así
como organizaciones políticas. Los análisis y las propuestas
desde el feminismo respecto a las relaciones internacionales
señalan la necesidad de priorizar la igualdad de género, los
derechos y el empoderamiento de las mujeres y las niñas
desde una óptica interseccional.
Un elemento muy importante de los 90 fue el aterri-
zaje feminista en la economía. El término de “economía
feminista” surgido a mediados de esa década nombra una
corriente de pensamiento que desafía y critica tanto a la
teoría económica como a la economía política. Recibe un
impulso central con la creación de la Asociación Interna-
cional de Economistas Feministas en 1992 (www. iaffe.org)
y la revista Feminist Economics en 1995. Los conceptos de
“bienestar”, “desarrollo” o “pobreza” cobran en este enfoque

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194 • Relaciones internacionales y feminismos

una importancia medular, en la medida que se parte de la


consideración acerca de que el fin último de la economía
consiste en mejorar las condiciones de vida de las mujeres
y de la población en general. A fines de los años 90, varios
grupos cuestionaban desde una perspectiva de género dis-
cursos, categorías y conceptos económicos que, lejos de ser
neutrales, en general son “ciegos al género”. En ese marco
se discutieron las políticas macroeconómicas, entre ellas los
acuerdos comerciales internacionales y de inversión y la
política tributaria, proponiendo los presupuestos naciona-
les y locales sensibles a las desigualdades de género.

La dinámica transnacional
Vargas Valente (2008) enfatiza la importancia de la dinámica
transnacional de los movimientos y las organizaciones feminis-
tas en la década de los 90, a través de redes formales e informales
y diversas articulaciones. A esta dinámica contribuyó, por una
parte, la celebración de los encuentros feministas de América
Latina y el Caribe. El primero se realizó en Brasil en 1985. Estos
encuentros funcionaron como espacios de articulación, debate
y diálogo entre mujeres de diferentes países con diversas expe-
riencias y perspectivas. Han sido importantes para la construc-
ción de la agenda feminista a nivel regional: se han discutido
temas como la violencia basada en género, los derechos sexuales
y reproductivos, la participación política de las mujeres, la eco-
nomía feminista, la cuestión del cuidado, el medio ambiente, las
migraciones, entre otros11.
Los encuentros feministas dieron cuenta de avances,
estrategias compartidas, conflictos en perspectivas y visio-
nes, “y a través de ellos se desarrolló una variada, rica e
intensa articulación entre lo nacional y lo transnacional”
(Vargas Valente, 2008: 160).
Por otra parte, como ha sido mencionado, se convoca-
ron sucesivas conferencias mundiales por Naciones Unidas,

11 Vereflac.org.

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Relaciones internacionales y feminismos • 195

grandes foros de discusión y experiencia en el consenso


como fórmula para la toma de decisiones. Se constituyó un
nuevo espacio de actuación y de disputa a nivel ahora glo-
bal, contribuyendo a perfilar las nuevas miradas, estrategias
y disputas feministas en la región (Vargas Valente, 2008).
Cabe mencionar, por su importancia en la construc-
ción de movimientos feministas actuando en los niveles
nacionales, regionales y globales de manera articulada, la
preparación de la IV Conferencia de la Mujer y del Foro
de las ONG en Beijing. En este proceso se incorporaron
redes, ONG grandes y pequeñas, movimientos identitarios,
culturales y muchas otras expresiones feministas. Sin dudas
constituyó un proceso de participación y aprendizaje en el
espacio global. La Plataforma para la Acción que surgió de
la IV Conferencia promovió acciones de cabildeo y rendi-
ción de cuentas desde las sociedades civiles a los gobiernos
en el post Beijing.
El saldo de los avances en la década consistió en la
acumulación de conocimientos (análisis e investigación), la
conformación de redes con diferentes grados de prepara-
ciones y habilidades, e intereses temáticos.
Se lograron avances institucionales como la instalación
de mecanismos oficiales para el adelanto de las mujeres12,
con diferentes posiciones jerárquicas según los países. Tam-
bién mayor presencia en el movimiento sindical y en sus
demandas. No obstante, se mantuvo el desafío de incorpo-
rar al debate democrático la agenda de género como un eje
de su construcción (Sapriza, 2015). En ese sentido, Vargas
Valente llama a

reconocer que las agendas de los movimientos no son las


agendas de los gobiernos, que las lógicas de ambos espacios
obedecen a parámetros y orientaciones bastante diferencia-
dos, que el Estado siempre está a un paso o a muchos pasos

12 Capítulo III. H. Mecanismos institucionales para el adelanto de la mujer.


Plataforma de Acción de Beijing.

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196 • Relaciones internacionales y feminismos

más atrás de lo que la sociedad y los movimientos ya están


avanzando y perfilando como prácticas y búsquedas demo-
cráticas, como contenido de nuevos derechos (2008: 145).

Durante la década se impulsaron en los países de


la región varias leyes que promovieron la igualdad entre
mujeres y varones, tanto en el ámbito civil, laboral y polí-
tico como en el familiar, y debe destacarse la aprobación
de la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar
y Erradicar la Violencia contra la Mujer (1994). Otras leyes
incluyen las que sancionan la violencia familiar y aquellas
sobre igualdad de oportunidades en el empleo.

Cuarta ola: “Somos las nietas de las brujas que no


pudieron quemar”

Esta cuarta ola puede caracterizarse por la difusión de


los llamados “feminismos comunitarios”, ecofeminismos,
transfeminismos, institucionales, académicos, jurídicos, etc.
(Ana Laura, 2020a).
El contexto internacional de los primeros años de
los 2000 estuvo caracterizado por el surgimiento del Foro
Social Mundial y el acceso al gobierno de diferentes pro-
puestas políticas consideradas progresistas. El Foro Social
Mundial (FSM) se creó en 2001 con el objetivo de ser
un espacio democrático para debatir ideas, realizar análisis
y reflexiones, formular proposiciones, intercambiar expe-
riencias y articular movimientos sociales, redes, ONG y
otras organizaciones de la sociedad civil que se posiciona-
ban como opositoras al neoliberalismo, al capitalismo y al
imperialismo. Su objetivo consistió en construir otro mun-
do a través de la articulación en forma de redes, asocia-
ciones y movimientos comprometidos –tanto a nivel local
como internacional– mediante acciones concretas. A lo lar-
go de las diferentes ediciones del FSM, los feminismos han
estado presentes en sus líneas generales y objetivos, lo cual

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Relaciones internacionales y feminismos • 197

permitió formar redes, compartir experiencias con otros


movimientos sociales, en un espacio y una acción cada vez
más global. Al mismo tiempo que se cuestiona el capitalismo
y las formas de dominación en las que se basa su funciona-
miento, se incluyen las reivindicaciones y propuestas de las
mujeres dentro y fuera del FSM, como el caso de los Diálo-
gos Feministas13, lo que ayudó a articular una política más
inclusiva. No obstante, no se obtuvieron demasiados logros
en la medida que la igualdad de género en muchos casos fue
un componente agregado en una larga lista de reivindica-
ciones y a cargo de las mujeres (García Saiz, 2015).
La primera década del siglo XXI conoció el fenómeno
llamado “marea rosa”14, en el que se ubicaron varios gobier-
nos de la región caracterizados como progresistas o de
izquierda. Más allá de sus diferencias ideológicas y políticas
–algunas relativamente importantes–, en términos genera-
les durante su gestión se concretaron diversas acciones en
torno a la “nueva agenda de derechos”. Entre los rasgos pro-
gresistas de estas administraciones, se encuentra el impulso
a una mayor participación del Estado como regulador de
la economía y redistribuidor del bienestar, la defensa de las
instituciones políticas y la democracia. Asimismo se incor-
poraron temas relacionados con la igualdad de género –no
sin conflicto– a las agendas políticas. Se aprobaron leyes
integrales contra la violencia de género, de participación
política, de matrimonio igualitario, de identidad de género
y de aborto (Pecheny y otros, 2016; Tabbush y otros, 2016).
Si bien en este contexto político se generaron condi-
ciones para favorecer la igualdad de género, las relaciones

13 La Articulación Feminista MARCOSUR (AFM) propuso los Diálogos Femi-


nistas previos a los foros en el III FSM y se concretaron en el IV FSM de
Mumbay. Posteriormente tuvieron lugar antes del V y VII FSM.
14 Hugo Chávez en Venezuela (1999); Ricardo Lagos en Chile (2000, sucedido
por Michelle Bachelet en 2006; Luiz Inácio Lula da Silva en Brasil (2002);
Néstor Kirchner en Argentina (2003) y Cristina Fernández de Kirchner
(2007); Tabaré Vázquez en Uruguay (2005), sucedido por José Mújica (2009);
Evo Morales en Bolivia (2006); Rafael Correa en Ecuador (2007); Fernando
Lugo en Paraguay (2008); y Mauricio Funes en El Salvador (2009).

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198 • Relaciones internacionales y feminismos

entre los gobiernos y los feminismos en toda la región han


sido diversas, y los niveles de respuesta a sus demandas han
variado de país a país. Tal vez, lo que puede afirmarse es que
estos gobiernos no parecen haber tenido una agenda propia
y articulada, orientada a la igualdad de género (Roggeband,
2021).
En lo que va del siglo, los espacios de participación
de mujeres y feministas se han multiplicado en diversos
colectivos, movilizaciones callejeras, sindicatos, movimien-
tos estudiantiles, la academia, los partidos, los parlamentos,
los pasillos de las Naciones Unidas, redes formales e infor-
males, en los medios de comunicación y en el ciberespacio.
Se han dado disputas por significados, luchas discursivas,
batallas esencialmente culturales (Sapriza, 2015)

La presencia juvenil y la lucha cultural


Con la irrupción del movimiento Ni Una Menos en Argen-
tina, las protestas feministas se han integrado al mapa de
los movimientos populares de toda la región. La Huelga
Internacional de Mujeres del 8 de marzo de 2017 se ha con-
vertido en bandera del movimiento feminista internacional
(Lenguita, 2021).
Otros ejemplos de estas expresiones: en Chile, la ocu-
pación de la sede Valdivia de la Universidad Austral, el día
17 de abril de 2018, marcó el inicio de una creciente ola de
movilizaciones feministas en el espacio estudiantil. Exigie-
ron que las autoridades se encargaran de las acusaciones de
acoso y violencia sexual en el interior de la institución, a la
vez que exigían que se desarrollara una política de preven-
ción de la violencia de género en términos globales.

El ámbito económico internacional


Las desigualdades de género se han evidenciado desde los
estudios, los análisis, y las movilizaciones como un ras-
go estructural de las sociedades que sostienen el orden

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Relaciones internacionales y feminismos • 199

capitalista. La aspiración a incidir en el orden económico


internacional, es decir, más allá de las problemáticas nacio-
nales, se advierte en varias de las actividades realizadas en
los últimos años. Por ejemplo, entre los días 11, 12 y 13 de
diciembre de 2017 en Buenos Aires, Argentina, frente a la
realización de la 11.º Conferencia Ministerial de la Organi-
zación Mundial de Comercio15. En el marco de la Cumbre
de los Pueblos, se realizó el Foro Feminista frente al Libre
Comercio paralelamente a los debates oficiales. Se analiza-
ron las tramas de la violencia económica y el impacto del
llamado “libre comercio”; se debatió sobre cómo afecta la
apertura comercial a las condiciones de vida y se compar-
tieron saberes y alternativas de base y feministas frente al
libre comercio.
La cumbre del G20 llevada adelante en Argentina en
2018 tuvo como corolario la Semana de Acción Global Fue-
ra G20 y FMI. EL 27 de julio de 2018, se realizó el primer
seminario virtual “Feministas hacia el G20”, con más de 40
participantes de toda la región.
En síntesis, los “nuevos feminismos” podrían caracteri-
zarse con base en Gago (2019) según algunos rasgos princi-
pales: ubicuidad (dinámica organizativa, pequeñas reuniones
de cinco personas a manifestaciones masivas, de asambleas
de barrio de número variable a colectivos que se juntan en
una acción puntual); dinámica transnacional (paros interna-
cionales, formas de coordinación, que combinan espacios
virtuales y espacios materiales, creación de redes, diversas
experiencias, colectivos y países); potencia de resonancia de las
protestas, las convocatorias, y los llamados a la huelga vin-
culados con la amplia capacidad para conectarse a distancia
y según diferentes sentidos; masividad y radicalidad debido a
la construcción de cercanía entre luchas diferentes, incor-
porando distintos temas desde una perspectiva feminista
que permite nuevas alianzas y articulaciones, planteando
críticas al capitalismo.

15 Ver soscorpo.org/?p=6045.

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200 • Relaciones internacionales y feminismos

Logros y desafíos

Actualmente, en nuestra región, los planteos feministas


están posicionados en el día a día como nunca antes. Ha
habido logros históricos en términos de legislación, como,
por ejemplo, en lo que se refiere a los derechos sexuales
y reproductivos, en el plano laboral y en la participación
política de las mujeres. Algunas batallas culturales se dan
con gran presencia en los medios de comunicación y en las
calles, con cierto éxito (uso del lenguaje, por ejemplo).
Los estudios de género y feministas alcanzaron progra-
mas de formación acreditados y presencia en los estudios
de posgrado e incluso, en algunos casos, en el grado.
En particular, la temática de los cuidados ha logrado
permear las agendas políticas y de políticas sociales, aunque
todavía habrá que ver cuáles son los avances reales y su
consolidación. Junto a los temas tradicionales del feminis-
mo –violencia de género–, aparecen las violencias surgidas
del régimen de producción y consumo, la violencia patriar-
cal en todas sus dimensiones, el cuestionamiento a las bases
de sustentación del capitalismo.
Frente a los avances obtenidos, también se han dado
respuestas conservadoras, que procuran defender el patriar-
cado, que no se socaven las bases capitalistas, es decir, las
desigualdades sociales y de género.
Considerando la dinámica regional e internacional del
movimiento feminista y el contexto internacional político,
económico y militar en el presente, ¿cuánto de la teoría y
la acción de los feminismos puede contribuir a repensar las
relaciones internacionales? Los movimientos de mujeres y
feministas no han estado nunca al margen de los temas
relacionados con la política exterior o las relaciones inter-
nacionales. Como ha sido brevemente reseñado, las mujeres
organizadas se han expresado en el feminismo pacifista, por
ejemplo, pero también con relación a la integración regional

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Relaciones internacionales y feminismos • 201

como uno de los importantes pilares para el desarrollo de


nuestras economías.
Las estrategias de integración regional abarcan no sola-
mente lo económico y comercial, sino diferentes áreas de
la vida y la sociedad. ¿Cuáles son los espacios construidos
y asignados a las mujeres y sus derechos y demandas en
los procesos de integración regional? ¿Cómo nos impactan
los procesos de integración? Sin duda se requieren nuevos
análisis del escenario global para reconstruir las agendas de
lo internacional desde la perspectiva de la igualdad de géne-
ro, la paz y la seguridad, el desarrollo sostenible, el medio
ambiente, la democracia y los derechos humanos. Una pers-
pectiva feminista sobre las relaciones internacionales no
supone simplemente incluir a las mujeres en los diferentes
ámbitos de la alta política ni criterios esencialistas sobre
lo femenino. Para ello necesitamos seguir avanzando en un
discurso propio y crítico para interpretar el mundo y sus
relaciones.

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Reflexiones feministas
sobre las relaciones internacionales
desde una perspectiva antropológica
LAURA MASSON1

Introducción

Uno de los aspectos que considero de interés para analizar


las relaciones internacionales (RI), desde un punto de vista
de género, es el tema del poder y el simbolismo. Para avan-
zar en este sentido, voy a realizar un breve recorrido por
trabajos de antropólogas clásicas que nos dan herramientas
e indicios para reflexionar acerca de la representación de las
relaciones de género desde diferentes posiciones teóricas.
Posteriormente, presentaré tres escenarios que nos permi-
tirán adentrarnos en las particularidades de la generización
de las relaciones que involucran a la nación, el nacionalismo
y las RI. En este sentido, quiero resaltar particularmente,
para este libro, la importancia de las investigaciones sobre
Latinoamérica realizadas por Manzano y Masson en cuan-
to perspectivas no hegemónicas, y los aportes de trabajos
sobre otras geografías periféricas y contextos coloniales o
de intervención internacional como los trabajos de Chat-
terjee y Helms.
La primera autora que quiero mencionar es Henrietta
Moore, antropóloga y académica británica que ha realizado
contribuciones significativas en el campo de la antropo-
logía social y la teoría feminista. Moore ha abordado en
sus investigaciones temas de género, sexualidad, parentesco

1 IDAES, Universidad Nacional de San Martín.

teseopress.com 205
206 • Relaciones internacionales y feminismos

y desarrollo, entre otros, y ha mostrado una preocupa-


ción por los aspectos simbólicos en la configuración de las
relaciones de género. En su libro Antropología y feminismo
(1980), expresa que uno de los principales aportes de la
“antropología de la mujer” ha sido el continuado análisis de
los símbolos de género y de los estereotipos sexuales. Iden-
tifica dos perspectivas diferentes, aunque no excluyentes, en
los análisis antropológicos que abordan el estudio del géne-
ro: el género como una construcción simbólica y el género
como una relación social. Moore llama la atención al hecho
de que no existe una correlación necesaria entre estos dos
aspectos: “Las ideas culturales sobre el género no reflejan
directamente la posición social y económica de la mujer y
del hombre, aunque ciertamente nacen en el contexto de
dichas condiciones” (Moore, 2009, p. 53). Por otro lado, sos-
tiene que, aunque los estereotipos de género sean frecuen-
temente desafiados por la experiencia, esto no garantiza
necesariamente la disminución de su influencia retórica y
material. En palabras de la autora: “La fuerza de los estereo-
tipos sobre el género no es sencillamente psicológica, sino
que están dotados de una realidad material perfecta, que
contribuye a consolidar las condiciones sociales y económi-
cas dentro de las cuales se generan” (Moore, 2009, p. 53). No
existe ninguna pauta explícita para entender y evaluar estas
contradicciones. Moore trabaja con el estilo propio de la
antropología británica, con énfasis en los aspectos socioló-
gicos de las relaciones sociales y una fuerte impronta empí-
rica. Pero esto no le impide señalar la necesidad de observar
qué tipo de relación existe entre la dimensión sociológica y
simbólica de los problemas sociales: “El problema que plan-
tea el análisis simbólico del género es cómo utilizamos esta
compleja y cambiante tipificación para llegar a comprender
la posición de la mujer” (op. cit., p. 32).
La segunda autora que aborda la dimensión simbóli-
ca de las relaciones de género es la antropóloga francesa
Françoise Héritier, quien aporta una perspectiva estructu-
ralista en sus libros Masculino/femenino: el pensamiento de la

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Relaciones internacionales y feminismos • 207

diferencia y Masculino/femenino II: disolver la jerarquía. Según


esta autora, el pensamiento humano se erige sobre diversos
pilares, entre los cuales se encuentra la valoración diferen-
cial de los sexos. Esta premisa implica que, en la interacción
entre lo masculino y lo femenino, lo masculino adquiere
una connotación positiva o mantiene una posición predo-
minante sobre lo femenino. ¿Cómo llega a esta conclusión?
A partir de su investigación de campo en África, don-
de examina los sistemas de parentesco y las jerarquías que
los estructuran, la autora identifica una de estas jerarquías
como la generacional, donde el orden de nacimiento deter-
mina el grado de poder o autoridad. Por ejemplo, los abuelos
tienen autoridad sobre sus hijos y nietos, los padres sobre
los hijos, y los hermanos mayores sobre los menores. No
obstante, estos sistemas contemplan la posibilidad de que,
bajo ciertas circunstancias, estas jerarquías se inviertan, y
que los nietos tengan autoridad sobre los abuelos, los hijos
sobre los padres, o los hermanos menores sobre los mayo-
res. Sin embargo, la autora observa que en la práctica esta
inversión no ocurre cuando la persona de menor jerarquía
(nieto, hijo, hermano menor) es mujer y la de mayor jerar-
quía (abuelo, padre, hermano mayor) es hombre. A partir de
este hallazgo, la autora sostiene la existencia de una valencia
diferencial de los sexos.
La tercera autora es Michelle Rosaldo, antropóloga nor-
teamericana que, en el año 1974, compiló junto con Louise
Lamphere un libro, hoy considerado un clásico, denomina-
do Mujer, cultura y sociedad. En ese momento, la gran preo-
cupación de las feministas académicas era si la “subordina-
ción femenina” era un hecho universal. En esa compilación,
Michelle Rosaldo escribió un capítulo donde, mediante un
modelo estructural que exponía los aspectos recurrentes de
la psicología y de la organización social y cultural, relacio-
nándolos con la oposición entre la orientación “doméstica”
de la mujer y las actividades “extradomésticas” o “públicas”,
intentaba mostrar que las mujeres no se encuentran des-
pojadas de poder. Proporciona allí una introducción a las

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208 • Relaciones internacionales y feminismos

diversas “fuentes de poder” de las mujeres. Lo novedoso de


su trabajo, en ese momento, fue que planteó que el poder
de las mujeres existe, pero que no puede ser traducido de
manera positiva en las sociedades: “… las mujeres, en todas
partes, carecen de una autoridad universalmente reconoci-
da y culturalmente estimada”. Como si las sociedades fueran
incapaces de tolerar el ejercicio del poder por parte de las
mujeres, y este poder necesitara ser interpretado como algo
intrínsecamente negativo.
Algunas de estas representaciones negativas, a través
de las cuales se asociaba a las mujeres con el ejercicio del
poder, han sido los arquetipos de bruja o prostituta. Cuando
una sociedad relega a las mujeres a una posición de falta de
autoridad legítima, se torna difícil reconocer la realidad del
poder femenino. La autora resalta dos aspectos fundamen-
tales: en primer lugar, la tendencia a definir a las mujeres
casi exclusivamente en función de sus roles sexuales, y, en
segundo lugar, la prevalencia generalizada de la “autoridad”
masculina sobre las mujeres. Además, la autora hace hinca-
pié en la distinción entre poder y autoridad culturalmente
legítima, lo cual contribuye a comprender la complejidad
del tema en cuestión.
En este breve resumen, exploré tres perspectivas teóri-
cas distintas para analizar el poder y el simbolismo de géne-
ro. La primera es la de la antropología británica, que busca
integrar lo simbólico en las relaciones sociales. La segunda
es la posición estructuralista, que sitúa lo simbólico en el
ámbito del pensamiento humano. Por último, la perspectiva
culturalista estadounidense enfatiza la desigualdad arrai-
gada en los significados culturales. Dedicaré las páginas
siguientes al análisis de trabajos de diversas autoras y auto-
res seleccionados por su capacidad para enriquecer nuestra
comprensión de las relaciones de género en el contexto de
las naciones, los nacionalismos y las RI.

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Relaciones internacionales y feminismos • 209

Ciudadanía y exclusión

Una de las formas en que se ha abordado la dimensión sim-


bólica de las relaciones de género es a través del análisis de
la posición del Estado frente a la ciudadanía de varones y
mujeres. Para dar un pantallazo sobre este tema, presentaré
el trabajo de Nira Yuval-Davis Gender and Nation, publicado
originalmente en 1993 en inglés y en 1996 en castellano2,
y el libro Women Soldiers and Citizenship in Israel. Gendered
Encounters with the State, de Edna Lomsky-Feder y Orna
Sasson-Levy, publicado en 2018. Ambas autoras son de ori-
gen israelí y a las dos sus experiencias de vida las han lle-
vado a reflexionar sobre el nacionalismo, la ciudadanía y la
perspectiva de género3. Ambos trabajos, con distintos énfa-
sis y contextos históricos, con mayor grado de abstracción
uno y más énfasis en lo empírico el otro, hacen referencia
a la ciudadanía de las mujeres y a los aspectos de inclusión
y exclusión que experimentan a partir de su relación con
el Estado. Yuval-Davis se refiere a “la naturaleza dual de la
ciudadanía de las mujeres”, mientras que Lomsky-Feder y
Sasson-Levy, cuando analizan el lugar de las mujeres en el
ejército de Israel, utilizan la categoría outsiders within para
hacer referencia a aquello que las incluye y las excluye de
esa institución estatal tan paradigmática como el Ejército.
Yuval-Davis escribió su artículo 25 años antes que el
libro Women Soldiers and Citizenship in Israel. En ese momen-
to, su aporte fue central para colocar en la agenda aca-
démica el género como una dimensión indispensable para

2 Posteriormente, en 1997 la autora publicaría un libro con el mismo nombre,


donde se dedica a suplir la falta de perspectiva de género de la mayor parte
de las teorizaciones sobre nación y nacionalismos (Nira Yuval-Davis, 1997).
3 Nira Yuval-Davis es una socióloga británica, nacida en Israel, que ha escrito
sobre nacionalismos y género, racismos, fundamentalismos, ciudadanías,
identidades, pertenencia y frontera cotidiana, así como sobre interseccio-
nalidad situada y epistemología dialógica. Entre sus libros se encuentran
Woman-Nation-State (1989), Racialized Boundaries (1992), Unsettling Settler
Societies (1995) y Gender and Nation (1997).

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210 • Relaciones internacionales y feminismos

comprender los problemas sociales vinculados a la nación y


a los nacionalismos. Si bien existían trabajos que abordaban
aspectos específicos del tema, la dimensión de género no
estaba presente en la teoría. Por esa razón, tanto el artículo
como posteriormente su libro se han convertido en refe-
rencias ineludibles.
Yuval-Davis comienza su análisis afirmando que las
mujeres, junto con la burocracia y la intelectualidad, desem-
peñan un papel fundamental en la reproducción de las
naciones, tanto biológica y cultural como simbólicamente.
Ante esta premisa, la autora se cuestiona por qué las muje-
res suelen estar “ocultas” en las diversas teorizaciones de
los fenómenos nacionalistas. Una posible respuesta reside
en la exclusión histórica de las mujeres del ámbito político,
según la definición occidental, lo cual ha llevado a su vez a
su exclusión del discurso y las narrativas sobre la nación.
La autora distingue tres formas de definir la nación
donde las relaciones de género desempeñan un papel
importante: la ciudadanía (el Estado), los orígenes (la biolo-
gía) y la cultura. Con relación al primero, considera que hay
una característica específica de la ciudadanía de las muje-
res: su naturaleza dual. Por un lado, están incluidas en el
cuerpo general de ciudadanos del Estado y, por otro lado,
existe una legislación que se refiere específicamente a ellas.
El servicio militar obligatorio y la posibilidad de ser parte
(o no) de las fuerzas armadas es uno de los ejemplos. Con
respecto a las relaciones de género y la reproducción bioló-
gica de la nación, si la pertenencia a la colectividad nacional
depende de haber nacido en ella, los que no comparten el
origen común quedan excluidos, salvo los casos de hijos de
matrimonios mixtos. Estos ejemplos le permiten a la auto-
ra mostrar que la inclusión en la colectividad va más allá
de una mera cuestión biológica, dado que existen normas
y reglamentos que regulan en qué casos personas nacidas
de una “paternidad mixta” serían consideradas parte de la
colectividad y en cuáles no.

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Relaciones internacionales y feminismos • 211

Otro aspecto para considerar es el comportamiento


de las mujeres, especialmente su conducta sexual, que pue-
de convertirse en un criterio para definir fronteras étni-
cas y culturales. Por ejemplo, la “legitimidad” de los hijos,
relacionada habitualmente con los límites ideológicamen-
te construidos de las familias y las colectividades (Yuval
Davis, 1997: 9). Finalmente, con referencia a la construc-
ción cultural de las colectividades, la autora hace hincapié
en la importancia de los símbolos asociados a las mujeres
(significantes culturales por excelencia), quienes a su vez
desempeñan el rol de transmisoras intergeneracionales de
las tradiciones culturales.
El libro de Lomsky-Feder y Sasson-Levy parte del aná-
lisis de historias de vida y testimonios de mujeres jóvenes
(de entre 27 y 40 años), de orígenes socioeconómicos diver-
sos, que han cumplido el servicio militar obligatorio o son
parte del Ejército de Israel. La experiencia de estas mujeres,
durante un conflicto armado en curso, les permite a las
autoras proponer una conceptualización de la ciudadanía
a la que denominan “encuentros de género con el Estado”.
Estos encuentros serán analizados a través de tres conceptos
interrelacionados: “contratos de género multinivel”, orien-
tados a analizar las expectativas de las mujeres, cómo estas
se traducen en contratos (formales y no formales) y cómo
las mujeres aprenden a negociar con el Estado; “contraste
de experiencias de género”, que muestra cómo viven coti-
dianamente su ciudadanía en un contexto militar generi-
zado; y “desconocimiento/reconocimiento de la violencia”,
que analiza las experiencias del encuentro con la violencia
externa (guerra y ocupación) y la violencia interna (acoso
sexual) en el Ejército. En este sentido, el libro representa un
avance significativo en la exploración de la relación entre
las mujeres y la nación, especialmente al examinar, desde
una perspectiva interseccional, la experiencia de las muje-
res que ya forman parte de las fuerzas armadas. Si hace
unas décadas nos preguntábamos si la inclusión de mujeres

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212 • Relaciones internacionales y feminismos

en los ejércitos era un indicio de igualdad, hoy en día con-


tamos con estudios académicos que nos proporcionan una
comprensión más profunda de esa experiencia de integra-
ción. Uno de los conceptos más reveladores que plantean
las autoras para dar cuenta de la posición de las mujeres en
el Ejército de Israel es outsiders within, concepto que toman
de Patricia Hill Collins (2002).
Si bien Yuval-Davis ilustraba con el concepto de “ciuda-
danía dual” cómo las mujeres son consideradas ciudadanas
genéricas del Estado, al mismo tiempo que enfrentan leyes
o costumbres específicas que las afectan, como la exclusión
del servicio militar obligatorio, el concepto de outsiders wit-
hin expone que las mujeres son parte del Ejército, pero al
mismo tiempo son percibidas como extranjeras dentro de
él. Esta experiencia es compartida por todas las mujeres,
independientemente de las diferencias que las autoras deli-
nean mediante una perspectiva interseccional. Como ellas
señalan, aunque las mujeres desempeñan roles cruciales en
áreas como inteligencia o combate, a menudo se ven exclui-
das de los círculos internos de información y camarade-
ría. Se encuentran en una situación paradójica: se perciben
como necesarias, pero al mismo tiempo marginadas; obtie-
nen cierto reconocimiento simbólico por su contribución,
pero no sienten que la institución les conceda voz o el dere-
cho a reclamar recompensas por su servicio.

Cultura y representación nacional

En este apartado, exploraré otros escenarios que destacan la


centralidad de la teoría de género en la comprensión de la
formación de la nación y en las RI a través de los trabajos de
Valeria Manzano y Partha Chaterjee. Estas investigaciones
arrojan luz sobre realidades geográficas tan distantes como
América Latina y la India. En particular, el artículo de Vale-
ria Manzano, “Sex, Gender and the Making of the ‘Enemy

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Relaciones internacionales y feminismos • 213

Within’ in Cold War Argentina” (2014), examina un perío-


do crucial en la historia de la República Argentina durante
la Guerra Fría, las décadas de 1960 y 1970, que la autora
identifica como una “batalla político-cultural”.
Manzano analiza el lugar de las mujeres en la figura
del “enemigo interno”, durante un régimen estatal autori-
tario, que consideraba que la patria estaba en peligro. Este
análisis representa un sólido ejemplo de lo que Yuval-Davis
conceptualiza como “las mujeres como significantes cultu-
rales”. Al igual que otras investigadoras, Manzano destaca
la falta de consideración de los aspectos de género, sexuales
y generacionales en los análisis de ese período, a pesar de
que, según ella, “todos esos elementos fueron cruciales para
la manera en que los actores conservadores configuraron
al ‘enemigo interno’, representado como desafiante hacia
los órdenes político, socioeconómico, cultural y sexual por
igual” (Manzano, 2014: 3-4). La autora menciona que, al
igual que en Chile, Brasil y México, el anticomunismo de
la Guerra Fría llamó a las mujeres a preservar su papel de
guardianas de la institución familiar. Muestra dos represen-
taciones contrapuestas de las mujeres, las “guardianas del
hogar y la familia” y la “mujer guerrillera”, quien, según la
autora, a principios de la década de 1970, mejor encarnaba
los temores del bloque conservador en Argentina. La pri-
mera de estas representaciones estaba encarnada en organi-
zaciones sociales católicas como la Liga de Madres y la Liga
de Padres y militaba por causas como la indisolubilidad del
vínculo matrimonial y el aumento de penas para el adul-
terio y el aborto. Mientras que la figura de la “guerrillera”
era representada tanto por los militares como por la prensa
como jóvenes sexualizadas que utilizaban sus encantos para
engañar a quieres eran sus objetivos. La autora destaca que,
aunque solo unas pocas mujeres participaron activamente
en los frentes militares de los grupos revolucionarios, los
medios de comunicación se interesaron especialmente por
las jóvenes armadas, y proliferaron historias sobre mujeres
que aparecían representadas como modelos, con minifaldas

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214 • Relaciones internacionales y feminismos

y un marcado maquillaje. Tanto la representación de las


mujeres como garantes de las familias como la representa-
ción de la “mujer guerrillera” ponen de manifiesto la impor-
tancia de las representaciones basadas en el género para los
diversos proyectos nacionales y nacionalistas.
Para el caso de la India, Partha Chatterjee, en su texto
“La nación y sus mujeres”, hace un análisis del lugar de
las mujeres en la construcción de la identidad durante el
largo proceso de independencia de India. Chatterjee es un
cientista político, antropólogo e historiador nacido en Cal-
cuta en 1947, miembro fundador del Colectivo de Estudios
Subalternos, dedicado a construir conocimiento desafiando
las categorías eurocéntricas y el punto de vista de las elites.
Uno de sus libros más conocidos es La nación en tiempo
heterogéneo y otros estudios subalternos, compilación que reco-
ge ensayos producidos entre 1998 y 2003. Otros autores
conocidos asociados a este grupo son Gayatri Chakravorty
Spivak y Edward Said.
“La nación y sus mujeres” es un texto muy útil para
pensar las relaciones de género y las RI en un contexto
de dominación colonial. La hipótesis que plantea el autor
es que el nacionalismo no necesariamente fue un retroceso
frente a las políticas de “modernización” del siglo XIX, como
plantean otros historiadores. Desde su punto de vista, el
nacionalismo dio respuesta a los nuevos problemas concer-
nientes a la posición de las mujeres en la sociedad “moder-
na”, no con base en la identificación, sino en una diferencia
con las formas de la modernidad cultural de Occidente.
Según sus palabras, el nacionalismo logró situar la “cuestión
de las mujeres” en un ámbito interno de soberanía basado
en la tradición y alejado de la competencia política con el
Estado colonial. Esto fue posible en cuanto separó el ámbi-
to de la cultura en una esfera material y otra espiritual que
se correlacionaban con la metáfora de lo exterior y lo inte-
rior. Lo interior fue considerado como el verdadero ser, lo
esencial y la singularidad espiritual de la cultura. El mundo

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Relaciones internacionales y feminismos • 215

exterior se definió como el lugar donde el poder europeo


logró el sometimiento, pero, en la identidad interior, donde
radica la cultura espiritual, distintiva y superior, ese someti-
miento no pudo avanzar. La casa representaba el ser espiri-
tual en contraposición al mundo, y la mujer era considerada
la representación de la casa. A través de la dicotomía de
la casa y el mundo, el nacionalismo realizó una especie de
adaptación de la modernidad a su proyecto dando respuesta
a la “cuestión de las mujeres” y a la humillación y opresión
colonial sobre los varones en el espacio del “afuera”. En este
punto, el lugar de las mujeres como significantes culturales
adquiere pleno sentido. Además de la clara distinción de
roles entre varones y mujeres, en el caso de estas últimas, se
exigía una diferencia en el grado y la manera de su occiden-
talización respecto al varón.
¿Cuál será en el proyecto nacionalista el perfil ideal de
la mujer para representar una nueva tradición que, ahora
reformulada, dé respuesta a las acusaciones coloniales de
barbarie e irracionalidad del siglo XIX? Cuando el autor
analiza el lugar de las mujeres en el nacionalismo, no hace
referencia a un colectivo homogéneo, sino que distingue
entre mujeres de clase alta, de clase media y de clase baja.
Se podría decir que, a través del análisis de los documentos
históricos, su trabajo adquiere una impronta interseccional.
La forma en que desde los relatos nacionalistas se repre-
senta a las mujeres de cada estrato social va a coadyuvar a
delinear el perfil de la “nueva” mujer, que se diferenciaba
de las mujeres de la mayor parte del pueblo tanto como
de las occidentalizadas mujeres de la elite. A las primeras,
se las consideraba pendencieras, sexualmente promiscuas
y sometidas a la brutal opresión física de los hombres. A
las mujeres de las familias de nuevos ricos, occidentaliza-
das por las conexiones coloniales, se las ridiculizaba por
su frivolidad y la afección al lujo. Como contrapartida, la
ideología nacionalista consideraba que la nueva mujer tenía

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216 • Relaciones internacionales y feminismos

una condición de superioridad cultural4. Esta condición se


reforzaba con el acceso a la educación formal, que, lejos de
prohibirse, se convirtió en un requisito para adquirir el refi-
namiento cultural, pero sin poner en peligro el lugar en el
hogar. Ante el logro de esta autonomía relativa, a través del
acceso a la educación, las propias mujeres de la clase media
mostraron un gran entusiasmo con el lugar que la ideología
nacionalista reservaba para ellas.
Muchos años después del período analizado por Chat-
terjee, Veena Das examina el momento crucial de la inde-
pendencia y la partición entre India y Pakistán. En este
contexto, las relaciones de género desempeñaron un rol
central en la definición de fronteras e identidades, y el
papel destacado de las mujeres como símbolos culturales se
hizo evidente en la representación de “la figura de la mujer
abducida” (Das, 2007).

Masculinidad y poder estatal

Hasta ahora, los trabajos presentados han puesto un énfasis


considerable en el análisis de las mujeres en lugar de los
varones. En esta sección, quiero abordar brevemente la mas-
culinidad y los varones desde dos perspectivas distintas. Por
un lado, examino un contexto nacional de burocratización
y profesionalización del Ejército, que se consolida al excluir
a las mujeres mediante la prohibición de su incorporación y

4 La reivindicación de superioridad cultural se veía reflejada, según Chatter-


jee, en varios aspectos: “superioridad sobre la mujer occidental para quien,
según se creía, la educación sólo significaba la adquisición de habilidades
materiales para competir con los hombres en el mundo exterior y de ahí
la pérdida de virtudes femeninas (espirituales); superioridad sobre la gene-
ración procedente de mujeres que se quedaban en sus casas, a quienes una
tradición social opresiva y degenerada les había negado la oportunidad de
la libertad; y superioridad sobre mujeres de las clases bajas, quienes eran
culturalmente incapaces de apreciar las virtudes de la libertad” (Chatterjee,
1999: 16).

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Relaciones internacionales y feminismos • 217

al relegar a un papel de menor prestigio y poder a los hom-


bres no blancos, creando un “cuerpo de apoyo”. Por otro
lado, analizo un contexto de posguerra e intervención de
las Naciones Unidas, donde los policías varones en Bosnia
representan el poder estatal a través de modelos de mas-
culinidad. Para este propósito, presentaré un texto propio
titulado “Women in the Military in Argentina: Nationalism,
Gender, and Ethnicity” (Masson, 2017) y el artículo de
la antropóloga Elisa Helms “Gendered Transformations of
State Power: Masculinity, International Intervention, and
the Bosnian Police” (Helms, 2006). El trabajo de mi auto-
ría fue publicado en el volumen denominado Gender Panic,
Gender Policy, de la serie Advances in Gender Research, que
ilustra situaciones diversas de “pánicos de género” con el
fin de promover la comprensión de cada caso y desarrollar
soluciones constructivas. En ese capítulo analizo el sistema
de género/sexualidad/raza a través del cual la institución
fue construida como símbolo nacional en el proceso de for-
mación de un Estado poscolonial y su posterior represen-
tación como guardiana de sus valores forjada a través del
relato sobre las luchas independentistas, el servicio militar
obligatorio y la injerencia de la Iglesia católica en la educa-
ción moral de los futuros oficiales5. Durante el siglo XX, la
asociación del Ejército con la nación se vio reforzada por
la intervención de las Fuerzas Armadas en la vida política
del país a través de numerosos golpes de Estado. Por estas
razones, el Ejército argentino es un lugar privilegiado para
analizar las vinculaciones entre nación y género, que en
este caso se pusieron particularmente de manifiesto en la
resistencia a la implementación de políticas de género.
Hay dos aspectos que quiero rescatar de este texto.
El primero es que, en su proceso de burocratización y

5 Planteo además que las bases de esta construcción presentan desafíos espe-
cíficos para la implementación de las políticas de género y que dilucidar la
existencia y el funcionamiento de esta matriz institucional permite com-
prender el pánico y la resistencia institucional a estas políticas.

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218 • Relaciones internacionales y feminismos

profesionalización, el Ejército argentino, como tantas otras


fuerzas armadas del mundo, excluyó del uso de las armas
a las mujeres, prohibiendo su incorporación. Sin embargo,
esa exclusión se complementaba con otro tipo de inclusión
necesaria para construir la identidad que la institución exi-
gía a sus miembros varones. A través del matrimonio hete-
rosexual obligatorio de los militares varones, las mujeres se
incluyeron en la institución en el rol complementario de
esposas. El relato mítico de las Damas Mendocinas resalta la
representación de la conexión entre la complementariedad
femenina y el embrionario Ejército argentino de principios
del siglo XIX6. Asimismo, los matrimonios de los oficiales
del Ejército tuvieron una función en la construcción de las
elites nacionales, en cuanto, a partir de los años 50, la carre-
ra militar les ofrecía la posibilidad de construir alianzas de
poder al casarse con mujeres de una clase social superior7.
El segundo aspecto que quiero destacar es la inclusión/
exclusión de los hombres no blancos. Hasta los años 80,
quienes accedían a la carrera de oficiales del Ejército eran,
en su inmensa mayoría, hombres blancos descendientes de
europeos. Sin embargo, el Ejército contaba con un conside-
rable número de varones no blancos, que fueron incorpora-
dos en un cuerpo de apoyo a la oficialidad. Es decir, fueron
incluidos en un lugar subordinado a los oficiales a través
de la creación de la Escuela de Suboficiales en el año 1908,
donde se estableció una distinción formal entre el cuerpo
de oficiales y el de suboficiales. Estos dos aspectos permiten
dilucidar y comprender la construcción de una masculini-
dad hegemónica y la figura ideal de los oficiales del Ejército

6 Estas damas fueron retratadas trabajando, junto a la esposa del general San
Martín (considerado el Libertador de América), en la confección de la Ban-
dera de los Andes para la Campaña Libertadora y ayudando al Ejército a
través de la donación de sus joyas personales (Masson, 2010).
7 Badaró (2013) indica que, cuando las Fuerzas Armadas aún mantenían el
poder político y el prestigio social, los jóvenes oficiales ocupaban un lugar
privilegiado en el mercado matrimonial, lo que les permitía casarse con
mujeres de clases sociales superiores a la suya.

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Relaciones internacionales y feminismos • 219

argentino, considerados representantes y defensores de la


nación y la patria.
Con la apertura de la carrera de oficiales a las mujeres
en 1997, quienes ingresaron fueron en su mayoría muje-
res no blancas, algunas de ellas hijas de los varones que
integraban el cuerpo de suboficiales. El Ejército no era una
opción atractiva para las mujeres con quienes los jóvenes
oficiales de otras épocas aspiraban a casarse. Por esta razón
la incorporación de estas mujeres produjo a la institución
un desafío múltiple: a la identidad masculina hegemónica,
al ordenamiento étnico-racial a partir del cual se construyó
la institución, y al ideal femenino que otrora imperaba en
las filas de los oficiales del Ejército.
El artículo de Elisa Helms presenta otras formas en las
que se entabla la relación entre masculinidad y poder estatal.
La autora realiza su trabajo de campo en el año 2004 en un
contexto de posguerra, posconflicto étnico e intervención
de las Naciones Unidas a Yugoslavia. La primera señal para
su investigación fue el escepticismo de los locales cuando
mencionaba su intención de investigar a la policía de Zeni-
ca, en el centro de Bosnia. La “comunidad internacional”
con la que la autora era identificada no solo había despedi-
do a cientos de agentes, sino que también había introducido
cuotas para las minorías étnicas y las mujeres y restringido
el poder de acción de la policía. En este sentido, la “comuni-
dad internacional” representaba una amenaza para el poder
coercitivo masculinizado del Estado, representado en este
caso por la policía.
Helms analiza los marcos de género en los que se
encuadran las narrativas en las conversaciones que lleva
adelante con los policías varones durante su investigación.
De manera similar al análisis realizado por Chatterjee, la
autora muestra cómo las transformaciones del poder estatal,
en este caso condicionadas por la intervención internacio-
nal, se hacen inteligibles y se negocian a través de la puesta
en juego de nociones de masculinidad. Pero, a diferencia
del trabajo de Chatterjee, donde lo femenino se ubica en la

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220 • Relaciones internacionales y feminismos

arena local y en el aspecto espiritual, en este la denominada


“comunidad internacional”, que condiciona la construcción
del Estado de posguerra, se feminiza. En oposición a esta
feminización, los varones locales enaltecen un pasado don-
de la policía detentaba un poder altamente masculinizado
y con características de una marcada coerción a través del
uso de la fuerza física. Otro aspecto interesante del trabajo
de Helms es que escapa a las miradas estereotipadas sobre
los varones como guerreros, violentos o violadores para dar
paso al análisis de las formas en las que se articula la mascu-
linidad en la Bosnia de posguerra8. En resumidas palabras,
la autora muestra a los varones como seres dotados de géne-
ro (generizados), aspecto que, si bien es sabido, no abunda
en los trabajos de investigación. Finalmente, el ingredien-
te que este artículo aporta con el dato de la feminización
de la fuerza interventora, la “comunidad internacional”, es
un desafío a las posiciones más difundidas de la teoría de
género, a la construcción de las identidades nacionales y
disputas de poder y a las RI.

Reflexiones finales

En resumen, en este capítulo he analizado el poder y el


simbolismo de género en el contexto de las RI desde dife-
rentes perspectivas teóricas y geográficas. Comencé explo-
rando el enfoque de antropólogas clásicas como Henrietta
Moore, Françoise Héritier y Michelle Rosaldo, quienes des-
tacan la importancia de los aspectos simbólicos en la con-
figuración de las relaciones de género. Luego avancé en el
ámbito de las RI con investigaciones contemporáneas de

8 La autora expresa que “Este análisis desplaza el centro de atención de la gue-


rra y el nacionalismo a las transformaciones de las instituciones y el poder
del Estado y, por tanto, de una perspectiva de posguerra a otra más postso-
cialista (aunque los efectos de la guerra ciertamente no desaparecen) (Helms,
2006:344).

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Relaciones internacionales y feminismos • 221

Nira Yuval-Davis, Edna Lomsky-Feder, Orna Sasson-Levy,


Partha Chatterjee y Elisa Helms, en el ámbito internacional,
y los estudios de Valeria Manzano y Laura Masson en el
ámbito latinoamericano. A través de una lectura crítica de
todas estas autoras y autores, he examinado cómo las repre-
sentaciones de género influyen en la construcción de ciuda-
danía, determinando la inclusión y exclusión de las mujeres
en diversos ámbitos, y cómo las narrativas sobre género se
entrelazan con otras dimensiones de la identidad, como la
étnico-racial y la clase social, definiendo roles y expectati-
vas en la sociedad y en las estructuras institucionales.
Otro de los aportes de los análisis aquí presentados
radica en la necesidad de adoptar una perspectiva intersec-
cional, que permita comprender las interacciones entre la
identidad de género y otras dimensiones de la experiencia
humana, revelando las desigualdades existentes dentro de
los grupos sociales y su manifestación en diferentes contex-
tos políticos, culturales e institucionales. Por su parte, en
los trabajos sobre Argentina, Manzano analiza el papel de
las mujeres como significantes culturales durante la Gue-
rra Fría, mientras que Masson muestra cómo se desarrolló
el proceso de burocratización del Ejército desplazando a
lugares subordinados a las mujeres y los varones no blan-
cos. Mientras que Chatterjee estudia cómo el nacionalismo
indio respondió a la “cuestión de las mujeres” en un contex-
to colonial. Los tres trabajos destacan la importancia de las
representaciones de género en la construcción de identida-
des nacionales.
Finalmente, se aborda la masculinidad y el poder esta-
tal a través del análisis de la intervención internacional en
Bosnia. Este caso ilustra cómo las nociones de masculinidad
se entrelazan con el poder estatal y cómo las transforma-
ciones en el poder estatal pueden afectar las percepciones
de la masculinidad. En conjunto, estos análisis se suman a
la propuesta de este libro para destacar la importancia de
las relaciones de género en la comprensión de las dinámicas
de poder a nivel internacional. Solo mediante un enfoque

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222 • Relaciones internacionales y feminismos

integral y sensible a los aspectos de la realidad que fueron


durante mucho tiempo relegados, y construyendo conoci-
miento con un punto de vista situado en América Latina,
podremos alcanzar un entendimiento de la complejidad que
caracteriza a las RI contemporáneas.

Bibliografía

Chatterjee, P. (1999). La nación y sus mujeres. CEAA, el Colegio


de México.
Collins, Patricia Hill (2002). Black Feminist Thought: Knowledge,
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Relaciones internacionales y feminismos • 223

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Yuval-Davis, N. (1997). Gender and Nation. Londres: Sage. New
Delhi: Thousand Oaks.

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Pensar al feminismo
comunitario e indígena
desde las Relaciones Internacionales
AGUSTINA GARINO1

Introducción

En América Latina, se han gestado diversas corrientes de


pensamiento que han impulsado debates sobre los derechos
de las mujeres, la necesidad de una participación más activa
en los ámbitos sociales, políticos y económicos, así como
la resistencia a la dominación masculina y las estructuras
patriarcales. Entre estas corrientes, el feminismo comuni-
tario se destaca por su enfoque centrado en el análisis
de las subjetividades y vivencias de las mujeres populares
e indígenas de la región. Buscando desafiar los enfoques
positivistas y masculinizantes predominantes, y a diferen-
cia del feminismo occidental, prioriza la relacionalidad por
sobre la búsqueda de igualdad o diferencia. Su propósito es
confrontar el patriarcado ancestral sin caer en idealizacio-
nes de las relaciones de género precoloniales, proponiendo
en su lugar nuevas conceptualizaciones que promuevan la
equidad, la armonía y la complementariedad entre muje-
res, hombres y todos los seres que habitan nuestro planeta
(Paredes, 2010). Al incorporar esta mirada a la disciplina,
las Relaciones Internacionales (RI) se enfrentan a la tarea
de revisar sus bases epistemológicas y poner el foco en las
intersecciones entre género, clase y raza.

1 FLACSO Argentina, CONICET.

teseopress.com 225
226 • Relaciones internacionales y feminismos

Uno de los aportes más destacados de esta corriente


radica en su capacidad para promover visiones relaciona-
les y pluriversales en el campo de estudio. Al adoptar este
enfoque, se valora la importancia de analizar las conexiones
sociales e internacionales desde una perspectiva de vincu-
laridad, dando prioridad a la complementariedad entre las
diferentes partes y reconociendo la diversidad de realidades
y perspectivas. Se pretende desafiar las concepciones pre-
dominantes de un mundo uniforme y homogéneo, impul-
sando la inclusión de narrativas teóricas que representen
las múltiples formas de existir y coexistir en el mundo. Al
hablar de relacionalidad pluriversal, se aspira a construir
ontologías que reconozcan la convivencia de distintas tra-
diciones y validen saberes que provienen de una amplia
variedad de realidades. Este enfoque no descarta comple-
tamente los conocimientos occidentales, pero sí plantea la
necesidad de repensar cómo se abordan las diferencias en el
estudio de las RI, valorando el conocimiento situado, histó-
rico y contextual para desarrollar saberes más inclusivos y
emancipadores.
Bajo esta coyuntura, se argumenta que la intersección
entre el feminismo comunitario y las RI ofrece un espacio
para cuestionar las estructuras patriarcales y coloniales que
aún prevalecen en la realidad internacional, impulsando
visiones críticas y la posibilidad de construir un campo de
estudio más flexible. Para ahondar en las ideas presentadas,
en el primer apartado, se abordan los enfoques críticos y
feministas en las RI y, particularmente, se caracterizan los
feminismos comunitarios e indígenas. Luego, se concep-
tualizan las ideas de relacionalidad y pluriversalidad como
aportes específicos del paradigma a la disciplina y, poste-
riormente, se esbozan las conclusiones del capítulo.

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Relaciones internacionales y feminismos • 227

Los feminismos comunitarios e indígenas


en las relaciones internacionales

Para abordar el tema planteado desde las RI, resulta necesa-


rio comprender la importancia de adoptar enfoques femi-
nistas e indígenas en los análisis internacionales con el
objetivo de ampliar las problemáticas de investigación y el
foco del campo de estudio, dejando en evidencia los límites
conceptuales y temáticos de las escuelas tradicionales (Mor-
genthau, 1948; Kissinger, 1971; Waltz, 1975, 1979, 1982;
Bull; 1977; Keohane, 1986, 1988; Keohane y Nye, 1988). Al
menos en su etapa embrionaria, la disciplina fue moldeada
por problemáticas e inquietudes políticas del norte global,
gestándose como un producto situado en un tiempo y espa-
cio político-social que refleja intereses, preocupaciones y
conocimientos del mundo de aquellos que la crearon (Cox,
1981). Por ello, los fundamentos clásicos de las RI giran en
torno al Estado, a la soberanía, a la anarquía, al poder y a la
interacción entre las grandes potencias.
En general, en las ciencias sociales y específicamente en
el campo de estudio, utilizar teorías con tendencias mascu-
linizantes, homogeneizantes y universalistas suele conducir
a desestimar otras experiencias, circunstancias y realida-
des (Cox, 1981; Waever, 1998; Bilgin, 2008; Tickner, 2003;
Tickner y Waever, 2009; Acharya y Buzan, 2010; Acharya,
2011, 2014; Blaney y Tickner, 2017). Fundamentalmente,
por abordar tópicos coloniales de relevancia limitada para
las problemáticas históricas de los países periféricos (Inaya-
tullah y Blaney, 2004), así como también por desestimar el
papel de las mujeres y sus ideas en la arena internacional.
Bajo esta lógica, con la clara intención de diversificar mira-
das, a partir de la década de 1980 ingresaron paulatina-
mente voces críticas al campo disciplinar (Cox, 1981, 1987;
Enloe, 1989; Gill, 1993; Sylvester, 1994; Rupert, 1995) y han
profundizado en cuestiones epistémicas, metodológicas y
ontológicas, brindando nuevas herramientas para pensar la
variable internacional (Loza, 2022). Es importante destacar

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228 • Relaciones internacionales y feminismos

que, si bien los enfoques críticos son teorías heterogéneas,


comparten el cuestionamiento al orden mundial existente y
la intención de abrir espacio a nuevos actores, discursos y
conceptos (Icaza, 2014).
Particularmente, las escuelas de pensamiento feminis-
tas se caracterizan por su heterogeneidad, pero suelen com-
partir la preocupación por implementar análisis sobre las
subjetividades. Generando así una distancia de las posicio-
nes positivistas y otorgándoles relevancia a las experiencias
e identidades, al mismo tiempo que se desarrollan como
una propuesta política (Villarroel Peña, 2007; Loza, 2022;
Marchand en este volumen). Inclusive, uno de los grandes
“trabajos” de quienes adoptan estos enfoques se orienta
a dejar en evidencia la forma en que los distintos rela-
tos y afirmaciones sobre la verdad son distorsionados por
el sesgo masculino (Arreaza y Tickner, 2002). Al sostener
estas posiciones teóricas, se abre un camino que permite
pensar la disciplina desde los márgenes conceptuales y la
interseccionalidad, revisando las bases epistemológicas, la
construcción de conocimiento y la caracterización de los
objetos/sujetos de estudio (Arreaza y Tickner, 2002; Fonse-
ca y Jerrems, 2012; Tickner y Blaney, 2012, 2017; Acharya
y Buzan, 2019; Loza en este volumen).
En este sentido, se debe tener en cuenta que, en la
construcción del saber, las experiencias vividas e inclusi-
ve la ubicación geográfica y simbólica moldean los marcos
de conocimiento. Por ello, resulta significativo adoptar las
miradas de aquellas escuelas que se encuentran fuera de los
márgenes del norte global y del conocimiento mainstream.
En este caso, adquieren especial interés los feminismos
latinoamericanos y, particularmente, las enseñanzas impar-
tidas por los feminismos comunitarios e indígenas a las
RI. Esta última mirada tiene por objetivo revertir todas las
formas de opresión patriarcal desde el pensamiento situado
y como práctica política al adoptar una impronta antica-
pitalista, antiimperialista, antisistema, anticolonial, deshe-
terosexualizadora, antimachista, anticlasista y antirracista

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Relaciones internacionales y feminismos • 229

(Guzmán y Triana, 2019). Se proyecta como una propuesta


contrahegemónica fundamentada en los conocimientos de
las mujeres populares e indígenas (Cabnal, 2010), asumien-
do una perspectiva reivindicativa de las demandas ancestra-
les y oponiéndose a todas las formas de opresión colonial
al sostener que han generado relaciones jerárquicas basadas
en categorías como la raza, la clase y el género, entre otras
(Garino, 2023). La diferencia entre el feminismo occidental
y el comunitario se exterioriza en la posición que se le otor-
ga al hombre: el primero lo analiza desde la igualdad y la
diferencia, el segundo desde la relacionalidad.
Como ya se ha mencionado, el feminismo comunitario
apela a la generación de marcos de conocimiento basados
en las experiencias de vida y las concepciones de las mujeres
populares de América Latina, sustentando su discurso en
la diversidad. Asumen este postulado al momento de cons-
truir conceptos, teorías y demandas con la clara intención
de buscar la identificación de quienes atraviesan situacio-
nes de opresión similares (Paredes, 2010). Al mismo tiem-
po, trabajan para validar la episteme indígena como marco
válido de referencia para la creación de nuevos paradigmas
que permitan trascender la dominación moderna, colonial
y patriarcal (Cabnal, 2010).
Además, desde su posición de resistencia al patriarcado
occidental, también generan una fuerte crítica a la domina-
ción masculina precolonial, evitando la romantización del
patriarcado ancestral. Una de las grandes referentes de esta
escuela, Julieta Paredes (2010), sostiene que el feminismo
comunitario se debe forjar como una propuesta política de
resistencia transformadora, haciendo hincapié en no idea-
lizar las relaciones precoloniales entre hombres y mujeres
en América Latina. Remarcando la necesidad de evitar un
“enroque” de opresión machista colonial por uno precolo-
nial, la autora (Paredes, 2010) sostiene que esto se podría
lograr desarrollando una propuesta teórica y política sobre
las bases de la concepción indígena andina del mundo, de
las mujeres, de los hombres y de todos los seres vivos.

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230 • Relaciones internacionales y feminismos

Es así que la formulación epistémica de la escuela de


pensamiento retoma el concepto de “comunidad”, con la
intención de evadir las relaciones binarias jerarquizadoras
entre hombres y mujeres. Propone adoptar a la comuni-
dad como un principio incluyente que cuida la vida y se
caracteriza por plasmarse en una unidad o un cuerpo polí-
tico transformador, en que cada uno de sus integrantes es
único, necesario, autónomo y todas sus partes se encuen-
tran vinculadas (Guzmán y Triana, 2019; Paredes, 2014,
2016). Inclusive, la misma comunidad se proyecta como un
medio por el cual las mujeres buscan tomar protagonismo
o “empoderarse”, al comprender que son parte fundamen-
tal del organismo generando la participación en el espacio
público como sujetas políticas y sociales (Cabnal, 2010).
A partir de largos debates en la escuela de pensamiento,
se ha generado la imbricación de causas y luchas en donde
las cosmovisiones indígenas como el buen vivir adquieren
un papel protagónico por sustentarse en la idea de vivir
en plenitud, en armonía y en comunidad (Cabnal, 2010;
Paredes, 2010). Para los aymará el buen vivir es el Sumaq
Kawsay, si bien no posee traducciones textuales, impera en
el vocablo el elemento comunitario y la idea de “buen con-
vivir” entre los seres humanos (hombres y mujeres) y la
naturaleza, que es la generadora de todas las formas de vida.
Además, la inclusión de esta cosmovisión como uno de los
sustentos del feminismo comunitario implica el objetivo
último de una vida en plenitud que se plasma en la posesión
de la tierra y el territorio, el cuidado y uso consciente de los
recursos naturales, la aplicación de un modelo específico de
justicia y autonomía ancestral, la adquisición de un siste-
ma de alimentación conforme a sus saberes, la igualdad de
derechos, la equidad, etc. (Cabnal, 2010; Paredes, 2010).
De esta forma, el entrecruzamiento de la cosmovisión
del buen vivir con los feminismos comunitarios e indígenas
deviene de la misma integración entre las luchas ancestra-
les, las demandas cotidianas por la defensa de los derechos
de las mujeres indígenas, el territorio, la naturaleza en su

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Relaciones internacionales y feminismos • 231

proyección a la Madre Tierra, la cultura y el lenguaje, entre


otros tantos tópicos. Por lo tanto, la interacción de deman-
das y problemáticas se proyecta en la principal innovación
del feminismo comunitario: pensar con lógicas históricas
que reflejan la opresión de sus pueblos y de las mujeres e
integrarlo con reclamos actuales, creando un nuevo para-
digma político y feminista (Paredes, 2010).
Bajo esta perspectiva, el feminismo comunitario ha
desarrollado el concepto de “patriarcado ancestral” como
un marco para analizar las relaciones entre mujeres y hom-
bres dentro de las comunidades. El concepto se fundamenta
en todas las exclusiones estructurales que experimenta el
género femenino, arraigadas en el mismo sistema origina-
rio ancestral que caracteriza “la opresión desde su filosofía
que norma la heterorealidad cosmogónica como mandato,
tanto para la vida de las mujeres y hombres y de estos en su
relación con el cosmos” (Cabnal, 2010: 14).
En este contexto, es importante destacar que, según la
mayoría de las cosmovisiones indígenas, la mujer se consi-
dera complementaria al hombre en todos los aspectos de la
vida, y se requieren relaciones equilibradas para mantener
la armonía y la continuidad de la vida. Sin embargo, existen
dinámicas patriarcales dentro de las comunidades indígenas
donde los hombres suelen ignorar las situaciones de opre-
sión que enfrentan las mujeres, naturalizándolas y perpe-
tuando una supuesta complementariedad que en realidad se
basa en jerarquías verticales, con los hombres en la cúspide
y las mujeres en la base (Paredes, 2010). Plasmándose en la
asignación de roles específicos a cada género dentro de la
comunidad, otorgando a los hombres posiciones de lideraz-
go como guerreros y jefes, mientras que a las mujeres se les
“confían” tareas relacionadas con el cuidado de la familia, la
preservación de la cultura y, principalmente, la reproduc-
ción (Cabnal, 2010). En este sentido, el feminismo comu-
nitario, al posicionarse en contra del patriarcado ancestral,
propone una reevaluación de la llamada “complementarie-
dad imperante” en las comunidades. Su objetivo principal

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232 • Relaciones internacionales y feminismos

se orienta a repensar el término, eliminando el machismo,


el racismo y las jerarquías, y proponiendo una comple-
mentariedad horizontal que se alinee con los ideales del
buen vivir, caracterizados por la armonía, la reciprocidad,
la equidad y el equilibrio en todos los aspectos de la vida.
Argumentando desde esta posición, Cabnal (2010) esbo-
za que el patriarcado ancestral se entrelaza con el patriar-
cado occidental desde la época de la colonización hasta la
actualidad, dando lugar a una fusión que se manifiesta en
formas de opresión sustentadas en el racismo, el capitalis-
mo, el neoliberalismo y la globalización. Este proceso his-
tórico ha impactado directamente en la experiencia de las
mujeres indígenas, afectando sus cuerpos, su sexualidad, su
estética, entre otros aspectos. La conquista de los territorios
americanos impulsó la internacionalización del patriarcado
y del machismo, generando nuevas formas de desigualdad,
discriminación, violencia y opresión hacia las mujeres en
las tierras colonizadas (Paredes, 2010; Paredes, 2014).
Es por ello por lo que las feministas comunitarias tam-
bién cuestionan las instituciones liberales al considerar que
han sido impuestas por los colonizadores como la única
opción posible para lograr civilizar, controlando los territo-
rios y los cuerpos y depredando a la naturaleza. Desde esta
visión, el Estado es fuertemente criticado por no adquirir
lógicas sociales prioritarias del bienestar de los ciudadanos
dejando a la deriva aspectos relevantes para las mujeres
indígenas y populares, como el acceso a la salud, a la educa-
ción, al trabajo digno, a la vivienda, etc. (Paredes, 2014). A
partir de esta crítica, sostienen que el camino para lograr las
reivindicaciones de sus derechos y demandas ancestrales es
la acción colectiva y la movilización desde la complementa-
riedad entre las mujeres.
A modo de síntesis del apartado, se destaca que las femi-
nistas comunitarias denuncian al actual modelo patriarcal
por gestarse sobre las bases del colonialismo y el racismo.
Asimismo, critican el modelo económico capitalista que en
la actualidad deviene en la propuesta del neoliberalismo,

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Relaciones internacionales y feminismos • 233

imponiendo lógicas mercantilistas que atentan contra los


cuerpos y la naturaleza. Bajo este escenario, el enfoque
inevitablemente se conecta con la disciplina de las RI al
poseer una visión crítica de la realidad internacional y de
la posición que los poderes hegemónicos les otorgan a los
territorios latinoamericanos, a las comunidades indígenas
y a las mujeres. Por lo tanto, acerca la propuesta de des-
colonizar y desneoliberalizar la realidad y por ende a la
disciplina, al considerarla regida por el género, la clase, la
etnia y el sesgo norte-sur (Garino, 2023). Inclusive aporta
miradas desde lo comunitario que devienen en la comple-
mentariedad, la armonía y el equilibrio, fundamentándose
en modos relacionales de analizar los vínculos sociales e
internacionales.

Pensando desde la relacionalidad pluriversal

Sobre la base de lo desarrollado previamente, se sostiene


que los feminismos comunitarios y las cosmovisiones indí-
genas acercan perspectivas enfocadas en la complementa-
riedad de las partes y se proyectan en la idea de analizar
los vínculos sociales e internacionales desde la relacionali-
dad. Al interactuar con las RI, se genera la integración de
miradas relacionales y pluriversales en el campo de estudio
que permiten vislumbrar la importancia de la participación
de todos los seres en la creación de la realidad. Esta escuela
concibe a la relacionalidad en la idea de un mundo cons-
truido socialmente que se moldea a través de las prácticas,
las experiencias y las perspectivas de todos los actores invo-
lucrados (Tickner y Waever, 2009; Tickner y Blaney, 2017).
Desde la relacionalidad se priorizan los análisis sobre la
vinculación o interconexión entre las partes, seres u entes
(Trownsell, 2022), pero asumiendo la relevancia de los con-
textos geoculturales específicos y el conocimiento situado
en la generación del pensamiento. Tomando esta postura, se

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234 • Relaciones internacionales y feminismos

critica al conocimiento moderno y occidental por el privile-


gio que le ha otorgado a la separación como condición pri-
mordial de la existencia. Generando la dominación de una
ontología basada en lo distinguible y las jerarquías, homo-
geneizante, generalista, pero al mismo tiempo dualista.
El pensamiento relacional se focaliza en la integración
de las “otras” voces a partir de la construcción de categorías
alternativas y disruptivas que puedan reflejar las realidades
que se atraviesan en gran parte del mundo. En este punto,
vale destacar que se busca evitar la creación de conceptos
fijos, se fomentan las formas múltiples de conocimientos
vinculares y situados con el objetivo de generar diálogo
constante con las diferentes prácticas y experiencias que
resultan en fenómenos reconfigurables, dinámicos y entre-
lazados. El conocimiento relacional investiga “cómo” se
generan, continúan o modifican las vincularidades entre las
partes. Dado que las entidades no existen más que enre-
dadas con otros, e inclusive en aquellos mundos profun-
damente relacionales, no se llegan a percibir distinciones
entre el yo y el otro, puesto que ocurre un intercambio y una
complementariedad constantes (Blaney y Trownsell, 2021;
Querejazu, 2022). “Los actores sociales y las estructuras
no pueden ser asumidos, sino que son mutuamente cons-
tituidos a través de relaciones y no pueden considerarse
ontológicamente distintos de las relaciones en las que están
incrustados” (Trownsell, Behera y Shani, 2022: 788).
Además de adentrarse en la relacionalidad como uno
de los aportes de los feminismos comunitarios e indígenas,
también se destaca la idea de pluriversalidad para pensar al
mundo y a las RI. El pluriverso se plasma en la idea de un
mundo donde caben muchos mundos, supone una visión
inclusiva de las diversas realidades y se refleja en los análisis
de las múltiples formas de transcurrir, ser, estar y habitar-
los. Escobar (2014) sostiene que el pluriverso es una manera
de analizar la realidad para contrastar las ideas dominantes
de un “mundo único”, edificado bajo la lógica de una sola
existencia compuesta por múltiples culturas, perspectivas o

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Relaciones internacionales y feminismos • 235

representaciones subjetivas. Se propone como una herra-


mienta para crear alternativas y proporcionarles resonancia
a aquellos “otros mundos” que interrumpen en la historia o
realidad occidental-moderna (Blaser, De la Cadena y Esco-
bar, 2013).
Querejazu (2016) se inspira en las cosmovisiones indígenas
andinas para explicar que el pluriverso refiere a la existencia de
muchos mundos interconectados de algún modo. Por ejemplo,
el mundo humano se vincula con el natural y el espiritual. Sos-
tener esta idea supone alejarse de las ciencias sociales modernas
por considerar la vinculación existente entre lo humano y lo no
humano como “no científico”, por construirse sobre bases gene-
ralizantes y principalmente porque la noción de un solo mundo
resulta insuficiente para forjar una visión relacional (Escobar,
2014; Querejazu, 2016). Pensar desde la pluriversalidad con-
lleva incluir narrativas teóricas emancipadoras asentadas en
la idea de encontrarse en la diferencia, eludiendo supuestos
universales y otorgándole centralidad al conocimiento situado,
histórico y contextual como forma de generar conocimiento
científico (Querejazu, 2016; Escobar, 2014).
De esta manera, la relacionalidad pluriversal aboga princi-
palmente por forjar ontologías plurales que permitan entender
la política mundial como ontológicamente múltiple (Trownsell,
Behera y Shani, 2022). Teniendo presente la existencia de dife-
rentes cosmovisiones que comprenden al mundo y la relación
entre los seres vivos, seres humanos y el cosmos de forma diver-
sa. Algunos de los académicos que pregonan esta visión dentro
de la disciplina (Shani, Tronwsell y Behera, 2022) plantean que
la formación de unas RI pluriversales se plasmaría en un campo
de estudio reconocedor de la coexistencia de diferentes tradi-
ciones ontológicas que permitan, en el marco de las negociacio-
nes internacionales, legitimar conocimientos de las múltiples
realidades que conviven en el mundo. Asimismo, se sostiene
que un campo de estudio pluriversal no debe rechazar comple-
tamente los conocimientos occidentales, pero sí debe repensar
cuestiones relacionadas al abordaje de las diferencias.

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236 • Relaciones internacionales y feminismos

Reflexiones finales

Para concluir con el capítulo, se destaca que los feminismos


comunitarios e indígenas ofrecen una perspectiva crítica y
transformadora que desafía los paradigmas dominantes en
las RI; al cuestionar las bases epistemológicas y ontológicas,
amplían el espectro de análisis incorporando voces y expe-
riencias de las mujeres populares e indígenas de América
Latina. Además, su contribución va más allá de la simple
inclusión y se fundamenta en la promoción de la relaciona-
lidad y la pluriversalidad, conceptos que esbozan una visión
del mundo interconectado y comunitario.
Al enfatizar en la relacionalidad pluriversal, se recono-
ce la importancia de los vínculos entre todas las partes y la
necesidad de fomentar relaciones horizontales y equitativas
que aboguen por el bienestar colectivo. Esto necesariamen-
te implica una redefinición de la complementariedad, que
llama a eliminar las jerarquías y promover la autonomía de
todos los miembros (mujeres, hombres y naturaleza). Des-
de esta perspectiva, se propone una concepción inclusiva
de la comunidad, donde cada individuo es único y nece-
sario, pero al mismo tiempo interdependiente y vinculado
con los demás. Esta mirada también se proyecta en la idea
de un “mundo comunitario”, donde cada unidad, ya sea a
nivel local, nacional o internacional, forma parte de una
red interconectada que reconfigura las relaciones entre los
diferentes actores.
Todo este entramado teórico tiene impacto en el ámbito
material, a través de la posible incidencia en agendas inter-
nacionales vinculadas con el cuidado de la naturaleza, los
derechos de las mujeres e indígenas, la biodiversidad, temá-
ticas culturales, alimentarias, etc. A través de estas lógicas,
se busca promover unas RI sustentadas en la relacionalidad,
que reconozcan la interdependencia entre todos los actores,
impulsando la justicia social y ambiental. En definitiva, la
integración de los feminismos comunitarios e indígenas a

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Relaciones internacionales y feminismos • 237

las RI contribuye a la construcción de un campo de estudio


más reflexivo, crítico y comprometido con la transforma-
ción social y el cuidado de la naturaleza.

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Gobernanza regional
y abordaje de género en el estudio
de (y respuestas a) la migración forzada
en América Latina
PÍA RIGGIROZZI1 Y NATALIA CINTRA2

Introducción

Durante las últimas dos décadas, los flujos migratorios


internacionales han experimentado un cambio en términos
de dirección, intensidad y composición como consecuencia
de un rápido aumento de los desplazamientos forzados en
el sur global, que alberga al casi 80 % de los refugiados del
mundo (ACNUR, 2022: 2). Dentro de las Américas, estas
tendencias han sido impulsadas significativamente por per-
sistentes contextos de inseguridad económica, crisis políti-
cas, pobreza y violencia en los cuales muchas personas se
ven en situaciones donde la única opción práctica y realista
es partir.
Los flujos migratorios procedentes de América Central,
en particular, han crecido exponencialmente en la última
década, alcanzando, en 2023, casi 600.000 personas refu-
giadas y solicitantes de asilo de El Salvador, Guatemala y
Honduras que han sido forzadas a cruzar fronteras por
cuenta de violencia (incluida la violencia de género), amena-
zas, prostitución y extorsiones de pandillas, pobreza y crisis
política y sociales (ACNUR, 2023)3.

1 Universidad de Southampton.
2 Universidad de Southampton.
3 Ver www.acnur.org/emergencias/desplazamiento-en-centroamerica.

teseopress.com 241
242 • Relaciones internacionales y feminismos

Además de ser el principal país de tránsito para los


migrantes centroamericanos que se dirigen a Estados Uni-
dos, México también es un destino importante, con más
de 130.000 desplazados desde América Central en busca de
asilo, una cifra que se duplicó desde 2017. Según ACNUR,
en 2015 llegaron un total de 3.424 personas, principalmen-
te de El Salvador y Honduras, las cuales solicitaron asilo
en México, y, entre 2013 y 2016, las solicitudes de asilo
de menores no acompañados del llamado Triángulo Nor-
te de América Central en México aumentaron un 416 %
(ACNUR, 2016). Lo novedoso no es la migración en sí, sino
la masiva movilización por medio de las llamadas “carava-
nas” de más de miles de personas autoorganizadas espontá-
neamente que viajan a través de América Central por Méxi-
co hacia Estados Unidos. En América del Sur, otro corredor
sur-sur emergente es el de Venezuela hacia países vecinos.
Desde 2014, 8 millones de personas venezolanas han huido
hacia países, en su mayoría, vecinos o cercanos, en lo que es
“la mayor crisis de exilio en la historia” de América Latina,
según la Organización de Estados Americanos (OAS, 2021).
Casi la mitad de las personas desplazadas son mujeres y
niñas que huyen del hambre, la violencia de género y el
colapso de los servicios de salud (Doocy et al., 2029; Do
Carmo Leal et al., 2024; Cintra et al., 2023). Asimismo, uno
de los más recientes corredores migratorios en la región
está determinado por el cruce de la selva del Darién, por
donde miles de personas cruzan a diario.
El tapón del Darién, de sesenta millas de ancho, es un
tramo selvático que conecta América del Sur con Centroa-
mérica. Está ubicado en la frontera de Colombia con Pana-
má, y, con su densa selva tropical y sin carreteras, es un obs-
táculo peligroso para quienes necesitan cruzar la frontera
por tierra, haciendo del viaje de Sur a Centroamérica uno de
los más peligrosos en el mundo. Según cifras publicadas por
el gobierno de Panamá, un alarmante número de 133.000
migrantes han cruzado el tapón del Darién hacia Panamá

teseopress.com
Relaciones internacionales y feminismos • 243

en 2021, y más de 39.000 en mayo de 2023 (OIM, 2023)4.


Esta es una cifra sorprendente en comparación con años
anteriores, cuando solo unos pocos cientos de inmigrantes
se aventuraban en una extensión de tierra tan remota.
Situaciones de desplazamiento masivo de este tipo
plantean tres puntos importantes, y que estructuran el aná-
lisis de este capítulo. En primer lugar, los desafíos específi-
cos de género que enfrentan las mujeres y las niñas durante
el desplazamiento determinan una dimensión de género de
la migración forzada.
Segundo, esa dimensión de género determina situacio-
nes de daño y vulnerabilidad que no solo afectan la auto-
nomía y el bienestar de las mujeres y las niñas en situación
de desplazamiento, sino también, y como consecuencia, sus
oportunidades de integración justa, autónoma y sostenible
en las sociedades de asentamiento, y plantean cuestiones
importantes sobre las modalidades de gobernanza que sean
sensibles y que den respuesta a los desafíos de género.
Tercero, es importante vincular la naturaleza de género
de la migración forzada con las relaciones internacionales
regionales y multilaterales, y de esta manera traer al frente
la pregunta de cuál es la responsabilidad de los Estados,
individualmente y en cooperación regional, de proteger los
derechos humanos y la dignidad de las mujeres y niñas des-
plazadas en América Latina, para dar respuestas adecuadas
de base regional.
El desarrollo de este análisis está basado en investigacio-
nes hechas en el contexto latinoamericano, particularmen-
te en el marco del proyecto Redressing Gendered Health
Inequalities of Displaced Women and Girls in Situations
of Protracted Displacement in Central and South America
(ReGHID), financiado por el Consejo de Investigación Eco-
nómica y Social del Reino Unido, y otros proyectos más
cortos relacionados con ReGHID que fueron hechos desde

4 Ver https://tinyurl.com/24wrtdjk.

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244 • Relaciones internacionales y feminismos

entonces. En esos, obtuvimos y analizamos datos primarios


y secundarios sobre temas de salud, género, seguridad ali-
mentaria y desplazamiento forzado, en diferentes países y
contextos de la región, con enfoque en Colombia, Brasil,
Panamá, Honduras, El Salvador y México, hicimos obser-
vación participante en albergues de migrantes, regiones de
frontera, entre otros, y hablamos con centenas de mujeres y
adolescentes desplazadas en esos sitios, como también con
aquellos que trabajan en esos contextos con poblaciones
migrantes. Aunque este no sea un análisis empírico, nues-
tras reflexiones aquí hechas están enraizadas en el marco de
nuestras investigaciones empíricas y desarrollo teórico en y
sobre migraciones forzadas en América Latina.

La dimensión de género en el desplazamiento forzado


en América Latina

Desde 2014, Venezuela enfrentó una catastrófica crisis


humanitaria que vio un aumento del hambre, la delincuen-
cia y la violencia, así como un estrepitoso colapso de los ser-
vicios públicos, una hiperinflación de alrededor del 10.000
% y una escasez de alimentos básicos y suministros médi-
cos (Banco Mundial, 2021: 14). En estas circunstancias, no
sorprende que alrededor de 8 millones de venezolanos no
tuvieran otra opción que huir del país (Cintra et al., 2023).
Es la mayor crisis de exilio en la historia de la región, solo
superada en magnitud por la de Siria.
Según la Plataforma de Coordinación Interagencial
para Refugiados y Migrantes de Venezuela (R4V, 2023), del
total de venezolanos que huyeron, el 84 % migraron a países
de América Latina y el Caribe. Colombia ha sido el prin-
cipal país receptor de refugiados y migrantes venezolanos
en la región, recibiendo casi la población migrante, seguido
de Perú, Brasil, Ecuador y Chile. La mitad de las perso-
nas venezolanas desplazadas son mujeres y niñas, que se

teseopress.com
Relaciones internacionales y feminismos • 245

han visto afectadas de manera desproporcionada por crisis


políticas, económicas y de salud cruzadas, agravadas por el
impacto de la pandemia de covid-19.
Cintra et al. (2023) revelan una característica distintiva
de género en el desplazamiento de Venezuela hacia Colom-
bia y Brasil, visto en un éxodo de mujeres embarazadas, que
huyeron por razones de necesidad práctica, incluido el mie-
do a perder a sus bebés o sus propias vidas si se quedaban
para dar a luz en contextos de crisis de salud y del siste-
ma de salud en Venezuela. Según Amnistía Internacional, la
mortalidad materna aumentó un 65 % en Venezuela entre
2015 y 2016, una regresión de 25 años debido a la falta
de medicamentos como anticoagulantes, crema cicatrizan-
te de cicatrices, analgésicos, antibióticos, antisépticos, y la
falta de herramientas, equipos y personal médico básicos,
contexto que impulsó a muchas mujeres a huir (Amnesty
International, 2018).
La Organización Internacional para las Migraciones
informó que la mayoría de las mujeres desplazadas estaban
en edad reproductiva (OIM), mientras que una encuesta
con 2.012 mujeres y niñas desplazadas que llegaron a Brasil
entre 2018 y 2021 mostró que el 66 % tenía entre 18 y 34
años, que un porcentaje relativamente alto de mujeres (34
%) viaja sola, sin familiares ni amigos, y que el 10 % llegó
a Brasil embarazada, obligada a abandonar situaciones de
hambre, mala salud y violencia (Do Carmo Leal et al., 2024).
Existe una gran cantidad de literatura, particularmente
feminista, en estudios sobre migración forzada, que tien-
den a identificar las especificidades del carácter de género
en la migración forzada, usualmente asociadas con razones
para migrar y experiencias que amenazan los derechos, el
bienestar e incluso la vida de mujeres antes y luego del pro-
ceso migratorio, como también durante él. Muchas de estas
cuestiones están asociadas con el matrimonio precoz, la
mutilación genital femenina, el estigma social de género, la
violencia de género y la pobreza, que obligan a las mujeres

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246 • Relaciones internacionales y feminismos

y niñas a huir (Freedman, 2016; Menjivar y Walsh, 2017;


UNFPA, 2018).
Mientras huyen, muchas mujeres y niñas migrantes,
en particular las forzosamente desplazadas, enfrentan via-
jes peligrosos al atravesar caminos y cruces fronterizos que
las exponen a violencia de género, desafíos y abusos que
pueden afectar su salud sexual y reproductiva. Las mujeres
migrantes forzadas están particularmente expuestas a ries-
gos de explotación, violencia sexual y conductas sexuales
riesgosas para su supervivencia (económica), lo que lleva a
un número cada vez mayor de embarazos no deseados, VIH
e infecciones de transmisión sexual (ITS), muerte mater-
na y precariedad generalizada (Ward y Marsh, 2006; OPS,
2019). Por ejemplo, en la frontera sur de México, donde los
migrantes de Centroamérica viajaban a pie para evitar los
controles fronterizos, la policía y las pandillas, a menudo
en colaboración entre sí, fueron denunciados como perpe-
tradores de violaciones sexuales y de género (ver Angulo-
Pasel, 2018).
La creciente tendencia en la movilidad intrarregional
ha puesto de manifiesto esta sombría situación en América
del Sur y Central. El tapón del Darién, de 60 millas de
ancho, es el único tramo de tierra que conecta América
del Sur con Centroamérica y la única interrupción en la
Carretera Panamericana que conecta los puntos más sep-
tentrionales y meridionales de América. Está ubicado en la
frontera de Colombia con Panamá, y, con su densa selva
tropical y sin carreteras, es un obstáculo peligroso para
quienes necesitan cruzar la frontera por tierra, haciendo del
viaje de Sur a Centroamérica uno de los más peligrosos en
el mundo. El tapón del Darién es particularmente peligro-
so para las mujeres. El cruce a pie puede tardar alrededor
de diez días, y quienes cruzan la frontera han denunciado
haber sido víctimas de robos, agresiones y violencia sexual.
Esto es alarmante dado el incremento de mujeres y niños
que han cruzado por ese corredor. En 2023, medio millón
de migrantes cruzaron la selva, presuntamente para llegar

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Relaciones internacionales y feminismos • 247

a Panamá y de allí emprender el camino hacia Estados


Unidos. Las cifras se duplican con respecto a 2022 y son
cuatro veces superiores a las de 2021. Alrededor del 20 %
son niños y niñas (OIM, 2023). Alarmante también dado
que Médecins sans frontières (2023) informó que trató más
de 400 casos de violencia sexual entre enero y octubre de
2023, sin mencionar los que no se denuncian. Lamentable-
mente, los desafíos específicos de género que enfrentan las
mujeres y las niñas durante el desplazamiento a menudo se
ocultan y no se denuncian. El paso irregular por el Darién
no solo pone a esas mujeres en riesgo por el hecho de atra-
vesar una selva peligrosa, pero también porque todo el paso
está mercantilizado, es decir, económicamente controlado,
de manera legal e ilegal, lo que hace ese viaje especialmen-
te costoso, con peores implicaciones a mujeres, las cuales
mayoritariamente migran acompañadas de sus hijos, lo que
hace su travesía aún más cara, y más vulnerables a situacio-
nes de explotación económica y sexual.
Las situaciones de daño y vulnerabilidad no solo afec-
tan la autonomía y el bienestar de las mujeres y las niñas en
situación de desplazamiento y, por tanto, sus oportunidades
de integración justa, autónoma y sostenible en las socieda-
des de asentamiento, sino que también plantean cuestiones
importantes sobre las modalidades de gobernanza que sean
sensibles y que respondan a las problemáticas de género,
así como demanda una respuesta donde prime la responsa-
bilidad compartida en las agendas de políticas migratorias
a nivel internacional, regional y nacional, ya que gestionar
y brindar protección para la migración segura implica res-
puestas concertadas a cuestiones que son inherentemente
transfronterizas y, por lo tanto, requieren una gobernanza
regional y multilateral efectiva.

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248 • Relaciones internacionales y feminismos

El carácter normativo del derecho a migrar en América


Latina

América Latina tiene una historia de gobernanza de la


migración caracterizada, a diferencia de otros espacios
regionales, por un énfasis en los derechos sociales (Acosta y
Freier, 2018). De hecho, prevalecen nociones de seguridad
social, el derecho a la circulación de los trabajadores y los
derechos humanos de los migrantes en los marcos regiona-
les relacionados con la migración y movilidad humana. Por
ello, los marcos normativos latinoamericanos en materia
de migración y asilo son generalmente reconocidos como
“progresistas”, “abiertos” y “basados en los derechos huma-
nos” (Brumat y Finn, 2021; Zapata y Wenderoth, 2021;
Brumat y Freier, 2020; Hammoud-Gallego y Freier, 2022).
Expertos y comentaristas han elogiado a América Latina
por promover políticas sostenidas y “generosas” de asilo y
refugiados desde la ratificación de la Convención de 1951 y
su protocolo de 1967 sobre los derechos de los refugiados.
Como explican Cintra et al. (2023), esta apreciación normal-
mente se debe a la visión avanzada, y de hecho vernácula,
de lo que significa ser un refugiado en América Latina. De
hecho, la región ha adoptado formalmente una definición
ampliada de refugiado que va más allá del régimen interna-
cional de refugiados a través del marco regional respaldado
por la Declaración de Cartagena de 1984 (también Cantor
et al., 2015: 3). Curiosamente, esta expansión se inspiró en el
desplazamiento masivo experimentado en Centroamérica
como consecuencia de las guerras civiles durante la década
de 1980, cuando la Guerra Fría se afianzó en América Latina
(Cantor, 2013). De hecho, los Estados signatarios coincidie-
ron en que el sistema internacional de refugiados existente
no brindaba a algunos grupos de personas desplazadas por
la fuerza en las Américas una respuesta legal adecuada, por
lo que era necesario desarrollar un concepto más apropiado
a las características de la región.

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Relaciones internacionales y feminismos • 249

Como resultado, una definición más amplia de refugia-


do ofrecida por la Declaración de Cartagena incluye no solo
a aquellos que han sido perseguidos individualmente, sino
también a aquellos cuyas vidas y libertades fueron amena-
zadas por una serie de circunstancias diferentes. Por lo tan-
to, no requería un elemento “subjetivo”, es decir, un miedo
subjetivo a una amenaza. Una situación objetiva, traducida
en un hecho real, como, por ejemplo, un conflicto arma-
do, era suficiente para justificar la protección internacional
bajo los auspicios del derecho regional de refugiados.
Además, en materia de refugio, se señala que El Salva-
dor, Guatemala, Nicaragua y Panamá han desarrollado leyes
relativas al refugio en las que han incluido la condición de
refugiado como una medida de protección para las muje-
res migrantes que han llegado debido a la violencia sexual,
generalizada, violencia por razones de género, seguridad y
violación de derechos humanos; condiciones que han tras-
cendido a las que originalmente otorgaban en su momento
la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados (1951) y
el Protocolo sobre el Estatuto de los Refugiados (1967).
Lo que esto significa es que, en gran medida, América
Latina ha expandido los límites de la norma internacional
respecto de lo que significa ser refugiado en el contexto
regional, un proceso que tiene implicaciones sobre cómo la
cooperación humanitaria y regional debe responder a las
violaciones de derechos y las situaciones que generan la
condición de refugiado. García (2020) también destaca el
papel del Sistema Interamericano de Derechos Humanos y
de los procesos de integración regional estableciendo juris-
prudencia en relación con las condiciones que aseguren la
adecuada defensa de los derechos, así como los procesos
sancionatorios, en general y con respecto de los inmigran-
tes, los solicitantes de asilo y los refugiados en particular.
En gran parte, estos compromisos regionales para ase-
gurar los derechos de los migrantes, migrantes forzados y
refugiados están orientados a crear condiciones materiales
y prácticas de respeto, protección y cumplimiento de los

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250 • Relaciones internacionales y feminismos

derechos humanos, y es esto lo que encontramos articulado


no solo en los tratados de derechos humanos, sino también
en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) como una
especificación clave de los requisitos para los Estados para
poder proteger y garantizar los derechos humanos de las
personas bajo su jurisdicción. Los objetivos de la Agenda
2030 para el Desarrollo Sostenible de las Naciones Uni-
das adoptada en 2015 agregaron un nuevo impulso. Podría
decirse que solo una de sus 169 metas (meta 10.7) en los
17 ODS aborda directamente la migración, invitando a los
Estados a “facilitar la migración y la movilidad ordena-
da, segura y responsable de las personas, incluso mediante
la implementación de políticas migratorias planificadas y
bien gestionadas”, mientras que otros objetivos establecen
conexiones con temas de migración, incluida la migración
laboral (8.7 y 8.8), la movilidad internacional de estudiantes
(4.b), la trata de personas (5.2, 8.7 y 16.2), las remesas (10.c),
los datos de migración (17.18), y más. Estos avances se reto-
maron en el Plan de Desarrollo Integral Mesoamericano,
con el objetivo de hacer de la migración una opción segura y
abordar sus causas fundamentales en México y el Triángulo
Norte de Centroamérica (Ventura et al., 2021).
Desde su inicio, el Plan de Desarrollo Integral Mesoa-
mericano ha reconocido la importancia de los esfuerzos y
resultados del proceso de integración desplegado en Cen-
troamérica, en particular por los órganos y las instituciones
regionales del Sistema de la Integración Centroamericana
(SICA). Desde hace décadas, Centroamérica viene realizan-
do importantes esfuerzos para profundizar los vínculos y
promover la integración entre los países de la subregión. En
2017, los países centroamericanos adoptaron la Declaración
de San Pedro Sula y acordaron implementar conjuntamen-
te el Marco Integral Regional de Protección y Soluciones
para abordar el desplazamiento forzado en Centroamérica
y México (MIRPS). El MIRPS ha sido hasta ahora la prin-
cipal plataforma para movilizar acciones en el área del des-
plazamiento forzado en Centroamérica. En relación con la

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Relaciones internacionales y feminismos • 251

migración, el MIRPS es una aplicación concreta del Pacto


Mundial sobre Refugiados de 2018, un marco central de la
ONU que fomenta la cooperación regional entre países de
origen, tránsito y destino para una mayor responsabilidad
compartida en materia de prevención, protección y solu-
ciones duraderas.
La riqueza de los marcos normativos regionales com-
prende así la variedad mixta de elementos declarativos y
convenidos que se destacan por su contraste con marcos
más restrictivos en otras regiones del mundo (Acosta, 2018).
Por ejemplo, Brumat y Finn (2021) destacan el “derecho a
migrar” como una expresión clara en normativas regiona-
les, que incluso da base de sustento al Acuerdo de Residen-
cia del Mercosur (RAM), que reconoce la libre circulación
de personas en la región, y cuyos miembros incluyen Brasil,
Argentina, Paraguay y Uruguay, y los países asociados Chi-
le, Colombia, Perú, Bolivia y Ecuador. Venezuela es miem-
bro suspendido del Mercosur desde finales de 2016, y sus
connacionales no pueden acceder a la residencia subregio-
nal. En esencia, esto significó la regularización migratoria
como medida para proteger derechos, lo cual dio sustancia
a elogios internacionales (Ceriani Cernadas, 2018; Cintra et
al., 2023).
Sin embargo, un análisis crítico del abordaje regional
sobre la protección de migrantes y movilidad humana, par-
ticularmente la migración forzada, destaca que, a pesar de
los avances progresivos analizados, incluida la definición
ampliada de refugiado y, por ende, de protección, en la
práctica las leyes migratorias y de refugiados en la región
y en cada país no lograron garantizar la implementación
de una protección efectiva, y en última instancia producen
negligencia en materia de género. Como tal, la región mues-
tra ambigüedades en la gobernanza migratoria, dando paso
a normas socialmente legitimadas y rara vez cuestionadas
que ignoran, criminalizan o estigmatizan a las mujeres des-
plazadas, de manera que reproduce así las desigualdades de
género como consecuencia. Esto es así por dos cuestiones

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252 • Relaciones internacionales y feminismos

fundamentales: una es la fragilidad institucional en materia


de gobernanza regional que inhibe el paso de lo nominal
a lo concreto en términos de políticas; y el otro motivo
se relaciona con un abordaje de seguridad nacional, defini-
do en términos realistas de las relaciones internacionales,
donde se privilegian políticas de seguridad de frontera y
no seguridad humana. Esto es aún más problemático cuan-
do se evalúa desde una perspectiva de género, ya que los
marcos regionales y nacionales fracasaron en abordar los
roles, las normas y las relaciones de género perjudiciales
como impulsores de la migración, y en lugares de recepción
(Freedman et al. 2022).
En el caso de América del Sur, el género recibió una aten-
ción cada vez mayor después del cambio de milenio. Desde
2000, Mercosur ha adoptado un enfoque de transversali-
zación de género, que recientemente está más firmemente
institucionalizado y monitoreado por la actualización de
la unidad regional de género (RMAAM). Desde entonces,
Mercosur aprobó un número creciente de recomendacio-
nes y regulaciones en apoyo de la igualdad de género en
el comercio y las finanzas. Algunas directivas relativas a la
desigualdad de género en el empleo se abordan principal-
mente a través de programas de formación y empresas para
promover el empleo y eliminar la certificación. Pero los
esfuerzos para abordar el empleo informal o la discrimina-
ción de género aún son muy limitados (UNTAD, 2018).
Más recientemente, las políticas de igualdad de género
han pasado de un enfoque limitado al empleo a adoptar una
perspectiva más amplia que incluye la participación políti-
ca, el trabajo doméstico, la educación rural y la violencia
de género (Hoffman, 2014). Sin embargo, en las respues-
tas regionales y nacionales, se han ignorado dimensiones
importantes relacionadas con la migración de mujeres y
niñas o no se ha logrado asignar responsabilidades y formas
de protección a las mujeres y niñas en movimiento. Ade-
más, no existen mecanismos de rendición de cuentas para
los Estados respecto de la implementación de tales políticas

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Relaciones internacionales y feminismos • 253

ni resoluciones que contemplen algún mecanismo de segui-


miento específico.
De igual manera en el caso del SICA, existen agendas
específicas abordadas a través de la Secretaría Técnica del
Consejo de Ministras de la Mujer de Centroamérica y Repú-
blica Dominicana (ST-COMMCA) y del Consejo de Minis-
tros y Ministras de Salud (SE-COMISCA) para la creación
de líneas de acción prioritarias para abordar temas como la
violencia de género y otros desafíos y riesgos que enfren-
tan las mujeres durante la migración dentro de la región
centroamericana y desde ella. Además, el SICA ha venido
liderando esfuerzos apoyando a los Estados miembros para
garantizar el acceso universal a servicios de salud sexual
y reproductiva, desarrollando una estrategia regional en
materia de salud sexual y salud reproductiva, con énfasis en
adolescentes y prevención del embarazo, y acceso a muje-
res migrantes en tránsito y retornadas a sus países. Pruebas
de ITS/VIH y métodos anticonceptivos y de protección en
salud sexual y reproductiva. El SICA también creó un Plan
de Acción Integral para Atender la Migración en la región
(PAIM-SICA).
Algunos de estos compromisos generaron algunos
avances en la respuesta a las necesidades inmediatas y
persistentes de las personas desplazadas (NRC, 2020). Sin
embargo, la falta de recursos financieros, los desafíos en la
coordinación institucional, los recursos humanos y la capa-
cidad técnica limitados, la corrupción y la voluntad políti-
ca continúan, junto con el conservadurismo persistente en
muchos países de la región, lo que afectó las posibilidades
de fundamentar políticas efectivas y sostenibles.
De hecho, aunque algunos países tengan mejores con-
diciones económicas que otros, la migración forzada en
América Latina se vuelve un problema que afecta mayorita-
riamente a los países más pobres de la región y a aquellos
que reciben los más grandes números de migrantes. Esto
genera problemas de generación y concentración de recur-
sos, de manera que crea así situaciones en que los más

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254 • Relaciones internacionales y feminismos

pobres nacionales pasan a disputar con los no nacionales


por lo poco que hay destinado a programas y políticas
sociales. En América del Sur, por ejemplo, Colombia está
particularmente sobrecargada debido a la cantidad enorme
de migrantes, lo que acaba generando una serie de viola-
ciones a derechos y empeora el acceso a servicios básicos
como salud. El hecho de que ahora muchos migrantes en
Suramérica estén saliendo hacia el norte, cruzando Améri-
ca Central por el tapón del Darién, demuestra una vez más
que resolver los problemas de violaciones a los derechos de
migrantes no es un tema nacional, sino regional. La manera
como salen los y las migrantes de Colombia, Brasil, Chile,
Ecuador, entre otros, puede determinar cómo llegan a Pana-
má, y las necesidades que van a tener como consecuencia.
No es un dato menor que, al hablar con aquellos que pro-
veen servicios en las Estaciones de Recepción de Migrantes
en el Darién, nos han dicho que son los y las venezolanos la
población con mayores números de desnutrición: ellos ya
salen de Venezuela subnutridos, y su pasaje por Suramérica
no logra resolver sus problemas nutricionales y de salud.
Una vez que crucen de subregión, esas necesidades pasan a
aparecer, aún más agudizadas, en América Central, lo que
demuestra la necesidad de una mirada regional, más allá de
la nacional, a las migraciones.
El problema, en última instancia, radica en pasar del
carácter nominal al ejercicio efectivo del derecho a la movi-
lidad segura y a la protección internacional, con un enfoque
de género. Entonces, la pregunta que surge es en qué medi-
da estos marcos normativos son suficientes para proveer
protección efectiva para migrantes, sobre todo migran-
tes forzadas, y para cimentar condiciones de cooperación
internacional donde la base de acción no sea solo entendida
como un problema nacional, sino como una cuestión regio-
nal que demanda respuestas como tal.

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Relaciones internacionales y feminismos • 255

Las consecuencias de género en las fallas


de protección de migrantes forzados

Ha habido una clara inconsistencia entre el aumento de los


problemas regionales y fronterizos y la disminución de las
respuestas y responsabilidades concertadas y compartidas.
Más aún, hay una creciente práctica y narrativa nacional
respecto de la migración forzada que tiende a privilegiar
un abordaje de seguridad por sobre los derechos humanos,
ignorando sobre todo una visión de género. De hecho, el
lente de seguridad para el abordaje de la migración, sobre
todo migración forzada, prevalece en los discursos políti-
cos, los imaginarios públicos y las experiencias vividas por
los migrantes y refugiados en todas las geografías. Por lo
tanto, la securitización de la migración erosiona la inten-
cionalidad normativa creando construcciones de migración
como riesgo nacional, y, en el caso de mujeres, riesgo sexual
y moral, así como espacios, tanto fronterizos como cotidia-
nos, que criminalizan y por ende se militarizan (Riggirozzi
et al., 2023).
Las mujeres y niñas desplazadas que cruzan fronteras
en busca de refugio y bienestar así enfrentan desafíos adi-
cionales que a menudo son producto de estatus migrato-
rios que en la práctica obstruyen tanto su ejercicio de sus
derechos en forma de acceso a servicios, como las condi-
ciones de seguridad razonable frente a la exposición a la
explotación sexual, la agresión y la violencia. Otros desafíos
pueden ser producto de condiciones generalizadas como la
falta de capacidad para proteger en los lugares de residen-
cia temporal o la falta de voluntad por parte del gobierno
municipal, provincial o nacional para brindar el grado de
protección requerido, o cuestiones más específicas relacio-
nadas con problemas de, por ejemplo, alojamiento inseguro,
falta de sensibilidad cultural o de género en la prestación
de servicios de salud, acceso limitado al empleo oficial (a
menudo relacionado con la falta de cuidado infantil) y hosti-
lidad local hacia quienes huyen por necesidad. En informes

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256 • Relaciones internacionales y feminismos

recientes se reconoce que la xenofobia está aumentando


en el contexto de los efectos de la pandemia, y Amnis-
tía Internacional (2022: 29) destaca el continuo fracaso en
lugares como Colombia y Perú, importantes receptores de
migrantes venezolanos, “para proporcionar una protección
adecuada a las mujeres, que a menudo enfrentan violencia
física y sexual en el hogar, pero también explotación en el
trabajo, incluida la cooptación para la explotación sexual”,
señalando que, a pesar de “los altos niveles de subregistro,
los casos de violencia de género aumentaron un 71 por
ciento entre 2018 y 2021 en Colombia”. Una encuesta reali-
zada por Gallup en 2016 y 2019 muestra una fuerte dismi-
nución en la aceptación de los migrantes en América Latina
(Voz de América, 2020).
De acuerdo a Cintra et al. (2023), las mujeres migrantes
enfrentan factores de riesgo relacionados con desinforma-
ción, limitado acceso de documentos de viaje, permiso de
salida, factores estructurales, violencia doméstica o de pare-
ja, violencia sexual, violencia económica, violencia políti-
ca, irregularidad migratoria, limitada institucionalidad para
brindar protección, violencia social o generalizada, redes
de tráfico y trata de personas, riesgo y limitado acceso a
la salud, abuso de poder, transporte inadecuado e inhu-
mano, accidentes, mutilaciones, estigmatización, precarie-
dad en la inserción sociolaboral, encarcelamiento, obstácu-
los para la regularización migratoria, exclusión social, falta
de oportunidades. En destino, la principal preocupación es
la total invisibilidad de la situación de violencia que enfren-
tan mujeres migrantes (violencia intrafamiliar, explotación
laboral, acoso, etc.). En el retorno, destaca la estigmatiza-
ción por el fracaso del proyecto migratorio y la prevalencia
de la causa, sea económica o social (violencia u otras), que
originó la migración.
El manejo de políticas y prácticas de control en fronte-
ras, así como en primeros lugares de recepción, también es
determinante de los riesgos de género. La forma en que las
mujeres y niñas migrantes llegan a las fronteras y las cruzan

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Relaciones internacionales y feminismos • 257

determina quién las recibe, o qué institución las recibe, qué


información y orientación obtienen, si se les explica qué
documento necesitan para acceder a protección, refugio y
los sistemas de salud, y su estatus legal puede condicionar
aún más sus oportunidades de protección y de una vida
digna.
Los espacios fronterizos son espacios críticos que pue-
den ofrecer oportunidades de inclusión o crear brechas en
términos de información sobre documentación para acce-
der a albergues, a documentación, a sistemas de protección
y al sistema de salud. Si los migrantes no entran por la
puerta de entrada oficial, es probable que no accedan a la
información disponible en los puestos de control fronteri-
zos sobre refugios, instalaciones sanitarias y derechos, etc.
En consecuencia, si las mujeres y niñas migrantes se vuel-
ven invisibles para los sistemas de protección existentes,
caen en las grietas de tales sistemas y muy probablemente
terminan dependiendo de contrabandistas o redes ilegales
de explotación y control (sexual y laboral), y con una nueva
escala de riesgos de género, daños, relaciones abusivas y
explotación sexual, y una espiral interminable de negación
de derechos.
Un abordaje que no centraliza en género, además de
poder causar todos los retos mencionados, también silencia
las voces de mujeres y niñas desplazadas. El riesgo es tener
un abordaje que o las considera solo como víctimas sin
voz o agencia, o que las criminaliza/estigmatiza, a través de
políticas de seguridad que considera a las mujeres migrantes
como potencialmente trabajadoras sexuales, portadoras de
enfermedades, una amenaza moral y física a la comunidad
receptora. Ese abordaje binario, muchas veces disfrazado
de progresista, no considera a las mujeres migrantes en su
complejidad y las deshumaniza como consecuencia, y sus
voces no son escuchadas en ninguna instancia.
Por último, se argumenta que no solo un abordaje que
privilegia la seguridad del Estado frente a los derechos y
la protección de migrantes limita las obligaciones que los

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258 • Relaciones internacionales y feminismos

Estados asumieron frente a acuerdos regionales e inter-


nacionales, sino que las consecuencias generadas son de
género. Aun así, toda respuesta para revertir esta balanza
entre seguridad y derechos debe venir no solo de Estados
individuales, sino de la construcción de una noción más
amplia de responsabilidad compartida. En este sentido, los
organismos regionales deben alertar y revertir arbitrarie-
dades en la implementación de acuerdos y políticas sobre
migración que generan pasos inseguros, como el tapón del
Darién. Hay buenas razones para promover la cooperación
regional en la protección de los refugiados y las poblacio-
nes desplazadas. Para empezar, los movimientos masivos de
desplazados suelen tener una ubicación y un impacto regio-
nal. Por lo tanto, los actores regionales pueden tener una
preocupación más directa al abordar estos movimientos.

Recentrando el foco en el rol de la gobernanza


regional

Para muchos países en la región, la migración forzada


e irregular se ha convertido en un problema de seguri-
dad nacional. “Darién no es una ruta, es una jungla”, por
ejemplo, se convirtió en un mantra de campaña oficial del
Gobierno de Panamá ante la crisis de migración por Darién
(Ministerio de la Presidencia, 2023). La formulación de
políticas que ayuden a superar y trascender preocupacio-
nes sobre seguridad nacional y que ofrezcan un mecanismo
para el intercambio y la cooperación transfronterizos sobre
la base de derechos humanos demanda recentrar el foco en
los derechos humanos y la protección de migrantes. Tam-
bién exige un enfoque de género en la protección debido
a las características de feminización de la migración y sus
riesgos, como se ha explicado anteriormente. Los esfuerzos
regionales son así necesarios cuando la región ha rechaza-
do la solución propuesta por la comunidad internacional o

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Relaciones internacionales y feminismos • 259

cuando naciones individualmente o la comunidad interna-


cional han tomado poca o ninguna acción para lograr una
solución.
En teoría, las regiones pueden colaborar en iniciativas
como la búsqueda de armonización de la jurisprudencia y
esfuerzos para abordar las causas profundas de la migra-
ción forzada y de los riesgos durante el tránsito. Además,
los Estados podrían coordinar regionalmente distintas fun-
ciones de protección según los diferentes niveles de expe-
riencia y capacidad local y nacional. Los Estados podrían
asignar tareas como procesar las solicitudes de asilo, acoger
a refugiados temporalmente, reasentarlos permanentemen-
te y brindarles apoyo financiero. Para los Estados, la coope-
ración regional en este sentido podría permitir soluciones
apropiadas y eficientes a la afluencia de migrantes forzados
y refugiados, reducción del gasto financiero (a través de la
eliminación de procesos duplicados cuando sea apropiado)
y mejores relaciones diplomáticas entre los países. Y tam-
bién buscar las formas y los fondos para crear pasos seguros
entre fronteras. Para los migrantes forzados, esta coopera-
ción podría dar como resultado una mayor protección y una
mayor probabilidad de brindar asistencia de manera con-
sistente con los derechos humanos y el derecho a migrar.
Por último, una gobernanza regional también debe
priorizar un enfoque de género en el abordaje de soluciones
a los desplazamientos masivos, irregulares, que permitan
suministrar los recursos necesarios para apoyar respuestas
e intervenciones en lugares de primera protección, se nece-
sita urgentemente financiación y reforzar los sistemas de
salud, algo que la mayoría de los gobiernos latinoamerica-
nos no pueden hacer solos.
La discusión sobre las características y dimensiones
de género de la migración lleva al último punto de este
capítulo, esto es, cómo se aborda la cooperación regional e
internacional para responder a las características de género
de la migración forzada.

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260 • Relaciones internacionales y feminismos

Las organizaciones regionales tienen un enorme poten-


cial para dar forma a un enfoque de la migración humano
y basado en los derechos. Sin embargo, la implementación
efectiva sigue siendo un desafío. Los Estados a menu-
do aprovechan su prerrogativa soberana, incluidos cálcu-
los políticos y económicos, para controlar la entrada y los
derechos de los no ciudadanos y garantizar la seguridad
nacional de sus poblaciones con fines políticos. Como tales,
logran circunscribir la fuerza protectora de las obligaciones
de derechos humanos y muchas veces una retórica antiin-
migrante. Esto a pesar de que los Estados firmaron regíme-
nes migratorios globales y regionales, como se mencionó
en secciones anteriores. Así, existe una clara brecha entre lo
que los sistemas de gobernanza pueden hacer en términos
de promover los derechos humanos y cómo las políticas se
traducen realmente en leyes y prácticas nacionales, particu-
larmente en relación con la incorporación de consideracio-
nes de género en esas leyes y prácticas (Riggirozzi y Ryan,
2021).
Situaciones de desplazamiento masivo como las que se
observan actualmente en América Latina plantean cuestio-
nes importantes sobre la responsabilidad de los Estados de
proteger. Durante la conmemoración del 30.º aniversario
de la Declaración de Cartagena en Brasil, países latinoame-
ricanos adoptaron por unanimidad el plan de acción para
proteger los derechos humanos de las personas perseguidas
y desplazadas a nivel nacional y regional5. Sin embargo,
aún prevalecen enfoques polarizados de la gestión de la
migración irregular que no solo corre el riesgo de socavar
y debilitar el derecho nacional e internacional, sino que
también desvía la atención de un enfoque colaborativo para

5 Declaración de Brasil: “Un Marco de Cooperación y Solidaridad Regional


para Fortalecer la Protección Internacional de las Personas Refugiadas, Des-
plazadas y Apátridas en América Latina y el Caribe”, en www.refworld.org/
es/leg/resolution/rri/2014/es/102557.

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Relaciones internacionales y feminismos • 261

responder y proteger las vidas y los derechos de los refugia-


dos y migrantes forzosos en situaciones vulnerables.
Para revertir esta migración, proponemos, como ya se
argumentó en Cintra et al. (2023: 97-108), cinco principios
para el estudio de la migración forzada y su gobernanza con
enfoque de género. Esta propuesta se basa en un principio
práctico de responsabilidad compartida en la gobernanza
de la migración internacional y puede evaluarse de acuerdo
con los siguientes puntos:
• Responsabilidad de ampliar las rutas regulares para
refugiados y migrantes y garantizar un paso seguro.
Esto exige el deber de protección y de cooperación
entre los Estados para ofrecer un paso directo y segu-
ro a través de las fronteras y como un lugar potencial
de primer refugio. Esto también significa mantener las
fronteras abiertas a los desplazados forzosos, sin impe-
dir ni obstruir el acceso seguro a un territorio para
reclamar protección. Las organizaciones regionales y
multilaterales como el ACNUR y la OIM pueden pro-
porcionar comunicación, apoyo financiero y técnico, y
promoción para garantizar un paso directo y seguro.
• Responsabilidad de brindar protección. Esto recae en
todos los Estados hacia o a través de los cuales via-
jan migrantes desplazados por la fuerza. Esto implica
brindar seguridad, incluido el deber de no devolución
y protección vigente, y la provisión de instalaciones de
alojamiento seguras, así como el derecho a acceder a
atención médica, un proceso justo e imparcial de deter-
minación del estatus y acceso a documentos de identi-
dad. ACNUR e instituciones financieras como el Banco
Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo son
claves para delimitar el financiamiento para la prepa-
ración, los mecanismos para el intercambio transfron-
terizo de información y cooperación, y la protección
social de las personas desplazadas.

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262 • Relaciones internacionales y feminismos

• Responsabilidad de proporcionar movilidad segura en


el contexto de tránsito prolongado: esto significa per-
mitir un movimiento seguro dentro de los Estados de la
región y entre ellos, lo que no solo denota brindar dere-
chos de movilidad a medida que se mueven en y entre
los Estados, sino que principalmente significa tener un
enfoque que se centre en la protección contra abusos
que van desde la explotación hasta la trata y más. Ade-
más de los derechos de movilidad, los Estados también
tienen el deber de prestar especial atención a las muje-
res y las niñas, que se deriva de la posible explotación
de su desorientación social y su falta de conocimientos
locales (especialmente por parte de aquellas que mani-
fiestan marcadores de confianza).
• Responsabilidad de brindar integración social, permi-
tiendo que los intereses legítimos de quienes son des-
plazados forzosamente determinen dónde se asientan
y tengan acceso a las condiciones básicas para recons-
truir sus vidas en comunidad con otros. Los requisi-
tos básicos de esta responsabilidad pueden expresarse
como la provisión de acceso a los sistemas de vivienda,
salud y bienestar, y acceso a oportunidades de edu-
cación, formación o empleo que les permitan tomar
decisiones y planificar eficazmente sus vidas, cuando
esto implique también una participación activa en la
comunidad social y política de la localidad en la que se
encuentran.
• Responsabilidades de proporcionar recursos adecuados
para la protección, cuando y donde la financiación para
la protección no alcance lo necesario para salvaguardar
la protección. Este es un llamado a alianzas globales y
cooperación para el desarrollo mediante la moviliza-
ción de recursos, el intercambio de conocimientos y el
desarrollo de capacidades de acuerdo con agendas de
gobernanza internacional como el Pacto Mundial para
la Migración y los Refugiados Seguros, Ordenados y
Regulares, y los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

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Relaciones internacionales y feminismos • 263

Conclusión

En América Latina urgen políticas públicas sobre migración


forzada y protección con enfoque de género. Para ello exis-
te una gran oportunidad basada en una serie tanto de mar-
cos normativos y políticas regionales y nacionales, como de
esquemas regulatorios y de reconocimiento que pueden ser
pioneros en términos de soluciones duraderas. Sin embar-
go, existen muchas barreras en la retórica y la práctica coti-
diana relacionadas con normas políticas y sociales respecto
de qué constituye sujeto de seguridad y protección. Así se
evidencia un privilegio de nociones de seguridad nacional
por sobre los derechos humanos de personas migrantes,
forzadas, en tránsito, y su derecho a la movilidad y vida con
dignidad.
Es esencial invertir en una protección social sensible al
género para mujeres y niñas en contextos humanitarios. En
este capítulo se afirma cómo el género (y otras característi-
cas como la edad, el origen étnico, etc.) desempeña un papel
importante en la configuración de las vulnerabilidades y los
riesgos que enfrentan las poblaciones desplazadas, y debe-
ría desempeñar un papel en la formulación de políticas. El
estatus migratorio, la experiencia, el género o la modalidad
de tránsito y paso no deben excluir ni limitar la protección
de los derechos humanos que los países deben otorgar a las
mujeres migrantes –particularmente a las migrantes forza-
das– durante el tránsito y en los lugares de residencia.
Por lo tanto, y con base en estos principios, se propuso
aquí que, para abordar eficazmente los desafíos y evitar una
mayor marginación de quienes ya están en mayor riesgo, se
debe no solo considerar e integrar, en el estudio y la prácti-
ca, compromisos internacionales y regionales que los Esta-
dos ya han firmado y ratificado, sino también concentrar
una gobernanza regional sobre la base del principio de res-
ponsabilidad compartida en la protección de los derechos
humanos de los y las migrantes que sean capaces de estruc-
turar políticas y prácticas a nivel nacional y regional.

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264 • Relaciones internacionales y feminismos

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Derecho internacional público
desde los márgenes

Miradas feministas y docencia

MAGDALENA BAS VILIZZIO1

Punto de partida

El derecho internacional público como rama jurídica y


como disciplina no ha sido inmune a la tradicional mira-
da masculina con que se ha tratado el derecho en general,
como señalan Alda Facio y Lorena Fries (2005). De hecho,
las principales imágenes con que se representa simbólica
y fácticamente el surgimiento del derecho internacional
público clásico (1648) y el derecho internacional público
contemporáneo (1945) son ejemplos ilustrativos y contun-
dentes. El famoso cuadro de Gerard ter Bosch sobre la firma
del Tratado de Münster2 y cualquier fotografía de la con-
ferencia de San Francisco y consecuente firma de la Carta
de la Organización de Naciones Unidas (ONU)3 muestran
nula o escasa participación femenina. En 1945, sí encon-
tramos mujeres en las delegaciones que firmaron la carta,
pero estas únicamente fueron cuatro: Minerva Bernardino
(Rep. Dominicana), Virginia Gildersleeve (Estados Unidos),
Bertha Lutz (Brasil) y Wu Yi-Fang (China).

1 Universidad de la República, Uruguay.


2 El cuadro se encuentra exhibido en el Rijksmuseum de Ámsterdam, infor-
mación disponible en www.rijksmuseum.nl/en/collection/SK-C-1683.
3 Las fotografías están disponibles en media.un.org/photo/en/collections/
united-nations-history/founding-united-nations.

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270 • Relaciones internacionales y feminismos

En la actualidad, la distribución entre hombres y muje-


res en los ámbitos de toma de decisión o tribunales inter-
nacionales4 a nivel internacional dista mucho de ser equi-
librada. Sin embargo, el derecho internacional público ha
avanzado en la incorporación de un tratamiento específico
de la mujer en normas primarias en regímenes especia-
lizados como el derecho penal internacional, el derecho
humanitario, y el derecho internacional de protección de
los derechos humanos (Charlesworth y Chinkin, 2022). Asi-
mismo, la arquitectura de la ONU cuenta con un espacio
específico como es ONU Mujeres, el género y el rol de las
mujeres han ganado terreno en la agenda internacional, y la
jurisprudencia de tribunales internacional ha contemplado
diversos casos sobre la violencia contra las mujeres o los
crímenes que conciben a las mujeres como botín de guerra.
Siguiendo a Hilary Charlesworth y Christine Chinkin
(2022) en la nueva introducción a su clásica obra Los lími-
tes del Derecho Internacional. Un análisis feminista, el derecho
internacional suele ser un espacio difícil para el cambio
social, priorizando algunos proyectos y eliminando otros;
por tanto, merece ser abordado desde una mirada feminista.
Si bien la transversalización de género es un proceso com-
plejo y no se trata única o exclusivamente de sumar nuevos
contenidos a los programas (Ronconi, Schuster y Ciancagli-
ni, 2023), los contenidos del currículum de los cursos dan
cuenta de los avances, de su ausencia, o de la reticencia al
cambio.
Los programas curriculares de derecho internacional
público a nivel de licenciatura no suelen incluir conteni-
dos específicos relativos a los abordajes feministas o el rol
o tratamiento de las mujeres. ¿Cómo introducir las mira-
das feministas en el proceso de enseñanza-aprendizaje del

4 Sobre este punto pueden verse los análisis de Patricia Pérez Goldberg
(2023), Loveday Hodson (2022), Priya Pillai (2018), entre otros, o la nota
conceptual de la campaña GQUAL por la paridad de género en la represen-
tación internacional escrita por Viviana Krsticevic (2015). La información
sobre la campaña está disponible en gqualcampaign.org.

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Relaciones internacionales y feminismos • 271

derecho internacional público a nivel universitario, aun


cuando el currículum de los cursos no incluyen un tema
específico?
Sin ánimo de agotar el debate o limitar las temáticas por
desarrollar, esta pieza propone introducir las miradas femi-
nistas y destacar el tratamiento o el rol de las mujeres en
tres contenidos clásicos de derecho internacional público:

1. conflictos armados;
2. migrantes y refugiados;
3. estructura orgánica de la ONU.

La propuesta se posiciona desde los márgenes de los


límites actuales de la enseñanza de la disciplina, pero al
mismo tiempo plantea un camino plausible para trabajar los
temas en los cursos universitarios sin necesidad de modifi-
caciones sustanciales en el currículum o el plan de estudios.
Junto con el análisis específico de cada punto, se incluyen
breves ideas de actividades didácticas para implementar en
el aula, desde la experiencia docente y planificación a futuro
de la autora.

Conflictos armados: las mujeres en la guerra y el rol


de los tribunales penales internacionales

Las mujeres, como afirman Gail Gardam y Hilary Charles-


worth (2000), “soportan cada vez más el peso de los conflictos
armados”5. Dentro del derecho internacional humanitario,
los conflictos armados internacionales y no internacionales
resultan uno de los temas tradicionales en los que se trata
la manera en que las normas jurídicas internacionales y la
jurisprudencia de los tribunales internacionales han abor-
dado el tratamiento de la mujer. La introducción al tema,

5 Traducción propia.

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272 • Relaciones internacionales y feminismos

por consiguiente, puede hacerse tanto en su aproximación


conceptual y tratamiento normativo, como en el análisis de
casos concretos para ilustrar conceptos y normas con acon-
tecimientos de la realidad internacional.
¿Cómo ha contemplado el derecho internacional públi-
co y los tribunales internacionales la violación y otras for-
mas de agresión sexual contra las mujeres? ¿Cuál ha sido su
evolución? La violencia sexual vinculada con los conflictos
suele denominarse “el más antiguo de los crímenes de gue-
rra”, la discusión en el aula puede enfocarse en algún epi-
sodio histórico en particular. Por ejemplo, podría iniciar-
se con preguntas disparadoras sobre los hechos ocurridos
durante el genocidio de Ruanda, o más específicamente los
casos en los que entendió el Tribunal Penal Internacional
para Ruanda.
El artículo 4 del Estatuto del mencionado tribunal
(1994) establece que este tenía competencia en materia de
crímenes de lesa humanidad, en cuya definición se incluye
la violación cuando esta se comete en el marco de “un ata-
que generalizado o sistemático contra la población civil por
razones de nacionalidad o por razones políticas, étnicas,
raciales o religiosas”. Si bien no existe una mención a texto
expreso de la violación o agresión sexual dentro de la defi-
nición de “genocidio”, el tribunal lo considera por primera
vez en la historia en el caso contra Jean Paul Akayesu –pri-
mer juicio en el marco del tribunal–.
En este sentido, en la sentencia en el caso Jean Paul
Akayesu del 2 de setiembre de 19986 se destaca la definición
amplia de “violación y violencia sexual” (párrafo 598), así
como el reconocimiento de que la violación y la agresión
sexual constituyen actos de genocidio como cualquier acto
cometido con el fin de destruir, total o parcialmente, a un
grupo étnico, ya que son lesiones graves contra la integridad
física y mental de los miembros del grupo (párrafo 731). La
sentencia contra Alfred Musema, de fecha 27 de enero del

6 Sentencia disponible en https://tinyurl.com/4spxha7d.

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Relaciones internacionales y feminismos • 273

2000, retoma estas ideas7, y otros tribunales penales espe-


ciales también trataron casos de violación y violencia sexual
contra las mujeres, como el Tribunal Penal para Yugoslavia.
Con la creación de la Corte Penal Internacional, su
estatuto incluye la “violación, esclavitud sexual, prostitu-
ción forzada, embarazo forzado, esterilización forzada o
cualquier otra forma de violencia sexual de gravedad com-
parable” dentro de los crímenes de lesa humanidad (literal
G del artículo 7), y de forma similar en los crímenes de
guerra por incumplimiento de los Convenios de Ginebra de
1949 (numeral XXII del literal B del artículo 8). Los actos de
violencia basada en género también pueden estar vincula-
dos con el crimen de genocidio del artículo 6 del Estatuto
(Oficina del Fiscal, 2023, p. 20). Desde los feminismos se
critica que las normas jurídicas internacionales no incluyen
en sus definiciones la ausencia del consentimiento de la víc-
tima, un aspecto que los ordenamientos jurídicos internos
suelen considerar (Dowds, 2019).
En 2023, la Oficina del Fiscal de la Corte Penal Inter-
nacional (2023) publicó un documento que contiene la polí-
tica interna sobre crímenes de violencia basada en género
–crímenes de violencia sexual, reproductiva y otros tipos
de violencia de género–. Los principios que el documen-
to propone son el enfoque centrado en los sobrevivientes,
enfoque basado en el trauma, perspectiva interseccional,
competencia en materia de género, debida diligencia, abor-
dar mitos, estereotipos y conceptos erróneos, contextuali-
zar la violencia basada en género, caracterización completa
y fiel, inclusión, implementación, monitoreo y evaluación.
Este documento es una demostración de la prioridad estra-
tégica que tiene el tema y da cuenta de la evolución de la
perspectiva de género en las normas primarias del derecho
internacional público.
En el estudio en el aula de las consecuencias humanita-
rias de los conflictos armados, el uso de datos cuantitativos

7 Sentencia disponible en https://tinyurl.com/muh4udch.

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274 • Relaciones internacionales y feminismos

puede ser el inicio de un fructífero diálogo para poder así


contrastar y explicar las cifras. Esta actividad puede derivar
en la asignación de lecturas complementarias por parte del
equipo docente, búsqueda específica de información cuali-
tativa por parte de los estudiantes, o incluso la incorpora-
ción de otras innovaciones didácticas como la realización
de collages. El Índice de Mujeres, Paz y Seguridad del Geor-
getown Institute for Women, Peace and Security (GIWPS) y
The Peace Research Institute Oslo (PRIO) es un gran aliado
en esta tarea. A modo de ejemplo, en el análisis de la gue-
rra en territorio ucraniano, puede contrastarse el informe
del año 2023 que coloca a Ucrania en el lugar 117 de 177
(GIWPS y PRIO, 2023), mientras que en 2021, el año previo
a la invasión rusa, se encontraba en el puesto 66 de 170
(GIWPS y PRIO, 2021).
Junto al análisis de los datos cuantitativos, la agenda
de la ONU sobre mujeres, paz y seguridad, iniciada con la
Resolución 1.325, es terreno fértil para innovaciones didác-
ticas como el uso de la técnica del collage. El uso de méto-
dos creativos está ganando espacios en la metodología de
la investigación en ciencias sociales, especialmente para el
tratamiento de temas sensibles o complejos (Kara, 2015). Su
“poder tácito”, como lo denomina Suzanne Culshaw (2019),
es extensible a la enseñanza en derecho internacional públi-
co y disciplinas afines8. Ejemplos de obras que tratan temas
vinculados a la asignatura se encuentran en la serie Univer-
sos Paralelos del artista visual turco Uğur Gallenkuş (LatAm
Arte, 2024).
En este sentido, se propone invitar al estudiantado a
trabajar en equipos pequeños para dar respuesta mediante
un collage físico o digital a alguna de las siguientes pregun-
tas: ¿cuáles son los efectos de los conflictos armados en las
mujeres?; ¿qué nos indican los datos cuantitativos?; ¿qué

8 Sobre una experiencia del collage como práctica didáctica en educación,


véase Prasad y BEd Group (2021).

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Relaciones internacionales y feminismos • 275

roles ocupan las mujeres durante los conflictos, previamen-


te a estos y a posteriori?; ¿cómo lo expresan las normas jurí-
dicas?; ¿por qué la presencia femenina en la construcción
de la paz es relevante? Una vez realizados los collages, se
procede a una presentación oral de estos y a una discusión
en plenario.

Migrantes y refugiados: un espacio para dialogar


sobre las mujeres

En el proceso de enseñanza-aprendizaje, el trabajo con


contenidos vinculados al asilo diplomático o territorial, así
como la condición internacional de refugiado y su distin-
ción con la de migrante o desplazado interno, suele ser un
momento propicio para introducir la mirada de género, y
en particular el tratamiento de la mujer en el derecho inter-
nacional público. La Organización Internacional para las
Migraciones (OIM) en su Informe de las Migraciones en el
Mundo (2024) señala una tendencia hacia la equiparación
entre la migración de hombres y mujeres. En 2022, el 48 %
de las personas que migraron fueron mujeres, cifra que ha
decrecido un punto porcentual con relación al año 2000.
Poner el fenómeno del pasaje de la feminización de la
migración a la brecha de género en la migración (IOM, 2024,
pp. 167-174) bajo la lupa de la teoría de la vulnerabilidad
de Martha Fineman (2010, 2019) permite un análisis más
preciso de los riesgos de las mujeres migrantes. Desde este
enfoque, el ser humano se caracteriza por la vulnerabilidad
y la dependencia, siendo esto inherente al propio cuerpo y
ciclo vital. Sin embargo, las vulnerabilidades varían confor-
me a que los individuos están situados de manera diferente
en redes de relaciones económicas e institucionales, siendo
la vulnerabilidad universal y particular al mismo tiempo.
Por consiguiente, Fineman propone que el rol del Estado
se enfoque en responder ante la vulnerabilidad (“responsive

teseopress.com
276 • Relaciones internacionales y feminismos

state”) con el fin de coadyuvar a la construcción de resilien-


cia y el acceso a oportunidades.
Por ejemplo, para el caso de la migración femenina en
África Central y Occidental, los riesgos de “la explotación
y la violencia sexual durante los viajes migratorios, las pre-
carias condiciones de empleo en los países de destino y los
bajos salarios”9 (IOM, 2024, p. 155). Situaciones similares
pueden verse en el cruce del tapón del Darién, en la fronte-
ra entre Colombia y Panamá, donde la presencia de grupos
armados hace que la violencia sexual contra las mujeres sea
un problema endémico y se use como arma de intimidación
y humillación (Barrero, 2023)10. ¿Qué lugar ocupan las nor-
mas internacionales frente a estas situaciones? ¿Qué propo-
ne el Pacto Mundial para una Migración Segura, Ordenada
y Regular de 2018? ¿Qué naturaleza jurídica tiene? ¿Obliga
a los Estados? ¿Cómo aborda el género en las diferentes
etapas del ciclo de la migración? ¿De qué manera es posible
realizar una lectura de la teoría de la vulnerabilidad? Estas
preguntas pueden apoyar la presentación del tema en el aula
y el diálogo con los estudiantes, contemplando consensos y
disensos.
Adicionalmente, conocer las dinámicas migratorias y
los desafíos para las mujeres es fundamental para compren-
der la evolución del acervo jurídico vinculado a situaciones
especiales en materia migratoria. Este es el caso de los
refugiados por razones de género, como propone la Ley de
Refugiados de Uruguay (Ley 18.076 de 2006), que amplía la
tradicional protección conforme a la definición de la Con-
vención sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951 y el
Protocolo de 1967. La cláusula de inclusión prevista en el
artículo 2 de la ley uruguaya indica que

9 Traducción propia.
10 Un análisis que abarca las diferentes aristas del cruce de migrantes por el
tapón del Darién puede encontrarse en el reporte del Council on Foreign
Relations (Roy y Baumgartner, 2023).

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Relaciones internacionales y feminismos • 277

será reconocido como refugiado toda persona que: a) Debido


a fundados temores de ser perseguida por motivos de perte-
nencia a determinado grupo étnico o social, género, raza, reli-
gión, nacionalidad, u opiniones políticas se encuentre fuera
del país de su nacionalidad y no pueda o –a causa de dichos
temores– no quiera acogerse a la protección de tal país, o que
careciendo de nacionalidad y hallándose a consecuencia de
tales acontecimientos, fuera del país donde antes tuviera su
residencia habitual, no pueda o –a causa de dichos temores–,
no quiera regresar a él (la cursiva es nuestra).

Finalmente, cabe señalar que, al trabajar contenidos


vinculados a migrantes y refugiados, el uso de materiales
didácticos no tradicionales puede ser un potente aliado para
hacer dialogar la realidad internacional y el derecho inter-
nacional público. María de los Ángeles Ramallo y Liliana
Ronconi (2023, pp. 230-232) proponen el trabajo con narra-
ciones, a los efectos de que los estudiantes puedan visualizar
y debatir sobre la manera como opera el derecho y como
las personas lo viven. Esta práctica didáctica puede ser de
especial interés cuando se tratan algunos temas que atra-
viesan la coyuntura nacional e internacional dentro y fuera
del aula, como lo es la situación jurídica de los refugiados, y
al mismo tiempo da la posibilidad de incorporar el estudio
de casos reales o realizar trabajo de campo. Las narraciones
orales o escritas, la realización de entrevistas, o incluso la
incorporación de textos literarios –crónicas, cuentos, nove-
las, poesía– pueden dar cuenta de la aplicación del derecho
internacional, destacando sus éxitos, fracasos y carencias a
la hora de analizar y contrastar la migración internacional
en general, o la migración forzada en particular.
Daniel Quiroga-Villamarín (2020) plantea ir más allá
de los textos en los cursos jurídicos, tradicionalmente vin-
culados al lenguaje escrito, y el trabajo con fotografías es
una excelente opción. Parafraseando a Tania Ixchel Ati-
lano (2023), ¿qué nos pueden decir las fotografías sobre el
derecho internacional? ¿Cómo las podemos incorporar des-
de la planificación didáctica? Resulta efectivo el siguiente

teseopress.com
278 • Relaciones internacionales y feminismos

ejercicio: proponer, como primer paso, visualizar una pie-


za clásica vinculada con las migraciones como la fotografía
titulada “Madre migrante”, que fue realizada en 1936 por
la fotógrafa estadounidense Dorothea Lange. En segundo
lugar, se invita al estudiantado a leer el ensayo de la inves-
tigadora del fotoperiodismo Cora Gamarnik “Instruccio-
nes para mirar una fotografía” (2018). A continuación, es
momento de poner en juego ambos recursos, texto e ima-
gen, para culminar con algunas preguntas para discutir en
pequeños grupos o en plenario. Por ejemplo: ¿qué caracte-
rísticas tienen las migraciones internacionales en la actuali-
dad?; ¿qué diferencia tiene un migrante y un refugiado?; ¿las
normas jurídicas contemplan el otorgamiento del estatus de
refugiado por cuestiones de género?; ¿con qué fotografías
ilustrarían las anteriores respuestas?

Arquitectura del sistema de la ONU: visibilidad


y creación de ONU Mujeres

Como se indicara al comienzo de este texto, el 26 de junio


de 1945, fecha de la firma de la Carta de la ONU, solo
cuatro mujeres formaban parte de las 51 delegaciones de
Estados signatarios, entre un total de 160 personas. Ellas
eran Minerva Bernardino de República Dominicana, Virgi-
nia Gildersleeve de Estados Unidos, Bertha Lutz de Brasil y
Wu Yi-Fang de China (UN Women, 2019, p. 4). De hecho,
fue obra de Bertha Lutz y Minerva Bernandino la inclusión
del término “mujeres” en la carta (preámbulo y artículo 8).
Un año después, se creó la Comisión sobre la Condición
Jurídica y Social de la Mujer, la cual participó activamen-
te de las negociaciones de la Declaración Universal de los
Derechos Humanos, organizó las cuatro conferencias mun-
diales de la mujer, se encargó de redactar el borrador de la
Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de
Discriminación contra la

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Relaciones internacionales y feminismos • 279

Mujer, apoyó el trabajo de redacción de la Resolución 1.325


sobre Mujeres, Paz y Seguridad, entre otras tareas.
La Comisión sobre el Estatus de la Mujer le da visibi-
lidad al tratamiento y rol de la mujer en el sistema inter-
nacional. Así, otras instituciones nacieron en el marco de la
ONU, como la Oficina de la Asesora Especial en Cuestio-
nes de Género y Adelanto de la Mujer, el Comité para la
Eliminación de la Discriminación contra la Mujer, el Fondo
de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer, el Ins-
tituto Internacional de Investigación y Capacitación para la
Promoción de la Mujer, o el Grupo de Trabajo sobre la Dis-
criminación contra las Mujeres y las Niñas en el marco del
Consejo de Derechos Humanos. Sin perjuicio de lo ante-
rior, el hito más significativo en la arquitectura de Naciones
Unidas fue la creación de ONU Mujeres, la entidad de las
Naciones Unidas para la igualdad entre los géneros y el
empoderamiento de la mujer (párrafos 49-90 de la Resolu-
ción 64/289 de la Asamblea General sobre la coherencia de
todo el sistema, 2 de julio de 2010).
El profundo debate sobre la reforma de la gobernanza
institucional de la ONU, que en parte continúa hasta la
actualidad, generó el clima propicio para la creación de ONU
Mujeres, un espacio en el que se aglutinasen las discusiones
y los avances normativos sobre género. Sin embargo, su
creación también conllevaba un riesgo: que el género fuera
empujado “a la periferia de otras preocupaciones” (Heath-
cote, 2019, p. 38), esto es, que fuera desplazado de otras
áreas temáticas o ámbitos institucionales, como la negocia-
ción del Acuerdo de París en materia de cambio climático.
En este contexto, Hilary Charlesworth y Christine Chinkin
cuestionaban si ONU Mujeres se trataba de un cambio sus-
tantivo o un mero reordenamiento burocrático, puesto que,
“sin una fuerte dirección normativa”, no serviría de mucho
“para cambiar el statu quo global en el cual la desigualdad de
las mujeres es un rasgo determinante” (2016, p. 69).
Ahora bien, más allá de las valoraciones sobre el cum-
plimiento de sus objetivos o el temor a la marginación vis à

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280 • Relaciones internacionales y feminismos

vis la invisibilidad, es pertinente incluir el estudio de ONU


Mujeres al analizar la estructura orgánica de la organiza-
ción. Asimismo, analizar su evolución y plantear los men-
cionados debates enriquece los contenidos programáticos
de los cursos de derecho internacional público y da cuenta
de la complejidad del tratamiento del tema, o de la perspec-
tiva de género, en las negociaciones internacionales.
Para el trabajo en el aula, en este punto puede ser de
interés plantear una actividad de investigación que permi-
ta notar la presencia o ausencia de las mujeres en puestos
clave en la arquitectura de la ONU, desde la inexistencia de
una secretaría general a lo largo de la historia de la orga-
nización, la presencia de juezas en la Corte Internacional
de Justicia y otras instituciones judiciales internacionales
conexas, o las juristas que forman parte de la Comisión
de Derecho Internacional –órgano subsidiario de la Asam-
blea General–. Los datos recolectados por los estudiantes
pueden ser la materia prima para la creación de material
de divulgación, como breves ensayos o artículos, así como
su presentación en congresos estudiantiles en formato de
ponencias o pósteres. Incluso, puede ser un tema propicio
para la discusión en simulaciones de negociación en orga-
nizaciones internacionales, como el Modelo de Naciones
Unidas o el Euromodelo.

Reflexiones finales

Los “silencios” que Rosa Ehrenreich Brooks (2002) mapeó


en relación con los feminismos en las normas de derecho
internacional también se replican en los programas de los
cursos de derecho internacional público. Este trabajo ha
demostrado que es posible cambiar estos silencios desde el
aula, incluso cuando los programas curriculares no inclu-
yen explícitamente la perspectiva de género. Al expandir
los contenidos e incluir temas de género, especialmente con

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Relaciones internacionales y feminismos • 281

relación al tratamiento o el rol de las mujeres, es posible


visibilizar la problemática y promover una reflexión crítica
entre los estudiantes.
Puntualmente, se propone trabajar con tres contenidos
clásicos de los programas de derecho internacional público:

1. los conflictos armados;


2. los migrantes y refugiados;
3. la estructura orgánica de la ONU, particularmente con
la creación de ONU Mujeres.

El planteo se hace desde los márgenes, no solo por la


temática, sino también porque se trabaja dentro de los con-
tenidos de los programas ya existentes, pero se introducen
prácticas didácticas innovadoras en la enseñanza jurídica
–narraciones, lenguaje visual, datos cuantitativos, investi-
gación estudiantil–.
Ahora bien, esta propuesta es solo el comienzo. Es
pertinente continuar trabajando para que la perspectiva de
género se convierta en un eje transversal en la enseñan-
za del derecho internacional público. Esto implica no solo
modificar los contenidos de los programas, sino también
transformar las prácticas pedagógicas. Visibilizar los temas,
reafirmar la importancia de la discusión, marcar los con-
sensos y disensos, y traer nuevas voces a la enseñanza de
nuestra disciplina son hitos centrales en este proceso, e
implican trabajar con la esperanza de un cambio. Y la espe-
ranza caracteriza a los feminismos dentro y fuera del aula.

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Sobre las autoras

Melisa Deciancio
Es investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones
Científicas y Técnicas de Argentina, con sede en el Área de
Relaciones Internacionales de FLACSO Argentina. Cuenta
con una Maestría en Relaciones y Negociaciones Interna-
cionales de FLACSO y la Universidad de San Andrés, un
Doctorado en Ciencias Sociales de FLACSO y un Posdoc-
torado de la Universidad de Münster, Alemania. Su inves-
tigación se centra en la teoría de las relaciones internacio-
nales, la política exterior latinoamericana y la gobernanza
global. Actualmente es coordinadora académica y profesora
del Programa de Maestría en Relaciones Internacionales de
FLACSO Argentina, profesora visitante en la Universidad
de Münster e investigadora invitada en el GIGA en Alema-
nia. Es presidenta de la región de América Latina y el Caribe
de la Asociación de Relaciones Internacionales (2023-2025).

Jorgelina Loza
Es socióloga por la Universidad de Buenos Aires, magíster
en Sociología de la Cultura por la Universidad Nacional
de San Martín y doctora en Ciencias Sociales (UBA). Fue
becaria del Consejo Nacional de Investigaciones Científi-
cas y Técnicas de Argentina y actualmente es investigadora
adjunta con lugar de trabajo en el Área de Relaciones Inter-
nacionales de FLACSO Argentina. Ha realizado estancias
doctorales en el Colegio de México, el Iberoamerikanis-
che Institut de Berlín y el German Institute of Global and
Area Studies de Hamburgo. Ha trabajado con organizacio-
nes de alcance transnacional, acompañando los procesos

teseopress.com 285
286 • Relaciones internacionales y feminismos

de fortalecimiento y organización política de mujeres y


diversidades sexuales en América Latina y como consultora
independiente para ONU, ONU Mujeres, UNDP, UNFPA,
BID, entre otros. Sus temas de investigación actuales se
relacionan con identidades colectivas, idea de nación y la
dimensión simbólica de la acción colectiva, en experiencias
transnacionales protagonizadas por mujeres. Es docente en
UBA, FLACSO Argentina y NYU Buenos Aires. Coordina
el Programa Regional de Formación en Relaciones Interna-
cionales y Feminismos de FLACSO Argentina.

Magdalena Bas Vilizzio


Profesora agregada de Derecho Internacional Público de la
Universidad de la República e investigadora nivel 1 del Sis-
tema Nacional de Investigadores (Uruguay). Profesora de
Retos y Dinámicas Globales de la Universidad de Monte-
rrey (México). Doctora en Relaciones Internacionales por la
Universidad Nacional de La Plata (Argentina). Posdoctora-
do en el Instituto de Empresas y Derechos Humanos de la
Universidad de Monterrey (México).

María José Bayona


Es estudiante de Relaciones Internacionales y asistente de
investigación de la Universidad del Rosario, Colombia.

Natalia Cintra
Es investigadora posdoctoral en la Universidad de Sout-
hampton, en el Reino Unido. Es doctora en Derecho por
la PUC-Rio, Brasil. Trabaja en el proyecto financiado por
el ESRC para corregir las desigualdades de género en la
salud de las mujeres y niñas desplazadas en situaciones de
desplazamiento prolongado en América Central y del Sur,
ReGHID, en el que es responsable de los métodos y análisis
de investigación cualitativa.

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Relaciones internacionales y feminismos • 287

Alma Espino
Es economista. Ha sido investigadora y directora
(2007-2009) del Instituto de Economía de la Facultad de
Ciencias Económicas y de Administración, de la Universi-
dad de la República. Sus principales campos de investiga-
ción son mercado laboral, comercio, género. Desde 1997,
Alma Espino es la coordinadora del Área de Desarrollo y
Género en el Centro Interdisciplinario de Estudios sobre el
Desarrollo, Uruguay (CIEDUR). Desde 2003 ha sido profe-
sora en el Programa Regional de Formación en Género y
Políticas Públicas (PRIGEPP-FLACSO) y desde 2006 perte-
nece al Grupo de Trabajo Latinoamericano sobre Género,
Macroeconomía y Economía Internacional. Espino ha tra-
bajado como consultora de organismos gubernamentales y
ministerios en el país y la región, así como de las organi-
zaciones internacionales (Banco Mundial, UNRISD, ONU
Mujeres, BID, CEPAL, PNUD, OIT y otros). Actualmente
integra el Grupo Asesor de la Sociedad Civil para América
Latina y El Caribe de ONU-Mujeres.

Agustina Garino
Es licenciada en Relaciones Internacionales por la Universi-
dad del Salvador (Argentina), magíster en Integración Lati-
noamericana de la Universidad Nacional de Tres de Febre-
ro (Argentina) y doctoranda en Ciencias Sociales por la
Universidad de Buenos Aires (Argentina). Ha cursado estu-
dios de posgrado en la Universidad de Bonn y la Universi-
dad Degli Studi di Torino. Actualmente es becaria doctoral
CONICET-FLACSO, se encuentra adscrita como investi-
gadora adjunta al Área de Relaciones Internacionales de
FLACSO-Argentina, y es asistente académica en el progra-
ma de Maestría en Relaciones Internacionales. Sus investi-
gaciones abordan las contribuciones indígenas y feministas
a la disciplina de las relaciones internacionales y estudia la
política exterior boliviana.

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288 • Relaciones internacionales y feminismos

Marianne H. Marchand
Fue profesora visitante en Carleton University, Ottawa
(Canadá), en 2023, y profesora-investigadora del Depar-
tamento de Relaciones Internacionales y Ciencia Política
en la Universidad de las Américas Puebla por más de 20
años. Además, es Associate Senior Fellow del Centre for Glo-
bal Cooperation Research de la Universidad de Duisburg-
Essen en Alemania. Es miembro del Sistema Nacional de
Investigadores (SNI – Nivel 3). Además de sus actividades
de investigación y docencia en México, ha sido profesora-
investigadora en Canadá, Estados Unidos, Países Bajos, Ale-
mania, Dinamarca, Noruega, Trinidad y Tobago y Surinam.
Tiene una amplia lista de publicaciones sobre los temas de
globalización, género, migración, desarrollo, y movimien-
tos transnacionales. Su actual interés de investigación se
enfoca en la vinculación entre género, migración y desa-
rrollo, así como conocimientos subalternos y fronteras. En
2007-2008 fue vicepresidenta de la International Studies
Association (ISA) y en 2017 fue acreedora al premio de
FTGS Eminent Scholar por la sección denominada “Femi-
nist Theory and Gender Studies” de la International Studies
Association. Actualmente, es editora académica de Third
World Quarterly, una de las revistas más importantes sobre
temas relacionados al sur global.

Laura Masson
Es máster y doctora en Antropología Social por la Univer-
sidad Federal de Río de Janeiro. Docente e investigadora
de la Universidad Nacional de San Martín. Se especializó
en género, feminismos y participación social y política de
las mujeres. Ha realizado investigación etnográfica sobre
políticas públicas, movimiento feminista e integración de
mujeres a las Fuerzas Armadas. Entre 2020 y 2023, fue
directora de Políticas de Género del Ministerio de Defensa
de la República Argentina.

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Relaciones internacionales y feminismos • 289

María Cecilia Míguez


Es doctora en Ciencias Sociales, especialista en Historia
Económica y de las Políticas Económicas (UBA). Licenciada
en Ciencia Política (UBA). Investigadora Independiente de
Conicet. Directora del IDEHESI, Instituto de Estudios Eco-
nómicos, Históricos, Sociales e Internacionales, responsable
del CIHESRI, Facultad de Ciencias Económicas, Universi-
dad de Buenos Aires. Es profesora regular en la Universidad
de Buenos Aires, en grado y posgrado, en la Facultad de
Ciencias Sociales y en la de Ciencias Económicas. Da regu-
larmente cursos de posgrado en la Maestría de Relaciones
Internacionales de FLACSO, y en la Maestría de Relaciones
Internacionales de la Universidad Nacional de Córdoba.
Ha sido docente del Servicio Exterior de la Nación. Dirige
proyectos de investigación en Conicet y en la Universidad
de Buenos Aires referidos a la política económica y a las
relaciones internacionales argentinas.

Xaman Minillo
Es PhD en Política (Universidad de Bristol), máster en Rela-
ciones Internacionales (Universidad de Brasilia), graduada
en Relaciones Internacionales (Universidad de Brasilia), y
es docente de Relaciones Internacionales en la Universidad
Federal de Paraíba (Brasil). Trabajó en el área de Coope-
ración Internacional para el Desarrollo en JICA. Temas de
interés: políticas sexuales y de género, estudios feministas,
queer y decoloniales, y activismos LGBTQIAPNB+. Lucha
por la igualdad de género en la comunidad académica par-
ticipando como miembro del grupo MulheRIs y en la Red
Latinoamericana MulheRIs+MujeRIs.

María Catalina Monroy Hernández


Es profesora asistente de Relaciones Internacionales en la
Facultad de Estudios Internacionales, Políticos y Urbanos
de la Universidad del Rosario, Colombia. Es directora del

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290 • Relaciones internacionales y feminismos

proyecto de investigación Análisis de la Política Exterior de


Colombia. Coordinadora del programa de RI y fundadora
del Proyecto WomanStats para Colombia en la Universidad
del Rosario. Sus temas de investigación se focalizan en la
promoción de la investigación en género y RI, particular-
mente en el análisis de la política exterior colombiana.

Pía Riggirozzi
Es doctora en Política y Relaciones Internacionales de
la Universidad de Warwick, Inglaterra (2005). Magíster
en Relaciones Internacionales por la Universidad de Mia-
mi y magíster en Relaciones Internacionales de FLACSO/
Argentina. Actualmente es la directora del Departamento
de Políticas y Relaciones Internacionales de la Universidad
de Southampton, Gran Bretaña. Tiene experiencia en eco-
nomía política del desarrollo y gobernanza de la salud en
América Latina, con formación en investigación cualitativa
y experiencia liderando investigaciones internacionales y
multiinstitucionales financiadas por MRC y ESRC-DfID en
América Latina y el sur de África. Sus intereses de investi-
gación incluyen la economía política del desarrollo, la salud
global, los enfoques de la salud y el bienestar basados en
los derechos, la gobernanza regional en América Latina. Ha
publicado libros y artículos en revistas académicas como
Development and Change, New Political Economy, International
Affairs, Economy and Society y Review of International Studies,
así como en medios políticos como The Lancet Migration.

Yetzy Villarroel
Es internacionalista con Maestría y Doctorado en Cien-
cia Política. Es profesora titular de la Universidad Simón
Bolívar de Venezuela, adscrita al Departamento de Cien-
cias Sociales, imparte clases de pregrado a los estudiantes
de primer año y la cátedra de Relaciones Internacionales
en los Posgrados de la Coordinación de Ciencia Política.

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Relaciones internacionales y feminismos • 291

Actualmente, se desempeña como decana de Estudios Gene-


rales, y como directora del Centro de Investigaciones Crí-
ticas y Socioculturales (CICS) adscrito al Instituto de Altos
Estudios de América Latina (IAEAL). Sus investigaciones
se han centrado en mostrar otras miradas y otras agendas
posibles para interpretar el sistema internacional a partir
de la disciplina de las relaciones internacionales, mediante
la exposición de conceptos, interpretaciones y enfoques de
la escuela latinoamericana y desde temas en los que se pue-
den incluir hechos cotidianos y distintas perspectivas a las
tradicionalmente utilizadas.

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